10.- La Historia y Las Tres Memorias

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    CITRON, S. (1982): La Historia y las tres memorias. En M. Pereyra (comp.): La historiaen el aula. ICE de la Universidad de la Laguna, pp. 113-124.

    Lecturas complementarias para el curso Taller I: Introduccin a la Pedagoga en Historia

    y Ciencias Sociales, UAHC, semestre otoo 2010.

    LA HISTORIA Y LAS TRES MEMORIAS

    Suzanne CitronUniversit Paris XIII

    Durante los coloquios entablados en la primavera de 1980 contra el sabotaje de laenseanza de la historia, la cuestin de saber quines son realmente los nios y los jvenesque pueblan nuestras escuelas y nuestros colegios no fue planteada. La agitacin mezclabala inquietud de descubrir que la nacin, a falta de historia, iba a ponerse amnsica y ladefensa de los profesores de historia amenazados en su estatuto.

    Y sin embargo, si se descarta la resignacin utilitaria y la aceptacin puramentefuncional de la necesidad de aprender, hasta qu punto a los jvenes de hoy les interesala historia de los programas escolares, la que se escribe en los manuales, la historia

    fabricada por la Universidad? No hay entre la Historia ylos jvenes, entre los libros y sus destinatarios en alguna parte,una ruptura infranqueable, la yuxtaposicin de dos mundos intelectuales, de dos mundosmentales que no se encuentran? Y cuya unin, obligada por la escuela, tiene a la vez algoirrisorio y violento. Irrisin y violacin o rito de iniciacin por el que la escuela sustituiraa los antiguos en la transmisin del sabersobre el pasado? En estos encuentros en que sedieron cita profesionales de la historia y de la poltica, los jvenes estuvieron ausentes-jvenes alumnos y quizs tambin jvenes profesores-, ni tampoco se habl del hasto o deotra parte. Ningn socilogo, periodista, psicolingista, ninguna asistente social, ningneducador de la calle estuvo para evocar y para describir el entorno social, el ambientecotidiano en su diversidad, en una palabra su cultura real.

    Tambin es un problema que estos historiadores y estos hombres polticos estn tancmodamente instalados en las certezas de su sistema de referencia, mientras tantoshombres de ciencia, fsicos, qumicos, bilogos se interrogan y nos interpelan sobre la

    Este estudio fue originalmente publicado en la revista Cahiers Pdagogiques de Pars (N 199,Diciembre 1981)

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    revolucin de los cuadros conceptuales heredados de la cultura clsica. De manera nodeliberada pero s significativa, los historiadores y los polticos no han credo necesarioreflexionar sobre el estatuto y la pertinencia de la historiografa oficial. Asignoraron lo que un gran nmero de enseantes conocen por experiencia cotidiana: Laescuela (y sobre todo el colegio) como lugar del no encuentro entre la historia que

    ensean y los jvenes a quienes se la debe inculcar.

    Interrogndonos sobre la historia y la memoria nos situamos de entrada en el meollo delproblema cultural de la escuela. Estamos en el nudo de aquel drama cuyos actores son losenseantes y los jvenes, y el escenario la escuela (slo hablo de la escuela obligatoria =elemental, colegio). Esta, principalmente al nivel del colegio, es el lugar de unaaculturacin forzada. La transmisin obligatoria de una cultura producida por y para laslites sociales del siglo XlX y dirigida a jvenes de finales del siglo XX explica que seanincapaces en su mayora, psquica y mentalmente, de apropirsela. No por falta deinteligencia, sino porque son los hijo una sociedad de consumo. Moldeados por la

    enseanza tecnolgica, la historia se inscribe en su medio ambiente a travs del transistor,la televisin y pronto del ordenador, que concretizan la inversin de los saberes clsicos yson los vehculos de un nuevo espacio-tiempo. La cultura de la escuela les es extraa.

    De este modo, esta cultura ha seguido siendo clsica, en toda la acepcin de lapalabra, en los cimientos y en la dosificacin de la arquitectura de los saberes. Implica uncuadro de referencia en desacuerdo con el del universo en el que se mueven. Y esta rupturaepistemolgica esta no comunicacin de los sistemas de referencia entre ellos, los deespacio-tiempo tiene como efecto que la escuela en vez de educarlos, contribuye adescarriarlos. De esta manera, contribuye de forma involuntaria al crecimiento de laviolencia y al recurso de la droga. Frente a la disolucin de cualquier sistema coherente dereferencias, las pulsiones destructoras son una manera de afirmar el Yo y las substanciasdel viaje fuera del espacio y fuera del tiempo, exorcizan el sufrimiento de laimposibilidad de ser. La liberacin y la delincuencia no son sino los sntomas de la crisiscultural.

    Ahora bien, la historia est en la articulacin de la ruptura entre el sistema depensamiento heredado, sobre el que se apoya la cultura y los saberes clsicos, y los cuadrosde referencia complejos y contradictorios que subyacen en nuestra sociedad y que marcan alos jvenes. Pues la historia, querindose ciencia (del pasado) se refiere a categoras de la

    En Francia la escolaridad elemental (6 a II aos) se estructura en tres niveles; el ciclo

    preparatorio, el elemental y el medio. Los alumnos pasan automticamente de un ciclo a otro. A losII aos generalmente los alumnos acceden a la enseanza secundaria. Esta comprende dosniveles. El primero est dividido en dos ciclos con una duracin de dos aos cada uno (ciclo deobservacin y ciclo de orientacin) que son impartidos en los colegios. Superados stos, losalumnos de 15 a 18 aos se orientan bien hacia un ciclo corto (que no lleva a la enseanzasuperior), bien hacia un ciclo largo en los liceos. El ciclo corto da al alumno un diploma que lepermite entrar en la vida profesional, mientras que por el largo acceden a una de las ramas delbachillerato que les faculta para Ingresar en la universidad.

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    ciencia del siglo XIX, mientras que la informacin en mosaico captada por los jvenes esinseparable de la ciencia metamorfoseada cuyo producto es nuestro medio ambientetecnolgico, producto que implica un nuevo acercamiento del tiempo y por consiguienteotra relacin con el pasado

    1, lo nico verdadero- de los orgenes y del avance de la

    humanidad. El cientifista siglo XIX confunde por verdad nica lo racional y lo real: el

    discurso de la ciencia alcanza la esencia de la verdad. Por lo tanto, en la ambigedad de sudefinicin, la historia oculta su especificidad... histrica de ser una puesta en perspectivadel devenir en las categoras del cientifismo, combinada con el mito del progreso que da ala historia su sentidode avance de la humanidad hacia un porvenir determinado.

    Orgullosa de su buena conciencia, no se asume como mito. Y sin embargo comodice Michel de Certeau: la historia ha tomado el relevo de los mitos primitivos o de lasteoras antiguas desde que la civilizacin occidental ha dejado de ser religiosa y que, en elmodo poltico, social o cientfico, se define como una praxis que compromete igualmentesus relaciones de exclusin y de fascinacin, de dominacin y de comunicacin con el otro(...); le permite a nuestra sociedad que ella misma se cuente gracias a la historia. Funcionacomo lo hacan, o lo siguen haciendo en civilizaciones extranjeras, los relatos de luchascosmognicas que enfrentan un presente y un origen2. Podemos y debemos preguntarnossi esta manera de relatar la sociedad que es la historiapuede ser entendida en su grafa escolar por los jvenes.

    La historia tiene, pues, que asumirse dentro del cuadro de una antropologa que ladesborda, como uno de los mitos explicativos de/acontecer humano. Debe tambinanalizarse epistemolgicamente en su pretensin de ser la ciencia del pasado en surelatividad y su temporalidad. Debe operar su propia distancia crtica y pensarse como unade las memorias, y no como una memoria de la humanidad.

    LA MEMORIA HISTORICA

    Lahistoria que nuestros programas han recogido de su puesta a punto al principiodel siglo XIX, es el relato del pasado hecho por gente de letras y eruditos, depositarios de lacultura occidental escrita, y socialmente situados en la cima de la sociedad. Es un relato quemira al pasado desde arriba y que lo pone en perspectiva segn las categorasconceptuales del racionalismo clsico postcartesiano y postnewtoniano. La cienciahistrica toma por objeto el pasado (tericamente cortado del presente).

    Supone un tiempo homogneo, un espacio euclidiano separado del tiempo; laconcepcin mecanista de un universo regido por las leyes de un orden universal. As sesita la cronologa en la percepcin del pasado. Estas, despus de significar la ciencia delos tiempos, toma al principio del siglo XIX el sentido que estamos acostumbrados a darle:orden y fecha en los acontecimientos histricos. Esta evolucin semntica corresponde ala nocin de un transcurso del tiempo que es pensado como homogneo, y cuyasreferencias o fechas estn ligadas unas a otras por un discurso, un esquema lgico, unacoherencia racional, en sentido de unin de causa a efectos. Esta puesta en orden delpasado se acompaa de la idea de una evolucin lineal, de la que emerge el concepto de lacontinuidad histrica. Y este esquema conceptual se suelda dialcticamente al mito

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    romntico del progreso, que coincide igualmente con la reduccin europeo-cntrica delespacio civilizado y el nacimiento de los nacionalismos europeos.

    La resonancia inaudita en la intelligentsia europea del acontecimiento RevolucinFrancesa y la importancia dada en los institutos napolenicos, luego en los colegios reales,

    al estudio de las humanidades, orientan la historiografa hacia una identificacin de lahistoria con el devenir europeo. Se pone como origen a Grecia, a Roma y al Orientemediterrneo. La historia se confunde con una geometra particular que organiza el pasadoen Edad Antigua-Edad Media-Edad Moderna-Edad Contempornea. Asse precisa a principios del siglo XIX una configuracin que llamaremos memoria histricay que es la memoria de su Nacin, construda progresivamente por gentes de letrasoccidentales en el espacio de los textos de su cultura escrita.

    Sin entrar en detalles sobre la emergencia de esta memoria, es til queaprehendamos cmo en ese momento -por la organizacin de un sistema centralizado deenseanza y por la produccin de manuales escolares-, esta memoria construida sobre lamemoria y sobre los textos, cuaja en el texto del programa en memoria social oficial. Laantigedad greco-romana que incluye la relacin con los pueblos del Oriente (caldeo,babilnico, egipto) constituye con la Biblia el cimiento de la cultura escrita. Inscriben suintimacin en la bsqueda del pasado. El Oriente y los Hebreos, Grecia y Roma son lasraces de la memoria histrica. Se introduce la Edad Media como concepto en los siglosXVI-XVII (la palabra latina data de 1518, la francesa de 1626).

    En el siglo XVII, los estados que se enfrentan y se refuerzan imponen una nuevaintimacin al tiempo: la historia de los tiempos modernos es la historia de los grandesestados occidentales, la curiosidad erudita se extiende al mundo rabe, Persia, China, y porotra parte la historia es, de una manera u otra, filosfica.

    El siglo XIX va a acarrear en los programas una ruptura con la historia filosfica.La enseanza de la historia es introducida en 1818 en los colegios reales por Roger Collard.En 1822 se ensea en 5 la historia antigua y griega, en 4 la historia romana, en 3 lahistoria de la Edad Media, en 2 la historia moderna. En 1821 se crea la ctedra bajo tresrbricas: letras, gramtica, ciencia. Michelet, aprobado en esta primera oposicin, perteneceal crculo de profesores de historia parisinos que se disputan la redaccin de loscompendios que responden a las nuevas exigencias de los programas. As es comoMichelet publica un Cuadro cronolgico de la historia moderna desde la toma deConstantinopla hasta la Revolucin Francesa (l453-l789)3. Desde entonces la historiaescolar transmite a los alumnos de la enseanza secundaria su diacrona particular que,arraigada en su cultura de la que las humanidades son la base, corta en el espesor delpasado un relato sobre Oriente-Grecia-Roma-Edad Moderna-Edad Contempornea;discurso cuya armazn lgica asegura los fundamentos de lo que ser y seguir siendohasta nuestros das el dogma oficial de la continuidad histrica. Por los programas, cuyacronologa nunca ser puesta en duda, por el relevo de los manuales y de los hombres(Duruy es alumno de Michelet, Lavisse colaborador de Duruy, Langlois y Seignobosmaestros de Albert Malet, Isaac contina los manuales de Malet, muerto en la GranGuerra), la historiografa de los programas del ciclo secundario se ha transmitido-casiintacta hasta la reforma Haby (1975). Esta que subtiende los nuevos programas del

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    colegio, es una mezcla confusa hechas de piezas y trozos, prstamos de la Nueva Historia,diacronas temticas construidas en tomo a entidades abstractas (generalmentetecnolgicas) y al antiguo cuadro historiogrfico que pervive en la parte historia de losprogramas.

    Este antiguo cuadro historiogrfico, que exclua de la duracin del tiempo a fricaantes de su colonizacin, Amrica hasta su descubrimiento y no evocaba lasinmensidades de Asia y particularmente de China, ocasionalmente tena su coherenciacultural e ideolgica en las capas dirigentes cultivadas. La historia bajo su ropajedieciochesco fue efectivamente memoria para las lites educadas por las humanidades,moldeadas por un acercamiento cientifista del universo y que, con Michelet, leyeron en elpasado el destino mesinico de Francia: Roma tuvo el pontificado de los tiempos obscuros(...) Francia sigui la obra romana y cristiana4. Memoria cultural y memoria racionalfueron confundidas, vivificando la relacin con el pasado. Los padres de la Repblica veanen la Francia democrtica, de la que ellos labraban el armazn, la heredera de lacivilizacin antigua frente a los continentes y a los pueblos todava atrasados. Dirigentesdel estado central, su historia se confunda con la de ellos. Memoria todava viva para losms viejos de nosotros cuando interiorizaban el eurocentrismo y el mito de una Franciacansada del progreso humano, difundidos por una misma cultura militar, patritica yescolar; o para los que, en la alegra (y no en la desgracia) han accedido a la cultura clsicay a travs de ella han promocionado socialmente hacia la lite.

    Pero hoy es un cadver de la memoria. La historia ha perdido su funcin ideolgicade memoria de una Francia-por-encima-de-toda-sospecha, nacida de la unin marital de losGalos y de Roma, bautizada Francia con Clovis, educada poco a poco por los Reyes,culminada en la Revolucin y repuesta, merced a la Repblica, en su vocacin eterna deLuz de los pueblos. Este estatuto ideolgico lo perdi -definitivamente- en la pena y lapiedad de los aos de ocupacin aunque incluso fuera ocultado por el mito de una Franciatoda gaullista y de la resistencia.

    Los miasmas de la descolonizacin, la tortura en la repblica, la explosin escolarde los aos 50-60 y la explosin de mayo del 68, han marcado la ruptura entre la juventud yla memoria cultural que vestan las antiguas lites. Tambin perdi la historia su estatutoontolgico de relato de los orgenes, sustituyndose a los antiguos mitos del cuadro de unacercamiento cientifista y newtoniano del conocimiento. El sistema que ordena lareparticin de los deberes escolares, en el cual se supone que la historia describe el origen yla evolucin del pasado de Francia, se ha vuelto cadco por la presencia de una cienciametamorfoseada. La nocin de evolucin, la relatividad, la teora del quantum, vuelven aplantear el dualismo cartesiano del sujeto y del objeto. El redescubrimiento del lenguaje, dela funcin simblica, de la existencia del inconsciente, la vuelta al tema de la multiplicidadde los tiempos etc... son las categoras actuales del conocimiento. Entonces, no es sino acosta de su nuevo planteamiento, por el anlisis de su propia relacin con el lugar que laproduce y por el reconocimiento de la existencia de otras formas de la memoria social,como la historia podr contribuir a la elaboracin de una nueva cultura.

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    LA MEMORIA LARGA

    Investigando durante diez aos en un pueblo de Borgoa, un grupo de etnlogos handelimitado las huellas an profundas de una memoria antigua que Franoise Zonabendllam Memoire longue, (Memoria larga)5. Este concepto puede servir para caracterizar la

    existencia de una memoria social exterior y ajena a la memoria histrica. Memoria delgrupo es la duracin que abarca el espacio de vida cotidiana, aqu memoria del pueblo, allmemoria de tnia, cuyos soportes son distintos de los aportados por los textos: el terruo,las tradiciones, los ritos, las familias, los muertos. Memoria no escrita, inscrita en la palabray en el recuerdo. Es la memoria del desarrollo del tiempo a la vez pasado y presente; susdatos son un tiempo complejo inseparable de lo vivido del carcter social, de los gestos dela vida, de lo imaginario anclado en una visin del universo, del cuerpo y de la muerte.Memoria transmitida por la palabra de una cultura popular que se inscribe en el decir y enla manera de ser. Memoria de los parentescos, de las estrategias de alianza, memoria queescoge a sus muertos, aquellos de los que uno se acuerda. Memoria que inscribe lapercepcin de las cosas en la temporalidad.

    Temporalidad casi inmvil, marcada solamente por las fiestas y los muertos, cuyaestructura difiere de las diacronas lineales y abstractas exteriores al vivir cotidiano yconstruidas por las culturas de las lites. En esta distincin entre la memoria histrica yla memoria larga, encontramos la demarcacin entre cultura de lites y cultura popular,cuyas relaciones ha estudiado R. Muchembled en un libro esclarecedor:

    la concepcin campesina del tiempo sigue siendo todava muymisteriosa para los historiadores. A lo sumo, se sabe que la duracin no tiene enel mundo rural la importancia y el peso que adquiere en las ciudades, donde losmercaderes dan ya vida a la idea de que el tiempo es oro. Los campesinosentre los siglos XIV y XVI no deban tener en mente la nocin cristiana deltiempo lineal y finito que empieza cuando la Creacin y que limita elApocalipsis6

    El tiempo, en esta cultura popular, es un tiempo psquico, discontinuo, marcado por losgrandes trabajos y por las fiestas. Tiempo diluido en la existencia cotidiana que, subraya R.Muchembled, escapa al historiador porque la huella de lo cotidiano y de lo trivial es muyraramente conservada en las fuentes. Para comprenderlo, el mismo llama a los etnlogosdel presente, a las investigaciones etnolgicas sobre el pasado (especialmente lascivilizaciones animistas andinas), a los folkloristas del siglo XIX. El tiempo largo de lamemoria larga es ajeno a la memoria histrica y slo puede comprenderse cuando elhistoriador acte de etnlogo como Leroy Laduri en Montaillon.

    En su libro, Muchembled muestra cmo la cultura popular ha desaparecido, a partirdel siglo XVI, un doble ataque: roda por una cultura de masa que es vehiculada por laliteratura de divulgacin y que incrusta en la cultura popular los modelos suavizados ydesabridos de la cultura de lites; pero, sobre todo, represin, rechazo, eliminacin por laaccin del poder central en el siglo XVII, a travs del Estado apoyado en la Iglesia de laContrarreforma. Muchembled indica que esta represin nos remite a una mutacin ms

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    amplia de la sociedad francesa. Fundamentalmente, el Estado se convierte, en cuatrociclos, en el aparato jurdico nico de la cohesin social, mientras que sta antes estabaasegurada por los numerosos subgrupos de la sociedad y por sus implicaciones. El estudiode la cultura popular, aade, desemboca, por lo tanto, en una arqueologa del sistemacentralizador.

    Me parece que tambin hay que leer en este doble proceso de destruccin de lasculturas populares y de la instauracin del poder del absolutismo centralizador laimposicin -por la escuela republicana- de la memoria histrica, de la memoria del

    Estado, como memoria social. Es verdad que, a pesar de la aculturacin forzada por laescuela, la Memoria Larga sobrevive en el pueblo, ya que los etnlogos de Mirot handivisado en su encuesta la conciencia de una ruptura del tiempo largo alrededor de los aos50 de nuestra centuria. Muchembled subraya, por otra parte, la supervivencia o lassugerencias de esta cultura popular por segmentos o por fragmentos. Uno de los dramasms espantosos de esta aculturacin es -me parece- la Gran Guerra, o ms bien cmo,arrebujados en la legitimidad de la memoria histrica, los dirigentes franceses de laRepblica han producido el milagro de fusin de la Unin Sagrada, mandando a lacarnicera, durante cuatro aos, a campesinos de Memoria Larga... Nos damos cuenta, conesta idea, hasta qu nivel de re-escritura de nuestra historia nacional podra llegar la tomaen consideracin de la Memoria Larga como memoria social, tan legtima como la memoriahistrica!

    LA MEMORIA ROTA

    La Memoria Larga de nuestros campesinos parece no haber resistido en susupervivencia, a la modernizacin tecnolgica de los aos 50, al gran trastorno que, en dosdcadas, desruraliza, urbaniza, la sociedad francesa y extiende el modelo uniformante dela sociedad de consumo. Por otra parte han dicho que la memoria histrica pierde sus racesculturales y su coherencia de historia de una Francia-por-encima-de-toda-sospecha. Porotra, la urbanizacin anrquica, las emigraciones, las destrucciones de las solidaridadesfamiliares tradicionales (por el alejamiento de los abuelos), la irrupcin de la televisin entodos los hogares derriban los soportes de la Memoria Larga. Que se trate de nios, declases medias francesas o de nios de familias inmigradas, la mayora, en grados distintos yde manera ms o menos perturbadora, se enfrentan al mismo fenmeno: la inexistencia desoportes culturales y patriticos de la memoria histrica para todos los nios que son la

    primera generacin en recibir la cultura secundaria y destruccin, por otra parte, de los

    soportes de la Memoria Larga. Encuanto a la escuela nunca ha reconocido la pluralidad deculturas, la existencia de culturas populares (por lo que se refiere a la existencia, en el sigloXIX, de una cultura obrera original en los medios artesanos; tambin es rechazada por lacultura secundaria, cf. Le Fernand Pelloutier de J. Juillard, Pars, Seuil 1971). Hoy, unaparte de la burguesa media francesa ascendida socialmente est instalada en las zonasresidenciales o en las ciudades nuevas sin pasado, y la familia est estrictamente reducida ala familia nuclear y a veces incluso al grupo madre-hijo: la Memoria Larga que podaseguir siendo la de los abuelos o la de los bisabuelos ha estallado en pedazos. Los hijos deinmigrantes, por su parte (o los Dom-Tom), estn divididos entre la cultura familiararraigada en el pasado largo de la que la madre sigue siendo la portadora, la aculturacindel padre, insertado duramente en el mundo de los explotados de la sociedad industrial, y la

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    cultura francesa del colegio que sigue siendo clsica en sus cimientos. Adems padecen,demasiado a menudo, el trauma cotidiano de un entorno horroroso, vaco de todo carctersocial, sin estructura.

    As la Memoria Larga cuyo vehculo era la familia se ha hecho astillas. El pasado se

    aniquila y el espacio del presente est desprovisto de todo sentido. En la pequea pantallalos tiempos y los espacios se enturbian, se superponen, tiempos distintos en calidoscopio,en una pluridimensionalidad que est en las antpodas dc las diacronas lineales y que esportadora de ideologizada historia escolar.

    La Memoria Larga era codificada por un conjunto de percepciones, de ritos, demaneras de ser; inscrita en la duracin y la estabilidad de una cultura tradicional. Lamemoria histrica ligada a los textos es codificada por la escritura, el tiempo homogneo, elespacio cotidiano, con referencias de las clases dirigentes, que ha hecho esta historia.Historia que desarrolla el pasado alrededor de entidades recortadas en el presente por eldiscurso de los intelectuales burgueses que hicieron de la Nacin o del Proletariado, losmitos de referencia de la memoria histrica.

    La historia, en su rodaje actual, slo puede permanecer viva para los que se adhierena uno de estos mitos. Para los dems -gran parte de los jvenes- ya no existe MemoriaLarga ni memoria histrica. La memoria rota, la ausencia de memoria, coincide con laausencia de un cdigo heredado del pasado y con la incoherencia de los sistemas dereferencia en el presente. Para los que no interiorizan una fe religiosa ni un credoideolgico, ya no existe nada. Nuestros chicos de la periferia o nuestras pandillas dejvenes son grupos (sin cdigo) para quienes el nico sistema de referencia material(idealmente propuesto) es el de la modernizacin de la sociedad de consumo, cuyaimagen les permiten los adultos y que luce en los escaparates de los barrios chic, o seproyecta en consecuencias publicitarias en la pequea pantalla. La ausencia de carctersocial real en esta sociedad (sin hablar de las desigualdades) les conduce a inventarse ellosmismos cdigos y smbolos en nuevos grupos (punks, bandas motorizadas, etc.), o asatisfacer la prdida del sentido por la violencia o la droga.

    Henos aqu de vuelta en nuestro punto de partida, la crisis de nuestra cultura en lavivencia de la escuela y el Saber transmitido por ella. Por qu los historiadores de nuestropas no nos informan de esta crisis mientras que muchos fsicos encuentran, en el coraznde la fsica la interrogacin filosfica, o los bilogos son llevados a replantearse lahumanidad de la biologa a la cultura? Es el bilogo el que discierne en el tiempopresente una mutacin de tal amplitud que ser necesario edificar frente a nuestra viejacultura inadaptada, la contracultura del porvenir7. Y es un fsico-qumico el que escribi:Cada ser complejo est constituido por una pluralidad de tiempos, conectados unos a otrossegn articulaciones sutiles y mltiples. La historia, sea la de un ser vivo o de una sociedad,nunca podr ser reducida a la simplicidad montona de un tiempo nico que pague unainvariante, o que trace los caminos de un progreso o de una degradacin8.

    Los historiadores en nuestro pas, parecen estar encerrados en la paradoja de laincapacidad de desvelar el anacronismo de la historia impuesta en la formacin de nuestrajuventud. A no ser que se decidan a decirlo, porque poner en tela de juicio el corte supuesto

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    entre el pasado-objeto-de-la-ciencia-histrica y el presente construdo a partir de unareflexin sobre el Sujeto y el (los) Tiempo (-s), es poner de manifiesto el lmite queconstituye la historia como disciplina especfica. Le toca a l, en fin, plantearse siconfunde su funcin de intelectual con una identidad intelectual.

    Lucien Fbvre, que no estaba sin duda alguna obnubilado por su estatuto dehistoriador, haba entrevisto que era deseable un cambio de denominacin para paliarlos inconvenientes que ofrecen el uso de esta palabra vieja y desusada -la historia- y sinsentido preciso. Pero no encontraba otra satisfactoria que expresara a la vez la idea delhombre, la del cambio, y la de duracin. Antropocronologa, etnocronologa, invencionesbrbaras que necesitaran explicaciones para ser entendidas, aada9.

    A pesar de ello, ah est el nudo del problema. Cmo mirar hoy al pasado, alpresente y al porvenir? Cmo echar una mirada de socilogo, de etnlogo, de psiclogo algrupo de jvenes que constituye una clase -y a nosotros mismos- con el fin de establecerentre ellos y nosotros la comunicacin viva, aprehendiendo un espacio-tiempo que sea el deellos, y el nuestro tambin? Cmo conectar, a partir de articulaciones mltiples ysutiles, lo que seguimos llamando la historia con sus historias y la nuestra? Para qu?

    NOTAS

    1 EnLaNouvelle Alliance, Mtarnorphose de la science, Paris, Gallimard. 1979.2 Michel de Certeau,Lcriture de Ihisroire, Paris, Gallimard, 1975, p. 59.3 Michelet, Oeuvres compltes, T. 1, editado por Paul Viallaneix, Paris, Flammarion, I97l,p.60 y ss.

    4

    Michelet,Le Peuple, 1846, Paris, Flammarion, 1974, pp. 228, 230.5 Franoise Zonabend,La Mmoire Longue, Paris, Presses Universitaires de France, 1980, cf.,Libration

    de 29-7-80.6 Robert Muchembled, Culture populaire et culture des lites, Paris, Flammarion, 1978.7 Jacques Ruffi,De la biologie la culture, Paris, Flammarion, 1976, p. 567.8 I. Prigogine et I. Stengers, op. cit. p. 275.9 Citado enL Histoire, op. cit. p. 380, nI.

    Otros libros:Henri Atlan,Entre le cristal e: la fume, Paris, Seuil, 1979.

    Paul Feyerband, Contre la mthode, Pars, Seuil, 1979.O. Cioccotti,Laraigne et le tisserand, Pars, Seuil, 1976.

    Pierre-Paul Grass,Lhomme en question, Paris, A. Michel, 1981.Robert Clarke,Naissance de l.homme, Paris, Seuil 1980.

    Fritfoj Capra,Le tao de la phvsique, Pars, Tchou, 1975.

    Jean E. Charon,Lhomme sa dcouverte, Pars, Seuil, 1963.P. Vidal-Naguet.La torture dans la Rpublique, Pars, Maspro.

    (Traducido por Anne Marie Rabin)