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El impacto de la inversion extranjeradirecta de Estados Unidos en AmericaLatina y China: Evidencia empırica decausalidad
De la Cruz, Jose Luis, Nunez-Mora, Jose Antonio and
Ruiz-Porras, Antonio
Tecnologico de Monterrey, Campus Estado de Mexico,
Tecnologico de Monterrey, Campus Ciudad de Mexico,
Tecnologico de Monterrey, Campus Ciudad de Mexico
22 October 2007
Online at http://mpra.ub.uni-muenchen.de/5684/
MPRA Paper No. 5684, posted 09. November 2007 / 19:47
1
EL IMPACTO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA
DE ESTADOS UNIDOS EN AMERICA LATINA Y CHINA:
EVIDENCIA EMPIRICA DE CAUSALIDAD
José Luis de la Cruz Gallegos♥
José Antonio Núñez Mora♦
Antonio Ruiz Porras♣
Tecnológico de Monterrey.
Resumen
El trabajo estudia la relación causal existente entre la economía de Estados Unidos con la inversión
extranjera directa que dicho país realiza en América Latina. Para ello, se seleccionaron las principales
economías de la región, analizando su interacción mediante la construcción de vectores autorregresivos y de
corrección de error, mecanismos cuantitativos que permiten estudiar la causalidad bidireccional, en el sentido
de Granger, para series que pueden llegar a ser no estacionarias y que además exhiben relaciones de largo
plazo. Los resultados describen al ciclo económico de Estados Unidos como el principal condicionante de los
flujos de inversión directa que este país realiza en América Latina. Asimismo, solo en el caso de Argentina y
Brasil existe una sólida relación bidireccional, aunque también pueden notarse algunos vínculos
unidireccionales. Finalmente, el análisis también incorpora la inversión extranjera directa que Estados Unidos
envía a China mostrando que los resultados antes descritos permanecen pero que existen algunas evidencias
económicas relevantes para la economía mexicana: las estimaciones realizadas permiten sustentar una
relación causal negativa unidireccional de los flujos del país oriental hacia los de México, situación que
corrobora la existencia de un cierto grado de competencia entre ambas naciones por los recursos financieros
provenientes de Estados Unidos.
Palabras clave: Inversión extranjera directa, causalidad, América Latina, cointegración, China.
JEL: C32, F21, O51, O54.
Articulo aceptado para publicación en libro “Globalización y Regionalismo: Economía y Sustentabilidad” editado por Arturo Guillen y Antonina Ivanova. El texto será publicado por la Editorial Porrúa, la UAM Iztapalapa y la Universidad Autónoma de Baja California Sur
♥ Profesor del Departamento de Economía y Negocios Internacionales. Tecnológico de Monterrey, Campus
Estado de México. Email: jldg@itesm.mx ♦ Director de Programas Doctorales. Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México. Email
janm@itesm.mx ♣ Profesor del Departamento de Contabilidad y Finanzas. Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de
México. Email: ruiz.antonio@itesm.mx
2
El impacto de la inversión extranjera directa de Estados Unidos en
América Latina y China: evidencia empírica de causalidad.
Introducción
La historia contemporánea de América Latina muestra que la presión económica acaecida
durante la década de los años ochenta, como consecuencia de las diversas crisis financieras
suscitadas por que el manejo de la deuda externa y la elevación de las tasas de interés
(Stiglitz, 2003), fue una de las principales razones por las cuales una proporción
importante de las naciones pertenecientes a esta región modificaron su modelo económico.
A partir la denominada “década perdida”, es evidente que América Latina entró en un
profundo proceso de cambio estructural en donde su perfil económico se tornó a uno
dominado por la apertura comercial, mezclado con un profundo esquema privatizador y
una sustantiva desregulación de los mercados financieros (Frenkel, 2003). El proceso de
apertura económica, permitió que los flujos de capital destinados hacia los principales
países latinoamericanos crecieran significativamente, particularmente los clasificados
como inversión extranjera directa (IED). De acuerdo con los reportes de la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL), la IED pasó de 7, 781 a 68,046 millones de
dólares entre 1990 y 2005 (CEPAL, 2005). No obstante, y a pesar del vigoroso
incremento observado en los años noventa, la inversión no ha mantenido un patrón
evolutivo estable: entre los años 2000 y 2003 se observó una fuerte volatilidad enmarcada
con una disminución significativa de los montos dirigidos hacia los principales países de la
región (Cuadro 1).
Cuadro 1.
Flujos de IED neta en América Latina(miles de millones de dólares)
90-95 96-00 2001 2002 2003 2004 2005
Argentina 3,457.2 11,561.1 2,148.9 2,148.9 1,652.0 4,273.9 4,2662.0
Brasil 2,229.3 24,823.6 22,457.4 16,590.2 10,143.5 18,165.7 15,066.3
Centro América 633.5 2,340.20 1,942.7 1,718.2 2,119.1 2,728.8 2,745.0
Chile 1,498.7 5,667.0 4,199.8 2,549.9 4,307.4 7,172.7 7,208.5
México 6, 112.8 12, 873.1 27, 735.1 17,299.0 12,945.9 18,244.4 17,804.6
Fuente: Elaboración propia a partir de información de la CEPAL
3
Lo anterior se encuentra asociado a la inestabilidad económica, política y social vivida por
América Latina en dicho periodo (Particularmente Argentina y Venezuela), y que además
fue exacerbada por el ciclo económico recesivo de Estados Unidos, el cual concentra el
37.6 % de la IED total que se canaliza a Latinoamérica y que fundamentalmente se enfoca
hacia los sectores manufacturero y de servicios (CEPAL, 2004). En contraste con los años
previos, para 2004 las principales economías de la región registraron un vigoroso aumento
en su ritmo de actividad económica, situación que se presentó al mismo tiempo que la
economía de Estados Unidos reactivó su ritmo de crecimiento, lo que en conjunto ha
generado un ambiente de negocios e inversión más positivo.
Debido a lo anterior, la reciente recuperación económica de América Latina ha sido
acompañada con un repunte de la IED. De acuerdo a las estadísticas proporcionadas por la
CEPAL (2005), en 2004 los flujos de IED superaron los 61,500 millones de dólares, un 47
% más que en 2003. Sin embargo y a pesar de dicho incremento, es claro que el monto de
inversión foránea que se canaliza hacia el conjunto de los países que conforman América
Latina y el Caribe es similar al total de aquella dirigida hacia China y muy inferior a la que
totaliza la región de Asia y el Pacífico (Tendencia que inició en 2001 pero que para 2004 y
2005 creció y se consolidó de manera muy significativa). Dado que bajo la actual
coyuntura económica la mayoría de los gobiernos latinoamericanos enfrenta serias
restricciones financieras y que en la orientación de su política económica predomina la
perspectiva de un crecimiento económico basado en la inversión privada nacional y
extranjera, se vuelve importante precisar los vínculos causales que la IED mantiene en
América Latina, particularmente la realizada por Estados Unidos, país que se ostenta como
principal inversionista y que además condiciona la dinámica de la economía mundial.
4
Además, debe considerarse que en la actual coyuntura global prevalece un entorno distinto
al de las décadas pasadas: el nuevo milenio ha terminado de posicionar a China como el
país manufacturero en boga, privilegiado por las expectativas de inversión que las grandes
trasnacionales manifiestan al mismo tiempo que en términos absolutos la IED mundial se
encuentra en niveles muy inferiores a los prevalecientes hacia fines de los años noventa,
situación que aumenta la competencia por los recursos financieros productivos
disponibles.
De acuerdo a la argumentación previa, el presente trabajo busca precisar las relaciones
causales de largo plazo que existen entre el crecimiento de Estados Unidos con la IED que
él mismo realiza en los países económicamente más importantes de la región
latinoamericana. Se optó por estudiar los flujos provenientes de Estados Unidos debido al
tamaño de su participación y a que en comparación de aquellos provenientes de Europa son
más estables, además de que los provenientes del viejo continente tienen una clara
tendencia a la baja en su participación relativa (CEPAL, 2004). De igual forma se busca
establecer si existe una interacción entre los países latinoamericanos que conforman la
muestra, lo cual fundamentalmente se debe a que tradicionalmente se ha considerado que
el riesgo financiero y económico se transmite a lo largo de toda la región (Rodrik, 2001) y
pareciera oportuno estudiar si esto mismo sucede con los flujos de IED la cual, por
definición, va directamente a los sectores productivos y corresponde a la planeación de un
mayor horizonte temporal. Al mismo tiempo, debe tenerse claro si los vínculos de
inversión existentes entre los países latinoamericanos y Estados Unidos se ven afectados
por la evolución del ciclo económico norteamericano, a fin de precisar una posible fuente
de volatilidad en los recursos financieros que recibe el sector productivo de América
Latina. En el discernimiento de las interacciones planteadas es trascendente buscar
5
dilucidar el sentido de la causalidad, a fin de entender como la evolución económica de los
países descritos permite comprender la dinámica e interacción actual. De manera adicional,
en una segunda parte del estudio se plantea la agregación de la IED que China recibe de
Estados Unidos con el fin de incluir y diferenciar el impacto que dicha economía tiene
sobre los principales países de América Latina.
Para la consecución de lo anterior, el presente estudio plantea la construcción de una serie
de vectores autorregresivos (VAR) y de corrección de error (VEC), los cuales permiten
estudiar la causalidad entre un grupo de países en un contexto de largo plazo. Como es
conocido, en economía la cointegración significa que las variables bajo estudio mantienen
una relación de largo plazo, la cual eventualmente puede verse afectada por eventos
estocásticos sin que ello modifique significativamente la relación que mantienen; por lo
cual estas últimas tenderán a volver a su trayectoria estable. Además, los vectores generan
la posibilidad de construir un análisis multivariado en donde se puede agrupar la
información de varios países y con ello estudiar la interacción de su dinámica histórica,
precisando el sentido en que originan. En consecuencia el presente documento se divide
en Introducción, Consideraciones teóricas y empíricas, Metodología de causalidad,
Estudio empírico, Resultados, Conclusiones y Apéndices.
Consideraciones teóricas y empíricas.
a) Los ochenta: más allá de una década pérdida.
En 2003, Stiglitz planteó una idea que cambia la perspectiva analítica de dos aspectos
relevantes para la historia económica contemporánea de América Latina: el primero tiene
que ver con el origen del periodo de crisis que envolvió a las economías de la región en la
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década de los ochenta, mientras que el segundo versa sobre la nueva agenda de reformas
que dichos países deben implementar para el nuevo milenio. Bajo el punto de vista de
dicho autor, la pregunta sobre si el detonante de la crisis fue exógeno o si por el contrario
se debió a la debilidad interna de las estructuras económicas implementadas por los países
de América Latina tiene su respuesta en la ácida crítica que realiza a la postura que tanto
la banca internacional como la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos adoptaron
durante aquel periodo.i Para el caso de la banca internacional, señala una ineficiencia en la
administración del riesgo, el cual fue canalizado de manera total hacia los deudores
mediante el otorgamiento de créditos sin una correcta evaluación de los riesgos que
implicaba un entorno en donde la economía de Estados Unidos presentaba relevantes
signos de desaceleración.
En el caso de la FED, el señalamiento de Stiglitz va en el sentido de que se tuvo una mayor
preocupación sobre los efectos de la inflación en el mercado interno de Estados Unidos que
sobre los correspondientes trances provocados a nivel internacional por el alza de los
réditos. En este punto, se reconoce que el mandato legal de la Reserva Federal permite
explicar, y hasta cierto punto entender, que la preocupación central de la institución se
encuentre en el aseguramiento de la estabilidad económica de Estados Unidos y que los
instrumentos de política monetaria ostentados por la institución se utilicen para alcanzar
este objetivo. No obstante, debe recordarse otro hecho evidente: la arquitectura del actual
sistema financiero, sustituto del anteriormente denominado como Bretton Woods, fue
originado primordialmente tanto por la influencia de Estados Unidos como por las
instituciones financieras por él auspiciadas (Sánchez, 2001). Cuando se decidió dejar atrás
el patrón oro y utilizar como reserva de valor el dólar americano implícitamente se optó
por privilegiar la política monetaria de la principal potencia económica del mundo. Al
7
mismo tiempo, se hizo a un lado el esquema de tipo de cambio fijo por el flexible, llevando
el riesgo cambiario hacia el sector privado (Frenkel, 2003) y creando las condiciones para
un fuerte desarrollo de los mercados cambiarios y de sus derivados (Eatwell, 1997). Ante
ello, debe entenderse que tanto los choques financieros como sus principales mecanismos
de transmisión eventualmente dependen de una arquitectura monetaria en esencia
sustentada por la evolución económica y financiera de Estados Unidos.
Con la matización realizada por Stiglitz no se sugiere la inexistencia y falta de
corresponsabilidad por la corrupción e ineficiencia que algunas empresas estatales
latinoamericanas exhibieron durante el periodo previo a la crisis, pero en última instancia
el renombrado economista señala claramente: “Aunque no hubiera habido corrupción y las
empresas estatales hubiesen sido plenamente eficientes, es probable que la mayoría de los
países de todos modos hubieran entrado en crisis”. Su razonamiento es sencillo pero a la
vez contundente: la dependencia financiera que mediante el endeudamiento externo
mantenía América Latina la hacían, y lo siguen haciendo, altamente “sensible” a los
movimientos de la política monetaria internacional, particularmente de los acontecidos en
Estados Unidos. La pregunta aquí es: las reformas aplicadas en la década de los ochenta
¿Cambiaron la evolución del crecimiento económico de América Latina? Si se analiza la
evolución del PIB per cápita, desde 1950 hasta 2000, no puede considerarse como
alcanzado el objetivo de un mayor crecimiento. De manera particular, el periodo iniciado
en la década de los ochenta señala que la mayoría de las economías analizadas muestran un
estancamiento de la variable y en algunos casos, por ejemplo Argentina, una fuerte
volatilidad sin crecimiento en su dinámica o como el caso de Venezuela una clara
tendencia negativa (Gráfica 1).
8
Gráfica 1.
PIB PERCAPITA
(Dólares reales)
0
8750
17500
26250
35000
Argentina Brasil Chile España México Estados Unidos
Fuente: Elaboración en base a información de Penn World Tables 6.1
PIB PERCAPITA (Dólares reales)
0
8750
17500
26250
35000
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
Colombia Perú Estados Unidos Venezuela
Fuente: Elaboración en base a información de Penn World Tables 6.1
Con este marco de referencia, la vulnerabilidad y dependencia financiera de los países
latinoamericanos, mezclada con la necesidad de inversión productiva, así como con la
desregulación de los mercados financieros, permite entender como la mayoría de las crisis
financieras acontecidas en México, Brasil, Argentina y en otros lugares del mundo se
transmitieron hacia gran parte de los países en la región, de manera tal que el riesgo
asociado a estos “países emergentes” se contempló de una manera global. De hecho
9
Frenkel (2003) plantea la necesidad de recursos financieros como el primero de los
vínculos que conducen hacia lo que denomina como una “trampa de financiamiento
externo”, ya que los hace altamente frágiles a los efectos de contagio y les impone altas
tasas de premio al riesgo, segundo vínculo, lo cual encarece el acceso al financiamiento
externo y afecta los denominados “índices de endeudamiento”. Este mecanismo va en
contra de la idea primigenia de que la integración financiera y económica atenuaría los
elevados costos de intermediación y de capital. En su obra, Frenkel señala que el romance
entre las economías latinoamericanas y su reinserción en el sistema de flujos financieros
fue relativamente corto: la reactivación de los flujos de inversión, motivada por la
instrumentación del Plan Brady fue seriamente afectada por la crisis mexicana de 1995, la
cual es marcada como el parteaguas que señaliza un primer corte, aunque coyuntural, a la
reinserción de la región en el sistema de flujos de capital. Además, se describe al periodo
posterior como uno en donde el nuevo flujo de recursos financieros estuvo privilegiado por
la IED situación que se terminó con la crisis asiática y lo cual fue una muestra empírica de
que el diagnóstico inicial sobre las virtudes del mecanismo de mercado adoptado y su
potencial para propiciar la integración financiera global sin etapas de crisis era erróneo. Al
final del día, los beneficios iniciales que en inversión se habían contabilizado al principio
de la década de los noventa se diluyeron rápidamente durante la segunda parte.
Adicionalmente, se puede entender que la ausencia de un “buen gobierno” añadió
dificultades al proceso de desregulación financiera. De acuerdo con Aizenman (2005) la
incertidumbre generada por la inestabilidad política puede causar una reducción del ahorro
y la inversión. Al mismo tiempo, se puede plantear que los beneficios teóricamente
esperados de la IED en las economías receptoras fueron sobredimensionados, ello a pesar
de que se incrementó de manera sustancial la movilidad del capital mediante la
10
desregulación financiera implementada (Edwards, 2004). En todo este proceso los
primeros capitales en huir de los ciclos negativos registrados en la región latinoamericana
fueron los ligados al sector financiero bursátil, lo cual sin duda afecto a mercados
financieros relativamente pequeños, con sistemas bancarios débilmente supervisados y
poco diversificados (Frenkel, 2003). No obstante también es evidente, y más preocupante,
la variabilidad en los flujos de IED que arriban a América Latina, principalmente debido a
que son los de mayor impacto en el sector productivo y a que, ante la retirada forzosa del
sector público, los países de la región se ven precisados de complementar su inversión
doméstica con aquella proveniente del extranjero a fin de lograr aumentar su capacidad
productiva y crecimiento económico (Dussel, Galindo y Loría, 2003), sobre todo por el
bajo ahorro interno y un sector privado doméstico con serias dificultades competitivas.
b) Los flujos de IED
De acuerdo con la información presentada por el Banco Mundial, la IED que se dirige a las
economías emergentes se incrementó sustancialmente en la primer parte de los años
noventa: entre 1990 y 1997 pasaron de 23.7 a 120 mil millones de dólares (World Bank,
1998). En el caso de América Latina, puede observarse que la segunda mitad de la década
también significó un importante incremento de los flujos de inversión (Cuadro 2) y que en
el caso de la IED fundamentalmente es canalizada por las empresas denominadas como
trasnacionales, quienes contemplan las diversas ventajas comparativas de la región a fin de
optimizar sus beneficios. En este sentido, es ampliamente conocido que la IED tiene tres
motivaciones relevantes: búsqueda de eficiencia, acceso al mercado doméstico o el acceso
a materias primas estratégicas para su producción (Moosa, 2002). Diversos estudios
empíricos permiten concebir que los flujos de IED contribuyen positivamente sobre el
11
crecimiento económico de los países receptores (Balasubramanyam 1996, De Mello 1997,
Ramírez 2000 y 2002 y Honglin, 2001).
Por otra parte, debe puntualizarse que a pesar de los incrementos históricos de IED
observados durante la segunda parte de la década de los noventa, la proporción más
significativa fue canalizada hacia los países desarrollados; en 2000 el 80 % de la IED se
concentró en dichas naciones (Cuadro 2). Dentro de este esquema, América Latina
muestra una volatilidad con tendencia decreciente, acentuada entre 1999- 2003 y que sólo
fue contenida hasta 2004, cuando la recuperación económica de Estados Unidos propició
un entorno más favorable para la inversión.
Cuadro 2.
Flujos de IED neta en el mundo (%)
1990-97 1998-99 2000 2001 2002 2003 2004
Total
(Miles de millones de dólares) 274.7 1,826.0 1,530.3 799.6 720.5 536.7 612.0
Países desarrollados 61.9 71.8 80.3 69.1 71.8 68.2 52.5
Unión Europea 35.2 41.7 53.1 42.9 55.0 55.7 27.0
Estados Unidos 20.0 25.7 21.0 20.9 10.0 7.4 19.8
Países subdesarrollados 31.6 22.3 15.6 25.4 19.9 24.5 41.7
América Latina y el Caribeii 11.6 10.4 6.4 11.0 7.1 9.3 11.3
Asia y el Pacífico 18.3 10.9 7.3 6.4 10.6 10.5 30.9
China 9.1 4.5 2.5 5.5 6.8 8.8 10.1
Europa Central y del Este 3.0 2.7 1.8 3.1 4.3 4.8 5.9
Fuente: Elaboración propia a partir de “La inversión extranjera directa en América Latina 2004” (CEPAL)
Aunado a lo anterior, es necesario puntualizar los sectores productivos hacia donde se ha
encaminado la IED en América Latina. En primera instancia, se puede resaltar que la
dirección de los flujos ha diferido de acuerdo al país receptor. No obstante, en esencia se la
IED se ha concentrado en actividades orientadas a las manufacturas, al sector servicios así
como a la búsqueda de obtener un mayor acceso al mercado doméstico (Cuadro 3 y
Dussel, Galindo y Loría, 2003). La dinámica antes descrita, fue acelerada por los procesos
de liberalización comercial y privatización instrumentados en la década de los ochenta
(Behrman, 1995). Por país, puede distinguirse que la explotación de los recursos naturales
12
ha sido importante fuente de inversión para los casos de Argentina, Bolivia, Chile y
Ecuador, mientras que las manufacturas son privilegiadas en Argentina, Brasil, Costa Rica
y México. Finalmente, el sector servicios es primordial para Bolivia, Brasil, Chile,
Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú y México.
Cuadro 3.
Participación del total de la IED en América Latina
96 99 2000 2001 2002
Correos y telecomunicaciones 8 28.3 36.5 19.6 25.6
Alimentos y bebidas 2.4 4.5 3.3 2.7 11.3
Automóviles 3.7 6.6 3.2 7.4 10.6
Electricidad, gas y agua 21.2 10.8 9.9 6.9 9.2
Comercio 8.2 10.6 5.5 7.8 8.3
Fuente: Elaboración propia a partir de “La inversión extranjera directa en América Latina 2003 (CEPAL)”
Desde el punto de vista teórico la influencia de la IED en el país receptor puede
segmentarse en dos partes: un efecto directo en donde los movimientos de capital
disminuyen las diferencias entre las productividades de los países (MacDougell, 1960) y
que además genera un “aprendizaje” relevante para elevar la producción de una economía
(Grossman y Helpman, 1990). Por otra parte, las relaciones los indirectas que se establecen
a partir de la IED pueden favorecer la capacidad productiva de los países receptores y
fundamentalmente se encuentra asociadas por los beneficios que proporcionan tanto la
adopción de nuevas tecnología como las prácticas administrativas más eficientes y el
desarrollo de nuevas capacidades logísticas (Huang, 2004). En el último aspecto citado,
parece existir una gran diferencia entre los procesos y estrategias implementadas en
América Latina y las, por citar un ejemplo destacado y particularmente relevante para la
economía mexicana, realizadas en China, país que estableció una estrategia de apertura la
cual estuvo orientada no solo a recibir IED, y con ello mejorar su posición como
exportador, sino que además ha buscado modernizarse mediante la transferencia de
tecnología, capital y gestión administrativa realizada por las economías desarrolladas qu
invierten en este país oriental. En este sentido, Honglin (2001) encuentra, al estudiar países
13
latinoamericanos y asiáticos, que si bien la IED tiene bondades sobre la economía del país
receptor, la magnitud del impacto de las mismas depende de algunos factores importantes:
la política comercial y su orientación hacia las exportaciones, así como su nivel de
desarrollo del capital humano, el cual es esencial para una correcta asimilación de la
tecnología foránea y, eventualmente para ser fuente de innovación.
Con la argumentación anterior, puede establecerse que no basta con abrir la economía para
recibir flujos de inversión, también es necesario la existencia de un sesgo innovador que
impulse y aproveche el capital humano de cada país, factor que no parece estar presente en
el caso de México y en algunos de los principales países de América Latina, en donde se
puede apreciar que existe un “atraso en relación con otras regiones” del mundo (Giménez,
2005). Esto último es una inconsistencia de capital importancia: si una de las formas en
que las economías emergentes pueden acceder a las nuevas innovaciones tecnológicas es
mediante la IED, y si ésta tiene un impacto positivo sobre el crecimiento económico, pero
uno de los requisitos para potenciar su efecto es que el capital humano se encuentre en
capacidad de asimilar y utilizar productivamente dicha tecnología, (Borensztein, De
Gregorio y Lee, 1995), entonces ¿Por qué los diversos gobiernos de América Latina han
descuidado la formación tecnológica y de investigación?. Para el caso particular de
México, la calificación del capital humano se encuentra por abajo de los estándares de
otros países de la OECD y a pesar de las reformas estructurales aplicadas desde mediados
de la década de los ochenta “no se ha generado un aumento inequívoco de la productividad
del empleo ni de los factores totales del crecimiento productivo” (OECD, 2004) llevando a
que las actividades económicas “con algún tipo de participación extranjera” tengan
mayores incrementos en la productividad total de los factores (OECD,2004), proceso que
se ha visto acelerado mediante la mayor integración con las economías que conforman el
14
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Blomström y Kokko, 1997; Schiff y
Wang 2003)
En este sentido, un hecho evidente se refiere a la dependencia que el desarrollo económico
de las economías latinoamericanas manifiestan respecto a los flujos de inversión externa
(Parantab, Chandana, Reagle, 2003, De Soysa y Oneal, 1999) en donde un hecho
paradójico es que durante algunos periodos recientes la región ha realizado una
transferencia neta de recursos hacia el resto del mundo (CEPAL, 2003), principalmente por
la salida de aquellos pertenecientes al capital financiero, situación que acentúa aún más la
necesidad de que América Latina tiene conserve y aumente la inversión productiva
doméstica y foránea a fin de contrarrestar los efectos perniciosos de la salida de los
capitales financieros.
Por tanto, bajo el esquema descrito el capital privado, nacional y extranjero, es el principal
eje de inversión, pero también existe una mayor volatilidad ante cambios en la coyuntura
internacional o en la percepción y calificación que desde las economías desarrolladas se
realiza. Tuman y Emmert (2004) encuentran que la inestabilidad política, los niveles de
preparación y el tamaño del mercado son algunos determinantes en la toma de decisiones
que las empresas multinacionales norteamericanas realizan en cuanto a la IED que
encaminan hacia América Latina. Por su parte Rubirosa, (2004) sitúa al bajo crecimiento
económico y al aparente fin de las privatizaciones como determinantes adicionales que
están normando la caída de la inversión de Estados Unidos en la región. Para el caso de la
Unión Europea, Lo Turco (2005) describe que el marco de las reformas económicas
enfocadas a la liberalización económica impulsaron los flujos de IED hacia América
Latina, especialmente al MERCOSUR. La autora señala al componente de negociación
15
política en la estructuración de una reforma fiscal, el proceso de privatización y de
liberalización de los flujos de capital como los de mayor influencia sobre las decisiones de
las empresas europeas, las cuales se han enfocado principalmente hacia el sector servicios.
No obstante, como ya se ha comentado el componente europeo de la IED en América
Latina no ha manifestado la misma consistencia que aquella realizada por Estados Unidos.
En este sentido, la reactivación de la economía norteamericana se ha visto acompañada por
un incremento de los flujos de inversión que se dirigen tanto hacia los países desarrollados
como hacia las economías emergentes, en estos últimos privilegiando los negocios
radicados en China, la India, Brasil, México y Rusia. En el caso de la inversión
norteamericana se puede apreciar que se han reactivado los montos dirigido hacia los
países de la región latinoamericana, pero que el monto sigue siendo sustantivamente menor
al máximo alcanzado en 1999 (Gráfica 2).
Gráfica 2
Estados Unidos:
Flujos de inversión (millones de USD)
6,000
57,000
108,000
159,000
210,000
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Total Latinoamérica
Participación de Latinoamérica de la inversión
de EU
5
10
15
20
25
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Elaboración propia en base información del Bureau of Economic Analisys
c) ¿Cuál es el efecto de la volatilidad económica de la región y de China sobre la IED
de Estados Unidos en América Latina?
De manera global, puede apreciarse que dentro de la recuperación económica mostrada en
el último par de años los inversionistas también se encuentran en un proceso de valoración
16
sobre los destinos más atractivos para su capital. Para 2004, la encuesta AT Kearny sólo
colocó a las dos economías más grandes de la región latinoamericana dentro de sus
primeros 25 lugares: Brasil (17) y México (22). La clasificación refleja claramente una
pérdida en el atractivo que América Latina tiene, lo cual contrasta con el incremento de la
presencia de China y la India (Primer y tercer lugar de la lista). Para 2005, el índice no
modificó la situación que en general guarda América Latina: solo Brasil y México
aparecieron y mejoraron su posición dentro de la lista mientras que el resto de las
economías de la región continuaron excluidas.
En este sentido, es importante resaltar que los recientes problemas económicos de la
mayoría de los países latinoamericanos puede ser una de las causas que influyan
negativamente en la toma de decisiones de las empresas. Para el caso de las empresas
multinacionales Aizenman (2003) muestra que la volatilidad macroeconómica influye
negativamente sobre la inversión y generación de empleo que este tipo de empresas
promueve, enfatizando sus resultados para las empresas que enfrentan altos costos de
instalación. El razonamiento económico es inmediato: la volatilidad disminuye el beneficio
que esperan obtener las empresas por sus inversiones. El argumento previo se encuentra en
línea con el comportamiento observado de la IED en Sudamérica, la cual llegó a superar el
monto que se dirigió a México y Centro América pero en donde la volatilidad económica
provocó un drástico descenso a partir de 2001, cuando la IED se redujo 27.5 % y
continúo con esa tendencia negativa hasta 2003, año en el cual la inversión sólo representó
el 44 % del máximo alcanzado en 2000. En este contexto, el país más afectado por la
disminución en la inversión fue Argentina que entre 2000 y 2001 vio caer la IED de
manera dramática (-81.3 %). Al mismo tiempo, la economía brasileña no fue capaz de
mantener el ritmo de IED que se dirigía a la nación motivo por el cual en 2003 llegó a su
17
mínimo en los últimos 5 años. No obstante, la tendencia decreciente de la IED no fue
exclusiva de Sudbamérica, también México manifestó una contracción de los flujos
encaminados a su aparato productivo los cuales sólo fueron compensados, de manera
eventual, por la venta de los principales bancos del país.iii Bajo esta dinámica, el caso
particular de las manufacturas es relevante, principalmente debido a que los países
latinoamericanos han recibido una considerable inversión en el rubro el cual también se
esta desarrollando fuertemente en China, cuyos principales productos de exportación son
los relacionados con las manufacturas. La creciente importancia del país asiático es
ampliamente reconocida, pero aún más impresionante son los incrementos en su actividad
industrial, aún dentro del periodo recesivo y de bajo crecimiento en Estados Unidos
(Cuadro 4).
Cuadro 4.
Crecimiento
(Variación anual)
Periodo Industriaiv PIB
2000 11.4 8.0
2001 15.1 7.3
2002 12.6 8.3
2003 17.0 9.3
2004 16.7 9.5
2005v 16.2 9.5
Fuente: China Statistical Data y Banco Mundial
El vigoroso dinamismo industrial chino, especialmente en la manufactura, tiene asociado
un creciente flujo de IED (Lincon, 2002). En 2004, los flujos de inversión superaron, por
primera vez en su historia, los 60 mil millones de dólares (Cuadro 5). Dicha evolución
diverge de la reciente trayectoria de la inversión en la región latinoamericana.
Cuadro 5
Inversión Extranjera Directa
(Millones de dólares)
Periodo China
2000 40,714
2001 46,877
2002 52,742
2003 53,504
2004 60,627
2005 60,300 Fuente: China Statistical Data y la CEPAL.
18
En este sentido, existen algunos estudios que previenen sobre el impacto del incesante
incremento de la actividad manufacturera china sobre el resto de las economías. Para el
caso de América Latina y Asia ya se presentan algunas presiones de competitividad,
especialmente en aquellos sectores manufactureros con procesos productivos intensivos en
mano de obra (Chantasasawat, Fung, Iizaka y Siu, 2004). Una de las razones es porque el
gigante oriental cuenta con una importante reserva de mano de obra de bajo costo: entre
200 y 300 millones de campesinos subempleados, los cuales son un fuerte atractivo para
las empresas maquiladoras (Eichengreen y Tong, 2005). No obstante lo anterior, el
atractivo de la economía china sobre los flujos de IED también a comenzado a fluir a otros
sectores de mayor valor agregado cono lo constituyen aquellos asociados a la tecnología
(Laudicina y White, 2005), situación que incrementa la dimensión competitiva de esta
economía oriental.
Debe adicionarse que la estabilidad y vigor del desempeño económico chino,vi así como el
incremento sostenido de los flujos de IED que arriban a este país cada año se están
conjugando con las ventajas comerciales que le proporciona tanto haber ingresado a la
Organización Mundial de Comercio (OMC) como por la puesta en marcha del Acuerdo
Multifibras. La conjunción de los factores descritos han incrementado el acceso que la
economía asiática tiene a prácticamente todos los mercados del mundo, hecho que ya
modifica las interrelaciones económicas internacionales previas y que en un inicio se han
constituido en un gran desafío para los países con un uso intensivo de mano de obra y/o
que tienen una oferta de exportación vinculada con los productos manufactureros como lo
son México, la India, países del sudeste asiático y una parte relevante de los países
miembros de la OMC (Contreras y Mello, 2002; Agarwal y Wu, 2004; de la Cruz y Núñez,
2005; Rasiah, 2005 y Schott, 2006).
19
Al mismo tiempo, debe resaltarse que la diferencia en los patrones evolutivos de los flujos
de inversión entre la región latinoamericana y China pueden deberse al origen de los
cambios estructurales que se aplicaron: mientras el último no los realizó motivado por una
crisis económica, para el caso de América Latina la mayoría de los cambios se vieron
impulsados por la necesidad de buscar un mayor crecimiento económico bajo el apremio
de la crisis deudora que aquejó en los años ochenta a dichas naciones. Por tanto, se puede
plantear que la dirección y el ritmo de las reformas emprendidas por China se mantuvieron
bajo un esquema principalmente adoptado en función de las necesidades estratégicas del
país, mientras que para los países de América Latina la orientación y los tiempos fueron
resultado de las negociaciones que la mayoría de ellos tuvo que emprender con sus
acreedores y organismos internacionales. Con ello, uno de los más importantes cambios
adoptados fue el de la privatización, el cual se convirtió en una de las principales fuentes
de IED durante la década de los noventa. El problema actual es que al terminarse la
desincorporación de las empresas públicas los flujos de inversión han disminuido
(Rubirosa, 2004). Finalmente, debe resaltarse que si bien existen signos de efectos
negativos en la relación entre China y algunos países latinoamericanos, especialmente con
México (De la Cruz y Nuñez, 2005) también hay casos recientes de cooperación
económica con Brasil, Chile, Argentina, Perú y Venezuela, que han aprovechado el
crecimiento económico del país asiático para obtener algunos beneficios productivos.
De acuerdo a lo previamente descrito, y a fin de visualizar las posibles interacciones entre
el crecimiento económico de Estados Unidos con la IED que sus empresas envían hacia las
principales economías de la región así como para estudiar los efectos que tiene la incursión
de China en el escenario internacional, se procede a elaborar diversos VAR y VEC los
20
cuales permiten distinguir tanto los efectos causales como las relaciones bidireccionales de
largo plazo que existen entre estos países.
Metodología de causalidad
A fin de evitar los problemas estadísticos que presentan las series de tiempo no
estacionarias, que además pueden estar cointegradas, el estudio plantea la aplicación del
procedimiento desarrollado por Liu, Song, y Romilly (1997), Chandana y Paratab (2002),
Liu, Burridge, y Sinclair (2002). Dicha metodología permite estudiar la causalidad entre
series de tiempo no estacionarias que mantienen vínculos de largo plazo. El análisis está
centrado en la construcción de un VEC el cual genera la posibilidad de entender la
causalidad en un marco multivariado. Para ello, el primer paso consiste en comprobar la
existencia y número de raíces unitarias, razón por la cual se aplica la prueba de Dickey y
de Fuller (1979). Una vez que se establece el orden de integración de las series, se procede
a realizar la prueba de cointegración desarrollada por Johansen y Juselius (1999).
Posteriormente se construye el VEC, elemento cuantitativo que permite estudiar tanto la
causalidad débil como la bidireccional mediante la aplicación respectiva de restricciones
cero sobre los factores de ajuste y los rezagos de las variables contenidas en el vector. En
el último caso, el procedimiento permite establecer, variable por variable, la existencia de
causalidad en el sentido de Granger y la dirección de la misma (Ver apéndice A). Con la
elaboración del VEC se está en posibilidad de realizar pruebas de exogeneidad en el
sentido débil, es decir, se puede estimar tanto si la relación de largo plazo es significativa
para explicar la evolución de la variable endógena correspondiente como para entender las
causalidades uni o bidireccionales que pudiesen llegar a existir entre las variables.
Finalmente, debido a que todas las series utilizadas se encuentran en logaritmos, puede
aproximarse la idea de que el VEC expresa las relaciones en tasas de crecimiento por lo
21
cual se puede establecer como la evolución de la inversión en un país afecta a la dinámica
del resto.
Estudio Empírico
En conformidad con lo descrito en el apartado previo, el trabajo se propone inferir las
posibles interrelaciones que algunas de las principales economías latinoamericanas
mantienen con su contraparte de Estados Unidos y China. Para ello, en una primera etapa
se elaboran dos VEC: el primero (VEC 1) buscará capturar la relación entre Argentina,
Brasil, Venezuela y Estados Unidos, mientras que el segundo (VEC 2) estudia el caso de
Argentina, Chile, México y Estados Unidos. Para cada vector, se incluye la información de
la IED que la nación norteamericana realiza en cada país latinoamericano que compone la
muestra. Para ambos vectores y con el fin de capturar la influencia que tiene el ciclo de la
economía norteamericana sobre la inversión que realiza se utiliza el Producto Interno Bruto
(PIB) de Estados Unidos como variable exogena. La elección de los países busca analizar
algunas de las economías más representativas de la región agrupándolas en dos sectores
con resultados estadísticamente significativos. Además, en ambos vectores se utiliza la
información de inversión de Argentina. La razón es que durante los últimos años ha sido
uno de los países que manifestó un cambio dramático, y negativo, en su posición como
país receptor de los flujos de ahorro externo por lo que, dado su peso dentro de la
economía de América Latina, es interesante estudiar el potencial impacto que ello podría
tener sobre el resto de los países que se contemplan en la investigación. En una segunda
instancia, con el fin de comparar el efecto que la economía oriental mantiene sobre los
países de la muestra, a los grupos descritos se les agrega la IED de Estados Unidos en
China. Para el estudio, la información correspondiente a la IED y el PIB de Estados Unidos
22
se tomó del Bureau of Economic Analisys. La frecuencia de los datos en anual y el periodo
correspondiente es de 1966 a 2004.
Resultados
a) Relación Estados Unidos – América Latina
En primera instancia, es claro que existe una correlación importante entre el crecimiento
económico y la IED de Estados Unidos dirigida hacia los países seleccionados por el
análisis (Cuadro 6).
Cuadro 6.
Correlación IED
Argentina Brasil Chile México Venezuela Estados Unidos
Argentina 1.00 0.94 0.95 0.88 0.89 0.87
Brasil 0.94 1.00 0.94 0.84 0.79 0.95
Chile 0.95 0.94 1.00 0.92 0.91 0.89
México 0.88 0.84 0.92 1.00 0.95 0.89
Venezuela 0.89 0.79 0.91 0.95 1.00 0.78
PIB de Estados Unidos 0.87 0.95 0.89 0.89 0.78 1.00
Fuente: Bureau of Economic Analisys
No obstante, la correlación simple no es un indicativo estadístico de causalidad lo
suficientemente robusto como para lograr determinar la existencia de una vinculación más
estrecha entre las economías latinoamericanas y su contraparte norteamericana así como
las interacciones que pudiesen existir entre las primeras. Para lograr clarificar sus
conexiones, es necesario realizar los estudios de causalidad en el sentido de Granger antes
propuestos. Primeramente, las pruebas de raíz unitaria señalan que todas las variables son
integradas de orden 1, I(1), por lo cual no son estacionarias y debe aplicarse la
transformación correspondiente a fin de estudiarlas bajo la metodología de series de tiempo
correspondiente (Apéndice B). El paso subsecuente consiste en analizar si las variables
integradas además se encuentran cointegradas, situación que impone la elaboración de un
VEC, o en caso contrario debe implementarse un VAR. En ambos casos la prueba de
23
Johansen-Juselius establece la existencia de relaciones de largo plazo, es decir de
cointegración, por lo cual las series deberán analizarse mediante un VEC (Apéndice C). El
orden de los rezagos óptimos se escogió utilizando el criterio de información de Akaike.
Las pruebas estadísticas realizadas en el VEC 1, permiten establecer la existencia
exogeneidad débil, estadísticamente significativa al 5 %, para todas las variables
(Apéndice D). La implicación económica del resultado previo es importante: en conjunto,
la información y evolución contemporánea de la inversión en dos países de América Latina
y la economía de Estados Unidos es pertinente para entender la dinámica de la IED en el
país restante. Ante esto, puede esperarse que, en la coyuntura económica, la IED se
encuentre condicionada tanto por el ciclo económico de Estados Unidos como por la
situación de los otros países latinoamericanos. El resultado estadístico también es
observado para el caso de la muestra representada en el VEC 2, permitiendo concluir la
existencia de exogeneidad en el sentido débil en el VEC 2 (Apéndice D). Dado que en
conjunto la información de las variables es válida para explicar la inversión en cada país
latinoamericano de la muestra, el siguiente aspecto que se debe abordar versa sobre si la
información histórica, capturada por los rezagos de cada VEC, permite explicar la
trayectoria individual que la IED de Estados Unidos tiene en cada país de la región. Con
esta prueba estadística se puede dilucidar la influencia individual que el pasado de cada
variable mantiene sobre el resto y con ello si el sentido de la relación es uni o
bidireccional.
Para el caso del VEC 1, puede apreciarse para todos los casos en donde se observa la
existencia de causalidad la misma es positiva (Apéndice E). En este sentido, los resultados
señalan que los flujos de IED en Brasil se ven fuertemente influidos por la trayectoria de la
24
inversión pretérita en los otros países latinoamericanos de la muestra así como por el PIB
de Estados Unidos. Además, se encuentra que Venezuela mantiene su vínculo causal más
importante con la economía de los Estados Unidos y en menor grado con Argentina,
mientras que los resultados estadísticos no generan evidencia significativa que le relacione
con la evolución de la inversión realizada en Brasil. Para el caso de Argentina, se puede
establecer una interrelación causal con los flujos en Brasil y con el PIB de Estados Unidos.
Con el último resultado, existe un sustento objetivo para plantear que entre las dos
economías sudamericanas más importantes existe una interacción económica bidireccional
de largo plazo, por lo que la dinámica de la inversión en cada país influye sobre la
trayectoria del otro. Lo anterior implica que la reciente y profunda crisis económica que se
vivió en Argentina, y la consecuente disminución de la IED que se dirigió a dicho país,
afectó de manera estructural a la economía brasileña. Adicionalmente, la conexión causal
unidireccional de la inversión en Argentina hacia la de Venezuela permite pensar que esta
última economía también se ha visto influenciada por la reciente tendencia negativa de la
inversión en Argentina. De la misma forma, el PIB de Estados Unidos es significativo para
explicar la IED que fluye hacia Venezuela.
En caso del VEC 2, los vínculos causales son menores y puede apreciarse que predomina
la influencia del PIB de Estados Unidos sobre la IED que se dirige a los países
latinoamericanos. En general, la causalidad norteamericana encontrada tiene un sentido
positivo, situación que refuerza la intuición de que, ante ciclos positivos de este país, los
países de América Latina se ven beneficiados por el flujo de una mayor cantidad de IED.
Por otra parte debe precisarse que la inversión en la economía mexicana tiene su única
relación causal con el crecimiento económico de Estados Unidos, por lo que la
determinación más importante de los flujos de inversión proviene del ciclo de este país.
25
Dicha situación se encuentra en correspondencia con la evidencia empírica que ilustra una
profunda relación industrial y manufacturera entre ambos países, vínculo que se manifiesta
por medio de la producción, el empleo (Gráfica 3) y el sector externo: el 90 % de las
exportaciones de México se dirigen hacia el mercado norteamericano. Para el caso de
Argentina, también se puede determinar una situación de dependencia causal hacia el
comportamiento económico de Estados Unidos y una ausencia de relación con Chile y
México. Finalmente, Chile mantiene sus interrelaciones más fuertes con el crecimiento
económico de Estados Unidos y con los flujos de inversión en México aunque la relación
con este último tiene un sentido negativo, lo cual parece indicar un cierto grado de
competencia por los recursos que Estados Unidos canaliza hacia ambos países. Por tanto,
en este segundo bloque los resultados estadísticos parecen señalar que en general el
desempeño de la inversión en Chile, México y Argentina solo se ve explicada por la
situación económica prevaleciente en Estados Unidos.
Gráfica 3
Ciclo industrial
-9.00
-6.00
-3.00
0.00
3.00
6.00
Ene-93
Ene-94
Ene-95
Ene-96
Ene-97
Ene-98
Ene-99
Ene-00
Ene-01
Ene-02
Ene-03
México Estados Unidos
Empleo en manufacturas:
variación anual
-9
-4.5
0
4.5
Ene
/ 1993
Ene
/ 1994
Ene
/ 1995
Ene
/ 1996
Ene
/ 1997
Ene
/ 1998
Ene
/ 1999
Ene
/ 2000
Ene
/ 2001
Ene
/ 2002
Ene
/ 2003
-15
-7.5
0
7.5
15
Estados Unidos México
Fuente: elaboración propia en base a información de la FED, Oficina del Trabajo e INEGI.
Relación Estados Unidos – América Latina-China
En la siguiente etapa del estudio, en cada uno de los vectores anteriores se incluyó la
información de IED que Estados Unidos realiza en China. Para el caso del VEC1, se puede
26
apreciar que los resultados de exogeneidad débil se mantienen, (Apéndice F). Con ello se
esta en posibilidad de concebir que la línea de argumentación anteriormente descrita sobre
la relación de corto plazo que existe entre los países que componen la muestra
prácticamente se mantiene sin cambios, por lo que el análisis económico también es válido
ahora incluyendo el efecto de China. En el caso del VEC 2, la situación es ligeramente
distinta. Es claro que para Argentina los resultados estadísticos son significativos
únicamente al 10 %, mientras que para México y Chile no hay problema con la
significancia. Sin embargo, en el caso del país oriental parece que el conjunto de las
naciones de esta muestra no genera la suficiente información como para poder considerar
que permiten describir su dinámica contemporánea, situación que explicaría el por que la
inversión en China no se ve afectada por la volatilidad de las economías latinoamericanas.
Finalmente, el análisis de la causalidad bivariada señala que la inclusión del país asiático
en el VEC 1 es estadísticamente relevante para entender la trayectoria de Venezuela y con
un grado menor de significancia de Brasil, mientras que en el caso de Argentina no hay
evidencia que permita sustentar una relación causal. Para el VEC 2, se debe puntualizar
una causalidad importante que va de China hacia la economía mexicana, en tanto que no
se puede encontrar una conexión entre el país asiático y el resto de la muestra (Chile y
Argentina, apéndice G). Lo más relevante de todos los casos en donde se encuentra una
causalidad con el país oriental, es que dicho vínculo tiene un sentido unidireccional
negativo que va de China hacia el resto de los países, situación que resalta la posibilidad
de que los crecientes flujos de IED en ese país puedan darse en detrimento de aquellos
canalizados hacia América Latina. Para el caso de México, el resultado mencionado se ve
robustecido por los efectos capturados en la función impulso-respuesta (Gráfica 4)
correspondiente a los cambios negativos que una modificación en la IED que Estados
27
Unidos hace en China provocan sobre la que envía a México. Dicha situación, se encuentra
en línea con el desplazamiento que algunos productos manufactureros mexicanos de
exportación han sufrido durante los últimos años y que habían sido parte fundamental en
el atractivo de IED que México representaba, por ejemplo computadoras, aparatos de radio
y televisión, periféricos para computadoras, principalmente (De la Cruz y Nuñez, 2005).
Esta situación alerta sobre los efectos negativos que la actual tendencia de los flujos de
inversión encaminados hacia los sectores manufactureros de China pueden tener sobre el
crecimiento económico de la economía mexicana y de manera más general sobre toda la
economía latinoamericana.
Gráfica 4.
Impulso respuesta China-México
Fuente: Elaboración propia
Conclusiones.
Con fundamento en los resultados observados, es pertinente establecer que, en general y a
largo plazo, los flujos de inversión extranjera directa canalizados por Estados Unidos hacia
los países de América Latina primordialmente dependen del ciclo económico de la
potencia norteamericana. Además, se puede inferir que en la coyuntura la inversión
realizada por Estados Unidos hacia el conjunto de América Latina es relevante para
entender el comportamiento de los flujos de IED que dirigen hacia cada una de las
28
economías analizadas. Lo anterior implica que los choques y variaciones acontecidos en
los flujos de IED que la economía norteamericana envía a cada país afectan al resto en el
corto plazo. No obstante, del análisis también se desprende que solo en los casos
particulares de Argentina y Brasil parece existir una sólida relación bilateral, lo cual
representa una evidencia estadística relevante para reforzar la intuición que se mantiene
sobre la estrecha vinculación económica que entre ambas economías sudamericanas
persiste. En otra instancia, se puede puntualizar que en el caso de Argentina existe la
evidencia estadística suficiente para sustentar que los efectos negativos recientemente
acontecidos es este país se transmitieron hacia el resto de las naciones latinoamericanas
que conforman la muestra. Dicha situación no es igual para las otras economías, en donde
solo pueden encontrarse variaciones unidireccionales. Por tanto, los resultados obtenidos
llevan a considerar que si bien las crisis y bonanzas de latinoamericana influyen sobre la
dinámica que la IED de Estados Unidos sigue en la región, ello es más significativo en el
corto plazo, ya que en un esquema de tiempo más prolongado la decisión de los
inversionistas se ve normada por la situación económica de Estados Unidos y por los
vínculos particulares que algunas economías mantienen.
En cuanto a la segunda parte del estudio, se puede inferir que la inclusión de China
mantiene válidos los resultados de exogeneidad débil, es decir en el corto plazo la
información conjunta de inversión es significativa para explicar la evolución de la IED en
cada uno de los países latinoamericanos, pero además se puede estimar que la presencia de
la economía asiática tiene una relación causal unidireccional negativa hacia México y
Venezuela, y con un menor grado de significancia hacia Brasil. Lo preocupante para el
caso mexicano radica en la tendencia divergente que existe entre los flujos de IED de
ambos países, en donde China ve acrecentar los montos que recibe mientras que México
29
permanece rezagado. Este hecho, se encuentra en línea con la evidencia empírica que se
pude observar desde 2001, cuando las exportaciones e IED directa del sector
manufacturero disminuyeron su ritmo de expansión; primeramente como reacción a la
recesión de la economía norteamericana y en una segunda etapa por el desplazamiento que
algunos sectores nacionales han enfrentado por parte de los productos chinos. Dado que la
IED representa un factor de crecimiento para la economía mexicana la persistencia de una
tendencia negativa en los flujos de inversión implicaría un problema estructural para el
desarrollo de algunos sectores de la economía nacional, particularmente los relacionados
con la manufactura. Ante dicha situación y la creciente presencia de la economía china en
la exportación mundial de bienes manufacturados México debe buscar alternativas
productivas en sectores de mayor valor agregado que le permitan mantenerse como un polo
atractivo para la IED que se genera en Estados Unidos y en donde de manera simultanea se
deben buscar otras fuentes de inversión extranjera.
Apéndices.
Apéndice A. Metodología de Causalidad.
De forma general suponga la existencia de un Vector Autorregresivo de orden p
(VAR(p)) (Quintos, 1997).
ttt yLJy ε+= −*
1
* )( (1)
1
1
)( −
=
∑= ik
i
JLLJ (2)
Donde *
ty es integrada de orden uno (I (1)). El VEC correspondiente es
tttkt yyLJy ε+Π+∆=∆ −−*
1
*
1
** )( (3)
1*1
1
* )( −−
∑= i
i
k
k LJLJ (4)
∑+=
−=k
il
li JJ1
* (5)
Con
))1(( IJ −=∏ (6)
30
Si se tienen q relaciones de cointegración, la matriz ∏ puede escribirse como
βα ′=Π (7)
De la ecuación 7, se establece que debe estudiarse la significancia de los parámetros de
largo y corto plazo, βij y αij respectivamente. La exogeneidad débil se estudia mediante
restricciones cero sobre las αij. En el caso de la causalidad bidireccional se aplican pruebas
de Wald sobre los rezagos del VEC (Liu, Burridge y Sinclair, 2002), variable por variable.
Apéndice B. Prueba de raíz unitaria.
VARIABLE
MEXICO
ADF
CRITICAL
VALUE
SIGNIFICANCE
LEVEL
(%)
VALUE
Argentina -1.95 5 1.17
Brasil
-1.95 5 1.14
Chile -1.95 5 -0.68
México -1.95 5 3.30
Venezuela -1.95 5 3.13
Estados Unidos -1.95 5 3.18
Apéndice C. Prueba de cointegración.
VEC 1: Argentina, Brasil, Venezuela, Estados Unidos
Prueba del rango de Cointegración
Hipotésis Traza 5 % 1 %
No. de CE(s) Eigenvalor Estadístico Valor Crítico Valor Crítico
Ninguna ** 0.861729 149.1549 62.99h 70.05
Una** 0.785516 81.88457 42.44 48.45
Dos* 0.546802 29.54081 25.32 30.45
Tres 0.074500 2.632317 12.25 16.26
*(**) Denota rechazo de la hipótesis al nivel de 5 % (1 %).
La traza indica 3 ecuacioens de cointegración al nivel de 5 %.
Vector 2: Argentina, Chile, México, Estados Unidos
Prueba del rango de Cointegración
Hipotésis Traza 5 % 1 %
No. de CE(s) Eigenvalor Estadístico Valor Crítico Valor Crítico
Ninguna ** 0.598367 56.43254 47.21 54.46
Una 0.372816 24.50495 29.68 35.65
Dos 0.205555 8.176896 15.41 20.04
Tres 0.003508 0.123013 3.76 6.65
*(**) Denota rechazo de la hipótesis al nivel de 5 % (1 %).
La traza indica 1 ecuación de cointegración al nivel de 1 %.
31
Apéndice D. Resultados de exogeneidad débil.
VEC 1
País P-value
Argentina 0.0016
Brasil 0.0000
Venezuela 0.0000
Estados Unidos 0.0007
VEC 2
País P-value
Argentina 0.0004
Chile 0.0511
México 0.0269
Estados Unidos 0.0239
Apéndice E. Causalidad en el sentido de Granger
VEC 1
Muestra: 1966 2004
Variable dependiente: D(LOG(ARGENTINA))
Exógena df Prob.
D(LOG(BRASIL)) 3 0.0560
D(LOG(USPIB)) 3 0.0517
D(LOG(VENEZUELA)) 3 0.3966
Todas 9 0.1960
Variable dependiente: D(LOG(BRASIL))
Exógena df Prob.
D(LOG(ARGENTINA)) 3 0.0000
D(LOG(USPIB)) 3 0.0041
D(LOG(VENEZUELA)) 3 0.0000
Todas 9 0.0000
Variable dependiente: D(LOG(VENEZUELA))
Exógena df Prob.
D(LOG(ARGENTINA)) 3 0.0920
D(LOG(BRASIL)) 3 0.8118
D(LOG(USPIB)) 3 0.0024
Todas 9 0.0000
VEC 2
Muestra: 1966 2004
Variable dependiente:
D(LOG(ARGENTINA))
Exógena df Prob.
D(LOG(CHILE)) 2 0.3129
D(LOG(MEXICO)) 2 0.2879
D(LOG(USPIB)) 2 0.0001
Todas 6 0.0014
Variable dependiente: D(LOG(CHILE))
Exógena df Prob.
D(LOG(ARGENTINA)) 2 0.8854
D(LOG(MEXICO)) 2 0.0394
D(LOG(USPIB)) 2 0.0407
Todas 6 0.0644
Variable dependiente: D(LOG(MEXICO))
Exoégena df Prob.
D(LOG(ARGENTINA)) 2 0.7179
D(LOG(CHILE)) 2 0.5612
D(LOG(USPIB)) 2 0.0000
Todas 6 0.0005
VEC 1
Dirección de la causalidad Signo
Brasil→ Argentina
Estados Unidos → Argentina
Argentina→ Brasil
Positivo
Positivo
Positivo
Estados Unidos → Brasil Positivo
Venezuela → Brasil
Argentina→ Venezuela
Positivo
Positivo
Estados Unidos →Venezuela Positivo
32
VEC 2
Dirección de la causalidad Signo
Estados Unidos →Argentina Positivo
Estados Unidos →Chile Positivo
México →Chile Negativo
Estados Unidos →México Positivo
Apéndice F. Resultados de exogeneidad débil incluyendo a China.
VEC 1
País P-value
Argentina 0.0214
Brasil 0.0000
Venezuela 0.0005
Estados Unidos 0.0003
China 0.0390
VEC 2
País P-value
Argentina 0.0817
Chile 0.0088
México 0.0004
Estados Unidos 0.0102
China 0.9918
Apéndice G Causalidad en el sentido de Granger de China sobre las economías de
América Latina.
VEC 1
País P-value
Argentina 0.1756
Brasil 0.0931
Venezuela 0.0417
VEC 2
País P-value
Argentina 0.8984
Chile 0.5405
México 0.0271
VEC 1
Dirección de la causalidad Signo
China →Brasil Negativo
China →Venezuela Negativo
VEC 2
Dirección de la causalidad Signo
China →México Negativo
33
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i Debe resaltarse que Stiglitz hace un reconocimiento sobre la dificultad de contar con un método que de
manera innegable permita dilucidar si existe una única causa de dicha crisis, sin embargo lo anterior no
excluye la posibilidad analítica de que el autor postule la idea anteriormente descrita. ii Incluye centros financieros.
iii En 2001 Citigroup adquirió Banamex por 12,500 millones de dólares.
iv Valor agregado v Enero-Marzo
vi Entre 1979 y 2004 el crecimiento económico promedio anual de China se encuentra en 9.4 % (National
Bureau of Statistics of China, 2005).
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