y' · Pedro Gómez Valderrama habla de un encuentro en Washington con Borges, con tribuye al...

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ISIMPATIAS y'"La obra de Borges atraviesa el difícil mo­mento en que se halla toda obra destinadaa ser clásica cuando la existencia de su au­tor la sujeta a numerosos cambios de pers­pectiva, y hace que ineludiblemente se lejuzgue a la luz de los hechos actuales, coti­dianos. Todo impide la necesaria objetivi­dad; todo comentario afronta el riesgo deinvalidarse. El único recurso es partir dela conciencia de que toda exégesis, todo jui.cio, toda discrepancia es nada más "una delas posibles lecturas", y antes de combatiro exaltar a Borges hay que hacer el inten­to de situarlo dentro del panorama contem­poráneo y definir la razón y el sentido desu trabajo de escritor. Acaso -como creelino de sus críticos más inteligentes, EmirRodríguez Monegal- la manera m¡ís efi­caz de acceder al mundo literario que cu­bre el nombre de Jorge Luis Borges seaaceptar, de IIna vez por todas, que no esposible comprenderlo cabalmente s.i no sele considera como una literatura dentro deotra; no ólo como un capítulo o una etapao una tendencia dentro de la literatura ar­g-entina o hispanoamericana de hoy. Se tra­ta, en prin ipio, de toda una literatura consu pluralidad de géneros, desde la líricahasta la fabula ión rnetaflsica; con sus evi­dentes periodos, desde la renovaci6n ultraís­ta de lo afio "cinte hasta los intensos ys n illo t xtos de los últimos tiempos, pa­. ando p r la fanta 'ías que alguno juzganom i nada m;ís allí e tuviese Borges. na

literatura qu ti ne su propia retórica y Sil

propia estill·tica, una metaflsi a que le con­fiere IInidad y ha e IIn todo oherentc alligar lo fragm nto; un stil per onal, in·transf ribl '. hasta sus apócrifos. y haslasu O ulla, des) iadada aULOcríli a. na litc.ratura qu . m;ís ;tll;\ d' su profusi6n, revelala unidad el 1 s l' lIorg-cs: Sil crcador y su1 'ma s rclCl.

A fin's d' 1%1 Uorg 's ha puhlicado unaA IItologín !}(:rsollal t¡1I' nos conccde IInailllag n d '., mismo dislalll de la quc die­r n c nd 'na ion s y exaltacioncs a!Herio-

d su labor. Si de lara en el prólog-o:" lis prcf 'rcncias han dictado cste libro.Qui l' . er jllJg-ado por '1, ju lifi ado o n:.probado por "1", 'ería injusti ia -y lll;'tsqu nada. fa ilidad- justifi arlo o reprobar­lo presa ¡J IItologín !Jer.wllnl. sin incluirsa nue\'a. a aso Sol postrera, dimensi6n del

e'crilor n ) ron junto de su obra lotal.Es probable'que el diálog-o con Jam~s lrbyqu e puhli a cn e-tas p¡íginas constituya,ell lo futuro, una porción indispensable delIIlalenal que sc requier para enjuiciar aBor,-\,e, a Rorge indiscutible "c1¡ísico delsiglo \ eilllc".

i\lientras tanlO, hay un Borges doctor.Jekyll que escribe pág-inas perfectas, g-anael Prcmio Internacional de los Editorespon a la lileratura hi panoamericana al ni:\'el d la m;\ alta literatura europea, asom­bra a los e critore france es, y hay unBorges i\1r. Hyde que hace declaraciones ala revista o artefacto peluqueril BohemiaLibre y o tiene que "ser neutral es ser co­muni t;]". Borges-Jekyll obtiene elo<Tios dei\lauriac. de lauroi, de los mejores "'críticosuropeos. Borges.Hyde, provoca las alarmas

del doctor Erncsto Sábato (née Carlos Ar­g-elllino Daneri) y hace que los limpios deculpa alarguen la mano a la primera piedra.

La revi ta Mito, de Bogotá, dedica bue­na parte de su más reciente número a unhomenaje a Borges que no excluye una

lúcida y respetable disidencia: el ensayo deJaime Mejía Duque, que rechaza la o?rapero no niega su grandeza. ~ado que ~lto,des!ITaciadamente, no llega SIllO a cont,ldasper~onas en México, tal vez no resulte ocio­so reproducir algunos párrafos de este ho­menaje. Rafael Gutiérrez Girardot -que yaha -publicado un excelente libro sobre Bor­ges- afirma: "Lo bello es lo verdad~ro;_ ~onesta frase puede formularse la estéuca. -Irte­raria del lector de Nietzsche Borges. Sepuede reprochar y ~ec_hazar este ~s~epti~is­mo nihilista como ctlllsmo. La cnUca hte­raria hispánica objeta a Borges su intelec­tualismo. Y cuando Borges anticipadamentere~.pondió a ella diciendo que el intelectoes en el hombre lo más humano porque eslo menos minera!, vegetal y angelical, aludiópues a la definición tradicional del hombrecomo animal racional, que él interpreta enel sentido del pensamiento moderno como elanimal que se crea a sí mismo mediantela razón: como el hombre que se producea sí mismo. La autoproducción del hombreno sucede -según Borges- mediante el tra­bajo,' sino mediante el ocio. En el estadode la permanente disolución de los órdenesfirmes de lo presente se sabe el hombre comohombre sólo cuando él alcanza mediante elocio la conciencia de su propio poder, desu propio valor y de su libertad inajenable.Cuando el aire envenenado de una dicta­dura amenazaba aniquilar la vida humanapudo Borges, en medio del dolor, concluiruna conferencia afirmando que mientraspodamos pensar y fabular no habrá tiranocapaz de imponcr su poder sobre nuestra'xistencia. No sería de extrañar que se con­

dderase tal convicción como fácil huida enla interioridad. Una f¡tbula fantástica y unjueg-o inKenioso se mantienen en el campoinocellte de lo que no implica compromisoy por eso de lo ineficaz. Queden para otrashoras mis penas -dijo Rorges-, y con ellodClermina el arte como una función autó­noma)' aut:írquica de la razÓn, cuya huma­nidad es inherente a ella y que tiene otraespecie de obligatoriedad y eficacia distintade la que el sentido común y el heroísmo('ordial adjudican al dulce corazón".

Nada dulces, en cambio, son las últimaslíneas del ensayo de Mejía Duque: "Seríapues un error de graves consecuencias apro­ximar la significación del laberinto en elescritor argentino a las que el mismo sím­bolo asume en Kafka y en Joyce. Claro esque en todos ellos la forma del laberintorevela, en principio, una concepción ge­neral del universo y una actitud frente ala sociedad humana, de tipo idealista. Maslos contenidos particulares difieren extraordi­nariamente. A falta de un serio estudio fe­nomenológico, que no estamos por lo pron­to en condiciones de presentar aquí, re­~;umiríamos nuestra impresión de conjuntodiciendo que ante los creadores de La con­dena y Ulises el esteta sudamericano es­grime con habilidad y ele<Tancia las frívolasluminarias de El Aleph, Histo,-ia univeTSalde la ill~amia y Ficciones, cuya esplendidezverbal, SIl1. duda habitada por expectativasy resonanCias, es a aquellos monumentos li­terarios lo que los epigramas de los retóri­cos helenísticos y bizantinos fueron a losdiálogos de Platón y a los tratados de Aris­tóteles: el mundo y el arte concebidos comof~gaz entretenimiento de un Hado Arbitra­rIO, y estas mismas realidades afrontadasmmo problemáticas y comprometedoras de

suyo. Un místico tOI:turado y un furibundoprofeta bien podian con la última empresa.Un escéptico a caza de. la metáfora en elLaberinto, jamás."

Marta Mosquera concluye, por su parte:"No importa que Borges cante en secretoal Río de la Plata, a Buenos Aires o a Mon­tevideo, ni que esas dos ciudades sean doslaberintos en la niebla, que sus héroes seanun minotauro, un dios, un traidor, un gue·rrero, un héroe, un enamorado. Aquello queimporta es la soledad de un poeta; su exilionatural en su propia esquina. Aquello queimporta es saber soíiar y hacer soñar a losotros. Todo es lícito frente al sueño. Lavida es una profesión de fe, uñ- aprendizajedoloroso, donde el asombro se acepta con'todos sus secretos. Aquello que importa esque ese laberinto que Borges invoca se pa.rezca al mundo y que Borges se pareZc.l alhombre."

Pedro Gómez Valderrama habla de unencuentro en Washington con Borges, con­tribuye al homenaje con una selección de"cuentos breves y extraordinarios" entre­sacados de sus lecturas. Termina así: "Aho·ra, al recordar la entrevista, pienso que hedebido tomar notas. Pero no lo hice; antetodo, era una entrevista de amistad. Porotra parte, las notas habrían logrado crearuna confusión en este recuerdo que ahoraes, para mí, nítido y preciso. La entrevistatenía el valor de una comprobación huma­na. Luego de haberle oído, de haber dialo­gado con él, pienso _que Borges, humana·mente, no podía ser distinto del creador queconoela. Que el hombre Borges vale tantocomo el escritor."

Como es posible percibir, aun en estascitas aisladas de su contexto, la obra deBorges puede obtener o no nuestras apro­baciones, nunca ganar la indiferencia. Esacapacidad de admirarnos o de-..-indignarnosconstituye una de las seguras -pruebas desu importancia, que Hernando Téllez des·taca así, en un inciso de su Agenda bo,-ge­siana: "La influencia de Borges, como lade todo grande escritor, cuyo tono y cuyoprocedimiento son inconfundibles, y cuyoestilo es una pertenencia inexpropiable,será funesta y benéfica en las letras de estaparte del mundo. Sobre desechos y ceni­zas borgesianas perecerán literariamente losque no podrán ser enriquecidos jamás conlos secretos o explícitos tesoros de su obra,a causa de la propia impotencia para ha­cer de ella un nuevo punto de partida.Otros asimilarán orgánica y autónoma­mente esa peligrosa y espléndida influencia.Pero en diez, en veinte años más;- y en laproporción en que la fama europea deBorges aumente, el bazar de las literaturashispanoamericanas se llenará de subproduc­tos, sumamente baratos, copiados sobre elmolde borgesiano."

Creo que en esto sí podemos estar to­dos de acuerdo: la obra de Borges es untérmino, no un punto de partida. Como to­do gran escritor, no puede ser un "mode­lo", pero sí es dado a todos el poder apro­vechar sus enseñanzas. Conscientes o nQde ello, pocos son los escritores de las re­cientes generaciones hispanoamericanas queno le deban algo a Borges, a Borges queha descubierto un nuevo rigor y una nuevaentonación del castellano, que ha señaladolos peligros del falso nacionalismo, que hacreado una realidad, como la nuestra, im­placable y laberíntica. "Vasta y casi inhu­mana fue la tarea, pero no fue menor lavictoria."

-J. E. P.