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Fiesta de Santa Teresa de Jesús Homilía de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila Santa Apostólica Iglesia Catedral del Salvador Martes 15 de octubre de 2013 Ilmo. Sr. Deán, Cabildo Catedral, Sacerdotes concelebrantes, Ilmo. Sr. Alcalde, Autoridades civiles, militares, académicas y judiciales, queridas hermanas y hermanos. Os saludo a todos con afecto en la Fiesta de la Santa Patrona, con el gozo y la alegría que nos da la fe. Una fe que nos permite mirar la vida con los ojos de Cristo, con aquellos ojos con los que Teresa siempre la miró. Esta mirada de la Santa nace de una profunda renovación interior que luego plasmó en su obra de reforma. Una mirada que nace de su fe como mujer creyente, de su búsqueda de fraternidad, de su misión reformadora, en definitiva, de su entrega a Dios, hasta dar su vida por Él. Primero: Teresa, es una mujer creyente. Tiene una fe viva, renovada y fuerte, que la impulsa, en medio de tiempos recios, a buscar más a Dios, más fraternidad, a una renovación en su persona y en la vida de la Iglesia. Y ¿cuál es la clave de la fe de Teresa? En el libro del Eclesiástico que hemos escuchado está la respuesta: «[la Sabiduría] le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud» (Eclo 15, 2). Esa “Sabiduría” que sale al encuentro de Teresa es el mismo Jesucristo. Narra la Santa en su Libro de la Vida: «Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardarEra de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas» (V 9, 1). Hacía tiempo que Teresa sentía en su corazón la llamada a un cambio de vida, «pues ya andaba mi alma cansada comentay, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía» (V 9, 1). Ese momento decisivo para su reforma personal, de encuentro con Cristo, que algunos llaman “segunda conversión” a sus cuarenta años, cambió definitivamente su mirada sobre sí misma, sobre el Carmelo, sobre la Iglesia. Era una mirada que nacía de la fe, de una fe renovada, una fe que hunde sus raíces en el encuentro con Cristo. «La fe nace del encuentro con el Dios vivo dice Papa Francisco en su carta

13.10.15. Homilía Fiesta de Santa Teresa de Jesús

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Santa Teresa

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  • Fiesta de Santa Teresa de Jess

    Homila de Mons. Jess Garca Burillo, Obispo de vila

    Santa Apostlica Iglesia Catedral del Salvador

    Martes 15 de octubre de 2013

    Ilmo. Sr. Den, Cabildo Catedral, Sacerdotes concelebrantes, Ilmo. Sr.

    Alcalde, Autoridades civiles, militares, acadmicas y judiciales, queridas

    hermanas y hermanos.

    Os saludo a todos con afecto en la Fiesta de la Santa Patrona, con el gozo y

    la alegra que nos da la fe. Una fe que nos permite mirar la vida con los ojos de

    Cristo, con aquellos ojos con los que Teresa siempre la mir. Esta mirada de la

    Santa nace de una profunda renovacin interior que luego plasm en su obra de

    reforma. Una mirada que nace de su fe como mujer creyente, de su bsqueda de

    fraternidad, de su misin reformadora, en definitiva, de su entrega a Dios,

    hasta dar su vida por l.

    Primero: Teresa, es una mujer creyente. Tiene una fe viva, renovada y

    fuerte, que la impulsa, en medio de tiempos recios, a buscar ms a Dios, ms

    fraternidad, a una renovacin en su persona y en la vida de la Iglesia. Y cul es

    la clave de la fe de Teresa? En el libro del Eclesistico que hemos escuchado

    est la respuesta: [la Sabidura] le saldr al encuentro como una madre y lo

    recibir como la esposa de la juventud (Eclo 15, 2). Esa Sabidura que sale al

    encuentro de Teresa es el mismo Jesucristo. Narra la Santa en su Libro de la

    Vida: Acaecime que, entrando un da en el oratorio, vi una imagen que haban

    trado all a guardar Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en

    mirndola, toda me turb de verle tal, porque representaba bien lo que pas por

    nosotros. Fue tanto lo que sent de lo mal que haba agradecido aquellas llagas,

    que el corazn me parece se me parta, y arrojme cabe l con grandsimo

    derramamiento de lgrimas (V 9, 1).

    Haca tiempo que Teresa senta en su corazn la llamada a un cambio de

    vida, pues ya andaba mi alma cansada comenta y, aunque quera, no le

    dejaban descansar las ruines costumbres que tena (V 9, 1). Ese momento

    decisivo para su reforma personal, de encuentro con Cristo, que algunos llaman

    segunda conversin a sus cuarenta aos, cambi definitivamente su mirada

    sobre s misma, sobre el Carmelo, sobre la Iglesia. Era una mirada que naca de

    la fe, de una fe renovada, una fe que hunde sus races en el encuentro con Cristo.

    La fe nace del encuentro con el Dios vivo dice Papa Francisco en su carta

  • encclica Lumen fidei, el Dios vivo que nos llama y nos revela su amor, un

    amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y

    construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos (Lumen

    fidei, 4).

    Dios es el primero en salir a nuestro encuentro, en abrazarnos con su

    infinita misericordia; en esto se senta Teresa identificada con Agustn.

    Experiencia que tambin Papa Francisco coment en una reciente entrevista:

    Buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarlo siempre [] No se nos ha

    entregado una vida como un guin en el que ya todo estuviera escrito, sino que

    consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver hay que embarcarse en la

    aventura de la bsqueda del encuentro y del dejarse encontrar por Dios1. Para

    Teresa, esa segunda conversin, fue una gracia que la llev a tomarse en serio la

    vida espiritual y le dio seguridad y confianza en sus decisiones y empresas

    arriesgadas: Yo qued tan animosa para dejarlo todo por Dios (V 24, 7).

    Ya casi finalizando el Ao de la fe, contemplando a Teresa como mujer

    creyente, cabe preguntarnos: Cmo hemos vivido este Ao de la fe? Nos

    hemos encontrado tambin nosotros con Cristo? Ese encuentro con Dios ha

    provocado en nosotros esa segunda conversin, como ocurri en Teresa, o nos

    hemos estancado o quizs retrocedido? En estos tiempos recios siento la

    necesidad de renovar mi fe con determinada determinacin, para vivirla ms

    autnticamente?

    Segundo: Teresa, mujer que construye fraternidad. Aunque la Santa no se

    arrepinti nunca de su ingreso en La Encarnacin, sin embargo, en aquel lugar

    se gest la reforma. A la par que viva su segunda conversin, comprenda que

    en su convento haba mucho que reformar. Teresa buscaba un modo nuevo de

    vida religiosa. Centrada en la oracin, ciertamente, pero tambin centrada en la

    vida fraterna de comunidad. Vivir el amor fraterno, sencillamente y a diario,

    asegura el camino de perfeccin (CP 6, 1); lo asegura una vida sencilla de

    fraternidad, sin que importe la procedencia de cada hermana o el oficio que va a

    desempear. El amor se manifiesta en la vida de comunidad, en el esfuerzo por

    comprenderse, en el afecto y la amistad, en el servicio que se presta desde la

    gratuidad. Amor de unas hacia otras, aqu todas han de ser amigas deca,

    todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar (CP 4, 7).

    Todas se han de amar conforme al testamento de Jess: Amaos los unos a los

    otros como yo os he amado (Jn 15, 12)2.

    1 A. Spadaro, Entrevista a Papa Francisco, Razn y Fe, pg. 4.

    2 J. Garca Burillo, Carta Pastoral Reforma de santa Teresa y Nueva Evangelizacin, pg. 27.

  • Aprended de m que soy manso y humilde de corazn (Mt 11, 29), nos

    ha dicho Jess en el evangelio. Esta humildad de corazn, la mansedumbre en el

    nimo, el estrechar caminos de comunin, la afabilidad, la comprensin mutua

    es lo que nos hace ms fraternos, ms cercanos los unos de los otros. Ser

    amigas, todas se han de querer (CP 4, 7) les propone Teresa a sus hermanas,

    con todo lo que conlleva de afectividad, de sinceridad, de apertura interior hacia

    el otro. La unin con Dios es la que alimenta la amistad, porque ayuda a salir de

    s mismo y abre caminos para que otros aprovechen sus frutos. Querralas

    mucho avisar que miren no escondan el talento, pues que parece las quiera Dios

    escoger para el provecho de muchas otras, en especial en estos tiempos que son

    menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos, dice la Santa, (V

    15, 5).

    Y el Papa Francisco, en sintona con la Santa, afirma que: El acto de fe

    individual se inserta en una comunidad, en el nosotros (Lumen fidei, 14. 18).

    La fe nos saca de nuestros egosmos y nos despierta a la realidad del otro, bajo

    el dinamismo de la encarnacin: la de un Dios que se ha hecho tan cercano, que

    ha entrado en nuestra historia (Lumen fidei, 18). El creyente es transformado

    por el Amor, al que se abre por la fe dice el Papa, y al abrirse a este Amor que

    se le ofrece, su existencia se dilata ms all de s mismo (Lumen fidei, 21). Por

    eso asegura Teresa que: el que se esfuerza con el fervor de Dios a llegar a la

    cumbre de la perfeccin, creo jams va solo al cielo; siempre lleva mucha gente

    tras s (V 11, 4).

    Contemplando a Teresa y considerando su propuesta de fraternidad, Nos

    conmueve la situacin de aquellos que se sienten alejados o rechazados, de los

    abandonados y los parados? Soy de esos amigos fuertes de Dios que viendo la

    necesidad de mi hermano prefiero la comodidad de no hacer nada? Si la fe, que

    afirmo tener, no va acompaada de obras, es una fe muerta.

    Tercero: Teresa, mujer reformadora. Teresa era consciente de que en ella

    Dios haba obrado una profunda transformacin, que su fe haba reverdecido y

    se haca cada vez ms vigorosa; era consciente de que emprenda una dura tarea,

    algo nuevo que consideraba mejor, con un nuevo horizonte por recorrer, algo

    que valdra la pena. Ante lo que pareca muy difcil y costoso, su determinacin,

    hecha desde la fe, cambiara la historia del Carmelo y ayudara a cambiar la vida

    de la Iglesia. Y para eso haba que empezar con resolucin!

    Esta reforma interior, queridos amigos, la reclama cada da el mundo que

    vivimos. Papa Francisco, sobre el naufragio de Lampedusa ocurrido el pasado 3

    de octubre, deca: Hablando de la inhumana crisis econmica mundial, que es

    un sntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de

  • recordar con gran dolor a las numerosas vctimas del ensimo y trgico

    naufragio sucedido hoy en el mar de Lampedusa. Me surge la palabra

    vergenza! Es una vergenza!.. Unamos nuestros esfuerzos para que no se

    repitan tragedias similares! Slo una decidida colaboracin de todos puede

    ayudar a prevenirlas3.

    Hemos de reformar nuestra vida para no mirar fuera de los que sufren; esa

    no es la mirada que nace de la fe. Dichoso el pueblo que camina, Seor, a la luz

    de tu rostro (Sal 88, 16), dice el salmo que hemos recitado. La luz del rostro de

    Dios la encontramos en el rostro del hermano. La fe ilumina todas la realidades

    sociales se expande en un camino fraterno. La fe nos ensea que cada hombre

    es una bendicin para m, que la luz del rostro de Dios me ilumina a travs del

    rostro del hermano (Lumen fidei, 54).

    La reforma de Teresa comenz en su propia vida, luego alcanz a la

    comunidad y a la Iglesia. Sigamos interrogndonos: Estamos dispuestos a abrir

    el corazn, a mantener siempre la mirada sobre los que nos rodean? Si ests

    dispuesto, sers dichoso, como dice el salmo, porque la luz del rostro de Dios, a

    travs de los hermanos, brillar siempre y vivirs con horizontes nuevos y ms

    amplios que los que te ofrece el egosmo. Seor, Dios del universo,

    resturanos, que brille tu rostro y nos salve (Sal 79, 20).

    Finalmente, Teresa es una mujer que entrega su vida. La reforma de

    Teresa no fue fcil para ella ni para aquellas poquitas compaeras de la primera

    hora. Su decidida voluntad por llevar adelante lo que en su corazn descubra

    como una urgencia de Dios, la llev a tomarse en serio la vida cristiana: Yo

    qued tan animosa para dejarlo todo por Dios (V 24, 7). Del mismo modo que

    hizo todo lo que estaba en sus manos para cambiar su vida, despus la entreg

    toda entera al servicio de la causa que Dios le peda. Su vida es una total

    entrega, una ofrenda de amor a Aquel con quien se encontr y a quien dej

    entrar en su vida: Cristo Jess; una ofrenda martirial unida a la misma ofrenda

    de Cristo.

    Teresa es consciente de que, haciendo eso poquito que puede, llevar

    adelante aquel gran desafo. Dice Francisco en una entrevista reciente: No tener

    lmite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeo. Esta virtud de lo grande

    y lo pequeo se llama magnanimidad, y, a cada uno desde la posicin que

    ocupa, hace que pongamos siempre la vista en el horizonte. Es hacer las cosas

    pequeas de cada da con el corazn grande y abierto a Dios y a los otros. Es dar

    su valor a las cosas pequeas en el marco de los grandes horizontes, los del

    3 Papa Francisco, Discurso a los participantes del encuentro organizado por el Pontificio Consejo de

    Justicia y Paz en el 50 aniversario de la Pacen in terris, Sala Clementina (03/10/2013).

  • Reino de Dios4. Hemos de dejar la globalidad de la indiferencia para darnos

    plenamente, para entregar la vida.

    Desde esta perspectiva y contemplando la pasin de santa Teresa en su

    vida, podemos entender la entrega de los mrtires de todos los tiempos. Porque

    hablar de fe implica tambin superar las pruebas dolorosas. En un acto de fe

    suprema murieron nuestros hermanos sacerdotes mrtires, que acaban de ser

    beatificados en Tarragona, de todos los mrtires espaoles habidos en el siglo

    XX. Nos dice Papa Francisco que: En la hora de la prueba, la fe nos ilumina y,

    precisamente en medio del sufrimiento y la debilidad, aparece claro que no nos

    predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Seor (2 Co 4,5). El

    cristiano sabe que siempre habr sufrimiento, pero que puede convertirlo en acto

    de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona y, de

    este modo, puede constituir una etapa de crecimiento en la fe y en el amor

    (Lumen fidei, 56). Todos nuestros mrtires murieron perdonando y amando.

    En muchos momentos, la vida del cristiano se convierte tambin en un

    martirio. Lo sabemos por experiencia. As lo entenda la Santa: la vida del buen

    religioso, que quiere ser de los allegados amigos de Dios, es un largo martirio

    (CP 12,2). Pasemos la vida perdonando y amando, como los mrtires. Os invito,

    queridos amigos, a vivir la fiesta de la Santa como creyentes, como

    constructores de fraternidad, entregando nuestra vida por causa de nuestra fe

    cristiana, como la Santa, como lo hicieron nuestros queridos mrtires abulenses.

    4 A. Spadaro, Entrevista a Papa Francisco, Razn y Fe, pg. 8.