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J.D. Salinger Micaela Fischer Carolina Tordiglione Guardián entre el cente Trabajo práctico

Tordiglione y fischer

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J.D. Salinger

Micaela FischerCarolina Tordiglione

El Guardián entre el centeno

Trabajo práctico

“Es que no les he dicho que me habían echado. No me dejaban volver después de las vacaciones

porque me habían suspendido en cuatro asignaturas y no estudiaba nada. “

(pág. 10)

“Cuando me quise dar cuenta estaba

tumbado en el suelo y tenía

encima a Stradlater con la cara roja de furia.

Se me había puesto de rodillas sobre el pecho y pesaba como una

tonelada. ”

(Pág. 51)

“ Cuando abrí la puerta vi a la prostituta de pie en el pasillo.[…] Entró, se quitó el chaquetón y lo tiró sobre la cama. ”

(Pág. 105)

-Vamos a patinar a Radio City-. le dije.-¿A patinar a Radio

City? ¿Ahora?Así que fuimos a

Radio City y después de recoger los patines alquilé

para Sally una pizca de falda azul. La verdad es que

estaba graciosísima con ella. Y Sally lo

sabía.

(pág. 140)

“Al final eché a andar en dirección al parque. Se me ocurrió acercarme al lago para ver si los patos

seguían allí o no. Aún no había podido averiguarlo, así que como no estaba muy lejos y no tenía

adonde ir, decidí darme una vuelta por ese lugar. “ (pág. 166).

“ Tardé como una hora en llegar hasta el cuarto de Phoebe, pero cuando abrí la

puerta no la vi. […] Se me había olvidado que cuando D.B. está en Hollywood, ella se va a

dormir a su habitación. “ (pág. 172)

“Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que

no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En

cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo.

Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. “(pág. 185)

“[…] así que me fui andando hasta Lexington y allí tomé el metro a la estación de Grand Central. Tenía

las maletas en esa consigna y pensé que podría dormir un poco en esa horrible sala de espera

donde hay un montón de bancos. “(Pág. 207)

Era imposible no reconocerla porque llevaba mi gorra de caza puesta.

[…] Lo que no podía entender era por qué llevaba una maleta.

(pág. 217)

“Dejamos de mirar a los osos, salimos del zoológico, cruzamos la callecita del parque, y

nos metimos en uno de esos túneles que siempre huelen a pis. Era el camino del tiovivo.

“( pág. 221)