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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS ENERO DE 2001 LIAHONA

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LA IGLES IA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS DÍAS ■ ENERO DE 2001

LIAHONA

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Sesión de la Conferencia General, por Joy GoughEl nuevo Centro de Conferencias cumple su objetivo en una sesión de la Conferencia General Semestral número 170 de la Iglesia dando cabida a 21.000 miembros que escuchan el

consejo inspirado de las Autoridades Generales. A pesar de eso, puesto que hubo más personas que deseaban escuchar, se ocuparon los 900 asientos que tiene el Teatro del Centro deConferencias, así como los del Tabernáculo, los del Salón de Asambleas de la Manzana del Templo y los de las salas del Edificio Conmemorativo José Smith.

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La Casa Milenaria de la Colmena, por Grant Romney ClawsonEdificada en 1854, la casa de la Colmena, en la esquina de South Temple y State Street, en Salt Lake City, fue originalmente la casa del presidente Brigham Young.

Las dos habitaciones del oeste (izquierda) se utilizaron como oficinas presidenciales de la Iglesia hasta 1918. Hoy día la casa es un punto de atracción a los visitantes que desean saber más sobre el extraordinario hombre que la edificó y su época.

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“Yaconteció que... después que les hubo explicado todas

las Escrituras que habían recibido... les dijo: He

aquí, quisiera que escribieseis otras Escrituras que no

tenéis. Y aconteció que dijo a Nefi: Trae los anales que habéis

llevado. Y... Nefi llevó los anales, y los puso ante él”

(3 Nefi 23:6–8).

INFORME DE LA CONFERENCIA GENERAL SEMESTRAL NÚMERO 170

7–8 DE OCTUBRE DE 2000

SPANISH

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Informe de la Conferencia GeneralSemestral número 170 de La Iglesia

de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

Discursos y acontecimientos que tuvieron lugar los días 7 y 8 de octubre de 2000 en el Centro de Conferencias, en Salt Lake City, Utah

Los asistentes al Centro deConferencias entran por el nivel

del palco (esquina sureste).

“Al contemplar esta maravi-llosa estructura, adyacenteal templo”, dijo el presidente

Hinckley durante la dedicación delCentro de Conferencias el domingo 8de octubre, “acuden a mi mente laspalabras proféticas de Isaías:

“‘Acontecerá en lo postrero delos tiempos, que será confirmado elmonte de la casa de Jehová comocabeza de los montes, y será exal-tado sobre los collados, y correrán aél todas las naciones.

“ ‘Y vendrán muchos pueblos, ydirán: Venid, y subamos al monte deJehová, a la casa del Dios de Jacob;y nos enseñará sus caminos, y cami-naremos por sus sendas. Porque deSion saldrá la ley, y de Jerusalén lapalabra de Jehová’ (Isaías 2:2–3)...

“Creo que esa profecía se aplica alhistórico y maravilloso Templo deSalt Lake; pero creo que también serelaciona a este magnífico recinto, yaque desde este púlpito la ley de Diossaldrá adelante, junto con la palabray el testimonio del Señor”, dijo.

“Este año milenario del 2000 hasido un año extraordinario para laIglesia. Hemos progresado en todoslos aspectos por todo el mundo.Hemos excedido los once millonesde miembros”, informó el presidenteHinckley.

“El domingo pasado dedicamosen Boston, Massachusetts, el temploen funcionamiento número 100 dela Iglesia”, agregó. “Cuán profunda-mente agradecidos están nuestrosmiembros”.

Las sesiones de la conferencia lasdirigieron los miembros de laPrimera Presidencia: el presidenteHinckley el sábado por la mañana,la reunión del sacerdocio el sábadopor la noche y el domingo por lamañana; el presidente Thomas S.Monson, Primer Consejero, elsábado por la tarde; y el presidenteJames E. Faust, Segundo Consejero,el domingo por la tarde.

La medidas con respecto a cam-bios en los Quórumes de los Setentay a la presidencia general de laEscuela Dominical se llevaron acabo durante la sesión del sábadopor la tarde. Se efectuó también uncambio en la Presidencia de losSetenta; se les otorgó el estado deAutoridad General emérita a tres

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miembros del Primer Quórum de losSetenta; se relevó a cuatro miembrosdel Segundo Quórum de los Setentay a veinte Setenta Autoridades deÁrea, y se llamó a dos nuevosSetenta Autoridades de Área; ade-más, se reorganizó la presidenciageneral de la Escuela Dominical.

Esta conferencia fue la primeraen transmitirse con una señal detelevisión de alta definición(HDTV), al utilizarse las instala-ciones de transmisión de másavanzada tecnología del nuevoCentro de Conferencias. La televi-sión de alta definición proporcionóademás una imagen más clara y demejor color para los televidentesen sus casas y una imagen de cali-dad superior para el archivo de lastrasmisiones. Las sesiones de laconferencia se transmitieron envivo vía satélite para los miembroscongregados en los EstadosUnidos, Canadá, Europa, el Caribey Latinoamérica. Más de 1.500estaciones de radio y televisión ysistemas de cable transmitierontodas las sesiones de la conferenciao partes de ellas. Todas las sesionesde la conferencia estuvieron a dis-posición por Internet enwww.lds.org en inglés, tanto enaudio como en video, y en 34 idio-mas en audio solamente. Las cintasvideo de la conferencia están dis-ponibles para las áreas de la Iglesiaen las que no se recibió la trasmi-sión por medio de los centros dedistribución. —Los editores.

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LIAHONA, enero de 2001Vol. 25, Número 1 21981-001Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, en el idioma español.

La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

El Quórum de los Doce Apóstoles:Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring

Editor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: L. Lionel Kendrick, Yoshihiko Kikuchi, John M. Madsen

Administradores del Departamento de Cursos de Estudio:Director administrativo: Ronald L. KnightonDirector de redacción: Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

Personal de redacción:Editor administrativo: Marvin K. GardnerAyudante del editor administrativo: R. Val JohnsonEditor asociado: Roger TerryColaboradora de redacción: Jenifer GreenwoodEditora ayudante: Susan BarrettAyudante de publicaciones: Collette Nebeker Aune

Personal de diseño:Gerente de artes gráficas: M. M. KawasakiDiseño artístico: Scott Van KampenDiseñadora principal: Sharri CookDiseñadores: Thomas S. Child, Randall J. PixtonGerente de producción: Jane Ann PetersProducción: Reginald J. Christensen, Kari A. Couch, Denise Kirby, Kelli Pratt, Claudia E. WarnerPreimpresión digital: Jeff Martin

Personal de subscripción:Director de circulación: Kay W. BriggsGerente de distribución: Kris T. Christensen

Coordinación de Liahona: Enrique Resek

Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder delbarrio o de la rama.

Las colaboraciones y los manuscritos deben enviarse aLiahona, 50 East North Temple, Salt Lake City, UT84150-3223, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,amarik, armenio, búlgaro, cebuano, coreano, checo,chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés,francés, haitiano, hiligayanón, holandés, húngaro, iloko,indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés, kiribati, letón,lituano, malgache, marshallés, mongol, noruego, polaco,portugués, rumano, ruso, samoano, sueco, tagalo, tailan-dés, tahitiano, tongano, ucraniano y vietnamita. (La fre-cuencia de las publicaciones varía de acuerdo con elidioma.)

© 2001 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechosreservados. Impreso en los Estados Unidos de América.

Para los lectores de México: Certificado de Licitud detítulo número 6988 y Licitud de contenido número5199, expedidos por la Comisión Calificadora dePublicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembrede 1993. “Liahona” es nombre registrado en laDirección de Derechos de Autor con el número252093. Publicación registrada en la Dirección Generalde Correos número 100. Registro del S.P.M. 0340294características 218141210.

For readers in the United States and Canada:January 2001 Vol. 25 No. 1. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription priceis $10.00 per year; Canada, $15.50 plus applicabletaxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recentissue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions and queries to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription helpline: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#1604821)

POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368.

ÍNDICE DE TEMASAdversidad 6, 40, 75Amistad 61, 113Amor 77, 104Apóstoles 49Arrepentimiento 31, 85, 91, 99Autodominio 54, 72Autorrespeto 61, 113Bautismo por los muertos 10Bautismo 6Caridad 40Castidad 31, 46, 52, 61, 85, 113Centro de Conferencias 4, 80Consejos 88Convenios 97Conversión 40, 88, 104Cosas del mundo 43Crecimiento de la Iglesia 80Dedicación 80Día de reposo 93Discipulado 43, 72Divorcio 61Educación 61, 77, 113Ejemplo 107Enseñanza 99Espíritu Santo 6, 27, 38Espiritualidad 38Estudio de las Escrituras 19Exclamación de Hosanna 80Expiación 10, 14, 31Fe 57, 69Guía espiritual 19Hermanamiento 95, 110Hipocresía 54Homosexualidad 85Honradez 57, 61, 113Humildad 91, 102Jesucristo 14, 36, 69, 75Juicio 40Juventud 61, 85, 113Libertad 97Luz de Cristo 75Matrimonios misioneros 95Modestia 17Mujer 17, 107, 110Obediencia 6, 31Obra misional 88, 95Oración 38, 57, 61, 77, 91, 99,

102, 113Padres 17, 61, 113Palabra de Sabiduría 54, 61, 113Perseverancia 91Perspectiva eterna 43Pornografía 54Profetas 49Rectitud 34Relaciones familiares 23, 72, 77, 107Restauración 97Resurrección 10Sacerdocio 46, 57Santificación 46Servicio 14, 104

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Sociedad de Socorro 104, 107, 110Templos y obra del templo 10, 15, 23,

61, 80Tentación 52Testimonio 4, 14, 15, 27, 69Tradiciones 34Valor individual 36Verdad 27

Los discursantes de la conferenciapor orden alfabético

Ballard, M. Russell 88Busche, F. Enzio 97Callister, Douglas L. 38Christofferson, D. Todd 10Crockett, Keith 91Dew, Sheri L. 110Dunn, Loren C. 15Edgley, Richard C. 52Eyring, Henry B. 99Faust, James E. 26, 54, 69Gillespie, H. Aldridge 93Haight, David B. 23Hales, Robert D. 6Hallstrom, Donald L. 34Hinckley, Gordon B. 4, 61, 80, 102,

113Holland, Jeffrey R. 46Jensen, Virginia U. 75, 107Maxwell, Neal A. 43Monson, Thomas S. 57, 77Morrison, Alexander B. 14Nadauld, Margaret D. 17Nelson, Russell M. 19Neuenschwander, Dennis B. 49Oaks, Dallin H. 40Oaks, Robert C. 95Packer, Boyd K. 85Perry, L. Tom 72Rasband, Ronald A. 36Scott, Richard G. 31Smoot, Mary Ellen 104Wirthlin, Joseph B. 27

Orientación Familiar y Maestras Visitantes:En los ejemplares de la revista Liahona quecorresponden a los números de la conferenciageneral, no se publica el mensaje para laorientación familiar ni el Mensaje para lasMaestras Visitantes propiamente designados. Losmaestros orientadores y las maestras visitantes,una vez que consideren por medio de la oraciónlas necesidades de los miembros que vayan avisitar, deben seleccionar uno de los discursos dela conferencia general para utilizarlo comomensaje.

En la cubierta: “Trae los anales,” por Gary L.Kapp.

Las fotografías de la conferencia fueron tomadaspor Craig Dimond, Welden C. Andersen, JohnLuke, Matt Reier, Tamra Ratieta, Lana Leishman,Kelly Larsen, Nathan Campbell, Kelli Pratt, DianaMiles y Richard Romney.

Discursos de la Conferencia General enInternet: Para tener acceso a los discursos de laconferencia general en varios idiomas pormedio de Internet, conéctese con www.lds.org.

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ÍNDICE1 INFORME DE LA CONFERENCIA GENERAL SEMESTRAL

NÚMERO 170 DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOSSANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

S E S I Ó N D E L S Á B A D O P O R L A M A Ñ A N A4 UNA GRAN FAMILIA EN REVERENCIA Y ADORACIÓN

PRESIDENTE GORDON B. HINCKLEY

6 EL CONVENIO DEL BAUTISMO: ESTAR EN EL REINO Y SERDEL REINOÉLDER ROBERT D. HALES

10 LA REDENCIÓN DE LOS MUERTOS Y EL TESTIMONIO DE JESÚSÉLDER D. TODD CHRISTOFFERSON

14 “VENID Y VED”ÉLDER ALEXANDER B. MORRISON

15 TESTIMONIOÉLDER LOREN C. DUNN

17 EL REGOCIJO DEL SER MUJERMARGARET D. NADAULD

19 EL VIVIR MEDIANTE LA GUÍA DE LAS ESCRITURASÉLDER RUSSELL M. NELSON

23 SEAN UN ESLABÓN FUERTEÉLDER DAVID B. HAIGHT

S E S I Ó N D E L S Á B A D O P O R L A T A R D E26 EL SOSTENIMIENTO DE OFICIALES DE LA IGLESIA

PRESIDENTE JAMES E. FAUST

27 UN TESTIMONIO PUROÉLDER JOSEPH B. WIRTHLIN

31 EL CAMINO HACIA LA PAZ Y EL GOZOÉLDER RICHARD G. SCOTT

34 EL CULTIVAR TRADICIONES RECTAS ÉLDER DONALD L. HALLSTROM

36 UNO POR UNOÉLDER RONALD A. RASBAND

38 EN BUSCA DEL ESPÍRITU DE DIOSÉLDER DOUGLAS L. CALLISTER

40 EL DESAFÍO DE LO QUE DEBEMOS LLEGAR A SERÉLDER DALLIN H. OAKS

43 LOS ARTIFICIOS Y LAS TENTACIONES DEL MUNDOÉLDER NEAL A. MAXWELL

S E S I Ó N D E L S A C E R D O C I O46 “SANTIFICAOS”

ÉLDER JEFFREY R. HOLLAND

49 PROFETAS, VIDENTES Y REVELADORES VIVIENTESÉLDER DENNIS B. NEUENSCHWANDER

52 EL MORRAL DE CAZA DE SATANÁSOBISPO C. EDGLEY

54 EL ENEMIGO INTERIORPRESIDENTE JAMES E. FAUST

57 EL LLAMAMIENTO A SERVIRPRESIDENTE THOMAS S. MONSON

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61 “Y SE MULTIPLICARÁ LA PAZ DE TUS HIJOS”PRESIDENTE GORDON B. HINCKLEY

S E S I Ó N D E L D O M I N G O P O R L A M A Ñ A N A69 UN TESTIMONIO CADA VEZ MAYOR

PRESIDENTE JAMES E. FAUST

72 DISCIPULADOÉLDER L. TOM PERRY

75 “DIVINA LUZ”VIRGINIA U. JENSEN

77 DÍA DE DEDICACIÓNPRESIDENTE THOMAS S. MONSON

80 ESTE GRANDIOSO AÑO MILENARIOPRESIDENTE GORDON B. HINCKLEY

S E S I Ó N D E L D O M I N G O P O R L A T A R D E85 “SOIS TEMPLO DE DIOS”

PRESIDENTE BOYD K. PACKER

88 AHORA ES EL MOMENTOÉLDER M. RUSSELL BALLARD

91 EL RETENER LA REMISIÓN DE LOS PECADOSÉLDER KEITH CROCKETT

93 LA BENDICIÓN DE SANTIFICAR EL DÍA DE REPOSO ÉLDER H. ALDRIDGE GILLESPIE

95 EL DAR A CONOCER EL EVANGELIOÉLDER ROBERT C. OAKS

97 “LIBRES DE” O “LIBRES PARA”ÉLDER F. ENZIO BUSCHE

99 “QUE DIOS ESCRIBA EN MI CORAZÓN”ÉLDER HENRY B. EYRING

102 “UN CORAZÓN HUMILDE Y CONTRITO”PRESIDENTE GORDON B. HINCKLEY

R E U N I Ó N G E N E R A L D E L A S O C I E D A D D E S O C O R R O104 SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS

MARY ELLEN SMOOT

107 ONDAS EXPANSIVASVIRGINIA U. JENSEN

110 MANTENGÁMONOS ERGUIDAS Y PERMANEZCAMOSUNIDASSHERI L. DEW

113 MADRE, TU MÁS GRANDE DESAFÍOPRESIDENTE GORDON B. HINCKLEY

64 AUTORIDADES GENERALES DE LA IGLESIA DE JESU-CRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

117 SE DIRIGEN A NOSOTROS

118 FUENTES DE CONSULTA PARA LA INSTRUCCIÓN

123 PRESIDENCIAS GENERALES DE LAS ORGANIZACIONESAUXILIARES

124 NOTICIAS DE LA IGLESIA

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Una gran familia enreverencia y adoraciónPresidente Gordon B. Hinckley

“Pronunciamos palabras de testimonio acerca de Dios nuestro PadreEterno y de Su Amado Hijo”.

Sesión del sábado por la mañana7 de octubre de 2000

Mis hermanos y hermanas,¡qué ocasión tan maravi-llosa! Que yo sepa, no hay

nada que se le compare en todo elmundo. Nos encontramos reunidosesta mañana como una gran familiaen reverencia y adoración hacia elSeñor nuestro Dios. Somos todos deuna sola fe y una doctrina.Pronunciamos palabras de testimo-nio acerca de Dios nuestro PadreEterno y de Su Amado Hijo. Conconvicción y certeza declaramos que

en esta última dispensación ellos hanrestaurado La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días.

A las grandes voces de la radio,la televisión y el cable se une ahoraInternet para llevar nuestras pala-bras literalmente hasta los extremosde la tierra. Nuestra señal llegará víasatélite a las congregaciones, gran-des y pequeñas, que se encuentranen los centros de reuniones disemi-nados por el mundo. Y los santos detoda la tierra verán en sus hogareslos procedimientos de esta gran con-ferencia vía Internet.

Los obreros han trabajado larga yarduamente en preparación paraesta gran ocasión. Agradecemos acada uno de ellos su devoto servicio.Mañana dedicaremos este magníficoCentro de Conferencias y otras ins-talaciones. Para entonces, se habráescrito un importante capítulo en lahistoria de nuestra gente.

Damos la bienvenida a cada unode ustedes, dondequiera que seencuentren. Ruego que todos sinta-mos la inspiración del Santo Espíritual reunirnos juntos en adoraciónsolemne, es mi humilde oración. Enel nombre de Jesucristo. Amén. �

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Los miembros de los quórumes gobernantes de la Iglesia se sientan al frente de la congregación. La congregación se ubica en tres niveles del auditorio del Centro de Conferencias.

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El convenio delbautismo: Estar en elreino y ser del reinoÉlder Robert D. HalesDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Nuestro bautismo y confirmación es la entrada a Su reino. Cuandoentramos, hacemos convenio de ser de Su reino, ¡para siempre!”

Después de haberme recupe-rado de tres operacionesdelicadas, las cuales me

impidieron hablar en las dos últimasconferencias generales, ¡qué granalegría es poder estar hoy aquí en este hermoso Centro deConferencias para enseñar y dar tes-timonio a quienes deseen escucharla palabra del Señor!

En los dos últimos años, he espe-rado en el Señor para que me ense-ñara lecciones terrenales duranteperíodos de dolor físico, angustiamental y meditación. Aprendí queel dolor constante e intenso es ungran purificador consagrado que noshace ser humildes y nos acerca másal Espíritu de Dios. Si prestamos

atención y obedecemos, seremosguiados por Su Espíritu y haremosSu voluntad en nuestras tareas coti-dianas.

Hubo momentos en los que hehecho algunas preguntas directas enmis oraciones, tales como: “¿Quélecciones quieres que aprenda pormedio de esas experiencias?”.

Al estudiar las Escrituras duranteese lapso crítico de mi vida, el velose hizo muy fino y se me dieron lasrespuestas tal y como se encuentranregistradas en la vida de otros quehabían pasado por pruebas aúnmucho más difíciles.

“Hijo mío, paz a tu alma; tuadversidad y tus aflicciones no seránmás que por un breve momento;

“y entonces, si lo sobrellevasbien, Dios te exaltará...” (D. y C.121:7–8).

Los oscuros momentos de depre-sión se disiparon rápidamente gra-cias a la luz del Evangelio, alinfundirme el Espíritu paz y con-suelo y brindarme la seguridad deque todo saldría bien.

En algunas ocasiones le dije alSeñor que ya había aprendido laslecciones que se me habían ense-ñado y que no era necesario tenerque soportar más sufrimiento. Talessúplicas me dieron la impresión deser en vano, ya que pude ver muyclaro que tendría que soportar eseproceso purificador de probación en

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el tiempo y a la manera del Señor.Una cosa es enseñar “hágase tuvoluntad”, y otra cosa es vivirla.Aprendí también que no se me deja-ría solo para afrontar esas pruebas ytribulaciones, porque los ángelesguardianes me atenderían. Huboquienes fueron casi como ángeles enforma de médicos, enfermeras y,sobre todo, mi querida compañera,Mary. Y a veces, cuando el Señor asílo deseaba, yo había de recibir con-suelo por medio de la visita de hues-tes celestiales que brindaronconsuelo y confirmaciones espiritua-les en los momentos de necesidad.

Aun cuando mi sufrimiento no sepuede comparar a la agonía quepadeció el Salvador en Getsemaní,obtuve una mejor comprensión deSu expiación y de Su sufrimiento.En medio de Su agonía, pidió a SuPadre: “...si es posible, pase de míesta copa; pero no sea como yoquiero, sino como tú” (Mateo26:39). Su Padre Celestial envió aun ángel para fortalecerle y conso-larle en Su hora de necesidad (véaseLucas 22:43).

Jesús escogió no ser liberado deeste mundo hasta que hubiese per-severado hasta el fin y terminado lamisión que había sido enviado acumplir por la humanidad. En lacruz del Calvario, Jesús encomendóSu Espíritu a Su Padre con una sen-cilla aseveración: “Consumado es”(Juan 19:30). Habiendo perseveradohasta el fin, se le liberó de la vidaterrenal.

Nosotros también debemos per-severar hasta el fin. En el Libro deMormón se enseña: “...a menos queel hombre persevere hasta el fin,siguiendo el ejemplo del Hijo delDios viviente, no puede ser salvo”(2 Nefi 31:16).

Las experiencias de los últimosdos años han fortalecido mi espírituy me han dado la valentía de testifi-car intrépidamente al mundo lossentimientos más profundos quealbergo en mi corazón. Me encuen-tro ante ustedes en el día de hoy,con la resolución de enseñar losprincipios del Evangelio tal como lohicieron los profetas de la antigüe-dad: sin miedo a los hombres, con

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El presidente Gordon B. Hinckley (al centro); el presidente Thomas S. Monson (izquierda), Primer Consejero de laPrimera Presidencia y el presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia.

palabras claras y francas, enseñandolas verdades sencillas del Evangelio.

De esa forma, voy a hablar sobrela ordenanza del bautismo y delrecibir el don del Espíritu Santo,que nos alejan del mundo y nosintroducen en el reino de Dios.

Existe una frase muy conocida:Estar en el mundo, pero sin ser delmundo (véase Juan 17:11, 14–17).Nuestra existencia terrenal es nece-saria para cumplir con el plan desalvación; por consiguiente, debe-mos vivir en este mundo, pero a lavez resistir las influencias mundanasque están siempre ante nosotros.

Jesús enseñó: “Mi reino no es deeste mundo” (Juan 18:36). Esaspalabras me hicieron meditar másacerca de Su reino y llegué a la con-clusión de que cuando somos bauti-zados por inmersión por alguien quetenga la debida autoridad del sacer-docio y escogemos seguir a nuestroSalvador, estamos entonces en Sureino y somos de Su reino.

El estar en el reino de Diosrequiere que hagamos caso a la admonición del Salvador:“Seguidme” (2 Nefi 31:10). Nefienseñó que seguimos a Jesús al guar-dar los mandamientos del PadreCelestial. “...Por tanto, mis amados

hermanos, ¿podemos seguir a Jesús,a menos que estemos dispuestos aguardar los mandamientos delPadre?” (2 Nefi 31:10).

Al bautizarnos, hacemos un con-venio con nuestro Padre Celestialde que estamos dispuestos a entraren Su reino y guardar Sus manda-mientos a partir de ese momento,aun cuando sigamos viviendo en elmundo. En el Libro de Mormón senos recuerda que nuestro bautismoes un convenio de “ser testigos deDios [y de Su reino] en todo tiempo,y en todas las cosas y en todo lugar enque estuvieseis, aun hasta la muerte,para que seáis redimidos por Dios, yseáis contados con los de la primeraresurrección, para que tengáis vidaeterna” (Mosíah 18:9; cursiva agre-gada).

Cuando comprendemos nuestroconvenio bautismal y el don delEspíritu Santo, éste cambiará nues-tra vida y asentará nuestra total leal-tad al reino de Dios. Si al salirnos alpaso las tentaciones prestamos aten-ción, el Espíritu Santo nos traerá a lamemoria que hemos prometidorecordar a nuestro Salvador y obede-cer los mandamientos de Dios.

El presidente Brigham Youngdijo: “Al unirse a esta Iglesia, todos

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los Santos de los Últimos Días esta-blecen un nuevo y sempiterno con-venio. Se comprometen a dejar desostener, defender y apoyar el reinodel Diablo y los reinos de estemundo. Ingresan en un nuevo ysempiterno convenio de sostener elReino de Dios y ningún otro. Hacenuna promesa de la clase mássolemne ante los cielos y la tierra yse comprometen, a cambio de supropia salvación, a sostener la ver-dad y la justicia en vez de la maldady la mentira, y a edificar el Reino deDios en vez de los reinos de estemundo” (Enseñanzas de losPresidentes de la Iglesia: BrighamYoung, pág. 69).

Es tan importante entrar en elreino de Dios, que Jesús fue bauti-zado para mostrarnos “la angosturade la senda, y la estrechez de lapuerta por la cual [debemos]entrar” (2 Nefi 31:9). “...Mas noobstante que era santo, él muestra alos hijos de los hombres que, segúnla carne, él se humilla ante el Padre,y testifica al Padre que le sería obe-diente al observar sus mandamien-tos” (2 Nefi 31:7).

Por haber nacido de una madreterrenal, Jesús fue bautizado paracumplir con el mandamiento de Su

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Padre de que los hijos y las hijas deDios deben ser bautizados. Él dio elejemplo para que todos nosotros noshumillemos ante el Padre Celestial.A todos se nos extiende la invita-ción de entrar en las aguas del bau-tismo. Él fue bautizado paratestificar a Su Padre que sería obe-diente en guardar Sus mandamien-tos; fue bautizado para mostrarnosque debíamos recibir el don delEspíritu Santo (véase 2 Nefi31:4–9).

Al seguir el ejemplo de Jesús,también nosotros demostramos quenos arrepentiremos y seremos obe-dientes en guardar los mandamien-tos de nuestro Padre Celestial. Noshumillamos con un corazón que-brantado y un espíritu contrito aladmitir nuestros pecados y buscar elperdón por nuestras transgresiones(véase 3 Nefi 9:20). Hacemos con-venio de que estamos dispuestos atomar sobre nosotros el nombre deJesucristo y recordarle siempre.

“...Porque la puerta por la cualdebéis entrar es el arrepentimiento yel bautismo en el agua; y entoncesviene una remisión de vuestrospecados por fuego y por el EspírituSanto.

“Y entonces os halláis en esteestrecho y angosto camino que con-duce a la vida eterna” (2 Nefi31:17–18).

Ésa es la promesa que se nos dioal entrar en el reino por medio delbautismo; y cuando se pusieron lasmanos sobre nuestra cabeza, se nosconfirió el don del Espíritu Santo yfuimos confirmados miembros de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días, lo cual significaque nos convertimos en “conciuda-danos de los santos” en la “familiade Dios” (véase Efesios 2:19) ydebemos andar en vida nueva(véase Romanos 6:4).

No podemos tomar a la ligera laley que se nos ha dado de enseñar anuestros hijos la doctrina del arre-pentimiento; de la fe en Cristo, elHijo del Dios viviente; y del bau-tismo y del don Espíritu Santo por laimposición de manos al cumplir losocho años de edad, que es la edadde responsabilidad señalada por

Dios. Es necesario que brindemosuna enseñanza mejor a nuestroshijos y nietos para que comprendanqué significa entrar en el reino deDios, porque a todos se nos tendrápor responsables. Muchos miembrosde la Iglesia no entienden plena-mente qué es lo que ocurrió cuandoentraron en las aguas del bautismo.Es muy importante que comprenda-mos el maravilloso don de la remi-sión de los pecados, pero hay muchomás que eso. ¿Comprenden ustedesy sus hijos que cuando se bautizancambian para siempre? Los adultosque se convierten a la Iglesia por logeneral tienen una mejor compren-sión de esta transformación porqueperciben el contraste que haycuando salen del mundo y entran enel reino de Dios.

Cuando somos bautizados, toma-mos sobre nosotros el sagrado nom-bre de Jesucristo. El tomar Sunombre sobre nosotros es una de lasexperiencias más significativas quetenemos en la vida; pero aún así, enocasiones pasamos por esa experien-cia sin comprenderla totalmente.

¿Cuántos de nuestros hijos —cuántos de nosotros— compren-demos realmente que cuando fuimosbautizados tomamos sobre nosotrosno sólo el nombre de Cristo, sinotambién la ley de la obediencia?

Cada semana, en la reuniónsacramental, prometemos recordarel sacrificio expiatorio de nuestroSalvador al renovar nuestro conve-nio bautismal. Prometemos hacer loque hizo el Salvador: obedecer alPadre y guardar siempre Sus manda-mientos. La bendición que recibi-mos a cambio es tener siempre SuEspíritu con nosotros.

El don del Espíritu Santo, que senos confiere cuando somos confir-mados, nos brinda la capacidad dediscernir la diferencia que existeentre la generosidad del reino deDios y el egoísmo del mundo. ElEspíritu Santo nos da la fortaleza yla valentía de llevar nuestra vida ala manera del reino de Dios, y es lafuente de nuestro testimonio delPadre y del Hijo. Al cumplir con lavoluntad de nuestro Padre Celestial,el don inestimable del Espíritu

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Santo estará siempre con nosotros.Necesitamos que el Espíritu

Santo sea nuestro compañero cons-tante para que nos ayude a tomarmejores decisiones en nuestro diariovivir. Nuestros jóvenes y jovencitasse ven bombardeados por las cosasfeas del mundo; pero la compañíadel Espíritu les dará la fortaleza pararesistir el mal y, si fuera necesario,arrepentirse y regresar al senderoestrecho y angosto. Ninguno denosotros es inmune a las tentacionesdel adversario. Todos necesitamos lafortaleza que se obtiene por mediodel Espíritu Santo. Las madres y lospadres deben suplicar con devociónque el Espíritu Santo more en loshogares que han dedicado. El tenerel don del Espíritu Santo ayuda a losmiembros de la familia a tomar deci-siones correctas, decisiones que lesayudarán a regresar, junto con susfamilias, al lado de su PadreCelestial y Su Hijo Jesucristo paravivir con Ellos eternamente.

Las Escrituras ratifican que el ver-dadero converso hace mucho másque renunciar a las tentaciones delmundo, pues ama a Dios y a su pró-jimo y tanto su mente como su cora-zón se centran plenamente en elsacrificio expiatorio del Salvador.

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Desde el momento de su respectivasconversiones, tanto Enós, Alma hijo,Pablo y otros se dedicaron incondi-cionalmente a la obra de llevar a suprójimo y a sí mismos a Dios. Losbienes materiales y el poder de estemundo perdieron el significado quehabían tenido. Los hijos de Mosíahrehusaron poseer un reino terrenal yarriesgaron su vida por los demás. Aesos hijos fieles les motivaba la espe-ranza de que pudieran ayudar a sal-var aunque fuera una sola alma, y deesa forma ganarse un lugar para ellosy sus hermanos en el reino eterno deDios.

Al escoger pertenecer a Su reino,nos separamos del mundo, mas nonos aislamos de él. Nuestra vesti-menta será recatada, nuestros pen-samientos puros y nuestro lenguajelimpio. Las películas y la televisiónque miremos, la música que escu-chemos, los libros, las revistas y losperiódicos que leamos serán edifi-cantes. Elegiremos amigos quealienten nuestras metas eternas ytrataremos a los demás con bondad.Rechazaremos los vicios de la inmo-ralidad, el juego, el tabaco, las bebi-das alcohólicas y las drogas ilegales.Nuestras actividades dominicalesreflejarán el mandamiento de recor-dar el día de reposo y santificarlo.Seguiremos el ejemplo de Jesucristosobre el modo de tratar a los demásy viviremos dignos de entrar en laCasa del Señor.

Seremos ejemplos “de los creyen-tes en palabra, conducta, amor, espí-ritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).

Experimentaremos “un potentecambio... en nuestros corazones, porlo que ya no tenemos más disposicióna obrar mal, sino a hacer lo buenocontinuamente”. Guardaremos nues-tro “convenio con nuestro Dios dehacer su voluntad y ser obedientes asus mandamientos en todas lascosas... el resto de nuestros días”(Mosíah 5:2, 5).

Demostraremos que deseamos“ser llamados su pueblo, y [estare-mos] dispuestos a llevar las cargaslos unos de los otros para que seanligeras;

“sí, y [estaremos] dispuestos a llo-rar con los que lloran; sí, y a consolar

a los que necesitan de consuelo”(Mosíah 18:8–9).

Insto a todos los padres a prepa-rar a sus hijos, y a los misioneros apreparar a sus conversos, para lasagrada ordenanza del bautismo.Enseñen su significado para que elbautismo permanezca grabado en lamemoria espiritual de ellos por elresto de su vida. Llévenlos cadasemana a la reunión sacramentalpara que renueven sus conveniosbautismales por medio de la SantaCena. Sean un buen ejemplo paraque ellos lo sigan. Enséñenles que,en virtud del bautismo y el don delEspíritu Santo, la forma en que veanlas cosas del mundo deberá cambiar.Se deberá llevar a cabo en sus cora-zones y en sus mentes un potentecambio para que de esa forma pue-dan alejarse de las tentaciones delmundo y, desde ese momento enadelante, pongan su “corazón, alma,mente y fuerza” (D. y C. 4:2) en serciudadanos en el reino de Dios.

Siento inmensa gratitud por mi

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bautismo y mi confirmación en LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días. Me siento agrade-cido por la fortaleza espiritual y porla guía que el don del Espíritu Santome ha dado a lo largo de la vida.Agradezco a mis buenos padres ymaestros el que me inculcaran elsignificado del bautismo e hicieranque el recuerdo y los sentimientosde esa ocasión hayan sido unainfluencia perdurable durante elresto de mi vida.

Testifico de la divinidad delEvangelio, restaurado en estos últi-mos días. Testifico de la Expiaciónde Jesucristo y la eficacia y el poderdel sacerdocio, así como de las orde-nanzas del Evangelio. Ruego quecada uno de nosotros, en calidad demiembros de Su reino, comprendaque nuestro bautismo y confirma-ción es la entrada a Su reino.Cuando entramos, hacemos conve-nio de ser de Su reino, ¡para siem-pre! En el nombre de Jesucristo.Amén. �

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La redención de losmuertos y el testimoniode JesúsÉlder D. Todd ChristoffersonDe la Presidencia de los Setenta

“Al buscar el nombre y los datos de nuestros antecesores y al efectuar porellos las ordenanzas salvadoras que ellos mismos no pudieron efectuar,testificamos del alcance infinito de la expiación de Jesucristo”.

Teólogos cristianos hanlidiado largo tiempo con elinterrogante: “¿Cuál es el

destino de los innumerables millo-nes de personas que han vivido ymuerto sin ningún conocimiento deJesús?”1. Con la restauración delEvangelio de Jesucristo llegó elconocimiento de que los muertosque no fueron bautizados son redi-midos y de que Dios es “un Diosperfecto, justo y misericordioso tam-bién”2.

Cuando Jesús aún vivía en la tie-rra, profetizó que Él también predi-caría a los muertos3. Pedro nos diceque eso ocurrió en el intervalo que hubo entre la crucifixión y la

resurrección del Salvador4. El presi-dente Joseph F. Smith vio en visiónque el Salvador visitó el mundo delos espíritus y que “organizó susfuerzas y nombró mensajeros deentre los [espíritus] justos, investi-dos con poder y autoridad, y loscomisionó para que fueran y lleva-ran la luz del evangelio a los que sehallaban en tinieblas...

“A ellos se les enseñó la fe enDios, el arrepentimiento del pecado,el bautismo vicario para la remisiónde los pecados, [y] el don delEspíritu Santo por la imposición delas manos”5.

La doctrina de que los vivientespueden proporcionar el bautismo yotras ordenanzas esenciales a losmuertos, vicariamente, fue reveladade nuevo al profeta José Smith6. Élaprendió que a los espíritus queesperan la resurrección no sólo se lesofrece la salvación individual, sinoque pueden ser unidos en el cielocomo marido y mujer y ser sellados asus padres y madres de todas lasgeneraciones pasadas, y tener sella-dos a ellos a sus hijos de todas lasgeneraciones futuras. El Señorreveló al Profeta que esos ritos sagra-dos sólo se efectúan apropiadamenteen una casa edificada a Su nombre,un lugar santo: un templo7.

El principio del servicio vicario nodebiera parecer extraño a ningún

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cristiano. En el bautismo que seefectúa para una persona viviente, eloficiante actúa, como representante,por y en lugar del Salvador. ¿Y no esacaso el principio central de nuestrafe que el sacrificio de Cristo expíanuestros pecados al satisfacer vica-riamente las demandas de la justiciapor nosotros? Como ha dicho el pre-sidente Gordon B. Hinckley: “Creoque la obra vicaria por los muertos seaproxima más al sacrificio vicario delSalvador mismo que ninguna otraobra de la que tenga conocimiento.Se realiza con amor, sin la esperanzade recibir compensación o pago deninguna clase. Qué principio tanglorioso”8.

Algunos han interpretado mal yhan supuesto que las almas difuntas“son bautizadas en la fe mormonasin el conocimiento de ellas”9 o que“a personas que una vez pertenecie-ron a otras fes se les impone la femormona como si hubiesen sidomormonas”10. Presuponen que dealgún modo tenemos poder para for-zar a un alma en asuntos de fe.Desde luego, no lo tenemos. Diosdio al hombre el albedrío desde elprincipio11. “Los muertos que se arre-pientan serán redimidos mediante suobediencia a las ordenanzas de lacasa de Dios”12, pero sólo si aceptanesas ordenanzas. La Iglesia no losanota en sus listas ni los cuenta ensu número de miembros.

Nuestro anhelo por redimir a losmuertos, así como el tiempo y losrecursos que invertimos en esecometido, son, sobre todo, la expre-sión de nuestro testimonio con res-pecto a Jesucristo y constituye unaafirmación tan poderosa como laque podemos hacer acerca de Sudivino carácter y misión. Testifica,primero, de la resurrección deCristo; segundo, del alcance infinitode Su expiación; tercero, de que Éles la única fuente de la salvación;cuarto, que Él ha establecido lascondiciones de la salvación; y,quinto, que Él vendrá otra vez.

EL PODER DE LA RESURRECCIÓN DECRISTO

En cuanto a la resurrección,Pablo preguntó: “De otro modo,

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¿qué harán los que se bautizan porlos muertos, si en ninguna maneralos muertos resucitan? ¿Por qué,pues, se bautizan por los muertos?”13.Nos bautizamos por los muertos por-que sabemos que resucitarán. “Elalma será restaurada al cuerpo, y elcuerpo al alma; sí, y todo miembro ycoyuntura serán restablecidos a sucuerpo; sí, ni un cabello de la cabezase perderá, sino que todo será resta-blecido a su propia y perfectaforma”14. “Porque Cristo para estomurió y resucitó, y volvió a vivir,para ser Señor así de los muertoscomo de los que viven”15.

Es excepcionalmente importantelo que hacemos en relación con losque nos han antecedido puesto queellos viven en la actualidad comoespíritus y vivirán otra vez comoalmas inmortales, y ello, gracias aJesucristo. Creemos las palabras de Élcuando dijo: “Yo soy la resurrección yla vida; el que cree en mí, aunqueesté muerto, vivirá”16. Con los bautis-mos que efectuamos por lo muertos,testificamos que “...así como enAdán todos mueren, también enCristo todos serán vivificados...

“Porque preciso es que él reinehasta que haya puesto a todos susenemigos debajo de sus pies.

“Y el postrer enemigo que serádestruido es la muerte”17.

extremos de la tierra, comprad lechey miel sin dinero y sin precio”21.Nuestro Señor “invita a todos... aque vengan a él y participen de subondad; y a nadie de los que a élvienen desecha, sean negros o blan-cos, esclavos o libres, varones omujeres; y se acuerda de los paga-nos; y todos son iguales ante Dios,tanto los judíos como los gentiles”22.

Es inconcebible que esta invita-ción que se hace a todas las perso-nas que viven en la tierra no sehiciera también a los que no la oye-ron antes de morir. Junto con Pablo,estamos convencidos de que lamuerte no impone ese obstáculo:“...ni la muerte, ni la vida, ni ánge-les, ni principados, ni potestades, nilo presente, ni lo por venir, ni loalto, ni lo profundo, ni ninguna otracosa creada nos podrá separar delamor de Dios, que es en Cristo JesúsSeñor nuestro”23.

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nombre de Jesucristo es un testimo-nio del hecho de que Jesucristo es“el camino, y la verdad, y la vida” yde que “nadie viene al Padre, sinopor [Él]24. Pedro proclamó: “Y enningún otro hay salvación; porqueno hay otro nombre bajo el cielo,dado a los hombres, en que poda-mos ser salvos”25.

“Porque hay un solo Dios, y unsolo mediador entre Dios y los hom-bres, Jesucristo hombre”26.

Algunos cristianos contemporá-neos, preocupados por los millonesde millones que han muerto sin unconocimiento de Jesucristo, hancomenzado a preguntarse si de ver-dad habrá sólo “un Señor, una fe, unbautismo”27 y dicen que creer queJesús es el único salvador es arro-gante, de mentalidad estrecha eintolerante. Pero nosotros afirma-mos que eso es un dilema falso. Nohay injusticia en que no haya sinoUno por medio de quien viene lasalvación cuando ese Ser único y Susalvación se ofrecen a toda alma, sinexcepción. No hace falta que cam-biemos la doctrina ni que adapte-mos las buenas nuevas de Cristo.

EL ALCANCE INFINITO DE LAEXPIACIÓN DE CRISTO

Al buscar el nombre y los datosde nuestros antecesores y al efectuarpor ellos las ordenanzas salvadorasque ellos mismos no pudieron efec-tuar, testificamos del alcance infi-nito de la expiación de Jesucristo.Jesucristo “por todos murió”18. “Y éles la propiciación por nuestros peca-dos; y no solamente por los nues-tros, sino también por los de todo elmundo”19.

“...Dios no hace acepción de per-sonas

“sino que en toda nación seagrada del que le teme y hace justi-cia”20.

“...¿acaso exclama él a alguien,diciendo: Apártate de mí? He aquí,os digo que no; antes bien, dice:Venid a mí, vosotros, todos los

JEUCRISTO, LA ÚNICA FUENTE DE LASALVACIÓN

Nuestro afán por asegurarnos deque a nuestros parientes fallecidosse les ofrezca el bautismo en el

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Lado este del Templo de Salt Lake.

LAS CONDICIONES DE LA SALVACIÓNESTABLECIDAS POR CRISTO

Por motivo de que creemos queJesucristo es el Redentor, tambiénaceptamos Su autoridad para esta-blecer las condiciones mediante lascuales podemos recibir la gracia deCristo. De no ser así, no nos intere-saría bautizarnos por los muertos.

Jesús confirmó que “estrecha esla puerta, y angosto el camino quelleva a la vida”28. Expresamente,

dijo: “el que no naciere de agua ydel Espíritu, no puede entrar en elreino de Dios”29. Eso significa quedebemos “arrepenti[rnos], y bau-tiza[rse] cada uno... en el nombrede Jesucristo para perdón de lospecados; y recibir[ ] el don delEspíritu Santo”30.

A pesar de que Jesucristo fue sinpecado, Él fue bautizado y recibió elEspíritu Santo para testificar “alPadre que le sería obediente al

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observar sus mandamientos”31, asícomo para mostrarnos “la angosturade la senda, y la estrechez de lapuerta por la cual [debemos] entrar,habiéndo[nos] él puesto el ejemplopor delante. Y dijo... A quien sebautice en mi nombre, el Padre daráel Espíritu Santo, como a mí; portanto, seguidme y haced las cosasque me habéis visto hacer”32.

No se hacen excepciones; no senecesitan. Cuantos creyeren y sebautizaren —incluso por medio deun representante—, y perseverarencon fe hasta el fin serán salvos, “nosólo los que creyeron después que[Cristo] vino en la carne, en el meri-diano de los tiempos, sino que...todos los que fueron desde el princi-pio, sí, todos cuantos existieronantes que él viniese”33. Por esa razón,el Evangelio también se predica “alos muertos, para que sean juzgadosen carne según los hombres, perovivan en espíritu según Dios”34.

LA SEGUNDA VENIDA DE JESUCRISTOLa obra que efectuamos por los

muertos da testimonio de queJesucristo vendrá de nuevo a estatierra. En los últimos versículos delAntiguo Testamento, Jehová dice:“He aquí, yo os envío el profetaElías, antes que venga el día deJehová, grande y terrible.

“El hará volver el corazón de lospadres hacia los hijos, y el corazónde los hijos hacia los padres, no seaque yo venga y hiera la tierra conmaldición”35. En un inspiradocomentario sobre ese pasaje de lasEscrituras, el profeta José Smith dijo:“la tierra será herida con una maldi-ción, a menos que entre los padres ylos hijos exista un eslabón conexivode alguna clase, tocante a algúnasunto u otro; y he aquí, ¿cuál es eseasunto? Es el bautismo por los muer-tos. Pues sin ellos nosotros no pode-mos perfeccionarnos, ni ellos puedenperfeccionarse sin nosotros”36.

Las ordenanzas vicarias queefectuamos en los templos, comen-zando por el bautismo, hacen posi-ble el eslabón conexivo entre lasgeneraciones que cumple el propó-sito de la creación de la tierra. Sineso, “toda la tierra sería totalmente

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asolada a [la] venida [de Cristo]”37.Elías el Profeta de hecho ya havenido, como se prometió, a confe-rir el poder del sacerdocio que hacevolver el corazón [de unos y otros] yestablece los eslabones conexivosentre los padres y los hijos, a fin deque de nuevo lo que sea atado en latierra sea “atado en los cielos”38.Cuando vino, Elías dijo: “...se entre-gan en vuestras manos las llaves deesta dispensación; y por esto sabréisque el día grande y terrible delSeñor está cerca, sí, a las puertas”39.

Estamos dedicados de todo cora-zón a la obra de buscar a nuestrospadres y a nuestras madres de lasgeneraciones pasadas y de unirlos anosotros y unirnos nosotros a ellos.¿No es ésa la evidencia más contun-dente de nuestra convicción de queJesucristo vendrá de nuevo a reinarsobre la tierra? Sabemos que Él ven-drá y sabemos lo que Él espera quehabremos hecho en preparaciónpara Su regreso.

En las Escrituras, a veces se diceque los espíritus de los muertosestán en tinieblas o encarcelados40.Al meditar en el maravilloso plan deDios para la redención de ésos, Sushijos, el profeta José Smith escribióeste salmo: “¡Regocíjense vuestroscorazones y llenaos de alegría!¡Prorrumpa la tierra en canto!¡Alcen los muertos himnos de ala-banza eterna al Rey Emanuel que,antes de existir el mundo, decretó loque nos habilitaría para redimirlosde su prisión; porque los presos que-darán libres!41.

Nuestro deber se extiende tanlejos y tan profundamente como elamor de Dios para abarcar a Sushijos de toda época y de todo lugar.Nuestras labores en beneficio de losmuertos dan elocuente testimoniode que Jesucristo es el divinoRedentor de todo el génerohumano. Su gracia y Sus promesasllegan incluso a los que en vida nole hallan. Gracias a Él, los prisione-ros en verdad quedarán libres. En elnombre de Jesucristo. Amén. �

NOTAS1. Véase introducción a What About

Those Who Have Never Heard?, Three

views on the Destiny of the Unevangelized,por Gabriel Fackre, Ronald H. Nash yJohn Sanders, (1995), pág. 9. Existenvarias teorías con respecto a los muertos“que no han sido evangelizados”, las cua-les oscilan desde una inexplicable nega-ción de salvación hasta sueños u otrasintervenciones divinas que ocurren en elmomento de producirse la muerte, hastala salvación de todos, incluso sin fe enCristo. Unos pocos creen que las almasoyen de Jesús después de la muerte. Nadieexplica cómo satisfacer el requisito quepronunció Jesús de que las personas debennacer de agua y del Espíritu para entrar enel reino de Dios (véase Juan 3:3–5). Sincontar con el conocimiento que existió enla Iglesia primitiva, esos ávidos buscadoresse han visto, “forzados a escoger entre ladébil ley que [permite] a los que no fueronbautizados entrar en el cielo y un Dioscruel que [condena] al inocente”. HughNibley, Mormonism and Early Christianity ,1987, pág. 101).

2. Alma 42:15.3. Véase Juan 5:25.4. Véase 1 Pedro 3:18–20.5. D. y C. 138:30, 33.6. Véase D. y C. 124, 128, 132; Joseph

Smith Jr., The Personal Writings of JosephSmith, Dean C. Jessee, 1984, pág. 486; TheWords of Joseph Smith, Andrew F. Ehat yLyndon W. Cook , 1991, pág. 49.

7. Véase D. y C. 124:29–36. La granconstrucción de templos en la actualidadpor todo el mundo tiene como uno de susfines principales suministrar el lugar en elcual se pueden efectuar las ordenanzasesenciales para la salvación por los que notuvieron en vida el privilegio de recibirlas.

8. “Las palabras del profeta viviente”,Liahona, agosto de 1998, pág. 16.

9. Ben Fenton, “Mormons UsingSecret War Files to Save Souls”, TheTelegraph (London), 22 de febrero de1999.

10. Greg Stott, “Ancestral Passion”,Equinox, April/May 1998, pág. 45.

11. Véase Moisés 7:32. Véase tambiénAlma 5:33-36; 42:27.

12. D. y C. 138:58. 13.1 Corintios 15:29.14. Alma 40:23.15. Romanos 14:9.16. Juan 11:25.17. 1 Corintios 15:22, 25–26.18. Véase 2 Corintios 5:15.19. 1 Juan 2:2.

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20. Hechos 10:34–35.21. 2 Nefi 26:25.22. 2 Nefi 26:33.23. Romanos 8:38–39.24. Véase Juan 14:6.25. Hechos 4:12; véase también 2 Nefi

25:20; Mosíah 5:8.26. 1 Timoteo 2:5.27. Efesios 4:5; John Hick, The Myth of

God Incarnate (1977).28. Mateo 7:14.29. Juan 3:5.30. Hechos 2:38.31. 2 Nefi 31:7; véase también Mateo

3:13-17; Marcos 1:9–11; Lucas 3:21–22;Juan 1:29–34.

32. 2 Nefi 31:9, 12.33. D. y C. 20:26.34. 1 Pedro 4:6.35. Malaquías 4:5-6; véase también

3 Nefi 25:5–6; D. y C. 2:1–3.36. D. y C. 128:18.37. D. y C. 2:3; José Smith—Historia

1:39.38. Mateo 16:19; véase también Mateo

18:18, D. y C. 132:46.39. D. y C. 110:16.40. Véase Isaías 24:22; 1 Pedro 3:19;

Alma 40:12–13; D. y C. 38:5; D. y C.138:22, 30. Se dice que aun los espíritusjustos son “cautivos” fieles que esperan lalibertad de las cadenas de la muerte.(Véase D. y C. 138:18–19.)

41. D. y C. 128:22.

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“Venid y ved”Élder Alexander B. MorrisonMiembro emérito de los Setenta

“Vengan añorando conocerle a Él, y les prometo que lo encontrarán y loverán en Su verdadero personaje como el Salvador resucitado y redentordel mundo”.

En los comienzos del ministeriode Jesús, dos discípulos acu-dieron a Él y le preguntaron:

“Maestro, ¿dónde moras?”. La res-puesta breve y profunda de Jesús,“Venid y ved”, es la base de mis bre-ves y humildes comentarios hoy(véase Juan 1:38–39).

“Venid y ved”; vengan añorandoconocerle a Él, y les prometo que loencontrarán y lo verán en su verda-dero personaje como el Salvadorresucitado y redentor del mundo.“Venid y ved”, y lo reconoceráncomo el Cristo del sepulcro vacío, elconquistador del Calvario que que-brantó los lazos de la muerte y selevantó triunfante de la tumba paradar la inmortalidad a todos y la vidaeterna a los fieles. Él es el “corderosin mancha y sin contaminación”preordenado para su papel mesiá-nico “desde antes de la fundacióndel mundo” (1 Pedro 1:19–20). Élfue “herido... por nuestras rebeliones,

molido por nuestros pecados... y porsu llaga fuimos nosotros curados”(Isaías 53:5).

“Venid y ved”, y, al venir, dejensus cargas a los pies de Él.Abandonen todos sus pecados paraverle y conocerle (véase Alma22:18). “Venid a mí todos los queestáis trabajados y cargados”, dijoÉl, “y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, yaprended de mí... y hallaréis des-canso para vuestras almas” (Mateo11:28–29). Vengan a Él, y Él borrarásus pecados y curará su alma aunqueesté enferma de pecado. Él reempla-zará el odio con el amor y el ego-ísmo con el servicio. Fortalecerá sushombros para que soporten mejorlas cargas y les dará nuevo valor y

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esperanza para el camino por reco-rrer.

“Venid y ved”, y, al hacerlo, susojos serán abiertos y realmente verán,quizás por vez primera, quiénes sonustedes y quién es Él. Llegarán averse a sí mismos como hijos deDios, hijos de padres divinos, concapacidad infinita para crecer espiri-tualmente y llegar a ser más seme-jantes a Él. Llegarán a comprenderque Dios “de una sangre ha hechotodo el linaje de los hombres, paraque habiten sobre toda la faz de latierra” (Hechos 17:26), y verán atodos los hombres en todas partescomo hermanos y a todas las mujerescomo hermanas, con todas las res-ponsabilidades filiales que elloimplica. Verán que “a nadie de losque a él vienen desecha, sean negroso blancos, esclavos o libres, varoneso mujeres y todos son iguales anteDios” (2 Nefi 26:33).

“Venid y ved”, y, al hacerlo,encontrarán Su Iglesia, La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. Es una Iglesia dirigida enla tierra por profetas, videntes yreveladores vivientes, pero a lacabeza no hay un hombre mortal,sino Jesús, el Señor DiosOmnipotente. Al “venir y ved”,encontrarán a un pueblo feliz, unpueblo optimista y alegre que, si

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TestimonioÉlder Loren C. DunnMiembro emérito de los Setenta

“Sé que Dios nuestro Padre está presente en esta obra en grandescongregaciones como ésta, y que en la más pequeña de las ramas y lamás pequeña de las congregaciones, Dios está en esta obra”.

bien se esfuerza por vencer las faltasy flaquezas comunes de los hombres,lucha por ser mejor, por hacer elbien a todos los hombres, por edifi-car la ciudad de Dios, en dondetodos puedan morar juntos en recti-tud. Al “venir y ved”, encontrarán aun pueblo que tiene un interés pro-fundo y sincero por los pobres y losnecesitados, un pueblo que extiendela mano para ayudar a la viuda y alhuérfano, a los enfermos y necesita-dos, a los pobres y oprimidos. “Venidy ved” los frutos del vivir elEvangelio. Pruébenlos ustedes mis-mos y verán que son dulces y delicio-sos. Cuando comprendan que“cuando os halláis al servicio devuestros semejantes, sólo estáis alservicio de vuestro Dios” (Mosíah2:17), se esforzarán por entregarse auna vida al servicio del Maestro.

Termino donde comencé: Ladeclaración de Jesús, “Venid y ved”,extiende tanto una invitación comouna promesa a las personas de todoel mundo. Vengamos a Él; veámoslecomo Rey de reyes y Señor de seño-res; reconozcamos en Él al granMesías que vendrá de nuevo con sal-vación en sus alas para liberar a Supueblo. Él les abrigará en el mantode Su amor redentor y la vida deustedes cambiará para siempre.

De eso testifico, siendo uno deSus siervos, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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ace apenas seis días, el presi-dente Gordon B. Hinckley,acompañado del presidente

Boyd K. Packer, del élder NeilAndersen y de sus respectivas espo-sas, dedicaron el Templo de Boston,Massachussets. La dedicación fue laculminación de un programa depuertas abiertas en el que más de83.000 personas pasaron por el tem-plo. Más de 16.000 asistieron a lascuatro sesiones dedicatorias, bien enel templo mismo o en los centros deestaca cercanos.

Aunque cada templo es impor-tante y ofrece las mismas ordenanzasnecesarias para la vida eterna, estadedicación fue histórica en muchosaspectos. Éste es el primer templo deuna ciudad reconocida como lacuna de la libertad en lo que porentonces era el nuevo mundo, y sele reconoce también como el primerhogar de muchos de los primeroslíderes y miembros de la Iglesia. La

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dedicación parecía representar lareunión del gran legado de Américacon las raíces sagradas del Evangeliorestaurado de Jesucristo.

Algunos de los asistentes teníanlazos que los unían a Boston y susaledaños, aunque la mayoría estabaallí porque era donde vivían, y seregocijaban por la dedicación de untemplo en su ciudad. Todos estabanallí como miembros de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, “conciudadanos de lossantos y miembros de la familia deDios”, tal y como dijo el presidenteHinckley en la ceremonia de la pie-dra angular: “edificados sobre el fun-damento de los apóstoles y profetas,siendo la principal piedra del ánguloJesucristo mismo” (Efesios 2:19–20).

Asistieron muchos lugareños, lamayoría con sus hijos y nietos: hastatres generaciones de dignos posee-dores de una recomendación para eltemplo.

En la oración dedicatoria delTemplo de Kirtland, el profeta JoséSmith pidió al Señor que quebraseel yugo de las persecuciones de laépoca (véase D. y C. 109:31–33,47). Aun cuando todavía quedanalgunos desafíos, vemos cómo serompe el yugo del malentendido ydel prejuicio en esta época de cons-trucción de templos y de programasde puertas abiertas para el público.

En el templo, en los cuartos desellamiento, hay espejos colocadosen paredes opuestas. Cuando unapersona mira en el espejo, puede ver su reflexión remontándose deuna generación a otra, por asídecirlo, o verla en el futuro, de una

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generación a otra, sin que haya fin,lo que significa la naturaleza eternade todos nosotros. Quizás exista otrarazón por la cual los espejos esténsituados de esa manera: es unarepresentación de todos los quevinieron antes que nosotros y detodos los que vendrán después.

Pienso en las palabras del profetaJosé: “Y ahora, después de losmuchos testimonios que se handado de él, éste es el testimonio, elúltimo de todos, que nosotrosdamos de él: “¡Que vive!” (D. y C.76:22).

Un coro del Centro de Capacitación M

A todos aquellos que han dadotestimonio de esta obra, y todos losque aún darán testimonio de estaobra, en mi día y tiempo, les expresoese testimonio en este día y tiempo.Sé que hay un Dios en los cielos, ysé que Él vive. Sé que Dios vive. Séque vive. Sé que vive, y sé que Él esel Padre de todos nosotros. Sé queDios nuestro Padre está presente enesta obra en grandes congregacionescomo ésta, y que en la más pequeñade las ramas y la más pequeña de lascongregaciones Dios está en estaobra. Sé que Jesucristo es nuestro

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isional de Provo canta un himno en un

Salvador y nuestro Redentor y queÉl nos ha comprado al derramar Susangre por el sufrimiento quesoportó en Getsemaní. Sé que hayapóstoles y profetas en el funda-mento de esta obra, comenzandocon el profeta José hasta llegar alpresidente Gordon B. Hinckley enla actualidad. Éste, mis hermanos yhermanas, es el Evangelio deJesucristo. Esta obra es verdadera.Ruego que el Señor nos bendigapara que vivamos de acuerdo conella. En el nombre de Jesucristo.Amén. �

a de las sesiones de la conferencia.

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El regocijo del ser mujerMargaret D. NadauldPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

“Las hijas de Dios saben que es la naturaleza de la mujer la que puedeproporcionar bendiciones eternas, y por ello viven para cultivar esteatributo divino”.

Es una bendición extraordina-ria ser hija de Dios hoy en día.Tenemos la plenitud del

Evangelio de Jesucristo. Contamoscon la bendición de tener el sacer-docio restaurado en la tierra. Somosguiados por un profeta de Dios queposee todas las llaves del sacerdocio.Amo y honro al presidente GordonB. Hinckley y a todos nuestros her-manos que poseen el sacerdocio yson dignos de él.

Me siento inspirada por la vidade las mujeres buenas y fieles. Desdeel principio del tiempo, el Señor hadepositado una considerable con-fianza en ellas. Nos ha enviado a latierra en una época como esta paraefectuar una gran y maravillosamisión. Doctrina y Conveniosenseña: “Aun antes de nacer, ellos,con muchos otros, recibieron susprimeras lecciones en el mundo delos espíritus, y fueron preparadospara venir en el debido tiempo del

Señor a obrar en su viña en bien dela salvación de las almas de los hom-bres” (D. y C. 138:56). ¡Qué magní-fica visión nos da ese pasaje conrespecto a nuestro propósito en latierra!

A quien mucho se da mucho serequiere. Nuestro Padre Celestialnos pide a Sus hijas que seamos vir-tuosas, que vivamos con rectitud afin de que cumplamos la misión denuestra vida, así como Sus propósi-tos. Él desea que salgamos adelantecon éxito y sí nos amparará si busca-mos Su ayuda.

El que las mujeres hayamosnacido como tales en esta tierra sedeterminó largo tiempo antes delnacimiento terrenal, como lo fueronlas diferencias divinas que hay entrehombre y mujer. Me deleito en laclaridad de las enseñanzas de laPrimera Presidencia y el Quórum delos Doce que se exponen en laProclamación sobre la Familia. Allídicen: “El ser hombre o mujer esuna característica esencial de laidentidad y el propósito eternos delos seres humanos en la vida pre-mortal, mortal y eterna”1. En esadeclaración se nos enseña que todaniña era mujer y femenina muchoantes de su nacimiento mortal.

Dios envió a las mujeres a la tie-rra con algunas cualidades extraor-dinarias. Al dirigirse a las mujeresjóvenes, el presidente Faust dijo quela femineidad “es el adorno divinodel género humano, que se expresaen... su capacidad para amar, suespiritualidad, delicadeza, resplan-dor, sensibilidad, creatividad,encanto, refinamiento, ternura,

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dignidad y serena fuerza. Se mani-fiesta en forma diferente en cadajovencita o mujer, pero todas... laposeen. La femineidad es parte desu belleza interior”2.

Nuestro aspecto exterior es unreflejo de lo que somos interior-mente. Nuestras vidas reflejan aque-llo que buscamos. Y si de todocorazón buscamos en verdad cono-cer al Salvador y ser más semejantesa como Él es, lo lograremos, porqueÉl es nuestro divino y eternoHermano. Pero Él es más que eso: Éles nuestro amado Salvador, nuestroquerido Redentor. Junto con Almade antaño, preguntamos: “¿Habéisrecibido su imagen en vuestros ros-tros?” (Alma 5:14).

Se puede reconocer a las mujeresque están agradecidas de ser hijas deDios por su aspecto externo. Estasmujeres comprenden la mayordomíaque tienen sobre su cuerpo y lo tra-tan con decoro; lo cuidan como cui-darían un santo templo porqueentienden la enseñanza del Señor:“¿No sabéis que sois templo de Dios,y que el Espíritu de Dios mora envosotros?” (1 Corintios 3:16). Lasmujeres que aman a Dios nuncaabusarían ni desfigurarían un tem-plo con graffiti, ni abrirían de par enpar las puertas de ese santo y dedi-cado edificio para invitar al mundoa mirarlo. Cuánto más sagrado queun templo es el cuerpo, puesto queno ha sido hecho por el hombre,sino que fue hecho por Dios.Nosotras somos las mayordomas, lasguardas de la pureza con la que[nuestro cuerpo] vino del cielo. “Sialguno destruyere el templo de Dios,Dios le destruirá a él; porque el tem-plo de Dios, el cual sois vosotros,santo es” (1Corintios 3:17).

Las agradecidas hijas de Dios cui-dan su cuerpo con esmero, puestoque saben que son la fuente de lavida y reverencian la vida; no des-cubren su cuerpo para congraciarsecon el mundo, sino que son recata-das para recibir la aprobación de suPadre Celestial, porque saben que Éllas ama profundamente.

Se puede reconocer a las mujeresque están agradecidas de ser hijas deDios por su actitud; ellas saben que

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las tareas de los ángeles se han dadoa la mujer y desean ser parte de latarea de Dios de amar a Sus hijos yde ministrarles; de enseñarles lasdoctrinas de la salvación; de llamar-los al arrepentimiento; de salvarlosespiritualmente; de guiarlos en eldesempeño de la obra de Dios; dedar a conocer los mensajes de Él3.Ellas comprenden que pueden seruna bendición para los hijos de suPadre Celestial en los hogares y enlos vecindarios de ellos, y más alláde éstos. Las mujeres que estánagradecidas de ser hijas de Dios glo-rifican el nombre de Él.

Se puede reconocer a las mujeresque están agradecidas de ser hijas deDios por sus aptitudes. Cumplen supotencial eterno y magnifican susdones divinos. Son mujeres compe-tentes y firmes que hacen bien a lasfamilias, sirven al prójimo y entien-den que “la gloria de Dios es la inte-ligencia” (D. y C. 93:36). Sonmujeres que abrazan las virtudeseternas para ser todo lo que nuestroPadre Celestial necesita que sean. Elprofeta Jacob habló de algunas deesas virtudes cuando dijo que “sonde sentimientos sumamente tiernos,castos y delicados ante Dios, cosaque agrada a Dios” (Jacob 2:7).

Se puede reconocer a las mujeresque están agradecidas de ser hijas deDios mediante su reverencia por lamaternidad, aun cuando esta bendi-ción les haya sido denegada tempo-ralmente. En estas circunstancias,su recta influencia puede ser unabendición en la vida de los hijos aquienes aman. Su enseñanza ejem-plar hace eco en la voz de un hogarfiel y hace resonar la verdad en elcorazón de unos hijos que necesitande otro testigo.

Las hijas agradecidas de Dios leaman y enseñan a sus hijos a amarlesin reserva ni resentimiento. Soncomo las madres del joven ejércitode Helamán, las cuales tenían unagran fe y “sus madres les habíanenseñado que si no dudaban, Dioslos libraría” (Alma 56:47).

Cuando observe a una madreamable y gentil en acción, verá auna mujer de gran fortaleza. Sufamilia puede percibir un espíritu de

amor, respeto y seguridad cuandoestá cerca de ella mientras busca lacompañía del Espíritu Santo y laguía de Su Espíritu. La familia esbendecida por la sabiduría y buenjuicio de la madre. Los maridos y loshijos, cuyas vidas ella bendice, con-tribuirán a la estabilidad de lassociedades de todo el mundo. Laagradecidas hijas de Dios aprendenlas verdades de sus madres y abue-las, y enseñan a sus hijas el dichosoarte de crear un hogar. Buscan unabuena educación para sus hijos yellas tienen sed de conocimiento.Ayudan a sus hijos a desarrollar des-trezas que puedan emplear en el ser-vicio a los demás. Saben que elcamino que han escogido no es elmás fácil, pero sí que merece la penasus mejores esfuerzos.

Entienden al élder Neal A.Maxwell cuando dijo: “Cuando lahistoria final de la humanidad serevele, ¿hará resonar el tronar delcañón, o el eco de una canción decuna? ¿Los grandes armisticioshechos por los militares, o la acciónpacificadora de la mujer en elhogar? Lo que ocurre en las cunas yen los hogares, ¿tendrá mayor efectoque las grandes resoluciones toma-das en los congresos?”4.

Las hijas de Dios saben que es lanaturaleza de la mujer la que puede

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proporcionar bendiciones eternas, ypor ello viven para cultivar este atri-buto divino. Por cierto que cuandouna mujer reverencia la maternidad,sus hijos se levantarán y la llamaránbienaventurada (véase Proverbios31:28).

Las mujeres de Dios no puedenser como las mujeres del mundo. Elmundo tiene suficientes mujeresduras; necesitamos mujeres delica-das. Hay suficientes mujeres grose-ras; necesitamos mujeres amables.Hay suficientes mujeres rudas; nece-sitamos mujeres refinadas. Hay sufi-cientes mujeres que tienen fama ydinero; necesitamos más mujeresque tengan fe. Hay suficiente codi-cia; necesitamos más abnegación.Hay suficiente vanidad; necesitamosmás virtud. Hay suficiente populari-dad; necesitamos más pureza.

¡Ah, cuánto rogamos que cadajovencita crezca y llegue a ser lamujer extraordinaria que Dios sabeque puede ser! Suplicamos que sumadre y su padre le indiquen elcamino correcto. Imploramos quelas hijas de Dios honren el sacerdo-cio y apoyen a los poseedores dignosdel sacerdocio; que comprendan sugran capacidad de fortaleza en elámbito de las virtudes eternas de lasque algunos se burlan en el mundomoderno de mujeres liberadas de

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El vivir mediante la guíade las EscriturasÉlder Russell M. NelsonDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Todos necesitamos guía en la vida; la obtenemos mejor de los libroscanónicos y de las enseñanzas de los profetas de Dios”.

restricciones.Rogamos que las madres y los

padres comprendan el gran potencialpara el bien que sus hijas han here-dado de su hogar celestial. Debemosalimentar su dulzura, su naturalezacaritativa, su espiritualidad y sensibi-lidad innatas, así como su agudainteligencia. Celebren el hecho deque las niñas son diferentes de losmuchachos. Siéntanse agradecidospor el lugar que ellas ocupan en elgran plan de Dios. Y recuerdensiempre lo que dijo el presidenteHinckley: “Sólo después de que latierra hubo sido formada, después deque el día fue separado de la noche,después de que las aguas hubieronsido separadas de la tierra seca, des-pués de que fueron creadas la vege-tación y la vida animal, y después deque el hombre hubo sido puesto enla tierra, fue creada la mujer; y sóloentonces se dijo que la obra estabahecha y que era buena”5.

Padres de familia, esposos y hom-bres jóvenes, ruego que comprendantodo lo que las mujeres son y puedenser. Por favor, sean dignos del santosacerdocio de Dios que poseen yhonren ese sacerdocio, puesto quenos bendice a todos nosotros.

Hermanas, a pesar de su edad, porfavor comprendan todo lo que son ydeben ser, todo aquello para lo cualDios mismo las preparó en la existen-cia preterrenal. Ruego que utilicemoscon gratitud los dones inestimablesque se nos han dado para ayudar alos seres humanos a pensar conmayor rectitud y a tener más noblesaspiraciones, y lo hago en el nombrede Jesucristo. Amén. �

H

ace poco, la hermanaNelson y yo nos encontrába-mos en Dinamarca durante

la conmemoración del 150 aniversa-rio de la Iglesia en Escandinavia.Entre las reuniones, tomamos unascuantas horas para buscar los pueblosdonde habían nacido dos de losabuelos de mi padre, que se encon-traban entre los primeros conversosde la Iglesia en Dinamarca. La fami-lia de la abuela paterna de mi padrevivía en la parte oeste del país1; lafamilia de su abuelo paterno vivía enel norte de Dinamarca2. Gracias a unbuen conductor y a un mapa magní-fico, encontramos cada pueblo yobtuvimos la preciada información.Durante todo el viaje, mis manos nosoltaron ese valioso mapa que probóser tan esencial para lograr nuestrasmetas.

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En comparación, muchas perso-nas van por la vida sin una buenaguía, sin saber a dónde desean ir ocómo llegar a ese lugar, pero si sepone suma atención a un mapa decaminos para un viaje de un solodía, ¿no sería prudente tambiénponer atención a una guía fidedignaen nuestra jornada por la vida? Esen cuanto a eso que quisiera hablar:de por qué necesitamos guía, dóndepodemos obtenerla, y cómo podemoslograrla.

NOTAS1. “La Familia: Una proclamación para

el mundo”, Liahona, junio de 1996, pág. 10.2. Presidente James E. Faust, “El ser

mujer: El más alto lugar de honor”,Liahona, julio de 2000, 118.

3. Bruce R. McConkie, MormonDoctrine, 2a ed., 1966, 35.

4. Élder Neal A. Maxwell, “Mujeres de Dios”, Liahona, agosto de 1978, págs. 14–15.

5. Presidente Gordon B. Hinckley, “Our Responsibility to Our Young Women”,Ensign, septiembre de 1988, pág. 11.

¿POR QUÉ NECESITAMOS GUÍA?La pregunta ¿Por qué?, pone énfa-

sis en el propósito de la vida. Elmáximo objetivo de nuestra jornadaterrenal lo reveló nuestro Creadorcuando dijo: “Y si guardas mis man-damientos y perseveras hasta el fin,tendrás la vida eterna, que es elmayor de todos los dones de Dios”3.

Su don de vida eterna está sujeto alas condiciones que Él estableció4.Esas condiciones constituyen un plan,o, para utilizar mi analogía, un mapaespiritual. Y cuando surgen dificulta-des es cuando más se necesita esaguía. En nuestro viaje por Dinamarca,llegamos a una desviación inesperadaque hizo que nos perdiéramos. Paravolver al camino correcto, detuvimosel auto; estudiamos el mapa con dete-nimiento y luego hicimos la correc-ción necesaria.

¿Y qué sucede si andan perdidosy no tienen un mapa? Supongan quese encuentran solos y no sabendónde están. ¿Qué pueden hacer?

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¡Piden ayuda! ¡Llaman a casa!¡Llaman a la Iglesia! ¡Oran! Unavez que reciben alguna clase deayuda, se dan cuenta de que tienenque subir por allí o dar vuelta porallá para volver al camino correcto.O tal vez tengan que volver al prin-cipio a fin de asegurarse de que pue-den llegar a donde desean ir.

de referencia, al igual que las nor-mas de tiempo, pesos y medidasque se conservan en las agenciasgubernamentales encargadas deesos asuntos.

Para lograr nuestro objetivo de lavida eterna, debemos seguir lasenseñanzas de los libros canónicos yotras revelaciones recibidas de losprofetas de Dios5. Nuestro amorosoSeñor previó la necesidad que ten-dríamos de recibir dirección. Él dijo:“Porque estrecha es la puerta yangosto el camino que conduce a laexaltación y continuación de lasvidas, y pocos son los que lahallan”6.

Pocos son los que encuentran elcamino porque pasan por alto eldivino mapa que nos ha dado elSeñor. Y un error aún más serio es elno hacer caso al Hacedor del mapa.Dios declaró en el primero de SusDiez Mandamientos: “No tendrásdioses ajenos delante de mí”7. Noobstante, el hombre carnal seinclina a dejar que su lealtad sevuelva hacia los ídolos.

Por ejemplo, nos parece increíble

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que las computadoras, así comoInternet transmitan datos con sor-prendente rapidez. De verdad esta-mos agradecidos por estas ayudaselectrónicas, pero si permitimos quese adueñen de nuestro tiempo, per-viertan nuestro potencial o envene-nen nuestras mentes conpornografía, dejan de ser ayudas yen vez de ello se convierten en dio-ses falsos.

El Maestro nos advirtió de aque-llos que “no buscan al Señor paraestablecer su justicia, antes todohombre anda por su propio camino,y en pos de la imagen de su propiodios, cuya imagen es a semejanza delmundo y cuya substancia es la de unídolo”8.

Los dioses falsos únicamente lle-van a caminos sin salida. Si nuestrajornada por la vida ha de teneréxito, debemos seguir la direccióndivina. El Señor dijo: “Elevad haciamí todo pensamiento; no dudéis; notemáis”9 . Y el salmista escribió:“Lámpara es a mis pies tu palabra, ylumbrera a mi camino”10.

El seguir ese consejo divinorequiere no sólo convicción, sinoconversión, y a menudo, arrepenti-miento. Eso agradaría al Señor,quien dijo: “Convertíos, y volveosde vuestros ídolos y [apartaos]... detodas vuestras abominaciones”11.

En su jornada por esta vida, uste-des encuentran muchos obstáculos ycometen algunos errores. La guía delas Escrituras les ayuda a reconocerel error y efectuar la correcciónnecesaria, lo cual les impide seguiren la dirección equivocada. Ustedeshacen un estudio cuidadoso delmapa de las Escrituras y luegosiguen adelante con el arrepenti-miento y la restitución necesariapara hallarse en el “estrecho yangosto camino que conduce a lavida eterna”12.

Hermanos y hermanas , las vidasocupadas que llevamos nos obligana concentrarnos en las cosas quehacemos día con día, pero el desarro-llo del carácter se logra únicamentecuando nos concentramos en quié-nes somos en realidad. Para estable-cer y lograr esas metas mayores,necesitamos ayuda divina.

DÓNDE PODEMOS OBTENER GUÍAEso nos lleva a preguntarnos

¿dónde podemos obtener la guíaque necesitamos? Acudimos aAquel que nos conoce mejor: nues-tro Creador. Él nos permitió venir ala tierra con la libertad de elegirnuestro propio camino. En Su granamor, Él no nos dejó solos. Él nosproporcionó una guía —un mapaespiritual— para ayudarnos a lograréxito en la jornada. Esa guía laconocemos como los libros canóni-cos, así llamados porque ellos —laSanta Biblia, el Libro de Mormón,Doctrina y Convenios y la Perla deGran Precio— constituyen lanorma mediante la cual debemosvivir; nos sirven como una norma

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CÓMO PODEMOS LOGRAR TENER LA GUÍA DE LAS ESCRITURAS

Una vez que entendamos por quénecesitamos guía y dónde podemosobtenerla, nos preguntamos:¿Cómopodemos lograrla? ¿Cómo podemosen verdad vivir “no sólo de pan...sino de toda palabra que sale de laboca de Dios”?13.

Empezamos con la determinaciónde “[aplicar] todas las Escrituras anosotros mismos para nuestro pro-vecho e instrucción”14. Si marcha-mos “adelante, [deleitándonos] enla palabra de Cristo, y [persevera-mos] hasta el fin... [tendremos] lavida eterna”15.

Deleitarse en la palabra significamás que sólo probar; deleitarse sig-nifica saborear. Nosotros saborea-mos las Escrituras al estudiarlas enun espíritu de agradable descubri-miento y de fiel obediencia16.Cuando nos deleitamos en las pala-bras de Cristo, quedan grabadas “entablas de carne del corazón”17. Seconvierten en parte integral denuestra naturaleza.

Hace muchos años un colegamédico me reprendió por no separarmi conocimiento profesional del demis convicciones religiosas. Eso mesorprendió porque no pensaba quela verdad debía dividirse en partes.La verdad es indivisible.

El peligro acecha cuando nosdividimos a nosotros mismos conexpresiones como éstas: “mi vidaprivada”, “mi vida profesional”, oincluso “mi mejor conducta”. Elvivir la vida en compartimientosseparados puede llevar a conflictosinternos y suma tensión. A fin deescapar esa tensión, muchas perso-nas imprudentemente recurren asustancias adictivas, a la búsquedade placeres o a la autocomplacencia,que a su vez producen más tensión,creando de este modo un círculovicioso.

La paz interior se logra única-mente cuando mantenemos la inte-gridad de la verdad en todos losaspectos de nuestra vida. Cuandohacemos el convenio de seguir alSeñor y obedecer Sus mandamien-tos, aceptamos Sus normas en todopensamiento, acto y hecho.

El vivir las normas del Señorrequiere que cultivemos el don delEspíritu Santo, el cual nos ayuda aentender la doctrina y a aplicarlapersonalmente. Debido a que la ver-dad que se da por revelación sólo sepuede entender mediante la revela-ción18, nuestros estudios tienen queir acompañados de la oración. LasEscrituras testifican en cuanto a laeficacia de la oración en el diariovivir. Una de ellas es Proverbios:“[Reconoce a Dios] en todos tuscaminos, y él enderezará tus vere-das”19. Otra proviene del Libro deMormón: “Consulta al Señor entodos tus hechos, y él te dirigirápara bien”20.

Al meditar y orar en cuanto aprincipios de doctrina, el EspírituSanto hablará a sus mentes y a suscorazones21. De los acontecimientosde las Escrituras, destilarán a suscorazones nuevas perspectivas yprincipios pertinentes a su situación.

Ustedes cultivan estas experien-cias de revelación al vivir deacuerdo con la luz que ya se les hadado y al escudriñar las Escriturascon propósitos puros, con la verda-dera intención de “venir a Cristo”22.Al hacerlo, su confianza “se fortale-cerá en la presencia de Dios” y elEspíritu Santo será su compañeroconstante23.

A fin de lograr la guía de lasEscrituras, convendría hacer lassiguientes preguntas específicas24. Sepodrían preguntar: “¿Qué principiose puede aprender de estas enseñan-zas del Señor?”. Por ejemplo, en lasEscrituras se enseña que la Creaciónse llevó a cabo en seis períodos detiempo25. Los principios que seaprenden de ese estudio demuestranque cualquier logro requiere ladebida planificación, el tiempooportuno, paciencia, trabajo y nin-gún atajo.

Enseguida, les sugiero que desa-rrollen un estilo de estudio que seacomode a ustedes26. Una manera esleer un libro de Escritura desde laprimera página hasta la última. Estemétodo sirve para dar una buenaperspectiva general, pero otrosmétodos también tienen mérito. El prestar atención a un tema en

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particular, complementándolo conel uso de notas correlacionadas alpie de página, y las guías de estudio,sirven para encender la luz delentendimiento doctrinal.

Se puede recibir guía al lidiar conserios desafíos en la vida. Haceaños, durante los días de mi tem-prana investigación científica en uncampo que en aquel entonces eranuevo en la práctica médica, unanorma de verdad de las Escriturasme dio el valor que necesitaba paraperseverar. Me apoyé mucho enestos versículos de Doctrina yConvenios:

“A todos los reinos se ha dadouna ley;

“y hay muchos reinos; pues nohay espacio en el cual no hayareino; ni hay reino en el cual nohaya espacio...

“Y a cada reino se le ha dado unaley; y para cada ley también hayciertos límites y condiciones”27.Aprendimos leyes que tenían quever con el “reino” de nuestro propiointerés y logramos el control quepreviamente, debido a nuestra igno-rancia, había sido relegado única-mente a la suerte.

La motivación para obtener laguía de las Escrituras se logracuando se tienen que tomar decisio-nes importantes, incluso entreopciones que son igualmentecorrectas. Las AutoridadesGenerales a menudo enfrentan estaclase de decisiones. En esas ocasio-nes, acudimos a las Escrituras; talvez leamos los libros canónicos denuevo, en busca de comprensiónrespecto a un asunto específico.

Para el estudio de las Escriturasse necesita un horario al cual ape-garse; de otro modo, las bendicionesmás importantes quedarán a mercedde las cosas menos importantes. Eltiempo para el estudio familiar de lasEscrituras tal vez sea difícil de esta-blecer. Hace años, cuando nuestroshijos eran pequeños, estaban endiferentes clases en varias escuelas.Su papi tenía que estar en el hospi-tal a las siete de la mañana, a mástardar. En un consejo familiar, seacordó que la mejor hora para tenernuestro estudio de las Escrituras era

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En el nuevo estanque, al lado este del Templo de Salt Lake, se reflejan losvisitantes a la conferencia y las columnas del templo.

a las seis de la mañana. A esa hora,los pequeños tenían mucho sueño,pero se esforzaban por hacerlo . Devez en cuando, teníamos que des-pertar a alguno cuando le llegaba elturno de leer. No sería honrado demi parte hacerles creer que nuestroestudio familiar de las Escrituras eraun éxito rotundo. A veces era unrotundo fracaso, pero no nos dimospor vencidos.

Ahora, una generación mástarde, nuestros hijos están todoscasados, con familias propias. Lahermana Nelson y yo los hemosobservado disfrutar del estudio fami-liar de las Escrituras en sus propioshogares. A través de sus esfuerzosellos han tenido más éxito quenosotros. No queremos ni pensar enlo que habría sucedido si nos hubié-ramos desanimado28.

Todos necesitamos guía en la vida;la obtenemos mejor de los libroscanónicos y de las enseñanzas de losprofetas de Dios. Con esfuerzo dili-gente, podemos lograr esa guía y deese modo ser merecedores de recibirtodas las bendiciones que Dios tienereservadas para Sus hijos fieles. Deello testifico en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Gørding, Vejrup, y Vester Nebel, en

el condado Ribe.2. Mølholm, Støre Brøndum, en el

condado Ålborg.3. D. y C. 14:7.4. Véase D. y C. 130:21.5. Véase D. y C. 1:38.6. D. y C. 132:22.7. Éxodo 20:3.8. D. y C. 1:16.9. D. y C. 6:36.10. Salmos 119:105.11. Ezequiel 14:6.12. 2 Nefi 31:18; véase también Mateo

7:14; Jacob 6:11; 3 Nefi 14:14; 27:33; D. y C. 132:22.

13. Mateo 4:4.14. 1 Nefi 19:23.15. Véase 2 Nefi 31:20.16. Las Escrituras proporcionan aliento

para vivir de acuerdo con la voluntad denuestro Hacedor, quien dijo: “Si retrajeresdel día de reposo... de hacer tu voluntaden mi día santo, y lo llamares delicia,

santo, glorioso de Jehová; y lo venerares,no andando en tus propios caminos, nibuscando tu voluntad... entonces te delei-tarás en Jehová” (Isaías 58:13–14). Lapropia estimación también se obtiene alobedecer los mandamientos de Dios sobrela castidad (véase Éxodo 20:14; Levítico18:22; Mateo 5:28; 1 Corintios 6:9; 3 Nefi12:28; D. y C. 42:24; 59:6).

17. 2 Corintios 3:3.18. Véase 1 Corintios 2:11–14.19. Proverbios 3:6.20. Alma 37:37.21. Véase D. y C. 8:2.22. Jacob 1:7; Omni 1:26; Moroni

10:30, 32.23. D. y C. 121:45; véase también el

versículo 46.24. Ya que toda cosa buena se puede

utilizar incorrectamente, sería apropiadoofrecer unas palabras de advertencia. LasEscrituras no tienen la respuesta a todaslas preguntas. Aún se revelarán muchasverdades importantes. Se debe evitar lapreocupación por los así llamados “miste-rios”. Tengan cuidado también de lasinterpretaciones personales. Acudan a laspalabras de los profetas vivientes y a lasnormas oficiales para su interpretación.No juzguen a aquellos cuya circunstanciasustedes no deben juzgar. Se nos asegura,

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sin embargo, que “el que con diligenciabusca, hallará; y los misterios de Dios leserán descubiertos por el poder delEspíritu Santo” (1 Nefi 10:19). Tengantambién presente que se han dado muchasrevelaciones en respuesta a preguntas pro-féticas.

Es interesante notar que en el primeroy el último libros del Antiguo Testamentose plantean preguntas importantes: “¿Soyyo acaso guarda de mi hermano?”(Génesis 4:9), y “¿Robará el hombre aDios?” (Malaquías 3:8).

25. Véase Éxodo 20:11; 31:17; Mosíah13:19; D. y C. 77:12; Abraham 4:31.

26. Si lo desea, en su estudio personalde las Escrituras puede correlacionar sulectura con un curso de estudio de laIglesia, tal como el curso de estudios deDoctrina del Evangelio. A algunas perso-nas les gusta preparar tarjetas de memori-zación, las cuales utilizan mientras esperanel turno en una cita o en una reunión.

27. D. y C. 88: 36–38.28. En el estudio de las Escrituras

tanto personal como familiar se puedenusar libros, grabaciones y otros materiales.Las personas que establezcan una horapara el estudio de las Escrituras y perseve-ren en esa empresa mantendrán un espí-ritu positivo a través de sus días.

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Sean un eslabón fuerteÉlder David B. HaightDel Quórum de los Doce Apóstoles

“A medida que se me debilita la vista, pienso que de alguna forma mivisión mejora: mi visión del largo sendero, mi visión de lo que yaceadelante”.

Cuando el presidente GordonB. Hinckley anunció que yosería el último orador, estoy

seguro de que se preguntaba sipodría yo llegar hasta el púlpito. Élsabe que acabo de cumplir 94 años,por lo que me encuentro en el 95 demi existencia, y de ahí sus dudas.

Él sabe también que mi vista no esmuy buena, pero a medida que se medebilita la vista, pienso que de algunaforma mi visión mejora: mi visión dellargo sendero, mi visión de lo queyace adelante. Y lo mismo sucedecon todos ustedes esta mañana.Estoy seguro de que también diráncomo yo, que ésta es una épocamaravillosa para estar vivos y sermiembros de esta Iglesia; lo extraor-dinario que significa tener la libertadque poseemos, la libertad de asam-blea y de congregación religiosa.

Cuando Ruby y yo nos arrodilla-mos ante el altar del Templo de SaltLake, el 4 de septiembre de 1930,

con las manos unidas y mirándonosa los ojos, no teníamos idea de loque yacía adelante. Éramos dosjóvenes; yo venía del campo, del surde Idaho, y Ruby era del Condadode Sanpete, Utah. Tanto el padre deella como el mío habían fallecido,pero teníamos dos madres viudasmaravillosas que ese día nos acom-pañaron al templo. Al arrodillarnosy hacer convenios y promesas, yosupe que eso era en serio.

Ahora, después de estar casadosdurante 70 años, les puedo decir atodos que nuestro matrimonio estámejor que nunca, que con el correrde los años ha ido perfeccionándosecada vez más, con el cariño y la ter-nura, y la comprensión de las bendi-ciones eternas que nos esperan. Demodo que a todos ustedes les diría,y, si Ruby pudiera estar junto a míahora también les diría lo mismo,que la vida puede ser maravillosa ysumamente significativa, pero debe-mos vivirla en forma sencilla.Debemos vivir los principios delEvangelio, ya que lo que de verasimporta es tener el Evangelio ennuestra vida al andar por el caminode nuestra existencia.

Mientras criábamos a nuestroshijos, nos mudamos a varias partesdel país y ellos asistieron a escuelasen las que eran los únicos miembrosde la Iglesia de su clase. Lo hicimosmuchas veces, pero eso los ayudó ensu desarrollo y a adquirir entendi-miento, a obtener sus propios testi-monios, a ver el mundo en acciónpero al mismo tiempo ver las bendi-ciones del Evangelio en nuestravida.

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El domingo pasado Ruby y yoasistimos a la reunión sacramentalde un barrio de aquí, de la ciudad deSalt Lake. La reunión fue muy inte-resante ya que el barrio cuenta congente de buena posición económicaasí como de personas que residen encasas establecidas para los reciénsalidos de la cárcel. Poco antes de lareunión de testimonios, una jovencon una bebita en brazos se acercóal estrado donde se encontraba elobispo, para decirle que quería quela niña recibiera una bendición. Elobispo bajó, tomó a la bebita y se lebendijo.

Más tarde, durante la reunión detestimonios, un pequeño de sieteaños caminó hasta el púlpitotomado de la mano de su hermanitade cinco. Ayudó a acomodar unpequeño taburete para que ella separara sobre él y le ayudó a dar sutestimonio. Apenas ella titubeabaun poco, este amoroso pequeño sesiete años se inclinaba sobre su her-manita y le susurraba al oído.

Cuando ella hubo terminado, élse paró sobre el taburete mientrasella le miraba dar su testimonio; ellatenía una expresión de cariño en elrostro. Era su hermano mayor, perose podía ver en realidad el amorfamiliar y la relación que los unía. Elniño se bajó del taburete, tomó de lamano a su hermana pequeña y jun-tos regresaron a su asiento.

Casi al término de la reunión, enla que se me habían concedido unosmomentos para finalizarla, le pedí ala joven que había llevado a su hijitapara que la bendijeran que viniera yse parara junto a mí, y ella accedió.Entretanto, mientras se llevaba acabo la reunión de testimonios, yopregunté al obispo al oído: “¿Dóndeestá el marido?”.

“En la cárcel”, contestó el obispo.Le pregunté entonces: “¿cómo se

llama?”. Y el obispo me dijo el nom-bre de ella.

Ella vino y se paró junto a mí,con su pequeña en brazos. Al estarante el púlpito, miré a esa amorosabebita, de sólo unos pocos días denacida, y a esa madre, la madre deesa hijita, a la que había llevadopara que recibiera una bendición de

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manos del sacerdocio. Al mirarla aella y luego mirar a esa preciosapequeña, me pregunté lo que llega-ría a ser y qué sería de ella. Hablé ala congregación y a esa joven madresobre la proclamación que hacecinco años emitió la PrimeraPresidencia y el Quórum de losDoce, una proclamación sobre lafamilia y la responsabilidad quetenemos para con nuestros hijos, lade éstos para con sus padres y la delos cónyuges entre sí. Ese docu-mento maravilloso solidifica ladirección de las Escrituras quehemos recibido y que ha guiado lavida de los hijos de Dios desde laépoca de Adán y Eva, y que conti-nuará guiándonos hasta que baje eltelón que ponga punto final aldrama de la vida.

A medida que hablaba sobre esoy miraba a esa bella niñita, pensé enel verano pasado, cuando Ruby y yo

fuimos por unos días a Idaho devisita. Allí nos encontramos conalgunas personas de MountainHome, Idaho, la familia Goodrich.La hermana Goodrich había ido avernos con su hija Chelsea, ydurante la conversación nos dijoque Chelsea había aprendido dememoria la proclamación sobre lafamilia.

Le pregunté a la jovencita, quetiene quince años: “Chelsea, ¿escierto eso?”.

“Sí”, respondió.“¿Cuánto tiempo te llevó?”, le

pregunté.El la di jo: “Cuando éramos

pequeños, mamá comenzó un pro-grama en casa para ayudarnos amemorizar. Solíamos memorizarpasajes de las Escrituras, himnospara las reuniones sacramentales yotras cosas que nos eran útiles.Aprendimos así a memorizar y se

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convirtió en algo fácil para noso-tros”.

“¿Puedes repetirla toda?”, inquirí.“Sí, toda”, respondió.“La aprendiste cuando tenías

doce años, ahora tienes quince; muypronto comenzarás a salir con jóve-nes. Dime, ¿en qué forma te habeneficiado?”, pregunté.

Chelsea dijo: “Al pensar en lasdeclaraciones de esa proclamación yal comprender más acerca de la res-ponsabilidad que tenemos comofamilia y la responsabilidad quetenemos por la forma en que vivi-mos y debemos conducir nuestravida, la proclamación se ha conver-tido en una nueva norma para mí.Al relacionarme con otras personasy cuando comience a salir con jóve-nes, puedo pensar en las palabras yfrases de la proclamación para lafamilia. Eso me dará la pauta queme guiará y la fortaleza que vaya anecesitar”.

Hace poco, el presidenteHinckley habló a los alumnos de laUniversidad Brigham Young ydeclaró que la vida es una grancadena de generaciones, eslabóntras eslabón, hasta el fin del tiempo.En su discurso, alentó a los alumnosa no ser un eslabón débil, sino unvínculo fuerte en su familia.

Esta mañana de conferenciahemos escuchado muchas instruc-ciones relacionadas con la historiafamiliar y las familias, la razón por lacual debemos unirlas y la responsa-bilidad que tenemos de efectuar laobra del templo por decenas demillares de personas que podrían serparte de nuestra familia y que espe-ran del otro lado del velo para reci-bir las ordenanzas que debenefectuarse de este lado del velo, conel fin de que ellas lleven a cabo lascosas que tienen que hacer del otrolado. Eso todos lo comprendemosmuy bien.

Por consiguiente, quisiera decir-les a todos los que se encuentranpresentes esta mañana que esperocultiven dentro de sus familias —yde ustedes mismos— el deseo fer-viente de no ser un eslabón débildentro de la cadena familiar y de susantepasados. Los aliento a ser un

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eslabón fuerte para su posteridad yno uno débil. ¿No sería eso terrible?Si pensamos en esa larga cadena yen toda la obra que hay que hacerpara la salvación de las almas y de lamaravillosa obra que es necesarioefectuar, ¿no sería triste que fueranustedes el eslabón débil que hicieraque sus descendientes no pudieranformar parte de esa cadena?

Cuando los santos se preparabanpara partir de Nauvoo, con elTemplo de Nauvoo sin terminar,sólo les fue posible a unos pocosrecibir la investidura. El presidenteBrigham Young, en ese entoncesPresidente del Quórum de los Doce,era el apóstol de más antigüedad enesa época. Él escribió en su diarioacerca de la preocupación que sen-tía la gente al tratar de preparar loscarromatos para comenzar el viajehacia el Oeste, hacia un lugar quedesconocían por completo. Ellosseguían a sus líderes, aprontando laspocas cosas que podían llevar en loscarromatos.

En medio de todas esas prepara-ciones, algunos tuvieron la oportu-nidad de recibir la investidura; lagente sentía un gran anhelo de reci-bir la investidura. Brigham Youngdejó de hacer el trabajo que por lo

general hacía para poder quedarseen el templo y dirigir la obra de lainvestidura que era tan necesaria.Al hablar de ello, dijo que él sentíaun gran anhelo de hacer lo que lossantos deseaban que se hiciera. Essumamente interesante que esapalabra, anhelo , aparezca en surelato. Él escribe del anhelo quesentían de que se pudiese efectuaresa importante obra de la investi-dura antes de que la gente partierahacia el Oeste.

Les dejo mi amor, mi testimonio yel conocimiento que tengo de queesta obra es verdadera. Sé que Diosvive y sé que nos ama. Nos ama dela misma forma que nosotros quere-mos a nuestros hijos y a nuestra pos-teridad. Hasta el momento tenemos65 bisnietos, y claro está que tendre-mos más en camino. Los amamos atodos ellos y esperamos que lascadenas y los eslabones de nuestrafamilia sean fuertes y que nuestroshijos sean bendecidos. Nos sentimosmuy orgullosos de todos ellos y roga-mos que crezcan con el firme cono-cimiento y el sentimiento que tengocon respecto a Dios, de que Él vive,de que es nuestro Padre y de quetoda esta obra está bajo Su direc-ción y de la de Su Hijo, nuestro

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Salvador, Jesucristo. Ésta es laIglesia de Jesucristo restaurada a latierra en estos últimos días. Sé queeso es verdadero.

Sé que en la actualidad tenemosun profeta viviente sobre la tierra.Ustedes pueden ver las cosas mara-villosas que suceden en la Iglesia enla actualidad, con 100 templos enfuncionamiento. Algunos de ustedesvivirán para ver el día en que haya200 templos en funcionamiento ydespués 300, o cualquiera sea lacantidad a la cual finalmente se lle-gará. Bueno, vivimos en una épocaen que suceden cosas maravillosas.Cuando hablamos de un profetaviviente que recibe revelaciones delo alto para dirigir esta obra, yo lestestifico que aquellos de nosotrosque trabajamos y nos relacionamoscon él podemos testificar que es elprofeta de Dios en la tierra, que nosdirige para hacer lo que es correctoy apropiado.

Ruego que sus eslabones seanfuertes. Que en forma individualencuentren el gran gozo y la felici-dad que pueden ser nuestros si vivi-mos los principios del Evangelio. Lesdejo mi amor y mi testimonio deque esta Iglesia es verdadera, en elnombre de Jesucristo. Amén. �

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El sostenimiento deoficiales de la IglesiaPresidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Sesión del sábado por la tarde7 de octubre de 2000

Hermanos y hermanas, elpresidente Hinckley me hapedido que presente a las

Autoridades Generales, a losSetenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organi-zaciones auxiliares de la Iglesia parasu voto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley comoProfeta, Vidente y Revelador, yPresidente de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días; a Thomas SpencerMonson como Primer Consejero de la Primera Presidencia y a James Esdras Faust como Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia.

Los que estén a favor puedenmanifestarlo. Los que se opongan, silos hay, pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos aThomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles, a Boyd Kenneth Packer

como Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles y alos siguientes hermanos comomiembros de ese quórum: Boyd K.Packer, L. Tom Perry, David B.Haight, Neal A. Maxwell, RussellM. Nelson, Dallin H. Oaks, M.Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin,Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland y Henry B.Eyring.

Los que estén a favor, sírvansemanifestarlo. Los que se opongan, silos hay, pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos a

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los Consejeros de la PrimeraPresidencia y a los Doce Apóstolescomo Profetas, Videntes yReveladores.

Todos los que estén a favor pue-den manifestarlo. Los contrarios, sihubiese alguno, con la misma señal.

Se propone que demos un votooficial de agradecimiento a los élde-res Loren C. Dunn, F. Enzio Buschey Alexander B. Morrison y se lesdesigne el estado de AutoridadGeneral Emérita del PrimerQuórum de los Setenta.

Los que deseen unirse en estevoto de agradecimiento, sírvansemanifestarlo.

Con gratitud por el servicio pres-tado como miembros del SegundoQuórum de los Setenta, relevamoshonorablemente a los élderes EranA. Call, W. Don Ladd, James O.Mason y Richard E. Turley, Sr.

Los que deseen unirse en estevoto de agradecimiento, sírvansemanifestarlo levantando la mano.

Se propone que revelemos conun voto de agradecimiento al élderHarold G. Hillam como Presidente

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Un testimonio puroÉlder Joseph B. WirthlinDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Como un testigo especial del nombre de Jesucristo en todo el mundo, lesprometo que si buscan al Señor, lo encontrarán. Pedid y recibiréis”.

de los Quórumes de los Setenta y alos élderes Harold G. Hillam, Neil L.Andersen y John H. Groberg de laPresidencia General de la EscuelaDominical.

Los que deseen unirse en un votode agradecimiento por su servicio,sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos alélder Dennis B. Neuenschwandercomo miembro de la Presidencia delos Quórumes de los Setenta.

Todos los que estén a favor, sír-vanse manifestarlo. Todos los que seopongan, con la misma señal.

Se propone que relevemos a losélderes Hugo A. Catrón, AmbrosioC. Collado, Gordon G. Conger,Cláudio Cuéllar, Paul L. Diehl,Donald B. Doty, Alvie R. Evans Sr.,Eduardo Gavarret, Salomón Jaar, W.E. Barry Mayo, Mitchell V. Myers,Stein Pedersen, Gustavo Ramos,Eugene E. Reid, Alejandro M.Robles, Servando Rojas, Lynn A.Rosenvall, L. Douglas Smoot, BrianA. Watling y Carlos D. Vargas comoSetenta Autoridades de Área.

Los que estén a favor, sírvansemanifestarlo.

Se propone que sostengamos aTsung Ting Yang and Alexsandr N.Manzhos como Setenta Autoridadesde Área.

Los que estén a favor, sírvansemanifestarlo. Opuestos, por la mismaseñal.

Se propone que sostengamos a losélderes Marlin K. Jensen, Neil L.Andersen y John H. Groberg comomiembros de la Presidencia Generalde la Escuela Dominical.

Los que estén a favor, sírvansemanifestarlo. Opuestos, por la mismaseñal.

Se propone que sostengamos a lasdemás Autoridades Generales,Setenta Autoridades de Área y a laspresidencias generales de las organi-zaciones auxiliares como están cons-tituidas en la actualidad.

Los que estén a favor, sírvansemanifestarlo. Si hay alguien que seoponga, puede manifestarlo.

Todo parece indicar que el soste-nimiento ha sido unánime y afirma-tivo. Gracias, hermanos y hermanas,por su fe y por sus oraciones. �

U

na vez más nos reunimos eneste maravilloso Centro deConferencias y en muchos

otros lugares alrededor del mundo.En esta conferencia hemos escu-chado y aún escucharemos el testi-monio de muchos siervos del Señor.Concerniente al testimonio, el sal-mista escribió: “La ley de Jehová esperfecta, que convierte el alma; eltestimonio de Jehová es fiel”1.

Para los Santos de los ÚltimosDías, un testimonio es “la certeza dela realidad, de la verdad y de la bon-dad de Dios, de las enseñanzas y dela expiación de Jesucristo y del lla-mado divino de los profetas de losúltimos días... Es conocimiento res-paldado por la divina confirmaciónpersonal del Espíritu Santo”2.

Las expresiones de un testimoniosolemne siempre han sido importan-tes para los hijos de Dios sobre latierra. Los testimonios individualeshan fortalecido a esta Iglesia desdesus comienzos.

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Una noche de abril de 1836, porejemplo, el élder Parley P. Pratt seretiró a sus aposentos temprano muypreocupado y acongojado. No sabíacómo iba a cumplir con sus obliga-ciones financieras. Su esposa habíaestado gravemente enferma y suanciana madre se había mudado avivir con él. El año anterior, la casaque había estado construyendohabía quedado reducida a cenizasdespués de un incendio.

Al estar en profunda meditación,alguien golpeó a la puerta; el élderHeber C. Kimball entró y lleno delespíritu de profecía dijo al élderPratt que debería viajar a Toronto,Canadá, donde “encontraría gentepreparada para la plenitud delEvangelio” y que “muchos serían lle-vados al conocimiento de laverdad”3.

A pesar de sus preocupaciones, elélder Pratt se dirigió a ese lugar. Alllegar a Toronto, al principio nadieparecía estar interesado en escucharlo que él tenía que decir.

Entre los que conoció se hallabaJohn Taylor, quien había sido unministro metodista. John recibió alélder Pratt con cortesía, pero conreservas. John Taylor había escu-chado rumores distorsionadosacerca de un nueva secta, de su“biblia de oro” y relatos de ángelesque se habían aparecido a un joven“indocto criado en la zona rural deNueva York”4.

John Taylor era un hombre sabioy había buscado la verdad toda suvida. Él escuchó lo que el élder Pratttenía que decir y, entre otras cosas,el extraño de Estados Unidos le pro-metió que cualquiera que investigara

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el Evangelio podría saber por símismo, a través de la influencia delEspíritu Santo, que era verdadero.

En un momento dado, JohnTaylor preguntó: “¿A qué se refierecon este Espíritu Santo?… [¿Dará]un conocimiento seguro de los prin-cipios en los que usted cree?”.

El apóstol respondió: “Sí, y si nofuera así, entonces soy unimpostor”5.

Al escuchar eso, John Tayloraceptó el desafío, diciendo: “Si sureligión es verdadera, la aceptaré sinimportar cuáles sean las consecuen-cias; y, si es falsa, lo pondré al descu-bierto”6.

No sólo aceptó el desafío, sinoque “recibió ese Espíritu por mediode la obediencia al Evangelio”7.Pronto supo por sí mismo lo quedesde entonces millones han sabido:que el Evangelio de Jesucristo hasido restaurado sobre la tierra.

Con el tiempo, ese hombre, quehabía dedicado toda su vida a bus-car la verdad, se convirtió en el ter-cer Presidente de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días.

Con el tiempo, muchos han sidolos cambios en el mundo; sinembargo, una cosa permanece igual:la promesa que el élder Pratt le hizoa John Taylor hace 164 años tiene lamisma validez hoy que entonces: elEspíritu Santo confirmará las verda-des del Evangelio restaurado deJesucristo.

La lógica misma afirma que unPadre Celestial amoroso no abando-naría a Sus hijos sin proporcionarlesla vía para que aprendieran de Él.Uno de los grandes mensajes de laRestauración es que las ventanas delos cielos están abiertas. Todos losque procuran saber la verdad pue-den saber por sí mismos a través delas revelaciones del Espíritu.

Somos bendecidos al vivir en unaépoca en la que apóstoles y profetasandan por la tierra dando solemne ycertero testimonio de que Jesucristoes el Hijo de Dios. Muchos miem-bros, millones en número, agregansus voces al creciente coro que testi-fica que una vez más Dios hahablado al hombre.

El presidente Joseph F. Smithdeclaró: “Toda persona debe saberque el Evangelio es verdadero, y eseprivilegio es de todo el que se bau-tiza y recibe el Espíritu Santo. Séque el Evangelio es verdadero y queDios está con Su pueblo; y que sicumplo con mi deber y guardo Susmandamientos, las nubes pasarán yla bruma se disipará”8.

¿Cómo se adquiere un testimoniopersonal?

Estudien la palabras de Moronique vivió hace más de 1500 años.Este profeta había presenciado lacompleta masacre de su pueblo, ani-quilado a consecuencia de una gue-rra civil. Su nación quedó en laruina, sus amigos y seres queridosfueron asesinados y su propio padre,un gran general y un hombre justo,había sido muerto.

Este gran profeta, Moroni,habiendo perdido todo lo que élamaba se encontró solo. Siendo elúltimo de su pueblo, fue el únicotestigo de la desolación y del sufri-miento que resultan del odio y de lafuria.

Era muy breve y sumamente limi-tado el tiempo y el espacio que teníapara escribir en las planchas unaspalabras finales. Habiendo sido des-truido su propio pueblo, Moroniescribió para nuestra época, y paranosotros escribió estas valiosas pala-bras de despedida; eran sus últimaspalabras de consejo:

“He aquí, quisiera exhortaros”,escribió “a que, cuando leáis estascosas… recordéis cuán misericor-dioso ha sido el Señor con los hijos delos hombres… que lo meditéis envuestros corazones. Y cuando recibáisestas cosas, quisiera exhortaros a quepreguntéis a Dios el Eterno Padre, enel nombre de Cristo, si no son verda-deras estas cosas; y si pedís con uncorazón sincero, con verdadera inten-ción, teniendo fe en Cristo, él osmanifestará la verdad de ellas por elpoder del Espíritu Santo”9.

¡Cómo me gustaría que todo oídooyera el último testimonio deMoroni, ese gigante entre los hom-bres, ese humilde siervo de Dios!

¿Desean conocer la verdad de lasSantas Escrituras? ¿Desean romper

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las barreras que separan a los morta-les del conocimiento de las verdadeseternas? ¿Desean conocer de verasla verdad? Entonces sigan el consejode Moroni, y con certeza encontra-rán lo que buscan.

Sean sinceros. Estudien.Mediten. Oren sinceramente con fe.

Si hacen estas cosas, ustedestambién podrán decir con los millo-nes que testifican: que Dios nueva-mente se comunica con el hombreen la tierra.

Un testimonio de la verdad delEvangelio no viene de igual maneraa todas las personas. Algunas loreciben en una experiencia únicaque cambia la vida; otras obtienensu testimonio lentamente, casi demanera imperceptible, hasta que undía, por fin, lo saben.

Estudien las palabras del presi-dente David O. Mckay, quien diceque cuando era niño se arrodilló y“oró fervientemente y con sinceri-dad, con toda la fe que un jovenmuchacho podía tener” a fin de que“Dios le declarara la verdad de surevelación a José Smith”.

El presidente McKay relata quecuando se levantó después de estarde rodillas, tuvo que admitir que“no había tenido ninguna manifes-tación espiritual. Si soy honradoconmigo mismo, debo decir que soyel mismo [muchacho] que era antesde orar”.

No sé qué sentía el joven Daviden su corazón en ese momento, peroestoy seguro de que se habrá sentidodecepcionado y tal vez frustrado porno haber recibido la experienciaespiritual que había esperado; peroeso no lo desalentó en continuar subúsqueda de ese conocimiento.

La respuesta a sus oraciones síllegó, pero no sino hasta años des-pués, cuando servía como misio-nero. ¿Por qué la respuesta a suoración se había demorado tanto? Elpresidente McKay creía que esamanifestación espiritual “llegabacomo una secuencia natural aldesempeño del deber”10.

El Salvador enseñó un principiosimilar: cuando se puso en tela dejuicio la verdad de Su mensaje, Éldeclaró: “El que quiera hacer la

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voluntad de Dios, conocerá si ladoctrina es de Dios, o si yo hablopor mi propia cuenta”11.

No se desanimen si la respuesta asus oraciones no viene de inme-diato. Estudien, mediten, oren, confe sincera y vivan los mandamien-tos.

“No contendáis porque no veis,porque no recibís ningún testimoniosino hasta después de la prueba devuestra fe”, enseñó Moroni12.

Recuerdo que cuando era niñoescuchaba los testimonios de losadultos de mi barrio. Esos testimo-nios penetraron mi corazón e inspi-raron mi alma. Doquiera que voypor el mundo, no importa el idiomani la cultura, me emociona el escu-char el testimonio de los santos.

Hace poco recibí una carta de unnieto que es misionero. Él escribióque los miembros que “ leen lasEscrituras y oran están más dispues-tos a compartir el Evangelio”13.

Creo que tiene razón. Cuantomás leamos las Escrituras y más ore-mos, más entusiasmo tendremos decompartir nuestro testimonio delEvangelio con los demás.

Recuerden que los miembros dela Iglesia que reciben un testimoniodel Evangelio están bajo conveniode “ser testigos de Dios en todotiempo, y en todas las cosas y en

todo lugar”14. Es claro que tenemosla obligación sagrada de obtenerreferencias para nuestros misione-ros. Los testigos tienen un conoci-miento especial y deben dartestimonio de “aquello que hanvisto y oído y que creen concerteza”15. Nosotros hacemos decla-raciones en forma simple, clara ydirecta de que sabemos con certezay seguridad que el Evangelio es ver-dadero porque “el Santo Espíritu deDios [nos lo hace] saber”16. Al darese testimonio, hablando por elpoder del Espíritu Santo, se nos pro-mete que “se derramará el EspírituSanto para testificar de todas lascosas que habléis”17 y se nos bendicepersonalmente cuando testificamosde esa manera.

El presidente Boyd K. Packerdijo: “Un testimonio se encuentracuando se expresa. En alguna parte,en su búsqueda del conocimientoespiritual, existe ese ‘salto de fe’como lo llaman los filósofos. Es elmomento en que uno llega al bordede la luz y tropieza con la obscuri-dad, sólo para descubrir que elcamino continúa iluminado cadauno o dos pasos”18.

El hacer una declaración públicade las creencias de ustedes condeterminación y confianza es esepaso hacia lo desconocido. Tiene un

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efecto poderoso al fortalecer suspropias convicciones. El dar el testi-monio lleva la fe a lo más profundodel alma y ustedes creen con másfervor que antes.

A los que fielmente dan testimo-nio, el Señor dijo: “Benditos sois,porque el testimonio que habéisdado se ha escrito en el cielo paraque lo vean los ángeles; y ellos seregocijan a causa de vosotros, yvuestros pecados son perdonados”19.He tratado de seguir ese consejo aldar testimonio.

Permítanme decirles cómoobtuve un testimonio de la verdad yde la naturaleza divina de esta granobra de los últimos días. Me temoque la mía no es una experienciamuy dramática. No es el relato dehosannas celestiales o de gritos detrueno; no es un relato de rayos, defuego ni de inundación.

Sin embargo, siempre he sabidode la realidad y de la bondad deDios.

Desde mis más tempranas memo-rias, estuvo allí, un testimonioseguro y perdurable de esta granobra. A veces, esa seguridad vienecuando sentimos el amor delSalvador al conocer a Sus siervos.Recuerdo cuando tenía cinco años ymi familia se mudó a un nuevobarrio. Ese primer domingo, el

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obispo Charles E. Forsberg, origina-rio de Suecia, se acercó y me llamópor mi nombre. Lo supe entonces.

Durante los grises y fríos días dela Gran Depresión, recuerdo unmaravilloso siervo del Salvador quese llamaba C. Perry Erickson. El her-mano Erickson, constructor, habíatenido dificultades para encontrarempleo; podría haberse apartado delos demás; podría haberse enojado oamargado; podría haberse dado porvencido; en cambio, cuando yotenía doce años, se le llamó para sermi maestro scout. Él pasó horasinterminables ayudándome a mí y aotros jóvenes de mi edad a aprender,a progresar y a enfrentar toda difi-cultad con optimismo y confianza.Sin excepción, todos los scouts deC. Perry Erickson recibieron elmáximo premio de águila scout. Losupe entonces.

Sí, el testimonio de los líderes delsacerdocio y de los fieles miembrosdel barrio me ayudaron a saberlo.

Recuerdo las palabras de mimadre y de mi padre. Recuerdo susexpresiones de fe y de amor por suPadre Celestial. Lo supe entonces.

Supe de la realidad de la compa-sión del Salvador cuando, por solici-tud de mi padre, el obispo delbarrio, yo distribuía comida y ropa alas viudas y a los pobres del barrio.

Lo supe cuando, siendo un jovenpadre, mi esposa y yo reuníamos anuestros hijos a nuestro alrededor yexpresábamos gratitud a nuestroPadre Celestial por tantas bendicio-nes.

Lo supe el pasado abril cuandoescuché desde este púlpito las pala-bras de nuestro Profeta, el presi-dente Gordon B. Hinckley, quienllamó a Jesús su amigo, su ejemplo,su líder, su Salvador y su Rey.

El presidente Hinckley dijo: “Alhaber dado Su vida, con dolor ysufrimiento indescriptibles, Él me hatendido la mano para sacarme a míy a cada uno de nosotros, y a todoslos hijos y las hijas de Dios, delabismo de oscuridad eterna quesigue a la muerte. Él ha proporcio-nado algo mejor, una esfera de luz yde entendimiento, de progreso y debelleza”20.

Ahora me gustaría compartir mitestimonio: sé que José Smith vio loque dijo que vio, que los cielos seabrieron y Dios el Padre y Su HijoJesucristo aparecieron a un jovenindocto criado en la zona rural deNueva York.

Como testigo especial del nom-bre de Jesucristo en todo el mundo,les prometo que si buscan al Señor,lo encontrarán. Pedid y recibiréis.

Ruego que así lo hagan y testificoa los confines de la tierra que elEvangelio de nuestro Salvador se harestaurado a los hombres. En elnombre de mi amigo, mi ejemplo,mi Salvador y Rey, Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. Salmos 19:72. Daniel H. Ludlow, editor,

Encyclopedia of Mormonism, Vol. 4, pág. 1470.

3. Pratt, Parley P., The Autobiography ofParley P. Pratt, 1985, pág. 110.

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4. Roberts, B. H., The Life of JohnTaylor, 1963, pág. 34.

5. Deseret News, Semi-Weekly, 18 deabril de 1882, vol. 23, pág. 51.

6. The Life of John Taylor, pág. 38.7. Deseret News, Semi-Weekly, 18 de

abril de 1882.8. Gospel Doctrine, Joseph F. Smith,

pág. 43.9. Moroni 10:3-4.10. Middlemiss, Clare, compilación,

Cherished Experiences from the Writings ofPresident David O. McKay, 1955, pág. 16.

11. Juan 7:17; cursiva agregada.12. Éter 12:6.13. Carta del élder Andrew Cannon,

30 de agosto de 2000.14. Mosíah 18:9.15. D. y C. 52:36.16. Alma 5:46.17. D. y C. 100:8.18. Packer, Boyd K, “La lámpara de

Jehová”, Liahona, diciembre de 1988, pág. 36.

19. D. y C. 62:3.20. Liahona, julio de 2000, pág. 85.

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El camino hacia la paz y el gozoÉlder Richard G. ScottDel Quórum de los Doce Apóstoles

“¿Estás aprovechando plenamente del poder redentor delarrepentimiento en tu vida, con el fin de tener mayor paz y gozo?”

Existe un aspecto esencial delplan de felicidad de nuestroPadre Celestial que con fre-

cuencia se pasa por alto, auncuando invariablemente otorga pazy gozo. El Salvador dio Su vida paraque ese aspecto esencial se utilizarapara bendecir a todos los hijos delPadre Celestial. Ese tema común-mente se interpreta mal y a menudose le teme. Algunos piensan quedeben emplearlo sólo quienes hancometido graves transgresiones; sinembargo, el Señor desea que cadauno de Sus hijos lo utilice constan-temente. Él ha mandado una y otravez a Sus profetas y líderes a procla-marlo y a hablar casi exclusiva-mente de ello1. Me refiero a labendición del arrepentimiento ver-dadero, sincero y continuo, que es elcamino a la paz y el gozo. Es la

senda que lleva al poder reformadordel Señor y, cuando se comprende yse utiliza, es un amigo querido y pre-ciado.

El arrepentimiento no es opta-tivo. Un ángel mandó a Adán: “...tearrepentirás e invocarás a Dios en elnombre del Hijo para siemprejamás”2. A cada uno de nosotros senos ha mandado arrepentirnos einvocar a Dios en forma continua alo largo de la vida. Esa pauta per-mite que cada día sea una páginaimpecable en el libro de la vida, unanueva y flamante oportunidad. Senos ha dado el privilegio renovadorde superar los errores de comisión yde omisión, sean pequeños o suma-mente graves. Un arrepentimientocompleto da como resultado el per-dón acompañado de una renovaciónespiritual. En cualquier momento dela vida, se puede sentir la limpieza,la pureza y la frescura que acompa-ñan a un sincero arrepentimiento.

El Señor ha dejado muy en claroque es un requisito: “...te mandoque te arrepientas y guardes losmandamientos... no sea que tehumille con mi omnipotencia...”3.

De igual forma, Jacob lo enseñócon diáfana claridad:

“[El Santo de Israel] viene almundo para salvar a todos los hom-bres, si éstos escuchan su voz...

“Y él manda a todos los hombresque se arrepientan y se bauticen ensu nombre, teniendo perfecta fe enel Santo de Israel, o no pueden sersalvos en el reino de Dios”4.

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¿Por qué nos mandan arrepentir-nos nuestro Padre y Su Hijo? Porquenos aman. Ellos saben que todosviolaremos leyes eternas. Ya seapequeña o grande, la justiciarequiere que se satisfaga toda leyquebrantada para conservar la pro-mesa de gozo en esta vida y el privi-legio de regresar con nuestro PadreCelestial. Si no se satisface, en elDía del Juicio la justicia hará queseamos desterrados de la presenciade Dios y quedemos bajo el controlde Satanás5.

Nuestro Maestro y Su actoredentor es lo que hace posible quepodamos evitar esa condenación.Eso se realiza por medio de la fe enJesucristo, la obediencia a Sus man-damientos y la perseverancia hastael fin con rectitud.

¿Estás aprovechando plenamentedel poder redentor del arrepenti-miento en tu vida, con el fin detener mayor paz y gozo? La confu-sión y el desaliento muchas vecesson señales de la necesidad de arre-pentirse. A su vez, la falta de direc-ción espiritual que buscas en la vidapodría ser el resultado de leyes que-brantadas. Si hubiera la necesidad,un arrepentimiento total pondrá tuvida en orden y resolverá todos loscomplicados dolores espirituales queprovienen de la transgresión. Peroen esta vida no se pueden remediaralgunas de las consecuencias físicasque los pecados graves traen comoresultado. Sé prudente y vive siem-pre dentro de los límites de la recti-tud que ha fijado el Señor.

Hay varios pasos fundamentalespara el arrepentimiento y cada unode ellos es imprescindible para lograrque éste sea total. El presidenteJoseph F. Smith precisó algunos deellos así: “El arrepentimiento verda-dero no sólo es sentir pesar por lospecados y hacer humilde penitenciay contrición delante de Dios, sinoque comprende la necesidad de apar-tarse del pecado, la suspensión detoda práctica... inicu[a], una refor-mación completa de vida, un cambiofundamental de lo malo a lo bueno...restituir hasta donde sea posible, portodo lo malo que hayamos hecho...Éste es el arrepentimiento verdadero,

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y se requiere el ejercicio de la volun-tad y toda la fuerza del cuerpo y de lamente para llevar a cabo esta obragloriosa del arrepentimiento”6.

A los pasos esenciales de reconoci-miento, sentir pesar, apartarse, confe-sar, restituir hasta donde fueraposible, es también fundamentalañadir el requisito de guardar dili-gentemente todos los mandamien-tos7. Porque el Señor ha declarado:“...yo, el Señor, no puedo considerarel pecado con el más mínimo gradode tolerancia. No obstante, el que se

arrepienta y cumpla los mandamien-tos del Señor será perdonado”8.

Cuando existe la determinaciónde guardar todos los mandamientos,se recibe una gran fortaleza y unpoder vigorizante para lograrlo. ElSeñor espera que se dedique la vidaentera a la obediencia al plan defelicidad, incluso, según fuese nece-sario, a un continuo arrepenti-miento. Él dijo: “...sólo se salvaaquel que persevera hasta el fin”9.

Se han ideado métodos para ayu-dar a recordar algunas de las medidas

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necesarias para un arrepentimientototal. Pero aunque éstas puedan serde ayuda, por lo general pasan poralto el aspecto más fundamental delarrepentimiento: que está centradoen Jesucristo y en Su expiación, quetiene validez porque Él estuvo dis-puesto a pagar el precio total pormedio de Su sacrificio expiatorio envirtud del amor perfecto que sientehacia Su Padre y hacia cada uno denosotros. Alma declaró:

“...durante tres días y tres nochesme vi en el más amargo dolor yangustia de alma; y no fue sinohasta que imploré misericordia alSeñor Jesucristo que recibí la remi-sión de mis pecados. Pero... clamé aél y hallé paz para mi alma.

“Y te he dicho esto... para queaprendas sabiduría, para que apren-das de mí que no hay otro modo omedio por el cual el hombre puedaser salvo, sino en Cristo y por mediode él...”10.

La paz es el valioso fruto de unavida recta; es posible obtenerla gra-cias a la expiación del Salvador y segana por medio del arrepenti-miento total, que lleva al perdónrenovador. El arrepentimiento abrelas puertas del conocimiento yayuda a la inspiración11. El arrepen-timiento trae la salvación pormedio del perdón12, pero ésta nollega automáticamente, sino quedeben cumplirse cada uno de lospasos del arrepentimiento.

El sentir pesar y sentirse moti-vado a confesar es el comienzocorrecto, pero no es suficiente.Cuando la confesión es voluntaria,las medidas necesarias para el arre-pentimiento se simplifican en granmanera. No resulta beneficioso queuna persona obstruya el desempeñode un juez en Israel a fin de instar alarrepentimiento, ya sea negandoque se ha cometido una verdaderatransgresión o siendo inflexible deotra manera. Lehi enseñó: “...él seofrece a sí mismo en sacrificio por elpecado, para satisfacer las demandasde la ley, por todos los de corazónquebrantado y de espíritu contrito; ypor nadie más se pueden satisfacerlas demandas de la ley”13. Debenexistir humildad14 y pesar15.

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Te sugiero que leas el inspiradolibro del presidente Spencer W.Kimball, El Milagro del Perdón, quecontinúa ayudando al fiel a evitarlos peligros de una transgresiónseria. Además, es un manual exce-lente para todos los que hayancometido errores graves y deseenencontrar el camino de regreso.Antes de leer cualquier otra cosa,lee primero los dos últimos capítulosa fin de apreciar el milagro del per-dón en su totalidad.

Si te has arrepentido de transgre-siones graves y erróneamente creesque serás siempre un ciudadano desegunda clase en el reino de Dios,debes entender que eso no es ver-dad. El Salvador dijo:

“He aquí, quien se ha arrepen-tido de sus pecados es perdonado; yyo, el Señor, no los recuerdo más.

“Por esto sabréis si un hombre searrepiente de sus pecados: He aquí,los confesará y los abandonará”16.

Busca ánimo en la vida de Alma,hijo de Alma, y en la de los hijos deMosíah. Ellos fueron trágicamenteinicuos, pero su arrepentimientopleno y su servicio hizo que se lesconsiderara tan nobles y justoscomo el general Moroni17.

Si te has arrepentido sincera-mente pero aún así continúas sin-tiendo el peso de la culpa, quieroque sepas que el seguir sufriendopor los pecados de los cuales ya tehas arrepentido como se debe, yque han sido perdonados, lo suscitael maestro del engaño. Lucifer tealentará para que sigas reviviendolos pormenores de los errores pasa-dos, porque sabe que esos pensa-mientos obstaculizan tu progreso.Por eso él trata de amarrar cordelesa la mente y al cuerpo para manipu-larte como un títere y así impedir tulogro personal.

Testifico que Jesucristo pagó elprecio y satisfará las exigencias de lajusticia por todos los que obedezcanSus enseñanzas. Es por eso que seotorga un completo perdón y losefectos angustiosos del pecado notienen por qué permanecer en tuvida. En realidad, no pueden perma-necer si se comprende de verdad elsignificado de Su expiación. Alma

superó los pensamientos de supasado indigno al recordar la miseri-cordia del Redentor. Dijo maravi-llado:

“He aquí, él no ejerció su justiciasobre nosotros, sino que en su granmisericordia nos ha [dado]... la sal-vación de nuestras almas”18.

Cuando los recuerdos de los erro-res pasados invadan tu mente, dirigetus pensamientos hacia el Redentory hacia el milagro del perdón con larenovación que proviene por mediode Él. Tu depresión y sufrimientoserán reemplazados por paz, gozo ygratitud debido a Su amor.

¡Qué difícil debe ser paraJesucristo, nuestro Salvador yRedentor, ver que muchos sufren sinmotivo debido a que hacen casoomiso de Su don del arrepenti-miento! Debe sentir mucho dolor alver la agonía sin sentido, tanto enesta vida como detrás del velo, queacompaña al pecador impenitentedespués de todo lo que Él hizo paraque no sufriéramos.

A muchos jóvenes se les hahecho creer que la intimidad sexual“no es tan mala” siempre y cuandose evite el acto que puede causar elembarazo. Eso no es cierto. Fueradel convenio del matrimonio, laintimidad sexual, en cualquiera desus formas, es un grave pecado. Elpecado grave se convierte en unaadicción. Crea hábitos difíciles dequitar. Si has quebrantado esasleyes, busca a tu obispo o a tu presi-dente de estaca y pídele ayuda, yaque para dar el paso necesario para

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el perdón de esas transgresiones espreciso confesarlas tanto al Señorcomo a ese juez. Esta clase de peca-dos se puede evitar no permitiendoque nadie toque las partes privadasy sagradas de tu cuerpo ni hacién-dolo tú con otra persona.

¿Te has alejado del sendero de lafelicidad y te encuentras ahoradonde no quisieras, con sentimientosque no deseas tener? ¿Ansías regre-sar a la paz y al gozo de una vidadigna? Te invito con todo el amor demi corazón a arrepentirte y a regre-sar. Decide hacerlo ahora. La jor-nada no es tan difícil como parece.Puedes poner a un lado la culpabili-dad, superar la depresión, recibir labendición de una mente tranquila yencontrar un gozo duradero. Orapidiendo ayuda y guía, y la encontra-rás. Ve a donde sabes que brilla la luzde la verdad. Busca a un amigo ver-dadero o a un amoroso obispo o pre-sidente de estaca, o a un padrecomprensivo. Por favor, regresa. Teamamos; te necesitamos. Emprendeel camino hacia la paz y el gozo pormedio del arrepentimiento total; y, amedida que sigas con sinceridad lospasos del arrepentimiento, elSalvador te ayudará a obtener el per-dón. Él es el Redentor. Él te ama yquiere que tengas paz y gozo en lavida. Ahora testifico que Él vive,que te ayudará. En el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Véase D. y C. 6:9.2. Moisés 5:8.3. D. y C. 19:13, 20.4. 2 Nefi 9:21, 23.5. Véase 2 Nefi 9:8–10; 2:5.6. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Joseph F. Smith, págs. 63–64.7. Véase Enós 1:10.8. D. y C. 1:31–32.9. D. y C. 53:7.10. Alma 38:8–9.11. Véase Alma 26:22.12. Véase Alma 32:13.13. 2 Nefi 2:7; cursiva agregada.14. Véase D. y C. 61:2.15. Véase 2 Corintios 7:9–10.16. D. y C. 58:42–43.17. Véase Alma 48:17–18.18. Alma 26:20.

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El cultivar tradicionesrectasÉlder Donald L. HallstromDe los Setenta

“Las tradiciones edificantes... aquellas que fomentan el amor por Dios, la unidad en la familia y entre las demás personas son de especialimportancia”.

Siempre estaré agradecido porhaber nacido y haber sidocriado en Hawai, tierra que

forma parte de lo que las Escriturasllaman “las islas del mar”. La llamantambién un “crisol de culturas diver-sas”, y otros, con más exactitud,dicen que esas islas son como un“guiso delicioso” en el que todas lasculturas mantienen su propia identi-dad pero que se unen para formaruna sociedad armoniosa de la quetodos pueden disfrutar. El haberprestado servicio misional enInglaterra, haber pasado muchotiempo en Estados Unidos continen-tal y ahora vivir y prestar servicio enAsia, ha hecho que desde hacemucho tenga interés en la cultura yen las tradiciones, y en la forma enque éstas influyen en nuestro

aspecto, en nuestros pensamientos yen nuestros hechos. El diccionariodefine la cultura como el “conjuntode modos de vida y costumbres...grado de desarrollo artístico, cientí-fico e industrial, [de un] gruposocial” (Diccionario de la RealAcademia Española). Las tradiciones—hábitos de conducta trasmitidosde generación en generación— sonparte inherente de una cultura.Nuestra cultura y sus tradiciones sir-ven para establecer nuestro sentidode identidad y satisfacen la necesi-dad humana de pertenecer a algo.

En cuanto a las tradiciones quecomplementan el Evangelio deJesucristo, Pablo amonestó a los tesa-lonicenses: “Así que... estad firmes, yretened la doctrina [tradición] quehabéis aprendido” (2 Tesalonicenses2:15). En la Iglesia tenemos magnífi-cas tradiciones que nos recuerdan lafortaleza y el sacrificio de nuestrosantepasados e inspiran nuestroshechos. Entre ellas están la laboriosi-dad, la frugalidad y una dedicaciónplena a una causa justa. Otras estánbasadas en una doctrina y en normasque podrían parecer extrañas para elmundo, pero que concuerdan con laspautas de Dios. Entre ellas seencuentran una conducta casta,modestia en el vestir, evitar el len-guaje vulgar, guardar el día dereposo, cumplir con la Palabra deSabiduría y el pago de los diezmos.

Aun en la cultura étnica, haymuchas tradiciones que pueden

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reafirmar las normas y los principiosdel Evangelio. Por ejemplo, los anti-guos hawaianos tenían una costum-bre, el espíritu de la cual semanifiesta todavía entre muchosisleños. Cuando se saludaba a unapersona, uno se acercaba cara a caray decía “ha” sobre su rostro, expul-sando el aliento para que la otrapersona lo pudiera sentir. La traduc-ción literal de “ha” es “el aliento devida”. Era una forma de dar de sí yde demostrar un profundo senti-miento de hermandad y afecto porel prójimo. Cuando los extranjerosllegaron por primera vez a Hawai,no demostraron ese mismo respetopor los demás y fueron llamados“haole” por los nativos, palabra quesignifica “sin ha”.

Si hay personas que deberíantener “ha”, o sea, un intenso senti-miento de caridad y compasión porlos demás, esas deberían ser losmiembros de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días.Un verdadero Santo de los ÚltimosDías posee un amor por los demásque es compatible con la creenciade que todos somos hermanos y her-manas.

Las tradiciones edificantes cum-plen la importante función de guiar-nos hacia las cosas del Espíritu; yaquellas que fomentan el amor porDios, la unidad en la familia y entrelas demás personas son de especialimportancia.

Sin embargo, el poder de la tradi-ción representa un peligro significa-tivo, ya que puede ser la causa deque olvidemos nuestro patrimoniocelestial. Para alcanzar metas eter-nas, debemos conciliar nuestra cul-tura terrenal con la doctrina delEvangelio sempiterno. Ese procesorequiere adoptar todo lo que seaespiritualmente edificante de las tra-diciones de nuestra familia y denuestra sociedad, y descartar todoaquello que sea una barrera paranuestra perspectiva y nuestroslogros eternos. Debemos despojar-nos del hombre y de la mujer “natu-ral” que describió el rey Benjamín, yhacernos santos al someternos “alinflujo del Santo Espíritu” (véaseMosíah 3:19).

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Visitantes a la conferencia se reúnen alredor del estanque ubicado entreel templo y el Edificio Conmemorativo José Smith.

Para advertirnos de ese peligro yde su gravedad, también el profetaJosé Smith fue inspirado a aclararuna de las epístolas de Pablo al pue-blo de Corinto, declarando: “Yaconteció que los hijos, habiéndosecreado bajo la sujeción de la ley deMoisés, se guiaban por las tradicio-nes de sus padres y no creían en elevangelio de Cristo, de manera quellegaron a ser inmundos” (D. y C.74:4).

Les ruego que no hagan oídossordos a esto y no piensen que esteprincipio se aplica sólo a los demás ya su cultura; sepan que es tan válidopara ustedes como lo es para mí, endondequiera que vivamos y sea cualfuese nuestra situación familiar.

Las tradiciones que no deseamosson las que nos impiden efectuar lassagradas ordenanzas y guardar lossagrados convenios. Nuestra guíadebe ser la doctrina que enseñan lasEscrituras y los profetas. Las tradi-ciones que subvaloran el matrimo-nio y la familia, que degradan a lamujer o que no reconocen la majes-tuosa función que Dios les ha otor-gado, que honran el éxito temporalmás que el espiritual o que enseñanque el depender de Dios equivale atener un carácter débil, todas ésasnos alejan de las verdades eternas.

De todas las tradiciones quedebemos cultivar dentro de nosotrosy de nuestras familias, “la tradiciónde la rectitud” debe estar en primerlugar. Un sello distintivo de esta tra-dición es un amor inquebrantablepor Dios y por Su Hijo Unigénito,respeto por los profetas y por elpoder del sacerdocio, la búsquedaconstante del Espíritu Santo y ladisciplina del discipulado que trans-forma el creer en hacer. Una tradi-ción de rectitud determina unaforma de vida que acerca a los hijosa sus padres y ambos a Dios, y haceque la obediencia no sea una cargasino una bendición.

En un mundo donde las tradicio-nes muchas veces confunden locorrecto con lo incorrecto:

• Nos inspira la valentía de todapersona joven que guarda el día dereposo, que cumple con la Palabrade Sabiduría y que permanece casta

cuando la cultura popular ha esta-blecido que lo opuesto no sólo esaceptable sino que se espera que sehaga.

• Nos inspira la sabiduría de todohombre que haya logrado alcanzaruna carrera que le permita cumplircon su responsabilidad principal deguiar espiritualmente a su familia,cuando para el mundo tienen másvalor la riqueza y el poder.

• Nos inspira la nobleza de todomarido y de toda mujer que hayanestablecido una relación de igualdady afecto cuando es tan común enésta el egoísmo y la indiferencia.

Cuando se comienza a compren-der y a experimentar la naturalezadivina de nuestra vida, no deseamos

que nada temporal se interponga ennuestra jornada celestial.

Humilde ante la responsabilidad,pero gozoso de la oportunidad depredicar el Evangelio y de dar testi-monio en todo el mundo, ratifico miconocimiento de las verdades eter-nas y de la cultura sempiterna. Yotestifico de 15 hombres que poseenllamamientos proféticos y autoridadapostólica, entre los que se encuen-tra el presidente Gordon B.Hinckley, que preside con dignidad,visión y un claro sentido de la tradi-ción de rectitud. Pero lo más impor-tante es que testifico del Salvador yRedentor de la humanidad, de SuIglesia y de Su amor expiatorio. Enel nombre de Jesucristo. Amén. �

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Uno por unoÉlder Ronald A. RasbandDe los Setenta

“Aceptemos la cálida invitación del Salvador de venir a Él, uno por uno, y de perfeccionarnos en Él”.

Mis queridos hermanos yhermanas, considero ungran privilegio y honor

estar ante ustedes en este púlpito.Ruego por las bendiciones del SantoEspíritu para que lo que diga sesume a los sentimientos espiritualesque todos experimentamos en laépoca de conferencia.

Sería muy desgradecido si noaprovechara la oportunidad paraagradecer sinceramente al Señor millamamiento como Setenta. Deseotambién agradecer a nuestro queridoprofeta, el presidente Hinckley, y alas demás Autoridades de la Iglesiala confianza que me tienen. Mecomprometo ante ellos y ante todosustedes a poner mi mejor esfuerzo enlos años de servicio que me esperan.

Tras muchas horas de reflexión,mis pensamientos me han llevadohacia mis antepasados pioneros conprofundo agradecimiento. Mis ochobisabuelos ingresaron a la Iglesiaentre los primeros conversos. Seis de

los ocho inmigraron a los EstadosUnidos desde Europa, lugar dondesirvo en la actualidad. Siento unprofundo amor y cercanía hacia lossantos europeos y me comprometo ahacer todo lo que sea posible parafortalecer a la Iglesia y edificar elreino de Dios allá, o dondequieraque se me asigne.

Expreso mi amor y gratitud a miquerida compañera eterna y a mifamilia selecta por su devoción,apoyo y amor. Hago llegar mi amor anuestros amigos y a los queridosmisioneros con quienes servimosrecientemente en la Misión NuevaYork, Nueva York Norte. Una de lasgrandes bendiciones de mi vida es lade tener preciados amigos y compa-ñeros de trabajo; ha sido un privile-gio conocerlos y aprender de ellos.

A través de mi vida, he llegado asaber por experiencia propia quenuestro Padre Celestial escucha ycontesta nuestras oraciones perso-nales. Sé que Jesús es el Cristoviviente y que conoce a cada uno denosotros en forma individual, ocomo lo expresan las Escrituras:“uno por uno”.

El mismo Señor enseñó en formacompasiva esta convicción sagradacuando se apareció al pueblo deNefi. Lo leemos en 3 Nefi, capítulo11, versículo 15:

“Y aconteció que los de la multi-tud se adelantaron y metieron lasmanos en su costado, y palparon lasmarcas de los clavos en sus manos yen sus pies; y esto hicieron, yendouno por uno, hasta que todos hubie-ron llegado...” (cursiva agregada).

Como otro ejemplo de la natura-leza del “uno por uno” del ministerio

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del Salvador, leemos en 3 Nefi capí-tulo 17, versículo 9:

“Y sucedió que cuando hubohablado así, toda la multitud, decomún acuerdo, se acercó, con susenfermos, y sus afligidos, y sus cojos,y sus ciegos, y sus mudos, y todos losque padecían cualquier aflicción; ylos sanaba a todos, según se los lleva-ban” (cursiva agregada).

Luego en el versículo 21 leemossobre la bendición especial que sedio a los preciosos niños: “Y cuandohubo dicho estas palabras, lloró, y lamultitud dio testimonio de ello; ytomó a sus niños pequeños, uno poruno, y los bendijo, y rogó al Padrepor ellos” (cursiva agregada).

Ésa no fue una reunión pequeña.En el versículo 25 leemos: “...y lle-gaba su número a unas dos mil qui-nientas almas; y se componían dehombres, mujeres y niños”.

Ciertamente, aquí hay un men-saje personal muy profundo y tierno.Jesucristo nos ministra y nos ama atodos, uno por uno.

Al reflexionar sobre la forma deamar de nuestro Salvador, apoyamosa nuestros dedicados líderes deestaca y de barrio, hombres y muje-res de gran fe. Reconocemos agrade-cidos los muchos esfuerzos deustedes, los que trabajan con lajuventud. Y expresamos nuestroagradecimiento a nuestros amorososlíderes y maestros de la Primaria porel servicio cristiano que prestan.Tomamos muy en cuenta el ministe-rio “uno por uno” de ustedes y deci-mos: Gracias, y por favor, lesrogamos que continúen. Quizásjamás en la historia del génerohumano hayamos necesitado tantocomo ahora el servicio que se presta“uno por uno”.

El año pasado, durante los últi-mos meses de nuestra misión, pasa-mos por algo que nos enseñónuevamente este profundo principiode que Dios conoce y ama a cadauno de nosotros.

El élder Neal A. Maxwell iba aNueva York por asuntos de la Iglesiay se nos informó que también desea-ba tener una conferencia misional.Estábamos tan felices de tener laoportunidad de escuchar a uno de

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los siervos escogidos del Señor. Seme pidió seleccionar a uno de nues-tros misioneros para que ofreciera laprimera oración en la reunión. Pudehaber elegido al azar a uno de losmisioneros, pero sentí que debíameditar y orar para seleccionar auno que el Señor querría que yo lla-mara. Al revisar la lista de misione-ros, se presentó claramente unnombre ante mí: élder JosephAppiah, de Accra, Ghana. Él fue elque sentí que el Señor deseaba queorara en esa reunión.

Antes de la conferencia demisión, durante una entrevista regu-lar con el élder Appiah, le dije quehabía sido inspirado a pedirle queofreciera la oración. Asombrado ycon humildad en sus ojos, empezó allorar profundamente. Un poco sor-prendido por su reacción, empecé adecirle que no se preocupara, que

no tenía que dar la oración, pero medijo que le encantaría darla, que suemoción se debía al amor que sentíapor el élder Maxwell. Me dijo queeste Apóstol es muy especial paralos santos de Ghana y para su propiafamilia. El élder Maxwell había lla-mado a su padre para que fuera pre-sidente de distrito en Accra y habíasellado a su madre y a su padre en elTemplo de Salt Lake.

Yo no sabía nada de lo que acabode relatar sobre ese misionero y sufamilia, mas el Señor sí, e inspiró aun presidente de misión en favor deese uno, un misionero que pasaríapor una experiencia que atesoraríadurante toda su vida, una experien-cia que edificaría su testimonio.

En la reunión, el élder Appiahofreció una oración maravillosa ehizo su humilde contribución a unareunión en la que el élder Maxwell

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enseñó a los misioneros los atributosde Jesucristo. Ninguno de los queestuvieron allí podrá olvidar jamáslos sentimientos de amor que expe-rimentó en aquella ocasión por suSalvador.

Tengo un testimonio en mi cora-zón, hermanos y hermanas, de queDios, nuestro Padre Celestial, yJesucristo nos conocen y nos amanen forma individual. No creo enten-der por completo cómo sucede; sim-plemente lo sé y he experimentadoque es así. Exhorto a que todosnosotros en nuestros respectivosministerios, a nuestras familias y anuestros semejantes, aceptemos lacálida invitación del Salvador devenir a Él, uno por uno, y de perfec-cionarnos en Él.

Comparto este testimonio y estaesperanza en el nombre deJesucristo. Amén. �

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En busca del Espíritu de DiosÉlder Douglas L. CallisterDe los Setenta

“Al familiarizarnos más con el Santo Espíritu, nuestra vida se hace másrefinada. Lo impuro y lo vano no nos llama la atención”.

En Italia hay una esculturamajestuosa de Moisés quetiene una rajadura en una de

las rodillas. Un guía turístico podríadecir que Miguel Ángel, al ver laobra de arte, arrojó un cincel a laescultura y exclamó con desdén:“¿Por qué no habla?”.

A diferencia de la piedra inani-mada, la verdadera Iglesia deJesucristo está llena de vida. La voz,el Espíritu, y el poder de Dios seencuentran en nuestros servicios deadoración, o doquiera se adminis-tren las ordenanzas del SantoSacerdocio.

Elías el Profeta dijo a Eliseo:“Pide lo que quieras que haga porti”. Eliseo dijo: “Te ruego que unadoble porción de tu espíritu seasobre mí”1. No pudo haber pedidonada que fuera de más valor.

El élder Joseph Fielding Smith haescrito: “El Espíritu de Dios alhablar al espíritu del hombre tienepoder para impartir la verdad... Através del Espíritu Santo la verdadse entrelaza en cada fibra y en cadanervio del cuerpo con objeto de noser olvidado2”.

Por medio de nuestra confirma-ción como miembros de la Iglesia senos abre la puerta para buscar esainvestidura celestial; ésa debe seruna búsqueda urgente y de toda lavida.

Al familiarizarnos más con elSanto Espíritu, nuestra vida se hacemás refinada. Lo impuro y lo vanono nos llama la atención. El desarro-llo de la espiritualidad es lo que nossepara del mundo secular.

Un hombre al que le importan lascosas espirituales observa la bellezadel mundo que le rodea. Al organi-zar la tierra, el Señor vio que “erabuena”, cosa que repitió variasveces3. A nuestro Padre Celestial leplace cuando nosotros tambiénhacemos una pausa para admirar labelleza de nuestro medio ambiente,lo que haremos de manera naturalal volvernos más espiritualmentesensibles. El ser conscientes de lamúsica grandiosa, de la literatura ydel arte sublime, es a menudo elproducto natural de la madurezespiritual. En una alusión poética ala manifestación visible que tuvoMoisés de la divinidad y de la zarzaardiente, Elizabeth BarrettBrowning escribió: “La tierra está

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repleta de las cosas del cielo, y todazarza común arde con el conoci-miento de Dios; pero sólo el que vese quita el calzado de sus pies”4.

Al procurar el Espíritu, nuestralectura de las Escrituras se vuelvemás reflexiva; volvemos a descubrirla virtud de la lectura lenta. Leemosmás en voz alta, como se suponeque se deben leer las Escrituras.Brigham Young dijo: “Todo lo quetengo que hacer es conservar miespíritu, mis sentimientos y mi con-ciencia como si fuera una hoja depapel en blanco y dejar que elEspíritu y el poder de Dios escribanen ella lo que les plazca. Cuando Élescriba yo leeré; pero si leo antes deque Él escriba, es muy probable queme equivoque.5

Como una evidencia de mayorespiritualidad, nos volvemos másselectivos en lo que leemos. J.Reuben Clark dijo: “La regla por laque hoy me rijo es ésta: no leer nadaque no valga la pena recordar”6.Thomas Jefferson siempre leía algoennoblecedor antes de irse a dormir“a fin de cavilar en ello” durante losintervalos de sueño7.

Otro fruto de la madurez espiri-tual es mejorar en cuanto a la ora-ción. Hace más de treinta años, elpresidente Kimball me llamó a ser-vir como presidente de estaca. Alconcluir ese largo fin de semana deconferencia le pregunté si tenía unconsejo para mí y me contestó:“Vaya y enseñe a los Santos de losÚltimos Días a orar. Como pueblo,no debemos olvidar cómo comuni-carnos con nuestro Padre Celestial.Eso es todo”. La mayoría de lasenseñanzas profundas e importantesde la Iglesia son sencillas.

Los que se han propuesto lograrla compañía constante del SantoEspíritu despertarán en la vida veni-dera como gigantes espirituales, encomparación con el estado infantilde otras personas que han vivido sinDios en este mundo.

Una de las personas espiritual-mente avanzadas era el presidenteJoseph F. Smith. Un miembro de losDoce dijo de él: “Espiritualmente, élera el hombre más altruista quejamás he conocido. Estuve en el

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Tabernáculo donde el presidenteSmith bendijo a los Santos de losÚltimos Días. Los bendijo duranteveinte minutos, y durante esetiempo no hubo ojo que no derra-mara lágrimas en el Tabernáculo”8.

El obispo Charles W. Nibley dijo,al fallecer Joseph F. Smith: “Nuncahubo otro hombre que hasta laúltima fibra de su ser fuera tan moral,casto y virtuoso que él. Se oponía atoda forma o pensamiento inmoral yera inamovible como una montaña...Como predicador de la rectitud,¿quién se le podía comparar? Él era elmás elocuente que jamás había escu-chado: fuerte, poderoso, claro, atra-yente. Era maravilloso ver cómofluían de él las palabras de luzviviente y fuego... Cuando el corazóndel presidente Smith se ponía a tonocon las melodías celestiales, él podíaoír y sí que oía”9.

Otra persona que desarrolló esegran talento de la espiritualidad fue elpresidente David O. McKay, lo quecausó que el élder Bryant S. Hinckleyescribiera: “David O. McKay hahecho muchas cosas buenas y hadicho muchas cosas hermosas, pero,de alguna manera, él es superior atodo lo que ha dicho y hecho”10.

La gran batalla de nuestro estadopreterrenal fue la lucha por nuestraalma individual. Es la misma batallaque se lidia aquí, que es llegar a serseres espirituales supremos. El presi-dente McKay dijo: “La espirituali-dad es el concientizarse de que unose ha vencido a sí mismo”11. Es tenerel conocimiento seguro de que esta-mos ganando la lucha por el alma:la sensualidad es el reino de losexcesos; la espiritualidad es el reinode la victoria personal.

En una clase de la Iglesia, el ins-tructor preguntó qué consejo ledaríamos a nuestros hijos en losmomentos finales de la vida y con-testé: “Primero, guarden sus conve-nios, Dios guarda los Suyos.Encerrará más significado el estarante su Padre Celestial e informar:‘Estoy en casa; soy puro; he hechotodo lo que convenido hacer’ ”.

Segundo, busquen el Espíritu deDios. Las Escrituras imploran: “Noapaguéis al Espíritu”12. “No contris-téis al Espíritu”13. Él no vendrá amentes o a corazones impuros. Élviene calladamente y sin drama-tismo. Un oído que oye puede oír eltenue susurro de un ala. Si nooímos, se retirará.

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Testifico que las obras delEspíritu son reales y se hallan enesta Iglesia. También testifico deCristo, el Redentor, y de la obra queÉl ha instituido en esta dispensa-ción. En el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. 2 Reyes 2:9.2. “The Sin against the Holy Ghost”,

Instructor, octubre de 1935, pág. 431.3. Génesis 1:4, 31.4. En John Bartlett, Favorite

Quotations, Libro vi, 1937, pág. 431.5. Deseret News Weekly, 19 de abril de

18871, pág. 125.6. Citado por Joseph L. Wirthlin, en

General Conference Report, abril de1947, pág. 85.

7. J. G. de Roulhac Hamilton, The BestLetters of Thomas Jefferson, 1926, pág. 227.

8. Conversación personal con el élderLe Grand Richards, el 1º de julio de 1978.

9. Joseph F. Smith, Gospel Doctrine,1939, págs. 522-524.

10. “Greatness in Men– David O.McKay,” Improvement Era, mayo de 1932,pág. 446.

11. Gospel Ideals, 1953, pág. 390.12. 1 Tesalonicenses 5:19.13. Efesios 4:30.

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El desafío de lo quedebemos llegar a serÉlder Dallin H. OaksDel Quórum de los Doce Apóstoles

“A diferencia de las instituciones del mundo, que nos enseñan a saberalgo, el Evangelio de Jesucristo nos desafía a llegar a ser algo”.

El apóstol Pablo enseñó que senos han dado las enseñanzas ylos maestros del Señor para

que todos podamos alcanzar “ lamedida de la estatura de la plenitudde Cristo” (Efesios 4:13). Ese pro-ceso implica más que la adquisiciónde conocimiento. No es siquierasuficiente para nosotros estar con-vencidos de la veracidad delEvangelio; debemos actuar y pensara fin de ser convertidos por medio deél. A diferencia de las institucionesdel mundo, que nos enseñan a saberalgo, el Evangelio de Jesucristo nosdesafía a llegar a ser algo.

Muchos pasajes de la Biblia y delas Escrituras modernas hablan deun juicio final en el que todas laspersonas serán recompensadassegún sus hechos u obras y losdeseos de sus corazones. Pero otros

pasajes se extienden sobre el temaaludiendo a que seremos juzgadossegún la condición que hayamoslogrado.

El profeta Nefi describe el juiciofinal en términos de lo que hemosllegado a ser: “Y si sus obras han sidoinmundicia, por fuerza ellos soninmundos; y si son inmundos, porfuerza ellos no pueden morar en elreino de Dios” (1 Nefi 15:33, cur-siva agregada). Moroni declara: “Elque es impuro continuará siendoimpuro; y el que es justo continuarásiendo justo” (Mormón 9:14, cur-siva agregada; véase tambiénApocalipsis 22:11–12, 2 Nefi. 9:16;D. y C. 88:35). Lo mismo ocurriríacon “egoísta”, o “desobediente” ocualquier atributo personal contra-rio a los requisitos de Dios.Refiriéndose al “estado” de los mal-vados en el juicio final, Almaexplica que si somos condenadosdebido a nuestras palabras, nuestrasobras y nuestros pensamientos, “nonos hallaremos sin mancha... Y enesta terrible condición no nos atre-veremos a mirar a nuestro Dios”(Alma 12:14).

De tales enseñanzas concluimosque el juicio final no es simplementeuna evaluación de la suma total delas obras buenas y malas, o sea, lo quehemos hecho. Es un reconocimientodel efecto final que tienen nuestroshechos y pensamientos, o sea, lo quehemos llegado a ser. No es suficienteque cualquiera tan sólo actúe mecá-nicamente. Los mandamientos, las

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ordenanzas y los convenios delEvangelio no son una lista de depó-sitos que tenemos que hacer enalguna cuenta celestial. El Evangeliode Jesucristo es un plan que nosmuestra cómo llegar a ser lo quenuestro Padre Celestial desea quelleguemos a ser.

Una parábola ilustra ese con-cepto. Un padre rico sabía que si leheredaba sus riquezas a un hijo, queaún no había adquirido la sabiduríay la madurez necesarias probable-mente derrocharía la herencia. Elpadre dijo a su hijo:

“Deseo darte todo lo que poseo,no sólo mis riquezas, sino tambiénmi posición y reputación ante loshombres. Lo que tengo te lo puedodar, pero lo que soy lo debes obtenerpor ti mismo. Serás merecedor de tuherencia cuando aprendas lo que yohe aprendido y vivas como yo hevivido. Te daré las leyes y los princi-pios mediante los cuales he adqui-rido mi sabiduría y mi éxito. Siguemi ejemplo, buscando conocimientocomo yo lo he buscado y llegarás aser como yo soy; y todo lo que poseoserá tuyo”.

Esta parábola es similar almodelo celestial. El Evangelio deJesucristo promete la incomparableherencia de la vida eterna, la pleni-tud del Padre, y revela las leyes y losprincipios mediante los cuales sepueden obtener.

Somos merecedores de la vidaeterna a través de un proceso deconversión. De la manera que aquí seutiliza, esta palabra de muchas acep-ciones significa no sólo estar con-vencidos sino también un profundocambio de actitud. Jesús utilizó estesignificado cuando enseñó a SuApóstol principal la diferencia queexiste entre el testimonio y la con-versión. Jesús preguntó a Sus discí-pulos: “¿Quién dicen los hombresque es el Hijo del Hombre?” (Mateo16:13). Luego preguntó, “Y voso-tros, ¿quién decís que soy yo?

“Respondiendo Simón Pedro,dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo delDios viviente.

“Entonces le respondió Jesús:Bienaventurado eres, Simón, hijo deJonás, porque no te lo reveló carne

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ni sangre, sino mi Padre que está enlos cielos” (Mateo 16:15–17).

Pedro tenía un testimonio. Él sabíaque Jesús era el Cristo, el Mesíasprometido y lo declaró. Testificar essaber y declarar.

Más tarde, Jesús enseñó a esosmismos hombres acerca de la conver-sión, la cual es mucho más que eltestimonio. Cuando los discípulospreguntaron quién era el mayor en elreino de los cielos, Jesús llamó “a unniño, [y] lo puso en medio de ellos,

“y dijo: De cierto os digo, que sino os volvéis [convertís] y os hacéiscomo niños, no entraréis en el reinode los cielos.

“Así que, cualquiera que se humi-lle como este niño, ése es el mayoren el reino de los cielos” (Mateo18:2–4; cursiva agregada).

Después, el Salvador confirmó laimportancia del ser convertidos, aunpara aquellos que poseen un testi-monio de la verdad. En las sublimesinstrucciones que se dieron en laÚltima Cena, Él dijo a Simón Pedro,“yo he rogado por ti, que tu fe nofalte; y tú, una vez vuelto, confirmaa tus hermanos (Lucas 22:32).

A fin de confirmar a sus herma-nos, de nutrir y apacentar la grey deDios, ese hombre que había seguidoa Jesús por tres años, que había reci-bido la autoridad del santo aposto-lado, que había sido un valientemaestro y testigo del Evangelio cris-tiano, y cuyo testimonio habíahecho que el Maestro le llamara bie-naventurado, aún necesitaba ser“convertido”.

El desafío de Jesús muestra que laconversión que Él quería de los queentrarían al reino de los cielos(véase Mateo 18:3) era mucho másque el ser convertidos para testificarde la veracidad del Evangelio.Testificar es saber y declarar. ElEvangelio nos invita a “convertir-nos”, lo cual requiere que hagamos yque lleguemos a ser. Si alguno denosotros se basa únicamente en elconocimiento y en el testimonio delEvangelio, estamos en la mismaposición de los bienaventuradospero inconclusos apóstoles a quienesJesús dio el desafío de que se “con-virtieran”. Todos conocemos a

alguien que tiene un fuerte testimo-nio pero que no actúa como si estu-viese convertido. Por ejemplo, exmisioneros: ¿están tratando aún deconvertirse o están ocupados con lascosas del mundo?

La conversión necesaria medianteel Evangelio comienza con la expe-riencia inicial que las Escrituras lla-man “nacer de nuevo” (véanseMosíah 27:25; Alma 5:49; Juan 3:7;1 Pedro 1:23). En las aguas del bau-tismo y al recibir el don del EspírituSanto, llegamos a ser “hijos e hijas”espirituales de Jesucristo, “nuevascriaturas” que “pueden heredar elreino de Dios” (Mosíah 27:25–26).

Al enseñar a los nefitas, elSalvador les habló de lo que debíanllegar a ser. Les desafió a arrepen-tirse y ser bautizados, y santificadospor la recepción del Espíritu Santo,“a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha”(3 Nefi 27:20). Y concluyó: “Por lotanto, ¿qué clase de hombres habéisde ser? En verdad os digo, aun comoyo soy” (3 Nefi 27:27).

El Evangelio de Jesucristo es elplan mediante el cual podemos lle-gar a ser lo que se supone que loshijos de Dios deben llegar a ser. Eseestado perfeccionado y sin manchaserá el resultado de la sucesiónconstante de convenios, ordenanzasy acciones, de una acumulación dedecisiones correctas y del arrepenti-miento continuo. “Esta vida es

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cuando el hombre debe prepararsepara comparecer ante Dios” (Alma34:32).

Ahora es el momento de quetodos trabajemos hacia nuestra con-versión personal, de que lleguemos aser lo que nuestro Padre Celestialdesea que lleguemos a ser. Alhacerlo, debemos recordar quenuestras relaciones familiares, aúnmás que nuestros llamamientos enla Iglesia, son el entorno donde seproducirá la parte más importantede ese desarrollo. La conversión quedebemos alcanzar requiere que sea-mos buenos esposos y padres, o bue-nas esposas y madres. El ser undestacado líder de la Iglesia no essuficiente. La exaltación es unaexperiencia familiar eterna y lasexperiencias familiares terrenalesque tenemos son la mejor manerade prepararnos para ella.

El Apóstol Juan habló de lo quese nos desafía a llegar a ser cuandodijo: “Amados, ahora somos hijos deDios, y aún no se ha manifestado loque hemos de ser; pero sabemos quecuando él se manifieste, seremossemejantes a él, porque le veremostal como él es” (1 Juan 3:2; véasetambién Moroni 7:48).

Es mi deseo que la importanciade la conversión y de lo que debe-mos llegar a ser haga que nuestroslíderes locales no se concentrentanto en medidas estadísticas y seconcentren más en lo que nuestros

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hermanos y hermanas son y en loque están tratando de llegar a ser.

Con frecuencia, nuestras conver-siones necesarias se pueden lograrcon más rapidez mediante el sufri-miento y la adversidad quemediante la comodidad y la tranqui-lidad, tal como el élder Hales nos loenseñó tan hermosamente estamañana. Lehi prometió a su hijoJacob que Dios “[consagraría sus]aflicciones para [su] provecho” (2 Nefi 2:2). El profeta José recibióla promesa: “tu adversidad y tusaflicciones no serán más que por unbreve momento; y entonces, si losobrellevas bien, Dios te exaltará”(D. y C. 121:7–8).

La mayoría de nosotros hemosexperimentado en cierta medida loque las Escrituras llaman “el hornode la aflicción” (Isaías 48:10; 1 Nefi20:10). Algunos se hallan sumergidosen el servicio de un familiar con dis-capacidades. Otros lamentan el falle-cimiento de un ser querido o, bien, lapérdida o demora de una meta dignacomo el matrimonio o la maternidad.Incluso otros luchan con impedimen-tos personales o con sentimientos derechazo, ineptitud o depresión.

Desde el Centro de Conferencias (enTemplo de Salt Lake, el Tabernáculo edificios del centro de Salt Lake City.

Mediante la justicia y misericordia deun Padre Celestial amoroso, el refi-namiento y la santificación que selogran mediante tales experienciasnos ayudan a alcanzar lo que Diosdesea que lleguemos a ser.

Se nos alienta a seguir por unproceso de conversión hacia eseestado y condición llamada vidaeterna. Eso se logra no sólo al hacerel bien, sino al hacerlo por la razóncorrecta: por el amor puro de Cristo.El apóstol Pablo ilustró eso en sucélebre enseñanza acerca de laimportancia del “amor o caridad”(véase 1 Corintios 13). La razón porla cual la caridad nunca deja de sery es más grande que aun el acto mássignificativo de bondad dijo él, esque la caridad, “el amor puro deCristo” (Moroni 7:47), no es un actosino una condición o estado del ser.La caridad se obtiene mediante unasucesión de actos que resultan en laconversión. La caridad es algo queuno llega a ser. De modo que, comoMoroni declaró: “A menos que loshombres tengan caridad, no puedenheredar” el lugar preparado paraellos en las mansiones del Padre(Éter 12:34; cursiva agregada).

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el primer plano) se aprecian el(a la derecha del templo) y los

Todo eso nos ayuda a entenderun importante significado de laparábola de los obreros de la viña, lacual utilizó el Salvador para explicarcómo es el reino de los cielos. Comorecordarán, el señor de la viña con-trató obreros a diferentes horas deldía. A algunos envió a la viña en lamañana, a otros a la hora tercera y aotros a las horas sexta y novena.Finalmente, envió a otros a la viña ala hora undécima, con la promesade que también les pagaría “lo quesea justo” (Mateo 20:7).

Cuando llegó la noche, el señorde la viña dio el mismo jornal atodos los obreros, aun a los quehabían llegado a la hora undécima.Cuando los que habían trabajadotodo el día vieron eso, “murmura-ban contra el padre de familia”(Mateo 20:11). El señor no cedió,simplemente señaló que a ningunohabía hecho agravio ya que habíapagado lo convenido a cada uno.

Como otras parábolas, ésta nosenseña principios diferentes y valio-sos. Para los propósitos de hoy, lalección es que la recompensa delMaestro en el juicio final no sebasará en el tiempo que hayamostrabajado en la viña. No obtenemosnuestra recompensa celestial mar-cando la hora de entrada y salidadel trabajo, lo esencial es que nues-tras labores en el lugar de trabajodel Señor nos hayan hecho llegar aser alguien. Para algunos de noso-tros, eso requiere más tiempo quepara otros. Al final, lo que importaes lo que hemos llegado a sermediante nuestras labores. Muchosde los que llegan a la hora undécimahan sido refinados y preparados porel Señor en maneras que no hansido las maneras formales de la viña.Esos obreros son como la mezclainstantánea a la que solo es necesa-rio que se le “agregue agua”, esdecir, la ordenanza perfeccionadoradel bautismo y el don del EspírituSanto. Con ese ingrediente inclusoen la hora undécima, dichos obrerosse encuentran en el mismo estadode desarrollo y califican para recibirla misma recompensa que los quehayan trabajado incansablementeen la viña.

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Los artificios y lastentaciones del mundoÉlder Neal A. MaxwellDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Muchas personas que se dejan preocupar por las cosas del mundo no se encuentran precisamente en transgresión, pero están ciertamentedesviadas y de ese modo ‘malgasta[n] los días de [su] probación’” (2 Nefi 9:27).

Esa parábola nos enseña que nodebemos perder la esperanza ni lasrelaciones de amor con nuestros familiares y amigos, cuyas buenas cua-lidades (véase Moroni 7:5–14) mani-fiestan su progreso hacia lo que unamoroso Padre desearía que llegaran aser. De igual manera, el poder de laExpiación y el principio del arrepenti-miento demuestran que no debemosdarnos por vencidos con respecto alos seres queridos que ahora parecentomar decisiones erróneas.

En lugar de juzgar a los demás,debemos preocuparnos por nosotrosmismos. No debemos perder la espe-ranza; no debemos dejar de luchar;somos hijos de Dios y es posible lle-gar a ser lo que nuestro PadreCelestial desea que lleguemos a ser.

¿Cómo podemos medir nuestroprogreso? Las Escrituras sugierenmuchas maneras; mencionaré sólodos.

Después del célebre discurso delrey Benjamín, muchos de los que looyeron clamaron que el Espíritu delSeñor “ha efectuado un potentecambio en nosotros, o sea, en nues-tros corazones, por lo que ya notenemos más disposición a obrarmal, sino a hacer lo bueno continua-mente” (Mosíah 5:2). Si se nos estáacabando el deseo de hacer lo malo,estamos progresando hacia nuestrameta celestial.

El apóstol Pablo dijo que las per-sonas que han recibido el Espíritu deDios tienen “la mente de Cristo” (1Corintios 2:16). Entiendo que esosignifica que las personas que estánavanzando hacia la conversión nece-saria empiezan a ver las cosas comolas ven nuestro Padre Celestial y SuHijo, Jesucristo; ellas escuchan Suvoz en lugar de la voz del mundo, yhacen las cosas a la manera de Él yno a la manera del mundo.

Testifico de Jesucristo, nuestroSalvador y nuestro Redentor, cuyaIglesia ésta es. Testifico con gratituddel plan del Padre, bajo el cual,mediante la resurrección y la expia-ción del Salvador, tenemos la seguri-dad de la inmortalidad y laoportunidad de llegar a ser lo que esnecesario para lograr la vida eterna.En el nombre de Jesucristo. Amén. �

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ara los verdaderos creyentes,los artificios y las tentacionesdel mundo —incluso sus place-

res, poder, halagos, riquezas y distin-ción— siempre han existido (Alma46:15). En nuestra época, sinembargo, muchos sistemas de apoyoque fueron una vez de utilidad estántorcidos o estropeados; más aún, lascosas malas del mundo se promuevenpor medio de una tecnología quetodo lo penetra, así como por unaandanada de los medios de comuni-cación con el potencial de alcanzarcasi todo hogar y poblado. Y todoesto sucede cuando hay muchas per-sonas que se han alejado de lo espiri-tual, diciendo: “...soy rico, y me heenriquecido, y de ninguna cosa tengonecesidad...” (Apocalipsis 3:17).

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En contraste, los incentivos deldiscipulado son tales, que si vemosacercarse una limusina, tenemos lacerteza de que no viene por noso-tros. El plan de Dios no es el plan deplacer, es el “plan de felicidad”.

Los artificios y las tentaciones delmundo son fuertes. Los estilos devida mundanos se respaldan astuta-mente en la justificación de que“todos lo hacen”, fomentando asíuna mayoría o dando la aparienciade ella. La hábil propaganda dirigidaa determinados grupos promueveproductos y crea actitudes.

Pedro dijo que “el que es vencidopor alguno es hecho esclavo del quelo venció” (2 Pedro 2:19).Hermanos y hermanas, ¡hay tantasde esas esclavitudes particulares!

Los que se burlan tienen estaactitud indiferente que Pedro profe-tizó diciendo: “¿Dónde está la pro-mesa [del] advenimiento [deCristo]? Porque... todas las cosaspermanecen así como desde el prin-cipio de la creación” (2 Pedro 3:4).Tal cinismo hace que se confunda alas sucesivas generaciones que hanpasado por el escenario terrenal conla falta de un Director o de unatrama.

Como un pez en una pecera, aalgunos no les importa quién lescambie el agua y quién les dé decomer (Jacob 4:13–14). Son comoun niño de jardín de infantes quemientras espera a su padre, un poco

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El órgano del Centro de Conferencias, que forma un imponente telón defondo para los líderes de la Iglesia, y un coro del Centro de CapacitaciónMisional durante la sesión del sábado por la tarde.

atrasado para buscarlo, dijera sola-mente: “El hombre está solo en eluniverso”.

Por otra parte, es cierto que hayquienes desean sinceramente obte-ner más poder a fin de hacer el bien,pero sólo unas pocas personas son lobastante buenas para ser poderosas.Pero el ambicionar poder y famapriva del oxígeno espiritual a algu-nos haciendo que pierdan toda sen-sibilidad (Efesios 4:19; 1 Nefi 17:45;Moroni 9:20). Singularmente, aun-que insensibilizados, hay quienestodavía son capaces de escuchar elsonido de una cámara de televisióna cien metros de distancia. La con-fusa agitación de las envidiadasposiciones de poder terrenales nosrecuerda el juego de las sillas y lamúsica.

En realidad, el discipulado puedealejarnos de los honores del mundo.Como dijo Balac a Balaam, “yo tedije que te honraría, mas he aquíque Jehová te ha privado de honra”(Números 24:11). Las pinturas de lacelebridad se borronean con granfacilidad, de todos modos. Nos afligecontemplar a aquellos que tuvieronuna vez los halagos del mundo,como Judas, y luego ven que seaprovechan de ellos, los despreciany los desechan (D. y C. 121:20). Noobstante, si algunos de ellos están

listos, es preciso que hasta les levan-temos sus manos caídas (Hebreos12:12; D. y C. 81:5).

Aun cuando reconocemos elbeneficio de las alabanzas mereci-das, no debemos olvidar las palabrasde Jesús sobre los que reciben hono-res terrenales: “...ya tienen surecompensa” (Mateo 6:2, 5).

Hermanos y hermanas, hay unarazón fundamental para todo lo quees efímero: los que confieren lascosas transitorias del mundo están,ellos mismos, en tránsito; ¡no pue-den conferir lo que es duradero por-que no lo poseen! Algunos,percibiéndolo pero viendo tan poco,quieren tenerlo todo ahora.

Las lamentables situaciones men-cionadas nos conducen a variassugerencias específicas:

Para empezar, no hay remediomás eficaz que el recurrir más de loque lo hacemos a los dones delEspíritu Santo.

Reconozcamos también el lugarespecial de la familia. James Q.Wilson escribió lo siguiente:

“Aprendemos a arreglárnosla conla gente del mundo porque aprende-mos a arreglárnosla con los miem-bros de nuestra familia. Aquellosque abandonan a la familia abando-nan la sociedad; privados del afecto,el tutelaje y los dilemas familiares

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no están preparados para enfrentarlas pruebas, las críticas y las exigen-cias del mundo” (The Moral Sense,1993, pág. 163).

Qué ironía es que algunos sevayan “a una provincia apartada”(Lucas 15:13) abandonando elnutritivo huerto familiar, en el cualhaya tal vez unas pocas malas hier-bas, por un desierto mundanocubierto de cizaña.

La rectitud personal, la adoración,la oración y el estudio de lasEscrituras son sumamente esencia-les para [despojarnos] del hombrenatural (Mosíah 3:19). Por lo tanto,cuidémonos de los que exigen tole-rancia pública para sus indulgenciasprivadas, sean cuales fueren.

Tanto los jóvenes como los adul-tos debemos ser buenos amigos,pero también debemos escoger anuestros amigos cuidadosamente. Siescogemos al Señor primero, el esco-ger amigos es más fácil y más seguro.Consideremos el contraste entre lasamistades en la ciudad de Enoc y enlas ciudades de Sodoma y Gomorra.Los habitantes de la ciudad de Enocescogieron a Jesús y optaron por unestilo de vida, llegando a ser así ami-gos eternos. Es mucho lo quedepende de a Quién y qué escoja-mos en primer lugar.

Debemos emular los reflejos espi-rituales de José en Egipto: cuandofue tentado, huyó, demostrando almismo tiempo tener valor y piernaságiles (Génesis 39:12). Tanto losjóvenes como los adultos deben ale-jarse de situaciones y circunstanciasamenazadoras.

Los hijos pródigos nunca sondemasiados, pero, regularmente,algunos vuelven de una “provinciaapartada” (Lucas 15:13). Porsupuesto, es mejor “ser humildes... acausa de la palabra” que ser “obliga-dos” por las circunstancias (Alma32:13–14), pero esto último tam-bién es aceptable. La inaniciónpuede inducir al hambre espiritual.

Como el hijo pródigo, tambiénnosotros podemos irnos a una “pro-vincia apartada” que quizás no estémás lejos que un concierto demúsica estridente. La distancia a la“provincia apartada” no se mide en

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kilómetros sino en cuán distantes deJesús están nuestros pensamientos ylas intenciones de nuestro corazón(véase Mosíah 5:13). La fidelidad,no la geografía, es lo que en realidadmide la distancia.

Aun con todos los poderosos arti-ficios y tentaciones del mundo, lossentimientos espirituales continúanreafirmándose de todos modos. Esposible que invadan las dudas, y lassoluciones fáciles obviamente nocuran el vacío y el tedio de lo mun-danal.

Más aún, algunos de los queescalan laboriosamente las alturasmundanales se encuentran, despuésde todo, acuclillados sobre un insig-nificante montoncito de arena. ¡Y sehan esforzado tanto por llegar allí!

Y de todos modos, ¿por quéambicionar riquezas?, si gastamos“dinero en lo que no tiene valor,ni... puede satisfacer” (2 Nefi 9:51).

Como Jesús, podemos decidir, adiario o en un instante, no hacercaso a las tentaciones (véase D. y C.20:22), e incluso responder a lasirritaciones con una sonrisa en lugarde un mal gesto u ofreciendo sin-cero elogio en lugar de fría indife-rencia. Si somos comprensivos envez de ser rudos, quizás los demás, asu vez, decidan perseverar un pocomás en vez de darse por vencidos. Elamor, la paciencia y la mansedum-bre pueden ser tan contagiososcomo la descortesía, la vulgaridad yla grosería.

En forma general e individualpodemos dar lugar a una turbulenciaque redima (véase 2 Nefi 28:19). Esposible que los corazones que estánpuestos en las cosas del mundo ten-gan que ser quebrantados (véase D. y C. 121:35), y que las mentespreocupadas en ello y alejadas delSeñor tengan que recibir una sacu-dida de advertencia (Mosíah 5:13).

Muchas personas que se dejanpreocupar por las cosas del mundono se encuentran precisamente entransgresión, pero están ciertamentedesviadas y de ese modo“malgasta[n] los días de [su] proba-ción” (2 Nefi 9:27); no obstante,hay quienes viven orgullosamente“sin Dios en el mundo” (Alma

41:11) ¡pero cierran las puertas conllave por dentro! Hermanos y her-manas, recuérdenlo bien: los queestán demasiado preocupados de símismos inevitablemente defrauda-rán a los demás.

Adoptemos la actitud que reco-mendó Brigham Young de decir:“...a los campos... los rebaños... loshatos... el oro... la plata... los bienesy posesiones... las propiedades... y almundo entero: ¡Apartaos, alejaos demis pensamientos!, porque voy aadorar al Señor” (Journal ofDiscourses, tomo I, pág. 200). ¡Haytantas maneras de decir al mundo:“¡Apártate!”.

Periódicamente, el marido y lamujer pueden razonar juntos,haciendo un inventario. Tal vez seanecesario hacer pequeñas correc-ciones y, además, esas conversacio-nes pueden ser más preciadas de loque imaginamos. Muchos son losmatrimonios que están demasiadoocupados.

Los momentos son las moléculasque forman la eternidad. Hace años,el presidente Hinckley aconsejó:

“Los acontecimientos importantesno tienen tanta influencia como laspequeñas decisiones diarias que mar-can el curso de nuestra vida... En rea-lidad, nuestra vida es la suma total delas decisiones aparentemente insigni-ficantes que tomamos y de la capaci-dad que tenemos de vivir de acuerdocon esas decisiones” (“Caesar, Circusor Christ?”, Universidad BrighamYoung, Speeches of the Year, 26 deoctubre de 1965).

Afortunadamente, un arrepenti-miento firme puede absorber nues-tros errores demostrando la fe paravolver a empezar, ya sea en unatarea o en una relación. Esa firmezaes, realmente, una afirmación denuestra verdadera identidad. A loshijos y a las hijas espirituales deDios no se les puede degradar per-manentemente cuando los levantala expiación de Jesús. La infinitaexpiación de Cristo se aplica a lacondición finita de nuestras fallas.De ahí la súplica de este himno:

Mi propensión a desviarme, Señor,siento,

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tiendo a alejarme de mi Diosamado.

Toma mi corazón, que aquí teofrezco,

y a tu corte celestial llévalo, sellado.(Robert Robinson, John Wyeth,

“Come, Thou Fount of EveryBlessing,” Hymns,1948, Nº 70.)

Además, para resistir a los artifi-cios y a las tentaciones del mundo,también nos ayuda el saber que,aunque somos imperfectos, el cursopresente que sigue nuestra vida espor lo general aceptable para elSeñor (véase Lectures on Faith,Lectura 6, pág. 57). Con suficientededicación podemos recibir esatranquila seguridad.

La confirmación de nuestro valorproviene realmente de saber quiénessomos y no sólo de qué hagamos. Laspalabras inquisitivas de Jesús siguenteniendo validez: “...¿qué clase dehombres [y de mujeres] habéis deser? En verdad os digo, aun como yosoy” (3 Nefi 27:27; véase tambiénMateo 5:48; 3 Nefi 23:21).

No hay duda de que las accionesvaliosas realzan nuestro carácter ycapacidad, pero las circunstancias yoportunidades terrenales son muydiferentes; incluso entre éstas toda-vía podemos llegar a parecernos mása Cristo en nuestra capacidad de sermás amorosos, mansos, pacientes ysumisos.

Al prestar más atención a lo quesomos y no exclusivamente a lo quehacemos, nuestra persona, tantopública como privada, será lamisma: ¡el hombre o la mujer deCristo! Nuestro valor intrínseco nodepende de la aclamación mundana;de hecho, el mundo puede conside-rarnos en realidad débiles y necios(véase 1 Corintios 1:27). En oposi-ción, hay afirmaciones divinas comoésta: “El Espíritu mismo da testimo-nio a nuestro espíritu, de que somoshijos de Dios” (Romanos 8:16).

Dios está muchísimo más intere-sado en el lugar que ocupemos enSu reino que en cualquier posiciónque tengamos en una organización.A nosotros quizás nos inquietecuánto abarque el radio de controlque podamos ejercer, pero a Él le

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“Santificaos”Élder Jeffrey R. HollandDel Quórum de los Doce Apóstoles

“El llamado en todos los tiempos —y especialmente en nuestros días— esel llamado de Josué: ‘Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillasentre vosotros’ ”.

Sesión del sacerdocio7 de octubre de 2000

preocupa nuestra capacidad paracontrolarnos a nosotros mismos. ElPadre quiere que regresemos alhogar llevando nuestro verdaderocurrículum: ¡nosotros mismos!

Aun así, nuestros recelos mortalescontinúan manifestándose encuanto al dinero, la esfera deinfluencia, las ofensas o los vestidosy el becerro gordo que se den a otros(véase Lucas 15:22–23).

Nuestro verdadero sentido deidentificación surge cuando sabemosquiénes somos y a Quién pertenece-mos. Recordemos las conocidaslíneas de la obra El violinista en eltejado, sobre Anatevka; en ellas,cada uno sabe quién es y qué esperaDios que haga (véase Joseph Stein,Fiddler on the Roof, 1964, pág. 3;cursiva agregada); a eso podríamosagregar “y lo que Dios espera que lapersona sea”.

Sí, tenemos la libertad de escogerlos dividendos de la vida terrenal consu naturaleza efímera. Sin embargo,llegará aquel gran momento en quetoda rodilla se doblará y toda lenguaconfesará que Jesús es el Cristo(véase Mosíah 27:31; D. y C.88:194); entonces, los anfiteatros ylos tronos terrenales quedaránvacíos. Hasta el edificio grande yespacioso se derrumbará, ¡y con quéestruendo! (véase 1 Nefi 8:26–28). Ala sazón, los que hayan vivido sinDios en el mundo también confesa-rán que Dios es Dios (véase Mosíah27:31). Entretanto, Su carácter yatributos deben incitar en nosotros laadoración y la emulación.

¿No es maravilloso, hermanos yhermanas, que Dios, que todo lo sabe,todavía dedique tiempo a escucharnuestras oraciones? Comparado conla inmensidad de ese hecho, ¿quénos ofrece el mundo en realidad?¿Una salva de aplausos, un instantefugaz de adulación, una mirada deaprobación de una celebridad transi-toria?

Dios nos bendiga para que vea-mos las cosas como realmente son ycomo realmente serán (véase Jacob4:13; D. y C. 93:24), y que demos lagloria, el honor y la alabanza a Dios,lo cual hago ahora. En el santo nom-bre de Jesucristo. Amén. �

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ermanos, amo el Sacerdociode Dios y es un gran honorpara mí contarme entre

aquellos de ustedes que lo poseen.Mi mensaje de esta noche es paratodos nosotros, cualquiera sea laedad o los años de servicio, sinembargo, deseo dirigirme con parti-cular énfasis a los diáconos, maes-tros y presbíteros en el SacerdocioAarónico y a los jóvenes y reciénordenados élderes en el Sacerdociode Melquisedec, ustedes, los de lacreciente generación, quienes debenestar listos para ejercer su sacerdo-cio, a veces en momentos y demaneras que no se imaginan.

En ese espíritu, el llamado que leshago esta noche es semejante al queJosué hizo a una antigua generaciónde poseedores del sacerdocio, dejóvenes así como los que no eran

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tan jóvenes, que tenían que llevar acabo un milagro en sus días. Josuédijo a aquellos que tendrían que lle-var a cabo la tarea más formidabledel antiguo Israel, o sea, la de volvera tomar y poseer su antigua tierra depromisión: “Santificaos, porqueJehová hará mañana maravillasentre vosotros”1.

Permítanme contarles un relatoque deja ver cuán prontos e inespe-rados pueden ser esos mañanas, y enalgunos casos, cuán poco tiempo tie-nen para hacer preparativos apresu-rados y tardíos.

En la tarde del miércoles 30 deseptiembre de 1998, la semanapasada se cumplieron dos años de eseacontecimiento, un equipo de fútbolamericano de jovencitos, en Inkom,Idaho, se encontraba en el campopara su práctica semanal acostum-brada. Habían terminado sus ejerci-cios de calentamiento y empezaban apracticar algunas jugadas. Se aveci-naron nubes negras, como suelesuceder en el otoño, y empezó a llo-viznar, pero eso no pareció importarlea un grupo de muchachos a quienesles encantaba jugar fútbol.

De pronto, sin saber de dóndevino, el estallido ensordecedor deun trueno irrumpió por el aire, almismo tiempo que el destello de unrelámpago iluminaba y, literalmente,electrizaba todo el entorno.

En ese instante, un joven amigomío, A. J. Edwards, diácono delBarrio Port Neff, de la EstacaMcCammon, Idaho, estaba a punto

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Hombres del Coro del Tabernáculo elevan sus voces en un canto de alabanzas.

de recibir el balón que por seguroresultaría en un tanto durante esapráctica donde los miembros delequipo jugaban unos contra otros.Pero el rayo que había iluminadotierra y cielo alcanzó al joven A. J.Edwards desde la punta de su cascode fútbol hasta las suelas de loszapatos.

El impacto del golpe dejó pasma-dos a todos los jugadores, tumbandoa algunos al suelo, dejando a uno deellos ciego por unos momentos y acasi todos los demás aturdidos y azo-rados. Por instinto empezaron acorrer hacia el pabellón de cementoadjunto al parque. Algunos de losmuchachos empezaron a llorar;muchos de ellos se arrodillaron yempezaron a orar. Durante todo esetiempo, A. J. Edwards seguía inmó-vil en el campo.

El hermano David Johnson, delBarrio Rapid Creek, EstacaMcCammon, Idaho, corrió al ladodel jugador. A gritos le dijo a RexShaffer, que era el entrenador ymiembro de su barrio: “¡No tienepulso. Tiene un paro cardíaco!”.Esos dos hombres, que milagrosa-mente tenían entrenamiento comotécnicos médicos de emergencia,empezaron a aplicarle resucitacióncardiopulmonar, un esfuerzo vidacontra muerte.

Mientras los hombres hacían suslabores, a A. J. le sostenía la cabezael joven entrenador ayudante de 18años de edad, Bryce Reynolds,miembro del Barrio Mountain View,Estaca McCammon, Idaho. Alobservar al hermano Johnson y alhermano Shaffer aplicarle resucita-ción al muchacho, tuvo una fuerteimpresión. Yo tengo la certeza deque fue una revelación de los cielosen todo el sentido de la palabra. Élrecordó una bendición del sacerdo-cio que el obispo le había dado a suabuelo en una ocasión tras un acci-dente igualmente trágico y amenaza-dor ocurrido años antes. Ahora, alsostener a ese joven diácono en susbrazos, se dio cuenta de que por pri-mera vez en su vida tenía que ejercerde la misma manera el Sacerdociode Melquisedec que recientementele había sido conferido. Estando apunto de cumplir los diecinueveaños y de recibir el inminente llama-miento a servir en una misión, eljoven Bryce Reynolds había sidoordenado élder hacía sólo 39 días.

Ya sea que haya pronunciado laspalabras de manera audible o quelas haya murmurado, el élderReynolds dijo: “A. J. Edwards, en elnombre del Señor Jesucristo y por elpoder y la autoridad del Sacerdociode Melquisedec que poseo, te

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bendigo para que estés bien. En elnombre de Jesucristo. Amén”. Almomento que Bryce Reynolds fina-lizó esa breve pero ferviente oraciónofrecida en el lenguaje de un jovende dieciocho años, A. J. Edwardsempezó a respirar nuevamente.

La familia Edwards podrá contar-nos en otra ocasión sobre las conti-nuas oraciones, milagros ybendiciones adicionales del sacerdo-cio relacionadas con toda esa expe-riencia —incluso un viaje porambulancia a alta velocidad hastaPocatello, seguido de un vuelo, sinmucha esperanza, hasta el centropara quemados de la Universidad deUtah. Pero por ahora basta decirque el sumamente sano y robusto A. J. Edwards se encuentra aquí esta noche, junto con su padre,como mis invitados especiales.Recientemente también hablé porteléfono con el élder Bryce Reynoldsque ha estado sirviendo fielmenteen la Misión Texas Dallas durantelos últimos diecisiete meses. Amo aestos dos maravillosos jovencitos.

Mis jóvenes amigos, tanto delSacerdocio Aarónico como del deMelquisedec, no todas las oracionesse contestan de forma tan inme-diata, y no toda declaración delsacerdocio puede ordenar la renova-ción o la prolongación de la vida. Aveces la voluntad de Dios es otra,pero, jóvenes, ustedes aprenderán, siaún no lo han hecho, que enmomentos de temor y aún de peli-gro, su fe y su sacerdocio requerirálo mejor de cada uno de ustedes y lomejor que puedan pedir de los cie-los. Ustedes, los jóvenes delSacerdocio Aarónico, no utilizaránel sacerdocio exactamente de lamisma manera que un élder orde-nado utiliza el de Melquisedec, perotodos los poseedores del sacerdociodeben ser instrumentos en lasmanos de Dios, y para serlo, ustedesdeben hacer lo que dijo Josué:“Santificaos”. Deben estar prepara-dos para actuar y ser dignos dehacerlo.

Es por eso que en las Escrituras elSeñor dice repetidamente: “...sedlimpios los que lleváis los vasos delSeñor”2. Permítanme decirles lo que

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significa la frase “los que lleváis losvasos del Señor”. Antiguamente,tenía por lo menos dos significados,ambos relacionados con la obra delsacerdocio.

El primero tiene que ver con larecuperación y la devolución aJerusalén de varios implementos queel rey Nabucodonosor había llevadoa Babilonia. Al manipular física-mente esos artículos para su devolu-ción, el Señor recordó a aquelloshermanos de antaño la santidad decualquier cosa que tuviera que vercon el templo. Por lo tanto, al llevarde nuevo a su tierra los diversosutensilios, vasijas, tazas y otrosvasos, ellos mismos tenían que estartan limpios como los instrumentosceremoniales que llevaban3.

El segundo significado se rela-ciona con el primero. En el hogar sesolían usar tazones e implementossimilares para ritos de purificación.El apóstol Pablo, al escribirle a sujoven amigo Timoteo, dijo encuanto a éstos: “...en una casagrande... hay utensilios de oro y...plata... de madera y de barro”,siendo estos métodos de lavar ypurificar comunes en la época delSalvador. Pero Pablo sigue diciendo:“...si alguno se limpia de [indigni-dad], será instrumento... santificado,útil al Señor, y dispuesto para todabuena obra. [Por tanto], huye... delas pasiones juveniles... sigue la jus-ticia... con los que de corazón limpioinvocan al Señor”4.

En ambos relatos bíblicos, elmensaje es que como poseedores del

sacerdocio no sólo habremos demanipular los vasos sagrados y losemblemas del poder de Dios —pien-sen en la preparación, bendición yrepartición de la Santa Cena, porejemplo— sino que también habre-mos de ser un instrumento santifi-cado a la vez. A propósito, debido alo que habremos de hacer, pero másimportante aún, debido a lo quehabremos de ser, los profetas y após-toles nos dicen que “[huyamos]... delas pasiones juveniles” e “[invoque-mos] al Señor” los que somos lim-pios de corazón. Ellos nos dicen queseamos puros.

Vivimos en una época en la quese hace cada vez más difícil preservaresa pureza. Con la tecnologíamoderna, incluso nuestros hermani-tos y hermanitas más pequeños pue-den virtualmente ser llevadosalrededor del mundo antes de quesean lo suficientemente grandes paracruzar solos la calle en un triciclo.Lo que para la mayoría de los de migeneración fueron momentos agra-dables de salir al cine, de ver televi-sión o de leer revistas, ahora, con ladisponibilidad adicional de las video-caseteras, el Internet y las computa-doras personales, se han convertidoen “diversiones” llenas de un verda-dero peligro moral. Hago resaltar lapalabra “diversiones”. ¿Sabían que elsignificado original en latín de lapalabra “diversión” era “distracciónde la mente con el propósito deengañar”? Lamentablemente eso eslo que en gran parte han llegado aser las “diversiones” de nuestros díasen las manos del más grande enga-ñador.

Recientemente leí las palabras deun escritor que decía: “Nuestrosratos libres, incluso nuestro entrete-nimiento, es un asunto de grave preo-cupación. La razón de ello es que nohay un terreno neutral en el uni-verso: se lidia una batalla entre Diosy Satanás por reclamar todo lo quecomprende el universo”5. Creo queeso es absolutamente cierto y nin-guna batalla es más crucial y evi-dente que la que se está librandopor las mentes, los valores morales yla pureza personal de la juventud.

Hermanos, parte de mi voz de

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amonestación esta noche es queesta batalla sólo seguirá empeo-rando. Parecería que la puerta dellibertinaje, la puerta de la lascivia,de la vulgaridad y de la indecenciase abre en una sola dirección; seabre cada vez más y más y nuncaparece cerrarse. Las personas pue-den elegir cerrarla, pero una cosa essegura, desde un punto de vista his-tórico, que los deseos de la sociedady las normas públicas nunca lacerrarán. No, en lo que incumbe aasuntos morales, el único controlverdadero que tienen es el dominiopropio.

Hermanos, si ustedes estánteniendo dificultades para controlarlo que ven, lo que escuchan o lo quedicen o hacen, les pido que oren asu Padre Celestial para que losayude. Oren a Él como lo hizo Enós,quien luchó con Dios y con el espí-ritu6. Luchen como lo hizo Jacobcon el ángel, negándose a dejarlohasta que recibiera una bendición7.Hablen con su mamá y su papá,hablen con su obispo. Busquen lamejor ayuda posible de entre lasbuenas personas que les rodean.Eviten a toda costa a los que quie-ran tentarlos, debilitarlos o perpe-tuar el problema. Si esta noche hayalguno que sienta que no es total-mente digno, puede hacerse dignomediante el arrepentimiento y laexpiación del Señor Jesucristo. ElSalvador lloró, sangró y murió porustedes. Él ha dado todo por la feli-cidad y la salvación de ustedes. ¡Deseguro no va a negarles Su ayudaahora!

Entonces pueden ayudar a otrosa quienes sean enviados, ahora y enel futuro, como uno que posee elsacerdocio de Dios. Entonces pue-den ser lo que el Señor describiócomo “médico para la iglesia” 8.

Jovencitos, les amamos. Nos preo-cupamos por ustedes y deseamosayudar de cualquier forma que poda-mos. Hace casi doscientos años,William Wordsworth escribió que“nosotros tenemos mucho delmundo”. ¿Qué diría en cuanto a lasintrusiones que hoy día azotan lasalmas y los valores de ustedes? Altratar algunos de estos problemas

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Profetas, videntes yreveladores vivientesÉlder Dennis B. NeuenschwanderDe la Presidencia de los Setenta

“Existe un abismo cada vez más grande entre las normas del mundo y lasdel Evangelio y el reino de Dios, y... los profetas vivientes siempreenseñarán las normas de Dios”.

que ustedes enfrentan, somos cons-cientes de que una gran multitud dejóvenes está viviendo fielmente elEvangelio y se mantiene firme ante elSeñor. Estoy seguro que esa multitudincluye a la gran mayoría de los queme están escuchando esta noche.Pero las advertencias que hacemos aunos cuantos son importantes recor-datorios aun para los fieles.

En los días más difíciles y desalen-tadores de la Segunda GuerraMundial, Winston Churchill dijo ala gente de Inglaterra: “A todo hom-bre le llega... ese momento especialen el que, en sentido figurado, se leda un toquecito en el hombro y se leofrece la oportunidad de hacer algoespecial, singular para él y propiopara su talento. ¡Qué tragedia si enese momento se encontrara despre-venido o falto de preparación para laobra que sería su logro supremo!”.

Hermanos, en un tipo de batallaespiritual mucho más serio, llegará eldía —en realidad estoy seguro deque llegará— en que en circunstan-cias inesperadas o en un momentode necesidad crítica, caerá un rayo,por así decirlo, y el futuro estará ensus manos: física, espiritual o moral-mente, o de otra manera. Estén lis-tos para cuando llegue ese día. Seanfuertes. Siempre sean puros.Respeten y veneren el sacerdocioque poseen, esta noche y para siem-pre. Testifico de esta obra, del poderque se nos ha dado de dirigirlo, y dela necesidad de ser dignos de admi-nistrarlo. Hermanos, testifico que elllamado en todos los tiempos —yespecialmente en nuestros días— esel llamado de Josué: “Santificaos,porque Jehová hará mañana maravi-llas entre vosotros”. En el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Josué 3:5.2. Isaías 52:11; véase también 3 Nefi

20:41; D. y C. 38:42; 133:5.3. Véase 2 Reyes 25:14–15; Ezra 1:5–11.4. 2 Timoteo 2:20–22; cursiva agregada.5. C. S. Lewis, Christian Reflections, edi-

tado por Walter Hooper, (1940), pág. 33.6. Véase Enós 1:2-10.7. Génesis 32:24–26.8. D. y C. 31:10.

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ermanos, esta noche qui-siera contarles una expe-riencia que tiene un gran

significado para mí. Durante lasesión del domingo por la tarde de laConferencia General del 6 de abrilde 1986, tuvo lugar una AsambleaSolemne, cuyo propósito era soste-ner a Ezra Taft Benson como pro-feta, vidente y revelador, ydecimotercer Presidente de laIglesia. Se invitó a todos los miem-bros a tomar parte, ya fuese queestuviesen presentes en elTabernáculo o participaran pormedio de la radio o la televisión.Como familia, aceptamos la invita-ción de tomar parte en nuestra casay, con la excepción de un hijo queestaba sirviendo en el campo misio-nal, todos nos encontrábamos allí:

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un sumo sacerdote, un presbítero,un diácono, un hijo de once años ymi esposa, LeAnn. De acuerdo conlas indicaciones y por turno, cadauno de los que poseíamos el sacer-docio nos pusimos de pie y despuéslo hizo el resto de la familia, y todosjuntos sostuvimos al presidenteBenson.

¿Por qué llama el Señor a profe-tas, videntes y reveladores? Y, ¿cómolos sostenemos?

La responsabilidad fundamentalde los profetas, videntes y revelado-res, todos los cuales poseen autori-dad apostólica, es testificar conconvencimiento del nombre deCristo en todo el mundo. Ese llama-miento básico de ser testigos espe-ciales de Su nombre hapermanecido invariable siempre queha habido Apóstoles sobre la tierra.Ese testimonio, que se recibe delEspíritu Santo por medio de la reve-lación, fue el núcleo de la Iglesia delNuevo Testamento y es el puntocentral de la Iglesia en la actualidad.El día de Pentecostés, Pedro dio unclaro testimonio de que a Jesús deNazaret lo habían prendido, matadoy crucificado y de que había sidolevantado, “sueltos los dolores de lamuerte”; de todo eso habían sidotestigos los Apóstoles1. Tan potentefue ese testimonio de Jesucristo quedio aquel Apóstol viviente, que se efectuó un cambio en el corazón ycerca de tres mil personas se bauti-zaron para la remisión de sus

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pecados. Leemos que esos nuevosconversos perseveraron “en la doc-trina de los apóstoles, en la comu-nión unos con otros, en elpartimiento del pan y en las oracio-nes”2. Este relato del libro deHechos brinda un profundo signifi-cado espiritual a las palabras quePablo escribió más adelante a losefesios, de que quienes abracen elEvangelio formarán parte de lafamilia de Dios “edificados sobre elfundamento de los apóstoles y profe-tas, siendo la principal piedra delángulo Jesucristo mismo”3.

En esta dispensación de la restau-ración, el profeta José Smithenseñó: “Los principios fundamen-tales de nuestra religión son el testi-monio de los apóstoles y profetasconcernientes a Jesucristo: quemurió, fue sepultado, se levantó eltercer día y ascendió a los cielos; ytodas las otras cosas que pertenecena nuestra religión son únicamentedependencias de esto”4.

Con el fin de observar esa res-ponsabilidad divina que se mandó,

de testificar con convencimiento delnombre de Cristo en todo el mundo,los Apóstoles vivientes de nuestraépoca han dado su testimonio. En laproclamación: “El Cristo Viviente”,ellos declaran la restauración de Susacerdocio y de Su Iglesia, testificande Su Segunda Venida y dan “testi-monio, en calidad de Sus apóstolesdebidamente ordenados, de queJesús es el Cristo Viviente, el inmor-tal Hijo de Dios”5.

Tanto los Apóstoles de la anti-güedad como los de la actualidadtestifican del nombre de Jesucristoporque “...no se dará otro nombre,ni otra senda ni medio, por el cual lasalvación llegue a los hijos de loshombres, sino en el nombre deCristo, el Señor Omnipotente...”6.

Segundo, profetas, videntes yreveladores enseñan con claridad lapalabra de Dios de que todos Sushijos se beneficiarán y serán bende-cidos si obedecen las enseñanzas deellos. El presidente Hinckley escribiósobre Joseph Fielding Smith: “Sí,hablaba con franqueza y sin rodeos;

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ésa es la misión de un profeta”7. Lanecesidad de maestros proféticos quesaben la palabra revelada de Dios yla hablan con franqueza y sin temores tan importante hoy día como lofue en el pasado. En un mundo con-fuso de ideas conflictivas, de valorescambiantes y de deseos egoístas porel poder, sería bueno que estudiára-mos con detenimiento la conversa-ción que se llevó a cabo entre Felipey el hombre de Etiopía. Mientraséste leía la Escrituras, Felipe corrióhacia él y le preguntó: “...¿entiendeslo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré,si alguno no me enseñare?”8.

Al pueblo del Señor, Almaenseñó:

“[No] confiéis en nadie para quesea vuestro maestro ni vuestroministro, a menos que sea un hom-bre de Dios, que ande en sus vías yguarde sus mandamientos... y nadieera consagrado a menos que fuerahombre justo. Por tanto, velabanpor su pueblo, y lo sustentaban concosas pertenecientes a la rectitud”9.

Esas palabras describen perfecta-mente a los profetas, videntes yreveladores que dirigen esta Iglesia.Ellos hablan las palabras de Dioscon claridad, autoridad y entendi-miento.

Tercero, sostenemos a quincehombres no sólo como profetas yreveladores, sino también comovidentes. De la presencia de viden-tes entre nosotros no se hablamucho, mas la habilidad de ver másallá del presente brinda poder yautoridad a la enseñanza y al testi-monio apostólicos. Voy a referirme ados pasajes de las Escrituras quehablan de este importante y extraor-dinario llamamiento. Según el Librode Mormón, Ammón enseñó al reyLimhi que “...un vidente puedesaber de cosas que han pasado ytambién de cosas futuras; y por estemedio todas las cosas serán revela-das... y también manifestarán cosasque de otra manera no se podríansaber”10.

En la Perla de Gran Precio lee-mos que el Señor dio instrucciones aEnoc de que se untase los ojos conbarro y se los lavara, y de esa formavería. Y Enoc lo hizo.

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“Y vio... cosas que el ojo naturalno percibe; y desde entonces seesparció este dicho por la tierra: ElSeñor ha levantado un vidente a supueblo”11.

Acerca de la pregunta sobre quénos dan a conocer nuestros videntesmodernos, que de otro modo no sesabría, y qué ven que no percibe elojo natural, daré una respuesta sen-cilla. Escuchen, mediten y exami-nen con oración qué nos enseñan yqué hacen. Al hacerlo, saldrá a laluz un modelo que revelará mucho y que nos dará la respuesta a esapregunta.

Vuelvo ahora a lo que ocurrió enmi familia durante la AsambleaSolemne. Al terminar la votación, elpresidente Hinckley, que conducía,dijo: “Gracias, hermanos y herma-nas, por el voto de sostenimiento.Pensamos que no sólo nos han sos-tenido con la mano, sino tambiéncon el corazón, con la fe y con lasoraciones que tan urgentementenecesitamos. Y rogamos que conti-núen haciéndolo”12. Hermanos, elmodo en que demostramos nuestrosostenimiento a los profetas, viden-tes y reveladores no es solamentelevantando la mano, sino más bienpor medio de la valentía, el testimo-nio y la fe para escucharles, paraobedecerles y seguirles.

Pero, me pregunto: Si eso es tanclaro, ¿por qué es tan difícil? Podríahaber muchas respuestas a esa pre-gunta, pero creo que en realidad haysólo una. Gran parte de la dificultadradica en nuestro deseo de parecermás aceptables al mundo que aDios.

Las enseñanzas de un profetaviviente son muchas veces contra-rias a las tendencias del mundo.Nosotros, en calidad de Santos delos Últimos Días y poseedores delsacerdocio de Dios, debemos com-prender que existe un abismo cadavez más grande entre las normas delmundo y las del Evangelio y el reinode Dios, y que los profetas vivientessiempre enseñarán las normas deDios. Por mucho que deseemos queel Evangelio se ajuste al mundo, esimposible; nunca ha pasado ninunca pasará.

Mucho de nuestro mundoactual está fundamentado en lasatisfacción de los caprichos, en laganancia y el placer inmediatos yen la aceptación social a cualquierprecio. El Evangelio y el reino deDios son mucho más que eso.Entre las características que Diosvalora más se encuentran lapaciencia, la longanimidad, laentereza, la bondad y el amor fra-ternal, ninguna de las cuales selogra a corto plazo ni se cultiva enun momento.

Hermanos, el tener profetas,videntes y reveladores vivientesentre nosotros y no prestarles aten-ción es lo mismo que simplementeno tenerlos. El profeta Jacob desea-ba que las palabras que hombres jus-tos habían escrito con tantadificultad sobre las planchas, sushijos las recibieran con corazonesagradecidos y aprendieran de ellas“con gozo, no con pesar”13. Que sea-mos así de prudentes para hacer lomismo con las palabras de los profe-tas, videntes y reveladores de nues-tra época.

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Doy testimonio del poder salva-dor de la expiación de Jesucristo.Doy testimonio de los apóstoles,profetas, videntes y reveladoresvivientes. En el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Hechos 2:23– 24; véase también el

versículo 32.2. Hechos 2:42.3. Efesios 2:20.4. Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 141.5. “El Cristo Viviente: El Testimonio

de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000,pág. 3.

6. Mosíah 3:17.7. “Creed a sus profetas”, Liahona,

julio de 1992, pág. 59.8. Hechos 8:30–31.9. Mosíah 23:14, 17–18.10. Mosíah 8:17.11 .Moisés 6:35–36; véase también el

versículo 35.12. Véase “La Asamblea Solemne y el

sostenimiento de oficiales de la Iglesia”,Liahona, julio de 1986, pág. 68.

13. Jacob 4:3.

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El morral de caza deSatanásObispo Richard C. EdgleyPrimer Consejero del Obispado Presidente

“¿Escucharemos a ‘Satanás, el autor de todas las mentiras’...? ¿O vamosa creer a un amoroso Padre Celestial, que es la fuente de toda verdad yfelicidad...?”

Cuando era joven, tras haberfinalizado mi primer año deuniversidad y con necesidad

de ganar algún dinero para cumpliruna deseada misión, pasé un veranotrabajando en el nuevo Hotel deJackson Lake, en Jackson Hole,Wyoming. Los jóvenes universitariosiban de todas partes de los EstadosUnidos para experimentar la emo-ción y el reto de trabajar juntos enuna zona tan natural y hermosa.

Una de estas personas era Jill,una joven de San Francisco,California. Con la impresión de queuna joven procedente de una granciudad podía ser un tanto ingenuaen este nuevo entorno, yo y unosamigos sentimos que teníamos laobligación de enseñarle en cuanto alos modos del verdadero Oeste, así

que decidimos llevarla a la “caza delsarapín”. Para aquellos de ustedesque no estén familiarizados con lacaza del sarapín, les diré que no esmás que una broma, pues no hay talcosa como un sarapín, al menos enel oeste de los Estados Unidos. Elsupuesto sarapín es una criatura fic-ticia, y su caza no es más que unengaño sin malicia. Las herramien-tas necesarias para la caza del sara-pín son una vara y un morral. El“cazador” camina por entre losarbustos, dándoles golpes con lavara mientras lanza alaridos con unavoz estruendosa, y los ficticios sara-pines entran de este modo en elmorral.

Le entregamos a Jill el morral y lavara y le señalamos la zona de cace-ría, al otro lado del cerro. El planconsistía en regresar al punto departida en unos quince minutospara, supuestamente, contar lossarapines.

Como ella no regresó a la horaseñalada, todos nos congratulamos yestábamos muy contentos por laseriedad con que se había tomado lacacería. Después de media hora,sentimos que ya era tiempo de res-catarla, explicarle la broma, reírnose irnos a cenar. Sin embargo, se hizoevidente que Jill se había tomado lacacería de sarapines mucho más enserio de lo que habíamos esperado,ya que no la encontramos en la zonaque le habíamos indicado. Tras bus-car de manera insistente sin hallar

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ni rastro de ella, comenzamos aadentrarnos en el bosque, llamán-dola en voz alta, pero con idénticoresultado.

Con la esperanza de que hubieraregresado a su dormitorio, volvimosy le pedimos a unas jóvenes que labuscaran allí, pero tampoco apare-ció. Oscurecía y cada vez estábamosmás preocupados. Llamamos atodos los jóvenes que pudimosencontrar en los dormitorios mas-culinos y con la ayuda de linternasproseguimos la búsqueda en el bos-que. Ya bien entrada la noche, asus-tados, preocupados y afónicos detanto gritar, decidimos que era horade notificar nuestra absurda bromaa los vigilantes del parque. Mientrasestábamos enfrente de los dormito-rios, intentando determinar quiénsería el valiente que tendría el privi-legio de notificar su desaparición,Jill surgió de repente, no de sucuarto, sino del de un amiga con laque había disfrutado de la cena(cena que nosotros nos habíamosperdido) y de una agradable tarde.Sus primeras palabras lo explicarontodo: “¿Cómo se sienten al cazarcazadores de sarapines?”. Bien, bastaya de hablar de la ingenua de lagran ciudad y de los modos del ver-dadero Oeste. Nosotros fuimos elobjeto de la broma, y nunca hevuelto a tener ganas de cazar mássarapines.

Pero hay otra “cacería de sarapi-nes” en curso, y nosotros podemosser sus ingenuas víctimas. No setrata de una broma, y no va a termi-nar con unas risas y una mayoramistad. Satanás es el gran impostor,mentiroso y enemigo de todo lobueno, incluyendo nuestra felicidady bienestar. Su gran deseo es frustrarel plan de felicidad de nuestro PadreCelestial y hacernos “miserablescomo él” (2 Nefi 2:27). Siendo elautor mismo y responsable delengaño, básicamente quiere invitar-nos a que nos unamos a su caceríade sarapines, para llenar nuestrosmorrales de entusiasmo, diversión,fama y “la buena vida”; mas esaspromesas son vanas, al igual que elficticio sarapín. Lo que en realidadnos ofrece son mentiras, miseria,

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El Templo de Salt Lake al atardecer,visto desde la terraza del Centro deConferencias.

degradación espiritual y la pérdidade nuestro valor propio.

Las técnicas de persuasión deSatanás, cuando nos envía a llenarnuestros morrales, son: “Comed,bebed y divertíos,... porque mañanamoriremos” (2 Nefi 28:7). Su invi-tación puede parecer atractiva yconvincente. Nefi tilda estas técni-cas de “pacificadoras” y “lisonjeras”cuando el adversario dice que“todo va bien” (2 Nefi 28:21–22).Entre otras cosas, Satanás deseaque en nuestros morrales metamostodas las formas de inmoralidad,incluyendo el ver pornografía, o unlenguaje, vestimenta y comporta-miento inapropiados. Y es que talesmaldades suelen acarrear angustiaemocional, pérdida de espirituali-dad y de respeto propio, pérdida dela oportunidad de servir una misióno casarse en el templo, y a vecesocasionar incluso embarazos nodeseados. Satanás desea que meta-mos drogas, alcohol y tabaco ennuestros morrales.

Satanás nos dirá que esas cosasestán bien y que “todos lo hacen”.Nos dirá que nos darán fama y acep-tación. Sus mentiras pueden sermuy atractivas, en especial en esaetapa crítica de la vida en que losjóvenes desean ser populares y acep-tados.

Sin embargo, hay ciertas pistasque nos conducen a saber qué cosasdebemos evitar introducir en nues-tro morral; ustedes las reconoceránporque nos resultan comunes yfamiliares, como por ejemplo:

• “Todo el mundo lo hace”.• “Nadie lo sabrá”.• “No le hace daño a nadie”.• “Una vez no hace mal alguno”.• “¿Y qué?”• “Uno se puede arrepentir luego

y todavía ir a la misión y casarse enel templo”.

• “Cristo expió por nuestrospecados; Él me perdonará”.

Cuando las personas nos dan estetipo de justificaciones abiertamente,o cuando nuestro temperamentonos las susurra, sabemos que se nosestá advirtiendo. No les prestenatención. No experimenten conellas. Simplemente, no lo hagan.

Dios, nuestro Padre amoroso, lafuente de toda verdad, nos haadvertido del engaño de Satanás.Escuchen lo que el Señor ha dichopor medio de Sus profetas:

• Pablo enseñó a los santos deCorinto: “¿No sabéis que sois tem-plo de Dios, y que el Espíritu deDios mora en vosotros? Si algunodestruyere el templo de Dios, Diosle destruirá a él; porque el templode Dios, el cual sois vosotros, santoes” (1 Corintios 3:16–17).

• Jacob amonestó a los nefitas dela antigüedad diciendo: “¡Pero ay, ayde vosotros que no sois puros decorazón, que hoy os halláis inmun-dos ante Dios!” (Jacob 3:3).

• Alma recordó a su hijo rebelde,Coriantón, en cuanto a la impurezasexual: “¿No sabes tú, hijo mío, queestas cosas son una abominación alos ojos del Señor?” (Alma 39:5). Yluego añadió: “La maldad nunca fuefelicidad” (Alma 41:10).

A no ser que pensemos que estasadvertencias eran exclusivas para laépoca de la Biblia, escuchen lo quenuestro profeta actual, el presidenteGordon B. Hinckley, ha dicho:

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“A pesar de lo que ahora seconoce como la ‘nueva moralidad’,a pesar de los muy debatidos cam-bios en las normas morales, noexiste ningún substituto adecuadopara la virtud. Las normas de Diosserán desafiadas por todo el mundo;sin embargo, Dios no ha revocado Susmandamientos” (“Lo que nos ense-ñan los profetas en cuanto a la casti-dad y fidelidad”, Liahona, octubre de1999, págs. 26–27; cursiva agre-gada).

Así que nos preguntamos: “¿Aquién vamos a creer en nuestra bús-queda de la felicidad y el bienestar?”.¿Será a Satanás, el autor de todas lasmentiras y engaños, cuyo único obje-tivo es nuestra destrucción? ¿Ovamos a creer a un amoroso PadreCelestial, que es la fuente de todaverdad y felicidad, cuyo exclusivopropósito es recompensarnos con Sudicha y amor eternos?

Podemos proceder de condicio-nes humildes, tener una educaciónlimitada o hasta tener lo que consi-deramos ser logros carentes deefecto alguno en el mundo. Debidoal engaño de Satanás, puede que aveces sintamos que no somos impor-tantes, que somos insignificantes oincompetentes. Nunca olvidemosque somos los escogidos que poseenel sacerdocio de Dios. Somos Susrepresentantes llamados y ordena-dos, y eso nos convierte en alguien.

Debido a este sacerdocio posee-mos un poder; somos de la realeza, ytenemos el poder de discernir entrelos sarapines de Satanás y los princi-pios verdaderos de la felicidad deDios. Dado que sabemos quiénessomos y por qué estamos investidoscon el Espíritu Santo y con el sacer-docio de Dios, tenemos el poderpara decir: “No. No, Satanás, nocaeré víctima de tu engañosa, enfer-miza y, con frecuencia, mortal cace-ría de sarapines”. Testifico que “lamaldad nunca fue felicidad” (Alma41:10) y que la maldad nunca seráfelicidad. Es más, testifico que lafelicidad y el amor propio procede-rán únicamente del vivir los princi-pios de Aquel que diseñó el plan defelicidad, y lo hago en el nombre deJesucristo. Amén. �

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El enemigo interiorPresidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

“Todos nosotros debemos capacitarnos para ser hombres audaces,disciplinados y leales del sacerdocio y estar preparados con las armascorrectas para luchar contra el mal y ganar”.

Amados hermanos del sacer-docio, expreso mi amor y miaprecio por cada uno de

ustedes. Estamos agradecidos portodo lo que hacen por impulsar estasanta obra en todo el mundo. Mesiento humilde y honrado de aso-ciarme con ustedes.

Aun antes del inicio del mundo,comenzó una gran guerra en el cieloentre las fuerzas del bien y del mal1.Esa guerra continúa con más furiaen la actualidad. Satanás siguecomo capitán de las huestes del mal.Sigue tentándonos tal como tentó aMoisés, diciendo: “...hijo de hom-bre, adórame”2. Como poseedoresdel sacerdocio, estamos organizadoscomo un gran ejército de rectitudpara combatir las fuerzas de Lucifer.Todos nosotros debemos capacitar-nos para ser hombres audaces, disci-plinados y leales del sacerdocio yestar preparados con las armascorrectas para luchar contra el mal y

ganar. Pablo dijo que esas armas son“la coraza de la justicia”, “el escudode la fe”, “el yelmo de la salvación”,y “la espada del Espíritu, que es lapalabra de Dios”3.

Esta noche me gustaría hablarlesde la batalla que cada uno de noso-tros tiene que librar en su interior.El presidente Joseph F. Smith nosenseñó: “Nuestro primer enemigoestá dentro de nosotros mismos.Conviene vencer a ese enemigo pri-mero y sujetarnos a la voluntad delPadre y a una obediencia estricta delos principios de vida y salvaciónque Él ha dado al mundo para la sal-vación de los hombres”4. En pala-bras sencillas, eso significa quedebemos fortalecer el bien que lle-vamos dentro y vencer las tentacio-nes de Satanás. La brújulaorientadora es precisa. Alma nosdice: “...todo lo que es bueno vienede Dios; y todo lo que es malo, deldiablo procede”5.

Robert Louis Stevenson escribióacerca de esa lucha constante entreel bien y el mal en la novela clásicaacerca del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde.La historia relata que al principio,“el Dr. Jekyll es un médico londi-nense sumamente respetado, unhombre bueno y bondadoso que ensu juventud demostró una inclina-ción hacia el mal pero logró supri-mirla. Interesado en las drogas,ahora, por casualidad, el doctorencuentra una que le permite cam-biar su forma exterior a la de unenano repulsivo, la encarnaciónmisma de la maldad, al que llama Sr.Hyde. Una dosis similar le permiteregresar a la forma y a la personalidad

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del doctor benevolente. El doctor seconvierte muchas veces en el Sr.Hyde, dando así más y más poder aese aspecto de su naturaleza. Cadavez es más difícil para el Dr. Jekyllrecuperar su entidad virtuosa, y enocasiones también se convierte en elSr. Hyde sin usar la droga”6. En sucarácter del Sr. Hyde comete asesi-nato y, cuando la droga deja de sur-tir efecto y ya no puede volver a serel bondadoso Dr. Jekyll, se descubrela verdad y el Sr. Hyde se quita lavida. El mal uso de las drogas des-truyó su vida y eso puede suceder enla vida real.

Ahora, la clave para nunca con-vertirse en un Sr. Hyde malvado einicuo es tomar la decisión de noceder ante las tentaciones destructi-vas. Nunca, nunca experimentencon ninguna substancia adictiva.Nunca usen el tabaco en ningunade sus formas ni tomen ninguna otra substancia esclavizante.Manténganse alejados del licorembriagador. Las adicciones aca-rrean consecuencias trágicas queson difíciles de superar.

Recibimos bendiciones cuandonos mantenemos firmes en nuestrosprincipios. Cuando yo era presi-dente de la Estaca Cottonwood, elDr. Creed Haymond era uno de lospatriarcas. En ocasiones él daba unfuerte testimonio de la Palabra deSabiduría. De joven había sido capi-tán del equipo de atletismo de laUniversidad de Pensilvania. En1919, el hermano Haymond y suequipo fueron invitados a participaren la competencia anual de atle-tismo de la Asociación Intercolegial.La noche antes de la competencia,el entrenador, Lawson Robertson,que fue entrenador de varios equi-pos olímpicos, dijo a los miembrosdel equipo que tomaran un poco devino. En aquella época, los entrena-dores erróneamente creían que elvino daba vigor a los músculosendurecidos por un riguroso entre-namiento. Los demás miembros delequipo tomaron el vino, pero el her-mano Haymond rehusó porque suspadres le habían enseñado laPalabra de Sabiduría. El hermanoHaymond se puso muy nervioso

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Visitantes descienden las escaleras desde el nivel del palco del Centro deConferencias, hacia el nivel de la platea.

porque no le gustaba desobedecer alentrenador. Tenía que competir con-tra los hombres más veloces delmundo. ¿Qué pasaría si no corríabien al día siguiente? ¿Cómo podríaenfrentar a su entrenador?

Al día siguiente, en la competen-cia, el resto de los miembros de suequipo estaban muy enfermos y nocorrieron bien. Algunos estaban tanenfermos que ni siquiera compitie-ron. Sin embargo, el hermanoHaymond se sentía bien y corrió enlas carreras de los 100 y 200 metrosplanos. Su entrenador le dijo:“Acabas de correr los 200 metrosplanos en menos tiempo que cual-quier otro ser humano”. Esa noche yel resto de su vida, Creed Haymondestuvo agradecido por la fe sencillaque le ayudó a guardar la Palabra deSabiduría7.

Durante el servicio militar quepresté en la Segunda GuerraMundial, me relacioné con algunosjóvenes muy prometedores. Peropoco a poco vi que algunos de ellosdejaron atrás las cualidades decen-tes y temerosas de Dios de un Dr.Jekyll para rebajarse a ser un Sr.Hyde. Para algunos, el cambio seinició cuando bebieron café porqueel agua no era potable y las pastillasdescontaminadoras tenían un sabordesagradable. Después, el habertomado café llevó a algunos a tomarde vez en cuando algo de cerveza. Atodos los soldados que servían en elextranjero se les daba una ración decigarrillos y de vez en cuando unabotella de whisky, los cuales teníanun valor considerable.

En una ocasión, el presidenteGeorge Albert Smith dio elsiguiente consejo: “Si [cruzan] lalínea al lado que pertenece al dia-blo, aun cuando no sea más que doso tres centímetros, [estarán] bajo eldominio del tentador, y si éste lograel éxito, no [podrán] pensar ni razo-nar debidamente, porque [habrán]perdido el Espíritu del Señor”8.Algunos soldados permanecierondel lado seguro de la línea y nuncaexperimentaron con esas substan-cias adictivas ni las distribuyeron,aunque se les regalaban. Pero otrosprobaban los cigarrillos o el alcohol

para distraerse de los desafíos de laguerra. Unos cuantos incluso fueroninmorales, creyendo que las tensio-nes de la guerra justificaban el querebajaran sus normas y permitieranque tomara precedencia el Sr. Hydede su personalidad.

Después de la guerra, los que sehabían hecho adictos al tabaco, alalcohol y a la inmoralidad se dieroncuenta de que no era fácil desha-cerse de esos malos hábitos. Losjóvenes que habían comenzado contanto potencial cruzaron la líneacentímetro a centímetro, robándosea sí mismos y a su familia de la felici-dad prometida y experimentando ensu lugar el divorcio, hogares destro-zados y aflicción.

Los que nunca rebajaron sus nor-mas no sucumbieron a esas adiccio-nes; salieron de ese período difícilde su vida más fuertes y mejor pre-parados para llevar vidas producti-vas, ejemplares y felices como fielespadres y abuelos de familias rectas.

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También han servido como lídereshonrados y respetados de la Iglesia yde la comunidad.

Otra filosofía falsa que es atrac-tiva para el Sr. Hyde de nuestranaturaleza es que es inofensivomirar la pornografía. Ése es un terri-ble engaño. La pornografía es tanadictiva como lo es la cocaína ocualquier otra droga ilegal.Recientemente recibí una carta des-garradora de un hombre excomul-gado cuya alma está llena de pesar yarrepentimiento. Con permiso de él,cito lo siguiente de su carta: “Esperoque esta carta confirme, para todoaquel que tenga alguna duda, que elsendero de la destrucción sólo pro-duce pesar y dolor y que ningúnpecado vale el precio que hay quepagar”.

Más adelante declara: “Me hecausado dolor y pesar a mí mismo.Ahora comprendo plenamente lagran destrucción que me he cau-sado. No vale la pena perder la

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Desde el interior del Centro deConferencias, una mujer observa através de la ventana la caída deagua de una fuente en el techo, enel lado sur del edificio.

oportunidad de ser miembro de laIglesia a causa de ningún deseoegoísta o lujurioso. He ocasionadoun terrible dolor a mi esposa y a misdos hijos maravillosos. Estoy agrade-cido por el gran esfuerzo de miesposa por ayudarme a superar mispecados. Ella ha sido víctima de mispecados y ha tenido que soportargran dolor y sufrimiento. Añoro eldía en que pueda volver a ser miem-bro de la Iglesia del Señor y nuestrafamilia pueda ser eterna”.

Más adelante admite: “Mis peca-dos son el resultado directo de miadicción a la pornografía desdeniño. Sin duda, la pornografía esadictiva y venenosa. Si hubieraaprendido temprano en la vida aponer en práctica el poder del auto-dominio, hoy sería miembro de laIglesia”.

Uno de los engaños del Sr. Hydees lo que algunos erróneamente lla-man el “arrepentimiento premedi-tado”. No existe tal doctrina en estaIglesia. Puede sonar sutilmenteatractivo, pero, de hecho, es unconcepto pernicioso y falso. Su obje-tivo es persuadirnos a transgredirconsciente y deliberadamente con laidea preconcebida de que un arre-pentimiento rápido nos permitirádisfrutar de las bendiciones plenasdel Evangelio, tales como las bendi-ciones del templo o de una misión.El verdadero arrepentimiento puede

ser un proceso largo y doloroso. Esadoctrina falsa fue prevista por Nefi:

“Y también habrá muchos quedirán: Comed, bebed y divertíos; noobstante, temed a Dios, pues él jus-tificará la comisión de unos cuantospecados; sí, mentid un poco, apro-vechaos de alguno por causa de suspalabras, tended trampa a vuestroprójimo; en esto no hay mal; yhaced todas estas cosas, porquemañana moriremos; y si es quesomos culpables, Dios nos dará algu-nos azotes, y al fin nos salvaremosen el reino de Dios”9.

Acerca de todos los que enseñanesa doctrina, el Señor dice: “...lasangre de los santos clamará desdeel suelo contra ellos”10. Y la razón deello es que debemos recibir todosnuestros convenios no sólo pormedio de ordenanzas, sino que, paraque sean eternos, también deben sersellados por el Santo Espíritu de laPromesa11. Se da esa aprobacióndivina a nuestras ordenanzas y con-venios solamente si somos fieles. Laidea falsa del así llamado arrepenti-miento premeditado conlleva unelemento de engaño, pero no sepuede engañar al Santo Espíritu dela Promesa.

Algunas personas llevan másca-ras de decencia y de rectitudexterna, pero viven vidas deengaño, creyendo que, al igual queel Dr. Jekyll, pueden llevar una vidadoble y nunca ser descubiertas.Santiago dijo: “El hombre de dobleánimo es inconstante en todos suscaminos”12. En el Libro de Mormónleemos el relato de Coriantón, que,junto con su padre y su hermano,fue a una misión a los zoramitas. Suvida doble hizo que abandonara elministerio y que su padre se lamen-tara: “...He aquí, oh hijo mío, cuángran iniquidad has traído sobre loszoramitas; porque al observar ellostu conducta, no quisieron creer enmis palabras”13.

Los hipócritas son las personasque llevan máscaras externas querepresentan la bondad pero que enel interior practican el mal y elengaño. Así eran los escribas y losfariseos que acudieron al Salvadorfingiendo estar preocupados y buscar

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Su sabio consejo. “Maestro”, le dije-ron en tono adulador, “sabemos queeres amante de la verdad, y queenseñas con verdad el camino deDios, y que no te cuidas de nadie,porque no miras la apariencia de loshombres”.

Con esas artimañas tenían laesperanza de tomarlo desprevenidoy le preguntaron: “Dinos, pues, quéte parece: ¿Es lícito dar tributo aCésar, o no?”

Su pregunta iba cargada deintenciones inicuas, porque una delas leyes romanas más ofensivas erala del tributo. Si hubiera contestado“Sí”, los fariseos habrían dicho queno era leal a los judíos. Si hubieracontestado “No”, lo habrían denun-ciado por traición. “Pero Jesús,conociendo la malicia de ellos, lesdijo: ¿Por qué me tentáis, hipócri-tas?”

Les pidió que le mostraran unamoneda y les preguntó: “¿De quiénes esta imagen, y la inscripción?” Lecontestaron: “De César”, y Él callóa los fariseos hipócritas con la res-puesta clásica: “Dad, pues, a Césarlo que es de César, y a Dios lo que esde Dios”14. Estamos en el mundo,pero no debemos dejar que se apo-deren de nosotros la hipocresía y elengaño que hay en él.

A fin de cuentas se descubrirá laverdad acerca de quiénes somos y loque hacemos. El Señor nos harecordado: “...porque se pregonaránsus iniquidades desde los techos delas casas, y sus hechos secretos seránrevelados”15. Ya que vivimos en unentorno moralmente insensibilizado,es difícil decirnos a nosotros mismosy a los demás que nuestros hechosno son correctos.

Hermanos, podemos protegernosdel enemigo que está en el interiorde cada uno de nosotros si nos vale-mos del manto protector del sacer-docio de Dios. En forma individualdebemos poner en práctica los gran-des poderes del sacerdocio en nues-tra vida. Esto significa queutilicemos diariamente ese albedríodivino para bendecir la vida de losdemás al efectuar la orientaciónfamiliar, al realizar ordenanzas o alllevar a cabo la noche de hogar para

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El llamamiento a servirPresidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero de la Primera Presidencia

“Venero el sacerdocio del Dios Todopoderoso; he sido testigo de supoder; he visto su fortaleza; me he maravillado ante los milagros que haefectuado”.

la familia. En forma colectiva, tene-mos la misión de llevar el mensaje desalvación al mundo, la cual desem-peñamos bajo la dirección de nues-tro Presidente, Gordon B. Hinckley,quien posee todas las llaves delsacerdocio sobre la tierra en estemomento. Pero no podemos cumplircon esa misión a menos que cadauno de nosotros gane la batalla en suinterior. Al hacerlo, podremos vestir-nos de toda la armadura de Dios yrecibir las bendiciones contenidas enel juramento y convenio del sacerdo-cio. El Señor ha prometido que“...todos los que reciben este sacer-docio, a mí me reciben...

“y el que me recibe a mí, recibe ami Padre;

“y el que recibe a mi Padre, recibeel reino de mi Padre; por tanto, todolo que mi Padre tiene le será dado”16.

La exaltación en el reino delPadre incluye reinos, tronos, domi-nios, principados y poderes queaumentarán para siempre17. Quetodos nos esforcemos por vencer alenemigo en nuestro interior paraque recibamos esas bendiciones, loruego en el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. Véase Apocalipsis 12:4–9; Moisés

4:1–4; Abraham 3:24–28; D. y C.29:36–38; Isaías 14:12– 20; Lucas 10:18.

2. Moisés 1:12.3. Efesios 6:14–17.4. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Joseph F. Smith, pág. 399.5. Alma 5:40.6. Thesaurus of Book Digests, 1949,

pág. 206.7. Véase Joseph J. Cannon, “Speed and

the Spirit”, Improvement Era, octubre de1928, págs. 1001–1007.

8. Sharing the Gospel with Others, editado por Preston Nibley, 1948, pág. 43.

9. 2 Nefi 28:8.10. 2 Nefi 28:10.11. Véase D. y C. 132:7.12. Santiago 1:8.13. Alma 39:11.14. Mateo 22:16–21.15. D. y C. 1:3.16. D. y C. 84:35, 37–38.17. Véase Enseñanzas de los Presidentes

de la Iglesia: Brigham Young, pág. 78.

¡

Qué gran privilegio es para míestar ante ustedes esta noche eneste magnífico Centro de

Conferencias y en congregaciones através del mundo! ¡Qué imponentegrupo del sacerdocio!

Para mi tema, acudo a las pala-bras del profeta José Smith que seencuentran en la sección 107 deDoctrina y Convenios. Se aplican atodos nosotros, ya seamos poseedo-res del Sacerdocio Aarónico o deMelquisedec: “Por tanto, aprendatodo varón su deber, así como aobrar con toda diligencia en el oficioal cual fuere nombrado”1.

El presidente Wilford Woodruffdeclaró: “Todas las organizacionesdel sacerdocio tienen poder. El diá-cono tiene poder por medio delsacerdocio que posee; igual el maes-tro. Tienen el poder de ir ante elSeñor a fin de que se escuchen ycontesten sus oraciones, al igual quelo tiene el profeta, el vidente y el

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revelador... Es por medio de estesacerdocio que a los hombres se lesconfieren ordenanzas, se les perdo-nan sus pecados y se les redime.Para ese propósito se nos ha reve-lado y sellado sobre nuestracabeza”2.

A aquellos que poseen elSacerdocio Aarónico se les debendar oportunidades de magnificar susllamamientos en dicho sacerdocio.

Por ejemplo, cuando me ordena-ron diácono, el obispo hizo hincapiéen la sagrada responsabilidad queteníamos de repartir la Santa Cena.Puso énfasis en la vestimenta apro-piada, el comportamiento decorosoy la importancia de estar limpios“por dentro y por fuera”.

Al enseñársenos el procedi-miento para repartir la Santa Cena,se nos dijo que estaríamos ayudandoa todos los miembros a renovar suconvenio bautismal, con las respon-sabilidades y bendiciones que loacompañan. Se nos dijo cómo debía-mos ayudar a un hermano en parti-cular, el hermano Louis, que padecíade parálisis, para que tuviera laoportunidad de tomar los emblemassagrados.

¡Cómo recuerdo cuando se measignó repartir la Santa Cena en lasección donde se sentaba Louis!Vacilé al aproximarme a ese maravi-lloso hermano y entonces vi su son-risa y la ansiosa expresión degratitud que demostraban su deseode participar. Mantuve la bandejaen la mano izquierda y tomé untrozo de pan y se lo puse en suslabios abiertos. Más tarde le serví elagua de la misma forma. Sentí que

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estaba sobre terreno sagrado; y loestaba. El privilegio de dar la SantaCena a Louis hizo que todos noso-tros fuéramos diáconos mejores.

Nobles líderes de los hombresjóvenes, ustedes se encuentran en laencrucijada de la vida de aquellos aquienes enseñan. En una pared de lainstitución Stanford UniversityMemorial Church está inscrita estaverdad: “Debemos enseñar a nues-tra juventud que todo lo que no seaeterno es demasiado breve, y todo loque no sea infinito es demasiadopequeño”3.

El presidente Hinckley recalcónuestras responsabilidades cuandodeclaró: “En esta obra tiene quehaber dedicación; debe haber devo-ción. Estamos embarcados en lagran y eterna contienda que tieneque ver con las almas mismas de loshijos de Dios. No vamos perdiendo.Por el contrario, vamos ganando.Seguiremos ganando si somos fielesy leales... No hay nada que el Señornos haya pedido que con fe nopodamos cumplir”4.

Hermanos, ¿se ha dado la asigna-ción de ser maestro orientador atodo maestro ordenado? ¡Qué opor-tunidad para prepararse para lamisión! ¡Qué privilegio de aprenderla disciplina del deber! Si se leasigna a un joven la responsabilidadde velar por otras personas, el dejaráautomáticamente de preocuparsesólo de sí mismo.

¿Y qué sucede con los presbíte-ros? Estos jóvenes tienen la oportu-nidad de bendecir la Santa Cena, decontinuar con sus deberes de laorientación familiar y de participaren la sagrada ordenanza del bau-tismo.

Podemos fortalecernos los unos alos otros; tenemos la capacidad deprestar atención a aquellos que sehayan quedado en el olvido.Cuando tenemos ojos que ven,oídos que escuchan y corazones quecomprenden y sienten, podemostender una mano y rescatar a aque-llos por quienes seamos responsa-bles.

De Proverbios viene el consejo:“Examina la senda de tus pies”5.

Venero el sacerdocio del Dios

Todopoderoso; he sido testigo de supoder; he visto su fortaleza; me hemaravillado ante los milagros que haefectuado.

Hace cincuenta años conocí a unjoven, un presbítero, que poseía laautoridad del Sacerdocio Aarónico.Como obispo, yo era su presidentede quórum. Robert tartamudeabasin control. Tímido, vergonzoso, sinfe en sí mismo y temeroso de losdemás, su impedimento era devasta-dor. Nunca cumplió una asignación;nunca miraba a nadie a los ojos;siempre andaba con la mirada baja.Entonces, un día, debido a circuns-tancias poco comunes, en su calidadde presbítero aceptó la asignaciónde bautizar a una persona.

Me senté cerca de Robert en elbaptisterio del Tabernáculo de SaltLake. Estaba vestido de un blancoinmaculado, preparado para la orde-nanza que iba a efectuar. Me inclinéhacia él y le pregunté cómo se sen-tía. Miró hacia el suelo y tartamu-deó de modo casi incontrolable paradecir que se sentía sumamente terri-ble.

Ambos oramos fervientementepara que estuviera a la altura de sutarea. De repente, el secretario dijo:“Nancy Ann McArthur será bauti-zada ahora por Robert Williams,presbítero”.

Robert se apartó de mi lado, semetió a la pila y tomó a la pequeñaNancy de la mano para ayudarla aentrar en esa agua que limpia lasvidas humanas y otorga el renaci-miento espiritual. Pronunció laspalabras: “Nancy Ann McArthur,habiendo sido comisionado porJesucristo, yo te bautizo en el nom-bre del Padre, y del Hijo y delEspíritu Santo. Amén”. ¡No tarta-mudeó ni una vez! ¡No titubeó niuna vez! Habíamos sido testigos deun milagro moderno; luego Robertefectuó la ordenanza del bautismopor dos o tres niños más de la mismaforma.

En el vestuario, al felicitarlo, yoesperaba escucharlo hablar de lamisma forma ininterrumpida, perome equivoqué. Él bajó la vista y tar-tamudeó su respuesta de agradeci-miento.

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Testifico ante cada uno de uste-des que cuando Robert actuó con laautoridad del Sacerdocio Aarónico,habló con poder, con convicción ycon ayuda celestial.

Debemos proporcionar a nuestrosjóvenes del Sacerdocio Aarónicoexperiencias que les edifiquen la fe.Ellos buscan la oportunidad quenosotros hemos tenido de sentir laayuda del Espíritu del Señor.

Recuerdo cuando se me asignódar mi primer discurso en la Iglesia.Se me dio la libertad de elegir eltema y a mí siempre me habían gus-tado los pájaros, así es que pensé enel Monumento a la Gaviota. Paraprepararme, fui a la Manzana delTemplo y observé el monumento.Primero me atrajeron todas esasmonedas que estaban en el agua querodeaba el monumento y me puse apensar en cómo las sacarían y quiénlo haría. No pienso confesar elhaber pensado en tomarlas yo.Luego miré hacia arriba a las gavio-tas que estaban en lo alto del monu-mento; en mi mente juvenil, tratéde imaginar cómo habría sido paralos pioneros el ver que su preciosaprimera plantación de granos eradevorada por los grillos y luego ver aesas gaviotas, con sus majestuosasalas, descender hacia los campos ydevorar los grillos. Me encantabaese relato. Me senté con lápiz enmano y escribí mi discurso de dosminutos y medio. Nunca he olvi-dado a las gaviotas. Nunca he olvi-dado a los grillos. Nunca heolvidado el hecho de que me tem-blaban las rodillas mientras daba eldiscurso. Nunca he olvidado laexperiencia de expresar algunos demis más recónditos sentimientos envoz alta desde el púlpito. Deseoexhortarles a que demos alSacerdocio Aarónico la oportunidadde pensar, de razonar y de servir.

El presidente David O. McKaycomentó: “Que Dios nos ayude atodos a ser fieles a los ideales delsacerdocio, el Aarónico como el deMelquisedec. Ruego que Él nosayude a magnificar nuestros llama-mientos y a inspirar a los hombrespor medio de nuestras acciones —no sólo a los miembros de la Iglesia,

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sino a los hombres de todas partes—a que vivan vidas mejores, vidas queeleven el espíritu, a que sean mejo-res esposos, mejores vecinos, mejo-res líderes bajo cualquiercondición”6.

Parece que el mundo se alejaradel resguardo de un puerto y fueraarrastrado lejos de la bahía de lapaz. El libertinaje, la inmoralidad, lapornografía y la influencia que ejer-cen sobre nosotros las demás perso-nas son la causa de que muchossean arrojados al mar del pecado ydestrozados en los ásperos arrecifesde las oportunidades perdidas, de lasbendiciones abandonadas y de lossueños hechos pedazos.

Algunos podrían preguntar conansiedad: “¿Hay un camino a laseguridad?”, “¿Puede alguienguiarme?”, “¿Podemos escapar a la

destrucción que nos amenaza?”. Larespuesta es un resonante “¡Sí!”.Miren hacia el faro del Señor; nohay neblina tan espesa, ni noche tanobscura, ni vendaval tan fuerte, nimarineros tan perdidos que sus lucesno puedan rescatar; nos llama enmedio de la tormenta; el faro delSeñor envía señales fáciles de reco-nocer y que jamás fallan.

Hay muchas de esas señales, delas que nombraré sólo tres; fíjensecuidadosamente en ellas ya que laexaltación puede depender de ellas:la mía y la de ustedes:

Primero: La oración proporcionapaz.

Segundo: La fe precede al mila-gro.

Tercero: La honradez es la mejornorma.

Primero, con respecto a la oración,

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Adán oró; Jesús oró; José oró.Sabemos los resultados de sus ora-ciones. Aquel que nota hasta lacaída de un pajarillo con toda segu-ridad escucha la súplica de nuestrocorazón. Recuerden la promesa:“...si alguno de vosotros tiene faltade sabiduría, pídala a Dios, el cualda a todos abundantemente y sinreproche, y le será dada”7.

Segundo, la fe precede al milagro.Siempre ha sido así y siempre loserá. No llovía cuando se le mandóa Noé construir un arca. No se veíaningún carnero en la zarza cuandoAbraham se preparó para sacrificara su hijo Isaac. José no veía todavíaa los dos Personajes Celestialescuando se arrodilló a orar. Primeroviene la prueba de la fe, y luego elmilagro.

Recuerden que la fe y la duda no

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pueden existir en la misma mente almismo tiempo, porque una hará des-vanecer a la otra. Expulsen la duda;cultiven la fe.

Finalmente, la honradez es lamejor norma. Hace 55 años, aprendíesa verdad en forma dramática enun campamento de entrenamientode reclutas de la Marina. Despuésde estar aislados del mundo por tressemanas durante el entrenamiento,llegaron las buenas noticias de quetendríamos nuestro primer permisopara visitar la ciudad de San Diego.Todos estábamos muy entusiasma-dos ante ese cambio de rutina.Mientras nos preparábamos paraabordar los autobuses que nos lleva-rían a la ciudad, un oficial mandó:“Todos los que sepan nadar, fór-mense aquí. Ustedes tienen permisopara ir a San Diego. Los que nosepan nadar, formen una linea aquí.Irán a la piscina, donde se les daráuna clase de natación. Sólo despuésde que aprendan a nadar podránvalidar su permiso”.

Yo había sido nadador la mayorparte de mi vida, así que me preparépara tomar el autobús a la ciudad;pero entonces, ese oficial dijo anuestro grupo: “Una cosa más antesde subir al autobús; síganme. Defrente, ¡marchen!”. Nos hizo mar-char hasta la piscina, nos hizo sacar-nos la ropa y pararnos a la orilla dela parte honda. Luego mandó:“Salten y naden hasta la otra orilla”.En ese grupo que se suponía quetodos sabían nadar, había unos diezque creyeron que podían engañar acualquiera. En realidad no sabíannadar, pero fueron a dar al agua, porsu propia voluntad o a la fuerza. Fueuna catástrofe. Los oficiales los deja-ron hundirse una o dos veces antesde extenderles unos bambúes, a losque pudieron asirse y así salvarse.Después de dirigirles unas palabrasde censura, les dijeron: “Eso lesenseñará a decir la verdad”.

¡Cuán agradecido estuve dehaber dicho la verdad, de que sabíanadar y de que pude llegar fácil-mente hasta el otro extremo de lapiscina! Lecciones como ésas nosenseñan a ser veraces: veraces a lafe, veraces al Señor, veraces a nues-tros compañeros, veraces ante todolo que, para nosotros, es sagrado yde gran valor. Nunca he olvidadoesa lección.

Conforme nos dejamos guiar porsus señales que nunca fallan, el farodel Señor nos indica el caminohacia la seguridad y el gozo eterno:

La oración proporciona paz.La fe precede al milagro.La honradez es la mejor norma.Les testifico esta noche que Jesús

es en verdad el Cristo, nuestroamado Redentor y Salvador. Nosguía un profeta del DiosTodopoderoso, el presidente GordonB. Hinckley, y sé que ustedes com-parten esa convicción conmigo.

Para terminar, leeré una cartasimple pero a la vez profunda querefleja nuestro amor por nuestroprofeta y por su liderazgo:

“Estimado presidente Monson:“Hace cinco años el presidente

Hinckley fue sostenido como pro-feta, vidente y revelador. Para mí,cuando usted pidió a los miembros

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de la Iglesia que dieran el voto desostenimiento, fue una ocasiónextraordinaria.

“Esa mañana en particular teníaque acarrear el heno para mis ani-males y disfrutaba de la conferenciaen la radio de mi camión. Habíarecogido el heno, lo había llevado algranero y lo estaba descargando delcamión. Cuando usted llamó a loshermanos del sacerdocio, ‘donde-quiera que estén’, a prepararse parasostener al Profeta, me pregunté sise referiría a mí. Me pregunté si elSeñor se ofendería porque yo estabatranspirando y cubierto de polvo,pero, tomándole la palabra, me bajédel camión.

“Jamás olvidaré el estar solo en elgranero, con el sombrero en lamano, el sudor corriéndome por lacara y con el brazo levantado enforma de escuadra para sostener alpresidente Hinckley. Las lágrimas semezclaron con mi sudor mientrasme quedé allí sentado por variosminutos para meditar sobre esasagrada ocasión”.

Él continuó:“En la vida acudimos a lugares

especiales cuando ocurren aconteci-mientos de gran importancia. Esome ha sucedido, pero no ha habidoninguno tan espiritual ni tan tiernoy memorable que el ocurrido esamañana en el granero acompañadosólo de vacas y un caballo ruán.

“Atentamente,“Clark Cederlof”Presidente Hinckley, nosotros, los

hermanos del sacerdocio de laIglesia le amamos y lo apoyamos. Deeso testifico, en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Doctrina y Convenios 107:99.2. Millennial Star, 22 de septiembre de

1890, págs. 595–596; la letra mayúsculaactualizada.

3. Véase Conference Report, octubrede 1952, pág. 17.

4. “La guerra que vamos ganando”,Liahona, enero de 1987, pág. 45.

5. Proverbios 4:26.6. En Conference Report, octubre de

1967.7. Santiago 1:5.

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“Y se multiplicará la pazde tus hijos”Presidente Gordon B. Hinckley

“En lo que toca a su felicidad, en lo que toca a las cosas que les hacensentirse orgullosos o ponerse tristes, nada, repito que nada, surtirá enustedes un efecto tan profundo como la forma en que resulten ser sushijos”.

Los jóvenes han recibido aquí,esta noche, consejos excelen-tes. Confío en que hayan

escuchado bien y que influyan ensus vidas para bien.

He resuelto hablar a los padresde familia. Ustedes ya saben de quévoy a hablar. Sus esposas les habránrecordado que éste sería el tema quetrataría en esta ocasión, puesto quese los dije en la conferencia de laSociedad de Socorro hace dos sema-nas. Les diré a ustedes algunas de lasmismas cosas que les dije a ellas. Lesrecuerdo que la repetición es una delas leyes del aprendizaje.

Éste es un asunto que tomo congran seriedad. Es un asunto que mepreocupa hondamente. Espero queno lo tomen con ligereza. Se rela-ciona con lo más valioso que tienen.

En lo que toca a su felicidad, en loque toca a las cosas que les hacensentirse orgullosos o ponerse tristes,nada, repito que nada, surtirá enustedes un efecto tan profundocomo la forma en que resulten sersus hijos.

O se alegrarán y se regocijarán porlos logros de ellos o llorarán, con lacabeza entre las manos, desconsola-dos y deshechos de dolor si les llenande desilusión y de vergüenza.Muchos de ustedes se encuentran enesta reunión con sus hijos, por lo quelos felicito de corazón. También losfelicito a ellos. Los unos y los otrosestán en la mejor compañía. Mesiento muy orgulloso de muchísimosde nuestros jóvenes: muchachos yniñas. Son inteligentes. Tienen auto-disciplina. Saben sopesar las conse-cuencias de los actos. Tienen lacabeza bien puesta. Esta noche seencuentran en el lugar en el quedeben estar. Algunos forman parte deeste coro; otros se encuentran entrecongregaciones por todo el mundo;otros están en el campo misional;otros prosiguen estudios con granesfuerzo, dejando a un lado placerespresentes con la mira de oportunida-des futuras. Les admiro. Les amo. Yustedes sienten lo mismo. Son nues-tros hijos y nuestras hijas.

Espero, ruego, suplico que elloscontinúen en el camino por el queahora van.

Pero, es triste decirlo, sé que hayalgunos jóvenes y algunas jóvenes

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que han caído y están cayendo en elpantano de la inmoralidad, de lasdrogas, de la pornografía y del fra-caso. Espero que sean una minoríaentre sus compañeros, pero la pér-dida de tan sólo uno de ellos esdemasiado.

Padres, ustedes y las madres deesos jóvenes tienen una responsabi-lidad de la que no pueden librarse.Ustedes son los padres de sus hijos.La estructura genética de ustedesestá grabada para siempre en loscódigos genéticos de ellos.

Podrán negar que son de ustedes;podrán abandonarlos; pero nuncapodrán arrancarlos de su mente.Ustedes son sus padres y no puedendesprenderse de las consecuenciasde ese hecho.

Mientras estamos en esta reu-nión, algunos de ellos —soy cons-ciente de ello— andan dandovueltas por la ciudad en sus vehícu-los. Ellos o sus amigos tienen cochepara conducir. En muchos casos, suspadres se los han comprado, les hanentregado las llaves y les han dichoque se diviertan.

Ellos quieren hacer algo emocio-nante y consideran que no satisfa-cen ese deseo con entretenimientossanos. Andan dando tumbos, bus-cando hacer algo que les haga sen-tirse machos.

Un amigo policía me contó hacepoco de dos muchachos que llevó enel asiento de atrás del coche de poli-cía, con esposas en las muñecas.Habían comenzado inocentemente lanoche. Cuatro de ellos en un auto-móvil salieron a buscar camorra y laencontraron. Se metieron en unapelea, llegó la policía; los muchachosfueron detenidos y esposados.

Esos eran jóvenes buenos; noeran del tipo de los que van periódi-camente a la cárcel. La madre deuno de ellos le había dicho antes deque saliera él de casa: “Cosas malasocurren después de las once de lanoche”.

Él chico aprendió rápidamente elsignificado de esas palabras. Se sen-tía abochornado, avergonzado deenfrentar a su madre.

Conté a la Sociedad de Socorrode las fiestas secretas y clandestinas

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Por medio de una pantalla gigante, los miembros que están en seccionesdistantes en el auditorio pueden ver a los miembros del coro y a los quediscursan desde el estrado.

de drogas a las que dan el nombrede “Rave”. Allí, con luces relampa-gueantes y música estruendosa, si sela puede llamar así, jóvenes deambos sexos bailan. Venden y com-pran drogas. A las drogas las llamanÉxtasis, las cuales son derivados demetanfetaminas. Los que bailan lle-van chupetes (o chupones) de niñodebido a que las drogas les hacenrechinar los dientes. La músicafebril y el baile voluptuoso siguenhasta las siete y treinta de lamañana del domingo. ¿Adóndelleva todo eso? A ninguna parte. Esun callejón sin salida.

Ahora han adoptado otra prác-tica en la búsqueda de algo nuevo,diferente y más peligroso. Intentanestrangularse unos a otros. Losmuchachos les oprimen el cuello alas chicas hasta que éstas pierden elconocimiento. El otro día, en unade las escuelas locales, a una chicaque tiene un problema de salud leapretaron el cuello hasta que perdióel sentido. Sólo la pronta atenciónmédica le salvó la vida.

¿Se dan cuenta los muchachosque toman parte en esas prácticasabsurdas del hecho de que esabroma los puede llevar a una acusa-ción de homicidio? De ocurrir eso,

arruinarían su vida para siempre.Si quieren hurgar la pornografía,

pueden hacerlo muy fácilmente.Levantan el teléfono y marcan unnúmero que conocen. Encienden lacomputadora y se deleitan en laindecencia del ciberespacio.

Me temo que esto esté ocurriendoen el hogar de algunos de ustedes. Esmalsano. Es lujurioso e inmundo. Estentador y crea hábito. Llevará a unjoven o a una joven directo a la des-trucción, no les quepa la menorduda. Es abyecta sordidez que enri-quece a los que lo explotan y empo-brece a sus víctimas.

Lamento decir que muchos de losmismísimos padres de familia sedejan atraer por el señuelo de losque venden indecencias. Algunosde ellos también buscan en Internetlo que es lujurioso y lascivo. Si hayhombre alguno que me esté oyendoy que esté mezclado en esto, o quese esté dirigiendo en ese rumbo, lesuplico que saque eso de su vida.Aléjense de eso y manténganse ale-jados. Si no se alejan se les conver-tirá en una obsesión; destruirá suvida de hogar; destruirá su matrimo-nio; quitará lo bueno y lo hermosode su relación familiar y reemplazaráéstos con fealdad y desconfianza.

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A ustedes, los hombres jóvenes ya las jovencitas que son sus compa-ñeras, les imploro que no se ensucienla mente con esas cosas horribles ydepravadas. Tienen por objeto esti-mularles la curiosidad, atraparlos ensu trampa. Les quitarán la hermosurade su vida. Los conducirán a lo tene-broso y repugnante.

Un artículo publicado hace pocoen una revista contiene el relato deuna niña de doce años que se envi-ció con Internet. Por medio de éstaconoció a un admirador. Tratandode uno y otro tema, llegaron ahablar explícitamente de asuntossexuales. Cuando conversaba conél, la chica pensaba que su interlo-cutor era un muchacho de la edadde ella.

Cuando lo conoció personal-mente, vio que era “un hombre alto,grueso y de cabello canoso”. Era unperverso depredador, un maquina-dor pederasta. La madre de la joven-cita, con la ayuda del FBI, la salvóde lo que hubiese podido ser una delas peores tragedias. (Readers’ Digest,enero de 2000, págs. 101–104.)

Nuestros jóvenes hallan esas ten-tadoras cosas por todos lados, por lo que necesitan la ayuda de suspadres para oponerles resistencia.Necesitan tener un potente autodo-minio y contar con la fortaleza deamigos buenos. Necesitan que laoración los fortifique para hacerfrente a esa marejada de indecencia.

El problema de la guía de lospadres a los hijos no es nuevo, peroes quizás más grave de lo que lo hasido hasta ahora aunque cada gene-ración se ha encarado con unaspecto de él.

En 1833, el Señor mismo repren-dió a José Smith y a sus consejeros yal Obispo Presidente. Al profetaJosé Smith, con palabras claras einequívocas, dijo lo que había dichoa otros: “No has guardado los man-damientos, y debes ser reprendidoante el Señor;

“es necesario que los de tu fami-lia se arrepientan y abandonen algu-nas cosas, y que atiendan con mayordiligencia a tus palabras, o seránquitados de su lugar” (D. y C.93:47–48).

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Miembros pasean por la nueva plaza que está frente al Templo de Salt Lake.

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Presidente James E. FaustSegundo Consejero

Presidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Presidente Gordon B. Hinckley

Boyd K. Packer L. Tom Perry David B. Haight Neal A. Maxwell Russell M. Nelson Dallin H. Oaks

Jeffrey R. Holland Henry B. EyringRobert D. HalesRichard G. ScottJoseph B. WirthlinM. Russell Ballard

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

LA PRIMERA PRESIDENCIA

Autoridades Generales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Marlin K. Jensen Ben B. Banks Dennis B. NeuenschwanderL. Aldin Porter Earl C. Tingey David E. SorensenD. Todd Christofferson

Octubre de 2000

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Ronald A. Rasband

Angel Abrea Carlos H. Amado Neil L. Andersen Merrill J. Bateman William R. Bradford Monte J. Brough

Sheldon F. Child Gary J. Coleman Spencer J. Condie Gene R. Cook Quentin L. Cook Robert K. Dellenbach

John H. Groberg Bruce C. Hafen Donald L. Hallstrom F. Melvin Hammond Harold G. Hillam

F. Burton Howard Jay E. Jensen Kenneth Johnson L. Lionel Kendrick W. Rolfe Kerr Yoshihiko Kikuchi

John M. Madsen Lynn A. Mickelsen Glenn L. Pace Rex D. Pinegar Hugh W. Pinnock Carl B. Pratt

Lynn G. Robbins Cecil O. Samuelson jr

Dieter F. Uchtdorf

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullin Segundo Consejero

Francisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick

John K. Carmack

John B. Dickson

Cree-L Kofford

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

Charles Didier

Richard D. Allred Athos M. Amorim E. Ray Bateman L. Edward Brown Douglas L. Callister Val R. Christensen

Richard E. Cook Claudio R. M. Costa Keith Crockett Adhemar Damiani Duane B. Gerrard H. Aldridge Gillespie

J. Kent Jolley Richard J. Maynes Dale E. Miller Earl M. Monson Merrill C. Oaks Robert C. Oaks

Stephen B. Oveson Bruce D. Porter H. Bryan Richards Ned B. Roueché Dennis E. Simmons David R. Stone

Jerald L. Taylor D. Lee Tobler Gordon T. Watts Stephen A. West Robert J. Whetten Richard H. Winkel

Richard B. Wirthlin

Wayne M. Hancock

H. Bruce Stucki

Ray H. Wood Robert S. Wood

Darwin B. Christenson

Ronald T. Halverson

Donald L. Staheli

Vaughn J.Featherstone

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Izquierda: El presidente Gordon B. Hinckley llega a unasesión de la conferencia, seguido del presidente Thomas S.Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia.

Derecha: El Presidente Hinckley agita su pañuelo blanco aldirigir a la congregación en la Exclamación de Hosanna,durante la dedicación del Centro de Conferencias, eldomingo por la mañana.

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A qué se debieron expresamenteesas reprensiones, no lo sé. Pero sí séque la situación era seria y que elfuturo de ésta estaba cargado desuficiente peligro para que el Señormismo hablara con claridad y amo-nestación.

Pienso que del mismo modo Élnos habla a nosotros con claridad yamonestación. El corazón se meenternece por aquellos de nuestrosjóvenes que en muchos casos debenrecorrer un camino solitario por lavida. Ellos se encuentran en mediode esos males. Espero que puedancompartir sus problemas con uste-des, sus padres y sus madres. Confíoen que ustedes los escuchen, quesean pacientes y comprensivos, quelos acerquen a ustedes y los consue-len y los apoyen en su soledad. Orenpara pedir orientación, para pedirpaciencia. Oren y supliquen tener lafortaleza necesaria para querer[los]aunque la infracción haya sidograve. Oren para pedir entendi-miento y bondad, y, sobre todo,sabiduría e inspiración.

Creo que ésta es la época másmaravillosa de toda la historia delmundo. Por alguna razón se nos hapermitido salir a escena en estetiempo del auge del conocimiento.¡Qué tragedia, qué funesto y terriblees ver a un hijo o a una hija conquien tanto se ha contado recorrerel tortuoso camino que conduce alinfierno. Por otro lado, qué magní-fico y hermoso es ver al hijo o hijade sus sueños andar con la cabezaen alto, sin ningún temor y con con-fianza, aprovechando las excelentesoportunidades que se le presentan.Isaías dijo: “Y todos tus hijos seránenseñados por Jehová; y se multipli-cará la paz de tus hijos” (Isaías54:13).

Guíen a sus hijos e hijas, dirijansus pasos desde que sean muypequeños, enséñenles las vías delSeñor de tal manera que la paz seala compañera de ellos a lo largo desus vidas.

Mencioné a las hermanas de laSociedad de Socorro varias cosasespecíficas que deben enseñar a sushijos e hijas. Las repetiré brevemente,quizás con diferentes palabras.

La primera es animarlos a cultivarbuenas amistades. Todo joven y todajoven anhela tener amigos. Ningunodesea andar solo. La calidez, el con-suelo y la camaradería de un amigosignifica todo para un joven y parauna joven. Esa persona amiga puedeser una influencia para bien o paramal. Las pandillas callejeras que sontan brutales son un ejemplo deamistades que se han vuelto malas.A la inversa, el trato mutuo de losjóvenes en la Iglesia y en la escuelacon los de su propio medio les ser-virá de incentivo para que les vayabien y sobresalgan en sus empeños.Abran las puertas de sus hogares alos amigos de sus hijos. Si resultaque tienen muy buen apetito,háganse los desentendidos y déjen-los comer. Hagan de los amigos desus hijos los amigos de ustedes.

Enséñenles la importancia de la ins-trucción académica. El Señor ha dadoa los de este pueblo la responsabili-dad de formar el intelecto a fin deque se preparen bien para desempe-ñar su función en la sociedad de lacual formarán parte. La Iglesia serábendecida por motivo de la distin-ción de ellos. Además serán recom-pensados con creces por el esfuerzoque hagan.

El otro día leí lo siguiente en unartículo que recorté: “La informa-ción del último censo indicaba queel salario anual de una persona sin

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título y sin licenciatura de ense-ñanza secundaria había sido de pocomás de US$16.000 a escala nacionalen 1997. El de una persona conlicencia secundaria no era muchomás alto: US$22.895 como ingresopromedio anual. Pero a medida queel nivel de instrucción aumentaba,también se incrementaba la diferen-cia del sueldo. Para la persona conlicenciatura universitaria, el ingresopromedio fue de US$40.478 eseaño. Por último, para las personasque tenían títulos universitarios másavanzados el ingreso anual subíamás de US$20.000, llegando a unpromedio de US$63.229 al año,según las cifras del censo” (NicoleA. Bonham, “Does an AdvancedDegree Pay Off?”, Utah Business,septiembre de 2000, pág. 37).

Enseñen a sus hijos a respetar sucuerpo. Enséñenles que el cuerpo esla creación del Todopoderoso. ¡Quécosa milagrosa, magnífica y hermosaes el cuerpo humano!

Como se ha dicho aquí estanoche, Pablo, en su epístola a loscorintios dijo: “¿No sabéis que soistemplo de Dios, y que el Espíritu deDios mora en vosotros?

“Si alguno destruyere el templode Dios, Dios le destruirá a él; por-que el templo de Dios, el cual soisvosotros, santo es” (1 Corintios3:16–17).

Ahora impera la manía dehacerse tatuajes en el cuerpo. Nome es posible comprender por quéun joven o una joven desearía some-terse al doloroso procedimiento dedesfigurarse la piel con diversas ymulticolores representaciones depersonas, animales y otros símbolos.Con los tatuajes el proceso es per-manente, excepto que la persona sesometa a otro procedimiento dolo-roso y costoso para quitárselo.Padres de familia, adviertan a sushijos que no se hagan tatuajes en elcuerpo. Puede ser que ahora lesopongan resistencia, pero llegará eltiempo en que les darán las gracias.Un tatuaje es graffiti en el templodel cuerpo.

Por el estilo es el perforarse elcuerpo para colgarse múltiples are-tes en las orejas, en la nariz e

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El organista John Longhurst al teclado del órgano del Centro deConferencias.

incluso en la lengua. ¿Es posible queconsideren que eso es bonito? Es una fantasía pasajera, cuyos efec-tos son permanentes. Algunos han llegado a tales extremos quehan tenido que quitarles los aretesquirúrgicamente. La PrimeraPresidencia y el Quórum de losDoce hemos declarado que nos opo-nemos a los tatuajes y también “a lasperforaciones del cuerpo que nosean para fines médicos”. No obs-tante, no hemos adoptado ningunapostura con respecto “a las perfora-ciones mínimas que se hacen lasmujeres en las orejas para usar unpar de aretes”... un par.

Enséñenles a evitar las drogas ilega-les. De ello se ha hablado de maneraelocuente. Ya he hablado de las dro-gas que llaman Éxtasis. ¿Desean quesus hijos tengan la paz de la quehabló Isaías? Ellos no tendrán paz sise involucran con las drogas. Esassustancias ilegales les quitarán elautodominio y se apoderarán deellos de tal forma que llegarán alpunto de hacer cualquier cosa, den-tro o fuera de los márgenes de la ley,para conseguir otra dosis.

Enséñenles la virtud de la honradez.No hay sustituto debajo del cielopara el hombre o la mujer, el joven ala joven que son honrados. No haypalabras falsas que ensucien su repu-tación. Ningún acto de engaño con-tamina su conciencia. Él o ella

pueden andar con la cabeza en alto,manteniéndose por encima de lamultitud de personas inferiores quede continuo se complacen en mentiry engañar, y que se disculpan con laexcusa de que el mentir un poco nole hace daño a nadie. Sí hace daño,porque las pequeñas mentiras llevana mentiras más grandes, y las cárce-les del país son la mejor prueba deese hecho.

Enséñenles a ser virtuosos. No sepuede tener paz mediante la impu-reza sexual. Nuestro Padre Celestialpuso en nosotros deseos que noshacen atractivos los unos a losotros: los jóvenes y las jóvenes, loshombres y las mujeres. Pero aunadaa ese impulso debe estar la autodis-ciplina, rígida, firme y férrea.

Enséñenles a esperar con anhelo eldía en que se casen en la Casa delSeñor, como los que llegan al altarlimpios de manchas o de maldadesde cualquier clase. Se sentirán agra-decidos todos los días de su vida dehaberse casado en el templo, digna-mente, bajo la autoridad del santosacerdocio.

Entre paréntesis, vaya una pala-bra a ustedes, los hombres.

Vigilen los sentimientos que pue-dan experimentar a fin de que no seenreden en situaciones que condu-cirán al pesar, al remordimiento y,finalmente, al divorcio. El divorciose ha vuelto común a todo nuestro

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alrededor. Hay tantos que violan losconvenios solemnes que han hechoante Dios en Su Santa Casa.

Brigham Young dijo en una oca-sión: “Una vez que se casen, enlugar de intentar librarse el uno delotro, reflexionen en que hantomado una decisión y esfuércensepor honrarla y conservarla. Nomanifiesten que han actuado conimprudencia, ni digan que hantomado una mala decisión, ni per-mitan que nadie piense que lo hanhecho. Ustedes han tomado unadecisión: apéguense a ella y esfuér-cense por consolarse y ayudarse eluno al otro” (Deseret News, 29 demayo de 1861, pág. 98).

Un divorcio, después de que todose ha dicho y hecho, representa elfracaso de un matrimonio.

Tantísimos hombres se convier-ten en críticos crónicos. Si tan sólobuscaran las virtudes de su esposaen lugar de concentrarse tan sólo ensus defectos, el amor florecería y elhogar estaría seguro.

Enseñen a sus hijos a orar. No hayningún otro recurso que se comparea la oración. Pensar que cada uno denosotros puede acudir a nuestroPadre Celestial, que es el gran Diosdel universo, para pedirle ayuda,guía y fe es un milagro en sí.Venimos a Él porque Él nos ha invi-tado a hacerlo. No rechacemos laoportunidad que Él nos ha dado.

Dios los bendiga, amados padresde familia. Que Él los bendiga consabiduría y discernimiento, concomprensión, con autodisciplina yautodominio, con fe, con bondad yamor. Y ruego que Él bendiga a sushijos e hijas que han llegado a sushogares, para que su influencia searobustecedora, fortalecedora yorientadora al andar ellos por lospeligrosos caminos de la vida. Queal pasar los años, y pasarán muyrápidamente, ruego que ustedesconozcan “ la paz que sobrepasatodo entendimiento” (Filipenses4:7) al contemplar a sus hijos y asus hijas, quienes, del mismo modohabrán conocido esa sagrada ymaravillosa paz. Ésa es mi humildeoración, en el nombre del SeñorJesucristo. Amén. �

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Un testimonio cada vez mayorPresidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

“Al reflexionar en mi vida, distingo una fuente de fortaleza y bendiciónsingulares; es mi testimonio y conocimiento de que Jesús es el Cristo”.

Sesión del domingo por la mañana8 de octubre de 2000

Mis amados hermanos, her-manas y amigos, he vividoun largo tiempo. Al refle-

xionar en mi vida, distingo unafuente de fortaleza y bendición sin-gulares; es mi testimonio y conoci-miento de que Jesús es el Cristo, elSalvador y el Redentor de todo elgénero humano. Me siento profun-damente agradecido por que todami vida he tenido una fe sencilla enque Jesús es el Cristo. Ese testimo-nio me ha sido confirmado cientosde veces. Es el conocimientosupremo de mi alma. Es la luz espiri-tual de mi ser. Es la piedra angularde mi vida.

Como uno de los hermanos máspequeños entre ustedes, pero en millamamiento de apóstol del Señor,

testifico del Cristo que es nuestroSalvador y el Redentor del mundo.Puesto que este testimonio ha sidoforjado con toda una vida de expe-riencias, estimo necesario relataralgunas de ellas que son de natura-leza muy personal. Pero este testi-monio es mío y entiendo que elSalvador sabe que yo sé que Él vive.

La primera piedra angular de mitestimonio se estableció hacemucho tiempo. Uno de mis recuer-dos más remotos es el haber tenidouna aterradora pesadilla cuando eramuy pequeño. Todavía la recuerdovívidamente. Debo de haber gritadode miedo durante la noche. Miabuela fue a despertarme. Yo llorabay ella me tomó entre sus brazos, meabrazó y me consoló. Fue a buscarun tazón de mi arroz con leche pre-dilecto que había quedado de lacena, yo me senté en su falda y ellame lo dio a comer en la boca. Medijo que estábamos seguros en casaporque Jesús velaba por nosotros.Percibí en ese entonces que así eraen realidad y todavía lo creo. Mesentí reconfortado en cuerpo yalma, y volví apaciblemente a acos-tarme, seguro de la divina realidadde que Jesús vela por nosotros.

Aquella primera y memorableexperiencia condujo a otras podero-sas confirmaciones de que Dios vivey de que Jesús es nuestro Señor ySalvador. Muchas de ellas vinieronen respuesta a la oración ferviente.

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De niño, cuando perdía cosas comomi valiosísima navaja, aprendí que sioraba con fervor por lo general podíaencontrarlas. Y siempre pude hallarlas vacas perdidas que se habíanconfiado a mi cuidado. A veces,tenía que orar más de una vez, peromis oraciones siempre eran contesta-das. En ocasiones la respuesta erano, pero más a menudo eran positi-vas y de confirmación. Aun cuandola respuesta era no, llegué a saberque, en la gran sabiduría del Señor,la respuesta que recibía era para mibeneficio. Mi fe siguió creciendocomo bloques que se van colocandosobre la piedra angular, línea porlínea, precepto por precepto. Sondemasiados como para mencionarlosuno por uno; algunos son demasiadosagrados para exponerlos.

Esas primeras semillas de fe reto-ñaron aún más cuando, siendo youn muchachito del SacerdocioAarónico, recibí una confirmaciónde fuente original del notable testi-monio de los tres testigos referente ala veracidad del Libro de Mormón.El presidente de mi estaca era elpresidente Henry D. Moyle, y supadre era James H. Moyle. En elverano, el hermano James H. Moylevisitaba a su familia y asistía a nues-tro pequeño barrio del sureste delValle del Lago Salado.

Un domingo, el hermano JamesH. Moyle nos contó un hechoexcepcional. De joven había ido a laUniversidad de Michigan a estudiarderecho. Cuando estaba para termi-nar sus estudios, su padre le dijo queDavid Whitmer, uno de los testigosdel Libro de Mormón, todavía vivía.El padre sugirió al hijo que en elcamino de regreso a Salt Lake Citypasara a visitar a David Whitmer. Elobjetivo del hermano Moyle era pre-guntarle acerca de su testimoniocon respecto a las planchas de orodel Libro de Mormón.

Durante esa visita, el hermanoMoyle dijo a David Whitmer:“Señor, usted es un hombre mayor yyo soy un joven. He estado estu-diando de atestiguaciones y testimo-nios. Le ruego me diga la verdadsobre su testimonio como uno de lostestigos del Libro de Mormón”.

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El lado sur del Centro de Conferencias.

Entonces, David Whitmer le dijo:“Sí, yo sostuve las planchas en mismanos y un ángel las puso antenosotros. Mi testimonio con res-pecto al Libro de Mormón es verda-dero”. David Whitmer estaba fuerade la Iglesia, pero nunca negó sutestimonio de la visitación del ángel,de haber tocado las planchas de oroy de la veracidad del Libro deMormón. El haber oído con mis pro-pios oídos esa experiencia notablede labios del hermano Moyle pro-dujo un efecto poderoso y confir-mante en mi creciente testimonio.Una vez que lo oí, vino a ser irrevo-cable para mí.

Una de las piedras del funda-mento de mi testimonio se estable-ció cuando de joven fui a miprimera misión a Brasil. En aqueltiempo, nuestro trabajo era infruc-tuoso y difícil. No podíamos nisiquiera vislumbrar el gran derrama-miento del Espíritu del Señor queha habido tanto en ese país como enlos demás países de Sudamérica, deCentroamérica y en México en losaños subsiguientes. Hace sesentaaños, había sólo una estaca en todosesos países. Ahora hay 643 estacas enLatinoamérica. Y creo que eso es tansólo el principio. Lo que ha ocurridoexcede a todo lo que hubiese esperadoo soñado. Es uno de los muchos mila-gros que he presenciado. Doy fe de

que todo eso no hubiera podidosuceder sin la intervención divinadel Señor, que vela por esta santaobra, no sólo en Latinoamérica, sinoen todos los países del mundo.

En mi larga vida he hallado paz,regocijo y felicidad mucho másgrandes de los que hubiera anhe-lado. Una de las bendiciones supre-mas de mi vida ha sido el habermecasado con una fiel hija de Dios. Laquiero con todo mi corazón y contoda mi alma. He sido conducido enlas alas de su espíritu.1 Nos casamosen el Templo de Salt Lake hace 57años cuando me fui de soldado a laSegunda Guerra Mundial sin sabersi volvería vivo. Su fe firme e inque-brantable y su apoyo han fortalecidomi propio testimonio en los momen-tos difíciles. La promesa de mi jor-nada eterna, si tengo la bendiciónde recibirla, será magnífica con ellaa mi lado.

Otra gran bendición de mi vidaha sido el haber tenido hijos auncuando pensábamos que nuncapodríamos tenerlos. Nuestra alegríase ha incrementado con nuestrosnietos y bisnietos. Sólo por el poderde una bendición del sacerdocio esose hizo posible.

No obstante, junto con las bendi-ciones, he conocido grandes dificulta-des y pesares. Estoy agradecido porlas lecciones que he aprendido con

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esos golpes de la adversidad. Dejovencito, viví en los años de la grandepresión económica cuando los ban-cos quebraron y muchísimas personasperdieron el empleo y su casa, y pasa-ron hambre. Por fortuna, yo tenía tra-bajo en una fábrica de enlatadosdonde me pagaban 25 centavos porhora. ¡Quizás eso era todo lo que yovalía! Pero me sirvió para proseguirmis estudios. Estuve tres largos añosen el servicio militar en la SegundaGuerra Mundial. La ocasión en queestuvimos en peligro de que el barcoen que viajábamos se volcara enmedio de una terrible tempestad en elOcéano Pacífico, me puse en lasmanos del Señor y le prometí con fer-vor que si sobrevivía procuraría ser-virle todos los días de mi vida.

En ocasiones, he tropezado y hesido menos de lo que debía habersido. Todos nos enfrentamos con eltener que tomar decisiones doloro-sas, determinantes y difíciles que nosllevan a un nivel más elevado deespiritualidad. Son los Getsemanísde nuestras vidas que traen consigointenso dolor y angustia. A vecesson demasiado sagradas para darlas aconocer públicamente. Son las expe-riencias decisivas que nos ayudan adesterrar los anhelos injustos cifra-dos en las cosas del mundo. Al caerde nuestros ojos las escamas de tinie-blas, vemos con mayor claridad quié-nes somos y cuáles son nuestrasresponsabilidades con respecto anuestro destino divino.

Reconozco humildemente queesas muchas experiencias han ali-mentado mi conocimiento firme deque Jesús es nuestro Salvador yRedentor. He oído Su voz y he sen-tido Su influencia y Su presencia,las que han sido como un manto decálido abrigo espiritual. Lo asom-broso de ello es que todos los que aconciencia se esfuercen por guardarlos mandamientos y por apoyar a suslíderes pueden recibir ese mismoconocimiento en cierta medida. Elprivilegio de prestar servicio en lacausa del Maestro brinda gran satis-facción y paz interior.

El testimonio y la fe unidos de losprimeros miembros de la Iglesia losllevó desde Palmyra a Kirtland, y de

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Nauvoo al Valle del Lago Salado.Con el tiempo, esa fe estableceráesta obra por todo el mundo. Esafuerza del testimonio y de la fe haceavanzar la obra de Dios de un modoprodigioso. El poder del Señor estáen esta obra, como lo evidencian losextraordinarios sucesos de nuestrostiempos.

El presidente Gordon B.Hinckley preside lo que posible-mente es el mayor número de perso-nas fieles que han vivido sobre la fazde la tierra. Testifico que él es deverdad un gran profeta. Él necesitaseguidores fieles. La gran fuerza deesta Iglesia proviene de nuestros tes-timonios colectivos e individuales,cultivados con nuestras propiaspruebas y fidelidad. La fidelidad delos santos ha hecho posible que estegran Centro de Conferencias seconstruyera y se dedicara en el nom-bre del Señor en este día histórico.Es único en su género en el mundoentero. Cuán asombrosas y grandesson las obras del Señor en nuestraépoca. Como pueblo, no somostodavía lo que debemos ser... esta-mos lejos de ello. Sin embargo, con-fío en que nos esforzaremos conmayor ahínco por llegar a ser unpueblo más recto, digno de seguirrecibiendo las bendiciones del cielo.

La celeridad con que se han edi-ficado templos en nuestros días hasido extraordinaria. Por la visiónprofética del presidente Hinckleyahora tenemos cien templos, 39 delos cuales han sido dedicados desdela conferencia de octubre del añopasado. Ese logro notable ha sidoposible gracias a los fieles pagadoresde diezmos. Esto a su vez ha hechoque el Señor cumpla la promesa quehizo por medio de Malaquías: “...yprobadme ahora en esto, diceJehová de los ejércitos, si no osabriré las ventanas de los cielos, yderramaré sobre vosotros bendiciónhasta que sobreabunde”2 . Todosestos bellísimos y santos edificiosson un testimonio de nuestra creen-cia en que el Salvador rompió lasligaduras de la muerte y nos abrió elcamino para que hiciéramos conve-nios que serán válidos en otromundo.

Al igual que Alma, puedo testifi-car que “todas las cosas indican quehay un Dios, sí, aun la tierra y todocuanto hay sobre ella, sí, y su movi-miento, sí, y también todos los pla-netas que se mueven en su ordenregular testifican que hay unCreador Supremo”3.

En una revelación manifestada alprofeta José Smith que sé es verda-dera, el Salvador testificó de símismo con estas palabras: “...yo soyla luz verdadera que ilumina a todohombre que viene al mundo;

“...soy en el Padre, y el Padre enmí, y el Padre y yo somos uno...”4.

El Señor ha prometido que“...toda alma que deseche sus peca-dos y venga a mí, invoque mi nom-bre, obedezca mi voz y guarde mismandamientos, verá mi faz y sabráque yo soy...”5.

Cuando fui llamado al santoapostolado hace ya muchos años, mitestimonio firme me indujo a testifi-car en aquella ocasión con lassiguientes palabras:

“Considero que un requisitofundamental para el sagrado

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apostolado es el de ser testigo per-sonal de que Jesús es el Cristo y elDivino Redentor. Tal vez sola-mente sobre la base de ese con-cepto pueda yo llenar los requisitosnecesarios. He llegado a conoceresta verdad por medio de la indeci-ble paz y el poder del Espíritu deDios”6.

Desde que acepté ese llama-miento, mi testimonio indudable haaumentado enormemente. Ello sedebe a mi testimonio inquebranta-ble de que Jesús es el Cristo, el Hijode Dios.

Mi mayor deseo es ser leal y fielhasta el fin de mis días en la tierra.Que ello sea así para todos nosotros,ruego en el nombre de Jesucristo.Amén. �

NOTAS1. Véase 2 Nefi 4:25.2. Malaquías 3:10.3. Alma 30:44.4. D. y C. 93:2–3.5. D. y C. 93:1. 6. “Mi respuesta al llamamiento”,

Liahona, febrero de 1979, pág. 26.

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DiscipuladoÉlder L. Tom PerryDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Debemos crear... procesos continuos e ininterrumpidos que nos acerquenmás al Señor nuestro Salvador a fin de ser contados entre Sus discípulos”.

Mi madre era muy buenapara delegar. Cada sábadopor la mañana, cuando

mis hermanos, hermanas y yo éra-mos niños, nos daba la asignaciónde los quehaceres de la casa. Lasinstrucciones que nos daba las habíaaprendido de su madre.

Asegúrense de limpiar muy bienlos rincones y a lo largo de los roda-piés. Si van a dejar algo mal, másvale que sea en el centro de la habi-tación.

Ella sabía muy bien que si nosesmerábamos en los rincones, nuncatendría problemas con lo que sedejara en el centro de la habitación.Lo que queda a la vista jamás sedejaría sin limpiar.

A través de los años, el consejode mi madre ha tenido enormesaplicaciones en muchas y diferentesformas en mi vida. Es especialmenteaplicable a las tareas de limpiezaespiritual. Los aspectos públicos denuestra vida se solucionan por sí

solos porque deseamos dar la mejorimpresión posible. Pero es en laspartes más recónditas donde existencosas que sólo nosotros sabemos ycon las que debemos ser particular-mente esmerados para asegurarnosde que estamos limpios.

Uno de esos rincones de nuestravida que requiere atención especiales el de nuestros pensamientos.Debemos cuidarnos continuamentede esos momentos en que no hace-mos nada y dejamos que nuestramente vague por territorios prohibi-dos. En Proverbios leemos:

“Porque cual es su pensamientoen su corazón, tal es él” (Proverbios23:7).

Y Judas ha escrito:“...soñadores mancillan la

carne...” (Judas 1:8).Ineludiblemente, nuestros pensa-

mientos conforman nuestra vida.James Allen lo expresa de esta formaen su libro Como piensa el hombre:

“Del mismo modo que la plantanace y no podría existir sin lasimiente, cada acto del hombre flo-rece de las ocultas semillas del pen-samiento y no podría haber nacidode no ser por ellas. Esto se aplicatanto a aquellos actos llamados‘espontáneos’ o ‘no premeditados’,como a los que realizamos demanera consciente...

“...En el arsenal del pensamientoforja él las armas que le destruyen;también da forma a las herramientascon las que edifica para sí mansio-nes celestiales de dicha, fortaleza ypaz... Entre estos dos extremos sehallan todos los grados del carácter,y el hombre es su propio creador ymaestro... Es el dueño del pensa-

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miento, el moldeador del carácter yel hacedor y forjador de su condi-ción, entorno y destino” (Allen,James, As a Man Thinketh, 1983,págs. 7–10).

Entonces el señor Allen añadió:“Dejemos que un hombre altere

sus pensamientos de manera radicaly se asombrará de la rápida transfor-mación que se efectuará en las con-diciones materiales de su vida. Loshombres piensan que pueden man-tener sus pensamientos en secreto,pero no es así; éstos cristalizan rápi-damente en hábitos, y el hábito seconsolida en el carácter” (As a ManThinketh, págs. 33– 34).

Ciertamente, una de la áreas quedebemos esforzarnos por mantenerlimpia es la de nuestros pensamien-tos. Lo ideal es mantenerlos centra-dos en cosas espirituales.

Otro rincón en el que se puedeacumular el polvo por nuestra negli-gencia es el de la instrucción quedamos a nuestra familia. El presi-dente Kimball dejó bien claras susinquietudes con estas palabras:

“Nuestro éxito, como individuosy como Iglesia, lo determinará engran medida la exactitud con la quevivamos el Evangelio en el hogar.Sólo cuando entendemos con clari-dad las responsabilidades que tienecada persona y el papel que desem-peñan la familia y el hogar, podemoscomprender de forma apropiada quelos quórumes del sacerdocio y lasorganizaciones auxiliares, incluso losbarrios y las estacas, existen princi-palmente para ayudar a los miem-bros a vivir el Evangelio en el hogar.Entonces podremos entender quelas personas son más importantesque los programas, y que los progra-mas de la Iglesia deben siempre apoyar y no restar a las actividadesfamiliares centradas en el Evan-gelio...

“Todos deben trabajar en uniónpara hacer del hogar un sitio en elque nos guste estar, un lugar dondese nos escuche y donde aprendamos,donde cada miembro de la familiapueda hallar amor, apoyo, aprecio yánimo.

“Repito que nuestro éxito, comoindividuos y como Iglesia, dependerá

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en gran medida de la exactitud conla que vivamos el Evangelio en elhogar” (Spencer W. Kimball,“Living the Gospel in the home”,Ensign, 1978, pág. 101).

Mi consejo para todos ustedes esque debemos crear procesos quemotiven una limpieza espiritual delhogar, procesos continuos e ininte-rrumpidos que nos acerquen más alSeñor nuestro Salvador a fin de sercontados entre Sus discípulos.

El objetivo central de nuestraprobación mortal es prepararnospara presentarnos ante Dios y here-dar las bendiciones que ha prome-tido a Sus hijos dignos. El Salvadorestableció el ejemplo durante Suministerio mortal y animó a quienesle seguían para que llegaran a serdiscípulos Suyos.

Lo siguiente se ha escrito sobre eldiscipulado:

“La palabra discípulo viene dellatín... [y significa] aprendiz. Un dis-cípulo de Cristo es aquel que estáaprendiendo a ser como Él, apren-diendo a pensar, sentir y obrar igualque Él. Ser un discípulo verdadero ycumplir con esta labor de aprendi-zaje es el proceso que más exige del

hombre. Ninguna otra disciplina sele compara en requisitos y recom-pensas, pues requiere de una trans-formación total de la persona desdeel estado del hombre natural haciael de santo, uno que ama al Señor yle sirve con todo Su corazón, alma,mente y fuerza” (Chauncey C.Riddle, “Becoming a Disciple”,Ensign, septiembre de 1978, pág.81).

El Salvador instruyó a quienes leseguían sobre la esencia del discipu-lado, cuando dijo:

“...Si alguno quiere venir en posde mí, niéguese a sí mismo, y tomesu cruz y sígame.

“Y ahora, para que el hombretome su cruz, debe abstenerse detoda impiedad, y de todo deseomundano, y guardar mis manda-mientos” (Mateo 16:25).

“No quebrantéis mis mandamien-tos para salvar vuestra vida; pues elque salve su vida en este mundo, laperderá en el venidero.

“Y cualquiera que pierda su vidaen este mundo, por mi causa, lahallará en el venidero.

“Por tanto, renunciad al mundo ysalvad vuestras almas” (TJS—

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Mateo 16:25–26; JST—Matthew16:27–29).

Cuando el Espíritu conquista lacarne, ésta se convierte en siervo, yno en maestro. Una vez que hemoslimpiado los rincones de lo mundanoy estamos listos para ser obedientesal Señor, podemos recibir Su palabray guardar Sus mandamientos.

Cuando las personas se consa-gran a convertirse en discípulos delSeñor tiene lugar un cambio dramá-tico en sus vidas. Uno de los ejem-plos más representativos querecuerdo de las Escrituras es el de laconversión de Alma, hijo, y delcambio acaecido en su semblantemismo cuando se convirtió en discí-pulo del Señor. Recuerden queAlma y los hijos de Mosíah se con-taban entre los incrédulos. Alma eraun hombre de mucha palabrería quepodía lisonjear mucho a las perso-nas, y que condujo a muchos de losdel pueblo a hacer toda clase de ini-quidad. Se convirtió en un gran tro-piezo para la Iglesia pues se granjeóel corazón del pueblo y causó muchadisensión entre la gente. Mas debidoa la humilde súplica de su padre, sele apareció un ángel mientrasandaba causando problemas. Almase quedó tan atónito que cayó alsuelo y el ángel le mandó:

“Alma, levántate y acércate, pues¿por qué persigues tú a la iglesia deDios? Porque el Señor ha dicho:Ésta es mi iglesia, y yo la estable-ceré; y nada la hará caer sino latransgresión de mi pueblo” (Mosíah27:13).

Estaba tan débil que no podíamoverse y tuvieron que llevárselo.También estaba mudo. Lo llevaronante su padre, el cual se llenó degozo y llamó al pueblo para queorara por su hijo.

“Y aconteció que después de quehubieron ayunado y orado por elespacio de dos días y dos noches, losmiembros de alma recobraron sufuerza, y se puso de pie y comenzó ahablarles, diciéndoles que se anima-ran;

“porque, dijo él, me he arrepen-tido de mis pecados, y el Señor meha redimido; he aquí, he nacido delEspíritu” (Mosíah 27:23–24).

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Una vista desde el este al oeste en el nivel del palco, en el Centro deConferencias.

Y entonces relata la gran tribula-ción y sufrimiento por los que pasóal darse cuenta de que había sidoexpulsado del reino de Dios, yrecordó las enseñanzas de su padre yclamó al Señor para que pudiera serpreservado.

Ahora vemos el dramático cam-bio que tiene lugar cuando se con-vierte en discípulo de nuestroRedentor.

“Y aconteció que de allí en ade-lante, Alma y los que estaban con élcuando el ángel se les aparecióempezaron a enseñar al pueblo, via-jando por toda la tierra, procla-mando a todo el pueblo las cosasque habían oído y visto, y predi-cando la palabra de Dios con muchatribulación...” (Mosíah 27:32).

En la historia pionera de mi fami-lia hay muchos relatos de almasnobles que exhibían las característi-cas del verdadero discipulado. Elbisabuelo de mis hijos fue unvaliente discípulo de Jesucristo, queprocedía de una acaudalada familiade propietarios de tierras enDinamarca. Siendo el hijo favorito,

iba a heredar las propiedades de supadre. Se enamoró de una jovenhermosa que no era de la mismaclase social de la familia, por lo quese le instó a discontinuar la relación.Él no estaba dispuesto a seguir elconsejo de su familia y en una de lasveces que fue a visitar a la mucha-cha, descubrió que toda la familia deella se había unido a la Iglesia. Él senegó a escuchar la doctrina que lafamilia de ella había abrazado y muyseriamente le dijo a la joven quetenía que escoger entre él y laIglesia, a lo que ella contestó conaudacia que no dejaría su religión.

Ante tal disposición, él decidióque escucharía las enseñanzas quetan importantes eran para ella. Pocodespués sintió la inspiración delEspíritu y también él se convirtió alEvangelio. Mas cuando informó asus padres de su decisión de unirse ala Iglesia y casarse con la joven,ellos se enfadaron con él y le obliga-ron a decidir entre su familia, consus riquezas, y la Iglesia. El joven sealejó de las comodidades que habíaconocido durante toda la vida, se

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unió a la Iglesia y se casó con lamuchacha.

Inmediatamente comenzaron aprepararse para dejar Dinamarca ypartir hacia Sión. Al no contar conel apoyo de su familia, él tuvo quetrabajar en cualquier empleo quepudiera encontrar para poder aho-rrar para el viaje a esa nueva tierra.Tras un año de duro trabajo, habíaahorrado dinero suficiente para elpasaje. Pero cuando estaban con lospreparativos de la partida, les visitósu presidente de rama y les dijo quehabía una familia con necesidadesmayores que las de él y su esposa, yle preguntó si daría el dinero quehabía ahorrado para que esa familiapudiera ir a Sión.

El discipulado requiere sacrificio.Ellos dieron sus ahorros a la familianecesitada y comenzaron otro añode dura labor de ahorro para finan-ciarse el viaje. Finalmente llegaron aSión, pero no sin antes hacermuchos otros sacrificios de verdade-ros discípulos.

Al joven rico se le dio una de laspruebas más duras del discipuladocuando se le dijo:

“...vende todo lo que tienes, ydalo a los pobres... y ven y sígueme”(Mateo 19:21).

Para muchos de nosotros unaprueba igualmente difícil es la dedesprendernos de nuestros maloshábitos y pensamientos mundanospara que no haya conflictos ni com-promisos en nuestra devoción al ser-vicio del Señor.

Como verdaderos discípulos deCristo, deseo que nuestra vida seaun reflejo de Su ejemplo, que tome-mos Su nombre sobre nosotros yseamos testigos Suyos en todotiempo y en todo lugar (véaseMosíah 18:9).

Además, ruego que Dios nos ben-diga para que deseemos de todocorazón hacer una limpieza espiri-tual, llegando a todos los rincones ylimpiando todas aquellas cosas quenos empequeñezcan como discípu-los del Señor, para que podamosavanzar en el servicio de Aquel quees nuestro Salvador y Rey, lo ruegohumildemente, en el nombre denuestro Señor, Jesucristo. Amén. �

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“Divina luz”Virginia U. JensenPrimera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

“La luz de Jesucristo es más fuerte que cualquier clase de obscuridad que enfrentemos en esta vida, si tenemos fe en Él, lo buscamos yobedecemos”.

Cuando tenía sólo diez añosde edad, Joshua Dennis pasócinco días atrapado en la

total obscuridad de una mina aban-donada. Cuando los del equipo derescate por fin escucharon el levesollozo que pedía ayuda y lo extraje-ron de esa terrible obscuridad,estaba desorientado, tenía frío yestaba exhausto. Para gran sorpresade ellos, no tenía miedo. Josh pasóel tiempo durmiendo, pidiendoauxilio y orando. “Alguien meestaba protegiendo”, dijo. “Sabíaque me iban a encontrar”.

La fe sencilla pero profunda deJoshua había sido fortalecida porpadres que le habían enseñado quetenía un Padre Celestial que sabíadónde estaba en todo momento. Leenseñaron que había nacido con laluz de Cristo dentro de él. En ver-dad, Josh había sido criado en la luzy la verdad (véase D. y C. 93:40), demodo que cuando se encontró

acurrucado en una saliente a 600metros de profundidad en la mina,él había recurrido a esa luz para sos-tenerlo y consolarlo, y para darlevalor y esperanza. Josh experimentólo que Abinadí enseñó cuando, refi-riéndose a Cristo, dijo: “El es la luz yla vida del mundo; sí, una luz que esinfinita, que nunca se puede extin-guir” (Mosíah 16:9).

Cuán apropiado que el naci-miento del Salvador en Belén estuviese acompañado de manifesta-ciones milagrosas de luz en el hemis-ferio occidental. Al tiempo de Sunacimiento “a la puesta del sol, nohubo obscuridad; y el puebloempezó a asombrarse porque... nohubo obscuridad durante toda esanoche” (3 Nefi 1:15, 19). Esa cele-bración de luz fue un marcado con-traste a lo que ocurrió durante Sucrucifixión, cuando “hubo densaobscuridad sobre toda la faz de latierra, de tal manera que los habi-tantes... podían sentir el vapor detinieblas” (3 Nefi 8:20–23).

Hay toda clase de obscuridad eneste mundo: la obscuridad que pro-viene del pecado; la obscuridad queproviene del desaliento, del desá-nimo y la desilusión; la obscuridadque proviene de la soledad y de lossentimientos de ineptitud. Delmismo modo que la luz que ardía enel corazón de Josh Dennis fue másfuerte que la obscuridad sofocanteque lo rodeaba, la luz de Jesucristoes más fuerte que cualquier clase deobscuridad que enfrentemos en estavida, si tenemos fe en Él, lo busca-mos y obedecemos. Porque como loreveló el profeta José, “si vuestra

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mira está puesta únicamente en migloria [o sea, la gloria del Señor],vuestro cuerpo entero será lleno deluz y no habrá tinieblas en vosotros”(D. y C. 88:67).

La luz de Cristo y el mensaje delEvangelio de luz y salvación puedenobscurecerse en nuestra propia vidasólo mediante nuestra desobedien-cia y falta de fe. De igual manera, laluz de Cristo aumenta en nuestravida cuando guardamos los manda-mientos y continuamente nos esfor-zamos por ser como Él es. Porque “loque es de Dios es luz; y el que recibeluz y persevera en Dios, recibe másluz, y esa luz se hace más y más res-plandeciente” (D. y C. 50:24).

A medida que la luz de Jesucristoy de Su Evangelio resplandecen másen nuestros rostros y nuestros cora-zones, se nos hace más fácil discer-nir entre lo que en verdad es devalor y las falsedades del mundo. Elsaber que Cristo nos amó lo sufi-ciente para estar dispuesto a llevarsobre Sí el peso de nuestros pecados,elimina la necesidad de dependersólo en nosotros mismos y de confiarinjustificadamente en el brazo de lacarne. La creencia de que laExpiación nos restaura todo lo queperdemos debido al pecado y a losmalos pasos a lo largo del senderode la vida nos ofrece una esperanzamás grande que cualquier placertemporal o emoción momentáneaterrenal.

Consideren la experiencia del reyLamoni. Aunque poseía poder ilimi-tado, cuantiosos tesoros terrenales ysirvientes que atendían todas susnecesidades, vivía en obscuridadespiritual. Cuando estuvo dispuestoa permitir que Ammón le enseñarael Evangelio, ocurrió algo extraordi-nario, ya que Lamoni “cayó a tierracomo si estuviera muerto” (Alma18:42). “Ammón... sabía que el reyLamoni se hallaba bajo el poder deDios; sabía que el obscuro velo deincredulidad se estaba disipando desu mente, y la luz que iluminaba sumente, que era la luz de la gloria deDios... sí, esta luz había infundidotal gozo en su alma” (Alma 19:6).

Únicamente la gloria de Dios y laluz de vida eterna producen un

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gozo lo suficientemente profundopara llenarnos de asombro y paraeliminar “el obscuro velo de incre-dulidad”.

A través de las Escrituras, y dehecho, en los escritos de serios cris-tianos a través de los siglos, encon-tramos ejemplos de la forma en queel mensaje de luz y salvación deCristo nos puede sostener espiritualy físicamente. Cuando era un jovensacerdote que viajaba por Italia en1833, el inglés John HenryNewman afrontó obscuridad emo-cional y física cuando una enferme-dad lo detuvo ahí durante variassemanas. Se sintió sumamentedesalentado, y una enfermera quelo vio llorando le preguntó qué lesucedía. Lo único que pudo respon-der era que estaba seguro que Diostenía una obra para él en Inglaterra.Ansioso por regresar a casa, por finpudo encontrar pasaje en unapequeña embarcación.

Poco después de que la embarca-ción hubo zarpado, descendió unadensa niebla que obscureció los peli-grosos acantilados que los rodeaban.Al estar atrapados durante unasemana en las húmedas y grisestinieblas, sin que la embarcaciónpudiese moverse ni para adelante nipara atrás, Newman suplicó laayuda del Salvador al escribir laletra de un conocido himno:“Divina Luz”.

Divina Luz, con esplendorbenigno...

Oscuras son la noche y la senda;Muy lejos de tu pabellón estoy,y al hogar de las alturas voy.(Himnos, Nº 48)

Este himno expresa una ense-ñanza que en nuestro corazón sabe-mos que es verdadera: aunque lospesares apaguen otras fuentes deluz, Cristo iluminará nuestro sen-dero “con firme pie”, y nos mostraráel camino a casa. Porque como elSalvador ha prometido: “...el queme sigue, no andará en tinieblas”(Juan 8:12).

De vez en cuando, todos nosencontramos en lugares de obscuri-dad; quizás nos extraviemos en

obscuras cavernas espiritualescuando hagamos elecciones erró-neas, demos cabida a la influenciasmalignas en nuestra vida y nos ale-jemos de la luz del Evangelio paraaferrarnos al mundo un poco más detiempo. Al principio tal vez parezcainofensivo, quizás lo hagamos porsimple curiosidad, pero antes de quenos percatemos de ello, nos separa-mos de la luz y nos quedamos solos aobscuras. ¿Por qué permanecemosen la obscuridad cuando la luz deCristo está pronta para rescatarnos?Regocijémonos en la cálida y bri-llante luz del Evangelio deJesucristo; dejemos que la divina luzdel Salvador nos dirija paso a paso.Dejemos que los convenios y losmandamientos nos mantengan segu-ros al seguir el sendero delEvangelio a nuestro hogar celestial.

¿Recuerdan a Josh Dennis?Actualmente es el élder Dennis, quesirve una misión muy lejos de la

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obscura mina que lo tuvo cautivo.Actualmente el élder Dennis tran-sita los caminos estrechos y desco-nocidos de Honduras, dondecomparte un mensaje de esperanza,salvación y luz. Lo que enseña todoslos días es una paradoja de lo queexperimentó cuando era un niñoperdido en una mina: que en mediode las tinieblas que nos rodean, enmedio de las más tenebrosas cir-cunstancias, es posible sentir espe-ranza, paz y consuelo, todo ello acausa de la luz que es más fuerte quetoda la obscuridad: la luz deJesucristo.

Sé por experiencia propia, tanciertamente como Josh lo sabe por lade él, en cuanto a la realidad de esemaravilloso ser de luz: nuestroSalvador. Ruego que todos abrace-mos Su luz y vivamos de tal maneraque ilumine nuestro sendero y nosconduzca a nuestro hogar celestial,en el nombre de Jesucristo. Amén. �

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Día de dedicaciónPresidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero de la Primera Presidencia

“Como expresión de nuestro amor por el Señor, ¿no podríamos rededicarnuestras vidas y hogares del mismo modo?”

Uno de mis himnos favoritosdescribe los tiernos senti-mientos de mi corazón y de

mi alma en este hermoso día dededicación, y creo que la letra tam-bién describirá los de ustedes:

¡En este día de gozo y dicha,Tu nombre alabamos, Señor;En este lugar donde adoramosDeclaramos Tu gloria en alta voz!

¡Claro y limpio se eleva el sonEntre cánticos de alabanzaA nuestro Creador, Rey y Señor!1

El 7 de abril de 1863, Charles C.Rich habló en cuanto a la necesidadde edificar un tabernáculo dondereunirse, y declaró:

“¿Qué diré sobre el tabernáculo?Es evidente que podemos disfrutarya de la bendición de una construc-ción semejante, mas si lo pospone-mos, ¿cuándo lo haremos? Cuandose levante ese edificio, podremos

disfrutar del beneficio y de las ben-diciones que nos dará. Este mismoprincipio se aplica a todo lo quetenemos entre manos, ya sea cons-truir un templo, edificar un taberná-culo, enviar carromatos a la fronterapara recoger a los pobres, o... cual-quier otra cosa que se requiera denosotros. Y nada de esto se realizaráa menos que trabajemos y hagamosalgo nosotros mismos. No tenemos anadie más de quien depender, asíque tenemos la obligación de traba-jar y hacerlo bien de nuestra parte”2.

¡Y pusieron manos a la obra!Doy gracias a Dios por nuestro

noble profeta, el presidente GordonB. Hinckley, quien, con la visión deun vidente, reconoció la necesidadde este magnífico edificio y, con laayuda de muchas otras personas,“puso manos a la obra”. El resultadoestá hoy ante nosotros y será dedi-cado esta mañana.

Como símbolo de nuestra grati-tud, como expresión de nuestroamor por el Señor, ¿no podríamosrededicar nuestras vidas y hogaresdel mismo modo?

En su epístola a los corintios, elapóstol Pablo incluyó un matiz apos-tólico sobre el compromiso quetenemos de edificar cuando declaró:“¿No sabéis que sois templo de Dios,y que el Espíritu de Dios mora envosotros?”3.

La necesidad de la dedicaciónpersonal y de la renovación delcompromiso son esenciales en lasociedad actual. Echemos un rápidovistazo a varios artículos periodísti-cos que describen nuestra situación.

Lo siguiente procede de la agen-cia Associated Press: “En nombre de

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la libertad de expresión, la CorteSuprema abolió una ley federal queprotegía a los niños de los canalesde televisión por cable con conteni-dos sexuales”4.

El siguiente relato venía en eldiario The San Jose Mercury News:“Puede que Alemania sea el motoreconómico de Europa, pero losdomingos se apaga. Las fuerzas delmercado global están comenzando aalterar el tradicional día de descansoalemán. Con... el estilo americano[de poder comprar todos los días dela semana] y con Internet ofre-ciendo un acceso de 24 horas a losbienes del mundo, los rígidos hora-rios comerciales ‘son como un casti-llo de la Edad Media’. Para competircon otras ciudades del mundo,Berlín debe ser más agresiva.‘Queremos hacer más dinero’ ”5.

Al contemplar la desilusión queactualmente embarga a miles depersonas, aprendemos por las malaslo que un antiguo profeta escribiópara nosotros hace tres mil años: “Elque ama el dinero, no se saciará dedinero; y el que ama el mucho tenerno sacará fruto”6.

El reverenciado AbrahamLincoln describió nuestra difícilsituación con exactitud:

“Hemos sido los receptores de lamás selecta abundancia de los cie-los; hemos sido preservados todosestos años con paz y prosperidad;hemos crecido en número, enriqueza y en poder... pero hemosolvidado a Dios. Hemos olvidado lamano misericordiosa que nos pre-servó en paz, que nos multiplicó,enriqueció y fortaleció, y vanamentenos hemos imaginado, en el espírituengañoso de nuestro corazón, quetodas estas bendiciones eran frutode una sabiduría y virtud humanasde carácter superior. Embriagados deun éxito continuo, hemos llegado aser demasiado autosuficientes parasentir la necesidad de la gracia pro-tectora y redentora, demasiadoorgullosos para orar al Dios que noscreó”7.

Cuando la tormenta azota losmares de la vida, el marinero sabiobusca un puerto de paz. La familia,como tradicionalmente la hemos

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Una fuente da la bienvenida a los visitantes que entran por la esquina suroeste del Centro de Conferencias.

conocido, es dicho refugio seguro.“El hogar es la base para una vidarecta y no hay nada que puedasuplantarlo ni cumplir sus funcionesesenciales”8. En realidad, el hogar esmucho más que una casa. La casa seconstruye de madera, ladrillo y pie-dra. El hogar consiste de amor,sacrificio y respeto. Una casa puedeser un hogar, y éste puede ser unrefugio cuando alberga a una fami-lia. Cuando los verdaderos valores ylas virtudes básicas son el funda-mento de las familias que constitu-yen la sociedad, la esperanzavencerá a la desesperación, y la fetriunfará sobre la duda.

Tales valores, al enseñarse yvivirse en nuestras familias, seráncomo la ansiada lluvia para la tierraseca; se engendrará el amor; se real-zará la lealtad a uno mismo y sefomentarán virtudes como el carác-ter, la integridad y la bondad. Lafamilia debe ocupar su lugar primor-dial en nuestro modo de vida, yaque es el único cimiento sobre elque una sociedad de seres humanosresponsables puede edificar el futuromientras mantiene los valores quetanto aprecia en el presente.

Hay diversos tipos de hogaresfelices. Algunos son familias conpadre, madre, hermanos y hermanasque viven juntos en un espíritu deamor. Otras consisten en un padresoltero con uno o dos hijos, mien-tras que otros hogares no tienenmás que un inquilino. Sin embargo,existen algunos elementos particula-res de un hogar feliz, sin importar elnúmero ni el tipo de integrantes dela familia. Estos elementos son lossiguientes:

La costumbre de orar.Una fuente de aprendizaje.Un legado de amor.Jacob, hermano de Nefi, declaró

en el continente americano:“Confiad en Dios con mentes fir-mes, y orad a él con suma fe”9.

Se le preguntó a un eminentejuez lo que nosotros, ciudadanos delos países del mundo, podíamoshacer para reducir el crimen y ladesobediencia a la ley, y traer paz yfelicidad a nuestra vida y países. Élrespondió con seriedad: “Yo sugeri-ría que se volviera a la vieja prácticade la oración familiar”.

En cuanto al hacer de nuestravida y de nuestro hogar una fuente

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de aprendizaje, el Señor aconsejó:“Buscad palabras de sabiduría de losmejores libros; buscad conoci-miento, tanto por el estudio comopor la fe”10.

Los libros canónicos nos ofrecenesta fuente de aprendizaje a la queme refiero. Debemos tener cuidadode no subestimar la capacidad quetienen los niños para leer y entenderla palabra de Dios.

Como padres, debemos recordarque nuestra vida puede ser el librode la biblioteca familiar que más ate-soren los hijos. ¿Es nuestro ejemplodigno de emular? ¿Vivimos de talmodo que un hijo o una hija puedadecir “Quiero seguir a mi padre” o“Quiero ser como mi madre”? Adiferencia del libro del estante de labiblioteca, cuyas cubiertas protegensu contenido, nuestra vida no puedeestar cerrada. Padres, en verdadsomos un libro abierto en la fuentede aprendizaje de nuestro hogar.

¿Somos un ejemplo del legado delamor? ¿Lo son nuestros hogares?Bernadine Healy aconsejó losiguiente durante un discurso pro-nunciado en una entrega de diplo-mas:

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“Como doctora en medicina queha tenido el gran privilegio de com-partir los más profundos instantesde la vida de las personas, inclusosus últimos momentos, permítanmecontarles un secreto. La gente quese enfrenta a la muerte no se pre-gunta qué títulos académicos ha conseguido, qué puestos hadesempeñado o cuánta riqueza haacumulado. Al final, lo que verda-deramente importa es quién te haamado y a quién has amado. El cír-culo del amor lo es todo y consti-tuye una excelente medida denuestra vida pasada. Es el don demayor valor”11.

El mensaje de nuestro Señor ySalvador era un mensaje de amorque puede ser como una luz ennuestro camino hacia la exaltación.

“Cerca del fin de sus días, unpadre reflexionaba en cómo habíaempleado su tiempo. Siendo unaclamado y respetado autor denumerosas obras de erudición, dijo:‘Desearía haber escrito un libromenos y haber llevado a mis hijos depesca un poco más a menudo’.

“El tiempo pasa fugazmente.Mucho padres dicen que fue ayercuando sus hijos nacieron. Ahoraesos hijos han crecido; quizás ten-gan sus propios hijos. ‘¿A dónde sefueron los años?’ ”, se preguntan.No podemos reclamar el tiempopasado, no podemos detener eltiempo actual, y no podemos vivir elfuturo en el presente. El tiempo esun don, un tesoro que no podemoshacer a un lado para el mañana,sino para usarlo sabiamente hoy.

¿Hemos cultivado un espíritu deamor en nuestros hogares? El presi-dente David O. McKay observó: “Elverdadero hogar mormón es aquelen el que, si Cristo entrara, se senti-ría complacido de quedarse y des-cansar”12.

¿Qué estamos haciendo para ase-gurarnos de que nuestros hogaresreflejen esa descripción? ¿Somosnosotros mismos un reflejo de ella?

A lo largo del camino de la vidase producen bajas. Algunos se alejande las señales que conducen a lavida eterna, sólo para descubrir queel desvío escogido no conduce sino

a un callejón sin salida. La indife-rencia, la despreocupación, el egoís-mo y el pecado cobran un elevadopago de vidas humanas. Hay quie-nes, por motivos inexplicables, mar-chan al compás de otra melodía,para más tarde descubrir que hanseguido al flautista del dolor y delsufrimiento.

Hoy se extiende desde este púl-pito una invitación a toda la gentedel mundo: vuelve de tu errantesendero, viajero cansado; vuelve alEvangelio de Jesucristo, a ese paraí-so llamado hogar. Aquí descubrirásla verdad, aprenderás sobre la reali-dad de la Trinidad, el consuelo delplan de salvación, la santidad delconvenio del matrimonio o el poderde la oración personal, vuelve acasa.

Muchos recordamos de nuestrajuventud el relato de un muchachoque fue llevado de casa de suspadres a un pueblo lejano. El jovencreció en esas condiciones, sin saberde sus verdaderos padres ni de suhogar.

¿Dónde podría hallarlo? ¿Dóndeencontraría a sus padres? Oh, si tansólo pudiera recordar sus nombres,su búsqueda sería menos descorazo-nadora. Buscó con denuedo recor-dar aunque sólo fuera un detalle desu infancia.

Como un relámpago de inspira-ción, recordó el sonido de una cam-pana situada en lo alto de la iglesiadel pueblo y que les daba la bienve-nida en el día de reposo. El joven sefue de pueblo en pueblo, buscandoel familiar sonido. Algunas campa-nas eran casi iguales y otras sonabanmuy diferentes de las que recordaba.

Finalmente, un domingo demañana, el cansado joven estabaante la iglesia de un pueblo cual-quiera y escuchó con atención elrepique de la campana. No se pare-cía a ninguna de las otras campanas,con excepción de aquella que tañíaen el recuerdo de sus días de lainfancia. Sí, era la misma campana,el sonido era idéntico. Los ojos se lellenaron de lágrimas, el corazón lerebosaba de felicidad; tenía el almallena de gratitud. El joven se arrodi-lló, miró hacia el campanario

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—hacia el cielo— y susurró en unaoración de agradecimiento: “GraciasDios, porque estoy en casa”.

Como el tañido de una familiarcampana será la verdad delEvangelio de Jesucristo para el almaque lo busca diligentemente.Muchos de ustedes han realizado unlargo viaje en busca de aquello queles suena familiar. La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días les extiende una seria peti-ción: abran sus puertas a losmisioneros; abran sus mentes a lapalabra de Dios; abran el corazón —aun el alma misma— al sonido de lavoz suave y apacible que testifica dela verdad. Tal y como prometió elprofeta Isaías: “Tus oídos oirán...palabra que diga: Éste es el camino,andad por él”13. Entonces, al igualque el muchacho del que hehablado, también ustedes se arrodi-llarán para decirle a nuestro Dios:“Estoy en casa”.

Que ésa sea la bendición detodos, lo ruego en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Robertson, Leroy J., Hymns of The

Church of Jesus Christ of Latter-day Saints,Nº 64.

2. Deseret News Weekly, 20 de mayo de1863, pág. 369.

3. 1 Corintios 3:16.4. Richard Carelli, “High Court Kills

Limits on TV Sex,” The Salt Lake Tribune,pág. A1, 23 de mayo de 2000.

5. Daniel Rubin, “Global EconomyErodes Ban on Sunday Shopping,” TheSalt Lake Tribune, pág. A1, 23 de mayo de2000.

6. Eclesiastés 5:10.7. James D. Richardson, A Compilation

of the Messages and Papers of the Presidents,10 tomos, 1897, 5:3366.

8. En Conference Report, octubre de1962, pág. 72.

9. Jacob 3:1.10. Doctrina y Convenios 88:118.11. “On Light and Worth: Lessons

from Medicine”, discurso de apertura,Vassar College, 29 de mayo de 1994, pág.10, colecciones especiales.

12. Conference Report, octubre de1947, pág. 120.

13. Isaías 30:21.

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Este grandioso añomilenarioPresidente Gordon B. Hinckley

“Esta obra posee una vitalidad que jamás se había manifestado a tal grado”.

Mis hermanos y hermanas,¡qué gran inspiración son!Al mirar los rostros de

esta vasta congregación y darmecuenta de que hay muchos más con-gregados alrededor del mundo, meacoge un inmenso sentimiento deamor por cada uno de ustedes. ¡Quémaravillosos son! Ruego que elSanto Espíritu me guíe al dirigirme austedes.

Antes de entrar en el edificioesta mañana sellamos la piedra derevestimiento de la piedra angularde la estructura, de esta magnífica ynueva estructura.

Preservamos el simbolismo de lapiedra angular como recordatoriodel Hijo de Dios sobre Cuya vida ymisión se estableció esta Iglesia. Él,y sólo Él, es la Piedra Angular. SobreÉl está edificado un fuerte funda-mento de apóstoles y profetas, y

encima de esto “todo el edificio,bien coordinado”, para formar LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días (Efesios 2:21).

Tal como le recordé al grupoesta mañana en el lugar de la pie-dra angular, rogamos que este sím-bolo sea reconocido como unarepresentación del Redentor delmundo, el Hijo de Dios, el SeñorJesucristo, Cuyo nombre lleva estaIglesia.

Estoy tan agradecido de que esteedificio esté ya terminado. Lo ocu-pamos para nuestra conferencia deabril y en otra ocasión en juniopasado. Aún no estaba terminado;ahora se ha declarado terminado ycuenta con un permiso permanentede ocupación.

Este año milenario del 2000 hasido un año extraordinario para laIglesia. Hemos progresado en todoslos aspectos por todo el mundo.Hemos excedido los once millonesde miembros. ¡Qué hecho tan signi-ficativo!

Yo estaba aquí en 1947, cuandola Iglesia celebró el centenario de lallegada de los pioneros. En esetiempo, se dedicó el monumentoÉste es el Lugar. Se llevó a cabo unamagnífica celebración en elTabernáculo que representaba lamisión mundial de la Iglesia. Eltema particular de todo ello fue queel número de miembros de la Iglesiallegaba ya a un millón. Cerca de lamitad vivían en Utah; actualmente,sólo el 15 por ciento vive en estelugar, y sin embargo, tenemos más

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miembros que viven aquí comojamás habíamos tenido. El pensarque hoy tenemos once millones demiembros es algo tremendo y mara-villoso, que lleva consigo la promesadel futuro.

Nos hemos extendido por todo elmundo, dondequiera se nos permitair. Hemos enseñado el Evangeliosegún se ha revelado en ésta, la dis-pensación del cumplimento de lostiempos. Actualmente vamos aregiones de las que nunca se habíaoído en 1947. Nuestra obra misionalse ha extendido de manera mila-grosa.

Creo que he visitado la mayoríade los lugares donde está organizadala Iglesia. He encontrado personasmaravillosas en todas partes; sonSantos de los Últimos Días en elverdadero sentido de la palabra quese esfuerzan por vivir los manda-mientos.

Al reunirme con ellos y hablarcon ellos, he aprendido el verdaderosignificado de las palabras de Pablo:

“Y de una sangre [Dios] hahecho todo el linaje de los hombres,para que habiten sobre toda la fazde la tierra; y le ha prefijado elorden de los tiempos, y los límites desu habitación;

“para que busquen a Dios, si enalguna manera, palpando, puedanhallarle, aunque ciertamente no estálejos de cada uno de nosotros.

“Porque en él vivimos, y nosmovemos, y somos... Porque linajesuyo somos” (Hechos 17:26–28).

Nos hemos convertido en unagran sociedad cosmopolita, unavasta familia de hermanos y herma-nas en el Señor. En el movimientode este grupo numeroso de hombresy mujeres, niños y niñas, todos ellossantos del Altísimo, cantamos almarchar adelante:

Mis ojos ya perciben la gran gloriadel Señor,

cuando El esté venciendo la maldady el error.

Ya desnuda Su espada cual un rayode furor;

Avanza Su verdad (Himno de batalla de la

República, Himnos, Nº 28.)

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Un visitante examina el busto de uno de los presidentes de la Iglesia enuna exposición en el nivel de la galería del Centro de Conferencias.

Esta obra posee una vitalidad quejamás se había manifestado a talgrado.

En el campo de la educaciónhemos establecido el programa deseminario e instituto por doquier haido la Iglesia. Está teniendo unefecto positivo en la vida de los estu-diantes de todo el mundo. En losinstitutos, los jóvenes de edad uni-versitaria disfrutan de buenas amis-tades, aprenden, tienen experienciassociales e incluso encuentran espo-sos y esposas dentro de la fe.

En los últimos meses se anuncióque el Colegio Ricks, una gran insti-tución educativa pionera, que hastala fecha proporcionaba licenciaturasde dos años, se expandirá para pro-porcionar cuatro años de educacióny llevará el nombre de UniversidadBrigham Young—Idaho. Esto de nin-guna manera menosprecia el nombredel hombre ilustre que la fundó. Estepaso aumentará las oportunidadeseducacionales para muchos jóvenes yjovencitas; una escuela que ha sidoexcelente pasará a ser extraordinaria.La Iglesia se ha propuesto extender laoportunidad de obtener una educa-ción secular dentro del ambiente deuna escuela de la Iglesia donde seenseña la fe en el Dios viviente y enSu divino Hijo, nuestro Señor.

Otro asunto de resultados extraor-dinarios, destacado en este año mile-nario, es la edificación de templos; hasido un milagro. El domingo pasadodedicamos en Boston, Massachusetts,el templo en funcionamiento número100 de la Iglesia.

Formé parte de la PrimeraPresidencia en julio de 1981 comoconsejero del presidente Kimball.Desde ese entonces, se han dedi-cado 81 de esos 100 templos; en esetiempo sólo 19 estaban en funciona-miento.

Cincuenta y tres templos nuevos,más de la mitad de los cien queactualmente están en funciona-miento, se han dedicado desde quefui ordenado Presidente de la Iglesiahace cinco años. Menciono estosólo para recordarles el paso acele-rado de esta espectacular expansión.

Cuando anuncié en la conferen-cia que esperaba que viéramos la

dedicación del templo número cienantes de fines del año 2000, me pre-gunté si sería posible. No puedoagradecer lo suficiente a los muchoshombres y mujeres que han traba-jado tan larga y arduamente parallevar a cabo este milagro. Algunosde estos templos nuevos son máspequeños, pero todas las ordenanzasque se pueden efectuar en el Templode Salt Lake, el más grande de laIglesia, se pueden efectuar en esostemplos más pequeños. Éstos sededican exclusivamente a la obra delas ordenanzas; son hermosasestructuras, bien construidas entodo respecto. Y han hecho posibleque la jornada a la casa del Señorsea más fácil para miles y miles depersonas.

Seguiremos construyéndolos;dedicaremos tres más antes de fina-les del año. Continuaremos edifi-cando en el futuro, tal vez no a lamisma escala que lo hemos hechodurante el año pasado, pero se ten-drá una construcción constante deesas casas sagradas con el fin de aco-modar las necesidades de la gente.

Cuán profundamente agradeci-dos están nuestros miembros. Tengola esperanza y creo que el Señor está

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complacido. Y hoy, como otro importante

logro de este año milenario, dedica-mos este gran Centro deConferencias. Es un edificio singulary extraordinario. Cuando por pri-mera vez se planificó, no estábamospreocupados por construir el recintomás grande de adoración de cual-quier parte; estábamos preocupadospor un plan que tuviera en cuentalas necesidades de nuestros miem-bros.

El Tabernáculo, que nos ha ser-vido tan bien por más de un siglo,simplemente ya no era un lugar efi-ciente para nuestras necesidades.

Fue algo grandioso y serioemprender la construcción de esteedificio. Naturalmente, éramosconscientes de todos los medioselectrónicos que existían para llevarel mensaje hablado desde este púl-pito a los lugares más distantes. Sinembargo, también nos dábamoscuenta del deseo que tenían tantas ytantas personas de encontrarse sen-tadas en el mismo recinto que el dis-cursante, tal como ocurrió estamañana. Como dije al anunciar ladecisión de proceder con los planes:“La construcción de esta estructura

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ha sido una obra temeraria. Noshemos preocupado por ella. Hemosorado por ella. Hemos escuchado lossusurros del Espíritu con respecto aella. Y sólo cuando percibimos lavoz confirmante del Señor resolvi-mos dar el paso adelante” (Mi testi-monio a todo el mundo”, Liahona,julio de 2000, pág. 4).

El anuncio de nuestra decisión sehizo en la conferencia general deabril de 1996. En esa ocasión dije:

“Lamento mucho que hayamuchas personas que quisieron reu-nirse aquí esta mañana con noso-tros, en este Tabernáculo, y que nopudieron entrar por falta de lugar.Muchas de esas personas se encuen-tran fuera de este edificio...

“Me duele el alma pensar enaquellas personas que quierenentrar pero, por falta de espacio, nopudieron. Hace aproximadamenteun año, les sugerí a las demásAutoridades Generales que tal vezhaya llegado el momento de investi-gar la viabilidad de construir otracasa dedicada de adoración, unamucho más grande que ésta, endonde cabrían de tres a cuatro vecesmás el número de personas quecaben en este edificio.” (Esta res-plandeciente mañana de la Pascuade Resurrección, Liahona, julio de1996, pág. 70).

Poco más de un año después, sedio la palada inicial. Esto ocurrió el24 de julio de 1997, el 150 aniversa-rio de la llegada de nuestros antepa-sados a este valle.

Durante la conclusión de la cere-monia de la palada inicial, el presi-dente Packer ofreció la últimaoración. En ella, rogó que el Señorme preservara la vida a fin de estarpresente en la dedicación del nuevoedificio. Estoy agradecido por la evi-dente respuesta a esa súplica.

Hoy la dedicaremos como unacasa en la cual adorar a Dios elPadre Eterno y a Su Hijo Unigénito,el Señor Jesucristo. Esperamos yoramos que continúen saliendo almundo desde este púlpito declara-ciones de testimonio y de doctrina,de fe en el Dios viviente, y de grati-tud por el gran sacrificio expiatoriode nuestro Redentor.

La dedicaremos también comouna casa en la que se presentenactuaciones artísticas de maneradecorosa.

Aquí, este glorioso Coro delTabernáculo entonará himnos dealabanza; aquí actuarán otros gruposmusicales para el entretenimientode numerosas personas; aquí se pre-sentarán espectáculos que represen-ten de manera bella y artística elrelato de este movimiento religiosoasí como muchas otras cosas.

Este edificio se ha construido conlos más finos materiales por los arte-sanos más diestros. Nos sentimos endeuda para con todos los que hancontribuido para hacer de éste uncentro magnífico para las conferen-cias de la Iglesia y otros propósitos.

Tenemos previsto que recibire-mos solicitudes de otros grupos parael uso de este recinto. Lo pondre-mos a la disposición bajo normasque asegurarán que su uso esté enarmonía con los propósitos para loscuales se dedicará hoy.

No es como un museo, aunque laarquitectura es exquisita; es unlugar que se utilizará en honor alTodopoderoso y para el cumpli-miento de Sus propósitos eternos.

Estoy tan agradecido de tenerlo;estoy muy agradecido de que estéterminado. Todavía se tiene que afi-nar el órgano, tarea que continuarápor algún tiempo. Les recomiendoque lean los excelentes artículossobre este edificio y el órgano queaparecen en el ejemplar de la revistaEnsign del mes de octubre.

Al contemplar esta maravillosaestructura, adyacente al templo,acuden a mi mente las palabras pro-féticas de Isaías:

“Acontecerá en lo postrero de lostiempos, que será confirmado elmonte de la casa de Jehová comocabeza de los montes, y será exal-tado sobre los collados, y correrán aél todas las naciones.

“Y vendrán muchos pueblos, ydirán: Venid, y subamos al monte deJehová, a la casa del Dios de Jacob;y nos enseñará sus caminos, y cami-naremos por sus sendas. Porque deSion saldrá la ley, y de Jerusalén lapalabra de Jehová.

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“Venid, oh casa de Jacob, y cami-naremos a la luz de Jehová” (Isaías2:2–3, 5).

Creo que esa profecía se aplica alhistórico y maravilloso Templo deSalt Lake; pero creo que también serelaciona a este magnífico recinto,ya que desde este púlpito la ley deDios saldrá adelante, junto con lapalabra y el testimonio del Señor.

Ruego que Dios nos bendigacomo pueblo. En este grandioso añomilenario hemos encontrado unnuevo ritmo de progreso. Que siga-mos los pasos del gran Jehová, elDios de Abraham, Isaac y Jacob.Que andemos en la luz de Aquelque fue el Mesías del mundo, el Hijode Dios, que dijo de Sí mismo: “Yosoy el camino, y la verdad, y la vida;nadie viene al Padre, sino por mí”(Juan 14:6), es mi humilde oración,en el nombre de Jesucristo. Amén.

INSTRUCCIONES SOBRE LAEXCLAMACIÓN DE HOSANNA

Ahora, mis hermanos y herma-nas, en un momento ofreceré la ora-ción dedicatoria en la cual todosustedes están invitados a participar.Inmediatamente a la conclusión dela oración dedicatoria, invitamos acada uno de ustedes que desee parti-cipar que se ponga de pie y se una anosotros en la Exclamación deHosanna. Este sagrado saludo alPadre y al Hijo se da en la dedica-ción de cada uno de los templos;también se ha dado en algunas oca-siones de importancia histórica,como cuando se puso la piedra decoronamiento en el Templo de SaltLake, y la celebración del centenariode la Iglesia en la conferencia gene-ral de 1930. Consideramos que esapropiado hacer la Exclamación enesta ocasión, al dedicar este gran-dioso edificio, tarea como la cualquizás jamás volvamos a emprender.En cualquier mención que losmedios de comunicación hagan alrespecto se deberá reconocer quepara nosotros esto es algo muysagrado y personal. Suplicamos quese trate con deferencia y respeto.

Demostraré ahora la Exclamación.Cada persona toma un pañueloblanco limpio, sosteniéndolo por una

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de las esquinas, y lo agita mientrasque repiten todos al unísono:“Hosanna, Hosanna, Hosanna, aDios y al Cordero”, repitiéndolo tresveces, seguido de “Amén, Amén yAmén”.

Repito que los que deseen parti-cipar están invitados a ponerse depie y dar la Exclamación inmedia-tamente después de la oracióndedicatoria. Los que deseen perma-necer sentados están en libertad dehacerlo. Si no tienen un pañueloblanco simplemente pueden agitarla mano. Los que estén en otroslugares pueden unirse a dar laExclamación si sus circunstanciasse los permite.

A la conclusión de la Ex-clamación, el Coro del Tabernáculo,sin que se anuncie, entonará elHimno de Hosanna, que fue escritopor Evan Stephens para la dedica-ción del Templo de Salt Lake en1893. Cuando el director lo indique,la congregación se unirá para cantar“El Espíritu de Dios”, que fue escritopor W. W. Phelps y se cantó por pri-mera vez en la dedicación delTemplo de Kirtland en 1836.

Autoridades Generales, presidenciasgeneral agitan sus pañuelos blancosExclamación de Hosanna en la dedic

La última oración la ofrecerá des-pués el élder W. Don Ladd, de losSetenta, y la conferencia se aplazaráhasta las dos en punto de la tarde.

Ahora, mis amados hermanos yhermanas, si todos inclinan lacabeza y cierran los ojos, nos unire-mos en una oración de dedicación.

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de las organizaciones auxiliares, miem junto con el presidente Gordon B. Hincación del Centro de Conferencias.

el Edificio de Administración y elEdificio Conmemorativo José Smith.También cerca de aquí están la Casadel León y la Casa de la Colmena,ambas de naturaleza histórica. En laotra dirección se encuentran elMuseo de Historia y Arte de laIglesia y la Biblioteca de HistoriaFamiliar.

Desde esta magnífica y nuevaestructura se dominan todos ellos ycomplementan su variedad, utilidady belleza. Juntos, se convierten en untestimonio de la fortaleza y vitalidadde Tu obra, la sede de Tu Iglesia y lafuente de la cual emana la verdadpara llenar la tierra.

Te damos gracias por los muchosdedicados y sumamente diestroshombres y mujeres que han traba-jado larga y arduamente para llevara cabo su terminación. Que puedantener un sentimiento de orgullo porlo que han logrado.

Al encontrarnos reunidos en estagran conferencia general de TuIglesia, con la transmisión de estosservicios a los pueblos de la tierra,inclinamos nuestra cabeza en reve-rencia ante Ti.

ORACIÓN DEDICATORIA Oh Dios, nuestro Padre Eterno,

con corazones agradecidos acudimosa Ti en oración en este día históricode reposo al dedicar este magníficoCentro de Conferencias.

Se ha erigido para Tu honor y Tugloria. Es una más en un complejo degrandiosas estructuras que se hadedicado para el logro de Tus propó-sitos y el avance de Tu obra. Está cer-cana al sagrado Templo en cuyaconstrucción laboraron nuestrosantepasados durante más de 40 años.El frente da hacia el históricoTabernáculo que ha servido tan biena Tu pueblo por más de un siglo. Muycerca está el Salón de Asambleas,cuyos usos son muchos y variados.

No muy lejos de aquí están elEdificio de las Oficinas de la Iglesia,

bros del coro y miembros en kley (en el púlpito), durante la

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Actuando en virtud de la autori-dad del santo sacerdocio que pro-viene de Ti, y en el nombre de TuHijo Unigénito, el Señor Jesucristo,dedicamos y consagramos éste, elCentro de Conferencias de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días. Lo dedicamos aTi, nuestro Padre y nuestro Dios, y aTu Amado Hijo, nuestro Redentor,cuyo nombre lleva Tu Iglesia.

Lo dedicamos como un lugar dereunión para Tu pueblo, donde sepodrán congregar para escuchar lapalabra del Señor que provenga deTus siervos, quienes actúan comoprofetas, videntes y reveladores ycomo testigos al mundo de la reali-dad viviente del Señor Jesucristo,cuyo nombre es el único nombredado entre los hombres por mediodel cual pueden ser salvos.

Lo dedicamos desde los cimientossobre los cuales descansa hasta lacima de su torre. Dedicamos estemagnífico recinto, único en sudiseño y tamaño, construido paraalojar a los miles que a través de losaños se reunirán aquí para adorartey ser entretenidos de una manerasana y maravillosa.

Que desde este púlpito Tu nom-bre se hable con reverencia y amor.Que el nombre de Tu Hijo constan-temente se recuerde en actitud desantidad. Que el testimonio de Tudivina obra salga de aquí de maneravibrante a todo el mundo. Que seproclame la rectitud y se rechace lamaldad. Que las palabras de fe sehablen con audacia y convicción.Que las proclamaciones y las decla-raciones de doctrina salgan confuerza a las naciones.

Aunque la tierra tiemble, rogamosque este magnífico edificio perma-nezca firme y seguro bajo Tu cuidadoprotector. Que ninguna voz impía selevante jamás en este recinto paradegradarte a Ti, a Tu Hijo, a TuIglesia restaurada o a sus profetas ylíderes que han presidido a través delos años. Protégelo de las tormentasde la naturaleza y de la mano profa-nadora del vándalo y del destructor.Presérvalo del conflicto y de los actosde terrorismo. Que todas las personasque pasen por este edificio,

cualquiera sea su inclinación reli-giosa, tengan a bien mirar estaestructura con respeto y admiración.

Que este excelente recinto seaun lugar de entretenimiento deco-roso, un hogar para aquellas artesque son edificantes y que amplían lacultura de la gente. Que jamás sepresente aquí nada que carezca dedignidad y que no represente labelleza que es propia de Tu natura-leza divina.

Dedicamos el gran órgano, losbellos pasillos y otras habitaciones, ellugar de estacionamiento y todas lasdemás características e instalacionesque tengan que ver con esta estruc-tura. Que sea algo bello para el quela admire, tanto por dentro como porfuera. Que sea una casa de muchosusos, una casa de cultura, una casade arte, una casa de adoración, unacasa de fe, una casa de Dios.

Que dé expresión a la declaraciónde Tu pueblo de que “si hay algo vir-tuoso, o bello, o de buena reputa-ción, o digno de alabanza, a estoaspiramos” (Artículos de Fe 1:13).

Ahora, Padre, al dedicar esteCentro de Conferencias, tambiéndedicamos el teatro adyacente; esuna bella estructura, diseñada paraservir como lugar de reuniones,como un hogar para el desempeñode las artes, y para una variedad deusos, todos ellos decorosos y creadospara cultivar lo bello y ennoblece-dor. Protégelo y bendícelo al igualque hemos rogado para el Centro deConferencias.

Del mismo modo, en este díadedicamos las instalaciones de esta-cionamiento construidas debajo dela calle principal y todas las mejorasrealizadas en el área inmediata-mente al frente de la casa del Señor,el templo de nuestro Dios.

Que esta área se considere unlugar de paz, un oasis en medio delbullicio de esta ciudad. Que sea unlugar donde los afligidos se puedansentar y contemplar las cosas deDios y las bellezas de la naturaleza.Está adornado con árboles y arbus-tos, flores y agua, todos ellos combi-nados para crear una isla detranquila belleza en medio de estagran comunidad floreciente. Que el

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deseo de los miembros de Tu Iglesiade mejorar y embellecer esta áreasea reconocida por todos los quepasen por aquí.

Rogamos que las expresionesfavorables aumenten y sigan cre-ciendo hasta que se logre una acep-tación y aprecio general por lo quese ha realizado. Invocamos Tus ben-diciones sobre esta comunidad y esteestado. Ésta es la región a la que Tupueblo vino en busca de asilo de laopresión que habían experimentado.Ahora se ha convertido en una gransociedad cosmopolita en la que sehan congregado las personas detodas partes de la nación y delmundo entero. Que todos los queviven aquí y los que vengan a estelugar reconozcan un ambientecomunitario que es singular y atrac-tivo. Que los que pertenecemos a TuIglesia seamos hospitalarios y corte-ses. Que mantengamos las normas yprácticas por las que se nos distinguey concedamos a otros el privilegio deadorar “cómo, dónde o lo quedeseen” (Artículos de Fe 1:11).

Bendícenos para que seamos bue-nos vecinos y ayudemos a todos.Que levantemos las manos caídas yfortalezcamos las rodillas débiles delos afligidos. Que vivamos todosjuntos en paz, aprecio y respeto losunos por los otros.

Dios Todopoderoso, cuán agrade-cidos estamos por Tus maravillosasbendiciones. Acepta nuestra grati-tud. Guarda Tus antiguas promesasen cuanto a aquellos que contribu-yen sus diezmos y ofrendas, las cua-les han hecho todo esto posible.Abre las ventanas de los cielos ydestila bendiciones sobre ellos.

Te amamos a Ti y a Tu Hijodivino. Deseamos hacer Tu volun-tad. Alabamos Tu santo nombre.Elevamos nuestras voces en himnosde adoración. Testificamos de Ti yde nuestro Redentor, Tu Hijoincomparable. Majestuoso es Tusendero, glorioso el tapiz de Tueterno plan para todos los queandan en obediencia ante Ti.

Sonríe complacido sobre noso-tros, lo rogamos en el sagrado nom-bre de nuestro Señor Jesucristo.Amén. �

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“Sois templo de Dios”Presidente Boyd K. PackerPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

“El cuerpo de ustedes... es el instrumento de su mente y el cimiento de sucarácter”.

Sesión del domingo por la tarde8 de octubre de 2000

Respondo a la impresión quepor largo tiempo he tenidode hablar a los jóvenes de la

Iglesia, los cuales enfrentan desafíospara nosotros desconocidos en nues-tra juventud.

El presidente J. Reuben Clarkdescribió a nuestros jóvenes como“hambrientos de las cosas del espí-ritu, ávidos por aprender elEvangelio y con deseos de oírlo sim-ple y llanamente.

“Quieren saber de... nuestras cre-encias; quieren ganar un testimoniode la verdad, y ahora no son escépti-cos, sino inquisitivos, buscadores dela verdad...

“No tienen que esconderse detrásde esta juventud espiritualmenteexperimentada y susurrarles religiónal oído; pueden plantarse delante de ellos, cara a cara y hablarles... pueden mostrarles esas verdades

abiertamente. Los jóvenes pueden sermenos temerosos de la verdad queustedes. No hay necesidad de realizarun acercamiento gradual” (“TheCharted Course of the Church inEducation” citado por Boyd K. Packeren Teach Ye Diligently, 1991, págs.365, 373–374).

Estoy de acuerdo con el presi-dente Clark y voy a hablar clara-mente a los jóvenes de las cosas quehe aprendido y que sé que son ver-daderas.

A los 18 años me llamaron al ser-vicio militar. Como no había reci-bido mi bendición patriarcal, elobispo me recomendó al patriarcacercano a nuestra base aérea.

El patriarca J. Roland Sandstrom,de la Estaca Santa Ana, California,me dio mi bendición. En ella se medecía lo siguiente: “Tomaste libre-mente la decisión de acatar las leyesdel progreso eterno expuestas pornuestro hermano mayor, el SeñorJesucristo. Se te ha concedido uncuerpo físico con el que puedasexperimentar la vida terrenal... uncuerpo de proporciones y de formafísicas tales que permitan a tu espí-ritu cumplir su función a través deél sin trabas de impedimentos físi-cos... Aprecia esto como un granlegado” (Bendición patriarcal deBoyd K. Packer, 15 de enero de1944, pág. 1).

Esto fue un gran consuelo paramí, pues debido a que de pequeñohabía tenido la poliomielitis, nopude tomar parte en los deportes yme quedaba con un sentimiento de

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inferioridad cuando me comparabacon mis amigos.

Mi bendición patriarcal me acon-sejaba: “Guarda y protege [tucuerpo], no introduzcas en él nadaque pueda dañar tus órganos porquees sagrado. Es el instrumento de tumente y el cimiento de tu carácter”(Bendición patriarcal de Boyd K.Packer, 15 de enero de 1944, pág. 1).

En la Palabra de Sabiduría descu-brí un principio con promesa. Elprincipio es: Cuida tu cuerpo; evitalas sustancias adictivas como el té,el café, el tabaco, el licor y las dro-gas perjudiciales (véase D. y C.89:3–9). Tales sustancias no hacenmás que aliviar los apetitos que ellasmismas ocasionaron.

La promesa es: Los que obedez-can recibirán una mejor salud(véase D. y C. 89:18) y “grandestesoros de conocimiento, sí, tesorosescondidos” (D. y C. 89:19).

El profeta José Smith dijo:“Vinimos a este mundo con objetode obtener un cuerpo y poder pre-sentarlo puro ante Dios en el reinocelestial. El gran plan de la felicidadconsiste en tener un cuerpo. El dia-blo no tiene cuerpo, y en eso con-siste su castigo. Se deleita cuandopuede obtener el cuerpo de un hom-bre... Todos los seres que tienencuerpos, tienen dominio sobre losque no los tienen” (Enseñanzas delProfeta José Smith, pág. 217).

Aun las severas pruebas de saludo un cuerpo discapacitado puedenrefinar el alma para el glorioso díade la restauración y curación que decierto vendrá.

El cuerpo de ustedes realmente esel instrumento de su mente y elcimiento de su carácter.

El presidente Harold B. Leeenseñó sobre el efecto simbólico yreal de cómo vestimos el cuerpo. Siustedes están arreglados y vistencon modestia, invitan a la compañíadel Espíritu de nuestro PadreCelestial y ejercen una influenciasana sobre quienes están a su alre-dedor. Pero el ser descuidado y des-preocupado en la apariencia lesexpone a influencias degradantes(véase Teachings of Harold B. Lee, ed.Clyde J. Williams, 1996), pág. 220.

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Eviten la ropa inmodesta. Tenganuna apariencia que indique al Señorque ustedes saben lo valioso que esel cuerpo de ustedes.

El presidente Hinckley les haadvertido que no decoren su cuerpocon dibujos ni símbolos que nunca sepodrán quitar, ni que se perforen elcuerpo con sortijas o joyas según lasmodas del mundo (Véase “Madre, tumás grande desafío”, Liahona,, enero2001).

Ustedes no pintarían un templocon dibujos o símbolos obscuros, nicon graffiti ni con sus iniciales. Nolo hagan, pues, con su cuerpo.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpoes templo del Espíritu Santo, el cualestá en vosotros, el cual tenéis deDios, y que no sois vuestros?

“Porque habéis sido compradospor precio; glorificad, pues, a Diosen vuestro cuerpo y en vuestroespíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19–20).

“¿No sabéis que sois templo deDios, y que el Espíritu de Dios moraen vosotros?

“Si alguno destruyere el templode Dios, Dios le destruirá a él; por-que el templo de Dios, el cual sois

vosotros, santo es” (1 Corintios3:16–17).

En su cuerpo reside el poderdivino de crear vida. Los jóvenescrecen hasta ser hombres que pue-den llegar a convertirse en padres;las jovencitas crecen hasta ser muje-res que pueden llegar a convertirseen madres. Los sentimientos natura-les y buenos atraen mutuamente alhombre y a la mujer.

“Todos los seres humanos, hom-bres y mujeres, son creados a la ima-gen de Dios. Cada uno es un amadohijo o hija espiritual de padres celes-tiales y, como tal, cada uno tieneuna naturaleza y un destino divinos.El ser hombre o mujer es una carac-terística esencial de la identidad y elpropósito eternos de los seres huma-nos en la vida premortal, mortal yeterna” (“La familia: Una proclama-ción para el mundo”, Liahona, octu-bre de 1998, pág. 24).

“El matrimonio entre el hombre yla mujer es ordenado por Dios y... lafamilia es la parte central del plandel Creador para el destino eternode sus hijos” (“La familia: Una pro-clamación para el mundo” , Liahona,octubre de 1998, pág. 24).

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Deben atraerse el uno al otro yluego casarse. Entonces, y sólo enton-ces, podrán responder dignamente alfuerte, bueno y constante deseo deexpresar ese amor mediante el que loshijos bendecirán su vida. Por man-dato de Dios nuestro Padre, esto sólodebe ocurrir entre esposo y esposa —hombre y mujer— comprometidosmutuamente en el convenio delmatrimonio (véase 1 Corintios 7:2;D. y C. 42:22). El hacer lo contrarioestá prohibido y les traerá pesar.

En las revelaciones se dan losmandamientos más estrictos quehablan de controlar esos deseos natu-rales (véase Enseñanzas del profeta JoséSmith, págs. 216–217; Gálatas 5:19;Efesios 5:5; Mormón 9:28).

Jóvenes y jovencitas, mantén-ganse dignos. Alé jense de losambientes, la música, las películas,los videos, los clubes y las amistadesque los arrastran a un comporta-miento inmoral (véase 1 Corintios6:9; 1 Tesalonicenses 5:22; 2 Timoteo2:22; D. y C. 9:13).

Ahora debo hablar de otro peligro,casi desconocido en mi juventud,pero que ahora está en todas partes.

Los deseos y las atracciones nor-males surgen en los años de la ado-lescencia y existe la tentación deexperimentar con el sagrado poderde procreación. Esos deseos se pue-den intensificar y hasta pervertir pormedio de la pornografía, la músicainapropiada o el aliento de las malascompañías. Lo que en un principiono habría sido más que una fasepasajera en el establecimiento de laidentidad sexual, puede llegar aquedarse implantada y dejarles con-fusos o incluso perturbados.

Si ustedes lo consienten, eladversario puede tomar el controlde sus pensamientos y conducirlesmuy sutilmente hacia un hábito ouna adicción y convencerles de queun comportamiento inmoral y anti-natural es una parte innata de sunaturaleza.

Algunos pocos parecen sentir latentación que parece casi abruma-dora de que un hombre se sientaatraído hacia otro hombre o unamujer hacia una mujer. LasEscrituras condenan claramente a

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los que “deshonraron entre sí suspropios cuerpos...

“Cometiendo hechos vergonzososhombres con hombres” (Romanos1:24, 27), “[o] mujeres [que] cam-biaron el uso natural por el que escontra naturaleza” (Romanos 1:26).

Las puertas de la libertad, juntocon el bien y el mal que hay trasellas, se abren o se cierran con lapalabra elección. Ustedes son librespara escoger un camino que puedaconducirles a la desesperación, a laenfermedad o incluso a la muerte(véase 2 Nefi 2:26–27).

Si escogen ese camino, la fuentede la vida puede que se seque; noexperimentarán la combinación deamor y lucha, dolor y placer, decep-ción y sacrificio, ese amor que, com-binados con el ser padres, exalta aun hombre y a una mujer y les con-duce a esa plenitud de gozo de laque se habla en las Escrituras (véase2 Nefi 2:25; 9:18; D. y C. 11:13;42:61; 101:36).

No hagan experimentos, no per-mitan que persona de sexo algunotoque el cuerpo de ustedes para des-pertar pasiones que se pueden ir másallá de su control. Todo comienzacon una curiosidad inocente, luegoSatanás influye en sus pensamientos yse convierte en un modelo, un hábitoque puede hacerles prisioneros de la

Hermanos del sacerdocio a la salida

adicción que ocasionará tristeza ydecepción a quienes les aman (véaseJuan 8:34; 2 Pedro 2:12–14, 18–19).

Se presiona a los legisladores paraque legalicen la conducta antinatu-ral, pero no podrán convertir enbueno aquello que se prohíbe en lasleyes de Dios (véase Levítico 18:22;1 Corintios 6:9; 1 Timoteo 1:9–10).

A veces se nos pregunta por quéno reconocemos esta conductacomo un estilo de vida diferente yaceptable. No podemos hacerlo.Nosotros no hicimos las leyes; éstasproceden de los cielos “antes de lafundación del mundo” (D. y C.132:5; 124:41; véase también Alma22:13). Tan sólo somos siervos.

Al igual que los profetas de laantigüedad, hemos sido “consagradossacerdotes y maestros de este pue-blo... [responsables de magnificar]nuestro oficio ante el Señor,tomando sobre nosotros la responsa-bilidad, trayendo sobre nuestra pro-pia cabeza los pecados del pueblo sino le enseñábamos la palabra de Dioscon toda diligencia” (Jacob 1:18–19).

Entendemos por qué algunossienten que les rechazamos, mas no es cierto. No les rechazamos austedes, sólo al comportamientoinmoral. No podemos rechazarles,pues ustedes son hijos e hijas deDios. No les rechazaremos, porque

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de la sesión del sacerdocio.

les amamos (véase Hebreos 12:6–9;Romanos 3:19; Helamán 15:3; D. y C. 95:1).

Puede que sientan que no lesamamos; tampoco esto es cierto.Los padres saben, como ustedessabrán algún día, que hay ocasionesen las que los padres y nosotros loque dirigimos la Iglesia debemosextender un amor firme, ya que alno enseñar, amonestar ni discipli-nar se destruye.

Nosotros no hicimos las reglas;fueron reveladas en forma de man-damientos. Nosotros no originamosni evitamos las consecuencias de sudesobediencia a las leyes morales(véase D. y C. 101:78). A pesar dela crítica y de la oposición, debemosenseñar y debemos amonestar.

Cuando cualquier deseo indignoacuda a sus mentes, combátanlo,resístanlo, contrólenlo (véaseSantiago 4:6–8; 2 Nefi 9:39; Mosíah3:19). El apóstol Pablo enseñó: “Noos ha sobrevenido ninguna tenta-ción que no sea humana; pero fiel esDios, que no os dejará ser tentadosmás de lo que podéis resistir, sinoque dará también juntamente con latentación la salida, para que podáissoportar” (1 Corintios 10:13; véasetambién D. y C. 62:1).

Ésta puede ser una lucha de laque no se vean libres en esta vida. Sino ceden a la tentación no tienenpor qué sentirse culpables. Puedenser extremadamente difíciles deresistir, pero es mejor eso que cedera ellas y traer así decepción y tris-teza a ustedes y a quienes les aman.

Algunos creen que Dios los creócon deseos antinaturales muy fuer-tes y que, por tanto, están atrapa-dos y no son responsables (véaseSantiago 1:13–15). Eso no escierto, no puede ser verdad. Y aun-que fueran a aceptarlo como cierto,deben recordar que Él puede curar-los y sanarlos (véase Alma 7:10–13;15:8).

¿Qué será de los que ya hancometido errores o se han perdidoen un estilo de vida inmoral? ¿Quéesperanza tienen? ¿Están expulsadosy perdidos para siempre?

Estos pecados no son imperdona-bles. No obstante lo indignas,

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Ahora es el momento Élder M. Russell BallardDel Quórum de los Doce Apóstoles

“Si nosotros no... estamos dispuestos a enseñar a los demás en cuanto ala restauración del Evangelio de Jesucristo por medio del profeta JoséSmith, ¿quién lo hará?”

antinaturales o inmorales que puedanser esas transgresiones, no son imper-donables (véase D. y C. 42:25).Cuando se abandonan y se arrepientede ellas por completo, puede surgir eldon purificador del perdón que noslibra de la carga de la culpa. Hay uncamino de regreso; largo, quizás; duro,por cierto; posible, ¡por supuesto!(véase Hechos 5:31; Efesios. 1:7;Mosíah 4:2; 26:29; D. y C. 1:31–32;58:42; 61:2).

No tienen, ni pueden, buscarsolos el camino de regreso a casa.Tienen un Redentor. El Señor alige-rará sus cargas si deciden arrepen-tirse, alejarse del pecado y nohacerlo más. Para eso se llevó a cabola expiación de Cristo.

“Venid luego, dice Jehová, y este-mos a cuenta: si vuestros pecadosfueren como la grana, como la nieveserán emblanquecidos; si fuerenrojos como el carmesí, vendrán a sercomo blanca lana” (Isaías 1:18).

La decisión es de ustedes; no seles expulsa para siempre. Repito, esastransgresiones no son imperdonables.

Uno puede pensar: “es demasiadotarde; mi vida es muy breve y estoycondenado para siempre”. No es así,porque “si esta vida solamente espe-ramos en Cristo, somos los más dig-nos de conmiseración de todos loshombres” (1 Corintios 15:19).

Del mismo modo que se puedelimpiar y curar el cuerpo físico, tam-bién el espíritu puede ser limpio porel poder de la Expiación. El Señor losalzará y llevará las cargas de ustedesdurante el sufrimiento y la lucha quehaga falta para que ustedes estén lim-pios. En eso consiste la expiación deJesucristo. Él ha dicho: “Yo, el Señor,no [recordaré] más [sus pecados]”(D. y C. 58:42; véase tambiénHebreos 8:12; 10:17; Alma 36:19).

Nuestra amada y valiosa juventud,permanezcan en el camino del Señor.Si tropiezan, levántense y sigan ade-lante. Si han perdido el camino, lesaguardaremos con los brazos abiertos.

Alabado sea Dios por el poderlimpiador, purificador y comprensivode la Expiación que llevó a cabo elSeñor Jesucristo, de quien doy testi-monio. En el nombre de Jesucristo.Amén. �

E

n marzo de 1839, desde ellóbrego calabozo que consti-tuía la Cárcel de Liberty, el

profeta José Smith aconsejó a laIglesia: “...todavía hay muchos en latierra, entre todas las sectas, parti-dos y denominaciones, que soncegados por la sutil astucia de loshombres... y no llegan a la verdadsólo porque no saben dóndehallarla” (D. y C. 123:12).

Años más tarde, a la edad de 15años, el sobrino del Profeta, JosephF. Smith, fue llamado a servir en unamisión en Hawai. Recordarán quesólo tenía 5 años cuando su padreHyrum sufrió el martirio. Su madre,Mary Fielding, falleció cuando éltenía sólo 13 años. Al llegar a la islade Maui, el joven Joseph cayó grave-mente enfermo, pero a pesar de ésta y otras adversidades, escribió al élder George A. Smith: “Estoylisto para dar mi testimonio... en

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cualquier momento, o en cualquierlugar, o en cualquier circunstanciaque se me ponga... Me alegra decirque estoy listo para pasar buenos ymalos momentos por esta causa enla que me he embarcado” (véaseEnseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Joseph F. Smith, pág. 80).

Hoy día nos debemos preguntar:¿Estamos listos y dispuestos a pasarbuenos y malos momentos por estacausa en la que estamos embarca-dos? ¿Reflejamos en nuestro rostroel gozo de vivir el Evangelio deCristo como verdaderos discípulosde Cristo? Si nosotros no entende-mos ni estamos dispuestos a enseñara los demás en cuanto a la restaura-ción del Evangelio de Jesucristo pormedio del profeta José Smith, ¿quiénlo hará? No podemos poner la cargade llevar el Evangelio a todo pueblosólo sobre los hombros de los misio-neros regulares. Las familias no sefortalecerán ni tampoco se fortale-cerán los testimonios individuales,no aumentarán los bautismos deconversos, ni los menos activosregresarán para recibir nuestra calu-rosa acogida hasta que nosotros,como miembros de la Iglesia, haga-mos un esfuerzo, en forma indivi-dual y colectiva, con dedicación yhechos, por edificar el reino de Dios.

Nuestro deber está en ayudar aotras personas, por medio del poderdel Espíritu, a conocer y a entender lasdoctrinas y los principios delEvangelio. Todos debemos llegar asentir que las doctrinas de laRestauración son verdaderas y degran valor. Y toda persona que acepte

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el mensaje debe empeñarse en vivir elEvangelio al hacer y guardar conve-nios sagrados y al participar en todaslas ordenanzas de salvación y exalta-ción. A menudo pensamos que laconversión se aplica sólo a los inves-tigadores, pero hay algunos miem-bros que no se han convertidototalmente y que todavía tienen queexperimentar el “gran cambio en sucorazón” que se describe en lasEscrituras (véase Alma 5:12).

Hermanos y hermanas, la conver-sión verdadera y completa es la clavepara acelerar la obra de la Iglesia.

Sabemos que hay más posibilida-des de que, tanto los miembroscomo los que no lo son, se convier-tan totalmente al Evangelio deJesucristo si están deseosos de expe-rimentar con sus palabras (véaseAlma 32:27). Ésta es una actitudtanto de la mente como del corazóny conlleva el deseo de saber la ver-dad y el estar dispuestos a actuar deacuerdo con tal deseo. En el caso delos que investigan la Iglesia, el expe-rimentar puede ser tan simple comoel aceptar leer el Libro de Mormón,orar al respecto y tratar de saber detodo corazón si José Smith fue elprofeta del Señor.

La verdadera conversión ocurrepor medio del poder del Espíritu.Cuando el Espíritu llega al corazón,el corazón cambia. Cuando las per-sonas, tanto los miembros como losinvestigadores, sienten la influenciadel Espíritu, o cuando ven eviden-cias del amor y la misericordia delSeñor en su vida, se edifican y forta-lecen espiritualmente y aumenta lafe que tienen en Él. Estas experien-cias con el Espíritu son el resultadonatural del que una persona tenga eldeseo de experimentar con la pala-bra. Así es cómo llegamos a sentirque el Evangelio es verdadero.

La evidencia más significativa denuestra conversión y de la forma enque nos sentimos con respecto alEvangelio en nuestras vidas es eldeseo que tengamos de compartirlocon los demás y de ayudar a losmisioneros a encontrar a alguien aquien enseñar. La probabilidad deque una conversión sea duraderaaumenta en forma considerable

cuando la persona que no es miem-bro tiene un amigo o un pariente queirradia el gozo de ser miembro de laIglesia. La influencia de los miembrosde la Iglesia es muy poderosa y creoque ésa es la razón por la que el pre-sidente Hinckley nos pidió que nosaseguráramos de que toda personatuviera un amigo (véase “Los conver-sos y los hombres jóvenes”, Liahona,julio de 1997, pág. 53).

Aquí tenemos entonces unaimportante clave para tener éxito enla aceleración de la obra del Señor.Como miembros activos de laIglesia, y en especial como líderesdel sacerdocio y de las organizacio-nes auxiliares, tenemos que hacermás para ayudar en el proceso deconversión, retención y activación.Sabemos que los miembros fielesdesean servir, pero a veces perdemosde vista los resultados esenciales quenuestra fe y nuestras obras debenproducir a fin de fortalecer el com-promiso que los hijos de nuestroPadre tienen hacia el Evangelio.

Obispos, ustedes son la clave.Ustedes proporcionan la visión einvitan al consejo de barrio a que leayuden a fortalecer la conversiónespiritual de los que investigan laIglesia y a la vez a todos los miem-bros. Alienten a los miembros delconsejo a pensar constantementesobre las cosas específicas que pue-den hacer para ayudarle a usted aayudar a los miembros del barrio y alos amigos de ellos que no seanmiembros, a conocer y a entendermejor el Evangelio. ¿Qué puedenhacer ellos para ayudarles a sentirque es verdad y para apoyarlos amedida que tratan de vivir los prin-cipios? Pregúntense ustedes mismos:¿Qué podemos hacer, en formaespecífica, como líderes del sacerdo-cio y de las organizaciones auxilia-res, para alentar a una familia o auna persona a experimentar con labuena palabra de Dios? ¿Qué puedehacer el consejo, como líderes ymaestros, para asegurarse de quecada persona que asiste a las reunio-nes de la Iglesia sienta el Espíritu yse fortalezca espiritualmente?

Apenas ahora estamos apren-diendo a centrarnos en los asuntos

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correctos en nuestras reuniones de consejo, pero con demasiada frecuencia, seguimos enfocandonuestra atención sólo en las genera-lidades. En una estaca donde estánteniendo gran éxito en bautizar y enretener a los nuevos conversos seinvita a los misioneros regulares aasistir al consejo de barrio para quehablen acerca de las personas a lasque estén enseñando. Los miembrosdel consejo buscan la inspiraciónpara determinar qué líderes y quémiembros del barrio pueden ayudarmejor a los misioneros a hermanar apersonas y a familias específicas ytraerlas a la Iglesia.

Algunos de ustedes, obispos, con-sideran que deben participar entodo lo que concierne al consejo.Eso es un error, porque si lo hacen,nunca podrán desarrollar plena-mente todos los recursos poderososque Dios les ha dado. En la reunióngeneral de la Sociedad de Socorroque se efectuó hace dos semanas, lahermana Sheri Dew dijo que ellacree que las hermanas son “el armasecreta del Señor”. Creo que tienerazón. Nuestras hermanas líderestienen la sensibilidad espiritual queles inspirará para saber cuál es lamejor forma de acercarse y nutrirespiritualmente a las personas aquienes estén enseñando los misio-neros. La mejor forma de empezar autilizar plenamente los talentos y lasabiduría de nuestras hermanas espor medio del sistema establecido deconsejos de la Iglesia. Ustedes sonlibres de ser flexibles en la forma enque utilicen los consejos de barrio.

Apenas el año pasado, el presi-dente Hinckley dijo esto a los obis-pos de la Iglesia: “No estánlimitados a determinados reglamen-tos, sino que tienen mucha flexibili-dad. Tienen derecho a que se lescontesten sus oraciones, a la inspira-ción y revelación del Señor(“Apacienta mis ovejas”, Liahona,julio de 1999, pág. 124). Quizás enalgunos casos no sea suficiente lle-var a cabo el consejo de barrio sólouna vez al mes para concentrarse enla conversión espiritual de losmiembros y, por igual, de los que nolo son, que están bajo el ministerio

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Las Autoridades Generales disfrutan de un himno interpretado por el Coro del Tabernáculo bajo la dirección deBarlow Bradford. En la primera fila del estrado del Centro de Conferencias se sienta la Primera Presidencia y elQuórum de los Doce Apóstoles. Las otras filas las ocupan miembros de los Setenta, del Obispado Presidente y delas presidencias generales de las organizaciones auxiliares.

de ustedes. Son libres de reunirse enconsejo tan a menudo como lanecesidad lo exija.

Hace poco un presidente deestaca me contó un tierno relato quedemuestra el poder del sistema deconsejos en la edificación de laIglesia. Dijo que tanto la Sociedadde Socorro como el sacerdociohabían estado trabajando con unafamilia en la estaca, pero que susesfuerzos con los padres no habíantenido éxito. Las líderes de laPrimaria encontraron la respuesta.Los padres consintieron en que suhija menor asistiera a la Primaria; laúnica condición fue que el deseo quela niña tenía de ir a la Primaria debíaser tal, que tendría que llegar allí porsu cuenta; nadie podía llevarla.Dado que tenía que pasar por unsector peligroso de la ciudad, el con-sejo de barrio se aseguró de quealguien manejara en auto al lado deella mientras iba en una vieja bici-cleta en camino a la Iglesia. Bajo elcalor del verano, las lluvias e inclusola nieve del invierno, persistió en ir ala Iglesia. Un joven que, junto consu familia, fueron asignados a acom-pañar a la niña una mañana nevosa,se quedó tan impresionado con la

dedicación de la pequeña que peda-leaba a través de la nieve y el frío,que decidió ir a la misión y citó esaexperiencia como el punto decisivode su vida. En Navidad, una familiadel barrio le regaló a la fiel niña unabicicleta nueva de 10 velocidades.Eso emocionó tanto a los padres quetambién ellos empezaron a ir a laIglesia. La niña se bautizó en mayode 1999. Lo que hizo que ese bau-tismo fuese aún más especial fue quelo efectuó el presbítero más nuevodel barrio: el padre de la niña querecientemente se había activado.

Obispos, para que puedan cum-plir lo que la Primera Presidencia yel Quórum de los Doce les pidan, suconsejo de barrio debe captar estavisión y trabajar en mayor unión enla gran obra de Dios de llevar a cabola inmortalidad y la vida eterna detodos Sus hijos. Imagínense el poderque se lograría si cada miembro de laIglesia extendiera su mano para ayu-dar a todos los miembros e investiga-dores a disfrutar de la compañía delEspíritu Santo. Trabajemos todoscon más dedicación para lograr queen todas nuestras reuniones esté lapresencia del Espíritu para así llevara cabo una conversión espiritual

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más profunda. Esto requerirá espe-cialmente que los consejos de barrioayuden a los obispados a mejorar lareverencia en las reuniones sacra-mentales y a enseñar mejor elEvangelio de Jesucristo en todas lasreuniones de la Iglesia.

Todos deberíamos pensar cons-tantemente en que el Salvador dioSu vida por nosotros; no debemosolvidar que sufrió el rechazo, lahumillación, una indecible agonía yal final la muerte para salvar delpecado a ustedes y a mí y a todo elmundo. ¿Puede alguno de nosotrospresentarse ante Él en un día futuroy decirle que no compartió elEvangelio ni ayudó a los misionerosa encontrar gente para enseñar por-que estaba muy ocupado o fuetímido, o por cualquiera otra razón?

Ésta es la obra de Dios. Él deseaque participemos con Él y con SuHijo Amado para llevar el Evangelioa la vida de todos Sus hijos. El Señornos ha prometido que nuestro gozoserá grande si le llevamos auncuando sea una sola alma (véase D. yC. 18:15–16). Ejerzamos mayor fe ytrabajemos juntos, miembros y misio-neros, para llevar muchas más almasa Él. Que cada familia en la Iglesia

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El retener la remisión delos pecadosÉlder Keith CrockettDe los Setenta

El rey Benjamín enseñó tres principios básicos que nos servirán pararetener la remisión de nuestros pecados: “primero, permanecer humildes;segundo, invocar al Señor diariamente; y tercero, permanecer firmes enla fe”.

incluya como parte de sus oracionesfamiliares diarias un ruego al Señorpara que Él guíe a los miembros de sufamilia y les ayude a encontrar aalguien que esté preparado para reci-bir el mensaje del Evangelio restau-rado de Jesucristo.

Ahora es el momento de que losmiembros de la Iglesia sean más auda-ces y tiendan la mano a los demás,ayudándoles así a saber que la Iglesiaes verdadera. Ahora es el momentode sostener por medio de nuestrasacciones lo que el presidente GordonB. Hinckley nos pide que hagamos.

Lucifer está desatando inmundiciavulgar, repugnante, violenta y degra-dante con objeto de destruir la sensi-bilidad espiritual de los hijos denuestro Padre. Estamos en verdaderapugna con aquellos que se burlan deDios y rechazan la verdad, así queguardemos nuestros convenios y res-pondamos al llamado a servir.Hagamos acopio de todos los recur-sos del Señor, entre ellos el poder denuestros propios testimonios, y per-mitamos que mucha más gente losescuche; permitamos que el espíritudel presidente Joseph F. Smith estéen nuestro corazón. Digamos: “Estoylisto para dar mi testimonio... encualquier momento, o en cualquierlugar, o en cualquier circunstanciaque se me ponga”. Para hacerlo, nosserá de ayuda el leer a menudo lapropia historia del profeta José Smithy luego compartir con los demásnuestro seguro conocimiento de quela plenitud del Evangelio sempiternode Jesucristo se ha restaurado denuevo en la tierra. Debemos avanzarcon la promesa de que el Espíritu nosbendecirá para saber qué hacer y quédecir conforme ayudamos a los queestán en busca de la verdad.Avancemos con más fe, sin olvidarjamás que el Señor nos ayudarácuando nos volvamos a Él en potenteoración. Nuestro Padre Celestial vivey ama a cada uno de Sus hijos. ElSeñor Jesucristo vive. La obra másimportante que podemos hacer esayudar a los hijos de Dios a lograr unpleno entendimiento del Evangeliorestaurado de Jesucristo. Yo sé queesto es verdad y así lo testifico en elnombre de Jesucristo. Amén. �

D

urante el último discursoque el rey Benjamín dio a supueblo, brindó la fórmula

para retener la remisión de los peca-dos. Él había visto la disposición queellos tenían de concertar un conve-nio con Dios de hacer Su voluntad yde ser obedientes a Sus mandamien-tos en todas las cosas. ¿No nos seríade provecho repasar esa fórmula afin de que nosotros también disfru-temos de esa gran bendición?

Después de recibir el gran gozoque proviene del llegar al conoci-miento de la gloria de Dios y de haberprobado Su amor, el rey Benjamínenseñó a su pueblo tres principiosbásicos que le servirían para retenerla remisión de los pecados: primero,permanecer humildes; segundo, invo-car al Señor diariamente; y tercero,

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permanecer firmes en la fe de lo queestaba por venir (véase Mosíah4:11).

Repasemos cada uno de ellos afin de que nosotros también seamosfortalecidos en nuestra determina-ción de retener la remisión de nues-tros pecados.

PERMANECER HUMILDESEl élder Bruce R. McConkie

enseñó que: “Todo progreso que seobtenga en las cosas espiritualestiene como requisito la humildad queprimeramente se haya obtenido”1.Se ha descrito la humildad como el“deseo de someterse al Señor”, el“deseo de conocer Su voluntad y debuscar Su gloria” y el “deseo de des-pojarse del orgullo” 2. El reyBenjamín dijo a los de su pueblo:“...quisiera que recordaseis y retu-vieseis siempre en vuestra memoriala grandeza de Dios, y vuestra propianulidad, y su bondad y longanimi-dad para con vosotros, indignas cria-turas, y os humillaseis aun en lasprofundidades de la humildad...”(Mosíah 4:11). El Señor aconsejó enDoctrina y Convenios que “...fuesenhumildes, fuesen fortalecidos y ben-decidos desde lo alto, y recibieranconocimiento de cuando encuando” (D. y C. 1:28).

Ruego que, al someternos a lavoluntad del Señor en todas lascosas, cultivemos nuestra humildady de esa forma retengamos la remi-sión de nuestros pecados.

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INVOCAR A DIOS DIARIAMENTELa oración es una de las bendi-

ciones más grandes que tenemosdurante nuestra estadía sobre la tie-rra. Por medio de la oración pode-mos comunicamos con nuestroPadre Celestial y buscar Su guía adiario. Jesús enseñó: “Por tanto,siempre debéis orar al Padre en minombre” (3 Nefi 18:19). Debemosorar cada día para que tengamos elpoder de resistir la tentación.Amulek nos enseña que debemosorar “por la mañana... al mediodía yal atardecer”, y que “rebosen [nues-tros] corazones, entregados conti-nuamente en oración a [Dios]”(Alma 34:21, 27). Nuestras oracio-nes diarias influyen en nuestros pen-samientos, en nuestras palabras y ennuestras acciones. A fin de retenerla remisión de nuestros pecados, esimprescindible que le pidamos dia-riamente a nuestro Padre Celestialla fortaleza para permanecer en elsendero recto y angosto.

El sol del atardecer extiende las somde la esquina suroeste del Centro de

En la conferencia general delpasado abril, el presidente James E.Faust enseñó que “para sustentar lafe, cada uno de nosotros debe serhumilde y compasivo, bondadoso ygeneroso con el pobre y el necesi-tado. La fe se sustenta aún más condosis diarias de la espiritualidad querecibimos cuando nos arrodillamosen humilde oración...”3.

El presidente Gordon B.Hinckley, en su discurso de aperturade la conferencia general de octubrede 1996, hizo una hermosa descrip-ción de la oración. Él dijo: “Ustedeshan orado pidiendo que puedanescuchar aquello que les ayude aresolver sus problemas y sume forta-leza a su fe. Les aseguro que noso-tros también hemos orado. Hemosorado en busca de inspiración y dedirección. Hay una oración cons-tante en nuestro corazón de que nofallemos en el cumplimiento de lagran responsabilidad que el Señornos ha encomendado ni a la con-

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bras de los visitantes y de la fuente Conferencias.

fianza que ustedes han depositadoen nosotros. Hemos rogado quepodamos recibir la inspiración dedecir las palabras que edificarán lafe y el testimonio y que se converti-rán en respuestas a las oraciones delos que las escuchen”4.

Testifico que quienes invocan alSeñor diariamente tendrán mayorpoder para retener la remisión desus pecados.

PERMANECER FIRMESHace poco, me encontraba con

los misioneros de la Misión UruguayMontevideo Oeste mientras elloscitaban en voz alta la sección 4 deDoctrina y Convenios, que dice:“...oh vosotros que os embarcáis enel servicio de Dios, mirad que le sir-váis con todo vuestro corazón, alma,mente y fuerza, para que aparezcáissin culpa ante Dios en el último día”(D. y C. 4:2). Sentí el espíritu de susllamamientos al permanecer ellosfirmes en su mayordomía de traeralmas a Cristo. A los Santos de losÚltimos Días se les ha mandado:“...alzad vuestros corazones y regoci-jaos, y ceñid vuestros lomos y tomadsobre vosotros toda mi armadura,para que podáis resistir el día malo,después de haber hecho todo, a finde que podáis persistir” (D. y C.27:15). El rey Benjamín enseñó quelos de su pueblo debían “...perma-nec[er] firmes en la fe de lo que estápor venir...” (Mosíah 4:11). Elloshabían clamado a una voz, diciendo:“...¡Oh, ten misericordia, y aplica lasangre expiatoria de Cristo para querecibamos el perdón de nuestrospecados, y sean purificados nuestroscorazones; porque creemos enJesucristo, el Hijo de Dios... el cualbajará entre los hijos de los hom-bres!” (Mosíah 4:2).

“...el Espíritu del Señor descendiósobre ellos, y fueron llenos de gozo,habiendo recibido la remisión de suspecados, y teniendo paz de concien-cia a causa de la gran fe que teníanen Jesucristo que había de venir...”(Mosíah 4:3).

En la actualidad, nosotros pode-mos permanecer firmes en el testi-monio de “El Cristo Viviente”, talcomo lo manifestaron los Apóstoles:

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La bendición desantificar el día de reposoÉlder H. Aldridge GillespieDe los Setenta

“De entre todas las personas de la tierra, los Santos de los Últimos Díasdeben ser los primeros en santificar este día señalado de la semana”.

“Testificamos que algún día Él regre-sará a la tierra. ‘Y se manifestará lagloria de Jehová, y toda carne junta-mente la verá’ (Isaías 40:5). Él regirácomo Rey de reyes y reinará comoSeñor de señores, y toda rodilla sedoblará, y toda lengua hablará enadoración ante Él. Todos nosotroscompareceremos para ser juzgadospor Él según nuestras obras y losdeseos de nuestro corazón”5.

Hermanos y hermanas, esas ben-diciones pueden ser nuestras siaplicamos estos mismos tres princi-pios a nuestra vida. A los santos dela época del rey Benjamín se lesprometió que si lo hacían, siemprese regocijarían y serían llenos delamor de Dios. Eso les dio el poderpara retener la remisión de suspecados. Se les prometió que crece-rían en su conocimiento del Señory en el conocimiento de lo que esjusto y verdadero. No tendr íandeseos de hacerse daño el uno alotro, sino que vivirían en paz losunos con los otros. Disciplinarían asus hijos con amor y les enseñaríana andar por las vías de la verdad yla seriedad; se amarían unos a otrosy se servir ían unos a otros.Impartirían de sus bienes para cui-dar de los pobres, al imentar alhambriento, vestir al desnudo ycuidar del enfermo. Ellos suminis-trarían auxilio a sus semejantes,tanto en forma espiritual comotemporal. ¿Qué bendición másgrande podríamos pedir?

Dios conceda que también noso-tros podamos retener la remisión denuestros pecados. Testifico que Diosvive y que Su Hijo Unigénito es enverdad nuestro Salvador y nuestroRedentor, en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. Mormon Doctrine, 2da. edición, 1966,

pág. 370.2. Principios del Evangelio, pág. 4.3. “El escudo de la fe”, Liahona, julio de

2000, pág. 21.4. “Escuchen por el poder del Espíritu”,

Liahona, enero de 1997, pág. 4. 5. “El Cristo Viviente: El testimonio

de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000,pág. 3.

Atodos ustedes bellos y fielessantos este domingo por latarde, les felicito por el res-

peto que demuestran por el día de reposo al asistir esta tarde a laconferencia, dondequiera que seencuentren.

Hemos sido instruidos, edificados yfortalecidos espiritualmente a travésde las cinco sesiones de esta magní-fica conferencia general de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. Se nos ha enseñado “cómoobrar de conformidad con los puntosde [la] ley y [los] mandamientos [delSeñor]”1, y hemos sido “santificadospor lo que [hemos] recibido”2.

Ahora es el tiempo de “[obligar-nos] a obrar con toda santidad ante

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[el Señor]”3. En otras palabras,basándonos en esta conferencia, espreciso que determinemos cuálmedida específica tomaremos a finde llevar a cabo los cambios necesa-rios en nuestra vida. Esta medida esla fe, y el cambio es el arrepenti-miento. A esos dos principios siem-pre les siguen las bendiciones. Si noactuamos rápidamente, entonces loque precisamente podría habernossantificado se torna para nuestracondenación.

Hoy es el día de reposo; no ter-mina al salir de esta sesión; no ter-mina si alguien llama por teléfonoo golpea nuestra puerta para invi-tarnos a salir a jugar, a ir a unpaseo, a un juego de pelota o a irde compras; no termina porqueestemos de vacaciones o alguiennos esté visitando, ya sea una per-sona miembro o no miembro de laIglesia.

El Señor mandó: “...salid de entrelos inicuos. Salvaos. Sed limpios, losque lleváis los vasos del Señor”4. Unelemento crítico en la observanciade este mandamiento es “[acordar-nos] del día de reposo para santifi-carlo”5.

¡El día de reposo dura todo eldía! En una revelación que se aplica“en forma especial a los santos de laIglesia que se encuentran en Sión”6,el Señor declara que el día de reposose dio para que nos conserváramos

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El presidente Gordon B. Hinckley sonríe a la congregación.

“sin mancha del mundo”7. Es un díapara participar de la Santa Cena, undía “para rendir [nuestras] devocio-nes al Altísimo”8, un día para “ayu-nar y orar”9, un día para ofrecernuestro tiempo, talentos y mediosen el servicio a Dios y nuestrossemejantes10, un día para [confesarnuestros] pecados a [nuestros] her-manos, y ante el Señor”11. Es tam-bién un día apropiado para pagarnuestros diezmos y ofrendas, un díaque se destaque por el sincero sacri-ficio de las actividades y los placeresdel mundo; es un día para guardar elconvenio del día de reposo12, un díapara “regocijarse y orar13, un día de“corazones felices y semblantes ale-gres”14.

Isaías prometió: “Si retrajeres deldía de reposo tu pie, de hacer tuvoluntad en mi día santo, y lo lla-mares delicia... y lo venerares, noandando en tus propios caminos...entonces te deleitarás en Jehová”15.

Obviamente, concentraremosnuestra atención en hacer la volun-tad del Señor y no seguiremos traba-jando ni satisfaciendo nuestrosapetitos carnales para divertirnos yholgazanear.

El profeta Spencer W. Kimballaconsejó: “El día de reposo es un díasanto en el cual hay que hacer cosasdignas y santas. Abstenerse del tra-bajo y del recreo es importante, perono suficiente. El día de reposo exigepensamientos y hechos constructi-vos, y si uno solamente está ociososin hacer nada, está violando el díade reposo.

“A fin de observarlo, uno estaráde rodillas orando, preparando lec-ciones, estudiando el evangelio,meditando, visitando a los enfermosy afligidos, durmiendo, leyendocosas sanas y asistiendo a todas lasreuniones en las que debe estar esedía. El dejar de hacer estas cosaspertinentes constituye una transgre-sión del lado de la omisión” (El mila-gro del perdón, págs. 94–95)16.

Nuestro amado profeta GordonB. Hinckley ha prometido: “Si tie-nen alguna duda en cuanto a lasabiduría, la divinidad de la obser-vancia del día de reposo... quédenseen casa y reúnan a su familia a su

alrededor, enséñenles el Evangelio,disfruten de estar juntos en el día dereposo, vayan a sus reuniones y par-ticipen en ellas. Se darán cuenta deque el principio del día de reposo esun principio verdadero que conllevagrandes bendiciones”17.

Jesús enseñó: “El día de reposofue hecho por causa del hombre”18.¿Qué significa eso? Quiere decir quepara que un hombre reciba el gozo yla felicidad que el Evangelio pro-mete, en ese día él debe sacrificarlas cosas del mundo, dejar a un ladosu empleo, donde sea posible, yguardar el eterno convenio del díade reposo. El Señor mandó:“Guardarán, pues, el día de reposolos hijos de Israel (que incluye atodos los Santos de los ÚltimosDías)... por sus generaciones porpacto perpetuo. Señal es para siem-pre entre mí y los hijos de Israel”19.

De entre todas las personas de latierra, los Santos de los ÚltimosDías deben ser los primeros en san-tificar este día señalado de lasemana. El Señor dijo: “Porque osdigo que si vuestra justicia no fueremayor que la de los escribas y fari-seos, no entraréis en el reino de loscielos”20.

El élder Bruce R. McConkie

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observó que, hasta el día de hoy, “elasunto de la observancia del día dereposo sigue siendo una de las gran-des tareas que divide a los justos delos mundanos y los inicuos”21.

Las promesas que el Señor hace alos que santifican el día de reposo seexponen de manera tan clara en lasEscrituras que nos hacen pensar:“¿Por qué querría alguien privarsede esas bendiciones por los placeresvulgares y pasajeros del mundo?Escuchemos de nuevo las palabrasde Jehová que descienden delmonte Sinaí: “Guardad mis días dereposo, y tened con reverencia misantuario. Yo Jehová.

“Si anduviereis en mis decretos yguardareis mis mandamientos, y lospusiereis por obra, yo daré vuestralluvia en su tiempo, y la tierra ren-dirá sus productos...

“y comeréis vuestro pan hastasaciaros, y habitaréis seguros envuestra tierra. Y yo daré paz en latierra...

“y la espada no pasará por vues-tro país...

“Porque yo me volveré a voso-tros, y os haré crecer... y afirmaré mipacto con vosotros...

“Y pondré mi morada [el templo]en medio de vosotros...

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El dar a conocer elEvangelioÉlder Robert C. OaksDe los Setenta

“Dada la importancia del mensaje, la ayuda que ofrece el Espíritu, elnúmero de misioneros y el tamaño del campo que está listo para la siega,300.000 nuevos conversos al año no es suficiente”.

“y andaré entre vosotros, y yoseré vuestro Dios, y vosotros seréismi pueblo”22.

¡Amo el día de reposo! Ha sidouna bendición para mi familia deinnumerables maneras. Doy testimo-nio, basado en la experiencia perso-nal, de que los mandamientos delSeñor son “verdaderos y fieles”23.

Sé que serán más felices, que dis-frutarán más paz y sus vidas seránmás alegres al presenciar los milagrosque recibe cada persona y cada fami-lia que hace el sacrificio de guardareste convenio eterno.

Amo a nuestro Señor y Salvador.Sé que Él vive y que ésta es Su igle-sia y reino sobre la tierra. Sé que Éles al mismo tiempo un Dios justo ymisericordioso que ama a Sus hijoscon toda la ternura de un padre bon-dadoso y amoroso. Que en cambio leofrezcamos “un sacrificio al Señor[nuestro] Dios en rectitud, sí, el deun corazón quebrantado y un espí-ritu contrito”24. Lo ruego, en el nom-bre de Jesucristo. Amén. �

Me emociona oír al profetadeclarar desde este púlpitola forma en que él ve la

obra del Señor rodar hasta los extre-mos de la tierra, como la piedra quefue cortada no con mano, que vioDaniel en visión (véase Daniel2:34–35).

Esta obra se dirige bajo el Espíritudel Señor y por medio del ejerciciode la autoridad del sacerdocio dadoal hombre. Pero avanza sobre lasruedas de la obra misional medianteaquellos que han respondido al lla-mamiento del Señor: “Id por todo elmundo y predicad el evangelio atoda criatura” (Marcos 16:15).

El Evangelio de Jesucristo, contoda su pureza, belleza y simplicidad,ha sido restaurado sobre la tierra enestos últimos días, por medio de José

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Smith, el gran profeta de esta dis-pensación.

Nosotros, los que hemos probadolos dulces frutos del Evangelio, loconocemos como una fuente de fe,de esperanza, de paz, un manantialconstante de dicha. En efecto, esuna rara joya que se ha de atesorar yuna rara joya que se ha de compar-tir. Existen 60.000 misioneros regu-lares dedicados a la labor decompartir el mensaje. Sus esfuerzos,unidos a los de los misioneros deestaca y los de los miembros resulta-ron en unos 300.000 nuevos conver-sos el año pasado.

Pero eso no es suficiente. Dada laimportancia del mensaje, la ayudaque ofrece el Espíritu, el número demisioneros y el tamaño del campoque está listo para la siega, 300.000nuevos conversos al año no es sufi-ciente.

De hecho, el año pasado el presi-dente Hinckley instó a los miembrosde la Iglesia a aumentar considera-blemente el número de conversos.Todavía no nos encontramos en esatrayectoria proféticamente motivada.

Eso es lo que hacen los profetas:nos ayudan a alcanzar nuevas altu-ras. El presidente David O. McKayaconsejó: “Todo miembro un misio-nero” 1; el presidente Kimball:“Alarguemos el paso”2 y “Hazloahora”3; el presidente Benson:“Inundar... la tierra con el Libro deMormón”4; y ahora el presidenteHinckley: “Aumenten el número

NOTAS1. D. y C. 43:8.2. D. y C. 43:9.3. D. y C. 43:9.4. D. y C. 38:42.5. Éxodo 20:8. 6. D. y C. 59; encabezamiento.7. D. y C. 59:9.8. D. y C. 59:10.9. D. y C. 59:14.10. D. y C. 59:12 dice: “ofrecerás tus

ofrendas”, que significa ofrecer nuestrotiempo, talentos y recursos.

11. D. y C. 59:12.12. D. y C. 59:12.13. D. y C. 59:14.14. D. y C. 59:15.15. Isaías 58:13–14.16. Spencer W. Kimball, El milagro del

perdón, págs. 94–95. 17. Gordon B. Hinckley, Teachings,

1997, pág. 559. 18. Marcos 2:27.19. Éxodo 31:16–17.20. Mateo 5: 20.21. Bruce R. McConkie, Mormon

Doctrine, 1966, pág. 658.22. Levítico 26:2–12.23. D. y C. 71:11.24. D. y C. 59:8.

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El Centro de Conferencias está ubicado en el corazón de la ciudad de SaltLake, al frente del templo y a una cuadra del rascacielos de las oficinas dela Iglesia.

de conversos y reténganlos”.¿Necesitamos instrucciones másespecíficas?

Permítanme repasar las instruc-ciones, que consisten de cuatropasos, que hemos recibido con res-pecto a la obra de miembros y misio-neros:

1. Determinen, por medio de laoración, quiénes, de entre sus ami-gos y vecinos, serían los más recepti-vos al mensaje del Evangelio.

2. Presenten a los misioneros adichas personas.

3. Participen ustedes mismos enla enseñanza del Evangelio, de pre-ferencia en sus hogares.

4. Integren a sus amigos y a cual-quier miembro nuevo a la Iglesia, alser atentos y serviciales.

Por medio de este proceso senci-llo y compacto, podemos aumentar elnúmero de conversos y, lo que esmás importante, podemos lograr quelos miembros nuevos sientan unhermanamiento total. El aumentoen la participación de los miembroses la única forma de aumentar nues-tra tasa actual de conversión.

Todo esto lo hemos escuchadomuchas veces. ¿Por qué no mejora-mos en proporcionar referencias?No es pereza, porque los Santos delos Últimos Días no son perezosos.Yo creo que el miedo al rechazo o eltemor a ofender a una amistad sonlos obstáculos más comunes paracompartir el Evangelio.

Pero, ¿son válidos estos temores?Cuando ustedes invitan a un amigoa reunirse con los misioneros, estánofreciendo compartir algo que esmuy valioso y preciado. ¿Es ofensivoeso? La hermana Oaks y yo hemoscomprobado que eso no es el caso.De hecho, hemos descubierto quecuando ofrecemos compartir elEvangelio, se fortalece la amistad,aun cuando nuestros amigos tal vezno abracen el mensaje delEvangelio.

Supongan que se les ha invitadoa tomar desayuno a la casa de unamigo. En la mesa ven una jarragrande de jugo de naranja reciénhecho, de la cual el anfitrión llenasu vaso; pero no les ofrece a ustedes.Por fin, ustedes preguntan: “¿Podría

darme un vaso de jugo de naranja?”.El anfitrión responde: “Perdone,

pensé que a usted no le gustaría eljugo de naranja y no quise ofenderloofreciéndole algo que no deseaba”.

Esto suena absurdo, pero no esmuy diferente de lo que sucedecuando vacilamos en ofrecer algoque es mucho más dulce que el jugode naranja. A menudo me he preo-cupado por la manera que voy acontestar a algún amigo sobre mivacilación cuando lo encuentre másallá del velo.

Un relato que contó el élderChristoffel Golden, de Sudáfrica,trajo a colación mis inquietudes.Recientemente estuvo en Lusaka,Zambia, en una reunión de nuevosconversos. Un desconocido, refinadoen el hablar y en el modo de vestir,con un Libro de Mormón en la mano,entró en la capilla. Dijo que habíapasado varias veces frente al edificio yse había preguntado qué iglesiahabría allí y qué doctrina enseñaban.

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Al término de la reunión, esecaballero se puso de pie, alzó en altosu ejemplar del Libro de Mormón ypreguntó: “¿Por qué han mantenidoescondido este libro de la gente deLusaka? ¿Por qué lo han mantenidoen secreto?”.

Al escuchar el relato, me sentíincómodo, de que un día algúnamigo me pudiese preguntar: “¿Porqué guardaste en secreto este Librode Mormón, con su mensaje de ver-dad y salvación?”.

Mi respuesta: “Tuve miedo deperjudicar nuestra amistad”, no serámuy satisfactoria ni para mí ni parami amigo.

Hermanos y hermanas, ruego quepodamos poner de lado nuestrostemores y nuestra indecisión y ya nomantengamos en secreto el grantesoro que poseemos.

Permítanme expresar un pensa-miento más con respecto a la obramisional: Durante mi breve tempo-rada en el sudeste de África, me ha

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“Libres de” o “Librespara”Élder F. Enzio BuscheMiembro emérito de los Setenta

“Comenzamos a vivir cuando aceptamos conscientemente la totalresponsabilidad de nuestra propia vida y dejamos de culpar a lascircunstancias”.

sorprendido sobremanera el servicioextraordinario que prestan los matri-monios misioneros. A diario hacencontribuciones de importancia alfortalecimiento de los miembros y ahacer rodar hacia adelante, en sucurso eterno, esa piedra cortada nocon mano. ¡Qué equipo imponentede rectitud forman con los misione-ros más jóvenes y los miembros loca-les!

Ya sea en cuestiones de liderazgo,de proselitismo, de la obra del tem-plo, de ayuda humanitaria, de bie-nestar o de los servicios educativosde Iglesia, la contribución que hacenestas almas, con su gran experienciay testimonio, es inmensurable. Y sinexcepción, veo que de su servicioderivan gran satisfacción personal.

Si ustedes se han jubilado, o estánpor hacerlo, y se preguntan qué cosaútil podrían hacer con el resto de suvida, pónganse en contacto con suobispo. Permítanle compartir conustedes su fascinante lista de oportu-nidades misionales.

Hoy día, tomen de la mano a sucónyuge y vean si no están deacuerdo en que lo mejor para todos,incluso los nietos, sería que ustedesaceptaran una asignación de servir alSeñor como misioneros. Ésta es Suobra y Él nos llama a unirnos con Élen ella.

Testifico que Dios, nuestro PadreEterno y Su Hijo Unigénito,Jesucristo, viven. Cristo vino a la tie-rra y cumplió con Su llamamientocomo Redentor de todo el génerohumano. Testifico que Su Evangelioha sido restaurado, en su plenitud, yque hay un profeta viviente, GordonB. Hinckley, que guía esta obra bajola dirección del Padre y del Hijo. Yesto lo hago en el nombre deJesucristo. Amén. �

NOTAS1. En Conference Report, abril de

1959, pág. 122.2. “El verdadero camino”, Liahona,

agosto de 1978, pág. 2.3. “Always a Convert Church”, Ensign,

septiembre de 1975, pág. 3.4. “Tenemos que inundar la tierra con

el Libro de Mormón”, Liahona, enero de1989, pág. 4.

S

i se me preguntara cuál es elacontecimiento más impor-tante acaecido en los últimos

doscientos años, respondería sinvacilar: los efectos de la oración deun jovencito, humilde granjero, que,en los primeros años del siglo XIX,se arrodilló ante Dios al norte delestado de Nueva York y le preguntóen cuanto a la verdad eterna.

Este joven, de nombre JoséSmith, llegó a ser, en manos delSeñor Jesucristo, el instrumentopara restaurar a la humanidad elconocimiento de la verdad desdehacía tanto tiempo perdida y casiolvidada: el conocimiento sobrenosotros mismos, o sea, quiénessomos, de dónde venimos, cuál es elsentido y el propósito de nuestraexistencia terrenal y por qué la

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humanidad ha experimentado tantadesdicha e injusticia. También se diorespuesta a las preguntas del hombresobre la vida después de la muerte ynuestro destino final.

Aun en este día, más de cuarentay dos años después de haber acep-tado por decisión propia el sagradoconvenio del bautismo, todavía mehallo admirado por los hechos mara-villosos y milagrosos de laRestauración. No sólo se nos permi-tió aprender todo sobre el signifi-cado básico de la expiación delSeñor Jesucristo, sino que tambiénse nos reveló el importante signifi-cado del sacerdocio de Dios, el cualse restauró para permitirnos obrarcon amor y paciencia, y así hacerllegar a todos la oportunidad de lasalvación.

El tiempo no me permite hablaren mayor detalle de esta obra mara-villosa de nuestro tiempo, pero mesiento inspirado a hablar de unaspecto clave del reino de Dios, elcual, si no se comprende, puedehacer que no entendamos cabal-mente el plan de Dios.

Para ir directamente al asunto,quiero hablarles de un fiel hermanoque era miembro de mi rama en mipaís de origen, Alemania, durantemis primeros años de miembro de laIglesia.

Él vivía en circunstancias humil-des y se sentía muy bendecido porhaber comenzado a trabajar hacíapoco para una pequeña compañía

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privada. Me habló de una celebra-ción futura en la que se invitaba atodos los empleados a la tradicionalcena de la compañía. Él estaba preo-cupado porque sabía que al finalhabría un gran brindis con cerveza,siendo probablemente su jefe elmayor bebedor de todos. Pero tam-bién sabía que el no asistir a la cenase consideraría una falta de cortesía.

Cuando le volví a ver, después dehaberse realizado la celebración,aprecié en él un brillo feliz y pro-fundo, y no podía aguardar adecirme lo que había ocurrido.Dado que era nuevo en la compa-ñía, el jefe se había sentado a sulado para conocerle mejor. Amedida que avanzaba la noche, estehermano vio confirmados sus mayo-res temores, pues el jefe no iba atolerar que no bebiera con él, y ledijo: “¿Que tipo de iglesia es ésa queno le permite a usted beber nisiquiera un vaso de cerveza con-migo?”.

El temor de mi amigo no se con-virtió en pánico y pudo respondercon calma a su jefe que la razón porla que no estaba bebiendo no teníanada que ver con la Iglesia a la quepertenecía, sino a que él mismo habíahecho el sagrado convenio con Diosde que no bebería. Si alguna vez que-brantaba ese convenio, ¿cómo

podría continuar siendo fiel a lo queprometiera y cómo podría confiar sujefe en que no iba a mentir, ni arobar ni a engañar?

De acuerdo con mi amigo, su jefequedó profundamente impresionadopor estas palabras y le abrazó entreexpresiones de profunda admiracióny confianza.

Mis queridos hermanos y herma-nas, en La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días,muchos miembros nuevos, en espe-cial los que proceden de fuera de losEstados Unidos, aprenden por vezprimera el verdadero sentido de laexpresión ser libres. Mucha gente delmundo cree que esta palabra signi-fica estar “libres de” malicia, dedolor o de prohibiciones; mas lalibertad a la que Dios se refierecuando trata con nosotros va unpoco más allá, pues para Él quieredecir “libres para” obrar dignamentecon nuestro propio albedrío.

¿Qué quiere decir ser libre? Serlibre quiere decir haber maduradohasta haber llegado a un plenoconocimiento de lo peligroso denuestras muchas responsabilidadescomo seres humanos; quiere decirque hemos aprendido que todo loque hacemos, decimos o pensamostiene sus consecuencias; y nosdamos cuenta de que por un tiempo

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demasiado largo nos hemos conside-rado víctimas de las circunstancias.En Juan 8:32, leemos lo siguiente:“Y conoceréis la verdad, y la verdados hará libres”.

Al abrir nuestro corazón al men-saje de la verdad de Dios tal y comofue restaurado en nuestra época,comenzamos a comprender por quéha habido, y todavía hay, tanta aflic-ción, tanto dolor, sufrimiento yhambre. A la par que aprendemos aaceptar en nuestra propia vida laverdad revelada, crecerá tambiénnuestra fe en el Hijo viviente deDios y, por tanto, recibiremos donesespirituales hasta ahora desconoci-dos. Aprenderemos que no haynada imposible para quienes creenen Jesucristo. Las ataduras falsascaerán; y desaparecerá la mentali-dad cerrada, resultado de las trage-dias de las tradiciones falsas.

Cuanto más se desarrolle nuestracomprensión de lo inmenso y de locompleto del plan de salvación,tanto más nos veremos en nuestrapequeñez, en nuestro estado incom-pleto. Y el vernos en esa condiciónhumilde, con un corazón quebran-tado y un espíritu contrito, nos per-mitirá comprender y, finalmente,aceptar este tan sagrado conveniodel bautismo que hacemos connuestro Padre Celestial.

Nos someteremos alegremente aeste convenio, sabiendo que hayuna gran diferencia entre un merodeseo y un convenio. Cuandodeseamos algo, trabajamos poralcanzarlo sólo cuando nos es con-veniente. Mas cuando estamos liga-dos por medio de un conveniosagrado, como el bautismo, apren-demos a superar todos los obstáculospor medio de la obediencia y, alhacerlo, somos bendecidos con lapresencia del Espíritu y, finalmente,con el éxito. Comenzamos a vivircuando aceptamos conscientementela total responsabilidad de nuestrapropia vida y dejamos de culpar a lascircunstancias.

Una cosa sí sabemos con clari-dad: que el ser “libres para” quieredecir que tenemos el potencial deescoger hacer lo malo, lo cual tieneconsecuencias despiadadas, y que si

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“Que Dios escriba en micorazón”Élder Henry B. EyringDel Quórum de los Doce Apóstoles

“La oración podrá proporcionarle [al hijo o a la hija] un escudo protectorque sus padres desearán de todo corazón que tenga”.

eso no se detiene y se corrige, nosconduce a la desdicha y al dolor. Sino lo enmendamos, el escoger hacerlo malo nos llevará al peor desastrede la vida de cada persona: estar ale-jados de nuestro Padre Celestial enel mundo venidero.

Cuando recibimos este mensajerevitalizador, comenzamos a enten-der que en nuestra vida anterior éra-mos como un jugador de fútbolparado en medio del campo, total-mente deprimido por no conocer elobjetivo ni las reglas del juego. Nosabíamos a qué equipo pertenecía-mos y ni siquiera sabíamos quién eranuestro entrenador. Sólo al ser cons-cientes del Evangelio restaurado seaclara nuestro objetivo y compren-demos que Jesucristo y Su Iglesia ysacerdocio restaurados constituyenla única manera de tener éxito ennuestra experiencia terrenal.

Jesucristo quiere concedernospoder en nuestra vida de acuerdocon las decisiones justas que tome-mos, hasta el punto en el que,mediante nuestra fe y obras, cambie-mos aquellas circunstancias que enel pasado nos mantenían prisioneros.En el Libro de Mormón aprendemosque el Señor sigue de cerca la mar-cha de nuestra vida, junto con unamultitud de santos ángeles. Leemos:

“...¿han cesado los milagros...? Heaquí, os digo que no; ni han cesadolos ángeles de ministrar a los hijos delos hombres.

“Porque, he aquí, se sujetan a élpara ejercer su ministerio de acuerdocon la palabra de su mandato, mani-festándose a los que tienen una fefuerte...” (Moroni 7:29–30).

Mediante nuestro entendimientodel divino plan que Dios tiene paranosotros, somos plenamente respon-sables de esta libertad que se nos haconcedido en nuestra época.Permanezcamos siempre cerca de lamano amorosa y bondadosa de nues-tro Redentor y nuestro Salvadorpara hallar seguridad y gozo. Digoesto con profunda humildad. Y lesdoy mi testimonio como su hermanoy servidor de que sé que Jesús vive y que Él es el cabeza de esta obra. Digo esto en el nombre deJesucristo. Amén. �

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os padres deben enseñar a sushijos a orar. El niño aprendetanto de lo que hacen los

padres como de lo que dicen. Elniño que ve a su madre o a su padrepasar por las pruebas de la vida conuna oración ferviente a Dios y luegooye un testimonio sincero de queDios ha respondido con benevolen-cia, recordará lo que vio y oyó.Cuando vengan las pruebas, estarápreparado.

Con el tiempo, cuando el hijoesté lejos de casa y de la familia, laoración podrá proporcionarle unescudo protector que sus padresdesearán de todo corazón que tenga.El despedirse de un ser queridopuede ser duro, particularmentecuando puede que no se le vuelva aver en mucho tiempo. Yo tuve esa experiencia con mi padre. Nos

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despedimos en una esquina de unacalle de la ciudad de Nueva York,ciudad a la que él había ido pormotivos de trabajo, y donde yo meencontraba de paso hacia otro lugar.Ambos sabíamos que era probableque yo no volviera ya a vivir con mispadres bajo el mismo techo.

Era un día soleado, alrededor delmediodía. Las calles estaban abarro-tadas de coches y de gente. En esaesquina en concreto había un semá-foro que por unos minutos detenía alos coches y a las personas quevenían de todas las direcciones. Elsemáforo cambió a la luz roja, loscoches se detuvieron. El gentío seabalanzó desde las aceras en todoslos sentidos para cruzar la calle.

Había llegado el momento departir y yo comencé a cruzar la calle.Me detuve casi en el centro, mien-tras la gente se desplazaba con prisaa mi alrededor. Me volví para mirarhacia atrás y vi que, en vez de avan-zar entre la gente, mi padre estabatodavía de pie en la esquina, mirán-dome. Me pareció que estaba muysolo y quizás un poco triste. Yo que-ría volver a él, pero me di cuenta deque la luz iba a cambiar, por lo queme volví y me apresuré a cruzar.

Años más tarde hablé con él deaquel momento. Me dijo que nohabía interpretado acertadamente laexpresión de su rostro, pues no sehabía sentido triste, sino preocu-pado. Me había visto mirar haciaatrás, como si hubiese sido un niñopequeño, vacilante, y en busca de

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seguridad. Me dijo que el pensa-miento que atravesó su mente habíasido: ¿Se encontrará bien? ¿Le heenseñado lo suficiente? ¿Está prepa-rado para lo que le espera más ade-lante?

En su mente había habido másque pensamientos. Al verle supeque tenía sentimientos en el cora-zón. Él anhelaba mi protección, miseguridad. Yo había oído y sentidoese anhelo en sus oraciones, y aunmás en las oraciones de mi madre,durante todos los años que habíavivido con ellos. Había aprendidode eso y lo tenía presente.

La oración es un asunto del cora-zón. Se me había enseñado muchomás que las reglas para orar. De mispadres y de las enseñanzas delSalvador, aprendí que debemos diri-girnos a nuestro Padre Celestial enel reverente lenguaje de la oración:“Padre nuestro que estás en los cie-los, santificado sea tu nombre”(Mateo 6:9). Sabía que nunca profa-namos Su sagrado nombre, nunca.¿Pueden imaginarse el daño quehace a las oraciones de un niño eloír a alguno de sus padres profanarel nombre de Dios? Habrá terriblesconsecuencias para tamaño agravioa los niños pequeños.

Había aprendido que era impor-tante dar gracias por las bendicionesy pedir perdón: “Y perdónanosnuestras deudas, como tambiénnosotros perdonamos a nuestrosdeudores” (Mateo 6:12). Se mehabía enseñado que pedimos aque-llo que necesitamos y que rogamosque los demás sean bendecidos: “Elpan nuestro de cada día, dánoslohoy” (Mateo 6:11). Sabía que debe-mos renunciar a nuestra voluntad:“Venga tu reino. Hágase tu volun-tad, como en el cielo, así también enla tierra” (Mateo 6:10). Se me habíaenseñado y yo había aprendido queera cierto que se nos puede advertirdel peligro, y se me había indicadotemprano en la vida lo que desa-grada a Dios de lo que hacemos: “Yno nos metas en tentación, maslíbranos del mal” (Mateo 6:13).

Había aprendido que siempredebemos orar en el nombre deJesucristo; pero algo de lo que había

visto y oído me indicó que esas pala-bras eran más que una mera formali-dad. Había un cuadro del Salvadoren la pared del cuarto donde mimadre estuvo confinada en cama enlos años anteriores a su falleci-miento. Ella lo había mandadoponer allí por lo que su primoSamuel O. Bennion le había dicho.Él había viajado con un apóstol quele describió como había visto alSalvador en una visión. El élderBennion le había regalado ese gra-bado y cuando se lo dio le dijo que,de todos los que había visto, ése erael retrato más acertado de la forta-leza y el carácter del Maestro. Ellalo enmarcó y lo puso en la pareddonde pudiera verlo desde la cama.

Mi madre conocía al Salvador yle amaba. De ella había aprendidoque no concluimos en el nombre deun extraño cuando nos acercamos anuestro Padre en oración. Por lo quehabía visto de su vida, sabía que sucorazón estaba cerca del Salvadortras años de un esfuerzo determi-nado y constante por servirle y agra-darle. Sabía que es verdadero elpasaje que advierte: “Porque ¿cómoconoce un hombre al amo a quienno ha servido, que es un extrañopara él, y se halla lejos de los pensa-mientos y de las intenciones de sucorazón?” (Mosíah 5:13).

Años después de la muerte demis padres, las palabras “en el nom-bre de Jesucristo” al final de unaoración no me resultan algo for-tuito, ni cuando las pronuncio yo nicuando las oigo en boca de otraspersonas. Debemos servir al Maestropara conocer Su corazón. Y tambiéndebemos rogar que nuestro PadreCelestial responda a nuestras ora-ciones tanto en nuestro corazóncomo en nuestra mente (véaseJeremías 31:33; Hebreos 8:10;10:16; y 2 Corintios 3:3.)

El presidente George Q. Cannondescribió la bendición que recibenlas personas que se reúnen trashaber pedido en oración dichas res-puestas. Él habló en cuanto a cómoasistir a una reunión del sacerdocio,aunque muchos de ustedes hanvenido a esta reunión con el cora-zón preparado tal y como él describe

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en las siguientes palabras:“Debiera entrar en la reunión

con mi mente libre de toda influen-cia que impida al Espíritu de Diosobrar en mí. Debiera ir con un espí-ritu de oración, pidiéndole a Diosque escriba en mi corazón Su volun-tad, y no con mi propia voluntadpredispuesta y predeterminada parahacer las cosas a mi antojo... porencima de la opinión de los demás.Si tanto yo como las demás personasacudiéramos a la reunión con esteespíritu, entonces el Espíritu deDios estaría entre nosotros, y aque-llo que decidiéramos sería la mentey la voluntad de Dios, porque Él nosla revelaría. Veríamos luz en ladirección a la que debemos ir ytinieblas en la dirección que debe-mos evitar” (Deseret Semi-WeeklyNews, 30 de septiembre de 1980,pág. 2; cursiva agregada).

Cuando enseñamos a orar anuestros hijos, nuestra meta debeser que deseen que Dios escriba ensus corazones, y que luego estén dis-puestos a ir y cumplir con lo que Élles pida. Es factible que nuestroshijos tengan la fe suficiente gracias alo que nos ven hacer y a lo que lesenseñamos, y que, al menos enparte, puedan sentir lo que elSalvador sintió cuando oró paratener la fortaleza necesaria para rea-lizar Su sacrificio infinito por noso-tros: “Yendo un poco adelante, sepostró sobre su rostro, orando ydiciendo: Padre mío, si es posible,pase de mí esta copa; pero no seacomo yo quiero, sino como tú”(Mateo 26:39).

Yo he tenido respuestas a misoraciones, respuestas que han sidomás claras cuando lo que yo queríaha quedado eclipsado por la irresisti-ble necesidad de conocer la volun-tad de Dios. Es entonces cuando larespuesta de nuestro amoroso PadreCelestial se recibe en nuestra mentea través de la voz apacible y deli-cada, y se escribe en el corazón.

Algunos padres estarán pres-tando atención con esta preguntaen mente: “Pero, ¿cómo puedoablandar el corazón de mi hijo yacrecido y que está convencido deque no necesita a Dios? ¿Cómo

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puedo ablandar suficientemente uncorazón para permitir a Dios queescriba Su voluntad en él?”. A vecesla tragedia lo hará, aunque, paraalgunos, ni siquiera la tragedia esbastante.

Pero existe una necesidad queaun la persona más dura y orgullosasabe que no puede satisfacer por símisma. No puede desprenderse ellasola del peso del pecado; y hasta laspersonas más duras pueden sentir enocasiones la punzada de la concien-cia y, por consiguiente, la necesidaddel perdón de Dios. Un padre amo-roso, Alma, lo enseñó a su hijoCoriantón de este modo: “Ahorabien, no se podría realizar el plan dela misericordia salvo que se efec-tuase una expiación; por tanto, Diosmismo expía los pecados del mundo,para realizar el plan de la misericor-dia, para apaciguar las demandas dela justicia, para que Dios sea unDios perfecto, justo y misericordiosotambién” (Alma 42:15).

Y entonces, tras expresar su testi-monio del Salvador y Su Expiación,el padre hizo esta súplica por uncorazón manso: “¡Oh hijo mío, qui-siera que no negaras más la justiciade Dios! No trates de excusarte enlo más mínimo a causa de tus peca-dos, negando la justicia de Dios.Deja, más bien, que la justicia deDios, y su misericordia y su longani-midad dominen por completo tucorazón; y permite que esto tehumille hasta el polvo” (Alma42:30).

Alma sabía lo que nosotros pode-mos saber: que el testificar deJesucristo y de Él crucificado consti-tuía la mayor de las posibilidades deque éste entrase en razón en cuantoa su necesidad de la ayuda que sóloDios podía darle. Aquellos cuyoscorazones se han ablandado graciasa ese poderoso sentimiento de lanecesidad de ser limpios reciben res-puesta a sus oraciones.

Cuando enseñamos a nuestrosseres queridos que somos hijos espi-rituales de un Padre Celestial amo-roso, les abrimos la puerta de laoración.

Vivimos en Su presencia antes devenir aquí a ser probados.

Conocíamos Su rostro y Él conocíael nuestro. Del mismo modo que mipadre terrenal me vio partir de sulado, nuestro Padre Celestial nos viopartir a la vida terrenal.

Su Hijo Amado, Jehová, partióde esa gloriosa corte para descenderal mundo a sufrir lo que nosotrossufriríamos y a pagar el precio detodos los pecados que cometería-mos. Él nos proporcionó el únicocamino posible para volver a nues-tro hogar a nuestro Padre Celestial ya Él. Si el Espíritu Santo puededecirnos tan sólo eso sobre quiénessomos, nosotros y nuestros hijospodríamos sentir lo que sintió Enós.Él oró de esta manera:

“Y mi alma tuvo hambre; y mearrodillé ante mi Hacedor, y clamé aél con potente oración y súplica pormi propia alma; y clamé a él todo eldía; sí, y cuando anocheció, aún ele-vaba mi voz en alto hasta que llegóa los cielos.

“Y vino a mí una voz, diciendo:Enós, tus pecados te son perdona-dos, y serás bendecido” (Enós1:4–5).

Puedo prometerles que ningúngozo excederá al que sentiríancuando uno de sus hijos ore en elmomento de necesidad y reciba unarespuesta. Un día se separarán deellos y anhelarán volver a reunirse

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con sus vástagos. Nuestro amorosoPadre Celestial sabe que ese anheloseguirá siendo un anhelo para siem-pre a no ser que nos reunamos comofamilias con Él y con Su HijoAmado. Él preparó todo lo que Sushijos necesitarían para tener esabendición. Para buscarla, éstosdeben preguntar a Dios ellos mis-mos, sin dudar en nada, como lohizo el joven José Smith.

Mi papá se sintió preocupadoaquel día en Nueva York porquesabía, al igual que mi madre sabía,que la única tragedia sería que que-dásemos separados para siempre.Ésa es la razón por la cual me ense-ñaron a orar, puesto que sabían quepodríamos estar juntos para siempresólo con la ayuda de Dios y con Suafirmación. Del mismo modo que loharán ustedes, ellos enseñaron laoración eficazmente por medio delejemplo.

La tarde en que falleció mimadre, del hospital fuimos a la casapaterna. Allí, nos quedamos un ratosentados silenciosamente en lapenumbra de la sala de estar. Papáse retiró a su dormitorio donde per-maneció unos minutos. Cuando vol-vió a la sala, una sonrisa se dibujabaen su rostro. Nos explicó que habíaestado preocupado por nuestramadre y que, mientras reunía las

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“Un corazón humilde y contrito”Presidente Gordon B. Hinckley

“Si nos hemos acercado más al Señor con la resolución más firme deseguir Sus enseñanzas y Su ejemplo, entonces esta conferencia habrátenido un gran éxito”.

cosas de ella en el cuarto del hospi-tal y agradecía a los miembros delpersonal el haber sido amables consu esposa, pensaba en la partida deella al mundo de los espíritus unosminutos después de su muerte y sen-tía temor de que ella se sintiese solasi nadie iba a recibirla.

Se había ido al dormitorio a pedira nuestro Padre Celestial que alguiensaludara a Mildred, su esposa y mimadre. Nos dijo que en respuesta asu oración se le había dicho que sumadre había salido al encuentro desu nuera. Eso también me hizo son-reír a mí. La abuela Eyring no eramuy alta. Pude imaginar claramenteque se abría paso apresuradamenteentre la multitud, moviendo conrapidez sus cortas piernas en cumpli-miento a su misión de salir alencuentro de mi madre.

Aun cuando en aquel momentomi papá no había tenido la intenciónde enseñarme acerca de la oración,lo hizo. No recuerdo haber oído a mimadre ni mi padre pronunciar unsermón acerca de la oración. Ellosoraban en los tiempos difíciles y enlos tiempos buenos, y hacían sabercon toda naturalidad lo bondadoso ylo poderoso que es Dios, y lo cercaque está de nosotros. Lo que más oíaen las oraciones de ellos era lo quese nos requiere para estar juntos parasiempre. Y las respuestas que perma-necerán escritas en mi corazón sonlas que me aseguraban que noshallábamos en el camino indicado.

Cuando vi en mi mente a miabuela yendo de prisa a recibir a mimadre, sentí alegría por ellas y tam-bién sentí el deseo de llevar a miesposa y a nuestros hijos a eseencuentro. Ese anhelo es la razónpor la que debemos enseñar a nues-tros hijos a orar.

Testifico que nuestro PadreCelestial contesta las oraciones delos padres fieles que suplican sabercómo enseñar a sus hijos a orar.Testifico que, mediante la expiaciónde Jesucristo, podremos tener la vidaeterna en familias si honramos losconvenios que hacemos en ésta, SuIglesia verdadera. Testifico estocomo Su siervo, en el nombre deJesucristo. Amén. �

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Vano poder los reinos son;huecos los gritos y el clamor.Constante sólo es tu amor;al compungido da perdón.No nos retires tu amor;haznos pensar en ti, Señor”. (“Haznos pensar en ti, Señor”,

Himnos, Nº 35).

stas palabras inmortales deRudyard Kipling expresan misentir al llegar al término de

esta gran conferencia de la Iglesia. Después de la última oración, sal-

dremos de este gran salón, apagare-mos las luces y cerraremos laspuertas. Quienes escuchan en todaspartes del mundo apagarán la televi-sión o la radio o desconectaránInternet. Pero espero que al hacerlo,cuando todo haya terminado, siga-mos recordando que sigue en pie Su

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divino sacrificio, y que el corazónhumilde y contrito permanecerá(véase Himnos, Nº 35).

Espero que todos meditemos conespíritu sumiso en los discursos quehemos escuchado. Espero que refle-xionemos con tranquilidad sobre lascosas maravillosas que nos handicho. Espero que nos sintamos unpoco más contritos y humildes.

Todos hemos sido edificados;pero los resultados se verán al apli-car a nuestra vida las enseñanzasrecibidas. Si en lo sucesivo somos unpoco más amables, si tratamos mejora nuestros vecinos, si nos hemosacercado más al Señor con una reso-lución más firme de seguir Sus ense-ñanzas y Su ejemplo, entonces estaconferencia habrá tenido gran éxito.Pero si, por lo contrario, nuestravida no mejora en ningún sentido,entonces quienes nos han habladohabrán fracasado en gran medida.

Esos cambios tal vez no se podránver en un día, ni en una semana nien un mes. Las resoluciones se haceny se olvidan con rapidez. Pero si deaquí a un año, nos comportamosmejor de lo que lo hemos hecho en elpasado, entonces los esfuerzos deestos días no habrán sido en vano.

No recordaremos todo lo que seha dicho, pero aún así todo esto ser-virá para elevar nuestro espíritu.Podría ser un cambio indefinible,pero aún así será real. Como elSeñor dijo a Nicodemo: “El vientosopla de donde quiere, y oyes susonido; mas ni sabes de dónde

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viene, ni a dónde va; así es todoaquel que es nacido del Espíritu”(Juan 3:8).

Eso sucederá con la experienciaque acabamos de disfrutar. Y quizás,de todo lo que hemos escuchado, unafrase o un párrafo se haya destacado onos haya llamado particularmente laatención. Si eso ha pasado, esperoque la escribamos y luego reflexione-mos sobre ella hasta llegar a com-prender su significado más profundo ylograr hacerla parte de nuestra vida.

Espero que en la noche de hogar,hablemos con nuestros hijos de esosprincipios para que ellos tambiéndisfruten de la belleza de las verda-des que hemos disfrutado. Y cuandoen enero salga publicada la revistaLiahona, con todos los mensajes dela conferencia, no la pongan a unlado diciendo que ya los han escu-chado, sino léanlos y medítenlos.Encontrarán muchas cosas que seles habrán pasado al escuchar a losoradores.

Sólo lamento una cosa de esta

conferencia y es que sólo unas pocasAutoridades Generales y hermanastuvieron la oportunidad de hablar.El problema es el tiempo limitadoque tenemos.

Mañana por la mañana, regresa-remos a nuestras labores, nuestrosestudios o sean cuales fueren nues-tras actividades, pero llevaremoscon nosotros el recuerdo de estememorable acontecimiento paradarnos sostén.

Por medio de la oración podemosacercarnos más al Señor y esa podríaser una conversación de acción degracias. Nunca he podido compren-der plenamente por qué el GranDios del Universo, el Todopoderoso,nos invita a nosotros, Sus hijos, ahablar con Él individualmente.¡Qué oportunidad invalorable esésa! ¡Qué maravilloso es que puedaser así! Testifico que nuestras ora-ciones, ofrecidas con humildad ysinceridad, se escuchan y se contes-tan. Es un hecho milagroso, perocierto.

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Ruego que en nuestros hogareshablemos con más cariño y com-prensión, que el amor abunde y lopongamos de manifiesto en nuestroshechos. Que andemos por las sere-nas vías del Señor y que la prosperi-dad corone nuestros esfuerzos.

La gran Exclamación de Hosannaen la que todos participamos estamañana debería perdurar como unaexperiencia inolvidable. De cuandoen cuando, estando solos, podría-mos repetir en silencio esas bellaspalabras de adoración.

Doy testimonio de la veracidadde esta obra y de la realidad delDios viviente, nuestro PadreEterno, y de Su Hijo Unigénito, aquien pertenece esta Iglesia. A cadauno de ustedes les brindo mi amor.Que Dios esté con ustedes, misqueridos amigos. Al despedirnos porun tiempo, invoco sobre ustedes lasbendiciones del cielo, en el nombrede É l , que es nuestro Maestro,nuestro Redentor y nuestro Rey, sí,el Señor Jesucristo. Amén. �

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Somos instrumentos enlas manos de DiosMary Ellen SmootPresidenta General de la Sociedad de Socorro

“No nos hace falta un programa nuevo que nos incentive, tan sólotenemos que llegar a sentir el deseo de dar a conocer el Evangelio y detender la mano a los menos activos”.

Reunión general de la Sociedad de Socorro23 de septiembre de 2000

Mis queridas hermanas, paracomenzar, deseo decirlesque las quiero muchísimo.

No tengo palabras para expresar loagradecida que estoy de ser parte deesta gran hermandad, a la que elpresidente Gordon B. Hinckley hallamado una familia mundial de her-manas. Sí somos hermanas y mesiento constantemente inspirada porsu fe, su virtud y su deseo de hacerlo que el Señor desea que hagan.Gracias por su servicio, por su ejem-plo y por ser en verdad mujeres defe, de virtud, de visión y de caridad.Dondequiera que voy, veo los frutosde la Sociedad de Socorro que seponen de manifiesto en la vida delas hermanas de la Iglesia. Cada una

de nosotras es un instrumento en lasmanos de Dios.

Hace poco, conocí a una hermanaen Oregón que se reintegró a la acti-vidad en la Iglesia gracias a una dedi-cada maestra visitante. Sin duda, esamaestra visitante debe sentir lo quesintieron Ammón y sus hermanoscuando se regocijaron por haber sidohechos “instrumentos en las manosde Dios” (Alma 26:3) al llevar elconocimiento de Cristo a los lamani-tas que habían sido “extranjeros paracon Dios” (Alma 26:9). Porque “elvalor de las almas es grande a la vistade Dios” (D. y C. 18:10).

En más de 165 países del mundo,nuestras hermanas están siendo ins-trumentos en las manos de Dios.Pienso en un barrio de Brasil quetiene una llegada de miembros nue-vos cada semana. Las hermanas dela Sociedad de Socorro de ese barrioresolvieron ponerse la meta de nodejar pasar ni una semana sin quecada una de las hermanas reciénbautizadas recibiera una visita en sucasa y una copia de La familia: Unaproclamación para el mundo y de laDeclaración de la Sociedad deSocorro. Hasta ahora, ninguna delas hermanas ha dejado de ir a laIglesia.

Me maravilla la inspirada presi-denta de la Sociedad de Socorro de un barrio de Corea que resolvióvisitar a todas las hermanas menos

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activas de su barrio. Hasta la fecha havisitado a 25 hermanas y todas ellas,menos tres, han vuelto a la Iglesia.

Las hermanas como ellas son tes-timonios vivientes de lo que dijo elpresidente Hinckley de que “[en]esta Iglesia no hay ningún llama-miento pequeño o insignificante.Todos, en el desempeño de nuestrastareas, surtimos una influencia en lavida de los demás... Sea cual fueresu llamamiento, todos [ustedes]gozan de las mismas oportunidadesque yo de lograr el éxito... nuestralabor consiste en continuarhaciendo el bien así como [elMaestro] lo hizo” (“Ésta es la obradel Maestro”, Liahona, julio de1995, pág. 81).

Definitivamente, cada una denosotras puede ser un instrumentoen las manos de Dios. Felizmente,no hace falta que todas seamos lamisma clase de instrumento, puestoque, al igual que los instrumentos deuna orquesta difieren en tamaño,forma y sonido, también nosotrassomos distintas las unas de las otras.Tenemos talentos e inclinacionesdiferentes, pero así como la trompade pistones no puede reproducir elsonido del flautín, tampoco es pre-ciso que todas sirvamos al Señor dela misma manera. La hermana ElizaR. Snow dijo que “no hay ningunahermana tan aislada ni su influenciaes tan limitada que no pueda hacermucho para establecer el reino deDios sobre la tierra” (Woman’sExponent, 15 de septiembre de 1873,pág. 62; cursiva agregada).Entonces, nuestro privilegio y nues-tra responsabilidad como hijas deDios y como hermanas de laSociedad de Socorro es volvernoslos instrumentos más eficaces quepodamos ser.

La Sociedad de Socorro puedeayudarnos. El profeta José, que orga-nizó la Sociedad de Socorro en1842, dijo claramente que el propó-sito de esta organización divina-mente inspirada es no sólo “daralivio al pobre, sino también salvaralmas” (History of the Church, 5:25).Desde sus primeros días, la Sociedadde Socorro ha hecho un bien incal-culable. La Sociedad de Socorro

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suministró la primera carga deharina equivalente a la de un vagónde tren que llegó a manos de lossobrevivientes del terremoto ocu-rrido en 1906 en San Francisco y,posteriormente, proveyó de trigo algobierno de los Estados Unidosdurante la primera y la segunda gue-rra mundial. El año pasado, nuestrashermanas donaron más de 140.000acolchados para ayudar a los afligi-dos. Hemos defendido la materni-dad y la familia, hemos hecho laguerra al analfabetismo y hemosbrindado incontables horas de servi-cio por todo el mundo. Pero estanoche les afirmo que nuestra obrade más crucial importancia yacedelante de nosotras al unirnos anuestros líderes del sacerdocio parahacer avanzar el reino de Dios.

Hermanas, nos necesitan aquí elSeñor, nuestros líderes del sacerdo-cio, nuestras familias y nos necesita-mos las unas a las otras. El Señornecesita que aceptemos nuestros lla-mamientos eternos y que cumplamosla medida de nuestra creación. Élnecesita que hagamos de la Sociedadde Socorro una parte básica de nues-tra vida y que busquemos formas deservir a los demás en el nombre deSu organización para la mujer, y quetrabajemos juntas como hermanaspara hacer avanzar el reino delEvangelio. En efecto, la Sociedad deSocorro nos ayudará a servir a nues-tros familiares y a servirnos unas aotras en formas que ningún club niorganización puede hacerlo.

El presidente Spencer W. Kimballdijo: “...en el mundo preexistente, alas mujeres fieles se les dieron ciertasasignaciones... Aunque no recorde-mos estos detalles, ello no altera lagloriosa realidad de que en una opor-tunidad estuvimos de acuerdo conese plan. Y todos somos responsablesdel cumplimiento de todo lo que seesperaba de nosotros” (“Vuestropapel como mujeres justas”, Liahona,enero de 1980, pág. 167).

¿Cómo cumpliremos eso? Enmedio de las presiones de la vida,¿cómo podemos volvernos los ins-trumentos más eficaces que poda-mos ser en las manos del Señor?Mucho de eso podemos aprenderlo

de los hijos de Mosíah y de laDeclaración de la Sociedad deSocorro.

Número 1. Nuestra propia con-versión debe ocurrir primero. Laconversión más importante paracualquiera de nosotras es nuestrapropia conversión. Si hemos de llevar la luz del Evangelio a otraspersonas, ésta debe brillar intensa-mente en nosotras mismas. Una vezque se convirtieron, los hijos deMosíah trabajaron sin cesar para dara conocer el Evangelio a los demás,porque “no podían soportar quealma humana alguna pereciera”(Mosíah 28:3). Sólo cuando noshemos convertido al Señor Jesucristonos encontramos en condiciones defortalecer a los demás. Y sólo enton-ces comenzamos a comprender quenuestra vida en realidad tiene signi-ficado, propósito y dirección, y que,como hermanas unidas en nuestradevoción a Jesucristo, nuestro lla-mamiento es ser una luz al mundo.

Número 2. Al igual que los hijosde Mosíah, nosotras debemos “for-talec[ernos] en el conocimiento dela verdad” (Alma 17:2). Esos her-manos estudiaron de continuo elEvangelio. Por medio del ayuno y dela oración, y del sumirse en lasEscrituras, llegaron a saber que Jesúses el Cristo y aprendieron a oír Suvoz.

Del mismo modo, las hermanasde la Sociedad de Socorro debemosesforzarnos por incrementar nuestrotestimonio de Jesucristo por mediode la oración y del estudio de lasEscrituras, y procurar adquirir forta-leza espiritual al seguir los susurrosdel Espíritu Santo.

Es virtualmente imposible ser uninstrumento eficaz para con nues-tros propios familiares, para connuestros vecinos e incluso desde elpúlpito en la Iglesia si no sabemosdiscernir los susurros del EspírituSanto. Ammón fue capaz de percibirlos pensamientos del rey lamanitapor motivo de que vivía cerca delSeñor (véase Alma 18:16).

El oír la voz del Espíritu dependede nuestra buena disposición paraguardar los mandamientos, puestoque “cuando recibimos una bendición

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de Dios, es porque se obedece aquellaley sobre la cual se basa” (D. y C.130:21). Si deseamos experimentar elregocijo inefable del vivir elEvangelio y sentir las misericordiasexpiatorias de Cristo, la obediencia atodos los mandamientos de Dios, yno sólo a unos cuanto de ellos, es laúnica manera de lograrlos.

¿Hemos recibido las bendicionesincalculables del realizar semanal-mente la noche de hogar, del estu-dio diario de las Escrituras y de laoración? ¿Comprendemos las bendi-ciones trascendentales del guardarnuestros convenios y llenar nuestrasmentes sólo con lo que es “virtuoso,o bello, o de buena reputación”?(Artículos de Fe 1:13.) Cuando laobediencia se convierte en una bús-queda, deja de ser una irritación.

La Sociedad de Socorro nos ayu-dará a acatar las leyes divinas y aacercarnos más a Dios. Imaginen lavirtud que llenará la tierra cuando,bajo la dirección del sacerdocio, estecírculo de mujeres justas ¡se unapara llevar a cabo fines justos! Siunidas nos servimos las unas a lasotras y a todos los hijos de nuestroPadre, podremos ser instrumentosen las manos de Dios, no sólo paraaliviar el sufrimiento físico, sino loque es más importante, para soco-rrer a los que necesiten ayuda espiri-tualmente.

Número 3. El servicio es clavepara ser un instrumento eficaz. Loshijos de Mosíah escogieron servir alos lamanitas en lugar de asumir car-gos directivos en el reino de supadre. Y, en muchos casos, el servi-cio que prestaron ablandó el cora-zón de los lamanitas y los hizo estarmás dispuestos a oír el Evangelio.Cuando los siervos de Lamoni rela-taban a éste las hazañas de Ammónal rechazar a los merodeadores,Ammón se encontraba en el establodando de comer a los caballos y sir-viendo al rey (véase Alma 18:9–10).

Nosotras, también, nos deleita-mos en el servicio y en las obrasbuenas. El servicio ablanda y abre elcorazón de las personas porque esen verdad el Evangelio en acción.Sé de un barrio de Arizona en elque en la actualidad tres familias

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investigan la Iglesia, todo lo cual hasido el resultado directo del serviciocaritativo que ha prestado laSociedad de Socorro.

La Sociedad de Socorro nosbrinda incontables oportunidades decultivar y ejercer el amor puro deCristo en todos los aspectos de nues-tra vida. Por ejemplo, la reunión deSuperación personal, de la familia y delhogar brinda un entorno ideal paraaprender y servir juntas. El servicioes el Evangelio de Jesucristo enacción, puesto que el servicio ben-dice tanto al que da como al querecibe. ¿Buscarán formas de encau-zar su servicio por conducto de laorganización de la Sociedad deSocorro, al comprender que el servi-cio es una de las formas más eficacesde bendecir a los demás tanto tem-poral como espiritualmente?

Número 4. El amor debe apunta-lar todo lo que hagamos. Las herma-nas de la Sociedad de Socorroamamos al Señor, amamos a nuestrasfamilias, amamos la vida y el apren-dizaje, y nos amamos las unas a lasotras. El padre de Lamoni, que era elrey de los lamanitas, ablandó sucorazón cuando vio la sinceridad del

Hermanas en el Tabernáculo de la MSociedad de Socorro que se efectuó e

amor que Ammón tenía por su hijo.Con el tiempo, el amor de Ammónllevó a la conversión a la familia deLamoni (véase Alma 20:26–27).Nuestra principal y primera preocu-pación con respecto a la conversión,a la retención y a la activación debeser nuestra propia familia.

Una vez más, la Sociedad deSocorro puede ayudar. La hermanaElsa Bluhm, que tiene 102 años deedad, siempre ha sabido que elEvangelio es verdadero. Ha amadoal Señor. Conoció a un hombrebueno, alemán, que no era miembrode la Iglesia, con el cual se casó. Sumarido nunca había aprendido aorar. Cuando Elsa se arrodillabajunto a la cama todas las noches,tomaba la mano de él entre las deella y oraba. Al cabo de muchosaños, él se unió a la Iglesia y fueronsellados el uno al otro en el templo.Antes de su fallecimiento, el her-mano Bluhm llegó a ser un instru-mento en las manos de Dios albuscar el nombre y los datos de susantepasados alemanes.

Ese final feliz comenzó con elejemplo insistente, amoroso y rectode una mujer. Elsa invitó al Espíritu

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anzana del Templo escuchan con atencl 23 de septiembre.

a su hogar y a su matrimonio alamar a su marido y al amar al Señor.Ella fue fiel y llena de fe aun en losmomentos en que se sentía sola. Fueun instrumento en las manos delSeñor en su propio hogar.

A cada una de nosotras, nuestrosejemplos justos le parecerán peque-ños, pero por su influencia, son gran-des. Para todos los que se hallendentro de su esfera de influencia,sean “ejemplo de los creyentes enpalabra, conducta, amor, espíritu, fe ypureza” (1 Timoteo 4:12). Dejen quelos demás sientan la paz y el regocijoque les brinda el vivir el Evangelio.Inviten a sus amigos que no sean denuestra fe o a los miembros menosactivos a sus noches de hogar.Llévenlos a la Iglesia y denles unejemplo de reverencia. Háganles verque ustedes evitan las películas, losprogramas de televisión y los sitios deInternet que alejarían de ustedes elEspíritu, lo cual redundaría en quefuesen instrumentos menos eficaces.

El presidente Hinckley nos hapedido reiteradas veces que seamosmejores misioneras, y el élder M.Russell Ballard, del Quórum de losDoce Apóstoles, ha indicado que

ión durante la reunión general de la

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Ondas expansivasVirginia U. JensenPrimera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

“Los hechos de las mujeres rectas repercuten a través del tiempo, delespacio e incluso de las generaciones”.

para que el programa misional de laIglesia lleve a cabo todo lo que debe,nosotras, las hermanas, debemosunirnos a esa labor.

No nos hace falta un programanuevo que nos incentive, tan sólotenemos que llegar a sentir el deseo dedar a conocer el Evangelio y de tenderla mano a los menos activos para rein-tegrarlos a los programas de la Iglesia.Ya sea que seamos maestras visitanteso que planifiquemos las reuniones deSuperación personal, de la familia ydel hogar, o que enseñemos a niños dela Primaria o que guiemos a la juven-tud, podemos hallar las formas de ayu-dar a aquellos cuya fe haya flaqueadoy a los que todavía no hayan halladola verdad. Podemos ser instrumentosen la tarea de llevar de nuevo alrebaño las ovejas del Señor.

Sé que así es; sé que podemoshacerlo. Hemos llevado abrigo a dece-nas de miles de personas alrededor delmundo con los acolchados que hemoshecho con nuestras manos. Hemosevidenciado nuestra buena voluntadpara servir y dar amor. Ahora, busque-mos las formas de dar la dádiva delEvangelio a las personas que necesi-tan abrigo espiritual.

Cuando regresen a casa estanoche, ¿dedicarán unos momentospara anotar las sensaciones que hayanhecho vibrar su corazón en esta reu-nión? ¿Pensarán en formas específicasde ser instrumentos en las manos deDios? ¿Reflexionarán en las bendicio-nes que recompensarán su obedienciaen esta vida y por toda la eternidad?Y quisiera que pusiesen su propionombre en el siguiente pasaje de lasEscrituras y supiesen con toda sualma que Dios las ama: “[sigue] pre-dicando a favor de Sión, con el espí-ritu de mansedumbre, confesándomeante el mundo; y [te] sostendré comoen alas de águila; y engendrar[ás] glo-ria y honra tanto para [ti] como parami nombre” (D. y C. 124:18). Sé queel Evangelio es verdadero. Sé queésta es la obra del Señor. Sé que Jesúses el Cristo y que tenemos un profetaverdadero sobre la tierra hoy día.Dulce es la obra. De esto doy testi-monio humildemente, en el nombrede nuestro Señor y SalvadorJesucristo. Amén. �

C

uando nuestros hijos eranpequeños, nos encantaba ir alas montañas. De pie a la

orilla del hermoso Lago Jackson,con las majestuosas cumbres refleja-das en la superficie de cristal, com-petíamos para ver quién podíalanzar piedras que diesen saltitossobre la superficie del agua tran-quila. Al hundirse las piedras, obser-vábamos las ondulaciones que seextendían sobre el agua hasta dondealcanzábamos a ver. Aún la piedritamás pequeña que lanzaba nuestrohijo menor hacía que las ondas seextendieran más y más.

Tal como los círculos que hacíannuestras piedras en el Lago Jackson,los hechos de las mujeres rectasrepercuten a través del tiempo, delespacio e incluso de las generacio-nes. Esos hechos rectos son pro-ducto de nuestra comprensión de lamisión divina de Jesucristo, de nues-tro conocimiento del plan delEvangelio, de nuestra obediencia a

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los mandamientos eternos y denuestra obra en éste, el reino deDios sobre la tierra.

Permítanme darles un ejemplo dela forma en que ese efecto expansivoda comienzo y ocasiona repercusio-nes cuando una mujer recta Santode los Últimos Días actúa en base asu conocimiento de que Jesús es elCristo y de que el Evangelio se harestaurado.

En 1841, Dan Jones, un inmi-grante galés, era capitán de uno delos barcos registrados más pequeñosque transportaba pasajeros y merca-derías en el río Misisipí. Me parecemás que coincidencia que el barcose llamara “La Onda”. Entre suspasajeros había miembros de unaiglesia “nueva” y poco conocida, LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días.

Durante sus viajes, Dan Jonescomenzó a escuchar críticas de esos“mormones”. Como había transpor-tado a muchos de ellos, había con-versado con ellos y había observadosu conducta. Se dio cuenta de queeran personas buenas, bondadosas,honradas y trabajadoras. Los comen-tarios y escritos negativos acerca deesas personas no concordaban conel trato que él había tenido conellos.

“Después de una cuidadosainvestigación de las acusaciones”,escribió después, “me di cuenta deque era imposible que fueran cier-tas... exageraban el caso o... se con-tradecían...” (Ronald D. Dennis,“Dan Jones, Welshman”, Ensign,abril de 1987, pág. 26).

Un acontecimiento importanteen particular llevó a Dan Jones a

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convertirse, de un prudente obser-vador, a un investigador activo de laIglesia. Él escribió: “...por accidente,cayó en mis manos parte de unacarta que [Emma Smith] habíaescrito... Nunca podré olvidar loque sentí al leerla. Claramente pudedarme cuenta de que al igual queyo, ella no solamente creía en elNuevo Testamento; profesaba la feapostólica y se regocijaba en mediode sus tribulaciones de poder serdigna de sufrir todo... por un testi-monio de Jesús y el Evangelio, sinoque también ese papel conteníamejor consejo, más sabiduría ydemostraba un espíritu más sublimeque nada de lo que jamás habíaleído” (Ensign, abril de 1987, págs.50, 52).

Inspirado por las palabras y elejemplo de Emma, Dan Jones tratóde aprender más acerca de esa iglesia.

En 1843, fue bautizado en el ríoMisisipí y llegó a ser uno de los misio-neros de más influencia en la historiade la Iglesia, llevando el Evangelio acientos de personas en su país natalde Gales. En un sentido muy literal,la influencia de Emma Smith conti-núa repercutiendo a través de lasgeneraciones. ¿Quién podría decircuántos cientos o millares de descen-dientes de las personas a las que DanJones llevó el Evangelio estén escu-chando esta reunión ahora mismo?

Cada una de nosotras puedeactuar en formas que repercutan enuna vida con el mismo poder que lohicieron las palabras de Emma en elcorazón de Dan Jones. Cada una esuna sola persona, pero recuerdo loscírculos que una piedrita ocasionóen la inmensidad del Lago Jackson.Pensemos seriamente en este pasajealentador: “no os canséis de hacer lo

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bueno, porque estáis poniendo loscimientos de una gran obra. Y de lascosas pequeñas proceden las gran-des” (D. y C. 64:33).

En ese lugar más importante queningún otro, el hogar, es dondemejor aprendemos que “de las cosaspequeñas proceden las grandes”, yaque la vida en el hogar es una seriede cosas pequeñas que se combinanpara crear una familia eterna.Quizás a causa de la lentitud conque se crean firmes relaciones con elSeñor y con los demás, o quizás por-que recibimos poco agradecimientopor enseñar, animar y guiar, es fácildistraernos o desanimarnos.

El adversario desearía confundir-nos y distraer nuestra atención de loque tiene más valor. Pero somosbendecidas, porque sabemos que lomás importante es la fe y la familia.Las mujeres que me han inspirado yme han motivado a ser mejor son lasque han puesto en primer término alSeñor y a su familia. Su “espíritu...sublime” infunde en mi corazón loque las palabras de Emma Smithinfundieron en el de Dan Jones, lainvitación de venir a Cristo, quienproclamó: “Al que tuviere sed, yo ledaré gratuitamente de la fuente delagua de la vida” (Apocalipsis 21:6).

La virtud y el poder se encuen-tran en el trabajo cotidiano ycomún, en todas las tareas diariasque realizamos al cuidar de nuestrafamilia y al prestar servicio a losdemás. La prominencia no equivalea prioridad, ni el sueldo del mundose compara con el de nuestro PadreCelestial, que conoce la importanciade la devoción de la mujer a la sal-vación de las almas.

Al pensar en mujeres cuyainfluencia recta repercute a través dela eternidad, consideremos a María,“vaso precioso y escogido” (Alma7:10). Al recibir del ángel una anun-ciación sagrada y sin precedente, ellagentilmente se sometió a la voluntaddel Señor: “He aquí la sierva delSeñor; hágase conmigo conforme atu palabra” (Lucas 1:38). Su fe, obe-diencia y humildad establecen unanorma para todas las mujeres.

Aunque el llamamiento de Maríafue singular, todas las mujeres pueden

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“compartir su forma de belleza. Sonlas mujeres que buscan la gracia deDios... Son humildes y viven vidas decastidad y virtud... Tienen un corazóncreyente y magnifican al Señor... Seregocijan en el Salvador y... recono-cen Sus dones y misericordias” (S. Michael Wilcox, Daughters ofGod: Scriptural Portraits, 1998, pág.179).

Esas palabras las describen austedes, las fieles hermanas de laSociedad de Socorro de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días. Ustedes son las muje-res cuyas obras diarias rebosan delconocimiento grato, al que Isaíashizo elocuente referencia:

“...Dios es mi salvación... elSeñor Jehová es mi fortaleza y micanción; y también ha llegado a sersalvación para mí. Por tanto, congozo [sacaré] agua de las fuentes dela salvación” (2 Nefi 22:2–3).

La causa de Cristo, o sea, la deredimir a toda alma, necesita lafuerza, el tiempo y los talentos deustedes en el hogar y en la comuni-dad. Sus fieles obras y palabras con-tribuyen en forma importante a laedificación de éste, el reino de Diossobre la tierra. El élder Bruce R.McConkie nos recuerda lo vital queha sido siempre nuestro papel: “Deesto estamos seguros: que Cristo,bajo el Padre, es el Creador; queMiguel, su compañero y asociado,presidió gran parte de la obra crea-tiva; y con ellos estaban, como lovio Abraham, muchos de los noblesy grandes. ¿No sería lógico deducirque entre ellos estaban María, Eva,Sara y miles más de nuestras herma-nas fieles? Ciertamente, en eseentonces esas hermanas trabajaroncon la misma diligencia, lucharoncon la misma valentía en la guerraen los cielos, como lo hicieron loshermanos, así como permanecen fir-mes hoy en la vida mortal en lacausa de la verdad y la rectitud”(McConkie, Woman, 1979, pág. 59).

Al igual que esas mujeres “noblesy grandes” que nos antecedieron, nopodemos nosotras ser mujerescomunes y corrientes; no podemosser mujeres que se parezcan dema-siado a las mujeres del mundo.

Debemos defender la rectitud sinreparos. Nosotras, al igual queMaría, Eva, Sara y Emma, somossingulares. Nuestra influencia habráde repercutir, y tendremos agua quecompartir. Dado nuestro legadoeterno, debemos recordar la formatan poderosa en que nuestros sim-ples hechos de rectitud puedenrepercutir en el corazón y el hogarde los que nos rodean. Tenemos unatremenda oportunidad de hacertanto bien, y, lo más importante, esque sabemos cómo y de dónde sacar“agua de las fuentes de la salvación”.

Mi amiga Tammy dejó de asistir ala Iglesia cuando tenía quince añosde edad. A la vuelta de la esquinade la casa de ella vivía un joven queen su adolescencia también habíadecidido que no quería formar partede la Iglesia. Ambos adquirieronmalas costumbres que los alejaronde la actividad en la Iglesia. Con eltiempo se casaron y comenzaron acriar a su familia.

Tammy amaba mucho a su esposoy a sus dos hijas, pero en lo pro-fundo de su corazón abrigaba eldeseo de regresar a la vida que habíaconocido de niña. Vagamente recor-daba haber sentido el Espíritu y lainfluencia de su Padre Celestial, y loextrañaba. Se resistió a dar a cono-cer esos sentimientos a su esposopor temor a que no estuviera deacuerdo, y los mantuvo ocultos.Deseaba regresar pero no sabíacómo comenzar. Escuchemos laspalabras de ella que nos hablan delefecto que tuvieron dos maravillosasmaestras visitantes que sacaron“agua de las fuentes de la salvación”y la compartieron con Tammy.

[Transcripción del video de 1 1/2minutos de Tammy Clayton]

Estoy agradecida hoy por mis maes-tras visitantes porque me amaron y nome juzgaron. Realmente me hicieronsentir que yo era importante y quehabía un lugar para mí en la Iglesia.

Venían a mi casa y charlábamos.Después de un rato, me preguntaban siquería que me dieran una lección ycada mes me dejaban un mensaje.

Y cuando venían cada mes, mehacían sentir que yo sí valía la pena, yque realmente se interesaban por mí,

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que me amaban y me apreciaban.Como resultado de sus visitas, final-

mente decidí que era el momento deregresar a la Iglesia. Supongo que real-mente no sab ía cómo regresar, ycuando ellas vinieron y demostraron suinterés, me mostraron el camino deregreso.

Debemos entender que el Señor nosama, no importa quiénes seamos, y mismaestras visitantes me ayudaron a verque esto era lo correcto.

Ahora mi esposo y yo nos hemossellado en el templo.

Gracias al cielo por las fielesmaestras visitantes. Sí, hermanas,los hechos de las mujeres rectasrepercuten a través del tiempo, delespacio y también de las generacio-nes. En verdad, no podría haber unefecto más duradero que el sella-miento de una familia en el templopor la eternidad. Seamos como lashermanas fieles que nos han antece-dido. Bebamos profundamente delagua “de las fuentes de la salvación”.

Dios vive. Su Hijo, Jesucristo, pro-porciona el camino para que regrese-mos a vivir con Él. El Evangelioverdadero se ha restaurado de nuevosobre la tierra. Tenemos un profetaviviente en estos días, el presidenteGordon B. Hinckley, a través del cualnuestro Padre Celestial dirige a Supueblo. Que nosotras, mediante lareacción que ocasionen nuestrasobras rectas, ayudemos a todos aconocer esas verdades, en el nombrede Jesucristo. Amén. �

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Mantengámonoserguidas ypermanezcamos unidasSheri L. DewSegunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

“Ninguna mujer es un instrumento más vibrante en las manos del Señorque una mujer de Dios que se siente encantada de ser quien es”.

Al cumplir doce años, yomedía cerca de un metroochenta de estatura y,

socialmente, era un completo desas-tre. El ser mucho más alta que elresto de mis amigos fue el gran tor-mento de mi adolescencia. Yo nodeseaba sobresalir —al menos no deesa forma—, por lo que comencé aencorvarme. Mi madre constante-mente me instaba a que “me mantu-viera erguida”. Y bien, en aqueltiempo no quería hacerlo, peroahora sí, ya que se nos ha amones-tado a levantarnos (2 Nefi 8:17) y aser testigos (véase Mosíah 18:9)para que aparezcamos “sin culpaante Dios en el último día” (D. y C.4:2). No he hallado en las Escrituras

ningún mandamiento de andar conlos hombros caídos en Sión; por locontrario, se nos dice reiterada-mente que debemos “levantarnos yponernos de pie” (véase 3 Nefi20:2).

De adolescente, no me dabacuenta de que el ser como todos losdemás nunca me ocurriría. Ni tam-poco les ocurrirá a ustedes, puestoque, como mujeres de Dios, debe-mos mantenernos erguidas, parasobresalir del resto del mundo. Sólode esa forma podremos tener la espe-ranza de encontrar la dicha. Porqueel encontrar la dicha y el mantener-nos erguidas, no en centímetros,sino como embajadoras del Señor,están directamente relacionados.

Hace poco, mi familia ha recor-dado eso de una forma hondamenteconmovedora. Tengo 17 sobrinos ysobrinas, que me llenan de alegría.Juntos hemos hecho caminatas,andado en bicicleta, ayunado yorado, y, hace poco, también hemosllorado juntos. Hace apenas unassemanas, sufrimos una pérdidadevastadora cuando en un acci-dente perdieron la vida dos de loshijos de mi hermana: Amanda, de11 años, y Tanner, de 15. Porquehemos vivido juntos en amor, hemosllorado por los que murieron (véaseD. y C. 42:45).

Nuestros amigos de nuestro pue-blo natal lloraron con nosotros, la

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mayoría de los cuales no son miem-bros de la Iglesia, y comprendimosque sus corazones quizás nuncaserían tan receptivos como el día enel que los dos ataúdes estuvieron ennuestra capilla de Kansas. Por eso,dedicamos el funeral totalmente atestificar de Cristo y del Evangeliorestaurado. Después, muchas perso-nas nos dijeron cuánto les habíaconmovido lo que habían oído yexperimentado; algunas de ellasincluso quisieron saber más. Ahorabien, no sabemos si alguno de losque se sintieron afectados por lamuerte de nuestros niños se unirá ala Iglesia, pero sí sabemos que elmantenernos erguidos por lo quecreemos y el enseñar el Evangelio alos amigos que nunca antes habíanestado dispuestos a escuchar nosayudó a aliviar nuestro dolor y nosbrindó alegría como familia.

En este mundo, la única dichaverdadera proviene del Evangelio: ladicha que irradia de la Expiación yde las ordenanzas que trascienden elvelo, y del Consolador que alivianuestra alma. No hace mucho, unapersona que no es miembro de laIglesia le preguntó a mi sobrinaAubrey, de once años de edad, cuyopadre murió hace cinco años, porqué no estaba triste por la muertede su papá y de sus primos. La res-puesta de Aubrey fue muy acertada:“¿Que no estamos tristes? Claro quelo estamos, pero sabemos que esta-remos juntos nuevamente, y por esono nos preocupamos tanto”. Sinlugar a dudas, nuestra familia ha llo-rado mucho, pero no nos sentimostan mal como hubiéramos estado sino hubiésemos sentido el alcancetrascendental y el poder sanador deJesucristo. El Evangelio es “gloria enlugar de ceniza” (Isaías 61:3), es“óleo de alegría” (Hebreos 1:9), es¡las Buenas Nuevas!

Aun cuando nuestros niños yahan partido, tenemos la seguridadgloriosa de no haberlos perdido.Pero, ¿qué sucede con los hijos denuestro Padre, nuestros hermanos ynuestras hermanas, que se han per-dido y se enfrentan no sólo con lamuerte física sino también con laespiritual? El Evangelio de Jesucristo

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se centra en la gente. Es el dejar lasnoventa y nueve ovejas en eldesierto e ir tras las que se perdie-ron, es el llevar las cargas los unosde los otros, con la carga más impo-nente que alguien pueda llevar alandar por esta vida sin luz. De ahí elruego del Señor en los últimos días:

“...el campo blanco está ya parala siega; y es la hora undécima, y laúltima vez que llamaré obreros a miviña...

“...por tanto, meted vuestrashoces, y cosechad con toda vuestraalma, mente y fuerza” (D. y C.33:3, 7).

Los antiguos profetas previeron eldía “en que el conocimiento de unSalvador se [esparciría] por todanación, tribu, lengua y pueblo”(Mosíah 3:20). Ese día ha llegado yahora es nuestro turno de meternuestra hoz y ayudar en la siega. Elque estemos aquí ahora no es acci-dente. Durante eones de tiemponuestro Padre nos observaba y sabíaque podía confiar en nosotroscuando habría tanto en peligro. Senos ha reservado para esta mismí-sima hora. Debemos comprender nosólo quiénes somos, sino quiéneshemos sido siempre. Porque somosmujeres de Dios y la obra de lasmujeres de Dios ha sido siempreayudar a edificar el reino de Dios.

Cuando en la existencia preterre-nal aceptamos el plan del Padre, dijoel élder John A. Widtsoe: “...ahímismo estuvimos de acuerdo en ser...salvadores de todo el génerohumano... la obra de llevar a cabo elplan no sólo llegó a ser la obra delPadre y del Salvador, sino nuestratambién” (Utah Genealogical andHistorical Magazine, octubre de 1934,pág. 189). Posteriormente, cuandofuimos bautizadas aquí, renovamosnuestro cometido al Señor y tambiénnuestro convenio con Él. No es deextrañar que el presidente Gordon B.Hinckley haya manifestado que “si elmundo ha de salvarse, a nosotros nostoca hacerlo... Ningún otro puebloen la historia del mundo ha... reci-bido un mandato de mayor peso... ymás vale que pongamos manos a laobra” (Church News, 3 de julio de1999, pág. 3.)

Hermanas, tenemos trabajo quehacer. El profeta José encomendó ala Sociedad de Socorro la obra desalvar almas (véase History of theChurch, tomo V, pág. 25), porqueestá en nuestra misma naturaleza elbuscar y atender con ternura a quie-nes se han perdido. Pero aun así, elpresidente Spencer W. Kimball selamentó de que hay un poder en laSociedad de Socorro que “aún no hasido completamente aprovechadopara... edificar el reino de Dios” (“LaSociedad de Socorro”, Liahona,marzo de 1977, pág. 2). A pesar detodo lo bueno que la Sociedad deSocorro ha hecho en el pasado, esnecesario que todavía siga ayudandoa sacar adelante esta obra de los últi-mos días. Hermanas, ha llegado elmomento de utilizar plenamente elpoder de la justa felicidad que existeentre las mujeres de Dios. Ha lle-gado el momento de estar anhelosa-mente consagradas a la obra desalvar almas. Ha llegado el momentoen que las hermanas de la Sociedadde Socorro se mantengan erguidasjunto al profeta en la obra de edificarel reino y le apoyen. Ha llegado elmomento de que cada una de noso-tras se mantenga erguida y perma-nezca unida a las demás.

El permanecer erguidas comienzacon nuestra conversión, porquecuando probamos “el sumo gozo”del Evangelio (Alma 36:24), desea-mos compartirlo. Los alimentos y losacolchados que hemos preparadopara aliviar el sufrimiento sonhechos bondadosos extraordinarios,pero ningún servicio —repito, nin-gún servicio— se compara con el deguiar a alguien a Cristo. ¿Quierenser felices? ¿Realmente felices?Entonces ayuden con afecto aalguien a andar por el sendero quelleva al templo y a Cristo.

La forma más eficaz de compartirel Evangelio es vivirlo. Si vivimoscomo deben vivir los discípulos deCristo, si no solamente somos bue-nas, sino que también nos sentimosfelices de serlo, otras personas se sen-tirán atraídas hacia nosotras porque,como profetizó el presidente Kimball,nos considerarán felizmente “diferen-tes de las del mundo” (“Vuestro

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papel como mujeres justas”, Liahona,enero de 1980, pág. 171). Felices porla forma en que hemos escogido vivir,felices porque no estamos constante-mente reestructurándonos paraadaptarnos a la imagen del mundo,felices porque tenemos el “don y elpoder del Espíritu Santo” (1 Nefi13:37), felices de mantenernos ergui-das y sobresalir.

Cada vez que fortalecemos nues-tro propio testimonio o que ayuda-mos a otra persona a fortalecer elsuyo, edificamos el reino de Dios.Toda vez que ayudamos a una her-mana recién bautizada, que brinda-mos amistad a un alma perdida sinjuzgarla, que invitamos a una familiade no miembros a participar en unanoche de hogar, que damos un Librode Mormón a una colega, que guia-mos a una familia al templo, quedefendemos la modestia y la mater-nidad, que invitamos a los misione-ros a casa o que ayudamos a alguiena descubrir el poder de la Palabra,edificamos el reino de Dios.Imagínense cuánto animó a mi her-mana el leer lo que Tanner escribió

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Los élderes Russell M. Nelson, M. Russell Ballard y Joseph B. Wirthlin(desde la izquierda) saludan al presidente Gordon B. Hinckley y al presi-dente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia,mientras los observan miembros de las presidencias generales de laSociedad de Socorro, de las Mujeres Jóvenes y de la Primaria.

en su diario personal poco antes demorir: “Gracias, mamá y papá, porhaberme enseñado acerca deCristo”. ¿Qué edifica más el reinoque el criar a un hijo para el Señor?

Con excepción de quienes pres-tan servicio como misioneros regu-lares, no hace falta que llevemosplaquetas de identificación ni quegolpeemos puertas para ayudar aedificar el reino. Y, aunque algunosnos describan como personas singracia y dominadas en lugar de reco-nocernos como las mujeres dinámi-cas y radiantes que somos, ningunamujer es más persuasiva, ni ejerceuna mayor influencia para el bien nies un instrumento más vibrante enlas manos del Señor que una mujerde Dios que se siente encantada deser quien es. Me gusta pensar quesomos el arma secreta del Señor. Situviésemos plaquetas de identifica-ción, me gustaría que la mía dijera:“Sheri Dew, mujer de Dios, ocupadaen edificar el reino de Dios”.

Imaginen lo que sucedería enesta Iglesia si cada mañana los 4,5millones de nosotras se arrodillara ypreguntara a nuestro Padre a quiénnecesitaba Él que tendiéramos lamano ese día; en seguida, ¡imaginenlo que sucedería si lo hiciéramos!Imaginen lo que pasaría si consagrá-ramos nuestras energías y nuestraconcentración en masa al serviciomás grandioso, el de llevar a nues-tras hermanas y a nuestros herma-nos a Cristo. Imaginen lo queocurrirá cuando movilicemos a lashermanas de la Sociedad de Socorropara que se mantengan erguidas yjuntas ayuden a edificar el reino.Veremos despertar y ponerse de piea un dormido y encorvado gigante.

Esta noche las invito a erguirse, ameter la hoz y a unirse a esta obracon determinación. Las invito arededicar su vida a la edificación delreino; a tenderle la mano a alguienque se haya perdido; a tomar a unnuevo miembro bajo su protección;a pensar en la posibilidad de prestarservicio misional con su esposo; abuscar oportunidades misionales y aorar para que éstas se presenten; acambiar espiritualmente la vida dealguien, sobre todo, la de sus propios

familiares. No es necesario que cadauna de nosotras se acerque a todo elmundo; pero, ¿qué pasaría si estemes nos acercáramos a alguien ydespués a otra persona y luego aotra? El presidente Hinckley nos hapedido que formemos “parte de unamplio ejército con verdadero entu-siasmo por esta obra” (“Apacientamis ovejas”, Liahona, julio de 1999,pág. 124). Al hacerlo, nos converti-remos en una de las fuerzas máspoderosas del bien que se haya vistoen este mundo. Porque nosotras, lashermanas de la Sociedad deSocorro, somos mujeres de Dios y, laobra de las mujeres de Dios y la obrade la Sociedad de Socorro ha sidosiempre ayudar a edificar el reino deDios. Creo que podemos hacer máspara ayudar a nuestros líderes delsacerdocio que lo que hemos hechohasta ahora.

Tan sólo una pocas horas antes defallecer, mi sobrino Tanner dijo en suquórum del sacerdocio lo siguiente:“¿Saben?, si yo fuese a morir pronto,me gustaría que mi funeral fuera unadespedida de misionero”. Mi ruegode esta noche es que nosotras tenga-mos igualmente en claro nuestramisión como mujeres de Dios. Éstano es tan sólo una linda Iglesia que

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enseña conceptos lindos para quevivamos vidas lindas. Ésta es LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días, dotada del poderdel Señor, a la que se ha encomen-dado llevar Su verdad hasta los con-fines de la tierra. Amo a nuestroPadre y a Su Hijo. He llegado a saberpor mí misma que ésta es la obra y lagloria de Ellos, y que somos las másbendecidas de todas las mujeres portener una parte tan fundamental-mente importante en ella. Alcemosnuestras “voces como si fuera con elson de trompeta” (D. y C. 42:6).Que encontremos la dicha al mante-nernos erguidas y permanecer uni-das, y “hagamos con buen ánimocuanto cosa esté a nuestro alcance”(D. y C. 123:17), y luego permanez-camos tranquilas para ver cómo serevela el brazo de Dios a medida queSu obra sigue adelante intrépida ymajestuosamente “hasta que hayapenetrado todo continente, ido atoda región, abarcado toda nación yresonado en todo oído; hasta que sehayan cumplido los propósitos deDios y el gran Jehová declare que laobra se ha llevado a cabo” (History ofthe Church, tomo IV, pág. 540) . Enel sagrado y santo nombre deJesucristo. Amén. �

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Madre, tu más grandedesafíoPresidente Gordon B. Hinckley

“No creo que exista mejor respuesta a... [las] repugnantes prácticas queacosan a nuestros jóvenes que las enseñanzas de una madre, impartidascon amor y con una advertencia inequívoca”.

Me sentiría satisfecho determinar esta reuniónahora mismo. Esta noche

se nos ha enseñado muy bien.Felicito a la presidencia por susexcelentes palabras. Como sabrán,ellas se han preocupado, han oradoy suplicado al Señor que las ayudaraen su preparación y presentación.Hermana Smoot, hermana Jensen yhermana Dew, les agradecemos todolo que han hecho; han realizado ungran trabajo.

Considero que es una grandiosaoportunidad el dirigirme a ustedes.Ninguna otra congregación es seme-jante a ésta. Nos dirigimos a ustedesdesde el Tabernáculo de la Manzanadel Templo, en Salt Lake City, peroustedes nos escuchan en casi todaspartes al encontrarse reunidas a tra-vés de los Estados Unidos y Canadá,

de las naciones de Europa, deMéxico, de Centroamérica y deSudamérica. Están todas unidas enesta gran congregación no importasi están en Asia, el Pacífico Sur o enotras tierras lejanas.

Sus corazones albergan el mismopropósito. Se encuentran reunidasjuntas porque aman al Señor; tienenun testimonio y una convicción deSu realidad viviente; oran al Padreen el nombre de Jesús; reconocen elpoder de la oración; son esposas ymadres; viudas y madres solterasque llevan cargas demasiado pesa-das; mujeres recién casadas, y muje-res que no están casadas. Son unavasta concurrencia de mujeres de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días; más de cuatromillones de ustedes pertenecen aesta gran organización; y nadiepuede calcular la inmensa fuerzapara bien que pueden llegar a ser.Ustedes son las guardianas delhogar; las administradoras del hogar.Al igual que la hermana Dew, lesexhorto a que sean firmes y fuertesen defensa de esas grandes virtudesque han sido el fundamento denuestro progreso social. Cuandoestán unidas, su poder no tiene lími-tes; pueden lograr lo que quieran. Ycuánto, cuánto se les necesita en unmundo en el que los valores se estánviniendo abajo, donde el adversarioparece tener tanto control.

Siento gran respeto y admiraciónpor ustedes, las jovencitas que hacemuy poco tiempo ingresaron a la

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Sociedad de Socorro; en gran partehan podido soportar la tormentaque las azotó durante la época de sujuventud; se han conservado limpiasdel mundo; se han mantenido libresde las manchas de la iniquidad;ustedes son la flor y nata de lajuventud buena y madura de laIglesia. Han llegado hasta estepunto de su vida, limpias, bellas yvirtuosas. Les felicito de todo cora-zón.

Rindo honor a las mujeres solte-ras; saben muy bien lo que es lasoledad; saben lo que es la ansiedad,el temor y la añoranza vehemente;pero no se han dejado vencer.Ustedes han salido adelante en lavida, haciendo importantes y mara-villosas contribuciones a lo largo delcamino. Dios las bendiga, mis queri-das hermanas y amigas.

Esta noche no puedo dirigirme atodas directamente. He elegido unsegmento de esta vasta congrega-ción: a ustedes, las madres. Y quieroademás incluir a las que se converti-rán en madres. ¡Qué cosa tan mara-villosa han logrado como madres!Han dado vida y nutrido a sus hijos;han entrado en una sociedad connuestro Padre Celestial a fin de darexperiencia terrenal a Sus hijos ehijas. Ellos son hijos de Él y sonhijos de ustedes, carne de su carne,por quienes Él las hará responsables.Ustedes se han regocijado por causade ellos, y, en muchos casos, tam-bién han sentido pesar; ellos les hantraído la felicidad que nadie máspodría traerles; les han traído dolorcomo nadie más podría hacerlo.

En general, han llevado a cabouna tarea extraordinaria al criarlos.Muchas veces he dicho que creoque tenemos la mejor generación dejóvenes que la Iglesia jamás hayatenido: tienen una mejor educación,tienen más motivación, conocen lasEscrituras, viven la Palabra deSabiduría, pagan sus diezmos, oran,tratan de hacer lo correcto, soninteligentes y capaces, limpios ypuros, atractivos y hábiles. La canti-dad de estos jóvenes es considera-ble. Más que nunca salen de misión;contraen matrimonio en el templo;saben lo que es el Evangelio y se

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esfuerzan por vivirlo, al acudir alSeñor para pedirle guía y ayuda.

Pero me duele decir que estamosperdiendo a muchos de nuestrosjóvenes. Ellos prueban insensata-mente una cosa tras otra, sin quedarpor lo visto satisfechos, hasta queson arrastrados a un abismo del queno pueden salir. Entre ellos seencuentran algunos de nuestros pro-pios jóvenes, y son ustedes, lasmadres, las que llevan la carga depesar que resulta de todo ello. Sonsus hijos y sus hijas. De manera queesta noche, con la esperanza deofrecer ayuda, les hago una súplica.

En algunos casos tal vez seademasiado tarde, pero en la mayo-ría, ustedes aún tienen la oportuni-dad de guiar y de persuadir, deenseñar con amor, de dirigir en sen-deros que son fructíferos y producti-vos y que están lejos de esassituaciones negativas que no traennada bueno.

Nada en este mundo tiene másvalor para ustedes que sus hijos.Cuando sean ancianas, cuando elcabello se les ponga blanco y elcuerpo se debilite, cuando esténpropensas a sentarse en una mece-dora y meditar sobre su vida, nadaserá más importante que el interro-gante de lo que llegaron a ser sushijos. No tendrá importancia eldinero que hayan ganado, ni tam-poco los automóviles que hayantenido, ni las casas grandes en lasque hayan vivido. La preguntainquietante que acudirá a su menteuna y otra vez será: “¿Cómo les haido a mis hijos?”.

Si la respuesta es que les ha idobien, entonces la felicidad de uste-des será completa; si no ha sido así,entonces ninguna otra satisfacciónpodrá compensarles esa pérdida.

De manera que esta noche lessuplico, mis queridas hermanas, quese sienten y en silencio examinenlos triunfos y los fracasos que hayantenido en su función de madres.Nunca es demasiado tarde. Cuandonada dé resultado, acudan a la ora-ción y a la ayuda prometida delSeñor para ayudarlas en sus tribula-ciones. Pero no se demoren.Empiecen ahora, no importa si su

hijo tiene seis o dieciséis años deedad.

Me contaron que recientementese llevó a cabo en esta región unagran reunión que atrajo a diez miljóvenes; estoy seguro de que algunosde ellos eran los nuestros.

Se dice que los espectáculos deesa noche fueron lujuriosos y diabó-licos; aborrecibles y degradantes,típicos de los aspectos más repug-nantes de la vida. En ellos no habíabelleza, sólo fealdad y depravación;fue algo de lo más sórdido que sepueda imaginar.

Esos jóvenes pagaron entre $35 y$50 dólares por entrada. En muchoscasos, ese dinero provino de lospadres. Cosas semejantes a éstaestán ocurriendo por todo elmundo. Algunos de los hijos y de lashijas de ustedes hacen posible quelos organizadores de este tipo deinmundicia prosperen en sus malé-volas empresas.

El domingo pasado, el diario localDeseret News publicó un artículodetallado sobre las fiestas clandesti-nas de drogas que se conocen como“Rave”. Empiezan a las 3:00 de lamadrugada y siguen hasta las 7:30de la mañana del domingo. Allí, losjovencitos y las jovencitas, de eda-des que oscilan entre los últimosaños de la adolescencia hasta losveinte y tantos, bailan al ritmoestruendoso de lo que algunos con-sideran música, que sale por nume-rosos amplificadores. “Algunosllevan puestas cuentas de coloresbrillantes; otros levantan al airebarritas iridiscentes; otros llevanchupetes (chupones) de niño en laboca, mientras que hay quienes lle-van puestas mascarillas de las queusan los pintores” (Deseret News, 17de septiembre de 2000, B1).

Las drogas pasan de mano enmano, de las que las venden a lasque las usan, de $20 a $25 dólarespor píldora.

No creo que exista mejor res-puesta a estas repugnantes prácticasque acosan a nuestros jóvenes quelas enseñanzas de una madre, impar-tidas con amor y con una adverten-cia inequívoca. Habrá fracasos, sí;habrá desilusiones desgarradoras;

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habrá tragedias, tristes y sin espe-ranza; pero en muchos casos, si elproceso se comienza a tempranaedad y se continúa, se alcanzará eléxito, la felicidad, el amor y una grangratitud. El abrir la cartera y dardinero al hijo o a la hija antes de queustedes se vayan al trabajo no serviráde nada, sino tal vez sirva para lle-varlos a más prácticas maléficas.

Un antiguo proverbio dice:“Instruye al niño en su camino, yaun cuando fuere viejo no se apar-tará de él” (Proverbios 22:6).

Otro sabio refrán reza: “Árbolque crece torcido nunca su troncoendereza” (Alexander Pope, MoralEssays, tomo II 2, The Works ofAlexander Pope, Esq., “Epistle I: ToSir Richard Temple, Lord Cobham”[1776], pág. 119; line 150).

Enseñen a sus hijos desde muytemprana edad, y nunca dejen dehacerlo. Mientras ellos se encuen-tren en el hogar con ustedes, consi-dérenlos su responsabilidadprimordial. Tomo la libertad desugerir varias cosas que podríanhacer para enseñarles. La lista noestá completa, pero ustedes puedenagregar otras cosas.

Enséñenles a buscar buenos amigos.Ellos van a tener amigos, buenos omalos. Esas amistades ejercerán unagran influencia en la vida de ellos.Es importante que cultiven unaactitud de tolerancia hacia todos losdemás, pero es más importante queellos se rodeen de personas de sumisma clase quienes harán queaflore lo mejor que lleven dentro desí. De lo contrario, ellos se contagia-rán con la manera de ser de suscompañeros.

No he olvidado la anécdota queel élder Robert Harbertson relatódesde este púlpito. Él habló sobre unjoven indio que subió una alta mon-taña. Hacía frío. A sus pies habíauna víbora de cascabel. La serpientetenía frío y le suplicó al joven que lalevantara y la bajara hasta un lugarmás cálido.

El joven indio escuchó las súpli-cas de la serpiente y por fin accedió.La levantó en sus brazos y la cubriócon la camisa; la llevó al pie de lamontaña, donde estaba más cálido.

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Con mucho cuidado la colocó en elpasto. Cuando la serpiente se hubocalentado, levantó la cabeza y mor-dió al joven con sus venenosos col-millos.

El joven maldijo a la serpientepor haberle mordido como pago porsu bondad. La serpiente respondió:“Tú sabías lo que yo era cuando melevantaste” (“Restoration of theAaronic Priesthood,” Ensign, juliode 1989, pág. 77).

Adviertan a sus hijos en contrade los colmillos ponzoñosos deaquellos que los tentarán, que losseducirán con palabras fáciles paraluego herirlos y probablemente destruirlos.

Enséñenles a valorar la educación.“La gloria de Dios es la inteligencia,o en otras palabras, luz y verdad”(D. y C. 93:36).

Sobre la gente de esta Iglesiayace el mandato del Señor de adqui-rir conocimiento; éste bendecirá lavida de ellos ahora y a través de losaños venideros.

Una noche, miré fascinado portelevisión el relato de una familia dela parte central de los EstadosUnidos, compuesta por el padre, lamadre, tres hijos varones y una hijamujer.

Al casarse, el padre y la madredecidieron que harían todo lo queestuviese de su parte para que sushijos adquirieran la mejor educaciónque estuviera a su alcance.

Vivían en una casa humilde ymodesta, pero aún así brindaronconocimiento a sus hijos; y cadauno de ellos se destacó de unamanera formidable. Todos habíanrecibido una buena educación. Unollegó a ser rector de una universi-dad, los otros estuvieron al frente degrandes instituciones de negocios;personas de éxito indiscutible.

Enséñenles a respetar sus cuerpos.Entre los jóvenes se está exten-diendo la práctica de hacerse tatua-jes o perforaciones en el cuerpo.Llegará el día en que les pesará elhaberlo hecho, pero para entoncesserá demasiado tarde. En lasEscrituras se indica claramente:“¿No sabéis que sois templo de Dios,y que el Espíritu de Dios mora envosotros?

“Si alguno destruyere el templode Dios, Dios le destruirá a él; por-que el templo de Dios, el cual soisvosotros, santo es” (1 Corintios3:16-17).

Es triste y lamentable que losjóvenes y algunas jovencitas se

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hagan tatuajes en el cuerpo. ¿Quéesperan ganar mediante este dolo-roso proceso? ¿Hay “algo virtuoso, obello, o de buena reputación, odigno de alabanza” (Artículo de FeNº 13) en tener el indecoroso ysupuesto arte impregnado en la pielpara llevarlo allí durante toda lavida, hasta llegar a la ancianidad yla muerte? Es necesario que lesaconsejen a rechazar tal práctica, aevitarla a toda costa. Llegará el díaen que lamentarán haberlo hecho,pero no podrán escapar del recorda-torio constante de su insensatezexcepto mediante otro procedi-miento costoso y doloroso para qui-társelos.

Yo considero que no tiene ningúnatractivo, y sin embargo es algocomún, el ver a los hombres jóvenescon las orejas perforadas para llevararetes, y no sólo un par, sino varios.

¿No tienen ningún respeto por suapariencia? ¿Lo consideran inge-nioso y atractivo el adornarse de esamanera?

Les aseguro que esto no es embe-llecimiento; es hacer feo lo que eraatractivo. No sólo se perforan lasorejas, sino también otras partes delcuerpo, incluso la lengua. ¡Esabsurdo!

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Nosotros —la Primera Presidenciay el Consejo de los Doce— hemosadoptado la siguiente norma: “LaIglesia se opone a los tatuajes; tam-bién se opone a las perforaciones delcuerpo que no sean para propósitosmédicos, aunque no ha tomado nin-guna postura en cuanto a las perfora-ciones mínimas que se hacen lasmujeres en las orejas para usar un parde aretes”.

Enseñen a sus hijos e hijas a evitarlas drogas ilegales como si fueran unaplaga. El uso de estos narcóticos lesdestruirán. Ellos no pueden abusarde tal manera sus cuerpos, no pue-den desarrollar de esa manera ape-titos despiadados y esclavizantes sinque se hagan un daño incalculable.Un hábito lleva a otro, hasta que enmuchos de los casos, la víctimallega a una situación de total impo-tencia que pierde todo controlsobre sí mismo o sí misma y se habi-túa de tal forma que no puede pres-cindir de él.

En un programa reciente de tele-visión se indicó que el 20 por cientode los jóvenes que utilizan drogas lohacen porque sus padres les enseña-ron a hacerlo. ¿Qué le pasa a lagente? El uso de las drogas ilegales seconvierte en un camino sin salida;no lleva a ningún lado excepto a lapérdida del autodominio, a la pér-dida del autorrespeto y a la autodes-trucción. Enseñen a sus hijos aevitarlas como lo harían con unaterrible enfermedad. Incúlquenlesuna total aversión a ellas.

Enséñeles a ser honrados. Las cár-celes del mundo están llenas de personas que empezaron sus activi-dades ilícitas con pequeños actos dedeshonestidad. Una mentirilla amenudo lleva a una mentira másgrande; un robo pequeño a menudolleva a un robo más grande y,cuando se quiere acordar, la personaha tejido una maraña de la cual nose puede librar. El ancho caminoque lleva a la prisión comienza conun sendero pequeño y atractivo.

Enséñenles a ser virtuosos.Enseñen a los jóvenes a respetar alas jovencitas como hijas de Diosinvestidas con algo muy valioso ybello. Enseñen a sus hijas a tener

respeto por los jóvenes, por los hom-bres que poseen el sacerdocio, losjóvenes que deben permanecer ypermanecen por encima de las sór-didas maldades del mundo.

Enséñenles a orar. Ninguno denosotros es lo suficientemente inte-ligente como para lograr el éxitopor sí mismo. Necesitamos la ayuda,la sabidur ía, la dirección delTodopoderoso en tomar esas deci-siones que son tan tremendamenteimportantes en nuestra vida. Nohay sustituto para la oración; nohay recurso más grande.

Mis queridas madres, las cosasque he mencionado por cierto noson nuevas; son tan antiguas comoAdán y Eva, pero son tan certerasen su causa y efecto como el amane-cer de la mañana, y la lista no estácompleta.

A pesar de todo lo que hay queevitar, puede haber mucho paradivertirse y disfrutar. Con buenosamigos se puede tener mucha felici-dad. No es necesario que sean arro-gantes; ellos pueden divertirsemucho y lo hacen.

Dios las bendiga, queridas ami-gas. No cambien su primogeniturade madre por una bagatela de valortransitorio. Que su interés primor-dial se centre en el hogar. El bebéque sostienen en los brazos crecerátan rápidamente como del alba alcrepúsculo transcurre el día cuandoestamos apurados. Espero quecuando eso ocurra, no tengan queexclamar como lo hizo el rey Lear:“¡...cuánto más punzante que eldiente de un reptil es tener un hijoingrato! (William Shakespeare, ElRey Lear, Acto 1, Escena IV). En vezde eso, espero que tengan motivopara sentirse orgullosas de sus hijos,que los amen y que tengan fe enellos; que los vean crecer en recti-tud y virtud ante el Señor, y llegar aser miembros útiles y provechosospara la sociedad. Si a pesar de todolo que hayan hecho llegaran a fraca-sar, al menos podrán decir: hicetodo lo posible; me esforcé porhacer lo mejor que pude; no permitíque nada interfiriera en mi funciónde madre. Así, los fracasos no seríantantos.

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Para que no piensen que pongotoda esta responsabilidad sobre uste-des, quiero decirles que tengo laintención de hablarle a los padressobre estos asuntos en la reunióngeneral del sacerdocio dentro de dossemanas.

Que las bendiciones del cielodescansen sobre ustedes, queridashermanas. Que no cambien unacosa actual de valor transitorio porel grandioso bienestar de hijos ehijas, niños y niñas, jóvenes y joven-citas, de cuya crianza tienen unaresponsabilidad ineludible.

Que la virtud de la vida de sushijos las santifique y las consagre ensu vejez. Que lleguen a exclamarcon gratitud como lo hizo Juan: “Notengo yo mayor gozo que este, el oírque mis hijos andan en la verdad”(3 Juan 1:4). Ruego por ello, y loruego fervientemente, en el sagradonombre de Jesucristo. Amén. �

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Se dirigen a nosotros

Informe de la Conferencia General Semestral número 170, del 7 y 8 deoctubre de 2000, para los niños de la Iglesia.

Presidente Gordon B. Hinckley:Si en lo sucesivo somos unpoco más amables, si tratamos

mejor a nuestros vecinos, si noshemos acercado más al Señor conuna resolución más firme de seguirSus enseñanzas y Su ejemplo,entonces esta conferencia habrátenido gran éxito.

Presidente Thomas S. Monson,Primer Consejero de la PrimeraPresidencia: Adán oró; Jesús oró;José oró. Sabemos los resultados desus oraciones. Aquel que nota hastala caída de un pajarillo con todaseguridad escucha la súplica denuestro corazón. Recuerden la pro-mesa: “...si alguno de vosotros tienefalta de sabiduría, pídala a Dios, elcual da a todos abundantemente ysin reproche, y le será dada”(Santiago 1:5).

Presidente James E. Faust, SegundoConsejero de la Primera Presidencia:Al reflexionar en mi vida, distingouna fuente de fortaleza y bendiciónsingulares; es mi testimonio y cono-cimiento de que Jesús es el Cristo, elSalvador y el Redentor de todo elgénero humano.

Presidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórumde los Doce Apóstoles: En la Palabrade Sabiduría descubrí un principiocon promesa. El principio es: Cuidatu cuerpo; evita... el té, el café, eltabaco, el licor y las drogas perjudi-ciales (véase D. y C. 89:3–9).

La promesa es: Los que obedez-can recibirán una mejor salud(véase D. y C. 89:18) y “grandestesoros de conocimiento, sí, tesorosescondidos” (D. y C. 89:19).

Élder David B. Haight, del Quórumde los Doce Apóstoles: la vida puedeser maravillosa y sumamente signifi-cativa, pero debemos vivirla enforma sencilla. Debemos vivir losprincipios del Evangelio, ya que loque de veras importa es tener elEvangelio en nuestra vida al andarpor el camino de nuestra existencia.

É lder Neal A. Maxwell, delQuórum de los Doce Apóstoles: Tantolos jóvenes como los adultos debe-mos ser buenos amigos, pero tam-bién debemos escoger a nuestrosamigos cuidadosamente. Si escoge-mos al Señor primero, el escogeramigos es más fácil y más seguro.

Élder Russell M. Nelson, delQuórum de los Doce Apóstoles: Todosnecesitamos guía en la vida; la obtene-mos mejor de los libros canónicos y delas enseñanzas de los profetas de Dios

É lder Joseph B. Wirthlin, delQuórum de los Doce Apóstoles: Unode los grandes mensajes de laRestauración es que las ventanas delos cielos están abiertas. Todos losque procuran saber la verdad pue-den saber por sí mismos a través delas revelaciones del Espíritu.

Élder Robert D. Hales, del Quórumde los Doce Apóstoles: Al bautizarnos,hacemos un convenio con nuestroPadre Celestial de que estamos dis-puestos a entrar en Su reino y guar-dar Sus mandamientos a partir deese momento, aun cuando sigamosviviendo en el mundo. En el Librode Mormón se nos recuerda quenuestro bautismo es un convenio de“ser testigos de Dios [y de Su reino]en todo tiempo, y en todas las cosas y

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en todo lugar en que estuvieseis...”(Mosíah 18:9; cursiva agregada).

É lder Jeffrey R. Holland, delQuórum de los Doce Apóstoles: Siustedes están teniendo dificultadespara controlar lo que ven, lo queescuchan o lo que dicen o hacen, lespido que oren a su Padre Celestialpara que los ayude... Hablen con sumamá y su papá, hablen con suobispo. Busquen la mejor ayudaposible de entre las buenas personasque les rodean.

Élder Dennis B. Neuenschwander,de la Presidencia de los Setenta: Eltener profetas, videntes y revelado-res vivientes entre nosotros y noprestarles atención es lo mismo quesimplemente no tenerlos.

Hermana Margaret D. Nadauld,Presidenta General de las MujeresJóvenes: Nuestras vidas reflejanaquello que buscamos. Y si de todocorazón buscamos en verdad cono-cer al Salvador y ser más semejantesa como Él es, lo lograremos. �

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Enseñanzas para nuestra época 2001

Las reuniones del Sacerdocio deMelquisedec y de la Sociedad de

Socorro que se llevan a cabo el cuartodomingo del mes se deben dedicar a“Enseñanzas para nuestra época”. Cadaaño, la Primera Presidencia asigna 10temas con sus correspondientes mate-riales de consulta para que se utilicenen estas reuniones. A continuación seproporcionan los temas y los materialesde consulta para el año 2001. Las pre-sidencias de estaca o distrito escogeránlos dos temas adicionales.

Los temas que se sometan a discu-sión en las reuniones del cuartodomingo deben basarse en uno o qui-zás en dos de los materiales de con-sulta designados que mejor satisfaganlas necesidades de los miembros delquórum o grupo y se adapten a suscircunstancias. No es necesario quelos maestros utilicen todos los mate-riales de consulta. Se alienta a loslíderes y maestros a no hacer de lostemas un sermón o una disertación,sino a ponerlos a discusión de clase.Ellos deben pensar la forma de alentara los miembros del quórum o grupo aaplicar los principios que se hayananalizado. En La enseñanza: el llama-miento más importante [36123 002] yen la Guía para la enseñanza [34595002] se pueden encontrar sugerenciassobre cómo preparar y realizar discu-siones de quórum o grupo.

1. La función de las Escrituras en laconversión de nuestra propia familia.

Deuteronomio 11:18–19, 21; 2Timoteo 3:14–17; 2 Nefi 25:21–23,26; Mosíah 1:3–7.

Boyd K. Packer, “Enseñen a losniños”, Liahona, mayo de 2000, págs.14–23.

Henry B. Eyring, “El poder delenseñar la doctrina”, Liahona, julio de1999, 85–88.

Dallin H. Oaks, “Nutrir elEspíritu”, Liahona, agosto de 2001.

“Aprendamos el Evangelio ennuestro hogar”, lección 32, La mujerSanto de los Últimos Días, Parte A,págs. 230–234.

2. La importancia de las Escriturasen la vida de nuestros antepasados.

Deuteronomio 31:10–13; Juan 5:39;1 Nefi 3:1–4, 19–20; Mosíah 1:2–7.

James E. Faust, “En cuanto a lassemillas y la tierra”, Liahona, enero de2000, págs. 54– 57.

L. Tom Perry, “Enséñenles la pala-bra de Dios con toda diligencia”,Liahona, julio de 1999, págs. 6–9.

“Las Escrituras”, capítulo 10,Principios del Evangelio, págs. 52–56.

3. Sigamos a las AutoridadesGenerales.

Mateo 7:15–23; D. y C. 21:1–6;43:1–7; 124:45–46.

M. Russell Ballard, “Guardaos de losfalsos profetas y de los falsos maestros”,Liahona, enero de 2000, págs. 73–76.

David B. Haight, “El sostenimientode profetas”, Liahona, enero de 1999,págs. 41–43.

“Observemos el consejo de los sier-vos del Señor”, lección 13, La mujerSanto de los Últimos Días, Parte B,págs. 119–121.

4. Un refugio de la tormenta.Isaías 41:10; Alma 36:3, 27; D. y C.

58:2–4; 121:1–8; 122.James E. Faust, “La esperanza,

ancla del alma”, Liahona, enero de2000, págs. 70–73.

Joseph B. Wirthlin, “La búsquedade un puerto seguro”, Liahona, juliode 2000, 71–74.

Robert D. Hales, “He aquí, tene-mos por bienaventurados a los quesufren ”, Liahona, julio de 1998, págs.81–84.

“Tribulación, adversidad y aflic-ción”, lección 15, La mujer Santo delos Últimos Días, Parte B, págs. 140–147.

5. Cómo buscar la guía del EspírituSanto.

Juan 14:16–17, 26; 2 Nefi 32:2–5;Moroni 10:5–7; D. y C. 8:2–3.

Boyd K. Packer, “Lenguas defuego”, Liahona, julio de 2000, págs.7–10.

Jeffrey R. Holland, “No perdáispues, vuestra confianza”, Liahona,junio de 2000, págs. 34–42.

Richard G. Scott, “¡Él vive!”,Liahona, enero de 2000, págs.105–108.

“El don del Espíritu Santo”, lec-ción 30, Deberes y bendiciones delsacerdocio, Parte A, págs. 228–234.

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6. Los discípulos verdaderos comparten el Evangelio.

Mateo 5:16; D. y C. 4; 18:14–16;88:81.

Gordon B. Hinckley, “Apacientamis ovejas”, Liahona, julio de 1999,págs. 118–124.

M. Russell Ballard, “¿Qué debemoshacer nosotros? ”, Liahona, julio de2000, págs. 37– 40.

Henry B. Eyring, “Una voz de amo-nestación”, Liahona, enero de 1999,págs. 37–40.

“La obra misional”, capítulo 33,Principios del Evangelio, págs. 213–218.

7. Cómo fortalecer a la juventud.1 Timoteo 4:12; Alma 37:35; 38:2;

41:10; Artículo de Fe Nº 13.Gordon B. Hinckley, mensaje de la

charla fogonera del 12 de noviembrede 2000 que se publicará en el ejem-plar de Liahona de abril de 2001.

Gordon B. Hinckley, “Madre, tumás grande desafío”, Liahona, enerode 2001, págs. 113–116.

Gordon B. Hinckley, “Y se multi-plicará la paz de tus hijos”, Liahona,enero de 2001, págs. 61–68.

La fortaleza de la juventud, folleto(34285 002).

“La pureza moral” lección 34,Deberes y bendiciones del sacerdocio,Parte A, págs. 255–260; “La pureza depensamiento”, lección 9, La mujerSanto de los Últimos Días, Parte B,págs. 81–89.

8. El llegar a ser puros ante el Señor.Isaías 1:18; Mosíah 4:10–12; D. y

C. 19:16–20; 58:42–43.Thomas S. Monson, “Tu jornada

eterna”, Liahona, julio de 2000, págs. 56–59.

Henry B. Eyring, “No demores”,Liahona, enero de 2000, págs. 38–41.

Boyd K. Packer, “Lavados y purifi-cados”, Liahona, julio de 1997, págs. 9–11.

“El arrepentimiento”, capítulo 19,Principios del Evangelio, págs. 122–127.

9. La santidad de la mujer.Proverbios 31:10–31; Efesios

5:25–28, 31; Jacob 2:28–35.James E. Faust, “Lo que significa

ser una hija de Dios”, Liahona, enerode 2000, págs. 120–124.

Richard G. Scott, “La santidad dela mujer,” Liahona, julio de 2000, págs. 43–45.

Page 123: 2001 01 Ene

E N E R O D E 2 0 0 1

119

Russell M. Nelson, “Nuestro debersagrado de honrar a la mujer”,Liahona, julio de 1999, págs. 45–48.

“La mujer Santo de los ÚltimosDías”, lección 14, La mujer Santo delos Últimos Días, Parte A, págs. 93–99.

10. La gratitudSalmos 100; Lucas 17:11–19;

Mosíah 2:19–22; D. y C. 78:19.Gordon B. Hinckley, “Gracias al

Señor por Sus bendiciones”, Liahona,julio de 1999, págs. 104–105.

Thomas S. Monson, “Una actitudde agradecimiento”, Liahona, mayo de2000, págs. 2– 9.

“Formemos el hábito de la gratituden nuestra familia”, lección 35, Lamujer Santo de los Últimos Días, ParteB, págs. 349–360. �

PRESENTACIONES DE LOSTEMAS SUGERIDOS

El desarrollo espiritual(D. y C. 88:63)

Las destrezas del ama de casa(Proverbios 31:27)

Las relaciones matrimoniales yfamiliares (Malaquías 4:6; Mosíah 4:15)

El fortalecimiento de lasrelaciones (Mateo 5:38–44; 25:40)

La autosuficiencia(D. y C. 88:119)

El servicio(Proverbios 31:20; Mosíah 4:26)

La salud física y emocional(Mosíah 4:27; D. y C. 10:4)

El mejoramiento y la educaciónpersonal (D. y C. 88:118; 130:18–19)

La alfabetización (Daniel 1:17; Moisés 6:5–6)

Las artes culturales (D. y C. 25:12)

*Las pautas para las reuniones de superación personal, de la familia y del hogar se distribuyeron con unacarta de la Primera Presidencia fechada el 20 de septiembre de 1999.

**Los materiales de consulta para los temas de las miniclases incluyen los manuales Principios delEvangelio y La mujer Santo de los Últimos Días, Parte A y Parte B.

IDEAS PARA LOS TEMAS DE LASMINICLASES**

• La adoración en el templo• La oración personal y el estudio de las

Escrituras• La observancia del día de reposo

(D. y C. 59)

• Cómo cultivar, cocinar, envasar y poneralimentos en conserva

• La organización y la limpieza del hogar• El valor del trabajo

• “La familia: Una proclamación para elmundo” (Liahona, octubre de 1998, pág.24)

• La noche de hogar, la oración familiar yel estudio de las Escrituras

• Cómo ser mejores padres

• Cómo comunicarse y resolver conflictos• El arrepentimiento y el perdón• Cómo lograr un liderazgo eficaz

• El almacenamiento en el hogar y lapreparación para casos de emergencia

• La educación y la administración derecursos

• La salud y la higiene

• El servicio a la familia y a los vecinos• El servicio en la Iglesia• Proyectos de servicio comunitario

• El ejercicio y la nutrición• Cómo controlar el estrés, y la diversión• El sentir agradecimiento y reconocer las

bendiciones del Señor

• Las bendiciones patriarcales• El desarrollo de talentos y de creatividad• El aprendizaje a lo largo de la vida

• El conocimiento del Evangelio• El escribir historias y testimonios• La educación de los niños a una edad

temprana y los libros para los niños.

• La importancia de la música en el hogar• La literatura y las bellas artes• El conocimiento y la comprensión de

otras culturas

Temas que se sugieren para laReunión de superación personal, de la familia y del hogar*.

Guía de fuentesde consultaPara utilizar en el año 2001, juntocon Sacerdocio Aarónico Manual 2,lecciones 1–25

Con el fin de actualizar y enrique-cer las lecciones. A=Amigos o

Sección para los niños

Lección 1: ¿Quién soy yo?Russell M. Nelson, “La Creación”,

Liahona, julio de 2000, págs. 102–105.Russell M. Nelson, “Somos hijos de

Dios”, Liahona, enero de 1999,101–104.

“Triunfo”, Liahona, agosto de 1998,págs. 40–41.

“Soy un hijo de Dios” Himnos,Nº 196.

Lección 2: Conozcamos a nuestroPadre Celestial.

James E. Faust, “Que te conozca-mos a ti, el único Dios verdadero, y aJesucristo” Liahona, febrero de 1999,págs. 2–6.

Jeffrey R. Holland, “Las manos delos padres”, Liahona, julio de 1999,págs. 16–19.

S. Michael Wilcox, “No tendrásdioses ajenos delante de mi ”, Liahona,febrero de 1998, págs. 26–33.

Lección 3: La fe en Jesucristo.Neal A. Maxwell, “Aplica la sangre

expiatoria de Cristo ”, Liahona, enerode 1998, págs. 25–28.

Page 124: 2001 01 Ene

John B. Dickson, “Los donesincomparables”, Liahona, octubre de1999, 18–24.

Sheri L. Dew, “Nuestra única opor-tunidad”, Liahona, julio de 1999, págs. 77–79.

Lección 4: La compañía del EspírituSanto.

Dallin H. Oaks, “La enseñanza y elaprendizaje por medio del Espíritu”,Liahona, mayo de 1999, págs. 14–24.

Boyd K. Packer, “Revelación perso-nal: El don, la prueba y la promesa”,Liahona, junio de 1997, págs. 8–14.

Brad Wilcox, “Una pregunta peli-grosa”, Liahona, mayo de 2000, págs. 32–35.

“Deja que el Espíritu te enseñe,”Himnos, Nº 77.

Lección 5: El albedrío.James E. Faust, “La obediencia: el

sendero hacia la libertad”, Liahona,julio de 1999, págs. 53–56.

Joseph B. Wirthlin, “Es suya ladecisión”, Liahona, noviembre de1998, págs. 46–48.

Sharon G. Larsen, “El albedrío:una bendición y una aflicción”,Liahona, enero de 2000, págs. 12–14.

Lección 6: El servicio cristianoRobert J. Whetten, “Verdaderos

seguidores”, Liahona, julio de 1999,págs. 34–36.

Janna Nielsen, “Un sábado de ser-vicio”, Liahona, agosto de 1998, págs. 10–13.

H. David Burton, “Vé, y haz tú lomismo”, Liahona, julio de 1997, pág. 85–87.

“¿En el mundo he hecho bien?”,Himnos, Nº 141.

Lección 7: La importancia eterna de las familias.

La Primera Presidencia y elConsejo de los Doce Apóstoles, “Lafamilia: Una proclamación para elmundo”, Liahona, octubre de 1998,pág. 24.

Dallin H. Oaks, “Lo más impor-tante”, Liahona, marzo de 2000, págs. 14–22.

Henry B. Eyring, “La familia”,Liahona, octubre de 1998, págs.12–23.

Robert D. Hales, “La familiaeterna”, Liahona, enero de 1997,72–75.

“Las familias pueden ser eternas”,Himnos, Nº 195.

Lección 8: La espiritualidadRussell M. Nelson, “Capacidad

espiritual”, Liahona, enero de 1998págs. 16–19.

Robert L. Millet, ”Despojémonosdel hombre natural”, Liahona, agostode 2000, págs. 6–10.

“En busca del autodominio”,Liahona, junio de 1999, pág. 25.

Lección 9: El arrepentimiento y laexpiación de Jesucristo.

Henry B. Eyring, “No demores”,Liahona, enero de 2000, págs. 38–41.

Boyd K. Packer, “Lavados y purifi-cados”, Liahona, julio de 1997, págs. 9–11.

Bruce C. Hafen, “Gloria en lugarde ceniza: La expiación de Jesucristo”,Liahona, abril de 1997, págs. 38–48.

“Venid a Cristo”, Himnos, Nº 60.

Lección 10: El estudio de lasEscrituras.

Daniel C. Peterson, “Más eviden-cias para el Libro de Mormón”,Liahona, septiembre de 2000, págs. 28–35.

“¿Qué debemos escudriñar en lasEscrituras?”, Liahona, mayo de 1998,págs. 28–32.

Willie Holdman and Richard M.Romney, “En la cúspide del mundo”,Liahona, marzo de 1997, págs. 10–15.

“Al leer las Escrituras”, Himnos,Nº 180.

Lección 11: Satanás y sus tentaciones.

Thomas S. Monson, “En aguaspeligrosas”, Liahona, julio de 1998,págs. 50–52.

Richard B. Wirthlin, “Cuatro ver-dades absolutas que proveen una brú-jula infalible de la moral”, Liahona,enero de 1998, 9–11.

Clyde J. Williams, “Un escudo con-tra la maldad”, Liahona, octubre de1996, págs. 18– 24.

“Haz el bien”, Himnos, Nº 155.

Lección 12: La oración.Gordon B. Hinckley, “No temas,

cree solamente”, Liahona, octubre de2000, págs. 26– 29.

“¿Qué puedo hacer para evitar quemis oraciones sean repetitivas?”,Liahona, junio de 1999, págs. 18–21.

Eileen Murphy Allred, “La oracióndel abuelo”, Liahona, marzo de 1998,A4–5.

“¿Pensaste orar?”, Himnos, Nº 81.

L I A H O N A

120

Lección 13: El ayuno.Thomas S. Monson, “La edifica-

ción de tu hogar eterno”, Liahona,octubre de 1999, págs. 2–7.

Lorenzo Presença, “Nuestro primerayuno familiar”, Liahona, junio de1999, A12–13.

Diane K. Cahoon, “El milagro dela hermana Stratton”, Liahona, mayode 1999, A6–7.

Lección 14: La obediencia a Dios.Patricia P. Pinegar, “Paz, esperanza

y orientación”, Liahona, enero de2000, págs. 79–82.

Donald L. Staheli, “La obediencia:el gran desafío de la vida”, Liahona,julio de 1998, págs. 88–89.

“Obedece Su voz y guarda Susmandamientos”, Liahona, febrero de1998, pág. 25.

“Haz tú lo justo”, Himnos, Nº 154.

Lección 15: La exaltación por mediodel cumplimiento de los convenios.

James E. Faust, “Examíname, ohDios, y conoce mi corazón”, Liahona,julio de 1998, 17–21.

Richard G. Scott, “Jesucristo,nuestro Redentor”, Liahona, julio de1997, 64–66.

“Se edifica Sión al hacer conveniosy recibir ordenanzas”, Liahona, mayode 1998, pág. 25.

“Oh mi Padre”, Himnos, Nº 187.

Lección 16: Los diezmos y las ofrendas.

James E. Faust, “Abrir las ventanasde los cielos”, Liahona, enero de 1999,págs. 67–70.

Jon R. Howe, “Lecciones prácticasque sirven para motivar”, Liahona,enero de 1999, págs. 26–27.

Ronald E. Poelman, “El diezmo: unprivilegio”, Liahona, julio de 1998,págs. 84–86.

Lección 17: Las bendiciones patriarcales.

Thomas S. Monson, “Su jornadacelestial”, Liahona, julio de 1999,págs. 114–116.

Richard D. Allred, “El Señor ben-dice a Sus hijos mediante bendicionespatriarcales”, Liahona, enero de 1998,págs. 31–32.

Valeria Salerno, “El día que recibími bendición patriarcal”, Liahona,octubre de 1997, págs. 20–21.

Page 125: 2001 01 Ene

Lección 18: Los deberes de unmaestro del Sacerdocio Aarónico.

James E. Faust, “¿Con qué potes-tad... habéis hecho vosotros esto?”,Liahona, enero de 1999, págs. 52–55.

James E. Faust, “El poder del sacer-docio” Liahona, julio de 1997, págs. 46–49.

Dallin H. Oaks, “El SacerdocioAarónico y la Santa Cena”, Liahona,enero de 1999, págs. 43–46.

Lección 19: Un corazón quebran-tado y un espíritu contrito.

Robert D. Hales, “La curación delalma y del cuerpo”, Liahona, enero de1999, págs. 16– 19.

Juan Antonio Flores, “Un grancambio en mi vida”, Liahona, mayo de1998, págs. 40– 41.

“Lo suficiente calmo como paraescuchar”, Liahona, marzo de 1997,págs. 30–32.

Lección 20: La administración de laSanta Cena.

Thomas S. Monson, “El sacerdo-cio: poderoso ejército del Señor”,Liahona, julio de 1999, págs. 56–59.

Dallin H. Oaks, “El SacerdocioAarónico y la Santa Cena”, Liahona,enero de 1999, págs. 43–46.

Lois T. Bartholomew, “UnaNavidad todos los domingos”,Liahona, diciembre de 1997, pág. 24.

“Hoy con humildad te pido”,Himnos, Nº 102.

Lección 21: Preparémonos pararecibir el Sacerdocio deMelquisedec.

Thomas S. Monson, “El sacerdo-cio: poderoso ejército del Señor”,Liahona, julio de 1999, págs. 56–59.

James E. Faust, “¿Con qué potes-tad... habéis hecho vosotros esto?”,Liahona, enero de 1999, págs. 52–55.

Joseph B. Wirthlin, “El crecer den-tro del sacerdocio”, Liahona, enero de 2000, págs. 45– 49.

Lección 22: El liderazgo patriarcalen el hogar.

Jeffrey R. Holland, “Las manos delos padres”, Liahona, julio de 1999,págs. 16–19.

Fraser Aumua y Laury Livsey, “De tal palo, tal astilla”, Liahona,septiembre de 2000, págs. 38–39.

S. Michael Wilcox, “Una relacióndivina”, Liahona, septiembre de 1997,págs. 8–9.

Lección 23: Una preparación prác-tica para servir una misión.

“Élder M. Russell Ballard”, Liahona,octubre de 2000, A10–11.

Marvin K. Gardner, “El brillantefuturo de Soweto”, Liahona, diciembrede 1999, págs. 36–39.

“Llamados a servir”, Liahona,agosto de 1999, págs. 26–31.

Lección 24: Las bendiciones quebrinda el trabajo.

James E. Faust, “Horizontes perdi-dos”, Liahona, agosto de 1999, págs. 2–6.

Neal A. Maxwell, “Pon tu hombroa la lid”, Liahona, julio de 1998, págs. 40–42.

“Élder Robert D. Hales,” Liahona,septiembre de 1997, A6–7.

“Pon tu hombro a la lid”, Himnos,Nº 164.

Lección 25: La pureza personal pormedio de la autodisciplina.

“Lo que enseñan los profetas encuanto a la castidad y la fidelidad”,Liahona, octubre de 1999, págs. 26–29.

Jeffrey R. Holland, “La pureza per-sonal”, Liahona, enero de 1999, págs.89–92; octubre de 2000, págs. 40–43.

Richard G. Scott, “Preguntas serias,respuestas serias”, Liahona, septiembrede 1997, págs. 28–32. �

Guía de fuentesde consulta Para utilizar en el año 2001, juntocon Mujeres Jóvenes Manual 2,lecciones 1–25

Con el fin de actualizar y enrique-cer las lecciones. A=Amigos o

Sección para los niños

Lección 1: Acerquémonos aJesucristo

James E. Faust, “Que te conozca-mos a ti, el único Dios verdadero, y aJesucristo”, Liahona, febrero de 1999,págs. 2–6.

Russell M. Nelson, “Jesús el Cristo:Nuestro Maestro y más”, Liahona, abrilde 2000, págs. 4–19.

Joseph B. Wirthlin, “La guía de Suvida ejemplar”, Liahona, febrero de1999, págs. 34–43.

“Señor, yo te seguiré”, Himnos,Nº 138.

E N E R O D E 2 0 0 1

121

Lección 2: Los dones espirituales.Janette Hales Beckham, “Hagamos

que la fe se convierta en realidad”,Liahona, enero de 1998, págs. 89–91.

Mensajes de las maestras visitantes,Liahona, año 1997 (todos los ejemplarescon excepción de los de enero y julio).

Lección 3: La edificación del reinode Dios.

James E. Faust, “El precio del serdiscípulo de Cristo”, Liahona, abril de1999, págs. 2– 6.

Jeffrey R. Holland, “Como palomasen nuestra ventana”, Liahona, julio de2000, págs. 90–93.

Dale E. Miller, “El camino de per-fección del reino”, Liahona, julio de1998, págs. 31–32.

“Trabajemos hoy en la obra”,Himnos, Nº 158.

Lección 4: La obediencia a los man-damientos nos ayuda a cumplir connuestra función divina.

James E. Faust, “Cuán cerca de losángeles”, Liahona, julio de 1998, págs. 105–108.

Richard J. Maynes, “Una conexióncelestial en la adolescencia”, Liahona,enero de 1998, págs. 35–36.

Richard G. Scott, “El gozo de vivirel gran plan de felicidad”, Liahona,enero de 1997, págs. 83–85.

“Siempre obedece los mandamien-tos”, Himnos, Nº 197.

Lección 5: El ambiente familiar.Thomas S. Monson, “La edifica-

ción de tu hogar eterno” Liahona,octubre de 1999, págs. 2–7.

Virginia U. Jensen, “Superación per-sonal, de la familia y del hogar”,Liahona, enero de 2000, págs. 114–117.

Margaret D. Nadauld, “Volver elcorazón hacia la familia”, Liahona,julio de 1998, págs. 99–101.

“El hogar es como el cielo”,Himnos, Nº 193.

Lección 6: El compartir el trabajo enel hogar.

James E. Faust, “Cuán cerca de losángeles”, Liahona, julio de 1998, págs. 105–108.

Neal A. Maxwell, “Pon tu hombroa la lid ”, Liahona, julio de 1998, págs. 40–42.

Vaughn J. Featherstone, “Nosqueda todavía un sólido eslabón”,Liahona, enero de 2000, págs. 15–18.

“Trabajad con fervor”, Himnos,Nº 149.

Page 126: 2001 01 Ene

Lección 7: Vivamos con amor yarmonía.

Robert D. Hales, “El fortaleci-miento de las familias: nuestro debersagrado”, Liahona, julio de 1999, págs.37–40.

“Cómo enseñar principios correc-tos a los miembros de la familia”,Liahona, abril de 1999, pág. 25.

Sharon G. Larsen, “Las MujeresJóvenes: estandartes de la libertad”,Liahona, julio de 1998, págs. 103–104.

“Cuando hay amor”, Himnos,Nº 194.

Lección 8: El mejorar la habilidadde comunicación.

M. Russell Ballard, “Como unallama inextinguible”, Liahona, julio de1999, págs. 101–104.

Tammy Munro, “El leer con Ben”,Liahona, mayo de 2000, págs. 10–12.

Ann Michelle Nielsen, “El avancedecisivo” Liahona, diciembre de 1999,págs. 40–41.

“Oh, hablemos con tiernos acen-tos”, Himnos, Nº 151.

Lección 9: La Mujer Joven: unaconciliadora en el hogar.

Erika DeHart, “La lección másimportante”, Liahona, noviembre de1999, pág. 29.

Aurora Rojas de Álvarez, “Gozo enseguir al Señor: El perdón nos unió”,Liahona, octubre de 1999, págs.44–48.

Lynn G. Robbins, “El albedrío y laira”, Liahona, julio de 1998, págs.86–87.

“Siembra gozo”, Himnos, Nº 150.

Lección 10: El sacerdocio: una granbendición.

Gordon B. Hinckley, “Las palabrasdel profeta actual”, Liahona, junio de1997, págs. 32–33.

James E. Faust, “El poder del sacer-docio” Liahona, julio de 1997, págs.46–49.

D. Lee Tobler, “El sacerdocio y elhogar” Liahona, julio de 1999, págs.51–52.

Lección 11: Sintamos agradeci-miento por el obispo.

Gordon B. Hinckley, “Los pastoresdel rebaño”, Liahona, julio de 1999,págs. 60–66.

Boyd K. Packer, “El obispo y susconsejeros”, Liahona, Julio de 1999,págs. 71–74.

Dallin H. Oaks, “¡Obispo, ayú-deme!”, Liahona, julio de 1997, págs. 24–26.

Lección 12: Las bendiciones depadre

Gordon B. Hinckley, “Las palabrasdel profeta actual”, Liahona, junio de1997, págs. 32–33.

James E. Faust, “Lo que significaser una hija de Dios”, Liahona, enerode 2000, págs. 120–124.

S. Michael Wilcox, “Una relacióndivina”, Liahona, septiembre de 1997,págs. 8–9.

Lección 13: Las bendiciones patriar-cales.

Thomas S. Monson, “Su jornadacelestial”, Liahona, julio de 1999,págs. 114–116.

Richard D. Allred, “El Señor ben-dice a Sus hijos mediante bendicionespatriarcales”, Liahona, enero de 1998,págs. 31–32.

Valeria Salerno, “El día que recibími bendición patriarcal”, Liahona,octubre de 1997, págs. 20–21.

L I A H O N A

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Lección 14: Las bendiciones deltemplo.

La Primera Presidencia y elQuórum de los Doce Apóstoles”, “Lasbendiciones del templo: en la tierra ypor la eternidad”, Liahona, mayo de1999, págs. 42–45.

David E. Sorensen, “Pequeñostemplos: Grandes bendiciones”Liahona, enero de 1999, págs. 74–76.

“Santos templos de Sión”, Himnos,Nº 183.

Lección 15: El matrimonio en eltemplo.

Richard G. Scott, “Recibe las ben-diciones del templo”, Liahona, julio de1999, págs. 29–31.

David E. Sorensen, “La ruta de laluna de miel”, Liahona, octubre de1997, págs. 16–19.

Patricia E. McInnis, “El casa-miento en el templo que yo añoraba”,Liahona, abril de 1997, págs. 28–30.

“Las familias pueden ser eternas”,Himnos, Nº 195.

Lección 16: Los diarios personales.Bruce C. Hafen, “Plantando las

promesas en el corazón de los hijos”,Liahona, enero de 1998, págs. 16–24.

Lección 17: Guardemos registros dehistoria familiar.

Russell M. Nelson, “Un nuevotiempo para la cosecha”, Liahona, juliode 1998, págs. 36–39.

“Una obra de amor”, Liahona,junio de 2000, págs. 26–31.

Dennis B. Neuenschwander, “Lospuentes y los recuerdos”, Liahona,julio de 1999, págs. 98–100.

“Santos templos de Sión”, Himnos,Nº 183.

Lección 18: Un patrimonio de buenas tradiciones.

Robert D. Hales, “El fortaleci-miento de las familias: nuestro debersagrado”, Liahona, julio de 1999, págs. 37–40.

Richard G. Scott, “Cómo eliminarlas barreras que nos separan de la felicidad”, Liahona, julio de 1998, págs. 92–94.

Lección 19: Preparémonos paraenseñar a los demás.

Gordon B. Hinckley, “El testimo-nio”, Liahona, julio de 1998, 75–77.

L. Tom Perry, “Reciban la verdad”,Liahona, enero de 1998, págs. 70–72.

Page 127: 2001 01 Ene

Presidencias de las Organizaciones Auxiliares

Élder Robert K. DellenbachPresidente

Élder F. Melvin HammondPrimer Consejero

Élder John M. MadsenSegundo Consejero

Élder Marlin K. JensenPresidente

Élder Neil L. AndersenPrimer Consejero

Élder John H. GrobergSegundo Consejero

Hermana Mary Ellen SmootPresidenta

Hermana Virginia U. JensenPrimera Consejera

Hermana Sheri L. DewSegunda Consejera

Hermana Margaret D. NadauldPresidenta

Hermana Carol B. ThomasPrimera Consejera

Hermana Sharon G. LarsenSegunda Consejera

Hermana Coleen K. MenlovePresidenta

Hermana Sydney S. ReynoldsPrimera Consejera

Hermana Gayle M. CleggSegunda Consejera

HOMBRES JÓVENES

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

F. Onyebueze Nmeribe, “Lo decidie-ron por adelantado”, Liahona, septiem-bre de 1999, págs. 10–13.

“Llamados a servir”, Himnos, Nº 161.

Lección 20: Compartamos elEvangelio.

James E. Faust, “La importancia dedar testimonio”, Liahona, marzo de1997, págs. 2–6.

L. Tom Perry, “Aceptemos el desa-fío”, Liahona, septiembre de 1999,págs. 44–47.

Darrin Lythgoe, “Testigos deJesucristo”, Liahona, diciembre de1997, págs. 16–18.

“Al mundo ve a predicar”, Himnos,Nº 169.

Lección 21: Escribamos a los misio-neros para brindarles apoyo.

(No se dan artículos.)

Lección 22: Pidamos orientación alSeñor.

Gordon B. Hinckley, “No temas;cree solamente”, Liahona, octubre de2000, págs. 26– 29.

Yessika Delfin Salinas, “Orad porvuestros enemigos ”, Liahona, septiem-bre de 2000, págs. 8–10.

“¿Qué puedo hacer para evitar quemis oraciones sean repetitivas?”,Liahona, junio de 1999, págs. 18–21.

“Oh dulce, grata oración”, Himnos,Nº 78.

Lección 23: Por medio del ayuno sereciben bendiciones.

Thomas S. Monson, “La edificaciónde tu hogar eterno”, Liahona, octubrede 1999, págs. 2–7.

Brigada Acosta de Pérez, “Gozo enseguir al Señor: Bendecida por ayu-nar”, Liahona, octubre de 1999, págs.44–48.

Lorenzo Presença, “Nuestro primerayuno familiar”, Liahona, junio de1999, A12–13.

Lección 24: La revelación en nuestravida diaria.

Boyd K. Packer, “Revelación perso-nal: El don, la prueba y la promesa”,Liahona, junio de 1997, págs. 8–14.

“El recibir revelación personal”,Liahona, septiembre de 2000, pág. 25.

“Dios habla a Sus hijos mediante larevelación personal”, Liahona, mayo de1999, pág. 25.

“Deja que el Espíritu te enseñe,”Himnos, Nº 77. �

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Noticias de la IglesiaEn la dedicación del Centro deConferencias se llevó a cabo la ceremonia de la piedra angular

Durante la dedicación del Centrode Conferencias, el 8 de octu-

bre, se llevó a cabo la ceremonia dela piedra angular, que dirigió el presi-dente Gordon B. Hinckley en laesquina sureste del edificio, alrede-dor de una hora antes de la sesióndel domingo por la mañana.

Las personas que aguardabanfuera del nuevo edificio cerca de laspuertas del lado sureste a las 8:45 dela mañana, quedaron sorprendidas alver a los miembros de la PrimeraPresidencia, del Quórum de los DoceApóstoles, al Presidente Mayor delos Quórumes de los Setenta, alObispo Presidente y a las presidentasde la Sociedad de Socorro, de lasMujeres Jóvenes y de la Primaria salirdesde el interior para participar en laceremonia. La multitud observó alpresidente Hinckley en silenciosareverencia cuando explicó que laceremonia de la piedra angular es unsímbolo del Señor Jesucristo, quienes la piedra del ángulo de la Iglesia.

Previamente se había colocadouna cápsula del tiempo, de acero

El Presidente Hinckley se prepara paangular del Centro de Conferencias, James E. Faust, Segundo Consejero ddente Thomas S. Monson, Primer Con

inoxidable, dentro de la caja de lapiedra angular, con numerosos artícu-los, entre los que se encontraban unaCombinación Triple firmada por losmiembros de la Primera Presidencia,una pequeña réplica de una colmenahecha con madera del mismo nogalque se utilizó para el púlpito delCentro de Conferencias, informacióny fotografías correspondientes a laarmadura principal del edificio, uncasco protector utilizado en la cons-trucción del edificio, ediciones de lasrevistas de la Iglesia de abril y deoctubre de 2000 y fotografías de laprimera persona con un pase paraentrar al Centro de Conferencias auna conferencia general.

“Ahora declaramos terminado ycompleto el Centro de Conferencias.Que Dios bendiga este grande y mara-villoso edificio”, dijo el presidenteHinckley luego de que líderes de laIglesia pusieran la mezcla de cementoalrededor de la piedra angular.

Unas 30.700 personas asistieron ala sesión de la mañana. Además delas 21,000 sentadas en el auditorio

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ra aplicar el cemento a la piedramientras le observan el presidentee la Primera Presidencia y el presi-sejero de la Primera Presidencia.

del Centro de Conferencias y 900 enel teatro, las congregaciones llena-ron el Tabernáculo, el Salón deAsambleas y los cuartos del Centrode Visitantes Norte y del EdificioConmemorativo José Smith, ademásde gente sentada en los jardines dela Manzana del Templo y en otroslugares adyacentes. Millones másparticiparon por medio de Internet yvía satélite en sus hogares y en cen-tros de reuniones de la Iglesia a tra-vés del mundo. �

Cambios en losSetenta y en laEscuela DominicalLos miembros de la Iglesia sostu-

vieron los cambios en laPresidencia de los Setenta, en losQuórumes de los Setenta y en lapresidencia general de la EscuelaDominical durante la sesión delsábado por la tarde de la conferenciageneral, el 7 de octubre de 2000.

Se relevó al élder Harold G.Hillam de la Presidencia de losSetenta, quien ahora sirve en laPresidencia de Área de Europa Oeste.Se dio el estado de Autoridad Generalemérita a los élderes F. Enzio Busche,Loren C. Dunn y Alexander B.Morrison, del Primer Quórum de losSetenta. Se relevó a cuatro miembrosdel Segundo Quórum de los Setenta:los élderes Eran A. Call, W. DonLadd, James O. Mason y Richard E.Turley Sr.

Se llamó al élder Dennis B.Neuenschwander para llenar lavacante en la Presidencia de losSetenta.

También se relevó al élder Hillamcomo presidente general de laEscuela Dominical, junto a sus conse-jeros, los élderes Neil L. Andersen yJohn H. Groberg. Se sostuvo al élderMerlin K. Jensen de la Presidencia delos Setenta como presidente generalde la Escuela Dominical, con losélderes Andersen y Groberg nueva-mente como primer y segundo conse-jeros respectivamente.

Se relevó a veinte SetentaAutoridades de Área y se sostuvo ados nuevos. �

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El Templo de Boston, diseñado según el estilo arquitectónico de NuevaInglaterra, se alza sobre una colina.

“Acontecimiento histórico en laIglesia”. Se llega a los 100 templos

En cuatro sesiones celebradas el1º de octubre de 2000, el presi-

dente Gordon B. Hinckley dedicó elTemplo de Boston, Massachusetts,el templo número 100 en funcionesde la Iglesia.

En la oración dedicatoria dijo:“Padre Todopoderoso,... con humil-dad y solemne reverencia nos incli-namos ante Ti en este día histórico.

“Estamos congregados para dedi-car ésta, Tu santa casa. Es una oca-sión especial. Este templo es elnúmero 100 en funcionamiento deTu Iglesia.

“Hemos anhelado esta ocasión yhemos orado por este día.Extendemos nuestra gratitud atodos los que han trabajado contanta fidelidad y diligencia, amenudo enfrentando grave oposi-ción, para llevar a cabo el milagrode la terminación de este templo.

“Para nosotros es en realidad unmilagro. El terreno en el que seencuentra y las circunstancias de supreservación para este uso, así comola decisión de construir el temploaquí son todos milagros para las per-sonas que han tomado parte en esteproceso.

“Ahora está listo para el propó-

sito por el cual se ha construido.Estamos profundamente agradeci-dos. Te damos las gracias por Tushechos maravillosos y supremos quehan hecho posible todo esto”.

Acompañó al presidente Hinckleyel presidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórumde los Doce Apóstoles, y el élder NeilL. Andersen de los Setenta y primerconsejero de la Presidencia del ÁreaNorteamérica Noreste.

“Esta es una demarcación impor-tante en la historia de la Iglesia”,dijo el presidente Hinckley en ladedicación del templo, hecho queseñala el logro de la meta expresadaen la conferencia general de abril de1998 de llegar a 100 templos antesdel final del año 2000.

Unos 16.800 miembros participa-ron en las sesiones de dedicación delTemplo de Boston. Miles más obser-varon la ceremonia transmitida víasatélite a los centros de reunionesdentro del distrito del templo.

La dedicación de este templonúmero 100 hizo más que capturarla atención de los miembros localesde la Iglesia y de muchos más a tra-vés del mundo; al programa de puer-tas abiertas (realizado desde el 29 de

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agosto al 23 de septiembre, conexcepción de los domingos) asistie-ron 82.600 visitantes, lo cual recibióuna extensa cobertura en los mediosde comunicación. Una estación deradio y un periódico locales produje-ron la primera gira completa por eltemplo en Internet, incluso connarración y acompañamiento defotografías del interior del templo.

Debido a una demanda legal dealgunos residentes locales que obje-taron la aguja propuesta para el tem-plo, la dedicación se llevó a efectosin ella; sin embargo, el presidenteHinckley, en una conferencia deprensa en la tarde de la dedicación,expresó su optimismo al respecto.

“Nos hubiera gustado que la agujaestuviera allí. Lamento que no está,pero podemos funcionar sin ellamientras esperamos el resultado de laacción legal”, dijo. “Mientras tanto,seguiremos avanzando en la obra delas ordenanzas de esta casa sagrada”.

Durante las semanas anteriores ala dedicación del Templo de Boston,el presidente Gordon B. Hinckleydedicó cuatro templos ubicados endiferentes partes de las Américas.

TEMPLO DE CARACAS, VENEZUELAEl 20 de agosto de 2000 se dedicó

en cuatro sesiones el Templo deCaracas, Venezuela, el primero enese país. “Rogamos por esta grannación de Venezuela”, dijo el presi-dente Hinckley en su oración dedi-catoria. “Que conserve su lugarentre las naciones soberanas de latierra. Que sus habitantes sean ben-decidos y prosperados. Que disfrutende la libertad de adorarte sin estorbode ninguna clase. Bendice a los líde-res de la nación con sabiduría yentendimiento, y un gran deseo deservir a las necesidades de la gente”.

Acompañando al presidenteHinckley estuvo el élder M. RussellBallard, del Quórum de los DoceApóstoles, y el élder Robert J.Whetten, de los Setenta y presi-dente del Área Sudamérica Norte.

El programa de puertas abiertasque se llevó a cabo los días 5 y del 7al 12 de agosto, atrajo 27.806 visi-tantes. “Muchos salieron del templocon lágrimas en los ojos”, dijo Jorge

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Cerca de 6.000 miembros asistieron a la dedicación del Templo deCaracas, Venezuela.

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El distrito del Templo de Houston abarca una gran parte del estado

Alberto Ruiz, presidente de la EstacaUrdaneta, Caracas, Venezuela. “Unamujer salió y preguntó: ‘¿Qué tengoque hacer ahora? ¿Cómo puedo serparte de esta Iglesia?’ ”.

Cerca de 6.000 miembros detodo Venezuela asistieron a la dedi-cación. “El que el profeta haya dedi-cado el templo en nuestro país esalgo que recordaré siempre”, dijoCarlos Ordeneta, de Maracaibo,Venezuela, que viajó con muchosotros miembros de Maracaibodurante 10 horas para asistir. “Eltemplo es lo mejor que jamas lehaya sucedido a Venezuela”.

de Texas.

TEMPLO DE HOUSTON, TEXAS

El presidente Hinckley dedicó elTemplo de Houston, Texas, en ochosesiones los días 26 y 27 de agostode 2000. “¡Cuán maravilloso y com-pleto es Tu plan para la salvación yla exaltación de Tus hijos de todaslas generaciones! ¡Cuán enorme esnuestra obligación de llevar a caboesta gran obra vicaria por ellos!”,dijo en la oración dedicatoria.“Bendice a las familias de la Iglesiacon seguridad y unidad... Hazlessentir Tu imponente amor”.

Acompañaron al presidenteHinckley en la dedicación los élde-res Jeffrey R. Holland, del Quórumde los doce Apóstoles y Richard J.Maynes, de los Setenta y primerconsejero de la presidencia del ÁreaNorteamérica Suroeste. Más de

20.000 miembros asistieron a losservicios.

El programa de puertas abiertas(celebrado entre los días 5 al 22 deagosto, con excepción de los domin-gos), atrajo a 110.000 visitantes,quienes quedaron impresionados conla belleza y el espíritu del nuevo tem-plo; como ejemplo, una de ellas fueuna mujer que entró al estaciona-miento del templo por equivocacióny decidió quedarse y visitar el edificio.

Desde la organización de la pri-mera estaca en Houston en 1953, la

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Iglesia ha aumentado considerable-mente en el sureste de Texas; en laactualidad hay 22 estacas sólo en elárea de Houston. “Hoy día nuestrasestacas son tan fuertes como las decualquier parte”, dijo Sterling Pack,un presidente de rama local. Elhecho de tener un templo enHouston posibilitará a los miembrosde los alrededores asistir en formafrecuente, quienes exteriormentetenían que viaja siete horas para lle-gar al Templo de Dallas, Texas.

TEMPLO DE BIRMINGHAM, ALABAMAEl 3 de septiembre de 2000, el pre-

sidente Hinckley dedicó el Templo deBirmingham, Alabama, en cuatrosesiones. En su oración dedicatoria,pidió: “Rogamos que la influencia deésta, Tu casa, se haga sentir por todoeste gran distrito del templo. Que laIglesia crezca y prospere aquí. Que losque están en el gobierno sean amisto-sos con los de Tu pueblo. Permite queTu Santo Espíritu guíe a los que seanllamados a predicar el Evangelio paraque busquen y hallen a los que acep-tarán la verdad sempiterna reveladaen ésta, la dispensación del cumpli-miento de los tiempos. Rogamos quetodos los que vengan a la Iglesia per-manezcan leales y fieles, y progresenen madurez y en dignidad para

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Rodeado de follaje, el Templo de Birmingham, Alabama, espera la dedi-cación la mañana del 3 de septiembre de 2000.

El Templo de Santo Domingo sirvea los miembros de la RepúblicaDominicana, Puerto Rico, Haití ypequeñas islas de los alrededores.

participar en las actividades sagradasde Tu casa”.

Con el presidente Hinckley seencontraban el élder David B.Haight, del Quórum de los DoceApóstoles, y el élder Gordon T.Watts, de los Setenta, primer conse-jero de la Presidencia del ÁreaNorteamérica Sureste. Cerca de5.000 miembros de la Iglesia asistie-ron a la dedicación.

El nuevo templo y los miembrosde la Iglesia en Alabama recibieronuna atención positiva de parte delos medios de comunicación. Luegode asistir al programa de puertasabiertas, realizado los días 19 y del21 al 26 de agosto, que atrajo a21.000 visitantes, un reportero deun periódico escribió: “Al entrar altemplo sagrado,... los visitantes sonbienvenidos con los brazos abiertos.En la pared cuelga un cuadro querepresenta a Jesús extendiendo Susbrazos para recibir a los que entranal templo”. Una carta enviada a otroperiódico, escrita por un hombre deAlabama, dice: “Por haber vividocasi 70 años y haber tenido una can-tidad de vecinos en la casa de allado, puedo decirle honradamenteque los mormones son los mejoresvecinos que usted puede encontrar”.

Los miembros del distrito del tem-plo han aguardado con ansiedad laterminación del templo. “Durante elpasado año he hecho más entrevistas

para gente que va a entrar por pri-mera vez al templo que los cincoaños anteriores” dijo el presidenteRichard D. May de la EstacaBirmingham, Alabama. “Nuestrosmiembros han estado tan entusias-mados; han trabajado más diligente-mente en su historia familiar.Durante el programa de puertasabiertas vi a muchos miembrosmenos activos que dijeron ‘Estamoslistos para regresar a vivir elEvangelio’ ”.

TEMPLO DE SANTO DOMINGO,REPÚBLICA DOMINICANA

El presidente Hinckley dedicó elTemplo de Santo Domingo,República Dominicana en cuatrosesiones el día 17 de septiembre de2000. “Amado Padre, te ruego quedirijas Tu mirada con amor a Tushijos e hijas de este país isleño y delas tierras vecinas”, pidió en su ora-ción dedicatoria. “Prospéralos en suslabores para que tengan alimento ensu mesa y techo sobre sus cabezas.Al acudir ellos a Ti, recompensa sufe y abre Tu mano de providenciahacia ellos. Que hallen paz enmedio del conflicto y fe en medio delas tensiones del mundo. Abre lasventanas de los cielos, como Tú hasprometido, y deja que las bendicio-nes se derramen sobre ellos”.

También participaron en los ser-vicios dedicatorios los élderes Henry

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B. Eyring, del Quórum de los DoceApóstoles y Richard D. Allred, delos Setenta y presidente del ÁreaSudamérica Sureste. Unos 10.000dominicanos, y sus vecinos de Haití,Puerto Rico y otras islas se reunie-ron para ser testigos de la dedica-ción del templo, el primero que seha construido en las Antillas.

“Este es el día más especial en lahistoria de nuestro país”, dijoGeorgina Rosario, una mujer jovendominicana que se unió a la Iglesiahace una década. “Nuestro país ynuestras familias se fortalecerándebido a la influencia del templo”.

El programa de puertas abiertasefectuado diariamente, con excep-ción de los domingos, desde el 26de agosto al 9 de septiembre, atrajoa 40.000 personas. Después dehacer el recorrido por el templo, unperiodista local informó: “Dentrodel templo se recibe la impresión deestar en otro mundo... mayormentedebido a las imágenes de Cristo quese encuentran en el edificio. No sepuede comparar nada en el país aeste templo. Su belleza no tieneigual”.

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El Templo de Santo Domingo vaa ser una bendición de significadoespecial para los miembros de su dis-trito, que comprende la RepúblicaDominicana, Puerto Rico, Haití ypequeñas islas de los alrededores.Las limitaciones económicas hanimpedido a estos miembros a queasistan a los templos más cercanosen los Estados Unidos o Guatemala.

La experiencia de Roland Ciochy,miembro de la Rama Jacmel en lacosta sur de Haití, es típica. “Yo hesido miembro de la Iglesia durante13 años y ahora tendré la oportuni-dad de ir al templo por primera vez”,dijo. �

En Europa se reor-denan los límitesde las áreasL a Primera Presidencia y el

Quórum de los Doce Apóstolesanunciaron recientemente unareestructuración de los límites delas áreas Europa Este, Europa Oestey Europa Norte. El nombre de lastres nuevas áreas como se han defi-nido ahora serán: Europa Este,Europa Oeste y Europa Central; eltítulo “Área Europa Norte” ya no seutilizará.

La presidencia de lo que era el

Área EuropaOeste

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O C É A N O

A T L Á N T I C O

Área Europa Norte es ahora la pre-sidencia del Área Europa Oeste; lapresidencia de lo que se llamabaÁrea Europa Oeste preside el ÁreaEuropa Central. La presidencia delÁrea Europa Este continuará presi-diendo esa nueva área recién rees-tructurada.

Un cambio de significado relacio-nado con la reestructuración de lími-tes es la nueva ubicación del ÁreaEuropa Este a Moscú, Rusia, desdeFrancfort, Alemania, donde habíanestado ubicadas las oficinas de áreade Europa Este y Europa Oeste.

El élder Jeffrey R. Holland, delQuórum de los Doce Apóstoles, dijo:“La reestructuración está particular-mente designada a ayudar en el desa-rrollo de la Iglesia en Europa Este yen Europa Central”. Luego agregó:“Hemos visto un crecimiento consi-derable en la obra misional y en laIglesia en Europa del este y centraldurante la pasada década, con ochomisiones en Rusia y un templo reciénanunciado en Kiev, Ucrania”.

El Área Europa Este ya no incluyeÁfrica del Norte, el Medio Oriente ni ciertas partes de Europa central. Comprende ahora 13 misiones y 25 distritos en 18 países: Armenia, Azerbayán,Bielorrusia, Bulgaria, Estonia,Georgia, Kazajstán, Kirgyztán, Latvia,

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Área EuropaEste

rea EuropaCentral

Moscú

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Lituania, Macedonia, Rusia, Servia,Tayikistán, Turquía, Turkmenistán,Ucrania y Uzbekistán.

La oficina del Área EuropaCentral está en Francfort, Alemaniay comprende parte del norte deEuropa, el Medio Oriente y Egipto.Incluye 20 misiones, 34 estacas, 20distritos y 37 países: Albania,Alemania, Arabia Saudita, Austria,Bahrain, Bosnia, Croacia, Chipre,Chipre del Norte, Dinamarca,Emiratos Árabes Unidos, Egipto,Eslovenia, Finlandia, Grecia,Holanda, Hungría, Islandia, Irán,Iraq, Jordania, Kosovo, Kuwait,Líbano, Moldavia, Montenegro,Noruega, Omán, Polonia, Qatar,República Checa, RepúblicaEslovaca, Rumania, Suecia, Suiza,Siria y Yemen.

El Área Europa Oeste ahoracomprende Groenlandia, y el ReinoUnido (que anteriormente era partedel Área Europa Norte); Argelia,Libia, Marruecos y Túnez, en Áfricadel norte (que anteriormente eraparte del Área Europa Este); yBélgica, España Francia, Italia,Luxemburgo, y Portugal. Esta áreaque cuenta con 24 misiones, 66estacas y 53 distritos tiene sus ofici-nas generales en Solihull, Inglaterra,antiguas oficinas generales del ÁreaEuropa Norte. �

Las oficinas generales delas recién reestructuradasáreas están en Solihull,Inglaterra; Francfort,Alemania y Moscú, Rusia.

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