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Revista de P.imlogl. deEl S.lv.dor,1988, Vol. vn,N'28,123-141UCA, Ssn Salvador. El Salvador, CA.
LA. VIOLENCIA POLITICA y LA. GUERRACOMO CAUSAS DEL TRAUMA
PSICOSOCIAL EN EL SALVADOR*
Ignacio Martín-BaróDepartamento de Psicología y Educación
Universidad Centroamericana José Simeón CañasSan Salvador,EI Salvador
RESUMEN
Frente a la imagen que de El Salvador ofrece el gobiernonorteamericano como "una incipiente democracia", varios hechoscotidianos en las relaciones sociales más básicas muestran unarealidad muy distinta: la de un pats en guerra civil. Desde unaperspectiva psicosocial, la guerra salvadoreña se puede definir portres caractertsticas: (a) la polaruacwn social, intencionadamentebuscada por los grupos rivales; (b) la mentira institucionalizada,que con el tiempo va alcanzando nuevos niveles; y (c) la violencia,que ha pasado de ser preponderantemente represiva a ser mayoritariamente bélica, con la consiguiente militarizaci6n del pats. Estasituacwn de guerra produce un trauma psicosocial, es decir, lacristaluaci6n traumática en las personas y grupos de las relacionessociales deshumanizadas. La polarizaci6n tiende a somatizarse, lamentira institucionalizada precipita graves problemas de identidady la violencia aboca a una militarizaci6n de la misma mente. DeaM la urgencia de emprender una tarea psicosocial de despolarización, desideologizacwn y desmilitarizaci6n del pats.
• Uaa ~l1Ii6n previa de e8te LrBbajo fue presentada en el "Simposio sobre~te. y refugiadoB cenLroamericanos" celebrado en la Universidad estatal• Saa Francisco, organizado por el Departamento de Estudios La Raza, ellO de__ 0101988.
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1. Dos imágenes de El Salvador
salvadoreño secada vez más
sometiéndose
Según el gobierno norteamericano, El Salvador representael mejor ejemplo de las "nuevasdemocracias" latinoamericanas que habrían ido surgiendodurante la última década, enparticular en el área centroamericana, donde sólo Nicaragua constituiría la excepción.Este hecho reflejaría, además,el éxito de la política exterior deReagan hacia América Latina.Para probar su aserción sobre ElSalvador, se acude a los siguientes datos:
(a) El gobierno salvadoreño fueelecto en unas eleccioneslibres, de acuerdo a unaconstitución democrática;
(b) Existe en el país un creciente respeto a los derechoshumanos de la población.Según el gobierno norteamericano, el 80 % ·de lasviolaciones a esos derechosque aún se producen seríacausado por los rebeldes;
(c) El ejércitoha vueltoprofesional,al poder civil;
(d) Aunque todavía hay algunos problemas, por ejemplo,respecto a la satisfacción delas necesidades básicas dela población o con el funcionamiento del sistema dejusticia, en buena medida
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hay que achacarlos a la situación creada por los grupos marxistas-leninistasque practican el terrorismoviolento con el apoyo deCuba y Nicaragua.
Lamentablemente, esta imagen del país constituye una elaboración ideológica muy propiadel gobierno de Reagan, peroque poco o nada refleja la situación real de El Salvador. Elcarácter democrático de ungobierno no depende o, por lomenos, no sólo, de la formacomo es elegido, sino de las fuerzas que día tras día determinansu actuación. Y el hecho verificable es que, a la hora de definir las políticas fundamentales de El Salvador, cuentanmás los fantasmas de la "seguridad nacional" norteamericana que las necesidades másbásicas del pueblo salvadoreño.Que el gobierno de Duarte tengaalgún control significativo sobre la Fuerza Armada de El Salvador es algo que a ningún salvadoreño se le pasa por la cabeza, y ello sencillamente comoresultado de la experiencia cotidiana sobre quién manda enla vida real. Finalmente, atribuir las principales violacionesa los derechos humanos a losrebeldes no exime al gobierno delo que sería su parte de responsabilidad. Pero es que, además,ese juicio constituye una grosera distorsión de los datos, máspropia de una campaña de "guerra psicológica" que de un aná-
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lisis objetivo sobre los acontecimientos.
¿Cuál es, entonces, la realidad de El Salvador? Examinemos una serie de hechos cotidianos que conciernen directamente al ámbito de la llamadasalud mental, pero que en suconcreción ponen de manifiestouna realidad muy distinta a laofrecida por los voceros delgobierno de Reagan.
1. El Departamento de Chalatenango, al norte del país,es una de las zonas másconflictivas, sobre la que losinsurgentes del FMLN ejercen control práctico buenaparte del ano. Una pequeñapoblación de este Departamento apenas está habitadapor unas decenas de familiascampesinas muy pobres,compuestas de unos pocoshombres adultos, ancianos,mujeres y niños; no hayjóvenes. Periódicamente laFuerza Armada lanza operativos militares que afectana este pobladito, y que incluyebombardeos, mortereos, minados de campos, rastreos ydestrucción de viviendas ycultivos. Cada vez que seinicia un operativo, la población se cobija en suscasitas, agarrotada por unaserie de síntomas psicosomáticos: temblor generalizado del cuerpo, "flojera"muscular, diarrea... Un matrimonio ya anciano ha op-
tado desde el comienzo de laguerra por esconderse en un"tatú" o refugio cada vez quese produce un operativo o quese acerca la Fuerza Armadaal lugar. El resultado ha sidoque el solo anuncio de unoperativo le produce al señorlo que todo el pueblo conocecomo "el dolor": un violentoretortijón intestinal, unabrumador dolor de cabeza yuna flojera generalizada queno le permite ni caminar.
En un pequeño estudio realizado recientemente en el refugio de San José Calle Real,situado en las afueras de SanSalvador, con 250 personas detodas las edades (36 % de losrefugiados allí), se encontró conque bastaba la presencia delejército en las cercanías del refugio para que 87 % experimentaran temor, el 75 % sintiera taquicardia y el 64 % se vierainvadido por un temblor corporal generalizado (ACISAM,1988, págs. 12-13),
2. Usulután es otra zona al sureste del país, con dos regionesdistintas: una costera, ricaproductora de algodón, y otramás montañosa, con ampliasfincas de café. También allítiene presencia permanenteel FMLN y la Fuerza Armada realiza continuos operativos de contrainsurgencia.En el desarrollo de una seriede trabajos de encuestamiento, se pudo comprobar que los
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soldados gubernamentalespractican en forma sistemática el abuso sexual de lamujeres campesinas jóvenesque pueblan la zOna. Comoindicaba una de ellas, paraevitar las continuas violaciones masivas, las "máslistas" (son sus términos)tienen que recurrir a laprotección de algún soldado uoficial, prostituyéndose conellos y pidiéndoles que lasdefiendan de los demás. Porsupuesto, este dato no entra enlas estadísticas sobre derechos humanos de la Embajada norteamericana en SanSalvador. Pero, según la información disponible, constituye una práctica común delos miembros de la FuerzaArmada y no de los delFMLN.
Cabe añadir, para complementar este dato, que, en unaencuesta realizada el pasadomes de febrero, al preguntar alos campesinos cuáles creíanser las causas de la guerra, 59.1% de los entrevistados, que sehabían expresado hasta esemomento con gran espontaneidad, se mostraron atemorizados y respondieron que ellosno sabían de eso (lUDOP, 1988).Incluso cuando se les apuntaba alas huellas evidentes de laguerra --<:ultivos quemados,casas con señales de balas obombas-, insistían en su ignorancia y que eso ocurría"cuando ellos no estaban". Cier-
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tamente, si el miedo ha disminuido los últimos años entrela población del área metropolitana de San Salvador, siguesiendo una nota dominanteentre el campesinado, incluso elque vive en áreas menos conflictivas del país.
3. Cada vez se producen conmás frecuencias matanzasde civiles realizadas por sol·dados de permiso o exsoldados que arrojan granadasa una casa particular, en elinterior de un bus o en mediode un baile. No es raro quelos ejecutores se encuentrenebrios al realizar el acto. Losmotivos suelen ser celos odeseo de afirmar su poder o"autoridad". Tan sólo en laultima semana de febrero delpresente año de 1988, laprensa ha informado sobreno menos de cuatro casos deeste tipo.
4. En una investigación realizada entre abril y mayo de1987, en la que se trataba dereproducir unos estudios realizados en Estados Unidossobre la formación del cOncepto de clase social (verLeahy, 1983), se entrevistó amás de 200 niilos de diversasedades y pertenecientes adistintos sectores sociales.Una de las preguntas que seformulaban era la siguiente:"¿Qué tendría que pasar paraque no hubiera pobres?" Varios de los niilos entrevis-
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tados, pertenecientes a sectores socioeconómicos altos,dieron la siguiente respuesta: "Matarlos a todos".Por supuesto, este puede serinterpretado de varias maneras, y el estudio está todavía sin concluir. Pero enninguno de los estudios desarrollados en los EstadosUnidos se obtuvo este tipo derespuestas. No hay que olvidar que algunos sectores dela sociedad salvadoreña todavía plantean como solución a la guerra civil laeliminación de "todos lossubversivos" a la manera de1932, para "ganar de estemodo" ---{l, al menos, así loafirman- "otros cincuentaaños de pazll
•
Bastan estos cuatro hechos-los síntomas psicosomáticosante los operativos militares, laviolación masiva de mujerescampesinas, el descontrol de laviolencia criminal de soldadosu oficiales y la configuracióncasi asesina de la menteinfantil- para probar que larealidad de El Salvador es muydistinta a la ofrecida por losinformes oficiales del gobiernonorteamericano. Tres rasgospueden ser de utilidad paradefinir esa realidad: su creciente empobrecimiento, la vi·gencia de una autoridad porencima de la ley y la continuidad de la guerra civil.
(a) Se trata, ante todo, de unasociedad más que pobre, empobrecida, no sólo dividida, sinoviolentamente desgarrada, enla que los derechos humanosmás básicos de las mayoríasson estructural y sistemáticamente negados. No se aludeaquí a derechos como el de lalibertad de prensa o el de lalibertad de culto, que tan toparecen preocupar al gobiernonorteamericano en Cuba oNicaragua; se alude al derechomucho más fundamental aconservar la vida, a comer losuficiente, a contar con un techodonde vivir, con un trabajo en elque realizarse como ser humano, con una escuela dondeeducar a los hijos. ¿De qué lesirve al campesino salvadoreñoque el gobierno no censure los periódicos, si ni él los puede leer,ya que es analfabeto, ni tienedinero para comprarlos, ni sobre todo su hambre y dolor, sussufrimientos y anhelos encuentran reflejo en ellos?
(b) La Fuerza Armada gubernamental sigue representando para la mayoría de lossalvadoreños un poder atemonzante y abusivo, la "autoridad" arbitraria y omnipotente, expresión de un sistemaorganizado en función de lasnecesidades minoritarias de undiez o quince por ciento de lapobación. No se trata de negarlas mejorías parciales experimentadas por el ejército salva-
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doreflo, tanto en su actuaci6ntécnica como en sus relacionescon la poblaci6n civil. Sin embargo, la Fuerza Armada siguesiendo en El Salvador unainstituci6n por encima de la ley,y el que respete o no los derechosde las personas queda al arbitriode sus intereses gremiales y, loque es peor, a la comprensi6n,por lo general estrecha, que decada situaci6n tenga el oficiallocal y aun el simple soldado,constituidos en "autoridad".
(c) La guerra que desde haceocho años asola al país, y que losasesores militares norteamericanos calculan que puede extenderse todavía por seis aflosmás, está produciendo una sistemática destrucci6n de la poblaci6n salvadorefla. Obviamente, parte muy fundamentalde esta destrucci6n es el númerode víctimas: se calcula que yason cerca de setenta mil losmuertos en estos últimos aflospor causa del conflicto. Es dificil ofrecer un número precisode heridos, aunque se sabe que,en toda confrontaci6n bélica, porcada muerto suele haber nomenos de tres heridos. Pero loque aquí interesa subrayar no estanto la destrucci6n corporalcuanto la destrucci6n psicosocial. Y, como se ha visto en losejemplos presentados, el impacto de la guerra salvadoreñava desde el deterioro orgánicoque aparece en los síntomaspsicosomáticos hasta la criminalizaci6n aberrante en la men-
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te infantil pasando por el desquiciamiento de las relacionessociales, sometidas al abuso y laviolencia de quienes tienen ensus manos el poder.
No es casual que se ofrezca deEl Salvador una imagen democrática a pesar de que la realidad difiere drásticamente deesa imagen. El ocultamientoideol6gico es parte del problema,un elemento esencial para justificar la prolongaci6n de lo quepara el gobierno de Reagan noes más que un simple "conflictode baja intensidad", pero para elpueblo salvadoreño constituyeuna guerra que, tras privarle desu soberanía nacional, amenaza con destruir su identidad yhasta su misma viabilidad hist6rica. Por ello, conviene examinar en forma más detenidaal conflicto mismo.
2. La guerra salvadoreña
Toda guerra constituye unaforma de resolver un conflictoentre grupos que se caracterizapor el recurso a la violencia conla que se pretende destruir o dominar al rival. Los estudios dela psicología sobre la guerratienden a concentrarse predominantemente en dos áreas:una de ellas busca la eficienciade las acciones militares, ya seaestudiando las formas másefectivas de organizarse y actuar, ya sea aportando elementos propios que contribuyanal esfuerzo bélico (la llamada
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"guerra psicológica"); el otroárea se concentra en las secuelas psicológicas de la guerray se orienta hacia su prevencióny tratamiento.
Hay, sin embargo, un aspectode la guerra de gran importancia y que debe ser analizado por la psicología social:su carácter definidor del todosocial. Por su propia dinámica,una guerra tiende a convertirseen el fenómeno más englobantede la realidad de un país, elproceso dominante al que tienenque supeditarse los demásprocesos sociales, económicos,políticos y culturales, y que, demanera directa o indirecta,afecta a todos los miembros deuna sociedad.
Ese mismo carácter absorbente de la guerra puede llevar aignorar la manera diferencialcomo afecta a los grupos y personas: lo que para unos representa la ruina supone paraotros un gran negocio, y lo que aciertos grupos pone al borde de lamuerte a otros abre la posibilidad de una nueva vida. Unaes la guerra que tiene que sufriren carne propia el campesino yotra muy distinta la que en suspantallas de televisión contempla el burgués industrial.En El Salvador, quienes van alcampo de batalla son mayoritariamente los pobres, los hijosde los campesinos o de los marginados urbanos, no los hijosdel patrón odel profesional.
En 1984, se pudo caracterizarla guerra civil salvadorei'la desde una perspectiva psicosocialcon tres notas fundamentales:(1) la violencia, que orienta losmejores recursos de cada contendiente a la destrucción delrival; (2) la polarización social,es decir, el desplazamiento delos grupos hacia extremosopuestos, con el consiguiente endurecimiento de sus respectivasposiciones ideológicas y lapresión sobre las diversas instancias sociales para que sealineen con "nosotros" o con"ellos"; y (3) la mentira institucional, que supone desde ladesnaturalización del objeto delas instituciones hasta el ocultamiento ideológico de la realidad social (Martín-Baró,1984).
En lo fundamental, estacaracterización psicosocial dela guerra salvadoreña siguesiendo válida en 1988, lo cual yaes de por sí un hecho deplorable.Con todo, conviene examinarlas modalidades que estascaracterísticas de la guerracivil salvadorei'la han idoadoptando como consecuenciade la prolongación de la guerramisma.
2.1. la polarización social
En el análisis de 1984 se indicaba que el grado de polarización social de la poblaciónsalvadorei'la había tocado techoy que se observaban signos
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significativos de despolarización, es decir, esfuerzos cons·cientes de algunos grupos ysectores por desindentificarserespecto a: ambos contendientes(Martín-Baró, 1984, pág. 507).Los procesos de polarización ydespolarización no son uniformes ni mecánicos, sino queestán muy relacionados con lamarcha de la actividad militarasí corno con la evolución de lasituación política misma. Eneste sentido, desde 1984 hastaahora se han podido observarvarios procesos importantes.Quizá el más significativo 10constituya el resurgimiento delmovimiento de masas, con cIaras simpatías hacia la posturadel FMLN. Sin embargo, elesfuerzo consciente por polarizar y llevar a las organizaciones populares desde losplanteamientos laborales reivindicativos hacia posturas políticas más conscientes e incluso radicales y hasta violentas, ha producido una nuevareducción del movimiento, delque se han separado quienes nose sienten con fuerzas paraentrar en esa dinámica o temenuna repetición del terrorismorepresivo de 1981-1982. Desde ellado gubernamental, la FuerzaArmada ha puesto en marchavarios planes de contrainsurgencia, uno de cuyos ingredien tes esenciales lo constituyela llamada "guerra psicológica". Estos planes han buscado expresamente ganar "lamente y corazón" de la pobla-
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clon civil, a fin de constituirlaen el principal obstáculo frente alos rebeldes, presentados comovulgares terroristas y enemigosdel pueblo.
De parte y parte se ha hechoun esfuerzo concertado y consciente no sólo por mantener lapolarización social, sino porextenderla y profundizarla. Afin de lograr este objetivo, ambos contendientes han tratado deenfatizar los elementos de antagonismo, en lugar de loselementos de posible acuerdo, yhan explotado cuanto han podidolas fuentes del resentimiento ydel odio intergrupal. Unos yotros se han presentado mutuamente como la encamacióndel mal, como "el enemigo" alque hay que eliminar. Esteapecto resulta más contradictorio en la propaganda gubernamental que en la delFMLN, tanto por su magnitud eintensidad, incomparablementemayor, cuanto por el violentamiento que hace al lenguaje.Así, el mensaje transmitidobajo el lema de "unidos parareconstruir", nombre dado a lacampaña contrainsurgente másambiciosa de la Fuerza Armadaen los dos últimos años, claramente decía "desunidos paradestruir", o bien, "unidos unocontra otros para que acabemoscon ellos".
El nivel de polarizaciónsocial que se encuentra hoy en elpaís -más allá de momentos
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coyunturales, como lo son losperíodos electorales- es menorque el que se dió en los primerosailos de la guerra civil. Mal quebien, el cansacio y la razón, eldesengailo con la solución militar y las exigencias de laconvivencia cotidiana, la presión internacional y la emergencia de opciones matizadas,han ido abriendo unos espaciospolíticos que algunos han intentado aprovechar para construir puentes y trazar horizontesnuevos. En todo caso, la cantidad de recursos dedicados amantener viva la polarizaciónsocial apunta a la crecienteresistencia del pueblo salvadoreilo a buscar la solución alconflicto por la vía militar, auncuando esta resistencia puedaadoptar formas, como la inhibición o el escepticismo, nosiempre constructivas ni socialni personalmente.
Pero, aun cuando el nivel depolarización social ha tendido adisminuir y se da una resistencia popular sorda a todoesfuerzo por radicalizar más elconflicto, las campañas porpolarizar mantienen al país enun ambiente de tensión que nosólo es bélica, sino tambiénpsicosocial: se ideologizan loshechos, se demoniza a laspersonas, se criminaliza lautilización de aquellos mismosespacios políticos que la evolución del conflicto ha obligadoa abrir. Todo lo cual lleva a unaparente empantanamiento de
la confrontación social y a hacer muy difícil el establecimiento de ámbitos para unainteracción de los diversos grupos sociales de cara a objetivosde interés común. Por eso elgobierno de Duarte se encontrÓcon un serio problema cuando sevio obligado a cumplir losacuerdos de Esquipulas II encontra de su principal fuente depoder, los Estados Unidos, y conla abierta reticencia de laFuerza Armada. De hecho, no lequedó más recurso que acudir alexpediente de un cumplimientoformalista, que más sirvió dejustificación para continuar conla guerra que de peldaño paraacercarse a la paz.
2.2. La mentira institucionalizada
El ocultamiento sistemáticode la realidad sigue siendo unade las características fundamentales de la guerra salvadoreila. Este ocultamiento adoptadiversas modalidades:
(a) Ante todo, se trata de crearuna versión oficial de loshechos, una ''historia oficial", que ignora aspectoscruciales de la realidad,distorsiona otros e inclusofalsea o inventa otros. Estahistoria oficial se impone através de un desplieguepropagandístico intenso ymuy agresivo, al que serespalda incluso poniendoen juego todo el peso de los
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más altos cargos oficiales.Así, por ejemplo, el presidente de la República seconstituyó en garante público de la versión quepretendió inculpar alFMLN por el asesinato delpresidente de la Comisiónno gubernamental de Derechos Humanos, HerbertAnaya Sanabria.
(b) Cuando, por cualquier circunstancia, aparecen a laluz pública hechos que contradicen frontalmente la"historia oficial", se tiendealrededor de ellos un"cordón sanitario", uncírculo de silencio que losrelega a un rápido olvido O aun pasado, presuntamentesuperado por la evolución delos acontecimientos. Lascontinuas violaciones a losderechos humanos de losmiembros de la FuerzaArmada entran obviamenteen este ámbito del silencioencubridor.
(c) La expresión pública de larealidad, la denuncia delas violaciones a los derechos humanos y, sobre todo,el desenmascaramiento dela historia oficial, de lamentira institucionalizada, son consideradas actividades "subversivas"-yen realidad lo son, yaque subvierten el orden dementira establecido. Sellega a sí a la paradoja deque quien se atreve a
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nombrar la realidad o adenunciar los atropellos seconvierte por lo menos enreo de la justicia. Lo queimporta no es si los hechosreferidos son o no ciertos, loque siempre es negado apriori; lo que importa es quese nombren. No son lasrealidades las que cuentan,sino las imágenes. Así, porejemplo, cuando el Obispoauxiliar de San Salvador,Monseñor Rcsa Chávez, denunció a miembros de laPrimera Brigada de Infantería como los autores deun triple asesinato, contodas las características deun "escuadrón de lamuerte", fue inmediatamente criminalizado porlas máximas autoridadesciviles y militares; alObispo le tocaba probar su"inocencia", él era el reo,sin que pareciera importarmucho que el hecho denunciado fuera realmente cierto ono.
(d) Un elemento adicional dementira lo constituye elgrado de corrupción que hapermeado progresiva y aceleradamente a los diversosorganismos estatales y a losnuevos funcionarios democristianos. Por supuesto,ello no representa ningunanovedad histórica en un gobierno salvadoreño; lo quesí es nuevo es que la corrupción haya invadido ental grado a los miembros de
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un partido que, hasta esemomento, había tenido uncomportamiento relativamente honesto y cuyo discurso moralizante y presuntamente de inspiracióncristiana es lo más opuestoal aprovechamiento privadode los recursos públicos. Elabrumador contraste entreel discurso político y el proceder real de los miembrosde la Democracia Cristianaen el poder establece unnuevo nivel de engaño ymentira, tanto más hirientecuan to que se produce encircunstancias de extremada pobreza y dificultad parala mayoría del pueblo salvadoreño. El juicio másfavorable que hoy se oyesobre la corrupción de losgobernantes democristianos es que en nada difierede la de gobiernos anteriores a 1979 -precisamenteaquellos gobiernos cuyo proceder contribuyó a precipitar la guerra civil.
Como una contradicción significatica que se produce en elmarco de este ambiente de mentira institucionalizada surgenen El Salvador una serie deprogramas noticiosos de TV quedisfrutan y hacen uso efectivo deuna notable libertad. Hay actualmente en El Salvador no menosde cúatro telenoticieros ("Aldía", "Teleprensa". "El noti.ciero" y "TCS noticias") así comouna serie de programas vincu-
lados a ellos que ofrecen al público una información muchomás cercanas a los hechos quela de la "historia oficial", asícomo la oportunidad de conoceropiniones y juicios de todo tipode personas, sin excluir las máscríticas sobre el proceso. Cómo ypor qué esto ha sido posible,cuando hasta hace poco se dinamitaban radios y periódicos opositores, y cuando aún se sigueinterfiriendo sistemáticamentea las emisoras del FMLN, no esdel caso analizarlo aquí. Estono quiere decir que no existanpresiones oficiales o paraoficiales sobre estos programas,o que no se haga esfuerzosconcertados por asimilarlos (cooptarlos) en beneficio del sistema establecido. De hecho,junto a la aparición de estosprogramas se ha dado tambiénel establecimiento del Ministerio de Cultura y Comunicaciones, claramente orientado ala "guerra psicológica" y a contrarrestar toda posible brecha ala "historia oficial".
2.3. La violencia
Como se sabe, la violenciabélica en la guerra salvadoreñatiene dos vertientes: por un lado,el de la confrontación militarabierta, independientemente delmayor o menor convencionalismo que tenga; por otro lado, elde la represión paramilitar encubierta, dirigida no ya contracombatientes, sino contra todosaquellos sectores o grupos de la
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población que apoyan o simpatizan con los insurgentes, o dequienes se sospecha que puedenapoyar o simpatizar con ellos.
En un primer momento, laguerra salvadoreña se caracterizó por un mínimo de acciones militares abiertas y unmáximo de acciones paramilitares encubiertas. Los "escuadrones de la muerte" y no losbatallones fueron los principales instrumentos bélicos delgobierno para mantenerse en elpoder frente al acoso popular yrevolucionario. Sin embargo,con la prolongación de la guerray las exigencias propias del proyecto contrainsurgente promovido por Estados Unidos para ElSalvador, esta relación se ha idoinvirtiendo y, mientras lasconfrontaciones militares hanido adquiriendo una importancia primordial, la represiónha sido relegada a un planomenos relevante. Es un hecho,continuamente aireado por elgobierno norteamericano, quese ha producido una significativa reducción en el número depersonas torturadas, asesinadaso "desaparecidas" atribuibles alas fuerzas gubernamentales;mucho más cuestionable es laafirmación de que las violaciones del FMLN a los derechoshumanos han ido en aumento yde que la mayoría de las violaciones que hoy ocurren en ElSalvador son causadas porellos. En todo caso, cabe hacerdos afirmaciones factuales: (a)
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el número de víctimas, muertosy heridos, en la confrontaciónmilitar es actualmente muchomás elevado que el de víctimasde la represión; (b) el número devíctimas de la represión se hareducido, pero todavía es inclusomás elevado del que se daba conanterioridad a la guerra y quefue condenado como inaceptablepor diversos organismos internacionales.
Este cambio en la direcciónde la guerra ha arrastrado unfenómeno paralelo en el ordensocial: se ha pasado de un ordenmantenido por el terrorismo deestado a un on:len militarizado.En El Salvador se ha producidouna militarización de la sociedad y de la vida colectiva, yello tanto en las zonas controladas por el gobierno como enaquellas controladas por elFMLN -sin que con esto sepretenda soslayar las clarasdiferencias que hay entre amboscasos.
La militarización del ordensocial significa, por lo menos,dos cosas: (a) los oficiales militares tienden a ocupar la mayorparte de los puestos claves delordenamiento institucional; (b)la instancia militar se con·vierte en el criterio de validez yaun de posibilidad de cualquieractividad. Dicho en otros términos, difícilmente se puededesarrollar alguna actividad oempresa de cierta importanciaen el país que no cuente primero
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con el aval institucional de laFuerza Armada o con el patrocinio personal de algún militar.La vigilancia que abiertamentelos militares ejercen alrededorde los centros de producción o elcontrol que establecen sobre losdiversos sistemas de comunicación no es sino la expresiónmás visible de su crecientepoder sobre el funcionamientode la sociedad salvadoreña.
3. El trauma psicosooial
Si los seres humanos somosproductos históricos, es obviopensar que esta particular his·toria de guerra de El Salvadortendrá que repercutir de algunamanera en sus habitantes. No esnecesario asumir alguna de lasvisiones psicológicas tradicionales sobre la personalidad básica para comprender que algúnimpacto importante tiene quetener la prolongación de laguerra civil en la manera de sery de actuar de los salvadoreños.Es este impacto el que aquí secaracteriza como trauma psicosocial.
3.1. Carácter del trauma psi·cosocial de la llUerrB
Etimológicamente, traumasignifica herida. En psicología,se suele hablar de trauma parareferirse a una vivencia o experiencia que afecta de tal maneraa la persona que la deja marcada, es decir, deja en ella unresiduo permanente. Si se uti-
liza el término de trauma es porque se entiende que este residuoes negativo, que se trata de unaherida, es decir, de una huelladesfavorable para la vida de lapersona.
Por lo general se calificacomo trauma pstquico la particular herida que una experiencia difícil o excepcional-la muerte de un ser querido,una situación de particulartensión o sufrimiento, algúnhecho dolorosamente frustrante- deja en una persona concreta. Así, por ejemplo, un niñoque ve morir a sus padres en unaccidente o en un incendio. Aveces, y en sentido ya másanálogo, se utiliza el términotrauma social para referirse acómo algún proceso históricopuede haber dejado afectada atoda una población. Este sería elcaso, por ejemplo, del puebloalemán y del pueblo judío tras laexperiencia de la "soluciónfinal".
Aquí se utiliza el términonada usual de trauma psicosocial para enfatizar el carácteresencialmente dialéctico de laherida causada por la vivenciaprolongada de una guerra comola que se da en El Salvador. Conello no se quiere decir que seproduzca algún efecto uniformeo común a toda la población oque de la experiencia de laguerra pueda presumirse algúnimpacto mecánico en las personas; precisamente si se habla
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del carácter dialéctico del trauma psicosocial es para subrayarque la herida o afectación dependerá de la peculiar vivenciade cada individuo, vivenciacondicionada por su extracciónsocial, por su grado de participación en el conflicto así comopor otras características de supersonalidad y experiencia (verMartín-Baró, 1984, págs. 509511). El sufrimiento que acarreala guerra ofrece incluso a algunas personas la oportunidadde crecer humanamente. El desempeño público de alguien como el Arzobispo mártir de SanSalvador, Monseñor Osear Arnulfo Romero, muestra paradigmáticamente el crecimiento deuna persona a medida que arreciaban las persecuciones y losataques contra él. Msr. Romerono es más que el caso mejor conocido de otros muchos salvadoreños a los que la guerra lesha dado la oportunidad de desarrollar excepcionales virtudes humanas de limpio altruismo y amor solidario.
Pero al hablar de trauma psicosocial se quiere subrayar también otros dos aspectos, que confrecuencia tienden a olvidarse:(a) que la herida que afecta a laspersonas ha sido producidasocialmente, es decir que susraíces no se encuentran en elindividuo sino en su sociedad, y(b) que su misma naturaleza sealimenta y mantiene en la relación entre el individuo y lasociedad, a través de diversas
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mediaciones institucionales,grupales e incluso individuales. Lo cual tiene obvias e importantes consecuencias a lahora de determinar qué debehacerse para superar estos traumas.
3.2. El trauma psisocial comodeshumanización
Joaquín Samayoa (1987, pág.215) mantiene que los cambioscognoscitivos y comportamentales ocasionados por la guerraacarrean un proceso de deshumanización, entendido como elempobrecimiento de cuatro importantes capacidades del serhumano: (a) su capacidad depensar lúcidamente, (b) sucapacidad de comunicarse converacidad, (c) su sensibilidadfrente al sufrimiento ajeno, y(d) su esperanza.
¿Cuáles son esos cambioscognoscitivos y comportamentales ocasionados por la necesidadde adaptarse a la guerra y queprecipitarían la deshumanización de las personas? Samayoamenciona cinco: (1) la desatención selectiva y el aferramientoa prejuicios, (2) la absolutización, idealización y rigidezideológica, (3) el escepticismoevasivo, (4) la defensa paranoide, y (5) el odio y deseo devenganza. Ahora bien, a la horade examinar cómo surgen y sevan configurando estos esquemas cognoscitivos y comportamentales, Samayoa señala tres
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dinamismos adaptativos o desupervivencia: (a) la inseguridad frente al propio destino,(b) la carencia de propósito yaun de sentido en lo que se tieneque hacer, y (c) la necesidad devinculación o pertenencia personal a algún grupo.
Una línea distinta de pensamiento ha sido desarrolladadesde su experiencia psicotera·péutica en Chile por el grupoencabezado por Elizabeth Lira(1985-1986). Según ese grupo,una situación de terrorismoestatal como la que se vive en elChile de Pinoch~t provoca en laspersonas un estado de miedo y,aunque el miedo es una vivencia subjetiva y hasta ciertopunto privada, "al producirsesimultáneamente en miles depersonas en una sociedad, adquiere una relevancia insospechada en la conducta social ypolítica" (pág. 51). Cuatro se·rían según este grupo de psicólogos las principales carac·terísticas psicológicas de losprocesos desencacienados por elmiedo: (1) la sensación devulnerabilidad, (2) un estadoexacerbado de alerta, (3) el sentimiento de impotencia o pérdida de control sobre la propiavida, y (4) una alteración delsentido de realidad, al volverseimposible validar objetivamente las propias experiencias yconocimientos.
Los planteamientos de Samayoa y del grupo chileno son
complementarios: mientras enun caso se subraya el papel delos aspectos cognoscitivos y comportamentales, en el otro seenfatiza la mediación de unelemento afectivo, el miedo. Nosencontramos así con los tresconstitutivos clásicos del análisis psicológico: el conocimiento, el afecto y el comoportamiento --<lue algunos sustituyen por la volición.
Conviene, sin embargo, señalar las limitaciones de ambosmodelos. En el caso de los chilenos, es claro que su análisis sereduce a aquellos sectores de lapoblación que han constituido elblanco de la represión pinochetista; quedarían, por tanto,excluidos los sectores de lapoblación favorables a Pinochet,quienes más que miedo habríanexperimentado frecuentementesatisfacción y seguridad conuna política que garantizaba sudominio de clase.
El enfoque de Samayoa esmás amplio y, en principio, puede aplicarse a todos los sectoresde la población, ya que todostienen que adaptarse a las nuevas circunstancias históricas.Pero es precisamente ese papeltan nuclear atribuido a la adaptación lo que encuentro insatisfactorio de este enfoque. Parecería que los grupos y personas son extamos a la situa·ción de guerra, a la que se verían obligados a adaptarse. Setratarla, entonces, de una
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concepción fundamentalmenterespondiente y aun pasiva delas personas frente a las realidades históricas. Por el contrario, los datos llevan a afirmar elpapel esencial y activo que desempeñan los grupos y personascomo sujetos de la historia, pormás alienadamente que lavivan. Sin duda, para muchossalvadoreños la guerra es algoque se les impone; pero para nopocos la guerra es algo que ellosmismos contribuyen a propiciary desarrollar y, por consiguiente, mal se entiende suparticipación en esos procesos sise la mira desde una perspectivasimplemente adaptacionista.Probablemente, Samayoa nopretende negar esto, pero sumodelo arrastra esa limitacióno, por lo menos, deja abierta esaambigüedad.
3.3. Cristalización de relacio·nes sociales
Desde nuestra perspectiva,creemos que la mejor manerade comprender el trauma psicosocial que experimentan hoy loshabitantes de El Salvador es concebirlo como la cristalización omaterialización en las personasde las relaciones sociales deguerra que se viven en el país.No se oculta que subyace a esteplanteamiento la comprensióndel ser humano como productode una historia peculiar, que encada caso se concreta en lasrelaciones sociales de las que elindividuo es parte activa y
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pasiva. Se sigue de ahí que elcarácter de las principalesrelaciones sociales irá tomandocuerpo en las personas. Quépapel jueguen cada uno de loselementos psíquicos -conocimientos, afectos, volicioneshabrá que examinarlo en cadasituación, pero en principio es eltodo de las personas lo que vasiendo afectado por la vivenciade unas relaciones de guerra.De ahí mismo se sigue que cadapersona será afectada de acuerdo a su particular ubicaciónsocial y a su concreta manera departicipar en los procesos de laguerra.
El trauma psicosocial experimentado por las personasdenota entonces unas relacionessociales enajenantes, que niegan el carácter humano del"enemigo" al que se rechazacomo interlocutor en cuanto tal yal que incluso se busca destruir.La afirmación de la propiapersonalidad es afectada por ladeshumanización del otro frenteal que dialécticamente se construye.
Si la guerra de El Salvador secaracteriza por la polarizaciónsocial, la mentira institucionalizada y la militarización dela vida social, hay que examinar cómo estos tres aspectossobresalientes de las relacionessociales van cristalizando enlas personas. No se trata debuscar una correspondencia mecánica que cosificaría lo que no
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son sino aspectos analíticos deuna realidad histérica; pero síde ver cómo la especificidad dela guerra salvadoreña va marcando a los grupos y personas, esdecir, cómo va cristalizando enun trauma psicosocial. Lo quesiguen son unas hipótesis queintentan dar razón de lostrastornos ya encontrado peroque, como hipótesis de trabajo,deberán ser sometidas a verificación empírica
En primer lugar, creemosque las diversas formas de somatización constituyen el enraizamiento corporal de la polarización Bocial. No Be afirmaque todo proceso de polarizaciónacabe echando raíces en el orgánismo ni que todo trastornopsicosomático deba atribuirse ala vivencia de la polarizaciónbélica; lo que se dice es que laexperiencia aguda de la polarización puede enraizarse y confrecuencia lo hace en el propiocuerpo. No eB de extrañar, entonces, que los grupos y personasmás propensas a experimentareste tipo de trastornos sean aquellos que son atenazados por eldesgarrón de la polarización:los habitantes de lugares quepasan continuamente del control de un bando al de otro, O
aquellos que son sometidos a unintenso bombardeo ideológicopor una u otra parle sin poderafirmar la propia opción, eincluso aquellos que tienen queforzarse a sí mismos a asumirposturas extremas y rígidas en
favor de su grupo. Al desquiciamiento social corresponde el desquiciamiento personal y aun somático, hasta llegar a formas complejas de alienación psicótica observadas enalgunos jóvenes de poblacionesconflictivas.
En segundo lugar, el climaimperante de mentira permeanegativamente los fundamentosde la identidad de las personas,y ello de diversos modos. Antetodo, porque la obnubilación dela realidad genera un desconyuntamiento esquizoide entrelas vivencias subjetivas y lavida social, que no ofrece uncampo para la formalizaciónvalidadora del propio conocimiento o, en el mejor de loscasos, lo refiere a un círculosocial excesivamente restringido. A esta dificultad de formalización validante corresponde tanto el sentimiento deinseguridad sobre lo que se piensa como el escepticismo frente alas diversas opciones sociales ypolíticas. Cuando la mentiratiene que ser asumida comoforma de vida y las personas seven forzadas a llevar una dobleexistencia ~l caso de todos losque trabajan en la clandestinidad- el problema se agrava, no tanto porque no se encuentre manera de formalizar yvalidar la propia experiencia,cuanto porque la necesidad deactuar en dos planos terminapor ocasionar una confusiónética y vivencial. No pocos ter-
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minan por abandonar ese estilode vida tan desgarrador, lo quea menudo produce una deva1uación de la propia imagen yun sentimiento de culpabilidadfrente a las propias convicciones y frente a los antiguoscompañeros de lucha. Lira y suscolegas han analizado conclaridad los problemas de identidad derivados de la imposibilidad de organizar la vida deacuerdo con los propios valorespolíticos cuando estos valoresson contrarios al régimen establecido (Lira y otros, 1985-1986;Weinstein, 1987l.
Finalmente, la militarización de la vida social puede ocasionar una progresiva militarización de la mente. Una vezmás, no se trata de un efectosimple ni mecánico; pero noparece haber muchas dudas quela violencia casi compulsivaque se apodera de las relacionesinterpersonales, incluso lasmás íntimas, así como la destructividad sociópata que ponende manifiesto algunos miembros O ex-miembros de las fuerzas militares, están instrinsecamente relacionadas con la preponderancia creciente de lasformas de pensar, sentir y actuar militares en la vida social.El aspecto más grave de estamilitarización psicosocial se dacuando se convierte en fonnanonnal de ser, transmitida porlos procesos de socialización,como OCurre en los niños queingenuamente afirman que pa-
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ra acabar con la pobreza hay quematar a todos los pobres.
4. Conclusión: la tarea psi.cosocial
La prolongación indefinidade la guelTa supone la normalización de este tipo de relaciones sociales deshumanizantes cuyo impacto en laspersonas va desde el desgarramiento somático hasta laestructuración mental, pasandopor el debilitamiento de la personalidad que no encuentra laposibilidad de afirmar conautenticidad su propia identidad. No se puede entender entonces las crisis orgánicas sinsu referente de tensión poIarizadora, como no se comprendela inhibición sociopolítica sinofrente al clima de mentirainstitucionalizada o el estereotipamiento ideológico frente a lamilitarización de la vida social. Pero, 8 su vez, las personasque se van fonnando en estecontexto, van 8 asumir como connatural el desprecio por la vidahumana, la ley del más fuertecomo criterio social y la corrupción como estilo de vida, precipitando así un grave círculovicioso que tiende a perpetuar laguerra tanto objetiva como subjetivamente.
No es el objetivo del presentetrabajo examinar las fonnascomo debe enfrentarse este problema. Pero a todas luces aparece la insuficiencia de la
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psicoterapia, individual o grupal, entendida como un procesode intervenci6n psicol6gica. Porsupuestc, no se trata de abandonar a su suerte a aquellaspersonas que sufren ya en carnepropia el estrago alienador de laguerra. Lo que se afirma es queeste esfuerzo es insuficiente,incluso en el caso de los mismosindividuos involucrados. Mientras no se produzca un significativo cambio en las relaciones sociales (estructurales,grupales e interpersonales) talcomo hoy se dan en el país, eltratamiento particular de susconsecuencias será cuandomucho incompletc.
En El Salvador es necesarioiniciar un intenso trabajo dedespolarizaci6n, desideologizaci6n y desmilitarizaci6n quesanee las relaciones sociales ypermita a las personas elaborarsu historia en un contexto interpersonal diferente al actual.Dicho en términos positivos, esnecesario trabajar por establecer un nuevo marco para laconvivencia, un nuevo "contrato social" en el mejor de lossentidos que permita la interacci6n colectiva sin que ladiscrepancia se convierta ennegaci6n mutua; hay que tra-
bajar por un sinceramientcsocial, .que lleve a conocer lasrealidades antes de definirlas,a aceptar los hechos antes deinterpretarlos; hay, finalmente,que esforzarse por educar en larazón y no en la fuerza, demanera que la convivencia sefunde en la complementariedadmutua para resolver los problemas y no en la violencia paraimponer la propia alternativa.
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