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Historia de los cafés literarios de Bogotá: entre la cultura, la bohemia y la conspiración
Niño Neira
CORTAVIENTOS Boletín de estudiantes PSIBA – Universidad de La Salle
Bogotá – Colombia. No 3. 2015. 1 1
HISTORIA DE LOS CAFÉS LITERARIOS DE BOGOTA: ENTRE LA
CULTURA, LA BOHEMIA Y LA CONSPIRACIÓN
Saúl Alejandro Niño Neira
Cuando se buscan fechas exactas o próximas de cuando nacieron los cafés
literarios se puede encontrar en la literatura que lo exacto fue en el siglo XX y
lo aproximado en 1920, pero cuando se analiza de fondo las dos palabras café
y literatura y se quiere encontrar una especie de euritmia de ellas, basta con
pensar la historia, el contexto y la esencia para darse cuenta que todo comenzó
antes.
Lo cafés literarios al igual que otros disfrutes más comunes se niegan a
desaparecer y conforme la sociedad va avanzando estos tratan de evolucionar y
entran en el contexto de la nueva era, respecto a los cafés literarios, algunos
que existieron en Bogotá antes del bogotazo y que todavía existen son El Pasaje
y el San Mortiz1, no muy populares para la época pero que sobrevivieron de los
90 que erigían antes de 1948.
De igual forma hay que tener en cuenta El Automático que estuvo hasta los 80
y que fue importante ya que fue el primero en dejar entrar mujeres ya que en
los cafés de la época no existía baño para damas.2
No por lo anterior se van a dejar de citar algunos que al igual que el Automático,
marcaron la memoria de los bogotanos, y gran parte del pensamiento, teorías y
poemas que aún son vitales en el siglo XXI.
Aunque no existe un concepto como tal que define lo que es un café literario me
atrevo a decir que es un espacio donde se juntan el café y las letras y toda su
forma de expresión, y creo que quien estudia y repasa la historia de estos
centros de cultura darán la razón a este, y podrán fundar el suyo sin que uno
sea más vago que el otro.
Hoy las bibliotecas, mega bibliotecas, locales y de barrio, hacen cafés literarios
en torno a una temática o un autor y nunca falta el aroma de este manjar, es
1 El tiempo archivo. Cien años de la historia colombiana en un sorbo de café: a principios del siglo xx en Bogotá existían ceca de noventa cafés que gozaban de prestigio. (2014, Marzo, 17). Recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13669015 2 Razón pública .com. Recorrido “espresso” por los Cafés de Bogotá. (2015, Junio, 21). Recuperado de.http://www.razonpublica.com/index.php/cultura/8536-recorrido-%E2%80%9Cespresso%E2%80%9D-por-los-caf%C3%A9s-de-bogot%C3%A1.html.
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una forma de recordar la esencia de los cafés literarios de la época y salir un
poco de ese mundo invadido por la televisión la internet y centros comerciales.
Para comenzar con la historia de esos lugares que sirvieron y sirven hoy en día
para el encuentro de las letras, la poesía, la prosa, la escritura y la lectura en
voz alta, es necesario saber que en los cafés literarios se comparte la palabra.
La palabra escrita y la palabra hablada. Que en el transcurso del texto
implícitamente, estas formas de palabras salen a relucir en un dialogo, una idea,
una discusión, incluso en el sonido silencioso de una mente apaciguada
inquietante de acabar pronto una idea escrita para que luego salga en compas
con el viento y se dé eso, eso que se llama lectura.
Ahora sí, para comenzar, y lograr descubrir el embrollo de por qué todo empezó
antes es importante saber que el café toco tierra americana en 17303 por culpa
de un francés ¡dicen! de apellido Chirac que era director del Jardín Botánico de
Paris y que mando a las colonias francesas la sagrada planta para que la
cultivaran allá, y ya no dicen cómo fue que esa planta francesa se convirtió en
la madre de esos hijos plantados, solo se sabe que se plantaron a orillas del río
meta en el Orinoco.
Ahora bien para lograr la concatenación de las fechas lo anterior fue en el siglo
XVIII y para dar por sentado el consumo de la bebida es necesario decir que: en
1787 y 1807 la corona española ‘’reconoce que existen plantaciones de café en
Girón (Santander) y Muzo (Boyacá) ’’4 y en 1835 ya se exportaba café, lo que
da a suponer que para principios del siglo XIX ya se degustaba esta bebida en
el paladar de la mayoría de los colombianos.
Para continuar, lo que interesaba en este momento era tener claro cuando fue
que esta bebida era conocida y tomada por los colombianos; para así
desencadenar las primeras raíces de los espacios literarios hoy llamados
individualmente café-Literario.
Prosiguiendo en el embrollo, se tiene en cuenta que en el observatorio
Astronómico Nacional de Colombia creado por José Celestino Mutis de carne y
hueso de la expedición botánica del Reino de Granada en 1803, y que dentro de
este espacio concebido para el estudio y las observaciones astronómicas se
fraguaron conspiraciones contra la tiranía española ‘’Los principales personeros
de la oligarquía criolla que conformaban la junta eran: José Miguel Pey, Camilo
Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio
3 González, P. (2012). Los cafés tradicionales capitalinos: una mirada a la cultura del café. Traza, 6. 12
4 Asociación Nacional de Exportadores de café Colombia. (ASOEXPORT). (s.f.). Recuperado de
http://www.asoexport.org/historia.html
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Morales, entre otros’’5 esto bajo la dirección del observatorio por Francisco de
Caldas Santander.
Por lo anterior, se puede asumir que el primer centro café literario fue el
observatorio astronómico partiendo de las premisas que: el café ya estaba en
auge para esa época, y a esta bebida la llamaban bebida del diablo ya que el
Papa Clemente VIII (1536-1605), lo prohibió por su poder afrodisiaco pero al
momento de probarlo pronuncio “Questa bevanda del diavolo è così buona… che
dovremmo cercare di ingannarlo e battezzarlo” lo que viene a significar que Esta
bebida del diablo es una cosa tan buena, que vamos a engañar a Satanás
bautizándola y santificándola’’. Por otro lado hay otra leyenda6 ‘’ Fueron los
Yemenitas quienes lo popularizaron y respecto de los comienzos de su uso se
han difundido numerosas leyendas, de las cuales la más difundida es la que
cuenta que un joven pastor llamado Kaldi. Este pastor un día notó en su rebaño,
un comportamiento extraño: sus cabras saltaban y corrían contagiadas de una
euforia desbordante. Al ver esta extraña conducta, la curiosidad llevó a Kaldi a
observar que los animales cambiaban su comportamiento después de comer las
hojas y los frutos de un arbusto que producía pequeñas cerezas rojas. Dice la
fábula que el pequeño pastor probó los frutos y al poco tiempo se sintió poseído
por una extraña alegría que los impulsaba a cantar y danzar’’. Café de Colombia.
(s.f).
De igual la importante revolución francesa estallo en 1789 y a Europa el café
llego un siglo antes, lo que se puede pensar que ellos ya estaban consumiendo
esta bebida, y sin lugar a dudas lo que caracteriza a las revoluciones son sus
gestas intelectuales y notables hombres ilustrados que planean las asonadas en
lugares poco conocidos y sería ingenuo descartar el café como principal
acompañante en las reuniones ya que estas se realizaban en altas horas de la
noche.
Continuando con lo anterior, es posible que el café haya participado como anti
somnífero en las revueltas que tuvieron lugar en Europa y después en América
como lo certifica su historia ‘’ En el siglo XVIII, en el contexto de la Revolución
Industrial, y en especial en el siglo XIX, se generaron los mayores avances en
el procesamiento del café debido al auge de métodos mecánicos de tueste,
molienda y preparación. ’’ Y ‘’ El consumo de café no ha estado ajeno a
fenómenos sociales y políticos de trascendencia. Alrededor del café se han
5 Asociación Nacional de Exportadores de café Colombia. (ASOEXPORT). (s.f.). Recuperado de
http://www.asoexport.org/historia.html
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detonado revoluciones y, también, se han diseñado esquemas de cooperación.
El café, es, en fin, mucho más que una bebida.7 ’’
Cabe el axioma de pensar que quienes han protagonizado e idealizado las
revueltas o revoluciones son personas letradas que terminan influyendo tarde o
temprano en una sociedad o época. Estableciendo así, que son eruditas debieron
tener relación directa con los libros sus literaturas, lecturas y la escritura,
ampliando sus pensamientos pudieron haber gestado ese vínculo inseparable y
su compartir en reuniones con amigos o colegas de pensamiento y claro está
con una taza de café.
Partiendo que ya se conoce el origen de los cafés literarios, no es menos
importante su evolución en el siglo XX o como lo proclaman quienes han escrito
sobre ello en 1920, y si así lo han escrito debe ser porque en esa época tal vez
se acrecentó la población se fue urbanizando la ciudad, las personas comenzaron
a hacerse a sus negocios donde se pedía un café o un tinto para leer las noticias.
Claro está, que su invención como espacio de diálogos políticos, económicos y
sociales de los hacendados trascendió a la creatividad poética de los más jóvenes
y de sus cargas románticas y de versos literarios y el desahogo de penas
intelectuales, y de la irreverente crítica contra el orden establecido de aquellos
años.
De lo anterior, los jóvenes que dieron más fuerza a los sitios como centros de
pensamiento y de cultura se hacían llamar Arkilókidas de estos pertenecieron un
grupo heterogéneo, constituido por León de Greiff, Luis Tejada, Silvio Villegas,
Ricardo Rendón, Hernando de la Calle, José Umaña Bernal, Juan Lozano y
Lozano, Silvio Villegas entre otros.
Los Arkilókidas ‘’fueron una neta y transitoria unidad generacional que se
dispuso a atacar sin misericordia a la generación centenarista’’8.
Para centrar el lugar de los hechos que ocupo Bogotá para esta generación, el
café famoso en el tiempo se llamó, Café Windsor ubicado en pleno centro de
la ciudad, en sus anécdotas cuenta Juan Lozano y Lozano que ‘’lluvia obligaba
a buscar refugio en el café, no era fácil encontrar mesa libre. A medida que
avanzaba la tarde, iban saliendo los hacendados y crecía el número’’ el número
de bohemios y por supuesto los Arkilókidas.
7 Café de Colombia. Historia del café. (s.f.).
8 Popel, H., & Gómez, M.(2008)
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Una vez más cabe mencionar que los cafés literarios ya existían antes de 1920,
ya que el famosísimo León de Greiff llego por primera vez a Bogotá en 1918 y
Briggite König cita en su artículo que este al poco tiempo se unió a los
Arkilókidas, lo que deja al descubierto que este grupo ya figuraba antes de la
fecha.
Para cerrar estos años y nombrar algunos cafés que denotaron en la época cabe
mencionar el café la Botella de Oro, que se instaló en el atrio de la Catedral,
actual Palacio Cardenalicio, en la plaza de Bolívar el Reviere el café Astor. El
Pensilvania entre otros.
Dando un salto, aproximadamente en la historia de treinta años, nos situamos
en inmediaciones de los años 1945-1950. Donde ya los cafés-literarios gozaban
de prestigio y popularidad, y donde los intelectuales y la gente del común se
reunían en estos para charlar, pensar y discutir los acontecimientos. Cabe
resaltar, que algunos fueron más prestigiosos que otros.
Continuando entre café, literatura e historia, en Colombia sigue la oleada de
violencia, lo bueno es que siempre hubo como ahora de que hablar, y estos
cafés-literarios recibían a quienes por alguna razón o sin ella, y de manera u
otra intentaban entender y cambiar el país. Entre dicho, los colombianos de
ahora y los de antes solo se diferencian en que ahora tratan de arreglar el país
al estilo “Gruta Simbólica”, pero en cantinas, discotecas, antros, tomaderos,
billares entre otros.
Un personaje icono en la historia de Colombia y Bogotá fue el líder político Jorge
Eliecer Gaitán, el cual tras su magnicidio empieza el bogotazo y el fin de los
cafés-literarios. Los sucesos del 9 de abril de 1948, los saqueos y los incendios
que se apoderaron de la ciudad de Bogotá apagaron y silenciaron la poesía.
Tal cual como lo narra Carreira ‘’Aquel fatídico día Jorge Eliécer Gaitán cayó
agonizando a las puertas del también desaparecido café Gato Negro y toda la
ciudad ennegreció en un sopor de sangre y muerte. Los cafés no fueron ajenos
a este acontecimiento. Las crónicas de aquel día cuentan de las personas que
miraban desfilar los ríos de gente enceguecida por sus sueños rotos. Los cafés
se convirtieron en puntos de observación que después de unas horas ardieron
en fuego vivo como el resto de la ciudad. Bogotá se quemó y con ella sus cafés
y los recuerdos de una época de tertulias’’9.
Por consiguiente del suceso anterior, algunos de estos cafés desaparecieron
parcialmente fueron: La Bodega de San Diego, café tertulia donde se dieron
cita los conjurados del 10 de febrero de 1909 que intentaron el asesinato del
presidente, general Rafael Reyes. La carrera séptima, Café Inglés, el Molino,
9 Carreira, A. (s.f.).
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Gato Negro, el Boulevard”, Martignon, cafés Roma y Niza, El Café de la Paz, El
Café Asturias y el Automático.
El resurgimiento de las cafés-literarios, han aparecido paulatinamente, con el
miedo y lo zozobra de la tecnología y de un país menos abocado de ilustres
bohemios poetas, de pensadores destacados, de filósofos utópicos que sueñen
a través de sus versos y sus teorías en construir un mundo mejor.
Es verdad cuando dice Fernando Vallejo que ni entre mil que nazcan podrá nacer
un Porfirio Barba Jacob, igualmente puede decirse de la genialidad de José
asunción Silva, que en su casa reunía a sus notables amigos a recitarle poemas
y escritos y sus amigos eran dichos escuchándolo, o un Miguel Antonio Caro
filólogo y presidente de la república en 1894 preocupado por el idioma a razón
de que en Colombia se hablara bien y se respetaran las leyes de la gramática.
Al igual que Rufino José Cuervo.
Es claro que, cuando en un café se escucha la palabra compuesta ‘’está
recitando’’, quiere decir que el sujeto, cualquiera que sea, está practicando el
oficio de la lectura, oficio a razón de que no cualquiera puede leer fluidamente,
menos en público y su voz tiene una sonoridad que logra recrear voces y
paisajes, sucesos dentro de historias maravillosas.
Es por eso que en los cafés literarios si se podía escribir y sacar obras literarias,
también había tiempo para la lectura, para la elocuencia de la palabra escrita
echa voz. La razón me la da el libro del famosísimo poeta José Asunción silva,
en su obra póstuma ‘’De Sobremesa’’ en la cual el autor Fernández, está en un
lugar público con sus amigos y José describe la bebida negra, la aromática y los
puros de los cuales salía un humo que ponía el ambiente más interesante.
Sin perder la idea, en este lugar descrito por José, el autor Fernández, les leyó
varios fragmentos de sus obras en los cuales la interrupción fue nula, el espacio
se prestó para un encuentro con la lectura, en ese momento la palabra escrita
se convirtió en palabra hablada, en y da pie para afirmar que en los cafés
literarios se encuentran la lectura y la escritura.
De igual forma se destaca entre los grandes el ya citado León de Greiff, Julio
Garavito, Rafael Pombo, Jorge Issacs, Alberto Lleras entre otros que no cabrían
en el documento pero que sin lugar a dudas fueron genios de la época y para
algunos que conocen de literatura de buenos escritos y bellos versos saben que
no pasaran de moda y siempre serán un referente de la historia de Bogotá o
quizás de América y algunos países Europeos hasta donde llegaron sus
tentáculos de genialidad.
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También es destacar los autores después de la década de los 30 del siglo XX,
que recurrían a los cafés literario para pensar su época su momento y el contexto
de la sociedad, estos hijos de los antiguos intelectuales de la Nueva Granada,
de los pensadores Europeos que se establecieron en el continente Americano
más específico en el sur del continente.
Escritores como Gabriel García Márquez, que frecuentaba los cafés-literarios con
miedo y zozobra pero con el afán de untarse de esa inquietud intelectual de los
poetas y escritores bien narra en su libro vivir para contarla, su amigo más
cercano Álvaro Mutis, Andrés Caicedo que ya se murió pero sus obras siguen
vivas para muchos jóvenes, Alfredo Molano y su literatura sociopolítica, German
castro Caicedo asiduo reportero que narro historias de personas que se
adentraban en la malsana Amazonas y algunos volvían pero otros se los tragaba
la tierra y nunca se volvió a saber nada de ellos, William Ospina y su forma
maravillosa de contar el mal que aqueja a los colombianos, Fernando Vallejo que
ante la irreverencia y la verdad de la vida, deja risas y lágrimas pero al mismo
tiempo la reflexión que se apodera de la mente, Miguel Torres que sin lugar a
dudas fue cómplice de este escrito, y por último Laura Restrepo ejemplo de las
mujeres que narran de forma novelística los sucesos de la vida real sin titubeos.
Seguramente alguno de ellos, pisaron un café literario y en los cuales nacieron
grandes obras e ideas que llegaron hacer parte de la literatura para muchos
años.
Tal vez, la dimensión de café-literario ha cambiado hoy en día, ya que como todo
en la vida evoluciona, de igual forma, sin importar como los llamen tertulias
aristocráticas y hogareñas, conversatorios, espacio de relajación y contertulio,
las conspiraciones, los poemas, la poesía, la pintura, las noticias todo eso y más
se embebe a lo que son los cafés literarios.
Es claro que para entender los cafés literarios es necesario conocer del café como
bebida conspiradora o inspiradora del ser humano. Su trasegar histórico y su
concatenación con la literatura, hace que conozcamos la historia de los lugares
en los cuales se juntó la bebida con las letras.
Sin embargo, no se puede dejar de lado las palabras que casi no se mencionaron
pero que implícitamente estuvieron en el texto y que de fondo son la base se la
razón de ser de los cafés literarios, estas palabras son la palabra escrita y la
palabra hablada. Estas juntas crean lo que es la escritura como proceso
intelectual que se plasma en una superficie física y la otra, gracias a procesos
físicos puede ser dicha o hablada y escuchada, y que esa relación es la lectura
de un texto que llega a una o varias personas.
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Los cafés literarios, son ese lugar que reúne una clase de gente que hace la
palabra escrita para diferentes fines, y crea los procesos de lectura en grupos
para que el escrito plasmado trascienda a mentes distintas.
No se puede negar que en el primer café literario, confluyo el proceso de lectura,
porque era casi que obligante que se supiera lo planeado conjuntamente y
existirá esa voz imperante que le ponía el suspenso y toda la elocuencia para
llegar al a sus receptores.
De igual forma, la escritura era una constante inherente a esos hombres que
planificaban la liberación del enemigo español, debía existir una evidencia de los
acontecimientos, y el proceso de escritura iba de la mano con la lectura.
En conclusión puede decirse que, no se concibe un café literario, donde no esté
presente la palabra escrita y la palabra hablada, ya que los libros y el café nos
llevan a imaginar más allá de lo que la percepción de nuestros sentidos nos
enseñan, y es necesario escribir lo descubierto y desahogar lo entendido.
Los cafés a través de la historia no son ajenos al escrito y a la voz, la reciprocidad
que existe es de lectura-escritura, escritura-lectura, lenguaje escrito-lenguaje
hablado, lenguaje hablado-lenguaje escrito, son inherentes a cualquier acción
del ser humano siempre están ahí captando y diciendo la realidad que se vive y
se experimenta cada segundo.
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