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| AIRE LIBRE Nº 5
Jorge nos cuenta que, a di -
ferencia de muchos de
nues tros entrevistados, ni
sus padres ni sus tíos/as —que
le “aportaron” cerca de 40 pri -
mos— tuvieron interés en la
pesca. “Recién a mis 19 años,
aun que llevaba una década en
la pesca, tuve la primera in -
fluencia familiar por parte de
Da niel Traverso, quien se con -
virtió en compinche en la pesca
con cucharas y boyas buldos,
además de pasar a ser cuñado
al casarse con Elena, mi herma-
na mayor. Continuamos pes -
cando juntos toda vez que se
da la oportunidad y es el res -
pon sable de mi ingreso a la pes -
ca con mosca”.
—Por lo que pudimos leer
en la página de pescadores en
la red, tu relación con la pes ca
atravesó diversas etapas.
—En 1958, tras siete años
de vida en pleno campo, pasé a
vivir en Punta Chica y casi ense-
guida tuve acceso a la primera
sección del Delta; precisamen-
te en las instalaciones de un
club de remo. En los canales
laterales comencé con un mo -
jarrero. Pron to, siempre con bo -
yas, prac tiqué la pesca de bo -
guitas y a continuación la de ta -
rariras. Me fascinaba ver y estu-
diaba el movimiento de una
boya, y creo que me destaqué
en conocer el momento justo y
la forma de clavar. Ésa fue la
primera etapa.
Cuando tenía 12 o 13 años,
con varios vecinos de similares
edades conformamos un grupo
que incursionaba en un lugar
muy cercano: la desembocadu-
ra del río Luján en el De la Pla ta.
Los equipos de pesca va riada y
las líneas de fondo eran la
herramienta principal. Aprendí
bien el manejo de reels rotati-
vos: por esa época no era muy
sencillo y casi todos usa ban
frontales.
Habrán sido alrededor de
cinco años de aprendizaje y la
etapa de enganche total con la
pesca.
La tercera etapa, inmediata,
ya como mochilero campamen-
tista, comenzó con viajes a Bari-
loche, donde conocí la pesca de
truchas con cuchara; y casi en -
seguida, junto a mi cuñado, la
de esa variedad de peces con
boyas buldo. La practiqué alter-
nando con cucharas y nunca
terminó de seducirme, por lo
que finalmente la abandoné y
quien turnaba las técnicas era
mi nuevo pariente.
—Todo bien, hasta el
casamiento…
—El tiempo de noviazgo
con mi señora menguó algo las
incursiones y viajes de pesca,
pero ya casado continuamos
recorriendo, especialmente de
vacaciones y un poco más ba -
canes moviéndonos por el sur
argentino y chileno.
Cada uno en su auto, a ve -
ces con trailers que permitían
campamentos más cómodos
que alternábamos con hoteles o
cabañas. Muchas jornadas las
coronamos con truchas a la pa -
rrilla, a la cacerola, al horno o co -
mo fuera. Disfrutábamos enor-
memente esas cenas al aire libre
o en el alto y amplio comedor
carpa que llevábamos. Fueron
unos cuantos años de viajes de
vacaciones y aventuras de dos
matrimonios a los que incorpo-
ramos los chicos mientras fue -
ron chicos.
A fines de los 80 me entu-
siasmé mucho con los señuelos,
especialmente todos los que
fueran aptos para la pesca de
tarariras. Por supuesto, sin dejar
de lado todas las técnicas de
pesca que conocía. Por entonces
practicaba mucho la pesca con
devolución. La pesca va deando
lagunas de la provincia de Bue -
nos Aires fue una constante; y
los resultados y satisfacciones,
enormes. Por entonces ya hacía
tiempo que íbamos con éste y
otro cuñado y algunos amigos a
Corrientes y Entre Ríos a pes car
dorados, surubíes y cuanto sa lie-
ra, y lo hacíamos con las clásicas
carnadas vivas. Éstas eran rápi-
das escapadas de fines de sema-
na y para poder hacerlas nos
turnábamos con la pues ta y el
manejo de autos, via jando de
noche para llegar a trabajar a
tiempo y aprovechar al máximo
las jornadas de pes ca; mecanis-
mo que hoy no recomiendo.
—¿Y la pesca con mosca?
—En la transición de los 80
y los 90 Daniel me propuso que
aprendiéramos pesca con mos -
ca. No muy convencido acepté
e hicimos un curso. Aprendí un
poco de casteo y nada relacio-
nado a cómo desempeñarme
en la cancha de pesca.
—¿Cuál fue el clic que te
hi zo apasionarte de la pesca
con mosca?
—No tuve un clic, más bien
un c---l--ic, por lo que dije de mi
primer aprendizaje en este
mag nífico estilo de pesca. Por
en tonces esta pesca se practica-
ba con las truchas en el sur, era
muy reducido el número de
practicantes y no tuve la suerte,
durante años, de “caer” en algu-
na institución especializada. En
mi primer viaje me encontré
fren te a un inmenso lago con un
LOS PERIODISTAS DEL SECTOR
Jorge López Basavilbaso
“Trato de aprovechar todaoportunidad adecuada para
dejar un mensaje concontenido docente”
AIRE LIBRE Nº 5 |
y las moscas mejoraron muchí-
simo, al punto que podría decir
que desarrollé mucho más la
con fección de moscas para do -
rado, que se fueron haciendo
conocidas pescadoras y comen-
zaron a llegarme pedidos. Aho -
ra proveo a particulares y a al -
gunas casas de pesca.
—Los CEO de las grandes
multinacionales de pesca ven
a esta modalidad como la de
mayor futuro en el sector.
¿Com partís ese criterio?
—Yo separaría el futuro en
dos etapas para poder explicar,
según mi parecer, por lo menos
lo que está pasando en Argen-
tina. Si quisiéramos mostrar la
preferencia de los pescadores
gráficamente, respetando un
diagrama relacionado con por -
centajes, podríamos dibujar
una escalera en la que subirían
hasta el primer peldaño los que
pescan con carnada; posible-
mente los que hacen trolling
irían al segundo, los de spinning
y baitcast al tercero, y los mos -
queros en el siguiente.
Un alto porcentaje de quie-
nes pescan solamente con car -
nada es poco probable que de -
cidan pasar directamente a la
pesca con mosca; hay más pro -
babilidades de que lo hagan al
spinning. Desde ese punto, y
con cierta permanencia y de -
sarrollo, quienes desean incre-
mentar sus conocimientos pa -
sarán primero por el baitcast y
finalmente por mosca; o direc-
tamente del spinning a la pesca
con mosca.
Argentina está recibiendo
del mercado mundial inmensa
cantidad de productos para la
pesca con artificiales y el merca-
do local de la pesca en spinning
y en baitcast se multiplica noto-
riamente al compás del ingreso
de pescadores a estas modali-
dades, favorecidos por la explo-
sión del dorado y otras especies
cazadoras que, además, en los
últimos tiempos están cerca de
los centros más poblados per -
mitiendo pescas muy deseadas
a corta distancia del lugar de re -
sidencia de cada pescador. Esto
hace, según mi criterio, que el
futuro en su primera etapa, al
me nos en Argentina, sea mayor
en las aéreas de spinning y bait-
cast que en pesca con mosca.
Quizás en una segunda etapa,
los que son muchos y están ha -
ciendo su ingreso o desarrollo
con estos artificiales, incorporen
luego la pesca con mosca, que
en dicho caso tendría un mayor
futuro propiamente, y valga la
redundancia, a futuro.
—Alguna anécdota para
compartir…
—En septiembre del 98 es -
tábamos en el Pacífico con nues-
tro amigo de Chillán y su fa mi-
lia, precisamente en Col muyao,
en su casa de la playa. En las
horas propicias él y yo nos tras-
ladábamos en su 4x4 por los
arenales y roqueríos de la costa
buscando los mejores lu gares
para pescar. Su habilidad para
conseguir lenguados era impor-
tante y siempre comíamos pes -
cado. Un día veníamos mal y no
teníamos qué lle var para la ce -
na, hasta que vio una densa
man cha negra en el cielo. Eran
miles de aves; algunas “harto
grandes”, como dicen allá. Se
transformó y con rapidez, sin
que entendiera qué iba a hacer,
lo acompañé corriendo hacia la
camioneta, donde cam biamos
los equipos por otros aptos pa -
ra hacer largos lanzamientos.
Eran una especie de equipos de
spinning de largo alcance, que
terminaban en su extremo con
algo parecido a una cuchara
pesada que llaman “chispa”; y
por lo que recuerdo, hay de 36,
51 gramos y algunos otros pe -
sos. La mancha negra se acerca-
ba hacia nosotros y Sebastián
anunció que íbamos a pescar
corvinas (las del Pacífico son
muy cazadoras y toman siem-
pre artificiales). Las aves iban
sobrevolando, atacando y co -
miendo un inmenso cardumen
de peces chicos que tam bién
eran perseguidos por las corvi-
nas. Simultáneamente efec tua-
mos nuestro primer lan zamien-
to que no se materializó en pi -
que. Él, más rápido, hizo un se -
gundo tiro y en el viaje enlaza
un pajarraco tipo biguá, que
hace patinar su reel sacándole
nailon. Luego de ajustar el freno
consigue hacerlo bajar y, tras un
rato de tironear las líneas y me -
ternos al agua, conseguimos
arri marlo a la playa, donde ayu -
dándonos con una campera
evi tamos los picotazos y pudi-
mos liberarlo. Su malestar por la
pérdida de la oportunidad, te -
niendo en cuenta que el cardu-
men y la bandada estaban ya
lejos, cambió cuando re cupe-
rando y desenredando el retor-
cido nailon notó que algo pesa-
equipo adquirido en diferentes
lugares y con todos los elemen-
tos básicos que, en la prác tica,
ante las diferentes cir cunstan-
cias no sabía cómo com binarlos.
Para peor el casteo estaba lejos
de ser bueno y el viento dispo-
nía el cercano e im predecible
lugar donde caería la mosca.
Definitivamente pes caba muy
poco y renegaba mu cho, por lo
que la caña de spinning y las
cucharas “solucionaban” mi fra -
caso. No había quien en el lugar
me pudiera ayudar a mejorar.
Esto se repitió hasta que
tomé clases particulares de cas -
teo en Buenos Aires y la combi-
nación con el encuentro con
Sebastián Riedl, un instructor
mosquero de la ciudad de Chi -
llán, en Chile, con quien pude
compartir varias jornadas de
pesca y aprendizaje. El “pago”
fue que en un lugar que daba
po co, pero grande, y que era mi
descubrimiento, él consiguió su
trucha récord de 9,5 kg.
Ahí comencé a mejorar bas -
tante en pesca con mosca y fue
el principio del clic que resonó
más fuerte al poco tiempo, con
una pesca de importantes dora-
dos en el río Guayquiraró. A par -
tir de esa última pesca me con -
vertí en un intenso buscador,
instruyéndome sobre la pesca
del dorado con mosca. Más o
menos junto a esa “locura” hice
un curso básico de atado de
mos cas, en el que aprendí a rea -
lizar las primeras para tru chas
según los parámetros ob te ni-
dos. A poco de eso, sin maes tro
“inventé” las primeras para do -
rado —bastante precarias—
pe ro pescadoras. Tanto es así
que la maravillosa pesca del
Guayquiraró la hice con ésas y
algunas que tenía compradas
anteriormente.
Disfruté tanto de esa pesca
que me generó deseos de desa -
rrollarla mucho más y me inte-
resé mucho por hacer mis pro -
pias moscas para dorado. Co -
men cé a tener mejores técnicas
LOS PERIODISTAS DEL SECTOR
| AIRE LIBRE Nº 5
do estaba en la otra punta. Apa -
reció una formidable corvina
que, en medio de las bro mas,
fue la cena de esa noche.
—Un maestro…
—En el aprendizaje de pes -
ca, habiendo tantos y tan bue -
nos, no tuve ocasión de tenerlo.
Lo que pude haber aprendido
fue observando, preguntando
por aquí y por allá, por la lectura
de los libros que tuve a mi al can-
ce, las colecciones de revistas
que tengo y comencé a for mar
hace 40 y más años, los por tales
de Internet, los programas de TV
afines, la participación y asisten-
cia a charlas y de mostraciones
en entidades de pesca deporti-
va, etc. En todos estos rubros
casi siempre hubo alguien, si se
quiere “maestros” a quienes se -
guí más, que me dejaron alguna
enseñanza más que otros.
—Cuando le propusimos
esta nota nos dijo con una
sin ceridad poco habitual en el
medio “no soy periodista”,
“soy un laburante de los me -
dios”. Pero más que “laburan-
te” o “periodista”, ¿no se sien-
te un docente del rubro?
—Uno vale por lo que es,
no por un cartel que se pueda
poner o le adjudiquen. Además
la mentira tiene pata corta. Me
gusta mucho la docencia, la
sien to, la pregono y trato de
prac ticarla lo mejor posible
den tro de mis posibilidades. Sin
“secretos”. Tengo amplia liber-
tad para desarrollarla y estoy
seguro que dejaría cualquier
medio que pudiera limitarme
en ella. Por suerte, eso no pasa;
por el contrario, a veces me he
visto “obligado” a enseñar, ha -
cerme cargo de algo o dar char-
las. Esas “obligaciones”, entre
otras cosas, me han llevado ha -
ce años a ser columnista de
pes ca con mosca en un progra-
ma de radio cuando mi fuerte
era escribir y le tenía “terror” al
micrófono. Así también a dar
cla ses de pesca con mosca en
una peña, hace años, cuando
nunca lo había hecho.
Por otra parte, cuando asu -
mí la responsabilidad de ense-
ñar lo básico en pesca con mos -
ca con ayuda diagramé un pro -
grama de aprendizaje sencillo,
pero que cubriera todo lo nece-
sario como para que cada con -
currente en pocas sesiones su -
piera desenvolverse bien en el
casteo y la pesca, evitándole las
falencias que tuve cuando co -
mencé con esta modalidad.
Hoy tengo la satisfacción de
que sin ninguna promoción de
mi parte me llaman clientes de
casas de pesca cuyos titulares
me conocen y recomiendan. Lo
mejor que tengo en estos casos
es que quienes se interesan en
lo que les enseño aprenden
bien y me siguen recomendan-
do. Dicen que tengo paciencia
y apasionamiento.
Un punto relacionado con
la docencia y que me ha dado
enormes satisfacciones es ha -
ber capacitado unos cuantos
guías del Litoral que no cono-
cían la pesca con mosca y, por
lo tanto, no sabían cómo de -
sen volverse con mosqueros.
Des pués aparecieron los pro -
gramas oficiales. Algunos de
esos guías hoy ofrecen su ser -
vicio como especialidad.
Trato de aprovechar toda
oportunidad adecuada para
dejar un mensaje con conteni-
do docente.
—¿Cómo ves el futuro del
recurso ictícola?
—Hay que trabajar y mu -
cho. Los problemas son varia-
dos. Desde los importantes fe -
nómenos del cambio climático
que inciden, la pesca comercial,
la furtiva, los desechos y conta-
minantes que llegan a los cur -
sos que habitan los peces. La
fal ta de unificación de criterios
para reglamentaciones. El de -
sarrollo turístico en el país es
im portante y junto a éste va en -
cadenado el turismo de pesca,
éste genera ingresos importan-
tes y fuentes de trabajo, cosas
necesarias que se perderán si la
pesca deportiva merma y por
ende, en esa situación, al no ha -
ber peces no habría pescadores.
Probablemente el pescador
poco cuidadoso sea un mal me -
nor comparado con todos los
otros problemas; pero si quie-
nes tenemos a nuestro alcance
un medio para llevar enseñan-
zas nos unimos en la premisa
de llevar buenos ejemplos, me -
joraremos la conciencia de esos
pescadores y todo pescador
ins truido puede resultar un
edu cador para quien tenga al
la do y no lo sea.
—Algo más que quieras
agregar…
—AIRE LIBRE se distribuye
en múltiples puntos del país. En
lo que hace a la pesca, llega a
miles de aficionados por cen -
tros de distribución como son
casas de pesca. Muchos titula-
res o empleados de éstas, leen
éste y otros artículos que se pu -
blican y tratan la problemática
de la pesca. Si cada uno de esos
vendedores/lectores toma con -
ciencia y pone voluntad, tam -
bién puede transformarse en el
educador que debiera ser, ya
que el pescador por lo general
consulta a su casa amiga y regu-
larmente se guía bastante por
lo que recibe.
Creo firmemente que tanto
los que accedemos a medios de
pesca y/o poseemos algo más
de conocimientos en la materia,
tenemos la obligación de trans-
mitirlos para que todos quienes
los necesiten puedan incorpo-
rarlos y de esta manera mejorar
en muchos aspectos, con la
ven taja de así poder disfrutar
algo que bien llevado es muy
sano, multiplicando así el nú -
mero que aprende y a su vez
edu ca obteniendo mejoras en
la preservación de las especies,
el cuidado de la naturaleza y del
recurso pesquero ■
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