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Educación ISSN: 0379-7082 [email protected] Universidad de Costa Rica Costa Rica Valembois, Víctor René Van Huffel, un previlegiado puente con la cultura de habla francesa Educación, vol. 28, núm. 2, 2004, pp. 57-73 Universidad de Costa Rica San Pedro, Montes de Oca, Costa Rica Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44028204 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Educación

ISSN: 0379-7082

[email protected]

Universidad de Costa Rica

Costa Rica

Valembois, Víctor

René Van Huffel, un previlegiado puente con la cultura de habla francesa

Educación, vol. 28, núm. 2, 2004, pp. 57-73

Universidad de Costa Rica

San Pedro, Montes de Oca, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44028204

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Revista Educación 28(2): 57-73, 2004

1. “Apuntamientos para una biografía”

Costa Rica les debe mucho a variosmaestros europeos. Pienso en un HenriPittier, en Constantino Láscaris, TeodoroOlarte y algunos otros. Cruzaron el Atlán-tico para no volver a su tierra natal. Con-vivieron con diversas generaciones dediscípulos. Merecen el calificativo de edu-cadores, porque lo fueron en el sentido másusual, pero además en la acepción dirigistadel término: mostraron el camino. Por suejemplo paciente, en una especie de ósmo-sis, aplicada a lo cultural, provocaron unacorriente. Decidieron quedarse y fueronenterrados como propios, acá. Lograron elcambio esencial: comprometer cantidadde pupilos hacia ideales superiores. Los con-sideramos dentro de una galería de grandes,no solo por la valiosa transmisión de conoci-miento en sus respectivas materias, sinotambién por la proclamación y la vivencia decierto humanismo inasible. Fueron Maes-tros, con mayúscula, y la crisis en la que su

RENÉ VAN HUFFEL, UN PRIVILEGIADO PUENTE CON LA CULTURA DE HABLA FRANCESA

Víctor ValemboisCatedrático retirado de la Universidad de Costa Rica

Resumen: Nunca lo conocí, pero su foto entre loseméritos en el Auditorio de la Facultad de Educaciónme picó la curiosidad: a base de entrevistas y lecturasconfeccioné una biografía de un personaje cuya modes-ta e incompleta semblanza quizá incite a reflexionarsobre un modelo de profesorado y además sugiere, oja-lá, que no solo en este caso, por la enseñanza de unidioma, sino por lo universitario bien entendido entiempos de globalización, conviene tener una menteabierta a la interferencia cultural, al matiz filológico:confío que esta reconstrucción, no hagiográfico sinoprofundamente humanista, tenga valor de rescate,hacia el pasado y tenga utilidad, hacia el futuro.

Palabras clave: Enseñanza de Idiomas, Intercultural,Bélgica, Diferencia.

Recibido 4-II-2004 • Aceptado 9-03-2004

Cuando uno vive en una cultura totalmente ajena, se tiene que hacerse un poco “el otro” para enten-derlo: entonces se rompen los dogmatismos, se someten a prueba las convicciones más arraigadas,jamás cuestionadas, y se produce un proceso de democratización interna.

Antonio Skármeta (Áncora, 10.03.96)

Para el Dr. Gonzalo Vargas, alumno de don René. Europa dio mucho a través de ustedes dos. Ambosentregaron lo mejor de sí mismos a Costa Rica.

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patria de adopción se suma ahora se debe,entre otros, a una falta de tales propulsores.Uno de esos fue René Van Huffel.

Desde que vi su foto en la galería deprofesores eméritos en el auditorio de laFacultad de Educación, en la Universidadde Costa Rica, con todo y su otro apellido“extraño”, sentí la necesidad de ahondaren el conocimiento de esta persona y esapersonalidad, de las que pronto me repitie-ron beldades y bondades. Lo hice mío y eltrabajo a continuación constituye un modes-to, no tanto por tener el mismo origen nór-dico, sino porque cuanto más avanzaba lainvestigación, se me puso en evidencia quemerecía, más que un recuerdo fotográfico,una saludable memoria de la patria, la deCosta Rica y la del mundo. Con énfasis en laenseñanza de la cultura y la lengua de ha-bla francesa, Van Huffel entregó práctica-mente medio siglo de su vida a ser unpuente entre la vieja Europa que dejó y es-te subcontinente joven que adoptó.

Si Monseñor Sanabria le puso “apun-tamientos” a su trabajo grueso y sesudo,¿cómo se permitirá este monaguillo de lahistoria un nombre más pomposo para es-tas cuartillas? Falta información y preci-sión para una biografía más completa que,sin duda, como obra de rescate en la rela-ción tico-belga, se merece aquel Quijote depor allá, aterrizado en tierras tropicales.En el siglo XX hubo por lo menos otra mediadocena de destacados profesores de francés,de origen belga1, entre todos han dejado suhuella en la enseñanza de esa lengua en elpaís, junto con francófonos y francófilos deFrancia (y es conveniente no meter todosesos docentes en un mismo saco “francés” co-mo suele hacerse). Como sea, aquí va un res-cate para el principal de todos ellos.

Aunque Van Huffel haya fallecido ha-ce solo treinta años y a pesar de disponer elsuscrito de cantidad de informantes ora-les, he allí justamente una dificultad. Pa-rece mentira que siendo un tema de granparte del siglo XX hayan quedado tan po-cos elementos escritos al respecto: si bien el

Abstract: I never met him in person, but his picturein the Gallery of Emeritus Professor at the School ofEducation called my attention due to his typicalBelgian name. I started searching for informationabout him and his life to construct a kind of biogra-phy. This incomplete and modest reconstruction ofhis accomplishments shows a model of languageteaching. It is also an example for the concept ofuniversity in times of globalization, well understoodto intercultural interferences and the philologicalconnotation: I hope that this reconstruction, nothagiographic but deeply humanistic, serves both asa rescue effort considering the past and as a usefultool while looking into the future.

Key words: Study of foreign languages; Intercultural,Belgium, Differences.

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docente formó centenares y hasta miles dealumnos en francés, salvo contadas excep-ciones, la metodología utilizada en esas dé-cadas era esencialmente oral (fuera de unmanual que procederé a analizar). DonRené no dejó tampoco estudios teóricos nicontribuciones académicas como ahora esde rigor.

En aras de salir de este impasse, enlo metodológico me he basado al máximoen documentos escritos así como en infor-mantes de categoría, muchos de ellos colegasretirados. Por otro lado, he agrupado la in-formación por décadas, dando a cada una larelevancia de un informante principal. Así,para los años veinte y treinta me orientan elDr. Vargas y su esposa; para la década de loscuarenta, me guía sobre todo la excelsaprofesora Hilda Chen Apuy; en los cin-cuenta, la profesora Marie Thérèse deUrruela; respecto de la siguiente década, agolpe de correo electrónico me asistió sobretodo Jack Wilson. Pero en el coro de testigostambién figuran, por ejemplo Marco TulioSalazar y su hija, Manuel Antonio Quirós,

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Rolando Mendoza y otros, no menos de unadocena en total, entre hombres y mujeres,nacionales y extranjeros, profesores yalumnos. A todos ellos, felizmente sobrevi-vientes lúcidos, a pesar de la edad y algunosproblemas físicos, de verdad, un gran agra-decimiento. Este proceder permite entoncesevocar al maestro en sucesivas muestraspalpables, etapas en su tránsito por elmundo. Destacan desde luego permanentesrasgos de carácter y de estilo, por lo que allector atento no le sorprenderán algunasrepeticiones en forma de insistencia. A suvez, y no lo niego, puede ocurrir que poreste enfoque en círculos concéntricos, apa-rezcan cambios y hasta contradicciones apartir de lo que reportan los informantes,pero pregunto: ¿no resulta toda vida unainterferencia entre ciertas constantes,felizmente junto con varias evoluciones?

2. Huellas anterioresa Costa Rica

René Van Huffel Dedobbeleer nacióen Bruselas, el 29 de enero de 1900. Nose dispone de mayor información respec-to de calidades de sus progenitores ni deestructura familiar, sus estudios pre-uni-versitarios, etc. Por supuesto, los dos ape-llidos tienen neta resonancia flamenca, esdecir, originarios de Flandes, la parte nortede Bélgica, pero de allí a asegurar que suidioma (el de la casa y de la escuela) haya si-do primero el flamenco (mejor llamado neer-landés) sería una deducción prematura. Porotro lado, por los estudios posteriores, sí, esmuy probable que cursó la secundaria “clási-ca”, es decir con latín y griego hasta en la so-pa (y el suscrito no se queja de este brebaje).Teniendo en cuenta su fecha de nacimiento,tiene que haber estado en lo que aquí se lla-ma el colegio en los años que correspondena la Primera Guerra Mundial.

Muchos años después, en su expe-diente de la Oficina de Personal, en laUniversidad de Costa Rica, se señala que

René Van Huffel. Fotografía propiedad del Archivo dela Universidad de Costa Rica.

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servicio militar”. Se refiere por supuesto ala Primera conflagración planetaria. EnBélgica, entonces, ese deber patriótico eraselectivo, con base en una serie de criterios.Los pudientes podían comprar su dispen-sa, mientras otros, menos equipados enla billetera, fingían enfermedades, etc.También les narró una anécdota de la mis-ma contienda: confrontada con escasez decarne, como en todas partes, la gente em-pezó a comer hasta canino. Su padre consi-guió un pedazo de vacuno. Al preguntárselepor el perro de la casa, René bromeó que loestaban comiendo; su papá, muy riguroso,se enojó. Los dos episodios reflejan, por unlado, el fuerte impacto que causó en el ado-lescente esa horrible guerra de trincheras;por otro lado confirman un temperamentoantimilitar. Por allí se aglomera una seriede razones que empujaron al joven a cru-zar el Atlántico.

No vino directamente a Costa Rica,sino mediante estadías, en otra parte. Elcitado expediente también refiere a unaLicenciatura en Letras en la Universidadde Montpellier, Francia, pero aquello noaparece suficientemente documentado:puede haber estudios, pero no hay grado.Según la nomenclatura costarricense tanquerida, habría implicado además que to-do el mundo lo hubiera tratado por su títu-lo, lo que no fue el caso. Por otra parte, lahipotética salida de Bélgica vía este lugardel sur de Francia debe haber sido rápida:a los veintitrés años don René se encuen-tra entre nosotros, según algunos indicioshabiendo pasado también por EstadosUnidos y México3.

Quedan muchas interrogantes, ojaláesta misma lectura contribuya a soltar re-cuerdos de los mismos discípulos y allega-dos. Soy como el Comisario Maigret, denuestro compatriota, escritor de novelas po-licíacas, solo que en vez de “chercher la fem-me”, aquí me dedico a “chercher l’homme” ysi a Simenon se le identificó algunas vecescomo “policía del alma”, a Van Huffel se lepuede calificar como “docente del alma”. Un

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era bachiller y candidato (egresado) de laFacultad de Filosofía y Letras de la Univer-sidad de Bruselas. Allí mismo se mencionasu condición de “Profesor de Estado”: en tér-minos costarricenses, significa que tambiénaprobó los cursos de didáctica, aparte de lacarrera, destinados a los que postulan por ladocencia. No consta ningún tipo de reconoci-miento de estudios ni de ese título de profe-sorado, pero por los años y el prestigio quese ganó aquí, entre colegas como entre pupi-los, dejó sobradamente llena esta laguna.

Varias pistas orientan hacia una vo-cación pacífica y antibélica que pronto loharía salir de Europa. Varios indiciosapuntan hacia una condición que ahorallamaríamos de “objetor de conciencia”,aunque algún informante cree saber inclusoque se trataba de un desertor2. Según el exalumno Otto Coin, “nos enseñó todos lostrucos habidos y por haber para evitar el

René Van Huffel. Fotografía propiedad del Archivo dela Universidad de Costa Rica.

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posible anzuelo tico, según mis antenas, esque en 1910 murió F. Van Dyck, Cónsul deCosta Rica en Amberes, Bélgica y el señorA. Van Huffel que ocupa la misma residen-cia, cesó sus funciones de Vice-Cónsul. Par-tiendo de este nexo probablemente familiary la existencia también en Costa Rica deuna familia Van Dyck, puede haber por allíun puente. Tiene que haber un vínculo ex-plícito, porque normalmente, sobre todo enestos años, un belga ni ubica Costa Rica enel mapa4.

3. Los años veinte, no tan locos

La primera referencia documentalen cuanto a Van Huffel acá se sitúa a prin-cipio de los años veinte. En mayo 1922 vie-ne concretamente una misión comercial deeste país, entre otros a Costa Rica y al pa-recer don René algo tuvo que ver con ella.El Sr. Georges Rouma es el jefe de la mi-sión económica cuyo objetivo principal yurgente consiste en encauzar vínculos co-merciales latinoamericanos para este paíseuropeo, totalmente maltrecho por la in-justa guerra5. En 1923-24 existe en Bruselasuna Cámara de Comercio Belga-Latinoa-mericana6. Manuel María Peralta (Minis-tro Plenipotenciario, gran enlace entre losdos países, desde varias décadas entoncesya y por una más) forma parte del comitéde honor.

Pese a esa labor de enlace, Van Huffelno llegó con fines comerciales. Caso con-trario, lo habría hecho solo o asociado porejemplo con Rodrigo Gómez, largos añosresidente en Bélgica, a quien sin duda cono-ció, ya con su agencia de importación, lla-mada precisamente “Belga” en pleno SanJosé. No vino a hacerse la América, comootro compatriota empresario; pienso enMax Coin de Levin7; tampoco contratadopor ninguna empresa de acá, como sí lo fuesu coterráneo Paul Deliens (a quien de-be haber conocido en Cartago): un granintelectual, pero que se dedicaba a ello

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fuera de su labor de supervisión de ca-rretera; por último, para nada lo vemosllegar en circunstancias extrañas, como elmás conocido: Julio Van der Laat. La in-formación sobre su corta misión “diplomáti-ca” señalada en el párrafo anterior, no dejadudas que las mismas autoridades belgasno tenían inconveniente en su presenciaacá. Se contaban con los dedos los belgas re-sidentes entonces acá y no se sabe de con-tactos suyos con ellos, excepto con Loots8,compatriota y reformador de las bandas mi-litares. Pero éste, don Francisco, había si-do contratado oficialmente por el gobierno(vía el mismo Peralta), en cambio Van Huf-fel vino a título privado. De manera queocupa un lugar especial, en perfil tambiénúnico. Era hombre de ideas vivas y de tratocon gente, no de trasiego de materia inerte.Eso llenó su vida. Por otro lado, a falta depruebas contrarias, lo más probable es quevino solo9.

A mediados de los años veinte ya ve-mos a don René en la actividad que carac-terizaría el resto de su larga e interesanteexistencia: el apostolado no religioso, sinodocente. Fabio Fournier, Bachiller del Li-ceo de Costa Rica en 1923 (o 1925?), cono-ce allí a René Van Huffel. Pese a más demedio siglo transcurrido, lo recordaba vi-vamente y con gratitud el Doctor GonzaloVargas. La relación entre este profesor ysu discípulo era de amistad: ¡provechosaósmosis pedagógica! Vargas, por años emi-nente médico anestesista y homeópata,guardaba la imagen del docente en estesentido. Se explica en parte porque teníancasi la misma edad. Me los imagino, el bel-ga flaco, sin ser alto, más erguido que mu-chos, prototipo más bien germánico, frentea su discípulo muy bajito, de rasgos físicoseminentemente latinos. Pero como en todadocencia, el Hombre de la mancha muchoaprendió también de su escudero, entreotros esa sabiduría del pequeño: ¡los hom-bres se miden de los hombros para arriba!“Chalito” (porque se le podía hablar concariño), lo recordaba como maestro de una

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transmisión cultural entre sendos conti-nentes. No había ni embajada de Bélgica,menos un Agregado Cultural, de Prensa yCooperación... pero allí estaba Van Huffel!En ambos casos comentados, se acoplabaal sistema local de becas, pero en sendasoportunidades su sugerencia fue cortés-mente rechazada por los padres: orgullosos,argumentaban que podían sufragar esosgastos. Tanto los progenitores de Vargas,como los de Mena eran gente de comercio,lo cual les permitía colaborar con esfuerzopropio. Por lo demás, era socialmente algomal visto aprovecharse de los recursos delEstado. ¡Los tiempos han cambiado!

Según Carlos Mena, el educador ysus discípulos pudieron verse por lo menosuna vez en Europa, concretamente en ellugar de nacimiento del primero y de estu-dio de los segundos: detalle de lealtad, por-que el profesor podría haberse limitado aver a su familia, en 1930. De regreso, abordo del buque Magdalena de la línea na-viera “Hamburg Amerika” hacia PuertoLimón, en la lista de pasajeros consta enefecto que iba “Van Huffel, René, 28 años”(cuando ya tenía treinta)12. La prueba seencuentra en el archivo a nombre de Ma-nuel María Peralta. No me consta contactoni epistolar ni personal entre éste y VanHuffel, pero en un extraño cruce, del prime-ro, siendo tico en Bélgica, del segundo,siendo belga aquí, de seguro habrían con-geniado en lo personal, además de trabajarcodo a codo en pro de más de una conve-niencia intercontinental.

Doña Lía, la futura esposa del citadoDr. Vargas, señala que Van Huffel le ense-ñó francés en el Colegio San Luis Gonzagade Cartago. Clases y más clases, desde elprincipio, y hasta el final, ese es el castigode Sísifo que se nos receta a todos los edu-cadores. Pero ¿cómo? Porque la metodolo-gía también cuenta, como no. Con base enuna certera observación del historiadorMeléndez, respecto de un libro en este sen-tido, apareció en San Ramón. Que lo digael Comisario Maigret, toda investigación

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cultura extraordinaria, de esos que ensan-chan las pupilas. En efecto, la enseñanzade un idioma, ¿no debería ser forzosamenteademás la de una aguda sensibilizaciónpor una cultura, unos valores y por endeuna visión de mundo?

Tiene que haber sido antes de 1926,año en que el joven Vargas se fue a estudiara Bruselas. El profesor de francés en el Li-ceo de Costa Rica les habló largo y tendidodel ferrocarril transiberiano. Toda la clasepasó “volando” en eso. El educador cayó enla clásica trampa de los alumnos: a fuerzade pregunta y pregunta escabullaron nuevamateria. Más bien, para el incipiente docentesignificó un estupendo ejercicio de español.Pero, ¿qué importa esa clase “perdida”? Atantos heredianos, josefinos y “cartagos”,este hombre ya bastante viajado y con“mundo” en su cabeza (y en las piernas), lesabrió la ventana grande. No era todavía lade Windows 98, pero de todos modos esosimberbes quedaron marcados de por vida.

Otro de esos jóvenes fue el Dr. CarlosMena Ugalde, fallecido en el año 2000.Cuenta que Van Huffel sobrepasó su papelde maestro para asumir el de orientador yconsejero. Si el joven Mena salió en 1927,igual hacia Bruselas, pese a tener contac-tos en Estados Unidos, fue por influencia einsistencia de don René directamente consu padre, a quien visitó varias veces en sucomercio10, para convencerlo. Prevalecíanen él criterios de selección de los mejorescostarricenses. Había que estimularloscon una confrontación en el exterior; pesa-ba además un criterio de idioma y por en-de de inserción cultural. El docente, por lodemás podía comparar. Entre tantos, tene-mos así por lo menos dos futuros galenos dela “gloriosa generación de profesionales for-mados en Bélgica, que tanto y tan bien co-laboró en el desarrollo científico de nuestropaís” (según el acertado decir de MartaCastegnaro11). Llegaron allí por su profesorde por aquí ... y de por allá.

Durante décadas entonces Don Renéfuncionó como una auténtica correa de

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es agotadora, pero gratificante con su suje-to en casos como éste: del Maestro se conoceuna única publicación, clave para desentra-ñar su manera de proceder en lo profesio-nal. Según datos de la portada, se trata deun “Método de Francés por René Van Huffel,recomendado por la Secretaría de Educa-ción Pública para uso en los colegios desegunda enseñanza, Imprenta Trejos Her-manos, San José, Costa Rica, 1928”. Vacon una carta dirigida al entonces Ministrode Educación y firmada por el Dr. GuillermoPadilla Castro. Volveremos a encontrar es-te nombre más abajo. Por ahora retomo deél únicamente que este trabajo “viene a lle-nar un verdadero vacío que hemos sentidocuantos hemos practicado el profesoradode francés”13.

Pero dejemos mejor que sea el autorel que, mediante su introducción, orienteen cuanto a líneas matrices del trabajo: setrata de suplir la ausencia de un texto ofi-cial, para “cubrir todas las necesidades delcurso inferior de lenguas”. El cuerpo deltrabajo no tiene media palabra en la len-gua de Cervantes, nada de gramática teó-rica; tampoco listas de vocabulario. Se basaen cincuenta y cinco diálogos cortos, todoscon una sencilla orientación temática, a basede un juego dinámico de preguntas y res-puestas. En contra del endoctrinamientoex cátedra, el conjunto está centrado en elalumno. Empieza con una situación viven-cial, directamente del aula, donde de en-trada el profesor se presenta: “Je suisMonsieur Van Huffel. Je suis le Professeurde français”. De allí se amplía el círculohacia el colegio, pasando por la calle, hastallegar a conversar sobre un viaje a Nicara-gua. Las escenas se ubican en el contextoreal del educando, pero resultan evidente-mente todavía adaptables. En este caso, porejemplo, al inicio se menciona el nombre deautoridades concretas, como “MonsieurLachner (...) le Directeur du collège, paraliteralmente casi, abrir la ventana (a laque se alude), y ubicar cerca “le Collègedes Demoiselles” (el Colegio de Señoritas...),

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que desde luego, y en eso no ha cambia-do nada, no dejaba de ser más apasio-nante que la mejor clase participativadel Monsieur...

El autor menciona haber redactadosu investigación siendo “fruto de varios añosde práctica como profesor de lenguas y másque de práctica, de observaciones tomadasdurante los viajes que he hecho”, pero no dadetalles al respecto. Frente a los odiosos re-cetarios de vocabulario y de no menos tedio-sa gramática de éste tipo de manual, el deVan Huffel constituyó toda una renovaciónque anticipa los ahora clásicos de Assimil...pero el reloj de la historia estaba entoncesapenas en la segunda administración dedon Cleto González Víquez.

Tengo para mí, además, otro antece-dente: la didáctica activo del Dr. Ovide De-croly, pedagogo belga fallecido en 1930. Enefecto, si uno observa con cuidado, por unlado el enfoque centrífugo, del alumno ha-cia el mundo en ámbitos cada vez más am-plios y por otro lado conoce la técnica de los“centros de interés” del maestro, se esta-blece el sorprendente enlace. Decroly fueprofesor directamente de don Marco TulioSalazar, como también indirectamente deBrenes Mesén, Omar Dengo y la Niña Em-ma Gamboa, entre otros14. Más que en elmanual, se me figura que es en su peculiarestilo donde se perfilaba lo que su discípu-lo don Marco Tulio condensa como “el efectodel afecto”15: una didáctica que quizá solocoincide con la del Maestro Decroly, sinrealmente poder postular una regla decausa a efecto. De todos modos, constituyehipótesis digna de retomar por un gra-duando de la Facultad de Educación,porque demasiado se ha circunscrito lainfluencia de Decroly a la enseñanza pri-maria, cuando en realidad en toda AméricaLatina y en los años treinta a cincuenta,su enfoque obedece a una filosofía delbinomio enseñanza-aprendizaje.

En medio de esta febril actividad do-cente, existen pruebas también de prontaincorporación civil de don René en su nuevo

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condiciones a los nacionales”. Ese era, segu-ramente también el caso de Don René.

Siempre con el permiso del guía Si-menon, descubramos ahora otra faceta deRené Van Huffel: su intervención como de-tective en “El retorno”, la primera películacostarricense, de 1930. Conviene conoceresta joyita, por su frescura, su técnica, susestampas del San José y su entorno de ha-ce más de seis décadas. El Edificio Metáli-co, el Teatro Nacional y la fuente del “niñocon ganso” (esta última, que ahora figurafrente a la Biblioteca principal de la Uni-versidad de Costa Rica) constituyen treselementos filmados con una característicaen común: provienen enteramente o enparte de estructuras metalúrgicos impor-tados de Bélgica. Curioso este aspecto po-lifacético de Don René, porque ¿cómometerse en la cabeza de este hombre deciudad, educado en la culta Europa, alver estas complicaciones de aldea? Bruselas,la capital del Reino de Bélgica, de dondeera originario, tenía entonces práctica-mente tantos habitantes como toda laRepública de Costa Rica.

Surge otra hipótesis interesante a de-sarrollar: René Van Huffel tendría un papeldestacado en el origen del cine costarricen-se. Él ya estaba en contacto con WalterBolandi19. Aparte de éste, a base de un con-curso, había un guión. Pero faltaba un di-rector. Van Huffel había conocido al Sr. A. F.Bettoni en París, en 1929 y logró convencer-lo para cruzar el Atlántico, contactándolo elprimero con Mario Urbina, empresario tea-tral y gerente de cine, entre otros del CineVariedades. Allí empezó la gran aventura20.Walter Bolandi era el operador y fotógrafoprincipal y, según rezan los créditos de estememorable trabajo Junto con su actuación,Don René fue el asistente de dirección21.Una pregunta sin resolver: ¿hasta qué pun-to contribuyó aquí la industria belga (la Ge-vaert, de la que la familia Trejos, los de laactual imprenta, era representante) a la ci-nematografía local? Por cierto, un detalle:en el programa original de la película, su

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contexto nacional: el matrimonio y la natu-ralización son signos evidentes de voluntaden este sentido. Los dos se cristalizan enesta primera década: como tantos otros, RenéVan Huffel se hizo “criollo”, en el sentido deque se incorporó acá; tampoco él pudo esca-par al embrujo del casamiento intercultural:formó matrimonio con la muy tica VictoriaMadrigal Araya, Directora de la Escuela delmismo apellido. El 21 de abril del 27 fallecedoña Vitalia, su cuñada16. Doña Victoria ydon René tuvieron una hija, Fanny, que vi-ve en Estados Unidos. De seguro que esteenlace le facilitó el otro paso de incorpora-ción: por acuerdo n° 213 del 25 de noviembrede 1929, emanado del Ministerio de Relacio-nes Exteriores, se le concede la nacionali-dad17. Figura como “Mayor, casado, Profesorde Segunda Enseñanza”. En la medida enque no había doble ciudadanía legal, estepaso voluntario implica, automáticamenteen este caso, la pérdida de derecho al pasa-porte de origen. Pero don René no tenía laidentidad sólo en los papeles, ni se limitabaa una ciudadanía belga de nacimiento:avant la lettre, casi, era europeo por conven-cimiento además de ciudadano del mundopor vocación: otro rasgo que lo identificacon Erasmo.

4. Los años treinta:cine y más clases

Esos años treinta en Costa Rica de-ben haber sido de una rica experienciacontrastiva: por un lado un San José al-deano, todavía coqueto pero con fuertesdiferencias sociales, por otro lado la pocaintelectualidad, muy bien formada, europei-zante. René Van Huffel ya no figura comoextranjero18. Pero, ¡qué riqueza interna-cional, envidiable para el momento actual!Allí se señala también que “No hay leyesespeciales referentes a esos profesores, si-no que algunos han llegado al país me-diante contrato y otros, radicados desdehace tiempo, sirven el puesto en idénticas

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esposa Victoria Madrigal, aparece como“Victoria Van Huffel”, a la usanza europea yno como “de Van Huffel”, como sería de ri-gor en el código local.

Don René siguió trabajando en “elviejo Liceo”, como cariñosamente lo llamódon Isaac Felipe Azofeifa. Igual el Dr. Ed-gar González Campos, entonces Profesor deCastellano, que lo tuvo de colega. Lamen-tablemente ya ellos se nos escaparon parahacernos la pintura mental del educador.A sabiendas de que José Basileo Acuña,costarricense voluntario en la PrimeraGuerra Mundial, también fue profesor enesa institución, ¿conversaron sobre ello?Sospecho que ambos, “eurófilos” y francófi-los, pueden haber renovado el diálogo medie-val sobre las armas y las letras...

5. Los años cuarenta: clases y activismo aliado

Pero ya se oía el rugir de la Segundagran guerra. Van Huffel trabajó mucho pa-ra la causa aliada. “La última lección defrancés”, uno de los “Contes du Lundi22” deAlfonso Daudet, pareciera ser de aplicación.Su actividad en el “Comité France-Améri-que”23 durante el conflicto, en programasde radio, desde luego señala lucha por lacausa aliada, pero a su vez, puede confir-mar, décadas después de su llegada huyendode paralelo conflicto, que sigue luchandopor la paz: “si quiere la paz, lucha por lapaz”: Van Huffel encarna la antítesis al fa-moso lema latino. Por esa labor le dieronuna condecoración francesa.

En el Libro Azul de 1940 figura unafoto de una:

importante reunión (del comité en cuestión), con obje-to de encauzar los trabajos destinados a prestar ayudaa los refugiados belgas. Concurrieron numerosísimoselementos de nuestra sociedad, preocupados por lasuerte que corren los refugiados belgas. En la foto de laizquierda puede verse al doctor don Guillermo Padillaen los momentos en que hacía uso de la palabra24.

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Este último había estudiado en Bélgicay junto con Calderón, es de los propulsoresde la seguridad social aquí, en parte sobremodelo de allá. De seguro que entre los “másde doscientos asistentes” estaba Van Huffel.De fijo también él conocía y apreciaba aIvonne Clays, la Primera Dama de enton-ces, la cual, igual que el profesor, teníafuertes vínculos familiares todavía en sutierra de origen, especialmente en el ejeBruselas-Amberes25.

He afirmado y demostrado una volun-tad de inserción de René Van Huffel en larealidad local; al mismo tiempo, por susvínculos con Loots, igual, muy probable-mente con Doña Ivonne y, recién, con la re-sistencia anti-nazi. Lo que me llama laatención, sin embargo es por qué no apro-vechó de colaborar con el Repertorio Ame-ricano. Como he podido escudriñar también,la revista de don Joaquín García Mongeconstituía, desde el principio un bastiónantibélico, con énfasis en la tierra de VanHuffel26. La revista se caracteriza ademáspor una marcada tendencia europeísta y unanotoria predilección por el francés. Al contra-rio de su compatriota Paul Deliens, quienallí publicó más de un artículo en la líneapedagógica, precisamente a favor de laperspectiva decroliana, Van Huffel nuncacolaboró con este importante puente entreel Viejo Continente y Costa Rica. Ignorosi de por medio hubo razones de tipoideológico o motivos personales.

Hilda Chen Apuy Espinoza comentade esta época que: “eran los tiempos dora-dos en que el bachillerato era muy fuerte”.La evaluación implicaba una parte oral yotra escrita, con dos idiomas, inglés o francés.Si uno escogía la segunda opción tenía unexamen oral con René Van Huffel: con-sistía en la lectura de un texto y su poste-rior comentario. La destacada profesorarecalca que la metodología era esencial-mente auditiva, a veces repetitiva: cons-tituye el recurso mnemotécnico que hademostrado su mérito durante generacio-nes de gente con vasta cultura, con un oído

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Una característica, se puede decirpermanente de René Van Huffel, a lo largode estas décadas, es que, como buen “alco-hólico del trabajo” (por sus orígenes flamen-cas), en cada época retratada, se perfilancantidad de estudiantes también que él tu-vo ya no en el circuito formal, sino a títuloprivado, en horas diversas. Caso connota-do lo constituye el Doctor Juan GuillermoOrtiz. Gracias a la amistad que su padre,abogado, poeta y europeizado27, cultivabacon don René, el futuro creador del renom-brado “Hospital sin paredes” asistió a cla-ses privadas durante gran parte de 1941.Como tantos otros alumnos regulares delColegio Seminario, el joven había recibidoallí clases de francés (por parte de un buenprofesor alemán, por cierto), pero con énfa-sis en lectura y gramática, allí donde elenfoque “Van Huffel” siempre estaba másdel lado de lo oral. Como muchos también,gracias a ese refuerzo, además de la empa-tía que a todos aseguraba el Maestro, elestudiante pasó su bachillerato con notasobresaliente.

Destaca también la dimensión so-cialmente comprometida de Van Huffel ysu esposa. Señala la misma informanteque ella, por ser inteligente y buena estu-diante, recibió una especie de beca de do-ña Victoria, una persona que califica como“muy exigente, muy generosa y de forma-ción humanística”. En la práctica, esasubvención consistía en varias horas a lasemana completamente gratis, de partede don René. No, no pretendo una hagio-grafía, pero esa descripción, llena de sin-ceridad y de gratitud de los años cuarenta,demasiado recuerda, por ejemplo el crite-rio de Hilda Chen-Apuy, para los años an-teriores y anticipa lo que confirmará, porejemplo Rolando Mendoza respecto de losaños cincuenta.

En pintorescas evocaciones de susaños mozos en el Liceo, Walter Hernándezle dedica unas páginas a su maestro defrancés. Retoma elementos señalados, co-mo que “su gran capacidad y facilidad para

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cultivado y con una memoria prodigiosa.Meses antes de morir, Álvaro Bolaños, no-torio alumno suyo de los años treinta en elLiceo de Costa Rica, recitaba todavía“trois jeunes garçons partaient dans un vi-llage...”. Su examen de bachillerato consistíaesencialmente en leer y comentar un texto,ante este caballero “muy fino, muy culto”,todo desde luego sin multimedia ni diaposi-tivas ni powerpoint pero a la larga no me-nos eficiente.

Las señoras Delfina Collado y FloryChaves, con sumo entusiasmo y gratitudtestimoniaron del Profesor Van Huffel enla antigua Escuela Vitalia Madrigal, ubi-cada entonces al lado del Colegio de Seño-ritas. Señalan que el profesor, en esosaños, era galán en extremo, bastante ner-vioso, siempre muy activo. En lo físico, sevisualiza como delgadito, de ojos claros depelo castaño canosito. “Un maestro demaestros”, por su paciencia y por ser almismo tiempo profesor de historia. Cuen-ta doña Flory que él le regaló un libro enfrancés sobre Roma y les enseñó de todosobre Europa, más allá de fronteras. Lla-ma la atención entonces la transmisión,de lo que podríamos llamar “lengua y so-ciedad”. Si bien no hablaba constante-mente del “Viejo” Mundo, a sus alumnosles abrió un panorama amplísimo comosólo un mentor lo puede hacer. Recalca do-ña Flory que “su espíritu pudo viajar enalas de la imaginación a ese continenteque es luz y paradigma para los demáspueblos de la tierra”. Pero también está,sobre todo la transmisión de valores. Añosmás tarde, ya adolescente la misma inter-locutora, Don René les recalcaba en laAlianza Franco Costarricense que habíaque tener modelos. Fue allí donde estu-diando los clásicos de la literatura france-sa y la historia de Francia, ella pensó enun tipo de mujer que pudiera hacer suyo.“Me abrió el horizonte a la cultura. Me hatransformado la vida; desde entonces yono encajaba en este país”, señala, casi conveneración.

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enseñar, unidas a una infinita paciencia,hacían sumamente agradables y provecho-sas sus lecciones”. Luego, vuelve la insis-tencia sobre la pronunciación, con la fraseque no es del profesor sino de chiste común:“si quieren pronunciar bien el francés, ima-gínense que tienen una papa caliente en laboca”. Sigue una reveladora referencia alhecho de que, todavía al final de los añoscuarenta, don René Van Huffel “se compla-cía en narrar episodios de su juventud enBélgica en ameno y pintoresco lenguaje”:manifiesto refuerzo del leitmotiv de la opo-sición a lo guerrero que aparece en el pro-fesor desde los años veinte. Elemento nuevoes el hecho de que “le gustaba, al igual quea don Charles Borel (...) hacer excursionesen el campo con los liceístas, quienes dis-frutábamos a lo grande de su compañía”.Por último un detalle, nada insignificantede metodología: “nos divertíamos con (...)sus alegres y nostálgicas canciones, canta-das en francés28. ¿Quién ha dicho que ladocencia es aburrida? Por lo visto el docen-te y sus pupilos se la pasaban muy bien.

También era alumno, entonces, el ce-lebrado caricaturista Hugo Díaz quien loinmortalizó vía su talento29. Este recalcabatambién la insistencia en la comunicaciónoral, de parte de don René, utilidad quecomprobó cuando estuvo en Francia. Lasclases se daban alrededor de unidades te-máticas, como “las ocupaciones”, recuerda.Esa insistencia en lo directamente motiva-dor y en la capacidad del diálogo fueronconstantes en el maestro. Por lo demás se-guía destacando por su corrección en el ha-blar y vestir así como en la modestia de sutren de vida. El método del ósmosis debe-ría seguir de patente actualidad. Ningúnprofesor de entonces tenía carro.

6. Los años cincuenta: forja de más y más generaciones

Aparte de estar el la vanguardia cine-matográfica del país, Van Huffel también

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desempeñó un papel vital en el surgimien-to de otra institución de peso en Costa Rica:al regresar Jorge Astúa a la patria (julio1949) se reunió con el Sr. André Joubert,Encargado de Negocios de Francia. Se hi-cieron las gestiones para crear aquí una su-cursal de este centro cultural. “Instaladoprimero en la Calle 19 en el Barrio Aran-juez de San José, hoy Hospital Dr. Calde-rón Guardia. Después fue en el local de losaltos de “La Esmeralda”, frente al Sagrariode la Catedral, que pasó a ser un centro deenseñanza. Van Huffel y la Srta. RenéeCabezas Duffner serían los primeros profe-sores a quienes se unieron José Antich y laSeñora”30. Pero no es exagerado afirmarque, sea con su labor docente formal en elaula, sea con sus clases privadas, entoncesya de tres décadas, don René hace rato eraun auténtico precursor de la Alianza, en elsentido de vehículo de cultura europea víala lengua francesa.

En el Liceo de Costa Rica (donde elDirector era Ramiro Montero, formado enBélgica) hubo una “Promoción René VanHuffel”. Destacado biólogo después, Rolan-do Mendoza es de la graduación de 1957 deesa entonces prestigiosa institución. Aquel“profe” belga era simpatiquísimo, señala.“Mirre (sic) Mendoza, aprenda fonética”.Insistía muchísimo en ese aspecto y en ladestreza a nivel de conversación. Al él se leaplica lo que Shaw señala en Pigmalion:“The French... pronounced properly”. Se-gún Manuel Antonio Quirós, guardaba unacento un tanto duro, probablemente fla-menco, sin tener francés como lengua ma-terna. Existía también el aula “Van Huffel”,un salón angosto, pero con decoraciones decultura francesa: el Mont Saint Michel, laTorre Eiffel, etc. “Estábamos muy bien pre-parados para el examen de bachillerato”,recalcan todos. Continúa el colega Mendo-za: “en las pruebas, todos pasamos con 10.Don René daba lecciones poligrafiadas so-bre temas: “Le matin”, etc. Sus alumnosimpresionaron en una recepción francesa(Embajada) a las del Colegio de Señoritas”.

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René Van Huffel no pensaba pensionarse,como sí lo hace ahora la mayoría con diezo hasta veinte años menos. Después decuatro décadas de laboriosa presencia enel país, el viejo roble seguía en la tarea dia-ria. Por lo demás, gozaba de una saludbuena32. Según una acción de personal, demarzo 1967, “continúa en su cargo comoDirector del Departamento de LenguasModernas”, con un sueldo de ¢ 3.168 colo-nes. Es el primer director del departamen-to entonces de “Idiomas extranjeros” (hoy:de Lenguas Modernas). Esta elección cau-só algún revuelo en la Escuela. Consta unacarta de veinte alumnos (casi todas muje-res), dirigida al entonces Decano de Cien-cias y Letras33, en apoyo de Van Huffel,cosa concretada en marzo 1965. La misivacontiene varios “considerandos” de interés,específicamente a nivel de currículo: se re-calca que no se puede olvidar que tambiénha sido, don René profesor de inglés enSecundaria34; en seguida, que “su afán desuperación lo ha llevado a prepararse eninstituciones europeas y mejicanas y a ha-cer viajes de observación anuales a Esta-dos Unidos”. Es una razón académica untanto débil, porque su hija vivía por allá.El otro argumento sí tenía su peso intrín-seco y se comprueba como tesis a lo largodel presente escrito: “que ha sido uno delos pioneros de la enseñanza de los idio-mas extranjeros en Costa Rica”. Lo ciertoes que la elección de subdirector por unaño, celebradas el 7 de diciembre de 1963,Van Huffel ganó con 7 votos contra 1 a laDoctora Zúñiga (seguramente su propio vo-to)35. Siempre se mantuvo una relacióntensa con ella, por parte de ella, por cierto.

Muchos recalcan una constancia ensu pasar por este terrenal mundo: Van Huffel,también en esos años postreros de su vidaera un caballero muy fino, muy culto, muyservicial. En su ficha de la universidadaparecen otros datos personales, no men-cionados hasta el momento: su cédulacostarricense n° 46654, su apartado 977,su teléfono: J675836. En estos años sigue

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Don René adquirió después un carropequeño, europeo, con el motor trasero. Lemetieron azúcar vía el tapón de gasolina,por lo que se trabó. ¿Será una broma de malgusto de alumnos repitentes? Es que lo derigor entonces era ser exigente, nada “al-cahueta” como ahora. “Portarse bien y es-tudiar”, era la norma. No habían llegadotodavía los tiempos del temor al trauma.Van Huffel seguía siendo muy formal. In-fundía respeto pero también amistad, eraexigente pero se hacía querer. Siempre pre-valecía la pedagogía, la de Erasmo (“il fautque le courant passe”) y de Decroly (la mét-hode globale). El maestro seguía escribiendosus textos en la pizarra (conviene recordarla escasez de medios); pero su letra era bo-nita, porque la caligrafía era todavía algoque se enseñaba y se recalcaba.

En un informe oficial leemos: “Marzode 1953. Empecé a trabajar en la antiguaFacultad de Letras impartiendo el curso defrancés conduciendo al certificado de Capa-citación para la enseñanza del francés en laEnseñanza Media. Dichos cursos de dosaños cada uno se dieron en los años: 1955,1956, 1957 y en 1958 hubo uno, de veranopatrocinado por la Universidad (no por elMinisterio de Educación) que condujo tam-bién a la obtención del Certificado men-cionado. 1957-1958. Fui encargado de laCátedra de Literatura Francesa para losestudiantes de tercer año de Filología queseguían con el régimen de la antigua Facul-tad de Letras. De 1957 a 1966. Profesor deFrancés (Gramática) en la Facultad deCiencias y Letras y de Metodología delFrancés en la Facultad de Educación. En to-tal catorce años de servicio docente en laUniversidad”31.

7. Un árbol que se muere en pie, en la Universidad de Costa Rica

Al filo de los años setenta, teniendoentonces casi la misma cantidad de años,

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también en la Alianza. Allí, Jack Wilson(que entró a trabajar en U en 1961) esalumno de él en curso de conversación. DonRené preparaba todos los materiales queusaba en clases. Tenía fama de ser el mejorprofesor de francés del país. Merecer ese ca-lificativo no era fácil, no solo por ser extran-jero, a pesar de la nacionalidad adquirida.No solo había que ser bueno, porque los habíamalos37), sino que el profesorado, en perí-frasis a la frase de Renán sobre la naciona-lidad, es un referendo de todos los días.

La universidad hacía honor a sunombre, por lo universal, con profesoresforáneos como Pierre Fouché, GerhardSander y Alain Veillard (Historia), OlivierBiberstein, Emile Moirin (francés), AntonioBalli (italiano con estudios en Bélgica), JackWilson norteamericano, en lingüística),Roberto Saumells. Desde luego, tambiénhabía ya profesionales costarricenses, amucha honra, como Guillermo Malavassi,Rose Mary Karpinski, Víctor Brenes, En-rique Góngora, Manuel Antonio Víquez,Carlos Meléndez38 y otros. De reciente ori-gen extranjero, pero creando la nacionali-dad con toda honra, había que mencionara Hilda Chen Apuy, a Elmer Bornemiza.Había que añadir dentro de este tercergrupo a René Van Huffel por haber renun-ciado, décadas antes, a su nacionalidad deorigen. Este ambiente de ciudadanos delmundo, de cosmopolitismo como el queprofesaron Brenes Mesén y Omar Dengo,es el que se echa de menos en el siglo XXI,para la universidad costarricense, porquelas ideas no pueden tener fronteras.

En la Facultad de Ciencias y Letras(después de la Reforma de 1957, llamadasimplemente “Letras”), Van Huffel aten-día diversas cátedras, en la carrera defrancés titular. Daba gramática francesa(el curso L-120, con 4 créditos). Tambiénallí el profesor llevaba todos los materiales.Era gramática normativa. En la Facultadde Educación se encargaba de “Métodos yPráctica docente”, en francés. En ambasfacultades como tales se perdió casi todo

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rastro documental respecto de lo investi-gado. En el primer caso todavía se puedeinvocar un tremendo incendio; en el se-gundo, el calificativo de dejadez y de faltade perspectiva histórica, quién sabe si noson calificativos pertinentes.

No se sabe de publicaciones de VanHuffel fuera de su manual de francés y latraducción del prólogo en el libro de Bour-la, factores, comentados. Cuando él eraprofesor, no se exigían esos elementos cu-rriculares, ahora vitales. Había un sueldoigual. Pero lo que siguió primando era susello personal. No soportaba que una per-sona fuera inepta y al respecto, como buennórdico, no ocultaba sus sentimientos. Va-rios estudiantes y después colegas lo cali-fican como recto. Era simpático y hastachistoso, pero un tanto burlón con los estu-diantes más flojos. Vivía sin lujo.

8. Un puente indiscutible

Nacido prácticamente con el siglo,tantos años de entrega a una profesiónagotadora, si se toma en serio, lo marcaron.El 1 de marzo de 1970 y por la entonces vi-gente edad reglamentaria, le llegó una es-pecie de sentencia: el cese de funciones. Lodebe haber sentido doblemente porque esedocumento iba firmado por la Doctora Vir-ginia Zúñiga Tristán, su sucesora. Se des-pidió correctamente de todo el mundo y sefue para la casa, a fumar... En total, desdela fecha de su ingreso en el claustro uni-versitario, contabilizó diecisiete años, delos cuales prácticamente una década comodirector del Departamento de lo que ahorasería la “Escuela de Lenguas Modernas”.Si a esa carrera se añaden treinta años dedocencia a nivel de secundaria, se contabi-liza prácticamente medio siglo al serviciode Costa Rica.

René Van Huffel es el tipo de profesorde idioma y de cultura que todavía se nece-sita: nada nacionalista, verdadero cosmopo-lita, en el sentido de Brenes Mesen (“soy

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Archivos de Zapote, se encuentra al respectoun "Mémoire du Gouvernement du Roi", fe-chado en Le Havre en 1917, así como referen-cia a la Commissión for Relief in Belgium quese creó para remediar a tal situación.

7. Este compatriota vino antes y se naturalizó el30.11.1915, sospecho que influenciado por elcontexto bélico. Todavía existe la “Coin Corpo-ration S.A. en Barreal de Heredia.

8. Mis aseveraciones van debidamente documen-tadas. A esos señores Deliens, Van der Laat yLoots, todos compatriotas de Van Huffel enton-ces residentes en Costa Rica convendrá igualdedicar estudios por aparte.

9. Alguna gente, entre otros, don Luis AlbertoMonge y el Dr. Omar Acuña, sospechan tam-bién de la existencia, en Costa Rica, de unahermana.

10. En San José, frente al hotel Talamanca exis-te todavía un edificio “Miguel Mena y Cía”,entonces un floreciente comercio de telas, vi-nos, etc.

11. La aseveración la pone en una de sus crónicasdel Día Histórico en La Nación. Al conjunto deeste grupo, de más de ochenta estudiosos enBélgica en los años veinte, dediqué un estudiocompleto. Ver: “Una generación única de profe-sionales ticos, formados en Bélgica”, Herencia,volumen 7-8, n° 1-2, 1995-96, pp. 15-26.

12. Información del Consulado de Costa Rica, enCherbourg, Francia, con fecha 29 de enero1930, en la caja 36 a nombre del citado diplo-mático en los Archivos Nacionales, en Zapote.

13. P. 3, en el citado libro. Conste que don Guiller-mo no era precisamente tampoco un hombreprofesional en esta rama, siendo que másbien estudió en Francia y Bélgica en cienciasmédicas.

14. El lector más interesado en esta problemáticateórica podrá acudir, por ejemplo, a mi trabajo:“Para una globalización interior: revaloracióndel término a partir del método Decroly”, Estu-dios Pedagógicos, Universidad Austral de Chi-le, n° 23, 1997, pp. 65-74. Sobre el Prof. Salazarsaldrá un trabajo mío en la revista Escena, deCosta Rica en el 2004. Sobre los otros mencio-nados y la incidencia decroliana en ellos, tengovarias monografías en preparación.

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ciudadano del mundo, mi compatriota es elhombre”). Luis Alberto Monge, como mu-chos, pensaba que era francés. Nadie pue-de discutir su valor como “visagra cultural”específicamente con lo europeo. Con muybuen tino de síntesis y de valoración histó-rica, que todo el mundo le reconoce, MartaCastegnaro lo cataloga como “el rector dela enseñanza del francés en el país de estosaños”. Discípulos suyos, fuera de los alu-didos, fueron, por ejemplo, también DonAlberto Cañas, el Dr. Guillermo Ortiz ytantos otros.

Notas

1. Un día habrá que estudiarlos también especí-ficamente, pienso en Hernestina…(no seentiende el impreso).

2. Me refiero por ejemplo a doña María EugeniaDengo, que escuchó ese calificativo. En lopersonal opto más bien por la interpretaciónde una salida como objetor, porque de lo con-trario difícil sería que las autoridades belgaslo tomaran en cuenta todavía, después, comose verá.

3. Ver carta de los estudiantes en apoyo de sucandidatura a la Dirección del “Departamentode Idiomas Extranjeros”, del 30 de noviembrede 1963. (Documento en archivo del Consejouniversitario).

4. Me baso en información en la caja 6, del Fon-do “Manuel María Peralta”, en los Archivos deZapote.

5. Dedicaré un informe especial a la missionRouma, que pasó por Costa Rica en mayo de1922: pero no ubico allí todavía directamentea Van Huffel. Al parecer llegó recién en 1923,con lo que puede haber colaborado en el segui-miento de esa mission.

6. “Chambre de Commerce Belgo Latino-Ameri-caine (33, Rue Ducale, Bruxelles)”. Se tratade una iniciativa creada a raíz de la devasta-ción alemana y el consecuente bloqueo ingléscontra Alemania en Bélgica. Ambos factoresdejaron Bélgica arruinada al final de la gue-rra. En la Caja 49 del "Fondo Peralta", en los

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15. Frase recogida de unos cometarios del Profe-sor en “Campus”, UNA, noviembre del 2000.Sin mencionar directamente a Decroly, así escomo el discípulo identifica su propia filosofíaeducativa, la cual, cabe recordar profundizódirectamente en la cátedra del Dr. Decroly, enel Bruselas de fines de los años veinte. En larevista Herencia, de la Universidad de CostaRica saldrá en 2004 una biografía de MarcoTulio Salazar, con énfasis en su provechosarelación con Bélgica.

16. Ref. a “Señorita Vitalia Madrigal, Directorade la Escuela Superior de Niñas n° 2”), verRepertorio Americano, vol. 12, n° 22, p. 317.

17. El dato corresponde con la investigación del Sr.Cor Teunissen en los libros de naturalizaciónen el Registro Civil, tomo “ac p. 210”, con unaprimera inscripción en 1924.

18. En caja 19 de la documentación a nombre deManuel María Peralta, en los Archivos de Za-pote, con nota del 27 de diciembre de 1929, seda la nómina de profesores extranjeros de se-gunda enseñanza en el país: Henri Pittier,Lucie Bouthier, Juan A. Menigua y Louis Ap-pel (de Francia), Eginhard Menghius y PaulSchauffelberger (de Alemania), Henry McGhie (Jamaica), José Figuer del Valle (Espa-ña), Ines de Madrigal (Estados Unidos).

19. Walter Bolandi se encuentra en el país desdeantes de abril de 1927 (Ver alusión en Káñina,revista de la Universidad de Costa Rica, vol.III, julio-diciembre 1979, n° 2, p. 122).

20. Ver un artículo del mismo Van Huffel en elDiario de Costa Rica, del 11 de noviembre de1930, p. 6. Ver también referencias en el libro“El espejo iluminado” (2003), historia del cineen Costa Rica, por María Lourdes Cortés.

21. Surge una curiosa interpolación cinematográ-fica por parte de los dos extranjeros (Bertoniy Van Huffel) en esta producción. Ver mi artí-culo: “El retorno de ... René Van Huffel”, en ElCandil, revista del Ministerio de Cultura, Ju-ventud y Deportes, Vol. 1, enero-abril 1966, n°2, pp. 64-68. Retomado parcialmente, con eltítulo “Entre la identidad y la transcultura-ción. El caso Van Huffel”, en la Revista Escena,Universidad de Costa Rica, volumen 36-37,año 18-19, 1995-96.

22. En Alsacia, a raíz de la guerra de 1870, sella-da con la derrota de Francia contra Alemania,

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a un viejo maestro le prohíben dar clases defrancés. Su última clase rezuma amor por lacultura de habla francesa.

23. Está por estudiarse la relación de belgas uoriginarios de allí, como Van Huffel con eseimportante Comité. Existen referencias desde1917. Tenía un periódico "L’Amérique Latine"en el que el Marqués de Peralta colaboró. En1928 su dirección era "France-Amérique, 9 et11 Avenue Victor-Emmanuel III, Paris VIII.

24. Libro Azul del año 1940, en posesión del Lic.Milton Arguedas, Heredia.

25. Ver, de mi autoría: “Yvonne Clays: entre el res-cate y el desagravio para una Primera dama ti-ca y belga”, en Revista Nacional de Cultura,San José, Costa Rica, nº 29, mayo 1997, pp. 43-56. Doña Ivonne estaba en sus últimos años yaparte de que por su estado de salud no habíaoportunidad de preguntar tanto respecto depuentes innumerables, entonces, con Bélgica.

26. Ver trabajos del suscrito, como “Bélgica en elRepertorio Americano: Índice completo y co-mentado de referencias “desde y sobre Bélgi-ca” en la revista costarricense dirigida porJoaquín García Monge, de 1919 a 1958”, acep-tado para publicación en Repertorio Americano,Revista de la Universidad Nacional, n° 9-10,enero-diciembre 2000. Ver también “El cosmo-politismo de Joaquín García Monge: Bélgicaen el Repertorio Americano”, ibidem.

27. El Lic. Rafael Ortiz estuvo por tres años enFrancia y Bélgica, a principios de los añostreinta, después de la muerte de don ManuelMaría Peralta, citado. Este dato refuerza lapista en el sentido de un conocimiento mutuoentre Peralta y Van Huffel, como apuntado.Fue el padre Ortiz el que redactó la propues-ta de ley por la cual otros colegios que el deCosta Rica (como el Seminario y el ColegioSión, ambos profundamente europeizados porcierto, tuvieran también derecho a dar títulosde bachiller. Don Teodoro Picado pasó este es-crito a la Asamblea y el Presidente Calderónrefrendó la ley.

28. Hernández Valle, Walter: Años de primavera,Editorial Costa Rica, 1995. Citas de la página161.

29. Ver en el mismo libro citado, de Hernández.

30. La Nación, 29.01.1990.

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31. Ver el expediente a nombre de él en la Oficinade personal, Universidad de Costa Rica (UCR),setiembre de 1966.

32. El acta de la Asamblea universitaria n° 82, de1961 (UCR) menciona una operación delicada.

33. Archivo del Consejo Universitario, carta confecha 30 de noviembre de 1963.

34. Dio clases de inglés en la Escuela de ComercioManuel Obregón, en 1940 (El libro azul de es-te año lo señala erróneamente como “Renée”) yen el Centro Cultural Norteamericano; segúndon Florentino (dueño de la Librería Acrópo-lis), en el Liceo de Costa Rica fue profesor deinglés, pero solo un tiempo como sustituto delprofesor titular.

35. Ver entre otras las actas del Consejo Directi-vo de la Facultad de Ciencias y Letras, se-sión 349.

36. Anacronismo total: en la última guía telefónicadel año 2004, todavía se señala claramente:“Van Huffel Dedobbeleer René a9 335 (BarrioAmón; Avenida 9 este # 335) 221-1326”.¿Los muertos gozan de buena salud?

37. La documentación universitaria disponiblerefiere muy negativamente, por ejemplo, aotro europeo, el profesor Alain Veillard-Baron.

38. Don Carlos nunca fue alumno suyo, pero sí, deconfesión propia, tuvo mucha amistad con él.

Referencias bibliográficas

Alianza Francesa (de Costa Rica): Un si-glo, una casa, Libro conmemorativode la casa de esta agrupación cultu-ral, impreso en La Nación, abril1996. Bajo el título de “Los funda-dores”, contiene, pp. 68-69, un pá-rrafo interesante sobre René VanHuffel.

Ferreto Adela, Cristian Rodríguez, Car-los Luis Sáenz, Emma Gamboa, Ra-fael Cortes: Omar Dengo visto porcinco discípulos, Ciudad Univ.1978, 190 pp.

García H., Roberto: “El Retorno: historia yvivencias, en Luces, cámara, acción,editado por María Lourdes Cortés, Edi-torial Universitaria, 2000, pp. 169-178.

Hernández Valle, Walter: Años de prima-vera, Editorial Costa Rica, 1995.Las páginas 158-161 se ocupan es-pecíficamente de don René.

Universidad de Costa Rica: Departamentode Personal, Archivo personal de Re-né Van Huffel, años sesenta.

Valembois, Víctor “El retorno de ... RenéVan Huffel”, publicado en El Candil,revista del Ministerio de Cultura,Juventud y Deportes, Vol. 1, enero-abril 1966, n° 2, pp. 64-68. Retomadoparcialmente con el título “Entre laidentidad y la transculturación. Elcaso Van Huffel”, en la Revista Esce-na, Universidad de Costa Rica, volu-men 36-37, año 18-19, 1995-96.

Informantes:

- Marie Thérèse Baudry Drabber deUrruela: entrevista el 16.08.99 yconversaciones a fines del 2000

- Marco Tulio Salazar

- Isabel Montero (y su mamá Joy-ce): amigos ¿?

- Fabio Fournier: tel : 221-13-39; 222-82-96, 221-5741

- Ana Lucía Salazar

- Paule Mulhendorf de Ortiz

- María Eugenia Dengo de Vargas, endiciembre del 2000

Revista Educación 28(2), 2004

Page 18: Redalyc.René Van Huffel, un previlegiado puente con la ... · Costa Rica y la del mundo. Con nfasis en la ense anza de la cultura y la lengua de ha - bla francesa, V an Huffel entreg

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- Margarita Macaya

- Hilda Sancho, Dra.

- Rosario Solano (amiga de YC)

- Luis Alberto Monge, 17.01.99

- Elsa Orozco, tel 221-60-20 (sugeren-cia de Ma. Eugenia Dengo)

- Hugo Díaz, ver: Alexandre de Simon-ne, esposa de Miguel Chaves, 221-8610, tiene cierto parentesco.

- Otto Calvo Coin, entrevista el9.12.98 240-8028

- Rodolfo Francés, el 6-8-98

- Aminta de Quirce (asunto Loots)

- José Antich: “notre plus ancien pro-fesseur” 225-6287

- Carlos Mena Ugalde: 14.09.1995

- Miriam Francis, el 05.02.96

- Carlos Meléndez, el 6.3.96

- Flory Chaves, el 4.9.96 y correspon-dencia en noviembre 2000

- Juan Antonio Barzuna, 1997

- Sra. Somarriba, fines del 2000 (víaManuel Antonio Quirós)

- María Lourdes Cortés (31.08.00)

- Jessie Montejo de Orlich (enero 2004)

- Jeannette Gurdian (febrero 2004)

Revista Educación 28(2), 2004