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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
2. El origen biológico del ser humano. (1ª Parte)
“Sólo a partir de Darwin se ha comprendido que no somos la especie elegida, sino, como dice
Robert Foley, una especie única entre otras muchas especies únicas, aunque eso sí, maravillosamente
inteligente.
Y no deja de ser paradójico que tantos siglos de ciencia nos hayan llevado a saber algo que
cualquier bosquimano de Kalahari, cualquier aborigen australiano o cualquiera de nuestros antepasados
que pintaron los bisontes de Altamira conocía de sobra: que la tierra no pertenece al hombre, sino que el
hombre pertenece a la tierra”
La especie elegida, J. L. Arsuaga e I. Martínez, Madrid, Temas de Hoy
La biología, la paleontología, la anatomía comparada o la embriología han
venido demostrando desde hace aproximadamente 150 años que hay un parentesco
biológico entre todas las especies vivas1, lo que ha obligado a reflexionar acerca de
quiénes somos realmente
los seres humanos.
Salvando las distancias, es
algo así como si
supiéramos que nuestros
antecesores, nuestros
padres no son quiénes
pensábamos que eran y…
mucho más que esto. Nos
come la curiosidad y
decidimos “girar la cabeza”
para mirar al pasado, hace
millones de años, antes de
Internet, de los coches, la
1 El autor de este grabado es M.C. Escher y se titula “Aire y agua”.
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
máquina de vapor y la imprenta, antes incluso de que nuestros antepasados supiesen
cultivar, mucho, mucho antes...
Aunque hay que mirar muy atrás no hay que irse muy lejos para encontrar
huellas o pistas de nuestra historia evolutiva (la de nuestra especie). Cerca de Burgos, en
la Sierra de Atapuerca está uno de los yacimientos en Europa y en el mundo que más
nos está enseñando sobre nuestros ancestros. ¡Sería una pena no visitarlo!
2.1. De cómo hay diversas teorías para explicar nuestro origen remoto.
A pesar de que, como dice el sabio E. Mayr, “la evolución constituye un
fenómeno tan obvio para cualquier estudioso de la naturaleza que su rechazo casi
universal hasta mediados del S.XIX es algo enigmático”2, hasta hace aproximadamente
150 años una sola idea cabía en la sociedad occidental: Dios o un Ser superior nos había
creado de la nada, no sólo a nosotros, los humanos sino también al resto de las especies
vivas. Su libre voluntad era la responsable de que nosotros estuviésemos aquí y su
generosa providencia se ocupaba de cuidarnos y seguir dando “cuerda al reloj del
mundo”.
Esta idea provenía de la tradición judeocristiana, reflejada en la Biblia, tan
influyente en Occidente, de la que, en aquel entonces, se hacía una interpretación literal.
Esta mentalidad era ajena al pensamiento griego donde la creación “ex nihilo” (de la
nada) era sencillamente imposible. A pesar de ello, la teoría fijista que, entre otros,
defendieron los filósofos griegos, Aristóteles y antes su maestro Platón, resultó ser un
apoyo inesperado para las tesis creacionistas cristianas, puesto que consolidaba aún
más la idea de que las especies, una vez creadas por Dios, no sufrían ningún cambio ni
modificación a lo largo del tiempo. Las especies o las esencias (que son las ideas o
formas de Platón) permanecían inmutables puesto que la esencia de una sustancia es lo
que la hace ser lo que es y no otra sustancia.
2 Por qué es única la biología, MAYR, E. , Katz Editores, Buenos Aires, 2006..
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Actividad 1
El siguiente relato es el famoso mito de Prometeo y Epimeteo recogido por Platón en su diálogo “Protágoras”; he pensado que sería una sugerente alternativa al relato del Génesis sobre la creación del ser humano, que supongo que conoceréis de sobra:
“... Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución "Una vez que yo haya hecho la distribución, dijo, tú la supervisas". Con este permiso comienza a distribuir. Al distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas, en tanto que para aquellas, a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba.
De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. Cuando les suministró los medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó defensas contra el rigor de las estaciones enviadas por Zeus: las cubrió con pelo espeso y piel gruesa, aptos para protegerse del frío invernal y del calor ardiente, y, además, para que cuando fueran a acostarse, les sirviera de abrigo natural y adecuado a cada cual. A algunas les puso en los pies cascos y a otras, piel gruesa sin sangre. Después de esto, suministró alimentos distintos a cada una: a una, hierbas de la tierra; a otras, frutos de los árboles; y a otras raíces. Y hubo especies a las que permitió alimentarse con la carne de otros animales. Concedió a aquellas, descendencia, y a éstos, devorados por aquéllas, gran fecundidad; procurando, así, salvar la especie.
Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en ese trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre. Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquella fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo.
El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a erigir altares e imágenes a los dioses. Luego, adquirió rápidamente el arte de articular sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzado, abrigos, alimentos de la tierra. Equipados de este modo, los hombres vivían al principio dispersos y no en ciudades, siendo, así, aniquilados por las fieras, al ser en todo más débiles que ellas. El arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente para la guerra contra las fieras, porque no poseían el arte de la política, del que el de la guerra es una parte. Buscaban la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen en las ciudades la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia y el pudor entre los hombres: "¿Las distribuyo como fueron distribuidas las demás artes?".
(Continua en la siguiente página)
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…Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el poder entre los hombres, o bien las distribuyo entre todos?. "Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad''.
Protágoras, 320d-321
a) ¿Qué te ha llamado más la atención del relato?
b) ¿Qué similitudes y diferencias encuentras en este relato respecto al relato ya conocido del Génesis? Para ello busca el relato bíblico, o, si no lo encuentras, escucha atentamente.
Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
Esta última doctrina (el creacionismo fijista) se mantuvo prácticamente
inalterada hasta que algunos naturalistas a comienzos del siglo XIX la cuestionaron
proponiendo otra alternativa. A pesar de todo el creacionismo sigue vigente
“disfrazado” con otro nombre en EE.UU y algunas otras regiones del mundo; si no te lo
crees lee la siguiente actividad:
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Actividad 2
Aunque parezca mentira, el creacionismo no fue sustituido por las teorías evolucionistas y aún hoy, sobre todo, en Norteamérica, el creacionismo se mantiene pujante ¡más que nunca! y se resiste a ser desplazado por la teoría evolutiva.
Sesenta años después de la famosa controversia de Oxford (1860) entre los partidarios de Darwin y sus detractores, en EE.UU se desarrolló un proceso similar denominado el “juicio del mono”. El protagonista fue un profesor de ciencias del instituto de secundaria de Dayton (Tennessee) llamado John Thomas Scopes que se atrevió a desafiar las leyes de su Estado enseñando a sus alumnos la teoría de la evolución. La ley del Estado de Tennessee prohibía en 1925 la enseñanza “de cualquier teoría que niegue la historia de la creación divina del hombre descrita en la Biblia, y pretenda, en su lugar, enseñar que el hombre ha descendido de los animales inferiores”. El juicio que aparece descrito en la película “La herencia del viento” (1960) condenó a Scopes, pero a largo plazo consiguió que no se aplicase la ley antievolucionista.
Los fundamentalistas lejos de retirarse han seguido presionando a las juntas locales y estatales de educación para que, al menos, la teoría de la creación se presente en las escuelas en las mismas condiciones que la teoría de la evolución. Y lo han logrado en algunos Estados donde los libros de biología incluyen la siguiente advertencia en una pegatina: “Este libro contiene material sobre la evolución. La evolución por selección natural es una teoría, no un hecho. Este material debe ser leído con una mente abierta, estudiado cuidadosamente y considerado críticamente. Aprobado por el Consejo de Gobierno de las Universidades, 2006”.
Además, con el fin de que su teoría religiosa pase los filtros científicos la han disfrazado de una teoría con credibilidad científica llamada Diseño Inteligente (DI). Uno de sus defensores, el profesor Philip Johnson reconoce que “hay que sacar la Biblia y el Génesis fuera del debate, y formular los argumentos de modo que suenen aceptables en el mundo académico”, despojando a esta teoría de cualquier referencia teológica. Esto es lo que pretende hacer el instituto Discovery, el principal lobby que promueve el DI con el apoyo de la administración norteamericana, dirigida por George Bush, que no esconde sus preferencias por el creacionismo.
Continúa en la página siguiente…
…El DI defiende, según el Instituto Discovery, que “la mejor explicación para ciertos rasgos del universo y de las cosas vivas es una causa inteligente, no un proceso autónomo como la selección natural”. Los argumentos de los partidarios del DI son, entre otros, que la evolución es una teoría, no un hecho o una realidad, entre otras teorías alternativas. La teoría de la evolución no tiene a su favor pruebas definitivas como lo demuestra el hecho de que no se hayan encontrado muchos fósiles de la fase intermedia de la evolución de las especies. Otro argumento que proponen a favor del estudio del DI es que los alumnos/as deben tener un pensamiento crítico y conocer “todos los lados” del debate para que ellos mismos saquen sus propias conclusiones (estos mismos son los que boicotean la educación sexual en los institutos americanos porque no admiten que se les hable de métodos anticonceptivos y, en este caso, no apelan al argumento del pensamiento crítico del alumno. Lo siento, no aguantaba más).
El DI no ha engañado, afortunadamente, a todos y ha encontrado la oposición de la mayoría de la comunidad científica norteamericana y de algunos jueces como John Jones III que ha fallado en contra de los creacionistas en el distrito de Dover (Pennsylvania) declarando que el DI se basaba en la religión y no en la ciencia y que, por tanto, no tenía lugar en la escuela pública después de estudiar la querella presentada por unos padres contra la junta escolar de su distrito porque obligaba a los alumnos a leer un documento en la clase de ciencias donde se afirmaba que la teoría de la evolución no era un hecho sino una teoría entre otras teorías como la del DI que también tenía credibilidad científica para que, quién quisiera más información, acudiese a un manual disponible en la biblioteca del centro.
Este debate no ha hecho más que empezar y las encuestas manifiestan resultados inquietantes en Norteamérica puesto que sólo el 44% de los estadounidenses en 2004 contestaron que era verdadero que las especies actuales han evolucionado de especies anteriores. Por ahora, en Europa el problema no inquieta (el 70% contestaron que era verdadero en la anterior encuesta), aunque en Europa del Este y después en el resto de Europa se corre el riesgo de que el DI se vaya abriendo paso, ante la ambigüedad que manifiesta, en algunos casos, de la Iglesia católica.
Con el objeto de debatir algunos de estos puntos, vamos a ver el capítulo de los Simpsons: “El hombre mono”, para después comentarlo.
Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
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El primero que se atrevió a cuestionar el creacionismo fijista fue Jean-
Baptiste de Lamarck (1744-1829), quién pensó que una fuerza interior dirigía la 3 Para la actividad que acabamos de de leer he contado con la ayuda del artículo de la edición española “Foreign Policy” titulado “Bush contra la ciencia” de Matthew Nisbet, que está a disposición de todos vosotros.
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
evolución en el tiempo de cada una de las especies. Además, atribuía a la generación
espontánea el surgimiento de nuevas especies, hasta entonces desconocidas. El gran
mérito de este naturalista fue reconocer la importancia que tiene para todas las especies
la adaptación al medio natural en el que viven. Esta necesidad de adaptación habría
dirigido el rumbo de la evolución de las especies. Es inevitable que hablemos del
ejemplo del que el propio Lamarck se valió. La jirafa se alimenta de los brotes tiernos
que hay en las copas de los árboles de la sabana africana. La altura de estos alimentos
habría inducido a las primigenias jirafas a estirar lo más posible el cuello con el fin de
atraparlos. Esta práctica habría estirado el cuello de las jirafas y este rasgo adquirido fue
heredado por los descendientes y así sucesivamente. Resultado actual: 1,5 metros de
longitud de cuello. Dos principios resultan de las tesis de nuestro amigo Lamarck:
1. Todas las especies han evolucionado en el tiempo.
2. Los caracteres adquiridos por un individuo son heredados por los
descendientes de este.
Esta última tesis parece desmentirse cuando el candoroso padre con la
camiseta de Raúl y el 7 a la espalda pregunta a su hijo de dos añitos: ¿De qué equipo
eres, mi campeón? Y el niño con naturalidad responde: del Atleti papa. La misma
sorpresa que el padre nos llevamos cuando descubrimos que lo que mis progenitores
han conseguido con mucho esfuerzo adoptar en su carácter o anatomía nosotros no
tenemos por qué heredarlo. Sólo después de las averiguaciones de la genética hemos
podido “enmendar la plana” a Lamarck acerca de su segunda afirmación (Los caracteres
adquiridos con el fin de adaptarnos mejor al medio en el que vivimos no se heredan).
Respecto a la primera acertó a medias, aunque aún faltaba desvelar lo más difícil del
caso: ¿Qué mecanismo guiaba la evolución de las especies?
Ch. Darwin (1809-1882) lo encontró y lo dio a conocer a todos en “El origen
de las especies” (1859), donde afirmaba sin tapujos que las distintas especies
evolucionaban a partir de especies más antiguas hasta remontarse a un antecesor común,
y añadía que, este hecho (a pesar de lo que digan algunos), se producía gracias a la
selección que la naturaleza hacía de las variantes que se producían dentro de ellas según
su capacidad para sobrevivir en su hábitat (lo cual era una insólita
novedad en el campo de la biología). El célebre naturalista no
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
descubrió de la noche al día esta revolucionaria aportación sino que fueron la
acumulación de datos, la reflexión y observación durante años y alguna que otra pista
que su abuelo Erasmus (que también defendía la evolución antes que su nieto) y Th.
Malthus le brindaron, las causas que se aliaron con su propio genio para dar a luz su
importantísima teoría de la evolución.
Como hizo en la ficción el naturalista y cirujano S. Maturin en las espléndidas
novelas del mar escritas por Patrick O´Brian o el propio Alexander von Humboldt,
naturalista precursor de los viajes científicos, el joven Darwin se enroló, no sin
dificultades, en el Beagle en 1831 y recorrió el Océano Pacífico y la costa de América
del Sur durante cinco años acumulando numerosos datos que después le servirían para
acercarse, en primer lugar, a la certeza de la variabilidad que se produce dentro de una
misma especie.
Desde su vuelta a casa después del viaje, Darwin buscó incansablemente el
mecanismo de la evolución de las especies. A partir de la observación del trabajo de
domesticación y selección de de los individuos de una misma especie que llevan a cabo
los cuidadores de animales y los cultivadores de plantas, Darwin dedujo que la propia
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
naturaleza debía hacer una selección similar o aún más eficaz, sólo que más lentamente,
al cabo de miles de años. El mecanismo no lo conocía hasta que encontró, no muy lejos,
en su misma sociedad inglesa, la clave del misterio de los misterios. La pista estaba
escrita en el Ensayo sobre el principio de la población de Malthus de 1798:
“Creo que puedo establecer perfectamente dos postulados. Primero, que la alimentación es
algo necesario para la existencia del hombre. Segundo, que la pasión entre los sexos es necesaria y
permanecerá aproximadamente en su estado actual... digo que la potencia de la población es
indefinidamente superior a la potencia de la tierra para producir sustento para la humanidad... (ya que) la
población sin controlar aumenta en razón geométrica mientras que el sustento sólo crece en razón
aritmética. Una ligera familiaridad con los números mostrará la inmensidad de la primera potencia en
comparación con la segunda”.
Efectivamente, la lectura de aquel ensayo alumbró “la bombilla” de Darwin:
los diferentes organismos compiten por unos limitados alimentos, sobreviviendo y
reproduciéndose aquellos que están dotados de las variaciones más favorables que son
heredadas por sus descendientes. De este modo, la sabia naturaleza selecciona a los
miembros más capaces de sobrevivir porque tienen variaciones favorables en ciertas
condiciones, propiciando una lucha por la existencia en la que sólo podían sobrevivir
y reproducirse los más aptos para un hábitat determinado. De este modo, la selección
natural incluiría dos pasos:
1. Se producen variaciones (Darwin todavía lo atribuía a la adquisición de
caracteres que pasaban de un individuo a sus descendientes como decía Lamarck)
dentro de una misma población de una especie.
2. Las variaciones más favorables (para unas determinadas condiciones)
sobreviven y se reproducen mientras que las menos favorables o aptas desaparecen sin
haber dejado descendencia.
“Cuando vemos que han ocurrido indudables variaciones útiles para el hombre, no podemos
creer que no vuelvan a ocurrir, en el curso de muchas generaciones sucesivas, otras variaciones en
algún modo útiles a cada organismo en la grande y compleja batalla por la vida. Y si ocurren ¿podemos
dudar entonces (recordando que nacen mucho más individuos de los que pueden vivir) de que los
individuos que tengan alguna ventaja sobre los demás, por pequeña que sea, tendrán las mejores
posibilidades de sobrevivir y de reproducir su especie?.
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
Por otra parte podemos estar seguros de que cualquier variación que sea perjudicial aún en
pequeño grado será destruida. Esta conservación de las variaciones y diferencias individuales favorables
y la destrucción de aquellos que sean nocivas es lo que se ha llamado selección natural o supervivencia
de los más aptos”.
El origen de las especies de Charles Darwin
Otro naturalista Alfred Russell Wallace (1823-1913), que también viajó por la
cuenca del Amazonas y el archipiélago malayo, llegó a conclusiones similares a las de
Darwin y estuvo a punto de adelantársele en la presentación de la teoría de la evolución
a la comunidad científica. Este hecho precipitó la elaboración y preparación del célebre
libro “El origen de las especies” que enseguida se agotaría y causaría un impacto
inusitado en la sociedad de su tiempo (a pesar de que habría que esperar más de 10 años
para que Darwin se atreviese a aplicar su teoría al propio ser humano en su libro “El
descenso del hombre y la selección en relación al sexo”, 1871). Tanto es así que E.
Mayr escribe, de nuevo:
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Actividad 3 El darwinismo social y cosas peores
Muy pronto, en la sociedad británica, algunos oportunistas no tardaron en aplicar las
conclusiones de Malthus y después de Darwin a las sociedades humanas, justificando así, con el fin
de mejorar nuestra especie, la desaparición de los más débiles, esquilmados por las guerras, las
hambrunas o las epidemias. Los defensores del capitalismo más salvaje encontraron en el
evolucionismo el mejor argumento para defender la competencia sin escrúpulos en la sociedad.
También, el colonialismo europeo del s. XIX justificó así la conquista del continente africano. A esta
doctrina se la denominó darwinismo social a pesar de que Darwin no compartía con ellos la idea de
que se aplicasen a las sociedades humanas las conclusiones que él había descubierto en la naturaleza.
Desgraciadamente, poco tiempo después, en la primera parte del siglo XX, algunos
defensores de la pureza racial creyeron que era necesario “ayudar” a la propia naturaleza en la tarea
de seleccionar la raza que ellos consideraban superior, y para ello, decidieron aislar, discriminar ,
esterilizar e, incluso, eliminar las razas, consideradas, inferiores. Al infame proyecto de favorecer
artificialmente los caracteres hereditarios de una determinada raza en detrimento de otras se le
denomina eugenesia.
- ¿Crees que es lícito aplicar sin más las conclusiones de Darwin sobre la lucha por
la supervivencia a las sociedades humanas? ¿Por qué?
- Investiga un poco más sobre la eugenesia. ¿En qué países se aplicó?¿Con qué
justificación?¿Qué opinión te merece?
Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
“En realidad dudo que alguno de los grandes descubrimientos de la física en
la década de 1920 haya tenido cualquier tipo de influencia sobre las concepciones de la
gente promedio. La situación, sin embargo, es diferente con respecto a “El origen de
las especies (1859) de Darwin. Ningún otro libro salvo la Biblia, ha hecho tanto
impacto sobre el pensamiento actual.”
La publicación de El origen de las especies provocó una controversia sin
precedentes en la historia de la ciencia. Fueron innumerables los artículos y comentarios
polémicos que salieron a la luz, tratando las implicaciones de la teoría evolucionista de
Darwin. En 1860 tuvo lugar en Oxford el debate más conocido, que se suele poner
como ejemplo de las posturas enfrentadas entre la ciencia y la religión en la cuestión de
la mutabilidad de las especies. Fue el que sostuvieron el arzobispo anglicano
Wilberforce, representante de las posturas más conservadoras, y el seguidor de Darwin
T. H. Huxley, conocido con el sobrenombre del bulldog de Darwin por la vehemencia
con la que defendía las posturas evolucionistas. Es ya legendaria la contundente
respuesta de Huxley a la estupidez de la intervención de Wilberforce, en la que éste
preguntaba a Huxley si descendía del mono por vía paterna o materna: "Si tuviese que
escoger, preferiría descender de un humilde mono y no de un hombre que emplea sus
conocimientos y su elocuencia en tergiversar las teorías de aquellos que han consumido
sus vidas en la búsqueda de la verdad."
Las tesis darwinistas obligaron a modificar la imagen del ser humano que se
tenía en la sociedad de la época. El antropocentrismo se había hecho sitio durante siglos
en Occidente, apoyado por la religión cristiana. Ahora, un científico británico desmentía
la preeminencia de nuestra especie sobre las demás; aquellos primates que comen
bananas y habitan en los árboles son nuestros primos hermanos, lo que indica que
somos un simio evolucionado. Un animal más, no el preferido de Dios. Adán y Eva no
son nuestros padres, ni Dios nuestro hacedor directo. Profundos prejuicios estaban
arraigados en el hombre corriente del s. XIX como para aceptar, sin más, semejante
despropósito. Las tesis de Darwin fueron paulatinamente aceptadas por la sociedad
científica en Gran Bretaña, y con más retraso en el resto de la sociedad.
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
En definitiva, la teoría de Darwin se dividía en varias teorías que podemos
resumir en que defendía que todas las especies han evolucionado gradual y
lentamente desde un antepasado común, gracias a que la naturaleza selecciona las
variantes favorables que se producen dentro de la población de cada especie lo que
provoca que surjan con el paso del tiempo subespecies y más adelante especies nuevas,
dando lugar a la diversidad actual. Hoy, en 2011, después de tantos años, las tesis de
Darwin lejos de haber sido refutadas se han consolidado de manera sorprendente
después de las aportaciones que a lo largo del S. XX llevaron a cabo la genética y
después la biología molecular.
La teoría evolucionista había encontrado, a mediados del S. XIX, el
mecanismo oculto de la evolución pero aún quedaba por averiguar la verdadera
fuente de la que provenía la variabilidad dentro de cada especie, lo que con el paso
de los años desembocaría en una subespecie y, al cabo, en una especie nueva. Además
todavía estaba vigente la teoría de los caracteres adquiridos que fue defendida por el
propio Darwin. Hubo que esperar hasta 1883 (un año después del fallecimiento de
Darwin) cuando Weissmann hizo que se desmoronase la coartada de los caracteres
adquiridos de Lamarck (por eso se le llama neodarwinismo).
Un fraile de Brno (Moravia), Mendel, sin saberlo, dio un espaldarazo
imprescindible al evolucionismo para evitar su estancamiento cuando descubrió
casualmente las leyes de la herencia. Pero las consecuencias de sus descubrimientos no
se conocieron hasta que Hugo de Vries en la última década del S.XIX extrajo las
conclusiones de las averiguaciones de Mendel y encontró la principal fuente de
variabilidad de los individuos: las mutaciones. Son modificaciones y alteraciones
heredables del patrimonio genético de los individuos (ya sea de un gen, de parte de
un cromosoma o de un cromosoma completo) debidas a diversos factores externos
o internos que se producen al azar cuando se transmite este patrimonio genético de
los progenitores a los hijos. Las mutaciones son las principales responsables de que los
descendientes presenten variaciones respecto a sus progenitores. Estas variaciones pasan
después la dura prueba de la naturaleza. Si sobreviven porque han proporcionado una
ventaja adaptativa al individuo o a una población dentro de una especie, la ventaja se
perpetuará en el tiempo, dando lugar mucho después a una especie distinta. La
colaboración entre la genética y la teoría de la evolución hizo posible esta revisión del
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Filosofía y Ciudadanía Guillermo García Domingo
darwinismo. La tarea todavía no había llegado a su fin. Otros genetistas posteriores
entre los que destaca Fisher definieron en torno a 1930 cómo era posible la evolución
lenta y gradual de las especies a partir de las pequeñas mutaciones que se producían (De
Vries pensaba, al contrario que Darwin, que las nuevas especies surgían gracias a
grandes mutaciones que provocaban “saltos” evolutivos) de tal modo que definieron la
evolución como un cambio en la frecuencias génicas de las poblaciones, cambio
producido por medio de la selección natural gradual de mutaciones aleatorias
pequeñas.
El último asunto que quedaba por resolver era la manera en que las especies se
diversificaban (especiación) para dar lugar a la maravillosa biodiversidad actual (varios
millones de especies de animales y plantas). El genetista de origen ruso Dobzhansky
zanjó este problema cuando publicó Genética y el origen de las especies donde
explicaba que el aislamiento geográfico o espacial era indispensable para explicar
cómo era posible que en un momento y tiempo determinados del tronco de una especie
saliesen otras ramas hasta dar lugar a otras especies. Esta es la definitiva teoría
sintética de la evolución.
En la década de los años 50 (en particular en 1953) se produce la revolución
de la biología molecular (gracias al descubrimiento de la estructura del ADN por
Watson y Crick) que ofreció más pruebas a favor de la doctrina de Darwin y del hecho
incontestable de la evolución.
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Actividad Final
“El árbol de la vida” es un libro ilustrado de Peter Sis sobre Ch. Darwin, su vida y sus hallazgos
científicos. Este libro nos ha inspirado a Juan Cordero y a mí para realizar el siguiente juego online.
Por favor visita el blog y compruébalo:
http://filosofiajaimeferran.wordpress.com/2010/12/21/el-arbol-de-la-vida-el-juego/
Este es el libro ilustrado de Peter Sis
que vamos a leer en clase
Este es el primer dibujo del árbol de la vida que hizo
Darwin en uno de sus cuadernos