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26/11/07file://D:\PUBLICO_07\PORTADAS_LOTERIA_1950_1959\1953\1953%20revista%20149...

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EDITORIAL..: .__._.._._._...._....~................................,..,.....,~. ,_<~~<_ i ,_I-,.._.<..._ 3

JOSE MARTL SIMBOLO DE AMERICA ._.,,._..,,._..,.._.,......~..........,...,..,....,.,,.,,. 4 Por Germán Arciniegos.

DEL CEREBRO ARTIFICIAL A LA “POETISA ELECTRONICA”...-- 6 Por Pierre Devouu.

BELLOS LIBROS Y BUENOS LECTORES .._..... 7 Pedro René Contín Aybar.

GARCIA LORCA EN NORTEAMERICA .._.. ,<......._..... .._ 8 Ramón Sender.

LIMITES DE LA NOVELA ..,,.,,.,,.,,.,,. ,,. ,.... .._. 10 Hernando Téllez.

RELIGIOSA FRANCESA LOGRO AISLAR BACILO DE LA LEPRA 14

ASPECTOS FISCALES DE LA LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA. . 15

Par ,. 2%. s.

PENSAMIENTOS . . . .._....._._... .._................................. 16 Eugenio Mario Hostos.

PARALITICOS SALVADOS POR NARCOLOGOS .._.. i 7

EUGENIO DE HOSTOS.. .._........................ . . . . ...” 17

DERECHOS DEL HOMBRE . .._...._.......-..........<...........................-.. “‘“i 18

EVOLUCION DE LA LOTERIA EN PANAMA 19 luan Antorno susto.

DE M”SICA.-PEER ILIICH TSCHAKOWSKY . ..^............. 21 Kurt Phalen.

LA LUCHA CONTRA EL CANCER 22 R R.

CUENTO.-LUCAS EL TRACTORISTA ,.,,.,,..,,. . 23 iosé Arnlk

ESCENAS DE LA “IDA RELIGIOSA EN EL MUSEO GUIMET 26 Robert Aron.

QUIERE REBA,AR DE PESO? ...,..,..,..,...,.,,.,.. . . . . . 27

COMO SURGIO EL “BINOMIO” DE LOS NEHER” ..._._.._...._._..<.<.<..<.. 28 Soroh Newmeyer.

EL RECUERDO DE CEZANNE EN A,X EN PROVENCE 30 Bernard Champlqneulle.

NUESTRA AMERICA. ., .., .., . _ _ . _ ., .., .., . 31 (fragmento)

LA ALIMENTACION DEL ENFERMO.. ..,.<<.,..,..,..,..,.,,..,,.,,. 32 Mario M Peobody.

OCTUBRE, 1953

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Administración de la

Lotería Nacional de

Beneficencia

.

Gerente

Humberto Leignadier C.

.

Sb-Gerente

Agustin Ferrorl

.

Tesorero

Gilberto Medina

.

Me de Contobllidod

Heraclio Chandeck

.

Secretoria

Pablo A. Pinel M.

JUNTA DIRECTIVA DE LA

LOTERIA NACIONAL DE

BENEFICENCIA

Sr. Dn. Ricardo Arias Espinosa, _ Ministro de Trohoio. Previsión Socio, y Salud ~Gbltc..

.

Sra. Doña Cecilia Pinel de Remón, Presidenta de la Cruz Rojo Nacional.

.

Sr. Dn. Raúl Arongo N.. Camandonte Primer ,efe del Cuerpo de Bombroa.

.

Sr. Dn. Eduardo de Alba, Gerente del Banco Nacional.

.

Dr. Luis Vallarino, Dirsc,or MBdico del Hospital Sonto Tomás.

.

Sr. Dn. Guillermo De Roux, Presidente de la Gimaro de Comercio.

.

Reverendo Padre Marino Morlin, Dlreclor de lo Escuela “Don Bosco”.

.

Sr. Dn. Pablo Pinel, Secretorio de la Directiva

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La Radio del Vecino Si hay algo en esta vida que pone de relieve el divorcio

cada día más patente entre el avance o la perfección de la t4c- nica humana en contraposición al lento evolucionar que se ob- serva en lo que atañe al espíritu, este algo es precicamente-en- tre los miles de casos que podrían citarse para bochorno de la humanidad actual - el invento de los aparatos de radio, en nuestros días perfeccionadísimos y a punto de alcanzar el máxi- mo de comodidad mediante el aditamento de la televisión que en cierto modo viene a ser una conquista de la vida de hogar frente a los peligros de la disipación que sufre la vida moderna.

Apoyamos nuestro anterior aserto en que si, como era de esperarse este nuevo adelanto humano iba a ser delicia de los mortales permitiéndole en unos instantes escuchar e incluso hoy día ver Jos Jugares de la tierra más diversos y dispares, sin ne- cesidad de moverse de la cómoda butaca de su casa, una falta de sentido de la convivencia social y de la educación cívica le ha convertido en uno de Jos terribles enemigos y la más espan- tosa plaga de aquellas personas que sufren la vecindad de se- res que viven y se desenvuelven en sociedad con el mismo pri- mitivismo que suponemos Jo haría el Robinson en su isla.

Resulta triste e intolerable que a estas alturas del siglo XX, sigamos espiritualmente sin adelantar un paso de lo que nos enseñaron Platón y Aristóteles y esto sin ser demasiado pesi- misias, pues todavía existe un porcentaje de sabios que esti- man llevarnos la marcha del cangrejo.

Parece que nuestros semejantes vienen a la vida con el ex- clusivo propósito de hacérsela imposible al vecino, poniendo a todo volumen su aparato de radio, sin pensar que los demás tienen sus gustos y preocupaciones muy distintas de la de es- cuchar una selvática música, valga el ejemplo corriente, bien porque sean de educación más refinada o estén enfrascados en trabajos más serios o sufran una dolencia que requiere silencio.

Vaya, pues, nuestra enérgica protesta por estos tan frecuen- tes abusos y solicitamos de la autoridad competente medidas encaminadas a corregirlos.

(El Pmar@h América)

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/

,

I

JOSE MARTI SimboZo de

A mé

POr

CERMAN ARCINIECAS

l

En la historia de las g,,erras por la Independencia el caso de José Marti, PI cubano, es único. Porque es el único de los libertadores a- mericanos que no fué militar. Des- encadenó la guerra y aseguró la victoria co” discursos. A Wásgin- ton, a Bolívar o a San Martí” te- nemos que verles de uniforme mi- litar, y no los representan siempre con galones de oro y espada. No hay nada más aje”, a Martí que semejante atuendo. El fué aún más informal que el propio Lincoln, que después de todo era el hombre del sombrero de copa. La única acción de guerra en que se comprometió Martí fué la de su muerte. Aque- llo ocurrió en el campo de Dos Ríos. Entró a la pelea como un poe- ta desatado, y le sacaron en un ca- jón. En rigor, no iban e” el cajón sino los materiales físicos de su cuerpo mortal, que era lo de menos en su caso. Quedaban vivas sus pa- labras, que habían pasado a ser su alma difundida en todas las almas de los cubanos. Y así, si” estar de cuerpo presente, siguió llevando la bandera, y aún la sigue llevando. La lucha en que él se empeñó no ha terminado. El entendía la inde- pendencia como un camino para la libertad, “o para ganar el poder. La independencia se conquistó en América hace tiempo. Por la liber- tad ..a signe luchando hoy, y aun en clreunstanclas más difíciles.

.

rzca ’

Todos recordamos la dramatiza- cì611 de H. G. Wells que produjo ha- ce “nos años desórdenes en muchas partes del mundo. Se trataba de una supuesta invasión de paracai- distas de Marte que avanzaban so- bre nuestra tierra indefensa. Tan a lo vivo se hizo que la gente en- loqueció. Hoy, “na trasmisión de los discursos de Marti (una inva- sión martiana de su literatura) no produciría menores disturbios en muchos sitios de América, porque la pasión de Martl por la libertad de palabra y por la libertad escri- ta, su defensa de los derechos hu- manos, su exaltación de los univer- sitarios que rindieron la vida por combatir la dictadura, hiere” aho- ra los mismos intereses que en su época combatió. Sigue siendo, pues, ““a palabra peligrosa.

Bien visto, Martí no fué sino un poeta. De esta definición no se a- partó una línea en su vida. Nació en la Habana de padres complets- mente españoles hace exactamente un siglo: en 1853. Siendo apenas u” estudiante, en su primera j”. ventud cuando comenzaba a alboro- tarse el sentimiento cubano contra la dictadura del gobernador espa- ñol, se producen algrnos incidentes que obligan a los jóvenes a colo- carse o del lado del pueblo o del lado del gobierno. Para Martí el mozo, un estudiante entre la tropa de los españoles que humillan la dignidad de la gente menuda, es un traidor. Así se lo canta a “no de sus antiguos compañeros, y por es- to se le lleva al presidio, se le des- tina al duro trabajo de las cante- ras bajo “n sol de fuego. El, senei- llamente, escribe entonces versos a su madre. Se le deporta luego a Es- pañ+a, y e» España w voz se multi-

plica en la8 escuelas, en laa nsam- bleas pollticas, polpeando siefflpY1 nobre el tema de la libertad. Vael-

Va B Anl&4ca, VivG latgd tieM@B eh Nuevs Ywk, en México, B” Gd&= temala, en Venezuela~ 2 Brl todas partes ae m\iltil3\iea su grito de Coh&&: cuba Libre. Cuando fusi- 1s~ B los estudiantes en la Haba- na, hace un discurso que es la más hermosa página de la gran antol8i gia de América, Ctiafidn p~6~zU%l h intssidn .t la kla, NIS hernianôs en 1~4 émplxsA 8ûh los huììildes y os- PUMB desterradas c,ue envuelve” ta- baco en el sur de los Estados Uni- dos y le entrega” los centavos - al poeta - para que compre fusiles. A lo largo de toda esta vida surge” amores, y los amores termina” casi siempre mal. Su mujer se le sepa- ra, la niña de Guatemala muere de amor, las novias de Espada se des- vanece” en el recuerdo, los idilios mejores so” silenciosamente lleva- dos en la penumbra. Pero en el más grande de sus amores quien m”aw ni es la hembra, sino es él mist”o. Su grande amor fue el la libertad.

Me parece que el haber Muerto Marti eri el campo de Dos Rlos hbs ofrece una buena palabra para in- terpretar toda su vida. El sietipre se mueve entre dos rios, entre dos grandes corrientes de su tiempo, y no de una manera eomú”, sino dra- mática, como en los violentos con- trastes de luz y sombra de la no- vela rom4ntica. Si mal no recuerdo ha sido Ortega y Gasset quien ha hablado del hombre y su circuns- tancia. Este no es un buen plantea- miento del problema del hombre. Siempre no hay una, sino dos eir- cunstancias. El diálogo de quien ha de tomar una decisión e” la vids no se hace oyendo B ““a sola VOZ, La cuestión está en tomar una de- cisión, en salir de la lucha contra- dictoria co” ““a afirmaeió” y co” una negación. Martí tuvo siempre en sus manos una moneda que te- nía dos caras, y jamás vaciló en ju. gar su vida a ““a de ellas.

Era profundamente español por la sangre y por la lengua. Es una de los mejores escritores de su idio. rna a lo largo de medio siglo. Y era profundamente americano por el ambiente de su infancia en la Ha- bana, por el acento de justicia que oía en las voces del pueblo, por el amor a su tierra. Era duro volxr- se contra España; era imposible volverle la espalda B los de su tie-. rra. Proclamó la guerra contra Es-.

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Daña. Se eeh6 al rfo de la iustieia Y dejó el río de su sangre.

Literariamente era de la familia de los románticos por su pasión y su temperamento. Pertenecía a dos siglos: al XIX y al xx. Las voces tonantes de Hugo, las músicas le- janas de Scott, hasta las novelas de Cooper estaban tan presentes en él como pudieron estarlo en Sar- miento, el otro gran escritor ame- ricano. Pero con más penetración que ninguno antevió los cambios fundamentales que yn anunciaba el modernismo, cayó en la cuenta de que ya no se podía seguir cantando con el mismo son y pasó también esa frontera. Hoy se le considera uno de los creadores del nuevo es- tilo.

Su raiz estaba en la colonia es- pañola, en el mundo español que no sólo imponía su voluntad políti- ea en Cuba, sino que tenía su círcu- lo familiar de encanto. Frente a eso estaba el azar de la república, la tentación del vuelco, la aventu- ra. Para los tibios las dos cosas podían pesar lo mismo en la balan- za, y vivir sin problemas como si aquello no fuera sino una ciìcuns- tancia. No. 0 colonia o república. Y Martí se apuntó en la moneda 8 la cara de la república.

Como hombre de amor, ninguno lo sintió tan hondamente como Martí. Lo dicen sus versos, que en la América indoespañola se segui- rán leyendo mientras baya poesía. Veía morirse de amor a la niña más linda, y él sentía en su propio ser la agonía. No era fácil para

un hombre de SII sensibilidad eseo- ger, entre su amor y su destino, en- tre rl impulso de su corazón y la raabn de su lucha. Pero también ahí supo decidirse.

Y BS, podría irse separando tro- zo a troza cada uno de los episodios en que su personalidad tuvo siem- pre que hacerle frente a dilemas tremendos. Como muchacho nacido en la Habana alegre y musical, lo normal en Martí hubiera sido ser más un alegre gustador de la vida que caer en situaciones .siempre dramáticas. Todo le favorecía para despertar en torno suyo calor de amistad, afectos, amores. Sus gran- des ojos, su frente anehísima, su voz de timbre máeico. su don mara- I villoso de la palabra, cautivaban a las mujeres, atraían a los hombrea. Pero todo en su vida resultaba con dos rios a escoger, y fatalmente desembocó en la vida dramática, en el final de tragedia.

Sin aspavientos románticos. Con un profunda sentido de justicia. Superó a los republicanos, porque el negar la colonia no le llevó al extremo de negar al pueblo español que siempre amaba; el negar al ro- manticismo no le llevó a afrance- sarse con los simbolistas, a olvidar- si de su tierra que fué el tema dc su vida; el negarse a caer en los precipicios del amor, no agotó la riqueza de su corazón ni le calló; el negar a España en Cuba no le cegó para llevar S” negativa más allá del justo límite. En otras pa-

Entre sus decisiones drnmátira~ no es la menor la que debr def,,>i, su actitud frente a los Estados..~. nidos. El encontrb cn Nueva Yo&“~

__.

no sólo un hogar de trabajo, de a- fectos, de enseñanzas, sino muchas cosas que nutrieron mejor qur na- da su fe republicana. Las páginas suyas sobre los eolonos ingleses, so- bre los peregrinos del Mnyflower, sobre Lincoln, figuran entre las más nobles que se hayan escrito en lengua española. Con toda inde- pendencia fustigó la corrupción a- merieana cuando quiera que la des- cubrieron sus ajos limpios, pero nunca perdió el sentido hasta ne- earse a ver la auténtica grandeza de las Estados Unidos. Pero tam- bién habis que escoger entre las dos patrias, y dice unas palabras que siempre deben recordarse por- que lc definen: “Por grande que esta tierra de los Estados Unidas sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pue- da tomar a mal, es más grande, par- que es más nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez”.

La voz de combate de Marti fui? “ICuba Libre!“. Hoy se ha multi- plicado en cada psis, y se dice tam- bién “i América Libre!” Pero ahí hay algo universal, que bien puede convertirse en lo que todos quere- mos: “iTierra Libre!”

Al hojear viejos periódicos, hallamos frecuentemente con voces amonestadoras que, hace veinticinco aiios, designaron la radio como instrumento de superficialidad. A la hora actual, podemos observar que, salvo algunos abusos, tales temorrs eran exagerados. En efecto, una vez adiestrados a servirnos correctamente de la radio, ésta podrá constituir basta un bello enriquecimiento de la vida. De ta-’

das modos: el hecho es que todavia no hemos aprendIdo a utilizar la radio eo- mo es debido. He aquí la prueba, entresacada de una revista alemana, que publica la siguiente estadística: Solamente cl 13°C de los rndiowrurhas sometidos a en- cuesta, atienden a las emisiones políticas y religiosas sin dedicarse B Otras OcuPa- cianes (lectura, cocina, limpieza, etc). El 19% lec a la vez que escucha emisiones difíciles, como conferencias y comedias. Por otra parte, el 25% escucha las emisio- nes deportivas sin profanarlas por cualquier actividad “trivial”.

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Del Y’erebro Adficid” d Ll

“Poetka Electrónica”

Los “cybernéticiens” franceses a- caban de tener “n nuevo éxito con una novedad revolucionaria: la “Poetisa electrónica” de Albert Du- crocq, que aunque no “razona” eo- mo los Cerebros electrúnicos actua- les se entrega â improvisaciones artísticas de la más sorprendente fantasía. Caliope -nombre mito- lógico que se ha dado al nuevo a- parato- ha hecho ya tapicerías bizantinas.. y un poema en pro- sa que está entre las alucinaciones de Edgar Poe y la sequedad ele- gante de Villiers de I’sle-Adam.

El Electrón “pensador hstantá- neo”<- El electrón, ese gránulo de eleetrieidad negativa “libre” que vuda en el vacío de nuestras Iám- parns de radio, es un servidor de “na prontitud prodigiosa capaz de ejecutar en algunos micro-segundos cálculos gigantescas. Veinte millo- nes de multipicseiones o do divisio- “es, son una ración bastante ïazo- nable para los prodigiosos “Cere- bros electrónicas”. En la aetuali- dad, rec”rren a sus servicios los astrónomos, físicos e incluso los so- ciólogos; los atomistas, par su par- te, declaran con orgullosa mades- tia que sin la célebre E. N. 1. A. C. no hubieran podido jamás “ralcu- lar” la bomba atómica.

Paseemos en la actualidad, en las dos orillas del Atlántico, modelos de Cerebros electrónicas comrrcia- les, de dimensiones y precias más modestos. Estas “supermáquinas dc oficina”, lo mismo que las gigan- tes que las precedieron, sólo traba- jan en el sector del cálculo; hacen, en una escala insospechada y con una rapidez vertiginosa, lo que ha- cían hasta ahora las máquinas me- cánicas can ruedas dentadas que funcionan en la caja de los COIIXT- ciantes. en las casas de cambio Y en los Bancos. Sin esperar la elee- trónica, los sabios sabían que toda

B

Artículo inédito de

PIERRE DEVAUX

l

oneraeión Ióoiee de la intelirencia hkana p”e& ser confiada a una máquina siempre que se haya su- ficientemente perfeccionada. En es- te sentido, la máquina, el roònt, so”, en realidad, “hombres artifi- ciales” rivales del hombre. Se les puede confiar, en cierta medida, la dirección de una fábrica, el ma- nejo de una “cadena” dc montaje 0 la regularización de una red de electricidad.. Pero lo que no se había visto jamás es que una de estas máquinas pudiera manifestar imaginación 0 poesía.

El azar, padre de la imngina- ción.- Completamente distinta es la realización dc Albert Dueracq, extrano “Robot” sensible, autómä- ta artista, a quien su creador se esfuerza en darle algo equivalente a las facultades humanas más bri- llantes y más sutiles, las que son más imposibles, al parecer, de TC- ducir a “na ecuación. Para lograr las facultades creadoras es necesa- rio que las máquinas tengan algo más que la lógica: esa parte “emi- nente y peligrosa” del azar, pero de un azar “dirigida”, que es lo que constituye lo arbitrario del ar- tista. El lograr que aparezca en una máquina electrónica el azar, el “canalizarlo” para obtener un resultado coherente, son las doa etapas que tenía que vencer el in- ventar para perfeccionar su ““eva máquina.

Parece haberlo logrado con el

e,,~pIe~eo de’ las “células de w.Zar” I de un “diccionario intcrpretntivo”. Se purdc representar una “ctlula dc azar” can la forma de uns bom- billa de tres cuernos, que constitu- ye un meemismo de “aguja elee- trónicn”. Se envía un impulso el&- trice por el cuerno NO 1: es abso- lutamente imposible saber si va a salir por el cuerno NO 2 o por el NC’ 3. El azar es total. Desde luego, la célula de azar se parece un po- eo a la clásica flip-flop, es* curio- sa hímpara electrónica doble que constituye el elemento calculador de los Cerebros electrónicos. Pera hay una enorme diferencia: el flip- flop es únicamente lógico, cuenta y registra como un contador, pero no tiene imaginación.

Asociemos un cierto un número de células de azar por medio de circuitos eléctricos de modo que la primera célula determine, en par- te, el funcionamiento de las célu- Ias siguientes. Habremos introdu- cido así una especie de lógica in- terna del lenguaje humano, en el que el comienzo de la frase limita las posibilidades del fin. Así, por ejemplo, cuando Caliope dice: “Ro- ma es.. _‘<, podría añadir : “. , “na de las más ilustres ciudades”. 0 ((... la capital de Italia”, pero le estarán prohibidas “na infinidad de fines de frases. Los psicólogos nos podrian decir que se trata del sistema clásico de las “ssociacio- nes de ideas”.

CaZiope dicta un poomo,. Ca- liope no tiene una especie de for- ma humana como las robots o coma los Autómatas de Vaucanson y de Roentgen. Tiene Ia apariencia de un aparato de radio, y ofreec al aperador una lámpara roja y otra verde; estas lámperas se alumbran cada segundo en un arde” que no se puede prever, determinado por las células de azar. Está convenido que la lámpara verde significa 1 y la raja 0. El operador, con el bí- piz en la mano, anota la serie de 1 y de 0 que da Caliope.

Queda a interpretar el “lengua- je ahsoluto” de Caliope, esa serie de 1 y de 0 idénticos a los resulta- das facilitados por las cerebros electrónicos. En este caso intervie- ne un diccionario especialmente be- cha, y que es una verdadera mara- villa de lógica. Par ejemplo, III significa ser vivo; un 1 de más significará hombre, o sea 1.111, mientras que 1.110 significará ‘ker vivo no hombre”, o sea planta o

LOTERIII .

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animal. Lógico, como todo mecanis- mo, Caliope detesta el pleonasmo. No dirá: “El perro ladra”, sino “el perra ruido”. ., porque, desde luego, el ruido de un perro es el ladrido. Hay aquí una dificultad especial sobre todo en el lenguaje literario, en el que el sentido de una palabra “anuncia” un poco la palabra siguiente, lo mismo que el acorde musical atrae su resolución. iPero no es precisamente esta ne- cesidad interna la que guía al ar- tista electrónico y le impide caer

en la incoherencia? El lector nos agradecerá una muestra de la pro- sa de Calíope: “No tengo por ho- rizonte más que una colgadura ro- ja de la que se escapa, con intermi- tencias, un calor sofocante. Ape- nas se distingue una misteriosa si- lueta femenina, orgullosa y terri- ble.. .”

En cuanto a las tapicerías he- chas por Caliope, se han logrado marcando sucesivamente en blanco o en negro los cuadras de un eua-

*****

driculado, siguiendo el “dictado” de las lámparas de Caliope. Puede verse, igualmente, una indiscutible “lógica imaginativa”, un sembrado de cruces griegas unidas con regu- laridad y fantasía.

Esta es la última realización, cu- riosamente 6‘antopomórfica”, de la Electrónica francesa. Será curioso saber cómo clasificarán esta nueva reeien llegada indócil, los “Cyber- néticiens” de ambos lados del A- tlántico en sus metódicas catego- rias.

PARENTESIS ALTERNO

Bellos libros y buenos lectores L Por PEDRO RENE CONTIN AY3AR _uu___u

Con los libros y por los libros, me han sucedido algunos hechos cu- riosos. Quiero referirles algunas anécdotas graciosas.

Cuando sstudiaba en el Colegio Santo Tomás, hace, oh, si, algunos ahos, un compañero me pidió que le hiciera un w.so de papel y me da- ba para ello las páginas de un li- bro, Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne. Me negué a utili- zarla, con gran asombro de mi con- discipulo, y en cambió arranqué una hoja de una de mis libreta? de deberes. El se rió de mi y me re- galó el libro. Por defender una mi- nima parte, yo tuve el todo.

Cono& a una seiiora. gran devo- ta de Manzoni, por lo que gustaba de hacer leer a sus amistades Los novios, en una edición en tres to- mos. Como no le devolvían nunca el primero, que era el único que ella deba, para prestar luego los otros, llegó a tener varios ejempla- res sin primer tomo. Y decía ella cómicamente: “La próxima vez em- pezaré por prestar el tercero*‘.

Rebuscando entre libros en una librería, vi llegar a un antiguo compañero de estudios, gran per- sonaje, ahora, y a quien no cono- da yo precisamente como aficiona-

do a la lectura. Al observar que no le satisfacía lo ofrecido por el li- hrero, fui en su ayuda.

“Yo quiero, me dijo, él unos li- bros bonitos”.

Bien, los deseas para un regalo, le inquirí.

“No, no: son para mí. Pero los quiero bonitos, sabes? Se trata de lo siguiente: Mi mujer ha manda- do hacer un mueble para la radie y nos sobra un espacio donde ella dice que quedarán muy bien dos o tres libros bonitos”.

Comprendi. Para 4 los libros eran un adorno. Pero, jsiquiera le daba a su capricho un aspecto in- telectual!

En una oficina importante se le habia extraviado un libro a la bi- bliotecaria, sin que pudiese recor- dar quien lo había tomado. Después de averiguar en todos los departa- mentos se dispuso a preguntarle al jefe de la oficina, y éste, con aire indignado, le regañó:

-“iUn libro! iUn libro? Cuan- do me ha visto usted a mí leer?

Conaci un jurisconsulto, ya falle- cido, que era un lector infatigable. Lo hacía en inglés, francés y espa- ñol. Pero lo vi muchas veces dejar un libro de derecho, de filosofía o

de historia, y ponerse a leer cuen- tos de Calleja. i Cultura demasiado eclética!

Había aqui un librero español que tenía por costumbre, dpspués de servirle a uno el libro, o los li- bros buscados, recomendarle, con gran misterio, una lectura mucho mejor, pera que uno aprendiera eo- sas buenas de verdad, de& él, y entonces le ofrecín.. ilibros por- nográficos!

Otro librero, bastante cascarra- bias, cuando el cliente no le mere- cía respeto intelectual, si pregun- taba por algún libro de autor im- portante, decía:

-“iPera quién es?” -“Para mi, don Fulano”. -“Imposible! Tú no vas a enten-

der eso. No te lo vendo”. -“Pero, don Fulano, es que yo

deseo ilustrame”.

-“Nada, dije que no. Eso no es para ti. Toma, mejor compra esta novelita, o no compres nada”.

Mil anécdotas más podría refe- rirles. Asi son los libros y asi son los lectores. Pero no debo abusar de ustedes.

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Y-4& Garcia Lorca

en

Norteamérica

,

Traducido por el poeta amahl-

no Rolfe Humbries, ,a Universidad de Indiana ha publicado el “Ro- ,,,ancero Gitano” de García Lorca con e, título “Gipsy Ballads”, Humphrics había traducido antes otros poemas de Lorca y alguna de sus obras teatrales. Los crítiCoS dicen que “Gipsy Ballads” está bien, aunque algunos conocedores del original español cree” que la traducción es inexacta e infiel. IA.% dos cosas son posibles al mismo tiempo, considerando las dificulta- des que tiene la traducción de un tipo de poesía tan densamente líri- ea y ex6tica. En todo caso, es una traducción de poeta a poeta, y en ella se sobreentienden las confiali- zas y licencias, como en el histó- rico ejemplo de Baudclaire-Poe. No diremos que sea el mismo caso, ni muchos menos; pero el traductor logra ponerse a veces n la altura del original.

Se ha traducido y comentado mu- cho a García Lorca en los Estados Unidos. El autor de “Bodas de Sangre” es casi un sutor yanqui -y Lorca nos perdone-, como ha Fido antes suramericano o centro- americano. Para un gran poeta hay un peligro tan temible como el de la incomprensión, y es el peligro de panersc de moda. La ventaja de Lorca es que su novedosidad es tan antigua como el mundo. Al menos esc mundo mediterráneo formado por España, Argel, Egipto (Ale- jandría), Turquía (Bizancio), Gre- cia E Italia.

Entrr, los que recientemente han escrito sobre Lorca en inglés hay que recordar a Stephen Spender, a Edwin Honig y a Arturo Barea. Gracias a éllos y a otros muchos entusiastas de la joven poesía, la espléndida obra de Lorca consigue ,a difusibn y la consideración que merece. Corea es ya un andaluz universal que comparte la atención de los norteamericanos “cejialtos”

Por RAMON JENDER

-es decir, entendidos- con otros dos andaluces: Picasso y Manuel de Falla.

Hace dos años, cuando la orga- nización de teatro do arte ‘<Anta” de Nueva York iba B representar por vez primera “La Casa de Ber- narda Alba”, el Poetry Club de la ciudad del Hudson me invitó a asis- tir y a dar una conferencia sobre Lorca. Yo estaba entonces muy le- jos de Nueva York, era pleno in- vierno y, además, en aquel momen- to me agobiaba el trabajo. Tuve que declinar lo que habría sido un honor y un placer. Días pasados, en esta ciudad del sudoeste donde resido, asistí a una representación en inglés de “La Casa de Bernarda Alba”, y tuve después en mi casa a toda la jovial y algarera compa- ñía de muchachas -en la obra no hay más que papeles femeninos- para tomar un vaso de vino y ha- blar del poeta de Granada. Se tra- taba de una compañía de jóvenes actores profesionales que trabajan durante el invierno en Los Angeles y se dedican, en los meses de calor, * representar un rrprrtorio muy escogido en las ciudades de Arizona y New México. Era una gente en- cantadora. Siempre me causa un poeo de asombro la horiradez pro- fesional de los actores americanos, la manera sencilla y sin pretensio- nes de cultivar su arte y el respe- to que tienen para la obra y el BU- tar que representan.

Algunos creen que Lorca apnre- ció en la vida española como un meteoro suscitando sorpresa y nd-

miraci6n desde el principio. No fué así. En 1920, Lorca era ya un poe- ta formado, pero la gente no 10 a- clamó hasta diez años despu&, y muchos de los poemas que publicó en 1932 o en 1935 los había recita- do en 1921 a sus amigos en el Ate- neo de Madrid y en otras partes sin más resonancia que el entusias- mo de los entendidos.

Más tarde, su “Romancero Gita- no fué celebrado unánimamente, per- no siempre comprendido. Se le acusaba de folklorismo y faeili- dad. Ya sabemos que un poeta no necesita ser comprendido para ser amado. Le hasta con que sus imá- genes sean incorporadas al rcper- torio común en ese plano de la ema- ción donde la razón no necesita for- zosamente entrar. Pero hay dos maneras de no comprender: una a- firmando y otra negando. En el ca- so de Lorca dominaban por fortu- na los que aplaudían sin eampren- der. Así fué la naciente populari- dada de Lorca, ni temprana ni uná- nime. Uno de los fenómenos más interesantes de ,s vida de Lorca es esrs facilidad con que su obra reha- só los limites de la minoría culta y comenzó * esparcirse por el pue- blo.

Los poetas norteamericanos se preguntan todavía cómo un poeta puro, un poeta difícil puede hacerse popular. Arturo Barea contestó esa pregunta en su libro “Lorca, el poe- ta y su pueblo”, publicado no hace mucho en Londres y en Nueva York.

Es sabido que Lorca alcanzó la popularidad en Esparía en 1926 precisamwte con el “Romancero Gitano”. Pero antes había publira- do dos libros y estrenado dos obras de teatro sin mayor fxito: “Imprr- siones y Paisajes” (192X) y “Libra de Poemas” (1921). Sus obras tea- trales fueron la eom<~Iia “El Ma- leficio de la Mariposa” (3920) y el drama histórico “Mariana Pine- da” (1927), que fueron recibidos con indiferencia, aunque en rl se- gundo rstahan ya presentes las me- jores cualidades de, poeta.

Como decimos, fué el “Romence- ro” cl que hizo el milagro. Las mi- norias selectas gustarán en Norte- américa la traducción de Humph- ries, pero no hay que esperar que “Gipsy Ballads” conquiste cn inglés tántos lectores como en es- pañol. La cultura inglesa no tiene una tradición en la que se rcconoz- ca In hermandad inefable de la luz con la sangre y la sangre con la

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‘voIuptu0siaaa. Y si la tuviera, ~0 ‘dudo de que un poeta con70 Humoh- i-k puaiera hacerla S011B1’ a tono con Lorca en todos sus matices.

Sin embargo, en general, Lorca cìtá bien traducido en !os Estados Unidos. Durante ei año 1041 se pu- blicaron cinco de sus obras teatrn- les en un tomo: “Los Amares dd don Perlimplín”. “La Zapatera pro- digiosa “, “Daña Rosita la Soltera”. “Bodas de Sangre” y “Yerma”. Un uar de años antes, en 1939, se ha- bía publicado en un valornen apar- te “Bodas de Snngre”. Ineidentnl- mente, de esta tragedia rural ic han hecho varias traducciones por difewntes nutorcs norteamericanos que SC disputan la preferencia E,, las antologías dc teatro y en los re- pertorios de las escenas univenta- ïias. Ant?s de publicarse la prime- ra traduccibn dc “Bodas de San- gre”, sc publicó en 1831 un tomu de poesia con el titula “Llanto por la Muerte dc un Torero y otros Poem,s”. Tal vez esa elegía es eI nocma más popular en los Estadas Unidos de toda la ahra de Lorca. Entre los aficionadas al surrealis- mo SC estima mucho tambibn su “Pwta cn Nueva York”, publicado en una cxcelcnte traducción en 11140, cuyo principio, “El Rey de Hnrlem”, aluriila B los jóvenes par- tidarios de la llamada paesia del inconsciente:

ultimamente, el drama póstumo “La Casa de Bernarda 4lha” ha intcrerndo, no sólo a los asiduos ar las salas experiment.lles. sino al gran pública también. La mejor proeha ncnbo de verla P” eFta a- partnda ciudad del ruaorste. La obra se hn representada siete dia? con el teatro llena y podría haber segnido en el earte, si la eomnañía na hubiera decidido seguir cl pro- ~ra1n3 anunciado al îommzar la tr m n 0 ì â da y ofrecer “Corktail Party” de Eliot Y otvas novedades famosas. El teatro no era muy erande, es verdad. Pero el hecho de que estuviera completamente Ile- no autoriza a hacer cualquier hipó- tess.

Desde luepo, “Bodas de Sanqre” Y “1,x Casa de Bernarda Alba” son las ohra- lorquianas de mayor éni- to en Eciados Unidos, y yo creo me resistirán nl tiempo v al olvi- do. “T,a Casn de Bernarda Alba”, csnecialment~. Aparte su fuerte a- cento sensual y primitivo, es una

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obra llena de acción interior y de sorpïe~~s dramáticas. El odiosa psicologismo -odioso para la ma- yor parte de los verdaderas poetas modernos- se combina en ese ara- ma can la poesía más delicada. Lorca estaba especialmente satis- fecho de esa abra. Crea, sin embar- ga, que si hubiera podido asistir a los ensayos de la primera repre- sentación habría cambiado una o dos lineas que en la traducción in- glwa lo mismo que en el origina1 es»añol chocan y defraudan. La más patente es la frase de Bernar- da cuando vuelve a la escena des- puts de haber disparado contra el novia de su hija, y. en medio de una atmósfera candente de emo- ción, dice: “Las mujeres no apun- tamos tan bien coma los hombres”. Algunos críticos de Nueva York hacian notar el “anticlimax” que esa inoportuna observación produ- cía, “na obra teatral no está ter- minada hasta que rl autor la ha visto ensayar y da sobre la escena ~1 último wtoquc. Lorca no pudo hacerlo. Así y todo, “La Casn dP Bernarda Alba”, PS la más tpatral del corto, PWO substanciosa reper- torio lorquiano.

Hablar de Lorca como folklorista Y corno pit*no es una aisminnció~ injusta y de mala fe. Lorca cs la Andalueia y el Iwantc espnñol que estaba,, llrnas dc naturnleza lírica desde mucho antes de existir Eita- nos cn lkmña. Los gitanos de Lor- ca nadie los ha visto más que él. Y pue+,s a eoneeptos. pncdcn ver gitanos o iheror o t:lvtcsios o ~rie- qos de Creta <> ar Metilenr. Y FO- hre tedo, natm almente, latinos. Si ha,, ~leu,,s ma’,~r:, de comrnzar a entrevrr eRaS -“rnl,raQ Emotas en la pwía andalma de hov, es a tra- “PS a- LoK% qoicn estaba tan fas- cinado pov cllaî como nor los fla- mencos y los toreros y los caballis- t>s.

1.a cultura latina irnrn~~na Es- paña y sobretodo Andalucía. Cerca de In aldea natal de I,orca nacie- ron hace veinte sidos S<;nera y Lu- mnn. v la<: aln+ones de Lorca a esa herencia. demasiado frerwrntes na.râ ser C~SUR~CS, san un indicio. Emrde~ I,orca laî expre+xws “ro- man”~” ” “cartagineses” dándoles m si mimms un sentido lírico, presta alias Intino; a sns persona- je,, PODO 1,~ I’oliría y Prm Roma- na (éste último. el pwtar‘onistî, ansentr?, de “1.~ Casa de Rwnarda Alba”), y muestra esos reflejos le-

gendarias y enitos efi kaS que hay que busxar wla de las *aEOneS se- cretas de la enonhe fuerza de irradiación de la ohm de Lorca. De vivir veinte años más, García Lar- ca habria rejuvenecido esc mundo de las esencias poéticas mediterrá- neas 7 h&>rfa inondado con ellas los rimo continentes.

A veres pasamos demasiado de larga suhre alpunos fenómenos lb. terarios que pueden tener una se: errta y, tal vez, enornk significa- ción. Ye ereo que con Lorca y cod otros autores, corno Miguel Hei- nándee J Albert¡, pareec pïesen- tirse cn las Ictras “un temblor que anuncia la mrom”, cs decir, un nuevo periodo clásico -no un neo- elasieismo, ten sospechoso como el neorromanticismo inglés 0 cual- quier otra esquela cxprPsaaa par el prefijo de las 1-e~urwcciones-. La mismo parecen indicar en la prosa autores conlo Cela, Laforet y algunos que están en cl rxilia y cultivan las formas nan-iitivas 0 la clítica. Otros sienos tan elocuentes como las de In litrratura aparecen en campos diferentes -nintura, música- y en la misma diwrción. El tiempo dirá si es vrrdad o no, pera Lorca será tal VW uno dc loa precursores, y la faeilidsd con qne es recibido y aGmilado fuwa do España hace pensar que la diïpo- sirión en otros paises y culturas es parecida.

j.V’amos a un IIUCVO renaeimien- to? ~CórnO y par qué <aminos? NortcaméGa es acosaaa de nnti- intelectualismo. Tamlri6n Rusia. lxst;, acepta 13 acusarión y trata de aimost~ar q:l1p su anliintelnctoa- liw~o cs una virtud. Nwteamérica ni la arrnta ni la wchaza, pcrr, ce- la coidadcsamente la liberl:?d dc expresión. En los Estados Unidos se recibr ,aì formas nuevas con una disposición lwnévala y R veces con entusiasmo. No SP puedr nwar que sus grupos más smsiiivos asi- milan y expande,, la nnwdad euan- da, como PII el easo de Lorca, esa novedad lleva ímplicito el regreso 8. lo esencial, permanente y eterna- mente virgos Un períoao clásico es, ni más ni menos, el que expre- sa esa esrncixlidad con formas e+ pontáneamcnte originales, y podría ser que estuviéramos entrando en él. De ser xsi, el mundo hispano, R juzgar por alpunos sintomas, ten- dría un puesto en la varyzuardia exploradora. Alpún dia trp.‘%vé de explicar y extender n+za- @$estio- “eS.

s

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de na

Novela Me propongo, hablarles del te-

ma dc la novela cn ilno de sus as- pectos que nw parwe más intere- santc: el dr las limites 0 fronteras que con refewncia n ella misma pueden eitahlcce~sc al considerar las caraeteristieas que presenta contemporáneamente en Europa y en Lwtinoamériea. Mo he permiti- do circunsrl~ihir cl asunto, por cuanto rrspeeta a América, a la parte latina de nuestra eontinrnte, omitiendo el caso de la novela de los F:stados Unidos, por varias ra- zones. La primera de todas, por- que las circunstancias económicas, po1íticns y sociales cn que nace y flurcce la novela “orteam”ricnna, no SC parecen a las qur dan ori- gen a la suramericana. Tales eir. cunitancias son easi antagónicaa. El fenómeno de la domina&,, eu- ropea en Estado5 TJnidos ocurre hajo un signo bien diferente del que lleva esa misma dominación eî Hispanoamérica. La conquista, .x la cspafiola, no tiene lugar en rl tcrritovio do la Unión Americana. Allí llwan los fundadores inglesos y h0landese.ì pra instalar un ne- socia Y, de pwo. transplantar, con la mm, una eiviliaaeión y una cul- tura. Na trataba dr hacer un;? conquista en ~1 sentido hiitóri<o de la palabra y do la empresa co- rrespondiente, sino de hacer, de crear, de instalar y poner a íun- cinnar una colonia que fuera un, ~ucor?al inglesa en tirrras de Amé- rica. NO les intcresaha mw,~lar Una raza con la otra, ni cateqni- 7.m. ni ampliar, con los nativos, il juriadicckín cultural de una Icn- gua. No los inquietaba el heeh, posible o cierto de la pre-exi-teneia de una cultura indi~cnn. Y no Ik- gahan, como los broncos y fanáti- cos conquistadores espa,ioles, a re- dimir infieles en nomhrr de un crrdo rrligio~o, sino a vivir lihlc y

Por

HERNANDO TELLEZ

(Texto leída por el autor en la Alianza Colombo-Fran-

ecsa de Bogotá)

l

prósperamente, y B fijar las bases económica* para una corriente co- mercial que liaara el poder cronó- mico de la hlctrhnoli al desarrollo de una de las más vastas y ricas zonas del Nuevo Mundo. . . . . .

la sorpresa de un mundo nuevo, verdaderamente nuevo para el co”. capto europeo, respwto de los ron- flictos soeialcs y psicológicos que esas mismas novelas transcriben ejemplarmente. incluyo B Carro quilla on esta breve e incomp!eta c~tiumeraeitn porque el maestro an- tioqueiio, a pesar de haber escri- to gran parte de su obra en los fi- nales del siglo XIX, cuaado predo- minaba en la? letras hispanosmeri- canas el más desvergonzado senti- miento literario de subordinación e imitación de las modas novelísti- cas europeas, tcdizó 18 más cxtln- ordinala y vigorosa tarea que la literatura latinoamericana puede ofrecer a la crítica universal como prueba insuperable de originalidad, insubordinación e independencia, frente al servilismo literario de Latinoamérica ante Europa.

. . . .<. . . . . . . ,.. En lo general, es incómodo e im-

pertinente para un escritor hispa. noamericano, decir que las liherta- des políticas resultaron mejores, más eficaces y reales en el Norte que en el Sur. Y que la demoera- eia funciona también mucho mejor en Estados Unidos que en Latino- américa. Y que a tiempo que la historia palitira de las naciones del Sur se halla escalonada de dietadu- ras Y que las libertades del ciuda- dano representan apenas un breve intérvalo entre la sucesión de las tiranías, la nae~ón del Norte no ha conocido el despotismo político. . . . ,.. . . . ,.. . . .

La diferencia nace, muy vigoro- sa, cuando los novelistas Intino- americanos de verdadera importan- cia resuelven dejar de ver trihn- tarios de Europa y hacer, en cuan- to a los temas sohrc todo, una ,,,,e- va revolución de independencia. Es decir, cuando deciden que las novelas de esta parte del eontinen-

l,,a frontera entre Europa y América, por cuenta de la novela, queda bien limitada después de es- tas grandes creaciones, a pesar do los abnegados e in6tiles esfuerzos que los escritores europizantes de la Argentina, de Colombia, de Chí- le, del Ecuador, etc., etc., hidetion y continiian haciendo para mante- ner intacta la subordinación temá- tica y técnica de la novela a las cánoms PUL‘O~BOS. Ha sido, pues, suficiente que una media docena de verdaderos novelistas latino- americanos, seguidos por otros me- nos verdaderos e importantos, pe- ro más numerosos, insistieran en dar el necesario ejemplo, para que esa frontera pudiera precisarse. ~DC qué tratan esas grandes na- velas como para que resulte eier- ta que implican una novedad radi- eabnente latinoamericana? La reï- puesta es bastante fácil: de la sel- va, de la pampa. de la llanura; del misterio de una aeoprafia, de una mitología, de una etnología, inex-

te deben interpretar las pecñlìai’es realidades del anibi6ntb físico J so- cial qup loa rodea. Y. principal- mente, interpretar esa extraña rea- lidad que es el hombre americano, coma tal, como criatura humana nacida dentro del cuadro especial de unas determinadas eircunstnn- cias. Al ocurrir esto con las no- velas de los colombianos Tomás Carasquilla y José Eustacio Ri. vera, o del argentino Ricardo Güi- raldes o del venezolano Rómulo Gallegos, la critica europea halla la primera estopenda dificultad para juzgarlas: la que emana cie

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ploradas; y en medio de todo eRo, del misterio de un hombre sujeto a estímulos, a determinaciones, a hechos sociales, económicos y po- lítiros sin parecido con los que “ri- ginan la conducta de la misma criatura humana en “tras latito- des. La imposibilidad de qoe nn hémc de las novelas de Carrasqui- Ila, de Rivera, de Giiiraldes, de Ma- rimo Latorre, de Jorge Ieaza, de Miguel Angel Asturias, se com- Porte psicológicamente como un héroe de Proust, de Joyce de Al- dous Huxley, de Tomás Mann o de Jean Paul Sartre, es e, síntoma inequívoco de que la novela latino- americana implica una realidad ay- tística diferente de la realidad ar- tística de la novela europea. Con- viene insistir en esta verdad, que es, sinembargo, muy obvia, per” sobre la cual subsisten todavía no poeos equívocos. La novela latino- americana, para serlo auténtiea- mente, necesitaba corresponder con entera lealtad a la demanda histó- rica. No podía “quemar las eta- pas”, como había “corrido con la novoln romántica y la naturalista del siglo XIX, en la América Lati- na. Esas anticipaciones, esas imi- taciones de los modelos europeos, eamo 1” fueron ta1cs novelas, TC- soltaron deplorables. En rigor, re- prwentaron una caricatura del madclo, porque desde cl punto de vista do la interpretación de sus propias realidades históricas. La- tincamérica no podía llevar a sus novelas, sin que se volvieran cari- caturcscos y falsos, los conflictos psicológicos y sociales de la etapa europea que trataba de imitar. La suprenm falla del romanticismo y del naturalismo en la novela lati- noamericana del siglo XIX y una parte del XX, consiste en que ba- ee un transplante indiscriminad” y beato de las formas y la esencia del romanticismo y del naturalis- mo europeos. Por eso mismo lam- bi&n, en el cas” especial del natu- ralismo, este se convierte en la ea- ricatura literaria del mismo, es de- cir, en mediocre costumbrismo. El modernismo europeo incidió con al- gunos resultados fatales en la no- vera latinoamericana de la misma época señalada. Bien es verdad que esta moda literaria significaba una cabal antítesis de la psicología so- cial y de la particular del hombre amcrieano, y, por lo mismo, obtu- vo a,>cna~ un auge limitad” cuyos pertwbadores afectos quedan, ape-

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nas, eorno débil testigo del snobis- mo literario en estas zonas del mundo. Verbigratia, la novela “De Sobremesa” de nuestro gran poe- ta José Asunción Silva, significa, como la que más, de la tcndeneia eurol~imnte a que me refiero. La psicología del personaje principal de la novela de Silva y la, atmós- fera en que ese mismo personaje se mueve, sus preocupaciones y re- acciones, estigmatizan el típico “de- raciné”, el clásico desarraigad” de fin de siglo, cuy” eje espiritual se encontraba en Paris, muy lejos de la abrupta realidad de estas COI marcas. La distancia psicológica y sentimental que va del persona- je de Silva a un” cualquiera de los personajes de las novelas y cuentos de Carrasquilla, explica mejor que cualquier análisis adi- cional que pudiera hacerse al res. pecto, la diferencia entre los dos escritores como intérpretes de la realidad social. Silva se pintaba a sí mismo, por delegación de su personaje, eoma una in5ólit.q casi coma una insolente y desesperada excepción humana en un medio de- terminado. Carrasquilla prefirre confundirse, identificarse con ese medio. Sus arrieros, sus tahures, sus carreteros, sw mendigos, sos mineros, sus mujwes y sus mara- villosas criaturas infantiles, hasta su Dios inconfundiblr y cu diablo incomparable. son came de la car- ne y huesos de las huesos de nuw- tro pueblo. Son el pueblo mismo. la raiz misma que brota en nuestl” suelo. Esa geológica conexión drl genio de Carra~quilla con su pro. pia tkrra, con su propia circuns- tan&, con sus pronias penteî, dr- termina para so obra la soberbia auteneidad con que se presenta. El gentil pneay” novelístico do Silva. rcmo el de tantos otros escritores hispanoamericanos que pagaron el e”rrwnrndiPnte tributo modernista en el altar de París, aparece, fien. te a la obra de Canasquilla, como una de esas frágiles y precarias tareas de invernadero que la co- quetwía botánica se impone, como un efimw” deleite, en la vecindad de la selva.

La autenticidad que apareee, co- mo he dicho, en la obra de Garrar- quilla, parece Regar 0 estar Ile- gando a su plenitud ahora mismo, en nuestro tiempo. Los grandes no- velistas latjnnamcricanos supcra- ron la etapa de la imitación a pnr- tir del instante en el cual hicieron

el mejor de todos sus descubrimien- tos: el descubrimiento de Améri- ca. Anteriormente se habían pro- puesto una tarea gigantesca y ab- surda: descubrir a Europa y tras- ladarla, con ligeros retoques, con cautelosos disimulos, a su propio continente. Al descubrir cuanto te- nia cn torno soy”, al alcance de sus manos, al alcance de sus sen- tidos, incitándolos, llamándolos, re- clamando su testimonio y su inter- pretación, realizaron el acto más importante y decisivo de su propia historia literaria. La tierra y el hombre americanos, las contradic- ciones y conflictos correspondientes a ese mismo hombre en su propia atmósfera ge o g ì á f i ca y social, constituyeron un hallazgo impon- derable para la creación novelísti- ca. Además, asi se fijaba la fron- tera literaria natural con Europa, sin que esa línea divisoria “ntra- ñara la negación, de todos modos imposible, de la herencia cultural o de la experiencia artística curo- peas. Per” las creaciones de la no- velistica latinoamericana iban a ser, ahora sí, honestamente origi- nales, puesto que llevaban, romo designio profundo, el de traducir una porción de realidades especifi- cas, nacidas de un proceso social sin semejanza con el europeo y m cuy” desarrollo todas las alternati- vas históricas llevaban nn sello BS- pecial, una marea característica.

La primera diferencia de este la- do de la frontera, sería esta: la novela latinoamericana tenía que comenmr por el principio, en tan- to que el novelista europeo podía seguir explotando el final del pro- ecsa. Digamos, para ser un poco más claros, que el novelista “uro- peo podía seguir la ruta â partir del punto fijad” por Proust o fi- jado por Joyce -como se quiera- hasta llegar a Kafka y continuar la marcha. El latinoamericano de- bia partir del ingenuo mapa lite- rario acotado por los cronistas de la Colonia y, prolongad” con un sentido más ambicioso la etapa de la literatura ecológica, llegar al redescubrimiento de su tierra y de sus hombres. La diferencia croo”- lógica entre una y otra señal de partida, entre un” y otro experi- mento es bastante grande. Al a- ceptarla, los novelistas latinoame- ricanas pisaban, como quien dice, “tierra fin&‘. Per” esa tierra fir- me es 1” que les permite ser autén- ticos, ser veraces, ser lo que de-

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bian ser: los intérnrctss insoíisti- cados de una realidad que palpan, que conocen, que aman o que dc- testan, pero que, en ningún cm‘,O, es UIIR in”e”rión arbitraria 0 ar- tifirial, porque ahi rst6 esa rrali- dad dominante o dominada, t-rri- ble o bcn&“la, mod-lando sus ideas, sos scntimieratos, su nrrii>n de la vida, su conrepto drl mundo. Esa realidad, antes del devubri- miento a que me refIero, h<rh” pur cuenta d:. la novela c”r,t<mp,,n- IlPB, II’ Ic cseapaba a lo!: n”\~cIis- tas del pseuda-r”manti<ism” y na- tu~alismo del XIX, ,~K,UC entre hU dur” contorno y la imag.inación dc Cllos mismoíi, se haliaba tendi- da la >~eboI”ea cortina del horno dc los modelos coro”~os ante los cualrs paeaban cl t, iùut” de la imi- tación. “Lo que son,os esa es lo que somos”, parecen hab?rsr dicho, “n “n momento dado, los ,qrandrs con- tcmporáocos. Y, adcmls drbîn ha- hrrsr prcpuntad” esto otro, todavía más importante: ipor qué somos lo que scmos?

La ?Ps,>“esta a esto último ee cneuentra ,xecisamentc cn ,ni me- jorcs now!aï dr nucdm tirmpo la- tinoamcrirnno. somaî a5í parecen decir esos aoiorcs, ,,“rquc somos hijos de la selva, veteranos de la maniw”, dc la soledad, de la le. jania y del misteri”; porque nues- tra civilización no concluye, sin” que apenas empieza; porque nnes- tra inripicntc cultura es un nable artificio que se destraza constante- mente ante la tenaz oposición de las cireunstaneias físicas y POCIZ- Ics que ie so,, h”5tiles; p”rque to- davía, cntrr nosotras, todo es rigu- ro‘amente provisional como c”ïïPs- pondc a un universo snrizl y p”!i- tico que está buscand”, sin cncm- trarlas “Co, su estabilidad y sus jcrnrqoiae.

DC esta suerte, la novela latina- ~~me~icma ofrece una visión del mondo y una visiôv del hombre OUP, dc ninruna manera son 1”s mismas que la novela europea pre- senta de su mundo y de su hom- bre. Este, en la novela latinoame- ricana, aparece como una criatura primordial cuya? intuiciones le dic- ta”, simpre e”entuahnente, las n~rmä~ fara su lorha contra los hechos físicos, soeial~s o nolíticos que lo pre‘danan 0 lo sy>lastnn. En esas novelas, todo n~owso p+“ló- gieo es elemental. El hombre est& allí prieológicamcnte entero, como unidad absoluta, a tiemn” que en la novela europea ha sido ya par-

*?.

celado en secciones, en comparti- mientas, en sobdivisioncs que Ile- gan hasta lo infinitamente peque ño. La histolopia proustiana de los scntimicntos, cl análisis celular 0 atóm~c” de éllos mismos, la codifi- cación minuciosa de las mavimien- tos de la conciencia, la querrelln interminable en torno al prablcma melafisie”, no son las eonstantcs de la novela latino americana. Son, en cambio, las de la novela curo- pta eontem,,oránea. El novelista de esta parte del mondo, afronta, es eie*to, implícitamente, no explici- tamentc, todos esos mismas proble- mas. Pera su mensaje tiene, desde la base, otros signos. En primer lugar, el signo esencial no es el metafi\ie”. Es decir, n” lo deter- mina el problema del ser en si, cina uno más directo y sencillo: el de la existencia como relación, como situación, coma batalla ante el me- dio físico y el medio social. La no- vela latinoamericana plantea des- de luego, el problema de la libertad, pero no a la manera europea, eo- In” ““â querella. doctrinaria KS pedo de la cual puede haber una o mil teuis cantrarias de tipo filo- sófico o de tipo politic”. El proble- ma de la libertad cn la novela la- tinoamericana es, sencillamente, el problema de la libertad pan poder existir. El Estad”, la sociedad y la naturaleza conspiran sistemáti- eamentt~, en Is realidad de estos países, contra esa. primera y binló- pica libertad. Rivera, Gallegoe y Migocl Angel Asturias, por ejem- plo, hacen de ese problema, en sus novelas. una demanda. Sus perso- najes, juzgados coo on rigurosa y corrcrto aiteri” critico europeo, rem!tarian ametafísiros. Y, en ver- dad, de encuentran en estado qui- micanlcn+e puro frente a las nocio- nes dr, bien y de, mal. Ninguna posibilidad existe de que pramue- van y resuelvan el litiai” gidiano de Ia conciencia, ” el litigio mau- riariano de 1” Gracia, ” el litiai” huxlelan” de la razón, o el litiei” proustiano de los sentimientos. El gran problema en las novelas iati- noamericanas no corre por cuenta dq esos sutiles derivados y suhdo- rivados de la intelieencia, la sen- sib;,idad, la razón v la cultura, sin” por cuenta del hecho simple y terri- ble de ,,“der akanzar cl derecho a la vida.

De ahí, pues, que la novela lati- noamcricana haya tenido que “sta- blecer, literariamente, un tratado de límites con Europa para adqui-

rir su originalidad. Esta dcpen¿ía del hecho de que los novelistas de- jaran de mirar y de valorar, coo una óptica y un criterio europeos, los problemas de América. Al ha- cerlo así su versión del hombre les resultaría tan natural, tan “bru- tal”, eolua se presenta cn “La Vo- ragine” de Rivera ” en “El Señor Presidente” de Asturias. En esos novelas la metafísica se hace pc- dazas ante los modelos humanos. Qué Irjos nos encorrtramos ahi de los sutiles meandros psicoló~ieos de la novela europea, y qué distan- tes también del akyat” critico de la Razón. La fuerza elemental, cl terrible vigor de la xran novela latinoamericana, establece también “tra diferencia sustancial c”o la europea, pues ésta, â mesar del ho- rror, de la crueldad que ha logra- d” acumular rn los añas de la post- guerra, no da la misom uensaeión de fatalidad natural e irresistible can que SF ofrece el destino del hombre cn la novela latinoamerica- na. El vigor desenfrenado de ésta idtima hace de la misma feroz sim- plicidad de los problemas que plan- tea. El hombre, en la novela ya ci- tada de Miauel Angel Asturias, por ejemplo, no time siquiera el alivio de una metafísica que, como en el caso del hombre en “La Hora 25” de Ghearghiu, le explique su pro- pia crueldad o su propio marti- rio.

La novela latinoamericana lleva, pues, un signo diverso del signo más general y acusad” d” la nove- la europea. No se puede decir que es hija directa del experimenta proustiano, ni de la twtativa joy- rima, a pesar de las vagas o pre- eisas ” inevitables resonancias que de cualquiera de estos dos soyre- mas modelos puedan advertirse cn ella. Es hija de la propia historia en que nace. Esa historia como pro- cesa, es inescapahle. Y detrl,mina, por consiguiente, sus pcculiarida- des. Antes de que la novela latino- americana Ileeue a convertiwz co un comolicado y sabio testimonio metafísico eobre la condición del hombre, tiene que cumplir coma lo está BaciPnd”. la etapa de ser sen- cilla y ejemplarmente una deman- da en favor dc la mRs elemental de las lihrrtades salicitadas por PI hombre en estas comarcas: la de poder existir dom” criatura hu- mana.

Me doy cuenta de que todo lo an- terior resulta demasiado esquerná-

LOIERIA .

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tico y, por lo mismo demandaría c0ncluír. Es esta: La novela euro- un mnrgen más amplio de posibles pea del medio siglo y, principal- expli<ari”nc% No ObeJlte, entre mcnte la novela francrha por ci,en- la dcseortesia con ustedes por Ib”- ta del eaperimcnto proust,ano, rea- so de la gentil be”e”olencia que liza, cn el orden univcaal del gé- me han testimoniado al cscucharmr “ox”, la cxsica re”a,u<iíln C”rlSUS- y el es<,wmatismo de mis palah, al, tancial B todo proceso artística. Das he preferido esto último. Una sola nombres pueden simbolizar en este cosa quisiera agregar, antes de medio siglo ese nuevo estremeci-

míente del arte; Proust y Joyce. 0 si ustedes la prefieren, Francia c 1ng1atenn. Yn “P” LlhtdL~4 cómo, scghr dije al pl’incipio de eslas m- significantes meditaciones, es im- posibir prescindir de Francia, Por- que Francia ~iempw tiene una res- puesta histórica.

~ES un m-te el Por RENE JEANNE .\_____wm

“iEs un U!P cl cine?“. No de- bería haber ya necesidad de pre- amtarlo. Sin emhwgo, no hay otra prcwnta que SC prrsente tan re- ~ular~nente a In mente dr las cs- cCtorcs y técnicas del cine, y casi regulal,mcnte también pe da una respuesta negativa â la pregu~lta. Parece como si Se plantease ímica- mente para tener maquiavelica- mente una ocasión de quita,,n al cine lo que puede honorablemente justificar su éxito universal. Tam- poco es inútil añadir que con gran frecuencia los que niegan la natu- raleza artística del Cine, son los hombres que entrgándose B él con toda su fe s todo su talento han firmado películas que paseen todas las características de la abra de arte. Hay en esto algo paradiljico, de lo cual acabamos de tener una prueba reciente.

“No, el Cine no es un arte(. .), como tampoco lo es la ilustraeiin o el perindkmo, can los cuales presenta murhoq puntos comunes (. ) No le doy más de cuarentn años de vida”: esto es, en realidad, lo que unn importante ,,e,wralidad cinematoyrhfica respondib a Jani- ne Delpech, que al interrogarle un día para “Les Nouvclles Littérni- res”, se había atrevido R pronun- ciar la palabra “arte” hablando del ChC.

Que el Cine haya adquirido deï- de entonces un desarrollo del que sus propios i”“cnt”res se sorpren- dieron más que los otros, que SC haya abierto caminos extraordina- riamente variados por el único me-

. LOTERIF.

dio del empirismo más corriente, din que se haya jamás manifestn- do la menor prcocupacián ovti<tica, sin que la palabra “arte” hoyo sido pronunciada, ni siquiera a titula de pretensión por aquéllos que “1. vían de él, es alga que se sabe de- mkada y que quinís no haya por- qué lanle*ltar, IPCI‘” es una razón suficiente en la actualidad, que tiene ya casi sesenta anos, para ne- gar que es lo que nadie se imagi- naba cuando nacib que pudiera Ile- gar a ser?

De cualquier modo, fué en 1908 cuando los hewxmos Laffittc, di- reetorcs de revistas como La Vir nfr gmn<l air y Fhinn y de per& diros como Ereels,i~i, fundaron un<, Casa de producción de películas a la que dieron un nombre que hizo cl efecto de una bomba en los rstu- dios de Vincennes y dc las Rottrs- Chaumont, donde rcinaban Char- les Pathé y León Caumont: el ti- tulo era “La película de ayte”. Pa- ra demostrar que no se tratnha dc una broma, pidieron inmcdiatn- mente a Jules Lcmaitre y a Henri Lavedan, de la Academia France- sa, que escribieran argumentos pa- ra ellos, cuya interpretación con- fiaron a los socios rn’lq reputadas de la Comedia Francesa: dulia Bartrt, Mounet-Solly, Le Bargv, AlhA Lambert. Fuc la gran épo- PL, dc ,,‘Assaknt <ii, dirî <I<- Gi<ir. de R<~fo,,r d’U,~,w, do T;<riwr dc .I,s~~s. (Era esto artr? EI> tndo CY- so no era aa “einem3tonrirfiro<‘. Fuó ,,CCPSLI~¡O q,mar uno* diez años para descubrir que el cine te-

nia una personalidad y que mere- cía tener medias de expresión per- sonales que ,,o tenían nada de eo- mún con los del teatro. Se comenzó a trabajar siguiendo el impulso de Louis Dellue, creador de la crítica cmematoglYlfir~. En,p<~zaban yn a ceder los lazos dc 11 rutina, PUXII- do por primera WI. fu& lanzada la gran acusación: “El cinc no cs un arte”.

El acusador público fué Marcel I’Herbier, quien movilizado en la sección fotográfica y clnematográ- fiea del Ejército, había descubier- to el cinc y SC aprcsul~ó a eupresnr las ideas que 1e dcsprrtaron dicho deseubiimiento publicando un artí- culo en rl periódiro Lc Film. Rn el artículo, titulado “Hermes et Ir Sii?“e?2’ I!” ‘ól” afirmnbn que el CillP 11” Tl’il 1111 alte, Fin” que se indignaha parque pudiera ronîide- Klrîc,e eomo tn,. El Cine, “miiqni- ,,il dc im,vimir la “ida”, -filo tie- ne un objetivo 4e~ún lIax?l J’Hrr- biw: “T:~a!,sc,+bir lo m:ís F~P,I>w,- te paîible, sin trnnnpoiirión ni PS- tilianrión, y por lo3 medias de exae- titud que cspwificamente son los SU,LT, LI,I~ ciwta veydnd frnome- m!“. ~Córn” enrontrar la menor hu:~lln dr arte en unn transcripción dr e.ta e:nse? Al d-cir reto, Mar- CCI‘ J’Herbier ,>maha eomo los in- ventores del Cine. ins hr,manos Lu- nliPI.S, q:,irnrs 11” “iel.” PI1 $11 a- pai.ato mis que on inutnmmto de labovatcrio. Marcer I’IIe~bier no ta,<,nrin mucho en drnmentiv, d-1 m< do mzís tc,minnn+c posible. esos afirmaciones haciendo películas co-

13

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III” Don Juan at Fauts, L’lnkumai- ne, Feu Matkins Pancal; sin em- bargo, continu6 no considerando r, Cine como un arte y escribiendo al día siguiente de haber hecho esa última película: “La obra de la pantalla es, en su esencia y en su alcance, opuesta por naturaleza a la obra de arte, e incluso si ee ha c”mp”est” una película con arte, es decir, siguiendo determinadas actitudes de buen artesano o dc gran artista que puede uno tener en sí, en definitiva ~610 se logra hacer una buena película en la pro- porción en que se ha alejado uno del plano tradicional de la obra de arte”. Pero, indudablcmrntr, reta negativa equivalc a una afirma-

ción, y es por ambicibn por 10 que Maree1 I’Herbier niega al cine to- dn pretensión de ser un arte: quie- re que esté por eneima de todas las artes preexistentes y que nada pue- da colocarse a su nivel aunque fue- se por una comunidad de etiqueta.

Hoy día, el que lo niega es -Ila- mésmosle por su nombre, Orson Welles- menos ambicioso. Nega- dor puro, y además masoquista, re- niepa deliberadamente de su Ciw dadme Kane y Dama de Skangkai, sin que sepamos exactamente por qué, sobre todo cuando se le oye declarar que prefiere escribir a ha- cer una película, y cuando se ha leído la novela que acaba de publi- car en edición francesa antes de

*****

que aparezca en Norteamérica (1). Pero es posible que este negador no sea más que un humorista. Por- que, en fin, jcómo es que el Cine viviría cuarenta años después que los hermanos Lumiere al lanzar al mundo su primer “cazador de imá- genes” creyeron prudente no com- prometerse para el porvenir mani- festando que la situación que ofre- cían podía “durar seis meses, un año, quizás más 0 quizás me- nos?>’ (2,.

(1) Orson WELLES: “Una gros- se Iénxne” (Gallimard. editor. Paris: 1953).

(2) FGlix MESGUICH: Tours de manivelle” (Grasset, editor, Pa- rís, 1[153).

Religiosa francesa logró aislar Bacilo de la Lepra

Al parecer la religiosa francesa hermann María Susana, que hs pa- sado 25 s,ios de su vida en un le- prosorio de las islas Fidji, en el Pacífico, logró descubrir la vacuna contra la lepra.

Fue durante el reciente congreso internacional do mi c r o b i o I ogia cuando el profesor Penso, del ins- tituto superior de salud de Roma, anunció que la religiosa habría lo- grado ai4ar un bacilo de la enfer- mrdad, que, en honor de la herma- na Maria Susana, recibió el nom- hre de “mierobacterium maria- num”.

La hermana María Susana, de la sociedad de María, cuyo verda- dero nombre es Alice Novial, na- ció en 1389 en Paris. Partió muy joven para Nacongal (islas Fidji), donde con otra religiosa abrió un leprosorio. Después de 25 años de actividad misional y médica, la re- ligiosa, que entretanto había eom- pletado sus conocimientos científi- cos -principalmente durante sus estudios en la Nueva Zelandia- fuc llamada a Francia para ser destinada al hospital de St. Louis, en París, para el tratamiento de

los leprosos. En seguida fue trans- ferida al instituto Pasteur, y cun- tro años más tarde estableció cn Lyon un leprosorio para los misio- “erOS.

La hermana María Susana logró aislar una rama del bacilo que Ila- mó “Chauvire”, del nombre del mi- sionero el que había sido retirado el microbaeterium. Hasta entonces había sido imposible cultivar el ba- cilo de la lepra. Pero la religiosa pudo comprobar que el bacilo que había cultivado provocaba en las ratas reacciones parecidas a las reacciones provocadas por el bacilo de la lepra propiamente dicho.

Llegada a Roma gracias a una beca del gobierno francés, la her- mana María Susana prosiguió sus estudios en el instituto superior de salud, donde recibió toda la ayuda requerida. Pudo entonces c0mpr0bar que la “acuna prepara- da con los bacilos de la rama “Chauvire” tenían poder inmuni- zante contra la lepra.

Actualmente se realizan euperi- mentos al respecto en Camerun, Sudan y Nueva Caledonia.

HABLA PENSO Interrogado el profesor Penso,

declaró: “La vacuna experimentada en A-

frica ha provocado en los niños no leprosos una reacción Mitsuda po- sitiva, reacción que solamento es positiva en aquellas que han sobre- pasado la lepra. Se podría dcdurir que los niños vacunados serían realmente inmunizados contra la lepra. Pero solamente la exprrien- cia dirá si la deducción es exacta o nó”.

Agregó el profesor: “Hay más. La vacuna ha hecho variar In reac- ción de Mitsuda en los leprosos gravemente afectados y que antes habían experimentado reacciones mitsuda negativas, lo que significa que la vacuna ha provocado en los leprosos que no reaccionan cspon- táneamente a la infección, una nuc- va defensa, una alergia antilepro- ea. Así, la vacuna tendría, igual- mente, posibilidades de aplicación terapéutica. Estamos en presencia de hechos que hacon pensar y es- perar. Porque la lepra os un rnl, que en razón do su misma natura- leza, exige decenas de años de ob- servación y de experimentos”.

II LOTERIA .

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r1 / AW

Aspec:tos Fiscales de nám

Lotería Nacional de Beneflcencra 71

La Ley 25 de 1914 dispuso que al terminarse PI contrato celebrado rntrc el Gobirrna del entances Es- tad” Sohwai,o de Panamá y P, se. ñor d”n Jos6 Gab~.iel Duque, e! día 10 de Noviembre de 1883, sobre ex- plotación de la “Lotería de Pana- má”, la administración de ese ne- ~“ci” se hiriera por cuenta de la Narión, y orden6 qu” el producto líquido dc los sorteos se dividirra entre los establPcimient”s dr bene- ficencia, los calepias y las escuelas en la forma que indicara el Poder Ejecutivo.

Pero el contrato original de la Lotería de Panamá de 18893, fuC prorrogado el día 25 de Abril de 1901 por el entonces Gobernador Civil y Militar del Departamento de Panamá, General Carl”: Albá”, por algunos años más que termina- ron el 9 de Enero de 1919.

De conformidad con la cláusula 6* del referid” contrata, tres (3) años antes de terminarse la conee- aión, la Empresa de la Lotería es- taba obligada al Poder Ejecutivo, para que adquirieran los conoci- mientos necesarios de su adminis- tración, para cuando ésta pasara a ser propiedad de la Nación.

En virtud dc la cláusula ante- rior, PI Poder Ejecutivo, por De- creto No 11 dc 1916, designó a los señores Saturnino Drnis, Eugenio J. Chevalier y Aristides Linares, como empleados de la Lotería, per” la empresa se neró a recibirlos ale- gando que tenía un reclamo pen- diente contra el Gobierno Nacional pop la suma de B,. 3.750.000.00, co- mo indemnirarión de perjuicios por haberse prohibid” la venta de bi- lletes en la Zona del Canal. Y en vista de eso negativa, el Pader Ejecutivo dc “nionces le impartió instrucciones al Ministerio Público para que gestionara ante el Pader dodirial PI cumplimiento de la re-

ferida eihuso,a. Lo- aportv suministradas par la

Ikrrin de Panami, primero, y por la Lotería Nacional de Bmcfieen- cia, despu&, al Tesoro Público, han sido vrrdadcramente coantiosos, y

. IOTERIA

1

(1903 a 1937)

l

han venid” aumentando cnda año, como se “h?rrvará encrgoidn.

En el Presupuesto de Renta q~~~ regía cn el Departamento en PI año de 1903, el aporte de la Lotwia de Panamí estaba calculad” entonces en $ 60.000.00 pesos rolombianos por bienio, o sean B/. 15.000.“” por aão y un promedio de B/. 1.25O.oo mensuales.

En los primeros años de la Re,,& blica la renta de la Lotería fué aumentando gradualmente en ,a

forma siguiente: En los bienias ceonúmicos de 1905 y 1908, fu6 d” B/. 35.000.“” por año. En las dos ejercicios económicos siguientes de 1007 y 1908, 1909 y 1910, el pro- ducto de la Lotería ascendió a BI. 50.000.00 anuales. Durante los bie- nios de 1911 y 1912, 1913 y 1914 se elevó a B/. 125.000.00 anuales; y en los años de 1915 a 1918 desee,,. dió â B/. ll(i.RO0.00 anuales con motivo de la Guerra Europea.

De c”nf”n,,idad con las Leyes 25 de 1914 y 9?’ de 1910, la Nación se hizo carg” de la Lotería Nacional, el día F de Ener” de 1919 y por De- creto NO 12 del mismo año designó a la primera Junta Directiva de la institución que quedó integrada así:

Don Pedro A. Díaz, Secretario de Estado en el Despacho de Fa- menta y Obras Públicas; Don José Agustín Aranyo, Gerente de, Ean- co Narional; lhn Juan Antonio Guizad”, Jefe del Cucq,o dc Brm- hwos y de la Oficina dP ScP;,1rid4d dr la ciudad de Panamii; Don Ca- milo Quelqueieu, Presidrwte di, la Asociación del Comercio de Pana- mh, y Don Ancel Maldotti. Diree- tor del Hospiri” de IIn&fano~ de lo ciudnd de Ponnm:i. Esto .Jnnta Directiva se inctoló PI día 14 de

Febrero de 1919 y nombró como Germte de la Institwión a don FI nnciwo Antonio Faeio.

El domingo 30 de Marzo de 1919, se efecto6 el primer sortea de 1s Lotrría bajo la admir~istrarió~~ del Gobierno Nacional, y deìde esa fe- rha ha-ta el 30 de dunio de 1920 las iltil:d-rl ‘ i de la institucibn al- PRTIT:III ~1 11 n~,wriable cantidad de W. .¡: 1.175 41 quc fo6 distlibuida rwtri~ In5 dlstintoi suhve,,rion<,s a- rordndaî a Ion I~<~pitales, asilos, orfelinatos, hospicio y sociedades caritativas, aliviando así al Tesar” Público ron esos gaîtas que verlían corriendo par su cuenta.

Durante los cuatr” años co,,. prendidos entre el Io de Julio de 1921 Y PI 30 de Junio de 1925, la Lotería Nacional de Beneficencia estuvo dejando un promedio de BI. 24.000.00 y B/. 30.000.0” de uti- lidad por mes. Del 10 de Julio de 1825 al 30 de Junio de 1826, las utihdades de la Lotería ascendieron a la cantidad de B/. 451.200.74. Du- rante el año fiscal de 1927 a 1928 las 8analrcias se elevaron a B,. 527X74.07 y deîde entonws hasta el 30 de Junio de 1938, cl promedio de utilidades ha variado entre BI. 75.000.“” y BI. 100.OOO.o” men- suales, habiendo alcanzado las utili- dades hasta R/. 123.557.0,i en el meì <Ic Enero dr 1937.

Dr esa utilidad In Lotrvia Na- cional de Bcneficcncia separó y mantiene un Fondo de Reserva de B/. SO.OUO.oo qur tien<, dr:,“sitado en el Banco Narional.

II

(1938al940)

La renta dc la T,«teria Nacional de Bcneficewin bo continuad” sip,,- do un ~PCII~=” importaoir de, Te- soro Públiro, pnrs con el prodwto líquido de los sorteo? se vienen pa- aando todos 1”~ zaqtnî d- hii’:enc y beneficcneia de la Secretarin dc Hkicne, Brncf~rcwi~ y Fomenta.

IIe conformidnd c”,, e1 P,,es,,- I>wdo dr Rentas y Gastas para el ejerricio económico en cursa, el

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producto de la Lotería Nacional de Iknef,crn~ia, fo6 calculad” en la surna de I!/. 2.O”O.“OO.o” y los gaa- toa <‘n la rnotidad dc B,. 140.240.““, presuponiéndose así un saldo de Iv. 1,85!,.760.“” para sufragar los galos qoe d<mandan los Departa- mentos de Higiene y Beneficencia Pública.

Durante los dos mios comprendi- idas entre cl lo de Junio de 1938 y Cl 30 de Junio de 1940, la Loterin .Nacionnl dr. Ihwrfiecncia ha tcni-

‘do los iimirvtcc “Ingresos” y E- ‘ gresos” así:

Tota, de Ingre- sos B/. 2,155.673.840 Total de Egre- sos 335.752.140 Utilidad Nc- ta . . Iv. 1,799.92K700

Debe observarse que, en los me. ses de MARZO, ABRIL y MAYO de 1940, SP rcristró un aumento de B/. l.FFG.tX mas en los gastos ge- neraleï que durnnte los mezes ante- riores. Este aumento “bedocc a que la Junta Directiva de la Lotería Nneional de Beneficencia aprobb una mociiln por la cual dispuso so- correr a los damnificados del in- cendio de Colón, ocurrido el día 13 de Abril de 1940, con la suma de BI. 5.000.“” que fuc entregada en partidas mensuales de B/. 1.000.00 cada una. Tambitn contribuyb la Lotería Nacional de Renefieencia eon la suma de B/. 250.00 para la estatua que piensa ercgírsele al

Debe informaros además.‘?@e,‘lel día 16 de .Juni” de 1940:‘<elebró cn eda riudnd la Lote& Nacional de. Bt~n‘4irrncia ,111 R&1eu Kxtra- <.rdinaio qu;~ rindió cmm utilidad líqwda la suma dr L(,. 40.2Yl.õF. Esta cantidad aparece en las en- tradas del mencionado mes ile Ju- nio.

Por D)ècreto NO 100 de 31 de A- eosto’dc 1939. el Poder Eiecutivo autoriaú a la Junta Directiva de In I.oteria Nacional de Beneficcn- ria para que celebrara nuevamente SORTEOS POPULARES de los denominados eomunmente “CHAN- CES”, bmadoî P” las dos últimas cifras dpl priowr prmi” de los Sor- teas Ordinarios, pagando como úni- co premio, la suma de ONCE BAL- BOA (IU. 11.00) por cada frac- ción , cuyo precio de venta cs de QUINCE CENTESII\IOS DE BALBOA, (B. 0.15). Los billetes enteras del Sorteo Popular” cons- tan de veinticinco (25) frarciones y emiten G7 serieî de esda número.

Los Sorteos Populares comenza- ron a jugarse el día 24 de Septiem- bre de 1939 con 52 series de bille- tes. Los iopresos, gasto- generales y comiiioncs papadas de estos sor- teos han sido, desde el 24 de Sep- tiembre de 1939, hasta el 30 de Jo- ni” de 1940, los siguientes:

Total de Ingre- sos B/. 163.033.505 Total de Egre- sos X018.54 La utilidad liquida de los “Sor-

de 1936 fué oués. de BI. 135.014.96 _ que wsulta de In difrrmrin entw los ~n~reios que fucroo do P,/. 153.. 033.505 y 10s egresos que awwdi<~- ro,, n B;. X018.54 durante los dkz (10) nwses que vienm celebrbndo- se los “Sartcos Populares”.

El día ll de Abril de 1938 ‘la Junta Directiva de la Lotería Na- cional de Brneficeneia aprobó IOS planos para la construcción de uh nuevo cdifici” para las oficinas do la Lotería Nacional; autorizb la compra de las propiedades partirn- lares en donde debía levantarv di- cho edificio y v”t6 la partida de SETENTA MIL BALBOAS, (B/. 70.00o.00) para el pago de dichas propiedades.

El edificio fuf construido por la Secretaría de Higiene Beneficencin y Fomento, sobre el terreno q”” ocupaba la antigua Alcaldía Mu- nicipal del Distrito de Pananuí en la Avenida Central sobre el lotc que ocupaba la casa de madera eon- tipua y sobre parte del terreno que ocupaba el antiguo Cuartel Central de Policía de esta ciudad. El edifi- cio es de Concreto, de tres pisos y costó la suma de B/. 101.500.““. La .Junta Directiva de la Lotería Na- cional de Beneficencia contribuyó con B/. 90.000.“” y el Gobierno Na- cional con B/. 11.000.00.

El edificio está ocupado en toda su planta baja por las oficinas de la Lotería. El segundo piso por la Alcaldía Municipal de este Distrito y el tercer piso por la Gobernación

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fué ìes~~lt” del modo siguiente: ha& cntonrrs, los médicos súlo co- nccian <,l ~>?<l?nórr ,i<, hievo - res- plmdm mee.‘inieo - como único mrdi” dr ~nivar a un paciente po- iiamielítico do la muerte por 3s. fixin. fcro he aquí que durante 13 cpidrmia del 1952 se contaban por ccntcnares los <~nfwm«s boupitali- zndos c!, pcligr” de sncnmbir así. Era ~omplctammte imposible salir del apuro valiéndose dc loa “pul- moncs de hierro” disponibles. En tan ,gravc situación se le ocurrió a un médico del hospital llamar en FU ayuda a los ~areólogos para in- ccrporar n estos especialistas al ,mxpo de facultî,tivos del Hospital 1:lrgdam. Los na~ídogos saben có- mo dominar las dificultades dc la respiraccin e ingestión. etcétera; gaueen una técnica especial y dis- ponen dc instrumentos adecuados; en fin: intewinicron los nareólo- pos, salvando a centenares de los rnfermos más graves que de otro modo si’ huhicran perdida. Por otra

parte, a murhos de ellos no las habrian podido salvar los “,>nlmo- nes de hiena”, aunque SC hobicse dispurstc dc ta& cn cantidad su- ficientc. E; qur muchos de los en- ferinos tnrían parnliz”<!oa loa múr- culos dr In faringe y de in Irngua, de modo qur los rra in,p”d>lr irn- gar la ‘-di”*. Talw CX’OS oflwian riesgos summ~ente ,c,xves dP dege- nerar PI1 pu!m”nín. Sin cnlhm.p”, según ya c,,,& dicho, sc lo&, mc- diante el empleo de las proccdi- mientas cspecixles utilizados en la téeniea n*rec!ógiea m”dcTna, res- tituir a In vidn n In maym5n de los enfermos. Mcrrce nw”ci”llalw! en esta relwiói, la ualiosa :ry,!da que pre~tnrcn ce,,te:,ar~s dc wtudixntes de medicine atendicnd” a la t,écni- ea dz ventilacidn, manejando los qnratos “xigensdorcs, ctettern.

Los resultados obtenidos por aquel ~:atahle trahaj” dc coopera- ción facultativa so& relatado en un libro 3 puh!icnrse cn hwvr en una de los idiomas ,,rincip;\les.

Historiador, sociólogo, “educador apasionad”“, Eugenio María de Hostos mu- rió hace cineurnta olios. Nacido en l’uwta Rico, se formó en EcpnGa y lucbi, desde su adolcscencla por la rmancipaci6n dc las Antillas. Su idca inicial fu4 la do 11na cspeeie de comunidad hisp5nica, y este anhelo lo cnpusa en su novela “La I’cregïina- ciún do Rnyoan”. Dccepeionado moy pronto, rompió espiritualmente con España y se trasladó B Am&iea, cnyos países recorrió ineansahlt~mente como periodists, pro- fcsor y apóstol. En Nueva York rec!ami> la libertad para Cuba y parn Puerto Rico. En cl Perú tomó la defensa de los inmigrantes chinos. En Chile, hizo una campaña fcrvorwa por EI dcrerh” dc ia mujer y la enseñanza superior. Congo fuera una de sus iniciativas ei es 3 t blccimiento del ferrocarril de los Andes, la primera locomotora de esa via transcontinental fué bautizada con el nombre de “Hostos”. De este extrn- ordinario profesor se conscryan obras de historia, poemas, un notable “Ensayo sobre Hnmlct”, y, sobre todo, el rccuerd” de un escritor integro, dotad” singularmente de probidad. “Dadme la verdad -decía Hostos- y yo os dar6 el mundo. Vosotros, si,, la verdad destrozeréis el mundo: y yo; con la verdad, con sólo la verdad, tantas VEPL>S reronstmiré el mundo cuantas vcccs 1” hayáis vosotros destrozîdo”. (Obras rompletas. Ed. de La Habana 1939).

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LOS DERECHOS DEL HOMBRE

Si usted desea que su marido quiera de verdad la cana y puste de cstarse cn ella, est,,dio cl pu,,. to de vista masculino antes de arre- glarla. La decoración es cl terror de los maridos, ellos desean que s,, hogar sea un lugar a donde puedan rneontrar descanso y confort. Us- ted podrá haber notado, deude que es su esposa, ciertas reawianes c”a”tl” la ve <!“” un s”“lhl.er” ex- traño 0 vestido de corte muy espe- CiR,, a.1,ql”as de las pec”liarir!adcs dl? la daroración tambi6” ,l”eden woducirle escalofrios.

No se preocupe mucho si su ma- rido es del tipo que quiere que to- dos las cuartos vayan pintados de carmelita, procure solamente qur SP encuentre cómodo, que duerma en una cama con el mejor colch,in que haya, que la silla donde acos- tumbra a leer sea confortable y tenga una Iámpara a mano, que los ceniceros tengan bncna capaci- dad y SIIS clossets sean solamente para él. Tenga un sitio especial para sus libros y rrvistas y cuan- do ya haya coilseenido todo esto, cnionccs si pucdr empezar a pla- near cl color o la decoración que quiera darle a la casa, pero siem- pre dtjelo que vea las muestras de lar trias que piensa emplear, la forma do muebles que desea, y dis- cuta con 6, todos los detalles que +~sa cambiar.

Si tirtje un estudio o cuarto pa- ra él so!“, empiece el arreglo de 1:+ cara ,,or éste, parn darle B enten- drr que cs la persona más impor- tanto, y xspetc sus gustos B” cuan- to los dores se refiere. Si tiene una bonita corbata o “” calor ea- peeial que sca de SU agrado, su& ra ésto como base para la decora- ción, naturahnentr si el COlOr Se ,,resta ,,ara ello. El hecho de ve-

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lar nor aue su marido disfrute de los &vii&x â c,uc time drrccho cn SI1 pl.opiLl ensn, ES partr impor- tantísima en la felicidad conyugal.

Un Iroml,~~ tiene derecho. A te- ner una silla especial para él calo- cada en cl sitio qw sra de su a- grado, prácticos forros para los muebles de si, cuarto, ya sea” en cuero o en telas iavables y de co- lores diswetos. JamQs debe sentir- se incómodo al sentarso en una si- 113 0 rtT”starse e:, la rama para descansar un poco.

Un hombre tiene derecho: A muebles sólidos y bien construidos, auncpw éstos no scxn muchos, él de- testa los mueblcí dclicados que se rompen por rualquk cosa y le PR- rcccxí su plata pésimamente inver- tida si tiene que pasnrst el tiem- po que pcrmaneee en la cass, cui- dando el mobiliario.

Un hombre tic,,? derecho: A es- perar cncontrnr el libio o ,wista que estaba leyendo en el sitio don- de lo dejó, y no puardado con los demás libros o revistas viejas,

Cn hombre tiene ùewcho: A usar el baño, sin tener que pasar por entl.e una nube dr medias. pailue- los y ropa interior, que la señora ha colgado allí parn que se sequen; timo derecho a tenor suficiente es- pacio en el cahinet del baño para guardar s”s cùjetos de aseo persa- nal, sin que estén mezrladas CO” ganchos del pelo, polvos y marro- nes.

Un hombre tiene derecho: A en- contrar las cartas y los mensajcs telcf&lic”s ell un sitio cspccialmen- te cscoyido pora ello.

Un hombre tiene derecho: A en-

contrar las herramientas que “se dr vez rn ruando en EU sitio y P” pcd~tas eondirionea, si usted PS tambi6n aficionada a usarlas, es mejor que SC compre las suyas pro- pias.

Un hombre tiene derecho x:Com- prender de qué se trata el cuadro que esti colgado encima de la chi- monta, si usted es “na entusiasta de l’icasao y 4 no comprende sino la escuela clásica do pintura, no trate de imponer sus gustos, a me- nos do que a él le sean agrada- bles.

Un hombre tiene derecho: A es- coger los rdorcs ron que dehe sor pintada la casa, BU” In convicción masculina de que sbio rl carmelita y el azul son colores aceptables, puede rxpiotarse y dar co,,,,, resol- tado un armonioso conjunto que 1~ gustará enam1ementc.

Un bombw tiene derecho: A cier- tos lujas. romo, una csparrjn es*e- cial para 61, toallas de cierta mar- ca, una buena Empara para ,Per en la rama, 0 ,111 sitio cspccia1 pa- ra guardar los licores.

1.-U,, hombro odia usar la silla decorada en forma mis que femc- nina. Nado más opuesto a 13 mm- talidad masculina qne los volantes o frou-frou do una silla que se ve obligado a usar.

2.-Un hombre detesta los ,,,,,P- bies demasiado estilizados y Ilrnon de COEBS, lo que impediri que loa use a gusto.

3.pUn hombre detesta qw s”s papeles privados y sus cosas persa. “ales sean cambiados de sitio y no pueda encontxirlas donde las drji>.

4.-Un hombro se drnespcrn PO,, los closets llenos de toda clase de objetos donde nada tienr sitio, y donde para huscay alguna cosa, haY que desocuparlo todo.

LOTERIA .

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Ewhción de Lz Lotería en k)crnm~ Por JUAN ANTONIO SUSTO

PRIMERA ETAPA. (1858-1901)

Par medio de la Ley de 9 de Scp- tiembre de 1858 se concedió privi- legio exclusivo a don Gnbricl Oba- mia y Pérez, para cntnhlcecr unn ,.o,,~,~ia en r, Estad”, con sede en la riudad dc Panam$ por el thrmi- no de diez aíios. E1 concesionario Ti” prestó la garantía I<~,4 Y por e!la fxxasó este primer intento de rstn,hxer una lotería ell Panamá.

Diez y nueve años después, la Asamblea Legislativa de Panamá, pr la Ley 8% di! 24 de Entro de 1X77, dió un privilegio al Dr. José ivaría vives León, en el mismo no hnher entrad” a funcionar la empresa en cl término fijado.

sentid”, y por el término dc sels años. Caducó este privilegio por

Pasados cinco allos, una ““eva Lry, la 16 de 15 de Noviembre de 1882, concedió privilegio a 1”s de- fioxs .J”FP Gabriel Dnque, Ricardo Mi,.& Buenaventura correoso y Joaquín Vejaran”, separadamente, ,,ai’a establecer sorteos de lotería en r, Estad” de Panam6, con cinco años dc duración y previa la ob- tención de una patente individual.

Fué el señor José Gabriel Duque el ími,0 que obtn”n la patente ex¡- gida, y por tal motivo celehrá con cl señor Marcelino Quinzada, Se-

ta última se reconoció a favor del señor doît Gab,?e, Duque el dere- cho excliisiv”, yn adquirid”, pnrs est,ablecrr sorteos dc lotcría en cl Estndo de Panam& durante veinti- cinco años, a partir del 1” de Ene- ro de 1884 al 31 de Diciembr” de 1909.

Con este motivo el seR”r Duque celebró nuevo contrato, el 9 de No- viembre de 1883, con el mismo Sc- creta-i” de Fomento, don Marceli- no Quinzada, siendo los fiadores del se,i”r Duque los seiiores Juao B. Payló y Manuel Espinosa B. El Presidente del Estad” de PanamB, don Dámaso Cervera, lo aprobó x1 día siguiente.

(“Gaceta de Panamá”, NO 860, de 8 de Diciembre de 188).

Este Contrato fué protocolizad” por medio de la escritura número 272, de 12 de Diciembre de 1883.

(Archivo Nacional. -Notaria Primera. -V”lúmen 0414)

El 15 de Noriembre de 1583, el Gobierno del Estad”, aprobó el “Re- .damento” reformado de la “Lote- ría de I’anamá”, conforme a lo dis- ,,uesto en la Ley 99 de 24 de Oc- tubre dc 1883.

(“Gaceta de Panamá”, No 855, da 21 de Noviembre de 1883).

La “Lotería de Panamá” come~i- zó a funcionar el 10 de Enero de 1884. por un período de veinticinco

eretnrio do Estad” y del Despacho an”s’ de FonmIto, el contrato número Por medio de la Escritura Ne

40, de 24 de Noviembre de 1882. 115. de 13 de Mayo de 1884, las y tres días después el Gobierno â- señares José Gabriel Duque y To- pïohó el “Reglamento de la Lote- más Lorenzo Duque, formaron la rla de Paaam&“, conforme al siste- Sociedad “Duque Hermanos”, con ma decimal. el fin de ocuparse de varios nepo-

(“Gaceta de Panamá”, No ‘781, cias, entre ellos el de la “Lotería de 13 de Enero de 1883). de Panamá”.

En dominr” 25 de Febrero de (Archivo Nacional. -Notaría 1X83, se verificó PI primer sorteo, Primera. Volúmen 0418). PII cl cual reinó el mayor entusias- La firma “Duque Hermanos”, mo, en cl cual salió el número 053, representada por don José Gabriel premiad” con $ 500.00. Duque, di6 en arrendamiento al

(“Gaceta de Panamá”, Ne 803, Genwal Rafael Aizpru, el 27 de de 9 de Abril de 1883). Dicirmbrc de 1884, el derecho ex-

La Ley 16, de 15 de Noviembre elusivo del juego denominado “LO- dc 1882, fué derogada por la 99, tería China”, por cl término de dc 24 de Oetuhre de 18X3, y por k-diez años, comprendidos del 10 de

Enero de 1885 al 31 de Diciembre de 1884. El Gw,rnl Aiszpuru no CUrnl~lió CO” el Cootrato por en- contrnl3e preso en nngotá, y éste tuvo CIUC sw modificad” posterior- rncnte.

El Gobernador de Panamd, Dr. Facundo Mutis Dur;in, p”r medio del oficio número 55, de (i de Ma. YO de 1X86, dada la pkima situa- ción del tesoro público, pidi,> n los conc~‘io”arios “Duque Hermanos” una parte de los sorteos de la loto- ría para poder sufragar los gast”s de instrucción público cn rl Istmo. Petición que fué atendida.

El 2 de Eniro de 1887 se proto- colizó una Carta de renovación del Contrato celebrado con el Genera, Rafael Aizpuru cn 1834, por medio de la rscritura número 54.

(Archiva Nacional. - Notaría Segunda.- Año de 1891).

Dos hechos, de soma importancia para la historia de la lotería acae- eieron cn este año de 1887: el 15 de Abril se celebró uo contrato en- tre la “Lotería de Panamá” y do,, Aquilino Aguirre, dueño de im- prenta, para la impwsión de bille- tes, listas, etc. (Archivo Nacional. -Notaría Seronda.- Año dp 1891. -Escritura N‘o 54); y otro eon- trato con el Municipio de Ponamaí, el 23 de Julio. wxra el aniendo de .

un local para la Latería, P” los ha- jos del Cabildo, por cuatro años,

del 10 de Enero de 1888 n, 31 de Dicicmbw de 1891.

Don José Gabriel Duque y Don Tomás Lorenzo Duque, ronforme R la escritura número 447, de 20 de Diciembre de 1888, prorrognvon la Sociedad “Duque Hermanos”, pa,‘:, ocuparse del manejo o de la adm- nistraeión de la I,“tería de Pana- má, del l’? d<x Enero do 1885 al 3, de Diciembw de 1893.

(Archivo Nacional. - Notario Segunda.- Valúmen OO&?),

Una transación importante Be llevó a cabo el 23 de Diciembre de 1889, por medio de la cual el Go-

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biwno del Departamento cedió uu ,,rirt<, d?. In “T,o,rrín Chim” n In “l.otwía de I’nirm:L”, <,11 vi,~t,,d de r”lllr:lt” wlelhrnd” al efert”.

Arrhivo Nncionnl. NoLarin Se- gunda.- Año dc 1891, Escritura 54).

El 19 de Junio de 1898, por la Escritura número l(iC, don José Gabriel Duque, cn su carácter de Socio Gerente dc “Duque Hcrma- nos” concesionarias de la “Lotería de Panamá” vendib il Tomás Lo- renzo Duque el 40’$ de la empre- sa por $ 2O.OOO.oo; a Francisco Do- minga Duque el 4X”r por $ 24.. 250.00, y el 11’/2:;, lo donó a difr- rcntw sociedades b<m6firns, y a di- fwmi~s pewonac -tcdo el,,, en do- rummtw privados -- oin dmwho en la ndministrarión de la empresa. La Administmcibn dc la “Loterla dr Panamá” estuvo a cargo de don Tomás Lorenzo Duque.

(Archivo Nacional, - Notaria Segunda-Vnlúmen 0078).

Ia Sociedad “Duque Hermanos” se disolvib mediante la escritura númrro 167, de 21 de Judio dr 1839 correspondiendo el activo y pasivo al nefiol, José Gabriel Duque.

(Archivo Nacional. Notaria Se- gunda. Volúmen 0078).

A SII vez, el Gobernador del fi, pwtamcnta dc Panamá, por ,il.o~‘> de la Recoluciún de 26 de Junio dz 1890, dwlaró cumplidas las dirpo- sicionw contenidas en la Ley (la de 1883 Y consintió el traspaso he- cho el III de ese mismo mes, pm las eoneesionarios de la “Loteríz, de Panamá” a favor de Tomás Lo- IWIZO y Francisco Domingo Duque.

Mna krde, el 3 de Julio, los se- ñwrs J& Gabriel Duque y Mannrl Espinosa natista, se ronstituyer”rr fiadores de los propietarios de !a “Lo!ería de Panamá”, sefiores To- más I,oronzo y Francisco Domingo nuque.

(Archivo Nacional. - Notaria Scpnnda Volúmen OO?S. Eseriturn 177).

Prr Ccntrato cckbrado cl 28 de Apvto de IX90 entre la “Lotería

de T%l”lrni” y el Gahicrno de Pa- nam i,. é-ti, último se ohligó a no permitir !n introdwción y venta de rédular o billetes de loterías ex- t~an,i<m, en PI Departamento.

(Archivo Nscional. Notaría Se- gunda.- A2ño 1X91.- Escritura 54).

La “,,nte~ia de Panamá” se com- promtiii ron cl nr. Manuel Ama- dor Gaerrero a pagarle el %% del

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(Arcbiro Nacional.-Notario Se- gund~s. Año 1X91 - Escritura 54).

Luegu, sir cfeetuaron unn serie de transacciones, de gran impor- tancia :

Par escritura número 281, de 10 dc Noyicmbre dc 1X90, don Fran- cisco Domingo Duque vendió al sc- ñar Denito Vicente Duque el 8% de lo que pcrtcnecía cn la “Lote- ría de Panamí”, por 1:, surna de $ 4.000."".

(Arrhivo Nneianal. NokLría se- gunda.- Volúmm “OPO).

El 27 dc Dicirmbre d<: 1890. la “l.ot~&:, dl. Panamá” y la Empre- sa del “Ferrocarril dc Panami”, dehraron un contrato por medio del cual tsta última dió pases men- suales jrara ocho hilieteros. de Pa- namá a Colón y YiwYma, del 1” de Enero al 31 de Diciembre de 1891.

(Archivo Nacional. -Notaría S:+zunda.- Ano de íX31.-Ercritu- era 54).

En el niio de 1891, se continua- ron una serie de operaciones, IRS ~LIF vii7ieron a condidnr la ex& trnela de la institución:

EI 20 de Enero, se prorrozó el Contrato crlehrado entre la “Lote- pia de Panamí” y el Gobirrno del Departnment”, sobre la iotvin chi-

‘nn.

,Ar<,hivo Nacional.- Notaría Sezonda- ARo de 1X91.- Eseritu- ra 54).

El II de Iebrcro. por escritura número 31, don Francisco Domin- RO lhque vendió al scñol. los& Ga- briel Duque cl 4O’h::, d<! In “Lote- ib, dz Panamí”, por 3 1”.OO”.oo; por 13 rse~~itnrn número 32, don Tomás T.o~<:nzo Duque vrndi<j a Jo- sé Gabriel Di.oque el 4O<r,, por $ 10.000.00; y por ia escritura nú- mero 33, don Emito Vicmte Du- que vendió al misn,o José Gabriel c! x?,, por g 2.000.““.

De este modo ll& el seimr José Gahric, Duque a SCT el domio dc la m~~rrsa “Lotería de Panamá”. :I por la rwritura número 36. de 13 de Frbrwo de 1X31, el sefmr Duqne ase~uril su manejo, tenien- do ~c,,,o fl:,do,x,s n 10s x,io~-cs Ma- nuel Esninosa Ilatista y Luis An- tonio Fern~ndca.

,Arrhivo Narional. Notaría Ss- guilda.- Volúmen 0082).

El 23 de Febrero de 1891, me- diante la rseriturn número 417, SP ronditu\~i> la Soriiwlad A,,irni,m ‘<Lotka de l’:,nan,& con un capi- tal de 5 200.000.00 Fumm SOC¡OR fundadores los seiiores Henry Ebr- man, Tomás Herrera, Dr. Carlos Ieaza Arosemeaa, J. Manentt &

Co., El J>yons ¿i Co., y SamueI L. Maduro. Las acciones fueron to- madas po,’ lar sizuientes personas: don José Gsùricl Duque 632; To- más I~orcnzo Duque, 300; Rcnito Vicente Duque, 120; Henry Ehr- man, 100: el Obispo de Pawm,& .,. A. Pmlta, 70; Ernesto Icaza ::“; IIr. C.î!~los Ieaaa 30; Frnneiaeo R. Vidal, 37 c ,~nncio Ruiz Garria, coii 25. I,:l olh,jrto de la Saciedad fué cl d? x<‘r]ui,i~ y gozar de la conce- sión de IR “!,otería de Panamá” he- cha al :Zior José Gabriel Duqw, hasta el 31 de Dieiembro de 190X.

(Archivo Nacional. Notnría Se- gunda.- Volúmen O”R2)

Al dia siguiente, 24de Fchrero de 1891, por medio de 1.1 esc,,itura número 48, don Jos6 Cabricl Du- que, c0neesi0nari0 de la enlpwsa “Latería de Panamá” vendi a la Soricdad Anónima “Lotería de Pa- nnmá” el XX ‘/z I; que le correïpon- di:< CI, ella, por la suma dc $ 17F.w 500.00: por la escritura número 55, de 28 de Febrero de ese mismo año, el señor Duque hizo constar euilw eyan los eontratoî y rompra- n~:ws q~.~e CII su carácter de ant¡- BUO concesionario de la empn?sa “Lotería de Pansm;i”, tenía crlc- brados; y ese mismo día, por la PS- critma número 55, el mismo sefior Duqiir y don Manurl Espinosa Gn- tihl, SP constituyen, ““lunttlria- mente, fiadorrs de la Sociedad A- nánima “Lote& de Panamá”.

(.\rchiuo Nacional. Notaría Sc- gnnda. -Voiúmen 0033.

E! Gobicruo de Panamá por el Decreto No 63, de 14 dc Dicicmbrr de 1891, prohibió los jwl/o” rhimm en todo el Departamento, a partir del 10 de Enero de 1892.

(Gaceta de T’anm:i”, Ne 334, de 17 d<: Diriembrc de ,891,.

Siete años despu&, po? medio de la eseriturx número 307, <Ir 5 dr Entro de 1898, la Asamb!ca Gmr- ral dP In “Lotería de Panamá”, S. A., designó como so Gerente nI selior Jost Gabriel Dua,ue.

(Archivo Naeiona!. Notaría Se- cunda. Volúmen 0142).

Ln Anamblca Departammtal dc Pmamí, por ia Ordrnanza número 40, dc 30 de Jonio de 1893, dwogó el Decreto número 63 de 14 de Di-

IOTERI?. . i

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eiembre de 1891 del Gobernador de Panamá, y autorizó la Lotería, vi- fa y charadas chinas, en el D-par- tamrnto. El señor Duqur dr,markdó el 16 de Agosto, ante el Tribunal Sopwior de Panamá la nulidad de la citada Ordenanza y por medio dc la csrritura 307, de 24 dc Di- eiemùrc de 1398, hizo una fcrmal protesta.

(Archivo Nacional. Notaría Se- g”lKla. \‘“lúme” 0142.

Por cI Acuwd”, de 30 de Marzo de 1899, rl Tribunal Superior del Dq,artamcnt” d- Pan;rm& so:;pen- dió Ios cfeeios de 13 Oldenanza Ng 40 dc 30 dc Junio de 1897. Fueron

peritos en este asunto los doetmes Ccrard” Ortega y Francisco Arúi- la, y mi padre do,, Antonio Susto.

(“Re~ictro Judicial” No 4n1, de 15 de Junio de 1899).

El Geucra, y Doet.or Carlos AI- bán, Jefe Civil y Militar del Dc partament~ de Pannmá, por m!edio dï, contrato núme~” 10, de 24 de Ahri: de 1901, cel?brado rntre a y ei señor Enrique IX Rayó. Sub- Gerente de la “Lotería de Pana-. “IX” , ,,~,,~oph c, cclcbradr, entre l2d.a última t~nlpvc’â y VI Gobier- ,,o ~e~a~tmrnta,, por divï años, a ,,artir di.1 19 de Enero de 1309 hasta el 9 de Enero de 1919. La

Administración General Albán re- cibió la c,~,,,a do $ 100.000.“” como prima y compensación de la pró- rro,qa. F,ste <~“ntrït” fué prot”c”li- eado por la Escritura número 126, de 25 dc Abril de 1901.

(Archivo Nacional.- Notaría

lo,- Volúmcncs 0586 y 0581). Merceió la aprobaciiln del GO-

bierno de Colombia, por medio del ~cereto I&slativo número 769. de 3 de Junio dr 1901.

Terminó aquí la primera etapa de la evolución dc la I.otwía en Pa- namá, c,uc comprende del año de -858 al de 1901. &,ILJW, Mayo de 1953.-

13 wm Ak ***** DE MU%ICA:

Peter Iljich Tschakbtisky

tancia musical, sigue engendrando grniw después dc 1”s primeras FC- neraeiones que le conquidaron uu Iupar prominente en la historia de rstc arte. Antonio R u b i n s t c i n (1830.1894) tan festejad” en su ticmp” como pianista extraordina- rio y con,positas fecundo, está per. diend” paulatinamente cl enorme brillo que en su época eclipsó a mu- chos nandes en Europa. EL DE- MO.NIO. su ópera más cxit.osa. es- tá olvidada, y tampoco sus siofo- nias y oratorios. de innegahlo maestría técnica y de concepción monumrnta,, han resistid” la mar- cha del tirmn”. Si>10 una II otra pe- qn&a mclodia se han adherido fir- mwncntr PI, los “idos drl mondo y ,~rurrdan x1 hombre que tanto con- trihuyó a la eultu~ musical de su país.

Lo contrario ocurre con Pedro Iljich T~chaikomsky (1940-1893), su ohra .qa1,3 constantemente terrc- no en el ~oiiuenso público y no se exapwa al afirmar que sus pági- nas firuran hoy en los prozramas standard de los conciertos mundia- les. Son especialmente SIlS trrs ú!- timas sinfonías, numcrodas 4, 5 v 6. las 0°C atraen cl interés general. No faltaron criticas que le repro-

Por KURT PHALEN

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CONCIERTO PARA PIANO y el cales: la Marsellesa, victoriosa al mrlodioso CON C I E R TO PARA principia, ufana y ~“errera, su- VIOLIN; las oberturas ROMEO Y cumbe finalmente bajo el majestuo- JULIETA y “1812”, que rcpresen- so repicar de las campanas mosco- ta un impxsionantc poema sinfá- vitas. Para ,x,ucsta de cocrdas nico aohrc la invasión napoleónica creó Tsehaikowvsky. entre otras y s” derrota catasfrófica a las obns, una cneai,tadora SERENA- puertas de Moscú; CI, forma ma- TA en cuatro tiempos. Sus ballets gistral so errtrechocan, símbolo de pertencecn a los más ejecutados elr los das ejtrcitos, los tcmas musi- todos los países, especialmcnto EL

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C áncer Krr la época actual dispone el

m”ndu científico de multitud de sistemas para diagnosticar precoz- mente el cánrcr y en la curación de esta twrilrle enfermcded se han alcanzado bxitos enormes, ya q”e el diafnktiro ‘tcmprnno de ella es In única forma de llegar a cu- rarla casi en “17 ciento por ciento.

Hoy queremos hablar de una lo- ralizaeión de la enfermedad bastan- tc fw2uente y que causa una “lo*- talidad altísima, ya que cn la ma- guria de ios casos los pacientes se pr<,ccntan al médico muy tardia- mente y no a la pl+mera alarma, cuando las posibilidades de cura- ción san grandísimas.

Es cl cáncer del seno “no de los más comunes en la mujer, que ata- ca p~eferencialmente a las que ya han tenido hijos y a nna edad com- prendida entre los treinta y cinco y Iris cincuenta mi”S.

Sus sintimos iniciales, solamente mujeres muy cuidadosas pueden a- preeiarl”s: connistrn en pequeñas irrduracioncs en cnalquier sitio del sen«, puo ““E pxficren la porcibn st~nerior de este; peneralmentc ofrrcen el tsmaño de on vano de maíz, al principio, para alcanzar

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más tarde tamaños mayores poeo dolorosas y fijos, es decir, difíciles de movilizar.

En algiinas ocasiones se presen- ta unas pequeña hemorragin por cl pezón, que SC reduce solamente a una o algunas gotas de sangre. Si en este momtnt” la paciente acu- dv al médi<:o, casi ron ceguridad sz va a ahmar algún éxito en el tratamiento, que consiste P” la ex- tirpación tota, drl órgano enfelmo, rlaro está, a costa de “1, qan de- fecto estético, pero que se justifica completamente, dada la wavedad que rcprcsenta la enfwmcdad.

Pero lo que hemos anotado ,,o es de corriente observnción; infini- dad de mujeres cn quienes apare- CP~ los nodullis mencionados no eonccdcn a tstos uiupuna impar- tancia, y mlamrnte, cuando éstos han adquirido gran tamaiía y ya existe inflamación y xgrandamien- ta de los ganglios de la axila, lo que ramunmcntc se llama seca, si acuden a la consalta del profesia- ml.

Otras, por “n pudor mal entendi- do, no rec”rren a los auxilios de lu ciencia, pues les da vergüenza exponer al profesional sus proble-

LAGO DE LOS CISNES Y CAS-. CANUECES.

Das úperas muestran en Tschai-. kossky un talento poco común tam- bién para el arte lírieo:EUGEN OiWCUIN eì netamente nso, ba- sado en “u dl,ama de Pushkin, mientras qur en DAMA DI? PI- QUE se da “na fusión de estilos franc& y I’USO.

mas y someterse a un detenido exa- men dc sus se”os.

Y en esta forma sólo acuden, obligadas por el marido o por al- gútr familiar, ya cuando las cosas SC encuentran en un estado tau a- vanzado que Ics quedan “nos pocos “ICSCS de vida, pues la eofermedad SC ha propagado al birödo, al pu,- món, al cerebro, o a cualquier otro órgano de nuestra economía, co”,. prometiendo en un ciento por cien- to la vida de quicrr la padece.

En los Estados Unidos dc Am& rica, existen instituciones espeeia- les dedicadas al estudio dc las en- fermedades del seno, y allí acudo, anualmente miles de m”jrws rjue. aunque 110 hagan sutida mol~~~tia alguna, SC someten a ui, cuidndo- so examen de estos nobles i>qy,os. En esta forma los m~dieus ,,orte- americanos han podido descubrir muchos casos de c;incer de la &ín- dula mamaria, que en otra forma hubiera sido imposibir hallar, p los han tratado co” un Pxito tal. que han ohtenido cifras hasta dc, no- venta por riente de c”ra~io”es.

De lo q”e hemos anotadc antc,- riormente, podemos sacar algunas, conclusionrs prácticus que redun- dan cn beneficio de la salud y bien- estar de la mujer.

En primer lugar, siempre qne acudan a un examen médico deben someterse a un detenida estudio de sus glándulas mamill.ias, aunque no presenten an ellas molestia al- guna.

Y finalmente, siempre que noten alguna anormalidad en 4las, del ti- po induración, sensaciOn de trnsión en los senoì. dolor o hcmorraaia, acudir prontamente a la consulta para, en esta forma, si SP tr”ta do alguna afección maligna, aumentar la posibilidad de curación. -R. R.

IOTEBIA . .

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L uCas el

l

Tractorista

Había dejado cl tractor al abri- go de “” muro alto, próximo a ia, cm. Siempre lo escondía allí por.- que desde la colina podía ver ïi dguicn se aecrcaba.

Llevábamos cerca de media hora hablando.

-iY si no huhicra muerto? i,Y si volviera “n dia?

Los ojos claros, casi blancos, de Juana, estaban fijos en los míos. Yo sentía la caricia de aquelloa ojos. “ciados a un mismo tiempo por cl miedo y la alegría.

-No CI posible, Juana. Com- pwndc que “o es posible. H”W más de seis nxscs que terminó In guerra. Todos los vivos han vuelto yx a sus casas. Sólo los muertos no han vuelto, porque no pueden volver

Juana tenía la piel morena, co- licntc. La aguda curva del pecho SP alzaba violenta al respirar. Es- I:úi,amos sentadas a ia sombrn fwsca dc un castaiio gigante. Las manos de Juana descansnhan en- tw las mia:. Tcmblahan “” poco.

-No vas a es!ar toda la vida e,sperando; esperando inútilmente. Ahora. en las guerras, los prisio- ncìos y los desaparecidos son iwales que 10s muertos.

Hubo un largo silencio. Luego. dc pronta, Juana apretó mis ma- nos. Su voz SC hizo firme.

-si. nos casarc”l”s; “OS Casil. remos en seguida. Vamos 8. an”“- ciarlo hoy mismo.

Alro me recorrió todo el cuci-- pa. Algo, como una corriente de calor que me llegó a la garganta.

. IOTERIIL

Por JOSE AMILLO

No acerté a decir nada. Ella pro- siguió, variando dc tono:

-Aunque no, decirlo hoy, no. No me atrevo.

-iPor qué no VaS a atre”erte? Nada tienes q”c temer.

-Es que, sabes: a él lo que- rían aquí mucho.. y nadie piensa que ha “lucrto. xcjor es cspcrar y anunriarla C”a”d” tc”g”“los tcdopreparado.

-Fueno, corno tú quieras.. Pero que sea pronto.

Juan sonrió. Sus dientes, pran- dos y blancos, brillaron húmedos.

Todavía permanecimos allí un lavgo rato. callados, muy juntos. Desp”& nos le”a”tam”s y comen- zamos B descender. Abajo, en la explanada, la casa se dcstacaha como una isla en un mor amari- llo. Cerca do la casa. a la derecha, reuerheraba cl sol C” ios monlones de pa.ia. l?n el aire del ralle flo- taban miles de ,,u”tos dorados.

***

Quemaba EI sal bajo el cielo azul. h’i un Icvc soplo de viento, ni una d&il sombra, mitigaba” el calor de la makna. Mlr hallaba en cl lirdero sur de 13 finca, cl más alc- jada do 1:~ cava. Era hora de val- ver, Pm la siiuación del sol debía faltar poco para cl mediodía. Ante

mí SC extendía paco para cl mcdio- día. Todo parecía dormido: “no se veía un alma, ningún 1’“1”Oì se es- cuchaha.

Tendido c” la exigua sombra que el tractor me ofrecía, adivinaba, allá a lo lejos, la masa gris,, aeha- toda, de la casa. iQ”é estaría ha- cicndo Juana? iPreparando cl al- mue~zo? Sentí un acceso de im- paciencia. i Cuándo prepararía ella mi almuerza? Sonreí. Ya quc- daha poco, “nos días solamente. Ya sabía todo el mundo que nos ibamos a casar. Si, Juana lo ha- bía dicho a su madre; y a su ma- drc, que E” el fondo lo deseaha, le hahia faltado tiempo para prego- narlo. La noticia, en principio, ha- bía causado asombro. Sin emhar- go, el asombro no cra oposición; todos creían que cl marido de Juana había ~““erto, y la sorpresa se debia únicamente a lo incspe- rado del suceso, de nuestro com- promiso. Es cierto que aI+ gcs- ta se torrio, pero nadie dijo nada, nadie murmuró. Y Juana sc sintió tranquila; la actitud de las gen- les había acallado el último rin- cón de su conciencia.

. ,~

iQ”é estaría haciendo Juana?

iQuién en el gallinero. recogiendo las huevos? I’or el airc hirviente cruzó una bandada dc gorriones. Pasó un rato. Yo dchía volver. Era hora de volver. Pero el sol me asustaba. También la pereza SC <Iponía 8. todo movimiento. Estar alli, tumbado, sin hacer nada.

Me adarmecia, vencido por el ho- chorno, cuando oí tras el tractor ““OS pasas. Agucé el oid”. Los pasos se acercaúan y aparccia un hombre. Me incorporé. Lira un hambre jo,,,> muy delgado; tenía la cara demacrada, hundidos los ojos2 ia barha cwcida. Lo miré y me dió un vuelco cl corazi,“. Algo presentí de pro”to. LUCEO, mi rc- pentino prcsentimicnto se hizo rea- lidad: el hombre restía un viejo pantalón de pana y ““a camisa raqui, de soldado.

Mc levanté. El hombre cstuha parado frcntc a mi, silencioso, son- riendo r:i~a,,ientc desde cl fondo de SM oim hundidos. Dió un paso hacia el tractor y extendió la mano hasta tocarlo. Snccsivamente mi- taba al tractor. a mí y al fondo de la llanura, en dirección a la casa.

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Yo permaneci quieto y mudo; no sabía quá hacer. ni quC decir. Al fin hice un esfuerzo; la voz surgii> vacilante:

-i Qué desea ?

Al momrnto me di cuenta de la cïtupidcï de 1:~ pre,gunta. iQué dcw;tl>a? Yo lo sabía: deseaba to- car cl tractor con sus propias manos; drwaba mirar allí, a, fon- do, donde i,, CC”,” antes yo, adi- “inaba 13 casa. gris. achatada. Quise rectifiezr la prewnta, pero no S”,XL El. mtancïs, habló co” una voz apagada, romota, una voz que pare& salir del fondo de una êUC”II:

-¿Es usted cl tractorista? _. Claro, claro. El tractor no podía estar parado. Yo imaginaba q”e cstaria enecrrado> esperándome.. Pero, no no podía estar parado.. Ha sido IIIUC~O tiempo..

Comenzó a invadirme “n cxtra- ño malestar. No sabría decir quE era, pel’o “unra lo habia sentido. El homh~e siguió hablando co” su voz opaca. cnvernosn. Yo dejé de oirle. Drjá dc oírle, aunque sabía que cstaha hablando de SII “mujer, de Juam; de s” desaparición de lo guerra, dill campo dc conccntra- rión cn cl uuc había pasado m5s de seis rncses. Snbia que mc estaba hablando de t,odo aquélIr,> pero yn no podi oírlo. En los l:~r~os mi- notos ou<! duni el rchlto sólo oía el I’UUIW sordo dc mi corazón.

Ladró, lejano, un perro, y des- ,wté al mundo.

--~Nadio me hn visto llegar. He procuwdo ocultarme, porque qoie- PO darle ““i, sorpresa.

-Quisiera llenar a esta hora.. Ns, sabe, la hora en que en otlx~ tiempo soiia volver. Sí. quieicra llegar subido en el tractor. como antes..

Desde aquel momento sólo sentí n,,e el sol ,“” quexnba Ia cahem. Trasp,n:e:!m mis pelos y mi piel, y SC hundia como un martillo rojo en mi cabeza. Si” saber cómo me en- eontrá sentad” en la parte trasera del tractor. El hombre me había pedido ,~w le d<,iara eondurirlo. Y Cl lo Iloviiba. Yo. a su espalda. contemplaba so silueta osara re-

cortada sobre cielo limpio. Pero no pensaim en CL 9” pensaba en t1. ni en Juanl’ ni C” nuestra pro- yectada buda. Prnsaba en al so, implacable, uinuilio co”w la tie- Ix; Cli ac,ue1 sol fuerte, m0stru0s0, que enturbiaba mi vistn y mi ce- rebro.

Todo ocurriú c” u” breve tiempo. Vi junto a mí la pesada llave in- glesa. Me rozaba la mano, y su coniacto me excitó. La agarré co” fuerza. Brilló un ksiantc, como un rtlám;~ago, por el aire dorado, y cayó. scc.1. y dura, sobre la ““ca del hombre. Apeaas brotó sangre; ““as grietas rojas, relucientes, en el cráneo aplastado.

Muy cerca del iub’ar, en una parcela de tierra recién removida, cavé una fosa hondï. Al depositar el cuerpo en el fondo salió un cho- rro de san~rc. Senti náuseas. Creí perder las fueYaul: pwo logré so. bre,mnenm. Tap6 Iü fosa con fe- bril impacieih3 y volví al tractor.

***

Lantamcnte me aproximaba a la casa. La soledad y el silcxio me rodeaba. Limp% unas gotas de sangre sobre el birrro enmohecido. Mi cabeza csta’bu vacia. La san- grc y c! so, parecían haber borra- do en mi interior toda impresión, roda irue!la de pensamiento. Hasta que e” la lejanía divisé la casa. ~“tunccs la inquietud se fué apodc- rado de mi. La cas?., Juana, cl hombre urue,‘to, la fosa.. Todas das imí~cncs bailnba” ante mis tojos. Acaso por primera Yez senti miedo. Sabía <,uc no podrían des- c~~ix:nn:!~ pero renti miedo. Si, yo u,isn,o pad;n dese,,:>r~rme; yo mis- mo me deîeubriria, si” querer, sin poderlo evitar. Ni cnra. iTendría la misma cara. el mismo gesto que unas horas antes. que antos de “hahe~ matado”? Se me secó la yr”rpzl”ta. La sed ïne atorme”- taba. I>iri,cí el tractor hacia “nos árhales que bordeaban un arroyo. Mi cara mc perdería; tenía qne ocultarme a las miradas. I.legué CFX.~ de In casa y mc escondí tras un mantón de tl’oncos muertos. re- secos. Alli podía ,>emla”ece~ se- guro, sin que me vieran. A cien motroï a la dcrwha de la casa veía la cl-a, amarilla, polvorienta. EI XII drsccndía solve la tierra amcnaau,:do ahxwulo todo. Los montones de paja centelleaban se-

dientos. “Avispa”, el perro del pmtor, vino hacia “6 “loviendo cl ïsbo. La lengua, larga y rosada, le colgaba húmeda. lG;l también te- nla sed, CO”,” yo, COi”<) los monto- nes de paja. No me atrevía a acariciarlo; podían descubrirme. “Avispa” me miró con sus ojos nerviosos, un noco tristes. Se que- dó quieto, clavada la vista en mi :ara. Sentí ui, escalofrío. La sed y el cansancio eran cada vez ma- yares. y la mirada del perro, junto itI sol y al brilla de la paja, calan sobre mí prsadamente. “Avispa” dejó de nii12nne y se fue; sc fué Lento. receloso, sin volver la cabe- za. sin llamar 13 atención.

Pasó, canturreando, el pastar con su rebaño. Las cabras, imI& eil cl aire, llevaban llenas las ubres. ;Qué sabrosa, qur: fresca ïstarkl su leche! Luego vi un Exu- po dc pconos. Andaba” pereï”so~, torpen,o;,to, pasándose de roano cn mnno una bota hinchada. Sobre sus ùoene, aòi<w:as, cl chorro de vino brillaba claro. Ellos bebían Y xían. Se alejaron.

IDios, & eed y q”é ca”sa”r:io tenía! 2, POY qué “0 pedirlc al pas- tor ,e<:he dc sus raix,sY ¿Por c,uC no pedirlo a :os pro”es u” trago de vino? iPor qu6?

iilc ecntí lleno de odio: dc odio hneia todo. Hacia cl pastor y sus inoeentos y cstilpidas cabras. Ha- cia 1”s pconeï. Hacia nqucl ciclo azul, demkado gw~lc, y aqnel sol imnenso que me quemaba los ojos. Senti odio hacia mí mismo.

Allí, acuito tras los troncas os- ïuros. empapnda cn sudor. pasé el resto del día. Para cntwr c” mi cuarto tení:, que atravesar cl pa- tio: si Quería que no mc vieran había dc esperar la “oche cerrada. Y eq~eré. La tarde transewrii, ienta. pesada. Un:, vez vi a Juana y cerré los ojos. Me cstaria bus- c?“do. Habría,, encontrado el trac- to, abandonado y me estarían hus- rendo.

Cuando el cielo y el aire se hi- riera” negros me deslict hacia mi .~t,arto. Cr& como una sombra y nadie me vió entrar. Cerré la puesta. di ““os pasos. y en la os- curidad palpé el botijo. Su panza iiapcra y frk, rnc~ produjo temblor. Debí hasta hartarme. Al dejar P” el suelo el botijo cayó del bolsillo

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sin desnodarme me eché en la cmm. mt3b3 cansado. roto. Sin embnr~o, era yx noche avanzada cuando concilié el suefi”.

***

Amnnccía. Una luz tibia, plo- miza, caía mbrc la tierra seca. Todo era silencio. Aún el canto dc, &,o no hnbin anunciado el nuevo día. La cama estaba tem- plada, Inri confortable, que no me atrevia î moverme. temeroso de romper d encanto físico de la ma- ñana. Pasb un minuto. y otro, y muchos minutos. Eran largos mi- nutos vividos con ansia, can avidez, con una avidez acaso desesperada. Luego el plomo de la luz se fut derritiendo. La luz nacía intensa. Se hizo binnca primero, después dorada. Y cantó el gallo; cantó clon,” todas ,as mhñanas: fuerte, sin timidez, desafiante.

Cerré los ojos. Me hería la luz cm la pupila, como me hería en el Iimpano cl canto alegre, demasia- do “IIWC. drl gallo. iii” era todo aquello un <‘xccso do vida? Cerr6 los ojos, y en IY imaginaria noche rotroerdió el tierno”.

DP nuevo vi PI tractor parado junto al lindero suï de la fines. Vi In somlnx de 1,” hombre q,,” avan. ~nhi~ hnr.ia mi. Vi VI so, candente Y (-1 l~rill” lilB”C” de la liavs i”. El<%. vi un:, fosa negra Inon- <hada de rajo.

A su lado, la llave. La cogí. Sentí frío e,, los, dedos y frío en los ojos n, ,,,i1.~10. Al& la cabeza. En la pared dc enfrente había un pe- queño espeja. Me acerqué a él. Al contemplarme no pude reprimir un gesto dr sorprssa: estaba ieual que todas las malianas; despeina- do, sin afeitar, con la misma ex- presión que todas las mañanas. Era yo, el de siempre. Nada ha- bía cambiad”. La cara de un ase- sino era, pues, igual que la de un hambre. Podía estar tranquilo. Entonces sonreí, y la sonrisa, re- flejada en el espejo, se me clavó cn la carne. Fué algo involuntario. instintiva. como lo habia sido el día anterior. la reaeeibn ante el fuego del sol. Levanté la mano y hundí la llave en el cristal. Un trozo me cortó en IS muñeca. Otros mil cayeron al suelo.

Pasó el estrépito y hubo un rato de silencio, un largo rato de calma. Mi eaa de hombre había desapa- recido. Mi sonrisa de criminal ha- bía desaparecido. No quedaba nada. Nada.

Luego, la puerta se abrió de pronto. Y apareció Juana. Tenía suelta Is melena negra. Creí YL?T que m!aba muy bella. Me miró.

-iLucas! ~Qoé tienes en la nIano ?

Sin querer, sin pensarlo. BSCOII. di la llave tras mi cuerpo.

->,QuB tienes? iEstás herido?

Yo permanecí quieto. Juana vino hnri:, mí. Quiso cogerme PI hrszo. pw” In xehaeé.

-iLucas! iQué te pasa?... Dime: iQué te ha pasad”?. ._ i Por qué no volviste nyor?.

Lila sé que lespondi:

-Adibs, Juana.

Y eché a andar hacia la puerta. Todavía ‘“i su voz:

-iA dónde vas, Lucas?. iNo s*,n*s novios?. iN” vamos a c~saïnos en seguida 1.

-No, Juanî, no vimos a rasar- nos; no podemos casarnos. Tu ma- rid” no ha mucrt”; yo lo sé. Yo ~4 que no ha muerto..

***

JU.I.O a la pu&‘,, apoyada en 1~ pared, vi a Juana por última vez; pálida su trz morena, muy abier- tcs los ojos, aquellos ojos grandes y daros, azul::s coma el cielo de verano.

Salí de la casa. Fuera habin hombres y mujexw. Había tam- bi&n animnles. Alguien pronunció mi nombre. Yo no sahís adónde ir. Sabia 61” que huia de algo, de algo sin nombre; acaso de mi mis- mo. Atraws6 la era. Corrí kiló- metros y kilómei~as. Luego me detuve, volví la cabeza y contem- plé durante un rato la tiena 6rida.

Todo habia quedad” atrás. Todo estaba ya muy 1eJos. Sin embargo. cuando reempsendi la marcha, sen- tí que a mi espalda me seguía In mir:idn de Juno”. La mirada de J~iam y la de su mnrid”, qw pam mí no había ,,,“rl.t”. Que pnra mí cm,Ennhn cntonees a

-i A ver! atrae que te cure! vivir.

LEONARDO DE VINCI

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Escenas de la vida religiosa -‘--

Museo Chhet 1, * 1,nes del siglo XIX un ,Ild”S-

tris, de la seda, de Lyon, Guimet. ,“YO a causa de sus negocios que Yisitar varios palses y varios CO”- tinentes. Estas viajee, menos fre- cuentes y menos rápidos en esa Bpoca que en la actualidad, le per. mitleran interemrse el los dile- ìcJn,es CUltos reIi+goYos practica- dos e” la superficie de la tierra. De%c”brió BUS monumentos mas antiguos, estudió sus origenes Y de- e,di(, dedicar SU i”“,&M fOI’t”m3 persona, al estudio comwrado de 188 religiones. A este proPdsit0 fun- d6 e,, Lyon “” ,,r,mW MiSeO; ‘Sn 1888 aùriL5 otro en ParI% en la 0. za de lena. Este “Museo Guimet” de Paris se ha convertido en ia actualidad en “no de las centros mAs activos para el estudio y la in~eetiwmi6” de 18s religiones aslA- ,,C88.

Ha sido necesario. efectivame”. te, como con tantaa otras eo*a~. la espee*aiizaci*n. AL comienzo. el Museo Gulmet, fiel a las ~r0~6sitos de su fundador. recibia obras de arte correspondientes a las ant,. guas religiones de, Medio Y Lejano Orlente. Las exeava<:ionea realka- das por las nislanes de arquebla. 808 fra”ceses en esos Palses tan ricos en recuerdos. o POI’ las Es. cuelas francesas de Extrema Grien. te, hablan ,,erm,tido reunir colec. chmes ónicas en el mundo de la antigüedad e&c,a, MAmtca 0 a8iA. tica. En ,946. el director de los Museos Nacionales organizó un re- agrupamiento. Todo lo que habla en Par& sohìe las antiguas rellgio- nes de Egipto 0 del Islam. se reu- nió E” el Museo da, Louvre: el Mu- seo Guimet “l~tuvo el monopolio de las ci”ilIznciones Indias. chinas e indochinas.

Con ello se limitaba un poco el prw68ito de su fundador: Iimita.

ción provirrional. como BB verA, P- ro que blzo. durante los arios en que se ejerci6 estrictamente. de, Museo Gulmet “ll centra magnlfl- co 8OhìO Asia. no mm parll el es. tudio, sino en lo que se refiere B la actividad ~rqueolb~ica. El eqU,- po restringido de 8sbios que COm- pone su persona, director, eatA in- tegrado nor los mejores eswcb- listas de Francia de arte kbme’rc o sanscrito: pero. ademas. ese equi- po establece el enlace can los Br- queólo~os ilxnceses que rea,,zan excavaciones e investigaciones apa- s,onantes. En estos últimos @.ñm. Afgbanistan. PondicbAry en las Indias. e incluso la Indochina, han ,,orm,tido a los conservadores del hfuseo o a sus corresponsales des- cubrir tesoros pertenecIentes a la más remota antigüedad. En CO- ch,ncb,na. se han encontrado ras- tros de huellas de intercambios en- tre el mundo mediterr&neo y el m,,ndo ertremu-orienta,, que data” de la &,oca romana; en PondichA- ry se han encontrado vestigIos de una aueursa, romana, que son la ,,rueba de los esfUerzO conti”UOR de los arquedlogos franceses q”e

trabajan en relactdn con el MU- Beo.

éste mantiene tamb,Aq relaclo- ,,es con ,os sabios extranleros y ron los maestros de la Sorbona ” de, Colegio do Francia. Recien- temcnte. se ha unido a él un Insti. tnta de Orientalismo con una bi. Llioteca, una discoteca, “na fotote- ca, instr,,ment”~ indispensables de Museo Guimet. dedicada al aervi- do de las artes asiAticas. continúa siendo una institución llena de vi- da, donde un equi,m joven Y mo- denlo despliega, para estudiar la antigiiedad, una actividad com,xxa- Me a la su fundadur en el comer. cio de tejidos.

Pero las Axitoe obtenidas por el Museo en el estudio de las religlo- nes nsiAt,cas no hace que se olvido IU. as,>iìaci6,, mAs genera, que fuA el deseo de, industria, de Lyon: el Museo Guimet no se fundú sola- mente pnra el serviclo de las re,,- gimes orientales. sino para el de todas las religiones. Deùe ver con- sagrado al estudio comparado de las religiones.

Recientemente se ha abierto Ii, p”b,ico un anexo de, Museo, donde una exposición notable responde precisamente a wte deseo: su ti- tulo es “Simbolismo eósmlco y mo- numentos religiosos” Todas las re- l,&mes antiguas 0 modernas e8- tAn rqnesentadas por medio de re- woducciones fotográficas o por al- wnos objetos de valor, deadr Egio- to, Asirio-Babilonia, o desde el templo de JerusalAn basta e, cris- tianismo eontenumrA"eo. EstAn re- Uresentados 0 wocados los ~a,,tua- 1’10s de todas 188 A,,ocas y de to- dos 10s paises: dede la Torre de Babel basta la catedral de Char. tres Y hasta el Castillo de Mar,,., construido por Luis XIV para co,,% tituiì una esDecie de santuario de Su majestad Rea,. Textos do pre- 8e”tación redactados ,,or los mojo. ~3s historiadores franceses de las religiones, insisten sobre el ca. rácter cósmico que presentan to. dos estos documentos. Las tumbas del Antiguo Egipto, por ejemplo, se compone” de dos partes: la ea. pilla accesible a los que viven evo- ea, en los bajorrelieves y en las pinturas murales, el universo te. rrestre. La tumba reservada a las muertos tiene los m”raS reeubier- tos de escenas religiosas y místi. eas que evocan el mundo invisible. En los otros cultos existe la mis. ma preocupación de enlazar la práctica religiosa can las manifes-

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taciones de la vida universal; po- del Antiguo quedan relegadas B rrados desde donde asciende una demos citar simplemente In ratc- Is sombra del septentridn. plegaria distante del mundo real. dra1 dc Chmtres, orientnda n los La exposiciún tan oingeniosa que cuatro puntos cardinales, de modo Esa preocupación la han tenido

todas las religiones humanas, py- el Museo Guimet ha dedicado nl . , . ” -u . . . . . * .lU ..I”Icyyy m.

que cl sol Icvantc ilumine el coro, ocupación do situarse en el univer- recuerdo de su fundador, humaniza do de su fundador, humaniza

que las esculturas consagradas al so, de enlazarse con sus ritmos. de y universaliza la aspiración reli- iersalizn la aspiración reli- Nuevo Testamento se hsñen en la rcp*e5entaï sus fucrans. Los san- giosn.

luz del mediodía, mientras que las tuarios dejan de ser los lugares ee- ROBERT ARON. ROBERT ARON.

*****

¿ Quiere rebdjay de peso?

No hay nada que preccupe tan- to a las mujeres como la obesidad. Si usted es una de esas personas que pesa más de lo que le coi-res- ponde de acuerdo con su estatura y edad, nada más fácil que reba- jor unas pocas libras sin someter- se 2. ningún tratamiento especial y, sobre todo, sin tener que acudir a medicamentos o dietas que per- judican su salud.

Se ha llegado a la conclusión de que los ejercicios fuertes, no sólo aumentan el apetito sino que dcs- gastan muy paco la grasa supér- flua que es la que se almacena cll Ios tejidos produciendo una gordu- ra innecesaria, molesta y poco ele- gante, convirtiéndola en el peor enrmigo de la belleza femenina, ya que si na fuera por estas libras PXCCS~V~S que produce, muchas mu- jeres se verían atractivas y no tan gorditas. Para conseguir el con- sumo de esta grasa innecesaria, basta una pequeña dieta, que en realidad no lo es, ya que solamen- te se trata de privarse de un poco dc eomidn extra sin ningún sacri- ficio y sin arriesgar ni la bolsa ni la salud. Se trata solamente de

controlar un poco el apetito exa- gerado con un poco de buena VO- luntad.

Si quiere rebajar une.8 cuantas libras, lo que tiene que hacer es lo siguiente: ptsese el dia que ha resuelta probar su “fuerza de YO- luntad”. Ojalá lo haga en la ma- ñana, B la hora del baño, en una de esas pesas que se usan en los cuartos de baño con ese propósi- to. Y decimos a la hora de tomar su baño, porque así podrá tomar su peso sin ropas y sin alimentos, para poder Ilcvar una anotación exacta. Empezando ese mismo dia, substituya la mantequilla que le pone a sus tostadas por miel de abzjas, o por unas tajadas de ja- món sin grasa. Reduzca una cuar- ta parte su almuerzo diario y por lo menos un día dc la semana, pre- párese su almuerzo y su comida B base de ensaladas y vegetales; es- tas últimos que no sean harinosos. No use aceite ni mayonesa para su ensalada, sino unas gotas de vinagre y un poco de sal. Es de- cir, renuncie, por lo menos uu día â la semana, a la grasa Y a In ha- rina, vuelva a pesarse 8 o 10 dias

después. Notará inmediatamente el resultado y podrá hacer lo mis- mo dos semanas de cada mes, (se- mana de por medio) siempre que no coma en exceso durante las otras dos semanas, y asi llegará a alcanzar el peso deseado sin per- judicar su salud, sin recurrir B medicamentos que muchas veces son más c”merciales que efectivos, y sin tener que arriesgar su salud por someterse a una dieta exce- siva.

Siguiendo este sencillo método que le recomendamos no sólo se li- brará de unas cuantas libras de grasa innecesaria, sino que usted misma notará qué bien se va B sentir deipués de aliviar su peso, pues la gordura supérflua es muy molesta, tanto porque resta helle- za y elegancia, como porque las personas obesas se CBIISBII con su- ma facilidad y les es más penoso caminar y hacer sus quehaceres domésticos. Como verá, el trata- miento es fácil, económico y no re- quiere sacrificios de ninguna cla- se ni la perjudicnn en lo más mí- nimo.

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4d Historia de Dos Hermanos - -~

Cómo surgió eI “Binomio” de los Nehru Cuando llegó el rnornento de ele-

gir presidente de la asamblea ge- neral de las Naciones Unidas e,~ su octavo período de sesiones, con gran sorpresa Rusia y las Esta- dos Unidos respaldaron al tisismo candidato. En votación secreta el 15 de septiembre los votos de lon Estados Unidos, Inglaterra y el bloque soviético dio margen m5.s que suficiente para lograr la eler- ción.

La rara unanimidad del Este y Occidente la consiguió una perso- na: la señora Vijaya Lakasbmi Pandit, primera mujer que logra una posi~ción en el gabinete de la India, primera embajadora de es.

te País y la primera mujer que lo- gra llegar a la alta dirección do la asamblea de la ONU.

Su elección fue un ~galardón pa- ** la más joven de IlIla famosa pareja. de hermanos, Asi como la. señora Pandit *reside, gra- cias a un acuerdo entre Este y oeci- dente la asami>lea da la Oh’“, su her- mano, .Tawah*rl*, Nehv,,. P”11,” pri- mer ministro de la i”diS, “cuP* una destacada posición intemnaional.

IY.lrn”te 1s. lucha de 81, ,,nis ,,or la 1ik1 Ltd. la vida de los dos hermanos fueron muy simi- Inres. IA señor* Pnndit “ivi y lo- Ch6 por su psis. fue 1Ie”ada a la rárc*l en 1937 y fue elegid:, rnk”lbK. de Iris provincias unidas. hoy Uttar Pradenh.

su herma”“. en 108 illtiiì”*,“S en- tre sus nueve de- tenciones, vivió y trabajó on el norte de la India. Aun- que sqxrados. sus

28

Por SARAH NEWMEYER

c.~:ìeìas nunca fueran difeentes. El objetivo supremo de cada uno era, wimero que todo, la liberación de la India y cuando se lograra, el me- joramiento del país y su llegada R una posición destacada en el con- cierto de las naciones.

No hace mucho tomé té con ea- ta brillante y hermosa hermana del primer ministro de la India. en su lujoso apartamento de Cen. tral F’ark en Nueva York. La se. ñora Pandit cs una nmujer mm. da. de pelo canoso. peinado hacin atrás. Cuando habla sus grand,+s ujos dan un brillo especial a SII cara color aceituna. Posee un ti,. po clásicamente ronmno. Xien pu.

diera haber sido una matrona da los tiempos del César. Impreslon:~ con su brillante y hermoso Sari bordado en oro.

Es envidiable el Sari de la mw jer de la India, que le permite nn preocuparse jamás por la longitud o estrechez de la falda.

Cuando comenté esto la señor,, Pandit rió: “Usted se equvoea. dijo; el estilo de nuestros Sari cambia constantemente. Aunque el corte básico permanece igual. rl diseño de los dibujos, los mato- riales usados varían todas Ias er- taciones. Una mujer hindú puede decir tan pronto “e a otra mujer si ésta Ileva un Sari pasado dr moda”.

Me contó que SUS tres hijas qUienes se educan en los Estados Unidos, usan continuamente “Rlur

.Jeans- y blusas pe- P” we al regresar * la India vuelven al sart.

“Yo también w*- “1, ‘hreeches’ Cuan- do joven”, comenta sonriente. “Al mon- tar a caballo y mando me i”“m.. !t* ,111 prima a mon- tar P” Sll motici- riets.. Claro que preferia el cabal,“. En veniidad, nues- trâ romih afición s 10s rabnllos fae lo c,oe nos unió des- de un romienzo a mi hermano y a mi. <::Lan<t” éste ragre- só de SUS estudios en m¿rroy y cam- bridge. Era yo muy t f 111 i d a, especial- mente con él, re- silItado Mgic” de un* educación !xi- ,o_

LOTERIA .

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cados movimientos, su suave an dar mientras cumplía sus deberea uc dueña de casa. Recordé la oea sión on qu econocía su hermanu~ Fue durante la última conferenci:a de prensa en Nueva York en 3~ visita a esta ciudad en el ano dt 1949. Había asistido a numero333 ebnferencias de prensa con diver- 333 pbrsonalidades, pero nadie mt: dió la impresión de dominar la si- tuación en forma tan completa co- mo Nehru. No se refugió en la 30. na de los “no se puede coment~ar”, tan usado por los personajes eh los momentos difíciles. Dió r33- puesta a toda pregunta.

-Por qué cuando asumía una posición neutral con Rusia encar- celaba a varios comunistas indios?

-Encarcelamos sólo 3 quia+ quebrantaron las leyes y pusieron en peligro la seguridad nacional.

-Por quC, si Gandhi preeoniza- ba la no violencia usted permitió que se ejecutara a quienes le dió muerte?

-Porque en la India existe !a pena captial para los asesinos. Personalmente me desagrada, pero no podemos hacer excepciones con quienes asesinan a nuestros gran- des hombres.

Seguidamente, nn reportero - haciendo una velada referencia, pero no tan disimulada que Neh- rú no la comprendiera- pregnn- tó sn opinión eobre los traidor33 que se rebel?” eont~a el orden es- tablecido. recordando claro que Nehrú había sido detenido por Ion ingleses como un peligroso rehel- de.

Uns sonrisa iluminó por un mo- mento el rostro de Nehrú, pero la educada expresión de su rostro no desapareció.

“No olvide -replicó con 3u acento de Cambridge- que euan- do una revuelta tiene éxito, el re- belde deja de ser un traidor para convertirse en un patriota”.

Mientras la seiiora Pandti rnll servia el té comprendí el inmenso valor de esta pareja de hermanos. única en el mundo. Formaban un “equipo de trabajo” de ineompa- rables condiciones.

“Lo que usted llama ‘equipo de trabajo’ -comenta sonrientemente la señora Pandit 33 debe proha- hlemente a tres cosas. Primero que todo, al li>riro amor y compren- sión que existen entre do3 herma-

. LOTEnI&

noa. Hay que a@egar que desde temprnna edad mi hermano 3e constituyó en un héroe para mí y lo continúa siendo. Pese 3 ser hoy un hombre de importancia, no ha perdido su acostumbrado sentido <leI humor. Muchas veces. durante largas reuniones en que se pro- nuncian largos y aburridos discur- sos, con una sola mirada compren- do que Nehrú estaba pensando lo mismo que yo del orador”.

“Muchas veces me hace cosas ,+,o recuerdan nuestros tiempos de rdfios. Cuando estamos discutierr- do asuntos de familia y no no3 po- nem>s de acuerda. 33 me acerca y jclándome el pelu me obliga a cam- hiar dc puntos de vista. Y este equipa de trabajo formada por do., hermanos, 33 un gran factor par:, economizar tiempo. Muchas vec cuando se está afeitando yo me siento cerca y me da instru$ciones para infinidad de asuntos. Con ello w ahorra horas de trabajo”.

Recordé a la seriora Pandit que había mencionado una tercera ra- zón.

“La tercera razón?” exclamn ella. “India. En mi psis el equipo integrado por mi hermano y yo tiene grande importancia. Estamos unidos por iguales ideales. Todo ello facilita nuestra comprensión.

Cuando murió la esposa de mi hermano, mi esposo, yo y mis tres hijas nos trasladamos a vivir a RU casa, donde asumi el papel de arna de casa. Pasamos tanto tiempo en la cárcel que a menudo durábamo3 meses sin vernos. Salía yo y en- traba él.

A la muerte de mi esposo, mi hermano asumió con más propie- dad que nunca su papel de herma- yor, que 3” la India tiene especial importancia. El vínculo familiar en mi país es muy fuerte. Los niño3 dicen 3 sus tias mamá, y primos, sobrinos, etc., 30” considerados co- mo hermanos. Estos gozan do grandes privilegios. Así como en América existe el día del padre. en 1s India tenemos 31 di3 del her- “lR”O.

El dia del hermnao es para las herxanas de grande importancia; ese día les obsequiamos un riimi- llctc de flores y “IlOS regalos. Ellos nos dan, a su vez, regalo3 consistentes en dinero. Tenemoa

otro dis del hermano, que en ia India se llama Raskah Bandhan, y no tiene nada que ver con nuestros hermanos. Es dedicado 3 los ami- gas. Esta vez obsequiamos con un brazalete de plata a quienes no3 han prestado un gran servicio o ha sido especialmente bondadosa CO” nasotros.

El origen de esa costumbre - continúa la seriora Pandit se re- monta 3 ““3 leyenda, en que una princesa obsequió con un brazale- te a un mortal enemigo. Quiere

Acepté. La sefiora Pandit goza iama de ser una de las personas que relatan cuentos e historias con mayor propiedad. Un pequeño li- bro dedicado a los niños será pron- to lanzado a la venta. Contiene cuentos y relatos escritos por ella.

“Hace mucho tiempo .-comen3.5 - cuando el emperador musulmán de Delhi consolidaba su imperio, el Estado de Rajastahama tenia fama por la caballerosidad e hi- dalguía de sus habitantes. Como en los tiempos de la Edad Media, los caballeros eran dedicadas a los dioses y las damas preferian arro- j*rse * las llamas antes que c33ì en poder de sus enemigos.

La princesa Bajput optó por otra sistema cuando las tropas del emperador mongol amenazaban las fronteras. Envió un mensajero al emperador enemigo con un braea- lete de plata en señal de amsitad y un mensaje que de&: ‘Ahora eres mi hermano’. El emperador aceptó el presente, y no sólo sus- pendió la invasión sino que con- tinuó protegiendo a !la princesa por el resto de su vida>>.

con este relato la seîlora Pan- dit dió por terminoda su entrevis- ta. Al despedirme comenté: cuán hermoso seria que los jefes de las potencia3 mundiales SC comporta- ran cardo la princesa y el empera- dor de la leyenda.

“Sí -replicó la se8ora Pandit-: el afro pasado le obsequié al em- bajador de los Estados Unidos en la India, un brazalete de plata co- mo señal de hermandad. Lo hice no por 33í el embajador de un man pais, sino por lo mucho que ha hecho Charle3 Bowles para ayudar 3 la India”. Y sonriendo la señora Pendit me despidió hasta la puerta.

29

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El tecuerdo de

C ezanne en Aix en Provence

Artículo inédito de

Bernard Champigneulle

l

Ha habido muchas leyendas y muchas cxageraeiones en los juicios sobre la hostilidad manifestada contra Cézanne por la ciudad don- de nació, donde murió y donde pin- tó durante la mayor parte de su vida. En realidad, ese burgués malhumorado y solitario, no que- ría en modo alguno el representar el papel de genio entre sus eon- temporáneos. Perfectamente cons- ciente de lo que aportaba a la pin-

, tura, continuaba su tarea ingrata y ruda si” preocuparse lo más mí- nimo do las reacciones de sus sane- jantes. Es indudablemente por es- to por lo que pudo construir una abra cuya influencia ta” profunda y tan duradera no ha tenido qui- zás rquivalente en toda la histo- ria dc la pintura.

No se puede considerar como responsables a los habitantes de Aix de la indiferencia mostrada a la obra de Cézanne cuando vivía. Para que el honor quede a salvo, cs sufieientr el que algunos amigos y poetas provenzales comprendie- ran y celebraran el mensaje del artista. Cézanne tuvo que esperar cerca de cincuenta afios antes que SU buena ciudad le rindiese. ofi- eiahnente, los honoïes. El Museo de Bellas Artes, que no adquirió sus obras cuando tenian poco va-

t

30

lor en el mercado, no posee en la actualidad más que algunas acua- relas, que representa”, más bien débilmente, la obra de Cézanne.

La reparación se ha llevado a cabo. Digamos, ante todo, que gra- cias a la generosidad de James Lors, presidente del C&anne Me- wwrial Comittec, y de nuestro co- lega John Rewald, se ha canscgui- do que personalidades norteameri- canas contribuyeran a la compra del taller y de 1s casa que Cézan- “e hizo construir en las afueras de la ciudad. El escritor Mace1 Pro- vence los había adquirido para salvarlos, y vivió allí hasta su muerte reciente. En la actualidad, la dirección de los Museos de Francia y la Universidad de Aix organizan un museo donde se re”- nen todos los objetas familiares del maestro, algunas obras intimas, particularmente un carnet de cro- quis de gran interés para los que quiere” estudiar los primeros pa- sos de la juventud del pintor. El pabellón Céz:a”“e será el templo del recuerdo, al mismo tiempo que un centra de documentación.

Durante el mes de agosto, el m”- seo Gran& ha organizado, para- lelomente a las mnnifestariones del festival de música, una exposición de gran alcance. Se han reunido en ella veinticuatro cuadros y otros tantos dibujos y acuarelas.

La elección realizada permite se guir la evolución pictórica casi completa del maestro. El Asesinato (1861.70), es una composición de juventud, sambria y de una violen- cia completamente romá”tica, que se aproxima mucho a Daumier. Una Nntumleza Mzw+a con Man- zona8 es aproximadamente de la misma época. Vemos cl Vaso Azul relaciones co” el realismo, co”

y los Jugadores de Ccwtas, del Lou- vre, que se “OS presentan en esta confrontación como obras maes- tras. EI gran paisaje de Aix en- viada por el Metropolitan Museum, representa co” dignidad la época en que Cémnne recorría el campo provenzal. El Th&“&, la monta- ña de Santa Victoria, aparece”, so- bre todo, en esas acuarelas que el artista consideraba sólo como ejer- cicios o trabajos preparatorios, pe- ro en las cuales podemos leer co” evidencia, en la actualidad, el rigor de su espíritu constructivo.

Como cumbre del museo Gran& vemos La Vieja con el Rosnrio, que es de “n interés capital. El cuadro fué pintado en 1899. El pintor ha- bía conquistado la solidez de las formas, el sentido del espacio. Se expresaba co” más libertad y co” ““a personalidad más dura quz otras veces. En sus retratos vemos que quiere pintar la vida interior de sus modelos. Busca el estilo, y encuentra la sensibilidad. Esa mu- jer inclinada hacia el suelo, co” el rosario cn las manos arrugadas, posee un carácter de modestia, de humildad, y al mismo tiempo “na fuerza de alma extremadamente conmovedora. En este sentido es “no de los cuadros más humanas dc Cfzanne, y. por lo tanto, el más completo.

Por último, el museo de Basilea ha enviado la última obra del maes- tro: La Cabaña de Jowdan (191X), paisaje inacabada, pero deslumbra- dar, en el que el resplandor del cie- lo parece entre las hojas. Pintando este cuadra, el pintor se sintió enfermo. Se le pudo transportar a su casa de Aix, donde murió ““os días después.

Esta exposición ha provocado muchos comcntarias en torno n la obra de Cézannc, incluso algunos abusivos. Se recurre a estas pintu- ras para demostrar que so” la gk- nesis de todas las escuelas actua- les. Mauriee Denis se burlaba, ha- ce ya treinta años, de los que n- tribuían al maestro sus propias ideas: “Cézanne es tan complejo y diverso que cada “no espera de él la eonfirrnació” de su propio siste- ma. Todos sus cuadros piden el ser interpretados”.

Es cierto que se puede glosar in- definidamente sobre el caso Cé- zanne, sobre sus filiaciones próxi- mas o lejanas, sus admiraciones por Delaeroix o el Greco, sobre sus

IOTERIS. .

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Courbet, sobre la manera tan per- sonal como asimiló el impresionis-

estar agradecidos a sus organiza-

mo e incluso esa en la que él pudo dores. La iniciativa de la exposi- ción ha sido debida a la senora

engendrar el arte abstracto. Estos son algunos de los pro-

Martinaud-Deplat, y ha sido reali- zada con la colaboración de Ia se-

blemas que ha planteado la eupo- sición de Aix, por lo que debemos

irora Guynct-Péchadre, conservado- ra del Museo de Niza.

R-4?@- *****

Nuestra A

De todos sus peligros se va sa,- vando Amórica. Sobre algunas re- públicas estzí durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, can prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras olvidando que .Juá- res paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una bomba de jabón: el lujo ve- nenoso, enemigo de la libertad, pu- dre al hombre liviano y abre Ia puerta al extranjero.

(Fragmentos)

m&ica 7~

JOSE MARTI :?C

1853.1895 ,T

Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenaza- da, con el carácter viril. Otras erizan, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede de- vorarlas, Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no Ie viene de si, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones ín- timas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la des- deña. Y como los pueblos virile? que SB han hecho de sí propios la escopeta y la ley, anm, y sólo ana, a los pueblas viriles; como la hora del desenfreno y la ambición dc que a caso se libre por el predomi- nio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pu- dieran lanzarla sus masas vengati- vas y sórdidas, la tradición de eon- quista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta con que se la pudiera encarar y desviarla; como su decoro do república pone a la

l

América del Norte ante los ojos a- tentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril 0 la arrogancia ostentosa, 0 la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nues- tra América es ensefiarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, man- chada sólo con la sangre de abo- “0 que arranca a las nm”OS la pe- lea con las ruinas, y la de las ve- nas que nos dejaron picados “oes- tras sueños. El desdén del vecino la co”osca, la conozca pronto, pa- ra que no la desdeñe. Por ignaran- eia llegaría ta, ves a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaria de ella las mn- nos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo me- jor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor preva- lece. Los pueblos han de tener UIIR picota para quien les azuza a odios inútiles y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.

No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, las pensadores de lámpara, enhe- bran y recalientan las razas de li- hreria, que el viajero justo y el ob-

Durante las tres últimas sema- nas del mes de septiembre la expo- sición será Ilevada a Niza. Esta bien que tantos esfuerzas no que- den limitados a una sola ciudad, aunque ésta sea aquélla en que na- ció Cézanne.

servador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta, en el alno* victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma exnana, igual y eterna, de los cuer- pos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el a- masijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos di- versos, caracteres particulares y activos de ideas y de hábitos, de en- sanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pu- dieran, en un período de desorden interno o de precipitación del ea- rácter acumulado del psis, trocar- se en amemm grave para las tie- rras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perece- deras e inferiores. Pensar es ser- vir. Ni ha de suponerse, por anti- patía de aldea, una maldad ingini- ta y fatal al pueblo rubio del Con- tinente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la cosa como no- sotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son di- ferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo desde su eminencia aun mal segura a los que, con menos favor de la Histo- ria, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas: ni se han de es- conder los datos patentes del pro- blema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y UT- gente del alma continentsl. Porque ya suena el himno unánime: la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los pa- dres sublimes, la América trabaja- dora: del Brasil a Magallanes, scn- tado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí por las naciones ro mántieas del Continente y por las islas dolorosas del mar. la semilIa de la América nueva.

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p..c

La alimentación deZ enfermo Px MARIA M. PEABODY

Dicta blanda.-

Se entiende por dieta blandx, ia que está compuesta de alimentos fkiles de digerir, ya sean sólidos o líquidos. Es como quien dice el pa- so siguiente a la dieta líquida. In- cluye, además de todas las bebidas mencionadas en nuestro número anterior, como jugos de frutas, huevos pasados por agua, pan tos- tado, galletas, flanes, gelatinas y otros dulces sencillos, cereales co- cidos, frutas cocidas y purés d” le- gumbres. Generalmente, a las tres comidas de una dieta blanda, se añade alguna bebida a media ma- ñana, en la tarde y antes de acos- tarse. Dieta ligera.-

Se designa con ese nombre una dieta en la que a los alimentos y

Autora dc “Aprenda a cuidar a su enfermo”.

bebidas descritos en las anteriores SC agregan algunas carnes, corno pollo, cordero, ternera, asadas o co- cidas, pescado fresco, conservas de frutas y frutas cítricas (naranjas, toronjas mardarinas etc.).

Dieta Completa.

En la dieta completa no hay más restricciones que los alimentos fri- tos o muy condimentados, los pro- ductos de salchichonería, los que- sos fermentados, ciertos pasteles y otros platillos espeeiabnentc ricos que deben omitirse o tomarse en cantidades muy pequeiias hasta que la recuperación del enfermo sea absoluta.

Constipación.

Los enfermos, al permanecer in- activos en la cama y sometidos a un” dicta, frecuentemente sufren de constipación. Existen muchos medios sencillos para combatir es” padecimiento: tomar un vas” de agua, de jugo de fruta o una limo- nada caliente una hora antes del desayuno; beber bastante agua cn- tre las comidas; incluir “n los ali- mentos suficientes frutas Cdas a- sadas o crudas, si estirn permitidos; comer cereales integrales, pan ne- gro, miel y legumbres verdes si n” los prohibe la dieta; tomar por 1” noche frutas secas como higos prensados y ciruelas pasas Y, más efectivo que todo 1” anterior, nc”s- tumbrarse a un horario regular.

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I f 1 I

1

NUMEROS FAVORECIDOS POR LA SUERTE DEL 26 DE OCTUBRE DE 1952 AL 25

DE OCTUBRE DE 1953

PRIMERO SEG”NDO: TERCERO:

7195 4474 9392 9080 4942 2192

6392 8524 4628 7335

7636 3800 1367. 8094

8626 4337 1035 8964

9933 8810 3077 2088 549" 4244 6945 6443

0164 005, 0043 4670 4805

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Ld Explosión Por VICENTE ALIIISANDRE

Tod,, la ,,,i,,,,,~io.si,l,,,l tl,jl ,rl,,,« t,, hmos recorrido. Si, sorr~os los ,~,,,,,,~or,,dos que 110s ,t,,isiérn,,,o.~ ,,,,n tardr. IN Ir~~rno.s ,worri,lo, PS,, ,,lm,,, ,,ti,,,,~iosnn,c,,f,~, cadn di,,

so~t,~,~,,,tiY,,,ionos co,, ,,,, ,~sp,,cio ,mis.

I.0 rnisrr~o que los trmtrn1c.s d,, un,, t,trd,~, t,~,,didos, r,~,wl,,dr,s. rr,,,, r,v,rri,~,,d« s,, ,werp« lomi,,oso, y SC «bsorhan, !, CI l,,,,, l<,,d,~ .s,>,, t, to<t<r l,, r,,z S,’ rl,, ,, r~.st,rll<,, y SP htrcr, t, l,,, sido ,,,,,, l,,rdî .sol,r rt,,l ,,,,,,w, i,,fi,,~t,r. rJ iufv/« ~77 10 o.w,rid,,d SI’ t,ir,,d,,,,, g ,,,,,,,w y,, SIS nerrí,,, porque

PPW J~.Y/O PS JJJMJ ~~YJJJ l,,rdr q,,,’ dt,r,,.~,~ Iodn In vida. Como tc,,didos, 110s ~~.,~isti,,,o.s, ,,,,,w mio, g 11, utmn tr,,.sl,,d,,,l,, ,, 10 ,li,,,,,,,sió,, dc l,, ni,/« cs co,,,,, ,,,, t,run cuerpo rt,,,’ I’,, un,, t,,r,t,~ i,,/i,,ita yo fwm ~,~~o,,o~i,~,,,t,,. Todrr 177 t,,r,l,~ r~,,lcr« del oiuir te Ir,, ,t,,,,rido. Y aher,, lo ,t,,,’ ulli ,Y,,’ ,,o PS ~1 p,,,,ic,,t,~, cs sólo Ir* »id,, lorln lo q,,,’ ulti uw; t, cI owso no vs: vs ~1 uioir ,,,is,no ~1 q,,,’ t,,r,,,i,,u, 1, 11, ,t,,i<vw. Te ,,rri<vw t, <~.strr t<,r<l,~ SC ,rcaba, twde d,,!w, ~.ristid,,, en q,,,~ no.< h,,,o.s ido queriendo. Vida q,,,’ tod,, ,~,,t,w, como un,, tard,~ II,, drrrndo. Arios (‘o,,,o LI,,* hora en que he recorrido Ir, ,rlmn, d,wwhrit4ndol,, drspncio, como minuto ,, ,,,i,,,,to. Por,t,w lo q,w alti está ncnhndo, qoir,i, si, SC,, la vida I’r~ro «lrrr~c a,t,,i PI r~.st,,llido ,t,,c r,npez,i s,’ ~orortn ,, ,111 PI ~olrno, ,‘,, t0.s brillos, lod,, eslds d,wwt~i<~rt<,. tt fuc: II,,,, t,rrd,*, u,, ro,npir,,t,~. !, t-1 cerril y las luces YJI alto ,,l,or« ,w ,,/MY~,, drsl tr,do, y n,t,,i ,~.st,í.s: ;,,os l,~,,e,no.s!