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El vago

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El Vago

En su vida todo es interesante. Es curioso. Las cosas le llaman la atención. Le asombran. La gente. Él mira absorbiendo todo como se lo recibe y lo trata de entender. Se dedica a mirar y a escuchar. Habla poco. Es sencillo. Un poco acomplejado. Quizá porque sabe que no es importante. No llama la atención. Solo se lo nota de paso. Es discreto. Se mueve con lentitud, como midiendo cada paso que no se dirige a ningún lugar. El vago no hace mucho ruido. Es sigiloso. No quiere molestar. Se sorprende cuando alguien se interesa en escucharlo y deja de ser él el que escucha. El vago va entretejiendo una trama con los significados de lo que ocurre. Se explica lo que se puede entender y relaciona lo ausente. Él sabe que no hace nada pero se acostumbra y trata de ser coherente con decir lo que le parece el mundo animado. Él está quieto. Pensándose a sí mismo en lo que se realiza en torno suyo. Hay gente que se interesa por los vagos. Es que son los que se han quedado afuera y cada vez son más los espectadores que se identifican con ello y se sientan a charlar. Los que venían fuerte y se quedaron en el camino se encuentran con los vagos y los saludan esperando encontrar algo. El vago se deja estar sin que lo noten como dejando que todo ocurra sin él. Captura imágenes, palabras y todo lo que le sirva para incluir en sus conclusiones que siempre son parciales porque él investiga. La señora Ramírez tenía un vago viviendo enfrente de su casa. El tipo según su hija tocaba el piano pero no sabía mucho más salvo que salía desde hacía años con una chica joven y muy linda. Soraya, la hija de la señora Ramírez, hacía terapia desde hacía años. Miraba al vago como preguntándose cómo vivía y en qué se ocupaba para ser independiente. Lo miraba caminar como a Silvia su joven novia y no entendía mucho de lo que quizá estaba perdiendo de vivir como el vago y Silvia una vida diferente. Todo explotó cuando una vez el vago la saludó a Soraya por el nombre estando en la plaza. Estalló ella en un insulto y él se quedó sin responder. Al cabo de diez minutos el torbellino de la señora Ramírez caminó con paso decidido la distancia hasta la plaza y le advirtió enfurecida que no se metiera con su hija. El vago tenía la costumbre de escribir sobre lo que le sucedía a diario y puso:

Perro que ladra no habla

¨ La chica de enfrente pasó por la plaza y yo estaba ahí y la saludé con simpatía. Me ladró un insulto. Al cabo de unos minutos un perro con formas humanas venía ladrando en mi dirección. Era la madre. La invité a explicarle pero siguió ladrando. Me ladraba enojada con furia porque había saludado a su hija que se había ido ladrando. Es que claro, era el atardecer y la gente sacaba a sus perros por la plaza que ladraban y ellas madre e hija los imitaban. En su impotencia veían que no les salían las palabras y no sabían qué decir y se angustiaban cuando me ladraban no pudiendo entender qué les pasaba ¨.

El vago no sabía qué hacer con la situación. Los balcones de su casa estaban enfrente de las ventanas de la familia Ramírez. Pensó en dejarle el texto en el que describía los sucesos en una hoja mecanografiada impresa debajo de la puerta. Antes que nada pasaron varios días en que se preguntaba por lo que cualquier mirada sería de una envergadura fatal para despertarlo a la realidad de que nada era cierto. De que Silvia era un pasatiempo estúpido y que ambos debían hacer algo sobre ello. Le contó lo sucedido tres días después para hacerlo de manera tranquila con el peso de lo que era una verdad sin respuesta. Destapó una botella de vino y pensó sabiamente para no cometer errores.

Se encontró encerrado entre los hechos y casi ahogado de no contar con nadie para tomar las cosas por el lado más conveniente. Se fue compenetrando de una vehemencia intensa hacia la familia Ramírez. Acaso eran seres malvados o le envidiaban su vida de vago y sus costumbres y hasta a su novia. Lo tomarían por un loco peligroso que era capaz de violar a su hija o de hacer caso omiso de lo sucedido en la plaza si es que había sucedido algo que cotejar. Soraya en terapia no paraba de llorar por lo que el vago le producía. Ocaso ella se enfrentaba más con su propia madre la señora Ramírez a quien endosaba el problema de lidiar con el delirante. Demetrio su terapeuta le preguntaba porqué había mandado a su madre a enfrentarlo. Acaso no había sido suficiente el espasmo de su insulto como reacción. Ella era joven pero se sentía chiquitita y su madre había tomado su lugar quizá porque el vago era mayor que ella y seguramente estaba dispuesto a todo. Lo cierto es que Silvia la novia del vago conocía a otros de la cuadra que eran amigos de Soraya o lo habían sido dentro de un complejo mundo de relaciones con roces, peleas y revanchas. Un mundo en el que el vago jamás había entrado por diferencia de edad con los jóvenes amigos de Silvia y también con Soraya. ¨ Es una flor de nenita ¨ decía Silvia irónicamente aludiendo a la violencia que debía llevar encima Soraya. Lo cierto es que nada había hecho el vago salvo saludarla aquella tarde y cualquier suposición sobre la vida y costumbres del vago eran solo conjeturas en tono despreciado originado en su aspecto y algo mas. Pero nada en la tranquilidad del vago tenía objeto de ser mirado como acusación para molestarlo.

-Qué querés hacer de tu vida, Soraya-preguntaba su terapeuta-¡No sé si estoy loca pero a mí me gustaría tener un tipo que me bánque, gastar plata y coger bien.!-Existe ese tal?-¡La turra de la mina que está con el vago se la pasa boludeando y hace lo que quiere!. ¡Por eso los odio tanto a él y a ella! -Vos tenés un lomazo Soraya-hay muchos tipos que les gustaría darte plata y sexo. -Es que mis viejos no ven bien lo de mis vecinos vagos. Ellos creen que son despreciables y yo sí quiero vivir así-Tuviste sexo últimamente?-En una fiesta. Me metí en el dormitorio con el tipo que cantaba en la banda. ¡Me llenó la boca de leche!-Quedaste en algo con él?-Justamente tiene tanta plata y tantas mujeres que caen como moscas que no se debe acordar ni de mi nombre. En cambio los vagos de enfrente se ve que se quieren porque hace varios años que están juntos.-Qué opinas de él. Porque parece ser buen tipo. La cuida además de darle placeres.-Mirá, a la vaga esa se la quiere coger todo el mundo y ese turro se la metió en el bolsillo.-No los juzgues. Será que eso es lo que a vos te puede ser el destino. Una pareja así con alguien más grande que te cuida. Los hombres que llevan edad son muy paternales. Se fijan en todo. ¿No será que tu padre no te dio lo que querías?-Mi viejo labura como un burro pero los veo con mi vieja y la vida que llevan es una mierda. No sé, yo quiero divertirme, disfrutar. Eso del sacrificio me parece pura cháchara.- ¿Y vos realmente creés que tus vecinos son vagos?

-Yo no los veo que salgan a laburar pero el toca muy bien el piano y no jode a nadie. Me gustaría vivir así sin que me molesten.-¿Y porqué lo insultaste? ¿No te halaga que haya intentado seducirte?-Es que estando por años con ella no hay lugar para otra.-¿Vos crees que son fieles?-No sé pero lo que me gusta de ellos es que son un misterio. Es lindo que nada se sepa y que todo sea extraño. Lo predecible me rodeo toda la vida y los jóvenes necesitamos fantasear un poco.-Te calienta el vago?-Me calienta por ser vago. Porque se creó una imagen de tipo superado al que no le importa nada y le gusta lo que hace. Se lo ve bien y merece a esa chica. A la vaga.-¿Y vos crees que un vago puede tocar tan bien el piano como decías que toca?-¡Bueno ahí es donde me pongo loca porque ese vago se ve que toca desde chico. Que tocó toda la vida y me lleva mucha ventaja. Empezar de cero es siempre un bajón!.-Pero vos comparate con ella. No con él. Ella se ve que teniendo tu edad disfruta del trayecto que él hizo. Vos podrías conseguir a alguien con un buen trayecto marcado que te cautive.

La señora Ramírez en la cama con su esposo antes de dormir le hablaba-¨ Ese tipo es un degenerado. A vos te parece que puede estar con una chica tan joven? Mirá si saliese con tus hijas! Yo lo mato! ¨

El señor Ramírez era un gay no declarado y se reía del loco prejuicio de su esposa. Mantenía oculta su relación con un joven que tenía la edad de su hija Soraya. El era el macho de la pareja. Sabía lo que es ser macho y veía con buenos ojos a el vago y su chica joven y desenfadada.

¨ ¡Mirá Josefa: en lo que a mi respecta no me importaría que nuestras hijas sean lesbianas. Mucho menos que se la pase bomba con un gigoló así que dejame de joder y dormite! ¨

No te digo, decía el vago a su novia: me miran mal los de enfrente porque debo ser un tipo que hace pensar en sexo. Sino qué hago con vos. ¿Te crees que son boludos?….. Pero la gente odia lo que quiere. Aborrece los instintos que tiene porque quiere estar en ello. Entonces a nosotros nos miran mal todo para que sea evidente y mostrarse la verdad enfrente de lo que sienten. Esa vieja boluda no sabe ni que su hijita del alma fuma porro todas las noches mientras ella se llena la boca de ética y la muestra protegiéndola. La nena necesita que la dejen vivir. Coge con machos que cambia como el grosor de la luna. Nunca le dura ninguno. En el balcón ya desfiló todo el barrio. Eso es lo que le jode de nosotros. Que nos dejamos hacer y seguimos juntos

El Loco

En ese momento en que se producía un nuevo nacimiento en la familia entendí porqué tanto era lo esperado de tener hijos en cantidad que serían padres que les darían de qué hablar y sobre todo de qué vivir. Por alguna razón yo siempre sentí que mi potencial hijo si fuese yo padre sería insignificante y yo insignificante también en ello. Es que acaso ensimismado me convertiría yo y lo convertiría a él (o ella) en una isla. Dentro mío he habitado toda la vida y la familia es una extensión amorfa de la realidad que en verdad me importó siempre. Situado en el centro de otro cosmos veo satélites en ello de hermanos, sobrinos y parientes por todos lados. Mis libros prolongan mi vida. Los que escribí y los que leo, es decir, lo que sé del mundo. La gente ajena a esa familia es mi verdadera curiosidad ya que tan preestablecido y documentado está el modo de conducirse de todos en ella. Quizá lo que me pertenece es lo que es exclusividad de mi conocimiento y no lo compartido como un bien común. Mi soledad descansa en los extraños y aprendo a entender a partir de lo que me era ajeno. No obstante testigo soy del enorme globo que se infla cuando un nuevo ser viene al mundo entre los límites de mis atosigados interconectados despertares de lo evidente en los que me circundaron toda la vida y los que se agregan a ello. Si el cariño es esa forma de anonimato en donde se prodigan consignas de un reglamento será que lo sigo solo tangencialmente. Acaso para no perder mi identidad y mi conciencia de ser y existir y disfrutar de ello. No sé qué hago o qué hacer entre ellos. Es como que allí no tengo función ni utilidad ni ellos me sirven para nada. Es una aglomeración de gente esperando o haciendo cola para ser atendida. Un aguantadero que usa casi el mismo apellido. Una organización donde todo debe funcionar bien, correctamente. Y entiendo que ellos que la idearon así se prolongan afianzando sus vida diferenciando a cada ser para asignarle funciones al sistema de ordenamiento y categorías coexistente con una escala de diferencias ajustadas a un proyecto. Yo entro y salgo porque me agobia. Es que me hace más feliz conocer lo que hay afuera. Sin embargo hoy atiendo a la espera de contemplar como ellos dos, que se avocan a prolongarse en su longevidad, se dedican a todos y a partir de hoy a alguien nuevo. Y quizá lo espantoso es que como de todos también se ocupan de mí con equidistancias y equivalencias de un trazado en el mapa de sus vidas. Será por eso que traer yo un ser al mundo lo incorporaría aunque me oponga a la indeclinable pertenencia de la que siempre me aparto y me arrastraría en ello a mí también. Y la verdad no quiero ser autista en ello. Acaso siendo chico la marea me arrastraba junto a todas las especies vivientes de la familia que se uniformaban sin contener mas que misiones de acuerdo a movimientos estudiados y en los que no se podía objetar ni cambiar el rumbo a voluntad. Por suerte con el tiempo me olvidé de lo que tenía que hacer o no lo hice. Como simplemente no podía aceptaron que dejase el pelotón. Fue allí cuando empecé a cuidar mis cosas que amé con locura. EL LOCO. Algunos dicen que el loco tiene miedo. Otros que es paranoico. Pero él prefiere decir que toma precauciones. Es que tiene a su cuidado una cantidad de ideas y creaciones. Una razón que le da orgullo y lo motiva. Un secreto que se arrastra junto con él. Algunos otros que le dan permiso para serlo y entienden lo que hace y dice. Los limites entre el loco y los demás son sus pigmentos de familia. Una anarquía de depender de los deberes con ella y odiarlos al mismo tiempo. Una caída al vacío de lo que fue llenando toda su vida. La esencia que confirma que su locura es auténtica y justificada. Él está encerrado en su propio ser. Se ató a sí mismo y se medica con sus pensamientos. Sabe que le quieren arrebatar su locura y la defiende a muerte. Huye de las bestias que se devoran lo original. Busca una excusa para no salir de sí mismo y enroscarse en el placer de amarlo. Los juzgan los

cuerdos y tocan canciones de adoración al deber que él escucha atándose al mástil de su fe para no ceder a arreglos de lo malo. Se puede reconocer al loco porque sabe lo que quiere y lo busca todos los días como si fuese cada día algo distinto. Es que su locura es no darse con un hijo que haga razonable el mundo del que una vez se fue. Acaso ser el hijo de dios sea la mayor de las locuras. Como el loco que lo consiguió e hizo caso omiso de lo que le decía el manual de el final inevitable.

El alcohol y el ego

Todos los genios de la humanidad estuvieron en el límite de ser víctimas de el alcoholismo. Se fueron escribiendo, componiendo y pintando o esculpiendo notas de alcohol en su mente prodigiosa. El ego es el amor propio que no se vio eclipsado por la verdad que otros les imponían. En Argentina dice el himno nacional: ¨ embriagados de gloria vivamos ¨……o de gozo vivamos. Juremos con gloria morir……o vivir. Beber es casi un símbolo religioso y está en los aportes de muchas culturas. En el tango el curda es un tipo vivo, canchero y querido por todos. La verdad surge de largas charlas pero de borracheras interminables. La noche es una divina adivinación de las cosas. Los símbolos de la sensualidad y la felicidad tienen sus burbujas. Los hacedores de este mundo se sirvieron copas de él. La catarsis de la imaginación apunta al blanco de querer ser. Los libros enseñan a pesar de estar manchados de alcohol. Las más hermosas obras de arte también. El símbolo del ungido es el del que se embiste contra las paredes secas y bebe.

Sustantivo o verbo

Sustancia o esencia. Los militares cuando no son el porqué son el cómo. La palabra como sustantivo o como verbo en el modo de operar para hacer de un objetivo común una realidad. El amor a lo que emociona hasta las lágrimas pero con el modo en que la disciplina obliga, propone y predica. El modo en que se direcciona la verdad y lo absoluto de tenerla. El vademécum de los procedimientos para un fin o la estrategia. Los símbolos que no necesitan explicación. El verse reflejados en la causa de lo que sucedió y lo que puede ser. La reflexión en tiempos de cólera en aras del bien común. El paradigma de existir en medio de otros con la sociedad a cuestas. El construir como composición de razones y experiencias. El debacle del módus operándum para llegar a un fin. Los procedimientos que encarcelan la libertad individual y reglamentan la existencia.

En qué estabas pensando

Cuando te la cogías no le hacías el amor. Estaba bárbara!!! POR DONDE MIRABAS TE EXPLOTABA EL DESEO. TENERLA. DISFRUTARLA AL MAXIMO. Entonces ibas describiendo tus pasajes de lujuria en el cuerpo de una mujer sensual. Que se derretía entre tus manos y se erigía en la única razón de estar. Como si lo que estabas continuando era la etapa 123900 de una seguidilla de encuentros en donde se hacían maravillas de lo que era lo mas conforme a la noche y el día en la intimidad. En qué estabas pensando? En tener un hijo? En dejarla embarazada? O en cada segundo de esos minutos que a veces eran horas teniéndola y conociendo los secretos del destino de estar con una mujer que te daba tantas razones para olvidarte del mundo que estaba fuera del marco de tu relación con ella. Como si lo demás fuera superfluo, inexistente y ajeno a la verdadera voluntad irrenunciable. Y ella con vos. Porque todo esto también le pasaba a ella.

El sex-símbol

En la fantasía todas las mujeres querían estar con él. Sus deseos eran superiores al del dios que se vestía y desvestía en sus modos de pedirlo y confiar su intimidad de que él era el tope de sus aspiraciones. De que él era una especie de pasión desenfrenada que conducía a todo lo magnífico. Como una estrella que iluminaba un camino de oscuros melodramas y tristezas. Como una condecoración de una vida desdichada que albergaba esa esperanza de ser amadas con él al desnudo. Algo que otros hombres no tenían ni merecían. Una devoción con la unanimidad del consenso de que él efectivamente era dios. El potro o la figura masculina por excelencia. El dominador del íntimo secreto que nadie le tenía que contar salvo estar con él y hacerlo suyo. El cobijar la determinación de adorarlo por sobre todo y festejar cada comentario o cada foto o destello de su figura viril. El macho que sin ser bruto era un verdadero hombre. Mientras tanto los demás hombres se cogían a mujeres más terrenales que necesitaban un cuerpo y el calor de noches largas y más creíbles.

Allá lo aplaudían

El tipo era bien considerado y tenía el respeto de un público europeo. Conseguía que se hablara de él y se lo destacara como un latinoamericano emergente. Él era un profeta en

otra tierra. La tierra de los deseos de los que se empalagaban mencionándolo rescatando que vivió en Paris, Londres o Roma o cualquier destino exótico de países bien vistos por la opinión del mundo banal. Se tomaba de las expresiones de los que hablaban de él en ellas y las repetía y pedía que los artículos llegaran a un número de personas que se ufanaban de ser argentinos, como si la varita mágica propulsara héroes en las tumbas de millones de personas caídas en dos guerras mundiales que sacudían la estratósfera de los que permanecían o habían resucitado. Allá lo aplaudían. Era querido. Ergo, los argentinos eran queridos. Representaba lo mejor de lo nuestro por haber huido del calvario de ser como nosotros los otros. Era la verdadera prueba de que en el fondo si nos vamos de acá somos todos aplaudidos. El monumento que representa ser descendientes de razas superiores y el regreso de los hijos pródigos con fórmulas mágicas. El premio merecido a la espera de salir de estar rodeados de mediocridad sin saber qué hacer para despegarnos. Y ver que algunos pudieron y lo hicieron recalcando ese origen tan sugestivo. El milagro de esos algunos de no ser arrollados por mareas humanas que estropean nuestra imagen. El testimonio de la fe que se tiene de este pueblo desde dentro pero para afuera.

Rezar antes del sexo

Cuando Solange venía a mi departamento yo en la soledad rezaba a solas antes esperándola. Un padre nuestro, un ave maría y un credo mas el ¨ yo confieso ¨ eran el preámbulo de una noche de sexo. Qué mejor que ofrecerle a dios ese promisorio encuentro de amor y depositar la esperanza. Sabía que si no estaba motivado no llegaría a poder tenerla. Que la verdad al cruzar mis manos esperando su llegada tendido yo en la cama mirando la oscuridad de la habitación daba un ritual que anticipaba alegría cuando ella se entregase a mí. Es que las manos así fundidas en plegaria rendían una versión de la uniformidad de ambos sexos varón y mujer y conjugaban el verbo. Ese verbo que es el dios que se acerca cuando los dedos entrelazados nos quitan individualidad y nos afectan a la comunicación de ambos géneros. El preámbulo de la conexión entre ella y yo que infunde una dicotomía de las aparentes formas de reivindicar la unidad. El presagio de la aventura de fundirse sexual y sensualmente los mundos que hacen a un solo reposo en el deseo de permanecer así programáticamente imitando el deseo de otros que en la misma noche se tienen con ritmos de frecuencias que nos aceleran a todos hacia el orgasmo colectivo.

Hijos del demonio

En Ruanda la violación masiva engendró la revolución de una clase única. El proletario y el patrón fueron dueños de la conmemoración del hecho en un único ser de miles de mujeres embarazosamente democráticas que se ensañan en silenciar el duelo de la miserable lucha en sus vientres que derivase luego en un cerebro y un corazón partido por el necesitar y el tener. El patrimonio cultural del ver que las luchas dentro de cada ser en sus células y en sus glóbulos confirma que el óvulo y el espermatozoide diesen que hablar. El ovulo conquistado por la fuerza despiadada del hombre esclavo y el espermatozoide delinquiendo en lastimar el orgullo y la fe de mujeres que se entregaron con dolor a la desesperada tarea de verse víctimas de la unificación de un país que aun hoy se despierta de el embrión de verse dividido entre los que no fecundaron y las que no lo fueron. Acaso lo que llamamos demonio es el féretro del mal que encontró cauce en las aguas de la fertilización. La fusión de la única vertiente de dos arroyos que se disputaban el protagónico papel de mandar o ser obedientes. El metabolismo que es digerido dos décadas después con una nación fuerte que camina con pasos de mono pero también de hombre. La raza que se transforma en una indefinición de no tener algunos miles con quién pelearse en el pasado.

Tristeza de mujer

Su naturaleza la abandonó. Su vientre se secó. Acaso no pudo con el frío. Supo que su cuerpo era más que el sol. Se entregó y nada le dio su brillo. Ese que ella destiló. El ver que los catalizadores que hacen el mal y nos consumen. El mediático tener que beber de aguas superfluas y no de la profunda necesidad. El morder la lejanía de un tiempo que quiso ser feliz. La pertenencia a la oscura trama de otros que la vieron parir. Parir de miedo y de entrega para desobedecer al eje que se aparta de su aparato reproductor en donde ella cuida la permanencia del hombre y sus genes sobre la tierra. Custodia del ángel de un familiar herido que cayó cuando todo ser disparaba en el espanto. La tristeza lloraba secamente en sus ojos tristes. El mundo estaba de duelo. La verdad poco importaba. El acariciar su voz seca que ya no era esa que antes se posaba. La sonrisa que nos hiciera ser felices hoy dibujada. El ocaso de la vida era una flor que se marchitaba de dolor, de pena y de alarma. El ver sus pómulos rosados que ya no eran el color del reflejo de una lluvia de besos. Era preciso darse cuenta que algo escapaba de la imagen de sus ojos que húmedos de amor incierto pedían que alguien de ilusión los regara. Como se da en quitar la nube que tapa el sol que ahí está. Solo el tiempo que da mala cara al amor. Negligencia del mañana y la víspera del entregarse al santo peso de la reflexión.

El viento nos sopló

Íbamos camino al cielo. El intento era veraz. La luna nos deleitaba y el solo estallar. Entre risas y cordeles que ataban nuestros vértigos y la liturgia de una ocurrencia entre los tiempos que se están. Había una vez dos personas que vivieron felices y tuvieron cicatrices. El amor que sangra y el deseo que nos ataca para agradecerle la pasión. Escarmientos de misiones que imposibles pero delicadezas. Una flor en cada certeza de creer lo que cree dios. La fisura del alma que cruje y a borbotones deja salir los perdones del ser sujetos. Atados entre los vientos que se dejaban silbar. Pormenores de vuelos nocturnos que desvelan el sueño de un mundo mejor. Caricias sobre el rostro de un mapa desdibujado que se alza con orgullo y se escapa del cazador. Soplábamos los vientos de cada aliento de decisión. Nos escribíamos cartas de amor que de tan posible parecía difícil y lejano a este dolor. No escribíamos historias sino el día que se nos da de dejar todo lo que puede y se parece a él. Bello y agotador. Dedicado al creador que se aplica a las minucias de el aspecto de lo que va por una vez que se duerme el timón. Conducirse a la deriva del soplo que nos depositó en el lugar que se ha de ser para poder lo que nunca se extingue en el viento.

Militante

Reencontré con una guitarra junto al fogón. Le cantabas a Eva Darte y a un Domingo Perdón. Silencio era el miedo de no poder lo que nunca se le enseñó. La cúspide de un episodio de un génesis apocalíptico. La lacrimosa emoción de un tango que se esfuerza por entender la propia desazón. El bolsillo vacío y un montón de deudas con algún dios. La pérdida de la memoria del día en que alguien partió. Las cuerdas atadas cal cuello y el estrangulamiento sonidos de prisión. Estirar la vida un poco más sin remedio para lo que pasó. Temblar de frío en la arena que recubre ya los leños con la espuma de un mar enfurecido. Y las perlas en las conchas de mujeres que le dan brillo a tu eterno amor por lo curioso de cuentos de otros países que no te vieron nacer pero sí pertenecer. Todas las noches mirar las estrellas y querer ser eterno en cada una de sus deleitosas consecuencias de un nuevo amor. La vida que se nos deforma cuando creemos que el tiempo aun no pasó. Expectante el amanecer cuando los tragos ya se agotaron entre los barcos de las piernas que se entran en cada puerto de emergencias y emergentes ardores que ilustran la faena de una piel dorada por algún sol.

Al final de tu vida

Estabas agazapado contando los días de la cuenta regresiva. Un referí te daba por nockeado. El público que te conocía enardecido gritaba tu nombre en todos los idiomas. El cosmopolita secreto de la subversión de un hada que te da resto. La frecuente redacción de la noticia que puede cambiar tu suerte o tu sentencia. El aullido de dolor de los que se están ya yendo. La morgue de un tribunal de disciplina que salva o te echa. La función que se adereza a cada paso que das rumbo a la puerta. El ver que la llave está echada. Que el subterráneo estarse terminalmente vivo para todos los que te desean lo mejor. O en el mal de muchos no hay consuelo para el estribillo de una nueva canción. Una mano salio de la madre tierra y te llevó consigo. La cadencia de una última voluntad se te ocurrió. El pedido reauxilio inútilmente tardío. La vejez que consume la llama de todo triunfo terrenal.

Linchamientos

A Jesús lo acusaron de robar corazones y lo lincharon a diferencia de los que robaban por las calles. Era peor adueñarse de la voluntad que creer en el sistema. Como si lo que se retiene sea algo material si se confunde el amor de otros por lo que se les puede dar. Materia que espiritual funde los costosos metales del sentimiento general e insume las arcas del pensar que se posee algo que no se puede quitar. La verdad de los dueños de lo que está mas allá de todo lo cuidado y protegido por los custodios que se aseguran que aseguren lo que se dice. Azotar con golpes en el cuerpo y en el alma es desdicha para cualquiera. Para el que inflinge esa faena como justicia y para el que se somete al ajustciamiento virtual. Una delicadeza de devolución de atenciones entre la formalidad de conseguir que no haya que robar al que robó. Como lo que quita de dignidades que se reparte en el insumo de una infelicidad. Perro y había un tipo 2000 años después y llevaba el nombre del profeta. Jesús no era no malo ni bueno. Pero su madre que lo había bautizado con el nombre pero sin espinas en la cabeza decía que sí que era bueno. Mientras tanto el usaba el nombre santo para ambas cosas. Para matar y morir. Jesús hoy está preso de nuevo pero hay quienes lo vieron libre haciendo negocios fariséicos. Otros dicen que son dos hombres distintos que llevan ese mismo nombre. En todo caso sui ambos se vendieron por unas monedas se ve que entregaron al juicio de la voluntad de todos decidir quién es quién.

Abajo del colchón

El tipo ponía su vida hecha sexo en la apócrifa manera en que se extirpa la posibilidad de de ver crecer su capital casero. El ahorro forzoso de no tener donde escapar debajo del mullido y seguro lugar donde algunos decían que no cogía con su mujer. El dinero tampoco se reproducía sexualmente. Hace falta una adrenalina para que el mundo se retroalimente y el esconderse no va hacia delante. Sostener los miedos es parte de un programa represivo que alienta el tener cautivos a los potenciales soñadores. El mostrarse como la salvación con policía y soldados que resguardan los colchones. Con personas que se esconden debajo de estos con su dinero y hay alguien que se acuesta en el colchón del que se queda debajo de este y no ahorra sino que mira los pesos suyos así cuidados de reojo. Una morada que no se financia sino que entorpece la voluntad de hacer cosas hacia adelante. El temor a que otros se queden con lo de uno. Que le quiten la identidad y una expectativa, aunque sea, mediana. Una mujer estaba en el otro lado de la vigilancia de la señora de las llaves, del ama de llaves. Una mujer de rojo y otra de negro en realidad. Uniera el sexo y la otra la muerte. Ambas seducían al hombre que se extirpaba los deseos de rezos de cuentagotas de maneras de proceder con el gozo o el tiro final. Algo costaba tanto ser boleta como pagar una cuenta de telo y pensar que se podía burlar al sistema.

El éxito

El tipo era un actor de cine. Tenía la barba de un bohemio medio desprolija y se debatía entre su imagen de ganador y su afición por el ganar lo que fuera. Estaba encendido y se envolvía en las llamas de un potencial triunfo. Jugaba con cartas marcadas porque por no ser el favorito era el héroe posible de la jornada. El otro en cambio era un estudioso de un grupo que era querido por la mayoría. Pero tenía el peso de caer en manos de ser el obligado a no quedar mal parado. Como si el triunfo fuera algo más que una resolución de conflictos y en cambio se distribuyera al azar o con conveniencias como la marca de un producto. El actor era el fatal ejemplo de un policial estadounidense. Eran los buenos contra los buenos pero él convertía a los otros en malos o en el propósito de una hazaña que no era tan inimaginable y lo hacía verse en la película como el de un final donde felizmente se puede ver la sangre que no se deseaba. La sangre era para él el tema del éxito. Se desparramaba como un galán y oscurecía el bajo perfíl del que se delineaba como la figura convergente en el cuidado de la formula del respeto a el espectáculo sin caer en banalidades hollywoodenses. Esta vez el dinero estaba del lado del respeto. El actor en cambio era la imagen del desenfado y el desafío abierto casi como la cólera de la expectativa de dar el gran salto. La presa era la opinión pública. Los minutos de fama que el otro su rival no veía como tales quizá por ser mas cauto y entender la misión reconseguir un triunfo de acuerdo a lo que se parecía a otro derbi de ciudades opuestas donde una era la cultura y la otra el vandalismo de roer la

manzana de el líder de su misma ciudad capital. El separarse ambos del mismo rival por diferentes motivos daba hincapié a un resultado esperado. el ver la corona en manos de sus eternos contrincantes era un desafío de preferencias para el decidir a quien apoyar en la vergüenza deportiva de ver avanzar a cualquiera de sus dos referentes antagónicos. Sin embargo ante el triunfo del actor sobrevalorado se entreveía que ante este el conseguir el triunfo era una presa mas fácil en la instancia de enfrentarlo que al otro de la tranquila espera de el demostrar sus virtudes confiadas a una modalidad de juego y una forma de ver las cosas. El actor también veía las cosas a su manera y la encrucijada le daba la popularidad de los suburbios de la capital que quería sangre también como él. Era una cuestión de pantallas. De imagen y de obtención de cámaras para resolver con la pelota lo que los espóts proponían como una película. El ver a los personajes mas queridos motivaba hacia el ámbito de la ambigua delineación de los espejos en que el mundo se refleja con alivio para seguirse en el cariño que quizá no tiene precio ni éxito sino triunfo y alegría.