View
4
Download
0
Category
Preview:
Citation preview
UNA TARDE SANGRIENTA
Y EL RUMBO DE LA HISTORIA
EN 1282
FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO
~ 1 ~
Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer
la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho
valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-
formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-
vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de
algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-
juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este
libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse
ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se
reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,
etc.
~ 2 ~
~ 3 ~
A MODO DE PRÓLOGO
LAS VÍSPERAS SICILIANAS
Destacado del año 1282 en el que ahora nos adentramos, año que dio comienzo en
jueves, fue lo que ocurrió en el día 30 de marzo, lunes pascual, un hecho muy violento y
airado que pasó a la historia conociéndose como las Vísperas Sicilianas.1
Estaba para anochecer. Aquella tarde, cuando las campanas de la iglesia del Espíritu
Santo de Palermo llamaban a Vísperas, durante unos minutos se produjo un silencio ate-
rrador, tras el cual, la población se alzó contra la guarnición francesa impuesta por su
monarca, Carlos I de Anjou. Se produjo una matanza que se extendió inmediatamente a
otras localidades de la isla de Sicilia, tras la cual, no quedó un soldado francés con vida
en el territorio.
En un vano intento de escapar a la masacre, algunos soldados se acogieron al ámbito
sagrado, refugiándose en iglesias, conventos y monasterios, donde trataron de hacerse
pasar por sicilianos, a pesar de lo cual, la ira popular los alcanzó, utilizando un Shibbo-
leth dialectal que les permitía distinguir fácilmente a un siciliano fingido de uno verda-
dero.
El Shibbolet es un término bíblico que aparece en el Libro de los Jueces; se trata de
una palabra que, siendo habitual para los habitantes de un país, encierra una compleji-
dad fonológica insalvable para alguien que no tenga la misma lengua nativa, razón por
la cual, permite, en un momento dado, desenmascarar a un enemigo que intenta hacerse
pasar por amigo, aunque en general, domine el idioma.
Pues bien, en este caso, al francés más conocedor del dialecto siciliano, le resultaba
imposible pronunciar correctamente la palabra Ciciri,2 carencia que supuso en muchos
casos, una sentencia de muerte inmediata.
Ramón Muntaner (1265-1336) escribió en su Crónica que la cólera de los palermita-
nos había surgido espontáneamente, cuando un soldado francés ultrajó a una dama nati-
va fingiendo que la registraba por sospechar que llevaba armas, pero en general, se
acepta mejor la idea de que la sangrienta acción había sido organizada previamente, y
que el doblar de las campanas no fue sino la señal convenida para el inicio de la ma-
tanza. Ello no impide que, probablemente, la dama fuera violentamente registrada, ni
que hechos parecidos se produjeran con frecuencia, encendiendo la ira de los palermi-
tanos frente a la prepotencia de la soldadesca impuesta por el monarca francés, a su vez,
impuesto por decisión pontificia, y cuya legitimidad fue siempre puesta en tela de jui-
cio.
1 Tomamos en gran parte lo que sigue (a finales de noviembre de 2018) de esta dirección de Internet:
http://atenas-diariodeabordo.blogspot.com/2012/02/visperas-sicilianas-i-vespri-siciliani.html (Clara Díaz
Pascual: Diario de a bordo).
2 Referente a un típico plato de la gastronomía siciliana elaborado con pasta y garbanzos
~ 4 ~
Nos situamos en el contexto de la interminable lucha entre güelfos y gibelinos, dos
facciones opuestas que han dado mucho que hablar en la historia y que representan la
lucha por el poder entre el Pontificado y el Imperio. Los güelfos apoyaban, como bien
sabemos, sin entrar ahora en detalles, a la Casa de Baviera y eran partidarios de resaltar
el Pontificado. Los gibelinos, por su parte, se alinearon con los Hohenstaufen de Suabia
destacadamente en defensa del Imperio.
El duque Carlos I de Anjou, un ambicioso hermano de San Luis (el rey Luis IX de
Francia), pese a la arbitrariedad de su designación, aceptó sin dudar ser rey de Sicilia,
puesto que este reino podía servirle de escalón para el logro del sueño de su vida y de
todas sus aspiraciones: apoderarse de Constantinopla y hacerse allí coronar como empe-
rador latino.
Carlos tuvo que enfrentarse a Manfredo (hijo de Federico II Hohenstaufen), que murió
en la batalla de Benevento (1266), y al joven Conradino (nieto de Federico), al que
mandó decapitar después de hacerlo prisionero en la batalla de Tagliacozzo (1268). Cu-
riosamente, en este enfrentamiento intervino, como bien sabemos, un destacado infante
castellano, Enrique el Senador, el cual acudió en ayuda de Conradino, cuya derrota le
valió luego una prisión de veintitrés años. Como sabemos, Enrique era hijo de Fernando
III el Santo y de la Hohenstaufen Beatriz de Suabia, quienes fueron también los padres
del rey Alfonso X el Sabio.
Ya libre de enemigos –legítimos pretendientes, en estos casos–, Carlos I puso su vista
en la mítica Constantinopla, pero para conquistarla necesitaba mucho dinero, así que
oprimió y despojó a los sicilianos, de manera que quedaron arruinados con exhaustivos
impuestos, teniendo que soportar además la prepotencia de los soldados y de los funcio-
narios franceses. Y así las cosas, cuando en 1282 Carlos I ya se disponía a embarcar ha-
cia Constantinopla en busca de la gloria bizantina, se extendió llegando hasta él la no-
ticia de lo ocurrido en Palermo, la cruenta noticia de las Vísperas Sicilianas.
Después de la matanza, los rebeldes sicilianos, sabiendo que por sí mismos no tenían
ninguna capacidad de defensa, acudieron desesperadamente al Pontífice en busca de
protección, sin considerar que aquel Papa era precisamente francés y que él mismo era
quien más definitivamente había entregado el reino de Sicilia a Carlos. Como debieron
haber previsto, el Papa los recibió (y desatendió) con absoluta frialdad, negándose a
prestarles cualquier apoyo.
Años antes, algunos señores favorables a los Hohenstaufen, entre ellos el famoso Ro-
ger de Lauria, se habían refugiado en Aragón, donde reinaba Jaime I, cuyo hijo y here-
dero, su sucesor como Pedro III, se había casado en Montpellier con la Hohenstaufen
Constanza, hija de Manfredo y nieta, por tanto, de Federico II, siendo Constanza des-
cendiente única y cuyos derechos reconocían y defendían, entre otros, los caballeros
refugiados en Aragón. Pedro III se convirtió en defensor de la legitimidad de su esposa
frente al dominio francés en Sicilia.
El historiador o cronista Muntaner, en el capítulo LIV de su Crónica, relata “cómo
vinieron mensajeros de Sicilia, con gran duelo, llanto y tristeza, a ver al señor rey”, el
cual los recibió muy bien, estando “en Alcoyll, y de la buena respuesta que dicho señor
les dio; y cómo los franceses son gente cruel do quiera que ejercen poder”. Sigue así el
relato cronístico:
~ 5 ~
Vieron venir de la parte de Levante dos barcas armadas y enteramente despalmadas,
las cuales se dirigieron en derechura al puerto llevando ambas las señeras negras. Si
me preguntáis qué barcas eran aquellas y a quienes pertenecían, os lo diré, desde lue-
go, los que en ellas iban eran sicilianos de Palermo y entre ellos cuatro caballeros y
cuatro sicilianos, hombres todos muy sabios, que venían en mensaje de parte de todo el
Común de Sicilia, quienes apenas saltaron en tierra se fueron delante del señor rey,
arrojándose a sus pies llorando… empezaron a gritar los ocho a la vez: –¡Señor, mer-
cedi!– Añadiéndose a esto que iban todos vestidos de negro. ¿Qué os diré? Al verlos el
señor rey les dijo:
–¿Pero, qué es lo que pedís? Decid: ¿qué gente soys y de dónde?
–Señor, somos de la tierra huérfana de Sicilia, desamparada de Dios y de toda bon-
dad terrena, infelices cautivos que estamos dispuestos a recibir hoy la muerte, hombres,
mujeres y niños, si vos señor, no nos socorréis. A vuestra real magestad venimos, señor,
pidiendo merced, de parte de aquel pueblo huérfano, para que os dignéis por la santa
pasión que Dios tomó en la cruz, por el linage humano, apiadaros de ellos, socorrién-
doles y sacándoles del dolor y cautividad en que se encuentran. Hacedlo, señor, por
tres razones: La una porque sois el más santo y justiciero que en el mundo haya. La
otra, porque la isla de Sicilia con todo el reino, es y ha de ser de mi señora la reina
vuestra esposa y de vuestros hijos, por ser, como son, de la santa línea del santo em-
perador Federico y del santo rey Mamfredo, que eran nuestros legítimos señores. La
tercera razón es que todo rey santo está obligado a ayudar a huérfanos y viudas, como
viuda se encuentra la isla de Sicilia.
–Os contestamos –dijo el rey– que todo cuanto podamos hacer en beneficio vuestro,
lo haremos.
Pedro III desembarcó en Sicilia con su ejército el 30 de agosto de aquel mismo año
1282. Su flota, comandada por Roger de Lauria, derrotó a la de Carlos de Anjou en Ni-
coreta, por lo que el francés hubo de retirarse a Nápoles tras renunciar a sus derechos,
reconociendo a Pedro III como rey de Sicilia, el cual fue coronado en su lugar.
Con el tiempo –mucho por delante–, Sicilia recuperó su antiguo nombre: Trinacria,
siendo el símbolo de la Trinacria o Triskel representativo como forma de hélice que ori-
ginariamente mostraba en su eje una cabeza de Medusa, que como tal aparecía ya en la
Odisea de Homero.
También Dante, en su Divina Comedia, se refiere a Sicilia como “la bella Trinacria”.
~ 6 ~
Y en su forma griega arcaica –con la cabeza de Medusa en el centro del triskel–, fue
integrada no hace mucho en la bandera de Sicilia.
Aquellas terribles Vísperas Sicilianas nutrieron la inspiración cultural romántica, es-
pecialmente a través de la música y la pintura, en el siglo XIX.
Giuseppe Verdi (1813-1901) compuso la ópera Las Vísperas Sicilianas cuando aún
sonaban los atronadores aplausos a La Traviata.
La Ópera de París le encargó la obra que se estrenó en la capital francesa en 1855, con
el título Les Vêpres Siciliennes –con éxito arrollador– y en 1856, ya con el título I Ves-
pri Siciliani, fue representada en La Scala de Milán.
~ 7 ~
Por su parte, el pintor veneciano Francisco Hayez (1791–1882), representante del ro-
manticismo histórico, realizó varias interpretaciones de aquella tragedia de Palermo.
Las Vísperas Sicilianas, de Francisco Hayez
(Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma)
~ 8 ~
La escena captada por Hayez no se refiere a la matanza en general, sino a la muerte
del soldado francés que se atrevió a registrar groseramente a la dama siciliana, en el mo-
mento de ser ejecutado por el marido de la ofendida.
Del análisis documental de los datos en que se basó Hayez para realizar su composi-
ción, podemos extraer muchos elementos específicos para completar nuestra historia.
Así, el soldado francés se llamaría Drouet, italianizado como Droetto. La dama que
hubo de sufrir sus abusos sería Imelda, cuyo marido (o padre), identificado como Gio-
vanni da Procida, se encargaría de atravesar con su espada al agresor.
Del pintor Domenico Morelli (1823-1901) tenemos esta otra obra representativa de
unas jóvenes huyendo de la masacre de las Vísperas Sicilianas.
~ 9 ~
AÑO 1282
~ 10 ~
ISLA DE MENORCA
MURIÓ ABU UTHMÁN SAID IBN AL-HÁKAM AL-QURASHI
Tras siglos de vicisitudes varias y visitantes diversos, los musulmanes se asentaron en
la mediterránea isla de Menorca durante los primeros años del siglo X, conquistándola y
haciéndola pertenecer al califato de Córdoba. Llamándose Al-Manurqa, la isla fue isla-
mizándose fuertemente, permaneciendo con tal intensidad musulmana en tan largo perí-
odo de cuatro siglos hasta hoy, a estas alturas de 1282, teniéndose en cuenta que, en
1232, tres años después de la conquista de Mallorca por parte del rey Jaime I de Aragón
(1213-1276), la Menorca musulmana quedó durante mucho tiempo como autónoma y
tributaria de la Corona aragonesa.3
El 9 de enero de este año 1282 fue noticia en Menorca la muerte de Abu Uthmán Said
ibn al-Hákam al-Qurashi, quien siendo famoso poeta y mecenas musulmán dominó y
gobernó la isla con mano férrea en calidad de arráez o almojarife4 desde 1234. Tenía 78
años de edad. Tras su muerte, Abu Umar ibn Abu Said, su hijo, le hereda y sucede, go-
bernando el lugar a modo de taifa,5 empezando por visitar al rey Pedro III de Aragón
cuando recala en el puerto isleño de Mahón.6 Pero pasa que Pedro III de Aragón se está
sobreponiendo a su hermano y más verdaderamente rey de Mallorca, incluida en cierto
modo Menorca. Ya sabemos, pues lo vimos anteriormente, que entre los hermanos hay
sus más y sus menos.
Centrándonos ahora en el difunto Abu Uthmán Saíd ibn al-Hákam al-Qurashi, diga-
mos resumida y biográficamente que en su nacimiento era de la andalusí Tavira, ha-
biendo alcanzado gran prestigio por su erudición y valía, tras realizar provechosos y
brillantes estudios en Sevilla (la Isbiliya todavía almohade). De él ciertamente se puede
decir que fue hombre ilustre, buen conocedor y experto en la legislación islámica, capa-
citado para el gobierno, buen profesional como médico y un artista filólogo y poeta, no-
table mecenas, bibliófilo y de refinada vida cortesana.
3 No siendo sino hasta 1287 cuando ya deje de ser oficialmente musulmana, en tiempos del rey Alfonso
III de Aragón (1285-1291).
4 Recaudador, tesorero, administrador…
5 Hasta 1287, como ya veremos, siendo el último almojarife.
6 Al este de la isla, aunque la capital era entonces la medina que actualmente se corresponde con Ciuta-
della, al oeste.
~ 11 ~
Tras su etapa más juvenil en Sevilla pasó a las ciudades norteafricanas de Bugía7 y
Túnez, desempeñándose como secretario de los emires o sultanes y señores almohades o
musulmanes pudientes en general.
Cuando regresó a las tierras de Al-Ándalus, ya por aquí se encontraba muy disminui-
do el poder almohade, y hasta escasa su presencia, por lo cual pasó al ámbito cortesano
del valí de Mayurqa (Mallorca), siendo el año 1227. El valí le dio su destino como al-
mojarife de Menorca, con poder también militar y de gobierno. Y en esas tareas estaba
cuando aconteció la conquista aragonesa de Mallorca en 1229, como bien podemos re-
cordar.
En 1231, dominada prácticamente la resistencia de los musulmanes de Mallorca, pudi-
mos ver al almojarife firmando el tratado de Capdepera, por el cual Menorca se sometía
de un determinado modo a la soberanía del rey Jaime I de Aragón.8
En 1234, el ahora difunto Said ibn al-Hákam se hizo con el poder en Menorca, pasan-
do de almojarife a arráez también, dando su golpe de estado contra el cadí Abu Abd
Allah Muhammad.
Digamos, en resumen, que el gobierno de Said ibn al-Hákam se caracterizó por el
cumplimiento del tratado de Capdepera, por la articulación de un sistema estatal buro-
crático y militar, atrayendo a su corte a los más importantes y floridos intelectuales mu-
sulmanes, siendo también notorias su rapidez y su rigidez moralista castigando a los in-
fractores de la ley islámica.
Pero el pequeño reino menorquín, reduciéndose a insignificante taifa, se vio afectado
por la pérdida progresiva de los territorios musulmanes por doquier.9 Cuando murió
Jaime I, en 1276, los derechos de Menorca quedaron sometidos a las condicionales he-
rencias aragonesas.
7 En la costa argelina.
8 La historiografía árabe o musulmana atribuye al almojarife Abu Uthmán Said ibn al-Hákam al-Qurashi
la autoría de aquel tratado.
El tratado o acuerdo de Capdepera lo firmaron principalmente el rey Jaime I de Aragón y Abu Abd
Allah Muhammad, el cadí musulmán de Menorca, siendo la fecha el 17 de junio de 1231 y el lugar la
localidad mallorquina de Capdepera, en su castillo. Allí se permitió que la isla de Menorca continuase
bajo poder musulmán, pero sometida al rey aragonés mediante el pago tributario. Tras haber conquistado
Mallorca, Jaime I desestimó una invasión a la isla vecina de Menorca, por necesitar las propias fuerzas
para centrarse en la conquista de Valencia, recurriendo, como bien podemos recordar de entonces, a una
estratagema disuasoria. Ordenó encender en Capdepera grandes hogueras que podían verse desde Me-
norca, de modo que los musulmanes que habitaban la isla creyesen que allí había un gran ejército pre-
parado para invadirlos. El comité encargado de acudir a Menorca a parlamentar estuvo formado por el
maestre de la Orden del Temple, fray Ramón de Serra, el caballero Bernardo de Santa Eugenia, consejero
del rey Jaime, y Pero (o Pedro) Masa, señor de Sangarrén (Huesca).
9 En la España de entonces.
~ 12 ~
Abu Uthmán Said ibn al-Hákam al-Qurashi
~ 13 ~
SEÑORÍO DE GIBELET (CONDADO DE TRÍPOLI)
LA MUERTE CRUEL DE GUIDO II EMBRIACO Y DE SUS HERMANOS
Unos aventureros y comerciantes de la genovesa familia Embriaco se emplearon en la
historia de las cruzadas, llegando a ostentar el señorío de Gibelet,10
del condado de
Trípoli.11
Y de una destacada noticia relacionada con esa familia tratamos brevemente
aquí, como hacemos constar a continuación.
La noticia es relativa a la muerte cruel de Guido II Embriaco o de Gibelet, muriendo
también de la misma manera unos hermanos suyos, ocurriendo este hecho en el pueblo
costero de Enfeh.12
Guido fue hijo de Enrique I Embriaco y de su esposa Isabel de Ibelín. Sucedió a su pa-
dre como señor de Gibelet en 1271. Adoptó el nombre y las armas de Ibelín. En 1277,
secuestró a la heredera de la familia Alemán para casarla con su hermano, lo que pro-
vocó una disputa con Bohemundo VII de Trípoli, que tenía la intención de casarla con el
sobrino del obispo Bartolomé de Tartús, y después huyó a refugiarse al amparo de los
templarios. En ese año 1277, derrotó Guido a Bohemundo, que se propuso atacar Gi-
belet. Y una vez más le derrotó en 1278, pero Bohemundo tramó su revancha y ven-
ganza. En enero de este año 1282 Bohemundo capturó a Guido y a sus hermanos en
Trípoli para matarlos. Los enterró hasta el cuello en una zanja y con absoluto abandono,
desasistidos del todo, los dejó morir de hambre.
10
La histórica ciudad y fortaleza libanesa de Biblos, antigua colonia fenicia, siendo actualmente Jebail.
Fue un señorío feudal y costero, vasallo del condado de Trípoli, uno de los estados surgidos a partir de las
cruzadas medievales en Tierra Santa.
Los genoveses cruzados recibieron este señorío por su participación como cruzados y establecieron allí
una de sus colonias comerciales, siendo esto a lo que iban.
11
Condado que tuvo destacadas plazas o ciudades, tales como Safita (Siria), Tartús (Tortosa en Siria) y
Trípoli (Líbano). El origen de este condado se remonta a 1102, cuando el conde Raimundo IV de Tou-
louse (1042-1105), uno de los líderes de la primera cruzada (1096-1099), luchó contra los musulmanes de
por allí, ganándose posteriormente el correspondiente territorio condal.
El condado de Trípoli fue vasallo del reino de Jerusalén y se desenvolvió históricamente en el conjunto
de los demás territorios o dominios cruzados de Tierra Santa. Pudo salvarse de las conquistas de Saladino
tras la batalla de Hattin (1187), estando luego unido al principado de Antioquía desde 1201, hasta que
Antioquía cayó en 1268. El condado de Trípoli sobrevive durante algunos años más, hasta que aprove-
chando una disputa interna, los mamelucos toman la capital en 1289, aunque algunos bastiones territo-
riales caen finalmente en 1291.
12
Al norte del Líbano en la actualidad.
~ 14 ~
Guido II Embriaco estuvo casado con Margarita de Sidón, hija de Julián Grenier y de
su esposa Eufemia de Armenia, siendo ésta su descendencia: María (quien ahora es su-
cesora en el señorío),13
Catalina, Pedro y Silvestre.
Castillo de Biblos o Gibelet
13
La última (de quien ya iremos viendo las vicisitudes biográficas).
~ 15 ~
SEVILLA Y VALLADOLID (REINO DE CASTILLA)
CRISIS SUCESORIA CON MALDICIÓN REGIA
POR PARTE DE ALFONSO X
Cuando se abría paso la primavera de este año 1282, en las Cortes de Castilla que se
reunieron en Sevilla, el rey Alfonso X anunció dejar de apoyar a su hijo Sancho como
heredero y sucesor inclinándose más bien por su nieto Alfonso de la Cerda, privando así
del señorío riojano de Haro a Lope Díaz III de Haro,14
fiel del infante Sancho. Pero pasó
luego, a 20 de abril, que Sancho, con el apoyo de su madre, Violante de Aragón, convo-
có una asamblea15
en Valladolid16
para dilucidar el asunto. El resultado de la asamblea
fue que los reunidos proclamaron sucesor del reino de Castilla a Sancho, consecuente-
mente deponiendo del trono a su padre, salvo que Alfonso X siga ostentando el título de
rey, pero más en un sentido de reconocimiento honorífico que en concreto o realmente.
La resolutiva sentencia la pronunció el infante Manuel, recompensado por el sobrino
Sancho en la misma asamblea vallisoletana con el adelantamiento en Murcia compren-
diendo un señorío que incluye algunas villas, como las de Jorquera y Casas de Ves.17
En
muy gran parte se basa la resolutiva sentencia asamblearia de Valladolid en que el in-
fante Fadrique de Castilla no mereció ser condenado a muerte y ejecutado por orden de
Alfonso X en 1277. El caso fue, en definitiva, que el rey Alfonso X cuenta ya tan sólo
con la fiel lealtad de algunos reinos o sub-reinos castellanos, por donde predominan en
gran proporción muchos mudéjares: Sevilla, Murcia y Badajoz. En vista de esto, Al-
fonso X se instaló en Sevilla, ocurriendo que en su alcázar desheredó a su hijo Sancho y
le lanzó una maldición de las que hacen historia. Esto fue el 8 de noviembre de este año
1282.18
14
Muere en 1288.
15
Como Cortes aparece a veces en la historia.
16
Señorío de las reinas de Castilla.
17
Ambas actualmente en la provincia de Albacete.
18
A la mencionada maldición ya hicimos alusión y comentario anteriormente. En adelante, la controver-
tida sucesión de Alfonso X puso en duda la legitimidad de sus descendientes, quienes vieron su posición
crítica y cuestionada. Los conflictos en torno a dicha legitimidad se prolongaron durante mucho tiempo,
hasta el punto de que, en 1386, Juan I (1379-1390) justificó sus derechos al trono a través de su paren-
~ 16 ~
Pasó también que los infantes Pedro y Juan, hermanos de Sancho, que habían asistido
a la asamblea de Valladolid y apoyaron la resolución del 20 de abril, entraron violenta-
mente en los aposentos de los obispos de Burgos (Fernando de Covarrubias)19
y de Pa-
lencia (Juan Alfonso de Molina),20
exigiéndoles que apoyaran al infante Sancho, pero
ambos prelados se negaron a ello, al menos de momento. Esto ocurrió el 22 de abril.
tesco con los infantes de la Cerda, al considerar que habían sido injustamente desposeídos de la Corona
un siglo antes.
19
De pontificado entre los años 1280-1299.
20
De pontificado entre los años 1278-1293. Hermano bastardo de María de Molina, que será pronto es-
posa de Sancho.
~ 17 ~
PALERMO (REINO DE SICILIA)
SANGRIENTA MASACRE
El 30 de marzo de este año 1282, lunes pascual, cuando las campanas de las iglesias
de Palermo llamaban al oficio litúrgico de vísperas, se produjo un levantamiento del
pueblo masacrando sin piedad a la guarnición francesa (angevina) presente en la ciu-
dad.21
El levantamiento se extendió pronto a otras localidades de Sicilia, como Corleo-
ne y Mesina, produciéndose de manera total la expulsión de los franceses por cualquier
rincón de la isla. Los sicilianos llamaron en su ayuda al rey Pedro III de Aragón, el cual
podía alegar en su favor los derechos de su mujer Constanza, hija del rey Manfredo, Ho-
henstaufen reinante en Sicilia y Nápoles, como bien podemos recordar, hasta su derrota
y muerte a manos de Carlos de Anjou en la batalla de Benevento (año 1266).22
Expliquemos cómo y por qué se llegó a tal estallido violento. Remontémonos hacia
atrás en el tiempo y en la zona mediterránea, concretamente siciliana. Desde los prime-
ros años del siglo XI, como bien podemos recordar, grupos de aventureros norman-
21
Este trascendental hecho histórico de 1282 se conoce como el de las Vísperas Sicilianas. La matanza
de franceses fue muy cruenta, dando fin al reinado siciliano de Carlos de Anjou comenzando en su lugar
la presencia y poder de la Corona de Aragón, extendiendo este reino su influencia por el Mediterráneo.
22
Los acontecimientos relativos a las Vísperas Sicilianas se encuentran relatados en varias crónicas me-
dievales, entre las que cabe citar la bastante famosa de Ramón Muntaner (1265-1336), donde se afirma
que la chispa que encendió la rebelión en Palermo fue el ultraje que unos angevinos perpetraron a unas
damas sicilianas.
La versión tradicional sitúa la chispa que encendió la revuelta en la entonces muy concurrida iglesia del
Espíritu Santo de Palermo. Una multitud esperaba en la plaza la hora para que comenzaran las solemnes
Vísperas de Pascua, justo cuando unos borrachos franceses irrumpieron y la liaron con no pocas fanfa-
rronadas. Uno de los franceses, un insolente sargento, se dirigió a una joven casada y empezó a moles-
tarla. Su esposo, del todo furioso, sacó entonces un cuchillo y lo apuñaló. Los demás franceses acudieron
a socorrerlo y a vengarlo, pero los palermitanos, más numerosos, los rodearon y les dieron muerte justo
en el momento en que las campanas de la iglesia y las de toda la ciudad empezaban sus toques.
Existe otra versión, bastante más probable, relatando que el levantamiento estaba previamente planeado
y que quienes lo habían organizado habían dispuesto que la señal para la sublevación sería el tañer de las
campanas de vísperas.
Sea como fuere, iniciada la rebelión, la ira popular recorrió las calles de Palermo. Al grito de “¡Muerte
a los franceses!”, los habitantes de Palermo asesinaron a los cerca de 2.000 franceses que se encontraban
en la ciudad, incluyendo a ancianos, mujeres y niños. Llegaron a asaltar conventos en busca de clérigos o
escondidos angevinos. En las jornadas siguientes, el levantamiento se extendió, en primer lugar, por las
villas y ciudades cercanas, y después, por toda la isla. Únicamente Mesina se mantuvo en un principio del
lado de los angevinos, aunque finalmente se unió a la rebelión sin mucha tardanza.
~ 18 ~
dos habían llegado a Sicilia ofreciéndose como mercenarios contra los ocupantes mu-
sulmanes, ocupantes desde 827 que fueron derrotados por los mencionados aventureros
normandos, uno de los cuales, muy destacado, era Roberto Guiscardo,23
que pasó pronto
a Nápoles y expulsó de allí a los bizantinos, siendo acompañado de su hermano (conde)
Roger I de Sicilia, que más tarde completó la conquista de la isla. Cuando ya Sicilia fue
reino de dominación normanda, dicho reino ocupaba toda la parte meridional de la Pe-
nínsula de Italia.
Cerca de un siglo duró dicha dominación normanda en Sicilia y sur de Italia, hasta que
vino a recaer el reino, como bien sabemos, en el emperador germano Federico II Ho-
henstaufen, muerto en 1250, siendo su reinado de mucho vericueto, diverso y variado,
tal como podemos recordar. Sabemos que ese reinado fue muy conflictivo respecto a la
autoridad pontificia o de la Santa Sede, pues era muy remarcada la tensión y complicada
disputa entre esos bandos o facciones de la época que son los gibelinos (imperiales) y
los güelfos (pontificios). Federico II tuvo mucho poder y ejerció muy peculiar sobera-
nía, ciertamente exacerbada, de prepotencia descomunal. Los sucesivos Papas, salvo
excomulgarlo en ocasiones, no fueron capaces de doblegarlo ni de entenderse con él.
Cuando en 1250 murió Federico II, el Papa Inocencio IV (1243-1254) consideró la
oportunidad de librarse de los Hohenstaufen y colocar en el trono siciliano a un príncipe
más de su cuerda. Ya que había sido la Santa Sede la que había otorgado Sicilia a los
normandos en el siglo XI, el Papa consideraba que quien fuera monarca de Sicilia era
vasallo suyo, y podía, por lo tanto, disponer del reino a su mejor parecer.
En un principio propuso la corona siciliana al hermano del rey Eduardo I de Ingla-
terra, Edmundo de Lancaster, pero no hubo acuerdo sino complicaciones y como candi-
dato fue rechazado. En cambio, Carlos de Anjou, hermano del rey Luis IX de Francia, sí
aceptó. Su ambición vio en Sicilia una cabeza de puente para conquistar el Imperio Bi-
zantino. Así, con más apariencia de bueno que otra cosa, Carlos fue nombrado rey de
Sicilia en una ceremonia que se celebró en Roma (año 1266).
De todos modos, ceñir corona y contar con el apoyo pontificio no equivalía sin más a
ser verdaderamente o del todo rey de Sicilia. En efecto, pese a encontrarse en una ines-
table situación (debida en parte a que el propio pontífice se había dedicado a fomentar
las tensiones entre la nobleza feudal del reino), todo el territorio seguía en manos de los
Hohenstaufen. Ocupaba el trono Manfredo, hijo (ilegítimo) de Federico II. Carlos de
Anjou armó un poderoso ejército y se dirigió al sur de Italia, derrotando a los sicilianos
en la batalla de Benevento, en la que Manfredo fue muerto. Poco después, la resistencia
siciliana, organizada por Conradino, el joven nieto de Federico II, y apoyada por los gi-
belinos italianos, intentó hacerse con el poder. No se logró, pues Carlos derrotó a quie-
nes se lanzaron a ello, capturó a Conradino y ordenó que fuera decapitado, muriendo así
en octubre de 1268. Así fue como Carlos de Anjou se convirtió en el dueño y soberano
del sur de Italia y Sicilia.
Aunque los sicilianos estaban acostumbrados a ser gobernados por extranjeros, la lle-
gada de los franceses angevinos les irritó sobremanera. El rey Carlos, ambicioso y
23
Muerto en 1085, siendo duque de Apulia y Calabria.
~ 19 ~
cruel, instauró un gobierno tiránico y estableció una elevadísima presión fiscal. Cuando
exigió a los terratenientes que presentaran sus títulos de propiedad, puso a la nobleza si-
ciliana en su contra: como numerosas familias carecían de escrituras, sus tierras, junto
con las de los rebeldes convictos, fueron confiscadas y entregadas a los franceses. Un
agravio adicional resultó del traslado del centro del poder de Palermo a Nápoles, lo que
relegó a la antigua capital a un papel secundario y hasta marginal. Pero lo que más re-
sentimiento causaba hacia los franceses era su generalizada actitud arrogante y despó-
tica.
Salvo por alguna manejable excepción, el reino se organizó en base a una clase diri-
gente del todo francesa. Sicilia se llenó de funcionarios y de soldados que trataban al
pueblo, lo mismo que a la nobleza autóctona, con abusivo desprecio, ofendiendo de
continuo su honor y su dignidad.
Y pasó que mientras la gente acarreada por el rey Carlos se asentaba e instalaba en los
dominios sicilianos e italianos, los hombres más notables y principales de Sicilia,
desinstalados a la fuerza, por ser partidarios de los Hohenstaufen entre otras cosas, bus-
caron refugio en la Corte de Aragón, yéndose sobre todo a Barcelona, convertida así en
centro político gibelino de primer orden. Entre los notables y principales sicilianos es-
taban Roger de Lauria24
y Juan de Procida.25
Entendamos que aragoneses y angevinos
mantenían entre sí una ya muy perdurable rivalidad. Recordemos además que unos años
más atrás el entonces infante Pedro de Aragón, ahora Pedro III, contrajo matrimonio en
Montpellier con la Hohesntaufen Constanza, hija de Manfredo y nieta por tanto de Fe-
derico II. Es muy probable y nada tiene de extraño que los exiliados sicilianos comen-
zaran pronto a conspirar con los aragoneses para recuperar el trono de Sicilia basándose
en los derechos de Constanza.
24
Roger de Lauria (o Llúria), nacido en 1245 y muerto en 1305 fue un célebre marino y militar del sur de
Italia que se puso al servicio de la Corona de Aragón, alcanzando en 1283 el rango de almirante de la
flota aragonesa-siciliana durante el reinado de Pedro III (1276-1285). Le fue concedido el condado ali-
cantino de Cocentaina en recompensa por su valí y trayectoria al servicio de los intereses de Aragón. Fue
un gran estratega e innovador en lo militar. Ya lo iremos viendo.
25
Nacido en 1210 y muerto en 1298, el italiano Juan de Procida (pronunciado Prócida, con acento) fue
médico y diplomático que estuvo al servicio de Federico II, lo mismo que del cardenal Juan Orsini, luego
Papa Nicolás III (1277-1280).
Federico II le había confiado a Juan de Procida la educación de su hijo Manfredo, a quien acompañó
hasta su derrota y muerte en Benevento (1266). Consta en su biografía que, tras la derrota de los Ho-
henstaufen en Tagliacozzo (1268), huyó a Venecia, mientras sus propiedades eran confiscadas por el rey
Carlos de Anjou. Se sabe que su mujer y su hija fueron maltratadas y violadas por el francés que acudió a
su arresto, siendo asesinado uno de sus hijos. En 1269 o 1270 estaba en Alemania, tratando de organizar
una contrainvasión Hohenstaufen a Sicilia…
Según la leyenda, estaba de incógnito en Nápoles y presenció la ejecución de Conradino el 29 de oc-
tubre de 1268. Presuntamente recuperó el guanto di sfida (guantelete) que Conradino echó a la multitud
antes de su ejecución.
Mediante el proceder diplomático de Juan de Procida se sentaron las bases para que se diera el hecho de
las Vísperas Sicilianas. El rey Pedro III llegó a nombrarle Gran Canciller y hasta su muerte continuó con
sus acciones diplomáticas.
~ 20 ~
En los comienzos de primavera de este año 1282, en Nápoles se estaba preparando
Carlos de Anjou para encabezar una cruzada de ataque al Imperio Bizantino con la in-
tención de conquistar Constantinopla. Se consideraba como bastante responsable y here-
dero de los príncipes o jefes cruzados, pretendiendo como tal restaurar el desaparecido
Imperio Latino de Oriente, algo necesario según él. Así, en aguas del puerto de Mesi-
na26
esperaban las escuadras napolitana y provenzal listas para zarpar a primeros de
abril. Pero un inesperado suceso forzó a un cambio de planes, el suceso del 30 de mar-
zo, cuando estalló en Palermo la insurrección y levantamiento contra los franceses, con
resultado de gran masacre o violenta matanza, como queda dicho desde que hemos ini-
ciado este relato, viniendo luego la intervención aragonesa.
Erradicados los franceses y no poco ufanos como independientes los sicilianos, pre-
tendieron ellos en un principio organizarse en gobierno republicano, estableciéndose en
comunas, o en ciudades libres inspiradas en el modelo de la Italia central y septentrio-
nal. No obstante, dada la situación de inestabilidad e indefensión generalizada, dichas
comunas o ciudades libres no podrían contar con supervivencia alguna. Primero se soli-
citó la tutela del Papa, Martín IV, de origen francés y del todo aliado con Carlos de
Anjou. El pontífice rechazó tomar bajo su protección a la Sicilia que había expulsado
del trono y del territorio al monarca angevino.
Entonces una delegación del Parlamento siciliano fue al encuentro del rey Pedro III de
Aragón, que se encontraba entonces (en agosto) en el norte de África, y le ofrecieron la
Corona de Sicilia. Pedro aceptó. Se dirigió a la isla y desembarcó en Trápani,27
el 29 de
agosto. Al día siguiente, el 30, llegó a Palermo y entró en la ciudad. El obispo de la cer-
cana Cefalú le coronó como rey el 8 de septiembre. Los partidarios de Pedro fueron
vencidos en un primer ataque de sus enemigos (en Magliano de’ Marsi),28
pero final-
mente resultaron éstos definitivamente derrotados en Mesina, siendo muertos aquí unos
10.000 soldados. Todas las ciudades de Sicilia, y también las de Malta, se sometieron al
rey Pedro, si bien Carlos de Anjou seguía conservando el sur de Italia, donde conti-
nuaba llamándose rey de Sicilia, a pesar de no tener ya ningún dominio sobre la isla.29
26
En el ángulo nordeste de Sicilia.
27
En el extremo noroeste de Sicilia.
28
En la región de Abruzos, provincia de L’Aquila.
29
Como iremos viendo, prosiguió la guerra después de las Vísperas Sicilianas y tras la respectiva muerte
de Carlos I de Anjou y de Pedro III de Aragón, sosteniéndola sus sucesores y según los hechos, sucesos y
asuntos de los que seguiremos informando.
~ 21 ~
PRAGA (REINO DE BOHEMIA)
MURIÓ LA HERMANA CLARISA INÉS QUE ANTES FUE PRINCESA
Inés30
fue una princesa de Bohemia que optó libremente por la vida religiosa, hacién-
dose clarisa, tras cancelarse su matrimonio con Enrique VII, rey de romanos, un Ho-
henstaufen.31
Fueron sus padres el rey Otakar I de Bohemia (muerto en 1230) y Cons-
tanza de Hungría (muerta en 1240). Inés murió en este año 1282, el 2 de marzo, rodeada
del cariño y consideración que le dispensó siempre su comunidad de clarisas en la ciu-
dad de Praga. Tenía 71 años de edad.
Inés tenía 8 años de edad cuando fue comprometida en matrimonio con el mencionado
Enrique VII, que entonces era también un niño, de 10 años de edad. Según lo habitual,
Inés debería haber pasado su infancia en la corte alemana de su futuro marido, para que
los contrayentes pudieran desarrollar una amistad, haciéndose a los usos y costumbres
que ambos habrían de compartir. Enrique estaba siendo educado en Alemania, en el pa-
lacio del arzobispo Engelberto de Colonia.32
Sin embargo, se decidió enviar a Inés a la corte del duque Leopoldo VI de Babenberg,
el cual por cierto quería que el joven Enrique se casara con su hija, Margarita.33
Debido
a estas maniobras políticas, después de haber estado prometida desde hacía seis años, se
canceló la boda de Inés con Enrique. Al igual que otras mujeres nobles de su tiempo,
Inés era un peón valioso en el juego del matrimonio. En 1226, su padre Otakar fue a la
30
Santa Inés de Praga, conocida también como Santa Inés de Bohemia. Fue beatificada por el Papa Pío
IX (1846-1878) en 1874 y canonizada por San Juan Pablo II (1278-2005) en 1989, el 12 de noviembre. Se
conmemora en el santoral el día 2 de marzo, siendo patrona de la República Checa. Ver más en epílogo I.
31
Nacido en 1211 y muerto en año históricamente incierto, aunque puede que fuera el 1242. Fue rey de
Sicilia (1212-1217), duque de Suabia (1216-1235) y rey de romanos (1220-1235), siendo hijo del em-
perador Federico II (muerto en 1250) y hermano mayor de Conrado IV (muerto en 1254). Su madre fue
Constanza de Aragón (muerta en 1222), la primera esposa de Federico II. Su biografía, como podemos re-
cordar, está llena vicisitudes. Acabó proscrito en 1234 y permaneció preso en varios lugares de Apulia,
parece ser que contrayendo lepra. Murió a consecuencia de una caída del caballo que le transportaba de
uno a otro castillo. Finalmente recibió sepultura con honores reales en la catedral de Cosenza (Calabria).
Aunque había sido padre de dos hijos, éstos murieron y él no dejó descendencia.
32
San Engelberto de Colonia, muerto en 1225 (asesinado por un primo suyo) y canonizado en 1226. Se
conmemora en el santoral el 7 de noviembre.
33
Muerta en 1267 como consorte de Bohemia, casada primero con el alemán Enrique VII y en segundas
nupcias con el rey Otakar II de Bohemia.
~ 22 ~
guerra contra los Babenberg como resultado del compromiso roto. Otakar entonces pla-
neó su matrimonio con el rey Enrique III de Inglaterra (1216-1272), pero la boda fue
vetada por el emperador Federico II, puesto que él mismo estaba interesado en casarse
con Inés.
Inés entonces, pensándose las cosas en serio, se negó a los tejemanejes, considerando
no contribuir ya nunca más en matrimonios políticos concertados, así que decidió dedi-
car su vida a la oración y a obras de caridad, por lo cual buscó la ayuda y consejo del
Papa Gregorio IX (1227-1241). Luego, en un terreno que le donó su hermano el rey
Wenceslao I de Bohemia (1230-1253), fundó entre 1232 y 1233 el Hospital de San
Francisco y dos conventos de frailes franciscanos recién llegados a Bohemia por llama-
miento del rey. Todavía vivía Santa Clara de Asís, de la cual se informó bien Inés por
parte de los franciscanos. Inés mantuvo correspondencia con Clara de Asís. Se escri-
bieron durante muchos años, aunque nunca llegaron a conocerse personalmente. Resultó
no obstante de dicha relación entre las dos mujeres que Clara envió a Praga a cinco cla-
risas de Asís e Inés fundó con ellas el convento (el primero de clarisas más allá de los
Alpes) en el que se desenvolvió su vida y en el que finalmente ha muerto en 1282. Vi-
vió santamente dedicada a la caridad y al carisma de Santa Clara, siendo hermana y
monja pobre desde 1234, incrementando su labor hospitalaria.
Al grupo de hombres seglares que trabajaba en el hospital lo organizó Inés en 1238 a
modo de nueva Orden militar de caballeros con la Regla de San Agustín. Se trata de los
Caballeros de la Santa Cruz con la Estrella Roja, de Canónigos Cruzados, pues al año
siguiente, Inés entregó toda autoridad sobre el hospital que había fundado a estos caba-
lleros monásticos, que fueron reconocidos como nueva Orden por el Papa Gregorio IX
en 1252.34
34
Los Canónigos de la Santa Cruz de la Estrella Roja, conocidos bajo otros títulos o simplemente como
Crucíferos, con su rica historia (y dificultades) por delante.
~ 23 ~
OSIMO (ITALIA)
MURIÓ EL OBISPO BIENVENIDO SCOTIVOLI
Bienvenido Scotivoli,35
obispo de Osimo (u Ósimo), muy considerado y querido por
quienes le conocieron y recibieron su benévola influencia, murió en esta ciudad, el 22
de marzo de este año 1282, teniendo la avanzada edad de 94 años.36
Tuvo siempre un
proceder virtuoso, afable, constante, paciente, de ardiente caridad.
Hizo estudios de derecho en Bolonia, enseñado por el canónigo de Osimo Silvestre
Gozzolini.37
Fue nombrado capellán pontificio y luego arcediano de Ancona, también
administrador de la diócesis de Osimo desde el 1 de agosto de 1263. Esta diócesis había
sido unida a la de Numana por decisión del Papa Gregorio IX (1227-1241) por haberse
adherido a los gibelinos de Federico II Hohenstaufen. Luego, pasados unos años y en su
momento, fue restablecida la sede de Osimo, el 13 de marzo de 1264, nombrando el Pa-
pa Urbano IV (1261-1264) obispo de la diócesis a Bienvenido Scotivoli. En 1267, Cle-
mente IV (1265-1268), soberano de los Estados Pontificios, le dio el gobierno de la
35
San Bienvenido Scotivoli, que se celebra en el santoral el 22 de marzo. El Papa Martín IV reconoció su
culto (sin canonización) en 1284. Como obispo efectuó, entre otras cosas, la ordenación sacerdotal del
agustino San Nicolás de Tolentino, muerto en 1305, celebrándose en el santoral el 10 de septiembre.
36
Siendo de Ancona, nacido en 1188.
37
San Silvestre Gozzolini (1177-1267), celebrado en el santoral el 26 de noviembre. Nació en Ósimo
(Las Marcas), de una prestigiosa familia noble, de padre jurisconsulto. Estudio leyes (derecho) en Padua y
Bolonia, para ser jurista como su padre, que fue quien se lo inculcó. Pero al conocer a los estudiantes de
teología y las predicaciones de los Santos Francisco y Domingo, se desvió a estudiar teología. Cuando lo
supo su padre, le hizo volver a casa, convertido casi en prisionero y dejando de hablarle. Años después
fue ordenado presbítero por el obispo de Osimo y tuvo su plaza como canónigo en la catedral.
Silvestre se dedicó mucho a la predicación, y con sus sermones fustigó a la sociedad de su época, de-
nunciando los muy arraigados vicios morales. También fue gran educador o pedagogo, dedicándose a en-
señar a jóvenes y adolescentes, abriendo escuelas que favorecieron la educación cristiana.
Tenía 50 años de edad cuando se vio en una profunda crisis espiritual que le llevó a un cambio de vida,
al ver los efectos de la muerte reciente en un amigo suyo, por lo cual se decidió a dejar su canonjía. Pero
por encima de esto, parece ser que todo fue motivado porque el obispo de Osimo no era de adecuada con-
ducta, sino impropia de un prelado. Silvestre entró en conflicto con el indigno obispo.
El caso fue que se retiró como ermitaño en Valdicastro, donde permaneció durante un año. Tuvo un
discípulo al que se le añadieron otros, y entonces decidió marcharse al Monte Fano, donde vivió en so-
ledad, pero otra vez el grupo de discípulos le alcanzó en este lugar y construyó para ellos un pequeño
monasterio dedicado a la Virgen María, bajo la Regla de San Benito. Cerca del primer monasterio fundó
otros doce, y así se formó una nueva comunidad religiosa: la Orden de San Benito de Monte Fano o “sil-
vestrinos”, con una reforma benedictina que les llevó a incentivar en ellos la pobreza y el trabajo. Por
todo ello, Silvestre Gozzolini es uno de los representantes de la reforma del monacato benedictino en
Italia. Desde 1969 está limitado su culto a los calendarios locales.
~ 24 ~
Marca de Ancona. Siendo muy devoto de San Francisco de Asís, el obispo Bienvenido
acogió en su diócesis a los Hermanos Menores o franciscanos, también vistiendo él mis-
mo el hábito del Poverello.
Digamos en resumen que Bienvenido Scotivoli destacó por su espíritu reformador,
haciendo volver a la pobreza evangélica, o invitando a ella, a cuantos veía desviados de
la misma. En 1274 puso en marcha las reformas concernientes al capítulo catedralicio
de su diócesis, defendiendo los derechos de la misma sobre la ciudad de Cingoli.
San Bienvenido Scotivoli
~ 25 ~
TOLEDO (REINO DE CASTILLA)
BODA DE BAJO TONO REGIO EN LA CATEDRAL
Era luminoso aquel día de junio en este año 1282, cuando la catedral de Toledo se
abría para celebrar la boda del poderoso infante Sancho38
(24 años de edad) con María
Alfonso de Meneses39
(18 años de edad),40
tía segunda suya, hija del fallecido infante
Alfonso de León,41
hermano del rey Fernando III, siendo su madre Mayor Alfonso de
Meneses.42
Se casaron ciertamente enamorados y para nada por conveniencia alguna
ajena al amor.
Pero la boda fue de bajo tono regio, pues se opuso a ella el rey Alfonso X, ciertamente
enemigo de Sancho desde que murió su hijo y heredero Fernando de la Cerda en 1275,
como bien sabemos. El rey Alfonso es contrario a la pretensión de Sancho por reinar su-
cediendo a su padre, pues éste es más proclive a los derechos de los infantes de la Cer-
da, sus nietos e hijos del difunto Fernando. Es lo que está pasando en medio de la crisis
38
Que habría de reinar en Castilla como Sancho IV (1284-1295).
39
Que habrá de conocerse como María de Molina. Será una de las mujeres más influyentes del reino de
Castilla. De Sancho IV tendrá cinco hijos (uno rey) y dos hijas (una reina de Portugal), pero serán decla-
rados canónicamente ilegítimos por el Papa, tanto por la consanguinidad paterna en tercer grado como por
la existencia de esponsales del infante Sancho en 1270 con Guillema de Montcada, rica heredera del viz-
conde Gastón VII de Bearn, si bien no hubo consumación al respecto, pasando que aquellos esponsales
nunca habían sido revocados de hecho, aunque efectivamente estaban dejados de lado.
En efecto, los comienzos del matrimonio entre Sancho y María fueron harto complicados, pues el matri-
monio no contaba en su momento con la imprescindible dispensa pontificia, debido al doble motivo alu-
dido. No tardó el matrimonio en ser declarado nulo, siendo considerados ilegítimos los hijos. Se había
sostenido que se habían cometido incestas nuptias, excessus enormitas y publica infamia, de modo que
Sancho y María fueron excomulgados por el Papa. En 1283 nació en Toro (Zamora) la hija primogénita,
la infanta Isabel de Castilla, cuya muerte será en 1328.
40
Si nació, como parece ser, en 1264.
41
Muerto en 1272.
42
Muerta después de 1264, aunque se desconoce la fecha exacta de su defunción.
~ 26 ~
sucesoria en el reino de Castilla, tal como la vamos contando. Y ya seguiremos hacien-
do también nuestras consideraciones en torno a la recién casada.43
43
Hasta su muerte en 1321, resultando ser María de Molina una de las reinas medievales más determi-
nantes en la historia de España. Como iremos viendo, a lo largo de tres reinados (de su marido Sancho IV,
de su hijo Fernando IV y de su nieto Alfonso XI) tiene su función primordial defendiendo los derechos de
su linaje. Prudente, inteligente y valiente, María, señora de Molina, no pudo nunca alejarse del poder, os-
tentándolo siempre con gran dignidad.
La infancia de María transcurrió tranquilamente en la castellana Tierra de Campos, donde nadie pen-
saba en ella como una futura reina; pero la vida da muchas vueltas y el destino la hizo pasar a primer pla-
no de la escena política.
~ 27 ~
REINO DE PORTUGAL
CELEBRADA BODA REAL
El 24 de junio de este año 1282 se festejó mucho en el reino de Portugal la boda real
del rey Dionisio o Dinis I (21 años de edad)44
con su ya consorte Isabel, jovencísima (11
años de edad),45
hija del rey Pedro III de Aragón y de Constanza II de Sicilia. Fue cele-
brada la ceremonia y dada la bendición sacramental en el histórico castillo de Sobro-
so.46
44
Reinante desde 1279 hasta su muerte en 1325.
45
Muerta en 1336. Como ya veremos, se trata de Santa Isabel de Portugal, conmemorándose en el santo-
ral el 4 de julio.
46
Municipio pontevedrés de Mondariz. Según relata de conocida como Historia compostelana (siglo
XII) puede recordarse que, en 1117, Urraca I de León (1109-1126) estuvo cercada y acorralada en este
castillo por los partidarios de su hijo Alfonso VII (1126-1157) y de su hermana Teresa de León (muerta
en 1130), pero pudo escapar por un pasadizo y regresó a Santiago de Compostela...
~ 28 ~
REINO DE ARAGÓN
ENCAMINADO A TÚNEZ Y HACIA EL MEDITERRÁNEO
Redundamos ahora sobre noticias respecto al reino de Aragón durante este año 1282,
con gran repercusión internacional e histórica en estos tiempos.
El rey Pedro III de Aragón, intentando proseguir las campañas de expansión que man-
tuvo su padre Jaime I, se puso al frente de una numerosa flota catalana (más de un cen-
tenar de naves) saliendo rumbo a Túnez, partiendo de Portfangós,47
a 7 de junio. Tras
reagruparse en Mahón (isla de Menorca), la flota fue a desembarcar, el 28 de junio, en
Alcoll (o Alcoyll)48
para ayudar, mercenaria y comercialmente, al aliado aragonés Abu
Bakr ibn al-Wazir, gobernador de Constantina,49
quien deseaba separarse del sultán de
Túnez, pero Abu Bakr ya había sido derrotado y decapitado por el hijo del sultán tune-
cino, gracias a que fue avisado y ayudado al respecto por Abu Umar ibn Said, almo-
jarife de Menorca.
Pedro III, estando por estas tierras y costas norteafricanas, solicitó al Papa Martín IV
una bula de cruzada a su favor, pues deseaba emprenderla. Pero el Papa50
se la negó.51
47
O Port Fangós (Puerto Barroso), por donde desemboca el Ebro, en la provincia de Tarragona, donde
habrá de fundarse en el siglo XVII San Carlos de la Rápita.
48
Actual Collo, al norte de Argelia, en la provincia de Skikda.
49
En Argelia, algo distante hacia el sur de Collo.
50
Marioneta al servicio del francés angevino Carlos de Sicilia, como bien sabemos.
51
Ver más en epílogo II.
~ 29 ~
PRINCIPADO DE GALES (A OCCIDENTE de Inglaterra)
NOTICIAS Y NECROLÓGICAS RECIENTES
La historia del país o principado de Gales52
se remonta a tiempos antiguos, comenzan-
do la conquista romana por estos lugares casi a mitad del siglo I. Dos de las grandes o
numerosas tribus británicas, los siluros y los ordovicos, se resistieron al dominio roma-
no durante algunos años, pero fueron sometidos finalmente los ordovicos en el año 79,
cuando se formaba la provincia romana de Britania.53
Por el sur de Gales fue formándose un cordón de fuertes romanos que aseguraban el
control territorial hasta el viejo pueblo de Carmarthen, por una zona aurífera. Los ro-
manos construyeron también un fuerte para sus legiones en Isca Augusta (Caerleon) y
surgieron ciudades como Venta Silurum, etc.54
Gales, en definitiva, se fue romanizando
cada vez más. También fue introduciéndose allí el cristianismo sobre todo a partir del
siglo IV.
En los siglos siguientes, sobreponiéndose al gobierno imperial romano y sucediendo
al mismo, fueron desarrollándose pequeños reinos en los territorios de Gales: Gwynedd,
Powys, Deheubarth, Glywysing y Gwent. Y también se fueron redefiniendo o articulan-
do fronteras con reinos ingleses como los de Mercia, Northumbria y Wessex.
A los romano-británicos les sucedieron los anglosajones, constando toda una historia
de matrimonios dinásticos que originaron interesantes linajes, llegándose en Gales a
Rhodri el Grande, que reinó entre los años 844-878, heredando Gwynedd y Powys. Sus
hijos generaron tres dinastías, fundando: Aberffraw para Gwynedd, Dinefwr para De-
heubarth y Mathrafal para Powys; fueron dinastías que se opusieron y enfrentaron entre
sí, poco o para nada unidas. El abuelo de Rhodri, Hywel el Bueno, reinante entre los
años 920-950, fundó Deheubarth y expulsó a la dinastía Aberffraw de Gwynedd y
Powys. Maredudd ab Owain de Deheubarth (nieto de Hywel y reinante entre los años
984-999) lograría expulsarlos de nuevo, aunque sólo de manera temporal.
52
Palabra que puede transcribirse también como Wales, probablemente de raíz anglosajona y germánica,
con significado de extranjero o forastero.
53
Las tribus británicas de la época prerromana ocuparon el territorio actual de Gales, pero también algu-
nas partes de Inglaterra y el sur de Escocia. Todo eso se convirtió en la provincia romana de Britania, que
duró hasta que se retiraron de allí las legiones romanas a comienzos del siglo V.
54
Lugares todos por donde existen restos y monumentos romanos.
~ 30 ~
El nieto de Maredudd, Gruffydd ap Llywelyn,55
conquistó los territorios de sus primos
y extendió su reino incluso hasta tierras inglesas. Su importancia histórica se debe –y así
lo destacamos aquí– a que fue el primer y único monarca galés que reinó sobre todo el
País de Gales desde 1057 hasta su muerte en 1063. Owain Gwynedd, de los Aberffraw,
fue por su parte el primer monarca o príncipe galés como tal, entre los años 1137-1170.
Y no debemos de olvidar las invasiones normandas o de vikingos cuyas acometidas pre-
dominaron frecuentes durante todos esos tiempos.
La dinastía Aberffraw cobraría protagonismo con el nieto de Owain Gwynedd, Llywe-
lyn el Grande,56
quien realizó negociaciones favorables en la inglesa Carta Magna
(Magna Carta Libertatum) en 1215 y recibió el juramento de fidelidad de los otros se-
ñores galeses en 1216, en Aberdyfi, convirtiéndose así en el primer príncipe de Gales.
Su nieto Llywelyn II ap Gruffydd, de quien ahora informaremos sobre su fallecimiento
en este año 1282, también fue reconocido como tal por Enrique III de Inglaterra (1216-
1272) en el tratado de Montgomery del año 1267, aunque tras una serie de disputas que
incluyeron el encarcelamiento de su esposa Leonor o Eleanor dichas disputas termina-
ron con Eduardo I de Inglaterra invadiendo Gales. Tras la derrota militar el tratado de
Aberconwy estableció la subordinación de Llywelyn a Inglaterra (año 1277). Vino lue-
go –momento en el que estamos– la batalla habida en este año 1282 poniendo fin a los
príncipes galeses. Con la muerte de Llywelyn y la neutralización de todos sus herederos
potenciales, los señores galeses restantes ofrecieron sus tierras al rey inglés, Eduardo
I.57
Relatamos ahora acerca de Leonor de Montfort, princesa consorte de Gales y señora
de Snowdon, muerta el 19 de junio de este año 1282, a los 30 años de edad, hija de Si-
món de Montfort (conde VI de Leicester), muerto en 1265, y de Leonor de Inglaterra,
muerta en 1275.58
55
Reinante entre los años 1039-1063, cuando murió.
56
Muerto en 1240.
57
Para consolidar sus conquistas, Eduardo I construyó una serie de castillos, destacando entre ellos los
soberbios y muy vistosos de Beaumaris, Caernarfon y Conwy (dignos de ser visitados). Su construcción
provocó una disputa de Gales e Inglaterra, motivándose así el final de la independencia de Gales.
Tras una revuelta fallida en 1294, con Madog ap Llywelyn a la cabeza, no hubo después mayores le-
vantamientos, hasta que un siglo después hubo el de Owain Glyndwr (muerto en 1415 o tal vez poco
después) contra Enrique IV de Inglaterra (1399-1413). Owain fue coronado príncipe de Gales en 1404
ante representantes de Francia, Castilla y Escocia, tras lo cual celebró varias asambleas parlamentarias en
varias localidades galesas. No obstante, la rebelión acabó siendo reprimida, resultando fallida. Owain
hubo de esconderse en 1412 y se normalizó la situación a favor de los ingleses en 1415.
58
Los abuelos maternos de Leonor fueron Juan I de Inglaterra (muerto en 1216) y su esposa la reina con-
sorte Isabel de Angulema (muerta en 1246). Por la misma línea materna era sobrina del rey Enrique III de
Inglaterra (muerto en 1272), Ricardo de Cornualles (muerto también en 1272), la reina Juana de Escocia
(muerta en 1238), Isabel emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico (muerta en 1241) y
la señora Juana de Gales (muerta en 1237, que fue esposa de Llywelyn el Grande).
~ 31 ~
Cuando Leonor (de Montfort) tenía 13 años de edad, su padre Simón y su hermano
Enrique murieron en la batalla de Evesham (4 de agosto de 1265), habiendo pasado59
que el conde Simón había establecido una alianza con Llywelyn ap Gruffydd (o Gruf-
fudd) acordando el matrimonio de éste con Leonor.
Tras la muerte del conde Simón, su familia se vio obligada a huir del reino de Ingla-
terra. La condesa Leonor (la esposa de Simón) puso a salvo a su hija (Leonor de Mont-
fort) en el convento dominico de Montargis (en Francia), que en su momento había sido
fundado por los Montfort.
La condesa Leonor, viuda de Simón, murió en la primavera de 1275, y poco después,
Llywelyn ap Gruffydd, príncipe de Gales, y Leonor de Montfort se casaron por pode-
res, per verba de praesenti (tal como permite ley canónica que sanciona el vínculo ma-
trimonial realizado de esta determinada manera, con el consentimiento de ambos cónyu-
ges ante testigos).
Leonor inició la travesía de Francia a Gales, evitando pasar por Inglaterra. Al navegar
frente a la costa sur de Inglaterra, los dos barcos en los que viajaban Leonor, su herma-
no Amaury y su séquito, fueron capturados por marineros procedentes del puerto de
Brístol en las islas Sorlingas, al oeste de Cornualles. Seis hombres y las tripulaciones de
los cuatros barcos de Brístol recibieron una recompensa de 220 marcos. Thomas Larch-
deacon, que planeó la captura en nombre de su primo el rey Eduardo I de Inglaterra, re-
cibió 20 libras por orden del rey.
Leonor fue trasladada en barco a Brístol y recluida en el castillo de Windsor, donde
pasó cerca de tres años. Fue liberada en 1278 tras la firma del tratado de Aberconwy en-
tre Eduardo I de Inglaterra y Llywelyn ap Gruffydd.
Leonor y Llywelyn se casaron formalmente (secundum formam ecclesie), acorde con
la habitual costumbre, en Worcester, en la puerta de la catedral, siendo el día de San
Eduardo, 13 de octubre de 1278. Eduardo I de Inglaterra, primo de la novia, fue el en-
cargado (padrino) de entregar a la novia, corriendo con todos los gastos de fiesta y con-
vite…
No obstante, antes de que se celebrara la Misa y sacramento matrimonial, el rey
Eduardo insistió en que Llywelyn pusiera su sello en una enmienda que había añadido
al acuerdo. Llywelyn no tuvo más alternativa que aceptar, y después afirmó que lo había
hecho bajo presión, con miedo y no poco temor. El caso fue que tras la liturgia celebra-
da, Leonor se convirtió oficialmente en princesa de Gales y señora de Snowdon.
Pero Leonor de Montfort murió en el parto de su hija Gwenllian (de Gales), el 19 de
junio de 1282, ocurrido esto en el palacio real de Abergwyngregyn, en la costa norte
de Gwynedd, siendo luego el entierro en el convento franciscano de Llanfaes.60
El
convento había sido fundado por Llywelyn el Grande, abuelo de Llywelyn ap Gruffydd,
59
Según los cronistas de la época Nicholas Trivet y William Rishanger.
60
Un pequeño e histórico pueblo que se halla en la isla galesa de Anglesey, localizada en la costa de la
entrada oriental del estrecho de Menai, la vía navegable que separa Anglesey de la costa del norte de
Gales.
~ 32 ~
para sepultura y memoria de su esposa Juana, señora de Gales, muerta en 1237, empa-
rentada con Leonor de Montfort como tía materna.
Leonor de Montfort
El 12 de julio de este año 1282 pasó que varios miembros del séquito personal de Leo-
nor obtuvieron salvoconductos para volver a Inglaterra. Llywelyn ap Gruffydd murió
unos meses más tarde, el 11 de diciembre, como ahora contaremos.61
Llywelyn ap Gruffydd, el último rey o príncipe nativo de Gales como país indepen-
diente antes de ser conquistado el principado por el rey Eduardo I de Inglaterra, según
vamos contando tenía a su muerte la edad de 59 años.62
Era el segundo de los cuatro
hijos de Gruffydd ap Llywelyn Fawr, el hijo mayor de Llywelyn el Grande y Senena
61
Al año siguiente, su hija Gwenllian, de un año de edad, fue capturada por las fuerzas inglesas. Eduardo
I la confinó en el lejano priorato de Sempringham, en Lincolnshire, donde permaneció hasta su muerte en
1337.
62
O tal vez 60.
~ 33 ~
ferch Rhodri. Su hermano mayor era Owain Goch ap Gruffydd, y sus dos hermanos pe-
queños eran Dafydd ap Gruffydd y Rhodri ap Gruffydd.63
Conocida la historia dinástica y los hechos acaecidos, recordemos que Owain y Lly-
welyn llegaron a un acuerdo con el rey Enrique III y establecieron una tregua con él en
1247. Se vieron obligados a aceptar Gwynedd Uwch Conwy, la parte de Gwynedd al
oeste del río Conwy, que fue dividida entre ellos. Gwynedd Is Conwy, al este del río,
quedó en manos del rey inglés.
Cuando Dafydd ap Gruffyd, el tercero de los cuatro hermanos, alcanzó la mayoría de
edad, el rey Enrique aceptó su vasallaje y anunció su intención de entregarle una parte
del reducido reino de Gwynedd. Llywelyn se negó a aceptar esta imposición, y Owain y
Dafydd se aliaron contra él. En la Batalla de Bryn Darwin, en junio de 1255, Llywelyn
derrotó a sus hermanos y los capturó, convirtiéndose en el único rey de Gwynedd Uwch
Conwy.
Llywelyn comenzó a buscar formas de extender su dominio. La población galesa de
Gwynedd Is Conwy estaba resentida por el abusivo gobierno inglés. Esta zona de Gales,
también conocida como Yr Perfeddwlad, había sido entregada por el rey Enrique a su
hijo Eduardo, siendo visitada la zona durante el verano de 1256, sin que resultase paci-
ficada. No se solucionaron los agravios de los oficiales ingleses. Los galeses recurrie-
ron a Llywelyn, que en noviembre de 1256 cruzó el río Conwy con su ejército, acom-
pañado por su hermano Dafydd, al que había liberado de su prisión. A principios de di-
ciembre Llywelyn había conseguido controlar todo Gwynedd Is Conwy menos los cas-
tillos reales de Dyserth y Deganwy.
Entonces Llywelyn se dirigió al sur, donde consiguió el apoyo del rey Meredydd ap
Rhys Drug de Deheubarth. Tomaron el control del escarpado Cereidigion y se dirigieron
a Ystrad Tywi, que fue entregado a Maredydd como recompensa por su apoyo, despose-
yendo a su hermano Rhys Fychan que apoyaba al rey inglés. Un ejército liderado por
Stephen Bauzan trató de restaurar a Rhys Fychan en su dominio, pero fue derrotado en
junio de 1257. Rhys consiguió huir e hizo la paz con Llywelyn.
Rhys Fychan aceptó a Llywelyn como su señor, pero esto constituía un problema para
Llywelyn, ya que las tierras de Rhys Fychan habían sido cedidas a su aliado Maredydd.
63
Se le menciona por primera vez, hacia 1244, como propietario de tierras en el valle de Clwyd. A la
muerte de su abuelo en 1240, el tío de Llywelyn, Dafydd ap Llywelyn, fue su sucesor en el trono de
Gwynedd. Gruffydd, el padre de Llywelyn, y su hermano Owain fueron al principio encarcelados por Da-
fydd, que posteriormente transfirió su custodia al rey Enrique II de Inglaterra. Gruffydd murió en el men-
cionado año 1244 tras una caída, cuando intentaba escapar de su celda en la famosa Torre de Londres. La
ventana por la que trató de escapar de la Torre fue posteriormente tapiada, pero todavía puede apreciarse
en la actualidad.
La muerte de Gruffydd en cierta forma liberó al rey Dafydd de Gwynedd de sus pactos con el rey
Enrique III, cuando el monarca inglés ya no podía utilizar a su prisionero contra él, y en 1245 estalló la
guerra entre Gwynedd e Inglaterra. Llywelyn apoyó a su tío en la feroz guerra. Al mismo tiempo Enrique
liberó a Owain tras la muerte de su padre, con la esperanza de que intentara apoderarse del trono de
Gwynedd y provocara una guerra civil en el reino galés, pero Owain permaneció en Chester (Inglaterra)
sin actuar como los ingleses esperaban. Inesperadamente, el rey Dafydd murió en 1246, sin herederos, y
Llywelyn, aunque segundo en la sucesión al trono tras su hermano Owain, se encontraba en una posición
más ventajosa al respecto.
~ 34 ~
Llywelyn decidió devolver sus tierras a Rhys, pero esta maniobra provocó que los en-
viados del rey de Inglaterra se aproximaran a Maredydd y ofrecieran devolverle todas
las tierras asignadas a su hermano si rompía su alianza con Llewelyn. Maredydd aceptó
y rindió vasallaje a Enrique III en 1257. A principios de 1258 Llywelyn comenzó a uti-
lizar el título de príncipe de Gales, en una reunión entre Llywelyn, sus aliados y la no-
bleza de Escocia. En el año 1253, Dafydd, el hermano de Llywelyn, se presentó ante el
rey Enrique.
En Inglaterra entonces, el conde de Leicester Simón de Montfort había derrotado a los
partidarios del rey inglés en la batalla de Lewes, en 1264, resultando capturados el rey
Enrique III y su hijo el príncipe Eduardo. Llywelyn inició entonces negociaciones con
Simón de Montfort y en 1265 le ofreció la suma de 30.000 marcos a cambio de una paz
permanente con el reconocimiento del derecho de Llywelyn a gobernar Gales. El 22 de
junio de 1265 se firmó el Tratado de Pipton, que estableció una alianza entre Llywelyn
y Simón de Montfort, pero que el noble inglés hubiera aceptado el tratado era una señal
de la debilidad de su posición. Ese mismo año, en la batalla de Evesham, Simón de
Montfort murió en combate, según podemos recordar, sin que Llywelyn tuviera partici-
pación al respecto.
Tras la muerte de Simón de Monfort, Llywelyn inició negociaciones con el rey Enri-
que III, y finalmente fue reconocido como príncipe de Gales por el monarca inglés, en
el tratado de Montgomery de 1267. A cambio del título, la retención de las tierras que
había conquistado así como su propio dominio, y el vasallaje de casi todos los habi-
tantes nativos de Gales, Llywelyn tuvo que pagar un tributo de 25.000 marcos en un
pago de 3.000 marcos anuales. Además, si así lo deseaba, también podía comprar el
vasallaje del otro gobernante galés, Maredydd ap Rhys de Deheubarth, por otros 5.000
marcos. Sin embargo, las ambiciones territoriales de Llywelyn lo hicieron muy impo-
pular entre los nobles galeses, y muy especialmente entre los príncipes del sur de Gales.
El tratado de Montgomery marcó el auge del poder de Llywelyn. Poco después co-
menzaron a surgir problemas, siendo al principio el de una querella con Gilbert de Cla-
re, conde de Hertford,64
sobre la alianza de un noble galés que poseía tierras en Gla-
morgan.65
Gilbert construyó el castillo Caerphilly en respuesta. El rey Enrique III envió
a un obispo para que tomara posesión del castillo mientras se resolvía la disputa, pero
cuando Gilbert recuperó el castillo mediante un engaño, el rey fue incapaz de hacer
nada al respeto.
Tras la muerte de Enrique III a finales de 1272, llegó al trono inglés su hijo Eduardo I.
Mientras se encontraba fuera del reino, como sabemos, el gobierno inglés quedó en
manos de tres hombres, uno de los cuales, Roger Mortimer,66
era uno de los rivales de
64
Muere en 1295.
65
En Gales del Sur.
66
Muerto en octubre de este año 1282, con 51 años de edad, casado con una galesa, la princesa Gwladys
Ddu. En 1256 tomó las armas contra Llywelyn ap Gruffyd cuando este último invadió su señorío de Gwr-
theyrnion o Rhayader. Esta guerra continuaría de forma intermitente hasta 1282. Estaban emparentados y
lo mismo tenían su amistad como sus enfrentamientos. Mortimer luchó del lado de Enrique III y contra
~ 35 ~
Llywelyn en las tierras fronterizas entre Gales e Inglaterra. Cuando de otra parte Hum-
phrey de Bohun, III conde de Hereford,67
trató de recuperar Brycheiniog,68
que le había
sido otorgado a Llywelyn por el tratado de Montgomery, Mortimer apoyó la reclama-
ción de Bohun. Además, en estos momentos Llywelyn tenía dificultades para reunir el
tributo anual del tratado, y cesó de realizar el pago.
A principios de 1274 se produjo una conspiración por parte de Dafydd, hermano de
Llywelyn, junto a Gruffydd ap Gwenwynwyn de Powys y su hijo Owain para matar a
Llywelyn. Dafydd se encontraba con Llywelyn en ese momento y acordó con Owain
que el 2 de febrero llegaría con hombres armados para asesinar al monarca galés; sin
embargo el asesinato tuvo que ser pospuesto por culpa de una tormenta de nieve. Poste-
riormente Llywelyn descubrió los detalles de la conspiración, cuando Owain se confe-
só con el obispo de Bangor. Owain dijo que la intención era convertir a Dafydd en
príncipe de Gwynedd y que entonces Dafydd recompensaría a Gruffydd y Owain con
tierras. Al descubrirse la conspiración, Dafydd y Gruffydd huyeron a Inglaterra, donde
fueron recibidos por el rey Eduardo y comenzaron a realizar incursiones sobre las tierras
de Llywelyn, aumentando su resentimiento. Cuando Eduardo pidió a Llywelyn que acu-
diera a Chester en el año 1275 para que le rindiera vasallaje, Llywelyn se negó a ello.
La enemistad entre Eduardo I y Llywelyn se incrementó cuando el rey galés renovó su
alianza con la familia del fallecido Simón de Montfort aunque su poder ahora se había
reducido. Llywelyn deseaba casarse con Leonor de Montfort, hija de Simón, y hubo ma-
trimonio, del modo que antes hemos contado, apurando o comprometiendo dinástica-
mente al rey Eduardo, un pariente…
En el año 1276 Eduardo declaró a Llywelyn en rebeldía y en 1277 reunió un enorme
ejército para invadir Gales. La intención del monarca inglés era desposeer por completo
a su rival y apoderarse de Gwynnedd Is Conwy para Inglaterra. Por lo que se refiere a
Gwynedd Uwch Conwy, pensaba dividirlo todo entre los hermanos de Llywelyn o que-
darse con la isla de Anglesey y dejarles lo que quedaba de Gwynedd. En la guerra
Eduardo fue apoyado por Dafydd ap Gruffyd y Gruffydd ap Gwenwynwyn, así como
por varios nobles galeses que habían apoyado a Llywelyn, pero que ahora acudían al rey
inglés. En el verano de 1277 los ejércitos de Eduardo llegaron hasta el río Conwy y
acamparon en Deganwy, mientras otro ejército cruzaba el mar desde Inglaterra y se apo-
deraba de la isla de Anglesey, tomando posesión de las cosechas. Esta maniobra privó a
Llywelyn y sus hombres de suministros, obligándoles a efectuar un acuerdo.
Vino, pues, el tratado de Aberconwy, el mismo que garantizó la paz entre Gwynedd e
Inglaterra a cambio de varias concesiones difíciles para Llywelyn, reduciendo su domi-
nio de nuevo al oeste del río Conwy. La parte de Gwynedd al este de Conwy fue entre-
Simón de Montfort cuando la Segunda Guerra de los Barones (1264-1267). Estuvo a punto de morir en
Lewes (1264).
67
Muere en 1298.
68
Pequeño reino en Gales del Sur.
~ 36 ~
gada a su hermano Dafydd, con la promesa de que si Llywelyn moría sin herederos tam-
bién recibiría una parte del oeste de Gwynedd.
Además fue obligado Llywelyn a rendir vasallaje al rey de Inglaterra; al principio se
había negado, pero tras la campaña de 1276, Llywelyn se encontraba asediado en un rei-
no muy reducido. Acudió a reunirse con Eduardo I y se encontró con su esposa Eleanor
alojada con la familia real en Worcester. Después de que Llywelyn aceptara las exigen-
cias del monarca inglés, Eduardo I le dio permiso para casarse en la catedral de Wor-
cester.69
Los recién casados príncipes de Gales regresaron a su reducido reino y vivieron en
paz durante un tiempo, pero progresivamente las relaciones con Inglaterra se deteriora-
ron nuevamente. Llywelyn le había devuelto sus tierras a Gruffydd ap Gwenwynwyn
por orden de Eduardo I, y pronto se inició una disputa entre el príncipe de Gales y
Gruffydd por las tierras de Arwystli. Llywelyn quería que la disputa se solucionara
mediante la Ley de Gales, pero Gruffydd quería que se aplicara la Ley de Inglaterra, y
fue apoyado a este efecto por el rey Eduardo.
En los comienzos de este año 1282 muchos de los nobles galeses que habían apoyado
a Eduardo I contra Llywelyn en 1277 se encontraban descontentos por los impuestos e
imposiciones de los oficiales del rey, y la cosa iba a peor. Era el Domingo de Ramos
cuando Dafydd ap Gruffydd atacó a los ingleses en el castillo de Hawarden, siendo
luego asediado Rhuddlan. Los galeses se rebelaron contra los ingleses y se extendió la
revuelta. El castillo de Aberystwyth fue conquistado e incendiado, y en la revuelta de
Ystrad Tywi, al sur de Gales,70
fue conquistado también el castillo de Carreg Cennen.
Según una carta enviada por Llywelyn a John Peckham, arzobispo de Canterbury,71
el
príncipe de Gales negó haber participado en la revuelta. Sin embargo, se sentía obligado
a apoyar a su hermano y estalló una guerra para la que los galeses estaban mal prepara-
dos. La tragedia personal también golpeó a Llywelyn en este momento, pues transcurría
el mes de junio cuando murió su esposa, Leonor de Montfort, como antes contábamos,
en la mansión real de Garth Celyn,72
al dar a luz a su hija Gwenllian.
La guerra siguió su curso de manera similar a la de 1277. Los ejércitos ingleses lle-
garon hasta el río Conwy y capturaron la isla de Anglesey reteniendo las cosechas, aun-
que los invasores ingleses de Anglesey fueron rechazados cuando trataron de desem-
barcar en la costa galesa. El arzobispo de Canterbury intentó mediar entre Llywelyn y
Eduardo I, y a Llywelyn se le ofreció una gran propiedad en Inglaterra si entregaba Ga-
69
Donde actualmente se conserva todavía una vidriera representando la boda. Según parece, fue un ma-
trimonio tanto por conveniencia e interés político como por amor y no se conoce que hubiera algún hijo
ilegítimo de Llywelyn, algo extremadamente inusual entre los monarcas de Gales (durante la Edad Media
en Gales los hijos ilegítimos tenían tanto derecho a la propiedad de sus padres como los legítimos, y los
príncipes galeses eran especialmente prolíficos engendrando hijos fuera del matrimonio).
70
Como inspiró Dafydd, según cuentan las crónicas.
71
Franciscano inglés, muerto en 1290.
72
Que actualmente se conoce como Pen y Bryn, en Abergwyngregyn.
~ 37 ~
les a Eduardo I, mientras que Dafydd tomaría el manto e insignias de cruzado y no re-
gresaría de campaña sin el permiso del monarca inglés. En una emotiva e inspirada carta
de noviembre de 1282, Llywelyn dijo que no abandonaría al pueblo al que sus ances-
tros habían protegido desde los días de Kamber, hijo de Bruto de Troya. La oferta de los
ingleses fue rechazada.
Llywelyn dejó a Dafydd al mando de la defensa de Gwynedd y con su ejército se diri-
gió al sur para reunir apoyos de los nobles de la zona. Llywelyn encontró la muerte en
diciembre de 1282, en Builth Wells, donde fue asesinado en un momento en que se ale-
jó de sus soldados, sin que las circunstancias exactas de la muerte nos queden claras,
pues hay dos relatos distintos al respecto, coincidiendo lo que se cuenta en que Llywe-
lyn fue engañado para que se apartara de su ejército y entonces fue asesinado. El primer
relato afirma que Llywelyn y su ministro se acercaban a las fuerzas de Edmund Morti-
mer y Hugo Le Strange tras cruzar un puente. Entonces escucharon sonidos de batalla
cuando los ejércitos galeses chocaron con el ejército de Roger Dispenser y Gruffydd ap
Gwenwynwyn. Fue cuando Llywelyn dio la vuelta para reunirse con sus soldados, pero
fue alcanzado por un lancero solitario que lo atravesó. No fue hasta después de la batalla
cuando el caballero inglés se dio cuenta que se trataba del príncipe de Gales.73
Otro
relato74
señala que Llywelyn estaba al frente de un ejército que se dirigió al encuentro
de las fuerzas de Edmund y Roger Mortimer, Hugo Le Strange y Gruffydd ap Gwen-
wynwyn, bajo la promesa de que le ofrecerían vasallaje. Se trataba de un engaño. Su
ejército fue inmediatamente atacado y Llywelyn quedó separado con dieciocho servi-
dores, entre ellos algunos clérigos. Cerca del crepúsculo, Llywelyn fue emboscado y
perseguido por entre una arboleda, alcanzado luego y herido de muerte. Mientras agoni-
zaba pidió un sacerdote y reveló su identidad. Entonces le asesinaron y le cortaron la
cabeza.75
Su cuerpo fue registrado o rebuscado a fondo y se encontraron varios docu-
mentos, entre ellos una lista de “conspiradores” (que pudo haber sido falsa) y su sello
privado. Y así concluye nuestro relato, con la anexión de Gales al reino de Inglaterra.76
73
Esta versión del asesinato fue escrita en el norte de Inglaterra cincuenta años después del suceso y tie-
ne sospechosas similitudes con detalles de la batalla del puente de Stirling en Escocia, el 11 de septiembre
de 1297.
74
Una versión alternativa del asesinato escrita por unos monjes del este de Inglaterra que estuvieron en
contacto con Gwenllian ferch Llywelyn, la hija exiliada del príncipe y prima de Gladis ferch Dafydd.
75
Sobre lo cual hay varias versiones, acerca de si la cabeza recibió respetuosa sepultura o si fue exhibida
y cómo, etc. Incluso resulta desconocido el destino final del cuerpo decapitado de Llywelyn, aunque
existe la tradición de que fue enterrado en la abadía cisterciense de Abbeycwmhir, sin que esta sea la
única hipótesis al respecto. Existen también leyendas, enigmas y misterios en todo ello, de un modo, por
cierto, muy británico.
76
Con la muerte de Llywelyn, la moral y la voluntad de los galeses para continuar la guerra se redujo
considerablemente. Dafydd, el hermano de Llywelyn, fue nombrado sucesor. Continuó la lucha durante
varios meses pero en junio de 1283 –así podemos adelantarlo– fue capturado en las colinas que rodeaban
Garth Celyn en el monte Bera, junto con su familia. Fueron llevados ante Eduardo I y entonces trasla-
dados a Shrewsbury, donde el parlamento de Inglaterra celebró una reunión especial y lo condenó a muer-
te. Fue arrastrado por las calles, colgado, partido por la mitad y despedazado. Ya seguiremos el relato de
~ 38 ~
los hechos, todo según proceda, sabiendo que prácticamente toda la familia de Llywelyn acabó en des-
tierro.
~ 39 ~
REINO DE CASTILLA
ASUNTOS VARIOS Y LA PETICIÓN DE ZAHARA
El rey Alfonso X se las ve y se las desea con respecto a su hijo Sancho, en rebeldía y
usurpación contra él como ya sabemos, añadiéndose a ello que otros enemigos y hostili-
dades se oponen también al reinado alfonsí en el transcurrir de estos años.
Habiéndose alzado la Orden de Santiago contra Alfonso X durante este año 1282, re-
sulta sin embargo que Montemolín,77
perteneciente a dicha Orden, se manifiesta fiel al
rey, por lo cual, a 13 de julio, el monarca otorgó a la población jurisdicción propia, re-
forzando a su favor el fuero de Sevilla, del que gozó desde los primeros momentos de la
reconquista cristiana por estos lugares y hacia el Guadalquivir.78
Alfonso X también otorgó carta puebla a una alquería de la Orden de Santiago más al
sur de Montemolín, pasando a llamarse dicha alquería en adelante Villanueva del Ca-
mino, convertida en villa de realengo.79
Pasó igualmente que el rey donó la villa de Gra-
nada80
y otros señoríos81
a su hijo Pedro.82
77
Al sur de la actual provincia de Badajoz.
78
En 1212, tras la recordada victoria cristiana en Las Navas de Tolosa (Jaén), siendo derrotados los al-
mohades del Miramamolín Muhammad An-Nasir, al replegarse éste reconstruyó y repobló la musulmana
Montemolín, con musulmanes procedentes de Mentesa (actual La Guardia de Jaén). En realidad proviene
de esta época y de estos hechos que la villa pasara a denominarse Montemolín, referida a pobladores de
Molín, indicativo de Miramamolín (nombre como imperial de An-Nasir).
En 1246, mientras el rey Fernando III se encontraba en la ciudad de Córdoba reuniendo a su ejército
para la conquista de Sevilla, se dieron por aquí, en la Sierra Morena de la actual Extremadura, sus hechos
históricos, al igual que legendarios, en torno a la que se conoce como comarca de Tentudía.
Se conquistó Sevilla en 1248, pasando Montemolín por estas fechas a ser pertenencia realenga de Casti-
lla, mientras que Reina (Badajoz) y Cantillana (Sevilla) se concedieron a la Orden de Santiago, todo ello
al objeto de reforzar como unitario y bien armonizado el territorio, resultando que los santiaguistas pro-
pusieron a Fernando III el cambio de Cantillana por Montemolín. Fernando III aceptó el trueque y Mon-
temolín, con bastante importancia, pasó a integrarse en la Orden de Santiago.
Posteriormente, durante las luchas y conflictos hacia la parte final del reinado de Alfonso X, Monte-
molín, como aquí y ahora estamos viendo, se puso de parte del monarca. Esto hizo que el rey le conce-
diera el reconocido realengo que antes tuviera, con fuero propio y acorde con su lealtad, dado “a los po-
bladores de Montemolín”, de modo “que sean Reales y del concejo de Sevilla y que se juzgue por
aquellos fueros mismos que tienen los de Sevilla…”.
79
Se trata de la actual Villanueva del Río y Minas, en la provincia de Sevilla.
80
Actual Granadilla, en el norte de la provincia de Cáceres, que fue señorío histórico, del que aquí y
ahora tratamos, pero que se nos muestra hay en día abandonado.
81
Por ejemplo el salmantino de Ledesma, entre otros, de los que ya hicimos alusiones.
~ 40 ~
Hubo también un encuentro de consideración histórica en Zahara,83
lugar de importan-
te fortaleza. El rey Alfonso X solicitó aquí ayuda al sultán meriní Abu Yusuf Yaqub
para que le apoyase contra su rebelde hijo Sancho, quien a su vez recibe la ayuda de las
nazaríes de Granada. Zahara hace frontera con el reino nazarí. Pero resultó luego que los
meriníes o benimerines efectuaron la que es ya su cuarta expedición pretendidamente
invasiva por el sur de Andalucía, recorriendo, entre agosto y septiembre, meses muy
calurosos, la ruta que va desde Tarifa84
hasta Córdoba y Jaén,85
pasando por Vejer,86
Medina Sidonia,87
Arcos88
y Écija.89
Pasó, no obstante, que los benimerines no lograron
gran cosa, salvo un pacto de tregua que en octubre firmó el sultán marroquí con el rey
castellano, regresando luego Abu Yusuf a Marruecos con todo su ejército.
82
Granadilla, antiguo señorío de Granada, es una antigua villa amurallada de origen feudal, sobre previa
población musulmana, que se encuentra al norte de Extremadura. Hoy pertenece al municipio cacereño de
Zarza de Granadilla En sus buenos tiempos fue villa de importancia, señorial, capital de la comarca que se
conoce como Tierras de Granadilla, ostentando incluso el ser cabeza de partido judicial. Pero fue desalo-
jada a mediados del siglo XX, cuando se transformó en zona inundable al construirse el embalse de Ga-
briel y Galán. En la actualidad se mantiene bajo esa catalogación de inundable, aunque en ningún mo-
mento ha llegado a estar el pueblo inundado, ni siquiera con el embalse lleno. En 1980 la villa fue de-
clarada Conjunto histórico-artístico, y cuatro años después, en 1984, fue población elegida para su in-
clusión en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados.
Del infante Pedro trataremos ya en 1283, año de su muerte, resumiendo entonces su biografía y las va-
loraciones que pueden hacerse de la misma.
83
Zahara de la Sierra (Cádiz). Su nombre oficial es solamente Zahara, pero se le añadió de la Sierra para
diferenciarla o distinguirla de Zahara de los Atunes, también en la provincia de Cádiz.
84
Provincia de Cádiz.
85
Históricamente se supone que los benimerines incendiaron la torre o fortaleza santiaguista de Terrin-
ches (Ciudad Real), arrasando la zona sin lograr ningún resultado exitoso o de ventaja moruna.
86
Vejer de la Frontera (Cádiz).
87
Provincia de Cádiz.
88
Arcos de la Frontera (Cádiz).
89
Provincia de Sevilla.
~ 41 ~
ILKANATO MONGOL DE PERSIA
ASESINADO ABAQA KAN
Fue asesinado en este año 1282,90
Abaqa Kan, con 48 años de edad,91
habiendo go-
bernado en Persia desde 1265, cuando murió su padre, Hulagu Kan. Y aquí ofrecemos a
continuación un resumen biográfico y una valoración de su reinado o kanato.
Como bien sabemos, a petición de su padre siguió combatiendo de algún modo a la
Horda de Oro92
hasta 1267, año en que murió el guerrero Berke Kan. De natural pací-
fico, Abaqa se dedicó más bien a reparar los daños causados por las guerras de su padre,
aplacando en lo posible los efectos. Pero no obstante se enfrentó en 1270 al kan Baraq
de Chagatai93
que invadió Corasmia.94
Podemos contar de Abaqa Kan que fue derrotado por los mamelucos cerca de Albis-
tán95
en 1272 y posteriormente en Siria (1281). Estuvo casado, desde 1265, con María
Paleóloga, hija ilegítima del emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo, y mantuvo
buenas relaciones en general con Occidente.
Siendo un devoto y ferviente budista, Abaqa intentó ciertamente convertir a los mu-
sulmanes persas al budismo, logrando no otra cosa que numerosos levantamientos po-
pulares en su contra. También se propuso promover el cristianismo nestoriano,96
incluso
90
Probablemente.
91
Hijo de Hulagu Kan (muerto en 1265) y de la cristiana nestoriana Oroqina Khatun, bisnieto de Gengis
Kan.
92
De geografía que abarcó mucho territorio de lo que hoy conocemos como Rusia, Ucrania y Kazajistán,
cuando la ruptura del Imperio Mongol en la década de 1240.
93
Hacia el sur de Asia Central, con mucha extensión.
94
Al oeste de Chagatai.
95
Turquía o Anatolia.
96
De errores cristológicos muy destacados y heréticos. Como bien sabemos, considera en Cristo radical-
mente separadas sus dos naturalezas, la humana y la divina, completas ambas de tal modo que se con-
forman o configuran como dos entes o realidades independientes, consideradas dos personas unidas en
Cristo, resultando que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero no al modo de una persona o prosopon si-
no de dos distintamente, sin unión hipostática.
Enmarcado dentro de las disputas cristológicas propias de entre los siglos III y V, el monje Nestorio,
oriundo de Alejandría y muerto en 451, como obispo o patriarca de Constantinopla había ido proclaman-
do su doctrina propiamente herética como acabamos de señalar, viéndose enfrentado con San Cirilo de
Alejandría (muerto hacia el año 444), ciertamente el católico y de correcta ortodoxia. Principalmente
Nestorio sostenía que Cristo era un hombre en el que había ido a habitar Dios, escindiendo la persona di-
~ 42 ~
enviando al respecto unas embajadas al Papa Gregorio X (1272-1276) y al rey Eduardo
I de Inglaterra.97
Tuvo también el valor de reconstruir Bagdad, maltrecha desde su des-
trucción en 1257, como bien podemos evocar.
Recordemos que tras la muerte de Hulagu Kan en 1265, el musulmán mameluco Bai-
bars98
atacó a los cruzados francos y devastó el reino armenio de Cilicia. A partir de
aquel año 1265, Abaqa Kan procuró obtener ayuda de Occidente para enfrentar y afron-
tar la amenaza de los mamelucos. En los años 1267 y 1268 mantuvo su correspondencia
y relación al respecto con el Papa Clemente IV (1265-1268). Propuso también una am-
plia alianza entre sus fuerzas, con las de Occidente y con las del emperador bizanti-
no Miguel VIII Paleólogo, que era también su suegro. Abaqa recibió respuestas ponti-
ficias desde Roma y desde Aragón por parte del rey Jaime I. Algo tuvo que ver este
asunto con la fallida expedición cruzada del rey aragonés en 1269.
En 1268, el sultán mameluco Baibars atacó el área de San Juan de Acre, tomando el
castillo de Beaufort,99
lo mismo que atacó también Trípoli,100
donde Bohemundo VI101
estaba atrincherado con sus súbditos. Baibars llegó entonces a los alrededores de Antio-
quía, gran ciudad de los cruzados francos, siendo el 14 de mayo de ese año, conquis-
tándola tras un asedio de apenas cuatro días. El derrotado Bohemundo pudo obtener una
tregua firmada con Baibars, quedándose realmente despojado de territorios y conser-
vando solamente Trípoli, muy deteriorada.
En 1271, Baibars mostró seriamente sus quejas a Bohemundo por haberse aliado con
Abaqa Kan, contra lo pactado y firmado. Como bien sabemos y podemos recordar, fue
año de la conocida como novena cruzada aquel 1271.
En mayo de ese año, pretendiendo esa cruzada, llegó a San Juan de Acre el rey Eduar-
do I de Inglaterra, siendo la excusa más señalada para emprenderla que hubiera ocurrido
la caída de Antioquía. No tardó el monarca inglés en mandarle una delegación al kan
Abaqa para que le ayudara con los mongoles. En su respuesta, a 4 de septiembre de
1271, Abaqa aceptó ofrecer su ayuda, preguntando para cuándo sería el ataque conjunto
contra los mamelucos.
A finales de octubre de 1271, las tropas mongolas solicitadas por Eduardo I llegaron
a Siria y arrasaron por completo el territorio de Alepo. Abaqa, ocupado luego a su vez
vina de la persona humana. Hemos de remontarnos al Concilio de Éfeso, que se celebró en el año 431, pa-
ra las debidas consideraciones.
97
Algunas de las monedas de Abaqa muestran una cruz, representativamente cristiana, teniendo en len-
gua árabe la siguiente inscripción: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, un solo Dios”.
98
Muerto en 1277.
99
Sus ruinas se encuentran al sur del actual territorio libanés.
100
Ciudad portuaria al norte de Líbano, a 85 kilómetros al norte de Beirut.
101
Príncipe de Antioquía y conde de Trípoli, muerto en 1275.
~ 43 ~
por otros liosos asuntos y conflictos en Turquestán,102
sólo podía enviar 10.000 jinetes
mongoles bajo el mando del general Samagar,103
del ejército mongol de ocupación en la
Anatolia de los selyúcidas.104
Sin embargo, esto sólo causó un éxodo de poblaciones
musulmanas105
al sur, llegando incluso a El Cairo.
Cuando Baibars armó una contraofensiva desde Egipto (12 de noviembre de aquel
1271), los mongoles ya se habían retirado más allá del Éufrates, resultando que estos
hechos realmente inquietantes permitieron o produjeron que Eduardo I de Inglaterra ne-
gociara un tratado o acuerdo de paz por diez años con los mamelucos. Durante esos
años Abaqa preparó y envió una delegación mongola al Concilio II de Lyon (1274),
delegación que visitó al monarca inglés, a 28 de enero de 1275.106
En el transcurso de los años 1281 y 1282, Abaqa promovió un nuevo ataque contra Si-
ria. Algunos francos de Siria, en particular los Caballeros Hospitalarios y hasta cierto
punto los francos reinantes o presentes en Chipre y Antioquía, se unieron a los mongo-
les, aunque no contaron con el apoyo de los demás occidentales, o del grueso de los
mismos, involucrados en las cruzadas.107
Tras la muerte de Baibars en 1277 y la consiguiente desorganización del reino o po-
derío musulmán del sultanato, las condiciones eran óptimas para realizar nuevas opera-
ciones en Tierra Santa. Los mongoles aprovecharon la oportunidad y organizaron una
nueva invasión al territorio sirio. En septiembre de 1280, los mongoles ocuparon Bagh-
ras y Darbsak, pasando también que el 20 de octubre tomaron Alepo y masacraron a sus
habitantes.
102
Entre el euroasiático mar Caspio y el desierto del Gobi, entre el sur de Mongolia y el norte de China.
103
General mongol de importancia, aunque no se sabe mucho de él.
104
Gran parte de la actual Turquía.
105
Que recordaban todavía las pasadas campañas del general Kitbuqa Noyan (muerto en 1260), un cris-
tiano túrquico que fue teniente y confidente de Hulagu Kan, a quien ayudó militarmente en el convertido
Oriente Medio Mongol, arrebatado a los mamelucos.
Kitbuqa estuvo al mando de una de las divisiones que atacaron y saquearon Bagdad, y ayudó en la
conquista de Damasco. Se le dejó al cargo de un ejército mongol en el Oriente Próximo, cuando Hulagu
Kan regresó a Mongolia tras la muerte de su hermano Möngke. Cuando los mamelucos efectuaron una
ofensiva contra el Ilkanato persa y oriental-mediterráneo, Kitbuqa se desplazó hacia Egipto para hacer
frente al ataque, ocurriendo entonces aquella batalla de Ain Jalut o del Pozo de Goliat, en 1260, donde
encontró la muerte.
Los relatos de los mamelucos lo describen como un gran guerrero que se negó a retirarse, aun sabiendo
que los mongoles eran ampliamente superados en número durante la batalla; y se resalta que prefería la
muerte antes que la retirada o la cobardía y la vergüenza. Pese a ello fue capturado y ejecutado (trucidado
o despedazado). También se relata su esperanza de que su muerte fuera vengada por Hulagu Kan, lo cual
nunca ocurrió por el conflicto que surgió, como sabemos, entre Hulagu y Berke.
106
Se conoce una carta de Eduardo I de Inglaterra en la que se reconoce la promesa de Abaqa Kan como
dispuesto a luchar del lado de los cruzados.
107
No dejan de ser hechos históricos a tener en cuenta y que pueden estudiarse.
~ 44 ~
En cuanto a los francos, el rey Hugo III de Chipre108
y Bohemundo VI también movi-
lizaron su ejército, pero no pudieron intervenir, nada o apenas nada, porque los mame-
lucos ya se habían posicionado para entonces entre ellos y los mongoles. En octubre de
1280, los mongoles enviaron embajadores a San Juan de Acre pidiendo ayuda militar
para su campaña, pero el vicario del patriarca aseguró que la ciudad padecía una gran
hambruna y muchas dificultades, estando además el rey de Jerusalén109
en medio de otra
guerra. Los mongoles también solicitaron apoyo para una campaña durante el invierno
siguiente, informando a los francos que llevarían 50.000 jinetes mongoles y otros tantos
infantes, pero parece ser que no recibieron respuesta alguna.110
Con el fin de prevenir futuras acciones conjuntas entre francos o cruzados y mongo-
les, el nuevo sultán musulmán, Qalawun,111
firmó con los barones de San Juan de Acre
una tregua por diez años, a 3 de mayo de 1281 (expirada la anterior tregua de 1271) y
otra tregua de diez años con Bohemundo VII de Trípoli,112
a 16 de julio de 1281. Gra-
cias a esta negociada y firmada segunda tregua quedó plenamente permitido a los pere-
grinos cristianos el acceso a Jerusalén.
La anunciada invasión de los mongoles empezó en septiembre de 1281.113
Contaron
con el apoyo de los armenios y con el de unos doscientos caballeros hospitalarios de la
fortaleza de Margat, quienes consideraban que no estaban ligados a la tregua con los
mamelucos. Algunos caballeros de Chipre probablemente también los acompañaron.
El 29 y 30 de octubre de 1281, un ejército compuesto por muchos miles de mongoles
y por muchos miles de otras procedencias (armenios, georgianos, griegos y los hospital-
larios de Margat) se enfrentaron al musulmán mameluco Qalawun, peleándose la se-
gunda batalla de Homs, en la que fueron repelidos los mongoles, habiendo muchas bajas
de hombres muertos en ambos bandos.
Y llegamos ya a notificar acerca de la muerte por asesinato de Abaqa Kan, realmente
por su intolerancia hacia el Islam, la religión practicada por la mayoría de sus súbditos y
108
Reinante entre los años 1267-1284, año este último el de su muerte.
109
El mencionado Hugo III de Chipre.
110
Según el historiador británico Steven Runciman (1903-2000), Abaqa Kan y quien luego sería León III
de Armenia urgieron a los francos a iniciar una nueva cruzada, pero sólo la Orden de Malta (Hospita-
larios) y Eduardo I (que no podía acudir por falta de fondos o financiación) respondieron favorablemente.
Los caballeros hospitalarios de Margat (Siria) acompañaron a los mongoles en algunas invasiones al valle
de Beqaa (al este del Líbano), ganando en algunos enfrentamientos con las fuerzas musulmanas del sul-
tán. Invadieron incluso hasta el célebre y sirio Krak de los Caballeros, en octubre de 1280, y derrotando
allí a sus ocupantes mamelucos, en febrero de 1281. Los mongoles finalmente se retiraron, prometiendo
regresar en el invierno de 1281.
111
Reinante en el sultanato egipcio entre los años 1279-1290, siendo este último el año de su muerte.
112
De poder entre los años 1275-1287, siendo este último el año de su muerte.
113
En su momento (1281) no lo destacábamos, pero puede valernos la breve referencia que ahora se ha-
ce, en el contexto del asesinato de Abaqa Kan.
~ 45 ~
que él ciertamente no respetó. Muchos musulmanes intentaron más de una vez asesinar
a Abaqa, hasta que este hecho se consiguió por ellos en este año 1282. El asesino vio a
su esposa María como parte de su justa herencia, pero ella huyó retornando a su querida
Constantinopla, donde su padre, el emperador Miguel VIII Paleólogo, aparentemente
deseando evitar para su capital el destino que había padecido Bagdad, la intentó casar de
nuevo con otro kan mongol. Sin embargo, María se resistió a la oferta, planeando me-
terse a monja.114
Con la muerte de Abaqa Kan, sucedido en este año 1282 por su hermano Tekuder, el
sultán memeluco Qalawun vio más posibilidades de atacar los territorios francos o cru-
zados y sirios.115
Y lo primero que ya hizo Tekuder fue convertirse al Islam.116
Abaqa Kan
114
Así lo hizo, fundando hacia el año 1285 la conocida iglesia de Panagia Mouchliotissa.
115
Qalawun se apodera de Margat en 1285, de Latakia en 1287 y de Trípoli en 1289.
116
Ahmed Tekuder, también conocido como sultán Ahmad, gobernó el Ilkanato persa entre los años 1282
y 1284, siendo este último el año de su muerte. Ya veremos el desenvolverse o desenlace final de su rei-
nado.
Aunque había sido bautizado como cristiano nestoriano a poco de nacer, siendo su nombre Nicolás Te-
kuder, adoptó al nombre de Ahmed o Ahmad al hacerse musulmán. Convirtió el Ilkanato en un sultanato.
Sin embargo, en un intento de restringir el budismo y el nestorianismo antes imperantes, emprendió per-
secuciones contra estas religiones. Trató también de firmar acuerdo de paz con el sultanato de Egipto, lo
que disgustó –como podrá verse– a los notables mongoles. En vista de eso, su sobrino Arghun, gober-
nador corasmio y practicante del budismo, pedirá ayuda a Kublai Kan, el mongol y emperador chino de la
dinastía Yuan, como bien sabemos.
Arghun, con el apoyo y el beneplácito del Gran Kan Kublai, declarará la guerra a Tekuder, rebelándose
contra él en su provincia persa de Corasmia. La rebelión, en su momento, será sofocada, pero Tekuder
perderá la lealtad de sus generales y habrá de morir asesinado en una conjura palaciega o cortesana, el 10
de agosto de 1284, como veremos en su momento, apoderándose enseguida del trono el sobrino rebelde,
Arghun.
~ 46 ~
IMPERIO BIZANTINO
MURIÓ EL EMPERADOR MIGUEL VIII PALEÓLOGO
En la pequeña población de Pacomion, cerca de Lisimaquia,117
el 11 de diciembre de
este año 1282, murió el emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo, teniendo 59 años
de edad y habiendo reinado desde 1259. Miguel se encontraba allí preparando una cam-
paña contra la Tesalia rebelde.
De ancestros imperiales,118
Miguel fue hijo de Andrónico Paleólogo,119
y de Teodora
Angelina Paleóloga, resultando ser fundador de la nueva dinastía bizantina de los Paleó-
logos.120
En 1261, como podemos recordar, reconquistó Constantinopla y acabó así con el Im-
perio Latino de Oriente, de modo que transformó el Imperio de Nicea en el Imperio Bi-
zantino restaurado. Diplomático consumado, con su hábil política consiguió neutralizar
a sus enemigos121
y expandió las fronteras del Imperio, bastante recuperadas. Debido a
su aceptación ecuménica de la Unión de las Iglesias que se preconizó en el Concilio II
de Lyon (año 1274), se enfrentó a una determinada y seria oposición al respecto. Y en el
orden administrativo reforzó de manera significativa con él los poderes del coempera-
dor.
Después de la exitosa campaña del emperador bizantino-niceno Juan III Ducas Vatat-
zés (1222-1254), cuyas tropas pudieron apoderarse de muchas ciudades macedonias en
1246, el joven oficial Andrónico Paleólogo, padre de Miguel, hacía carrera, siendo nom-
brado comandante niceno en el Occidente, con capital en Tesalónica,122
mientras que
Miguel recibió el mando de las ciudades de Melnik123
y Serres.124
117
Una importante ciudad helenística y bizantina que se ubica en la Turquía europea, en el extremo nores-
te del Quersoneso en Tracia.
118
Los ancestros de Miguel VIII Paleólogo se originan a partir de tres familias imperiales bizantinas, los
Ducas (1059-1078), los Comnenos (1057-1203) y los Ángeles (o Ángelos, 1185-1204)), siendo sus pa-
dres pertenecientes a los Paleólogos.
119
Megadoméstico o comandante en jefe y relevante gobernador del que fue Imperio de Nicea (que vol-
vió a restaurarse como Imperio Bizantino, precisamente con Miguel VIII Paleólogo).
120
Dinastía cuya procedencia remota es la ciudad italiana de Viterbo y que perdura hasta 1453, cuando
cae Constantinopla, el 29 de mayo de ese año, como ya veremos, bajo el poder de los turcos otomanos.
121
Los enemigos o contrarios a la desarrollada vigencia de Bizancio.
122
O Salónica (Grecia).
123
Ahora en Bulgaria.
~ 47 ~
Al morir Juan III Vatatzés, Miguel Paleólogo tenía el rango de gran konostaulos o
comandante de los mercenarios extranjeros en el ejército de Nicea, permaneciendo en
este puesto o cargo hasta 1257.125
Sus ambiciones, sin embargo, hicieron sospechar al
nuevo emperador niceno, Teodoro II Láscaris (1254-1258), quien le miró con recelo.
Temeroso del emperador, pero también con el fin de promover su pretensión al trono, en
1256 Miguel Paleólogo, mientras era comandante de Bitinia,126
huyó al sultanato de
Rüm127
y se alió allí con los selyúcidas. Sin embargo, cuando la amenaza de los mon-
goles obligó a los selyúcidas a buscar ayuda de los nicenos-bizantinos, Miguel tuvo que
regresar al Imperio y normalizar sus relaciones con Teodoro II, lo mejor y más diplo-
máticamente que pudo y supo, pudiendo y sabiendo hacerlo muy bien.
La situación de Miguel cambió en agosto de 1258, tras la muerte de Teodoro II, here-
dando el trono un menor de edad, Juan IV Láscaris, con 8 años, siendo asumida la re-
gencia, además de por el patriarca Arsenio Autoriano,128
por Jorge Muzalon, el cual fue
particularmente odioso para la aristocracia, y poco después fue asesinado, junto con su
hermano, durante una ceremonia en memoria de Teodoro II en el monasterio de Sosan-
dra.129
Miguel, que había participado en la conspiración contra él, ahora asumía el cargo
de regente. Después de haber adquirido fama como un excelente general y procediendo
de una de las más ilustres familias, fue particularmente popular entre el ejército y defi-
nitivamente la personalidad más destacada por entonces en el Imperio. Su esposa Teo-
dora, descendiente del emperador Juan III Vatatzés, también desempeñó un papel im-
portante en la ascensión al trono imperial, primero como regente.
124
Ahora en Grecia.
125
O puede que hasta 1258.
126
Suroeste del mar Negro y noroeste de Asia Menor o Turquía.
127
O Rum, sultanato selyúcida (túrquicos de procedencia asiática) entre los años 1077-1307, ocupando
Anatolia, gran parte de la actual Turquía.
128
Arsenio Autoriano era de Constantinopla aunque se educó en Nicea, en un monasterio que luego re-
gentó como abad. Posteriormente se entregó a una vida solitaria y ascética en un retirado monasterio de
Bitinia, señalándose también que vivió un tiempo en algún monasterio del célebre Monte Athos, en Gre-
cia.
De su reclusión fue llamado en un determinado momento de 1255 por el emperador Teodoro II Lás-
caris, para que fuera patriarca de Nicea. No todos los historiadores lo implican en la regencia del empe-
rador Juan IV Láscaris.
129
Jorge Muzalon fue un alto oficial bizantino-niceno con Teodoro II Láscaris. De origen humilde o mo-
desta familia, se convirtió en amigo y compañero de la infancia de Teodoro, siendo elevado a un alto
cargo cuando éste último asumió el poder. Esto causó un gran resentimiento entre la aristocracia, que
tenía el monopolio de los altos puestos y resentían o recelaban de las políticas del emperador. A Jorge
Muzalon lo asesinaron unos soldados apenas en unos cuantos días después de la muerte del emperador
Teodoro II, siendo el asesinato resultante de una conspiración encabezada por los nobles bajo órdenes o
protagonismo del futuro emperador Miguel VIII Paleólogo.
~ 48 ~
Asumir el cargo de regente abrió para Miguel su camino al poder. Fue nombrado me-
gaduque130
en septiembre de 1258 y un par de meses después, a 13 de noviembre, tuvo
rango de déspota (señor), alcanzando el 1 de enero de 1259 el título de coemperador con
el joven Juan IV. Así se fue haciendo con el poder imperial, en situación y circuns-
tancias difíciles, teniendo que afrontar graves amenazas externas y no pocas complica-
ciones de todo tipo.
El rápido e imparable ascenso de Miguel al poder se debió no sólo a sus habilidades,
ciertamente indudables, sino también a los acontecimientos políticos y diplomáticos que
fueron sucediéndose. Una poderosa coalición anti-bizantina se había formado en el Oc-
cidente, compuesta por el rey Manfredo de Sicilia (1258-1266), el déspota Miguel II
Comneno Ducas de Epiro131
y Guillermo II de Villehardouin, príncipe de Acaya (muer-
to en 1278), apoyado éste por el rey Esteban IV Uroš I de Serbia, en los Balcanes.132
Ya
en 1258 Manfredo había tomado Corfú133
y Dirraquio134
en la costa (balcánica) de Epi-
ro, siendo Dirraquio una ciudad que recientemente había capturado Teodoro II Láscaris.
Los serbios se habían apoderado de las macedonias Skopie, Prilep y Kitsevo. La amena-
za contra el Imperio de Nicea era inminente.
La guerra contra esta alianza fue la primera gran prueba del reinado de Miguel VIII
Paleólogo, resultando por otro lado favorable y significativamente reforzada su autori-
dad. En el otoño de 1259 el ejército niceno, al mando de Juan Paleólogo, déspota her-
mano de Miguel, muerto en 1275, derrotó al heterogéneo ejército de la coalición oposi-
tora en la batalla de Pelagonia.135
Nada podría ya impedir la restauración del Imperio
Bizantino, con la recuperada Constantinopla.
La única amenaza externa posible contra la política de Miguel era la republicana pro-
veniente de Venecia, poderosa potencia marítima, cuya fuerza había cosechado o acu-
mulado la mayoría de los beneficios que resultaron de aquella conquista de Constanti-
nopla por parte de los cruzados en 1204. Por esta razón, Miguel se alió con la república
de Génova, rival de Venecia, firmándose en Ninfeo (el Bósforo) la correspondiente
alianza, en marzo de 1261, obligándose Génova a proporcionar ayuda militar a los bi-
zantinos contra los venecianos, a cambio de la exención de todo impuesto dentro del
130
Tradicional cuarto cargo en importancia tras el rango de emperador bizantino en los escalafones de la
alta jerarquía política y militar del Imperio. El cargo fue inicialmente creado por el emperador Alejo I
Comneno (1081-1118), con equivalencia al rango de comandante o almirante en jefe de la flota de guerra.
A partir de los Paleólogo, el megaduque se convirtió en el cargo de primer ministro, sobrepuesto a toda la
liosa burocracia bizantina.
131
Muerto en alguna fecha de entre los años 1266-1268.
132
Reinante entre los años 1243-1276 y muerto en 1277.
133
Grecia, en la isla homónima.
134
Actual Durazzo (Albania, en la costa).
135
Pelagonia es en la actualidad un valle que se divide entre la república de Macedonia y Grecia. La ba-
talla de 1259 enfrentó sobre todo al principado de Acaya y al Imperio de Nicea.
~ 49 ~
territorio imperial y la creación de sus propios establecimientos en todos los puertos im-
portantes del mismo.
El gran acontecimiento y objetivo, el de la reconquista nicena de Constantinopla, ocu-
rrió como repentina y espontáneamente a mediados de 1261, entrando el general Alejo
Estrategopoulos en la desprotegida capital yendo a la cabeza de una pequeña o modesta
agrupación de tropas.136
Miguel VIII hizo una formal entrada procesional en la ciudad el
15 de agosto, ante las entusiastas aclamaciones del pueblo allí reunido o congregado. En
septiembre del mismo 1261 el patriarca coronó a Miguel VIII y a su esposa Teodora en
la iglesia de Santa Sofía. Su hijo Andrónico, como heredero al trono, fue proclamado
coemperador.137
El legítimo emperador Juan IV no tardó en ser cegado luego de unos
meses, mandado al exilio y recluido por orden del emperador Miguel VIII.
Al restaurarse el Imperio Bizantino no dejaron de mostrarse nuevos peligros y difi-
cultades en el mismo, disponiéndose, sin embargo, con más tropas y medios que los que
ya hubo en las provincias imperiales de Nicea. Ahora, el resultante Imperio Bizantino
estaba rodeado por muchos enemigos en su entorno, previéndose en cualquier momento
un ataque desde Occidente por las fuerzas que querían restituir el Imperio Latino de
Oriente. Miguel volvió al recurso de la diplomacia, demostrando ser hábil, astuto y muy
eficiente.
Al ocupar el trono, Miguel abolió todas las costumbres latinas y restauró muchas de
las ceremonias e instituciones bizantinas que habían existido previamente a la conquista
de los latinos. Ambicionó reconstruir el Imperio Griego o de Bizancio como una fuerza
a tener en cuenta por todo el mundo en la política internacional. Pero era consciente del
peligro que suponía el Occidente latino, en especial que sus vecinos de Italia –Carlos de
Anjou, el Papa Martín IV y los venecianos– se aliasen en su contra. Procuró por ello no
repetir él los errores en los que cayó en su momento, un siglo antes, Manuel I Comneno
(muerto en 1180).
En 1263 y 1264 respectivamente, el emperador Miguel, con el apoyo del Papa Urbano
IV (1261-1264), acordó y firmó la paz con Guillermo II de Villehardouin, príncipe de
136
Después de esta hazaña por la que el general Alejo Estrategopoulos alcanzó mucha fama y gloria, en
1262 fue nombrado o designado de nuevo para dirigir un ejército contra Epiro. Pero esta vez, sin em-
bargo, fue derrotado y capturado por Nicéforo I Comneno Ducas, déspota de Epiro, que lo envió a Man-
fredo de Sicilia (muerto en 1266). Alejo fue rescatado en 1265 a cambio de Constanza Augusta (Hohens-
taufen), viuda de Juan III Ducas Vatatzés (muerto en 1254). Sobrina de Constanza Augusta, también lla-
mada Constanza, era la esposa del rey Pedro III de Aragón. En cuanto a Alejo Estrategopoulos, es men-
cionado documentalmente por última vez en diciembre de 1270, haciendo una donación al monasterio de
Makrinitsa (Tesalia), cerca de la ciudad griega de Volos. Pudo morir en algún momento entre los años
1271 y 1275, probablemente en Constantinopla.
137
Los hijos de Miguel y Teodora fueron: Manuel (muerto niño en 1259), Andrónico (emperador como
Andrónico II Paleólogo, nacido en 1259 y muerto en 1332, abdicando en 1328), Constantino (nacido en
1261 y muerto en 1306), Irene (casada con el zar Iván Asen III de Bulgaria), Ana (casada con Demetrio
Ángelo), Eudoxia (casada con el emperador Juan II de Trebisonda, muerto en 1297) y Teodora (casada
con el rey David VI Narin de Georgia e Imereti, muerto en 1293).
De una amante tuvo Miguel VIII dos hijas ilegítimas: Eufrosine (casada con Nogai Kan, muerto en
1299) y María (casada con Abaqa Kan, muerto, como hemos contado, en este año 1282)
~ 50 ~
Acaya, y con el déspota Miguel de Epiro, que habían sido incitados a atacarle por el Pa-
pa, pero que fueron derrotados en la batalla de Pelagonia (Tesalia, 1259). El mencio-
nado Guillermo se vio obligado a ceder en Morea138
Mistrá, Monemvasia y Maina. Pos-
teriormente, Miguel también luchó contra los genoveses y venecianos, cuya influencia
en Constantinopla quería reducir, manteniendo el equilibrio de fuerzas entre ambos gru-
pos de italianos.
Con el fin de aproximarse al Papa de Roma, y separarlo de sus otros enemigos, Mi-
guel decidió estar de acuerdo en unificar la Iglesia Ortodoxa griega o bizantina con la
Iglesia Católica romana y latina, para lo cual se logró, cierto que débilmente, aquella
firma entre ambas Iglesias como uno de los resultados del Concilio II de Lyon en 1274.
Miguel lo decidió arrostrando grandes perjuicios y no poca oposición en su Imperio,
pues sus prisiones se llenaron con muchas personas fieles a la fe ortodoxa. Durante
cierto tiempo pareció que la medida había funcionado, pero finalmente, como bien sabe-
mos, el Papa Martín IV (que en parte y mucho seguía las órdenes del ambicioso Carlos
de Anjou) le excomulgó. Entonces Miguel necesitaba una nueva táctica e hizo uso de la
diplomacia bizantina para conseguir que los aragoneses del rey Pedro III atacaran Sici-
lia, en resolución de las que ya se conocen como Vísperas Sicilianas, partiendo así en
dos el reino de Carlos de Anjou, sobre el que iremos viendo el desenvolverse.
Al reconstruir el Imperio Bizantino, Miguel VIII Paleólogo recuperó la antigua admi-
nistración sin preocuparse de corregir sus abusos. Así, redujo la ley de las monedas, lo
que condujo a la decadencia del comercio bizantino. Como queda dicho, murió en Tra-
cia, a 11 de diciembre de este año 1282.139
138
El Peloponeso.
139
Y su dinastía se prolongó durante mucho tiempo, en un largo período de casi dos siglos.
~ 51 ~
Miguel VIII Paleólogo
~ 52 ~
EPÍLOGO I
SANTA INÉS DE PRAGA O DE BOHEMIA
(Textos del Directorio Franciscano y tomados en parte de L’Osservatore Romano)140
Inés de Praga o de Bohemia renunció pronto al porvenir que le brindaba su real as-
cendencia, porvenir para el que la venían preparando desde niña, prefiriendo consa-
grarse totalmente a Dios, al servicio de los pobres y al cuidado de los enfermos. Siguió
el camino evangélico abierto por Santa Clara de Asís, con quien mantuvo asidua corres-
pondencia. Se conservan cartas de Clara a Inés que nos revelan la grandeza mística y
humana de sus vidas.
Inés, hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia, y de la reina Constancia, hermana de
Andrés I, rey de Hungría, nació en Praga en el año 1211. Desde la infancia, indepen-
dientemente de su voluntad, se vio implicada en proyectos de matrimonio por especu-
laciones políticas y conveniencias dinásticas. A sus 3 años de edad fue encomendada a
los cuidados de la duquesa de Silesia, Santa Eduvigis,141
que la acogió en el monasterio
de las monjas cistercienses de Trzebnica y le enseñó los primeros rudimentos de la fe
cristiana. A la edad de 6 años la llevaron de nuevo a Praga y la encomendaron a las
monjas premonstratenses de Doksany para su instrucción. En 1220, prometida en ma-
trimonio a Enrique VII, hijo del emperador Federico II, fue llevada a la corte del duque
de Austria, donde vivió hasta el año 1225, manteniéndose siempre fiel a los deberes de
la vida cristiana.
Rescindido el pacto de matrimonio, volvió a Praga, donde se dedicó a una vida de ora-
ción más intensa y a obras de caridad; después de madura reflexión decidió consagrar a
Dios su virginidad. Llegaron a la Corte de Praga otras propuestas de matrimonio para
Inés. El Papa Gregorio IX, a quien Inés había pedido protección, intervino reconociendo
su propósito de virginidad y desde entonces Inés adquirió para siempre la libertad y la
felicidad de consagrarse a Dios.
A través de los Hermanos Menores, que iban a Praga como predicadores itinerantes,
conoció la vida espiritual que llevaba en Asís la virgen Clara, según el espíritu de San
Francisco. Quedó fascinada y decidió seguir su ejemplo. Con sus propios bienes fundó
en Praga entre 1232 y 1233 el hospital de San Francisco y el instituto de los Crucíferos
para que lo dirigieran. Al mismo tiempo fundó el monasterio de San Francisco para las
“Hermanas Pobres” o “Damianitas”, donde ella misma ingresó el día de Pentecostés
del año 1234.
Profesó los votos de castidad, pobreza y obediencia, plenamente consciente de los va-
lores eternos de estos consejos evangélicos, y se dedicó a practicarlos con fervorosa fi-
140
12 y 19 de noviembre de 1989.
141
Muerta en 1243. Se conmemora en el santoral el 16 de octubre.
~ 53 ~
delidad, durante toda su vida. La virginidad por el Reino de los Cielos siguió siendo
siempre el elemento fundamental de su espiritualidad, implicando toda la profunda afec-
tividad de su persona en la consagración del amor indiviso y esponsal a Cristo. El es-
píritu de pobreza, que ya la había inducido a distribuir sus bienes a los pobres, la llevó a
renunciar totalmente a la propiedad de los bienes de la tierra para seguir a Cristo pobre
en la Orden de las “Hermanas Pobres”. El espíritu de obediencia la condujo a confor-
mar siempre su voluntad con la de Dios, que descubría en el Evangelio del Señor y en la
Regla de vida que la Iglesia le había dado.
Trabajó junto con Santa Clara para obtener la aprobación de una Regla nueva y propia
que, después de confiada espera, recibió y profesó con absoluta fidelidad. Constituida,
poco después de la profesión, abadesa del monasterio, conservó esta función durante to-
da la vida y la ejerció con humildad, sabiduría y celo, considerándose siempre como “la
hermana mayor”. La admiración que suscitó Inés cuando se difundió por Europa la no-
ticia de su ingreso en el monasterio creció con los años. Se admiraba especialmente el
ardor de su caridad para con Dios y para con el prójimo, el fervor con el que adoraba el
Misterio Eucarístico y la Cruz del Señor, así como la devoción filial a la Virgen María,
contemplada en el Misterio de la Anunciación-Encarnación. Amó a la Iglesia, implo-
rando para sus hijos los dones de la perseverancia en la fe y la solidaridad cristiana. Se
hizo colaboradora de los Romanos Pontífices, que para el bien de la Iglesia solicitaban
sus oraciones y su mediación ante los Reyes de Bohemia, sus familiares. Amó a su pa-
tria, a la que benefició con las obras de caridad individuales y sociales y con la sabiduría
de sus consejos, encaminados siempre a evitar conflictos y a promover la fidelidad a la
religión cristiana de los padres.
En los últimos años soportó inalterable los dolores que la afligieron a ella, a la familia
real, al monasterio y a la patria. Murió santamente en su monasterio el 2 de marzo de
1282. El culto tributado desde su muerte y a lo largo de los siglos a la Venerable Inés de
Bohemia, tuvo el reconocimiento apostólico con el Decreto aprobado por el Papa Pío IX
el 28 de noviembre de 1874. La proclamó Santa el Papa Juan Pablo II el 12 de noviem-
bre de 1989.
* * * * *
De la homilía del Papa Juan Pablo II en la Misa de la canonización (12-XI-1989)
“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”.
“Aprended de mí... porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
“Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí” (Mt 11, 29).
Meditando en estas palabras la Iglesia contempla hoy a dos personas que, con toda su
vida, acogieron esta invitación del Maestro divino: la beata Inés de Bohemia y el beato
hermano Alberto Chmielowski de Cracovia. Muchos siglos los separan a ambos: del si-
glo XIII al siglo XX. Pero los une una particular afinidad espiritual: la herencia de San
Francisco de Asís y de Santa Clara, así como la cercanía de las naciones de donde pro-
vienen: Bohemia y Polonia. Hoy los une la común canonización...
~ 54 ~
La Beata Inés de Bohemia, a pesar de haber vivido en un período tan lejano del nues-
tro, sigue siendo también hoy un resplandeciente ejemplo de fe cristiana y de caridad
heroica, que invita a la reflexión y a la imitación.
Se pueden aplicar perfectamente a su vida y a su espiritualidad las palabras de la Pri-
mera Carta de Pedro: “Sed, pues, sensatos y sobrios para daros a la oración”. Así es-
cribía el Jefe de los Apóstoles a los cristianos de su tiempo, y añadía: “Ante todo, tened
entre vosotros intenso amor... Sed hospitalarios unos con otros sin murmurar” (1 Pe 4,
7-9). Precisamente este fue el programa de vida de Santa Inés: desde la más tierna edad
orientó su propia existencia a la búsqueda de los bienes celestes. Después de haber re-
chazado algunas propuestas de matrimonio, decidió consagrarse totalmente a Dios, para
que en su vida fuese Él glorificado por medio de Jesucristo (cf. 1 Pe 4, 11).
Habiendo conocido por medio de los Hermanos Menores, llegados por entonces a Pra-
ga, la experiencia espiritual de santa Clara de Asís, quiso seguir su ejemplo de francis-
cana pobreza: con los propios bienes dinásticos fundó en Praga el hospital de San Fran-
cisco y un convento para las “Hermanas Pobres” o “Damianitas”, donde ella misma
hizo su ingreso el día de Pentecostés del año 1234, profesando los votos solemnes de
castidad, pobreza y obediencia.
Se han hecho célebres las cartas que Santa Clara de Asís le dirigió para animarla a
seguir en el camino emprendido. Surgió así una amistad espiritual que duró casi veinte
años, sin que las dos mujeres se encontrasen nunca.
“Sed hospitalarios unos con otros sin murmurar” (1 Pe 4, 9). Fue la norma en la que
Santa Inés inspiró constantemente su acción, aceptando siempre con plena confianza los
acontecimientos que la Providencia permitía, con la seguridad de que todo pasa, pero la
Verdad permanece para siempre.
Esta es la enseñanza que la nueva Santa os ofrece también a vosotros, queridos com-
patriotas suyos, y que ofrece a todos. La historia humana está en continuo movimiento;
los tiempos cambian con las diversas generaciones y con los descubrimientos científi-
cos; nuevas técnicas, pero también nuevos afanes se asoman al horizonte de la humani-
dad, que se halla siempre en camino: pero la Verdad de Cristo, que ilumina y salva, per-
dura al cambiar los acontecimientos. ¡Todo lo que sucede sobre la tierra es querido o
permitido por el Altísimo para que los hombres sientan la sed o la nostalgia de la Ver-
dad, tiendan a ella, la busquen y la alcancen!
“Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido”, así es-
cribía más adelante San Pedro, y concluía: “Si alguno presta un servicio, hágalo en vir-
tud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo”
(1 Pe 4, 10-11). En su larga vida, atribulada también por enfermedades y sufrimientos,
Santa Inés realmente prestó con energía su servicio de caridad, por amor de Dios, con-
templando como en un espejo a Jesucristo, como le había sugerido Santa Clara: “En
este espejo resplandecen la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la inefable ca-
ridad” (Carta IV).
Y así, Inés de Bohemia, que hoy tenemos el gozo de invocar como “Santa”, a pesar
de haber vivido en siglos tan lejanos a los nuestros, desempeñó un destacado papel en el
desarrollo civil y cultural de su nación y permanece contemporánea nuestra por su fe
cristiana y por su caridad: es ejemplo de valor y es ayuda espiritual para las jóvenes que
~ 55 ~
generosamente se consagran a la vida religiosa; es ideal de santidad para todos los que
siguen a Cristo; es estímulo hacia la caridad, practicada con total entrega a todos, supe-
rando toda barrera de raza, de pueblo y de mentalidad; es celeste protectora de nuestro
fatigoso camino diario. A ella podemos, por tanto, dirigirnos con gran confianza y espe-
ranza.
~ 56 ~
EPÍLOGO II
EL REY PEDRO III Y LA CORONA DE ARAGÓN EN EL MEDITERRÁNEO
Pedro III, cuando aún era infante, hubo de casarse, a 13 de junio de 1262, cele-
brándose la boda en la catedral de Montpellier, siendo la novia Constanza de Hohens-
taufen, hija y heredera del rey Manfredo I de Sicilia. Pedro tenía 22 años de edad y
Constanza 13.
Como reyes de Aragón Pedro y Constanza fueron coronados probablemente el 17 de
noviembre de 1276, en una ceremonia en la que Pedro rompió al vasallaje aragonés con
la Santa Sede, cancelando aquella sumisión feudal concertada con el Papa por parte de
su abuelo el rey Pedro II (1196-1213).
Todo el reinado de Pedro III se centró en la expansión de la Corona de Aragón por el
Mediterráneo, aprovechándole para ello su matrimonio con la mencionada Constanza, a
través de la cual pudo reivindicar la Corona de Sicilia.
El reino de Sicilia se encontraba desde 1266 en poder de Carlos I de Anjou, a quien
apoyó el Papa Clemente IV (1265-1268), que no deseaba a ningún Hohenstaufen en el
sur de Italia. Carlos había sido investido por la Santa Sede tras haber derrotado a Man-
fredo, muerto en la batalla de Benevento (1266).
El monarca angevino, Carlos, hizo cegar a los tres hijos varones de Manfredo y, en
1268, capturó e hizo decapitar al joven Conradino, nieto del emperador Federico II y úl-
timo heredero varón de la dinástica Hohenstaufen.
La línea sucesoria siciliana pasó entonces a Constanza, la cual ofreció refugio en Ara-
gón a las familias partidarias de su padre, los Lanza, los Lauria y los de Procida. Desde
Aragón, Juan de Procida, Roger de Lauria y los demás del antiguo partido o facción Ho-
henstaufen organizaron la oposición a Carlos de Anjou con Pedro de Aragón como can-
didato a Sicilia, contando también con el apoyo bizantino, pues Carlos ambicionaba Bi-
zancio
Una flota de la Corona aragonesa, al mando de Canrado Lanza, recorrió en 1279 las
costas norteafricanas para restablecer la soberanía feudal y mercantil de Aragón so-
bre Túnez, sultanato que la muerte del emir Muhammad I al-Mustansir había debilitado,
como podemos recordar. Posteriormente, en 1281 y 1282, Pedro III armó una flota para
invadir Túnez y solicitó luego al recién elegido Papa Martín IV una bula que declarara y
catalogara la operación militar como cruzada, que fue a lo que el Papa se negó, como ya
aludíamos o notificábamos en su momento.
Mientras la flota aragonesa-catalana zarpaba y se dirigía a Túnez, operando en tierras
y costas norteafricanas, sucedió en Palermo y por toda Sicilia lo que se conoce como
Vísperas Sicilianas, produciéndose la liberación y expulsión de allí, tras una horrenda
matanza, de los franceses y angevinos. Los sicilianos enviaron entonces una embajada a
Pedro III ofreciéndole la Corona siciliana, a la que tenía derecho gracias a su matrimo-
nio con Constanza. El rey aragonés puso entonces su flota rumbo a Sicilia, llegando allí
el 30 de agosto de 1282. Luego fue coronado rey en Palermo.
~ 57 ~
Inmediatamente envió una embajada a Carlos de Anjou, que se encontraba en Mesina,
instándole a reconocerle como rey de Sicilia y a abandonar la isla. La derrota de la flota
angevina en Nicoreta, a manos del almirante Roger de Lauria, obligó a Carlos a dejar
Mesina y refugiarse en su territorio regio de Nápoles. Y el Papa Martín IV respondió a
la coronación siciliana de Pedro III lanzándole una excomunión (9 de noviembre de
1282).
Dos lecturas recomendadas sobre aquellos hechos o acontecimientos pueden ser las de
los siguientes libros. De Steven Runciman (2009): Las Vísperas Sicilianas. Una historia
del mundo Mediterráneo a finales del siglo XIII. Y de Jorge Molist, más en plan novela
histórica (2018): Canción de sangre y oro. Se nos hacen presentes los almogávares.
El matrimonio de Pedro y Constanza es fundamental en toda esta historia. Ciertamen-
te se trataba de un matrimonio en principio más concertado que amoroso, sin que estu-
viera cerrado a esto.
¿Qué era de aquel matrimonio, cómo funcionaba, si es que funcionaba? Ciertamente,
los matrimonios medievales eran lo que era, y funcionaban como funcionaban, refirién-
donos sobre todo a los regios y cortesanos. En este caso, puede suponerse que Pedro
tendría su vida sexual al margen de su esposa o además de ella. Él estaba muy influido
por la cultura occitana que le venía de familia, y era característicamente mujeriego, no
exento de ser poético, dado a componer versos en lengua provenzal, teniendo y culti-
vando también el conocido como amor cortés. No lo olvidemos. Cuando el padre de
Constanza fue muerto por Carlos de Anjou en Benevento, siendo invadido y usurpado
su reino, Pedro se tomó aquello como una grave ofensa a su dama. Como mínimo, había
amor cortés en su relación, pero también existen pruebas de que hubo siempre algo más,
también sexual y extramatrimonialmente. No obstante, parece ser que Pedro mantuvo
siempre gran respeto hacia Constanza.
Pedro III sabía del calvario de su hermana Violante a la que casaron muy niña, con 10
años, con Alfonso X de Castilla, que tenía 25 años de edad. Como Violante no se había
quedado embarazada teniendo ya 14 años de edad, Alfonso X la consideró estéril y dig-
na de repudio. Podemos recordar todo aquello. Se negoció su repudio con el Papa del
momento y su destino no era otro que el de su reclusión monástica de por vida. Por
suerte –si vale decirlo– se preñó entonces, teniendo luego en total once hijos. Pero la
presión que tendría que haber soportado la pequeña pudo ser tremenda.
Otra cosa que consideramos es la relación de Pedro III con el Papa (y viceversa). Po-
demos partir de su padre, Jaime I, que se llevó muy bien con el Papa, tanto por gratitud
como porque qué remedio le quedaba. No olvidemos que Jaime I le debía el trono al
Papa. Resultó también, como podemos recordar, que fue excomulgado durante un tiem-
po. Bien sabemos lo mucho que le iban las mujeres, incluidas las casadas. Recordemos
aquel episodio de pecador habiendo confesado con el obispo de Gerona, yéndose luego
éste de la lengua ante el Papa. El cabreo del rey fue descomunal ante tal falta de sigilo,
tan descomunal que hizo que al prelado le cortaran la lengua. La relación del rey con el
pontífice se recompuso. Pero no viene a ser lo mismo en el caso de Pedro III, el cual en
mayor medida “se topó con la iglesia”. Pedro hubo de luchar contra el Papa y contra su
amigable aliado Carlos de Anjou, amparado a modo de emperador mediterráneo por el
pontífice.
~ 58 ~
En cuanto a los almogávares –recordándolos ahora o considerándolos como de pasa-
da–, ¿quiénes eran, a qué se dedicaban y a quiénes servían? Eran gente que huía de la
miseria y de la condición servil sin más. Eran descendientes de los pastores aragoneses,
catalanes y navarros, hombres capaces de sobrevivir en el monte y de apañarse en cir-
cunstancias de penuria extrema. Eran de gran confianza como creyentes. También había
sarracenos entre ellos. Eran impagables como exploradores. Pedro III los tuvo en su cer-
canía y a su servicio. Eran de respetar y respetables. Podían ser tanto mercenarios como
bandidos. Su versión castellana era la de los golfines, siendo también algunos de ellos
embarcados al norte de África y a Sicilia.
Con todo –y ya seguiremos avanzando–, Pedro III, que tendrá sobrenombre de el
Grande, fue el rey aragonés que a finales del siglo XIII frenó a los franceses y cambió el
rumbo de Europa, también por el Mediterráneo.
~ 59 ~
ÍNDICE
A modo de prólogo
Las Vísperas Sicilianas ………………………………………………………. pág. 3
Isla de Menorca
Murió Abu Uthmán Said ibn al-Hákam al-Qurashi ………………………….. pág. 10
Señorío de Gibelet (condado de Trípoli)
La muerte cruel de Guido II Embriaco y de sus hermanos …………………... pág. 13
Sevilla y Valladolid (reino de Castilla)
Crisis sucesoria con maldición regia por parte de Alfonso X ……………….. pág. 15
Palermo (reino de Sicilia)
Sangrienta masacre ………………………………………………………….. pág. 17
Praga (reino de Bohemia)
Murió la hermana clarisa Inés que antes fue princesa ………………………. pág. 21
Osimo (Italia)
Murió el obispo Bienvenido Scotivoli ………………………………………. pág. 23
Toledo (reino de Castilla)
Boda de bajo tono regio en la catedral ……………………………………… pág. 25
Reino de Portugal
Celebrada boda real …………………………………………………………. pág. 27
Reino de Aragón
Encaminado a Túnez y hacia el Mediterráneo ……………………………… pág. 28
Principado de Gales (a occidente de Inglaterra)
Noticias y necrológicas recientes …………………………………………… pág. 29
Reino de Castilla
Asuntos varios y la petición de Zahara ……………………………………… pág. 39
Ilkanato Mongol de Persia
Asesinado Abaqa Kan ……………………………………………………….. pág. 41
Imperio Bizantino
Murió el emperador Miguel VIII Paleólogo ………………………………… pág. 46
~ 60 ~
Epílogo I
Santa Inés de Praga o de Bohemia ………………………………………….. pág. 52
Epílogo II
El rey Pedro III y la Corona de Aragón en el Mediterráneo ………………… pág. 56
~ 61 ~
Recommended