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Citar como: Gamboa-Gaitán MA. 2016. Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos, pp. 51-66 en:
Botánica general: Introducción al estudio de las plantas. Universidad Nacional de Colombia, Departamento de
Biología, Laboratorio de Biología Tropical. En revisión.
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
Introducción
La historia de la interacción de las plantas con los seres humanos se remonta a los mismos orígenes de la humanidad y ha
sido, en general, una historia negativa para las plantas, pues el desarrollo de las sociedades humanas ha causado gran
deforestación y extinción de especies. Sin embargo, debido al proceso de domesticación y aparición de la agricultura,
algunas especies vegetales se beneficiaron al ser cuidadas y propagadas por el ser humano, aumentando así su rango de
dispersión. Los humanos han obtenido de las plantas alimento, sustancias medicinales y materias primas, por lo que es
importante estudiar el recurso vegetal y su impacto en la sociedad. La disciplina encargada de abordar el estudio de las
interrelaciones de las plantas y los seres humanos se denomina etnobotánica, la cual aborda aspectos como la
domesticación, el mejoramiento por métodos tradicionales y el uso religioso y medicinal de las plantas y sus productos
derivados. Mientras que la etnobotánica tiene que ver más con el uso de las plantas por parte de las comunidades nativas, la
botánica económica y la agricultura se entienden más asociadas con las sociedades industrializadas modernas.
Contenido
3.1. Las plantas usadas por la humanidad constituyen una pequeña fracción de la biodiversidad vegetal total.
3.2. El uso de la vegetación por las comunidades antiguas es la base de todo el conocimiento botánico actual.
3.3. La etnobotánica es una ciencia interdisciplinaria.
3.4. La agricultura y la botánica económica tienen que ver con el uso lucrativo de las plantas.
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
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3.1. Las plantas usadas por la humanidad constituyen
una pequeña fracción de la biodiversidad vegetal
total.
Un estimado conservador de la vegetación terrestre
indica que existen unas 265,000 especies de plantas, de
las cuales se cree que tan sólo alrededor de 3,000 han
sido usadas por la humanidad. Esto significaría que
solamente un bajísimo 1.13 % de las plantas han sido de
importancia económica, medicinal o religiosa para el ser
humano, pero lo cierto es que el dato real es aún más
bajo, ya que sólo unas 120 especies representan el grueso
del uso actual. De estas 120, solamente unas 25 poseen
verdadera importancia internacional, llegando al extremo
de depender de sólo tres especies de ellas (arroz, trigo y
maíz), para obtener el 65 % de las calorías que consume
la humanidad hoy día. Esto significa que el recurso
vegetal está ampliamente inexplorado y por lo tanto
subutilizado, con el agravante que numerosos
ecosistemas están amenazados de desaparición por la
actividad antrópica. Esto podría conducir a la extinción
de especies útiles antes que se conozca sus propiedades
benéficas (Figura 3.1).
Esta actitud de depender de pocas especies para
su alimentación con la tendencia a tener grandes
extensiones de monocultivos, es propia de la civilización
occidental, en la que se exhibe una clara aversión hacia
alimentos exóticos y desconocidos. A la llegada de los
conquistadores españoles a América, por ejemplo, la
civilización Inca utilizaba decenas de especies de las
cuales los conquistadores aceptaron realmente sólo
pocas, como el maíz, la papa, el ananá (especie a la que
ellos bautizaron <<piña>>) y las variedades de ahuyama
y ají. Numerosas especies alimenticias como lupinus,
papas silvestres, ulluco, quenopodios, amarantos, etc.
(Figura 3.2), fueron despreciadas por los europeos y hoy
se cultivan solamente en algunas comunidades indígenas
que sobrevivieron aisladas en la alta montaña andina. El
grueso del gran tesoro etnobotánico americano es
realmente desconocido para la humanidad, situación que
probablemente también se presenta en otras regiones
biodiversas del planeta (Asia y África), donde los
europeos también colonizaron.
3.2. El uso de la vegetación por las comunidades
antiguas es la base de todo el conocimiento botánico
actual.
Los humanos antiguos pudieron habitar y crear
civilizaciones grandes en zonas del planeta que hoy
aparentan ser inhóspitas, por lo cual su astucia y
adaptabilidad son dignas de admiración. Esto llevó a
concluir que obtener y preservar la información de las
comunidades indígenas, particularmente en lo referente a
sus prácticas agrícolas, es de vital importancia para la
agricultura moderna. Desafortunadamente, los procesos
de colonización del mundo occidental han provocado que
gran parte del conocimiento de esas culturas
desapareciera, por lo que se justifica plenamente la
inversión de un gran esfuerzo en el trabajo con las
comunidades nativas. Además del conocimiento ancestral
indígena, es igualmente importante para la agricultura
moderna la preservación de las variedades cultivadas y
sus parientes silvestres, a lo cual se denomina en
conjunto el acervo genético de las especies. Este
reservorio de genes es la materia prima con la cual se
trabaja en un aspecto clave para la seguridad alimentaria
mundial, como es el mejoramiento de los cultivos. Es
oportuno aclarar, sin embargo, que el uso de las plantas
por parte de las comunidades indígenas no se limita
solamente a sus propiedades alimenticias, ya que de la
vegetación se obtuvo gran provecho en aspectos médicos
y culturales, como en la realización de ritos mediados por
el consumo de sustancias fisiológicamente activas. Estos
aspectos son abordados por la ciencia denominada
etnobotánica, como se verá a continuación.
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
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3.3. La etnobotánica es una ciencia interdisciplinaria.
La etnobotánica es el campo del conocimiento donde
confluyen dos grandes disciplinas: la que estudia la
cultura (antropología) y la que estudia las plantas
(botánica). Esto hace de la etnobotánica una actividad
intelectual compleja e interesante, derivada de la unión
de ciencias bastante amplias en sí, cuya existencia como
disciplina científica está plenamente justificada dado el
gran impacto que han tenido las plantas en todas las
civilizaciones conocidas, en aspectos como la
alimentación, la salud, la elaboración de vivienda y
objetos cotidianos, los ritos culturales, etc. El término fue
usado por primera vez en 1895 por el botánico John W.
Harshberger y la disciplina se posicionó académicamente
durante el siguiente siglo debido al trabajo de Richard E.
Schultes.
Actualmente hay numerosas personas trabajando
en este campo (Figura 3.3.) y la disciplina ha ganado
respeto al interior de la comunidad científica, si bien la
financiación es aún escasa. En Colombia las
comunidades campesinas, de negritudes y –muy
especialmente- las de los grupos indígenas, aún poseen
mucho conocimiento etnobotánico que está en peligro de
desaparecer, por lo que su recuperación y estudio debiera
ser prioritario en los planes de desarrollo de la nación.
El etnobotánico moderno se apoya en numerosas
herramientas arqueológicas, lingüísticas, químicas,
folclóricas y culturales para poder acceder al
conocimiento que las comunidades nativas poseen acerca
del recurso vegetal. Este es un aspecto muy delicado, por
lo que el etnobotánico debe poseer conocimientos de
economía, política y diplomacia, además de mucho
sentido común, que le permitan abordar de manera
correcta a las comunidades en las que piensa desarrollar
su trabajo, particularmente a las comunidades indígenas.
Muchas de estas personas sienten que han sido
expropiadas de su conocimiento para beneficiar
económicamente a compañías multinacionales o a gente
ajena a su comunidad o etnia, por lo que es común
encontrar reticencia cuando se las contacta con el fin de
realizar estudios etnobiológicos. Es importante enfatizar
que la información etnobotánica obtenida de las
comunidades nativas debe hacerse con su pleno
consentimiento y debe ser usada sólo con fines altruistas,
tales como la elaboración de los planes de desarrollo, la
conservación del conocimiento ancestral y la tradición
oral, la construcción del conocimiento científico, etc.
3.3.1. Las plantas alucinógenas constituyen uno de los
temas más interesantes para los etnobotánicos.
Las plantas alucinógenas han sido usadas por la
humanidad desde hace varios miles de años, a pesar de lo
cual es poco lo que se conoce acerca de la forma en que
afectan la mente humana. Su capacidad de producir
alucinaciones en todos los sentidos, auditivas, gustativas,
visuales, táctiles, olfativas, y aún en la psiquis, hicieron
que las culturas primitivas las consideraran medios
propicios para contactar al mundo supranatural. Aún hoy
muchas personas recurren a estas plantas para muy
diversos propósitos, si bien su modo de acción no es bien
entendido. La gran cantidad de sustancias
fisiológicamente activas derivadas de las plantas que
producen variados efectos en la mente y el cuerpo, han
sido tema de estudio en la fisiología, la psiquiatría y la
psicología, áreas que intentan obtener provecho de dichas
sustancias con fines terapéuticos e investigativos. Es
relevante para el quehacer del botánico, conocer términos
tales como narcótico, tóxico y psicotomimético, los
cuales serán revisados a continuación para encontrar su
relación con la alucinogénesis.
El término narcótico se deriva del vocablo
griego ναρκούν que hace referencia a un estado
entumecido, adormilado, por lo que se usa para designar
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
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sustancias que en última instancia producen sueño, ya
que deprimen el sistema nervioso central. El término se
usa incluso para sustancias que pueden producir estadios
intermedios de euforia o gran actividad, por lo que el
tabaco y el alcohol deben ser considerados narcóticos.
Sin embargo, popularmente la palabra narcótico está
asociada a drogas ilícitas que causan adicción, como los
derivados del opio y la cocaína, esto debido
principalmente a la persecución que el gobierno de
Estados Unidos ha mantenido contra una serie de
sustancias tanto dentro como fuera de su territorio. Los
expertos en el tema reconocen en general las propiedades
narcóticas de los alucinógenos, aunque ninguno de ellos
cause adicción.
Otra situación interesante y ligada al consumo
de sustancias es la toxicidad, que es una propiedad
conferida por muchos compuestos químicos comúnmente
hallados en las plantas, la cual no es inherente al
compuesto en sí, si no a la dosis en que se administre y a
la situación fisiológica del consumidor. Muchas plantas
alucinógenas pueden intoxicar e incluso matar si son
ingeridas de forma inadecuada, lo cual también es cierto
para sus principios activos purificados. Es preciso, sin
embargo, ver los bemoles de la intoxicación.
La cafeína, por ejemplo, en dosis normales es un
estimulante que no causa alucinaciones, pero en exceso
es muy peligrosa, capaz de ocasionar la muerte. Es
evidente entonces, que aunque los alucinógenos son
tóxicos, ya que su efecto se debe a una intoxicación, no
todas las sustancias tóxicas son alucinógenas. Aquí se
debe hacer una aclaración acerca de lo que significa
intoxicación, ya que los autores no están de acuerdo en
este tema tampoco. De hecho, algunos definen las
alucinaciones verdaderas como estados mentales que
surgen luego de ingerir sustancias a concentraciones no
tóxicas, pero la cantidad de sustancia que no produce
alucinación es imposible de fijar como una constante, así
como es muy difícil establecer si un organismo alterado
fisiológicamente está intoxicado o no. Marcar los límites
en estos temas parece muy subjetivo y estará sujeto a
discusión durante mucho tiempo.
Por último, el término psicotomimético se acuñó
para indicar la propiedad de inducir estados psicóticos
por parte de algunas plantas y sustancias, ya que al
parecer la alucinación no se produce siempre
(nuevamente hay que tener en cuenta la dosis y el estado
de la persona), pero sí puede haber cambios en la
percepción, pensamiento, estado de ánimo, etc. Ante la
inexistencia de una palabra que abarque todos los estados
posibles inducidos por el consumo de estas sustancias, se
han creado muchos términos, tales como enteógenos,
eidéticos, psicodislépticos, psicotaráxicos, esquizógenos,
etc., cuya discusión escapa al alcance de este libro y por
lo tanto deben ser consultados en obras especializadas en
el tema. En la tabla 3.1 se presenta una muestra
representativa de algunas plantas alucinógenas
neotropicales comúnmente usadas, con algunos datos
relevantes.
3.3.2. Las plantas medicinales usadas por las
comunidades nativas son abundantes y representan
un gran potencial para la medicina moderna.
Durante la mayor parte de su historia, la humanidad sólo
tuvo acceso a las plantas y animales como fuente de
medicinas para tratar sus problemas de salud. Toda
cultura humana desarrolló algún grado de conocimiento
de las plantas y animales de su entorno que poseían
propiedades curativas. Desafortunadamente dicho
conocimiento ha llegado incompleto a nuestros días o
incluso ha desaparecido totalmente en algunos casos,
dado que muchas culturas pasaban sus saberes de forma
oral entre las generaciones, estrategia que es muy
vulnerable a los procesos aculturadores de Occidente.
Actualmente muchas personas recurren a las plantas
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medicinales o sus derivados para tratar dolencias de todo
tipo (Figura 3.4), desde los problemas físicos hasta los
psíquicos y afectivos. Sin embargo, es justo decir que en
muchos de estos casos se carece de un fundamento
científico que sustente la acción curativa de las plantas y
los brebajes disponibles en el mercado. No hay que
descartar que los beneficios obtenidos, al menos en
algunos casos, hayan sido el resultado del efecto placebo.
El uso de la flora medicinal no está limitado a
las comunidades indígenas o a la población marginal,
pues tanto en el campo como en las grandes ciudades hay
amplia demanda de las plantas curativas (Figura 3.5).
Éstas se pueden usar solas, como complemento o incluso
en lugar de la medicina occidental, lo que no deja de ser
riesgoso ya que un consumo inadecuado de una planta
medicinal puede ser inútil contra la enfermedad, o
incluso contraproducente, habiéndose registrado incluso
accidentes fatales por el mal uso de plantas o sus
productos. Es necesario llamar la atención sobre este
tema porque este es un campo que se presta mucho para
la especulación y la charlatanería, particularmente porque
se está viviendo una tendencia mundial a volver al uso de
los productos naturales y la gente está ávida de este tipo
de consumo. Pocas plantas tradicionalmente usadas como
medicinales han sido estudiadas químicamente para
demostrar cuales principios activos poseen y en qué
concentración, por lo que los pacientes están sujetos a las
variaciones naturales de las plantas y al buen juicio del
herborista. Es necesario incrementar la investigación en
el campo de la fitoquímica para caracterizar dichos
principios y conocer la forma adecuada de suministrarlos,
entre otras cosas porque la tasa de deforestación es muy
alta y muchas especies vegetales están en peligro de
extinción.
Ahora bien, hay muchas plantas que sí han sido
usadas efectivamente en el tratamiento de enfermedades,
habiéndose incluso aislado los principios activos de
algunas de ellas, en los que subyacen sus propiedades
terapéuticas (Tabla 3.2). La literatura al respecto es muy
abundante para Colombia, donde se realizaron varios
estudios recopiladores de este tipo de información
durante el siglo pasado, por lo que el listado de plantas
nativas de nuestro país con propiedades curativas es
extenso. No todas ellas, hay que decirlo, han sido
estudiadas fitoquímicamente, pero es alentador saber que
existe una diversa botica aún inexplorada.
3.3.3. Etnobotánica y patentes.
Un continuo y candente debate es el que se libra en torno
al tipo de productos o conocimiento que debiera ser
patentado. En numerosas oportunidades ha habido
conflicto entre los intereses de las comunidades nativas y
las empresas que invierten en investigación
farmacológica para patentar sus productos. Si bien las
multinacionales hacen grandes esfuerzos económicos,
son las comunidades indígenas las que durante
generaciones aprendieron y transmitieron el uso de las
plantas, conocimiento que no recibe ninguna paga por
parte del hombre occidental. El escenario tradicional es el
de un académico que recolecta especímenes e
información de alguna comunidad para producir artículos
científicos, aislar principios químicos y describir especies
nuevas, básicamente. Las empresas que financian estas
actividades generalmente intentan patentar el proceso de
extracción de los compuestos o incluso los compuestos
mismos, lo cual generará ganancias que jamás llegarán a
las comunidades que aprendieron a usar las plantas o que
en algunos casos incluso las domesticaron. Cuando dicha
recolección se hace sin consultar a los indígenas o
incluso con su consentimiento pero de manera engañosa,
se incurre en el delito de biopiratería, según lo
establecido en el Convenio de Diversidad Biológica
suscrito en 1993.
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
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Las patentes obtenidas a partir de muestras
biológicas recolectadas de forma irregular pueden ser
canceladas, como ya ocurrió con la especie silvestre del
yagé o ayahusca (Banisteriopsis caapi), que
fraudulentamente fue reportada como una nueva variedad
sobre la cual se realizó una patente. La demanda
fructificó basándose en principios de justicia, ya que se
consideró que hubo una expropiación inmoral de la
herencia biológica y tradicional de las culturas indígenas
amazónicas. Desafortunadamente, la biopiratería es una
práctica de larga data, pues ya hacia el 1500 aC los
egipcios traían plantas útiles de sus expediciones
militares. Las famosas actividades de recolección
organizadas por los países desarrollados, como los viajes
en búsqueda de muestras biológicas de Darwin, los
muestreos de árboles de caucho del Brasil y quina de
Bolivia y Perú por parte de los ingleses, las misiones
navales de E.U.A. al Japón, incluso los viajes de
recolección de Schultes en el recientemente concluido
siglo XX, no serían considerados legales hoy día.
La actual legislación mundial reglamenta la
obtención de recursos biológicos y de sus respectivas
patentes en una actividad que se denomina
bioprospección, que puede definirse como la búsqueda,
obtención y comercialización de nuevos productos y usos
de la biota mundial para mejorar la calidad de vida de la
humanidad de una manera ambientalmente sostenible. La
bioprospección está sustentada en los tratados
internacionales, las leyes nacionales y la autorregulación
profesional. Cabe mencionar aquí, que existen posturas
muy críticas frente a las patentes, que son consideradas
por algunos como la privatización del conocimiento, pues
se considera que éste debería ser patrimonio de la
humanidad.
Los tratados internacionales básicamente
reconocen los derechos soberanos de las naciones sobre
sus recursos biológicos, pero compromete a los países a
que conserven, desarrollen sosteniblemente y compartan
los beneficios de usar los recursos naturales. Las leyes
nacionales, de otra parte reglamentan la forma en que se
debe recolectar y procesar los recursos biológicos de
cada nación. Aunque bien intencionadas, hay que decirlo,
muchos protocolos y leyes nacionales han entorpecido la
labor de los científicos, por lo que este es un tema en
pleno desarrollo que debe ser revisado continuamente.
Por último es importante decir que la autorregulación
profesional es un componente fundamental en el estudio
de los recursos naturales. Los científicos y académicos
deben desarrollar conciencia al respecto de las
consecuencias de recolectar excesivamente o en
momentos inapropiados, así como de la forma en que
obtienen información de las comunidades nativas y lo
que harán con la información obtenida. Muchas
organizaciones profesionales están implementando
políticas específicas para sus miembros en estos aspectos,
lo que significa un avance importante en la realización de
una bioprospeccción eficiente.
3.4. La agricultura y la botánica económica tienen que
ver con el uso lucrativo de las plantas.
Hay quien dice que la agricultura es el peor error en la
historia de la humanidad. Su llegada permitió el
sedentarismo de las poblaciones humanas y en la medida
que las técnicas agriculturales mejoraban, se empezó a
producir cada vez más alimentos en exceso. Esto condujo
a un incremento del tamaño poblacional, que pronto pasó
de ser aritmético a exponencial, lo que obligó a su vez a
expandir más la frontera agrícola para poder proveer
alimento a la creciente población humana. Esta situación
se tornó circular y provocó que el número de seres
humanos pasara de unos cinco millones en el momento
de la aparición de la agricultura, a más de 7,000 millones
en la actualidad. Como es apenas lógico deducir, el
cultivo de plantas para proveer alimentos se constituyó
rápidamente en un gran negocio, ya que las naciones
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
57
podían sostener sus ejércitos y alimentar su población
con base en las plantas cultivadas y sus derivados. El
poseer alimentos suficientes garantizaba mano de obra
sana y, por supuesto, capacidad bélica para conseguir
recursos de otras partes.
Por ello la actividad botánica y la búsqueda de
plantas útiles, tanto de especies alimenticias como
medicinales, han sido una constante en todas las
civilizaciones humanas desde tiempos milenarios (Figura
3.6). Actualmente, la disciplina que se encarga del
estudio utilitario de las plantas se denomina botánica
económica y está probablemente en su máximo estado de
desarrollo histórico. Esto debido a la intensa búsqueda de
principios activos que realizan instituciones privadas y
públicas en muchos países, así como por el intenso
esfuerzo realizado para mejorar las variedades cultivadas
y para descubrir nuevas variedades silvestres.
3.4.1. La agricultura se desarrolló en varias etapas.
El mejoramiento de la actividad agrícola estuvo basado
desde su inicio en la selección de materiales que
convenían al ser humano, es decir, en la escogencia de
las semillas provenientes de plantas que mostraban las
características más deseables para cultivarlas, tales como
mayor productividad, mejor sabor o digestibilidad,
resistencia a condiciones adversas, etc. Esta puede
considerarse la primera fase de la agricultura y abarcó
casi la totalidad de su historia, desde sus inicios en varias
partes del planeta hace unos 10,000-15,000 años, hasta la
primera mitad del siglo XX. Precisamente es a principios
del siglo pasado cuando se inicia la denominada segunda
etapa de la agricultura, ya que se adicionaron nuevas
estrategias como la realización de cruces para crear
híbridos y variedades de alto rendimiento, lo que mejoró
considerablemente la productividad de los cultivos.
Con las variedades genéticamente mejoradas y
el incremento en la eficiencia del manejo de los cultivos
se logró un extraordinario aumento de la productividad
agrícola, lo que condujo a la aparición de la Revolución
Verde. Ésta es la tercera etapa de la agricultura moderna
y abarcó las últimas tres décadas del siglo pasado,
durante la cual se incrementó dramáticamente la
productividad de los cultivos, principalmente de cereales,
en un intento altruista por acabar con el hambre en el
planeta. Esto, sin embargo, no se logró. Los críticos
incluso la culpan de empeorar las cosas debido al
desorden ambiental que provocó, ya que se aumentó
grandemente el uso de agroquímicos y de recursos
hídricos, lo que incrementó el deterioro general de
nuestro planeta.
La verdad es que si bien la Revolución Verde
produjo suficiente alimento para toda la humanidad, las
hambrunas no fueron eliminadas debido básicamente a
dos factores: el sobrepoblamiento y la falta de voluntad
política. El primero se refiere al hecho que el número de
personas en el planeta no ha dejado de crecer, sino que
por el contrario, la tasa de crecimiento poblacional sigue
aumentando. Sencillamente, la especie humana no para
de reproducirse. El otro factor, el político, hace referencia
a que no existe el deseo unánime de acabar las
hambrunas, ya que si hay gente sufriendo de hambre en
el planeta, no es porque falten alimentos, sino porque no
hay una distribución equitativa de los mismos. Mientras
en los países desarrollados la comida se desperdicia, en el
tercer mundo escasea.
La última gran etapa de la agricultura puede ser
considerada la del desarrollo biotecnológico que condujo
a los cultivos transgénicos, en la cual se ha intentado el
mejoramiento de los cultivares a través de la ingeniería
genética. Esta disciplina se basa en un conjunto de
técnicas que manipulan el material genético para
introducir características deseables en las plantas
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
58
cultivadas, tales como mayor resistencia a enfermedades
o aumento de la productividad. No está por demás decir
que mucha gente rechaza el consumo de este tipo de
productos por considerarlos innaturales y riesgosos para
la salud (Figura 3.7), por lo que se ha exigido a las
empresas que usan plantas transgénicas que etiqueten sus
productos anunciando este hecho. Su continua negativa a
hacerlo es motivo de una razonable sospecha por parte de
los críticos de estas tecnologías. El maíz y la soya son
cultivos en los que se ha logrado introducir exitosamente
genes foráneos que inducen mayor resistencia al estrés de
origen biótico, siendo los países que más cultivan este
tipo de plantas Estados Unidos, Canadá y Argentina.
Desafortunadamente, se ha comprobado que los genes de
interés introducidos a un cultivar pueden escapar de su
hospedero y alojarse en especies silvestres (no
cultivadas), lo que no deja de ser riesgoso (ver capítulo
20).
3.4.2. Las especies cultivadas han experimentado
cambios significativos durante su historia natural
debido a la intervención humana.
Antes de finalizar esta sección es pertinente hacer un
comentario acerca de la dinámica evolutiva de las
especies cultivadas, lo cual puede ayudar a comprender
mejor el devenir de la agricultura. Ésta empezó con las
especies silvestres ancestrales, las cuales eran escogidas
por los humanos si las encontraban útiles. Tales especies
silvestres se caracterizaban por poseer una alta
variabilidad genética, lo que inevitablemente producía
una alteración de las características deseables de la
especie. La continuidad del proceso de domesticación,
sin embargo, llevó a la aparición de las formas
intermedias, que poseían algunas de las características
que la humanidad encontraba deseables. En estas plantas
la influencia antrópica ya se hizo evidente y algunas de
ellas podían incluso no sobrevivir en la naturaleza. Luego
de mucho tiempo de cultivo aparecieron las variedades
tradicionales, también conocidas como razas nativas, que
están generalmente asociadas a los centros donde se
originaron las grandes civilizaciones. A partir de ellas y
apoyado en la actividad científica, el continuo proceso de
la domesticación llevó a la aparición de las variedades
modernas, las cuales condujeron a incrementos de hasta
más del 300% en la productividad de algunos cultivos.
Como puede verse, las especies silvestres fueron
cambiando de su forma ancestral a una más domesticada,
debido a la selección intencionada del ser humano. Esto
produjo notables alteraciones en las características
biológicas de las especies, ya que las actuales variedades
rinden más o son más resistentes a condiciones adversas
que sus ancestros, lo cual ha disminuido su
competitividad en la naturaleza, a tal punto que algunas
variedades ya no son capaces de sobrevivir si el ser
humano no las cultiva, como sucede con algunas
variedades de maíz. Es pertinente mencionar brevemente
que entre los animales domesticados también hay casos
de especies que muestran una completa dependencia del
ser humano para sobrevivir, como es el caso de algunas
razas de oveja o algunas razas de perros, piénsese en las
transformaciones que sufrió el lobo ancestral que se
asoció a las poblaciones humanas y fue domesticado
gradualmente hasta dar origen a razas de perros como el
French Poodle o el Chihuahua.
3.4.3. La preservación del hábitat y los bancos de
semillas son aspectos claves para la sostenibilidad de
la agricultura moderna.
El gran crecimiento de la población humana ha obligado
a la utilización intensiva de grandes extensiones de tierra
para el cultivo de las plantas que usa para su
alimentación. Esta expansión de la frontera agrícola es
constante y produce un efecto devastador en la
biodiversidad del planeta, afectando a la misma
agricultura porque ha destruido el hábitat natural de las
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
59
especies silvestres ancestrales de los cultivos, poniendo
en peligro de erosión genética caracteres importantes
para los cultivares, tales como la resistencia a
enfermedades y al estrés abiótico. Así pues, la alta
población humana hace necesaria la existencia de
monocultivos extensivos y muy productivos, en los
cuales no se promueve la recombinación genética para
que las plantas puedan conservar las características
agronómicamente deseables. Esto conlleva a que los
monocultivos estén compuestos de plantas genéticamente
homogéneas, es decir, con baja diversidad genética.
De esta manera se crea un escenario propicio
para la explosión demográfica de plagas y agentes
causales de enfermedades, dado que las plantas con una
angosta base genética son incapaces de defenderse
cuando aparece un patógeno con nuevas características.
Ante la necesidad de mantener la seguridad alimentaria
para toda la población humana, es necesario buscar
soluciones a estos problemas, que son típicos de la
agricultura moderna. Una contribución significativa para
solucionar este tipo de problemas, es la preservación de
los hábitats naturales en los que se dan las especies
silvestres emparentadas con los cultivares, ya que dichas
especies poseen información genética que puede ser
transferida mediante cruces o modernos métodos de
ingeniería genética a las plantas cultivadas, aumentando
así sus propiedades agronómicas deseables. Un buen
ejemplo de esta situación se da en el tomatero (Solanum
lycopersicon), especie que se mejoró mediante la
introducción de genes provenientes de un pariente
silvestre, Solanum habrochaites.
La otra contribución importante para el
mantenimiento de la agricultura extensiva es la
conservación de bancos de semillas (Figura 3.8), que son
colecciones de semillas vivas almacenadas en
condiciones que permiten su uso en el mejoramiento de
los cultivos, bien sea porque proveen material genético
novedoso para cruces, porque proveen semillas en caso
de escasez o porque reemplazan un cultivar
tradicionalmente usado que haya sido devastado por una
plaga o enfermedad. Los bancos de semillas poseen
colecciones de semillas de plantas de todo el mundo,
enfatizando en las que están cercanamente emparentadas
con los cultivos modernos. Varios cientos de bancos de
semillas existen actualmente en todo el planeta, siendo
uno de los más grandes el existente en Colombia en el
Centro Internacional de Agricultura Tropical (C.I.A.T.),
que alberga importantes colecciones de fríjol, yuca y
forrajes. Ahora bien, el mayor reservorio mundial de
semillas es la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en
Noruega, donde se construyó un refugio subterráneo con
capacidad para 2,000 millones de semillas de plantas
cultivadas, que serán usadas en caso de una emergencia
alimenticia global.
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ed. Litografía Arco, Santafé de Bogotá, Colombia.
Schultes RE & Hofmann A. 1982. Plantas de los dioses.
Orígenes del uso de los alucinógenos. Fondo de Cultura
Económica, México, D.F., México.
Simpson BB & Ogorzaly MC. 2001. Economic botany:
plants in our World, 3 ed. McGraw-Hill, Boston, E.U.A.
Figura de la portada del capítulo
Capítulo 3: Usos de las plantas por los seres humanos
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Figura 3.1. Avance de la frontera agropecuaria. Escenas como esta son comunes en varios ecosistemas neotropicales, donde
la extracción de madera y la expansión de la frontera agrícola y ganadera le quitan cada día más terreno a los ecosistemas
nativos. Paisaje en la Cordillera Occidental de Colombia, cerca a El Queremal, en la zona de amortiguación del Parque
Natural Los Farallones de Cali.
Figura 3.2. Plantas alimenticias domesticadas por las culturas precolombinas que son poco usadas actualmente. A) Achira
(Canna sp., foto cortesía A. Ferrier), B) quinua (Chenopodium sp., foto cortesía M. Chédel), C) ulluco (Ullucus sp., dibujo
de Sir William Jackson Hooker).
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Figura 3.3. El trabajo de campo con campesinos, colonos y comunidades indígenas es vital para el quehacer etnobotánico.
En la foto, investigadora de una Organización No Gubernamental dialogando con un líder comunitario en un día de campo
en los Farallones de Cali.
Figura 3.4. Productos de origen natural. Numerosos extractos y subproductos derivados de plantas están disponibles en el
mercado actualmente, pero es necesario tener presente que no todos ellos son producidos o comercializados de manera
correcta. De hecho, algunos son vendidos de manera engañosa pues no se conoce su principio activo o no se sabe si el
producto es realmente útil. Es por esto que los usuarios de productos naturales deben asesorarse bien antes de consumirlos.
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Figura 3.5. Oferta de plantas medicinales en un mercado urbano en Colombia. Puede apreciarse que no sólo el follaje es
usado, sino que también partes maderables y cortezas son aprovechadas por sus propiedades curativas.
Figura 3.6. La relación entre el ser humano y las plantas está registrada desde el mundo antiguo. En esta gráfica se muestra
la cosecha el trigo en el antiguo Egipto, según se registra en la tumba de Menna, en Sakkara (Imagen cortesía de
Dianabuja.wordpress).
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Figura 3.7. Activismo antitransgénico. Los cultivos transgénicos han recibido grandes críticas por parte de los grupos
ambientalistas y algunos sectores de la opinión pública. Esta gráfica muestra una protesta realizada en México contra el
maíz transgénico, al cual acusan de contaminar las variedades silvestres y por lo tanto de ser una amenaza contra la
diversidad nativa. Foto de http://mexicolibredetransgenicos.org/post/36270459972/productores-de-maiz-se-manifiestan-
frente-a-la.
Figura 3.8. Diversidad de semillas. Los bancos de semillas son reservorios donde se conserva la diversidad vegetal a largo
plazo y las leguminosas como las de la foto, son especialmente apreciadas para hacer bancos de semillas por su gran valor
nutritivo. Algunas especies poseen más capacidad de resistir a la desecación propia del almacenamiento (semillas
ortodoxas), mientras que otras sólo resisten poco tiempo y deben ser plantadas para renovar el banco (semillas
recalcitrantes).
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Tabla 3.1. Algunas plantas alucinógenas nativas del neotrópico. Los usos varían entre las comunidades indígenas.
PLANTA GENERALIDADES
Anadenanthera peregrina
(Fabaceae)
Conocida como yopo, es nativa de la cuenca del Orinoco. Sus
semillas pulverizadas, a veces mezcladas con otras plantas, son
inhaladas por la nariz en rituales indígenas. De esta especie se han
aislado alcaloides derivados de la triptamina.
Ariocarpus retusus
(Cactaceae)
Se le denomina roca viviente, ya que por su tamaño, color y forma
parece parte del suelo en el que habita. Nativa de México, de ella
se han aislado alcaloides feniletilamínicos.
Banisteriosis caapi
(Malpighiaceae)
El conocido yagé. Son lianas gigantes de América tropical, muy
usadas por las comunidades de las selvas húmedas bajas. Su
corteza se usa sola o combinada con otras plantas y en algunas
partes se usa como planta medicinal, ya que se le atribuyen
propiedades como ser purgante y emético (vomitivo).
Brugmansia aurea
(Solanaceae)
Esta especie es llamada borrachero. Está presente en zonas
andinas, junto a otras especies del género es muy usada en la
medicina tradicional. De ella se aísla la escopolamina.
Brunfelsia grandiflora
(Solanaceae)
Empleadas en la Amazonia, varios alcaloides se han purificado a
partir de sus tejidos y de otras especies emparentadas.
Canavalia maritima
(Fabaceae)
La canavalia es típica de zonas costeras, se dice que puede ser
usada en reemplazo de la marihuana. Semillas de esta planta han
sido halladas en tumbas precolombinas antiguas.
Lophophora williamsii
(Cactaceae)
El peyote es un cactus nativo de México, se usa con otras plantas
emparentadas para preparar fuertes alucinógenos.
Oncidium cebolleta
(Orchidaceae)
Quizá la única orquídea con propiedades alucinógenas, de uso
poco conocido, se ha aislado un alcaloide de esta especie.
Solandra brevicalyx
(Solanaceae)
De la solandra varios alcaloides han sido aislados, incluyendo
hiosciamina y escopolamina.
Virola theiodora
(Myristicaceae)
Presenta una resina roja que contiene los principios alucinógenos,
es originaria del Amazonas.
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Tabla 3.2. Algunas plantas medicinales nativas de la región neotropical. El uso podía variar entre las etnias indígenas y se
sospecha que el conocimiento de muchas otras plantas se perdió por la colonización europea.
PLANTA PROPIEDADES MEDICINALES
Adiantum spp.
(Pteridaceae)
Este grupo de helechos comúnmente denominados culantrillos,
posee varias especies usadas como diuréticos, emenagogos (que
favorece el flujo menstrual) y en el tratamiento de afecciones
del pecho.
Bixa orellana
(Bixaceae)
Varias partes de la planta son usadas con fines medicinales. Las
semillas tienen propiedades afrodisiacas y digestivas. La pulpa
se usa en afecciones de la piel y el colorante es usado para
evitar las picaduras de mosquitos.
Cavendishia quereme
(Ericaceae)
De esta especie se ha aislado el ácido salicílico, por lo que es
usada para calmar dolores en afecciones como reumatismo y
dolores dentales.
Hyptis capitata
(Lamiaceae)
Tiene propiedades hemostáticas, por lo que se aplica sobre
heridas en forma de zumo o cataplasmas. Se halla comúnmente
en potreros y zonas intervenidas.
Ilex guayusa
(Aquifoliaceae)
Se sospecha que posee cafeína. Los indígenas del Putumayo la
usan como estimulante, alimento de ahorro, expectorante y
antidiabético.
Paullinia yoco
(Sapindaceae)
La corteza de esta planta es muy usada en el sur de Colombia
como estimulante y desinfectante intestinal. Algunos lo
consideran un posible sucesor del café.
Spondias bombin
(Anacardiaceae)
Usada por indígenas amazónicos para tratar transtornos
menstruales y como anticonceptivo. Otras especies del género
tienen uso medicinal también.
Theobroma cacao
(Sterculiaceae)
La infusión de las hojas es usada como tónico cardiaco y su
principal alcaloide, la teobromina, se usa como diurético.
Thevetia peruviana
(Apocynaceae)
En esta especie se encuentra un glucósido denominado tevetina,
el cual parece tener uso en afecciones cardiacas. También se ha
empleado como febrífugo.
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