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Un paseo por el sur de Gran Canaria A la isla de Gran Canaria se le suele llamar “el continente en miniatura”, y con razón: en unos minutos de coche puedes pasar de paisajes verdes y húmedos en el norte al frío intenso de montaña en el centro o a tostarte al sol de las playas en la costa. Hoy vamos a dar un paseo por una de las zonas más turísticas, que los grancanarios llamamos genéricamente “el Sur”: desde Bahía Feliz hasta la playa de Meloneras, cruzando San Agustín, Playa del Inglés y Maspalomas. Hay auténticas maravillas y otras zonas bastante feas, pero en general en mi opinión es un sitio que vale la pena conocer y desde luego la calidad de vida aquí es espectacular (viene gente de toda Europa de vacaciones y también a vivir; muchos de mis amigos son precisamente extranjeros que se quedaron en la isla enamorados del clima, la naturaleza o la gente). Empezamos el camino a las 9:30 de una mañana de primeros de mayo. La temporada alta aquí es el invierno con europeos -desde noviembre hasta Semana Santa- y en verano con españoles, aunque para mí estos meses intermedios son los mejores: el clima es suave como el resto del año (siempre entre 22 y 28º), hay poca gente y los precios de los vuelos y lugares de estancia son más bajos. En fin, acompáñenme en la caminata y espero que les guste...

Un paseo por el sur de Gran Canaria

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Un paseo por el sur de Gran CanariaA la isla de Gran Canaria se le suele llamar “el continente en miniatura”, y con razón: en unos minutos de coche puedes pasar de paisajes verdes y húmedos en el norte al frío intenso de montaña en el centro o a tostarte al sol de las playas en la costa. Hoy vamos a dar un paseo por una de las zonas más turísticas, que los grancanarios llamamos genéricamente “el Sur”: desde Bahía Feliz hasta la playa de Meloneras, cruzando San Agustín, Playa del Inglés y Maspalomas. Hay auténticas maravillas y otras zonas bastante feas, pero en general en mi opinión es un sitio que vale la pena conocer y desde luego la calidad de vida aquí es espectacular (viene gente de toda Europa de vacaciones y también a vivir; muchos de mis amigos son precisamente extranjeros que se quedaron en la isla enamorados del clima, la naturaleza o la gente).

Empezamos el camino a las 9:30 de una mañana de primeros de mayo. La temporada alta aquí es el invierno con europeos -desde noviembre hasta Semana Santa- y en verano con españoles, aunque para mí estos meses intermedios son los mejores: el clima es suave como el resto del año (siempre entre 22 y 28º), hay poca gente y los precios de los vuelos y lugares de estancia son más bajos. En fin, acompáñenme en la caminata y espero que les guste...

“Bahía Feliz” es la primera urbanización turística que uno encuentra viniendo desde el norte por la autopista que viene desde la capital (Las Palmas). Es un sitio pequeño y tranquilo, orientado al turismo de los países nórdicos.

El edificio rosa de la izquierda es un hotel (se llama “Orquídea”), del que yo destacaría que tiene el -para mí- mejor pequeño spa de la isla si lo que buscan es solo piscinas con chorros de hidromasaje y saunas, o quizá algún tratamiento personal; y encima es muy barato y tienen ofertas. Hay otros centros enormes con mil chorradas de nombres exóticos para timar a los ignorantes, pero si lo que quieren es simplemente pasarse unas horas agradables y cuidar el cuerpo no solo se lo recomiendo sino que posiblemente coincidiremos alguna vez.

Al otro lado de la urbanización tenemos la costa, que en esta parte es casi toda de piedras. Aparte de los apartamentos para turistas también hay una línea de bungalows de propietarios que viven aquí por las vistas al océano y lo bien comunicada que está la zona (la salida a la autopista está muy cerca).

La playa de ahí delante (de arena y rocas normalmente, ahora con las corrientes más bien solo rocas) se llama “Playa del Águila”: para mi gusto muy fea y más con ese edificio rosa cutre-salchichero ahí en medio plantado, mejor nos la saltamos.

Nos separamos un par de cientos de metros del mar por un momento, porque quiero enseñarles lo que sí me gusta de esta zona: los colores de la tierra, esa combinación de negros, marrones oscuros y verdes.

Por cierto, ¿ven esa carretera con un túnel al fondo? Es el camino a “Sioux City”, una atracción turística montada como una auténtica ciudad del oeste americano (el paisaje recuerda bastante) en la que se hacen todo tipo de shows temáticos incluyendo las típicas peleas de pistoleros o bailes de chicas enseñando las enaguas en el saloon.

Volvemos al mar, dejando atrás la Playa del Águila para ver esta serie de pequeñas calas; la última es la más conocida y se llama “Playa del Pirata”. La mayoría de estas casas son de europeos que vinieron unos días de turismo y se quedaron, o bien tienen estas viviendas como residencias de invierno. La próxima foto está sacada desde lo alto de las escaleras del fondo...

Al otro lado de la elevación que acabamos de subir el paisaje cambia completamente: estamos en la zona de la playa de San Agustín, que es la primera que vemos a la izquierda.

Esta zona fue construida hace unos 30-40 años y por aquí abundan los suecos: la iglesia sueca está por aquí, hay complejos de apartamentos habitados principalmente por suecos, etc.

Saco esta foto desde la playa de San Agustín mirando atrás para que vean la elevación que acabamos de pasar (he tomado la foto anterior desde la parte alta).

Hace varias décadas el turismo aquí se dividía en San Agustín como zona “tranquila”, y Playa del Inglés (llegaremos más adelante) como más de animación; hoy San Agustín se ha quedado algo viejo y hay otras zonas más modernas y mejores que se han quedado con el peso en este tipo de turismo.

Pasando la playa nos encontramos que el paseo sigue una línea de rocas. Esta parte me encanta para venir a caminar de noche, el rumor del mar haciendo entrechocar las piedras con la resaca de las olas es un placer para disfrutar en silencio.

Por cierto, por aquí además de gente pescando en las rocas se ven cangrejos enormes y de cuando en cuando algún lagarto calentándose al sol. Todos disfrutan igualmente de la calidad de vida...

Detrás de los apartamentos de primera línea del mar aquí tenemos el “Centro comercial San Agustín”, que debe tener como unos 40 años y que hoy día está viejo y no tiene mucho atractivo que digamos.

Pero he querido detenerme aquí un momento para enseñarles algo que quiero recomendarles:

“Adio Mare”, mi restaurante favorito: cuando lo vi por primera vez pensé que era otro local para turistas sin más, pero me comí un kebab del tamaño de mi brazo que estaba DE MUERTE y no me extrañó que hubiera tanta gente haciendo cola para comer allí con el resto de restaurantes mediovacíos. Hoy han tenido que abrir un local al lado para meter a todo el mundo, los dueños son escandinavos (inmigrantes de Europa del este) y el sitio es buenísimo, los ingredientes son de calidad y encima los precios son tirados. Además de los superkebabs a mí me encanta el salmón al horno que es impresionante (lo suelo tomar para cenar porque no hay quien digiera un kebab de estos por la noche), pero todo el mundo dice que cualquier cosa que pidas está deliciosa...

Aquí voy a venir cuando acabe mi paseo: entre que ya caerá sobre el mediodía y la caminata lo voy a disfrutar.

Todavía salivando por lo que me espera después llegamos a la playa de Las Burras, donde por cierto yo pasé muchos veranos de mi infancia:

A diferencia de otros lugares (por ejemplo el Mediterráneo español) en Canarias ni siquiera en lo más alto de la temporada se ven esas playas hipermasificadas donde casi no se puede estar de lo asfixiante que resultan. Hay espacio más que de sobra para nuestra capacidad turística, y uno siempre encuentra un lugar despejado para tomar el sol con tranquilidad. Seguimos...

Hablando de tomar el sol con tranquilidad, miren a quién me he encontrado:

Lo que MÁS me gusta del Sur con muchísima diferencia es la cantidad de gatos que hay por todas partes. Además están acostumbrados a que los turistas los alimenten y se dejan acariciar todo lo que quieras, lo cual por supuesto aprovecho yo y no dejo pasar un gato que me encuentre sin achucharlo un buen rato. He vivido varias veces en diferentes zonas del Sur y siempre he tenido un montón de gatos rondando por casa, si los tratas bien y saben que contigo tienen refugio y tranquilidad se harán tus amigos muy fácilmente... Y si además se te ocurre darles comida alguna vez ya no te los sacarás de encima nunca más.

Durante el día hace demasiado calor y no se ven tantos (aparte de los que encuentras echando la siesta en algún trozo de sombra), pero a partir de la mediatarde empiezan a aparecer para delicia de la gente que los mima a discreción.

Por cierto, un detalle: en invierno con los turistas europeos (muy civilizados y cariñosos con los animales) salen muchísimo más que en verano, la temporada de españoles. Los gatos son listos y saben quiénes son de fiar y quiénes no...

Estamos ya en la “Playa del Inglés”, de las zonas más famosas de la isla para los turistas. La urbanización está en una parte elevada del terreno, y la playa en sí es ese trozo que ven con hamacas y más gente entre la línea de roca de ahí delante y esa franja alargada de plantas en medio de la arena, más lejos. No hay realmente una separación física entre El Inglés y las playas de ambos lados, simplemente se le llama así a esa parte.

Esta es una zona de turismo de “masa”: mucho cemento, apartamentos, hoteles, más apartamentos, más hoteles, bares, más bares, centros comerciales y discotecas. Turismo barato y poco exigente, haciendo un aparte para el público gay (del que hablaremos en seguida).

De las aproximadamente 100 fotos que he hecho en este paseo más de la mitad son de gatos, hay tantos que me darían para un especial monográfico sobre ellos...

Dos ejemplos de lo que es Playa del Inglés, yo creo que las imágenes hablan por sí solas:

Esta zona fue en su momento una referencia porque hace 30 años no había mucho más. Hoy (afortunadamente) hay otras de mejor calidad; y aparte de los canarios que tienen un apartamento porque sus padres lo compraron hace años y está ahí, El Inglés ha quedado para los jóvenes que vienen a pasar su semana de fin de curso en las discotecas, los viejos que llevan toda la vida viniendo por costumbre al mismo apartamento, alguna pareja joven despistada y los gays.

Y hablando de gays, llegamos al mayor centro gay de toda Europa y al que vienen homosexuales de todo el contienente: el centro comercial Jumbo.

Este lugar (enorme) sufría la misma decadencia del resto de la zona hasta que los gays lo “adoptaron”. Hoy día conviven aquí las tiendas de ropa o baratijas, los bares, cafeterías y restaurantes y discotecas, con locales gay, tiendas de productos gay, sexshops de todo tipo, espectáculos drag-queen y mucho más. A estas horas naturalmente no hay mucha animación pero por la noche esto está que saltan chispas, y puedes ver a la parejita con un carrito de bebé pasar al lado de los machos peludos vestidos de cuero con gorras de policía.

Un detalle revelador sobre hasta qué punto la gente aquí es tolerante en todos los sentidos y con todo el mundo: en este lugar, junto a todos los sitios gays (que se anuncian como gays con carteles enormes) hay una mezquita. Nadie se mete con nadie, vive y deja vivir...

Volvemos a la “promenade” y vamos terminando de pasar El Inglés para acercarnos a una maravilla, la joya entre las joyas: con toda seguridad una de las mejores playas del mundo, las Dunas de Maspalomas.

Maspalomas es en gran parte una playa nudista, con algunos puntos concretos “ocupados” por los gays. Como por supuesto el nudismo no es obligatorio y a mucha gente le gusta recorrerse la superplaya de punta a punta caminando (hora y media más o menos), una imagen muy habitual es ver a las familias tradicionales en bañador tomando el sol o paseando por la orilla, junto a gente desnuda tirada en la arena o cruzando la línea de los caminantes para meterse en el agua. Yo nunca he sabido de nadie que haya tenido problemas con nadie por estos temas, tolerancia absoluta.

Kilómetros, kilómetros y kilómetros de arena...

Gran Canaria tiene cosas bonitas y cosas feas como cualquier otro lugar, pero en cualquier otro lugar no tienen algo así. Saltas de la avenida a la arena y te pones a caminar, y estás en otro mundo... Si hubiera que destacar una sola razón por la que vale la pena venir aquí al menos una vez en la vida, aquí la tienen.

Esa cosita vertical que asoma al fondo es el “Faro de Maspalomas”, el final de la playa y el extremo sur de la isla. A nosotros aún nos queda un buen trecho hasta llegar hasta allí; hay gente que como ven decide cruzar directamente por las dunas (tienen un largo rato de subir y bajar arena), pero yo voy a dar un rodeo para enseñarles la urbanización de Maspalomas que como verán no tiene ni punto de comparación con El Inglés.

Ahí lo tienen: bungalows, zonas verdes, campos de golf... Esto ya tiene otra pinta, ¿verdad?

Si se fijan, al fondo asoman las dunas y más lejos tenemos el Faro de Maspalomas aún en pequeñito. Lo que tenemos delante es una zona llamada “Campo Internacional”, que va desde El Inglés (donde estoy yo haciendo la foto, ya en el borde) hasta el faro y la zona que empieza a partir de allí.

Si uno quiere venir de apartamento en lugar de a un hotel, en mi opinión esta es la mejor opción de esta zona del Sur. En otros sitios de la isla se pueden encontrar lugares incluso mejores, aunque quizá están demasiado apartados y tienen el inconveniente de que te puede hacer falta un coche (nota al margen: el servicio de autobuses interurbanos de la isla es espectacularmente bueno y todos los turistas coinciden en ello).

Yo he vivido aquí un tiempo y tengo que decir que la calidad de vida es increíble, todo el vecindario es por el estilo y como además está pegada a los servicios de Playa del Inglés si quieres animación en un momentito te puedes poner allí... Pero cuando llegas a casa y quieres tranquilidad tienes toda la que quieras (salvo el par de meses de verano en que esto se llena de familias de canarios haciendo barbacoas, organizando fiestas y en general montando jaleo). Ah, y lo mejor de todo: esta parte está aún más llena de gatos si cabe que el resto, están por todas partes.

Así como en Playa del Inglés en los bajos de casi todos los edificios hay locales de consumo y ocio, como aquí las construcciones son más bien complejos de bungalows nos encontramos con que los servicios están agrupados en un par de pequeños centros comerciales mucho menos bulliciosos (y exitosos) que en El Inglés.

Aquí hago yo un alto para comprar agua y algo de fruta en el supermercado, y seguimos.

Esta foto se la he incluido para que tengan una vista de las montañas desde este punto de la isla, y de paso les explico por qué hay por aquí canales secos como este.

En Gran Canaria llueve poco, y en esta parte de la isla casi nunca; como antes no estábamos preparados para las pocas veces que caía algo, cuatro gotas bastaban para inundarlo todo y causar problemas... Así que hace años tuvieron que buscar una solución, y por eso tenemos ahora estos canales que sirven de desagüe hacia el mar cuando se necesita. Yo voy a seguir este para ir llegando ya al faro.

De camino, y ya rozando las dunas otra vez, me he encontrado con estos amigos:

Esto es una atracción más para los turistas: alguien ha traído dromedarios de algún sitio (desde luego no son de aquí) y les llevan a dar un paseo por entre las dunas para que se sientan un poco como Indiana Jones. En fin, mientras se dejen la pasta todos contentos... Estos chicos estaban rumiando tranquilamente en su rato de descanso cuando me detuve a tomarles la foto, y parece que están muy acostumbrados a los curiosos.

El canal que hemos venido siguiendo, así como las dunas, terminan en lo que se llama “la charca de Maspalomas”. Es un espacio biológico protegido y parece que tiene particularidades muy especiales; yo no dudo de que será cierto si así lo dicen, pero no le veo nada extraordinario y la verdad es que me parece un simple laguito (y bastante feo, por cierto).

Y ahora sí, llegamos al Faro de Maspalomas.

Este es el punto más al sur de Gran Canaria; de hecho yo estoy sacando la foto al final de este pasillo que ven con el mar rompiendo detrás de mí, así que estoy literalmente en el extremo más meridional de la isla.

A la derecha están la charca, las Dunas de Maspalomas y el camino que hemos venido siguiendo hasta ahora; a la izquierda viene a continuación la última parte de nuestro paseo, una bonita y moderna avenida con el mar a un lado y al otro una serie de grandes hoteles construidos de unos pocos años para acá. A mí realmente no me gustan los hoteles tan grandes, prefiero los más pequeños y lujosos donde el trato a los clientes es más personal (como los sitios donde siempre he trabajado); pero si fuera un turista buscando buenas ofertas, una situación bastante cerca del mar y servicios razonablemente buenos, desde luego estos “resorts” serían mi primera opción.

En seguida nos ponemos en marcha de nuevo, ya estamos muy próximos al final de nuestro paseo...

¿Ven lo que les decía? El paseo junto al mar con sus zonas verdes y demás, y de paso al fondo (a lo lejos) se asoman otras zonas turísticas separadas de la que hemos conocido hoy. Hay muchos otros lugares interesantes más allá (como mi parte favorita de la isla, la de Arguineguín-Patalavaca), pero verán que el trocito que nos queda a nosotros para hoy también tiene algunas cosas que ver.

Ya en la promenade vemos cafeterías con terrazas súper agradables, zonas comerciales de buen aspecto y espacios verdes.

Por aquí el nivel de los turistas suele oscilar entre la clase media sin apuros económicos, y la clase superalta de los ricachones de los hoteles de gran lujo (yo he trabajado en dos de ellos que están muy cerca de aquí). Aunque se ven de otras nacionalidades, lo que más se ve en esta parte con diferencia son alemanes.

Aquí tenemos un ejemplo de hotel de esta zona: lo han construido para que parezca un pueblito (la “iglesia” es la recepción) pero es un complejo hotelero. Por cierto que de vez en cuando quedo con mis amigos para irnos a algún hotel a desayunar en algún domingo, y este es el que más me gusta para esto; es un 5* y la comida -al menos en los desayunos- es muy buena, aunque si me tuviera que alojar como cliente no sería mi primera opción porque hay otros por aquí que también están bien y que quedan más cerca de la playa.

Este es el final del paseo: aquí acaba la avenida(más allá ya habría que ir campo a través) y nuestra mañana de caminata. Son justo las dos de la tarde, he pasado casi 4 horas caminando mas media hora larga acariciando gatos: aproximadamente 14 kilómetros de marcha, me voy a la parada de autobús directo a comerme ese kebab que me está esperando y luego a Bahía Feliz de nuevo a buscar el coche para ir a casa. Espero que hayan disfrutado tanto como yo de este rato juntos, ¡hasta otra! -Mandelrot-

La playa de Meloneras: normalmente es totalmente de arena, pero en algunos momentos puede pasar que si ha habido corrientes fuertes el agua “desnude” la roca y durante algunas semanas se vea así. Es mucho más tranquila que Maspalomas y hay turistas que prefieren alojarse en hoteles más cercanos a ella para pasar sus vacaciones.