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BVP Marruecos

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EL HECHIZO DEL OASIS

MARRUECOS

Marruecos constituye un lugar fascinante en el que el visitante se ve sumergido en un oleaje

continuo de nuevas sensaciones que despiertan las más variadas emociones. Marruecos es

lugar de medinas, zocos, mezquitas y amplias avenidas fl anqueadas por frutales.

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Es tierra de mágicos desiertos y fértiles oasis, de playas paradisíacas de are-nas blancas y aguas transparentes, de bosques de coníferas de gran belleza, de parques naturales con una rica fauna y de grandes cadenas montañosas con impresionantes cumbres en las que la nieve permanece durante casi todo el año. En sus hermosas ciudades imperiales -Fez, Marrakech, Meknés y Rabat-

se pueden admirar las construcciones que las distintas dinastías marroquíes dejaron a su paso, evocando un tiem-po de esplendor histórico y cultural que aún se puede revivir a través de la observación y la contemplación. Y continuando con el hechizo, como si de un espejismo se tratara, Marruecos ofrece majestuosas fortalezas de color arena y ciudadelas de un encanto sin igual. Ciudadelas que salpican la denominada Ruta de las Casbahs, las antiguas fortalezas bereberes. En el cruce de los caminos que llevan a los valles del Draa, el Dadés y el Ziz, en Ouarzazate, se puede iniciar un recorrido inolvidable por una de las más fabulosas sendas turísticas de todo el continente africano. Con un poco de suerte se podrá admirar la grandeza de los míticos hombres azu-les, los bereberes y sus mujeres con los cabellos teñidos por la henna y con enigmáticos tatuajes que adornan

la cara, los pies y las manos. En las proximidades del litoral marroquí, la siempre fascinante Casablanca con la extraordinaria Mezquita de Hassan II, la deseada Tánger y la antigua pose-sión portuguesa de Agadir, permane-cen como mudos testigos del pasado, sin olvidar la alegría que desborda Ra-bat, la capital del Reino. Más allá, la majestuosa Tetuán, situada a los pies del Rif y la belleza de Essaouira, son otros de los alicientes para el viajero. La cultura, la aventura, el disfrute de la paz y la tranquilidad bajo el sol de las playas, la agitación de los zocos y el arte del regateo, la práctica del más insólito de los deportes, la degus-tación de los platos marroquíes o la afabilidad de sus gentes, son tan sólo alguno de los motivos que hacen que Marruecos sea un destino muy bus-cado por los viajeros. Por eso, visitar Marruecos es realizar el más cercano de los grandes viajes.

HISTORIA

PREHISTORIA

Los historiadores suelen situar el comienzo de la historia marroquí entre los años 800 y 600 a.C. Alrededor del 500 a.C. los etíopes se instalan en esta zona mezclándose con sus habitantes. En ese momento los moradores del sur eran nómadas con la caza como principal actividad, mientras que en el norte sus habitantes ya eran sedentarios y habitaban en viviendas trogloditas. En el siglo IV a.C. nace Mauritania que será confiado por el emperador Augusto a Juba II en el año 23 d.C. y cuyo territorio incluía el actual Marruecos.

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PRIMERAS INVASIONES

En el 42, ya de nuestra era, los roma-nos invaden Mauritania dividiéndola en dos provincias siendo la del oes-te, “Mauritania Tingitana”, la que se convertirá con el paso del tiempo en el actual Reino de Marruecos. El de-sarrollo de la región que perdurará hasta el año 429 con la invasión de los vándalos. A partir de esa fecha las incursiones se suceden con los bizan-tinos y los visigodos acabando con el dominio romano en la zona.

LLEGADA DE LOS MUSULMANES

En 682 el jeque árabe Oqba Ben Nafi, fundador de Kairuán, la primera ciu-dad musulmana tunecina, marcha sobre territorio marroquí. Musa ben Noussir completa la conquista entre los años 705 y 710 estableciendo dis-tintas guarniciones en Tánger y el Tafi-lalt. En el año 711, Tariq Ibn Ziyad co-mienza desde Marruecos la conquista

de España. La dominación del califato consigue que la religión musulmana se consolide en el país pero no evita la creación de distintos reinos que ter-minan disputándose el poder. La rebe-lión más importante estalla en el 740, encabezada por soldados bereberes, contra el califato omeya de Damasco, el más influyente, que acabará con su poder y propiciará la fragmentación del territorio en numerosos y variados reinos y principados.

DINASTÍA IDRISÍ

En el año 786, Idriss I, descendiente del yerno del Profeta, se refugia en Marruecos huyendo de una matanza ordenada por el califa de Bagdag. Dos años después es nombrado imán, jefe religioso por los bereberes del centro del país. Durante su reinado nacen ciudades como Fez y se consolida el norte del país hasta Tlemcen. En el 792 muere asesinado siendo sustituido por

Idriss II que extiende el territorio del reino. La muerte de Idriss II en el 828 no afectó el desarrollo del país, los su-cesores de Idriss II continuaron progre-sando llegando a ser nombrados califas de Córdoba. Sin embargo, curiosamente esto les costará su poder ya que la frag-mentación de España facilita su caída, además de la incursión que los guerre-ros bereberes almorávides realizan des-de el desierto.

DINASTÍA ALMORÁVIDE

Comienzan por controlar las rutas comer-ciales conquistando incluso Fez, la capi-tal Idrisí. En el año de 1070 fundan Ma-rrakech, capital de su reino que recibe el nombre de Marruecos. Los almorávides, liderados por Yusef ben Tashfin, ocupan gran parte de la Península Ibérica. A su muerte le sucede su hijo Ali ben Yusef que reina por más de treinta años. Mien-tras los almorávides gobiernan en Tin-mal, surge el predicador Ibn Tumert que

fomenta la pureza y el rigor del Islam y de quien son seguidores los almohades (que significa “los unidos”).

HEGEMONÍA ALMOHADE

En 1121 los almohades se consolidan en las cordilleras del Atlas y se rebelan contra los almorávides para potenciar el rigor religioso. En el año 1147 con-quistan Marrakech, con lo que finaliza la rebelión. A Ibn Tumert (primer líder de los almohades) le sigue su discípulo Abd el Mumen que unifica todo el nor-te de África (Argelia, Túnez y Libia). Le sucederá Yacub el-Mansur que unirá a este territorio las provincias españolas andaluzas. A su muerte las derrotas marroquíes se suceden provocando la fragmentación del reino y el abandono de las ideas religiosas de Ibn Tumert. La debilidad de los almohades será aprovechada por los Beni Merin que to-man las principales ciudades llegando a controlar incluso Marrakech en 1269.

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DOMINIO MERINÍ

Los meriníes tuvieron su máximo es-plendor con la figura de los sultanes quienes impulsaron un importante desarrollo de los estudios religiosos y la construcción de diversos monu-mentos. Aunque intentan reconstruir el reino, la peste negra y las rebelio-nes en diferentes ciudades marro-quíes impiden su objetivo. Mientras, portugueses y españoles continúan avanzando por diversos puntos de la costa atlántica. Descendientes de Ma-homa, la tribu árabe de los Beni Saad predica la Guerra Santa y cuando los portugueses comienzan a competir por el comercio transahariano deci-den luchar contra ellos tomando Ma-rrakech en 1525 ocupando el poder. El asedio a los portugueses no finali-za con la toma de la capital, Agadir, Mazagan y Fez serán los siguientes hitos en la expulsión de los lusos que finalizará con la batalla de los Tres

Reyes en 1578 capitaneada por Ah-med el-Mansur. A su muerte en 1602 se fracciona de nuevo el reino y los andalusíes proclaman una república independiente en Salé.

REINADO ALAUITA Descendientes del yerno del profeta, los alauitas toman el poder en 1666. Mulay Sherif y sus descendientes tienen como meta reunificar Marrue-cos bajo una política militar y econó-mica rígida. Su descendiente Mulay Ismail que gobernará el país de 1672 a 1727 consigue dominar a las tribus bereberes de Tánger y Larache fina-lizando con los poderes políticos y religiosos locales y extendiendo las relaciones internacionales. A la muerte de Mulay Ismail, al no haber delegado el poder en ninguno de sus hijos, se inicia una guerra que durará veinte años.

PERÍODOS DE CRISIS: SIGLO XVIII Y XIXSidi Mohammed, que gobernará de 1757 a 1790, consigue una época de relativa tranquilidad pero la peste, la sequía y el declive del comercio marítimo terminarán con la época de prosperidad. En 1844 Argelia será invadida por los franceses y a partir de 1856 distintos países europeos co-mienzan a imponer su propia moneda que desplaza a la local (también con-taban con sus propios tribunales de justicia aunque extraoficialmente las principales ciudades ya se encontra-ban bajo control extranjero. Moulay Hassan, 1873-1894, intenta ganar po-der pactando con las tribus del Alto Altas e intentando modernizar el país pero para ello endeuda al país con los bancos extranjeros asegurando el control de estos. Ante el interés de di-versas potencias europeas por el con-trol de Marruecos se hace necesaria

la conferencia de Algeciras en la que se reúnen doce naciones y en la que se designa a Francia y España como mandatarias del nuevo Banco de Es-tado de Marruecos, de hecho, Francia se queda con Marruecos central y España con las zonas más pobres de los extremos norte y sur del país. Un año después los franceses ocupan Ca-sablanca al haberse producido diver-sos asesinatos de europeos y también en 1907 Mulay Hafid es nombrado sultán. Éste pedirá ayuda en 1911 a las tropas francesas para acabar con la ocupación de Fez por parte de las tribus sublevadas.

PROTECTORADO FRANCÉS

Esta ayuda obliga al sultán a firmar un tratado de Protectorado el 30 de marzo de 1912 a favor de Francia, por lo que España se queda con una pequeña zona de influencia, Mulay Hafid abdica en favor de su hermano Mulay Yusef y el

de la admisión de Marruecos en la Liga de Estados Árabes propiciándose las negociaciones entre el gobierno francés y los nacionalistas marroquíes. Sin em-bargo, estas negociaciones se verán en-turbiadas por los disturbios sangrientos que tuvieron lugar en Casablanca el 7 y 8 de diciembre de 1952. El 20 de agosto de 1953 el sultán es obligado a abdicar y exilarse del país lo que provoca una mayor actividad de la resistencia que es vista con buenos ojos por el Gobier-no español. La sublevación argelina en 1954 y los problemas en Indochina hacen necesaria una solución pactada para el gobierno francés.

INDEPENDENCIA El sultán Ben Yusef volverá del exilio el 16 de noviembre de 1955 aceleran-do el proceso de independencia. El 7 de abril de 1956 Francia reconoce la independencia de Marruecos y el 29 de octubre España hace lo mismo. Ben

general Lyautey es nombrado residente general de Marruecos eligiendo Rabat como capital del Protectorado. Los mo-vimientos independentistas comien-zan su labor y en 1921 tendrá lugar la rebelión del Rif que será sofocada cinco años después por una coalición franco-española. En 1925 con la salida del general Lyautey, Francia realiza un go-bierno más directo cediendo cada vez menos parcelas a los marroquíes. Esta situación provoca la organización de la resistencia que durante la Segunda Guerra Mundial no actúa aceptándose una especie de tregua no pactada. El apoyo de los independentistas tanto al desembarco norteamericano de 1942 como el recibido por el presidente Ro-osevelt durante la conferencia de Anfa un año después, ofrecen un nuevo im-pulso a este movimiento. En 1944 se proclama el Manifiesto de Independen-cia y en 1947 Sidi Mohammed se pro-nuncia a favor de la independencia y

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Yusef gobierna el nuevo reino bajo el nombre de Mohammed VI y comienza la redacción de la primera constitu-ción que será promulgada en 1962 por su hijo Hassan II, el monarca marro-quí fallecido en el año 1999. En 1970 Hassan II publicó el proyecto de una segunda constitución que sería apro-bada en referéndum en julio de 1971. Desde que llegó al trono, Mohammed VI ha introducido nuevas propuestas en política exterior que han consegui-do mejorar las relaciones con Estados Unidos, Francia y España.

SITUACIÓN Y GEOGRAFÍASituado al noroeste del continente africano, Marruecos ocupa una exten-sión de 710.850 kilómetros cuadra-dos que limitan al norte con el mar Mediterráneo, al oeste con el océano Atlántico, al sur con Mauritania y al este con Argelia.

CORDILLERAS

Marruecos es fundamentalmente monta-ñoso, con 4 cordilleras de importancia: al norte se levanta el Rif, la cordillera más baja con el Yebel Tidirhin de 2.548 metros como máxima altura y el Atlas, dividido en el Medio Atlas, conformado por elevadas planicies y pliegues más accidentados en el noroeste, siendo su cumbre más alta el Bu-Iblam con 3.190 metros; el Gran Atlas, donde está situado el pico de mayor altura de Marruecos, el Monte Tubkal con 4.165 metros, además de ser la cordillera más alta del Magreb; y el Anti-Atlas que desciende hasta la costa atlántica cerrado hacia el sur por el macizo de Yebel Sirua de carácter volcánico. Entre el Rif y el Atlas Medio se extiende una meseta de menor altura conocida como la “Quebrada de Taza”, cuyo terreno está cubierto de lava de an-tiguas actividades volcánicas. Las zonas más fértiles del país se encuentran entre el océano Atlántico y el Atlas.

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EL LITORAL

En la zona costera mediterránea las montañas se mezclan con el mar y destacan como accidentes geográficos de importancia el Cabo Tres Forcas y Punta Almina. Desde ésta, hasta el Cabo Espartel, se encuentra el Estrecho de Gibraltar y el litoral Atlántico de menor altura, recto y más arenoso con pequeños acantilados que finalizan en playas de gran belleza.

RÍOS, OASIS Y BOSQUES

La cuenca fluvial marroquí es abun-dante y sus ríos caudalosos, aunque la mayoría no consiguen llegar al mar

debido a los enormes bancos arenosos que existen junto a las desembocadu-ras. Destacan en la vertiente atlántica el Loukous, el Sebou, el Oum er Rebia, el Tensift, el Sous y el Massa, uno de los ríos más bellos del país por sus verdes orillas; y en la mediterránea el Muluya, los ríos Dadés, Rheris, Ziz y Guir que nacen en el Gran Atlas para perderse en el desierto. Resulta interesante el lago Dayet Afurgah, situado en una de las depresiones cársticas que abundan en la meseta del Medio Atlas.Dentro de las formaciones geográficas y topográficas del país llaman poderosa-mente la atención los oasis, vergeles de origen espontáneo que se pueden hallar en lo más recóndito de las superficies áridas. El agua es el signo distintivo de este pequeño enclave densamente po-blado de palmeras datileras, un refugio para el viajero y un modo de subsisten-cia de explotación intensiva de dátiles para los lugareños. Pero es que, además

de sus 3.500 kilómetros de costa y las rugosas cordilleras del Rif, el Medio y el Alto Atlas, el Anti Atlas y el maci-zo volcánico del Yebel Sirua, Marrue-cos cuenta con antiquísimos y verdes bosques de coníferas, muy ligados a las alturas mencionadas, sin olvidar los bosques de arganes, en tierras más áridas y calurosas. En los denominados bosques de la Mamora abundan las aca-cias, los eucaliptos, los pinos y más de 50.000 hectáreas de alcornoques.

DESIERTO

Entre el Yebel Sirua y el Anti Atlas se ubica el desierto marroquí, el cual está estratificado en función de su proximi-dad al mar, con lo que su naturaleza presahariana casi nada tiene que ver con las volátiles y cambiantes dunas que el inclemente sol devora sin pie-dad. La estepa, aunque árida, alberga una nutrida vida animal así como una variedad de flora.

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FAUNA Y FLORALa diversidad geográfica de Marrue-cos comprende una extensa variedad de especies animales y vegetales, que se reparten entre las marismas de sus costas, las dunas de sus desiertos, las elevadas cumbres, las áridas estepas y las refrescantes sombras de sus oa-sis. Así pues, el desierto y la estepa, aunque igualmente áridos, contienen especies distintas y comparten otras muchas variedades. La estepa tiene en el esparto de las colinas, el azu-faifo espinoso con sus frutas rojas que resultan comestibles, la artemisa blanca que suele crecer cerca del es-parto, la tawarza, arbusto de latex que predomina en los cauces de los ríos y los betoums, pistacheros del Atlas, su principal vegetación.La fauna está formada por animales perfectamente adaptados a su hábitat, como el chacal dorado que se alimen-ta de lagartos y roedores y también, en

los malos tiempos, de fruta; el drome-dario que en invierno se cubre con un pelo más largo, la perdiz moruna, la salamanquesa, el lagarto como el de cola espinosa o el de Bribrón y ser-pientes como la psammophis shokari y aves como las gangas, las ortegas, los camachuelos, los corredores, las collalbas y los gorriones, así como roedores, meriones, jerbos o los ger-billos. Existen además otras muchas especies entre las que destacan, arma-dillos, hienas, fenecs y liebres. En el desierto, entre las hermosas dunas, se pueden contemplar plantas fredolias, enredaderas del desierto, euforbos del rey Juba y auzones que cobijan del calor sofocante del día a víboras cornudas de peligrosa picadura, vara-nos del desierto, escincos conocidos como peces del desierto, zorros del Sahara, escarabajos, moscaretas de cabeza gris, escorpiones negros o lan-guedocianos de color rojizo, ardillas

de Berbería, liebres del Cabo, gacelas Dorcas, hienas rayadas, erizos, jerbos, meriones de Libia, gerbillos y un buen número de aves como buitres negros, moscaretas de luto, collalbas de ca-beza blanca o cabeza rubia, terreras saharianas, alondras del desierto, corredoras, gangas coronadas, gangas comunes, camachuelos trompeteros, collalbas del desierto, alondras cornu-das, chorlitos del desierto, halcones borní, búhos ascalafos y gorriones blancos, entre otras tantas. En los márgenes del río Massa, un verdadero vergel convertido en Reserva Natural, se pueden contemplar porrones, jaba-líes, meloncillos, águilas, alondras, mirlos, mumones, quebrantahuesos, ibis, tórtolas, garzas reales, gacelas y como reyes, pintando el horizonte de color rosa, maravillosos flamencos. La zona del lago de Merdja Zerga se ca-racteriza por su abundancia de aves. Es, sin duda, uno de los paraísos para

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quienes gustan de la observación de la ornitofauna. Aquí pueden verse distintas especies de pájaros, especialmente en los meses de invierno, como agujas coline-gra, espátulas, golondrinas de mar, garcetas comunes, garcillas bueyeras, ánades reales, gallinetas, andarríos bastardos, cigueñelas, tarroblancos, fumareles cari-blancos, gaviotas barbudas y flamencos, entre otras especies.La fauna marina marroquí, muy conocida por sus excelentes sardinas, compren-de más de 240 especies: gambas, pulpos, calamares, salmonetes, doradas, lubi-

nas, langostas, caballas, anchoas, bo-nitos de vientre rayado, atunes rojos, peces espada y rayas son diariamente extraídas de sus aguas por los pesca-dores que combinan las artes tradicio-nales con las técnicas más modernas de pesca. Destacan otros peces como lenguados, pargos, salmonetes de roca, rascacios rojos, róbalos, mújoles y jureles. El litoral marroquí cuenta con una gran variedad de aves como vuelvepiedras, chorlitejos grandes, gaviotas canas o charranes patine-gros, entre otras muchas.En las cumbres del Atlas entre mato-rrales, xerofitos espinosos y enebros turíferos, triscan los musmones y vuelan los quebrantahuesos, las águilas calzadas y reales, las alon-dras cornudas y las chovas piqui-rrojas. En los bosques de cedros y de arganes destacan las peonías, los algarrobos, el enebro rojo, el pista-chero del Atlas y como fauna, las

ardillas de Berbería, el azor oscuro, el colirrojo de Musier, el autillo, el águila culebrera, los macacos de Berbería, las jinetas y el leopardo. El bosque de Mamora destaca por sus eucaliptos, pinos, acacias y alcorno-ques y por sus camaleones africanos, cigüeñas blancas, papamoscas gri-ses, carracas y tórtolas. En los oasis y palmerales se pueden contemplar especies como el doum, palmera enana, las washingtoniana robusta, la pequeña de Canarias y la hermosa sabal palmetto, entre más de 25 espe-cies. La más común es la datilera que alcanza alturas de hasta 30 metros, aunque no suelen vivir más de cinco años. Marruecos posee cerca de cinco millones de palmeras datileras, dis-tribuidas en una superficie de más de 80.000 hectáreas. En cuanto a fauna, los oasis son el hábitat de ruiseñores de los jardines o de los sapos de Mau-ritania, entre otras especies.

ARTESANÍA Y COMPRASMarruecos es un verdadero paraíso para los amantes de las compras, productos de todo tipo, color y aroma a precios asequibles. A estos atractivos hay que añadir los lugares donde se realizan las compras, zocos y medinas, lugares que encarnan el espíritu de este pueblo dicharachero y negociador por excelencia con un ambien-te animado y colorista que merece la pena visitarse aunque no se fuera a adquirir ningún objeto (algo poco factible ya que la oferta es realmente espectacular). La artesanía marroquí ha pasado de generación en generación, de padres a hijos, con gran esmero consiguiendo piezas de gran belleza. Cabe destacar especialmente la

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alfarería, el tejido de alfombras, los bordados, la cestería, el trabajo en cuero, la joyería y los objetos de cobre y madera.Sin lugar a dudas, hallará las mejores muestras de alfarería en Fez y en Safi. Sin embargo, en ciudades como Azem-mur, Marrakech, Meknés, Rabat y Tarudant encontrará muestras en tosco barro vidriado o esmaltado. Dentro del mundo de las alfombras siempre hay que hacer distincio-nes. La primera de ellas es en función de su posible uso y del lugar donde se colocarán, condiciones que influirán en la dimensión y composición del producto (definido por su trama y el número de nudos). Y es que existen alfombras campesinas y de ciudad, siendo las más populares estas últimas, sobre todo las fabricadas en Rabat, en las que hay un predominio del rojo y de figuras de influencia orien-tal. Las denominadas alfombras campesinas o bereberes, con motivos geométricos, son más toscas pero de mayor colorido. En el norte de Marruecos, especialmente en ciu-dades como Azemmur, Fez, Meknés, Rabat, Salé, Tetuán y Xaouén, se han desarrollado a lo largo del tiempo diferen-tes técnicas de bordados, con arreglo a distintas influen-cias, cuyos productos, sin embargo, tienen en común los motivos, así como la riqueza de sus colores. La ciudad de Fez está especializada en los bordados de seda sobre lino y algodón y en los trabajos con hilos de oro y velos de

satén. Meknés es popular por sus bordados en sua-ves colores, mientras que en Rabat predominan los motivos de la herencia de Al Andalus. La ciudad de Salé destaca por las formas y diseños de sus motivos y Azemmur por los coloridos bordados que sirven de tapices o adornos para las cortinas. La cestería en Marruecos ha sido concebida para responder a las necesidades ordinarias de sus habitantes. En su fabricación se emplean materiales tales como la pal-mera enana, el junco y la caña para crear mobiliario de jardín, lámparas, sombreros y diversas cestas que facilitan el transporte de cuantas compras se rea-licen. Los artículos en cuero de este país son muy populares entre los turistas.

ARTÍCULOS DE CUERO

En Marruecos se puede hallar un cuero lo suficiente-mente delicado para revestir artículos de escritorio, carteras o cubiertas de libros y con la resistencia pre-cisa para cubrir sofás o taburetes. También es fácil en-contrar objetos de marroquinería, así como hermosas chaquetas y vestidos y, cómo no, zapatos, maletas, maletines y bolsos de todos los tamaños y diseños. El precio no suele ser un obstáculo para la compra.

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JOYERÍA

Las joyas en oro y plata son muy atrac-tivas en Marruecos tanto por su precio como por sus diseños. Las piezas mo-dernas son las más baratas, mientras que las antiguas, particularmente las bereberes, que son muy hermosas, alcanzan precios más elevados. Bra-zaletes, anillos, collares, pendientes, todos ellos trabajados delicadamen-te con piedras preciosas o sin ellas, son, sin duda, una buena elección. Los cofrecillos para guardar las joyas tallados resultan también muy intere-santes. Los bereberes son un pueblo que también se ha esmerado en los trabajos en ámbar y coral.

INSTRUMENTOS MUSICALES

Los instrumentos musicales son muy originales, tambores de todos los estilos y decoración, gaitas, oboes bereberes hechos con dos caños de madera, niras, flautas con lengüeta

provenientes del Atlas, qarqab (cas-tañuelas de hierro) o mandolinas andalucíes que desprenden suaves melodías, entre otros.

ARTESANÍA

El universo de productos incluye numerosas prendas de vestir como caftanes de distintos diseños y colo-res, babuchas, camisas y pantalones de algodón, pañuelos y sombreros típicos. Los bordados marroquíes son muy hermosos. Son numerosos los productos de cobre y latón como ban-dejas y los populares juegos de té y café. Las alfombras y tapices son tam-bién de interés, aunque carecen de la complejidad de adornos de sus homó-logas persas y turcas y están hechas a mano en un tejido más liviano, pero son más densas en pelo. Además, son muy resistentes y la relación precio-calidad es realmente buena. Los dise-ños de los kilims son muy atractivos

tanto para poner en el suelo como para colgar de una pared.Las cerámicas y los trabajos en vidrio ofrecen una gran variedad de artículos como platos, lámparas, palmatorias, macetas, cajas y jarrones, entre otros muchos, con hermosas decoracio-nes en brillantes colores. Son muy interesantes también los muebles de marquetería y los artículos de madera como cajas pulimentadas, juegos de ajedrez o tableros de mesa. Un buen regalo puede ser el frasquito de dis-tinto tamaño, diseño y material para guardar el khol, muy originales y también las narguilas, pipas de agua en las que se fuma el tabaco. También resultan muy originales las muñecas con trajes regionales.En Marruecos se pueden adquirir, sobre todo en los tenderetes situados a los lados de la carretera, diversos fósiles y minerales donde el artículo preferido son las rosas del desierto,

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esas formaciones de arena y sal tan curiosas y estéticas. Los mercados de especias son fascinantes. La mezcla de los distintos olores y la profusión de colorido que se puede contemplar en los sacos de arpillera, cajas y fras-cos resultan alucinantes. En ellos se puede adquirir khol, menta, alcarabea, tomillo orégano, curry, guindillas, pi-mentón, canela, café y té de distintas clases, henna natural con la que teñir los cabellos, pistachos del Atlas y dul-ces dátiles de incomparable sabor. La repostería ofrece deliciosas variedades a tener en cuenta.

EL ARTE DE REGATEAR

El regateo es parte esencial en el placer de las compras. Para disfrutar con él es importante comprender que para un marroquí es tan importante la relación que se establece entre el comprador y el vendedor como conseguir la ven- ta de un artículo. La prisa no tiene

cabida en zocos, mercados y tenderetes, en realidad son un lugar entrañable para reunirse, charlar y reír, de ahí su incomparable encanto y ese ambiente tan especial que en ellos se respira. Una vez en el interior de ellos, es aconsejable pasear admirando los distintos artículos y una vez elegido uno y comparado los distintos precios se inicia el proceso de compra con una agradable charla que seguramente se verá aderezada con una invitación a tomar un dulce té con hier-babuena. Cuando se llega al precio del producto, lo habitual es que se pida de salida una cantidad excesiva por parte del vendedor, el comprador debe sonreír y rebajar esa cifra a un poco menos de la mitad, a partir de ahí cualquier precio que se alcance será aceptable. Si además se ha conseguido un ambiente agradable y una charla amena, las dos partes que-darán plenamente satisfechas y el visi-tante habrá descubierto el placer que el regateo puede ofrecer en sí mismo.

ENTRETENIMIENTO

DEPORTES DE MONTAÑA

El trekking y el montañismo también tienen lugar en este país con cuatro cadenas de montañas con una docena de cumbres de más de 4.000 metros y 400 de más de 3.000 metros. Todas accesibles a personas con buenas con-diciones físicas. A pie por el Sirwa, el Sargho, el Rif o los bosques de cedros del Medio Atlas o las travesías de ca-ñones. Los amantes de estos deportes cuentan con una buena infraestruc-tura para practicarlos sin problemas, guías y acompañantes diplomados, hostales de paso y refugios, alquiler de mulas o de bicicletas y todo ello a precios asequibles.

VEHÍCULOS TODOTERRENOS

Los amantes de los rallies saben que Marruecos cuenta con terrenos irregu-lares y dificultosos ideales para vivir

aventuras inigualables. El Rally Dakar y el Rally del Atlas han demostrado que los paisajes marroquíes son perfectos para los todoterrenos pues cuentan con pistas de todos los niveles y recorridos palpitantes con destinos tan hermosos como el Mussem de los Noviazgos de Imilchil, en el Alto Atlas, las dunas de Merzouga o las gargantas del Dadès. Se pueden alquilar diferentes vehículos todoterrenos, con o sin conductor, con o sin equipamiento de material de camping, a su elección.

ACTIVIDADES EN EL AIRE

El cielo marroquí también ofrece una amplia oferta de acti-vidades en el aire, como la aviación, paracaidismo, ultrali-geros, vuelo a vela, parapente y globos aerostáticos. Nume-rosos aeroclubs cuentan con todo lo necesario para surcar el aire y contemplar desde las alturas este maravilloso país.

EQUITACIÓN

Quienes se decanten por la hípica, cuentan con caballos soberbios y playas blancas, dunas y bosques para cabalgar. También se puede disputar un partido de polo, saltar obs-táculos o participar en concursos.

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PESCA Y CAZA

La pesca de agua dulce tiene como reina a la trucha. Se puede pescar en los ríos (oueds), pero más emocionante resulta ha-cerlo en las gargantas; en los lagos, en cambio, proliferan los lucios, black-bass, percas, luciopercas, gobios, carpas, angui-las y barbos. La temporada suele ir de mayo a junio y varía de acuerdo al tipo de especies. La temporada de caza cambia se-gún el tipo de animal que se quiera apresar. De octubre a mar-zo para la mayoría de las especies y de junio a julio para las tórtolas. Se pueden adquirir piezas como codornices, tórtolas, becadas, agachadizas, cercetas, perdices, perdigones, faisanes, zorzales, palomas y jabalíes. La Reserva de Arbaoua, emplaza-da en torno a la costa sur de Larache con sus 12.000 hectáreas, es un lugar maravilloso para disfrutar de la caza entre finales de septiembre y principios de marzo, fechas permitidas por las autoridades locales. Pero no sólo las aguas saladas del mar ofrecen posibilidades, las aguas dulces de ríos y lagos no se quedan atrás. En las aguas más bravas, en cuatro días, se puede hacer el circuito de los cañones del Este o del Oeste, los ríos (oueds) del Alto Atlas y del Medio Atlas que permiten descen-sos excepcionales de hasta 145 kilómetros de longitud hacia Ahanesal y Melloul. El Oum-er-Rbia ofrece un recorrido de rafting de 60 kilómetros practicable todo el año. Es aconsejable no realizar estos recorridos sin un guía experimentado.

ESQUÍ

Los amantes del esquí tienen en Marruecos un exótico destino. La nieve cubre las montañas durante bastantes meses al año. Podrá practicar esquí de pista sobre la nieve en polvo del Alto Atlas, descensos de vértigo en Michlifen, en el Medio Altas, y esquí de fondo en los macizos del Rif, Medio Atlas y Alto Atlas con itinerarios espectaculares. Las estaciones están bien equipadas y cuentan con remontes mecánicos.

GOLF

Marruecos se distingue, además, por una oferta amplia y variada para los que prefieren actividades más tran-quilas, aunque no por ello menos emocionantes. El golf es una de las pasiones nacionales y cuenta con varias competiciones de alto nivel como el Trofeo Hassan II, que tiene lugar en el famoso recorrido rojo del Royal Golf Dar-Es Salam en Rabat.En todo el país hay repartidos 14 campos situados en marcos naturales de gran belleza. La mayoría de estos campos cuentan con 18 hoyos (Rabat, Agadir, Marrake-ch, Mohammedia y Tánger), o 9 hoyos, en Casablanca y Meknés. Estas instalaciones están abiertas todos los días del año.

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POR LA NOCHE

La vida nocturna de Marruecos tiene mucho que ver con los olores y los sen-tidos. Y no hay nada más placentero que acercarse a uno de los tantos cafés que ocupan plazas como la Djemma el-Fna de Marrakech. Desde su recogimiento es posible captar el mundo de colores en movimiento que toma vida en forma de contadores de cuentos, bailarines y encantadores de serpientes. Aún así, en los principales hoteles podrá disfrutar de espectáculos folklóricos y de esce-nificaciones de bailes populares, sin olvidar las modernísimas discotecas que suelen encontrarse en los sótanos o azoteas. Tanto en Marrakech como en Agadir pruebe su suerte en los casinos.

ESTACIONES TERMALES Y BALNEARIOS

Para descansar y relajarse mientras las aguas termales hacen su labor bienhechora, nada mejor que el

Moulay Yacoub, cerca de Fez, donde se alivian los reumatismos y afeccio-nes de piel y respiratorias en unas instalaciones de lujo con equipa-miento médico completo. También existe un instituto de talasoterapia en Casablanca, el Lido.

ACTIVIDADES CULTURALES

Los amantes de la cultura y de la ar-queología cuentan con numerosos museos y enclaves arqueológicos de importancia en los que deleitarse, como el Museo de las Artes Marro-quíes en Tánger, Museo Arqueológico de Tetuán, Museo Dar Jamaï en Me-knés, Museo Arqueológico de Rabat, Museo Dar Batha en Fez, Museo Dar Si Saïd en Marrakech o los restos ar-queológicos de Larache, Lixus, Cotta, Banassa o Volubilis y las maravillas rupestres de Tarraga, Tamegoul, Mer-kala, Taourirt, Erfud, Taous y la más bella, Foum el Hassam, entre otros.

SOL Y PLAYA

Los aproximadamente 3.500 kilómetros de costas que tiene Marruecos son pró-digos en hermosas y placenteras playas de arenas finas y aguas transparentes. La costa atlántica también dispone de bellas playas, donde se distingue espe-cialmente Agadir; otras, como Essaoui-ra o Dar Bouazza, cerca de Casablanca, son magníficas a la hora de practicar el surf y el windsurf, de hecho, están integradas en los circuitos de las gran-des competiciones internacionales. El litoral Mediterráneo dispone de varios centros turísticos de gran interés.

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GASTRONOMÍALa preparación de los exquisitos platos marroquíes cuenta con numerosos in-gredientes como especias, legumbres, frutos frescos y secos, carnes sabrosas y pescados y mariscos. Los platos típicos marroquíes son la harira, contundente y nutritiva sopa con carne, lentejas y garbanzos, y los tajines, guisos que reci-ben su nombre del recipiente de barro con tapadera de forma cónica en la que se cuecen las carnes, legumbres y pescados a fuego lento durante horas con aceite de oliva y especias. Un tajine de lujo que se suele preparar los días de fiesta es el que se prepara con carne de cordero, almendras, sésamo y ciruelas, cuya mezcla de sabor salado y dulce resulta delicioso. No menos deliciosos son el pollo al limón; la pastela, que es un pastel de carne de pichón cubierta de hojaldre y salpicado de azúcar y canela; kebabs, las conocidas brochetas

que se pueden tomar en restaurantes o en los populares puestos callejeros, trozos de carne de riñones, hígado de cordero o buey a la parrilla y las sabro-sas keftas, muy similares a nuestras al-bóndigas pero preparadas con carnes muy sazonadas.El plato típico de la cocina marroquí es el maravilloso cuscús, tradicional almuerzo familiar del viernes que los visitantes pueden tomar todos los días, existen un sinfín de variedades dependiendo de la región. Es toda una experiencia comerlo con la mano, siempre la derecha, como hacen los propios marroquíes. Delicioso resulta también el mechoui, un cordero ente-ro asado lentamente hasta que está en su punto y el punto exacto es aquel en que la carne se deshace nada más introducirse en la boca.Para combatir el calor, también a la hora de comer, es recomendable la en-salada marroquí, origen del gazpacho

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andaluz, que suele presentarse cortada en trocitos y con bastantes especias. Los yogures naturales dulces, cubiertos de melocotón, nectarinas o fresas naturales, son también otro plato refrescante.Los pescados y mariscos son muy frescos; sardinas, camaro-nes, gambas, mejillones, calamares, ostras y otras muchas de-licias dignas de ser degustadas. La cocina marroquí, consi-derada como la mejor del mundo árabe, es universalmente reconocida y apreciada y se puede degustar tanto en restau-rantes de lujo como en los puestos callejeros o en los peque-ños cafés-restaurantes que salpican cualquier ciudad.

POSTRES

Para el postre, los dátiles, naranjas, clementinas, manzanas, ciruelas y otras variedades tropicales resultan excelentes, pero además la repostería marroquí es magnífica. En su ma-yoría los dulces están hechos con almendras y miel, como el bstila, pastilla de hojaldre y leche de almendras; los delicio-sos pasteles de miel; los cuernos de gacela, pasteles en forma de media luna rellenos de pasta de almendras; los feqqas con almendras y uvas pasas; los ghoriba con sésamo o almendras; los beghrir, especie de crêpes de nido de abeja servidos con mantequilla fundida y miel; o los shebbakia, pasteles fritos en aceite y recubiertos de miel. Todo un placer.

BEBIDAS

Como bebidas se pueden tomar la cerveza del país o sus vinos, en especial los tintos que son muy buenos aunque también muy fuertes; también son de buena calidad los blancos, ácidos, y los rosados como el Oustalet. Si se toma agua debe ser embotellada y si se tiene sed los zumos de fruta fresca son maravillosos. Para después de comer o para tomar en cualquier momento, nada mejor que un té a la menta.

FIESTAS Y FOLCLORE Las festividades marroquíes dependen de dos calendarios distintos: las fiestas civiles se rigen por el calendario gre-goriano que es igual que el de España, por lo que el fin de semana se compone del sábado y domingo, con la diferencia de que los viernes es el día de la oración para los musul-manes, por ello se hace un descanso a mediodía para que los fieles puedan realizar sus oraciones convenientemente; mientras que las celebraciones religiosas dependen del ca-lendario lunar que aunque también tiene doce meses, es más corto que el solar por lo que las festividades musulmanes varían de fechas dependiendo del año de la Hégira en que nos encontremos. Sus principales celebraciones son la fiesta del cordero, denominada “Aid el Adha”; la del primer día

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del calendario musulmán, “Fatih Moharam”; la de la finali-zación del Rabadán, conocida en el mundo árabe como “Aid Al Fiar”; y la más importante de todas es el “Mulud”, la festi-vidad que conmemora el aniversario del nacimiento del Pro-feta Mahoma. En cuanto a las fiestas nacionales, en enero está la celebración del Año Nuevo y el día once se conmemora el Manifiesto de la Independencia. En marzo, la fiesta civil más importante es la del Trono y se lleva a cabo el tercer día del mes. En el mes de mayo se celebra el Día del Trabajo y en ju-lio el Día de la Juventud. En agosto los marroquíes festejan el Vasallaje en el Uad Eddahab y el aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo. Finalmente, durante el mes de noviem-bre se celebra la onomástica de la Marcha Verde y la fiesta de la Independencia. Asimismo, en Marruecos tienen lugar una gran variedad de celebraciones populares. En febrero se festeja en Tafraut la fiesta de los Almendros en Flor, un ver-dadero regalo para los sentidos, y en marzo en Beni-Mellal y Alhucemas, la Fiesta del Algodón. En Agadir se lleva a cabo en el mismo mes el Festival Nacional de las Artes Culinarias, en el que los chefs y mejores restaurantes del país presentan platos tradicionales e innovadores. En el mes de mayo desta-can la Fiesta de las Rosas en el Kelaa M’Gouna; la Fiesta de los Cirios en Salé (festividad asociada a la Fiesta del Naci-miento del Profeta); y el Festival de Músicas Sagradas en Fez,

con la presencia de artistas de reconocido prestigio mundial, así como interesantes exposiciones de caligrafía, tejidos y fo-tografías. Junio cuenta con varios eventos de interés como la Fiesta de las Cerezas, que se celebra en Séfrou, una zona don-de se cultivan cerezos, y en cuyo acto se elige a la reina de las fiestas, actúan distintas agrupaciones folclóricas y se abren numerosos puestos callejeros de cerezas. En este mismo mes tiene lugar el Festival de las Artes Populares en Marrakech, el cual reúne a las tribus procedentes de las distintas provincias del país en el Palacio de El Badi de Marrakech, donde expo-nen algunas de sus manifestaciones artísticas. A lo largo del mes de julio, se celebran diversas fiestas como son la Fiesta de la Miel en Utanan (Agadir), la del Mar en Alhucemas y la de las Naranjas en Agadir. También en este mes tiene lugar una de las celebraciones más peculiares del país, la Fiesta del Camello en Guelmim. Agosto cuenta con el Festival Cultural de Asilah; mientras que en septiembre se celebra el Festival de las Fantasías en Meknés, el Festival de los Noviazgos en Imilchil y la espectacular Fiesta del Caballo de Tissa en Fez. En octubre tiene lugar la Fiesta de los Dátiles de Erfud. Final-mente, en diciembre pase unos días por Agadir y comparta con sus ciudadanos el Festival de la ciudad, o si lo prefiere trasládese hasta Rafai donde tiene lugar a mediados de di-ciembre la Fiesta de la Aceituna.

COSTUMBRES MARROQUÍESEste país africano acoge excelentemente a sus visitantes, aunque que deben tener en cuenta que las costumbres marro-quíes difieren notablemente de las occidentales por lo que se debe mostrar respeto por ellas. Las más importantes son: - En Marruecos el acceso a mezquitas y lugares santos está prohibido a los no musulmanes, pese a que existen algunas excepciones como la Mezquita de Hassan II en Casablan-ca, el Mausoleo de Mohammed V en Rabat, el Mausoleo de Moulay Ismaïl en Meknés y el Mausoleo de Moulay Ali Chérif en Rissani.- Evitar las vestimentas provocativas, especialmente en los lugares santos.- El té de menta es un símbolo de hospitalidad por lo que es de buena educación aceptarlo cuando se lo ofrezcan. Esta bebida está exquisita, así que en realidad tomarlo no es una obligación sino un placer.- Cuando el visitante es invitado a una comida familiar pre-viamente debe lavarse las manos en el aguamanil y no se debe comenzar a comer hasta que el dueño de la casa haya pronunciado la oración “bismillah” en alabanza a Dios.- A la hora de comer se debe hacer con la mano derecha y se recomienda probar todos los platos ya que la cocina marroquí es deliciosa. No es necesario acabar con toda la

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comida del plato ya que normalmente es muy abundante.- Durante el mes santo del Ramadán es aconsejable no comer, beber ni fumar en público.- Antes de realizar una fotografía hay que pedir permiso a la persona. Nor-malmente se muestran encantados de colaborar pero es preferible mostrar ese detalle de buena educación. Los marroquíes son gente muy acogedora y recuerde que al entrar en su casa hay que agradecer efusivamente todas sus atenciones. En este país conviven apaciblemente la modernidad con las más antiguas reminiscencias históri-co-culturales. Así pues, por ejemplo, los hombres azules aún celebran una ceremonia ritual antes de cruzar el desierto y las familias y tribus se re-únen periódicamente para honrar los ritos de su religión. Marruecos es una tierra en donde sus habitantes han sabido hilvanar los movimientos más

contemporáneos con las tradiciones de antaño. Esto dice mucho de la to-lerancia que usted encontrará entre sus gentes. - La familia es muy importante para los marroquíes. Los ancianos son venerados y los niños, los reyes del hogar. Los núcleos familiares están muy unidos y suelen estar encabe-zados por los varones, padres, ma-ridos, hermanos e hijos. Las mujeres son también muy importantes en la sociedad aunque debido a las cos-tumbres musulmanas permanecen, en su mayoría, de forma más dis-creta. Las más ancianas ordenan el grupo de mujeres de una casa y son las que deciden aunque las mujeres de los primogénitos también tienen bastante poder. En los últimos tiem-pos estas rígidas leyes se han abierto, sobre todo, en las grandes ciudades y son cada vez más las jóvenes que estudian y trabajan participando ac-

tivamente en todos los campos de la sociedad. Sin embargo, existen cier-tos aspectos que no han cambiado: están prohibidas terminantemente las relaciones prematrimoniales, ya que las mujeres deben llegar vírgenes al matrimonio. El matrimonio es un acontecimiento social importante y las bodas se ce-lebran con todo el lujo que sea po-sible. Si tiene oportunidad, no deje de asistir a una pero recuerde que es imprescindible una invitación.

ARTE Y CULTURAEl arte y la cultura marroquíes ofrecen toda su riqueza y esplendor para de-leite de los visitantes.

ARQUITECTURA

Las impresionantes construcciones marroquíes se pueden dividir en aquellas que tienen un carácter reli-gioso, como mezquitas, minaretes y

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madrasas; y civiles, como medinas, murallas, puertas y viviendas. Las mezquitas son los lugares de culto de los musulmanes. Al entrar, normal-mente, se descubre un patio porticado con una fuente para las abluciones desde el que se puede acceder al ha-ram, sala de rezos principal donde se encuentra el mihrab, la hornacina cavada en el muro que se encuentra orientado hacia La Meca y que indica la dirección en la que se debe rezar. A su izquierda se levanta el minbar, la cátedra desde la que predica el imán en la oración de los viernes. Todo ello suele estar decorado con hermosos dibujos o tallas geométricas y florales. Los minaretes son las elevadas torres que se levantan en las mezquitas des-de las que los muecines llaman a la oración. Su forma es habitualmente cuadrada, aunque existen también algunos cilíndricos y suele estar co-ronado por una cúpula. Su hermosa

y murallas son elementos imprescindi-bles en la arquitectura marroquí. Las puertas cuentan con el hermoso arco de herradura y, a veces, con el de me-dio punto, bellamente decorados con motivos originales como merlones, escritura cursiva, conchas, motivos geométricos o florales, molduras ovala-das y los maravillosos mosaicos de vi-vos colores. Las viviendas no llaman la atención desde el exterior, sin embargo, cuando se atraviesa la puerta un nuevo mundo se abre hacia el interior con su patio que suele tener en su centro una fuente, las agradables habitaciones y las terrazas, punto de reunión con la vecindad al atardecer.La arquitectura berebere resulta impresionante con sus construcciones de adobe que se pueden apreciar en los pueblos fortifi-cados de los oasis, las casbah. También resultan muy curiosas las tiendas que utilizan los pastores nómadas durante la trashumancia del ganado.

LITERATURA

Marruecos cuenta con escritores que han conseguido deleitar a numerosos lectores de todo el mundo: El-Omari en el siglo XIV o los cuentos bereberes como Abdessalam N’Id Bram son una muestra. La belleza estética y el dina-mismo son algunos de los principales elementos de la literatura bereber tanto en cuentos, leyendas o cualquier otra forma de manifestación literaria. Su estilo muy elaborado e incluso meta-fórico se utiliza en los contenidos de sus novelas y cuentos. Son muy repe-titivos los temas nacionales, fantásticos y religiosos. La literatura marroquí no cuenta con una gran notoriedad ni tra-yectoria dentro del país y no porque no sea de buena calidad, sino porque empezó a escribirse en árabe clásico, una lengua nativa conocida por unos pocos en Marruecos. Fuera del país, debido a lo mucho que tardó en ser escrita en lengua árabe y lo difícil

y tardío que resulta traducirla, para Occidente ha sido si cabe aún más dis-tante. Hasta los primeros años del siglo XX, la única literatura escrita en el país con renombre internacional era la re-dactada por algunos de los inmigrantes franceses que estaban instalados en el país. Sus obras realistas acercaron un mundo prácticamente desconocido para Occidente. El análisis riguroso de los escritores, su exagerada descrip-ción, la forma de relatar las costumbres de los pueblos africanos y el fabuloso retrato del país hizo que las obras die-ran la vuelta al mundo. Se podría con-siderar que el primer escritor marroquí de la época moderna con un nombre más o menos destacado fuera del país es Allal al-Fasi, poeta militante que estuvo muy comprometido con la inde-pendencia del país. Poco después de la emancipación de Marruecos, apareció el primer romance de Abdelmajid Ben Jelloun Pendant l’enfance, seguido más

decoración cuenta, además de las ven-tanas a distintas alturas, con distintos motivos geométricos o florales tallados en piedra o en fascinantes mosaicos de alegres colores. Las madrasas son los lugares donde se imparten las ense-ñanzas religiosas además de otras ma-terias y también es la residencia de los estudiantes. Las madrassas cuentan con un patio central con una fuente para las abluciones del que salen dis-tintas galerías donde están situadas las habitaciones de los alumnos y como peculiaridad típicamente marroquí destaca el haram, la sala de grandes proporciones que se usa tanto para el rezo como para impartir las clases. Las medinas, ciudades árabes por excelen-cia, destacan por su curioso trazado de callejuelas intrincadas en donde se mezclan viviendas de varias alturas con mezquitas, plazas, jardines, mer-cados, fuentes, ofreciendo un espec-táculo único en el mundo. Las puertas

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tarde por Mohammed Zefzaf con su obra “Murailles et Trottoirs”, produci-da en 1974. Otro de los grandes de la época fue Ahmed el-Madini con “Un temps entre l’accouchement et le rêve”, escrita en 1976. Dos años más tarde otro comprometido autor del país, Rabi Moubarak, escribió la fantástica obra “Le Vent d’hiver” en 1978. Sin embar-go, los autores más populares del país llegan con el género que destacó por en-cima de todos los demás: el poético. Un mundo de estilización y belleza servirá para crear auténticas obras de arte de la mano de Mohamed Seghini, Moustafa Madaoui, Ahmed Mejati, Allal el-Haj-jam, Mohammed Bennis y Mohammed al-Achaari, entre otros. De los ensayis-tas, cabe destacar a Mouhammad Aziz al-Lahbabi y Mouhammad al-Sabbagh. Otros emblemáticos autores de la lite-ratura marroquí son Ahmed Sefrioui con sus obras: “Le Chapelet d’ambre”, escrita en 1949 y “La Boîte à mervei-

lles”, de 1954; Driss Chraïbi destaca por “Le Passé simple”, de 1955 y “la Foule”, de 1961; y Mohammed Khaïr-Eddine con sus obras “Nausée noire” y “Agadir”, am-bas escritas en los años 60. Para los años 70 destaca el popular autor Abdelkébir Khatibi con sus obras “La Mémoire ta-touée” y “La Blessure du nom progre”. Uno de los escritores más sensibilizados con el tema de la emigración es Tahar Ben Jelloun, merece la pena destacar obras como “Cicatrices du soleil”, de 1972, “La Plus Haute des solitudes”, de 1977, “L’Enfant de sable”, de 1985 y la obra maestra que le hizo ganar el famoso premio Goncourt en el año 1987: “Nuit sacrée”. Algo más actuales son los lite-ratos Ahmed Sefroui, Gran Premio de Literatura de Marruecos con “El Rosario de Ámbar”; los maravillosos poemas de Mohammed Ben Brahim “el-Marrakchi”; o la fascinante novela “Sueños en el Umbral” de Fátima Merlnisi acercan Ma-rruecos a todo el mundo.

ARTESANÍA TRADICIONAL

La artesanía marroquí ha pasado de generación en generación, de padres a hijos, con gran esmero consiguiendo piezas de gran be-lleza. Cabe destacar especialmente la alfarería, el tejido de alfombras, los bordados, la cestería, el trabajo en cuero, la joyería y los objetos de cobre y madera. Sin lugar a dudas, hallará las mejores muestras de alfa-rería en Fez y en Safi. En la primera de ellas por ser la pionera, donde se trabaja fundamentalmente la cerá-mica de color azul, y en Safi, por ser la heredera natural de la anterior, aunque en sus obras predominan el marrón, el verde y el amarillo. Sin embargo, en ciudades como Azem-mur, Marrakech, Meknés, Rabat y Tarudant encontrará muestras en tosco barro vidriado o esmaltado, si bien es cierto que cada región -que produce un tipo de cerámica- rea-

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liza dos tipos de producciones: las puramente ornamentales y aquellas que tienen un fin utilitario, ya sean para el transporte o la conservación de alimentos. Suelen estar decoradas con figuras geométricas o simbólicas. Dentro del mundo de las alfombras siempre hay que hacer distinciones. La primera de ellas es en función de su posible uso y del lugar donde se colocarán, condiciones que influirán en la dimensión y composición del producto (definido por su trama y el número de nudos). Y es que existen alfombras campesinas y de ciudad, siendo las más populares estas úl-timas, sobre todo las fabricadas en Rabat, en las que hay un predominio del rojo y de figuras de influencia oriental. Las denominadas alfombras campesinas o berebere, con motivos geométricos, son más toscas pero de mayor colorido. Entre sus categorías hallará las del Medio Atlas, bien sea

sus motivos y Azemmur por los colo-ridos bordados que sirven de tapices o adornos para las cortinas. La ceste-ría en Marruecos ha sido concebida para responder a las necesidades or-dinarias de sus habitantes. En su fa-bricación se emplean materiales tales como la palmera enana, el junco y la caña para crear mobiliario de jardín, lámparas, sombreros y diversas cestas que facilitan el transporte de cuantas compras se realicen. Los artículos en cuero de este país son muy popula-res entre los turistas. Sus trabajos se han sofisticado con el paso del tiempo, de forma que no le será nada complicado dar con magníficos pufs, cojines, bolsos, maletas, cinturones y cazadoras. Antiguamente tan sólo se fabricaban sillas de montar, lomos para libros o babuchas. La joyería es fundamentalmente en oro, aunque la plata y las piedras preciosas también forman parte de este antiquísimo

oficio, practicado por un gremio que ha venido habitando los mismos barrios desde hace muchísimos años en ciuda-des como Essaouira, Fez, Marrakech, Meknés, Rabat, Salé y Tánger. La joyería berebere rural tan sólo existe en plata.

En Ouarzazate, Tazenajt y Talouin hallará bonitas piezas fabricadas por estas tribus, que suelen fijar el precio en función del peso, obviando la calidad o la estética del ob-jeto. Sus puñales curvados son ciertamente admirables.

las de fondo coloreado de Meknés o las de fondo blanco y figuras oscuras de Taza; las del Alto Atlas, de fina constitución; las de Marrakech, las más imaginativas; y las del este del país, de tonos azules y verdes sobre fondos oscuros. En el norte de Ma-rruecos, especialmente en ciudades como Azemmur, Fez, Meknés, Rabat, Salé, Tetuán y Xaouén, se han desa-rrollado a lo largo del tiempo diferen-tes técnicas de bordados, con arreglo a distintas influencias, cuyos produc-tos, sin embargo, tienen en común los motivos, así como la riqueza de sus colores. La ciudad de Fez está es-pecializada en los bordados de seda sobre lino y algodón y en los trabajos con hilos de oro y velos de satén. Me-knés es popular por sus bordados en suaves colores, mientras que en Rabat predominan los motivos de la heren-cia de Al Andalus. La ciudad de Salé destaca por las formas y diseños de

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TATUAJES

La práctica del tatuaje en el norte de África ha estado presente desde tiem-pos muy remotos, muestra de ello son los vestigios encontrados en la Necró-polis (la cual data del año 3000 a.C.) y en las pinturas murales halladas en la tumba de Seti I, donde se puede ob-servar a los tamahus exhibiendo sus variados tatuajes. Esta tradición, con más de cinco mil años de antigüedad, se implantó en Egipto con fines cura-tivos, por ello las mujeres de la época no dudaban en tatuarse el dorso de la mano, el pecho, la barbilla y la frente.

La simbología de este místico mundo de tatuajes llega hasta nuestros tiempos en forma de líneas, puntos, círculos, cru-ces, esvásticas y ruedas, como la más característica expresión de los pueblos africanos. Existen dos tipos de tatuajes: los que se hacen con henna y se dibu-jan con pluma o pincel por lo que no penetran la epidermis y son tempora-les, y los que se llevan a cabo con aguja, carbón y un colorante vegetal.A pesar de que en el Corán se prohíbe expresamente la práctica del tatuaje, la comunidad bereber lo justifica a través de Fátima, la hija de Mahoma (según los biógrafos musulmanes la mujer más perfecta), la cual llevaba tatuajes en su barbilla y pecho. Por ello, es muy común ver a las mujeres del norte de África con sus manos, mentón, pier-nas, cuello y frente tatuados. Y es que lo consideran necesario ya que según la tradición las marcas son talismanes protectores que sirven a las mujeres

contra las enfermedades, los actos dañinos, el “mal de ojo” y las malas energías. A las niñas, cuando cumplen los 10 años, sus madres les tatúan sus manos y pies con henna como gesto de prosperidad, belleza y para alejar las dolencias. Y cuando llegan a una edad adulta acuden a la tatuadora para que marque su piel con los mismos motivos pero elaborados con aguja. La planta de henna crece principal-mente en climas calientes, por ello en países como Irán, India, Pakistán, Malasia, Siria, Egipto, Marruecos y algunas regiones del norte de África es muy común el tatuaje de henna. Los turistas pueden probar a hacerse uno; es natural, indoloro y no hace daño a la epidermis. Sus precios va-rían según el tamaño y lo complicado que sea el diseño. La durabilidad del motivo ronda las tres semanas, pero si se cansa del tatuaje puede retirarlo con alcohol.

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INFORMACIÓN PRÁCTICA

ADUANA Y DOCUMENTACIÓN

Los visitantes a Marruecos precisan de un pasaporte en regla. La estancia por turismo está limitada a tres me-ses sin visado. A los ciudadanos es-pañoles se les exige mantener vigente su pasaporte.

DIFERENCIA HORARIA

La diferencia horaria respecto a España es de menos una hora.

EQUIPO DEL VIAJERO

Manteniendo el debido respeto a las costumbres del país, el vestuario más aconse-jable es la ropa ligera de algodón para el día y algo de abrigo en previsión de noches frescas en el interior y en el sur del país, especialmente en los meses de noviembre a marzo. No olvide las gafas de sol, protectores solares y un buen sombrero. Un buen calzado cómodo es indispensable.

CLIMA

El clima en Marruecos varía según las regiones. En las costas el invierno es suave y húmedo y el verano moderadamente cálido, mientras que en el interior existe un mayor contraste. El clima mediterráneo prima en la costa, el subtropical al sur y el continental en las áreas montañosas. El verano es caluroso y las mejores temperatu-ras se hallan a partir de los 1.500 metros de altitud. La nieve hace acto de presencia en el mes de octubre en las cumbres del Rif y del Atlas, de modo que la primavera y el otoño resultan las estaciones más recomendables para visitar los macizos más bajos como el Atlas Medio y el Rif. El invierno es el mejor momento para acercarse a las presaharianas Sirwa y Sarhro.

TEMPERATURAS (RABAT)

HORARIO COMERCIAL

Los bancos están abiertos de lunes a viernes, de 8:15 h. a 11:30 h. y de 14:15 h. a 16:00 h. Durante el Rama-dán, el servicio se ofrece de 9:30 h. a 14:00 h. Los museos suelen abrir de lunes a viernes, de 9:00 h. a 12:00 h. y de 15:00 a 17:30 h. Muchos cierran los jueves y los viernes por la ma-ñana. Los comercios están abiertos, generalmente de 9:30 a 13:00 h. y de 15:00 a 19:30 h.

IDIOMA

El idioma oficial es el árabe, aun-que los dialectos berebere se hablan usualmente en las zonas de montaña. Las lenguas extranjeras más habladas son el francés, el español y el inglés.

RELIGIÓN

La religión mayoritaria es la musul-mana (98% de la población), aunque también se celebran los oficios de los

cultos católico y judío en las gran-des ciudades. El viernes es el día de rezo para los musulmanes, pero al seguir el calendario gregoriano la actividad productiva tan sólo se paraliza al mediodía.

ELECTRICIDAD

En Marruecos la corriente eléctrica es de 220 voltios, aunque todavía existen zonas que funcionan a 110 voltios, por lo que es recomendable informarse directamente en el lugar antes de emplear cualquier aparato eléctrico. Casi todos los enchufes son de clavija redonda.

FORMA DE CONDUCIR

Para conducir en Marruecos hace fal-ta el carné de conducir, la carta gris y el seguro internacional (carta verde). Si el coche no es propio, se necesita además una procuración certificada.

MONEDA

La unidad monetaria es el dirham (MAD) que se divide en 100 cénti-mos. Existen billetes de 10, 50, 100 y 200 DH y monedas de 1, 2 y 5 DH y de 5, 10, 20 y 50 céntimos. Los cam-bios de divisa en efectivo se pueden realizar en los aeropuertos y en la mayoría de los hoteles (al cambio oficial) y es importante conservar el recibo del cambio de moneda a fin de que, a la salida del país, se pueda solicitar el cambio de dirhams por divisas (hasta un máximo del 30% del total cambiado).Las tarjetas de crédito más usuales se aceptan en muchos hoteles, restau-rantes y tiendas y sólo en el Banque Crédit du Maroc se pueden hacer ope-raciones con la misma. Los euro-che-ques tienen más dificultad ya que sólo se aceptan al menos en un banco, de cada una de las grandes ciudades.

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Set Oct Nov Dic

máx 17 18 21 21 22 25 27 27 26 24 21 18 mín 7 7 9 10 13 16 17 18 17 13 10 8

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EMERGENCIAS

El Ministerio de Asuntos Exteriores califica la sanidad de Marruecos como óptima. Las principales ciuda-des cuentan con una sanidad privada bastante bien dotada. Sin embargo, si viaja a las zonas rurales, lleve un botiquín. El número de emergencias para la policía es el 19, para bombe-ros el 15 y el de ayuda en carretera el 177. En caso de necesitar un médico, lo mejor es acudir a la recepción del hotel o a alguna farmacia. En gene-ral, la mayoría de las ciudades tienen farmacias donde se pueden adquirir medicamentos para enfermedades comunes y material de primeros auxilios. Si se precisa de algún me-dicamento específico, es aconsejable llevarlo desde el país de origen. En caso de pérdida de documento de identidad o pasaporte, póngase en contacto con la policía.

Prefi jo Internacional

Es el 212.

DIRECCIONES ÚTILES

Embajada de Marruecos

en España

Serrano, 179 28002 Madrid (España)Tel.: 915 631 090; Fax: 915 617 887

Embajada de España

en Marruecos

Rue Aïn Khalouiya. Rte. Des Zaërs, Km. 5,300 Suissi. Rabat (Marruecos) Tel.: 633 900; Fax: 37 630 600

Ofi cina de turismo de Marrue-

cos en España

Ventura Rodríguez 24, 1º izq. 28008 Madrid (España)Tel.: 915 412 995; Fax: 915 594 594www.turismomarruecos.com

TRANSPORTES

Marruecos, por su situación geográfica muy cercana a Europa, es un destino de lujo para sus visitantes. Los medios de transporte para llegar a este país son muy variados ya que, por ejemplo, sólo 14 kilómetros lo separan de Espa-ña por el Estrecho de Gibraltar.

Avión

Si desea viajar en avión desde Espa-ña consulte las siguientes aerolíneas: Air Europa, Binter Canarias, EasyJet, Iberia, Royal Air Maroc y Ryanair. El país cuenta con doce aeropuertos internacionales: Agadir, Al Hoceima (Alhucemas), Casablanca, Dakhla, Fez, Laâyoune (El Aaiún), Marrakech, Ouarzazate, Oujda, Rabat-Salé, Tánger y Tetuán. La compañía Royal Air Ma-roc y las principales compañías aéreas internacionales ofrecen tanto vuelos regulares como chárter desde las gran-des ciudades de Europa, América y

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Oriente Medio. Para desplazarse por el interior del país, Royal Air Maroc ofrece un excelente servicio que in-tercomunica Agadir, Alhucemas, Ca-sablanca, Dakhla, Er Rachidia, Fez, El Aaiún, Marrakech, Meknès, Ouarzaza-te, Oujda, Rabat-Salé, Asmara, Tánger, Tan-Tan, Tetuán. Sus precios son muy interesantes.

Trasbordador y Automóvil

En automóvil a través del trasbor-dador que parte de Algeciras hacia Tánger y Ceuta o desde Almería hasta Nador o Melilla. También existen transbordadores desde Sète en Francia. Los puertos de Tánger y Casablanca registran un gran tráfico de pasajeros.

Taxi

Existen dos clases de taxis en Marrue-cos, los “grands-taxis” y los “petits-taxis”. Los primeros suelen operar

como minibuses cubriendo trayectos interurbanos (si se quiere viajar solo, habrá que pagar el coste de las pla-zas libres), mientras que los pequeños sólo circulan dentro de las ciudades. En algunas ciudades los petits-taxis no disponen de taxímetro, por lo que es aconsejable pactar el precio antes de iniciar el trayecto.

Tren

Existen dos grandes líneas de ferro-carril de la ONCF que permiten el desplazamiento por el interior del país; una recorre el país de norte a sur, desde Tánger a Marrakech y otra de este a oeste. Existe un tren rápi-do entre Casablanca y Rabat. En los meses de verano es recomendable comprar billetes de primera clase ya que disponen de aire acondicionado, aunque los de segunda clase son tam-bién bastante cómodos. El servicio es puntual y rápido.

Autobús

Es muy frecuente combinar este medio de transporte con tramos en ferrocarril como es el caso en los des-plazamientos hacia Essaouira, Fez, Agadir y Marrakech. Los autocares enlazan las principales poblaciones de Marruecos y son un excelente medio de transporte para conocer el país. Existe una compañía estatal, CTM, provista de buenos vehículos con aire acondicionado y cuyos pre-cios son reducidos, así como diversas empresas privadas.

Alquiler de Automóvil

En Marruecos resulta fácil y econó-mico alquilar un automóvil y recorrer diversas rutas por su cuenta si no se viaja en coche propio. Se pueden al-quilar los vehículos tanto en empre-sas internacionales como nacionales, más económicas. Es aconsejable revi-sar cuidadosamente el estado del ve-

hículo antes de emprender la ruta y cerciorarse de que dispone de rueda de repuesto, gato y bidones de agua.El código de circulación marroquí es de tipo internacional. Las indicacio-nes de las carreteras se pueden leer en árabe o francés. La velocidad lími-

te en autopista es de 120 kilómetros, en carretera a 100 kilómetros y en núcleos urbanos 40 ó 60 kilómetros. Es obligatorio el uso del cinturón de seguridad. Se recomienda conducir con prudencia ya que se puede en-contrar aparte de con otros vehículos

con peatones, ciclistas, motoristas, carretas y animales, no dude en usar la bocina. Existen numerosas gasoli-neras en las principales poblaciones pero si se va a hacer una ruta por lu-gares poco poblados, conviene llevar depósitos de reserva.

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la actualidad, Tánger es una importante ciudad portuaria, volcada en el turismo y la industria artesanal, que sigue conservando ese aire exótico que se respiraba en sus calles a principios del siglo XX. El paseo por la ciudad descubri-rá al viajero las dos zonas diferenciadas que la conforman: la vieja Tánger o Medina y la Villa Nueva, situada junto a los bulevares Pasteur y Mohammed V. Esta zona nueva alberga la mayoría de los hoteles, bares y restaurantes de la ciudad. La parte más elevada de la Medina es conocida

TÁNGEREsta ciudad africana se extiende sobre suaves colinas y se asoma a una preciosa bahía bañada por dos mares: el Atlántico y el Mediterráneo. A esta costa llegaron fenicios, romanos, árabes, portugueses, españoles, ingleses y france-ses que dejaron importantes vestigios de su presencia. En el año 1923 Tánger se convirtió en una ciudad protegida inter-nacionalmente que, sin embargo, se llenó de contrabandis-tas, espías y personas exiliadas por motivos políticos. En

Tánger y La Costa Mediterránea como la “Kasbah”, aquí se encuentran algunos de los monumentos más em-blemáticos de Tánger: el Dar El-Maj-zen, antiguo palacio del sultán y la Mezquita de la Alcazaba, que se alza en Méchouar, la plaza pavimentada de la Kasbah. La Medina de Tánger es un verdadero espectáculo animado de olores y color. Aquí se asienta el Gran Zoco, donde se pueden adquirir productos de la gastronomía regional, desde pescados, kebab y frutas hasta especias frescas.

SITIOS DE INTERÉS

Museo de AntigüedadesEn el palacio Dar es-ShorfaEntre en las antiguas cocinas del pa-lacio de Dar de Makhzen y se encon-trará con la prehistoria y la antigüe-dad marroquíes como, por ejemplo, los bronces y mosaicos procedentes de los asentamientos romanos de Lixus, Cotta, Banasa o Volubilis. De

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este último salió el célebre mosaico denominado “La na-vegación de Venus”, en el que la diosa aparece rodeada de ninfas detrás de un navío, que surca unas aguas azules, casi transparentes. La historia de Tánger y de su región está representada en el primer piso. En la sala 3, dedicada a los antiguos ritos funerarios, junto a una sepultura de un niño inhumano en una tinaja y unos pequeños sarcófagos de plomo, se alza, en tamaño natural, la admirable ma-queta de una tumba cartaginesa. La visita termina atrave-sando un agradable jardín andaluz, donde parece dormir, desde la eternidad, una antigua necrópolis reconstruida.

Museo de las Artes MarroquíesEn el palacio Dar es-ShorfaLa imponente silueta del Dar el Makhzen domina la casbah de Tánger. Este antiguo palacio del gobernador, construido en el siglo XVII, se alza alrededor de un espléndido patio adornado con porcelanas esmaltadas. El Museo de las Artes Marroquíes está alojado en los aposentos principescos, que hacen honor a su nombre con sus techos de madera pinta-da, sus escayolas esculpidas, sus mosaicos... Todo allí in-vita a la admiración. Todas las regiones de Marruecos han encerrado entre estos muros sus mejores embajadores. El

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norte, con sus armas adornadas con marquetería, sus uten-silios de alfarería con sutiles motivos de flores o de plumas. Rabat, con sus alfombras tornasoladas y su característico medallón central. La sala de Fez es deslumbrante: sedas de delicados reflejos, libros soberbiamente encuadernados, caligrafiados e iluminados, platos antiguos combinando los colores más audaces, desde el amarillo oro hasta el célebre azul de Fez.

Grande Mosquée

La zona en la que se encuentra ubicada la Gran Mezquita alawita perteneció a un importante emplazamiento de la Antigüedad. Según la historia, allí fueron hallados restos del Capitolio romano. La antigua Catedral del Espíritu San-to, que correspondió a las colonias portuguesas durante la ocupación, fue reconstruida en forma de mezquita a finales del siglo XIX por Moulay Ismail. Se compone por una edifi-cación blanca en adobe culminada por un minarete, es decir, una torre elevada en forma cuadrada con estampas en már-mol verde, un patio fortificado con una fuente y la puerta de entrada y ventanas en forma de arco de herradura.

Calle Siyaghine

La calle del comercio debe su nombre a los puestos de reloje-ros, joyeros y orfebres que se instalaban a principios del siglo XIX. Sin embargo, el trazado de la misma es mucho más an-tiguo, corresponde a la planificación urbanística del Imperio romano, es decir, a la Decumanus Maximus. Hoy en día la ca-lle se adorna con puestos de venta de ropa, productos artesa-nos e incluso electrónicos. También puede visitar la antigua casa de Dar Niaba, una vieja residencia de mediados del siglo XIX perteneciente a la ocupación francesa. Si está buscando tiendas de lujo, es mejor que vaya a la calle Touahin.

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Jardines de la Mandoubiya

La antigua residencia de los monarcas marroquíes alberga el más espectacular jardín dotado de milenarios árboles, flores y la más cautivadora colección de helechos. En el jardín hay grabado un discurso conmemorativo del difun-to rey Mohammed V.

Zoco Dakhel

En el centro de la ciudad se halla uno de los zocos más antiguos de la ciudad por ello su incalculable valor his-tórico, arqueológico y cultural. La plaza en la que se encuentra se entrecruza con las principales avenidas de la localidad.

Torre semicirculares de Kasba

Los años en los que se mantuvo el mandato español (1581-1640), Marruecos no sufrió grandes cambios infra-estructurales, sin embargo, la colonia portuguesa aportó a la arquitectura de la ciudad monumentales murallas en piedra. Una de ellas es el antiguo monumento militar, el cual, con una longitud de aproximadamente 350 metros, se ve finiquitado por torres semicirculares.

Museo de Tánger AsilahPlace de la Kasba Desde la +Antigüedad ha sido recinto de numerosos pa-lacios, las últimas construcciones que se levantaron en el lugar fueron: una casa para el gobernador portugués (du-rante la época de invasión portuguesa), y el castillo inglés de Upper (durante el período en el que rigió la colonia británica). Gracias a las ruinas del último edificio, se le-vantó el actual palacio del primer gobernador de Tánger: Pachá Ahmad, en el año 1682. Su interesante arquitectura se compone de un patio central rodeado por un pasillo con dieciséis columnas en mármol blanco y numerosos capiteles. El edificio, que alberga el actual Museo de Tán-ger, es una de las mejores muestras de arquitectura marro-quí que conserva la antigua ciudad. Vale la pena destacar la inscripción en letras negras sobre fondo blanco en zellij que se encuentra en la gran cúpula o al-Koubba Lakbira.En el museo se exhiben muebles, vestidos, fusiles y sables del siglo XVIII, sillas de montar y techos del siglo XIV, entre otros; muestras que relatan la historia en diversas épocas del país. También tiene un salón con artesanía lo-cal, regional y nacional.

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Dar al-Baroud

Tánger ha sido siempre una ciudad diplomática, militar y comercial, su misticismo y la variedad de sus tra-diciones, además de las fabulosas construcciones y ruinas arquitectó-nicas, recuerdan las múltiples cultu-ras que se han asentado en la zona. Dar al-Baroud es otro ejemplo de su histórica edificación, el imponente monumento militar constituye una de las construcciones más emblemá-ticas de la ciudad. A base de piedra, conserva en la parte superior dos ca-ñones de la época.

Bab al-Fahs

Es un portón construido a finales del siglo XIX que sirve de entrada a la plaza del Gran Zoco. La puerta, com-puesta por un arco de medio punto, cuenta con una cornisa de tejas ver-des sostenidas sobre dos columnas.

Bab al-Kasba

A lo largo de la ciudad resultan im-presionantes sus construcciones en adobe. Concretamente la puerta de Bab al-Kasba data del siglo XVIII, está construida en forma de arco de medio punto y está decorada en la parte su-perior con motivos geométricos.Bab et Borj Dar DbaghDentro de la medina de Tánger se ha-lla esta antigua edificación compuesta por una torre semicircular, una puerta en forma de arco y una pared escalona-da. Procedente de la época portuguesa (1471-1661), es uno de los lugares más visitados por los turistas.

Rue al-Mouahidin

La calle Francis, el Siyaghine y la calle al-Mouahidin conforman la zona más comercial de la ciudad. Sus antiguos bazares ofrecen la más hermosa y típi-ca artesanía, además de vender los más variados e inimaginables artículos. La

boutique de Majid Raïss y el Rincón de la Artesanía Beréber, son algunos de los sitios más visitados.

Tombeau d’Ibn Batouta

Para homenajear al célebre explora-dor y novelista Ibn Batouta, nacido en Tánger el 24 de febrero de 1304, se ha construido una tumba de tamaño mediano. Fue famoso por sus viajes alrededor del mundo durante el siglo XIV. Una de las obras más emblemáti-cas es Sa Rihla, en ella el autor relata muchas de sus aventuras y experien-cias en tierras extrañas.

Palais Rayssouni

Construida en 1906 por Rayssouni, es hoy una de las obras más importantes de la ciudad. El edificio de arquitectu-ra andaluz-marroquí es el lugar donde todos los años se dan cita algunas de las expresiones culturales y artísticas nacionales e internacionales.

Bab et Borj al-Homar

Uno de los arquitectos militares más importantes de la Corona portuguesa, Boyac, construyó el fuerte más famo-so de la ciudad. El edificio en piedra es de forma circular, cuenta con 3 ventanas y su puerta en forma de arco está adornada por un medallón portugués. En su interior se hallan muchas de las armas de la antigua guardia real.

Museo arqueológico de LarechePlace Dar al-Makhzen El edificio que alberga el museo fue levantado en el siglo XVII durante la ocupación española. Sin embargo, la exposición no fue inaugurada hasta el año 1973. En su interior se halla una muestra dedicada a la historia local desde la época de los fenicios hasta la islámica. También dispone de una colección de artículos reali-zados en cerámica y utilizados con

fines decorativos en distintas épocas: fenicia, cartaginense, mauritana y roma-na. Admire las lámparas helenísticas, jarrones, mosaicos, cántaros y un sinfín de artículos de la época.

Museo Etnográfi co de TetuánZankat Skala, 65 Bab El Okla. 93000-B.P.41 Construido en el año 1928 en Dar Bennouna, fue posteriormente trasladado de la medina a los aposentos del sultán Moulay Abad al Rahman e inaugurado como se conoce hoy en día en el año 1948. En su interior se halla un mues-trario con algunas de las artesanías de la localidad en cerámica, en cuero, en bordado y alfarería. Cabe destacar el zellij, típico de la producción artesanal de Tetuán. Una de las exposiciones del museo que más llaman la atención es el traje Sheda. La ceremonia que rodea al traje consiste en como una mujer que

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está comprometida en matrimonio es inducida por otra mujer que ya está casada en el arte del maquillaje y la seducción, haciéndole tomar cons-ciencia de su propio cuerpo.

Museo Arqueológico de TetuánRue Ben H’saïn 93 Inaugurado en 1940, el museo con-centra una importante exposición de utensilios prehistóricos en piedra ta-llada y numerosos vestigios romanos e islámicos. Una de las exposiciones más interesantes son los mosaicos romanos que datan del siglo II d.C. y la extensa galería donde se exhiben algunas de las artesanías más típicas de la ciudad. El edificio situado entre la medina y la ciudad moderna, con-serva en su exterior un amplio jardín con estelas funerarias de origen islá-mico procedentes del cementerio de Tetuán del siglo XVI.

ALREDEDORES

Tetuán

Esta antigua ciudad se aferra firmemente a las alturas del Rif, mirando de soslayo el intenso verdor del valle del río Martil, desde las azoteas de sus blanquecinas casas. Obra de árabes y andaluces, Tetuán simboliza, como ninguna otra, la ar-moniosa diversidad cultural. La veintena de mezquitas y santuarios repartidos por Tetuán se sumergen en el eco que brota de sus callejuelas pavimentadas con guijarros, las mismas que llevan hasta una serie de relajantes y frescas plazoletas. En esta ciudad cada gremio tiene su espacio natural en forma de plaza o calle, de hecho, la visita a la ciudad suele iniciarse en la Plaza El-Jala donde se pueden

contemplar los restos de las murallas de la ciudad. La vida cultural es apreciada en este tranquilo lugar y uno de sus tesoros en este aspecto se encuentra a poca distancia de la Plaza, el Museo Arqueológico donde se exponen herramientas, monedas, estatuillas y mosaicos que se conservan de la era prehistórica y de la preislámica, además de albergar una de las mayores y más completas bibliotecas del Magreb con más de 60.000 volúmenes. La Plaza Hassan separa la parte anti-gua de la ciudad de la más moderna. En ella está situado el Palacio del Jalifa, ac-tual palacio real y desde allí el visitante se adentra en la medina a la que se pue-de acceder por más de siete puertas labradas aunque la entrada a la ciudad vieja es la Bab El-Oqla. Si se camina hacia la parte más antigua, se encuentra el Museo de Artes Marroquíes donde se pueden contemplar maravillosos trajes regionales e interesantes instrumentos musicales, mientras que si va en dirección a la zona

moderna se accede a la Escuela de Artes y Oficios Tradicionales, donde se enseñan las técnicas artesanales de tejido de alfombras, curtido del cuero, creación de mosaicos, la escultura el madera y yeso y pintura y se pueden contemplar las mejores creaciones de profesores y alumnos. En la medina se pueden admirar también la Mezquita Sidi Saidi, el Jardín Moulay Rachid, el cementerio musulmán, el mellah, antiguo barrio judío, los mercados de Souk el Hots, Guersa el Kebir, la ca-lle de Souk el Foki y la plaza Oussa y para finalizar el recorrido el Museo Et-nográfico, situado en la antigua forta-leza del sultán Moulay Abderrahman, guarda objetos de la vida cotidiana de los marroquíes que han habitado estos lugares, trajes, sillas de montar o armamento y el Balneario de Cabo Negro, al norte de la ciudad, con rela-jantes playas y más de 90 caminos por los que pasear.

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Chefchaouen (Xauen)

A 60 kilómetros al sur de Tetuán, se asienta esta preciosa ciudad santa con una veintena de santuarios y mez-quitas como la Gran Mezquita con su minarete octogonal o el santuario de Mulay Alí Ben Rashid, fundador de la ciudad. Además Xauen ofrece encan-tadoras callejuelas pavimentadas con guijarros y puertas de un color entre azul y malva, balcones de hierro,

cornisas esculpidas y otros muchos encantos escondidos en su medina, donde además se pueden admirar un molino de viento aún en activo y otro de aceite que en otros tiempos estuvo accionado por mulos. En la Kasbah destaca la Torre del Homenaje, anti-gua prisión convertida hoy en museo de artesanía local. Resulta muy ani-mado su mercadillo.

Cabo Malabata

A diez kilómetros al oeste de Tánger, Cabo Malabata ofrece la posibilidad única de disfrutar de las aguas tanto del Atlántico como del Mediterráneo. Al final de este hermoso recorrido por carretera, paralelo a una costa recorta-da por calas, un viejo faro ofrece una buena panorámica de Tánger y de su estrecho. Antes de llegar al faro se pueden contemplar las ruinas de una antigua fortaleza portuguesa del siglo XIV denominada Ksar-es-Seghir y en

la actualidad se está construyendo un balneario que contará con todas las comodidades y diversiones, incluido un puerto de recreo y un lago artificial en el que se podrá practicar winsurf. En toda la zona se pueden disfrutar de hermosas playas y calas de arena fina donde bañarse en un marco natural de gran belleza.

Cabo Espartel, las Grutas de

Hércules y Cotta

En dirección noroeste, a doce kiló-metros de la ciudad, las aguas del Atlántico se funden con las del Me-diterráneo frente al Cabo Espartel. También cuenta con fantásticas pla-yas de arenas color ocre que se alter-nan con los bosques de alcornoques, encinas, robles y palmeras. A poca distancia, el incesante movimiento de las olas ha creado las Grutas de Hércules, que estuvieron habitadas ya en tiempos prehistóricos y aún se

pueden contemplar marcas circula-res talladas en esa época. Estas grutas naturales son inundadas por el mar durante la marea alta y, según la mitología griega, fue en estas grutas donde Hércules descanso después de finalizar sus doce trabajos. A tan sólo 500 metros de las Grutas se pueden contemplar las ruinas romanas de Cotta datadas en los siglos I y II de nuestra era con restos de un templo, termas, granjas, almazaras de aceite y fábricas de garum.

Larache

A 96 kilómetros al sur de Tánger, Larache fue conocido en tiempos de los romanos como Lixus. Aún se con-servan en buen estado la acrópolis, el templo y el teatro al igual que las termas, espectacularmente decoradas por un conjunto de mosaicos de se-senta metros cuadrados que represen-tan el rostro del dios Neptuno. Cuenta

la leyenda que fue en esta ciudad don-de Hércules llevó a cabo su undécimo trabajo: recoger las manzanas de oro. Aparte de las ruinas romanas, desta-can la Plaza de la Liberación con sus casas con arcos típicas de Andalucía, la Fuente Antigua, la Alcazaba, el Museo Arqueológico y, en especial, el Castillo de la Cigüeña, construido por prisioneros portugueses de la Batalla de los Tres Reyes.

Montes Beni-Snassen

Estos montes ofrecen un espectáculo natural de gran belleza. Estas peque-ñas elevaciones cubiertas de bosques tienen como máximos atractivos la Gruta del Camello, con su manantial de agua caliente y sus salas repletas de estalactitas, la Cueva de la Paloma, con enterramientos que se remontan al Neolítico, y el Desfiladero del Zeg-zel, más apropiado para los amantes del riesgo.

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que ofrece un sinfín de atractivos turísticos, como sus bellas playas, su alcazaba y su magnífico puerto industrial. El barrio amurallado de Rabat data de su época almohade y constituye una de las visitas de la ciudad más agradables e interesantes. Allí se encuentran espléndidos edificios históricos como la maravillosa Puerta de los Udayya, la Torre de Hassan, el Pa-lacio Real, la Universidad de Mohammed V y la Mezquita de Yamaa El Atiqa. Los alrededores de Rabat también cuentan con sitios de interés turístico como la cosmopolita ciudad de

La capitalidad de Marruecos ha recaído a lo largo de la his-toria sobre cuatro grandes ciudades. Rabat, Mequínez, Fez y Marrakech, conocidas como las Ciudades Imperiales, han compartido, en distintos períodos, este gran honor.

RABATLa antigua ciudad imperial de Rabat es la actual capital de Marruecos desde 1912. Amurallada y enclavada en la des-embocadura del río Bu Regret, Rabat es una ciudad moderna

Ciudades Imperiales Casablanca, los Jardines Botánicos del poeta M. Françoise o la ciudad amura-llada de Salé. SITIOS DE INTERÉS

Torre de Hassan

A orillas del río Bu-Regreg se halla la torre de Hassan, que con 44 metros es el monumento más famoso de la ciudad. Fue construido por el Gran Conqueror de Almohad en el año 1195, siendo la mezquita más grande del mundo mu-sulmán. Años después Mohammed Ben Yúsef, más conocido como Mohammed V, declaró tras la vuelta de su exilio en lo alto de la torre la independencia de Marruecos del Gobierno francés, to-mando el titulo de rey en 1957. Muy cerca se encuentra el mausoleo donde se hallan las tumbas de Mohammed V y Hassan II. Esta obra maestra posee una arquitectura en madera pintada, estuco, mármol esculpido y bronce grabado, cuanto menos espectacular.

Medina

La puerta en forma de arco da la bien-venida a la antigua ciudad medieval y centro de la localidad. Un laberinto de calles coloridas traslada al viajero a sus tiendas, puestos de artesanías, res-taurantes con menús típicos del país, vendedores ambulantes de alfombras y puestos de comida en los que el aza-frán, la canela y el cuscús le envolverán en una deliciosa mezcla de olores.

Royal Palace of Rabat

Construido sobre las ruinas del Palacio Real que había en el siglo XVIII, es hoy uno de los lugares más interesantes de la ciudad por ser la residencia oficial del rey Hassan II de Marruecos. El bello y moderno conjunto de edificios, erigidos en 1864, alberga el palacio, la mezquita Ahl-Fas y una serie de edificaciones gubernamentales.

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Necrópolis de Chellah

La antigua ciudad romana denominada “Sala” se halla a las afueras de Rabat. Aún se pueden contemplar la mura-lla, algunas casas, su avenida central en forma de cruz, columnas y el antiguo cementerio cartaginense.

La Kasbah Des Oudaias

La antigua ciudadela de Alhomad de Rabat da la bien-venida a sus visitantes desde la Puerta de los Oudaias. Construida en piedra tallada de color ocre-rojiza, está sos-tenida sobre dos columnas, es de forma arqueada, fue edi-ficada alrededor del año 1195 y sirve para comunicar sus barrios de casas blancas y azules con el resto de la capital. Visite también el Jardín Andaluz, la mezquita Kasbah (la más antigua de la ciudad) y el cementerio Alou. Asimis-mo, no se pierda Torre de los Piratas y no se marche sin saborear el té de menta que se ofrece en el Café del Moro, un famoso local de Kasbah.

Bosque Mamora

Merece la pena visitar en la capital de Marruecos el famoso y popular Bosque Momora, el cual junto a sus playas, son algunas de las atracciones turísticas más populares duran-te el verano. Situado entre el Oued Sebou y el Bou Regreg,

se expande lo largo de 134.000 hectáreas donde podrá observar la naturaleza agreste de la región. En él crecen eucaliptos, pinos, robles y perales.

Playas

Disfrute de la hilera de playas de arena blanca y aguas transparentes que se extienden entre las costas de Rabat y Casablanca. La playa de arenas doradas, denominada Sables d´Or, se localiza a 16 km al sur de la capital. Si desea com-binar placer con cultura nada mejor que trasladarse hasta la playa de Temara donde podrá disfrutar del sol por la maña-na y visitar una antigua Kasbah que perteneció a los Oudaia al atardecer. Otras dos playas que merecen especial mención por el magnífico paraje natural del que se ven rodeadas son: Skhirat, a 23 km de Rabat, y Mohamedia. Para los aficiona-dos al surf las olas de Plage des Nations son ideales.

Museo Postal

Para gozo de los filatélicos de todo el mundo, este museo fue fundado en 1970. En él se reúnen soberbias coleccio-nes de sellos marroquíes, sobres franqueados, teléfonos, aparatos de telégrafos, aparatos de Baudot telégrafo con impresora, belinógrafos aparatos que reproducen las foto-grafías a gran distancia o furgones postales.

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Museo Arqueológico

Construido en 1932 y ampliado al-gunos años más tarde para exponer en él los frutos de una actividad ar-queológica desbordante, este museo alberga desde 1986 las colecciones del Museo Nacional. La sección prehistó-rica reúne vestigios humanos desde el Paleolítico. La sala de arqueología islámica se enriquece constantemente con las excavaciones efectuadas en los yacimientos de los siglos XVIII y XIX. Las civilizaciones prerromana y romana ocupan un lugar de honor, con algunas de las más bellas piezas de la Antigüedad. Museo de los Oudaïas

Este museo se encuentra en el fastuo-so pabellón construido por Moulay Is-maïl en el siglo XVII para sus estancias en Rabat. El jardín es la primera de sus maravillas. La exuberancia de la vege-tación atenúa la rigurosa geometría de

las avenidas. Parterres, fuentes monu-mentales y murallas hacen de él la flor más fina de los jardines andaluces.Abriéndose sobre este espectáculo con un gran ventanal, la sala del fondo re-construye un antiguo interior marroquí. Cojines de brocados, de seda y de oro re-cubren los divanes en todo el contorno de la pieza. Un poco más lejos, en una fresca sala de mármol, se alinean unos ejemplares de Corán muy antiguos ilus-trados, joyas, vasijas e instrumentos mu-sicales. La excepcional colección de al-fombras merece una mención especial.

Museo de las Ciencias de la Tierra

Además de la historia geológica de los orígenes de la Tierra, este museo presenta un sorprendente dinosaurio saurópodo. Su esqueleto, con todos sus elementos rigurosamente auténticos, fue descubierto en el alto Atlas en 1979, en la región de Azilal, donde vivió hace 150 millones de años.

MEQUÍNEZ En el siglo X, la tribu nómada de los bereberes de Meknasa decidió asen-tarse a orillas del oued Boufekrane por la benignidad de su clima y la fertilidad de sus tierras, levantando unas precarias aldeas ajardinadas que recibirían el nombre de Meknassa Ez Zaitoun. La llegada de los almorávi-des tiempo después supuso la fortifi-cación de este espacio. Los almohades y, posteriormente, los merínidas cons-truyeron mezquitas y madrassas en una ciudad que, en 1672, alcanzaría la capitalidad del Reino alauita. Moulay Ismaïl convirtió la villa de Mequínez en capital política y militar de estilo pre-sahariano. Durante un período de cincuenta años se trabajó intensamen-te en la construcción de todo tipo de edificaciones, fuentes, jardines, terra-zas, mezquitas y palacios, para cubrir el enorme perímetro marcado por las murallas de la ciudad. Estas murallas

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rodean la parte antigua de la ciudad a lo largo de 40 kilómetros en la que destacan Bab Berdain, puerta del siglo XVII decorada con cerámicas verdes y Bab el Jemis, la entrada principal al barrio judío. Detrás de las murallas se encuentra el estanque de Agdal, de cuatro hectáreas, que servía para regar los Jardines de los sultanes y en tiem-pos de escasez como reserva de agua para los habitantes de la ciudad. En la parte sur se encuentra Dar el-Ma, casa del agua, con los contiguos graneros Heri es-Suani, impresionantes edifi-cios destinados a almacenar reservas de comida para los malos tiempos y también para dar cobijo y alimentar a los cerca de 12.000 caballos de su ejército. Este impresionante conjunto se compone de 23 naves con muros de 7 metros de espesor y canalizaciones subterráneas que dotaban del frescor necesario para la conservación de los alimentos.

Estos inmensos graneros estaban uni-dos por el meshuar al Palacio Impe-rial, Dar el-Majzen, que reunía todos los elementos de la arquitectura ma-rroquí. Anterior residencia de Mulay Ismail fue el Dar Kebira, rodeado de una triple muralla con más de veinte pabellones y dos mezquitas como la de Lalla Auda. A su lado se levanta el Mausoleo de Mulay Ismail, que es uno de los pocos monumentos religiosos que pueden visitar los no musulma-nes. Este mausoleo acoge una mez-quita, la cámara funeraria de Mulay Ismail ricamente decorada en la que se encuentran también las tumbas de su esposa y sus sucesores, en el sue-lo recubierto de alfombras se pueden admirar los hermosos relojes que le regaló Luis XIV, un patio decorado con mosaicos y azulejos que da paso al mihrab de escayola esculpida.Al lado se levanta el Quba el-Jayyatin, donde el sultán acostumbraba a recibir

a los diplomáticos extranjeros. En los subterráneos se encuentra la conocida como Prisión de los Cristianos que también habrían servido como silos.La Plaza de Lalla Auda, muy animada al caer la tarde, está resguardada por dos gigantescas puertas: la de Bab en-Nouar y la de Bab el-Mansour, una de las más hermosas de todo el Magreb. La Medina se agrupa alrededor de la Gran Mezquita y desde ella se van desplegando los distintos barrios de la ciudad antigua que están agrupados por oficios: cuchilleros, hojalateros, tintoreros, cesteros, tejedores, herreros, vendedores de instrumentos musica-les, armeros, carpinteros y otros más. En el barrio de los zapateros se levanta la Madrassa Bu Inania, cuya construc-ción se inició bajo el reinado de los meriní y finalizó en el siglo XIV.Son de interés también en Mequínez el Dar el-Beida, fortaleza de finales del siglo XVIII y el cementerio musulmán

con el Qubba de Sidi Mohammed Ben Aisa, venerado en vida ya que, según cuentan, transformaba las hojas de los árboles en monedas.En la antigua ciudad romana de Volúbilis, en la que las legiones construyeron sus fortificaciones y sobre la que se asentó Mequínez, todavía se pueden admi-rar las ruinas del foro, el templo, el capitolio, la basílica, un arco monumental, mosaicos, fragmentos de esculturas, obras de arte, relojes solares y utensilios de cocina. Los Baños de Gallien han mantenido en pie casi intactos los muros de las diferentes salas de agua donde venían a purificarse los amantes de los baños públicos y los hermosos mosaicos de los antiguos palacios resultan magníficos.El Zerhoun con sus arboledas de encinas en la cima, olivares, huertos de perales y manzanos, plantaciones de limoneros y viñas ofrecen un paisaje deslumbrante para los amantes de la naturaleza que visiten la zona.

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FEZ Fundada el año 799, aunque alcanzó su máximo esplendor con el reinado de la dinastía meriní, desde 1248 hasta el 1541. Fue en el año 809 cuando oficialmente Fez se con-vierte en la primera capital del Reino, aunque volvería a ostentar esta condición en dos ocasiones más: en el siglo XIII, bajo el dominio de los merínidas y en el siglo XIX, durante el reinado de Moulay Abdallah. Esta ciudad, cen-tro espiritual y cultural tradicional de Marruecos repleto de vida y de contrastes, nació como Fez el Bali, aunque de un

tamaño tan reducido que los merínidas, al tomarla, decidie-ron extenderla fuera de los muros. Los magníficos palacios quedaron convertidos en un reducto nobiliario rodeado por escuelas coránicas, mezquitas, zocos y jardines, lo que se ha dado en llamar Fez el Jedid o Fez la Nueva. Sin embargo, los trazos modernos de corte europeo que hoy se aprecian, son posteriores a la Primera Guerra Mundial.En las calles de la ciudad nueva se mezclan encantadores de serpientes, vendedores de alfombras y artistas callejeros, entre otros, ofreciendo un espectáculo difícil de olvidar. En la Plaza de los Alauitas se levanta imponente el Dar El-Majzen, el Palacio Real, complejo compuesto por varios palacetes, plazas, jardines, una mezquita, una madrassa y una casa de fieras. Continuando en la ciudad nueva por la Puerta Bab Dekakène, de tres cuerpos, se alcanza la Gran Calle con sus dos mezquitas Yamaa el-Hamira, de color rojo, y Yamaa el-Beida, blanca. Muy cercana se encuentra Yamaa el-Azhar de estilo andalusí y en la pequeña plaza de armas situada en los aledaños se levanta la Mezquita Mulay Abda-llah con su minarete de 25 metros decorado con cerámica verde aunque más importante es la Gran Mezquita de Abu Haq construida en 1276. La unión entre Fez el Bali y Fez el-Yedid se realiza en la Plaza del Pachá el-Babdadi, a su lado se encuentra el Palacio Dar Baza en medio de jardines

andaluces y cuya construcción se realizó a fines del XIX por Mualy Hassan. En su interior se encuentra el Museo de las Artes Marroquíes, con una interesante muestra de cerámi-ca compuesta de curiosos astrolabios de distintas épocas, telas bordadas en oro, ejemplares de Corán iluminados y maravillosas alfombras, entre otros. Cercana se abre uno de los símbolos de la ciudad, la Bab Bu Yelud, puerta de la muralla del siglo XVIII decorada con cerámica esmaltada de color azul y verde. Cruzar esta maravillosa puerta supone adentrarse en un mundo fascinante, la Medina de Fez, la mayor de todo el Magreb nombrada Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1976, por lo que es conveniente recorrerla bajo las directrices de un buen guía ya que es fácil perderse por las intrincadas calles que la componen. Las vías prin-cipales son Talaa Kebira y Talaa Seguira y es aconsejable tenerlas siempre como referencia ya que esta medina pue-de tener más de un millar de callejones sin salida y otras tantas callejuelas. En la Playa Neyyarin se puede admirar su peculiar fuente y el Funduq en-Neyyarine, antigua casa de huéspedes convertida en mezquita. Muy cerca se percibe la maravillosa mezcla de aromas que despliega el mercado de las especias donde se pueden adquirir a buenos precios estos deliciosos aderezos y también henna. Del mercado de las especias al de los tejidos, la Kisariya donde se encuentra

la Tumba Sagrada de Mulay Idriss II y la Gran Mezquita de Qaraouiyne, prohibidas para los no musulmanes. Muy cerca se encuentra la madrassa más bonita de Fez, la Madrassa Attarine, construida por el sultán Abou Said en el siglo XIV en estilo hispano-marroquí. Un lugar original para visitar es el Barrio de los Curtidores donde se pueden ver las pieles y lanas secándose al sol y las tinas con los brillantes colores de los tintes en su interior. Durante los recorridos por Fez el-Bali se descubrirán en cualquier rincón los numerosos palacios que se esconden en esta zona, Dar Caid Bel Hasen dividido en la casa de los propietarios y la de los criados,

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Dar Zuiten con una escuela religiosa en su interior, Dar Adiyel revestido de estuco y Dar Slaui de principios de siglo, entre otros. Resultan de interés también las Tumbas Meriníes situadas al norte de Fez el-Bali, la maravillosa vista que se observa desde la colina El-Kolla, con las 785 mezquitas de la ciudad, la Fortaleza Borj Norte que en la actualidad acoge un museo de armas y la Kasbah de Sherarda compuesta en nuestros días por la Universidad de la Qarauiyn y un hospital.

ALREDEDORES DE FEZ

La hermosa aldea de Imouzzer del Kandar, a 1.345 metros de altitud, es un encantador pueblecito berebere en donde se respira una paz profunda úni-camente interrumpida por su animado zoco de los lunes. Resultan magníficas sus curiosas viviendas subterráneas de la casbah de los Aït Serghouchen, las fuentes que brotan en las proximidades

del pueblo y la escalada al djebel Abad de 1.768 metros de altura desde el que se puede contemplar una magnífica pa-norámica con la tranquila llanura del Saïs, los tejados planos de Fez con su minaretes, Mequínez colgado sobre su colina y las montañas del Rif al fondo.Las aguas térmicas de Sidi Harazem con sus propiedades curativas eran ya conocidas en tiempos de León el Afri-cano en el siglo XVI, en la actualidad son ofrecidas en una moderna esta-ción termal. Un paseo hasta la blanca Koubba de Sidi Harazem resulta muy atractivo ya que se camina entre euca-liptos, palmeras y adelfas hasta llegar a la piscina sagrada cubierta por una cúpula. Una excursión hasta las gar-gantas del Sebou puede ser fascinante, ya que desde sus numerosos miradores se pueden contemplar hermosas vistas panorámicas de Fez, el Rif, el Medio Atlas y las propias gargantas. Sefrou, población tranquila y hospitalaria,

está rodeada de murallas y desde la Koubba de Sidi Ali bou Serghine se puede disfrutar con la vista de toda la llanura, amplia y verde. Fuentes, ríos y cascadas conforman el reino de las aguas vivas. Taza, fundada en el siglo X por los bereberes, es el paso obligado entre las fértiles tierras del oeste y las estepas del norte. En su ciudad antigua se puede disfrutar con las murallas del siglo XII, la fortaleza de la antigua kabash, el minarete ensanchado de la Mezquita del Mercado, Dar el Makh-zen, la Gran Mezquita con su preciosa araña de bronce con 514 lamparillas de aceite, el mercado de granos y los zocos donde se pueden adquirir esteras, joyas y alfombras fabricadas en las montañas por los bereberes de Beni Ouaraïn. La región no es menos hermosa, bosques de alcornoques, cedros, helechos de gran altura, fuentes, cascadas y lagos, pueden disfrutarse en el Parque Natu-ral el djebel Tazzeka.

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alegres carreras y hombres de mirada intensa que pueden ser narradores de historias, músicos, bailarines, escritores públicos, echadores de la buenaventura, vendedores de po-ciones, curanderos, boticarios o simplemente habitantes de esta maravillosa ciudad. Frente a los suntuosos palacios, se abren las calles en que cientos de mercaderes de alfombras llevan mil años empleándose a fondo en el arte del regateo, rodeados de telas y lanas expuestas al sol. Un poco más allá, unos cuantos degustan cuscús, tripa y caracoles en

MARRAKECHEn su afán por fortalecer el Islam, los almorávides, gue-rreros bereberes del desierto, conquistaron Fez y funda-ron Marrakech (1070), la ciudad que terminaría por dar el nombre al reino de Marruecos. La ciudad es un vergel de amplias avenidas flanqueadas de naranjos, palmeras y jacarandás y es, también, lugar de zocos, de sombreadas callejuelas, de té con hierbabuena y de mujeres hermosas venidas del Anti-Atlas para vender sus cestos, niños de

Marrakech y El Atlas pequeños chiringuitos o se contempla el espectáculo que ofrecen los saltim-banquis. Esta ciudad del sur del país, erigida a pies del Atlas, conserva sus hermosas murallas de color rojizo sal-picadas de hermosas puertas.

HISTORIA

Marrakech comenzó siendo un peque-ño asentamiento berebere debido a su situación privilegiada con acceso a la costa, al Alto Atlas y al Atlas Medio. Los almorávides fueron los que ocupa-ron esa zona. Ksar El Hayar (Castillo de Piedra) fue el primer edificio construi-do en el siglo XI, cuando esta tribu de-cidió asentarse allí. Yusuf Ben Tashfin comenzó la conquista territorial y reli-giosa hacia el Norte. En 1062, se fundó la ciudad de Marrakech, como capital del Imperio que incluía ya el territorio Idrisí y Marruecos, que dependía del califato de Bagdad. A finales de siglo comienza el desarrollo de la ciudad,

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con la construcción de los edificios principales, como la mezquita, pala-cios, así como murallas, acompañadas de parques y jardines. Para el regadío de estos últimos, se construyeron los jettara, una serie de canales utilizados todavía hoy en día. A principios del si-glo XII, el Imperio incluía todas las tie-rras situadas entre el Ebro y el Senegal, y desde Argel hasta el Atlántico, con-tando también con las islas Baleares. En el año 1147 la ciudad es conquistada

por los almohades. De esta manera, pasa a ser la capital de un imperio aún mayor, que iba desde Libia hasta Al-Andalus. Es este un período de cons-trucción y ampliación de la ciudad. Su nivel intelectual queda reflejado con la presencia de Averroes, quien escribió algunos de sus tratados en Marrakech.En 1269 los benimeríes se apoderan de la ciudad. Esta tribu se caracteriza por el intento de unificación del Magreb. Su presencia en la ciudad se extiende hasta la llegada de los wattasíes en el 1401. En este período, a pesar de las revueltas, se construirán nuevos edifi-cios y jardines, como Fez la Nueva.Es en el año 1521 cuando la ciudad pasa a manos de los saadíes, quienes la convertirían en la capital de todo el te-rritorio marroquí. Esta es una época es-pecialmente importante en el desarro-llo urbanístico y en el embellecimiento de la ciudad con parques y jardines.La decadencia de la ciudad corresponde

a los años en que estuvo en poder de los alauíes, quienes trasladaron la capital a Mequínez. El fin de esta de-cadencia llegó a la vez que la dinastía que continúa hoy en Marrakech co-menzada por el sultán Mulay Hassan. La extensión colonial europea tam-bién afectaría al reino de Marruecos, a partir de 1911 con la llegada de los franceses, que ejercieron su “protecto-rado” hasta 1956, tras numerosas re-vueltas y levantamientos. La dinastía recupera así su poder perdido, el cual había sido meramente nominal duran-te los años de dependencia. A pesar de no carecer de una constitución, la monarquía controla todos los aspectos políticos, sociales, y judiciales. Es, en la actualidad, con Mohammed VI, cuando comienza un gobierno que in-tenta abrirse a la modernidad. Marrakech es hoy un día una ciudad muy importante dentro del país, gracias a su actividad económica y turística.

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SITIOS DE INTERÉS

Murallas

Con un claro fin defensivo, estas murallas de 19 kilómetros de recorrido, rodean la ciudad. Comenzaron a construirse durante la época almorávide (año 1132), aunque fueron am-pliadas por los almohades y saadíes. El resultado final es de unas murallas con más de doscientas torres y nueve puertas, estas últimas de gran belleza.

Mezquita de Sidi Bel AbbesCalles Sidi Rhalem y Bab TarhzouiFue construida a principios del siglo XVII para albergar la tumba de uno de los siete santos de la ciudad, Sidi Bel Abbes, quien vivió en el siglo XII. La mezquita está acompañada de una medersa que lleva su mismo nombre. Si hablamos de ele-mentos artísticos, cabe destacar la cúpula octogonal, en ella, la madera está grabada y pintada con motivos arabescos.

Mezquita de Sidi Moulay el KsourRue Ksour, s/nPresenta dos particularidades interesantes; por un lado, fue elegida para la sepultura de uno de los siete santos de la ciu-dad del que toma el nombre. Por otra parte, se conserva el alminar meriní que se terminó de construir en el año 1331.

Mezquita de la KasbahPróximo a Place des Ferblantiers Su construcción comenzó en el siglo XII, aunque sufrió remodelaciones en el XVI y en el XVIII, por lo que su es-tructura primitiva es apenas visible. Dentro del edificio destaca la decoración del mimbar, a base de maderas y de marfil, data del siglo XIII. La decoración omeya la encon-tramos en los capiteles del mihrab.

Mezquita de MouassinRue Mouassin s/nDe este bello edificio terminado en 1572, lo que más destaca es su fuente, destinada a cumplir las obligacio-nes coránicas de limpieza y purgación. La fuente tiene un tamaño impresionante y está decorada con escayola y madera de cedro.

Mezquita de Ben YoussefAl norte de la zona de los zocosDifícil sería hablar del estilo de esta mezquita que comen-zó su edificación con los almorávides, pero que sufrió remodelaciones en los siglos XVI y XIX. Merece la pena acercarse a verla, por la curiosa mezcla de estilo moderno y antiguo que contiene.

Mezquita La KatubiyaPlace Abd El MoumenFue una de las mayores mezquitas del mundo islá-mico al acabarse su construcción en el año 1158. Su nombre, que significa “de los libreros”, se debe a las numerosas tiendas de manuscritos que solían rodear-la. De este edificio, lo que más impresiona al visitante de Marrakech - es visible desde cualquier punto de la ciudad - es su alminar, antecedente de otros como la Giralda, que tiene una altura de casi setenta metros. De su decoración destacan las tres bolas de oro de la balaustrada, las bandas de mosaicos cerámicos y la flor de lis.

Mezquita El Mansur

Conocida popularmente como la Mezquita de las Man-zanas de Oro, se dice que las bolas de la linterna de su minarete fueron fabricadas con las joyas de la esposa de Yacub el-Mansur. Un pasillo en la muralla permite la entrada a las Tumbas de los Príncipes Saadíes, situadas entre cipreses y enredaderas, recubiertas de preciosos azulejos. Sobresalen entre los distintos mausoleos el de Qubba de Lalla Messauda y el Mausoleo de las Tres Salas, la Sala de las Doce Columnas y la de los Tres Nichos.

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Plaza de Yamaa el FnaAv. Mohammed V Situada en el centro de la Medina, es a última hora de la tarde cuando se convierte en un auténtico centro de compras, comidas y, sobre todo, espec-táculos. Allí se reúne todo tipo de gente que disfruta escuchando los ins-trumentos clásicos, como los laouds y los ginbris; viendo a algún que otro encantador de serpientes; o las narraciones de historias clásicas, divertidas e incluso de índole sexual. Es uno de los lugares ideales para adquirir música y objetos tradicionales como cestos, alfombras y babuchas.

Palacio el-BadiPlace des FertblantiersEs uno de los majestuosos palacios ci-mentados sobre jardines perfumados. Su construcción fue ordenada por Ahmed el-Mansur tras su victoria en la Batalla de los Tres Reyes. Artesanos y materiales de todo el mundo se combinaron para crear este recinto del que actualmente sólo quedan en pie las murallas de tierra pero aún es fácil imaginar las espectaculares fiestas que se celebraban en su interior.

Palacio de la BahíaRue du Yeane y riad ZitounEncargado a finales del siglo pasado por el gran visir Ba Ahmed, fue construido por artesanos del país que crearon un en-torno maravilloso con un jardín de ocho hectáreas en donde se esconden distintas estancias ricamente decoradas. Se pue-den visitar las habitaciones de la favorita, la sala del consejo y el patio de armas con sus estanques y surtidores de agua.

Medersa de Ben YoussefJunto a la mezquita de Ben Youssef Moulay Abdalah fue el encargado, en el siglo XVI, de remodelar esta escuela coránica cuyos orígenes se remontan al siglo XIV, cuando fue fundada por Abu el Hassan. Su interior alberga una pila de abluciones del siglo IX. Al levantar la vista se observa la decoración en madera iluminada por los tragaluces. Todavía se puede visitar alguna de las numerosas habitaciones con vistas al patio donde vivían los estudiantes. La sala de oración destaca por su cúpula construida con madera de cedro. Com-pitiendo con ésta, tenemos la cúpula de mocárabes del mihrab y la bella decora-ción en bajorrelieve de las columnas, a base de motivos vegetales y zellij.

Barrio El MellahEntre los palacios de El Badi y el de la Bahía El mellah es la judería o barrio judío, un lugar en el que se puede disfrutar

del laberinto de sus calles, en el que el visitante tiene la oportunidad de encon-trar tres sinagogas y un cementerio judío. Es el mejor lugar para comprender la distancia social y económica que separaba esta religión de la musulmana.

Palacio RealPróximo a Place des FerblantiersEn la actualidad, el visitante no puede acceder a este increíble conjunto de edi-ficios debido a que sigue siendo una de las residencias reales. Es una auténtica ciudad rodeada de muros en cuyo interior se encuentran numerosos jardines y patios, dos mezquitas, edificios variopintos y el palacio en sí, con varias habita-ciones decoradas al estilo europeo. Aunque la visita esté prohibida, si merece la pena pasear por el mechuar, para observar el conjunto desde fuera.

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Suqs (Zocos)Comienzan en Yamaa el Fna Son los zocos que comienzan en la Plaza Djemma el Fna y que se llenan de vida al atardecer, cuando los ha-bitantes se animan al son de grupos musicales, contagiando a los turistas con sus danzas y alegres cánticos o se admiran los encantadores de serpien-tes o se compra una pócima para la im-potencia. Para llegar a ellos, podemos comenzar en la puerta Bab Dukkala de las murallas. El Suq Haddadine o zoco de los Herreros, dedicado a los artícu-los de madera y metal, es el primero que nos vamos a encontrar, muy cerca de la rue Mouassin. Al terminar de recorrerlo, nos encontraremos con el Suq des Babouches para el calzado y después con el Suq Cherratine con sus maravillosos objetos de metal. En la ca-lle Suq Attarin está el Suq des Teintu-rier, para fascinarse con los brillantes tintes y las madejas de lana colgadas

en cañas de bambú para su secado, junto a éste, el Suq el Atrrin con sus aromá-ticos perfumes. Podemos continuar el paseo por la rue Suq el Kebir, donde se encuentra el zoco para adquirir joyas. Más tarde podemos acercarnos a la Kis-saria, donde se puede comprar todo tipo de ropa. En la plaza Rahba Kedima están los Suq Larzal y Btana, zona de lanas y pieles. En la rue Suq es Marine está el Zoco de los Tejedores. Muy cerca de la plaza de Yamaa el Fna, encontramos el zoco de los Alfareros, donde se pueden encontrar las más bellas piezas de cerá-mica. Por último, junto a la Mezquita de Mouassin, encontramos el curioso Zoco de los Caldereros. Barrio de GuelizPróximo a la Av. Mohammed VEs el nombre con el que se conoce la parte de la ciudad construida durante la domi-nación francesa, en los años veinte, para albergar a toda la comunidad europea.

Medina AntiguaKubba de El BaadiynLa importancia de este edificio es, sin duda, el hecho de ser la única cons-trucción almorávide que se conserva intacta. El edificio permite ver los ar-cos de herradura y los polilobulados, las estrellas de ocho puntas y la bella red de nervaduras o las palmeras u otros elementos de la naturaleza lle-vados al arte.

Palacio del Pachá Dar el GlaouiRue Bab Doukkala, s/nAl caminar por Marrakech, tendremos la oportunidad de visitar este palacio, residencia de uno de los personajes más curiosos del siglo XX, el Pachá Dar el Glaoui. Lo más interesante es la in-fluencia europea, mezclada con el esti-lo marroquí, debido, sin duda, al pensa-miento europeizante del Pachá. Llama mucho la atención, por ejemplo, una curiosa mesa de indudable influencia

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modernista. En este edificio, construi-do en los años veinte, podremos encon-trar curiosidades verdaderamente uti-litarias, como el agujero del hamman, donde se solían gritar las peticiones.

Barrio de HivernageSuroeste de la MedinaEste hermoso barrio se compone de an-chas avenidas y grandes jardines ya que fue concebido como área de descanso de invierno para los grandes persona-jes políticos y sociales. Los grandes hoteles de cuatro y cinco estrellas no podían estar situados en mejor lugar.

Barrio de SemlaliaFrente a Bab Dukkala Es el barrio más elegante de Marrakech. Aquí están los hoteles más lujosos, va-rias universidades y suntuosos chalés. En él, no podía faltar la más variada ve-getación que decora y da un carácter ale-gre a las calles de este hermoso barrio.

Palacio de CongresosAv. de FranciaSin duda, se trata de uno de los edi-ficios más modernos de Marrakech, equipado con los avances tecnológicos más modernos. Su estructura le hace destacar entre el resto de edificios de la ciudad. Las actividades propias de su nombre se reparten en quince salas diferentes.

Mausoleo de Sidi Abd al AzizAmesf, s/nAbd al Aziz fue considerado santo en el siglo XVIII, a su muerte se erigió este mausoleo para que pudiera ser recor-dado y venerado por todos los fieles. Zaouia de Sidi Ben

Sliman el JazuliBarrio de Sidi Ben Sliman el Jazuli Lugar elegido para enterrar a Sidi Ben Sliman el Jazuli, uno de los siete san-tos de la ciudad. Aunque fue construi-

da en época saadí, tuvo que ser remo-delada en el siglo XVIII, por lo que no presenta el aspecto original.

Tumbas de los Príncipes SaadíesPróximo a Place des Ferblantiers Visires y sultanes recibieron sepul-tura aquí desde el siglo XIV. Del siglo XVI se pueden visitar dos mausoleos. El más grande de ellos, y también el más impresionante, está divido en tres salas distintas. En la primera de ellas destacan las columnas de mármol y el mihrab, recubierto con decoración epigráfica. De las otras dos salas, el visitante recordará la decoración de estilo granadino del estuco y la made-ra pintada. Un paseo por los bonitos y frescos jardines nos lleva al segundo mausoleo. Un bello edificio en el que podremos admirar el mármol blanco de las columnas, pero, sobre todo, la maravillosa decoración de las cúpulas y los hermosos azulejos.

Museo MajorelleQuartier Majorelle Instalado en el taller del pintor francés Jacques Majorelle, este museo alberga una valiosa colec-ción de arte islámico. En su ma-ravilloso jardín, animado por la algarabía de los pájaros, asombro-sas variedades de cactus destacan sobre la fachada azul.

Museo Bert FlintCalle de la Bahía Expuestos en los salones del Teatro Municipal, se reúnen los vestidos, joyas, armas, instrumentos de mú-sica, alfombras y muebles, recopi-lados por Bert Flint, historiador de arte holandés. Este es un pequeño y encantador museo de arte y de tradiciones populares del Valle del Souss y de la región sahariana. Existe otra sección de este museo, que se encuentra en Agadir.

Museo Dar Si SaidRiad Ez-Zaïtoun El Jadid En una de las más bellas ciudades de Marruecos se alza un palacio suntuoso que alberga la quintaesencia de las artes marroquíes. En la planta baja se exponen ves-tiduras, objetos de cobre batido, armas y joyas bereberes. ¿Esplendores del pasado? Nada de eso. Muchos de los objetos mostrados aquí se utilizan y se llevan todavía en las montañas. Para empezar, el salón del primer piso impresiona por su decora-ción hispano-árabe y sus muebles de cedro. La reconstrucción es tan perfecta que se podría esperar que, de un segundo a otro, aparezca una recién desposada, con su vestido de ceremonia, y se siente en el sillón, donde en otros tiempos quedaba expuesta a las miradas de los maravillados invitados. En las demás salas abun-dan las alfombras. Deténgase ante la del Sahara, caracterizadas por sus resaltes de

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cuero. Grandes y sencillas esteras que evocan la seca belleza de las inmedia-ciones del desierto. Alrededor del pa-tio se despliega una espléndida colec-ción de marcos. Montantes y batientes de puertas y ventanas, decorados con incrustaciones y ornamentaciones re-finadas. Luego, al pasear por las calles próximas, nos damos cuenta de que la ciudad y sus habitantes han sabido mantener muy vivas las tradiciones de su cultura.

Museo MenebhiPlace Ben Youssef Palais Menebhi Este museo data tan sólo de 1995. Para ubicarlo, se eligió la gran man-sión de la Medina. En las diferentes habitaciones se encuentran diversas manifestaciones de arte del país como cerámicas, joyas e incluye exposicio-nes modernas de pintura, escultura o fotografía tanto de autores marroquíes como extranjeros.

Museo Tiskiwin

Rue de la Bahía Riad Zitoun Yedid, s/nEn el Alto Atlas las tribus bailan una danza guerrera, es de aquí de donde el museo toma el nombre. Es una colección privada recogida por el holandés Bert Flint, quien gustaba del arte popular marroquí, como joyas, armas, tapices, alfa-rería y todo tipo de objetos procedentes del Atlas.

IMLIL Y EL PARQUE NACIONAL DE TUBKALLa población situada al sur de Ma-rrakech se asienta en el valle del río Ait Mizane perteneciente a la provincia de Al Haouz. El pueblo bereber está compuesto por cuatro agrupaciones de casas, de las cuales Fimlil, Ashein y la Kasbah conser-van su arquitectura tradicional en piedra y adobe, y la cuarta llamada Imil es donde se concentra el sector más desarrollado en comercio y ser-vicios por estar junto a las principa-les vías. Es un acogedor pueblo ideal para conocer la cultura y la tradición de uno de los países más místicos del mundo. Recorra su calle principal y déjese seducir por los puestos de fru-ta y verdura de temporada. Sus tien-das de artesanías y el pequeño pero variado zoco del pueblo conservan el encanto de cualquier bulliciosa ciudad marroquí, con la diferencia

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de que en sus alrededores encontrará auténticos pa-raísos naturales. Sus laberínticas calles empedradas, adornadas por casitas de adobe, se ven en algunos casos contrastadas por las nuevas construcciones de hormigón. Conozca su población, una interesante tribu bereber o tamazight de habla tashelhit, o rea-lice una de las rutas naturales más impresionantes de la zona en el Parque Nacional de Tubkal, desde donde emprenderá una emocionante aventura hacia los grandes picos y riscos que bordean la localidad, tales como el llamado Yebel Tubkal (el pico más alto al norte de África) o el altiplano del lago Ifni.

SITIOS DE INTERÉS

Yebel Tubkal

A pesar de poseer 4.167 metros de altura, la Montaña de Tubkal, situada en la cordillera del Gran Atlas, sólo tiene 33 km de extensión. Su belleza y el he-cho de ser el pico más alto del norte de África le otorga un panorama único del país. A lo largo del recorrido a pie o en burro se divisa un paisaje de sendas rocosas, lagos, arbustos, fascinantes cascadas y vegetación desértica. La cúspide de la montaña se ve presidida por una pirámide metálica.

Lago Ifni

Muchos son los que acampan a orillas del lago Ifni para rea-lizar excursiones por la montaña de Tubkal pilla o pescar un buen ejemplar de agua dulce. El lago, poco profundo, es ideal para darse un baño en sus aguas cristalinas. Si el guía que le acompaña es bereber, no le extrañe si no se mete en el agua, ya que para la antigua tribu el lago está plagado de espíritus.

BENI-MELLALEsta ciudad está al pie del pantano de Bin el Ouidane, que sirve de punto de partida para llegar a las cascadas de Ouzoud. Merece la pena visitar en la localidad las Kasbahs de Ras el Ain, también el Mulay Ismail y los jardines de la Fuente Ain Asserdoun. Los martes se pueden comprar mantas bereberes en el mercado. Acérquese hasta el panta-no que se encuentra a escasos kilómetros de la región, rea-lice la Ruta de los Olivos, conozca el oasis de Beni Mellal y las cascadas de Ouzoud. Estas últimas son las más famosas y también las más bellas de su paisaje gracias a la combina-ción de sus caudalosas aguas con la exuberante vegetación y los pájaros que sobrevuelan la zona.

OUKAIMEDENEs una conocida estación de esquí donde se puede practicar no sólo esquí convencional, sino también snowboard y esquí de travesía. Sus montañas y glaciares con alturas de entre los 2.800 y 3.200 metros, además de sus extensos terrenos de hasta 200 km esquiables divididos en zona verde, roja y negra, la convierten en una estación ideal para todos los niveles. Además cuenta con 20 arrastres y 16 remontes me-cánicos. Durante el verano se organizan recorridos de sende-rismo, ciclismo y la ruta Tacherdit, en la que descubrirá los recónditos parajes que se hallan en la región. En el interior de la vegetación encontrará distintas esculturas y grabados prehistóricos que se conservan y que representan zoomorfos, herramientas y simbología de los antiguos pueblos. EL ATLAS Si Marrakech ofrece un espectáculo maravilloso, las monta-ñas del Atlas lo incrementan aún más con sus impresionan-tes cumbres nevadas y sus incomparables paisajes.A tan sólo 33 kilómetros de Marrakech se encuentra el Valle de L’Ourika con sus espacios naturales fértiles y tranquilos que se animan los lunes con el mercadillo de Tnine de l’Ourika. Nogales de cien años de antigüedad se pueden contemplar en la encantadora aldea de Setti Fatma,

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donde también se puede disfrutar de un delicioso baño en las aguas de sus siete cascadas. Se puede continuar el camino hasta Annameure, pueblo ha-bitado por la tribu Aït Oucheg y desde

allí iniciar la ascensión hasta Djebel Yagour con sus más de 2.000 pinturas rupestres. Al sur de Marrakech, a 47 kilómetros, en Ouirgane, los paisajes se transforman en impresionantes gargantas que recuerdan al Cañón del Colorado estadounidense. Imlil, una preciosa aldea montañosa, sirve de enclave para las personas que decidan visitar el Parque Nacional del Toubkal o la Meseta de Tazaghaght con sus paisajes pedregosos no por ello me-nos hermosos. A mayor distancia, a 194 kilómetros de Marrakech, aparece Beni-Mellal, una bonita ciudad en la que merece la pena visitar su animado zoco en la Place de la Liberté, los jar-dines que rodean la fuente Asserdoun y la Kasbah Ras el Ain. Desde allí es indispensable viajar a las Cascadas de Ouzoud con sus tres desniveles a 110 metros de altura que forman varias piscinas naturales en las que bañarse es toda una delicia. En las cumbres

nevadas de Oukaïmeden se puede esquiar en invierno y hacer mon-tañismo en resto de las estaciones. Tomando la carretera de Uarzazat, en la zona norte del Alto Atlas, se llega a Taddert, un pequeño pueblecito de montaña donde se pueden adquirir piedras semipreciosas y fósiles a buen precio. De allí se alcanza el puerto si-tuado a 2.260 metros de altura de Tizi N’Tishka, conocido como el puerto de los pastos ya que es utilizado por los pastores para llevar a sus reses a los frescos pastos de gran altura que se conservan durante la primavera y el verano. Una vez cruzado el paso aparece el País Glaua con sus kasb-ahs construidas por la tribu Glaua. El centro del comercio de la zona se en-cuentra en Ouarzazate, famosa por sus alfombras y cerámicas. Sus estudios de cine, creados hace poco, facilitan el rodaje de películas en esta región desértica de gran belleza.

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Taourirt y la de Ait Benhaddou. La casbah de Taourit, an-tigua residencia señorial del Glaoui, jefe de la tribu Glaua, eleva sus torres y sus almenas de entre una multitud com-pacta de viviendas. La casbah de Ait Benhaddou, situada a unos treinta kilómetros de la ciudad, es un castillo de arena bordeado por almendros en flor que ha servido de escenario para películas como ‘Lawrence de Arabia’ o ‘Té en el Sahara’, debido a su extraordinaria belleza recono-cida por la UNESCO que le ha otorgado la categoría de

Como si se tratara de un espejismo o un engaño de la vista, majestuosas fortalezas de color arena y ciudadelas abandonadas a su suerte, aguardan cubiertas por la arena, conservando las cicatrices de la Historia, el retorno de los guerreros, mientras acogen con agrado a los visitantes que las admiran en silencio sobrecogidos ante su grandeza.La aventura comienza en Ouarzazate, en el mismo cruce de los caminos que llevan a los valles del Draa, del Dadés y del Ziz, con la vista de las dos primeras casbah, la de

Ruta de las Casbah Patrimonio de la Humanidad. El Valle del Draa es el resultado de un lecho que se ha abierto paso desde el Alto Atlas hasta Agdz, creando un alarga-do oasis de 200 kilómetros antes de morir entre las arenas que preceden al M’hamid que, en su momento, fue el río más largo del país. Dejando atrás la ciudadela, el fortín rojo y la llamativa arista del Djebel Kissane de la pequeña Agdz, la carretera con-tinúa en pos del oued de Draa, entre palmeras rebosantes de amarillentos dátiles y flores rosadas de las adelfas. Este mosaico de tonos crema y gris, sobre una tierra ocre, descubre Tame-nougalt, capital de los bereberes, con su ksour, torre almenada de color are-na que se pueden ver salpicando todo el paisaje de la zona como también en Igdaoun con sus altas torres de forma de pirámide truncada. En Tinzouline se puede admirar el ksar y la alcazaba situadas en el corazón del oasis. En

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el oasis de Zagora los saadianos ini-ciaron su marcha por la conquista de Marruecos en el siglo XVI, llegando hasta Tombuctú. Desde este punto se pueden realizar numerosas y ex-citantes excursiones. Una de estas se dirige a Tamegroute, conocida por su antigua biblioteca y los textos que se guardan en ella y también por su notable madrassa, las inconfundibles mezquitas coloreadas en azul y blan-co y el mausoleo situado en el interior de la fortaleza con bóvedas de arteso-nado en oro que acoge los restos de Sidi Mohammed Ben Nacer, creador de la escuela coránica de este lugar. La Llanura de las Gacelas, M’hamid el-Ghuzlan, donde se desenvuelve uno de los zocos más vistosos de Ma-rruecos, es conocida como una de las puertas del desierto. La arena y las dunas habitan la inmensa hamada, el Desierto del Draa donde el impre-sionante silencio y el implacable sol

se transforman al caer la noche en un entorno lleno de vida, zorros del Sa-hara, escincos conocidos como pesca-dos de las arenas, búhos gran duque y otras muchas especies salen a explo-rar este remanso de paz desconocido para la mayoría de los hombres. Otra excursión fascinante recorre el Valle del Dadés, este impresionante valle nace en el Alto Atlas y se estrecha hasta formar calcáreas gargantas en las que, según el saber popular, se es-conden hasta mil casbahs. Es el oasis de Skoura, modelado por Yacoub el-Mansour en el siglo XII, la antesala a este magnífico valle al que se accede a través de una carretera flanqueada por palmeras y jardines perfumados, par-ticularmente hermosa a la altura de los rosales del Kelaa M’Gouna. Ya en Azlag, aldea conocida por los hábiles artesanos que forjan hermosos puña-les labrados, se divisa la vieja casbah de el-Glaoui, impresionante ya que se

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mantiene haciendo equilibrios sobre una roca y que ofrece un hermoso contraste con la sobria casbah de Bou Taghrar. El camino remonta el Dadés, dejando al descubierto las afiladas secciones que forman las gargantas, para alcanzar el alto de un cañón, donde habitan numerosas y diversas aves y muflones y se pueden contemplar otras casbahs de color malva, rojo, anteado y púrpura dependiendo del matiz que las rocas de alrededor posean como la mansión fortificada de Amerhidil, las casbahs de Imassin y Ait Ridi y El-Kelaa M’Guna, fascinante conjunto de casbahs de las que sólo se conservan algunos restos que permiten imagi-narse la magnificencia que alcanzaron en la antigüedad.

Los acantilados de Todra, con paredes de hasta 300 me-tros que limitan el paso a una franja de una veintena de metros, forman parte del mismo espectáculo. Tinerhir, su principal población con más de tres mil habitantes, está construida en terrazas a lo largo de una colina con un refrescante palmeral. A pocos kilómetros se encuentra la Fuente de los Peces Sagrados de carácter sagrado por lo que está prohibida la pesca. Merece la pena recorrer la pista que lleva hasta Imilchil, futuro enclave del Parque Nacional del Alto Atlas Oriental creado para proteger la población de carneros salvajes. El oued del Ziz baja también del Alto Atlas formando un valle por entre los acantilados que salvan Rich y enfila hacia el sur, regando las palmeras de Tafilalet antes de esfumarse en las arenas de Taouz. El río, que forma un largo pasillo protegido por ejércitos de altas y robustas palmeras, observa en su curso la medersa de Sidi Salim, el ksour y la espléndida casbah de Ifri. La presa de Has-san Addakhil atempera sus ánimos, y el dócil oued se transforma, del esmeralda al rojizo ocre, en la zona de sus riberas. Erfoud pone el broche de oro al viaje, cerrando una exten-sión de hasta un millón de palmeras y abriendo la puerta a las primeras arenas del Sahara.

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acudieron ante el rey Mohammed V. Desde 1912 las autori-dades urbanísticas han venido trabajando intensamente en la adecuación de la ciudad a su crecimiento de población. Así pues, se observa rápidamente cómo parten, en forma de estrella, amplias avenidas desde el mismo centro. Este centro se encuentra en la Plaza de Mohammed V donde se une la ciudad antigua con la parte más moderna. Destacan en ella la Torre del Reloj, restaurada en 1992 y el Hotel Excelsior de 1920. Paseando por el Bulevar Mohammed V se pueden

CASABLANCA Esta ciudad mítica es la mayor metrópoli del Magreb y el me-jor ejemplo de la modernidad marroquí. La ciudad consume el 30% del total de la energía eléctrica del país, alberga al 60% de las empresas nacionales, es sede de casi todos los bancos y sus hoteles y tiendas de lujo conjugan a la perfec-ción el Art Déco con el estilo neo-árabe. En ella se han dado acontecimientos de gran importancia como el de la Confe-rencia de Anfa, cuando Churchill, Roosevelt y De Gaulle

Casablanca y sus alrededorescontemplar los escaparates de los prin-cipales comercios de la ciudad y cons-trucciones de los años 30 realmente en-cantadoras, también el mercado central tiene en este bulevar su enclave y por las mañanas se pueden adquirir objetos llegados de todo el país. La Plaza de las Naciones contiene el centro adminis-trativo de la ciudad. Sus edificios son muy atractivos como el del Consulado de Francia, la Wilaya, prefectura de po-licía con su torre de 1930 que cuenta con una sirena que puede oírse durante el mes santo del Ramadán como señal de que ha finalizado el ayuno y el Pa-lacio de Justicia, construido en 1925. En el centro de esta plaza, la enorme fuente se puede contemplar en todo su esplendor durante los fines de semana cuando se realiza un espectáculo de luz y sonido. Y del centro a uno de los re-mansos de paz de Casablanca, el Par-que de la Liga Árabe. Pasear por sus avenidas o tomar algo en las terrazas

de los simpáticos cafés es todo un placer. En este paseo se puede visitar la iglesia del Sagrado Corazón que en la actualidad acoge un teatro. En el Barrio de los Habas, conocido como la Medina Nueva, se erige otra iglesia cristiana, la igle-sia de Nuestra Señora de Lourdes en la que destacan sus maravillosas vidrieras diseñadas por Gabriel Loire. La Medina Nueva fue diseñada en 1923 por arqui-tectos franceses y es todo un ejemplo de cómo la arquitectura moderna se puede adecuar a las necesidades de un mundo tan especial como el que se vive en una medina. En sus calles ordenadas y sus plazas encantadoras se percibe el diseño moderno sin perder ese sabor exótico que las caracteriza; destaca en su interior la Mahkama del Pachá, edificio suntuoso que sirve a la vez de tribunal y de salón

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oficial de recepciones. Y de la Medina Nueva a la Medina Antigua donde la sorpresa y la animación se respiran por cualquier rincón de sus desordenadas callejuelas habitadas por artesanos y comerciantes de cualquier especialidad. Al norte se encuentra la Kubba de Sidi Beliuth, protector de la ciudad y a su lado se halla una fuente que, según la leyenda, quien bebe su agua se asegura el retorno a Casablanca. En la calle Tnaker se levanta el santuario de Sidi Qayrawani, el primer patrón de la ciudad y en el barrio oeste la Kubba de Sidi Bu Smara, situada a la sombra de una antigua higuera india. El extenso Muelle Moulay Youssef (3.180 metros), que vino a suplir la carencia de una ensenada natural, es el primero de Marruecos y el cuarto de toda África. El barrio del puerto es uno de los centros de la vida en Casablanca, por la mañana sus comercios de lujo, restaurantes, piscinas, hoteles y bares de moda y, a partir del atardecer, la ‘movida’ nocturna hace su aparición ofreciendo una amplia gama de diversiones con las que disfrutar. Uno de los mayores cen-tros de atracción de la ciudad es la Mezquita de Hassan II que, levantada desde el océano, es lo primero que se divisa de Casablanca desde el aire. La sala de oraciones de esta faraónica construcción puede albergar en su interior hasta 25.000 fieles y más de 80.000 personas en su explanada. Más de tres mil artesanos venidos de todos los puntos del

país han hecho posible que, en una superficie de dos hectáreas, se levante el minarete más alto del mundo con 200 metros de altura con un rayo láser visible a 35 kilómetros a la redonda. Además, la mezquita cuenta con un techo móvil que en sólo tres minutos puede convertir la sala de oraciones en un enorme patio interior.

ALREDEDORES

A tan sólo unos kilómetros de Casablanca se pueden disfrutar de los más variados placeres, el mar, bosques majestuosos y ciudades fortificadas. Al norte de Casablanca, a unos 28 kilómetros, se puede visitar el complejo de la Mohammedia con su playa de arenas finas y aguas transparentes, casinos, hoteles de lujo, un hipódromo, un club náutico, un campo de golf y un puerto que ha visto desfilar a lo largo de la historia a navíos pisanos, genoveses, venecianos y portu-gueses. Al este de la ciudad se encuentra Ben Slimane, con los pla-ceres del campo. Es maravilloso pasear por su magnífico bosque de alcornoques de las Ziaïdas, practicar golf o pescar en el lago en el que abundan las carpas y nadan los patos. Hacia el sur se extienden los famosos viñedos de la Boulaouane, hogar de nacimiento del popular vino gris, en donde se puede contemplar el vuelo de los halcones mientras cazan. En esta ciudad se encuentra una reserva de halco-nes situada en una espectacular casbah rectangular dotada de siete bastiones construida en 1710 por Mulay Ismail, la caza de halcón es desde entonces una de las actividades preferidas por sus habitantes.

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de caña de azúcar, dátiles, cera, pieles, aceites, especias y oro entre otras muchas y variadas mercancías. Sin embar-go, con el paso del tiempo esta ciudad fue perdiendo su esplendor hasta que en 1960 un terremoto la destruye prác-ticamente en su totalidad. Mohammed V toma las riendas y ordena su reconstrucción, esta vez pensando en un moder-no centro vacacional ubicado lejos de las zonas de riesgo de sufrir un nuevo seísmo. Así nace uno de los más bellos balnearios del Reino con casas blancas, hermosos jardines e

AGADIRContinuando hacia el sur, por el litoral marroquí, se des-cubre la antigua factoría y la fortaleza portuguesa de Santa Cruz del Cabo establecida aquí en 1505, que abre al mundo de los encantos de una larga franja de diez kilómetros de fina arena donde se localiza Agadir, en el lugar de la que el fundador de la dinastía saadiana Mohammed Echeikh el Mehdi desalojó a los lusos en 1541, siendo ésta su edad de oro, en la que los navíos embarcaban sus cargamentos

Agadir y El Sur instalaciones modernas y cómodas al que acuden turistas deseosos de prac-ticar deportes como el golf, en uno de los campos más famoso del país con 18 hoyos; el tenis, en sus 150 pistas de tenis; y la equitación por la playa, entre otros. Nadar en su maravillosa playa de arenas doradas o practicar deportes náuticos como el winsurfing, el submarinismo y la vela, sin olvidar la pesca de altura a lo largo del Cabo Ghir, es inolvidable. Los visitantes también pueden conocer a los mis-teriosos ‘hombres azules’, descubrir zocos presaharianos o, simplemente, contemplar el fantástico vuelo de los flamencos rosas. Disfrute de unos días de descanso en esta fantástica ciudad de vacaciones en la que sus 9 km de playas, sus paisajes de eucaliptos, pinos y tamarindos, así como la más moderna y excelente in-fraestructura hotelera le garantizaran unos días de ensueño.

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SITIOS DE INTERÉS

La Kasbah

Situada en lo alto de una colina, rodeada de murallas y a una altitud de 236 me-tros, es uno de los pocos monumentos que no ha sido reconstruido después del terremoto, por lo que guarda el misticis-mo de la época, además de ofrecer las mejores vistas de la ciudad.

Ciudad Moderna

Actual, animada y llena de vida, ese es el ambiente que se respira en sus amplias avenidas bordeadas por los mejores res-taurantes, tiendas de artesanía y hoteles de la ciudad. Recorra la calle de Hassan II y déjese seducir por la variedad de co-mercios y los curiosos productos que ahí se venden. Visite los jardines de Ibn Zai-doun, el Cuartel de Bomberos, domina-do por su torre de entrenamiento, y los edificios donde se encuentran Correos y el Ayuntamiento, ambos obras del arqui-tecto J.F. Zewaco.

Medina de Agadir

La antigua ciudad es un lugar obliga-do de visitar por estar reconstruida después de la catástrofe de 1960. El arquitecto Coco Polizzi intentó re-crearla tal y como era, consiguiendo una fiel copia, aunque algo más pe-queña que la medina medieval. Ha-ciendo uso de materiales como adobe, piedra y madera para las edificacio-nes del interior, la muralla y para las calles, el arquitecto consigue con su obra evocar al pasado construyendo la esencia de lo que un día fue la antigua ciudad. Camine por sus laberínticas calles y llévese un recuerdo de alguno de los más de 180 artesanos instala-dos en la localidad. Descanse en una de las tradicionales casas-hotel que hay, compre alguna curiosidad en su zoco, pruebe el café de la región en una de sus muchas cafeterías o algu-nos de los platos típicos.

Inmmouzer Des Ida Outanane

El encantador pueblecito que se asien-ta junto a un bosque de palmeras sólo cuenta con calles empedradas rodeadas de casas blancas de adobe. Sin embargo, cuando llega el mes de agosto esta sen-cilla localidad se tiñe de vida, alegría y movimiento ya que son muchos los turistas nacionales y extranjeros que se acercan hasta su Feria de la Miel. Otro de sus atractivos turísticos son las casca-das de Oued Tinkert, a tan sólo 3 km de la localidad.

Oued Massa

Es una reserva natural ubicada a tan sólo 51 km de Agadir compuesta por una amplia variedad avifáunica alojada muy cerca del río Massa. Entre los ejempla-res más valorados están el exótico ibis calvo y los flamencos rosas. Las mejores épocas para apreciar estas especies son primavera y otoño. Además en su playa se encuentra el Morabito de Sidi Rbat.

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Museo Municipal Bert Flint

Es una completísima colección de ob-jetos tradicionales de las regiones sa-harianas reunidas por el historiador de arte Bert Flint.

Museo de la Abeja

Conozca todo lo que hay que saber sobre la abeja reina, las colonias que hay del insecto y sobre el fluido dulce y viscoso que estas producen a partir del néctar de las flores en la región de Souss.

Puerto Pesquero De Agadir

El más importante del país, con su lonja y encantadores restaurantes donde de-gustar los pescados y mariscos recién sacados del mar.

Valle de los Pájaros

Es un pequeño zoológico de aves de todo el mundo donde cada especie ha-bita en una morada reconstruida según su hábitat natural.

RUTAS POR EL SUR

El viaje continúa por paisajes naturales de tal belleza que dejan al turista una impresión imborrable en su recuerdo, cascadas vertiginosas, cielos que alcanzan tonos malva en las maravillosas puestas de sol, campos enteros de almendros en flor, playas salvajes de aguas transparentes, ciudades encaladas y quizá su máximo atractivo, los misteriosos y alucinantes hombres azules. A tan sólo doce kilómetros de Agadir se puede disfrutar de la hospitalidad de las tribus bereberes de los Ida Ou Tanana, refugiados en su blanca ciudad de Imouzzer. A pocos kiló-metros se encuentran los manantiales del río Tinkert con cascadas a distintos ni-veles que se deslizan por rocas calcáreas de color blanco, por lo que se denominan popularmente el Velo de la Novia. Tarhazout ofrece una excelente playa en la que

practicar surf. A 40 kilómetros de Agadir se encuentra Sidi-Rbat, que cuenta con una excelente playa en cuyas cercanías se ubica un parque natural, Souss Massa, con una laguna en la que habitan numerosas especies de aves, ibis, patos tórtolas, garzas reales y entre las que destacan los maravillo-sos flamencos rosas y las gacelas. A 80 kilómetros al sur de Agadir se encuentra Tiznit en donde sus habitantes todavía visten el traje regional. Población amurallada con almenas de color rosa situada en un oasis, Tiznit es conocida por la habilidad de los joyeros que trabajan con esmero siguiendo los diseños bereberes en su animado zoco donde se pueden adquirir hermosos collares, brazaletes, aderezos frontales, cinturones, fíbulas, anillos, broches y otras muchas piezas. A 185 kilómetros al sur de Agadir se emplaza Goulimine, ciudad situada en el límite con la parte occidental del Sa-hara conocida por el mercadillo de los sábados en el que con un poco de suerte se pueden contemplar los tratos que realizan los fascinantes hombres azules, denominados así por sus trajes de tejido de algodón de color índigo, llegados del desierto que arriban a esta plaza para vender y comprar dromedarios en el mayor mercado de estos animales de Ma-rruecos. La capital administrativa del Sahara Occidental se encuentra en El Aaiun, situada sobre una laguna salada ro-deada de hermosas dunas. Sus principales puntos de interés

son el oasis de Lemsid, Tarfaya, centro del comercio británi-co en otra época, la fortaleza española de Dehira y el Palacio de Ma el Ainin, actualmente en ruinas. Sidi-Ifni destaca por sus construcciones decorativas y por la originalidad de su puerto al que únicamente se puede acceder en teleférico. Tafraout, el país de los Ammeln, está rodeada de montañas de granito rosa que forman un circo natural que alcanza todo su esplendor en amaneceres y puestas del sol cuando los rayos se reflejan en las rocas y las casas color ocre pálido envolviéndolo todo en tonos malva y rojo ardiente.

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Su historia se remonta a 3.600 años de antigüedad, siendo quizá una de las más importantes de la ‘Mauritania Tingita-na’; sin embargo, su actual denominación Asilah la recibió durante el período de islamización de la ciudad. Unida a su importancia histórica esta localidad ha destacado siempre por su cultura y sus artes, de hecho, el Festival Internacio-nal de Asilah atrae cada verano a miles de participantes de todo el mundo.

ASILAHAsilah se encuentra a poco más de 40 kilómetros. Esta ciudad, puerto pesquero, de pequeño tamaño con sus puertas y ventanas en colores azules, verdes y amarillas que contrastan bajo el brillante sol marroquí con el blan-co de las paredes esconden en su interior un rico pasado histórico ya que fue habitada por romanos, españoles y portugueses. Sus vestigios aún pueden admirarse en ba-luartes, torres y murallas.

Las Ciudades Fortifi cadas La ciudad, fundada durante la época fenicia y griega en el siglo II a.C., fue una importante localidad comercial car-taginense llegando a tener su propia moneda. Durante el siglo I a.C. la ciudad fue dependiente de Septa y adoptó el nombre de Julia Constancia, años después, una vez fue conquistada por los árabes, vuelve a adoptar su nombre original convirtiéndose para el año 712 en un punto de encuentro comercial para las regiones del sur. Famosa por ser poseedora de una significativa comunidad intelec-tual de escritores, científicos, filósofos y sabios, ha apor-tado a la historia importantes avances. Invadida por los portugueses en 1471, conserva gracias a su arquitectura importantes fortificaciones y murallas que valieron a los nuevos ocupantes dirigidos por el rey Sebastián I, ganar las batallas contra otros países europeos que también qui-sieron invadir Marruecos. Durante los siglos XV y XVI la ciudad estuvo en manos de los portugueses primero, y tras la muerte de su rey, pasó a control de la Corona española. Años más tarde, concretamente en 1691, la ciudad es re-cobrada por Mulay Ismail hasta que en 1860 se produce la guerra de África siendo el país invadido por la Armada Española. Sin embrago, en 1906 Raisuli organiza un levan-tamiento logrando vencer a los españoles y haciéndose con el control de la ciudad. También se autonombró pachá

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e instauró su propio régimen. Prácti-camente en todo el país se inicia por la misma época la liberalización de los asentamientos europeos gracias a Mohammed V, logrando la total inde-pendencia de Marruecos en 1956.

SITIOS DE INTERÉS

La Ciudad Antigua

Déjese envolver por las murallas que rodean la ciudad, construidas por Alfonso V de Portugal en el siglo XV como método de defensa de la región; sus rojas piedras contrastan con la are-na del mar y las olas que rompen en sus paredes de roca. En la parte superior aún esperan apuntando los que un día fueron amenazantes cañones navales y en el interior de la muralla las casitas de adobe de color blanco y las más entresi-jadas calles en piedra. Otro vestigio de los invasores portugueses es la puerta de Bab Homar o puerta de Tierra Abier-ta en la que aún se conserva el antiguo

escudo de su corona y desde la que se inicia la ciudad. No pasará desapercibido por la torre cuadrada que se halla cerca de la puerta y mucho menos del camino de Alcazaba, el cual le conducirá hasta la plaza central de la localidad: Sidi Ali Ben Hamdush, donde encontrará un sinfín de tiendas, exposiciones de la artesanía re-gional y los más prestigiosos encuentros artísticos y culturales del panorama inter-nacional. Desde el paseo marítimo verá restos de acuartelamientos españoles hasta llegar al Palacio de Raisuni, antiguo caserón hispano-morisco de amplios salones, cristaleras y patios decorados al estilo andalusí. El antiguo edificio hoy sirve para albergar el museo cultural más importante de la localidad. Al lado se alzan algunos edificios de la época del protectorado como las escuelas de Sidi Mohammed Ali

Marzok o la medersa coránica, obras de Larrucea de los años 1929 y 1930. A pocos metros encontrará el juzgado, el cementerio musulmán y el mausoleo de Sidi Ahmed El Mansur, constituido con tumbas de cerámica multicolor. Contemple las inmejorables puestas de sol que iluminan las agraciadas casas neo-árabes, construidas en adobe y de colores blanco y azul y algunas ador-nadas por pinturas murales. Descubra esta hermosa ciudad de mezquitas blancas, infinitas playas de arena fina y exquisitos restaurantes y tabernas don-de degustar comida típica.

Ensanche

Entre la ciudad amurallada y el anti-guo protectorado militar se encuentra este pequeño y antiguo barrio de casas adobadas compuesto por un antiguo ayuntamiento, el edificio de correos, la plaza donde se concentra el merca-do de los más variados y artesanales

productos, sobre todo de verduras y le-gumbres cultivadas de sus tierras, muy cerca está el casino del barrio, los cines Magali y al lado el antiguo cuartel de la Mehala. Uno de sus más importantes e históricos edificios es la iglesia de San Bartolomé, construida por un fraile arquitecto en 1927. Este monumento tiene dos torres campanarios con deco-rado barroco de color blanco.

Ciudad Moderna

Es una tierra a la que la industriali-zación y el modernismo le han per-mitido levantar importantes edifica-ciones para uso cultural, turístico y comercial muy superiores a las de al-gunas localidades vecinas. Sus para-jes naturales la convierten en uno de los lugares preferidos no sólo por los turistas, sino también para llevar a

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cabo algunos de los más importantes fórum internacionales y nacionales de cultura, ciencia y conocimiento que tienen lugar en el país.

ALREDEDORES

Dar Chaoui

Este pueblo, situado entre la carretera de Tetuán-Larache a 76 kilómetros de Ceuta, se asienta sobre un valle que hay entre los montes más altos del Fondac y las cordilleras del monte Habib. La antigua localidad romana conserva de las ancestrales civiliza-

ciones algunas muestras arquitectóni-cas. Su estilo medieval se aprecia en sus calles de pocos metros cuadrados, en sus cientos de puestos que otorgan al visitante un sinfín de colores y olores, tiendas de venta de productos de latón, vendedores ambulantes de dientes, encantadores de serpientes e incluso mujeres que se ofrecen para hacer a los turistas un tatuaje con hen-na. Pruebe el delicioso té a la menta o simplemente dé un paseo por el lugar donde podrá observar gran variedad de gente y culturas que llegan a con-centrarse en este pequeño pero turís-tico pueblo marroquí.

Yebel El Habib

Tánger y Tetuán están localizadas en-tre 2 wilayas (subdivisión administra-tiva de algunos países musulmanes), la de Tánger-Asilah con la comarca de Fahs-Bni Miada, y la wilaya de Tetuán, lugar donde se establece el pueblo de

Yebel El Habib. En él, el turista tendrá la oportunidad de escalar su mítico monte, conocer muchas de las especies rurales del país y asistir al zoco del pueblo que tiene lugar cada martes.

Ayacha

Conozca una de las zonas agrícolas más importantes de Asilah situada en Ayacha, lugar donde los territorios se subdividen en granjas y cultivos de-bido a que es uno de los pueblos más productores del país. Marruecos es, sobre todo, agrícola y se siembra ce-real en el 80% de su superficie. Los terrenos de Ayacha se encuentran fraccionados por parcelas de cebada, trigo duro y trigo candela, mientras que en primavera el maíz y el sor-go adquieren más protagonismo. El zoco, que se instala todos los miér-coles, es ideal para probar algunos de los vegetales, frutos y legumbres más típicos del país.

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Garbia

La verdadera importancia de Garbia se halla a unos pocos kilómetros de la localidad donde se encuentra Ad Mercuri, las ruinas de una antigua ciudad romana. Recorra algunas de sus casas, antiguos aljibes (depósitos para almacenar cereales) y el pórtico central.

Moulay Bousselham

Las playas que bordean las costas de Asilah albergan numerosas especies marinas y están rodeadas por los más espléndidos paisajes rurales. Un ejemplo de ello es el pequeño pueblo marinero de Moulay Bousselham po-seedor de una importante reserva de cigüeñas, garcillas y flamencos rosas.

Playa De Las Palomas

A tan sólo 2 kilómetros de Larache se encuentra uno de los más hermosos litorales rodeado de paradisíacos parajes. Para los amantes del ecotu-rismo nada mejor que recorrer estas escondidas playas situadas en las partes más bajas y recónditas de las montañas. Su vegetación sirve de ho-gar a las pequeñas y exóticas especies marinas que se refugian en las roco-sas cuevas que se hallan en las partes bajas de las montañas.

Moulay Abdelsalam

Situado a 1.200 metros, el Moulay Abdelsalam o Pueblo Santo (para los musulmanes), es la localidad con más fuentes de agua. Sus 20 fuentes sirven para que sus aldeanos se laven y puri-fiquen. Visite la Mezquita del Santo y desde ella contemple la espectacular vista que ofrece su horizonte com-puesto por una frondosa vegetación.

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motivos navales en su decoración. La sinagoga, que se en-cuentra en medio de la ciudad, recuerda el antiguo barrio judío denominado Mellah. En su paseo de ronda, una pe-queña plataforma domina la desembocadura de las aguas rojizas del Oum er-Rabia, famoso por sus deliciosas alosas, la especialidad culinaria local. La medina es soberbia con sus casas blancas y cuadriculadas adornadas de buganvi-llas que se escalonan en terrazas entre olivos y granados. Más abajo se encuentra el santuario de Moulay Abdallah

A 100 kilómetros al sur de Casablanca aparece Azemmour o “Moulay Bou Chaïb”, por su santo patrón, rodeada de murallas de color ocre. Esta ciudad, aún desconocida para el turismo masivo, fue un importante centro comercial du-rante la época de los cartaginenses. Más tarde, durante el siglo XV, las invasiones portuguesas construyeron uno de los puertos más importantes del país. Las puertas de sus casas son de estilo manuelino portugués y se caracterizan por el exagerado empleo de espirales, vueltas, curvas y

AzemmourBen Ahmed en cuyas puertas se des-cubre el estilo luso. A la izquierda, paseando se alcanza la casbah con la Dar El Baroud, la Casa de la Pólvora, desde cuya torre se tiene una magní-fica vista de la ciudad y el río. Su pla-ya, Haouzia, a kilómetro y medio del centro, ofrece una gran atracción y un verdadero placer porque su tempera-tura ideal y sus frescos veranos hacen de esta playa una estación balnearia única en el mundo.

EL JADIDASituado 100 km al suroeste de Casa-blanca, fue gracias a su ubicación un importante puesto comercial que llegó a ser invadido por la Corona portugue-sa durante el siglo XVI. Bautizada por los marines portugueses como Maza-gan, la localidad adquirió una estruc-tura, arquitectura y estilo típicamente medieval procedente del país euro-peo. Una de sus obras maestras fue la

Cisterna Portuguesa. Esta extraña edi-ficación, cuya función original era ser-vir de almacén, se convirtió en aljibe o cisterna al terminarse la construcción de las murallas. La enorme obra subte-rránea de 33 por 34 m está cubierta de bóvedas sostenidas por cinco hileras de pilares de piedra. Durante años permaneció oculta y olvidada hasta que en 1916 fue descubierta por casua-lidad. Su magnificencia era tan grande que fue utilizada para ambientar algu-nas escenas de la película “Otelo”, en la versión de Orson Welles. La ciudad fue dominio portugués has-ta el año 1769 cuando fue recuperada por el pueblo marroquí y rebautizada como el Brija el Jadida, que significa “la nueva fortaleza”, bajo el reinado del soberano alauita Sidi Mohammed Ben Abdellah. Sus murallas ofre-cen un magnífico paseo panorámico y cada uno de sus cinco bastiones proporciona una vista única sobre el

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puerto, los fosos, las casas apiñadas y la mezquita con su minarete blanco. Visite el fascinante aljibe portugués de 1.100 metros cuadrados, donde el agua y la luz ponen de relieve una sorprendente arquitectura gótica. El Jadida está considerada una de las regiones con más con-trastes, encanto y tradición.

SITIOS DE INTERÉS

Muralla

Recorra las impresionantes murallas que bordean la ciudad, construidas a base de rocas de color rojizo. Durante el domi-nio portugués fueron inexpugnables.

Bastión del Ángel

El mirador que se instala en el punto más alto de la ciudad es un lugar desde el que podrá apreciar la antigua urbe y parte de sus alrededores.

Cisterna Portuguesa.

Visite la antigua pero recientemente descubierta cisterna subterránea. La extensa construcción está cubierta por bó-vedas sostenidas por cinco hileras de pilares de piedra.

Calle Mohammed Al Hachmi Bahbah

Paralela a la muralla, recorre la ciudad y los bastiones del Ángel, de San Sebastián y San Antonio, con estupendas vistas al mar.

Cap Blanc

A 17 km de la ciudad se halla un an-tiguo faro sobre sus rocosas montañas. Desde ahí podrá divisar las inmensas instalaciones del puerto minero de Jorf Lasfar.

Sidi Moussa

Visite uno de los refugios avifáuni-cos más famosos de Marruecos. En las partes bajas de sus montañas se forman cuevas con inmensas lagu-nas, y en su interior, yacen numero-sas especies de plantas.

Oualidia

Es un pueblo de pescadores situado a tan sólo 80 km de El Jadida. Hasta hace 20 años, la pequeña y encantado-ra localidad era un lugar de costa sin ningún interés turístico. Pronto sus in-mensas olas, la brisa que las acompaña y el buen tiempo empezaron a atraer a aficionados al surf. Practique wind-

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surfing, bodyboard y surf. A pesar de ofrecer buenos hoteles, merece la pena alojarse en uno de sus campings, rodea-dos de naturaleza. Es, además, un lugar ideal para disfrutar de unas vacaciones playeras saboreando el excelente ma-risco, sobre todo ostras, ya que Ouali-dia es el principal centro de ostras de Marruecos; para recorrer algunas de las antiguas murallas que aún se alzan en medio de la localidad; o para bañarse en la laguna de 11 km de extensión que se halla junto al río Souther. La laguna está flanqueada por un kasbah construi-do en 1634 por el sultán El Oualid. Rea-lice una de las muchas rutas turísticas que se ofrecen para conocer los rocosos acantilados que se alzan en la región y para observar las distintas especies de pájaros que emigran entre verano y otoño. Las lagunas de Sidi Moussa y de Oualidia cobijan una enorme comu-nidad avifáunica: flamencos rosados, cigüeñas, currucas y muchos otros.

SAFIA pesar de no estar muy claro su origen, las primeras menciones de la ciu-dad de las que se tienen constancia son las del geógrafo El Bekri, en el siglo XI, llamándola Asfi. Anteriormente pudo ser parte de Mysokaras. Esta ciu-dad fortificada debe sus murallas al reinado de los almohades, período en el que se desarrollaron ampliamente las actividades intelectuales, religiosas, arquitectónicas, artísticas y científicas, aunque obras tan importantes como

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la Zaouia de Cheikh Mohammed Sa-leh, la escuela científica y el hospital fueron destruidas posteriormente por las guerras contra los portugue-ses, por lo que es imposible contem-plarlas. Con la salida de los lusos en 1541, Safí volvió a vivir un período de prosperidad bajo el reinado del sultán Saadiano Mohammed Cheikh. De esta época aún se conservan obras magníficas como la Gran Mezquita de la Medina, las escuelas religiosas y científicas, la Capilla Portuguesa instalada en lo que fue la antigua catedral de 1519 y la Kachla, antigua casbah construida por los saadianos en la parte más alta de la ciudad.Además de visitar la medina y las murallas, son de interés también el castillo del Mar, construido por los portugueses en 1523. Es una peque-ña fortaleza que aún conserva en el interior los viejos cañones, muchos de ellos fundidos en España, otros en

Holanda y en Portugal. Visite la antigua casbah construida por los saadianos con sus tejados verdes y el Palacio de la Bahía, la torre redonda lusa, la anti-gua medina, la iglesia portuguesa de estilo gótico y la antigua medersa. Este importante centro pesquero e industrial es también popular por el distinguido trabajo de sus alfareros. Por esa razón, tres de sus principales atractivos son el Barrio de los Ceramistas, el Museo de Cerámica y la Colina de los Alfareros, donde los artistas moldean originales piezas de arcilla.

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ESSAOUIRAEs una preciosa ciudad amurallada del siglo XVIII. La antigua Mogador fue fundada en el siglo VII a.C. bajo el reinado de Jubal II, rey de Mauritania. La parte moderna de la ciudad se re-monta al año 1765 cuando el sultán Si Mohammed Ben Abdellah la creó para competir con Agadir. Este encantador puerto, resguardado por unas sólidas murallas con vistas a una paradisíaca playa de fina arena, da vida a una ciu-dad de una intensa vida comercial de la que no han podido retraerse perso-nalidades de la talla del escritor Paul

Claudel o el cineasta Orson Welles, que filmó en este lugar los exteriores de su popular “Otelo”. La Puerta de la Mari-na, erigida durante el sultanato alauita, une los muelles con la ciudad y abre paso a la Skala del puerto y a las mura-llas, que segmentan la ciudad vieja en barrios, alcazabas, el mellah y la medi-na. Esta última, moldeada por marro-quíes y lusos, mira atentamente hacia las intrincadas callejuelas que desem-bocan en la Plaza Bab el-Sebaa. Los jo-yeros y los orfebres se concentran en el callejón Siaguin, aunque ya no trabajan los materiales que antaño les hicieran famosos. Sin embargo, los artesanos de marquetería siguen hallándose en el mismo sitio que hace siglos, el lugar al que se accedía atravesando un pasadi-zo abovedado viniendo desde la Skala, la antigua plataforma de defensa de las murallas. No muy lejos de este punto se emplaza el Museo Sidi Mohamed Ben Abdallah, en una antigua residencia

palaciega que alberga las más variadas muestras del arte marroquí. Al norte de la ciudad se encuentra el mellah o barrio judío, demarcado por un mercado que termina en la puerta de Bab Dukkala. Su playa se extiende sobre 6 kilómetros de arena fina y es frecuentemente visitada por los amantes de la pesca ya que sus aguas son ricas en cangrejos, langostas, congrios y rayas, entre otras especies. En primavera se celebra el “mussem de los regragua” que consta de una peregrina-ción al monte Hadid. Allí se pasa por las tumbas de los siete santones quienes fue-ron compañeros de Mahoma. Al sur de la ciudad, frente a la costa se localizan dos islotes rocosos en los que se asentaron en la época romana fábricas de púrpura. De esa época también se conservan una villa ricamente decorada y una fortaleza.Las islas, conocidas como las islas pur-púreas, sólo se pueden visitar con au-torización oficial, pues están protegidas como Reserva Natural.

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