MUSEO DE LA MÚSICA POPULAR GUAYAQUILEÑA

JULIO JARAMILLO

El Museo de la Música Popular Guayaquileña Julio Jaramillo está dedicado a honrar las glorias del arte musical guayasense, a través de composiciones, autores e intérpretes a quienes la memoria colectiva guardó fidelidad; así como la gestión de promotores e impulsadores que desde Guayaquil los proyectaron al ámbito internacional.

También incluye algunos artistas nacionales que hicieron de esta ciudad su residencia permanente.

Enlazando costumbres y tradiciones, la muestra nos invita a realizar un recorrido histórico que se inicia en la primera escuela de música fundada en nuestra urbe (1892), y va marcando la evolución de la música popular y sus cultores a los largo del siglo XX, hasta el año del fallecimiento del “RUISEÑOR DE AMÉRICA” (1978).

Comprende, además, una visión retrospectiva de la industria fonográfica en el mundo y en el Ecuador, destacando el aporte de los pioneros de la radiodifusión  local y de la industria discográfica nacional.

Historia del sonido grabado

En 1877 Thomas Alba Edison desarrolla el fonógrafo. Un instrumento que a través de una aguja marcaba surcos en un cilindro de cera, produciendo así la grabación del sonido. Diez años después aparece el gramófono y el disco plano, en donde se grababa una canción de cada lado. Este invento es adquirido por RCA Victor quien lo lanza al mercado con el nombre de Victrola.

La Música en Casa

Las familias de clase alta también disfrutaban de hacer música, aunque por tradición contaban con sus propios instructores. Los chalets guayaquileños contaban con mamparas que al ser abiertas descubrían un patio central con jardines, pileta y aves. Las madres entonaban el piano mientras los hijos hacían las tareas. Esta era una vida muy tranquila hasta que aparece la Victrola Ortofónica en 1910, que como innovación tenía la corneta dentro de un mueble de madera, que al abrir o cerrar sus puertas regulaban la intensidad del sonido

La Lagartera

Lugar frecuentado por la bohemia porteña cuyo nombre, según cuenta la tradición, fue asignado por algún jocoso que comparó la presencia de los músicos con la de los lagartos varados en los playones de nuestros ríos a la espera de sus presas.

Salón Fortich

Famosas fueron las matinés bailables del salón Fortich, ubicado en la esquina de las calles Baquerizo Moreno y 9 de Octubre, así como las cenas de gala del salón Roxy. Los ritmos de moda eran: charlestón, one step, fox trot, tango, pasodoble, rumba, conga y el pasillo que seguía formando parte del repertorio bailable a todo nivel social.

Fediscos

Fundada en 1964, FEDISCOS contó con instalaciones y estudios de grabación más modernos en el país. En 1965 lanza el primer disco de 45rpm y posteriormente los LP hasta 1997.

Rincón de los Artistas

Pedro Espinoza, también llamado “El Capitán”, un marino mercante cuya casa “La Cantina de Pedro” era grato reducto de artistas y bohemios puros. En este sitio se reunían artistas, periodistas, deportistas, profesionales, personalidades de radio y televisión.

Julio Jaramillo - Infancia

Julio Alfredo Jaramillo Laurido, segundo vástago de un hogar humilde, nació el 1 de octubre de 1935, en Guayaquil.Chiquiillo inquieto, poco dado al estudio. En aquella época alternaba sus sueños de artista con el oficio de artesano del calzado, actividad que abandonó cuando el éxito le sonrío. 

Julio Jaramillo - Ascenso a la Fama

Lo acompañaba el conjunto del requintista Rosalino Quintero, quien al poco tiempo se convertiría su director artístico. A partir de entonces, su ascenso fue vertiginoso. El público reclamaba su presencia, lo significo una larga temporada de presentaciones en el Teatro Guayas.

Escuela del Pasillo Nicasio Safadi

En este espacio, que lleva el nombre del inmortal compositor NICASIO SAFADI REVES, funciona la primera Escuela del Pasillo, dedicada a incentivar el talento de jóvenes intérpretes y futuros compositores nacionales, pretendiendo convertirse en un semillero de músicos y, además, en un referente de la difusión de la identidad nacional. Su objetivo principal es llenar el vacío que tienen las nuevas generaciones en lo que compete a la música nacional.