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Página | 1 La crisis de Ucrania como choque de civilizaciones Autor: Gabriel Aragón Aranda 3º de Grado en Filosofía Curso 2014/15 Fecha de entrega: 26/06/2015 (1ª Convocatoria) Universidad de Málaga Asignatura: Ética y Desarrollo Humano Profesora: Dra. Marta Postigo Asenjo Resumen En el trabajo que nos ocupa se procederá a un análisis poliédrico de la situación actual de Ucrania. Para ello se procederá comenzando con una contextualización histórica del país en cuestión tanto durante el periodo soviético como tras la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991para ir incidiendo, retrospectivamente, en la relación histórica con Rusia: clave del componente multicultural del trabajo. A continuación iremos aproximándonos al momento que nos atañe: la crisis acaecida desde el 2013 y la posterior situación bélica contra Rusia; con todos los cambios sociales, políticos y económicos que se han venido dando desde entonces. Para la realización del trabajo se acudirá a una diversidad de artículos que analizan la situación, y a datos y estadísticas proporcionadas por distintas instituciones internacionales. La tesis será, finalmente, presentar la confluencia civilizacional en Ucrania y los efectos que eso ha significado. Palabras clave: Ucrania, Rusia, crisis, conflicto, civilizaciones. Abstract In the present work it will proceed to a multifaceted analysis of the current situation in Ukraine. To do this we will proceed starting with a historical context of the country in question both during the Soviet period and after the fall of the Union of Soviets Socialist Republics (USSR) in 1991to go paying attention, retrospectively, on the

La crisis de ucrania como choque de civilizaciones

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La crisis de Ucrania como choque de civilizaciones

Autor: Gabriel Aragón Aranda

3º de Grado en Filosofía

Curso 2014/15

Fecha de entrega: 26/06/2015 (1ª Convocatoria)

Universidad de Málaga

Asignatura: Ética y Desarrollo Humano

Profesora: Dra. Marta Postigo Asenjo

Resumen

En el trabajo que nos ocupa se procederá a un análisis poliédrico de la situación

actual de Ucrania. Para ello se procederá comenzando con una contextualización

histórica del país en cuestión —tanto durante el periodo soviético como tras la caída de

la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991— para ir incidiendo,

retrospectivamente, en la relación histórica con Rusia: clave del componente

multicultural del trabajo. A continuación iremos aproximándonos al momento que nos

atañe: la crisis acaecida desde el 2013 y la posterior situación bélica contra Rusia; con

todos los cambios sociales, políticos y económicos que se han venido dando desde

entonces. Para la realización del trabajo se acudirá a una diversidad de artículos que

analizan la situación, y a datos y estadísticas proporcionadas por distintas instituciones

internacionales. La tesis será, finalmente, presentar la confluencia civilizacional en

Ucrania y los efectos que eso ha significado.

Palabras clave: Ucrania, Rusia, crisis, conflicto, civilizaciones.

Abstract

In the present work it will proceed to a multifaceted analysis of the current situation

in Ukraine. To do this we will proceed starting with a historical context of the country

in question —both during the Soviet period and after the fall of the Union of Soviets

Socialist Republics (USSR) in 1991— to go paying attention, retrospectively, on the

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historical relationship with Russia: Key of the multicultural component of the work.

Next, we go approaching to the moment that concerns us: the crisis occurred from 2013

and the subsequent war situation against Russia; with all the social, political and

economic changes that have been taking place since then. To the realization of the work

it will attend to a variety of articles that analyze the situation, data and statistics

provided by various international institutions. The thesis will be, finally, to present the

civilizational confluence in Ukraine and the effects this has meant.

Key words: Ukraine, Russia, crisis, conflict, civilizations.

Trabajo

I. Contexto histórico

Para ponernos en situación sería conveniente dedicar un espacio a trazar, de forma

somera, el contexto histórico previo de Ucrania en el seno de Rusia. Y es que es

importante para comprender las contiendas actuales.

Ucrania, ya en el siglo XIX, formaba parte del Imperio ruso, el cual abarcaba por

aquel entonces unos 20 millones de kilómetros cuadrados y que estaba poblado por

cerca de 70 millones de habitantes, llegando a los 175 en 1914. Imperio que, sin

embargo, adolecía de una debilidad y retraso económico frente a la Europa occidental

del XIX a causa del escaso desarrollo industrial y el predominio del feudalismo agrario,

lo cual tenía repercusiones en la estructura social al configurarla como jerárquica y

estamental, muy polarizada (Martínez, 1996, pp. 244-248). Las sucesiones de la dinastía

Romanov son cadenas frente al liberalismo occidental, que solo con el zar Alejandro II

(durante 1855 y 1881) se debilitan en parte. Sin embargo, las tensiones sociales y

económicas llevan a una revolución surgida en 1905, durante el mandato del zar Nicolás

II, y que concluirá con el fin del Imperio en 1917 (Martínez, 1996, pp. 251-253).

Y es en 1917, año antes del fin de la Primera Guerra Mundial, cuando se

desencadena una revolución socialista, proletaria y marxista que, tras la caída del

Imperio ruso, pretende establecer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)

(Recordemos: con Ucrania todavía en su seno). Esto culmina con la proclamación, ese

mismo año, de la República soviética con Lenin y Trotsky a la cabeza.

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Tras el período de decadencia arcaica que venía sufriendo Rusia, ahora llega el

momento de modernización, lo cual se consigue fundamentalmente gracias a la

industrialización. Cabe destacar que Ucrania se alzará geográficamente como “la

primera región industrial del país con predominio de industrias alimenticias y

metalúrgica, alcanzando un gran desarrollo por su riqueza en materias primas, el

poblamiento y las comunicaciones” (Martínez, 1999, p. 53).

Finalmente, en 1985 fue elegido Mijaíl Gorbachov como presidente de la URSS,

“iniciándose la fase decisiva de reformas que llevaron a la disolución de la Unión

Soviética” (Martínez, 1999, p. 409). Se empiezan a manifestar, así, los distintos

nacionalismos internos de la URSS en tres regiones: el Báltico, el Cáucaso y Asia

Central. Además de tres repúblicas eslavas y europeas entre las que se encuentra

Ucrania. “La URSS había dejado de existir, y la proclamación de su disolución fue la

creación en diciembre de 1991 de la Comunidad de Estados Independientes” (Martínez,

1999, p. 410), entrando en vigor en enero de 1992.

II. Relación histórica con Rusia

La relación de Ucrania con Rusia resulta fundamental para poder comprender el

estado actual de la crisis y el conflicto actual que relaciona a ambos países. Dicha

relación no es nueva, por supuesto, y, como vimos en el apartado anterior, fue

especialmente intensa hasta 1991. Sin embargo, estos países han pasado por estadios de

hermandad y de enfrentamiento desde sus albores, pues su origen es el mismo: el proto-

estado de Kievan Rus (o Rus de Kiev), fundado primitivamente por el Príncipe Oleg en

el 880 (Ruiz, 2012, p. 9), allá por el siglo XII (Granados, 2007, pp. 151-155).

Atender a un breve recorrido histórico por el origen de Ucrania y Rusia nos ayudará

a formar una perspectiva amplia y consciente acerca de los lazos que han unido a ambos

países y de las diferencias que han conformado a los mismos. Y es que si, su origen es

el mismo, su diferenciación será acusada, dando pie propiamente a dos civilizaciones,

como defiende Javier Granados (2007, pp. 149-160).

Por otra parte, esta cuestión es de fundamental importancia dado algunos de los

puntos polémicos que generan las fricciones de la actualidad entre ambos países, que se

remontan a tiempos primigenios.

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Como dijimos, ambos estados aparecen (no como tal), junto a otros 13 tras la

desaparición de Kievan Rus en el siglo XII. Surgirán, entonces, Vladimir Suzdal, que

dará origen a Rusia, y Galitzia Volynia, que será la cuna de Ucrania. Ambos países se

situaban en las antípodas del proto-estado anterior y esto, ya de por sí, marcó cierta

diferencia que los determinaría. Pero, además, Vladimir Suzdal recibiría la invasión

mongol que tanto impacto tendría para conformar un espíritu más imperialista que, por

ejemplo, el de Galitzia Volynia, la cual presentó más resistencia a la invasión, y apenas

la percibió dada la lejanía geográfica. La polaridad geográfica afectaría a la sociedad,

economía y política de ambos estados. Ejemplo de esto es que Vladimir Suzdal (situada

en la zona periférica del actual Moscú), dada la pobreza de su tierra y lo extremo de su

clima, obligó a sus habitantes a tender hacia un modelo fuertemente comunitario para la

obtención de mayores beneficios (Granados, 2007, p. 152).

El acontecimiento decisivo, empero, para la polaridad occidental/eslava-ortodoxa

que estos estados asumirían fue la invasión polaca-lituana del territorio de Galitzia

Volynia en 1340. Si bien, se respetaron en un principio las costumbres del territorio

invadido, en 1569 se firma el Tratado de Lublin por el que Polonia dominará la

totalidad del territorio, aumentando de tal manera la presión sobre el mismo

estableciendo numerosas prohibiciones en lo que a costumbres y religión se refería. Si

bien la nobleza aceptó las condiciones para preservar su estatus, el campesinado se

rebeló (Granados, 2007, p. 152).

Muchos de estos campesinos huyeron al sur de Ucrania haciendo que ese territorio

fuese ganando habitantes rápidamente y por tanto, poder político y militar, pudiendo,

incluso, atacar a Polonia y hacerse con el control de Kiev. Tal victoria fue posible

gracias a los cosacos, que en 1648, tras una rebelión, favoreció la creación del

Hetmanate, estado que se mostró independiente frente a Polonia. Sin embargo, fue

preciso, debido a los ataques polacos, pedir ayuda militar a Rusia, la cual aceptó

iniciando de nuevo así la relación entre ambos estados primitivos. Así, “Moscú y el

Hetmanate firmaron en 1654 el Acuerdo de Pereiaslav, que supuso el inicio de su

integración en el Imperio Zarista” (Granados, 2007, p. 152). Tras una guerra por el

control del Hetmanate y Galitzia Volynia, en 1686 Polonia y Rusia firmaron un tratado

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por el cual Kiev y Zaporizhia pasaban a control Ruso mientras que Galitzia Volynia

permanecía bajo el poder Polaco.

La situación en el Hetmanate empieza a degenerar en el momento en el que el

Imperio zarista comienza a reducir la autonomía de aquel y a absorberlo en todas sus

facetas hasta llegar a formar parte, como una provincia más, del Imperio ruso.

Sin embargo, los habitantes de Galitzia Volynia tuvieron una suerte distinta, pues

Polonia, a finales del XVIII, se diluyó entre el Imperio zarista y el austrohúngaro.

Pasado el tiempo, la región de Galitzia comenzó a ir siendo consciente de su identidad

étnica y nacional como ucranianos. Periodo de bonanza que termina con la invasión

zarista durante la primera Guerra Mundial. Más adelante, durante la segunda Guerra

Mundial, la URSS invadirá dicha región, de tal manera que, por primera vez desde el

siglo XVII, todos los territorios ucranianos volvían a estar unidos bajo la misma entidad

política (Granados, 2007, p.154).

Todo esto no acabó, finalmente, con el espíritu ucraniano en su mayor parte y, tras la

disolución de la URSS en 1991, Ucrania se proclamó independiente.

Es importante, sin embargo, que no pasemos por alto un punto curioso y de

verdadera importancia. Y es que en 1956, “en un acto de amistad el Primer Secretario

[de la URSS] Nikita Kruschev transfirió a Ucrania el territorio autónomo de Crimea,

conquistado por la Zarina Catalina II la Grande en su avance contra el Imperio Otomano

en el Siglo XVIII” (Oñativia, 2014, p. 8). Crimea pasó a ser ucraniana como regalo ruso

por la conmemoración de los 300 años del Tratado de Peryeslav.

III. Desarrollo político desde 1991, relaciones internacionales y causas de la

reciente crisis.

Como, concisamente, apunta Francisco J. Ruiz,

Tras la independencia de Ucrania, uno de los mayores problemas a resolver fue el

reparto de la Flota Soviética del Mar Negro (con una aspiración inicial de Kiev de

quedarse con el 50% de la misma) y el estatus de su principal base, Sebastopol, y de su

región, la península de Crimea, ya que su transferencia a Ucrania de 1954 fue declarada

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nula por el Parlamento de Rusia el 21 de mayo de 1992, sin efectos prácticos (2012, p.

12).

Pero, “Finalmente, en 1997 se firmó el “Tratado de Paz y Amistad”, por el que

Ucrania conservaba su soberanía sobre Sebastopol, pero con la obligación de alquilarlo

a Rusia por un período de 20 años” (2012, p. 12). Y es que, sin duda, la cuestión de la

península de Crimea y la base de Sebastopol fue, ha sido y será un punto decisivo que

recorre, como un nervio, toda la espina dorsal política del conflicto ruso-ucraniano. Esta

cuestión marca un punto interesante de la interacción entre los dos países; representando

un tira y afloja en las relaciones de ambos.

Sin embargo, y por centrarnos de forma más concreta en la política local de Ucrania,

vamos a proceder —para seguir completando la panorámica comprensiva de la

cuestión— a atender a la sucesión política que se ha dado, grosso modo, y sus

respectivas inclinaciones en las relaciones con Federación Rusa y con la Unión Europea

desde 1991.

En un primer momento, y tras el período de Leonid Kravchuk (1991 – 1994), Leonid

Kuchma se alza como presidente de Ucrania en 1994, “con unas posiciones mucho más

conciliadoras hacia los habitantes de Crimea que las de su predecesor Kravchuk” (Ruiz,

2014, p. 9). El equilibrio logrado en 1997 tras el “Tratado de Paz y Amistad” “se

mantuvo a grandes rasgos hasta 2004” (Ruiz, 2014, p. 9). Sin embargo, en las

elecciones de 2004, el protegido político de Kuchma, Víctor Yanukovich, fue

manifiestamente apoyado por el gobierno de Rusia, derrotando a Víctor Yuschenko en

unas elecciones famosas por un número destacado de irregularidades y comentarios de

amaño. A esta situación de desestabilidad política le sucedió la conocida como

Revolución Naranja, que forzó la repetición de las elecciones en diciembre de 2004,

donde triunfaron los reformistas de Yuschenko (Ruiz, 2014, pp. 9-10).

Es de interés mencionar que la posible “futura incorporación [de Ucrania] a la Unión

Europea (UE) fue una de las promesas clave de Yuschenko en 2004” (Ruiz, 2014, p.

10). A lo que, curiosamente, se dio la respuesta, por parte del entonces presidente de la

Comisión Europea, Romano Prodi, de que “es tan posible que Ucrania se convierta en

miembro de la UE como que lo haga Nueva Zelanda” (Ruiz, 2014, p. 10). No deja de

ser sorprendente, a lo largo de este estudio, el comprobar el significante impacto de una

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aparente (o no) desidia europea en el inicio de toda la crisis ucraniana. Precisamente,

actitudes como esas, y falta de garantías (como veremos más adelante) forzaron parte de

los cursos de acción del gobierno ucraniano a inclinarse más hacia Rusia, de la cual

dependía más económicamente, recibía más amenazas (sutiles) y era menos exigente a

la hora de establecer relaciones.

Sin embargo, en momentos previos, todavía con Yuschenko y su inclinación hacia la

Unión Europea, Rusia dispone de herramientas con las que castigar a Ucrania de darse

tal acercamiento europeo, a saber, “mantenimiento de la presencia militar en

Sebastopol; concesión del pasaporte ruso a más de un millón de personas; bloqueos

comerciales que afectaron a la carne y los vegetales ucranianos; y amenazas de

repatriación de los trabajadores foráneos” (Ruiz, 2014, p. 11). Siendo así que “el mayor

grado de dependencia de Ucrania con respecto a Rusia se produce en el ámbito de los

suministros energéticos, en el que el empeoramiento de las relaciones tras la Revolución

Naranja dio lugar a las guerras del gas de 2006 y 2009” (Ruiz, 2014, p. 11).

Respecto a la anterior Revolución Naranja, dos son los nombres que suenan en la

misma: Yuschenko y Timoshenko (cuya encarcelación posterior daría tanto que hablar y

sería parte de la reticencia europea a aceptar la incorporación ucraniana). Sin embargo,

y es interesante resaltarlo; atendiendo a los antecedentes de los líderes de la Revolución

Naranja,

se comprueba que Yuschenko ya había sido Primer Ministro entre 1999 y 2001 (con

Kuchma como Presidente), y [que] Julia Timoshenko era una oligarca de sector

energético que había sido Viceprimer Ministra de Yuschenko. En realidad, fue la

destitución de ambos en enero de 2001, acusados de múltiples ilegalidades, lo que les

convirtió en enemigos de Kuchma y Yanukovich, y no las diferencias ideológicas [las

cursivas son mías] (Ruiz, 2012, p. 13).

Tras este período de revoluciones naranjas que acabaron por autoasfixiarse dadas las

disputas internas, y la venida a menos presidencia de Yuschenko, acabará volviendo a

salir elegido Víctor Yanukovich en las elecciones de 2010 tras un enfrentamiento

disputado con Timoshenko: Comenzaban los momentos finales de un período para

Ucrania.

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Una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo presidente fue “promover una

nueva Ley de “Principios de la política interior y exterior de Ucrania” […] por la que se

establecía un estatus de país neutral, y se sugería la supresión del ingreso en la OTAN

como objetivo de la “Ley sobre los principios de la seguridad nacional de Ucrania”

(Ruíz, 2014, p. 13). Se empieza a observar, por tanto, la política neutra de Yanukovich

respecto a los dos bloques entre los que se encuentra.

Este tipo de comportamiento incipiente la ha ido valiendo calificativos de “pro-

ruso”. Y es que, para muchos, esta medida condenaba a Ucrania a permanecer en una

zona gris que se había establecido entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte

(OTAN) y la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC) donde

quedarían en una posición de incertidumbre e inseguridad. Sin embargo, la entrada en

uno u otro bloque significaría la fragmentación nacional; y es que tras los años de

revoluciones naranjas y las tentativas de entrada en la OTAN, lo cierto es que una

amplia mayoría de la población ucraniana rechazaba tal ingreso y, de hecho, abogaba

por unas buenas relaciones con Rusia, ya que eran consciente de lo improductivo y

perjudicial de lo contrario. Sin embargo, el ingreso en la UE era deseable por la gran

mayoría; sin que ello tuviese repercusiones en su relación con Rusia (Ruíz, 2014, pp.

13-14).

La pertenencia a la UE se estableció, entonces, como un objetivo prioritario para el

país y, por ende, para Yanukovich, el cual realizó su primera visita de Estado a

Bruselas, y no a Moscú. Las negociaciones orientadas a la entrada en la UE finalizaron

con éxito en 2011, pero el acuerdo se vio suspendido por el encarcelamiento de la

opositora política de Yanukovich, J. Timoshenko (Ruíz, 2014, pp. 14-15).

Otro punto importante en el mandato de Yanukovich fue la firma en 2010 del

“Acuerdo entre Ucrania y la Federación de Rusia sobre el estacionamiento de la Flota

Rusa del Mar Negro en el territorio de Ucrania”, “por el que se prolonga la cesión de la

Base de Sebastopol por 20 años más, ampliables otros cinco (hasta 2042)” (Ruíz, 2014,

p. 15), por el que Ucrania recibiría un 30% de descuento en el precio del gas importado

desde Rusia. Siendo, otra vez más, la energía uno de los puntos clave en la relación

entre ambos países.

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Finalmente, ante la sombría perspectiva de respaldo por parte de la UE hacia la tarea

de ajustar la economía ucraniana a sus propios estándares, Moscú ofreció, por el

contrario, ciertas ventajas que quedarían consolidadas con la firma de varios acuerdos el

17 de diciembre de 2013, además de proporcionar un crédito de 15.000 millones de

dólares (sin las condiciones de recortes sociales exigidos por el Fondo Monetario

Internacional (FMI)) y la reducción del precio del gas. Como es lógico, todo esto

inclinó a Yanukovich a dar un viraje de timón hacia la más prometedora Rusia y, así,

anular la firma del acuerdo de asociación con la UE que tendría lugar entre los días 28 y

29 de noviembre. Todo esto supondría el detonante final para el surgimiento de la crisis

(Ruíz, 2014, p. 16-17).

Tras la polémica decisión de Yanukovich se produjeron manifestaciones en la Plaza

de la independencia de Kiev que fueron apoyadas por políticos occidentales hasta que,

dada la persistencia de las manifestaciones, la Rada aprobó, el 16 de enero, las

iniciativas propuestas por el Presidente para reprimir las protestas, lo cual solo sirvió

para incendiarlas más y agregar la violencia a las mismas. El día 22 de enero se

produjeron, finalmente, las primeras víctimas mortales (Ruíz, 2014, p. 18).

El desarrollo de la crisis llevó a que, como dice Kagarlitski, “Yanukovich, después

de perder definitivamente el control de la situación, huyó de Kiev y dejó al país

abandonado a su propia suerte. El gobierno no cayó, ni siquiera hubo una toma de

poder. Simplemente se autoliquidó” (2014, p. 82). Tras lo cual se estableció un nuevo

gobierno de coalición entre antiguos opositores radicales que abrieron la “caja de

Pandora” al suprimir la ley de lenguas regionales y quitándole, así, su estatus de lenguas

oficiales al ruso y a otras minoritarias, lo cual produjo un estallido de insatisfacción

(Kagarlitski, 2014, p. 82). Se mostraba, de tal manera, los importantes tintes culturales

subyacentes a la crisis ucraniana. Así todo, el primer intento de sofocar el

enfrentamiento con ayuda del Ejército ucraniano se vio tumbado en abril cuando parte

de la población desarmada logró detener y persuadir a los propios militares (Kagarlitski,

2014, p. 85).

Ante el caos circundante, el empresario y actual presidente de Ucrania, Petro

Poroshenko, ya investido oficialmente —tras las elecciones anticipadas del 25 de mayo

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de 20141— el 7 de junio de 20142 como tal, debe hacer frente a toda la actualidad de la

crisis. La cual, por su complejidad y aspecto ya, realmente periodístico, va a ser

imposible de abarcar en este trabajo.

IV. Los distintos indicadores respecto a Ucrania. ¿Estado fallido?

Es interesante que dediquemos un breve apartado, a modo de inciso, a comentar algo

respecto a los datos de la situación ucraniana reflejada en distintos indicadores. Y es que

la ya comentada actualidad candente de la crisis ucraniana que, como tal, es posterior a

las últimas mediciones de estos indicadores tales como el del Producto Interior Bruto

(PIB), o el de Desarrollo Humano (IDH), impide que tengamos una visión numérica

significativa; es decir, nos faltan datos actualizados que reflejen algo del impacto que el

conflicto y la crisis han tenido en el país.

Quizás, por contextualizar los momentos previos a la explosión de los recientes

acontecimientos, comentar que, en 2013, Ucrania contaba con, según el Banco Mundial,

un PIB3 de 177,4 billones de dólares estadounidenses, siguiendo la línea de

recuperación ascendente tras la caída en picado acontecida en 2009 coincidiendo con la

crisis económica mundial, que situó el PIB del país en 117,2 billones de dólares

estadounidenses. Respecto al PIB per cápita4, en 2013 encontramos la cifra de 3 900,5

dólares estadounidenses.

Por atender a indicadores que midan mejor el bienestar, podemos atender al

coeficiente de GINI (medidor de la desigualdad) que, multiplicado por 100 y convertido

1 Véase al respecto la información dada por el periódico El País el 26 de mayo de 2014:

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/05/25/actualidad/1401039310_17485

9.html (Fecha de consulta: 31 de mayo de 2015). 2 Véase al respecto la información dada por el periódico El País el 7 de junio de 2014:

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/07/actualidad/1402127556_36610

1.html (Fecha de consulta: 31 de mayo de 2015). 3 Véase la página oficial de The World Bank: http://data.worldbank.org/country/ukraine

(Fecha de consulta: 04 de junio de 2015). 4 Véase la página oficial de The World Bank:

http://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.PCAP.CD (Fecha de consulta: 04 de junio

de 2015).

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en el índice de GINI5, nos sitúa a Ucrania con una anticuada —pero positiva— cifra de

24,8 en el año 2010. Respecto al IDH6, vemos cómo, en 2013, Ucrania mejoró

levemente frente a 2012, posicionándose en los 0,734 puntos; es decir, en el puesto

número 83 del ranking mundial de IDH, la cual no es una posición excelente.

Los presentes datos, reitero, son únicamente con objeto de ilustrar someramente la

situación del país, cuantificadamente, en los momentos previos a la crisis. Va a ser muy

interesante poder prestar a atención a los nuevos datos cuando estos se actualicen para

poder extraer conclusiones atendiendo a la diferencia. Comentar en último lugar que, a

pesar de la dificultad del tema, Ucrania no es considerada todavía como un Estado

Fallido, si bien, podríamos encuadrarlo en un estado de “warning” según la revista

Foreing Policy, que posiciona a Ucrania en el puesto número 113 de una lista7 que

valora la tendencia a ser un Estado Fallido.

V. Conclusión: Ucrania como choque de civilizaciones

Como conclusión, me gustaría adherirme a la tesis de Granados (2007) según la cual

—y recuperando terminología de Huntington— la historia de Ucrania es la historia de

dos civilizaciones. Por tanto, todo el curso del país y el desarrollo de la actual crisis, no

es sino un reflejo del estado en el cual se encuentre la relación con su antigua hermana

Rusia. El futuro de Ucrania sería el camino hacia la búsqueda de una identidad propia,

donde el acercamiento y el distanciamiento de Rusia marcarán el final de ese camino,

como ya lo han ido marcando hasta ahora. Sin embargo, considero, la comunidad

internacional y, sobre todo, la UE, tienen un papel fundamental que han de tomarse en

serio para la consecución de los objetivos de Ucrania. Siempre, por supuesto,

considerando el carácter de multiculturalidad que recorre toda la problemática y que he

intentado recalcar durante la exposición del trabajo, haciendo hincapié en el contexto

histórico tan ilustrativo.

5 Véase la página oficial de The World Bank:

http://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.GINI (Fecha de consulta: 04 de junio de

2015). 6 Véase la página oficial de la United Nations Development Programme (UNDP):

http://hdr.undp.org/sites/all/themes/hdr_theme/country-notes/UKR.pdf (Fecha de

consulta: 04 de junio de 2015). 7 Véase la página oficial de la revista Foreing Policy, Fragile States Index:

http://foreignpolicy.com/fragile-states-2014/ (Fecha de consulta: 04 de junio de 2015).

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Finalmente, me gustaría incidir en que nos encontramos ante dos civilizaciones

hermanadas y ahora enfrentadas que, en el seno de un mismo país, Ucrania, se miran la

una a la otra ahora con rabia. Y como apunta Ignacio J. Cardone: “Ucrania […] es el

claro perdedor de la crisis. Con una parte del territorio perdido, su economía duramente

afectada, y una grande cantidad de muertos en el conflicto armado entre las fuerzas

oficiales y las fuerzas separatistas, el saldo se revela como claramente negativo, en una

nación que presentaba ya problemas sociales” (2014, p. 144).

Referencias bibliográficas

Cardone, Ignacio J. “El Conflicto en Ucrania: los Intereses de las Grandes Potencias

y los Perdedores de Siempre”, Conjuntura Global, vol. 3, núm. 3 (Julio/Septiembre

2014): 140-148.

Granados, Javier. “Ucrania, un estado y dos civilizaciones”, Discussion Papers

(UNISCI), núm. 14 (Mayo 2007): 149-160.

Kagarlitski, Boris. “El modelo Putin: de la normalización política a la crisis de

Ucrania”. Nueva sociedad, núm. 253 (Septiembre-octubre 2014): 72-88.

Martínez, José U. Introducción a la historia contemporánea 1: La Era de las

Revoluciones. Madrid: Istmo, 1996.

Martínez, José U. Introducción a la historia contemporánea 2: El siglo XX. Madrid:

Istmo, 1999.

Oñativia, Oscar. “Ucrania: La Bisagra entre Occidente y Oriente”, Artículo de

Investigación (GEIC), núm. 001/2014 (2014): 1-24, http://www.geic.com.ar/2010/wp-

content/uploads/2014/04/AI-001-2014.pdf (Fecha de consulta: 31 de mayo de 2015).

Ruíz, Francisco J. “Ucrania: ¿Rumbo hacia la UE, hacia Rusia, o hacia la ruptura?”,

Documento Marco (IEEE), núm. 15/2012 (Octubre 2012): 1-27,

http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2012/DIEEEM152012_Ucrania_FJRG.

pdf (Fecha de consulta: 31 de mayo de 2015).

Ruíz, Francisco J. “Las claves para comprender la crisis de Ucrania y sus posibles

soluciones”, Documento (Funciva), núm. 200 (Febrero de 2014),

http://www.funciva.org/uploads/ficheros_documentos/1391597294_las_claves_para_co

mprender_la_crisis_de_ucrania_y_sus_posibles_soluciones.pdf (Fecha de consulta: 6 de

marzo de 2014).