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(VILLA 150 AÑOS DE LA ALFARERÍA DE LOS PEÑO AFRANCA DE LOS CABALLEROS) Ángel S. Martín-F 1 Fontecha Guijarro

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(VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS)

150 AÑOS DE LA ALFARERÍA DE LOS PEÑO

(VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS)

Ángel S. Martín-Fontecha Guijar

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Fontecha Guijarro

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Es oficio noble y bizarro, entre todos el primero,

pues en la industria del barro, Dios fue el primer alfarero

y el hombre, !el primer cacharro! 1

INTRODUCCIÓN. El término alfarería procede del árabe “alfahar” y hace referencia a la actividad consistente en la manipulación del barro cocido con el fin de obtener utensilios cuyos primeros usos fueron, allá por el Neolítico cuando el hombre se convirtió en agricultor, los de almacenar alimentos, transportar líquidos, como elementos decorativos en el hogar y como recipientes funerarios. A grandes rasgos el barro con el que se inicia la producción alfarera (en el lugar denominado el alfar) es el resultado de la mezcla de arcilla, con una determinada proporción de agua y algunos desgrasantes minerales. La arcilla se obtiene en las proximidades de los ríos y debe tener unas características adecuadas de plasticidad para su posterior manipulación y cocción. Tras humedecer y amasar la arcilla, ésta se moldea hasta la obtención de la forma deseada. El modelado de la arcilla puede hacerse de forma manual o mediante el uso de un plato giratorio denominado torno. El objeto obtenido es cocido a continuación a una temperatura no inferior a los 450 ºC y así se consigue darle la consistencia rígida final. Una vez obtenida la pieza, ésta puede ser tallada, dibujada o aplicarle diferentes técnicas artísticas para potenciar sus características o su valor.

LA ALFARERÍA EN LA COMARCA. La actividad alfarera en nuestra comarca se remonta a la Prehistoria. De aquella época se hallan restos arqueológicos en numerosos enclaves cercanos. Centrándonos en el término de Villafranca de los Caballeros como no hacer mención de la Necrópolis situada entre el rio Amarguillo y el Cigüela en el lugar denominado “Palomar de Pintado”. En este yacimiento funerario se han encontrado recipientes cinerarios cerámicos. Como describe RUIZ TABOADA y otros (1996-2002)2: “Las urnas son de tamaño medio o grande, fabricadas a torno con pasta compacta bien decantada y desgrasantes de tamaño medio y pequeño. Cocidas en ambiente oxidante, presentan una superficie por lo general alisada con o sin engobe que puede ir con o sin decoración. En este último apartado podemos distinguir dos sistemas de decoración; el clásico de los alfares ibéricos, a base de motivos geométricos sencillos pintados con pincel múltiple como semicírculos y sectores de círculos concéntricos junto con tejadillos. y ondulados paralelos, verticales y horizontales… El segundo sistema decorativo pintado es muy característico de los repertorios cerámicos de la II Edad del Hierro de Ia Meseta Sur a base de brochazos irregulares de una pintura desvaída de color oscuro que suele recibir la denominación de jaspeado…

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Junto con los recipientes cinerarios se documentan otra serie de piezas a torno de menor tamaño de perfiles cerrados y tendencia globular o esférica. Aparecen también formas abiertas como páteras de barniz rojo, cuencos con o sin decoración y platos que en ocasiones cumplen la función de tapadera de las urnas cinerarias. Como elemento peculiar de los conjuntos funerarios de esta necrópolis, hay que reseñar la aparición sistemática de recipientes de pequeño tamaño. Están hechos a mano con una pasta de color negruzco o gris oscuro, poco cuidada y mal decantada con desgrasante muy grueso. Estos recipientes suelen tener tapadera…” Urna con decoración en jaspeado3. Durante la Edad Media, con la concesión de la Carta Puebla a las diferentes localidades del Campo de San Juan, podemos ver la legislación relativa a la actividad alfarera y documentada en el Fuero de Consuegra4:

1. Quien tuviese la casa cubierta con paja, la cubra de inmediato con tejas, bajo pena de perder la vivienda y entregarla a otro poblador.

2. Las tejas deben de tener dos palmos de longitud, en la cabeza tendrán la anchura de un palmo y medio, y en la cola un palmo y mano. Su grosor será el del pulgar longitudinalmente. Y se cocerán al fuego de modo que ni el hielo ni la lluvia las puedan deshacer.

3. Los ladrillos tendrán una anchura de un palmo grande y una longitud de un palmo y medio, siendo su grosor de dos dedos y debiendo estar, asimismo, bien cocidos.

4. Las tejas se venderán a 4 mencales y medio el millar y los ladrillos a sólo cuatro mencales5. 5. Las ollas, cántaros, y tinajas se venden a un dinero por cuartillo de cabida.

Unos siglos después, en la sucesión de diferentes documentos históricos, vemos la referencia a profesionales, en las localidades de la comarca, dedicados a la manipulación del barro. Además de ver la arcilla como la materia prima principal para los alfareros, en muchos pueblos de la comarca manchega se ha usado este elemento para la construcción de tapiales y adobes con los que construir las casas. La tierra arcillosa ha sido la base de una arquitectura popular manchega “con pueblos auténticamente levantados en barro y cal”6. Son curiosos los términos usados para los alfareros de nuestra región que tendían a concretar la producción de éstos. Nos encontramos a los barreros (que hace referencia a los propios alfareros o simplemente a aquellas personas encargadas de proporcionar el material a esos alfareros), olleros (realizaban ollas para la cocina)7, botijeros (que principalmente realizaban botijos), los tejeros (fabricantes de tejas, ladrillos y baldosas), tinajeros (que hacían tinajas), cacharreros (cuando la producción era extensa y difícil de concretar), traperos (comerciales del barro, que adquirían los cacharros en cualquier alfar y luego los vendían o cambiaban de pueblo en pueblo por trapos, objetos usados o incluso cabello humano o animal), lañaores (restauradores que arreglaban los cacharos rotos)8,…

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La alfarería en nuestra comarca, históricamente y socialmente, ha dependido principalmente de la producción en localidades y su comercio en enclaves más o menos próximos. A partir del siglo XIX eran muy reconocidas las tinajas de El Toboso (Toledo), Villarrobledo (Albacete) y La Solana (Ciudad Real), los cántaros de Mota del Cuervo (Cuenca), las ollas de Castellar de Santiago (Ciudad Real), la loza de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real); e incluso la materia prima, el barro, era muy reconocido el de Villafranca de los Caballeros (Toledo) y Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Muy importante en nuestra zona es la llamada alfarería de agua: cangilones de barro (alcabuces o alcahuces), botijas, cántaras y cántaros,… imprescindibles para guardar el agua en un terreno tan permeable y con un clima caracterizado por las escasas precipitaciones9.

Cangilones de barro o alcabuces10.

El oficio pasaba de padres a hijos siempre por línea masculina. A los once o doce años estaban ya en el torno pero desde más pequeños colaboraban en la preparación del barro y en la recogida de la leña. En el torno empezaban con las piezas más simples, hasta que adquirían soltura y pasaban a trabajar como un alfarero más. Ésta es la causa básica por la que las actividades artesanales adquirían gran arraigo y tradición entre las familias. Las referencias históricas más cercanas sobre la actividad alfarera en la comarca las vemos en 1752 en el Catastro del Marqués de Ensenada donde se citan los artesanos del barro que hay en cada localidad. En los pueblos vecinos a Herencia, y que por tanto influirían directamente en el abastecimiento de la producción alfarera, podemos encontrarnos con una tradición alfarera a lo largo de estos últimos dos siglos y medio que podemos resumir en la Familia Meco de Alcázar de San Juan dedicada a la fabricación de “botijas para pastores, arcaduces o cangilones para norias y algunas otras piezas”11. A finales del siglo XIX, se asentó en Alcázar el talaverano Saturnino Morera Sendañán, de profesión alfarero, que mantuvo su negocio en la localidad hasta 192312. Durante década, carros y borricos fueron cargados con las peculiares botijas alcazareñas con destino a los mercados de las localidades vecinas, “otros carros enteros, llenos de cangilones, iban destinados a las huertas de Herencia”13. En otras localidades queda constancia de la tradición alfarera manteniendo el nombre de alguna calle que recuerda esa actividad. Como ejemplo tenemos el caso de Villarrubia de los Ojos. En su callejero nos encontramos la Calle de las Barrerías.

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Otra localidad vecina con gran tradición es Consuegra, donde a finales del siglo XVIII existen referencias de la presencia de tres maestros tejeros, con un sueldo de cinco reales. La tradición alfarera de consuegra se mantuvo en aumento llegando a contar durante el siglo XX con un total de 40 talleres alfareros. El último alfar activo es el regentado por Rosa María Rodríguez14.

En Madridejos, aunque a finales del siglo XVIII no existen referencias de alguna alfarería, a

comienzos del siglo XX encontramos cinco pertenecientes a las familias Cañadilla, Escalona y Moreno.

En Herencia, a mediados del siglo XIX, surge un saga alfarera iniciada por el herenciano Santiago Jerez López y su esposas María Engracia López Molina (natural de Villaseca de la Sagra, localidad toledana en una comarca con gran tradición alfarera15. Esta familia alfarera mantuvo su actividad hasta la segunda década del siglo XX y dio lugar en la localidad al mote de “los barreros”. Botija manchega atribuida a “los barreros” de Herencia16.

La materia prima de la actividad cerámica es fundamental para conseguir una producción de calidad. A lo largo de siglos se han explotado distintos filones, con mejor o peor resultado, cerca de la localidad de Villafranca. - En muchas ocasiones se usaba el légamo (barro pegajoso formado en el suelo por la humedad) resultante de la limpieza del fondo de los pozos de las norias17. - La tierra de la huerta del Tío Rico Nuevo, entre Herencia y Puerto Lápice, ideal para el “vedriado”18. - El alfar de Villalfranca (el de Peño) se surtió en un principio de la tierra del Carril del Riato (cerca de las lagunas) y de tierra de proximidades del término de Herencia19. - La tradición alfarera de Alcázar se surtía en el propio término alcazareño “dada la calidad arcilloso del subsuelo de Alcázar”20. Evidentemente en los últimos tiempos la necesidad de barro se surte con producto traído de otras partes de España. La actividad alfarera queda descrita con una semblanza excelsa en la obra del alcazareño Rafael Mazuecos21: “El modelar del alfarero es un ademán mimoso, de ternura. La rueda, accionada a pie, no necesita fuerza. Las manos, en actitud acariciante, abrazan la pella humedecida levemente en su superficie con los dedos de la mano derecha, que sumerge en una cazoleta llamada albañal que tiene orilla, humedad que basta para darle a la masa la suavidad indispensable en los primeros giros de la rueda y que la pella tome Ia forma de huso y que las manos, en tenues contactos con la masa que adquiere entre los dedos increíbles cualidades de plasticidad, nos ofrezcan en cinco minutos la pieza perfectamente modelada, como si estuviera hecha de molde… Es sublime cuanto simple el arte del alfarero y maravilla ver surgir de entre sus manos, que se adivinan blandas y suaves, la figura que modelan en cuestión de unos instantes y separan de la masa cortándola con un hilo de carrete… La pella, una vez puesta en la cabezuela, más que trabajada es acariciada, como prenda de un juego de prestidigitación que vemos surgir maravillosamente de unas manos que a fuerza de trabajos adquirieron esa dificilísima facilidad que nos deja asombrados”.

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APUNTES HISTÓRICOS DE LA ALFARERÍA EN VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS En Villafranca de los Caballeros, por el Catastro de Ensenada conocemos que en el siglo

XVIII, al alfarero Manuel de Reyes López de Zebrián, “alfaharero de cántaros que nombran alcabuzones para sacar agua de las norias, por los que fabrica y venta de ellos le regularon de utilidad en cada un año 400 reales de vellón”22.

En esta también se habla de la presencia de hasta nueve hornos de cocer teja y ladrillo23. El detalle de estos hornos los conocemos gracias al arduo trabajo investigador de Félix Patiño24 Hornos de cocer teja:

Horno de Esteban Romo, vecino de la villa con utilidad de 80 reales de vellón25. Horno de don Pedro Simón García, presbítero de la villa con utilidad de 80 r v. Dos hornos de don Juan Alfonso del Val y Heredia, presbítero de la villa, utilidad de 120 r v. Otro de Andrés Manrique, vecino de la villa con utilidad de 80 r v. Horno de Hermenegildo Dueñas, vecino de Villafranca con utilidad de 80 r v. Otro de Blas Toribio, utilidad de 80 r v. Horno de Alfonso García Ortuno, vecino de la villa con utilidad de 80 r v. Horno de doña Antonia Villaseñor, viuda de Antonio Gutierro, utilidad de 80 r v.

Con respecto a los hornos de cocer cántaros, siguiendo con la investigación indicada contamos con un horno de cocer cántaros propiedad de don Mateo Manrique Ramón, del que se dice que “cuece cántaros para sacar agua de las norias, se halla dentro de la población en unas casas de morada suyas, con utilidad anual de 200 r v”. También se confirma la no existencia de algún horno de cocer pan concejil “a causa de tenerlos los vecinos en sus respectivas casas donde cuecen el pan para su gasto”. En la relación de vecinos de Villafranca hacia 1752 tenemos más datos de Manuel de Reyes López de Cebrían y de la actividad alfarera en la localidad26: “Soy de edad de veyntte y dos años y exercicio alpharero y tengo un sobrino huérfano, Juan Francisco, de siete”. Y en la Relación de personas del Estado Seglar encontramos de nuevo a este personaje27: “Manuel Reyes López Maestro alfaharero... el día que trabaja su oficio seis reales de vellón y por los cántaros que vende cuatro”. El horno en el que trabajaba Manuel Reyes era propiedad de Mateo Manrique Ramón (ya descrito anteriormente y que arrendaba sus dos hornos). Manuel de Reyes vivía en la calle de Atahona, junto a la actual calle del Buen Suceso. . Como hemos visto Mateo Manrique Ramón era propietario de un par de hornos que arrendaba anualmente. Siguiendo con la investigación de Felíx Patiño28 tenemos más datos de este personaje y de su propiedades:

“Don Mateo Manrique Ramón, abogado (37) casado con Vicenta Jiménez (30). Hija: María Teresa (6), Ana Jiménez, su madre de 69.

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Criados: Alfonsa Solana (15), criada, José Rodríguez Velasco, mayoral de la labor (25), Dámaso García Camuñas, morillero (26), Vicente Sánchez del Pozo (11), para hacer mandados.

Casa en la calle Angosta, fachada al Norte, linda a Oriente con casa de don Miguel Cervantes, vecino de Madridejos, al Sur con la plazuela que llaman de Toribio, a Poniente con casa de Francisco Fernández Espinar, cuatro cuartos bajos con cámaras en alto, patio, pozo, cocinas, cuadras, cueva con 14 tinajas, de caber todas 500 arrobas y corral, tiene de frente 22 varas y de fondo 30,8 varas de corral en cuadro.

Otra casa en la calle del Monte con fachada a Poniente, linda a Oeste con casa propia, al Sur con otra de María Muñoz Infante, viuda de Francisco López del Pozo, al Norte con una de herederos de Juan Sánchez del Pozo, cuarto bajo, patio, pozo y corral, 14 varas de frente y 20 varas de fondo, 6 de corral en cuadro.

Y otra casa en la calle de los Hidalgos, fachada al Sur, linda a Oriente con casa de Juan Sánchez Panadero, presbítero, a Poniente con otra de Pedro Manrique Marín y al Norte con tierra de José Díaz Avilés, dos cuartos bajos, patio, pozo, corral y cámaras en alto, tiene de frente 22 varas y 17 varas de fondo, 11 de corral en cuadro.

Horno de cocer alcaúces de noria, dentro de la segunda casa puesta en esta relación: 200 reales de vellón de renta regulada en un año.

Horno de cocer teja en el sitio que llaman las Tejeras a quinientos pasos de la población: utilidad anual regulada en 80 reales de vellón.

Y desde el siglo XIX nos encontramos con una saga familiar de alfareros cuya actividad ha sido fundamental para el abastecimiento durante décadas de la producción cerámica en toda nuestra comarca. Se trata de la FAMILIA PEÑO.

Estudiar la evolución histórica de la actividad artesana de la familia Peño es, por extensión, una radiografía de la sociedad del momento vista desde la actividad alfarera. Así con el inicio de la saga, en el último cuarto del siglo XIX, la producción cerámica que se demandaba en la comarca quedaba centrada en un utilitarismo tradicional con objetos necesarios para el desarrollo de la actividad agrícola, sobre todo los cangilones o alcahúces (necesarios en las huertas de la localidad y de las vecinas de Herencia, Camuñas, Quero o Alcázar y eran movidos en las norias de los pozos). Según la tradición familiar de los Peño, el precursor de esta dinastía alfarera, fue EUGENIO PEÑO RICO, (nacido en 1857 y con domicilio en la calle El Santo). Este personaje aparece en el censo de actividades de su localidad natal a finales del siglo XIX como titular de la actividad alfarera, y tenía el domicilio familiar en la calle el Santo. Por sus paisanos era conocido por el apodo de “el suavico” lo que da muestra de su carácter sosegado y tranquilo. En toda la comarca era valorado por el dominio de la profesión y como anécdotas tenemos que llegara a producir 28 docenas de los tradicionales cangilones en un día y que como receptor de una tradición alfarera fue el único que mantuvo la tradición de la cocción de la tradicional botija manchega. Falleció en 1941 Botija con las iniciales E,P.R. (Eugenio Peño Rico).

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El origen del primer alfar tiene cerca de 150 años y estaba situado en un gran corral propiedad de la familia. La descripción de ese primer alfar la tenemos gracias a Maroto Garrido29.

“Poco a poco se fue conformando con un obrador, el pozo, las pilas, el horno y un pequeño almacén. En su origen el obrador era una nave adosada por una parte a la pared del corral y al que se accedía por dos puertas que daban a la zona de las piles y que en la actualidad se encuentran tapiadas. Desde su inicio el obrador se fue completando con diferentes elementos hasta llegar al estado en el que se encuentra ahora: chimenea, tornos de pie, estanterías o atrojes, un amasador para el barro…. La construcción de aquel primitivo alfar fue realizada con adobe y ladrillo macizo de cubiertas con techumbre de madera y teja curva. El agua para el trabajo se obtiene de un pozo con noria manual cuyo brocal tiene 1,10 metros de largo y 0,93 metros de ancho, junto a él se encuentra un pilón para batir el barro y dos pilas para la decantación, a su lado, un trozo explanado y cuadrado de terreno para echar la tierra, éste está sombreada por una higuera próxima. El horno se sitúa enfrente del ángulo formado por el almacén y el obrador Otras construcciones son unos corrales para cerdos y gallinas, complementos de la economía del alfarero y un porche para guardar el carruaje”. .

Tumbas de Eugenio Peño y su esposa con lo que fuera una cruz de cerámica encalada, en el cementerio de Villafranca de los Caballeros.

Iniciado el siglo XX la producción se va diversificando y además de los cangilones, se lleva a mercados locales vecinos cantarillas, ollas, se empiezan a realizar las primeras hornadas de vidriado e, incluso, con PEDRO PEÑO GÓMEZ, el primer alfarero-músico, se inicia una producción de artículos de carácter más lúdico: un gallo para uso doméstico de aceite y vinagre, regaderas, cantimploras pequeñas para uso de los chavales…. Y a lo largo de décadas se amplía el repertorio alfarero incluyendo botijas con un sello inconfundible, grilleras, caracolas (sólo hechas en Villafranca, Buñol y Ocaña y de las que veremos su descripción posteriormente), tuberías de agua, alcancías, vinajeras, palmatorias….

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Pedro Peño nació el 13 de mayo de 1891 (recordado siempre este año de su nacimiento por ser cuando se produjo la riada del río Amarguillo en Consuegra -en el mes de septiembre de ese año-). De aquel incidente y su influencia en Villafranca, Pedro decía: “… le afectó y le favoreció, porque dicen que venían cofres y en lo cofres a lo mejor algunos traían oro y eso… y el que tuvo el lance de cogerlo… lo cogió”30 Pedro se casó con Lucía González Maroto, y de este matrimonio además de Gregorio Peño González, seguidor de la dinastía alfarera, nacieron tres hermanas Gabriela, Inocencia y Felipa que, desde pequeñas, colaboraron con el trabajo del padre en el alfar. Dejó el oficio en 1961 (con setenta años, cuando por entonces no había jubilación; aunque posteriormente cobró hasta 1500 pesetas mensuales), falleciendo el 14 de Agosto de 1976 De su actividad musical hay que destacar que Pedro fue director de una de las Bandas que hubo en Villafranca de los Caballeros (curiosamente había dos, según la tendencia política –derechas o izquierdas- de sus componentes). Pedro tocaba el trombón y el bombardino Aunque para seguir la línea generacional alfarera de los Peño, se han mostrado unos breves datos biográficos de Pedro Peño, hay que indicar que un hermano suyo, Martín Peño Gómez, ejerció durante algunos años la profesión aprendida de su padre Eugenio Peño. Sin duda la naturaleza del trabajo en el alfar era muy dura: había que preparar y trasegar mucha leña en un pueblo que no tiene monte, tenían que recoger sarmientos de viñas lejanas, aprovechar carrizo, algunas veces ir a la sierra de Herencia a hacer acopio de esa leña o, incluso serrín y desperdicios de las carpinterías; había que recoger el barro y decantarlo; las hornadas, en horno abierto, estaban sometidas a los avatares del tiempo y luego había que vender el producto en mercados próximos y no tan próximos con el transporte que ofrecía cada época. “Las dos primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX fueron decisivas para el mantenimiento de la alfarería Peño: sus productos iban siendo sustituidos por otros más ligeros y muchos perdieron su utilidad. Pocas personas usaban botijas, las norias dejaron de funcionar, las caracolas se perdieron en la memoria y los plásticos eran el futuro y lo realmente útil. Es el momento de la desaparición de muchos alfares en la Mancha. Los Peño aguantaron y es entonces cuando empezaron a recibir visitas de estudiosos, antropólogos, historiadores y periodistas. Mazuecos, Artigas, Seseña, Sempere, Lizcano, Pradillo y muchos más nombres que se interesaron por su arte y valoraron su trabajo. Sus publicaciones ponen el foco en este trabajo como parte esencial de una cultura que estaba agonizando si no se removía desde dentro”31.

Con GREGORIO PEñO GONZÁLEZ, el siguiente alfarero-músico que incluso desarrolló su afición musical en las filas de la Banda de Herencia32, se lleva a cabo la transformación del alfar manteniendo la producción tradicional y adaptándose a los cambios que ha ido marcando la sociedad. Por su actividad era conocido como “el cangilonero” y acometió la tarea de mantener su fabricación tradicional mientras encaraba el futuro con nuevas producciones acopladas a las necesidades de nuevas épocas. Gregorio nació en Villafranca el 24 de Mayo de 1924, teniendo su domicilio en la calle Buensuceso y consolidando el alfar familiar en la calle Madridejos. Casó con Dionisia Gallego Montealegre (nacida el 9 de octubre de 1924).

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Como indica MAROTO GARRIDO33, por tradición familiar Gregorio empezó a aprender el oficio “por las tareas más sencillas como pisar barro, acarrear combustible, enasar, poner pitorros, hacer piezas de pequeño tamaño, etcétera. El trabajo antiguamente se completaba con otras tareas como la recolección del campo. El oficio de cangilonero no estaba demasiado considerado cuando don Gregorio tenía edad casadera, encontrando ciertas dificultades para echarse novia o casarse…”. Las mujeres también han participado en la actividad alfareras de la familia, así la mujer de Gregorio (Dionisia) le ayudaba a hornear, pisar el barro y en el proceso de la venta de las piezas a los interesados que acudían al alfar. Del quehacer cotidiano del alfarero tenemos el siguiente detalle, redactado por el doctor Rafael MAZUECOS (1971), tras sus investigaciones de la “Alfarería Manchega” y donde participó Gregorio detallando sus experiencias34: “Su materia prima fundamental, y casi única, es el barro, que en el oficio se llama légamo, y que se obtiene sobre todo de las tierras arcillosas que almacena nuestro suelo y sacan al hacer los pozos, que aprovechan casi íntegramente. …La tierra así recogida la llevan a su corral y la amontonan a la intemperie. Estas tierras arcillosas son diferentes unas de otras y complejas en su composición… todas con la cualidad común de tener gran avidez por el agua cuando están secos, circunstancia señalada por todos los alfareros de que la tierra ha de estar bien seca y machacada para enturbiar el agua, como dice Peño, y que es la razón de que se pegue a los labios o a la lengua, como hacíamos los chicos en los «gomaeros» de barro barrioso° en las arcillas sacadas al hacer los pozos y la causa de que aquellos «gomaeros» resultaran rnodelables y los mejores para jugar a las gomas… Pues bien, de la tierra o légamo amontonado en el corral, van llenando el pilón cada vez que lo necesitan. El pilón es una excavación hecha en el suelo, de algo más de medio metro de profundidad y dos de diámetro, recrecida o no en su contorno otro tanto con piedras y barro formando pared recia en redondo o cuadrada. La tierra se echa machacada en el pilón lleno de agua y se la deja empapar, pues, aunque mucho menos hierve como la cal y el yeso al apagarlos, que es tomar el agua o hidratarse. A la hora o antes ya está mojada y se la mueve bien con un par de tablas recias o con una azada de astil largo llamada batidera, hasta formar un caldo más bien claro que corra al colarlo. Cuando se le ve bien batido se destapan los agujeros que comunican el pilón con la pilanca, pasando el caldo por una especie de reguera o tubo en forma de mangueta que atraviesa la pared del pilón. La mezcla, que está bien suelta, homogénea, con agua abundante, formando papilla clara, antes de caer en la pilanca, que es un recorrido total de un metro aproximadamente, encuentra un filtro o criba formado por escobas o manojos de pajones o juncos, que detienen las impurezas del barro, chinas, pajas o cuerpos ajenos a la tierra, de tal forma que a la pilanca sólo llega la papilla limpia, corno si fueran gachas sin garullos o chocolate hecho en condiciones para servirlo. A esta operación se le llama colar el barro, sin poder utilizarse albardín, esparto u otras pajas finas, porque con la liga se forma pared y no cuela. La pila, algo más refinada que el pilón, a modo de pequeña alberca de huerta, está embaldosada de ladrillo basto, de mala calidad y poroso, que permita la filtración, y sus paredes del mismo ladrillo o de barro, pues el yeso, y menos el cemento, no son utilizables en el alfar. El barro colado se aposa pronto en la pilanca, quedando arriba el agua clara, que se sangra y se pasa a cubos otra vez al pilón, para ensuciarla de nuevo y hacer nueva papilla, que se cuela corno la anterior, y de este modo se va acumulando en la pilanca hasta que se llena de una pasta fina, adherente y suave, que es la que se lleva a la habitación del tabanque para modelar una vez amasada según se va necesitando.

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El conjunto de la pasta acumulada en la pilanca se llama pella, y el exceso de agua que retiene después de la sangría lo va perdiendo por filtración o por evaporación lentamente durante el tiempo largo que suele permanecer en la pilanca, tapada como un tesoro escondido, con arpilleras o esteras. En ese mismo estado se traslada al obrador y se amontona en un extremo, tapándola como en la pilanca para que conserve la humedad y no se endurezca. De este montón… el alfarero va tomando las cantidades que pueda necesitar para la tarea que se echa, por lo general pellas de 8 ó 10 kilos, y las amasa a brazo, como el pan, sobre la mesa de amasar, qu es un poyo de mampostería, embaldosado como la pilanca o sin embaldosar, con una loncha de piedra en su cara superior. … Según se necesite, el alfarero forma la pella para la tarea y la deposita sobre la mesa de amasar, donde la hiñe con sus puños hasta que la considera en buen estado de plasticidad para modelar y la deja sobre el entablado de trabajar, sentándose él contra la pared, en la que sujeta su cuerpo por detrás en una tabla un poco inclinada hacia delante, atada con sogueas a los travesaños del entablado y que lleva encima unos ropones, colocada a la altura suficiente para que le quede el cuerpo libre sobre el entablado y ejecutar a gusto las maniobras que necesite. Como el barro, una vez amasado, se estropea de no utilizarlo, se procura tomar la cantidad indispensable para la obra a ejecutar y se termina siempre, dure lo que dure, o se tira lo que sobre; no hay otra solución”. Pero, sin duda, inestimable del capítulo que Mazuecos dedica en exclusividad a Gregorio Peño, “El Alfarero de Villafranca”35: “Hay que nombrarle en singular por varias razones, pero la primera por haberse quedado solo en el oficio, conforme con ver las aguas correr por el arroyo sin fin. El alfarero, en general, es un artesano bastante ilusionado con su menester, que incluso soporta el desdén o la falta de ganancia por el hacer que le proporciona la ejecución de su obra, sólo debida a la modelación de sus manos, sin instrumento alguno, y manejando el barro como si fuera tela que plegara a su voluntad o masa que adaptara a las formas de la figura concebida por inspiración espiritual. Dentro de esto, que es común a cuantos ejercen la alfarería, debemos decir que el alfar donde hemos percibido más claramente el latir de la Ilusión ha sido en el de Gregario Peño, de Villafranca de los Caballeros, y en algunas cantareras de la Mota, … . Existe una prueba concluyente en el hecho de que los jóvenes se apartan del oficio o emigran. En Villafranca, no sólo se continúa la tradición familiar, sino que se aumenta, se transforma y se transmite a los hijos, que la siguen con alegría y gusto, que es la mejor señal de acierto y utilidad. En compañía de los tres Peños, padre (Pedro), hijo (Gregorio Peño González) y nieto (“Gregoriete” Peño Gallego), aunque guiados por el hijo, Gregario Peño González, que es el actual propietario del antiguo alfar, se han hecho estas fotografías, que deben dar idea clara de algunas faenas fundamentales de este trabajo, que sólo allí hemos tenido oportunidad de presenciar, todas ellas referentes a la preparación del barro, porque el buen producto se obtiene de la buena elaboración. Sólo una cosa ha mecanizado Gregorio, el sacar el agua con una noria pequeña, pero lo hace a brazo y de un pozo que tiene al pie del pilón. En el corral hay miles de cangilones que no venderá jamás, pero él a su noria le ha puesto cangilones de latas de conservas un poco grandes, cosa que contrasta mucho y confirma la certidumbre de que en casa del herrero cuchillo de palo.

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Gregorio tiene amontonado el légamo próximo al pilón. Es una arcillavinosa, de mucha liga. Viene la noche, pero Gregario la mira como si estuviera amaneciendo,sin arredrarle la faena. Llena el pilón de agua, poniéndole unoslitros, que son cien arrobas, veinte espuertaso cuatro de otra grediza más floja para quitarle fuerza Se enturbia el agua, que esrevuelven el barro sin parar cientos de veces. A brazadas lo llevan al obrador donde lo amontonan y cubren otra vez con sacos o ropones que aminoran la evaporación del agua. Después se efectúa la pisa, separando del conjunto porciones voluminosasamontonándolos en el centro de la habitación formando un cerromás de un metro de alto. Previamente se pone en el suelo una buena capa de ceniza fina utilizando como amero una espuerta nueva, sin embarrar, que resulta ser un gran cedazo. Moviéndola con arte se hacese van amontonando porciones de barro unas sobre otras y storta y entonces lo toma el padre can toda su fuerza hasta que lofina, pisando descalzos como en los antiguosagradecido, sale tanto mejor cuanto

Gregorio y “Gregoriete”

Gregorio tiene amontonado el légamo próximo al pilón. Es una arcillaViene la noche, pero Gregario la mira como si estuviera amaneciendo,

arle la faena. Llena el pilón de agua, poniéndole unos doscientos cubos de ocho litros, que son cien arrobas, veinte espuertas de tierra de doce a trece kilos cada una, y tres

más floja para quitarle fuerza…

enturbia el agua, que es apagarse la tierra como la cal,… revuelven el barro sin parar cientos de veces.

A brazadas lo llevan al obrador donde lo amontonan y

vez con sacos o minoran la

spués se a la pisa, separando del

conjunto porciones voluminosas y s en el centro de la

cerro de más de un metro de alto. Previamente se pone en el suelo una

capa de ceniza fina utilizando nueva,

embarrar, que resulta ser un

Moviéndola con arte se hace un rastro amplio en el suelo del obrador y en porciones de barro unas sobre otras y se pisan… ha

toma el padre can toda su fuerza hasta que lo deja reducido a una capa fina, pisando descalzos como en los antiguos jaraíces, pues el barro, sumamente agradecido, sale tanto mejor cuanto más se le trabaja.

Gregorio y “Gregoriete” mientras el pisado del barro.

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Gregorio tiene amontonado el légamo próximo al pilón. Es una arcilla renegrida, Viene la noche, pero Gregario la mira como si estuviera amaneciendo,

doscientos cubos de ocho de tierra de doce a trece kilos cada una, y tres

… Gregorio y su hijo

un rastro amplio en el suelo del obrador y en su centro … hasta hacer una gran eja reducido a una capa

jaraíces, pues el barro, sumamente

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De la torta de barro, de más de metro y medio de diámetro, auxiliándose de una hoz de segar despuntada, se van cortando porciones alargadas y se lían como si fueran témpanos de tocino, formando pirámides tronco-cónicas. No es impropia la comparación del barro con el tocino, pues no es menos suave ni menos maleable sin que al arrollarlo, doblarlo o enroscarlo se parta ni resquebraje. Estas porciones se llevan a la mesa y se amasan insistentemente como al heñir la masa del pan y dándole otra vez a la pella la forma tronco-cónica se la lleva al entablado de la rueda para modelarlo en la forma habitual. El asiento le da al alfarero cierta hechura zapateril, que se le nota más al dejarlo, que no es levantarse solo sino salirse. Consiste en una tabla apoyada en la pared y sujeta con ataderos al entablado, cubierta con ropones e inclinada hacía el tabanque El alfarero no necesita comodidad sino seguridad del asiento y le deja un espacio tan justo para pasar que le cuesta trabajo alcanzarlo, teniendo que estirarse Y entrar de medio lado pero una vez sentado queda suelto y se engrandece. Ni uno hemos visto que que no se sienta creador y ahí está Gregario ensimismado, abstraído, tenso, dándole forma a un jarro como si lo estuviera ungiendo. No hay alfarero que no sienta la emoción y la grandeza de ese momento creativo como denota en su gesto y eso le compensa de cuantas amarguras y implique el lograrlo y mantenerlo”. En esta imagen como describe Mazuecos: “ … observamos a Gregorio en el instante preciso de transformar la pella en vasija cualificada y útil. Si los hijos se engendraran con esa conciencia no estaría más abstraído en su función”. De los recuerdos de Gregorio Peño tenemos como durante la Guerra Civil herenciana incorporó a su producción vasijas vidriadas que les reclamaban “para cubrir las necesidades de los muchos evacuados que había”36 En las últimas décadas del siglo XX, Gregorio Peño se convirtió en un referente comarcal como artesano de la cerámica participando en numerosos eventos bien mostrando sus dotes artesanas o dando cursos donde poner de manifiesto su sapiencia de tantas décadas de trabajo con el barro. - Como ejemplo, en Marzo de 1984, participó en una gran muestra provincial de artesanía popular celebrada en Tomelloso donde compartió bagaje artesano con los almagreños Ignacio Rubio (artesano de la madera), Carmen Alcázar y Paquita Costoso (encajeras) y Vicente González (en forja); por Ciudad Real José Lázaro (talla en madera); de Corral de Calatrava Araceli Santos (cerámica); los solaneros Gregorio Serrano (experto en enea), Ángel Femández (forja), Francisco García (cerámica artística) y Ramón Sánchez (talla en madera); de Membrilla Cristino de Santiago (cerámica artística); de Miguelturra Joaquín Merino (tapices) y Manuel López (enea); de Puertollano Pantaleón (con su colección de bastones), de Villahermosa María Ruíz (con sus telas artísticas, alforjas, faldas de mesa, telas para bancas, tapices, etc.); el tomellosero Antonio Mesa (pleita) y por supuesto Gregorio Peño, en representación de su alfarería (aunque ésta no perteneciese a la provincia ciudadrealeña)37.

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- Como profesor en diferentes cursos, normalmente seguía un programa en el que se incluía “la construcción de figuras y objetos, el modelado de vasijas y. placas, aplicaciones de las técnicas de cocción y conocimientos sobre el torno”38. Al igual que su padre, Gregorio Peño era muy aficionado a la actividad musical tocando el clarinete tanto en su localidad como en la vecina Herencia. Esta afición hubo de dejarla a un lado en los últimos años de su vida por sufrir una angina de pecho. Gregorio Peño González falleció el 16 de diciembre de 1992.

Y por supuesto, algo que no hay que dejar pasar, es destacar es esa tradición heredada por Gregorio y que transmitió a sus hijos; GREGORIO, ÁNGEL Y ADRÍAN. Sin ir a alguna academia de dibujo (aunque en la escuela siempre destacaron en el mimo) fueron dando forma su vocación. De ello, de la labor de los nuevos jóvenes, Mazuecos se hace eco alabando las virtudes de dos familias alfareras, la de los Peño en Villafranca y la del alcazareño Gregorio Moreno Rubio (“Pepe”)39: “Estos mozalbetes son una esperanza, fundada en los objetos de arte y adorno que construyen, que no son promesa vana, sino realidad palpable, y merecen el apoyo que necesitan para incorporarse a las escuelas oficiales de cerámica, donde adquieran la formación adecuada para darle a su arte la gloria y el provecho posibles”. De finales del siglo XX nos encontramos con la referencia a esta generación de la familia Peño por parte de Natacha Seseña40 “En Villafranca de los Caballero hoy ya sólo trabajan los hijos de Gregorio Peño González, al que llamaban el cangilonero… La tierra la traen del camino de la salida de la Dehesa a tres kilómetros de Villafranca. Es una tierra pegajosa, blanquecina porque contiene cal y posee una liga muy fuerte, razón de que la mezclen con arcilla más floja. En 1973 el remolque de tierra costaba quinientas pesetas. El barrizo se mezcla con 30% de arcilla de Herencia y 10% de La Bisbal (Gerona). Batida la arcilla, pasa a la pila. El agua sobrante la sacan a cubos, procedimiento también usado en Extremadura. El caldo lo sacan a cubos, procedimiento también usado en Extremadura. El caldo lo sacan a una pila de ladrillo y lo pasan a un tendedero, formando el colchón de barro. Más tarde, el barro es pisado y amasado. El torno es el tradicional, movido a pie y se tornea de la manera conocida, llamando pililla al recipiente donde el alfarero moja las manos y remojo o barbotina al agua de barro. Como utensilios, una raidera y un morenillo, hilo de bramante para separar las piezas de la cabecilla. Los bonitos cántaros de Villafranca se decoran con un peine, punteando diversos motivos vegetales, muy estilizados que llaman ondas y espigas. El horno es circular y abierto. Se caliente con orujo y se hornea durante diez horas, cinco de temple y cinco de cocción. Tiene capacidad para unas 2000 piezas aproximadamente. Cuando los cascos blanco, que ponen arriba del horno, se pintan de colorado, el punto deseado se ha conseguido. A los cacharros rotos los llaman calpío. La alfarería de Villafranca es una de las más bellas y acertadas de la región manchega. … Dos piezas tradicionales y muy curiosas son las caracolas y las grilleras. Las primeras son un conos huecos de estrecha base y terminados en una boca en forma de pitorro. Van decoradas con trazos incisos. Las caracolas servían para hacer un ruido característico, parecido a una bocina, y las empleaban las cuadrillas de segadores cuando volvían al pueblo después de terminar la faena diaria. Tocándolas, avisaban de su retorno. Las mozas y mujeres estaban atentas. Hoy se fabrican pocas y como pieza curiosa para coleccionistas.

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Las grilleras servían para guardar grillos cazados. Son esféricas y presentan muchas perforaciones para que los insectos respiren. Llevan una puertecilla sujeta con un gancho… Dibujo de la caracola y grillera, por Natacha Seseña.

La decoración actual ha cambiado de signo. Los hijos de Peño hacen más piezas decorativas, tales como lámparas con la Cruz de Calatrava, cántaros con cabeza humana, paragüeros con flores en relieve, huchas en forma de cerdo… La mercancía se vendía en las ferias de Campo de Criptana, Alcázar de San Juan, Urda y Villacañas y semanalmente en el mercado de Herencia”.

Del comienzo de la actividad de los hijos del “cangilonero”, tenemos esta referencia por parte de Maroto Garrido41. “Gregorio y Ángel aprendieron también pronto el oficio (entre los 10-12 años) este último por necesidad apremiante, tras una enfermedad del padre y la ausencia de sus hermanos. El último en entrar en el oficio fue Adrián que vino de la rama del comercio”. Los recuerdos de los hermanos Peño darían para varios libros mostrando episodios exquisitos rememorando sucesos e incidencias que deberían no ser olvidados. • Esas madrugadas, antes de las cinco de la mañana, con el carro lleno para llegar el mercado semanal en cualquier localidad vecina. Como muestra llegar Herencia, pasar a la posada de la Dolores, dejar la montura y trasladar la producción a la Plaza, junto al Casino, y montar el puesto. Tras esto, comprar unos churros a la familia y dar cuenta de ellos junto con un reconfortante café en el bar de Eugenio Poveda. Tras la jornada, toda la producción vendida, tras una sucesión de regateos habituales que, por continuos, podrían considerarse como familiares42.

• Ser testigos de los cambios en la geografía física de cada localidad. Otra anécdota que tiene al pueblo herenciano como marco cuando se abrió una grandísima zanja entre la Plaza de Cervantes, la Plaza y la Calle “la Zanja” para empezar a soterrar las canalizaciones de suministros. Al taparse provisionalmente este socavón con tablas ocurrió el percance de que un arriero chelero, “el Tío Cuarta, cayó en el mismo y los hijos Peño junto con Gregorio, su padre, tuvieron que participar en el rescate de su paisano.

• También no hay que olvidar a los Peño como referente de la evolución del Carnaval de la comarca en los últimos compases del siglo XX. Desde la Peña el Trébol fueron pioneros en montar carrozas impresionantes precursoras de los cambios que en estas últimas décadas ha experimentado la fiesta43.

Carroza de la Asociación El Trébole en 1989. Las figuras eran modeladas en el taller de los Peño, haciendo los moldes en escayola para luego terminarlas en poliéster (material resistente a las inclemencias del tiempo y fácil de transportar).

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Por último, si hay algo que ha caracterizado a la nueva generación de los Peño es la consolidación de nuevas líneas de creatividad; sin duda el saber adaptarse a los nuevos tiempos es la virtud principal que han tenido estos hermanos, muchas veces en contra de mantener la tradición exigida por su padre. Como refería Gregorio Peño “hijo”: “…yo quería modelar en barro. Al volver del servicio militar tuve que pensar y hubo algún problema con mi padre, pues quería seguir haciendo lo tradicional. Íbamos a las ferias próximas: Alcázar de San Juan, Villacañas, Campo de Criptana, etc. No vendíamos nada, pero veía que la gente compraba cosas de Manises, Talavera, Bailén, etc. Una vez fuimos a Toledo, al Hospital de Talavera, y allí en un rincón estábamos los alfareros. Mi padre y yo discutimos, pero al final comprendió que teníamos que evolucionar”44. Y a partir de esos momentos empezaron a surgir los quijotes, los primeros platos con engobes, los dragones (que incluso fueron promocionados en un programa de televisión)… La alfarería actual se distingue por su gran versatilidad dentro de la artesanía cerámica, pudiéndose encontrar en esta desde las piezas más tradicionales como las botijas, caracolas, grilleras…a piezas de nueva creación como las espectaculares piezas de torno de Ángel Peño, los platos y placas de Adrian Peño y las figuras caricaturizadas y esculturas de gran formato de Gregorio Peño. Cabe destacar la realización de todo tipo de piezas por encargo, regalos institucionales, trofeos, esculturas y murales en gran formato, etc., consiguiendo la implicación de instituciones, organismos públicos o simples amantes de las tradiciones populares45. Como colofón al estudio de la figura de Gregorio Peño tenemos la siguiente entrevista que le fue realizada por Martínez Torea y Rios (1988) para la revista “Artes Plásticas”46, donde nos muestra un singular origen mitológico del alfar de la familia Peño:

“Los dioses, que sufrían las mismas pasiones humanas, pero más exacerbada, se aburrían en el Olimpo. Autorizados por Zeus salieron a distraerse. Eolo iba en cabeza guiándoles como bandada de ánades; sobrevolaron La Mancha, y al dios del viento le gustó el solano. Poseidón olfateó su elemento, el agua, y así, satisfechos, se detuvieron en la colina que separa las dos hermosas y agrestes Lagunas de Villafranca de los Caballeros. - Deberíamos obsequiar a los mortales de tan bello lugar con algo que patentice nuestro paso por él -sugirió Gea-, ¿Por qué no un alfar?, -corroboró con voz ardiente Vulcano desde su fragua bajo el Etna. - ¡¡Sí..!! aceptaron todos al unísono. - Y así, con los cuatro elementos combinados; (tierra, agua, aire, fuego,) y el alfar de los dioses, los antepasados de don Gregorio Peño, han desempeñado y desempeñan tan bello oficio”. El resto de la entrevista no tiene desperdicio: “Les sorprendemos en pleno trabajo; los tres hermanos Peño, ceramistas, se afanan en dar forma y belleza a sus creaciones, que con ingenio y estilo renovador, han sabido trasformar la humilde arcilla en arte y poesía estática. Mientras uno amasa y ablanda la pella de barro rojizo, otro retoca y concluye una simpática pero laboriosa figura de segadores sobre un borrico. El otro hermano Adrián, está decorando en engobe blanco un plato ornamental, al que dibuja con un grafio metálico sobre la arcilla cruda…

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- Somos la cuarta generación de alfareros/ceramistas de la familia. Nuestro padre nos enseñó el oficio desde la infancia, si bien él sigue trabajando la cerámica popular que es la más antigua, nosotros, sin abandonar el estilo tradicional, ya buscamos otra línea de creatividad”. - ¿Está bien retribuido el ceramista actualmente? - Regular, hay que trabajar con mucha constancia para sostener la industria familiar. Hemos recibido alguna subvención para la adquisición de materiales y también nos encargan piezas los centros culturales. - ¿Se conoce su trabajo a nivel internacional? - Sí. Hicimos exposiciones en Munich, París y Villenet (Francia). También nos otorgaron premios en diseño, en cerámica e investigación de técnicas tradicionales, concedidos por la Junta de Castilla-La Mancha, Talavera y Argontona. Vamos a través del gran corralón guiados por el joven artista quien nos va mostrando los pilones donde se prepara el barro; nos explica que solamente lo hacen en los meses de estío para conseguir una buena evaporación del agua bajo lo rayos solares y consecuentemente una masa consistente. Luego esa pasta la conservan protegida con plásticos hasta el posterior amasado y elaboración de las piezas… Vemos los hornos de cocción, el mayor a leña y lo usan para la cerámica popular, otro más pequeño es a gas pero ambos suelen calentarse a mil o mil doscientos grados. Nos lleva finalmente a un local amplio donde tienen la exposición de su arte. Allí enmudecemos, admirados vamos contemplándolo todo en silencio. No esperábamos encontrar tal cantidad y calidad de piezas: Ocarinas, pipas de fumador (parecían de bronce), caretas, juegos de té, quijotes y sanchos, lámparas abombadas y caladas en variada gama de colores desde el rojizo al gris-negruzco, Botijos en forma de gallina policromada, cántaros con cabeza de perro de estilo chino, caracolas de segadores, torsos, etc., etc. Al preguntarle por una piezas de apariencia metálica, nos explicó que eran de arcilla con un baño de rakú. Cuando las piezas alcanzan la temperatura de fundición, se extraen del horno y al enfriar adquieren las irisaciones de aguas metalizadas que les confiere una gran belleza. En toda la exposición se advierte una rara simbiosis entre lo tradicional y prosaico con lo vanguardista y artístico, de ahí la originalidad de los ceramistas Peño. Otra peculiaridad que caracteriza el arte de la familia Peño es el esgrafiado sobre las piezas de barro rojo con manganeso y arcilla blanca. Todo el trabajo ornamental se realiza en crudo y debe secar suficientemente al sol antes de cocerse, en otro caso, se resquebrajaría con el calor y quedaría defectuoso… Mientras tomamos notas y fotografías, llegan unas señoras inglesas a comprar cerámica. Comprendemos que la familia Peño es ya conocida por su arte a mucha distancia. A pesar de que les vemos muy ocupados, todavía volvemos al alfar y observamos como en un minuto transforma el torno una pequeña pella de barro rojo en un plato perfecto. Al despedirnos, formulamos una última pregunta: - ¿Cúal es su mayor aspiración como ceramista? - Pues., vivir de ello y que la gente lo valore”.

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Sobre el proceso de venta los tres hermanos recuerdan como antiguamente casi toda la producción se vendía en las ferias de los pueblos cercanos de Herencia. Villacañas, Villarta, etc., llevando las piezas al lomo de caballerías o en carros -en cada carga se echaban 20 docenas de cangilones o de botijas-. En Herencia se vendían a través de un puesto en casa de un familiar de don Gregorio. La época de mayor venta era el verano, dado que la producción iba dedicada al agua. Hace unos 50 años los cangilones valían a cuatro pesetas la docena y la botija de cuartilla una peseta, dos reales de azumbre y siete reales la de media arroba. Posteriormente el sistema de venta fue evolucionando, un factor importante fueron las ferias de artesanía de Castilla-La Mancha "FARCAMA" y de Madrid "FIDAR", que abrieron nuevos mercados nacionales y extranjeros, al tiempo que incidieron en el incremento de nuevas formas y creaciones. Desde entonces se abrió el mercado nacional llegando, sobre todo, a Madrid, Barcelona y Levante; y abriendo el mercado extranjero a alemanes, franceses, ingleses y suizos, Muchas de estas ventas se hacían directamente en el alfar al por mayor o al por menor incrementándose de un 30 a un 40 % más en este último proceso de venta. Otro punto de venta muy interesante a nivel turístico y por su cercanía era la Venta de don Quijote de Puerto Lapice (Ciudad Real). Los precios en esos momentos eran: las botijas con precios que oscilan desde 325 a 425 pesetas, las caracolas a 400 pesetas o las orcillas tradicionales a 325 o 425 pesetas. Cuatro son las generaciones que han dirigido la actividad del alfar a lo largo de décadas, donde también debemos incluir a otros Peño como “la prima” María del Carmen Pozo Peño (n: 1962) que también realiza su actividad profesional en el alfar y la colaboración de las esposas e hijos que en algunos momentos han puesto su esfuerzo al servicio de la actividad alfarera realizando tareas más o menos sencillas: pisar barro, acarrear combustible "enasar", poner pitorros, hacer piezas de pequeño tamaño, etcétera

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Como último eslabón de esta saga alfarera tenemos a GREGORIO PEÑO VELASCO (nacido en 1983), hijo de Gregorio y María del Pilar, y que a partir de su conocimiento familiar de la artesanía tradicional ha desarrollado su actividad con el perfeccionamiento de diferentes y novedosas técnicas. Es Técnico Superior en Artes Plásticas y Diseño de Cerámica Artística por la Escuela Francisco Alcántara de Madrid, aunque como él mismo detalla “mi formación principal, además de mi experiencia vital, ha sido el trabajo diario en el estudio”. Ha sido galardonado en diversos certámenes artísticos, por ejemplo el Primer Premio en el Certamen de Jóvenes Artistas de Castilla-La Mancha en la edición de 201147, con su obra “Sin Título”.

Como descripción de su obra Peño resaltó “… que estas piezas nacen del torno, crecen hacia arriba pero luego en el horno sufren un abatimiento que contribuye al choque de tensiones que reflejan las obras resultantes, en las que además se percibe el contraste entre las texturas rugosas y lisas”48.

En 2012 Gregorio recbió el galardón como “el mejor joven” en la XXII Edición de la bienal Internacional de Cerámica contemporánea de Vallauris (Francia)49.

Además de los galardones indicados anteriormente, ha recibido otros premios como el Premio Angelina Alós (Esplugues de Llobregat –Barcelona-, Premio Nacional de Cerámica Ciudad de Castellón, mención honorífica en la Bienal Internacional de Cerámica Contemporánea de Aveiro –Portugal-, Premio Artes Plásticas del Ayuntamiento de Majadahonda, el Premio Aurelio Blanco (Madrid) o la Mención Honorífica en la X International Ceramics Competition de Mino (Japón).

De su progresión artística se hace eco la prensa manchega50:

En octubre de 2013 viaja a París para inaugurar su primera exposición en el extranjero. Así del 18 de octubre al 23 de noviembre de ese año expuso 14 obras en la galería NEC, en el famoso barrio de Le Maráis -cerca del Museo de Picasso- considerado el centro artístico de la capital parisina. El propio autor califica su obra como “series que ya son maduras y con las que he llegado a un nivel plástico, estético y conceptual muy alto”.

Antes de la cita francesa, Gregorio Peño Velasco, fue uno de los 20 jóvenes artistas seleccionados -entre 500 aspirantes de todo el mundo- para exponer en el “Hot Rookies” de la Gyenonggi International Ceramic Biennale de Corea del Sur. Fue el único español al que eligieron. En esta bienal se reúnen, además de grandes nombres de la cerámica contemporánea, jóvenes artistas que reciben una oportunidad a nivel mundial. Como decía Gregorio, destaca la relevancia de estas citas “ya que el oficio del artista no es fácil y estas oportunidades te ayudan. Además, que te valoren fuera es muy importante porque allí el jurado no te conoce y te escogen por lo que haces”.

En 2014 nos encontramos la completísima crónica siguiente donde se profundiza en el quehacer de este ceramista, gracias a la exposición de su obra llevada a cabo en la Escuela de Arte Antonio López de Tomelloso51:

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“Las creaciones del ceramista Gregorio Peño. Formas contrapuestas, orgánicas, llamativas, que causan extrañeza al observador, haciendo que se pregunte si realmente están hechas de barro.Gregorio Peño conoce el barro desde pequeño, pertenece a una familia de alfareros, pero lo trabaja desde un punto de vista artístico, como escultor contemporáneo. No utiliza la arcilla ni como objeto decorativo, ni utilitario, sino como escultura artística.

El modesto barro (el verdadero barro, que diría Cela) es el único material con el que crea sus obras, con la arcilla se pueden obtener muchas calidades, a pesar de ser un material muy complejo y que requiere muchos años de trabajo para poder dominarlo, pero es inmejorable como soporte, pues te permite obtener infinitas calidades con las que trabaja”.

Para el artista plástico que trabaja con la emoción el barro nos facilita mucho el trabajo, ya que de un error, o en el mismo proceso de la obra aparecen caminos nuevos, texturas o realidades que te hablan en el camino conceptual de tu trabajo. Según nos cuenta [Gregorio Peño], en su producción actual está inmerso en búsqueda de formas a través de la suma de tensiones opuestas. Mezcla la fuerza y la ternura, lo grotesco y lo refinado, lo estático y lo dinámico, todo ello plasmado en formas insólitas donde el misterio, la emoción y el tiempo son su nexo de unión”.

En 2015 el artista fue distinguido con el Premio Internacional AECA (Asociación Española de Críticos de Arte) a la mejor obra o conjunto de obras de un artista español vivo en ARCO. La obra de Peño estuvo representada en la feria por la Galería Michel Soskine Inc52.

De Goyo Peño nos quedamos con la crítica de la Revista Tendencias del Mercado del Arte53:

“Gregorio Peño, en tiempo récord, ha logrado una presencia ferviente, sus Formas abatidas, Floraciones, Surcos, lo exaltan y justifican los premios conseguidos”.

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PRODUCCIÓN. Las piezas de carácter tradicional tienen su origen en las piezas para contener alimentos o líquidos (principalmente agua). A lo largo del siglo y medio de historia del alfar la producción se ha completado con instrumentos musicales, piezas para niños, piezas para jardín, reproducciones artísticas, esculturas de gran tamaño, etc. La mayor parte de imágenes que acompañan este listado de piezas corresponde al estudio realizado por Félix Patiño para el Taller de Historia de Villafranca de los Caballeros54. Piezas para la contención de agua: Botija. Una de las piezas más representativa, su forma es la de un cántaro pequeño, sin apenas cuello y con dos asas laterales. Se hacen de media arroba, cuartilla y azumbre con capacidad de dos, cuatro y seis libras respectivamente. Cántaro.- Su producción no es mayoritaria pues toda esta zona se surte de los cántaros de Mota del Cuervo (Cuenca): Cangilón.- Quizá la pieza más representativa en el devenir histórico del alfar de Villafranca. Es una pieza de cuerpo globular y boca muy grande abierta. Normalmente de 10 a12 litros aunque se conservan algunos más pequeños procedentes del alfar viejo. Piezas para contener alimentos: Ollas.- Existen dos tamaños, ambas con tapadera. Su forma es de panza globular en donde se apoyan las asas, tiene el cuello corto. Orcillas.- Su parte inferior es casi troncónica, teniendo la panza más estilizada que la olla, lo que hace que las asas sean más cortas. Instrumentos musicales: Caracola.- Es una pieza troncónica que se utilizaba para comunicarse las cuadrillas de trabajadores en el campo, también en algunas fiestas como el carnaval. Ocarina.- Su forma es ovular con un saliente que constituye la boquilla y varios agujeros para dar las notas. . Flauta.- Es una pieza que no se ha fabricado mucho pero que recientemente ha aumentado su producción incorporándole una decoración un tanto barroca a base de temas de serpientes y carátulas. Instrumentos de percusión.- : Como tambores, timbales o zambombas.

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Piezas para niños: Juguetes.- Son en realidad réplicas de piezas grandes reducidas a menor escala siendo las más típicas las botijas, cantarillas y orcillas. Grilleras.- Su forma es globular con un pezón en la parte superior traspasado por un agujero en el que se introduce una cuerda para colgarlas. En el centro tiene una puertecillas para introducir el grillo, sujeta con un alambre, toda ella va calada con agujeros para que salga el sonido del insecto, se colocaban en los patios y ventanas para escuchar su melodía nocturna.

Canarios.- Es una pieza globular con elevado cuello a la que se le ha añadido una boquilla con uno o dos agujeros por donde se sopla, y un postízo en forma de cabeza de pájaro. Para que emita un sonido parecido al canto del canario es preciso llenar la vasija de agua, aunque también suena vacía, pero su sonido se asemeja más a un pito. Huchas.- Unas tienen forma globular con pezón en la parte superior y abertura junto a él para introducir la moneda y otras tienen forma de cerdo.

Piezas para uso de animales domésticos: Bebederos para aves.- Son de tres formas: una es parecida a una hucha gran.de con una cazoleta adosada en la parte inferior en donde bebe el animal y por donde se carga el agua. Otra de las formas está calada por unos grandes círculos por donde introduce la cabeza el ave, el agua se echa por la boca que se sitúa en la parte superior en donde lleva una tapadera. Una tercera forma está constituida por dos piezas, una de ellas en forma de cántaro invertido que hace de depósito y que va encajada en un recipiente alto con agujeros grandes donde se mantiene el agua para el uso del ave, ésta siempre se encuentra al mismo nivel mientras exista agua en el depósito. Comedero para conejos.- Es un cuenco con las paredes inclinadas hacia al interior para evitar que el animal desparrame con su hocico el alimento fuera de él. Piezas para jardín: Macetas de píe.- Son troncocónicas con el labio de la boca hacia afuera y ondulado. Maceta de colgar.- También de forma troncocónica, sólo que con un ligero abultamiento en la parte central, adosado al labio lleva un asa para colgar, el agujero de drenaje va en la parte inferior de la parte frontal. . Regadera.- Es una pieza popular, pero que se ha comenzado a hacer hace pocos años. Su forma es muy parecida a la botija, siendo sustituido el pitorro por una boca con agujeros. Remates de tejados: Palomas.- Su forma surge a partir de una pieza oval a torno, a la que se le ha añadido la cola y la cabeza, las alas están señaladas con trazos incisos. Se ponían en los tejados o palomares con reclamo para estas aves.

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Otras piezas de remates de tejado eran de forma cilindrica o acampanada terminadas en un pezón. También se colocaban como remate piezas defectuosas fragmentadas o gastadas, como caracolas, botijas, etcétera. Piezas relacionadas con el drenaje y la conducción del agua: Tubos.- A pesar de su forma cilíndrica ésta no es perfecta, pues es más abultada en la parte central y las bocas son de distinto tamaño facilitando de esa manera el ensamblaje. Piezas para uso funerario: Cruces.- Se hacían para marcar el enterramiento por lo general de alfareros y familiares; y están formadas por tubos huecos cuyos extremos se cierran en forma de "tetilla". Otras piezas:

Ya hemos mencionado las hornadas que se hicieron en el 36 de pucheros y jarros vidriados de las cuales todavía ver algún ejemplar en el alfar de los Peño. A lo largo de los años se han seguido produciendo piezas de carácter más utilitario o popular como castañeras, especieros, palmatorias, ajeras.…

Además se han ido implantando técnicas decorativas como el rakú, y la producción se ha ido completando con platos, murales, trofeos, bustos,…

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Reproducciones arqueológicas: De distintas épocas históricas: íbera, mudéjar, romana,…

Grandes Esculturas: Podemos verlas en diferentes localidades de la comarca. En primer lugar vemos el “Monumento a la mujer herenciana” y descubrimos en el rostro de ella la faz de Dionisia Gallego, madre de los tres hermanos Peño, o la fisonomía del niño donde advertimos las facciones del joven Adrián Peño, hijo de Adrián Peño. Otros ejemplos de estas grandes esculturas son:

Homenaje al carpintero en Villacañas (Toledo) y a Sor Ángela de la Cruz en Alcázar de San Juan (Ciudad Real).

Escultura al arriero en Villafranca de los Caballero (Toledo) y escultura del Perlé del Canaval de Herencia (Ciudad Real).

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La realidad es que la firma del alfar de los Peño se ha convertido en un artículo imprescindible para el reconocimiento de premios y triunfos en las diferentes convocatorias artísticas, festivas y deportivas de la comarca, además de ser una muestra de agradecimiento social entre particulares o dentro de las celebraciones familiares; de tal manera que es raro encontrar un domicilio en nuestras localidades que no disponga de alguna pieza procedente del taller artesano de la familia Peño.

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DEPÓSITO FOTOGRÁFICO PARA EL

Se exponen a continuación una serie de imágenes del devenir histórico de la saga Peño. La mayor parte de éstas son fruto del trabajo realizado por FÉLIX PATIÑOla Alfarería Gregorio Peño”55, otras pertenecen al blog de su “La alfarería en la provincia de Toledo. Colección Peño

DEPÓSITO FOTOGRÁFICO PARA EL RECUERDO.

Se exponen a continuación una serie de imágenes del devenir histórico de la saga Peño. La mayor parte de éstas son fruto del trabajo realizado por FÉLIX PATIÑO GALÁN

, otras pertenecen al blog de CLARO FERNÁNDEZLa alfarería en la provincia de Toledo. Colección Peño”56.

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Se exponen a continuación una serie de imágenes del devenir histórico de la saga Peño. La GALÁN en su “Historia de

CLARO FERNÁNDEZ-CABALLERO en

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CONCLUSIÓN

Sirva esta monografía como un homenaje a una familia de amigos alfareros que han sabido transmitir con su trabajo tradicional del barro el amor a lo cotidiano y a lo sencillo, haciendo algo grande y artístico de un trabajo ancestral bien hecho.

Porque esta familia, yo que vi trabajar a Gregorio Peño “el cangilonero”, han sabido maridar el uso de la cerámica para cumplir las necesidades más frecuentes con la expresividad artística de sus arcillas finas, engobes, decoraciones y vidriados que podemos observar en su producción.

Gregorio, Ángel y Adrian han llevado a este arte popular a una dimensión más excelsa y conseguido la conjunción perfecta entre los artesano y los artista-

Como término de mi aportación al reconocimiento de esta saga de artistas me quedo con la “Tinaja Mudéjar” con la que recibieron el primer premio, en la modalidad alfarería, del V Premio Bienal de Cerámica y Alfarería Villa de la Galera (Tarragona) en el año 201657.

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La presente monografía se completó

el día 19 de julio de 2020

festividad de Santa Justa y Rufina,

Patronas de los alfareros.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS, DOCUMENTALES Y DE CONSULTAS ONLINE

1 Popular quintilla de autor anónimo.

2 RUÍZ TABOADA, Arturo; CARROBLEZ, Jesús y PEREIRA, Juan. “La necrópolis de Palomar de Pintado (Villafranca de los

Caballeros, Toledo)”. Diputación de Toledo, Ayuntamiento de Villafranca de Los Caballeros y la Facultad de Humanidades de Toledo de la Universidad de Castilla La Mancha. 2004, p. 123. 3 Ibídem.

4 MARTÍN-FONTECHA GUIJARRO, Ángel. “LA CARTA PUEBLA DE HERENCIA (últimos datos a sus 775 años)”. Libro de

Feria y Fiestas. Excelentísimo Ayuntamiento de Herencia. 2014. 5 Desde principios del siglo XII el mencal es una moneda que surge de la relación entre el maravedí de oro con otros

metales nobles (en este caso la plata). De esta manera, aunque la relación varió en algunos momentos históricos e incluso según enclaves geográficos, en Castilla la suma de cinco mencales equivalía a un maravedí de oro. 6 LIZCANO TEJADO, Jesús María, “LOS BARREROS. Alfarería en la provincia de Ciudad Real”. Biblioteca de Autores

Manchegos, Diputación Provincial de Ciudad Real. 2000. Pág, 24. 7 Muy popular era la “olla de boda”, de gran tamaño, y que se adquiría para hacer en ella las viandas del banquete

nupcial. 8 Muchos de los cacharros se “esbocicaban” (romperse de la boca), se rajaban o se rompían en algún pedazo.

9 LIZCANO TEJADO, Jesús María, “LOS BARREROS… pág. 233.

10 Ibídem.

11 LARRUGA y BONETA, Eugenio. “Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de

España”. Madrid, 1791. Vol. X, pág, 21. 12

Ibídem. 13

Ibídem. pág. 61 14

ANUARIO RIERA, GENERAL Y EXCLUSIVO DE ESPAÑA. Centro Propaganda Mercantil, n.º 2, página 1.475. 1904. 15

A principios del siglo XIX se dice de la Comarca de la Sagra que “es muy conocida por los alfares de vasijas de barro que llaman vidriado… con lo que surten de pucheros, ollas, cazuelas, etc, a Madrid, Toledo y otros muchos lugares de esta tierra” 16

LIZCANO TEJADO, Jesús María, “LOS BARREROS… pág. 107 17

Ibídem. pág. 108. 18

Ibídem. 19

PRADILLO DE LA SANTA, Juan Manuel. “Alfareros…, p. 665. 20

Ibídem. pág. 55. 21

MAZUECOS PÉREZ-PASTOR, Rafael: “Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha. Apuntes para un estudio médico-

topográfico de la Comarca”. Alcázar de San Juan, Fundación Mazuecos, 1964-1981, fascículo XXXV, p. 2. 22

MAROTO GARRIDO, Mariano. “El alfar de Villafranca de los Caballeros (Toledo)”. [Recurso en línea https://www.eltiocazuela.com/Alfareria/EL%20ALFAR%20DE%20VILLAFRANCA%20DE%20LOS%20C.pdf] 23

PRADILLO DE LA SANTA, Juan Manuel. “Alfareros Toledanos”. Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, 1997. Tomo II, pág. 665. 24

PATIÑO GALÁN, Félix. “Resumen del Catastro de Ensenada Villafranca de los Caballeros”. 25

El real de vellón (r v.) es una moneda de cuenta española, creada en el siglo XVII, en época de Felipe IV o de Carlos II, con un valor de treinta y cuatro maravedís. A partir del siglo XVIII, su equivalencia se fijó en una vigésima parte de los ocho reales de oro, aunque su correspondencia con las restantes piezas en circulación varió a lo largo del tiempo. En ciertos ambientes, permaneció en uso aún después de la introducción de la peseta. 26

MAROTO GARRIDO, Mariano. “El alfar de…í 27

Ibídem. 28

PATIÑO GALÁN, Félix. . “Resumen del Catastro… 29

Ibídem. 30

PRADILLO DE LA SANTA, Juan Manuel. “Alfareros Toledanos”. Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, 1997. Tomo II, p. 665. 31

PATIÑO GALÁN, Félix. “La Alfarería Peño”. Nuestra Historia, 22/12/2019. [Recurso en línea http://felixpat11.blogspot.com/2019/12/taller-de-historia-2-6-22-12-2019-la.html]. 32

MARTÍN-FONTECHA GUIJARRO, Ángel. “LA BANDA DE MÚSICA DE HERENCIA (recuerdos y apuntes para una historia)”. Anecdotario, herencia.net. 24 de Noviembre de 2014. [Recurso en línea https://herencia.net/2014-11-24-la-banda-de-musica-de-herencia-recuerdos-y-apuntes-para-una-historia/] 33

MAROTO GARRIDO, Mariano. “El alfar de…

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34

MAZUECOS PÉREZ-PASTOR, Rafael: “Hombres, Lugares y Cosas de La Mancha. …. fascículo XXXIV, pp. 3-6. 35

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LANZA, Diario de La Mancha. Ciudad Real, núm. 23172, 9/04/2012, p. 7. 50

ENCASTILLALAMANCHA.“Gregorio Peño, el joven ceramista toledano que expone en París y que ha triunfado en Corea

del Sur”. 2013. [Recurso en línea https://www.encastillalamancha.es/cultura/gregorio-peno-el-joven-ceramista-toledano-que-expone-en-paris-y-que-ha-triunfado-en-corea-del-sur/] 51

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EVERIT, Teofilo. Revista, Tendencias del Mercado del Arte.De Galerías. Noviembre 2014, núm 77, p. 83. 54

PATIÑO GALÁN, Félix. “La Alfarería Peño… 55

Ibídem 56

FERNÁNDEZ-CABALLERO MARTÍN-BUITRAGO, Claro Manuel. “La alfarería en la provincia de Toledo. Colección Peño”,

2013. [Recurso en línea https://historiadeherencia.es/2013/01/04/la-alfareria-en-la-provincia-de-toledo-coleccion-peno/] 57

INFOCERÁMICA. “V Premio Bienal de Cerámica y Alfarería Villa de la Galera”, 2016. [Recurso en línea http://www.infoceramica.com/2016/05/v-premio-bienal-de-ceramica-y-alfareria-villa-de-la-galera/]