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    3. La familia, experienciatrinitaria de la Caridad

    Resumen

    La familia es un icono de la Trinidad. Dios es amor (1Jn 4, 8) y vive en smismo un misterio de comunin personal de amor; a imagen y semejanza deese misterio de comunin es constituida la realidad humana y, de modo es-pecial, la realidad humana en su condicin personal y comunicativa. La familiasigue siendo, pese a todas las diferencias evidentes, el icono de la Trinidad msevidente.

    La familia es escuela del ms rico humanismo y la primera, fundamental e in-sustituible escuela de socialidad. En la familia encuentran los ciudadanos la pri-mera escuela de virtudes sociales, que son el alma y la vida del desarrollo dela sociedad misma; la familia ofrece a la sociedad como primera y fundamentalaportacin la experiencia de comunin y participacin que caracteriza su vidadiaria.

    Palabras clave:Icono de la Trinidad, Familia, Comunin, Escuela de Socialidad, Fe.

    Juan Pablo Garca Maestro, O.SS.T*

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    * Instituto Superior de Pastoral y San Po X. Universidad Pontificia de Salamanca. Madrid.

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    Abstract

    Family is an icon of the Trinity. God is love (1Jn 4, 8) and inside him lives amystery of personal loving communion; the image and likeness of the mysteryof communion is composed by human reality and, especially, the human reality inits personal and communicative status. The family remains, despite all the obviousdifferences, the most evident icon of the Trinity.

    Family is the school of the deepest humanity and the first, fundamental and irre-placeable school of social living. Inside the family, citizens can find the first school

    of social virtues, which are the soul and life of society development itself. Familyoffers to society the experience of communion and sharing as first and fundamen-tal contribution that characterizes daily life.

    Key words:Trinity Icon, Family, Communion, School of Sociability, Faith.

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    La Trinidad es nuestro programa social, afirmaba en el siglo XIX el filsoforuso Nikolai Fedorov1. Sin embargo, hay quienes se sienten incmodos cuando se uti-liza el Misterio de Dios para resolver problemas meramente humanos, bien sea anivel personal como sociopoltico2. Pero de ser as, tendramos que dar la razn al fil-sofo Kant que sealaba: La doctrina de la Trinidad, tomada literalmente, no tiene nin-guna relevancia prctica, incluso si pensamos que la comprendemos; y todava es msclaramente irrelevante si verificamos que transciende todos nuestros conceptos. Sidebemos alabar a tres o diez personas en la Divinidad no hace la menor diferencia3.

    Sin embargo, s creo que vivir desde la Trinidad nos lleva a un estilo de vida

    y a comprometernos en la historia, pero sobre todo a crear un modelo de familiadiferente. Ahora bien, veo tambin dos peligros que se pueden dar al hablar de lafamilia como icono de la Trinidad:

    idealismode querer equiparar la vida y el serde Dios a la debilidad y limitaciones de los seres humanos. Sabemos quela realidad del pecado en los seres humanos nos impide la verdadera co-munin, la legtima diversidad y la autntica igualdad.

    -milia con el designio de Dios, descartando que quienes no se hacen lla-mar cristianos no puedan vivir el designio amoroso de Dios. En el senode nuestra sociedad estamos experimentando distintas formas de vivir

    en familia, e incluso dentro del seno de la misma Iglesia no todos com-parten la misma idea de familia.

    No estamos superando el modelo patriarcal? El papel de la mujer en la sociedadest llevando a un nuevo estilo de familia ms humana. Esto no quiere decir que la fami-lia se deshaga, sino que se trata de hallar la estructura que pide nuestro tiempo, y estoes posible. Los antroplogos que han estudiado la historia familiar se han dado cuentade las diferentes modalidades de familia que ha habido, segn pocas y culturas.

    Nuestra reflexin est dividida en tres partes. En la primera me detengo enanalizar la realidad actual que estamos viviendo en torno a la familia. En la segunda

    1. Citado por MOLTMANN, J. Del monotesmo integrista, como religin del poder, a la compasinliberadora y solidaria: La experiencia trinitaria, en HERNNDEZ, I (dir.), Fe, Cautiverio y Liberacin,

    Actas del I Congreso Trinitario de Granada, Secretariado Trinitario, Crdoba 1996, pp. 27-40, aqu 28.2. Es la tesis que sostiene BRUNO FORTE en su artculo Trinidad cristiana y realidad social, en EstudiosTrinitarios 3 (septiembre-diciembre 1987), pp. 393-411. El autor se muestra contrario a dejarse embarcaren una teologa social-trinitaria, una especie de ideologa trinitaria para la transformacin de las estructurassociales. El Misterio adorable de la Trinidad no puede ser manipulado para sacar adelante ningn proyectohumano por noble que sea. La fe trinitaria permanece como origen, modelo y patria escatolgica quenos compromete a transformar las relaciones sociales siendo siempre conscientes de su inadecuacin yprovisionalidad con respecto al Misterio que est detrs, es su suelo y su perfeccin ltima.3. KANT, I. Religin and Racional Theology, Cambridge University Press, 1996.

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    analizaremos el tema de la familia desde una perspectiva bblica y teolgica. Fi-nalmente reflexionaremos sobre la familia como escuela de comunin, liberacin,justicia y solidaridad.

    1. La familia, se deshace?

    Algunos se preguntan si la familia en Occidente est empezando a desapa-recer. Una estructura que ha estado presente en todas las culturas parece estar

    dando un vuelco o, al menos, est en crisis4

    .

    Los seres humanos no somos seres solitarios; necesitamos el complementodel matrimonio y de la familia para poder desarrollarnos5. Es el descubrimientoque hizo Laozi, siglos antes de Jesucristo, de la ayuda mutua. Sin ayuda mutua nohay evolucin. Y esta evolucin perdura gracias al apoyo mutuo, pues el hombrey la mujer no pueden en general valerse por s mismos sin la ayuda de los dems.

    Esa es la funcin de las instituciones, segn demuestra Hacker : sea la familia,la escuela, la profesin, la justicia, la Iglesia o el Estado.

    Estas instituciones son estmulos para asegurar el control de la agresividad.

    Tentacin que, como bien sabemos, existi en aquellos pequeos grupos en losque se desarrollaba la vida primitiva. Y las instituciones permitieron vivir cada vezms en paz, porque algo que est por encima de nuestras pequeas querellashace que estas no pasen a ms.

    El socilogo Durkheim estudi este fenmeno de la carencia actual de lasinstituciones necesarias, que llam anomia6. Fenmeno que es propio de aquellassociedades que tienen algn perecido con la nuestra.

    4. GIL, E. Conclusiones y reflexiones acerca del futuro de la familia, en ALBERDI, I. (dir.). Informesobre la situacin de la familia espaola, Madrid 1995, pp. 461-482; VIDAL, M. La familia en cuantoinstitucin humana. Rasgos descriptivos y orientaciones ticas, en ORTIZ, F., AZURMENDI y otros,

    Hacia una familia cristiana en la sociedad actual. Jornadas diocesanas de pastoral, octubre 2008,Publicaciones Idatz, San Sebastin 2009, pp. 21-80; TEJERINA, G. (ed.). La familia: problema y promesa,Salamanca 2005; DELGADO, M. Cambios recientes en el proceso de formacin de la familia, enRevista de Investigaciones Sociolgicas 64 (1993), pp. 123-153.5. Por lo que respecta a los espaoles, estos siguen valorando a la familia como lo ms impor tante,relegando a la religin y a la poltica a la cola de los valores. Aparece un modelo de familia, la mono-parental, no solo como consecuencia de viudez o de separaciones, sino como una forma elegida pormujeres que desean compaginar solo los hijos y el trabajo. Es de destacar el alto porcentaje de muje-res que afirman que el matrimonio no es necesario: REDACCIN. La familia, lo que ms valoran losespaoles, en Vida Nueva 2261, 16 de diciembre de 2000, p. 34.6. DURKHEIM, E. La divisin del trabajo social, Madrid: Ed. Akal, 1984. Ver tambin su obra El suicidio:estudio de sociologa, Barcelona: Ed. Losada, 2004.

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    Sin embargo, el problema actual es que estn desapareciendo esas insti-tuciones, que en su estructura concreta se haban hecho obsoletas, y no hemossabido modificarlas y adaptarlas a los nuevos tiempos.

    Cuando la familia falta, resulta, sin darnos cuenta conscientemente, que sebusca un sustituto, porque nos falta esa institucin, y la sustituimos por una estruc-tura nueva, como son las pandillas, que proliferan hoy en los pases desarrollados,como ha estudiado el filsofo alemn Max Horkheimer7. Unas son violentas, por-que emprenden luchas entre ellas, y otras son solo sectarias.

    La realidad es que nuestro mundo occidental es ms complejo de lo queparece a primera vista, y que en l existen males que las familias, la sociedad ysus polticos no deben obviar, sino estudiar estos fenmenos juveniles, sobre todopara encontrar les una solucin.

    Pero no creamos que las pandillas son cosa de ahora, porque en lostiempos romanos de Nern tambin existan. Y en otro ambiente muy dis-tinto no eran desconocidas, por ejemplo en la China de Li Wu Wei, en elsiglo IIa. C.

    Ya en el antiguo Egipto, 6.000 aos antes del cristianismo, un sacerdote sequeja de que nuestra tierra est degenerada porque los nios ya no obedecen a

    sus padres. Como observa el antroplogo Dutile, la violencia es un viejo fenme-no de los jvenes.

    Ante todo ello muchos se preguntan en Occidente si no ser que la familiaes imprescindible, aunque debamos darle una estructura acomodada a nuestrotiempo y cultura8.

    Desde la experiencia de exclusin se comprende el necesario papel de lamadre, sobre todo en los primeros aos de una naciente familia; y ms tarde deun padre ejemplar en los aos de la adolescencia, que fomenta la convivencia en-tre los hijos, abrindose a la solidaridad con el mundo exterior fuera de las cuatroparedes de la familia.

    Esa es la misin de la familia, que, como dice el Concilio Vaticano II, es unacomunidad de vida y amor (Gaudium et Spes, n. 48), que no se encierra en s mis-ma, sino que se prepara a pequea escala, para vivir en un mundo que necesita un

    7. Cf. HORKHEIMER, M. Crtica de la razn instrumental, Madrid: Ed. Trotta, 2010.8. BECK-GERNSHEIM, E. La reinvencin de la familia. En busca de nuevas formas de convivencia ,Barcelona: Ed. Paids, 2003; URIARTE, J. M.. La Iglesia ante las transformaciones contemporneas de lafamilia, col. Materiales de Pastoral 5, San Sebastin: Idatz, 2007.

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    gran cambio, para cumplir el deseo legtimo de la mayora de los ciudadanos de laTierra que quieren vivir mejor.

    En la familia son de impor tancia decisiva los tres roles de la madre, el padrey los hermanos. Pero lo que tenemos que inventar es cmo sern en el futuro elrol de la maternidad, paternidad y fraternidad, a diferencia de la manera de ser delos de ayer, que ya no estn en vigor.

    Desde la realidad actual sabemos que los jvenes que tienen defecto demadre fcilmente se convierten en totalitarios; y los carentes de la figura del pa-

    dre razonable se acostumbran a ser agresivos y violentos o incluso delincuentes.Esto nos corrobora el peligro social de las familias desintegradas que no cumplenbien los tres papeles de sus miembros.

    No se trata aqu de apelar a razones religiosas, como algunos pretenden. Elproblema es de estructura humana independientemente de su aspecto religioso.La verdadera religin no inventa nada distinto de lo que ensea la naturaleza. Yalos grandes creyentes espaoles del Siglo de Oro apelaban siempre a la razn na-tural para aclarar nuestra conducta, sin acudir a nada venido de arriba.

    Lo que tenemos que hacer es darnos cuenta de que a travs de la historiase han dado diversos tipos de familia en la concrecin de su estructura, porque

    los tiempos cambian y lo que ayer vala hoy ya no es de recibo. Por eso hay queencontrar la nueva estructura familiar para nuestra poca moderna.

    Aqu en Occidente tenemos que saber construir una nueva familia msdemocrtica con arreglo a nuestro tiempo, y no la excesivamente autoritaria depocas pasadas, que fue la que muchos vivieron, y que hoy ya no es necesaria.

    El problema es que no son los mayores quienes tienen que inventar la nue-va familia, sino los propios jvenes. Por eso hay que prepararlos para que piensenpor cuenta propia, cosa de la que se debera preocupar la nueva educacin.

    2. La familia en cuanto mbitode la fe

    2.1. Nuevo Testamento y familia

    El cristianismo ha tenido una relacin muy estrecha con la familia. En susinicios asumi la casa familiar como lugar real y como mbito simblico para ha-

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    cerse presente en la sociedad. En el momento actual existe una preocupacin enla Iglesia por la institucin familiar.

    La familia es una de las instituciones ms presentes en el mundo bblico9. Lafamilia no es propiamente una institucin de la fe, pero en ella se inserta la Reve-lacin. Tanto la vivencia como la expresin de la fe no pueden ser entendidas sintener en cuenta su insercin dentro de la institucin humana de la familia.

    Por otro lado, sostenemos que no existe un nico discurso sobre la familiaen el conjunto de los escritos neotestamentarios. El mensaje del Nuevo Testa-

    mento se sita dentro de una tensin, cuyos extremos son:

    -coge en los cdigosdomsticos delascartaspastorales.

    como aparece en las exigencias atribuidas a Jess en bastantes dichos delos evangelios sinpticos (y del documento Q).

    En cuanto a esta lnea ms crtica, sabemos que existen una serie de delitospor los que se conden a muerte a Jess. Y uno de ellos es contra los vncu-los familiares10. Jess no conceda ningn valor a los lazos de sangre. Segn los

    evangelios, no parece que tuviera una familia junto a l. Cuando su madre y sushermanos pretenden verlo, l no se mueve, sino que permanece en medio desus discpulos sin prestar la menor atencin a sus parientes y justificando esta ac-titud diciendo que su madre y sus hermanos eran los que cumplen la voluntadde Dios ( Mc 3, 31-35). No olvidemos que Jess arranc a sus discpulos de susfamilias (cf. Mc 10, 29-30; Mt 19, 27-30; Lc 18, 28-30). Lo de Jess es un atentadocontra la familia. Al pedirles que lo siguieran, les impidi tener familia. Y, al decirque lo ms importante era seguirlo a l, hizo que dejaran sus casas, su trabajo, susmujeres y sus hijos.

    Jess es muy duro: llega incluso a decir que no se puede hacer esperar alreino de Dios para ir a enterrar a los propios difuntos. Es evidente que Jess no

    concede ningn valor a los vnculos de sangre.

    9. PASTOR, F. La familia en la Biblia, Estella: Ed. Verbo Divino, 1994; TOSATO, A. List ituto famigl iaredellAntico Israele e della Chiesa primitiva, enAnthropotes13, 1997, pp. 109-174; CASTILLO, J.M..La familia y el Evangelio, en Proyeccin28, 1981, pp. 35-48; GUIJARRO, S. Fidelidades en conflicto.La ruptura con la familia por causa del discipulado y de la misin en la tradicin sinptica , Salamanca:Sgueme, 1998.10. En este tema seguimos las atinadas aportaciones de BIANCHI, E.Jess de Nazaret. Pasin, muerte

    y resurreccin, Madrid: San Pablo, 2010, especialmente pp. 45-47.

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    Todo esto deberamos tomarlo en serio en el seno de la Iglesia, sobre todoen aquellos que exaltan el biologismo, porque lo consideran el fundamento de losvalores cristianos. Pero yo creo que, en la actualidad, se corre el riesgo de exaltarla familia sin tener en cuenta que, ante el Reino y el seguimiento del Seor, tieneun valor relativo, no un valor ltimo,definitivo11.

    Adems, en el mundo no existe una nica configuracin de la familia, sinoque, ms bien, hay distintos modos de vivir la familia. Los modelos cambian con laspocas y, ciertamente, la familia de Jess no era la romana, ni la medieval, ni la bur-guesa y tampoco la de nuestra poca. Creo que la centralidad de la familia es una

    abstraccin y, en mi opinin, corre el riesgo de ofuscar la primaca del Reino queel Evangelio pide al discpulo.

    Si ponemos nuestra mirada en Pablo vemos que su estrategia evangeliza-dora fue servirse de la casa como una estructura mediadora a fin de introducir elmensaje cristiano en la sociedad romano-helenista12.

    Estos son algunos datos que ofrecen los escritos del Nuevo Testamento:

    Ms all del contexto de la vida de Jess, los Hechos de los Apstoles ylas cartas del Nuevo Testamento muestran que, frecuentemente, familias y casasenteras entraban en bloque en la Iglesia, manteniendo la solidaridad de las familias

    como unidades sociales y el concepto del yo como parte de dicha unidad. Lasfamilias del centurin romano Cornelio (Hch 10, 44-48), de la comerciante Lidia(Hch 16, 14-15) y de un corintio por lo dems desconocido, Esteban (1Cor 1, 16),recibieron el bautismo colectivamente. Absolutamente asombrosa es la historia delcarcelero filipense que levanta a su familia en medio de la noche para dar de co-mer a sus distinguidos huspedes y aceptar el bautismo de sus manos (Hch 16,32-34). En tales episodios, desde la perspectiva moderna uno se pregunta hastaqu punto los miembros individuales de la familia se daban cuenta realmente delo que estaba sucediendo y consentan en ello. Sin embargo, tambin sabemos deconversos individuales que no eran cabezas de familia, pero fueron recibidos en laIglesia a ttulo personal, especialmente esposas de maridos no creyentes (1Cor 7,13; 1Pe 3, 1), si bien esta prctica hacia recaer sospechas sobre cristianos, judos y

    otras organizaciones privadas que la permitan, pues se consideraba subversiva delorden patriarcal de la familia y, por tanto, del Estado ().

    Ningn estudio de la familia primitiva cristiana, aunque sea breve, puededejar de destacar que, al mantener la extensin de la relacin familiar a todos los

    11. GUIJARRO, S. Reino y familia en conflicto. Una aportacin al estudio del Jess histrico, enEstudios Bblicos 56, 1998, pp. 507-541.12. Remito al iluminador estudio de AGUIRRE, R. La casa como estructura base del cristianismoprimitivo: las iglesias domsticas, en Estudios Eclesisticos 59, 1984, pp. 27-51.

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    discpulos, tal y como haba establecido Jess, las primitivas Iglesias domsticas sevieron a s mismas como familias extendidas. Esto se desprende claramente dedatos como el ttulo de hermanos y hermanas que se otorga habitualmente alos creyentes, el enterramiento en cementerios comunes y la jefatura comunitariamodelada conscientemente segn la de la casa (1Tm 3, 43). La Iglesia se entendacomo una comunidad que inclua a todos. Tal visin se sita dentro de un deter-minado marco cultural, con una perspectiva concreta sobre la dimensin comuni-taria de la persona, perspectiva que difiere considerablemente de la nuestra13.

    Con la estrategia misional de Pablo, preocupado por el deseo de extender

    y de hacer histricamente viable el Evangelio, se produce un giro importante delethosfamiliar hacia una moral menos crtica y ms integrada con la vida social de lapoca. Pablo no quiere romper las casas. A los convertidos les pide permaneceren sus casas, aunque su cnyuge contine siendo pagano (1Cor 7, 12-14). Quieredejar bien claro que se puede ser cristiano en cualquier situacin (1Cor 7, 20-24).El cristianismo de Pablo es posibilista y con vocacin popular y de extensin; no esni una religin elitista, ni una pura secta, ni un grupo cerrado o monocolor14.

    2.2. Anlisis teolgico

    Las perspectivas teolgicas de la familia pueden ser formuladas mediante

    un conjunto de principios que constituyen, a la vez, criterios fontales y metas idea-les de la realidad familiar. Reduzco a cuatro los principios teolgicos de la familia15:

    a) Principio trinitario

    La familia es un icono de la Trinidad16. Dios es amor (1Jn 4, 8) y vive ens mismo un misterio de comunin personal de amor17; a imagen y semejanza de

    13. OSIEK, C. El Nuevo Testamento y la familia, en Concilium260, 1995, pp. 588-590.14. AGUIRRE, R. Ensayo sobre los orgenes del cristianismo. De la religin poltica de Jess a la religindomstica de Pablo, Estella: Ed. Verbo Divino, 2001, p. 62.15. Aqu debemos mucho a las aportaciones de VIDAL, M. La familia en cuanto mbito de la fe.

    Identidad teolgica e integracin eclesial, en ORTIZ, F.; AZURMENDI, F., y otros, Hacia una familiacristiana en la sociedad actual, o. c., pp. 81-128.16. Cf. STHR, J. Die Famil ie als Analogie zum Trinittsmyster ium, en STHR, J. (Hrg.). Die Familie:ein Herzensanliegen, St. Otilien 1988, pp. 141-181; CODA, P. Familia y Trinidad. Reflexin teolgica, enEstudios Trinitarios 29 (1995), pp. 187-219; SNCHEZ, M. La Iglesia domstica, icono de la Trinidad,en Toletana 3 (2000), pp. 9-71; DE MIGUEL, J.M.. Trinidad divina y familia humana, en GALINDO,A. (coord.). Hacia una teologa de la familia, Publicaciones de Universidad Pontificia de Salamanca,Salamanca 2009, pp. 61-90; RONDET, M. La Trinidad narrada, Sal Terrae, Santander 2008; BOFF, L.La Trinidad, la sociedad y la liberacin, Paulinas, Madrid 1987; LUCHETTI, M. C. Creer y decir DiosPadre, Hijo y Espritu Santo (algunas reflexiones sobre la Teologa trinitaria hoy), en Estudios Trinitarios,vol. 45, nm. 1 (2011), pp. 3-47.17. JUAN PABLO II, Familiaris consortio, n. 11.

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    ese misterio de comunin es constituida la realidad humana y, de modo especial,la realidad humana en su condicin personal y comunicativa. La familia sigue sien-do, pese a todas las diferencias evidentes, el icono de la Trinidad ms evidente18.

    Recogiendo una intervencin de Juan Pablo II, se afirma en el Documentode Puebla: La familia es imagen de Dios que en su misterio ms ntimo no es unasoledad, sino una familia (Juan Pablo II, Homila en Puebla 2; AAS 71, 184)19.

    Todas las realidades familiares tienen en la Trinidad su fuente y su meta: ge-nitorialidad y filiacin encuentran en el Padre y en el Hijo su imagen ms perfecta;

    al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva responsabili-dad. Su amor paterno est llamado a ser para los hijos el signo visible del amor deDios, del que proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra (Ef 3, 15) 20. Larevelacin de Dios como Padre rompe los esquemas cerrados de una paternidadestrictamente biolgica al abrirla a una comprensin holstica, en la que integranlo masculino y lo femenino y en la que la biologa como en el caso de sanJos pierde su funcin definitoria. El Espritu Santo, sculo de amor del Padrey del Hijo, se hace presente en la familia para realizar la unin ms ntima y ladonacin ms fecunda21: En su realidad ms profunda, el amor es esencialmentedon (). De este modo los esposos, a la vez que se dan entre s, dan ms all des mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de launidad conyugal y sntesis viva e inseparable y de la madre22.

    b) Principio cristolgico

    La vida familiar constituye el desarrollo de la densidad cristolgica en laAlianza conyugal, cuyo modelo es el amor de Cristo a su Iglesia. El Documento dePuebla ilumina la realidad familiar a travsde los misterios de Cristo23: nacimiento,muerte y resurreccin. El ambiente de pascua florece en la vida cristiana enteray se convierte en profetismo, al contacto con la divina Palabra. Aparece, enton-ces, en el centro de la vida familiar la imagen fuerte y suave de Cristo, muerto yresucitado24.

    18. Cf. GRESHAKE, G. El Dios uno y trino. Una teologa de la Trinidad, Barcelona: Herder, 2001, p. 323,donde se alude al pensamiento del telogo suizo Hans Urs von Balthasar, a quien pertenece el con-

    tenido de la frase recogido en el texto.19. Puebla, n. 582.20. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 14.21. Cf. MARTNEZ, M. El Espritu Santo y el matrimonio a partir del Vaticano II, Roma, 1994.22. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 14.23. Puebla, nn. 584-585.24. Ib., n. 585.

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    Siguiendo precedentes tradiciones espirituales, si bien sin justificacin sufi-ciente de la exgesis crtica, Juan Pablo II ha visto en la familia de Nazaret un iconoy modelo para las familias cristianas de hoy; ella es el prototipo y ejemplo de to-das las familias cristianas25.

    c) Principio eclesiolgico

    La familia tiene una dimensin eclesial. Al reflexionar sobre la fe bblica, Be-nedicto XVI seala en su primera encclica que el nico Dios verdadero, creador

    del cielo y de la tierra, y tambin del ser humano, no solo lo ha hecho, sino quelo ama personalmente. Ese Dios nico en el que ha credo Israel tiene un amorpredilecto a su pueblo, al que ha escogido para salvar a travs de l a toda la hu-manidad (Deus Caritas est, 9).

    San Pablo, en la carta a los Efesios, prolonga y lleva a plenitud la predica-cin de los profetas cuando invita a los maridos y a las mujeres a contemplar sumatrimonio a la luz de la unin de Cristo y de la Iglesia (Ef 4). De este modo, lasacramentalidad del matrimonio cristiano eleva la realidad natural del matrimonio.La gracia no violenta la naturaleza, sino que, al contrario, la restaura y la libera.Pero no se puede olvidar que, as como el amor de Dios que se muestra en laencarnacin del Hijo se manifiesta con toda su fuerza y plenitud en la Cruz, el

    amor autntico que, como el de Cristo, es donacin plena de uno mismo, no pue-de existir si quiere sustraerse de la cruz, si esquiva a toda costa el sufrimiento. Nosabe amar ni puede ser plenamente feliz quien no est dispuesto a sufrir26.

    Ese modelo del amor de Dios por el hombre que es el matrimonio tam-bin refleja su fecundidad en la procreacin de los hijos. Ellos son un don de Dios,y su cuidado y educacin son las tareas ms apasionantes, exigentes y tambingratificantes con las que cada padre y madre puedan encontrarse en la vida.

    Los esposos cristianos han de ser conscientes de que estn llamados a san-tificarse santificando, de que estn llamados a ser apstoles y de que su primerapostolado es el hogar.

    De este modo, la Iglesia se edifica por las familias, pequeas Iglesias do-msticas, como las llam el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium11;Apostolicamactuositatem, 11), redescubriendo una antigua expresin patrstica (San Juan Cri-sstomo, In Gensesim Serm. VI, 2; VII, 1).

    25. JUAN PABLO II. Familiaris consortio, n. 86.26. Cf. VARO, F. La encclica Deus caritas est, en BLANCO, P.; BUENO, E; VILLAR, J. R., y otros. Dilogosde teologa. Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger, Valencia: EDICEP, 2006, pp. 217-229.

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    La educacin de los hijos es inseparable, pues, de esa manifestacin delamor de Dios que el cristiano est llamado a ofrecer en la Iglesia y en la sociedad.En toda labor educativa, y especialmente en la formacin en la fe, tiene un impac-to decisivo el ejemplo, los modelos de compor tamiento que el nio o el mucha-cho observan en las personas a las que quieren y admiran. Por eso, aprendern lapedagoga del amor en la medida en que vean reflejado en sus padres, educado-res y en los que tienen ms cerca la imagen del amor de Dios que cada cristianoest llamado a ofrecer.

    Finalmente, quiero sealar que en el dinamismo sacramental del matri-

    monio y de la familia ocupa un puesto central la referencia a la Eucarista. En laEucarista la familia encuentra su plenitud de comunin y participacin (). Vivirla Eucarista es reconocer y compartir los dones que por Cristo recibimos del Es-pritu Santo. Es aceptar la acogida que nos brindan los dems y dejarlos entrar ennosotros27.

    d) Principio escatolgico

    La familia es una institucin humana; en cuanto tal, goza de autonoma yest abierta a una realizacin histrico-cultural de carcter plural. Pero, como todarealidad humana, forma parte del nico proyecto de Salvacin. Hay un designio

    de Dios sobre el matrimonio y la familia28.

    Esta insercin en el proyecto salvfico de la Revelacin es lo que da a lafamilia su carga escatolgica29. La institucin familiar, para el cristiano, es com-prendida y vivida dentro de la opcin fundamental a favor del Reinado de Dios.La familia no es un absoluto, como ya hemos recordado ms arriba; lo que es, deverdad, valor absoluto es el Reinado de Dios. De ah la relativizacin de la familiaen el mensaje del Evangelio: est en funcin del Reino.

    Si, por una parte, el Reinado de Dios relativiza la institucin familiar, por otra,ese mismo valor del Reino le proporciona un peso de ultimidad, es decir, una dimen-sin escatolgica. La vida familiar del creyente est comprometida en la realizacin del

    Reinado de Dios; la familia es un taller donde se trabaja y se vive por los valores delReino. El cristiano experimenta el significado radical de las realidades familiares: la rela-cin de losesposos como relacin de hermanos, la filiacin como donaciny no comopropiedad, las tareas familiares no como obligacin, sino como servicio.

    27. Puebla, n. 588.28. DE MIGUEL, J. M.. Trinidad divina y familia humana, a.c., pp. 64-67. Ver tambin JUAN PA-BLO II. Familiaris consortio, segunda parte .29. VIDAL, M. La familia en cuanto mbito de la fe, a.c., p. 107.

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    El Documento de Puebla expres muy bien la misin de la familia en claveescatolgica, al ofrecer las siguientes perspectivas: Esta Iglesia domstica, conver-tida por la fuerza liberadora del Evangelio en escuela del ms rico humanismo(Gaudium et Spes, n. 52), sabindose peregrina con Cristo y comprometida con lal servicio de la Iglesia particular, se lanza hacia el futuro, dispuesta a superar las fa-lacias del racionalismo y de la sabidura mundana que desorientan al hombre mo-derno. Viendo y actuando sobre la realidad, como Dios la ve y la gobierna, buscamayor fidelidad al Seor, para no adorar dolos, sino al Dios vivo del amor30.

    3. La familia: escuela de comunin,liberacin, justicia y solidaridad

    3.1. Escuela de comunin

    La familia ser icono de la Trinidad en la medida que sea escuela de comu-nin. De ah que la comunin sea la forma de vida en la familia: Su primer come-tido es el de vivir fielmente la realidad de la comunin con el empeo constantede desarrollar una autntica comunidad de personas31. As pues, la ley del amor

    conyugal es comunin y participacin, no dominacin y la meta definitiva de lafamilia es llegar a ser realmente centro de comunin y par ticipacin32.

    La familia consigue ser el mbito privilegiado de comunin y de participa-cin mediante los siguientes dinamismos de actuacin:

    a) Situando el amor como principio y fuerza de la comunin. La familia esuna ntima comunidad de vida y amor (Gaudium et Spes, n. 48). Sinel amor la familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comu-nidad de personas33. El amor que anima todas las relaciones inter-personales de los diversos miembros de la familia, constituye la fuerzainterior que plasma y vivifica la comunin y la comunidad familiar34.

    b) Haciendo que el amor se haga praxis en la edificacin de las personas.La familia es formadora de persona (Medelln). La familia, en cuantoes y debe ser siempre comunin y comunidad de personas, encuentra

    30. Puebla, n. 589.31. Familiares consortio, n. 18.32. Puebla, n. 568.33. Familiaris consortio, 18.34. Ib., n. 21.

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    en el amor la fuente y el estmulo incesante para acoger, respetar ypromover a cada uno de sus miembros en la altsima dignidad de per-sonas (). El criterio moral de la autenticidad de las relaciones conyu-gales y familiares consiste en la promocin de la dignidad y vocacinde cada una de las personas, las cuales logran su plenitud mediante eldon sincero de s mismas35.

    c) Abriendo cauces en el tejido familiar para que la riqueza de la comunininterpersonal inunde la vida familiar. Esto se alcanzar mediante:

    Las relaciones entre los miembros de la co-

    munidad familiar estn inspiradas y guiadas por la ley de la gratuidadque, respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad per-sonal como nico ttulo de valor, se hace acogida cordial, encuentro ydilogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridadprofunda36.

    la comunin familiar exige unapronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la compren-sin, a la tolerancia, al perdn, a la reconciliacin37.

    d) Propiciando formas efectivas de participacin en la vida familiar. Para ellose precisa una estructura familiar: democrtica (frente a la configura-cin autoritaria); igualitaria (frente a la prepotencia del paternalismo y

    del machismo); y corresponsable (frente al planteamiento de la vida enclave de autoriobediencia)38.

    3.2. Escuela para la liberacin

    Hoy somos conscientes de que gozamos de menos restricciones externaspara actuar en muchos campos. Y con todo, vivimos en una sociedad que generasutilmente sumisin. Bombardeados permanentemente por la publicidad, predo-mina en las sociedades econmicamente avanzadas un hombre unidimensional, enel que su rol de consumidor parece haber absorbido todas las dems facetas deldesarrollo humano, empobreciendo notablemente su existencia39. Y aadamos no-sotros, desde la sabidura cristiana, que esas cadenas no son nicamente aquellasque se introducen solapadamente desde fuera para teledirigirnos, sino tambinaquellas que habitan en lo profundo de nuestro interior, hacindonos girar hacia

    35. Ib., n. 22.36. Ib., n. 43.37. Ib., n. 21.38. VIDAL, M. La familia en cuanto mbito de la fe, a.c., pp. 120-123.39. MARCUSE, H. El hombre unidimensional, Barcelona: Ed. Ariel, 1994.

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    nosotros mismos y que, mil mecanismos de defensa, intentamos ignorar. De esose trata en concreto en la actualidad, de sortear la tentacin de la liber tad esclava,que nos convierte en centro de nuestro inters y polo de autosatisfaccin.

    Recordando una clsica distincin de E. Fromm, en la sociedad actual haymucha libertad de pero poca autntica libertad para, porque faltan los crite-rios que nos ayuden a descubrir qu opciones pueden ayudarnos realmente arealizar un proyecto de vida que merezca la pena40.

    Ante los desafos de la desorientacin, el miedo, el egosmo, el narcisismo,

    la libertad autosuficiente o la sumisin a la presin social, las familias tienen unalabor educativa en principio apasionante, cultivando en su seno, de acuerdo con laedad de cada uno de sus miembros, actitudes que no son demasiado frecuentesen nuestra sociedad y que seran las siguientes:

    cual Dios es capaz de hablarnos a travs de las personas y acontecimien-tos que nos rodean.

    que puedan dar razn de sus elecciones.

    contenidos y mensajes deberan discutirse en todas las familias.

    el conflicto, la negociacin con los dems y el respeto a los otros.

    -cin de los dems hay una estrecha relacin41.

    3.3. Escuela de solidaridad y justicia

    Si la familia es de verdad mbito de comunin y de participacin se con-vierte tambin en promotora del desarrollo humano (Medelln). La comunin

    y la participacin vividas cotidianamente en la casa, en los momentos de ale-gra y de dificultad, representa la pedagoga ms completa y eficaz para la inser-cin activa, responsable y fecunda de los hijos en el horizonte ms amplio de lasociedad42.

    40. FROMM, E. El miedo a la libertad, Barcelona: Paids Ibrica, 2006.41. GMEZ, P. J. Nos sobran los motivos. Una invitacin al cristianismo, Madrid: PPC, 2010, pp. 244-245.42. Familiaris consortio, n. 37.

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    El Concilio Vaticano II, adems de acuar una feliz expresin, descubri unavertiente importante de la vida familiar al afirmar que la familia es escuela delms rico humanismo (Gaudium et Spes, n. 52). En la familia se crea la humanidad:en ella se condensa la sabidura de lo humano; en ella se logran las sntesis vitalesque constituyen el fundamento de la sociedad (Gaudium et Spes , 52).

    Juan Pablo II ha retomado con particular aprecio este tema del VaticanoII y lo ha desarrollado sirvindose de otras categoras no menos sugerentes. Enla exhortacin apostlica Familiaris consortioreitera varias veces la afirmacin deque la familia es la primera, fundamental e insustituible escuela de socialidad43. En

    la familia encuentran los ciudadanos la primera escuela de virtudes sociales, queson el alma y la vida del desarrollo de la sociedad misma44; la familia ofrece a lasociedad como primera y fundamental aportacin la experiencia de comunin yparticipacin que caracteriza su vida diaria45.

    Para que la familia sea escuela de humanismo y de socialidad es necesarioencauzar el ethosde la vida familiar a travs del sistema de valores que giran entorno al eje axiolgico de la solidaridad. Pertenecen a este sistema axiolgico lossiguientes valores, que han de inspirar la vida familiar46:

    verdadera justicia, que lleva al respeto de la dignidad per-sonal de cada ser humano.

    verdadero amor, vivido como solicitud sincera y serviciodesinteresado hacia los dems, especialmente hacia los ms pobres y ne-cesitados47.

    43. Ib.44. Ib., n. 42.45. Ib., n. 43.46. VIDAL, M. La familia en cuanto mbito de la fe, a.c., pp. 123-124.47. GONZLEZ, A. El reinado trinitario del Dios cristiano. Dios Trinidad, en la vida de los pobres yen la transformacin del mundo, en HERNNDEZ, I (dir.). La Trinidad, el Dios cristiano en la historiadel hombre. Actas del III Congreso Trinitario Granada 2000, Secretariado Trinitario, Crdoba 2002,pp. 71-81. Sobre la identificacin de Dios Trinidad con el destino de todas las vctimas AntonioGonzlez afirma: (...) Dios mismo, en Cristo, ha experimentado el abandono de Dios. La expresin,Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado (Mc 15, 34) no se refiere, como se ha dicho con

    frecuencia, a la humanidad de Cristo a diferencia de su divinidad (o, como deca Hilario de Poitiers,a la humanidad que se ve abandonada por la divinidad). El abandono se refiere a Dios mismo, queexperimenta personalmente la lejana de Dios, la muerte y lo que la teologa ha llamado c lsicamenteel descenso a los infiernos. Es la situacin de los que presuntamente han sido abandonados por Diosa lo largo de la historia. Este abandono de Dios por Dios solamente se puede decir, con los lmitesde nuestro lenguaje, como una diferencia entre Dios y Dios. No se trata, como quiere Moltmann (ElDios crucificado), de un enfrentamiento ni de una escisin en la divinidad. Se trata de que Dios mismo,sin dejar de ser Dios, ha experimentado personalmente en Cristo el destino de los aparentementeabandonados por Dios en la historia. Y lo ha sufrido de una manera real, y no como una farsa: elDios invocado no se hace presente, y Cristo no es salvado de la cruz. Sin embargo, la experiencia delabandono no es una ruptura en la divinidad. Porque, en la cruz, es un solo y nico el Hijo que asumela suerte de todas las vctimas de la historia y los castigos presuntamente destinados a los pecadores.

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    don de s mismo, como ley que rige las relaciones familiares y que espedagoga insustituible para iniciarse en el valor del servicio hacia la so-ciedad, sabiendo que es mejor dar que recibir.

    personas concientizadas,con actitud crticay dialogante, a fin de advertir, de sentir, de denunciar y de solucionar lasinjusticias sociales.

    poder, del valer y del saber ms sin servir ms.

    Concluyo este apartado con un pensamiento de Juan Pablo II relacionadocon el mensaje de Cuaresma de 1994: Si la solidaridad en lo material es una ex-presin esencial y prioritaria de la caridad fraterna, el ayudar y compartir con lasfamilias ms pobres y necesitadas, es la mejor forma de vivir la caridad familiar. En lamedida en que seamos capaces de ayunar de nuestro deseo de poseer, con el finde ayudar al prjimo necesitado, en esa medida alimentamos la capacidad humani-zadora de la familia.

    4. Conclusin

    Qu pueden aportar las familias cristianas a la sociedad actual?

    A lo largo de nuestra reflexin hemos pretendido demostrar que hablar dela familia como casa de la Trinidad exige a las familias cristianas tomar en serio elvalor de la comunin no solo entre los miembros de la familia biolgica o de losque comporten la misma fe, sino entre las dems familias que viven en situacionesde exclusin y pobreza. En esta lnea quiero resaltar lo que nos recordaba Bene-dicto XVI en la segunda parte de su primera encclica:

    La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber

    nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-gape supe-

    ra los confines de la Iglesia; la parbola del buen samaritano sigue siendo el criterio de

    comportamiento y muestra la universalidad del amor, que se dirige hacia el necesitadoencontrado casualmente (cf. Lc 10, 31), quien quiere que sea48.

    Por ltimo, hoy reconocemos el ntimo misterio trinitario de Dios tambinen su creacin: todas las cosas fueron creadas para llegar a ser, en la comunin

    En la cruz, Dios sigue siendo el Padre bueno que hace salir el sol sobre justos y pecadores. Solamentede esta manera puede Dios justificar a todas las mismas sin dejar de posibilitar un camino histricode reconciliacin, p. 77.48. BENEDICTO XVI, Desus caritas est, n. 25b.

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    creatural del Espritu, un espejo de la vitalidad y bellezas divinas49. La creacin es lacomunin de todas las criaturas entre s. Cada criatura acta y coopera a su pro-pio modo en la rica y variada comunidad creatural. La civilizacin moderna se hadesgajado de la comunidad de la Tierra, para as dominar a esta, y comienza ya adestruirla. Necesitamos una nueva integracin de la cultura humana en la natura-leza de la Tierra, si es que queremos sobrevivir sobre esta misma Tierra.

    La Iglesia de Cristo vive en la comunin del Espritu Santo. La comunin delEspritu Santo abarca tambin a la entera comunidad creatural. El Espritu Santonos convoca a una Iglesia ecolgica. Un religin como la cristiana que tiene como

    identidad el Dios Trinidad debera or no solo los gemidos de las vctimas y delos pobres, sino tambin los gemidos de las hoy tan profundamente humilladasy explotadas criaturas (Rom 8) e integrar su propia comunidad en la ms ampliacomunidad de las criaturas. La experiencia trinitaria de Dios nos lleva afuera, a laamplitud de la creacin. La Iglesia del futuro ser una comunidad social y ecolgi-ca si reconoce el misterio del Dios trinitario.

    Por eso, las familias cristianas debern comprometerse en la solidaridad yrespeto de la toda la creacin. En el compromiso por la liberacin integral del serhumano y de toda la creacin, las familias harn visible el Dios amor revelado enJesucristo.

    5. Preguntas para reflexionar

    1. Qu puede ofrecer una teologa en dilogo a las distintas constelacio-nes de lo familiar hoy?

    2. Qu elementos aporta el sentido jesunico de lo familiar (superadordel vnculo de sangre) a la realidad familiar?

    3. Vincular retos de la familia en la actual coyuntura con la lecturapropuesta desde la Trinidad de Dios?

    49. MOLTMANN, J. Dios en la creacin. Doctrina ecolgica de la creacin, Salamanca: Sgueme, 1987.