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Literatura, musica, cuba

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  • Mara Margarita Castro Flores

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    no. 5: 66-70, enero-marzo de 1996.

    Investigadora. Centro de Estudios sobre Amrica (CEA).

    RRRRReligiones de origeneligiones de origeneligiones de origeneligiones de origeneligiones de origenafricano en Cuba:africano en Cuba:africano en Cuba:africano en Cuba:africano en Cuba:

    un enfoque de gnerun enfoque de gnerun enfoque de gnerun enfoque de gnerun enfoque de gnerooooo

    Asumir hoy en Cuba un enfoque de gnero en eltratamiento de la religin constituye un desafo, porconstituir un aspecto poco abordado. Adems, porquea pesar de la amplia legitimacin del tema de la mujeren la actualidad, ello no se traduce necesariamente en laextensin de espacios de accin para esta,particularmente en la esfera religiosa, donde prima unafuerte sujecin a valores socio histricos, en forma denormas y prohibiciones.

    La presencia de factores tendientes a la marginacinde la mujer, en la base de las creencias religiosas en laCuba actual, repercute en la influencia que han ejercidoy ejercen en la mujer creyente cubana las diferentesexpresiones religiosas confluyentes como resultado dela colonizacin.

    Esta vino acompaada de dos corrientes principales,de las que se nutren algunas de las religiones presentesen la Cuba de hoy. Una de ellas es el catolicismo suigeneris que profesaban los colonizadores, plagado dediscriminacin hacia la mujer e influido a su vez porvarios siglos de dominacin musulmana, religin queen sus preceptos contiene una profunda base excluyentede la mujer como ente social independiente.

    La otra corriente est constituida por las creenciasllegadas con los esclavos africanos de diversas etnias -objeto principal del presente anlisis-, portadas porhombres y mujeres que eran seleccionados al azar, bajoel criterio utilitario de su efectividad econmicapotencial, y que dieron origen a algunas expresionespresentes hoy en Cuba, tales como la Regla de Ocha oSantera, la Regla Conga o Palo Monte y las sociedadessecretas masculinas Abaku, entre otras.

    Las religiones tradas por los esclavos sufrieronmodificaciones en relacin con sus formas originales,a la vez que conservaron principios y preceptosconsiderados irrenunciables a travs del tiempo, inclusohoy, entre los que resalta el papel subordinado de lamujer en el ejercicio de las prcticas religiosas. Este esreflejo del rol secundario atribuido a la mujer en lavida social, cuyas races hay que buscadas dentro delmarco sociohistrico en que se desarrollaron estas etniashasta el momento de su brusco desarraigo, as comoen el contexto social donde se reinsertaron.

    El tratamiento discriminatorio hacia lo femenino esun componente orgnico y estructural de la culturaafricana que llega a estas tierras y que resulta potenciado

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    por la de los conquistadores. Esta aada el racismo yel desprecio desde una ptica eurocentrista,caracterizada por una concepcin de la evangelizacin1

    como proyecto que en la prctica argumentaba yjustificaba el maltrato al negro. Por esta va se imponaotra cultura y religin, dirigida realmente a destruir lacosmovisin original del africano, siguiendo lasdisposiciones civiles y eclesisticas que establecannormas para la educacin cristiana de los esclavos,2 cuyaconversin deba abarcar bautismo, comunin,confirmacin, casamiento y aprendizaje de la doctrinacristiana. En la prctica estas regulaciones quedaron enlo formal, lo que gener un proceso de transculturacinen algunos casos y asimilacin forzosa en otros.

    Como resultado, desaparecieron algunos valores ypervivieron otros ocultos e incorporados comosustrato de una nueva nacionalidad que fue integrndoselentamente, sin disolverse, y que en lo religioso mantuvosu diferenciacin cualitativa explcita, entre otras cosas,en los rasgos de sus deidades. Al decir de FernandoOrtiz, los dioses negros son por lo comn muy alegres;no sienten la agona filosofante y el intervencionismotico de los dioses blancos, y gustan de bajar a divertirsecon sus creyentes, como camaradas confianzudos.3

    A todo lo anterior se suma, para la mujer africana,la condicin de objeto de reafirmacin machista enque la situaba el rgimen patriarcal del cual provena.Lo femenino es subordinado no solo por elcolonizador, sino adems por el colonizado. Esta mujerviolentada, es la portadora del mestizaje racial, culturaly religioso.

    Estereotipos y etnos en las religionesafrocubanas

    En cualquier sociedad se conforman estereotiposantropolgicos que se fijan como preconceptos sociales.En Cuba estos afectan la esfera religiosa de diversosmodos, y se manifiestan de manera particular en lamultiplicidad de expresiones existentes y msespecficamente an en las de origen africano. La visinestereotipada est presente en algunos enfoquessociolgicos del tema, de modo que, visto desdediferentes ngulos, estas pueden ser aceptadas orechazadas.

    Por un lado, existen diversos factores de ndole socialy espiritual que hacen ms accesible y atractiva la prcticade estas religiones en Cuba. Desde cierto punto de vista,estas son valoradas positivamente en determinadossectores, que consideran al practicante iniciado comoun individuo con poder y sabidura, que poseeexplicaciones y en muchos casos soluciones precisas aproblemas de diversa ndole, ya sean de salud, laboraleso conyugales. Esto le hace gozar de un alto

    reconocimiento social, de manera que, aunque vivande manera humilde, en ocasiones son objeto de halagosy beneficios de parte de sus ahijados. No necesariamentese trata de una prctica mercantilista, por ms quecasusticamente pueda registrarse dicha deformacin.

    Otra arista del asunto se evidencia cuandoenfocamos la religin en Cuba como una de las esferasen que ms se manifiesta el prejuicio racial. Estospatrones heredados de los antecesores se expresan enlas valoraciones respecto al color de la piel existentesen una parte de la poblacin,4 que caracteriza al negrocomo escandaloso, tosco, delincuente e indolente, yal blanco como discreto, educado, que trata de vivirmejor y sabe comportarse.5 Como se observa, sepotencian los valores segn criterios aparenciales defiliacin racial y no conductuales, de modo que lapersona blanca se constituye en modelo tico, estticoy cultural. Tal prejuicio ha lastrado histricamente lavaloracin de la cultura y religin negras presentes enCuba, reduciendo en muchos casos su anlisis a lofolklrico y limitando su papel social. As, por ejemplo,las creencias religiosas de origen africano han sidoconsideradas peyorativamente como religiones denegros y en tal sentido ubicadas en el patrn deprevalencia mencionado antes.

    Si bien estas expresiones continan siendo creenciasmayoritariamente seguidas por negros y mestizos, enla actualidad su percepcin social ha tenido ciertavariacin, pues se observa su extensin en el sectorblanco de la poblacin,6 a la vez que se ha profundizadosu reconocimiento social. La explicacin causal de estefenmeno requiere una mayor profundizacin. Unfactor es la situacin por la que atraviesa el pas en elmomento actual, en que se han acrecentado carenciasmateriales de la poblacin y generado conflictos querequieren de respuesta inmediata y para los que eladepto espera soluciones mediante sus creencias. Otracausa posible es tener acceso a determinados beneficioseconmicos que permite la prctica activa de estasreligiones, como se ha expresado anteriormente.

    A ello se suman los que se incorporan naturalmente,por la va de la tradicin familiar o porque cubren susexpectativas espirituales. Estas razones no sonnecesariamente excluyentes, sino que en algunos casosse superponen.

    Es importante mencionar el papel que desempela aceptacin de creyentes -a partir del IV Congresodel Partido Comunista de Cuba, celebrado en 1991-,en el seno de la organizacin. Si se tiene en cuenta lapolitizacin de la sociedad cubana y su respaldomanifiesto a esta fuerza dirigente, se evidencia quemuchos adeptos a las expresiones religiosas de origenafricano ocultaban o no mostraban sus creencias, comomecanismo para evadir cierto rechazo ideo poltico

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    presente a nivel social. Si bien esta medida no representun estmulo al crecimiento de estas religiones,indiscutiblemente contribuy a que adeptos nomanifiestos hasta el momento exteriorizaran su filiacinreligiosa. Este elemento puede conducir al criterio delincremento desmesurado del nmero de nuevospracticantes, cuando realmente se trata en muchos casosde la exteriorizacin de una vieja prctica.

    Un factor a tener en cuenta al valorar estasmanifestaciones religiosas es el hecho de que en la vidaprctica estas son de acceso abierto a personas decualquier nivel cultural.

    Un requerimiento bsico para el ejercicio de lacondicin de oriat es la memoria y la sabidura popular,aspectos que constituyen bastiones de la herenciaafricana, si consideramos que la transmisin de valoresculturales y religiosos de los negros introducidosforzosamente en el Nuevo Mundo se llev a cabo porva exclusivamente oral, pues adems de que sus lenguaseran grafas, en la mayora de los casos el esclavistamezclaba individuos procedentes de diferentes etniascomo recurso contra la sublevacin de sus dotaciones,lo que haca ms difcil la comunicacin entre ellos, a lapar que propiciaba la bsqueda necesaria de un lenguajecomn.

    Mujer y religin

    Si analizamos el panorama religioso cubano actual,observamos que, al igual que en el resto de las esferassociales, la mujer ocupa un lugar muy importante, tantoen su condicin de creyente-practicante, como en elpapel de madre de familia transmisora de sus propiascreencias, a partir de la funcin que como formadoraasume en el hogar. No obstante, si profundizamos alnivel ms esencial en las religiones de origen africanopresentes en la sociedad cubana contempornea, nosencontramos con que ese activo papel social no secorresponde con el que a nivel intrarreligioso le espermitido desempear a dicha mujer. Evidencias de lodicho podemos halladas en las estructuras jerrquicas yen los sistemas adivinatorios de las expresiones de origenafricano ms representativas presentes en Cuba. Estasatravesaron un proceso de transculturacin religiosa queabarc tanto la interaccin de las expresiones llegadasde frica entre s, como la de estas con el catolicismoespaol y algunos vestigios de las creencias aborgenes.7

    A continuacin abordaremos de manera sinttica elfenmeno de la presencia de la mujer en las religiones,haciendo hincapi en la Regla de Ocha, conocidatambin como Santera. Como se ver, las evidenciasmuestran que en los diferentes niveles jerrquicos enque se estructuran las expresiones mencionadas, la mujerdesempea un papel limitado y a la vez trascendental.

    Palo Monte o Regla Conga

    Tiene su origen en las creencias de los esclavosafricanos procedentes de la etnia Bant.8 La mximajerarqua la constituye el Tata Nganga, quien posee laautoridad que la permite confeccionar la Nganga, unrecipiente que contiene elementos de la naturaleza deorigen variado (tanto mineral, como animal y vegetal,incluso restos seos humanos) y que representa la baseo fundamento del Palo Monte. El Tata Nganga tambintiene facultades para iniciar nuevos fieles mediante elrayamiento (escarificaciones que se realizan en diferentespartes del cuerpo en el proceso de iniciacin religiosa).Tambin el Tata decide la validez del acto decomunicacin con sus deidades. Etimolgicamente eltrmino Tata Nganga significa padre de la Nganga,facultad que es generalmente vlida para hombres, puesla posibilidad de la mujer de acceder a esta funcinest determinada por el fin de la etapa menstrual, hechoque tambin aparece en otras expresiones religiosas, enlas que la menstruacin se relaciona con la impureza.

    Es interesante cmo un negro de nacin considerabaque la kiyumba (crneo) de mujer es preferible, porqueesa s que no entra en razones; gente que sepa mucho,no sea voluntariosa, no sirve para la Nganga.9 Es pococomn en el Palo Monte la mxima posicin en lamujer, aunque existen casas principales regidas por ellas.Como tendencia general, les estn destinadas otrasfunciones: las de bendecir, dar fe de la iniciacin,participar en las ceremonias y cocinar los alimentos quese consumen.

    Sociedades secretas masculinas Abaku.

    En el caso de las sociedades secretas masculinasAbaku, originarias del Calabar nigeriano, la mujer nopuede siquiera iniciarse como miembro. Esta restriccintiene su base en el mito-leyenda que le da origen, segnel cual una mujer (la princesa Sikn) protagoniz unacto de indiscrecin, devenido traicin, que laestigmatiz para siempre y por la cual fue condenada amuerte, al revelar un secreto que ocasionindirectamente la destruccin del pez Tanze, nico capazde reproducir el sonido del dios Abas.

    Este sentimiento de rechazo es expresado, entreotros, en el acto de iniciacin del aspirante (indseme)cuando se juramenta ante el tambor sagrado Eku. Elindseme jura no ser afeminado. Ese es otro pecadomuy serio. Eku odia a las hembras. El secreto esexclusivo de los hombres [...] los maricas no puedenacercarse a Eku, como no pueden acercarse lasmujeres.10 Incluso la madera del Eku no poda serde rbol hembra, porque nada en Abaku puedepertenecer al gnero femenino.11

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    Para el Abaku el sentido del honor radica en suhombra, concepcin que reduce a la mujer a lacondicin de madre-hembra, criterio machista queprima tambin al nivel del resto de la sociedad, y quereafirma este rasgo.

    Sin embargo, para el iniciado en esta expresinreligiosa uno de los principios bsicos es el respeto a lamadre y a la esposa. No obstante, desde la tica abakueste respeto no presupone, sino excluye, la condicinde la mujer como parigual.

    Regla de Ocha o Santera

    La fundamentacin de la existencia de prcticasdiscriminatorias en el sistema de la Regla de Ocha tieneun carcter ms complejo, por ser esta expresin msestructurada. En ella, la mujer, aun cuando est presenteen diferentes niveles, no tiene acceso a determinadasfunciones.

    Esta religin cuenta con importantes cultos, comoel dedicado a If, cuya mxima figura es el sacerdotede If o babalawo, quien est facultado para conocerlos secretos ms profundos de su religin.Etimolgicamente el trmino babalawo significa padrede los secretos.

    Su papel es esencial, indispensable; sin embargo, aligual que en las expresiones analizadas anteriormente, ala mujer le est limitado el acceso a la condicin dems alto nivel. Esta no puede acceder, por ejemplo, alos sistemas adivinatorios que usa el babalawo.

    Otros cultos propios de la Regla de Ocha son eldedicado a los orishas, cuyos iniciados son denominadosbabalochas o iyalochas, segn sean hombres o mujeresrespectivamente, y el culto a A, deidad que permitela ejecucin de los tambores bat, acto ritual que cierrael proceso de iniciacin religiosa y que solo es accesiblea los hombres.

    Existen tambin otras funciones auxiliares que enla mayora de los casos- estn prohibidas a la mujer,entre ellas la de pinaddo, conocida como cuchillo yque permite al iniciado sacrificar animales de distintotipo, incluidos los de cuatro patas, con vistas a laceremonia de iniciacin. Igualmente, a la mujer le estvedada la funcin de osainista, conocedor de las plantasque se ofrendan a cada deidad en el proceso deiniciacin, y que se ocupa de la atencin individual alcreyente que se inicia.

    En cambio, podemos mencionar otra interesantefuncin propia de la mujer, la de apetebb, quien enuna de sus variantes puede fungir como ayudantepersonal del babalawo. La apetebb, entre otras tareas,presenta la comida que se ofrenda y sirve a Orula, orishade la adivinacin. Para llegar a esa funcin, la mujerdesignada pasa por una ceremonia llamada cof, donde

    recibe los collares y otros atributos que la facultan paraactuar.

    Sin la presencia de estos personajes femeninos, elritual no puede realizarse. He ah, en gran medida, laesencialidad de la mujer en la Regla de Ocha.

    Imagen y praxis femenina en las religionesde origen africano: el contexto actual

    Lo planteado hasta aqu no excluye la presencia demujeres que han contribuido de manera muy destacadaal desarrollo de estas expresiones, y que, incluso hansido consideradas fundadoras de algunas de susvertientes. La mujer constituye un elemento principalen la reproduccin de los valores en el mbito religioso.Este rol se explica an ms si tenemos en cuenta que enbuena parte de la poblacin creyente(fundamentalmente negra y mestiza) predomina la diadamaterna con jefas de familia, sin cnyuge, en ncleosfamiliares extendidos (de varias generaciones ycolaterales), donde de hecho es la mujer quien asume laatencin de los hijos y el hogar, por lo que es tambinla encargada de transmitir los principales patronestradicionales. 12

    Este fenmeno tan extendido lleva implcita, parala mujer, la contradiccin entre ser, por una parte,sustento econmico de su familia y transmisora devalores esenciales -lo que implica un importante papel-y, por otra, no contar con el reconocimiento de laposibilidad de desempear roles ms elevados en lareligin que profesa.

    Acciones como las mencionadas no se limitan almarco de la vida religiosa, si tenemos en cuenta la fuerteinfluencia que a nivel social ejercen estas expresiones,por su carcter tan extendido, que afectan a importantessectores de la poblacin femenina. Este proceso deinterinfluencia reafirma las tendencias presentes a nivelintrarreligioso, as como integralmente dentro en elcontexto social.

    Tanto a nivel individual como colectivo ocurre que,de manera consciente o inconsciente, la propia mujerpuede constituirse en portadora de valores deautolimitacin, lo que contribuye a ejercer una influenciaretardataria en el proceso de su emancipacin en Cuba.

    Resulta interesante validar cmo la incorporacinde la mujer a estas expresiones religiosas se haincrementado en los ltimos aos y presenta tendenciasa seguir creciendo, en un contexto nacional que, sinembargo, muestra un elevado grado de independenciafemenina. En tal sentido, un problema nosuficientemente investigado es el de la visin de lasubordinacin, en estas prcticas religiosas, de parte delas propias protagonistas objeto de dichas exclusiones.

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    Se sabe que en el imaginario genrico se acumulantemores de raz mstica que circunscriben las funcionesfemeninas a determinados lmites imposibles defranquear. Qu fuentes contribuyen al incremento, enel sector femenino, de estas expresiones religiosas? Pararesponder esta pregunta acudimos a algunasinvestigaciones de campo que nos permiten un primeracercamiento al problema.13 El resultado muestra lassiguientes tendencias:

    Presencia mayoritaria de mujeres amas de casa ydesvinculadas laboralmente.

    Incremento de mujeres jvenes (edadesfluctuantes entre 15 y 35 aos).

    Crecimiento del nivel de instruccin de laspracticantes (enseanza media superior).

    Aumento de la incorporacin de la mujer blancaa las expresiones religiosas estudiadas.

    En el estudio realizado, se comprob que entre lasmujeres encuestadas, la aproximacin a estas expresionesreligiosas tiene como causa fundamental la bsquedade soluciones a problemas de salud y otros asuntos decarcter personal. De modo que su incorporacinparece estar condicionada principalmente por razonesutilitarias ms que por convicciones mstico-espirituales.Asimismo se expresa la concomitancia con otrasexpresiones religiosas, por ejemplo el espiritismo. Engeneral, resulta muy comn la prctica simultnea dems de una de las expresiones valoradas aqu.

    En cuanto a la percepcin de las propiasprotagonistas, un grupo mayoritario de mujeres asumela limitacin de su status en la prctica religiosa comoalgo que no debe ser cuestionado. Algunas llegan inclusoa sobredimensionar el lugar que se les asigna, en trminosde concesin masculina que las beneficia.

    Otro grupo acepta el lugar que les corresponde,con la diferencia de que admiten el contenidodiscriminatorio que entraa, aunque sin proponerse uncambio de valores que implique la transformacin deesta situacin.

    Es evidente que el enfrentamiento a tales prcticassubordinadoras es un proceso que requiere, en primerlugar, auto conciencia de la situacin en que se encuentrancomo requisito sine qua non para su superacin real. Estono es imposible, si se tiene en cuenta la ocurrencia decambios formales y de contenido dentro de estasexpresiones religiosas, as como la existencia de otrosescenarios referenciales donde la situacin de la mujerpracticante se manifiesta en condiciones diferentes a lade Cuba.

    Tal es el caso de Brasil, donde la mae de santo es elcentro de la religin y constituye su mxima figura. Yen Nigeria, donde ocurre que, excepcionalmente,

    cuando el babalawo no tiene descendientes masculinos,le sucede su hija mayor.

    Desde cualquier punto de vista, es importanteresaltar que aun en su situacin de subordinacin, enlas expresiones religiosas de origen africano en Cuba,la mujer desempea un papel esencial, ya que representael bastin sobre el cual se sostiene su pervivencia yreproduccin en las condiciones actuales. Se evidenciaun crecimiento de las mismas muy denotado en elsector femenino, que constituye ms del 59% de suspracticantes.14 A pesar de ello, estas se convierten, dehecho, en reproductoras naturales de un modelo deautolimitacin.

    En trminos generales, el anlisis del presente asuntodesde la perspectiva sociolgica suele ser diferente alde su enfoque desde la ptica intrarreligiosa, lo queabre las puertas a otros enfoques y genera puntos dedesencuentro. Por otra parte, quedan muchas aristasdel problema por tratar, en particular lo relativo alvalioso aporte que ha representado la presencia de lamujer en estas expresiones religiosas.

    Esto deber ser objeto de otras investigaciones, queahonden en la problemtica de la mujer dentro de lasreligiones cubanas.

    Notas

    1. La evangelizacin realmente adoptaba un carcter puramenteformal, pues en la prctica se reduca al bautismo en masa de losesclavos africanos y a la imposicin de un nombre procedente delsantoral catlico.

    2. Ver Reglas para los hacendados que aspiran a proporcionar a susesclavos la instruccin religiosa, citado por Manuel MorenoFraginals, El Ingenio, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales,1991.

    3. Fernando Ortiz: La msica sagrada de los negros yorubas enCuba, en Estudios etnosociolgicos, La Habana: Editorial de CienciasSociales, 1991: 92.

    4. Vale aclarar que el criterio de filiacin racial, para el anlisis deeste fenmeno en Cuba, no cuenta con una referencia que aporteparmetros antropolgicos de medicin, por lo que a los efectosinvestigativos asumimos la estandarizacin de lo blanco-mestizo-negro convencionalmente, segn el color de la piel.

    5. Estos criterios son avalados por los resultados del estudio decampo llevado a cabo por Rodrigo Espina y Magdalena Prez,investigadores del Centro de Antropologa del Ministerio deCiencias, Tecnologa y Medio Ambiente, y presentado al eventointernacional Antropologa 94.

    6. Las personas blancas han estado presentes en estas prcticasdesde pocas anteriores, aunque no mayoritariamente. Ejemplo deello es que a mediados del siglo XIX la sociedad secreta Abakucre una potencia o tierra de blancos.

    7. La presencia de vestigios de lo aborigen se pone de manifiesto enalgunos elementos de la liturgia en las creencias religiosas de origenafricano, tales como el hacha petaloide asociada al orisha Shang, laofrenda de maz a algunas deidades, el uso del tabaco y otras

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    manifestaciones, lo que Fernando Ortiz denominaba ...una especiede pervivencia selectiva en Los bailes y el teatro de los negros en elfolklore de Cuba, (La Habana: Ministerio de Educacin, Direccinde Cultura, 1951).

    8. Vase Rmulo Lachataer, El sistema religioso de los afrocubanos,La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1992: 168; y Rafael L.Lpez Valds, Componentes africanos en el etnos cubano, La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1985: 201.

    9. Vase Lydia Cabrera, El Monte, La Habana: Ediciones CR, 1958.

    1 O. Vase Lydia Cabrera, La sociedad secreta abaku, La Habana:Ediciones CR. 1958: 245.

    11. Ibd.: 116.

    12. Esta valoracin constituye un resultado de investigacin deMarcos Marn y Odalys Buscarn, del Centro de Antropologa delMinisterio de Ciencias, Tecnologa y Medio Ambiente. (Trabajopresentado al evento internacional Antropologa 94.)

    13. El trabajo de campo se realiz en 1994-1995, a travs deencuestas y entrevistas aplicadas a mujeres residentes en Ciudad deLa Habana. La autora particip como colaboradora delDepartamento de Estudios Sociorreligiosos del Centro deInvestigaciones Psicolgicas y Sociolgicas (CIPS). Una primeraversin fue presentada en el 1 Encuentro Internacional de EstudiosSociorreligiosos, celebrado en Ciudad de La Habana en 1995.

    14. Vase la investigacin realizada por el Departamento deEstudios Sociorreligiosos del CIPS, a cargo del Dr. Jorge RamrezCalzadilla. (Indita.)

    , 1996