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Presentación del Lic. Edmond Mulet,
Subsecretario General de las Naciones Unidas
Encargado de las Operaciones de Mantenimiento de Paz
Conferencia “Desafíos de las operaciones de Paz”
Universidad Universidad Mariano Gálvez – Guatemala
18 de julio de 2012
Para mi es un honor muy grande estar el día de hoy, aquí, frente a ustedes, en este
podio, en esta casa de estudios que es mi Alma Mater.
Al cruzar el umbral de esta Universidad, se me vinieron a la memoria, aunque ya
distantes, recuerdos de una juventud rica en experiencias vividas, no en este moderno
campus, sino en instalaciones mucho más modestas, con paredes de bajareque y techos
de lamina de zinc, allá en la 7ª. Avenida y quinta calle de la zona 2, en el edificio de la
antigua Escuela de Enfermeras del Hospital Americano, primera sede de la Universidad
Mariano Gálvez.
Vienen a la memoria los nombres de compañeros de clases, muchos de ellos exitosos
profesionales que llegaron a ser magistrados o brillantes abogados, u otros que
desaparecieron físicamente unos años más tarde, durante los años aciagos y duros que
sufrió nuestro país durante el conflicto interno. Pero, especialmente, tengo presentes
los nombres de unos ciudadanos preclaros, unos guatemaltecos de verdad que tuvieron
una visión, que se marcaron un objetivo y que con dedicación, sacrificio y compromiso,
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crearon esta institución. Adalberto Santizo Roman, Alfredo San José, Hugo Cesar
Morales y Morales, Álvaro Rolando Torres Moss, Bernardo Cárdenas, los fundadores
de esta nuestra Universidad Mariano Gálvez
Y si nuestra Universidad, que nació entre paredes de bajareque y bajo oxidados techos
de lámina de zinc, esta hoy aquí, en este campus, en esta infraestructura solida y
moderna, se debe a esos visionarios. Esto no se creo así, de la noche a la mañana, sino
que lo que vemos aquí y ahora, tanto en lo físico como en la calidad de la substancia, es
el producto de un esfuerzo honesto, de un empeño constante y permanente. Esto que
vemos hoy, no es el resultado de la casualidad. Yo rindo homenaje a estos maestros
que escogieron como lema: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, porque
ellos sabían entonces, como hemos aprendido muchos, después, que solo la educación
libera al hombre.
Nuestros fundadores, nuestros visionarios, a los que tuve el honor de conocer
personalmente y que fueron mis maestros y mis modelos, escogieron el nombre de
Mariano Gálvez para esta Universidad. Buscaron en nuestra historia y encontraron al
más ilustrado de nuestros gobernantes, a aquel que, de muchas maneras, hizo avanzar
los ideales de nuestra independencia y que continúo emancipando a nuestro pueblo.
Mariano Gálvez reformo la administración publica, le dio prioridad a la instrucción
publica y laica, elimino las fiestas religiosas como días de feriado, fomento las ciencias
y las artes, fundo la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional, promociono el estado de
Derecho y los derechos de los ciudadanos, garantizo la libertad de prensa y la libertad
de pensamiento, estableció el matrimonio civil, respeto el derecho de asociación,
promulgo el código penal, inicio la reforma judicial, reorganizo los gobiernos
municipales y el sistema tributario. Al escoger el nombre de Mariano Gálvez para
nuestra Universidad, nuestros fundadores también quisieron recordarnos que todo ese
esfuerzo de emancipación se perdió, se desvaneció, se elimino con la llegada al poder
del oscurantismo, lo que no fue recuperado sino treinta y tres años más tarde, en 1871.
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Las sociedades, muchas veces, dan un paso atrás. Y es que las conquistas, los avances,
las realizaciones de los pueblos, como de las instituciones –como esta casa de estudios-
son frágiles y no se deben asumir como garantizados. Hay que estar vigilantes, hay que
seguir esforzándose, hay que seguir construyendo. Y veo con satisfacción y alegría, que
en la Mariano Gálvez, ese espíritu y esa pasión de los fundadores, sigue vigente.
Cuando en enero de 1970, cuatro años después de su fundación, ingrese a la Facultad de
Derecho, en su segunda o tercera promoción, pagaba una cuota de veintiún quetzales al
mes y cuando me gradué siete años después, estaba pagando sesenta quetzales al mes.
Y esos veintiún quetzales y los incrementos anuales que llegaron a sesenta quetzales,
les digo, representaban en aquella época un gran esfuerzo para los que teníamos que
trabajar para pagar nuestros estudios.
Complete los seis años de carrera en 1975 e hice las practicas penales, civiles y
laborales obligatorias. Tenía previsto someterme a los exámenes privados a principios
de 1976, pero el terremoto del 3 de febrero altero todo, ya que las paredes de bajareque
y los techos de lámina de zinc habían quedado averiados. No pude examinarme sino
hasta el ano siguiente, lo que fue una experiencia realmente horrible. Sinceramente
espero que esos exámenes privados ya no sean como antes. Tengo que confesarles que
hoy, aun después de 36 años, a veces tengo pesadillas sobre esos exámenes privados,
todavía causándome ansiedad y miedo. Y en medio del sueno, tengo que convencerme a
mi mismo que eso es cosa del pasado, que no es necesario examinarme y sufrir otra vez,
que ya me gradué, que ya tengo un titulo….
Traje hoy conmigo una copia de mi tesis de graduación titulada “El Aporte de America
Latina al Derecho Internacional Publico”. Lejos estaba yo de saber en 1977 que lo que
esta Universidad me dio, el aprecio a la diversidad y a la tolerancia, el rigor académico,
el sentido de solidaridad, el temor de Dios, que todo eso me iba a servir años más tarde
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en mis funciones como Sub-Secretario General de las Naciones Unidas a cargo de los
cascos azules, de lo cual quisiera ahora compartir con ustedes los retos a los que nos
enfrentamos.
Hace sesenta años el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas envió los primeros
cascos azules a la península del Sinaí. Desde ese momento, las Naciones Unidas ha
desplegado alrededor de 67 operaciones de paz a través de los cinco continentes.
Cincuenta de estas operaciones ya han culminado, la mayoría de ellas de manera
exitosa. Hoy, tenemos desplegados más de 120.000 hombres y mujeres, soldados,
observadores, expertos, policías y personal civil especializado, que sirven en las 17
misiones operadas por el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz. El
presupuesto de este ano para estas operaciones es de aproximadamente 7.500 millones
de dólares.
A pesar de su aparente alto costo, estas misiones continúan siendo el mecanismo más
conveniente, en relación a su costo-efectividad, para abordar algunos de los complejos
conflictos actuales que se dan alrededor del mundo. Pero también hay que tener
presente que las operaciones de mantenimiento de la paz no son, necesariamente, el
mejor o el único instrumento para resolver algunas situaciones. Cada conflicto tiene
características propias y cada misión tendrá sus particularidades y por ende un mandato
especifico.
El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz es el más grande, con el
mayor presupuesto y con el mayor número de personal de todos los departamentos,
agencias, programas y fondos con los que cuenta la ONU. Y de ahí que se ha
desarrollado un gran interés por conocer su funcionamiento, no sólo por parte de la
sociedad civil, de universidades y centros académicos, pero también por parte de los
parlamentos nacionales, ya que ese gran presupuesto proviene, al fin y al cabo, del
bolsillo de los contribuyentes de los países miembros de la ONU.
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En su momento más álgido, hace tres años, teníamos 21 misiones y ahora
administramos 17, incluyendo la más reciente en Siria. Aunque la naturaleza de una
misión de paz debiera ser de corta duración, para enfrentar una crisis puntual, algunas
de las misiones son bastante antiguas, por ejemplo las que hacen el seguimiento al cese
el fuego en Cachemira, entre India y Pakistán –UNMOGIP-, o nuestra misión en
Jerusalén –UNTSO- que supervisa el armisticio entre Israel y Egipto. En el Medio
Oriente, además, esta instalada la nueva misión en Siria –UNSMIS-, tenemos UNIFIL,
en el sur del Líbano, que vigila la “línea azul” entre Líbano e Israel y UNDOF, en los
Altos de Golán, entre Siria e Israel. Las misiones UNFICYP en Chipre, establecida
para separar en la “línea verde” las fuerzas turcas de las griego chipriotas, y MINURSO
en el Sahara Occidental, que vigila a las fuerzas marroquíes y del Frente Polisario, son
misiones que están esperando que los procesos de negociación diplomática y política
avancen. En Sudan tenemos dos misiones: UNAMID en Darfur y UNISFA en la región
de Abyei, entre Sudan y Sudan del Sur. En Sudan del Sur tenemos otra misión
-UNMISS- desde hace un ano, que se creo el mismo día de la independencia de ese
país. En el resto de África hay desplegadas misiones en la Republica Democrática del
Congo –MONUSCO-, en Liberia –UNMIL- y en Costa de Marfil -ONUCI-. En Europa
esta la misión en Kosovo –UNMIK- y en América esta la MINUSTAH, en Haití. En
Asia, funcionan las misiones en Afganistán –UNAMA- y en Timor Oriental –UNMIT-.
Como responsable de estas misiones, me toca realizar viajes a muchas de ellas. En
adición a todo esto, la ONU apoya en planificación, logística, administración, estrategia
y políticamente a la misión de la Unión Africana en Somalia –AMISOM- que realmente
es una fuerza de combate que esta enfrentando a las fuerzas islamistas en ese estado
fallido.
En su etapa inicial, las operaciones de mantenimiento de paz tenían como objetivo
principal, el prestar apoyo en la implementación de acuerdos de cese de hostilidades,
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alto al fuego, y monitorear acuerdos de armisticio. Hoy nuestros mandatos son cada vez
más complejos y cubren diversos aspectos en la resolución de conflictos.
Las operaciones de mantenimiento de paz de la ONU han tenido que adaptarse a los
distintos cambios en la esfera internacional y a la evolución de los conflictos, tanto de
carácter interestatal como internos. Esta adaptación fue necesaria para responder de
manera más eficaz a las necesidades, cada vez más complejas y multifacéticas, que
emergen de situaciones de conflicto e inestabilidad.
A diferencia de las operaciones que se crearon antes de los años 90 – que eran
principalmente una presencia imparcial de efectivos uniformados en la región donde se
desarrollaba un conflicto y procuraban que las partes implicadas arreglaran de manera
negociada sus controversias, alcanzando algún tipo de acuerdo para el cese de las
hostilidades,– a partir del fin de la Guerra Fría, las tareas mandatadas por el Consejo de
Seguridad y desarrolladas por el Departamento de Operaciones de Paz dejaron de ser de
carácter exclusivamente militar.
En la actualidad tenemos una mejor comprensión de los vínculos que existen entre
seguridad, paz y desarrollo. Hay un reconocimiento general de que la resolución de un
conflicto requiere de más tiempo y apoyo en el proceso de estabilización de una
determinada situación de seguridad.
En muchos casos, durante la implementación de nuestros mandatos, hemos reconocido
que para que esta paz sea auto-sostenible y reducir el riesgo de una posible recaída en
un ciclo de conflictos, tenemos que hacer más y abarcar un amplio abanico de
actividades. Por lo tanto es importante participar en la creación de capacidades del
Estado, promover el fortalecimiento del estado de derecho, implementar junto al
gobierno programas de desarme, fomentar el respeto de los derechos humanos, y en
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algunos casos incluso, se han desarrollado programas para la creación de empleo y para
la recuperación económica.
La evolución de las operaciones de paz busca aprovechar la presencia de los cascos
azules en el terreno, para que, simultáneamente, se construyan o fortalezcan otras
instituciones estatales no necesariamente vinculadas al tema de seguridad. Así, el
Consejo de Seguridad creó el concepto de “misiones integradas” a efecto de que la
ONU pueda trabajar y contribuir de manera coordinada a través de sus agencias,
programas y fondos. Un número importante de nuestras misiones trabajan hoy bajo este
concepto, como por ejemplo nuestras misiones en Haití, Republica Democrática del
Congo, Sudan del Sur, Liberia, Costa de Marfil, Timor Oriental, por nombrar algunas,
contribuyendo no sólo en materia de seguridad y estabilidad sino también fortaleciendo
el desarrollo institucional, económico y social.
El despliegue de operaciones de paz en estos contextos conlleva el surgimiento de
nuevos desafíos tanto en el plano operativo como político. En primer lugar, además del
tamaño y número de operaciones, el alcance del mandato de nuestras misiones ha
experimentado una drástica ampliación. Como resultado, en la actualidad contamos con
mandatos más complejos que en el pasado, incluyendo el desarrollo de actividades
relacionadas al fortalecimiento de las instituciones, el restablecimiento del estado de
derecho, la capacitación de las fuerzas policiales, la organización de elecciones, la
implementación de programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR),
entre otras. En este sentido, en la actualidad, las operaciones de mantenimiento de paz
implementan distintos tipos de tareas que abarcan, entre otras:
o El denominado “mantenimiento robusto de la paz”, el cual supone el uso
de la fuerza en defensa del mandato de la misión o en defensa de los
civiles en situación de peligro
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o La implementación de actividades relacionadas con el apoyo a procesos
políticos
o El restablecimiento del orden público y de la administración del estado
o La extensión de la autoridad del estado
En segundo lugar, los contextos políticos en los cuales se desenvuelven las misiones
hoy en día se han vuelto también más complejos. Las fuerzas de Naciones Unidas se
encuentran, de manera más frecuente cada día, desplegadas en contextos en los cuales
existe muy poca “paz que mantener”, como lo hemos visto en Darfur, Sudan o, más
recientemente, en Siria. En el mismo sentido son múltiples las dificultades que surgen;
por ejemplo, la aparición de nuevas amenazas, como en el caso de la piratería frente a
las costas de Somalia y de África Occidental.
Hay que recordar que una misión de mantenimiento de la paz debe contar siempre, con
el consentimiento o aprobación del Estado o gobierno en donde se va a operar. Mejor
aún si, aunque se trate de un conflicto interno, tanto el gobierno como los movimientos
anti-gubernamentales estén de acuerdo con nuestra presencia. Este es el caso en Darfur,
la provincia al oeste de Sudán, en donde el gobierno y los movimientos rebeldes han
dicho que somos bienvenidos, aunque entre ellos continúa un estado de beligerancia.
No es el caso en la Republica Democrática del Congo, en donde el mandato del
Consejo de Seguridad es de apoyar y trabajar con el gobierno, en contra de una gran
diversidad de grupos rebeldes que operan, especialmente, en el este del país. Estas dos
últimas semanas hemos tenido que utilizar nuestros helicópteros de ataque para
enfrentar a un nuevo grupo rebelde y para proteger a pueblos y ciudades.
Asimismo, muchas veces nos encontramos sin los recursos y capacidades que
necesitamos para implementar nuestros mandatos y responder de manera eficaz a los
acontecimientos en el terreno. Como ustedes saben, dependemos de contribuciones
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voluntarias de los Estados miembros tanto en materia de tropas y policía, como de
equipos, los cuales no siempre están disponibles en las medidas o calidades necesarias.
Otro aspecto significativo que quisiera mencionar hoy, es la importancia del estado de
derecho. Los conflictos socavan el estado de derecho, incluso reducen o inhabilitan la
capacidad de las instituciones de proporcionar seguridad y justicia. Las comisarías, los
tribunales y las cárceles quedan con frecuencia en malas condiciones o parcialmente
destruidos tras un conflicto. También suelen desaparecer los registros y herramientas
legales dejando a la población vulnerable y desprotegida ante los abusos y surgen,
además, prácticas corruptas en quienes detentan el poder.
En países que salen de situaciones de conflicto, apoyar el fortalecimiento del estado de
derecho resulta crucial para lograr restablecer de manera durable la paz y la seguridad.
En el contexto de los mandatos de las operaciones de paz, hay que destacar tres áreas
relacionadas con el estado de derecho: la policía, el poder judicial y el sistema
correccional. En el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz tenemos
como objetivo mejorar la situación de estas instituciones mediante el despliegue de
oficiales policiales, funcionarios del ámbito judicial y con experiencia en sistemas
penitenciarios. Cuando las misiones de mantenimiento de paz logran estabilizar la
situación de seguridad, se pasa a la elaboración de planes a corto y mediano plazo para
reconstruir y recomponer el sistema de justicia penal. Actualmente nuestros
mecanismos nos permiten desplegar rápidamente especialistas en asuntos judiciales y
penitenciarios, para empezar nuevas misiones de mantenimiento de la paz y/o reforzar
operaciones ya existentes
Hemos tenido éxitos entrenando a cientos de cadetes de policía en la República
Democrática del Congo. Así en Haití, en la capacitación de la Policía Nacional, la cual
está mejor preparada para proveer seguridad a los cientos de miles de desplazados
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internos que viven aun en los campamentos tras el terremoto de enero 2010. Nuestros
cascos azules ayudaron a garantizar el referéndum que dio la independencia a la nueva
Republica de Sudan del Sur, las elecciones seguras en Costa de Marfil y en Haití, y
siguen formando a la policía sudanesa para prevenir y responder a los casos de
violencia de género.
Otro ejemplo destacado, es el trabajo de los funcionarios de asuntos judiciales de
nuestra misión en Haití y su contribución para extender el sistema de asistencia legal y
promover el acceso a la justicia. También puedo citarles el trabajo que se hace para
capacitar a funcionarios de la justicia civil y militar en la República Democrática del
Congo; la reapertura de los tribunales en Darfur, y el apoyo a crear tribunales móviles
para registrar a los votantes en Costa de Marfil.
En el complejo contexto actual, donde surgen casos como el de Siria, se ha comenzado
a dar un renovado debate sobre el mantenimiento de la paz, sus méritos y limitaciones,
y de qué manera podemos mejorar y ser más efectivos. Si bien nuestras misiones son
fundamentalmente diferentes las unas de las otras, podemos decir que este debate gira
en torno a tres series de preguntas principales que reflejan los desafíos comunes de
estas operaciones:
o Primero, el mantenimiento de la paz que conocemos ¿ha alcanzado su
límite? ¿Qué podemos hacer para conseguir los recursos y los medios que
necesitamos y disponer de ellos en el lugar y momento adecuados? En la
actualidad, de manera frecuente, existe una brecha entre los mandatos
complejos e intricados que emanan del Consejo de Seguridad y la falta de
recursos y decisión de los miembros de aportar tropas y equipos a esas
misiones.
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o Segundo ¿podemos continuar enfrentando los desafíos actuales con las
herramientas que tenemos a nuestro alcance? o ¿necesitamos pensar en
nuevos enfoques y/o modelos? Nuestros mandatos en la actualidad son
bien amplios e incluyen temas relacionados con el desarrollo, la
construcción de la paz, el estado de derecho, la reforma del sector de
seguridad, elecciones, etc. ¿de qué manera podemos trabajar mejor con
nuestros socios para crear sinergias y asegurarnos que estamos utilizando
nuestros recursos de la manera más adecuada?
o Finalmente, en el marco de la respuesta política de la comunidad
internacional a situaciones de crisis complejas ¿en qué lugar encaja el
mantenimiento de la paz? ¿En algunos lugares, hay siquiera una paz que
mantener?
Como consecuencia, es de vital importancia que continuemos buscando las respuestas a
las interrogantes antes expuestas de manera tal que las operaciones de mantenimiento
de paz sean capaces de cumplir efectivamente los mandatos cada vez más complejos e
integrales que les otorga el Consejo de Seguridad, contribuyendo efectivamente a la
consolidación de la paz y seguridad internacionales. Esto será posible solamente si
existe una acción concertada de los distintos órganos de las Naciones Unidas y sus
Estados miembros.
Anteriormente dije que la ONU ha desplegado 67 operaciones en los cinco continentes
y que gran parte de estas operaciones fueron cerradas, la mayoría de manera exitosa. En
los últimos años clausuramos actividades en Sierra Leona y en Burundi, ya que
habíamos alcanzado las metas que nos fijo el Consejo de Seguridad. Dentro de un mes
estaré acompañando al Secretario General Ban Ki-Moon en una visita a Timor
Oriental, ya que el 31 de diciembre de este ano estaremos concluyendo nuestra misión
en ese país, que ha logrado una estabilidad interna, que ha realizado elecciones
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presidenciales y legislativas y que ha asumido el control de su seguridad. Otra misión
exitosa fue la MINUGUA, aquí en Guatemala, que al no más firmarse los Acuerdos de
Paz de 1996, que dio fin a una conflicto interno que duró 36 años, le dio seguimiento a
la implementación de esos Acuerdos. Facilitó la ONU el retorno de los miles y miles de
refugiados que México había acogido generosamente, especialmente en Chiapas;
monitoreó el proceso de reconciliación nacional; facilitó el desarme y desmovilización;
realizó el desminado; ayudó a reubicar a los desplazados internos. Al avanzar en
nuestro proceso interno, el Consejo de Seguridad decidió que esa presencia ya no era
necesaria, y cerró las puertas de la misión. Lo mismo sucedió en El Salvador, con la
misión ONUSAL de acompañamiento a los acuerdos de paz en ese país.
Hay otros lugares en los que el Consejo de Seguridad ha debido clausurar nuestras
operaciones, ya que ya no se contaba con el consentimiento del país huésped. Teníamos
una misión de monitoreo de cese el fuego en la frontera entre Eritrea y Etiopia, pero
hace tres años Eritrea dijo que ya no éramos los bienvenidos y tuvimos que partir. Lo
mismo sucedió en el Chad, en donde el gobierno considero que ya no era necesario que
ayudáramos a proporcionar seguridad en los campamentos de refugiados que venían de
Darfur, ya que el gobierno chadiano lo podía hacer por sus propios medios. Pero ha
habido fracasos, también, como en Bosnia y en Ruanda, en donde la ONU fue
inefectiva en detener masacres y genocidios.
El éxito o fracaso de nuestras misiones de paz depende, en gran medida, en la voluntad
o no de nuestras contrapartes en el terreno. En algunos países, el gobierno desea poner
en marcha los mandatos del Consejo de Seguridad y trabajan con nosotros para alcanzar
objetivos comunes. En otros países, por ejemplo en Darfur, en Sudan, en donde el
gobierno pone cortapisas a nuestro trabajo, no otorga visas para funcionarios de la
ONU, impone restricciones a los movimientos de nuestras patrullas o de tropas, retrasan
en las aduanas el envió de equipo. O como en Siria, en donde ambas partes del
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conflicto, el gobierno como la oposición armada, no hacen caso al llamado de cese el
fuego hecho por el Consejo de Seguridad.
Cada vez más, como dije antes, el Consejo de Seguridad crea mandatos para una
operación de mantenimiento de la paz en donde no hay paz que mantener, como en el
este de la Republica Democrática del Congo, en Darfur y, últimamente en Siria. Hoy en
día hay menos conflictos entre estados y más crisis intra-estatales. Por ejemplo en
Haití, muchas personas se preguntan que hace una misión de mantenimiento de la paz
en ese país. No hay guerra interna, no hay grupos rebeldes, no hay guerrilla, no hay
conflicto étnico, ni político o ideológico, ni religioso, ni por recursos naturales, ya que
en Haití, a diferencia del Congo, por ejemplo, no hay oro, ni diamantes, ni minerales. A
diferencia del conflicto entre Sudan y Sudan del Sur, en Haití no hay petróleo. Sin
embargo, tenemos una importante fuerza de la ONU ahí presente. Y es que el Consejo
de Seguridad no tiene otro instrumento para hacer frente a una situación de Estado
fallido, en donde los cascos azules son como la columna vertebral del país, tratando de
estabilizarlo, mientras otros actores se dedican al desarrollo y la creación de
instituciones.
Cada vez más, el Consejo de Seguridad se interesa y preocupa ya no solo por los
conflictos que pueden representar un peligro para la paz y la seguridad mundial, sino
por conflictos internos, habiéndose desarrollado nuevos conceptos como la
“Responsabilidad de Proteger” y la “Protección de Civiles”. Cada vez hay más estados
fallidos. Estados fallidos son los que, en el pasado, tuvieron instituciones funcionales,
tuvieron infraestructuras, escuelas y hospitales, tuvieron sistemas de justicia y
administrativos, fuerzas de seguridad, un gobierno funcional y que, por diversas
razones, pierden todo eso y entran en una espiral de ingobernabilidad. Los estados
fallidos son como que si esta Universidad perdiera todo lo que ha alcanzado en
institucionalidad e infraestructura y regresaron a las paredes de bajareque y los techos
oxidados de láminas de zinc. Vemos que el reto más importante actualmente para la
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comunidad internacional es, además de Siria, la situación en Mali y en todo el Sahel y
aun no hay una respuesta coordinada para enfrentarla. La situación que hasta ahora
veíamos en Somalia, ahora se ha trasladado al norte de África, en la anti-cámara de
Europa misma.
Y unas cuantas palabras sobre la participación latinoamericana en las misiones de paz,
la cual ha sido ejemplar. La mayor concentración de tropas latinoamericanas la
encontramos en nuestra misión en Haití, en donde casi el 70% proviene de la región.
Brasil, Uruguay, Argentina y Chile son los mayores contribuyentes, con presencias
importantes también de Bolivia, Perú, Paraguay, Ecuador, Guatemala, Colombia y El
Salvador. Guatemala cuenta hoy con 306 efectivos desplegados principalmente en Haití
y la Republica Democrática del Congo (de los 306 solamente 16 son mujeres). Once
oficiales guatemaltecos sirven como observadores militares y oficiales especializados la
misión de Sudan del Sur (UNMISS) y la misión en el Líbano (UNIFIL). Quiero
también rendir homenaje a los ocho guatemaltecos miembros de las fuerzas especiales
de nuestra misión en el Congo que murieron en una emboscada en manos de rebeldes
en el ano 2006.
Quisiera concluir aquí, agradeciendo de nuevo a las autoridades de nuestra prestigiosa
Universidad y a ustedes, los futuros profesionales de nuestro país, por haberme
permitido exponer sobre el funcionamiento y los desafíos de las operaciones de paz y
de lo que tratamos de hacer desde el Departamento de Operaciones de Mantenimiento
de la Paz para apoyar a nuestras misiones desplegadas en el terreno. Les deseo muchos
éxitos a ustedes los estudiantes y les pido que pongan pasión y entrega en sus estudios.
Tienen el ejemplo en nuestros fundadores que con pasión y sacrificio crearon esto, que
hoy disfrutamos. Les toca a ustedes seguir avanzando y renovando.
Por mi parte puedo decirles que ha sido un privilegio y un honor trabajar en la ONU al
lado de hombres y mujeres que realizan un esfuerzo extraordinario, en condiciones
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sumamente difíciles, y quienes a través de su labor y de su alto nivel de entrega y
sacrificio, ponen en alto los principios más elevados de la solidaridad humana e
internacional. Pero ese honor no hubiera sido posible, si no hubiera sido por la
Universidad Mariano Gálvez.
Muchas gracias.
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