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Mamácoach
Marta Martínez
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Otros títulos publicados:
Mamá... ¿dónde estaba antes de nacer?Pere Romanillos
Un peque en casaPere Romanillos
Llega un bebéSilvina Mosquera y Sandra Borro
Hijos de coloresIlde Llanes
En vez de ver la tele...Anna Huete
U n a g U í a E s E n c i a L p a r a M a d r E s ( y p a d r E s )
El manual para iniciarse en la profesión más bella del mundo
No hay misión que una persona despliegue con más amor que la de criar y guiar por los senderos de la vida a un
nuevo ser. Una tarea apasionante, a lo largo de la cual se presentarán dudas que necesitan respuestas claras y motivadoras.Mamá coach es una carta de navegación para quien ha asumido el
reto de acompañar hasta el mundo adulto a un niño que nos pondrá constantemente a prueba. Para ello, contamos con la opinión de expertos
profesionales y de madres anónimas y felices que aportan ideas para resolver cada situación de forma amorosa.
Escrito con un lenguaje fresco y clarificador, junto con numerosos testimonios con los que los lectores se sentirán identificados, este manual
aporta consejos de oro para las diferentes etapas del niño.
Con sus sabias indicaciones, aprenderás a…T dar cariño sin por ello consentirlo.
T afrontar rabietas y pequeños actos de rebeldía.T Establecer límites claros y saludables.
T conversar con tu hijo sobre temas fundamentales.T Transmitir unos valores que aporten seguridad.
MARTA MARTÍNEZ periodista nacida en Barcelona en 1977, inició su trayectoria profesional en el diario Expansión, donde cultivó el periodismo económico durante siete años. posteriormente, viró hacia la información cultural como redactora en el diario Qué! y como crítica de televisión en el programa arucitys, en 8tv. En la actualidad es madre de un niño de dos años y trabaja en una agencia de comunicación, tarea que ha compaginado con el alumbramiento de Mamá coach, su primer libro.
ISBN 978-84-7556-860-7
9 788475 568607
ISBN: 978-84-7556-860-7
Mamácoach
Marta Martínez
Gracias, Esther, por confiar en mí.Dedicado a Cristian, mi papá coach particular, y a Edu, mi inspiración. Todo mi amor.
MAMá COACH
Ilustraciones: Dreamstime
Diseño y portada: Montse Vilarnau
Edición digital: Jose González
Edición a cargo de Esther Sanz
ISBN: 978-84-7556-860-7
Depósito legal: B-21334-LVI
Impreso en España
9003741011013
Marta Martínez, 2013
© Editorial Océano, S. L., 2013
Grupo Océano
Milanesat 21-23 — 08017 Barcelona
Tel: 93 280 20 20 — Fax: 93 203 17 91
www.oceano.com
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
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Ya te has amoldado a tu bebé y has dejado de ser una mamá completamente novata. Ahora bien, prepárate porque llega una época de cambios tan grandes como emocionantes. Nueva alimentación, dientes, el aprendizaje del gateo, la entrada en la guardería…
Ya pasa más ratos despierto... ¿Cómo le entretengo? Tu bebé está creciendo y, aunque permanece buena parte del día durmien-
do, ya pasa más ratos despierto, por lo que hay que aprender a entrete-
nerle. A esta edad, a los pequeños les hace mucha gracia que gesticules
de manera exagerada al hablar (puedes encadenar las vocales con la boca
muy abierta y verás cómo se ríe), que les hagas suaves cosquillas o que les
sientes en tus rodillas y simules que van montados en un caballito. ¡Nunca
tendrán suficiente y querrán repetir todo el rato!
También es el momento de comenzar a descubrir las partes de su cuerpo.
Señálale a tu bebé su nariz y la tuya, las orejas, el ombligo, las manitas y
los pies… Te escuchará embelesado e irá aprendiendo a identificar cada una
de ellas. En paralelo a estas propuestas, es bueno comenzar a ojear libros.
No tienen por qué contar historias. Basta con que incluyan sencillos dibujos
sobre animales o todo tipo de objetos que le resulten cotidianos a tu bebé.
Si estos libros, además, disponen de texturas distintas o solapas de papel,
los pequeños gozarán tocándolas y escuchando los ruiditos.
De 6 a 12 meses
Cambios, cambios y más cambios
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¡Hola, papillas!A partir de los seis meses, los bebés comienzan a tener necesidades
nutritivas más allá de la leche. Por supuesto, esta continuará teniendo
un papel fundamental en su desarrollo y crecimiento, pero ha llegado
la hora de introducir nuevos alimentos, siempre de manera progresiva
y bajo la supervisión del pediatra, que te dirá con qué alimento hay que
empezar.
Una opción es comenzar con la papilla de cereales (el pediatra también
debe aconsejarte sobre si dársela como desayuno o como cena), que no
suele dar muchos problemas, ya que su sabor dulce es bien recibido por los
bebés. Y, oh, sorpresa: ¡en el caso de que se la des como cena no descartes
la posibilidad de que por fin duerma del tirón! El bebé se irá a la cuna más
lleno de lo habitual y es probable que, o encadene más horas de sueño, o
directamente duerma como un lirón. Consulta también con el pediatra cuál
es la dosis más adecuada y si es mejor dársela en biberón o con cuchara.
Es importante que primero consuma cereales sin gluten. Con el objetivo de
detectar posibles intolerancias como la enfermedad celiaca, la introducción
de los cereales con gluten debe efectuarse de manera progresiva. La prime-
ra semana empiezas con una cucharadita de cereales con gluten y, progre-
sivamente, en función del ritmo que te haya marcado el médico, puedes ir
sustituyendo una dosis sin gluten por otra con gluten. El puré de verduras y
la papilla de frutas son otro cantar.
En el caso de las verduras, lo aconsejable es co-
menzar con una mezcla de zanahoria, patata y
judía verde para, progresivamente, ir incorpo-
rando otras verduras y hortalizas. Bate la mez-
cla bien para que quede muy fina y libre de
tropezones que puedan desagradarle. Si, aun
así, a tu bebé no le gusta, no desesperes. Ve
haciendo pruebas. Tal vez, simplemente, nece-
sites añadir más zanahoria para endulzar el sabor.
En cualquier caso, paciencia. Algunos bebés devoran
con los ojos cerrados y otros se eternizan para tomar un par de cucharadas.
A medida que el pequeño se vaya acostumbrando a su nuevo menú, proba-
blemente todo sea más fácil. Después llegará el turno de incorporar el pollo
y la carne y, más tarde, el pescado y el huevo, que le darán más y mejor sa-
bor al puré. Eso sí, la sal es mejor evitarla. Si consigues que tu niño disfrute
de la comida sin sal, mejor para su salud.
Respecto a la papilla de frutas, que suele ofrecerse como merienda, lo
habitual es comenzar con la manzana, la pera, el plátano y la naranja. Poste-
riormente, se irán introduciendo nuevas frutas, siempre de una en una, para
descartar posibles alergias en el bebé. Para que tu niño se familiarice con
estos nuevos sabores, una opción es comenzar con la fruta en zumo. Así,
cuando le ofrezcas la papilla, ya conocerá su sabor y puede resultarte más
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fácil. Por otro lado, no hay que obsesionarse con las cantidades; si durante
los primeros días tu pequeño solo come unas cucharadas de zumo o papi-
lla, no pasa nada. Es cuestión de tiempo aumentar la dosis. Recuerda que
puede ser muy útil que tu hijo vea a sus padres comiendo fruta, ya que les
encanta imitar la conducta de los mayores. Otro truco es añadir un poco de
galleta, ya que su sabor encandila a los niños.
Evidentemente, lo mejor es que las papillas sean naturales y preparadas
justo antes de su consumo. De todos modos, si en algún momento hay que
recurrir a los potitos, no pasa nada; pueden sacarte de un apuro si estás
fuera de casa y has tenido un contratiempo, aunque es mejor no abusar ya
que llevan azúcar añadido.
Asoman los primeros dientes Lo habitual en la etapa comprendida entre los seis y los doce meses es que
nuestro precioso bebé desdentado se despida y comiencen a asomar los pri-
meros dientes de leche (aunque hay niños precoces que ya tienen algunas
piezas antes y otros que con un año todavía no se han estrenado, pero todo
entra dentro de lo normal y hay que evitar hacer comparaciones). El caso
es que es muy probable que el bebé sufra (de hecho, se suele decir que si
los dientes nos salieran en la edad adulta, no soportaríamos el dolor), pero
intenta no preocuparte en exceso porque es inevitable y no hay grandes re-
medios.
De todos modos, y, aunque no sea la
panacea, acompaña al bebé en sus mo-
mentos de sufrimiento. Susúrrale que
estás con él, que no pasa nada, que le
quieres. Seguro que, aunque note dolor y
esté inquieto, se sentirá reconfortado por las
dulces palabras de su mami. Durante la dentición, los niños pueden babear
muchísimo, por lo que los baberos son un complemento indispensable para
que no acaben con la ropa empapada. Otro aliado puede ser un mordedor;
hay infinidad de ellos en el mercado, de todo tipo de formas y colores, y
pueden mitigar el malestar de tu pequeño. Estos objetos, que suelen incor-
porar gel, se guardan en la nevera y se ofrecen al pequeño para que el frío
alivie sus molestias. En esta fase, las encías de los niños se hinchan, por lo
que estos sienten la necesidad de llevarse cualquier cosa a la boca, así que
podremos estar tranquilas con un objeto seguro como un mordedor. También
pueden ayudarle alimentos fríos, los analgésicos tópicos o que le frotes las
encías con los dedos o con una gasa limpia y húmeda y le realices un suave
masaje.
Algunos episodios de dentición, además, pueden derivar en fiebre, por
lo que no dudes en consultar al médico. A menudo, una pequeña dosis de
paracetamol basta para aliviarle y permitirle descansar (y, de paso, a ti tam-
bién), pero no se lo suministres si no hay fiebre o careces del visto bueno
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en ellas y el trance del agua en la cabeza sea un poco más llevadero. Intenta
que asocie ese mal trago a un momento puntual que, una vez superado, da
paso a todo tipo de juegos acuáticos. Así conseguirás que no asocie el baño
a ese desagradable instante. Por otro lado, es importante que no te olvides
nada de lo que vayas a necesitar durante este rato, ya que, bajo ningún con-
cepto, debes dejar solo al pequeño en la bañera, por poca agua que haya.
No hay excepciones; si llaman al teléfono y no lo tienes a mano, da igual; ya
volverán a llamar si es importante.
Respecto a la temperatura, se aconseja que esté a 37 grados, mientras
que el cuarto de baño debe rondar los 20-22 grados para que, al salir del
agua, el bebé no coja frío. Tanto si tu bebé se comporta como un feliz pe-
cecillo en el agua, como si no acaba de sentirse a gusto, es recomendable
apuntarlo a los cursos de iniciación al agua que se llevan a cabo en nume-
rosas instalaciones deportivas. Allí, los bebés pueden familiarizarse con el
agua en la piscina acompañados de sus padres: ¡un plan de 10! Además, ¡ya
verás qué bien duerme esa noche!
El parque, un universo fascinante El parque es un juguete a lo bestia. Es un universo
fascinante en el que los niños se lo pasan en grande
y, además, socializan con otros niños. A esta edad
todavía no le sacan todo el partido, pero ya pueden
comenzar a disfrutar jugando con cubos en la arena,
columpiándose, observando a otros niños, tirándose del
tobogán con ayuda de los padres… Y, cuando comiencen a caminar, se abrirá
para ellos un abanico mágico de posibilidades en el que podrán recorrer cir-
cuitos, montar caballitos, jugar y corretear con otros niños…
Ciertamente, en casa también pueden pasarlo en grande jugando sin
parar con sus juguetes, pero es recomendable llevar un rato a los niños al
parque para que disfruten al aire libre. Allí comprobarás en todo su esplen-
dor que suelen querer jugar siempre con las cosas de los otros niños, por
lo que debes marcar con su nombre las pertenencias de tu pequeño (en
especial aquellas por las que siente más apego) y vigilarlas si no quieres irte
a casa de vacío y vivir un pequeño drama cuando descubra que se han ex-
traviado. De hecho, si tu hijo siente especial devoción por algún juguete, lo
mejor es que lo dejes en casa. Lo descubrirás enseguida, pero, por si acaso,
ten en cuenta que al parque no hay que ir de punta en blanco porque lo más
probable es que tanto tú como tu bebé lleguéis a casa con la ropa sucia.
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Tu dulce bebé ha desaparecido y tiene que empezar a desprenderse del chupete y el biberón y decir adiós a los pañales. Da un poco de pena, pero piensa que se abre una etapa igual de maravillosa, o más, junto a tu hijo. Llegarán nuevos retos educativos a los que tendréis que hacer frente juntos, como el paso de la guardería al cole.
Hora de ir a la camaBosteza, se frota los ojos y está tontito. Además, es la hora de acostarse, así
que no hay duda sobre el diagnóstico: tu pequeño tiene sueño. Sin embar-
go, no quiere dormir y pone cualquier excusa para demorar el momento de
meterse en la cama. Una vez más, esta conducta es bastante habitual. Pero,
más que común, es lógica. Y es que, mientras está despierto, tu niño descu-
bre y vive un universo fascinante, un mundo que desaparece en cuanto se
le cierran los ojitos.
Para lograr que tu hijo se vaya a la cama por su propio pie y sin dramas,
los cuentos serán tus mejores socios. Cuanto más te esmeres en explicarle
cuentos, más posibilidades tienes de que viva ese momento como uno de
los mejores del día y, en consecuencia, se avenga a meterse en la cama. Una
vez que hayas logrado llevarle al terreno deseado disfruta de ese rato. Si tú
gozas aportándole tu sello personal a los cuentos, tu pequeño también lo
disfrutará al máximo (eso sí, prepárate, porque si lo haces muy bien tendrás
que contarle la misma historia durante días y días).
De 2 a 4 años
El paso de bebé a niño
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Al margen del comodín de los cuentos, es muy útil (fundamental, de he-
cho) no saltarse determinadas rutinas. Así, es básico acostarse (y levantar-
se, en la medida de lo posible) todas las noches y todos los días a la misma
hora, evitar las siestas demasiado largas o a horas ya muy tardías, propiciar
un ambiente relajado y oscuro, no acostarse con el estómago vacío y evitar
las bebidas o alimentos excitantes.
No caigas en la trampa de creer que si acuestas a tu niño más tarde de
lo habitual se dormirá más rápido y se despertará más tarde. No es mate-
mático y no funciona. Y, si a la hora de ir a la cama, tu pequeño quiere su
peluche o que le cantes una canción, no lo dudes: cumple sus peticiones,
pero solo si no se excede. Es decir, si te pide un vasito de agua diez veces
en 15 minutos, no le hagas caso; no servirá para que se duerma antes que
se lo lleves cada vez.
Por otro lado, el niño puede estar a punto de descubrir las temidas pesa-
dillas, y estos terribles sueños pueden despertarle en el instante más ines-
perado. Si en mitad de la noche oyes a tu hijo llorar asustado, acude a con-
solarle. Acompáñale en su momento de desasosiego y quédate con él hasta
que se tranquilice y vuelva a conciliar el sueño. Es buena idea quedarse en
su habitación mientras se le pasa, ya que se sentirá más seguro cuando te
vayas si recobra la calma allí. Si le invitas a tu cuarto para tranquilizarse,
asociará tu habitación como la zona de paz y, posiblemente, cuando regrese
a su cuarto se sentirá de nuevo inquieto.
Miedo a la oscuridadSe calcula que uno de cada tres niños de entre tres y cinco años tiene miedo
a la oscuridad. Pese a que este temor es perfectamente normal, es con-
veniente adoptar algunas medidas para que no derive en una fobia en el
futuro. Puedes dejar encendida una luz tenue para que la habitación del
pequeño no esté completamente en penumbra (hay quien emplea las luce-
citas del árbol de Navidad). En cambio, no es aconsejable encender la luz
principal para calmar el llanto del niño, ya que entonces él asociará la luz a
la tranquilidad.
Si el pequeño llora, acude a su cuarto y cálmale o consuélale con la luz
apagada; una vez que esté relajado, podrás encenderla. Es muy importante
que nadie se burle de su temor; al contrario, es bueno que se le reconozcan
sus gestos de valentía. Una buena manera de conseguir
que el pequeño venza su miedo es vincular la oscuri-
dad con el juego, algo que puedes hacer con recursos
sencillos y populares como la gallinita ciega, una piñata,
las sombras chinescas, linternas… El niño descubrirá
una faceta divertida de la oscuridad que le servirá para
ahuyentar sus temores. Lo más habitual es que este
miedo vaya desapareciendo de manera progresiva.
Sin embargo, si consideras que tu niño siente auténtico
terror a la oscuridad consulta con un especialista.
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Llega un hermanito: llegan los celosLa llegada de un nuevo bebé a casa es un enorme motivo de satisfacción para
los padres y un posible enorme motivo de desconcierto para el hermano ma-
yor. Es perfectamente lógico y habitual que los celos hagan acto de presencia
en el primogénito nada más el recién nacido entre por la puerta. Los niños
tienen miedo a las situaciones desconocidas y, además, consideran que han
perdido buena parte del amor y las atenciones de papá y mamá cuando llega
un hermanito. Incluso, según como se mire, los celos son buenos: prueban
que el niño ha desarrollado el sentimiento de apego hacia sus padres.
El problema es que los celos pueden venir acompañados de conductas
inapropiadas de desobediencia, llanto e incluso incordio hacia el recién lle-
gado. Todos estos comportamientos tienen un denominador común: llamar
la atención. De hecho, en algunos casos, puede detectarse cierta tendencia
a la regresión, de modo que el niño que había dejado atrás el chupete y ha-
bía comenzado a dormir en la cama prefiere ahora la cuna y vuelve a pedir
el chupete. También ocurre que el niño que había conseguido abandonar el
pañal vuelve a protagonizar escapes. Y es que el pequeño (aunque sea el
mayor, sigue siendo pequeño) considera que si vuelve a actuar como antes
regresará la normalidad.
El malestar por la llegada de un rival a casa puede manifestarse también
a la hora de comer, con un hambre voraz o, en el otro extremo, con una com-
pleta inapetencia. Y, a la hora de ir a dormir, con dificultades para conciliar
el sueño, pesadillas o despertares mucho más matu-
tinos de lo habitual.
Todos estos episodios son pasajeros y hay
que otorgarles una importancia relativa, pero
para minimizar los efectos de los celos es bueno
tener en cuenta varias cosas. En primer lugar, es
crucial no ridiculizar la actitud del niño, puesto que
ya sufre bastante con este cambio como para tener que
padecer también nuestro desdén. Aunque es evidente, hay que subrayar-
le que tanto mamá como papá le siguen adorando del mismo modo. Una
posibilidad es ilustrar la situación con un paralelismo que le resulte muy
familiar y cotidiano. Por ejemplo, si tu niño se lo pasa en grande con sus dos
primos, se le puede preguntar si cuando juega con uno quiere decir que ya
no querrá jugar más con el otro. O se puede aplicar el mismo ejemplo con
sus juguetes.
Lo que sí es básico es encontrar un poco de tiempo para dedicárselo al
niño en exclusiva. Cuando el neonato esté dormido es un gran momento
para aprovechar y centrarse en jugar a lo que más le guste a tu otro niño
o en explicarle su cuento favorito… Además, si el hermano mayor siente
predilección por algún peluche en concreto, no se lo regales al más pe-
queño. El mayor se sentirá importante por seguir teniendo algunas cosas
en exclusiva.
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También es bueno permitirle que acaricie a su hermano tanto como de-
see (siempre y cuando lo haga con cuidado), así como involucrarle en las
tareas de cuidado del bebé. Será una buena manera de pasar tiempo todos
juntos y verá que aprecias y valoras su actitud colaboradora. Si constatas
que tiene ganas, puedes pedirle que te ayude a enjabonarle, que le cante
canciones, que te dé su opinión sobre qué ropita ponerle… En el caso de que
percibas que no está por la labor, no le fuerces; necesita su tiempo y, poco
a poco, irá encariñándose de su hermanito. Por otra parte, ten tacto y pide a
las visitas que no se desvivan solo por el nuevo miembro de la familia y que
se presten a todo tipo de mimos hacia el hermano mayor.
Todas estas pautas son útiles cuando el bebé ya está en casa. Sin embar-
go, es conveniente que durante el embarazo se le haya allanado el terreno
al hermano mayor. No es necesario (ni siquiera es aconsejable) anticiparle
demasiado la noticia. De hecho, hasta el cuarto o quinto mes no tiene mucho
sentido explicárselo, ya que hasta que no lo vea con sus propios ojos no aca-
bará de entenderlo. Pero tampoco hay que esperar hasta el último momento
o, al ver que la tripa de su madre crece de manera desorbitada, comenzará a
elucubrar teorías extrañas que le crearán más inseguridades. Y nada de ci-
güeñas ni niños que llegan de París. Hay que intentar explicar las cosas de
forma clara y sencilla. Pese a todos estos preparativos, lo más lógico es que tu
primogénito se sienta destronado, por lo que la paciencia, la ternura y el amor
volverán a ser los ingredientes esenciales para que seáis una familia feliz.
¡Adiós, chupete!El chupete es mano de santo para muchos bebés. Es
cierto que algunos lo rechazan desde el primer día y
sus padres se ahorrarán el mal trance de tener que pres-
cindir de él, pero también es verdad que para muchos pequeños el chupete
es casi un apéndice de su boca. Les ha acompañado durante meses y meses
y se ha convertido casi en su juguete y fuente de consuelo favoritos.
Los padres de estos niños viven con auténtica angustia los momentos pre-
vios a la retirada del chupete. Por eso, es muy importante que el proceso de
retirada se acometa de forma progresiva. A modo de preparativo, es bueno que
le expliques a tu niño que en breve se le retirará el chupete porque es un artí-
culo para bebés y él ya es mayor. Puedes intentar pactar con él que solo se lo
darás cuando lo pida (no te anticipes a dárselo cuando preveas que se pondrá a
llorar) o para dormir. Dile que parece mayor sin el chupete en la boca (como su
hermano o su primo, si los tiene) y que le entiendes mejor cuando te habla. Y no
lo dejes a la vista porque tenderá a cogerlo a la primera de cambio.
Deberás armarte de paciencia, ya que los primeros días (y, especialmente,
las primeras noches) sin chupete pueden ser complicados. Es muy probable que
si tu niño siempre ha sentido devoción por él, al retirárselo le cueste más rato
conciliar el sueño. Tu pequeño no encontrará el consuelo que hasta ahora recibía
de forma inmediata, por lo que te tocará (a ti y al resto de la familia) ser aún más
cariñosa de lo habitual para tranquilizarle en momentos de desasosiego.
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Son muchos los padres que utilizan a los Reyes Magos como coartada
para despedirse del chupete. Es una buena estrategia, aunque lo verdadera-
mente difícil no es conseguir que el pequeño regale su chupete, sino lograr
que, una vez entregado, tengamos la capacidad de mantenernos firmes y no
ceder si vuelve a pedirlo. No siempre funciona, pero, si, tras recordarle que
el chupete se lo han quedado los Reyes Magos porque ya no es un bebé, le
proporcionas un muñeco suave al tacto, tal vez consiga relajarse acarician-
do a su nuevo compañero. En cualquier caso, si el niño está pasando por un
doloroso proceso de dentición, es mejor demorar un poco el abandono del
chupete, ya que en estos casos el alivio que le proporciona es realmente útil
para él (y los padres).
¡Adiós, pañales! Es otro de los grandes momentos en la vida de tu pequeño, pero algunas
mamis lo afrontan con tanta ilusión como temor. Una vez más, que no cunda
el pánico. Sí, habrá que recurrir a dosis extra de paciencia, pero, por difícil
que parezca en algunas ocasiones, siempre se acaba logrando.
La pregunta es: ¿cuándo hay que despedirse de los pañales? Y no hay
una respuesta única. Cada niño tiene su proceso y, aunque sí hay pautas
genéricas, no hay una norma científica (aparte de que los niños tienden a
demorar un poco más que las niñas el control de sus esfínteres). Lo habitual
es que, una vez que tu niño ha cumplido dos años, os planteéis la retirada
del pañal. Sin embargo, aquí no solo influye la evolución del niño, sino tam-
bién la época del año, ya que es más práctico y cómodo intentar aparcar los
pañales en verano que en invierno. En cualquier caso, después del segundo
cumpleaños, y antes del tercero, es un buen momento para lanzarse.
En esta operación debes tener muy presente que las imposiciones son
totalmente inútiles (incluso son contraproducentes, ya que, de forzarle, el
niño puede acabar reteniendo la orina y las deposiciones, lo que puede deri-
var en estreñimiento u otras complicaciones). Tu hijo debe vivir este proceso
como una conquista personal, y será él y solo él quien decidirá cuándo está
preparado. Algunas pistas que te servirán para detectar que el momento ha
llegado son que el niño comienza a nombrar sus deposiciones como “pipí”
y “caca” y que empieza a tener noción del tiempo y, por tanto, que sabe dis-
tinguir entre el “ahora” y el “después”. Además, se siente
a disgusto con el paquete mojado o sucio y pide que se lo
cambies.
Es necesario conseguir que el niño esté motivado,
por lo que comprar un alegre orinal puede resultar útil
(incluso contarle cuentos o cantarle canciones para
que esté cómodo mientras hace su cositas), aunque es
verdad que hay pequeños que no lo aceptan y prefieren
sentarse en el inodoro (en este caso, puedes comprar
adaptadores para niños pequeños).
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Estamos ante otra de las fases clásicas del desarrollo del niño. El proble-
ma es que la avalancha de “porqués” pondrá a prueba los nervios de más
de uno, por más que considere que los tiene de acero. Tómatelo con humor
y como una manera para favorecer el diálogo con tu hijo. No hace falta que
te obceques en ofrecerle la respuesta más correcta del mundo ni que te es-
meres en dar explicaciones científicas que no comprenderá. Y no te mofes
de sus preguntas por más absurdas que sean ni te enojes si repite por acti-
va y por pasiva la misma cuestión. A los niños les encanta la repetición, ya
que así se reafirman sus ideas. No te crispes, porque ni mucho menos está
intentando sacarte de quicio.
De todas maneras, también puedes romper el círculo vicioso de la mis-
ma pregunta, misma respuesta, ofreciendo contestaciones que provoquen
que el niño abra su campo a otro tipo de conversación o, como mínimo, a
distintas preguntas. Es decir, si tu pequeño te pregunta: “¿Por qué vuelan
las mariposas?”, no le respondas siempre: “Porque tienen alas”. Dile algo
ingenioso como: “Porque no pueden ir en avión”. Esta respuesta dará pie a
que tu pequeño, además de esbozar una sonrisa ante una sentencia ines-
perada, cambie el rumbo de su conversación y empiece a hablar de aviones
o a preguntar cosas sobre ellos.
Otra salida es que le respondas con otra pregunta. Por ejemplo, si insiste
con: “¿Por qué vuelan las mariposas?,” respóndele: “Y a ti, ¿te gustaría po-
der volar?, ¿adónde irías si pudieras volar?”. Así le estás dando pie a derivar
la conversación hacia otro terreno. Piensa que esta fase (que suele aparecer
tras la etapa del “no” y cuya duración depende del carácter y el entorno del
pequeño) es una oportunidad excelente para introducir nuevas palabras y
conceptos en el vocabulario de tu niño. Y ten en cuenta también que si tu
hijo te hace preguntas es porque confía en ti. Así que acoge sus cuestiones
con cariño y respeto, sin banalizarlas y sin refunfuñar.
Por supuesto, si el volumen de preguntas es ilimitado y te sientes desbor-
dada, puedes decirle a tu niño que mañana seguirás resolviendo sus dudas,
pero que hoy solo puede formular una pregunta más. Lo importante es que
él perciba que puede confiar en ti, aunque no siempre sea en el momento en
que desee. Ten en cuenta también que los interrogantes que te plantea tu
hijo te pueden servir para conocerle aún mejor y descubrir sus miedos, sus
inquietudes, sus dudas…
94 95
Incúlcale valoresCualquier mami quiere que su retoño sea generoso, respetuoso con perso-
nas de otras razas y culturas, solidario, le guste compartir, ayude en casa y
tenga sensibilidad hacia los mayores, los animales y el medio ambiente… En
definitiva, cualquier madre desea que su hijo tenga valores, pero estos no
vienen de serie: hay que inculcárselos.
Entre los tres y los cuatro años, los pequeños empiezan a apreciar a sus
amistades y valoran cada vez más las actividades en grupo. Esta situación
implica que, de forma espontánea, tu niño le prestará su balón a un ami-
guito o le obsequiará con una de sus adoradas galletas. No obstante, estas
actitudes no ocurrirán siempre ni cuando tú lo desees. Pero es lógico que la
generosidad no sea la máxima de sus virtudes, puesto que en esta fase pre-
escolar los pequeños aún piensan antes que nada en sí mismos y conceden
suprema importancia a sus objetos materiales. A pesar de esto, si cuando
presencias un gesto de generosidad hacia otro amiguito premias su actitud
(no con regalos, sino celebrándolo verbalmente o con muestras de afecto),
le estarás incitando a que tenga detalles de este tipo más a menudo. Piensa
que el refuerzo positivo es más efectivo que el castigo.
Una vez más, mamá y papá son el principal espejo del comportamien-
to del niño, por lo que si sus progenitores son los primeros en demostrar
gestos de generosidad, más fácil será para él copiar esta conducta. Puedes
empezar por utilizar con frecuencia el término “compartir” delante de él.
Pregúntale si quiere compartir contigo una cro-
queta, la bañera o un rato de juego. Usa
y abusa de este concepto y verás cómo
aprende su significado y lo aplica en
su día a día. Te lo comerás a besos
cuando veas que tu táctica prospera
y aprende a prestar sus juguetes o te
ofrece una porción de su comida favorita.
Si a pesar de tus intentos mantiene múltiples
actitudes egoístas, muéstrale que desapruebas su comportamiento. No se
trata de castigarle (de hecho, actuar así puede ser contraproducente), sino
de dejarle claro que no te ha gustado cómo se ha portado. Explícale que
dejarle un juguete a su vecinita es algo temporal y que al cabo de un rato
regresará a sus manos. Probablemente, de esta manera se aferre menos a
sus pertenencias y se avenga a compartir. Otro aliciente es hacerle ver que,
si presta sus juguetes, el resto de los niños también compartirán con él sus
juegos. De hecho, si algún amiguito suyo va a jugar a casa es bueno que
traiga también un par de sus juguetes, ya que de este modo tu niño no será
el único que tenga que compartir.
Si ves que no hay forma de que tu pequeño acepte en ningún caso dejar
las cosas a los demás, piensa en las circunstancias que le rodean. Si ha
ocurrido algún cambio drástico para él (un traslado de domicilio, la pérdida
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A veces, el mejor consejo no lo encuentras en un libro, ni te lo da un prestigioso experto, ni es tu propia madre quien te lo regala. En ocasiones, un consejo que vale su peso en oro llega de la mano de un perfecto desconocido, de tu amiga del alma, del vecino, del panadero o de un amigo lejano. A continuación, ofrecemos una recopilación de recomendaciones de mamás felices y anónimas que quieren compartir contigo algunos de los descubrimientos o trucos que les han servido en la difícil y maravillosa tarea de cuidar y educar a sus hijos. ¡Y es que todas llevamos una mamá coach dentro!
GEMMA, mamá de Isaac (siete años) y Eva (tres años) “Un consejo de lo más insólito que me sugirió la pediatra ante mi desesperación por
la negativa de mi hija a tomar la papilla de fruta fue que se la calentara antes de ofre-
cérsela. Nunca se me hubiera ocurrido, pero… ¡funcionó!”.
“Otra recomendación, en este caso nada original pero muy efectiva, es la de pe-
dir a los niños que entreguen el chupete a los Reyes Magos. Así saben que a cambio
tendrán la recompensa de los juguetes y, además, no les parece una imposición de
los padres, sino una decisión que han tomado por sí mismos”.
“Un truco que me ha ido genial con mis dos hijos después de abandonar el chupete
fue el de agujerear la tetina del biberón y poner una pajita. De esta forma, los niños
se toman gustosamente la leche sin tener que succionar la tetina, algo desaconsejado
por los médicos cuando los hijos son un poco mayores”.
Todassomos mamá
coach
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MARíA DEL VALLE, mamá de Lucía (nueve meses) “No hagas caso de nada ni nadie y sigue tu instinto porque, inexplicablemente, sa-
brás lo que tienes que hacer en cada momento. Y todo cuanto decidas será lo mejor
para tu bebé. Aprenderás a ser mamá día a día obedeciendo a tu intuición”.
SANDRA, mamá de Joel (dos años y medio) “El cambio de habitación de la de los papás a la suya cuando Joel tenía cuatro me-
ses fue una sabia decisión. Gracias al traslado, conseguimos reducir el número de
despertares nocturnos, tanto del peque como de la mami, por lo que los dos sali-
mos ganando. Yo no me desvelaba por sus sonidos nocturnos y él no se despertaba
ante mi presencia”.
“Por otro lado, el establecer la misma rutina, incluso los fines de semana, tam-
bién ha sido mano de santo. Seguir los pasos de bañito, cena y cama le ha ayudado
a adquirir una seguridad y unos hábitos a la hora de ir a dormir de forma totalmente
natural que ahora, con el paso del tiempo, se agradece mucho”.
PATRICIA, mamá de Ángela (seis años) “Todo el tiempo que pasas con tus hijos es un regalo: cuando juegas con ellos, cuan-
do te ayudan a cocinar, cuando te hacen compañía mientras intentas ducharte…
Siempre aprenderás algo con ellos, y seguro que tú también les enseñarás a ellos”.
MóNICA, mamá de Quim (un año y medio) ¿Cuántas veces tu ropa ha acabado hecha un asco por las regurgitaciones o vómitos
de tu bebé? Seguro que unas cuantas, así que toma nota del consejo de Mónica.
“Cuando el niño vomite no lo mantengas en posición vertical; inclínalo un poco y
que vomite. Así el pequeño no se ahogará y tú no acabarás pringada”.
VANESSA, mamá de Max y Biel (dos años y medio) En sus primeros trayectos en autobús con el cochecito doble, Vanessa se angus-
tiaba mucho porque bajaba de cara y siempre tenía que estar pendiente de que
alguien la ayudara. Pero la cosa cambió cuando una de las pasajeras le explicó que
era mucho mejor bajar del autobús de espaldas, ya que así no había riesgo para los
peques y ella no tenía que depender de la ayuda de nadie. “¡Ese consejo me cambió
la vida!”, recuerda Vanessa.
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