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COMENTARIO DEL SONETO
DE LEOPOLDO PANERO Señor, el viejo tronco se desgaja,
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Señor, el viejo tronco se desgaja,
el recio amor nacido poco a poco,
se rompe. El corazón, el pobre loco,
está llorando a solas en voz baja,
del viejo tronco haciendo pobre caja
mortal. Señor, la encina en huesos toco
deshecha entre mis manos, y Te invoco
en la santa vejez que resquebraja
su noble fuerza. Cada rama, en nudo,
era hermandad de savia y todas juntas
daban sombra feliz, orillas buenas.
Señor, el hacha llama al tronco mudo,
golpe a golpe, y se llena de preguntas
el corazón del hombre donde suenas.
Leopoldo Panero, La estancia vacía. 1944.
El soneto de Leopoldo Panero que nos ocupa desarrolla un tema claro; se
trata de una oración a Dios de un hombre preocupado por la vejez como anuncio
de la muerte.
Este asunto aparece en estos catorce versos con una estructura evidente:
- De los versos 1 al 11 habla del delicado estado de salud que tiene en el
presente y la añoranza de un pasado lleno de fuerza y vigor, de amor y
de alegría. Se produce aquí la identificación entre la fortaleza del
hombre joven y la fortaleza del árbol, símbolo de la vida, pero que aquí
se rodea de connotaciones negativas.
- Estas tres estrofas constituyen además una unidad de sentido
manifestada gramaticalmente con la aparición del punto al final de la
tercera estrofa.
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- De los versos 12 al 14, el segundo terceto reincide en la misma idea,
pero con la aparición de la muerte de una forma metafórica.
A pesar de que el poema está lleno de connotaciones negativas, hay en él
un tono global de resignación y de esperanza puesta en la figura del Señor que
encabeza el soneto.
Se trata de una poesía preocupada por lo esencial, como se demuestra en
la abrumadora presencia de sustantivos, lo que confiere al texto un ritmo
marcadamente pausado, sin estridencias ni sobresaltos, como corresponde al
tono de oración que se respira en estos endecasílabos. Las formas verbales
aparecen en posiciones destacadas ("se desgaja", "se rompe", "resquebraja"), lo
que indica que con el paso del tiempo y la muerte de los seres queridos todo se ha
venido abajo. Además, es destacable el valor afectivo de los adjetivos antepuestos
("el viejo tronco", "el recio amor", "el pobre loco", "santa vejez", "noble fuerza").
La sintaxis también presenta una estructura lógica con un solo
hipérbaton en el verso 5:
del viejo tronco haciendo pobre caja
mortal
Encontramos tres encabalgamientos abruptos (vv. 2-3, 5-6 y 8-9):
el recio amor nacido poco a poco, / se rompe
del viejo tronco haciendo pobre caja / mortal
en la santa vejez que resquebraja / su noble fuerza
Como se puede observar, en los tres casos se trata de enfatizar la idea de
ruptura, de ruptura del hilo que une la vida con la muerte. El encabalgamiento
suave, por el contrario, de los versos 13 y 14 parece querer reflejar la idea de
aceptación del final inevitable que se le avecina.
Es de destacar la unidad que manifiestan estos versos desde un punto de
vista temático. En el segundo verso se habla de que el recio amor fue naciendo
poco a poco, y en el penúltimo se dice que el hacha está llamando al tronco golpe
a golpe. Por tanto, se intenta reflejar el paralelismo entre el principio y el final de
la vida.
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Como poesía de corte religioso que es, y siguiendo una larga tradición
literaria, el poeta se vale de símbolos y metáforas para transmitir sus ideas. El
tronco del primer verso hace referencia al vigor y la fuerza del yo poético que
ahora, ya viejo, están perdiéndose. La juventud llevaba aparejado el amor, el recio
amor del segundo verso, que se concentra y simboliza en el corazón del tercer
endecasílabo. A su vez, el tronco del árbol es metáfora del tronco del cuerpo
humano que alberga en su interior un corazón al que le gustaba darse al amor
apasionado., como parece querer decir en el tercer verso con la expresión el
corazón, el pobre loco.
Ahora bien, comienza el segundo cuarteto y el viejo tronco de la estrofa
anterior pasa al plano real, puesto que con él la voz poética pretende construirse
su ataúd (del viejo tronco haciendo pobre caja / mortal). El poeta, sin embargo,
no ha querido privar del todo al árbol de su naturaleza metafórica, puesto que en
el siguiente endecasílabo dice que se trata de una encina, símbolo de robustez, de
vitalidad y de fuerza, aunque ahora ya ha perdido estas cualidades. Está el cuerpo
del poeta en los huesos, la vejez ha resquebrajado su noble fuerza, la del tronco y
la del hombre, que son una misma cosa.
En el primer terceto se añade una información más. Lo que la vejez está
ajando no es un tronco desnudo, sino un tronco reverdecido con ramas y
abundantes hojas que daban sombra feliz. Cada miembro del cuerpo del poeta,
lleno de vitalidad y juventud, era recorrido por un torrente de sangre vital (cada
rama, en nudo, / era hermandad de savia, vv. 9-10). En obvio que no está
haciendo más que añorar un pasado de juventud, alegría y felicidad que ahora
está desapareciendo debido a la amenaza constante de esa hacha del verso 12,
símbolo de la muerte que nos ronda constantemente y que nos va derribando
golpe a golpe de forma inexorable.
La asociación de ideas que va vertiendo a lo largo de toda la composición
llega a su máxima expresión en los versos finales, en los que el golpe a golpe con
que llama el hacha al tronco, al hombre, son golpes como de alguien que llama a
la puerta de alguien, en este caso al corazón, que, si en la primera estrofa era
metáfora del amor, ahora es el elemento vital del cuerpo humano. Es la muerte
que quiere entrar en las entrañas del hombre: … y se llena de preguntas
el corazón del hombre donde suenas. (vv. 13-14)
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Llama la atención en un soneto de estas características que no se haga
mención, incluso de formada velada, al tiempo, algo que tanta literatura ha
generado a lo largo de la historia. Quizá sea la aparición del Señor, en forma de
oración, a quien van dirigidas estas palabras la que supla esa idea.
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