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2012. Cuenca Nazarena

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Revista Cuenca Nazarena 2000. Edita la Junta de Cofradías de Cuenca.

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Queremos dar las gracias a todas las entidades y empresas que aparecen en esta publicación, ya que sin su colaboración hubiera sido prácticamente imposible que este ejemplar de la revista Cuenca Nazarena, verdadero testimonio del sentimiento nazareno conquense, se hubiese podido editar.

Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca

Documentación

ZOOM-3000, S.L.Diseño y Maquetación

Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca

Edita

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa

Agradecimientos

Eurográficas, S.L.Depósito Legal:

Imprime

Julio Palencia GarroteFotografías de Portada y Contraportada

7 Saludas

13 EntrevistasAl Pregonero: Pedro Luis Gómez Carmona por José Luis Muñoz Martínez

13

Al Cartelista: Javier Barrios por Antonio Abarca Contreras

17

24 OpiniónBanda de Cornetas y Tambores. Merecido Homenaje por Alfredo López Pérez

24

José Ignacio Albentosa. Reconocimiento al compromiso con nuestra Semana Santa por la Comisión Ejecutiva de la JdC

28

2012. Un año para la Fe por Gregorio Martínez de las Heras

32

La Joya Nazarena por José Luis Lucas Aledón

38

Romance para el Domingo de Ramos por Leonor Culebras

44

Camareras de Dios por Leonor Culebras

47

“Federico, a vuelo de pluma y tulipa…” por Miguel Romero

48

Nuestro Vía Crucis por Ángel Hocajada

52

Camino del Calvario para toda España por José Luis Mendoza

56

Sublime Experiencia por Carmen Herráiz Yébenes

58

Hermandades y Cofradías de Cuenca: Casas de Acción Social por Rafael Torres Muelas

60

Viñetas Nazarenaspor Rubén Gascueña Martínez

64

El Futuro de la Semana Santa68

74 Hablan las HermandadesLa Pasión según trompetas y tambores por los componentes de la Banda

75

Domingo de Resurrección. La Procesión de Todos por José Andrés Sevilla

82

Cuando los sueños se hacen realidad por Antonio Abarca Contreras

87

25 Aniversario de la Fundación de la Muy Iltre. y Vble. Hdad. del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo. “Un destino obligado”por Marcos Antonio López Peláez

78

Pregón Juvenil Semana Santa de Cuenca 2011 Por Manuel Gómez Blanco

86

98 InvestigaciónCuando el descendimiento pasó por Cibeles. Un vistazo a la pasada JMJ por Pedro Romero Sequí

99

Las primeras imágenes de la madrugada del Viernes Santo conquensepor Antonio Pérez Valero

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La Semana Santa de Cuenca en 1933por Enrique Valero Moscardó

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Antonio Abarca ContrerasCoordinación

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Jorge Sánchez AlbendeaPresidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa

Mi buen amigo y a la vez Vicepresidente de la Junta de Co-fradías, Antonio Abarca, siempre me recuerda que este saluda que ahora te dispones a leer debe ser un mensaje dirigido directamente a todos los nazarenos de Cuenca. Pues bien, querido Hermano, así lo voy hacer.

Este año el curso nazareno arrancó, tal vez, antes de lo habitual, pues terminada la Semana Santa del 2011 se producían las elecció-nes a la Presidencia de la Junta de Cofradías.

¿Qué pasó esos días por mi cabeza? Pues muchas cosas, miles de sentimientos, en algunas ocasiones enfrentados unos con otros,... Mis Hermanos Nazarenos más cercanos sabéis bien de la dificultad que supuso para mí dar el paso definitivo, fueron temas personales que deben quedarse ahí y que pasaran a formar parte de esta inolvi-dable aventura que estoy viviendo.

Hoy estoy orgulloso de volver a estar al frente de esta institución a la que tanto quiero: LA JUNTA DE COFRADÍAS DE LA SEMA-NA SANTA DE CUENCA. Por eso lo primero que debo hacer es daros mil gracias a todos los miembros de la Junta General por el apoyo tan unánime y decidido que me distéis, por vuestra confian-za a la labor desarrollada en los cuatro años anteriores, pero, sobre todo, quiero que sepáis que para mi lo más importante es el cariño que me habéis demostrado, nunca lo olvidaré.

Pero tanto se adelantó la Semana Santa que en pleno mes de agosto tuvimos una experiencia única: el encuentro con el Santo Padre y el posterior Vía Crucis celebrado por las calles de Madrid. Fue algo inolvidable. Pero lejos del impresionante cortejo de pasos procesionales llegados desde diferentes lugares de España, algo que difícilmente podrá volverse a repetir, creo que todos nos quedamos con ese mensaje de alegría, de sentirnos orgullosos por formar parte de una misma comunidad. La Jornada Mundial de la Juventud nos enseñó a caminar todos juntos, a mirar al futuro y a no tener miedo en manifestar públicamente nuestra fe en Jesucristo.

Hemos realizado un gran esfuerzo, y así, tras dos años de trabajo constante, se ha conseguido consensuar una reforma del actual Es-tatuto de la Junta de Cofradías que nos va a permitir: afrontar con garantías la realidad cambiante de nuestra sociedad; ser mucho más dinámicos; afrontar nuestras necesidades económicas sin depen-der de nadie; abrir la institución a todos los nazarenos de Cuenca; y seguir potenciando nuestra verdadera esencia, es decir, nuestro compromiso con lo que conmemoramos y la fraterna igualdad entre todas las Hermandades. Porque no olvidéis nunca, que la Semana Santa de Cuenca es lo que es porque unos nos apoyamos en otros. Enterremos de una vez por todas ese pobre sentimiento de “mi her-mandad y de por y para mi hermandad” y cambiémoslo por el de “MI SEMANA SANTA”.

La pasada Semana Santa puso en evidencia ciertas carencias que existían en nuestros desfiles procesionales cuando se producía la sus-pensión de un desfile procesional por inclemencias meteorológicas una vez iniciado el mismo. Pues bien, este año también hemos tra-bajado en esa línea y hemos elaborado una seria de protocolos que intentarán mantener la organización, coordinación y solemnidad que requiere una Pasión declarada de Interés Turístico Internacional.

Como no mencionar aquí la inquietante vida de nuestro Museo. Por quinto año consecutivo mantenemos abiertas sus puertas, sólo

este dato tiene ya gran mérito. Creedme cuando os digo que debe-mos seguir luchando por su supervivencia. Somos un referente a nivel nacional, la imagen que de nuestra Semana Santa mostramos es la adecuada. El Museo supone un esfuerzo extra pero vale la pena, por ello seguiremos intentando mantener viva la llama que tanto tiempo costo encender.

Es cierto que las medidas que estamos implantando en la Proce-sión Camino de El Calvario van dando sus frutos. Llevamos unos años sin incidentes dignos de mención, pero todavía se pueden observan comportamientos que poco tienen que ver con lo que es “ser turbo” y con su papel dentro de la escenificación que le es propia. Por favor, os pido vuestra ayuda, debéis de corregir, enseñar y cuando sea necesario reprobar esos comportamientos. Un turbo no salta, no grita, no impide el avance de Nuestro Padre Jesús, UN TURBO acompaña a Jesús Camino de El Calvario tocando el tam-bor y haciendo sonar el clarín, tan fácil como esto, pero tan grande en su contenido.

Desde la Junta de Cofradías no bajaremos el nivel de exigencia y control de esta procesión, pues sólo de manera constante, año tras año, iremos consiguiendo pequeños hitos.

Los actos previos a la Semana de Pasión han resultado de gran brillantez contando con el respaldo masivo de cientos de nazare-nos: presentación del cartel y pregonero; solemne Misa de imposi-ción de la ceniza; concierto inicio de cuaresma; etc.

Hay que ser consciente de los problemas que este año hemos tenido para poder mantener el nivel de años anteriores. La clave para salvar las diferentes dificultades que han ido surgiendo ha sido el trabajo, trabajo y más trabajo, y tener muy claro que es lo que queremos para nuestra Semana Santa.

Esta publicación que ahora tienes en tus manos lleva tras de sí mucho esfuerzo e ingenio. La puesta en escena de nuestras proce-siones ha sido especialmente laboriosa, sobre todo en el tan habla-do tema del acompañamiento musical, pues ha requerido abrir nue-vas alternativas, buscar, negociar y eso, querido Hermano, necesita invertir muchísimo tiempo.

Pero esta labor no es sólo nuestra y ahora te corresponde a ti. Quiero llamar tú atención, querido nazareno, pedirte que te vistas con la túnica de tú hermandad para acompañar a nuestras Sagradas Imágenes, con tú tulipa, con la cruz, bajo el intenso abra-zo del banzo o simplemente participar cumpliendo una íntima promesa. Da ejemplo con tú comportamiento y recuerda las señas de identidad de nuestra Semana Santa: DEVOCIÓN, RESPETO Y SILENCIO

Muchas gracias a todos los integrantes de las diferentes comi-siones de trabajo, a los miembros de la Junta de Diputación, a los directivos de las diferentes Hermandades y a tantos nazarenos anó-nimos que trabajan durante todo el año para engrandecer a Cuenca y a su Semana Santa.

Mi reconocimiento especial a la actual Comisión Ejecutiva por su implicación, ilusión y labor constante en favor del bien común.

…Y a vosotros, Marta, Jesús, Jorge y Rut, simplemente, gracias.

Es Semana Santa, disfrutad de ella y feliz Pascua de Resurrección.

SALUDA

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Delegado Episcopal ante la Junta de Cofradías

José Javier Muñoz Pérez Estimados nazarenos y gente de paz que nos visitan

estos días para celebrar con nosotros, los conquenses, el acontecimiento más grande en el ser humano que cambió la historia: la Semana Santa.

Inmersos en esta terrible crisis que sacude a todos los sectores de la sociedad alzo mi voz desde estas páginas para proponer una Luz de esperanza: Cristo Jesús, muere para salvar al hombre. El Dios del Amor se hace hombre para que el hombre esté con Dios.

Por desgracia muchos que leerán estas páginas están en el paro, tienen problemas, hacen cábalas para llegar a final de mes, han perdido el sentido del humor, preocupaciones familiares…. yo no tengo la solución, pero sí les animo a mirar a Cristo y en Él encontrarán consuelo y alivio ya que Él dijo: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”.

Gracias a Dios, un año más podemos celebrar en esta hermosa ciudad de Cuenca la Semana Santa. Desde hace siglos, los conquenses salen a la calle para poner en esce-na los acontecimientos vividos en Jerusalén hace dos mil años. Desde hace generaciones por las calles de Cuenca, cada año, su gente se reviste de nazareno para conmemo-rar, revivir y celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo con fe, pues si no existiera la fe sería un teatro y aquí en Cuenca no hacemos teatro. Debajo del capúz, se llora, se reza, se piensa, se medita…en los misterios del Señor. Cuando alguien se pone la túnica nazarena se la coloca sobre un cuerpo que tiene alma y ha sido creado por Dios. Para ser un buen nazareno hay que ser una bue-na persona y mejor cristiano. Hay que esforzarse todos los días para que esa túnica revista un cuerpo con el alma lim-pia, sabiendo que el que es miembro de una hermandad o cofradía acompaña y reza a Dios, da gracias por los bene-ficios obtenidos, se acuerda de los enfermos, impedidos y ancianos, ayuda y consuela a los que sufren y pasan difi-cultades; en definitiva es otro Cristo que vive en la tierra y pasa haciendo el bien.

Cuando participemos en las procesiones bien desde la acera, bien desde el balcón, desde las filas o bajo el banzo

es momento oportuno para pensar y meditar en los grandes acontecimientos que la Iglesia católica va a celebrar este año, por ejemplo:

1º Los días 30 de mayo al 3 de junio, en la ciudad de Milán, Italia, se celebrará en VII Encuentro Mundial de las Familias con la presencia del Papa Benedicto XVI. Este acontecimien-to mundial y eclesial nos puede ayudar a entender que una Hermandad o Cofradía nazarena debe vivir y pensar como una familia, donde el trabajo, el amor, la unidad, la paz, la espiritualidad, la comprensión, el respeto… sean el guión de identidad de cada una de ellas.

2º Los días 10 al 17 de junio se celebrará en la ciudad de Dublín, Irlanda, el 50ª Congreso Eucarístico Internacional bajo el lema “La Eucaristía: Comunión con Cristo y entre no-sotros”, momento para reflexionar que hay cristos de madera que utilizamos en las procesiones y veneramos en las herman-dades, que son hermosos y realizados por un gran y famoso escultor, pero existe un sólo Cristo que vive en el Sagrario de la iglesia más cercana y que espera nuestra adoración y oración.

3º El próximo 11 de octubre celebraremos el 50 aniversario de la ceremonia solemne de la apertura del Concilio Vaticano II. El Concilio lo podemos resumir en esta frase: “la Iglesia, bajo la Palabra de Dios, celebra los misterios de Cristo, para la salvación del mundo”. Todo nazareno ha de saber y sentir que la Iglesia es Madre y Maestra, que le acompaña a lo largo de toda la vida para su salvación.

Con este motivo el Papa Benedicto XVI ha anunciado la celebración del “Año de la Fe” que comenzará el 11 de octubre de 2012 y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la solemni-dad de Cristo Rey. Este Año de la Fe “será un momento de gra-cia y de compromiso por una cada vez más plena conversión a Dios, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con gozo al hombre de nuestro tiempo”.

Espero que estos grandes acontecimientos que vamos a vivir nos ayuden a ser mejor personas, mejores cristianos y por lo tanto mejores nazarenos.

Un saludo muy cordial y ¡Feliz Pascua de Resurrección!

SALUDA

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ENTREVISTA

“Pasiones hay muchas... Pasión solo hay una”

Entrevista a Pedro Luis Gómez Carmona, Pregonero de la Semana Santa 2012

Por José Luis Muñoz MartínezPeriodista. Pregonero de la Semana Santa de Cuenca 2003

De repente, una inesperada brisa recorrió la sala engatusándonos con los aires del sur. Se acababa de abrir una invisible ventana sin color alguno y, por ella, asomaba Pedro Luis Gómez Carmona desgranando hechizos a golpe de palabras que, por un momento, no se sabía bien si se habían macerado bajo un trono o salían, de forma espontánea, por la pasión que siente por la Pasión. Y es que esa tarde, la que sirvió para presentar al cartelista y al pregonero, Pedro Luis nos obsequió con un vendaval de pasiones que hicieron parada y fonda en el lugar donde nacen las emociones. Donde Pasión, es el aire que respiramos. Pero, ¿cuántas Pasiones hay? ¿Cuántas se sienten?

Pasiones hay muchas, Pasión solo hay una. La Semana Santa es un conjunto de pasiones y de sensaciones, es la conmemoración de la Pasión de Jesús en un conjunto de tristezas y alegrías, como la propia esencia de lo que se recuerda en nuestras calles: la tristeza por el martirio y muerte y la alegría de la Resurrección, que es lo que al fin y al cabo es lo que hace que nuestras pasiones se mantengan intactas 2012 años, más o menos, después.

Pues pasión puso Pedro Luis Gómez Carmona para anunciarse como pregonero de la Semana Santa de Cuenca 2012. Un periodista nacido y criado en Málaga, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, que ha ejercido toda su carrera profesional en el diario SUR de Málaga en el que, actualmente, es Director de Publicaciones y que necesita una maleta para poder guardar la cantidad de premios y distinciones conseguidos a lo largo de su carrera: Premio Andalucía de Turismo y Premio Andalucía de Periodismo, pregonero de la Semana Santa de Málaga, pregonero de su Feria de Agosto, pregonero de la Semana Santa de Málaga en Madrid y pregonero del Día de Andalucía en Málaga. Somos, pues, almas gemelas que nos movemos en el mundo de la comunicación. Quizás, por eso, dicen que para nosotros es todo más fácil. ¡Qué sabrán ellos del momento en que el escalofrío te deja en cueros mientras el vértigo se pega como lapa invitándote a pisar tu propia sombra!.

Lo siento como una gran responsabilidad y como tal, si eres consecuente, te tiene que dar miedo. Pero no miedo al fracaso, no, sino a no saber estar a la altura de quienes te han encomendado una labor. Siempre te da cierto vértigo como dices cuando estás a punto de salir al escenario, y eso se representa en tu cuerpo de muchas maneras. Repito, mi única preocupación es no responder a las expectativas que una gran Semana Santa como la de Cuenca ha puesto en el pregonero de 2012, que en este caso soy yo.

Esas expectativas se sembraron, ¡y de qué forma!, cuando quedamos engatusados por tus aires del sur. Por esa Semana Santa que sale de cada uno de los poros de tu piel vivida con alegría, con bullicio, con vítores, saetas espontáneas y aplausos al paso de las imágenes.

Aquí, silencio y, por saeta, el crujir de las cruces en las andas, algún martinete de fragua madrugadora y el ritmo de las horquillas que se estrellan contra el suelo mientras, los banceros, doblan sus cuerpos por las callejuelas de Cuenca. ¿Cómo se ve desde tu distancia?

Como un esfuerzo maravilloso para renovar la tradición. Aquí son banceros, en Málaga son hombres de trono, en Sevilla son costaleros, en otros sitios son de otra forma. ¡Honor para un conquense ser bancero! ¡Honor para un malagueño ser hombre de trono! ¡Honor para un sevillano ser costalero! Es la herencia que hemos recibido y que dejaremos a nuestros hijos y nietos, es la constancia de una forma de ser y de sentir, la esencia de una forma de entender la vida. Somos decenas de miles los banceros, los hombres de trono, los costaleros… Muchos, muchos, muchos… afortunadamente.

Experto en temas andaluces, en la figura de Pablo Ruiz Picasso, Pedro Luis Gómez Carmona es autor del libro La infancia de un genio en el que reivindica la relación entre Picasso y Málaga y de tres novelas relacionadas con el mundo cofrade: Las cenizas de Cristo. (El enigma de Mena) en la que trata la desaparición de la imagen del Cristo de la Buena Muerte, obra de Pedro de Mena, en los trágicos sucesos de mayo de 1931 y su posterior búsqueda, 50 años después, La rosa del bandolero (La leyenda de Zamarrilla), en la que analiza la vida y obra del bandolero llamado Zamarrilla que toma su nombre de una popular cofradía malagueña y “El secuestro de Dios”.

Con el pensamiento puesto en La Dolorosa, también de Mena, volvemos al pregón. Ya sabes. De aquí o de allá, te acuestas intentando controlar que tus neuronas no jueguen más al billar y, cuando te despiertas, te comunican que has sido designado pregonero de la Semana Santa de Cuenca. De-Cuen-ca. ¿Una broma?

¿Por qué una broma? Nunca lo tomé así, pero mentiría si no reconociera que fue una sorpresa. Después la lógica te convence, pero en principio me sorprendió, pero no tanto como me ilusionó. Creo en el destino, creo en las cosas que no se ven ni se entienden a simple vista, sin duda por mi convicción de católico y cofrade, y sin duda ‘alguien’ hizo que Cuenca irrumpiera con semejante fuerza en mi vida, y en el momento más oportuno… No se puede usted imaginar cuánto además.

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Y, ¿por qué Cuenca?¡Vaya pregunta...! ¿Y por qué no? ¿Y por qué Zamora? ¿Y por qué

Málaga, Ronda o El Escorial o Madrid? Unos cofrades conquenses me habían escuchado en varios pregones, sabían de mi trayectoria, hablaron de mí y… ¡aquí estoy! Feliz, emocionado y reconfortado. Las cofradías y los cofrades son universales. Defiendo la universalidad del cofrade tanto como la particular idiosincrasia de cada una de las semanas santas de España.

Cofrade, cofradías. La universalidad del cofrade. ¿Es suficiente para pregonar una Semana Santa?

Es obligatorio. No entiendo a un no cofrade ‘pregonando’ una Semana Santa. Es un anacronismo. Lo siento, pero así lo pienso, y por tanto lo digo.

Y, ¿católico practicante…?Es que ser cofrade significa ser católico…

Siendo cofrade y católico, ¿de verdad te caen mal los meapilas? Mira que, en Cuenca, dicen que los hay y, sin embargo, cómo aplaudió el público asistente el día de tu presentación cuando, rotundamente, dejaste caer como losa tal aserto: “me caen mal los meapilas”. ¿Acaso estas cosas de Semana Santa no salen adelante por los meapilas…?

Primero hay que explicar qué entiendo por ‘meapilas’, y hablo en el ámbito cofrade… ‘Meapilas’ los hay en todos lados… Los que me caen mal son los ‘meapilas’ que están todo el día en torno a la Iglesia, o a los curas o a las cofradías y después son incapaces de hacer una buena obra. Conozco a pocos ‘ fundamentalistas’ –por no decir ninguno- que sean capaces de ser generosos en la vida, y eso me repele, no puedo con ese tipo de gente. El católico, el cofrade es, en esencia y en naturaleza, generosidad, ofrecimiento a los demás, apoyo, consuelo… Y eso no es así. Para mí, esos son los ‘meapilas’, los que se autoproclaman católicos amachacamartillo y cofrades y después no predican con el ejemplo. También existe otro tipo de ‘meapilas’, el que cree que la existencia humana por mandato divino es la tristeza, el llanto, la pena, el dolor y el sufrimiento, cuando es todo lo contrario. No puedo con este tipo de cofrades… Bueno, para mí no son cofrades.

Uyy. Se amontonan películas y procesiones en blanco y negro. Películas menos porque, en esos años –los sesenta y setenta-, cerraban los cines y por la radio sólo se escuchaba música clásica. Tristeza, llanto, pena, dolor y sufrimiento por estos lares, además

de aquéllos primeros pregones a través de la Radio Nacional entre ruidos de carracas rurales y el cántico femenino por excelencia: “perdona a tu pueblo, Señor”.

En Cuenca, te lo habrán dicho, hemos tenido grandes pregoneros. De todo tipo. Y, por lo que se apreció esa tarde en que viniste a Cuenca para que te conociéramos, aplausos no faltarán. Es más. Quizás, por primera vez, se interrumpa un pregón en Cuenca por los aplausos de la gente.

Lo único que quiero es que el cofrade conquense se sienta feliz con su pregonero de 2012. Es lo único que me interesa y por lo que trabajo.

Los nazarenos de Cuenca dicen que, pregonar la Semana Santa, es lo máximo. Lo más importante que uno puede hacer en esta vida. ¿Es para tanto…?

Para cada uno lo suyo es lo mejor, y ¡que sea siempre así! Si uno no valora lo que tiene, acaba perdiéndolo. Para cualquier cofrade ser pregonero de su Semana Santa, de su cofradía, es lo más grande que hay, y es normal. Lo contrario no sería lógico.

Lo recordaste tú. Nuestra Semana Santa comienza con la Virgen de la Esperanza y termina con la del Amparo. También te declaraste mariano. El Viernes de Dolores, la gente de Cuenca bajará a la ermita para visitar a su Virgen de las Angustias: una piedad que vive el momento más trágico para una madre. Tu pregón, ¿será mariano? ¿Cómo será?

Soy muy mariano, tremendamente mariano, pero eso no quita para que mi pregón sea de una u otra forma. ¿Cómo será mi pregón? Ya lo veremos todos. Lo que sí puedo adelantarte es algo que ya he dicho en Cuenca: lo que no quiero es aburrir a nadie, porque un pregón de Semana Santa no es una homilía, ni un sermón, ni tampoco es lo que lanza un vocero de feria, es otra cosa, es mucho más. Espero no defraudar a nadie y estoy ansioso porque llegue el Viernes de Dolores, el santo de mi madre por cierto…

Ni homilía, ni sermón. El Viernes de Dolores llegará a San Miguel una brisa andaluza que, aunque invisible, la buscaremos ansiosamente porque esa tarde será el aire cofrade de Pedro Luis Gómez Carmona el que respiraremos. Casi nada.

Cuando ello ocurra comprenderás que, en Cuenca, un año más, siempre destella la luz de un sueño. Pero tendrán que venir a comprobarlo.

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ENTREVISTA

“Ser escogido cartelista produce

una tremendaresponsabilidad

y una gran ilusión”

Javier Barrios, cartelista de la Semana Santa 2012

Por Antonio Abarca Contreras

Javier, la pregunta típica y tópica, ¿cuáles fueron tus sensaciones cuando, en este caso, te comuniqué que los miembros de la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías te habían escogido para ser el encargado de realizar el cartel con él que se anunciaría la Semana Santa de Cuenca 2012?

Yo creo que lo primero que me invadió fue una tremenda res-ponsabilidad. Sin lugar a dudas esa fue mi primer pensamiento: Tengo que hacer un cartel para la Semana Santa de Cuenca con lo que eso significa… Y a partir de ahí, pues una gran ilusión y el com-promiso. El compromiso y las ganas de querer hacer un cartel… no con miras a que la gente pueda decir que le guste o le deje de gustar, sino que fuera un cartel que con una simple mirada expresara lo que para mí es la Semana Santa. Ese fue mi gran reto.

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Eres conquense, eres nazareno… ¿consideras estas circunstan-cias indispensables para poder realizar un buen cartel para la Sema-na Santa de Cuenca?

Considero que lo más importante es conocer la realidad y la esencia sobre lo que se tenga que hacer el cartel, por lo tanto se puede ser un buen cartelista para la Semana Santa de Cuenca sin ser nazareno ni conquense. Lo que pasa es que en Cuenca, mejor dicho, para muchos nazarenos conquenses sino tienes “curricu-lum semanasantero conquense” como que no tienes posibilidad de que tu obra sea buena. Y yo sí lo tengo, pero creo que ese requi-sito te da directamente el pasaporte para poder hacer un buen car-tel, un buen pregón, etc. No, no lo considero indispensable. Para mí es mucho más importante la profesionalidad del artista para ser capaz de captar la esencia de lo que tiene que hacer su trabajo.

Sabes que la Junta de Cofradías tiene dos formas de elegir el cartel: uno sería mediante concurso al que se presentaran obras en principio anónimas; y otra por elección del cartelista, por parte de los miembros de la Junta de Diputación, sobre los candidatos que las distintas hermandades proponen, ¿Cuál de las dos opciones te parece mejor?

Yo lo tengo clarísimo, adjudicación directa al artista elegido. Pero, además, sin ningún problema. Creo que sería mucho más difícil y polémica por concurso. En primer lugar, ¿quién formaría parte del jurado, un elenco de especialistas en arte o, por el con-trario lo dejamos a votación popular? Por otra parte, tendrías que dotar al concurso de un premio lo suficientemente atractivo para que se presentara gente buena. Y aun así los grandes artistas con una trayectoria ya reconocida nunca se presentarían. Yo creo que lo estáis haciendo muy bien y estáis dotando a la Junta de Cofra-días de un patrimonio difícilmente superable. Yo soy partidario de elección directa del cartelista, pero eso sí con un curriculum, trayectoria,… llámalo como quieras, contrastada. Debéis seguir garantizando que “el listón” siga alto, pero esto es válido tanto para cartelista como para pregonero. Las hermandades serían las encargadas de proponer a los diferentes candidatos y más tarde sería la Junta de Diputación la que objetivamente valoraría sus méritos.

Analizando ya tu obra, ¿qué es lo que te decidió por este motivo y qué quieres transmitir?

Pues yo viendo los carteles que hay hasta ahora, -al ser de Cuenca me conozco prácticamente todos-, llega un momento que se agota la originalidad si lo tengo que hacer con uno de los pa-sos de Semana Santa, de hecho hay varios de ellos que coinciden a la hora de escoger la imagen representada. Por supuesto cada uno con su estilo… A mí lo que me interesaba, lo que yo quería conseguir con mi cartel es que, lo viese quien lo viese, conquense o foráneo, de una sola mirada, de un solo golpe de vista, rápida-mente lo identificara con la Semana Santa. Lo he dicho muchas veces, repito que es para mí y respeto y admito profundamente las obras de los que me han precedido, pero en mi opinión si pones la cara o la figura de cualquier paso… sí en Cuenca te la van a reconocer pero en cuanto salgas cincuenta kilómetros esa figura no les va a decir nada. Y eso precisamente es lo que yo quería evitar con mi obra, que cuando alguien vea mi cartel expuesto o colgado en escaparates o calles nadie se tenga que preguntar por lo que está anunciando. Luego, puestos a escoger el motivo me decidí por los pies de un Cristo crucificado, algo con un sentido icónico común a todos los cristianos y conseguir que esta imagen apareciera limpia y nítida, sin nada que distrajera esencialmente su importancia. Y eso es lo que yo quería conseguir, y para mí este cartel lo consigue, sino no os lo habría entregado.

Javier, en el contexto nazareno no eres en absoluto un desco-nocido, pero es cierto que se te conoce más como escultor que como pintor, cuéntanos un poco tu trayectoria como artista y sobre todo esa dualidad que mantienes entre pintor-escultor .

Sí. Yo tengo muy clara una cosa. Desde pequeño siempre me gustó dibujar y pintar. Recuerdo siempre mi estancia en el grupo escolar Ramón y Cajal haciendo dibujos y pintando láminas que un maestro nos dejaba. Luego, en el instituto, siempre que pude cursé dibujo artístico. Con el tiempo decidí empezar Bellas Artes, carrera que nunca acabé. En los dos primeros cursos las asignatu-ras de dibujo y pintura son muy fuertes y te pasas todo el tiem-po practicando y realizando trabajos. Sin embargo cuando tomé contacto con la escultura me atrajo tanto que la pintura pasó a un segundo plano. De todas formas, yo digo siempre que un escultor es como un pintor que tiene que hacer distintos planos del mismo motivo hasta conseguir su representación tridimensional, por eso un escultor nunca abandona del todo la pintura. La escultura va íntimamente ligada al dibujo y a la pintura. Pero sí es cierto que a nivel de la calle a mi se me conoce más como escultor que como pintor.

Otra cuestión, ¿qué sientes ahora cuando pasas a un comercio o por la calle ves tu obra colgada anunciando la Semana Santa de Cuenca?

Bueno, pues si te digo que no siento nada miento y si te digo que sí siento miento también. Quiero decirte que como lo he pa-rido yo, yo he estado con él en mi casa, en mi estudio, día tras día, hasta dejarlo con el resultado final que ahora está por ahí… pues como que al verlo no tengo ninguna sensación especial, es como si siempre hubiera estado conmigo. Me pasa igual con mis esculturas, son tan mías que es como si fueran una prolongación más de una parte de mi cuerpo y siempre hubieran estado allí. Yo creo que el artista, cuando está concibiendo y realizando la obra es cuando le afloran todos sus sentimientos, sus sensaciones, sus recuerdos,… todo se concentra hasta dar por finalizada la obra. Pero en el momento que es presentada al público la labor del ar-tista se da por terminada. Ahí queda y son los demás los que te juzgan, a los que les gusta, a los que no les gusta, los que te alaban, los que te insultan,… pero eso es ya después, cuando la obra está en la calle. El artista debe disfrutar mientras lo está creando,… No obstante te diré que, por supuesto que me gusta y me hace sentir orgulloso, cómo no, pero sin más.

Estamos llegando al final de esta entrevista, tan sólo preguntarte si vas a participar como nazareno esta Semana Santa.

Pues la verdad es que mi momento como nazareno activo ya ha pasado. Ya me he retirado. Han sido muchos años seguidos saliendo con mi Virgen de la Esperanza, mis recuerdos llegan has-ta los dos o tres años, pero estoy seguro que antes también me sacarían aunque sólo fuera un rato. Y luego, desde los dieciséis años y hasta los cuarenta y seis fui bancero ininterrumpido de la Virgen, justo el último año compartiéndolo y dándole el relevo a mi hijo. También fui turbo, cuando las Turbas eran menos Turbas y no se habían desmadrado todavía. Recuerdo que salí cuatro o cinco años: éramos muy pocos y nos concentrábamos en el an-tiguo Casino; allí esperábamos que llegara la hora de subir a la Plaza de “El Salvador”, porque tampoco se nos permitía estar por la calle montando bulla o tocando el tambor o el clarín. Eran otros tiempos… Ahora participo desde las aceras contemplando las procesiones con mi familia. Y ya, para terminar, desearos que todo salga como deseáis, que la Semana Santa se desarrolle sin ningún tipo de incidentes y que no nos llueva, que es lo único que puede deslucir nuestra Celebración.

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Banda de Cornetas y Tambores

Merecido HomenajeHan pasado más de 60 años desde que por primera vez una

banda de cornetas y tambores de esta ciudad de Cuenca participa-ra en nuestros desfiles procesionales.

Esta banda de cornetas y tambores, a la que hago este senci-llo homenaje o reconocimiento, pertenecía al Frente de Juventu-des, de la cual pronto nacería otra para principiantes. Estos so-nidos nuestros, tan característicos que llegan incensados a través del viento primaveral a cada rincón de nuestra ciudad, desde las Quinientas, Tiradores, San Antón... nos anuncian que un “Gran Acontecimiento” está a punto de suceder en nuestras calles y que nadie debería perderse.

A pesar del tiempo transcurrido, estos veteranos nazarenos que un día cambiaron la tulipa por la corneta o el tambor, siguen conser-vando intacto el entusiasmo y la ilusión de aquella época tan espe-cial, como si el tiempo no hubiese transcurrido. Pasión y fervor que me gustaría poder transmitir a través de estas líneas a cada uno de ustedes, especialmente a los que por edad, se sientan identificados con aquellos lejanos años. Algunos de ellos, como nazarenos de a pie, siguen acompañando cada Semana Santa a su paso de toda la vida, pero la mayoría por el cansancio físico que el tiempo ha ido haciendo en ellos, pasaron el relevo a hijos y nietos, estando muy or-gullosos de ver cómo continúan con la tradición nazarena heredada.

Por Alfredo López Pérez

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A lo largo de nuestra historia nazarena han sido muy numerosas las bandas de cornetas y tambores que han acompañado a nuestra Semana Santa. Nom-brarlas a todas sería largo y complejo, pero si citaré, para recordatorio de nuestros homenajeados, las que coincidieron con ellos en los primeros años, ya que sin duda les hará ilusión rememorar el nombre y año concretos, aunque les aseguro que es difícil precisar-los con exactitud, debido a la escasa información que sobre este tema existe en la prensa de aquella época.

• Banda de Cornetas y Tambores del Regimiento Covadonga nº 4, perteneciente a la guarnición instalada en esta Ciudad (años 1942 a 1945).

• Banda de Batidores y Cornetas de Caballería del Regimiento de Transmisiones (año 1946).

• Banda de Batidores y Cornetas del Regimiento Covadonga, con destino en Alcalá de Henares (años 1949-50).

• Regimiento Asturias (año1952).• Batallón Ministerio del Ejército (año 1956).• Banda Ministerio del Ejército con Tambores, Cornetas y Gaitas

(año 1959).

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Con la mayoría de estos veteranos nazarenos, convivimos en la rutina diaria, por su oficio o profesión, aunque casi todos ellos ya se encuentran disfrutando de la merecida jubilación.

En estas fotografías de los años 1950-60, podemos reconocer a muchos de ellos, que nombraré para que ustedes también los puedan identificar:

Francisco Martínez “Paco Herrero”, Manuel Aguilar “Pelu-quero”, Enrique y Ángel Rolanía, Ángel Carralero “Panadero”, Julio Culebras “Sindicatos”, Antonio L. Arroyo “Relojero”, Ma-nuel Redondo, Pedro Evangelio, Antonio Martins “El Portugués”, Cesáreo “Chapista”, Santiago Mateo “El día”, Luis Zafra “Borri-quilla” , Jaime Sanchís.

Y como no, este sencillo reconocimiento u homenaje también va dirigido a los que partieron para celebrar la “Procesión Eterna”, entre los que se encuentra el principal director e instructor de estas bandas de cornetas y tambores, D. Miguel Ortega Serrano, del que todos guardan un cariñoso y respetuoso recuerdo y a su hermano José Antonio, que pasó a dirigir a los más jóvenes.

Pido disculpas si al ver estas fotografías alguien se reconoce en ellas y no ha sido nombrado, pero ni con ayuda he sido capaz de poder distinguir a nadie más.

Creo que no sería lógico dejar de nombrar a las otras grandes bandas de cornetas y tambores que hemos tenido en nuestra ciu-dad, aunque cada una de ellas se merece su particular e íntimo homenaje, que si Dios quiere tiempo habrá para hacerlo.

Empezaré por la Banda de Cornetas y Tambores de la Cruza-da Eucarística, de la que guardo grandes recuerdos por tener entre sus componentes muchos amigos. Entre sus numerosos desfiles figura su participación en Valencia con motivo de las Fallas du-rante dos años consecutivos. Y como no, recordar al reverendo Don Camilo Fernández de Lelis, que entre los muchos cargos que ostentó, está el de director de la Escuela Femenina de Magisterio “Fray Luis de León“, que con su peculiar tono de voz daba sabios consejos a los jóvenes componentes de esta banda, que aunque eran escuchados con mucho respeto, en la práctica no se notaba. Prueba de ello, las repetidas quejas de algunas Hermandades debi-do a su comportamiento. La Junta de Cofradías tuvo que suspen-der su salida, siendo el año 1971 su última participación, lo que supuso su disolución total.

Según escribo este artículo me viene a la mente el nombre de muchos de sus componentes, pero por espacio sólo nombraré a uno de ellos que creo representa a toda esta banda, me refiero a Je-

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sús Álvarez López, Q.E.P.D. al que todos sus amigos conocíamos cariñosamente por “Chule el Gordo “. Pues curiosamente, Chule también formó parte de la Banda del Frente de Juventudes, por lo que este homenaje también va dirigido a él.

La otra gran banda de cornetas y tambores que tuvimos la suerte de ver desfilar en nuestras calles, fue la de la 113 Coman-dancia de la Guardia Civil, con la elegancia y marcialidad propia de este cuerpo. Algunas veces, cuando subo paseando hacia la Plaza Mayor, me parece oír por las curvas de la Audiencia y por Alfonso VIII ese redoble de tambor inigualable de D. Alejandro Carretero Lucerna, del que siempre recordaremos su participa-ción.

En pleno celebrado por el Ayuntamiento de Cuenca, el día 9 de Marzo de 1950, siendo alcalde D. Jesús Merchante Sánchez, se habla por primera vez de la posibilidad de crear una banda de cor-netas y tambores para Semana Santa y me imagino que para otros eventos importantes. Podemos darnos cuenta cómo las decisiones importantes sobre Semana Santa se tomaban desde esta Institución Municipal, dejando sólo para los Presidentes de la Junta de Cofra-días de aquella época, D. Carlos Albendea (años 1946-1957) y D. Manuel Sáiz Abad (años 1957-1960), el tema del desfile procesional.

Ha tenido que pasar más de medio siglo para que esto se hicie-ra realidad, siendo la propia Junta de Cofradías, presidida en ese momento por D. Javier Caruda de Juanas, la que con mucho tra-bajo y sacrificio lograra crear la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías, estrenándose por primera vez el día 20 de Marzo de 2005, siendo Domingo de Ramos.

Podemos decir con orgullo, que esta banda de Trompetas y Tambores ha heredado todo lo mejor de las anteriormente cita-das, y goza del reconocimiento, cariño y admiración de todos los que presencian su desfile procesional, bien sean de Cuenca o forasteros.

Pasados estos años, la actual institución nazarena presidida por D. Jorge Sánchez Albendea trata, a pesar de la situación eco-nómica que vivimos, de mantener y conservar esta banda para que algo tan nuestro no desaparezca nunca.

Termino dando las gracias a todos los que habéis comparti-do conmigo vuestra experiencia y recuerdos, así como vuestra aportación fotográfica, pues ha sido una lección de ilusión y ánimo muy gratificante para mí. Quiero dar especialmente las gracias a mi amigo Paco “El Herrero” por darme la idea de este homenaje.

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José Ignacio AlbentosaReconocimiento al compromiso con nuestra Semana Santa

El viernes 13 de enero, durante el transcurso del acto donde se presentó a la ciudad de Cuenca el cartel oficial de la Semana Santa de Cuenca 2012, tuvo lugar también, como viene siendo habitual en los últimos años, el reconocimiento que la máxima institución nazarena conquense otorga a aquellas personas o entidades que destacan por su labor y compromiso por y para la Semana Santa de Cuenca. Este año dicha distinción recaía en la persona de José Ignacio Albentosa Hernández. Y en esta ocasión sí que se podría utilizar perfectamente la manida expresión de “como no podía ser de otra manera”.

Porque, efectivamente, no podía ser de otra manera… José Ig-nacio dejaba su puesto de máximo responsable al frente de la Uni-versidad de Castilla-La Mancha en la provincia de Cuenca desde su puesto como vicerrector. Puesto desde el que ha mantenido una estrecha colaboración y compromiso con la Semana Santa conquen-se. Agradecimiento que el presidente de la Junta de Cofradías rogo hiciera extensivo a todos los miembros de su equipo de trabajo, es-pecialmente al gerente del campus, Enrique Abarca, que como otro nazareno de pro, que lo es, ha estado siempre a su lado en todos nuestros proyectos.

Con su trabajo en los diez años y medio que ha estado como Vicerrector del Campus de Cuenca no ha dejado de trabajar por esta provincia y por esta ciudad: unas veces como perfecto embaja-dor cuando se encontraba fuera de nuestras fronteras; y otras, hacia dentro, consiguiendo que la universidad estuviera presente en todos y cada uno de los acontecimientos del vivir cotidiano de Cuenca. Ha conseguido que los conquenses queramos a nuestra universidad sintiéndonos identificados con ella, sintiéndola cerca, y contando y participando de ella.

Y este sentimiento es también compartido, si cabe con más fuerza, por el mundo nazareno conquense. José Ignacio siempre tuvo claro que la Universidad de Castilla-La Mancha tenía que hacer honor a su propia denominación (la de “universitas”) e hizo que el

Vicerrectorado del campus de Cuenca se implicara en el aconteci-miento más importante de la ciudad, y lo hiciera, como es precepti-vo, desde la óptica de una institución dedicada a la producción, al cultivo y a la transmisión del conocimiento y de la ciencia. Así lo expresaba él mismo en la breve alocución que servía de pórtico a las primeras Jornadas Antropológicas sobre la Semana Santa que con-juntamente organizaron la UCLM y la Junta de Cofradías allá por el año 2005: “La Semana Santa ha traspasado el umbral de lo sacro y de lo religioso para convertirse en un tiempo en que la tradición, la cultura, la antropología, el arte, el folclore,... se dan la mano en un mestizaje en el que la dosis de cada componente se antoja difícil-mente mensurable”.

A lo largo de estos más de diez años de trabajo al frente de esa institución, José Ignacio, ha abanderado muchos de los principales proyectos que se han desarrollado teniendo como el telón de fondo la Semana Santa conquense, tanto a nivel corporativo con la Junta de Cofradías; como con todas y cada una de las hermandades que se lo han solicitado; como con todos los nazarenos que, de forma par-ticular, lo hemos buscado en busca de ayuda. Para todos nosotros, siempre encontramos su puerta abierta y su mano tendida.

Recordando ahora alguno de estos eventos, en lugar privilegiado debemos tener la celebración de las, anteriormente mencionadas, Jornadas Antropológicas sobre Semana Santa que se celebraron en febrero de 2005 bajo el título de: “Semana Santa: religiosidad, tradición, cultura”, y donde pudimos escuchar las disertaciones de figuras tan relevantes como la del profesor Manuel Fraijó, catedrá-tico de Filosofía de la Religión e Historia de las Religiones en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que des-granó una atractiva evocación histórico-teológica de la muerte de Jesús en la que contrastó, con la precisión de un cirujano, fechas, personajes y datos históricos con el propósito de reforzar la idea, ya prácticamente común entre los teólogos, de que es necesario tomar en consideración lo histórico para hacer viable lo teológico: la ne-

Por la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca

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cesidad de historizar el mensaje salvífico, que se ha defendido con gran énfasis y no menos riesgo por parte de algunos teólogos: “Ese el único camino para humanizar la figura central de la Semana Santa, que no es otra que la figura de Jesús, acercarla a la realidad de los hombres y mujeres que viven, sienten, piensan y se comportan en cada momento histórico”; O la del entonces Arzobispo de Sevilla, Monseñor Car-los Amigo que nos habló de la religiosidad popular y nos enseñó que: “El texto no cambia, la música sí. Casi a la misma hora, la Virgen de la Soledad, en Cuenca, y la Virgen Macarena, en Sevilla, salen a la calle. El silencio, contenido, sin respiración ante la Virgen querida en Cuenca: ¿Aplaudir?, sería ofensa. ¿Decir piropos?, blasfemia. Casi a la misma hora, la misma Señora, con otro nombre, sale a la Madrugada de Sevilla: Banda de música; aplausos; vivas; piropos;... Y sería de mal hijo el no piropear a su madre en ese día. El mismo texto, distinta música. El texto es el Evangelio, la música es la cultura. Y cada pueblo baila al ritmo de su historia, de su vida, de su tradición, de sus sentimientos,..”. Inolvidables estas jornadas que se vieron rubricadas por el temblor de los tambores de Hellin, de Tobarra, de Mula, de Calanda y de nuestras queridas Turbas, que atronaron Cuenca en una mañana soleada, la del sábado 19 de febrero, y dejaron en el aire el sabor de la armonía, del ritmo, de la fuerza del grupo, de que en determina-das circunstancias el todo es más importante que las partes incluso cuando se aporrea un tambor.

Otra participación importante que ha acometido la Universidad ha sido su contribución a ampliar y engrandecer el patrimonio cul-tural de nuestra Semana Santa con la edición de numerosos Cds mu-sicales destacando el que recoge el Concierto Homenaje a Don José López Calvo que organizaron las hermandades de San Juan Bautis-ta, El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, Santísimo Cristo de la Luz y de María Santísima de la Esperanza, que se celebró el 20 de febrero de 2009 a cargo de la Unidad de Música de la Guardia Real.

Actos y más actos, hechos y más hechos con los que, en estos diez años, la Universidad se ha infiltrado hasta el último rincón de nuestra Semana Santa empapándose de lleno de su esencia.

Pero, si nos tuviéramos que quedar con tan solo una de estas colaboraciones, ésta sería, sin lugar a dudas, la edición, año tras año, del Programa Oficial de la Semana Santa de Cuenca. El Programa Oficial es la publicación por excelencia de Nuesta Semana Santa.

Aquella que todo buen nazareno conquense espera para: enterarse de las novedades, si las hubiera, de los desfiles procesionales de ese año; para ver las fotografías y comprobar si ese año “ha salido” su paso preferido o algo relativo a su hermandad; para guardarlo con los de años anteriores, a modo de improvisada colección, y, de vez en cuando, sacarlos para ojearlos y comprobar desde como ha evolu-cionado nuestra Celebración hasta como han avanzado los sistemas de impresión; pasando por definir las diferentes coyunturas econó-micas del momento gracias a la calidad y la extensión del mismo. Desde el 2003, la Universidad ha plasmado en sucesivos convenios de colaboración con la Junta de Cofradías, sufragar el coste de la edi-ción de estos programas oficiales. Esta asociación ha hecho posible que estos documentos hayan podido tener una magnífica calidad en la edición, a la vez de que se hayan podido incorporar distin-tas colaboraciones literarias y fotográficas que nos han dejado ver la particular visión de muchos escritores y fotógrafos conquenses, contribuyendo a aumentar el patrimonio cultural de nuestra tierra.

En sus más de diez años como Vicerrector cuántos proyectos, libros, conciertos, grabaciones musicales, jornadas, exposiciones, conferencias, etc han visto la luz gracias a su mediación; cuántas personalidades han asistido a estos eventos gracias a la mediación de José Ignacio… era una garantía para ellos; cuántas conversacio-nes, formales e informales, donde con sus juiciosos consejos nos ha sacado de situaciones tortuosas…

Para terminar, recogemos las palabras pronunciadas por nuestro presidente durante el momento de hacer público el agradecimiento de la Junta de Cofradías: “Pero, amigo José Ignacio, este reconocimiento no supone un punto y final;… ni tan siquiera un punto y aparte,… De-seamos que tan solo sea un punto y seguido. Un punto y seguido motivado, simplemente, por tu cambio a nivel profesional dentro de la UCLM. Por lo tanto, José Ignacio, queremos que sigas estando a nuestro lado, al lado de nuestra Semana Santa,… desde donde te encuentres y desde el puesto que ocupes, y estamos convencidos de que va a ser así. En este “ barco”, nada fácil de gobernar según los tiempos que corren, nadie es imprescindible pero todos somos necesarios. Y tú, sin lugar a dudas, has sido y serás uno de sus principales remeros.

Gracias nazareno, gracias amigo.”

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Un año para la fe

Por Gregorio Martínez de las Heras

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El Papa Benedicto XVI, ha vuelto a lanzar al mundo cristiano otro desafío al convocar mediante la Carta Apostólica “Porta Fidei” escrita en 15 enunciados, la celebración del “El año de la Fe”, que comenzará el 22 de octubre de 2012 y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.

El resumen el documento dice:“La puerta de la fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y

permite la entrada en su Iglesias, está siempre abierta para nosotros. Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmi-tida por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos. Iniciar el Año de la Fe coincidiendo con el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, puede ser una ocasión propicia para comprender que los textos dejados en herencia por los Padres conciliares no pierden su valor ni su esplendor. Esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Profesar con la boca indica, a su vez que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. El Año de la Fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los con-

tenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica”.

Es claro que Benedicto XVI ha buscado en la convocatoria de este año de la fe “el dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran, hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud”

“El Papa liga estrechamente el Año de la Fe al cincuenta aniversa-rio de la apertura del Concilio Vaticano II. Mientras el Concilio sigue siendo objeto de discusiones y de apropiación partidista, es justo que la lectura y relectura de su riquísima herencia, su traducción en la práctica por parte de todo el pueblo de Dios en sus diversos com-ponentes, siga siendo eficazmente guiada por el Papa, como por los Papas ha sido convocado y guiado en su realización, y tomado como “brújula” del camino siguiente de la Iglesia. También recuerda el 20 aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica, obra de increíble coraje, querida firmemente por Juan Pablo II en fidelidad al Concilio, para decir hoy nuestra fe del modo más completo, orgá-nico y claro posible.”

(Federico Lombardi, portavoz Vaticano).

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lía la pena hacer era intentar una reforma de la Iglesia romana. Pero ni él tenía capacidad para llevarla a cabo solo, ni la Curia tendría nunca deseos de secundarla, se dio cuenta que el anuncio no cayó muy bien entre los pesimistas y escépticos.

Lo presentó como una iniciativa absolutamente personal, pensan-do especialmente en la reunificación de los cristianos, en la unidad de los <<hermanos separados>>, y, además, en el aggiornamiento, es decir, la puesta al día y la renovación de la Iglesia.

¡Venerables hermanos y queridos hijos! Pronunciamos delante de voso-tros, a la verdad temblando un poco de conmoción, pero a par con humilde resolución de propósitos, el nombre y a la propuesta de una doble celebración: de un sínodo diocesano para la Urbe y de un concilio ecuménico para la Iglesia Universal. Discurso de Juan XXIII (25-1-1959)

A los cardenales presentes el anuncio les pilló de sorpresa, que-dándose de piedra., toda vez que no había en la Iglesia problemas graves de fe, de comunión o de disciplina. La situación general era pacífica; en muchas partes la vida de la Iglesia era muy fecunda, por lo que Concilio no estuvo condicionado ni en su temática ni en sus actitudes por seria provocaciones que reclamaran de la Iglesia una respuesta, como había sido el caso en gran parte de los Concilios ecuménicos. Todavía no habían pasado 3 meses desde su elección como Papa en el cónclave de octubre de 1958, ya que fue elegido como un Papa de transición, como continuación del papado de Pío XII. Preguntado por los motivos, una de las respuestas más conocida es: << Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia fuera y los fieles puedan ver hacia dentro>>.

Nadie imaginaba que llegaría a ser uno de los acontecimientos capitales de la historia del siglo XX.

Juan XXIII era un Papa querido. Un par de anécdotas nos da a entender la dimensión humana de Ángelo Roncalli: al ser nombrado sumo pontífice, les aumenta el sueldo a los que le transportaban en la silla gestatoria, porque según decía, él estaba más gordo que Pío XII. A unas monjas que se le presentaron como “hermanas de San José “, Roncalli les responde” ¡Hay que ver lo bien que se han con-servado!”, anécdotas como éstas lo convirtieron a los ojos del gran público en una simpática figura.

Juan XXIII no pudo llegar a saber si su idea de que la Iglesia se pusiese al día llegaría a buen puerto. Después de abrir el Concilio el 11 de octubre de 1962, falleció el 3 de junio de 1963. En manos de Pablo VI dejó la mayoría del trabajo pendiente.

Y ¿Qué es un Concilio? Es una junta o congreso de los obispos y otros eclesiásticos de la Iglesia Católica, para deliberar sobre las mate-rias de dogmas y de disciplina. De acuerdo a la tradición católica, ha

La celebración del Concilio Vaticano II, fue el gran acontecimien-to de nuestra Era Moderna no solo en el ámbito de la Iglesia, sino que tuvo una gran repercusión ecuménica que marcó a todas las Iglesias, fue un acontecimiento trascendental y que tuvo un profundo impac-to en la vida de la Iglesia Católica y en los creyentes, en sus relaciones con otros cristianos y otras religiones y en el mundo en general a través del sentido renovado de la misión que generó.

Con anterioridad en el año 1870, y apresuradamente, se tuvo que dar por finalizado el Vaticano I iniciado en 1869, debido a la suspen-sión impuesta por el estallido de la guerra franco-prusiana.

Después de la II Guerra Mundial, con las nuevas tecnologías, uno de los sectores que se fortalecieron fueron las comunicaciones socia-les. Realmente una de las grandes noticias de 1959 fue la que hizo el Papa Juan XXIII a los 3 meses de su elección a la silla de Pedro. El papa Roncalli, provocó un gran terremoto al anunciar el domingo 25 de enero de 1959, festividad de la conversión de San Pablo, la con-vocatoria del Concilio Vaticano II. El Papa Bueno, accedió al solio pontificio a los 77 años, después de un largo pontificado de Pío XII. Una vez elegido papa, se dio perfecta cuenta que si había algo que va-

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saban como los funcionarios de la Curia y que el Papa solo podía decidirlo todo y no era necesario convocar un Concilio, pensando quizás que eran convocados para finalizar el Vaticano I, y que fue suspendido al inicio de la guerra y que duraría muy poco tiempo.

En realidad el Concilio se inició en enero de 1959 cuando Juan XXIII ( Juan el Bueno), anunció a sus cardenales el propósito de con-vocar un Concilio, el cual duró siete largos años. Entre 1960 y 1962 se realizó un periodo preparatorio en el que se instituyeron las 15 co-misiones y secretariados preparatorios del concilio, cada cual con un tema a su cargo. En junio de 1961 se efectuó la primera reunión de la comisión central preparatoria para más tarde convocar oficialmente el concilio fijando la fecha para el 11 de octubre de 1962 y aquella ma-ñana se abría el Concilio del siglo XX y empezaba una nueva época para la Iglesia. El discurso inaugural del Papa Juan XXIII sorprendió a todos, pues con gran sencillez y con gran fuerza de ánimo empezó diciendo: “La Madre Iglesia se alegra y exulta de gozo” .Era un co-mienzo para disipar los temores y los miedos y dejarse llenar por la alegría del Espíritu, pero el Papa no dejó de señalar con firmeza a los falsos “profetas de desdichas”.

habido 21 Concilios en la historia de la Iglesia. La palabra “ecuméni-co” significa universal. El primer Concilio fue el de Jerusalén.

Al asumir la cátedra de Pedro y tomar las riendas de la nave como “pastor y navegante” ,Juan XXIII se encontró una Iglesia institucio-nal muy encerrada, atrincherada en su ciudadela santa, con una men-talidad muy euro céntrica y fuerte centralismo “ romano”

El Papa Bueno pretendía que el Concilio fuera una puesta al día para la Iglesia, renovando en si misma los elementos que necesitasen de ellos y revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. Te-nía claro desde el principio la necesidad de incorporar la Iglesia Cató-lica a la modernidad, por lo que resultaba imprescindible romper con inercias, renovar estructuras y favorecer un clima de diálogo entre los cristianos y los hombres de buena voluntad, tanto es así que invitó a otras iglesias a que enviaran observadores al concilio, aceptándo-lo tanto iglesias protestantes como ortodoxas, quería saber como la Iglesia podía interrelacionarse con el mundo moderno. Un mundo que fue asolado por dos guerras y amenazado por una destrucción nuclear, por lo que la Iglesia que estaba siendo provocada por una serie de fermentos internos –la renovación catequística y litúrgica, la Acción Católica y los nuevos impulsos misioneros- y externos– pero muy cercanos a la misión de cada cristiano y de la Iglesia : el ansia de la reconstrucción y del progreso después de la 2ª Guerra Mundial, el nacer de los grandes bloques y el comienzo de la guerra fría, el tema del armamentismo y de la falta de recursos para los países más pobres, el neo-colonialismo y el racismo, la explotación del tercer mundo…- estaba viéndose obligada a introducir cambios imprescindibles y bus-car respuesta a la pregunta. Las cosas del Señor no se hacen solas, es Dios el que actúa por medio de los hombres.

En el Concilio Vaticano I la Iglesia fortaleció sus defensas inclu-so más allá, promulgando la doctrina de la infalibilidad papal. Des-pués del Vaticano I, solo el Papa era considerado infalible y cualquier católico que no aceptaba su autoridad, cuando él habla ex cátedra, sería anatemizado.

El Papa Roncalli tenía tres ideas para su pontificado que eran “nada menos que un Sínodo romano, un Concilio y una reforma del Código de Derecho Canónico”. La idea que convulsionó al mundo fue la del Concilio, pero resulta que Juan XXIII creía en la “comunidad y creía en el Espíritu que actuaba más y mejor cuando todas las fuerzas de la cristian-dad se reunían y se atrevió a soñar una aventura tan tremenda como era un Concilio, que iba realmente a <resolver> no sólo las congregaciones romanas sino a la Iglesia entera.”

La mayoría de los obispos que llegaron al Concilio, no entendían porqué y para qué habían sido convocados. No tenían proyectos, pen-

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“En el ejercicio diario de nuestro misterio apostólico sucede con frecuencia que disturban nuestros oídos las voces de aquellas personas que tienen gran celo religioso, pero carecen de sentido suficiente para valorar correctamente las cosas y son incapaces de emitir un juicio inteligente. En su opinión, la situa-ción actual de la sociedad humana está cargada sólo de indicios de ocaso y de desgracia…Tenemos una opinión completamente distinta que estos profetas de desdichas, que prevén constantemente la desgracia, como si el mundo estu-viera a punto de perecer. En los actuales acontecimientos humanos, mediante los que la humanidad parece entrar en un mundo nuevo, hay que reconocer más bien un plan oculto de la providencia divina.” Estas frases resultaron ser una respuesta a los miedos de los eclesiásticos de su entorno más inmediato; y también una réplica a una tendencia que en todos los tiempos encuentran adeptos en la Iglesia.

En su oración para preparar el Concilio, el Papa Bueno hablaba con acierto de “un nuevo Pentecostés”. No debería ser un concilio para combatir algún error doctrinal o alguna ideología anticristiana. Debería ser un concilio de diálogo, de apertura, de reconciliación y de unidad. Por eso el título de “ecuménico”, pero su apertura se exten-derá mucho más allá de las Iglesias cristianas, llegando a interpelar, como era costumbre del Papa Bueno, a todos los hombres de buena voluntad.

Entre el 11 de octubre y el 8 de diciembre se realizó la primera etapa conciliar, con muchos avances pero sin promulgar ningún do-cumento. Juan XXIII muere en junio de 1963 y Pablo VI es elegido sucesor a la cátedra de Pedro. Del 24 de septiembre al 4 de diciembre de 1963 se desarrolla las 2º etapa conciliar, se promulga una constitu-ción y un decreto. Pablo VI en mayo de 1964 anuncia la creación de un secretariado para los no cristianos. La 3ª etapa conciliar se desarro-lla entre el 14 de septiembre y el 21 de noviembre de 1964, donde se promulga una importante constitución sobre la Iglesia y los decretos sobre ecumenismo y las iglesias orientales, la 4ª y última etapa de concilio se desarrolló entre el 4 de septiembre y el 8 de diciembre de 1965, día en que fue clausurado el Concilio, anunciando Pablo VI la reforma de la curia y los procesos de beatificación de Pío XII y Juan XXIII.

Como es lógico en un evento de esta magnitud donde se reunie-ron 2450 obispos de la Iglesia católica – fue el concilio más gran-de en cuanto a cantidad -, así mismo fueron invitados por el Papa los teólogos-entre otros Kart Rahner, Hans Küng…- y que asistirían como consultores, no como miembros plenos, consultores de Iglesias ortodoxas y protestantes, observadores y católicos laicos, periodistas de todo el orbe y de muchas publicaciones que asistían como observa-dores y para que todo esto funcionara hubo que realizar un reglamen-to Ordo Concili oecumenici Vaticani II celebrandi , que estaba dividido en tres partes; participantes, normas y procedimientos. En cuanto a las normas reseñar el secreto sobre lo discutido en el Concilio, y que la lengua oficial sería el latín, aunque en las distintas comisiones se podría hablar otra lengua. El derecho a hablar se daba en orden eclesiástico: los cardenales primero, luego patriarcas, a continuación arzobispos, obispos etc.…Los textos preparados por las distintas co-misiones preparatorias y tras dar el visto bueno el Papa eran enviadas a los padres conciliares para su conocimiento antes de tratarse en las reuniones generales.

Anoto lo que escuché allá por el año 1975 al Pbro. Rodrigo Cas-tro “El Vaticano II, es desconocido en mucha gente y será siendo poco leído en el futuro” Parece ser que los Documentos del Concilio Vaticano II se han quedado para una lectura académica y poco para su aplica-ción pastoral, pero en el fondo la Iglesia necesitó reflexionar sobre sus problemas internos ante el mundo contemporáneo y plantearse los desafíos del futuro.

El Concilio Vaticano II nos ha entregado su magisterio en tres clases de documentos: constituciones, decretos y declaraciones.

Constituciones: Sacrosanctum Concilium (Sobre la Sagrada Liturgia) promulgado

el 4-12-1863; Lumen Gentium (Sobre la Iglesia), promulgado el 21-11-1964; Dei Verbum (Sobre la Revelación Divina) promulgado el 18-11-1965; Gaudium et spes (Sobre la Iglesia en el mundo actual) promulgado el 17-12-1965.

Decretos: Sobre los medios de comunicación social (Inter mi-rifica), promulgado el 4-12-1963; Sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio), el 21-11-1964; Sobre la Iglesias orientales católicas (Oreientalium Ecclesiarum) el 21-11-1964; Sobre el oficio Pastoral de los Obispos (Christus Dominus) el 28-10-1965; La renovación y adaptación de la vida religiosa (Perfectae caritatis) 28-10-1965;Sobre los Seminarios (Optatam totius) el 28-10-1965; El Apostolado seglar (Apostolicam actuositatem) el 18-11-1965; La actividad misionera de la Iglesia (Ad gentes divintus) el 7-12-1965;El ministerio y la vida de la Iglesia (Presbyterorum ordinis) el 7-12-1965

Declaraciones: Nostra aetate (sobre las relaciones de la Iglesias con religiones no cristianas, el 28-10-1965; Gravissimun educationis (sobre la educación cristiana, el 28-10-1965; Dignitatis humanae (so-bre la libertad religiosa, el 7-12-1965).

Como vemos el Concilio centró sus deliberaciones en el tema Iglesia. Como en otros concilios ecuménicos tocó tratar sobre la divi-nidad de Jesucristo (Nicea), o sobre la justificación del pecador (Tren-to), o sobre la infalibilidad del Papa (Vaticano I)

Los sesenta. ¡Qué década! .Los años 60 fueron una época de acelerados cambios culturales, época que estaba caracterizada por la aceleración del éxodo rural y el surgimiento de la sociedad de con-sumo, cada vez mas influida por los medios de comunicación que generalizaban la cultura de masas. Y para que no faltara nada en ese mundo tan convulso, la Iglesia se unió a la hipnosis colectiva, por cierto: bendita hipnosis.

Los nostálgicos pensamos que todo lo interesante ocurrió en-tonces. Éramos jóvenes (nuestros padres), la revolución – que surgió al término de una década de prosperidad económica sin precedentes- anunciaba sus bondades a la vuelta de la esquina. El famoso Mayo del 68 era una lucha, pero también una fiesta, la gran revolución es-taba en marcha pero que fracasó como revolución, en virtud de que no se produjo la sustitución radical del viejo orden político. No cabe duda que el concilio Vaticano II, puso sobre el tapete de la actualidad mundial las graves cuestiones religiosas de nuestro siglo. Era hora de que el Vaticano abandonase su autismo secular y mirase en derredor. El mundo estaba cambiando ¿cambiaría la Iglesia con él?

¿Cuál fue el resultado final del Concilio Vaticano II? ¿Se logra-ron los objetivos iniciales de Juan XXIII? ¿Tenía el propio Papa con-vocante, claras y bien definidas las metas buscadas? Aún hoy hay muchos interrogantes, muchas preguntas. Como fuera que fuese, una ventana se abrió en la Iglesia de hace 50 años.

Hemos de saber que a día de hoy lo más importante es que los documentos vaticanos en los albores del siglo XXI están en plena vigencia tras pasar 50 años desde su promulgación, hora es que los laicos bautizados en nuestra Iglesia nos comprometamos a su estudio y puesta en práctica.

(Información, recabada de revistas y blogs católicos y de la B.A.C.)

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Lo que aquí se relata pertenece a la memoria tradicional y colec-tiva, trasmitida por vía oral al amor de la lumbre por abuelos o viejas comadres. No existe por tanto cimiento o base documental histórica.

De igual manera y forma nadie tampoco puede afirmar, que tales sucesos no ocurrieran, ni de la forma descrita y tal vez se viesen alterados, a lo largo de los años, por versiones, acotaciones y añadi-dos por los diferentes cuenta cuentos.

Pero hay que guardar y preservar estas narraciones, que con las corre prisas de los tiempos tienden a desaparecer en el limbo de los olvidos, como desaparecieron las lumbres bajas hogareñas, las chi-meneas, el traje talar, las abarcas y los pañuelos de yerbas. Conservar el misterioso intríngulis romántico de novela gótica junto a la larga saga histórico-legendaria de Cuenca.

Cabe, la posibilidad, que algunos nombres, por ejemplo, el del protagonista, con el cual se conoce aquí, no sea el auténtico del bautizo.

Certeza hay de la existencia de almoneda con botica y droguería en la hoy calle de Andrés de Cabrera, que en los años 60 del pasado siglo fuese nuevamente Farmacia.

Existió el convento de los Antoneros en el barrio humilde de San Antón, que regentaban Hospital para curar enfermedades ver-gonzosas o terminales para el mal francés o sarnas y anexo cotarro u hospitalillo de pobres.

Semiabandonados están los muros del convento-retiro en el va-lle de EL CAMBRON, cercano a Villalba de la Sierra, de muy difícil acceso actualmente y sospecho totalmente deshabitado, donde Pas-cual, como tantos pecadores descarriados, arrepentidos encontraron su Beatus illae.

La ermita de San Roque, en el cerrillo de tal nombre fue des-truida por las tropas francesas del mariscal Calincourt, que toma Cuenca para el corso y desgajan la famosa y artística custodia de los Becerriles, cuyos valiosos trozos en oriplata, llenan las mochilas gabachas como botín.

Item mas, permanece la Archicofradía de PAZ y CARIDAD, con su titular Cristo de las Misericordias, en donde se encuentra integrada, junto con las Cofradías de Jueves Santo, la Venerable Her-mandad de Jesús Orando en el Huerto de San Antón.

Y el campanillo, que portó Pascual, sigue dando el son triste en la vanguardia de procesión.

En tanto, pacientes e incansables investigadores, remuevan baúles de legajos tamizados por polvo secular, saquen a la luz do-cumentos escondidos por los estantes de olvidadas bibliotecas, ig-norados y desconocidos archivos, sirva este relato para complacer la sana curiosidad y conocimiento de la aparición del medallón nazareno, los hechos que acontecieron según lenguas. Algo de ver-dad tiene.

Preámbulo a modo de explicación no justificada

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Mediaba el siglo XVI. Reinaba Carlos III.Refugiados y apelotonados dentro de la ermita de San Roque, se

hallaban todas las hermandades acogidas a la Archicofradía de PAX et CHARITAS, impacientes por salir a procesionar por el dédalo callejero de la ciudad.

La lluvia no cesaba. Los nazarenos con ansiedad indagaban los cielos de negras nubes parteras de la inoportuna tormenta consisten-te e incansable, que no tenía esperanzas de termino.

La impaciencia era general y se escuchó alguna expresión no muy acorde con el lugar y hábitos vestidos, se escapaba desde las bocas con lenguaje procaz.

La fuerza del agua y su ímpetu había expulsado de las calles a los espectadores, refugiados en los vanos de portalones y apor-chados y alonados de los talleres menestrales. Cada vez el gentío reculaba mas hacia los adentros umbríos del interior, la calle era un impetuoso torrente. Brincaba las aceras, intentando encimar los poyos adosados en las paredes junto los vanos de los locales.

En la buhardilla donde se escondía Pascual, las goteras eran cho-rros. Ratas y ratones huían amedrentados por tan ruidoso y continuo tronar. Pascual afinaba sus oídos intentando percibir pasos sospecho-sos. Sabía que en la planta principal solo se encontraban, medrosas, la anciana madre del propietario de la casa, el rico terrateniente D Faustino Pimentel de Regoyo, Señor de Las Zomas, al cuidado de una chiquilla como mucama. Ambas temblorosas de miedo rezaban acobardadas rosario tras rosario, retahílas de letanías y plegarias ro-gando auxilio y aventar la maldita tormenta a Santa Bárbara.

Se deslizó como jorgín por chimenea, silenciosamente, muy despacio, por la oscurecida penumbra gris, caída desde la pupila gri-sacea del tragaluz cenital.

Sigiloso se introdujo en la planta segunda, abriendo con cuido las puertas de las alcobas, rebuscando por entre las ropas de arma-rios, cajones de aparadores, sinfonieres… algo de valor. Encontró un par de zarcillos con piedra de ágata, una esclava, que parecía ser de buen oro y poca cosa mas, en la almoneda de Zacarías, pocas monedas de real y de medio real sueltas y una diadema en plata falsa de Nápoles… Nada de nada…

Pascual era hombre de mil oficios y ningún beneficio, se apala-braba de temporero en las palerías del río, de hachero o resinero en los pinares, de alarife de aire, titiriteando por peligrosos andamios, dedicado a colocar y fijar las vigas resinosas en la vertical del abismo para sujetar salientes, casas y balconadas voladas, trajinar calcado de las golondrinas, que cuelgan su nidal barroso en los aleros de los tejados en desequilibrado equilibrio. En su tiempo recogía aceituna o de segador, ayudaba a los hortelanos en la labor de huertas y hoci-nos. A veces fue solicitado de peraile por laneros y pañeros

Trabajador incansable. Contaba en la Taberna del Sordo, an-taño fuera ganchero, conduciendo maderadas como zaguero desde la oscura y triste sierra hasta Cuenca e incluso a base de bichero construyendo mil adobos con dicha pica, navegó el Tajo llegando al mismísimo Aranjuez, el de los cuidados y floridos jardines. Oficio que hubo de abandonar por los reumas.

Nunca pasó por su imaginación convertirse en émulo de Caco; pero el año vino mal en jornaleras y el apremio de los réditos y del préstamo al usurero el cojo Torrens, solicitado años ha para adquirir una vieja casa en el barrio de San Gil, le incitó a delinquir. Igual-mente tenía que mantener a su vieja madre enferma y la hermana boba, Basililla, nacida simple, escasa de seso y entenderas, siempre babeante e insulsa.

Eligió el caserón de cuatro balcones en fachada por ser la mejor del barrio de San Juan, casi medianía con la parroquia del mismo nombre y porque era el domicilio de Don Faustino, cuñado del osagres Torrens y socio secreto en el negocio usura, por eso, Pascual, se encontraba en estos momentos confuso y desconcertado por el escaso botín conseguido.

_ ¿Adonde chorras, guardarán estos bergantes sus bolsonas con los dineros?

Dio una enojada patada a un viejo secreter cerca del balcón. Cayó al suelo una bolsita de cuero, atada con cordón sedoso. Con-tenía un trabajado colgante, que por estar tan bien escondido y guardado sospechó ser valioso, lo suficiente para hacer frente a los perentorios plazos del ávaro tuercebotas Torrens.

Que sí. ¡Que ya clarea! ¡Atentos!… Preparaos para comenzar a salir, aún podemos llegar a los Santos Oficios en la Catedral, sino andamos lerdos.

Las Hermandades de Paz y Caridad, comenzaron a procesionar por la guedeja callejera de la ciudad en penitencial camino hacia la S. I. C. B.

Bajo penumbra de oliva abría el desfile la Oración del Huerto, el cáliz amargo de la Pasión, porta en sus manos un ángel. Mediada la procesión al llegar a la calle del Peso, antigua almozatería, volvieron las nubes abroncarse, relámpagos, truenos… el zigzag rayero incidió tal rejón a los montes del cerco capitalino. Una chispa desgajó la noguera enorme en la alta barriada del Castillo. Angustiosa lluvia en apogeo.

Los gerifaltes y aguaciles de la procesión decidieron a la vista del nublo, refugiar sus pasos en los lugares amplios cercanos.

El Huerto eligió el gran y hospitalario zaguán con patio claus-tral de la casa solariega de Don Luis Carrillo, que contaba con jardi-nes italizantes, al estilo de los palazzos florentinos, los vecinos de la ciudad conocían como Los Escardillos.

La pequeña fámula al ir al retrete, oyó ruidos raros y sospechosos por la segunda planta. Subió un tramo de escalera cautelosamente, con tiento se acercó a un rincón del pasillejo. Había gente extraña.

¡!! Ladrones ¡¡¡

Rápida y sigilosamente bajo hasta las cuadras, allí dormitaba su primo El Pacorruco, sordomudo, con lenguaje de señas solicitó ayu-da, ambos subieron al trote por las escaleras. Ella llevaba un grueso astil de bielgo. Pacorruco una horca herrada.

Se apercibió Pascual de su llegada, descolgose por un ventanu-co, que daba al patiejo con ayudo de la recia yedra.

La Joya Nazarena

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Brincó la tapieja trasera. Nadie por la calle. A pesar de ser boca-tarde había oscuridad de noche. Le perseguían las voces de la mar-moteja y los ademanes amenazantes del sordomudo. Buscó refugio en el quicio portillo por los corrales de la casa señorial, que daban a la cara encima de las huertas del Puente Palo. Cedió la puerta al primer embiste. Conocía los jardines por haber trabajado a veces en ellos de podador. En la puerta principal escuchó revuelo. Alguaciles daban órdenes a los mangasverdes. Estaba atrapado como una rata.

Pascual miró la imagen del nazareno bajo la oliva.El Angel levantaba el cáliz.La imagen orante de Jesús le miraba.Voces y muchas, se acercaban amenazantes. Asustado Pascual, apretó el broche enjoyado en su puño.Subió a encaramarse en intento de esconderse camuflado por el

ramaje. Cara por cara se enfrentaron, la suya con la del Santo Ros-tro, sudoroso de la imagen oferente. Retumbante se escuchó el ruido del trueno precedido por el resplandor cegador de los relámpagos.

Oyó cavernosa y telúrica la voz:- Pascual, Pascual, no serás el único ladrón en arrepentimientos,

en estas tristes horas. Encogido por el miedo colgó de la santa cerviz el medallón ro-

bado. Ecos del tronar se alejaban.El tumultoso gentío dejaba sombras fantasmales rebotando en-

tre los sucios sillares y paredes de la casona.“¡¡Escarmiento al sacrílego ladrón!!¡¡Justicia y patíbulo!!”Eran las voces hechas eco en las altas bóvedas de la rotonda.Una exhalación fuerte abrió las carnes de lo cielos en luminosa

llaga con luz parecida a pira resinera, explotó encegando a todos los presentes.

Pascual se encogía estremecido entre las ramas del olivo como asustadiza corneja. La sangre se solidificaba en sus venas, por sus mejillas resbalaban lágrimas de miedos en torrentera.

Incompresiblemente el sol desplegó el abanico luminoso de sus rayos y glorifica con arco iris al Santo Jueves.

El camino penitencial reiniciaba la ascendente procesión hasta la Plaza Mayor a rendir respetuoso homenaje y ofrecer sumisa ve-neración y recibir las bendiciones del Prelado Don Isidro Carvajal y Lancaster y todo el Cabildo Catedralicio en coro. Al tiempo encon-trar, las imágenes e integrantes parco reposo en el sagrado recinto.

La imagen arrodillada del Maestro lucía en su cuello la joya ro-bada.

Pascual a zancadas corría a su casa en San Gil. Su mano ardía como su frente enfebrecida, tatuada con grueso relieve la silueta de la joya robada y restituida posteriormente.

Fue descubierta por sorprendidos cofrades al reiniciar el recorri-do de vuelta a la ermita de San Roque.

El señor de Las Zomas, conocedor de la aparición del cuerpo del delito, no reclamó el joyel e hizo donación del mismo per secu-la a la Venerable Hermandad de la Oracion del Huerto, con única condición: “Que fuera bien guardada y siempre luciese la DIVINA IMAGEN en la PROCESIÓN DE JUEVES SANTO”

Jamás fue hombre religioso, ni asiduo de sacristías, más de una Pascua Florida se le pasó sin cumplimentar el sacramento de la Co-munión. No poseía demasiado apego a los actos religiosos, él tenía particular relación con Dios Uno y Trino, sin necesidades de misas ni intermediarios con tonsura. Entregaba dineros a su madre para bulas, diezmos o limosnas: “Pascual, hijo, siempre hay alguien con mucha más necesidad, aunque seamos pobres. ¡¡Grande es la Misericor-dia de Dios Nuestro Señor!!.

-Si madre, rumiaba y a la vez callaba, sin dejar de contemplar a la insulsa Basililla, perdida en la idócia e imbecibilidad.

El cólera morbo que asoló a la ciudad se llevo ambas mujeres. Les dio tierra en el sacramental cementerio de Santa Catalina del Monte Sínai en la ermita extramuros del Cristo de la Amparo, como indigentes.

En la soledad familiar huérfana, su fe, se vio incrementada. Sol-tó las palomas de cría de su mansarda, saldó los debitos pendientes del préstamo a la recíproca con la casa al tacaño Torrens y a conti-nuación fue a entrevistarse con el abad del conventual de los Anto-neros cerca del Puente:

- “Deseo entrar de humilde lego en la comunidad, con permiso de su Paternidad”

- Precipitada decisión es, Pascual.Enseñó por toda explicación las palmas de sus manos donde

grabada con nitidez y fuerza de fuego, estaba la geometría del me-dallón.

- Debo purgar un grave delito sacrílego, que cometí durante la pasada Pascua.

- Voluntatis Deus. Admittus estis, Pascual.- Humildemente ruego a su Paternidad, me sean asignados los

trabajos, rechazados por otros, los más denigrantes y duros.- Así será. Empero antes partirás a un lugar apartado idóneo para

la meditación y retiro.- A vuestra decisión me plego humildemente.El viejo Abad le dio su bendición emocionado.De propia voluntad alargó endureciendo ayunos y disciplinas

en el ascético lugar dedicado a la oración y vida contemplativa, el claustral refugio del Cambrón, en la profundidades de la serranía, entre añejos encinares cubiertos por polvo machadiano, perfuma-das raíces con aromas de trufas, que peinan las laderas escabrosas de los lejanos cerros, confundidas con quejigos y tupidas pinedas, que sirven de atalaya al jerifalte, azor o buitre, siempre al acecho de la incauta víctima, presa en sus potentes garras.

Horza en busca del negro tesoro trufero el jabalí.Ramonean las hojas puntiagudas y ásperas de las encinas,

ciervos y gamos. La garduña rasca su lomo piloso en el tronco costral y rugoso de los robles para desparasitarse. Se escucha y confunden el tacatá del picapinos con el seco golpe del hacha del carbonero.

Es primavera en el valle. Sonríen los almendros en sus pétalos blancos sonrosados. El cambrón repartido por las fisuras de los pedregales alterna sus pitusas florecillas violetas y malvas en al-ternancia con las jaras, por los márgenes del riachuelo, mariposas de variados cromos sus alas se confunden con los abejorros y libélulas. Trinan los pájaros.

En ese apartado lugar, Pascual dejó navegar su alma y sometía a su cuerpo a duras sesiones disciplinantes con cilicio de esparto.

Pasada su época de mística reflexión y cumplida penitencia se incorporó Pascual al convento padre de los Antoneros con Hospi-tal Lazareto en la ladera poniente del cerro de la Majestad.

Encargado, motu propio, total entrega al cuido de los desahu-ciados o terminales con enfermedades de alto contagio de la clase de la tiña, tifus o lepra.

Con su característica humildad solicitó al Abad y a la misma Archicofradía de Paz y Caridad, permiso y autorización para con su rostro velado, vestido con burda y basta estameña, descalzo, portar el campanillo de son tristón, acompañante de los reos en su final camino al patíbulo, dejando oír su melancólico tañido penitencial en la larga procesión de los Juevesantos.

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Romance para el

Domingo de Ramos

El olivo cimbrea en la mañanay el arco se hace palma jubilosa.La Catedral refleja prodigiosa

el paso de los siglos con ¡Hosanna…!¡Hosanna en las alturas! Victoriosa

al recibir la enseña programada,ramos de mirto, con la Cruz Alzada

voltea la palmera con la rosa.Cuenca se empina, en la más hermosa

tradición matinal, acompañada de vítores, de cántico y balada,

donde el rumor de la Pasión rebosa.La Borriquilla inicia el recorrido

con su pelaje gris y en los ijaresporta flor y clavel de los altares

porque lleva en su lomo al Elegido.Bendito sea el nombre y el sentido

que nos muestra su humilde nacimiento,en un asno pequeño y ceniciento,

que la Historia Sagrada ha transferido.La alegría en tropel se desbordado

y la Plaza Mayor le vitorea.Jesús bajo los arcos zigzaguea.

¡Ha pasado el Señor, el Deseado…!Brotes de olivo verde se han dejadolos niños, como pájaros en vuelo,repica una campana bajo el cieloy la euforia pregona su legado.

Escorzo de maitines han cantado,palmas los arcos en hilera.

la Borriquilla trota bullanguera¡Albricias al Señor, que ya ha llegado…!

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Camareras de Dios

Recogen vuestras manos el mensajede la seda, del lino y de la blondacon aguja de plata, entre la frondade mantos y reliquias con linaje.

Portadoras de fe, presto el corajede realzar la tradición más honda,

“Camareras de Dios”, de ronda a ronda,con un Canto de Amor como bagaje.

¿Dónde rizáis la gola del encajey la puntada de vuestro sentimiento…?¿Cómo en secreto, ese dedal repica…?

“Camareras de Honor”, con el mensajede saber que al velar en su momentoes la mano de Dios que os santifica.

Leonor Culebras

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1959 en verbo fácil y exigente, selecciona la poética y nos hace ópera de letras con gran serenidad de anacoreta.

Y es así, amigos, este Federico nos ha brindado de todo. Poe-sía en tiempo de vida solemne y trágica; otros hacia el infantil y bello deseo del juego y el cuento: El niño que tenía un vidrio verde, selectivo ese Niño Bertolín, donde roza el aniñamiento cuando nos dice:

Por el camino, solo,el niño va cantando.¿Qué cantas?mi preguntavaga en sus ojos claros.

¡Cuánto le gustaban los niños!, por eso nunca se cansó de entonarles versos, no solo villancicos que los supo hacer muy bien para Cuenca y los suyos, sino en esos otros versos que entonaba a la entrada de la noche:

Borró la sombra al niñopero su canto fácilllegaba envuelto en esesoñar de lo distante.

Federico, autor, amante, genio, poeta, amigo, periodista, so-ñador, nazareno, pregonero, católico, adivino, es por eso, con-quense elegido en el ancestro de aquel Olimpo, propio de su ape-llido materno, donde sólo selectos pueden entrar para adivinar su encanto.

Y vuelta y vuelta con nuestro Federico, aquel enamorado de su ciudad, de su tierra, hombre arraigado que alude siempre a su nombre como príncipe de la paz, hombre del mundo y que nacie-se acá, en una casa honda, entre la calle y el río, a cuatro plantas y una de ellas, mirando al cauce somnoliento en esas aguas que descienden por el caserío en esa “Alzada en limpia sinrazón alti-va….” que tantas veces hemos leído en páginas hermosas.

Federico Muelas y Pérez de Santa Coloma, ¡vaya par de apellidos, nobleza ilustre en esa rama materna que le llega has-ta ese Olimpo¡, colegial, universitario, jurista, farmacéutico y después, periodista, que supo engatusar a su espíritu para realizar aquellas otras expresiones de intelecto y tocar verso como nadie, y a su vez, color en pintura con magia en sus que-haceres. Le atraían las Leyes del equilibrio, como de ese que ha nacido bajo el signo de Libra, enriqueciendo su ausencia a pausas de ocio, de ese maravilloso ocio cultivado que le hiciera seguir la línea del elegido, de libro a libro, de oratoria pura y de pincel elegido. Desde su hocino, ¡qué lástima ahora su rui-na¡, cantaba a viva voz para que los pececillos del Huécar le oyeran y luego, abajo, arriba, paseos, hasta San Isidro, debajo del puente, entre la vereda, al cerro de la Magdalena, por Santa Catalina, quizás entre la puerta de Valencia y el Portillo de Santa María.

Por eso, cuando en 1959 entrega su primer libro donde limita el texto y numera su edición hace iniciar su proyección de Ama-dis de las Letras, cultivando con ese título “Apenas esto” como ese bien dicho por otros críticos: El soneto de libros de Federico Muelas. Ahí, catorce obras en selección realizadas entre 1931 y

Por Miguel Romero. Humilde Nazareno y Pregonero de 2009

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Por eso me trae, hoy aquí, al Federico de tulipa y pregón. El que tanto amó nuestra Semana Santa, tanto le sedujo y tanto le invitó a su canto lírico.

¡Oh, mi Federico, mi recordado Federico de Cuenca¡, aquél

que, con apellido Muelas, ondeó la pluma a vuelo de sentimien-to, de plasticidad y de talento, ¿cómo recordarte en mi alda de aprendiz a escritor?

Es cierto que, en los límites de mi lenguaje que son los lími-tes de mi propio mundo, runrunea siempre el recuerdo de quien supo condicionar su creatividad a la esencia de su Cuenca, de esa tierra a la que tanto quiso y en la que tanto sufriera.

Recuerdo aquellas palabras de Francis Bacon: “el leer hace completo al hombre, el hablar lo hace expeditivo, pero el escribir lo hace exacto” y así, leyéndolas, meditaba mi conciencia cuando entre las hojas -algo amarillentas del pasado-, el emérito de Cuen-ca, ese Federico intenso, recreaba su espíritu en aquellos versos de Ángeles albriciadores, madrigal a lo divino:

Jesús sonreíaoyéndola hablar.¡Ya la cruz crecía,pino en el pinar¡

Y así, de esa manera, al igual que en alguna ocasión también lo hiciera el genuino Pedro de Lorenzo, a la vista de los martirios evocar el arcángel de la muerte: la premonición de la Cruz, des-de la cuna: ¡Azrael¡, ¡Azrael¡…Barajan cruz y cuna los maestros del villancico como él lo fuera, pues él si lo fue grande como ninguno.

Porque razón hubo, amigos, en toda la vida creativa de Fe-derico Muelas, razón por la que siempre ideó su compromiso con esa religión compartida entre familia, amigos, hermanos, conquenses. Devoción y fe en su lenguaje y en ese mismo credo que transmitía en cada página de narrativa poética, cautivadora, lírica, sensual en condiciones, onerosa y sencilla entre versos, pro-fundamente medidos. Él lo hizo a pluma en todos sus escritos a una Semana Santa que tanto amase.

Ya de por sí amante de Cuenca, la Semana Santa le colma en su éxtasis poético. Adereza sus versos con esa línea fiel a esa premonición, a ese destino e invita en su Letra a ese episodio del Miserere, relámpago del sentimiento que se extravía al paso de los Cristos procesionales, urna toda, la capital. ¡Cristo de luz, Se-mana Santa de sus años chicos¡ Le obsesionaba; lo cantó: Cristo crucificado en luna fría…

Pero yo no conocí en persona a Federico, no. Sin embargo, se de él mucho más de lo que la gente cree y en ello baso mi apoyo literario, porque al hablar en contadas ocasiones con su hijo Ma-

rio, me encuentro ensimismado de su halo, de su embrujo que aún queda y siempre pervivirá, en mis recovecos, en mi alma y convicción afortunada.

Aquel que naciera en Cuenca un 1910, Federico Muelas y Pé-rez de Santa Coloma, sin haber destacado como colegial de turno y, ni siquiera, en su etapa universitaria donde no concretaba estu-dios hasta ese Periodismo que le embauca, se educó en leyes, bo-tica y prensa, -grandes aficiones-, en las que luego ejercería “ejer-cicio” –bonita redundancia- pero que le arribó a ese doctorado en verso, color y magia.

Nuestro poeta, nacido aquí en esta ciudad colgada de la tradi-ción, la historia, el abismo y la poesía, ciudad enhiesta en tributo constante al privilegio de la Naturaleza, iniciada en siglo aven-turado, acuna su cuerpo “ávido de vida” en una casa acogedora entre el río y la calle, ahilada junto al Escardillo, ayudando a ha-cerse escritor en su relación con la tierra, su tierra, como hombre comprometido con su tiempo.

El tiempo, ese tiempo convulso que corre, el drama en políti-ca sin sentido, el testigo de un hombre católico en una sociedad sin camino, a veces, hizo carrera con sentimiento, enriqueciendo su existencia a fuerza de pausas de ocio, de libro a libro, de chopo a chopo por la ribera de su Júcar y entre medias, su Semana Santa, la que tanto quiso, la que tanto añoró cuando no estuvo y a la que brindó letras hermosas en cada párrafo de mensajes, pregones y artículos.

Seis años, seis Pregones intensos, bellos, de nuestra Semana Santa elaborados y leídos por nuestro Federico. Seis impresos en el libro que los recoge, pero cuatro más hasta diez pronunció de una u otra manera: en RNE en Cuenca, en el salón de actos de la Diputación Provincial, varios en RNE en Madrid y el último por él realizado y que, al no poderlo leer en persona por intervención quirúrgica, lo hiciese en su nombre Benítez Lumbreras, en esa casa de la Cultura –reino de las letras-. ¡Qué maravilla de prosa, de verso, de retórica, de ritmo, de lírica, de amor…¡

1945, Pregón especial por el primero para su pluma donde la vena populista del poeta, con su dorada y carismática interpre-tación de Cuenca, hizo gemir las piedras de la Cuencacalvario, iluminar sus hoces, crujir las bujías de cada iglesia…

“Desde la entraña de Cuenca, mi tierra solar, desde esta inmensa Concha como un gigante tornavoz, digo mi castellano pregón a todas las gentes anunciando la solemne conmemoración de la Semana Santa.

…Cuenca generosa, hidalga, os ofrece la maravilla de los días de pasión…este conjunto en el que cada cosa para vivir su propio drama durante un año, se articulan en los días de su Semana Santa para decir con voz gigante y clara las estrofas del poema digno de la muerte de Dios.”

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1949, Pregón intenso en recorrido fugaz, sobrecogedor como el momento que para él representó como conquense, exigiendo para sus frases la misma ausencia retórica de la piadosa conmemo-ración conquense. Histórico, narrativo, profundo.

“Quiero soñar los comienzos de la Semana Santa en Cuenca, la primera procesión. Y veo avanzar solo, acaso con una cruz desnuda, acaso con un pálido crucifijo de marfil, un menestral cualquiera del artesanado conquense, hace cuatro siglos. Y a esta gesta primera dra-mática, lenta, por medio del arroyo, se le une, afluyen, otras y otras, hasta formar caudal poderoso, llenar la calleja, la plaza frente a la catedral.

…Y después viajero, con frases de Miguel de Unamuno, que me-reció nacer en Cuenca, “a cocer, a digerir sensaciones de Cuenca, en-crespada entre las hoces del Júcar y el Huécar que bajan de la cordillera ibérica, costillear de la península.”

…Así sea.”

1950, Verso intenso, dolor compungido, rima especial para ritmo solemne. Hace la mayor invocación que un poeta puede hacer de su Semana Mayor, especial, mística, suya, personal…

“Sé que estás junto a mí, Cuenca. Me cercael pálpito callado de un gran bosqueque mis ojos no ven. Sé que la fechanos congrega al calor de los recuerdos,que vienen como al valle el agua limpiadesde la roca altiva o la sencillafuente nacida como llanto humilde.……………………………….¿Dónde está la serraníatan de mañana, San Juan?-Buscando mis ojos vanlo que mirar no querría.Busco a la Virgen Maríaque en la noche la perdí…Alma, si la viste dídonde está…Con ella quieroque llore junto al maderoquien durmió en Getsemaní.”

1951, vuelta a la narrativa pura donde la reflexión angustia su contenido: “…Y es que las cosas no son así, como las estoy vien-do. Yo sé que los sentidos me engañan; que no estoy, aún cuando mis ojos así lo vean, en un estudio radiofónico, cercado por el respetuoso silencio de unas cuanta personas.

…¿Qué secreta voz; qué misteriosa llamada; qué oscura e inapelable razón nos congrega a los conquenses en estos días dramáticos? Las gen-tes de Cuenca no tienen espíritu gregario. El conquense, como sus pinos, como sus rocas, aún viviendo en comunidad, conserva su independen-cia, y si una ojeada al paisaje sorprende por la personalidad aislada de cada uno de sus elementos…”

1952, mí año de nacimiento, nos abrió con aquella prosa so-lemne: “Los ojos, cuentas vivas en el rosario penitente; la sobria fideli-dad; Cuenca modelada con llanto…”

Y 1968, el pregón de las profundas discusiones, el reflexivo ante el necesario cambio social, el encuentro de la Cuenca mu-sical, el visionario, el futurista, el deseado en el cuidado de lo más nuestro, de lo profundo, de lo popular, de lo católico, de lo provinciano, de lo artístico y de la gratitud:

“Y una vez más nos atrevemos a pedir a todos que repasen mental-mente la ciudad y hagan un índice de lugares de prodigiosa originalidad y a pensar como podría ayudarse a la resurrección de la ciudad misma si en los días de la Pasión se organizan los desfiles procesionales que el fabuloso escenario reclama.”

Y con ello, un triunfo, su herencia, esa gran obra que a todos nos ha dejado con su marcha, su muerte, en aquel noviembre de un año elegido, 1975. La trabajada cultura en ese su vidrio de hombre, Federico, en los azules; porque tu ahora que nos ves desde arriba y nos oyes desde el lugar del elegido, escucha, quizás leas, estas palabras, sí, apenas ésto… ¡Federico, cuánto he apren-dido contigo¡

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Siempre que hacemos el Víacrucis, acompañamos a Cristo en los “pasos” que Él dio hasta llegar al Monte Calvario para ser cruci-ficado, y pensamos, sentimos y vivimos con Él el misterio del dolor que asumió en propia carne, pagando por los pecados de la Huma-nidad. Al mismo tiempo que contemplamos la Pasión de Cristo, hacemos presente el sufrimiento de tantos hermanos nuestros que, como consecuencia del pecado propio y ajeno, transitan por enor-mes “víacrucis”, con el peligro de perder la fe y la confianza.

En este itinerario hacia el Calvario, las calles de Madrid -19/8/2011- fueron proyección y contemplación de extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las Diócesis españolas. Todo el mundo pudo admirar ESOS PASOS, donde la fe y el arte se ar-monizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conver-sión. Cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los Misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nues-tro espíritu.

CATORCE fueron las estaciones -ráfagas de luz- donde “Los Pasos” nos adentraron en el misterio de la Cruz gloriosa de Cristo:

Santa Cenade F. Salcillo (Murcia)Jesús del Prendimiento con Jesús y San Juande A. Castillo (Málaga)Negaciones de San Pedrode F. Collaut Valera (Orihuela, Alicante)Cristo de Medinacelianónimo del s. XVII (León)Padre Jesús del Gran Poderde José R. Fernández (Madrid)Cristo caído camino del Calvariode Mariano Benlliure (übeda, Jaén)Nuestro padre Jesús Nazarenoanónimo s. XVII (León)La Verónicade F. Pinto ( Jerez, Cádiz)Jesús despojado de sus vestidurasde M. Ramos Corona (Granada)Jesús clavado en la Cruzde Ramón Álvarez (Zamora)Cristo muere en la Cruzde F. Palma Burgos (Málaga)Santísimo Cristo de la Salud -Descendimiento-de L. Marco Pérez (Cuenca)Jesús en brazos de su Madre -Quinta Angustia-de Gregorio Fernández (Valladolid)Jesús colocado en el sepulcrode Gregorio Fernández (Segovia)Virgen de la Reglade Luis Roldán (Sevilla)

Por Ángel Horcajada

“Nuestro Víacrucis”

Víacrucis de la JMJ 2011 en Madrid

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Todos tenemos en nuestra retina “Los Pasos” de la Pasión de Cristo que nos impulsan a cargar sobre nuestros hombros el sufri-miento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distan-te o lejano del hombre y sus vicisitudes.

En cada Paso -y así lo escuchamos- se resaltan las diversas for-mas del sufrimiento humano actual:

“Persecuciones y discriminaciones por causa de la fe. Ambiciones que cambián, a precio de traición, al Dios del Amor por el ídolo del dinero. Cobardía de los cristianos que dejan de ser valientes ante la vergüenza de manifestar en público su fe. Hoy, la mayor injusticia es condenar a un inocente indefenso. Ahí están presentes todas las víctimas de las guerras que arrasan los pueblos y siembran odios difíciles de curar. Cruz es todo lo que dificulta la vida. Entre las cruces, la más profunda y dolorosa, está arraigada en el interior del hombre. Es el pecado que endurece el corazón y pervierte las relaciones humanas. La cruz de Cristo sobre sus hombros es la de todos los pecados de la Humanidad. Cristo hizo suyo el cansancio, el agotamiento y la desesperanza de los que no encuentran trabajo, así como de los inmigrantes que reciben ofertas laborales indignas o inhumanas, que padecen actitudes racistas o mueren en el empeño por conseguir una vida más justa y digna. Jesús sufre con todos los que tropiezan en la vida y caen sin fuerzas, víctimas del alcohol, las drogas y otros vicios que les hacen es-clavos, para que, apoyados en Él y en quienes los socorren -cirineos del siglo XXI- se levanten y construyan de nuevos sus vidas”.

Sigue las reflexiones y comentarios de las Hermanitas de la Cruz:“Saber llorar, no con llanto de tristeza que endurece el corazón y lo

predispone a producir nuevos crímenes, sino con llanto suave de súplica pidiendo al cielo misericordia y perdón. El rostro ensangrentado de Jesús evoca el de tantos hombres que han sido desfigurados por regímenes ateos que destruyen a la persona y la privan de su dignidad. Se actualiza el padecimiento de Jesús con los sufrimientos de las víctimas de genocidios humanos, donde el hombre se ensaña con brutal violencia en las violacio-nes y abusos sexuales, en los crímenes contra niños y adultos. ¡Cuántas personas desnudadas de su dignidad, de su inocencia, de su confianza en el hombre! Jesús en la Cruz acoge el sufrimiento de todos los que viven clavados a situaciones dolorosas, como tantos padres y madres de familia, y tantos jóvenes que, por falta de trabajo, viven en la precariedad, en la pobreza y la desesperanza, sin los recursos necesarios para sacar adelante a sus familias y llevar una vida digna. Frente al cuerpo de nuestro Reden-tor, sin vida, machacado, triturado, colgado, pagando el precio de nuestras maldades, ¿lucho yo por entender y proclamar la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida?”

Ante EL PASO de nuestra Semana Santa de Cuenca -EL PREN-DIMIENTO- se oyeron, entre otras, estas preces: “Porque el Hijo

del hombre ha sido eliminado, los fracasos de la Humanidad se convierten en escoria, con llagas de su Cruz, las víctimas del sida, esperanzo que alguien se ocupe de ellos”.

En las dos últimas estaciones -Quinta y Sexta Angustia- la ora-ción confiada, ante la dramática realidad en no pocas partes de la tierra, se expresó así: “Al contemplar el dolor de la Virgen, hacemos memoria del dolor y soledad de tantos padres y madres que han perdido a sus hijos por el hambre, mientras sociedades opulentas, engullidas por el dragón del consumismo, de la perversión materialista, se hunden en el nihilismo de la vaciedad de su vida. MARIA, en el silencio de su soledad, aprieta la espiga que ya lleva en su corazón como primicia de la Resurrec-ción. En esta espiga recordamos el trabajo humilde y sacrificado de tantas vidas gastadas en una entrega sacrificada al servicio de Dios y del prójimo. Recordamos a los buenos samaritanos, que aparecen en cualquier rincón de la tiera para compartir las consecuencias de las fuerzas de la naturaleza: terremotos, huracanes, maremotos…”

Este es el víacrucis de nuestro siglo. No pasemos de largo ante él. Dios nos espera para que le entreguemos lo mejor de nosotros mismos: “nuestra capacidad de amar y de compadecer”. “La Cruz -nos dijo Benedicto XVI- no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida. La Cruz -sigue el Papa- en su forma y significado, representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como Él lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo, hoy, que se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente caracteriza”.

Si en todo tiempo nos acecha el relativismo y la mediocridad, surge la necesidad del “encuentro personal con Cristo, con toda su fuerza transformadora en nuestras vidas”.

SEÑORA del Dolor y la Amargura, míranos con Amor de Madre, enjuga nuestras lágrimas, sana las heridas y acrecienta la esperanza, para que experimentemos siempre que la Cruz es el camino hacia la gloria, y la Pasión, el preludio de la Resurrec-ción.

Quiero terminar esta larga reflexión, en Cuenca Nazarena 2012, recordando aquellas palabras que nos dijo el Pregonero de 1997, Monseñor José Guerra Campos (q.e.p.d.):

“En su modo serio y reverente de celebrar la Semana Santa, Cuenca no sólo prosigue una tradición local: cuida de mantener para sí y de presentar a los que la visitan, la autenticidad de su fe cristiana”.

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El 19 de febrero de 2010 es una de esas fechas que parecen pa-sar sin pena ni gloria para el común de los mortales. Seguramente muchos de vosotros estaríais ese día atendiendo vuestros quehaceres habituales. Pero, para nosotros, no es un día más, es el día en que, por fin, COPE Cuenca irrumpía en el dial de vuestra radio con el noble objetivo de haceros compañía, de entreteneros, de informa-ros, de charlar sobre lo que os gusta...y, sobre todo, de incardinarnos en el sentimiento más profundo de esta ciudad, como fin último.

Por eso, y desde el primer momento, supimos que teníamos que volcarnos con nuestra Semana Santa. Ese espacio en el que, cada primavera, la ciudad aparca todos y cada uno de sus problemas para dar cumplida cuenta de su cita anual, de su compromiso con la his-toria, con la tradición y, por supuesto, con la fe. Para los que somos conquenses adoptivos, nos llama poderosamente la atención cómo podemos hacer de algo tan íntimo un foro de debate tan podero-so. Ojalá la ciudad tuviera esta fuerza, esta intensidad para tantas y tantas cosas. Hemos visto cómo familias enteras se vuelcan con su hermandad, cómo aparcáis esta tremenda crisis para poder cumplir con la tradición que comenzaron vuestro bisabuelos, perpetuaron vuestros abuelos, continuaron vuestros padres y enseñáis vosotros mismos para que vuestros hijos mantengan encendida esta tulipa que podría hablar de tantos desfiles o ese puesto de bancero que tanto cuesta mantener.

Enseguida supimos que nuestra COPE no podía mantenerse alejada de esta manifestación. Y así llegó hasta nuestro estudio, en primer lugar, La Voz de la Pasión. Programa que sencillamente bus-ca lo que su nombre indica, ser la voz de la pasión, de aquellos que han participado, de los que participan, e incluso de los que no participan. En segundo lugar, y desde el otoño de 2011, se enciende semanalmente La Linterna de la Semana Santa, espacio breve por el tiempo empleado pero importante por la calidad de las experiencias convertidas en lecciones de vida nazarenas transmitidas por nuestra emisora.

Pero, como comprometidos que estamos con y por esta ciudad, entendimos que teníamos que empezar a exportar de una manera sencilla, sensata, justa y fidedigna nuestro desfile procesional más y peor conocido. Más porque muchísima gente conoce la Procesión Camino del Calvario y peor conocido porque, a pesar de los esfuer-zos, sigue habiendo mucha mala información sobre el mismo. Tras una ardua tarea negociadora en los despachos madrileños, COPE Cuenca consiguió un espacio en la emisión nacional de la madruga-da del Viernes Santo y de esta manera, compartiríamos “madrugá” con Málaga, Sevilla, León, Zamora, Ávila…No debo continuar sin agradecer en este punto la total colaboración de la Parroquia del Salvador, de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de

San Juan Evangelista y de la Soledad de San Agustín. Sin su ayuda no hubiésemos conseguido poder llevar fuera de nuestras fronteras locales cómo se desarrolla la salida de la procesión Camino del Cal-vario. A ellos un millón de gracias, ya que sólo ellos saben lo “lato-sa” que puede ser una transmisión de este tipo. Y así, para nosotros la madrugada del Viernes Santo de 2010 fue histórica. Por primera vez contábamos a toda España, y a quien nos quiso oír vía Internet, cómo se desarrollaban los preparativos y cómo se producía la salida de tan emblemática procesión. Pudieron oír el sonido de la Turba en directo gracias a los micrófonos de ambiente, les pudimos explicar cómo la nave del Salvador se cubría de morados, verdes y negros, cómo poco a poco la tensión, ante el drama que iban a represen-tar, se instalaba en sus caras y cómo la alegría del inicial encuen-tro con los amigos daba paso a la preocupación sobre el desarrollo procesional. Y finalmente, les hicimos partícipes de cómo la Iglesia Parroquial del Salvador se quedaba vacía. Había comenzado el Ca-mino del Calvario, ese del que nos sentimos tan orgullosos cuando hablamos con alguien que no lo conoce, ese que, ante las malas informaciones, nos produce el enfado que sale del estómago, como el redoblar del tambor o el chillido agudo del clarín. Llevamos la Procesión Camino del Calvario a toda España, y a Chile, y a Argen-tina, y a Francia, y a Egipto, y a Irán, y a Estados Unidos…A todos los conquenses que tienen que vivir en esos países les llevamos un trocito de su Cuenca más querida.

2011 fue la reválida. Repetimos transmisión, pero vimos tam-bién la conveniencia de ampliarlo contando la llegada a la Plaza Mayor. De esta manera podíamos contar cómo estaba la procesión en la calle. Desde el balcón del Ayuntamiento (gracias también a ellos por tanto) contamos cómo avanzaba el Jesús entre la Tur-ba que le quiere y le respeta, cómo, por un instante, nos vimos trasladados al Jerusalén de hace dos mi años, y cómo el discípulo amado señalaba con su dedo el camino que el Maestro andaba. Explicamos cómo la Verónica enjugaba el rostro de nuestro Señor, mientras que la Plaza Mayor se teñía del colorido desorganizado de la Turba, y del morado y verde de las hermandades. Contamos cómo la lluvia obligó a Nuestra Madre a buscar refugio temprano. En fin, contamos la procesión Camino del Calvario, con sus luces y sus sombras.

Objetivo de nuestra emisora es mantener firmemente este com-promiso con la Junta de Cofradías, con las hermandades, con el Obispado, con la Parroquia del Salvador, con la ciudad en definiti-va, y en 2012 volveremos (s.D.q) a ser la Voz de la Madrugada con-quense, la linterna que explique a los que no nos acompañen cómo y cuál es el desarrollo de nuestra procesión Camino del Calvario

Os esperamos en el 102.0, somos COPE Cuenca.

Por José Luis Mendoza. Director de Grupo Cope Cuenca.

Camino del Calvario para toda España

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Una vez en la vida he salido acompañando, de penitente, a Nuestra Madre de las Angustias, y se ha quedado tan marcado en mi corazón que mientras viva siempre recordaré ese Viernes San-to. Tenía experiencia otros Martes Santos, con el Medinaceli, pero esta vez ha sido distinto, íntimo, cómplice, sólo Ella y yo. La cruz delante, tambaleándose por el viento. El sudario, infinito símbolo de amor.

Y empiezo la conversación contigo ¡Madre mía! Y te digo lo que te quiero, cómo he llegado hasta aquí y sobre todo cuánto te necesito. Eres mi baluarte y mi ayuda. Miro a mis hermanos que comparten conmigo esa multitud negra de capuces, intenciones, túnicas y pasos, y me acuerdo de mi vida, mis sentimientos… Pro-siguen los rezos…

Ahora, parados, esperamos la incorporación de las imá-genes que parten del Salvador. Todo es nuevo para mí. Aprovecho, yo también, para hacer una reflexión en mi peregrinar. ¿Por qué no me decido a seguirte tan de cerca cómo lo estoy haciendo Hoy? ¿Por qué este Viernes Santo tiene ese sabor tan especial, tan acorde a la Pasión? ¿Por qué vivo este Calvario pegada a Ti? Y la Cruz…

Ascendemos a la parte alta; llena de dolor, imagino la subida como un intento de llegar a tu altura. No cabe imaginar la pena que

esconden tus lágrimas. Tu Hijo nos salva a costa de nuestras ofen-sas. Ahora quiero olvidarme de todo pegarme a Ti y rezar contigo. Un Rosario tras otro, un mirar a mi alrededor y ver otros hermanos que pegados a mí quieren también acompañarte y quererte. ¡Cuán-tas peticiones, oraciones, devociones y situaciones! Cada uno sabe lo que le ha acercado a Ti.

Pasando los Arcos del Ayuntamiento, con la Marcha de Infan-tes, llegamos al momento álgido del desfile. Ceremonia sublime. Amor imposible que quiere ser correspondido. Interiorizo esta vi-vencia…

Y quieren recogerte en el Obispado, detalle infinito hacia tu Imagen y presencia. ¿Qué hijo te dejaría en la calle en estos momen-tos? Palio de Honor para esta hora sagrada. Recorre mi cuerpo y mi alma un escalofrío interior desbordado por la música de cornetas. Te resguardan del dolor, del sufrimiento… Y llega aún más tu pena, tu llanto. Nazarenos de luto y amor. Cuenca que llenas tus ojos, llorar y amar todo en uno.

Angustias que rozas tu manto, bordado de alabanzas y gracias. ¡Haz que tu Hijo se haga presente en nuestros brazos! Velas encen-didas soportando la cera. Tulipas lejanas de aquel Viernes Santo. Cuenca se acerca al Calvario sin saber porque Le has amado.

Por Carmen Herráiz Yébenes

Sublime experiencia

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Hermandades y Cofradías de Cuenca

Casas de acción social

Solidaridad significa unirse circunstancialmente a la causa de otro, es ayudar, colaborar o cooperar con los demás para conseguir un fin común, es un valor nece-sario para acondicionar la existencia humana. Todas las personas necesitamos de los demás, por lo tanto es importante aplicar este valor para hacer del mundo un lugar más habitable y más digno, tomando como ejemplo a Jesucristo que hizo del amor el mandamiento que debemos promover entre los que no consideramos sus seguido-res. Dando demostración de su dogma y teniendo presentes principios básicos como la generosidad, la amistad, y la ecuanimidad en nuestras actuaciones cotidianas,

Las hermandades y cofradías de Cuenca, forman parte de esta realidad y cumplen realmente con lo mencionado en la descripción preliminar. Son, en primer lugar, aso-ciaciones de fieles otorgadas como “religiosidad popular”, la expresión de un pueblo en la búsqueda de Dios. Conjuntamente, en el contexto de nuestra ciudad, las mismas son una de las principales estructuras asociativas y de coexistencia ciudadana y social.

Uno de los propósitos que en sus orígenes tuvieron las hermandades y cofradías, que muchas todavía explicitan en sus constituciones antiguas y renovadas, es la ayuda mutua entre cofrades, especialmente en casos de necesidad espiritual y material. Este propósito concuerda plenamente con la promoción y participación en las celebracio-nes del misterio de la pasión y muerte de Ntro. Señor Jesucristo, a las que se dedican fundamentalmente las hermandades de Semana Santa. Por otro lado, el contenido espiritual de correspondencia pide que los hermanos-cofrades, se ayuden mutuamente y la hermandad esté atenta especialmente a los miembros que necesitan más atención.

Ejemplo de estos principios sociales en nuestras hermandades los tenemos en los orígenes de las mismas: así la Vble. Hermandad de Maria Santísima de la Esperanza, debe relacionarse directamente su advocación y devoción, con la existencia del Cabil-do y Hospital de Peregrinos de Ntra. Señora de la Esperanza, que servía de cobijo a enfermos e impedidos en una época especialmente difícil.

Por Rafael Torres Muelas

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La Archicofradía de Paz y Caridad, que tenía como entidad principal el acompañar a los reos de muerte en sus últimos momentos. Según rezaban sus constituciones fundacionales, establecían, con todo detalle, el desarrollo de las sucesivas ce-remonias, “Cuando al presidente de la Archicofradía le sea cierto -decía el artículo primero- por el Tribunal de Justicia de ser colocado algún reo en capilla, avisará a los hermanos mayores de las seis hermandades, para que por cada una de ellas sean nombrados seis indivi-duos que, puestos a la orden del presidente, alternen día y noche en la custodia y cuidado del reo”.

Los condenados comían, por cuenta de la Archicofradía, “cocido con gallina, teniendo a dis-posición inmediata chocolate y dos vinos generosos”, debiendo condimentarse el cocido en casa del presidente. A la muerte del procesado las cofra-días que formaban la concordia se hacían cargo del cadáver para su entierro, pidiendo limosnas los hermanos y aplicarlas en beneficio del alma del ejecutado. Para ello colocaban tres mesas, cu-biertas con paño negro, con un crucifijo sobre ellas, con dos velas encendidas a sus lados, ban-deja de limosnas y una campanilla que se tocaba con frecuencia. Además de las líneas generales de actuación por lo que se refiere a los condenados a muerte, las hermandades que componían esta sociedad, mantenían tradicionalmente, una espe-cial preocupación por el auxilio a los hermanos enfermos.

La de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Colum-

na, establecía en sus constituciones un cuidadoso sistema de auxilio a los enfermos, dejando claro que “todo hermano, si cayere enfermo con calentura, tendrá derecho a ser socorrido por la misma con una peseta diaria en metálico los primeros cuarenta días: de continuar la enfermedad, y después de transcurri-dos otros cuarenta días, o sea, a la tercera cuarentena, percibirá cincuenta céntimos durante cuarenta días”; tales beneficios se exceptuaban cuando las enfer-medades fueran “ sobrevenidas de mujeres, de ar-mas de fuego, blancas o palos, a no ser que estas ultimas hayan sido casuales o en justa defensa”. Por su parte, las mujeres no tenían derecho a so-corro ”cuando se hallen enfermas a consecuencia de embarazo o alumbramiento, hasta transcurri-dos cuarenta días desde este último”.

La de san Pedro Apóstol, que se intitula como “religioso-benéfica”, en su artículo 10 reglamenta la concesión de becas para estudios de seminario y magisterio, siendo necesario para mantenerlas el acabar el curso con sobresaliente.

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La del Santísimo Ecce-Homo (de san Gil), como herman-dad de socorro, reglamentaba perfectamente sus relaciones con los hermanos, y así, cuando uno caía enfermo, debía presentar certificación del médico al hermano mayor y a partir del día siguiente, era socorrido con 6 reales diarios (si en ese momento se careciera de fondos, se recaudaría este auxilio entre todos los miembros). Así lo contemplaba el libro de acuerdos fechado en el año 1928.

La de Ntra. Señora de la Soledad (del Puente), contempla

entre sus fines principales la asistencia a enfermos, teniendo la obligación el hermano mayor de visitar a quienes se encontraran en esta situación, dando cuenta de su estado a la cofradía, auxi-liando a los necesitados con dos onzas de chocolate, medio litro de leche y cinco monedas, mientras se mantuviera en su estado.

La de S. Juan Apóstol Evangelista señala, como uno de sus propósitos principales de su existencia en sus disposiciones fundacionales, la ayuda a los hermanos, tanto espiritual (misas de salud, asistencia a entierros, presididos éstos por seis religio-sos del convento que eran acompañados por doce hermanos portando sus correspondientes velas, como en existencias para poder atender a sus miembros víctimas de enfermedades y ca-lamidades. Acorde con estas indicaciones, la entidad construye desde el año 2000, en colaboración con la Nunciatura Apos-tólica de Brasil, la Casa de S. Juan Evangelista en los arrabales de Brasilia, para dar cobijo a jóvenes enfermos de cáncer. Al cuidado de éstos quedaría encargada la Congregación de las Hijas de Jesucristo, comunidad de religiosas que ya tiene otros centros similares en ese país.

Vistos estos antecedentes iniciales en nuestras hermandades, bien podemos afirmar que son el germen de la doctrina social, que debe guiar el sentimiento de las mismas antes y ahora, como una cualidad que debemos asumir en emergencias y desastres.

Resaltando que la ayuda es una característica de la cordiali-dad que enseña al hombre a sentirse unido a sus semejantes y a la cooperación con ellos, las necesidades sociales de los hombres, actualmente, no son las mismas que cuando se constituyeron las referidas confraternidades, Hoy por hoy, la aguda crisis que estamos padeciendo a nivel mundial y en concreto en nuestra ciudad, nos mueve y obliga a ello. La gravedad del momento;… el sufrimiento de muchas personas, especialmente los más des-protegidos;… hace que sean muy numerosas y significativas las labores de caridad y ayuda social, implicando a las cofradías a suscribir convenios de colaboración para estrechar sus relacio-nes, aunar esfuerzos y establecer líneas de actuación para ayudar a los más necesitados de su entorno, comenzando en los diferen-tes ámbitos benéficos, ya sea desde las Caritas Parroquiales de nuestra ciudad, que más que una organización para solucionar algunas situaciones de pobreza, más o menos graves, ejemplifi-can una dimensión esencial de la comunidad cristiana y de todos sus miembros que tienen por símbolo los corazones, establecien-do un mismo móvil de acción: el amor al hermano; y un idénti-co objetivo: servir a los más pobres, o, a través de distintas insti-

tuciones y organizaciones a modo de ONGs católicas: la acción caritativa y de humanidad. Como Caritas, que en su trayectoria asume un triple compromiso en su acción social: informar, de-nunciar y sensibilizar a la opinión pública sobre las situaciones de pobreza y vulnerabilidad; sus causas, consecuencias y la po-sibilidad de participación en el cambio. Como Manos Unidas, que lucha contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la en-fermedad, el subdesarrollo y contra sus causas. Como Vivere, creada para colaborar con la acción evangelizadora y social de D. Andrés Carrascosa Coso, en ese momento arzobispo y Nuncio de su Santidad en el Congo. Como la Asociación Benéfico-Cul-tural” Ayuda Cité-Soleil, que pretende procurar una alimenta-ción adecuada y continuada a los niños que acuden regularmente al colegio en un suburbio de Puerto Principe (Haití), y que, de-pendiente de las religiosas del Hospital de Santiago, proporcio-na el apadrinamiento de los niños que atiende. O como Aldeas infantiles, de contorno no confesional, con carácter privado, y que desarrolla su labor en un ámbito mundial, ayudando a la infancia, con representación en nuestra ciudad.

Nuestra ocupación y tenacidad como hermandades es apro-vechar todas las posibilidades que se ponen a nuestro al alcan-ce para convertir esa piedad popular de nuestra Semana Santa que se resume en unos claveles a los pies del Cristo de los Es-pejos, puesto por una abuela, desde que su nieta se “desengan-chó” de una mala compañía; o en el beso tembloroso de una madre a las manos de la Virgen de las Angustias solicitando una salida para sus hijos; o en el silencio de una oración rezada mientras se camina detrás de nuestros pasos bajo la advocación de “Jesús …” donde se va consumiendo la cera camino de de una iglesia; en testimonio de Cristo. Y el terreno para llevarlo a cabo es el ambiente cotidiano, la realidad social con la que nos relacionamos y a la que no podemos ni debemos ignorar si queremos asumir nuestro compromiso con el Mandamiento Nuevo que nos dio el Señor, que nos amemos todos como nos ama Dios, concibiendo que sea existente y cierto.

Cuando el nudo en el estómago, que cada primavera nos produce sentir que ya llega la hora de estar en la calle;… cuan-do la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías suene a lo lejos anunciado que el Nazareno ya porta su Cruz por la Vía Dolorosa de Cuenca; cuando el olor a cera virgen nos absorba el alma y advirtamos que al desfilar los pasos de misterio van reflejando claramente los rostros de la pobreza humana, al igual que hicieran con,“Jesús”, los prójimos tam-bién son negados, traicionados, abandonados, azotados, des-honrados, contrariados, estos estremecimientos nos obligan a comprometernos todos, a tener siempre preparada nuestra tú-nica diaria y estar dispuestos para custodiar a este “Jesús” de todos los días tan desconsolado.

Aprovechemos que Cuenca tiene hermandades para “rega-lar” a través de sus hechos a Jesucristo a la sociedad, actuando en correspondencia entre todos y dando demostración de uni-dad y de asistencia a los demás.

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El perdón se adueña del martes,el silencio parte las almas,

las ocho miedoso canta el mangana.El peso desafiante,

solera aprieta los puñosy Cabrera en su balcón aguarda.

Alfonso el Octavo baja las armas,la hiedra del Carmen se viste de gala,

en la ante plaza, el rumor se ensancha.Tieso los arcos, como Dios manda,

extensa y linda la plazacon su catedral vibrando,

con el ateo rabiando,con su poeta soñandoy la melodía del aire.

San Pedro al Bautismo calma los nervios.Al fondo:

¡Ay, eccehomo!, ¡qué soledad tan amarga!,

¡qué puñal en los ojos!,¡qué encrucijada tu cara!,

¡qué pasión penitente!.¡Ay, corazón por amar condenado!.

El eco entusiasmado redobla el tamborentre un rebaño morado

y a pecho descubierto haciendo el pastor,diciendo:

“Este que viene es el Mesías,la vana salvación,

este es el hijo de Dios”.

A los pies, un corderillo, piadoso bala,rotunda la horquilla, sus huellas marca.Con su musculado brazo señala al cielo,

con el otro, y en la mano,porta un mensaje sagrado.

Cuenca se quita el sombreroal verlo pasar.

¡Manos de duende, las de aquel Marco!.Despacio avanza el Bautista,

sereno haciendo el borrego.

El sol en la lejanía,lo azul se desvanece,

las estrellas en el oscuro ventanal observan.Lava de cera desciende.

El Júcar y el Huécar calman las aguas,unen sus fuerzas.

Hoy empapan la piel del hijo,bautizan a Jesucristo,

de pila le sirve Cuenca.Como blanca paloma desciende el bautismo,rodeado todo de flores y pétalos puntiagudos

de terciopelo azul.Imponentes sus tallas

con rostros de castellanosy corazón andaluz.

Mecidos al son de tristezaen el llanto del pentagrama,el cortejo sigue avanzando.

Por Rubén Gascueña Martínez. Cuenca 2011

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Ya asoma por los rincones,ya viene por las callejas, partiendo los corazonescon aires de petenera,

la perdición de los hombres,María la Magdalena.Viene cubierta de seda,con el cabello dorado,

con la mirada perdida,con su lágrima siempre viva.

¡Quién fuera rayo de sol veraniegopara poder frotar tus mejillas nevadas!.

Porque si tú eres el pecado,yo pecador confieso.

A golpe de mutilada horquillaen flote de densa nube,

navega el dolor,la pasión verdadera del alma.Los cantos del drama griego

en Jerusalén se rodean de fuego,no quieren golpear tu cuerpo,

prefieren arden en llamas.¡Bendita tú entre todas, Magdala!

Loco me tienes a Cristo,no por tus curvas de dama,ni tú morbo de obseso, no.

Lo que él ama es tú corazón inmenso, es tu canela en rama.

Seguimos procesionando,lejanos se oyen sus pasos,

su sufrimiento latente,lo cercan y salvaguardangranates puntas de lanza,

como espinas de rosalesmamando sedienta sangre.

Fieles en multitud pasan y pasany tú, mi Jesús, que no vienes.

Y en el clavel del veranono hay alba.

Como en mazazo de herrerose hace la bondad presente,

llega el Perdón esperado.Desciende despacio

con las manos atadasbajo palio de negro pelo

sobre manto de frescas dalias.Toda una duda su cuerpo,todo un romance su cara,

tras él decenas de almas descalzas,capuces decapitados,

tocando al vientouna silenciosa marcha

Ssn partituras ni instrumentos,Ni tan siquiera la propia voz.no sigue tiempos ni compás,

no hay armonía,no hay clave de sol,

ni clave de fa,Van regidos por su lamento,unánime oración callada.

Cada uno un calvario,cada uno una cruz,

cada paso un latigazo.

Todos con sus rosarios de clavos,brechas en el corazón.

Si es posible, aparta de todos nosotrosel cáliz de la desgracia,

el cáliz del desamor.De repente, para el cortejo,

sigue la oración.San Felipe a pie de morada

llora desesperado,cuando el Medinaceli pasa.Y de las entrañas de la tierra

sale un canto sagradoque encoge los corazones

del que contempla.El miserere se hace presente,

Cuenca conciencia apresada.Todo se torna en verde,la luna tulipa ardiente.

Triana con la atención puesta,siente el latido conquense

el sentimiento hermanado.Los mares en homenajehondean fuerte sus olas.

Los marineros encallan barcos,relajan velas.

Quieren notar sus pasos,quieren pensar en ella.

Dolorosa por la víava caminando María,

al hijo siguiendo el rastro.Lleva verdad en la cara,

dulzura en los ojos,las manos gritando.

Envuelta toda en blancura.Un crucifijo al aire,

bajo sus pies derritiéndose la plata.A sus espaldas la candelería

se retuercen,alumbran su pradera inclinada,

llena de flores doradasy por ella resbalando

la esperanza.inundando vidas,

alentando al hombre.¡Ay, María de la Esperanza,

dónde hallarás consuelo!.

De nuevo todo se para,habla el dolor,

únicamente el dolor.San Felipe agarrotado,

quiebra la garganta en cantocomo el desgarro de un violín

por amar malheridonace una salve pausada.

Se ofrece a ella, la abraza.Después el banzo cruje,la esperanza avanza.

Tras ella, los instrumentos llorandoMater Mea, el susurro de notas.Y después, ascuas en el asfalto,

penas en las aceras.El Martes se marcha Santo.

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HABLAN LAS HERMANDADES

Ya es tarde de Domingo de Resurrección, acabó nuestra se-mana de pasión, y dejaron de oírse sones de trompetas y ecos de tambores. Otro año más, y esas incógnitas y preguntas de cada año: ¿qué ocurrirá el año que viene?; ¿seguiremos los mismos de este año?; ¿tendremos muchas bajas?; ¿tendremos fuerzas para seguir?;… ¡Quién sabe! Será mejor no hacerse más preguntas, y únicamente revivir la emoción sentida en los días pasados en esta semana, que parece muy larga, pero es la más corta del año.

Es ya el mes de Julio, cuando muy pocos se acuerdan de Se-mana Santa, y unos pocos apasionados, Javi, Roberto, Miguel Angel, David, y alguno más, se encuentran en la nave de la Junta de Cofradías, varias tardes, tocando alguna marcha, que al pasar Semana Santa oyeron vía Internet, les enamoró e intentan acoplar a nuestro ritmo, que no es nada fácil. Parece increíble, ¿verdad? Pero es cierto. Pasión de incondicionales,… Pasión con mayúscu-las. Aunque habrá muchos que piensen que están un poco locos. Es muy difícil comprender este sentimiento cuando no se ha vi-vido.

Llega San Mateo, una de nuestras fiestas más entrañables, en esos días, nos vamos viendo todos y quedando para el primer ensayo, que tendrá lugar el último jueves del mes. Miras el ca-lendario y Semana Santa está tan lejos… pero para nosotros: ¡ya está a la vista!

En el primer ensayo, además de respirar de nuevo la esencia nazarena que desprende la nave, siendo saludados por ese mo-numental grupo de andas que portan nuestras queridas imági-nes; concretamos días de ensayo, marchas que queremos añadir a nuestro repertorio, algún que otro adorno a realizar de cara a la Semana siguiente, y lo que es más importante, pasar lista a esa gran familia de componentes de la Banda, para saber si alguno de nuestros hermanos, “nunca mejor utilizado este término”, va a faltar este año a nuestra cita, que siempre hay algunos que nos

Por los compenentes de Banda

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abandonan y muy pocos que llegan nuevos. Cada vez somos me-nos, pero ello, nos lleva a tener un mayor empeño en sacar ade-lante nuestra misión, pues ante todo, ese gran esfuerzo, siempre merece la pena.

Cuando muy pocos pensamos en Semana Santa, hay que em-pezar a realizar ese gran número de ensayos que se llevan a cabo, del orden de 60 ó 70 cada temporada, aunque siempre faltas a algunos, pues surgen urgencias que solucionar, y te toca faltar, no sin tener un gran peso por la ausencia en esa importante cita, con esa gran familia.

Superamos un gran número de obstáculos para llevar a cabo esta preparación: días de mucho frío, días de acabar destrozados en el trabajo, días de haber un partido importante en televisión, días de estar enfermo, días de no estar muy bien anímicamente, días de tener a tu hijo enfermo, días de venir de viaje y llegar muy justo, días de Navidades, día de San Valentín y de Jueves Lardero, etc, y a pesar de todo ello, estar ahí, sin faltar al ensayo para que unos días, encima, resulte un desastre. Menos mal que en la ma-yoría se consiguen los objetivos establecidos.

Además, para no faltar a ese ensayo, robas esa parte de tiempo a tu querida pareja y familia, que a veces lo entiende y otras veces no. Y eso, sin contar la Semana Santa que viven, pues son días en que sólo existimos por y para esas maravillosas procesiones. Vaya para ellas, nuestras familias, nuestro agradecimiento y homenaje, por su apoyo incondicional y compresión.

Tambien hay que agradecer ese ánimo recibido de alguna per-sona que otra, que se acerca a la nave, incluído el querido Antonio Abarca y su comisión ejecutiva, otro grupo de apasionados, que al escuchar allí trompetas y tambores, sueñan tambien como niños.

Ya llega el inicio de Cuaresma, y el tiempo mejora un poco,

hay que salir a desfilar fuera de la nave, ¡qué bonito!, parece que ese sueño se va a cumplir. Es mucho el trabajo a realizar en cuanto a desfile y, de un año para otro, hay muchas ideas nuevas que poner en marcha, además de ensayar algún gran momento nuevo para este año. Esta banda tiene que llevar a cabo algunas cosas nuevas con respecto al año pasado. No hay que dormirse, que se note que aún queremos hacer más grandes nuestros desfiles, que en cada rincón del recorrido haya un maravilloso momento que vivir acompañado por el sonido de nuestra Banda.

Hay que elegir la primera marcha que se interpretará el Do-mingo de Ramos, que siempre es “Mágica”, aunque casi seguro que será alguna de las nuevas. Hay que ensayar ese pasillo home-naje que se hace a la Borriquilla, el recibimiento en la Plaza Mayor

a San Juan, la despedida en la puerta Valencia al Medinaceli, ese recibimiento en la Plaza Mayor al Huerto de San Esteban, la salida del Cristillo de Paz y Caridad y su recibimiento en la Plaza Mayor, también ofrecer otro apasionante momento al Huerto de San An-tón, recibir y despedir a La Exaltación, ese gran acompañamiento a las Vírgenes de La Soledad y de Las Angustias, además de esa despedida del Yacente, del Resucitado y de la Virgen del Ampa-ro… Pero no todo se ensaya, pues a lo largo de la Pasión, surgirá algún nuevo momento en el que habrá que improvisar, y que no estará ensayado.

También hay que elegir aquellos trompetas que harán todos esos maravillosos “requinteos”, solos y florituras de gran enver-gadura. Así como quienes serán los responsables de redoblar con el tambor y que con sus toques darán las señales oportunas para gobernar y coordinar al resto de compañeros, así como los tramos en que les tocará hacerlo cada día.

No hay que olvidar el miedo y sufrimiento de todos porque llegado el momento no se pueda participar en los desfiles. En estos últimos años han sido muchos los contratiempos ocurridos: un compañero se ha roto alguna costilla; otro tiene el menisco e incluso el ligamento roto; otro tiene el pie roto; y otro alguna lesión que en principio le impedía participar en la Semana Santa. Todo son y seguirán siendo sufrimientos, pues a pesar de esas lesiones, nadie se perderá la Gran Semana, aunque haya que recu-rrir a medidas excepcionales, o sistemas curativos de emergencia. Por no perdérsela se hace lo que sea.

Ha pasado mucho tiempo desde que empezamos a ensayar, y todo está preparado, aunque siempre queda la sensación de que faltaría una semana más de trabajo para prepararlo todo un poco mejor. Así llega el Viernes de Dolores, donde también nosotros tenemos esa íntima cena, bonito momento de unión, amistad y hermandad, que nos hace estar mucho más unidos, sin pensar en ningún momento todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí. Nadie se acuerda ya del momento en que empezamos a en-sayar. Todo es ilusión de niño, y ganas de que suene el desperta-dor el Domingo de Ramos.

Parece increíble, pero ya es Domingo de Ramos, acudimos todos a la Puerta de Valencia, y tras dar las últimas instruccio-nes, subimos hacia San Andrés, con una gran concentración y responsabilidad. Cuando se dice a formar, empieza el corazón a latir cada vez más rápido, y es cuando empiezan a sonar esos tambores, cuando parece que se nos saldrá del cuerpo, además de tener los pelos de punta. ¡Qué bonito! ¡Qué gran responsabili-dad! ¡Qué alegría! ¡Qué satisfacción!… Ese gran sueño, otro año más, se va a cumplido

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25 Aniversario de la fundación de la Muy Iltre. y Vble. Hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo

Han pasado ya veinticinco años, sí, se dice pronto, un cuarto de siglo, cinco lustros, en fin, llámenle como quieran; en defini-tiva casi una generación, desde que siete jóvenes e inquietos estu-diantes de derecho del, por aquel entonces, Colegio Universitario Cardenal Gil de Albornoz de nuestra ciudad (hoy ya Universidad de Castilla La Mancha en plenitud), y todos ellos, no podría ser de otra manera, fervientes entusiastas de nuestra Semana Santa, planearan, allá por el verano del año 1987, la idea de fundar una hermandad para la “Pasión Conquense”, aunque oficialmente su creación date del mes de noviembre de ese mismo año puesto que fue en esa fecha cuando vio la luz el acta fundacional de la misma.

Pues bien, el atrevimiento de aquellos jóvenes que, a buen seguro, pensaron aquello de que “la juventud sólo es un estado de ánimo” y lejos de pensar en lo complicadísimo de la empresa, “osaron” perturbar el tranquilo devenir de nuestra Semana Santa en lo que a desfiles procesionales se refiere. El resto, ya lo saben ustedes, cinco quinquenios de historia de la, ahora denomina-da, Muy Ilustre y Venerable Hermandad del Bautismo de Nues-tro Señor Jesucristo (antes Venerable, a secas), consecuencia de la “honoraria y perpetua” relación de la Universidad de Castilla La Mancha con nuestra corporación, y tres años menos, esto es, veintidós años de desfiles procesionales el Martes Santo (también algún que otro Miércoles Santo por cuestiones climatológicas) con el Misterio del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo desfi-lando por las calles de Cuenca.

A partir de aquí, es de sobra conocido para cualquier amante de nuestra Semana Santa la razón existencial, el porqué de esta hermandad, puesto que mucho se ha publicado, se ha escrito y, sobre todo, se ha explicado y aclarado sobre ello, tanto en lo que se refiere a su propia advocación (porqué el Bautismo de Jesús), a la decisión de su ubicación procesional (porqué el Martes Santo), como lo que se refiere a la esencia misma del comportamiento y actitud que se deseaba transmitir desde sus orígenes, esto es, los valores a inculcar, y que no eran otros que el de la seriedad, la compostura, el respeto y la dignidad. Valores éstos que fueron, son y serán la columna vertebral que sustenta la hermandad, en definitiva la luz que guía nuestros designios.

Respecto a la ubicación procesional, se pretendía incrementar y enriquecer con un nuevo paso la procesión del Perdón, desfile intimista y enraizado en la propia esencia conquense

La elección del Misterio que habría de representar el futuro paso procesional resultó difícil y trabajoso. La fundamentación esencial fue que San Juan Bautista, “el Precursor”, con el bau-tismo a Jesucristo inició su vida pública. No representaría sino la “puerta” que da acceso a la Pasión y Muerte del Señor. Esta idea junto con el hecho de que el Martes Santo adolezca de la base cronológica del resto de desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca provocó la elección del paso bajo cuya advo-cación habría de nacer la hermandad, el Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.

Hasta aquí, todo perfecto; pero faltaba un pequeño detalle. La idea, el proyecto, los fundamentos de la pretensión, incluso la maqueta del futuro paso procesional, debía plantearse y defen-derse ante la Junta de Cofradías y la Comisión de Arte de aquel momento. Complicadísima tarea la de motivar, en los términos anteriormente expuestos, que el momento bíblico que represen-taba la talla sí que tenía cabida en nuestra Semana de Pasión, al tiempo que la maqueta presentada ofrecía las garantías artísticas suficientes para formar parte del desfile procesional de una Se-mana Santa del prestigio de la de nuestra ciudad, teniendo en cuenta además que, sin contar la Hermandad de la Santa Cena cuyos orígenes se remonta a los años 30 y que en 1985 volvió a desfilar con su paso en Cuenca, habían pasado muchísimos años desde la última incorporación de una hermandad de nueva creación en los desfiles de la Semana Santa de Cuenca.

Una dificultad que habría que añadir fue la sensación rei-nante en aquel grupo de imberbes jóvenes de que nos enfren-tábamos a “los gigantes de Don Quijote”; así, la fundación se convertía en una auténtica hazaña. Pues bien, solicitada la apro-bación de la Junta de Cofradías para la inclusión de la nueva cofradía en los desfiles de la Semana Santa de Cuenca, con las tallas propuestas, se produjo en su seno una fuerte polémica por considerar el Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo totalmente ajeno a la Pasión, pese a lo cual, por el buen hacer de los propo-nentes, la excelente preparación y argumentación del proyecto y, por qué no decirlo, ciertas (por otra parte, grandes e impor-tantes) ayudas de personas que hicieron fuerza “desde dentro”, la mayoría de los miembros de la Junta de Cofradías dieron el visto bueno a la nueva hermandad y, por extensión, a los moti-vos que impulsaron a esos jóvenes conquenses a su creación en el empeño de dotar a su desfile de la máxima dignidad, seriedad y respeto.

Por Marcos Antonio López Peláez. Co-Fundador y Secretario Emérito de la Hermandad

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Desde ese momento, y hasta nuestros días, veinticinco años de existencia plagados de una intensa actividad social, cultural y religiosa, defendiendo siempre valores de hermandad y confra-ternización, tanto externa como internamente, con un escrupu-loso respeto a las tradiciones, a la vanguardia de la creatividad en unos casos, o dentro del más absoluto clasicismo en otros, han hecho que esta hermandad goce, a nuestro modesto entender, de un cierto prestigio y consideración dentro del mundillo cofrade conquense, pudiendo asegurar, cuanto menos, que estamos ante una cofradía plenamente integrada en nuestra Semana Santa. Y sí, tendrán razón aquellos que piensen que esta hermandad no pasa de ser una de tantas, una más del montón, a años luz de las “grandes”, tanto por volumen como por capacidad económica o antecedentes históricos, pero de igual forma deben entender que existen muchas personas para las que esta hermandad forma ya parte indisoluble de su propia vida, personas que la han visto nacer, crecer y asentarse, personas que ven para ella un futuro ex-traordinario; personas, en definitiva, para las que esta hermandad sí es especial e importante.

Pues bien, una vez que aquel pequeño “convoy” fue situado y acoplado en sus raíles, comenzó, no sin aprietos, su andadura por el imponente mundo cofrade haciendo parada en multitud de “estaciones” y siempre bajo la dirección de entusiastas “maquinis-tas” que han llevado a esta hermandad a la gran estación de este veinticinco aniversario.

Destacable aquella estación inicial desde la que partió ese tren en 1990, aunque venía de hacer un rodaje “administrativo” desde 1987, y en la que subió el escultor conquense Vicente Ma-rín Mohorte llevando consigo las tallas primigenias con las que desfiló la hermandad desde su inicio; al igual que el ebanista, también conquense, José Fernández Serna que talló unas impo-

nentes andas en madera de nogal que son las que, aún hoy, con alguna modificación, podemos seguir disfrutando en los desfiles del Martes Santo.

Estación importante también fue aquella en la que subió al tren, en el año 2000, el imaginero sevillano Antonio José Dubé de Luque acompañado de un nuevo misterio del Bautismo, si bien él ya sabía desde 1996 que debía subir, y que es el conjunto que actualmente podemos disfrutar en los desfiles de Semana Santa. Vicente Marín Mohorte bajó del tren en ese momento, pero a su obra se le debía un merecido y respetuoso destino, no en los desfi-les procesionales y sí en lugar destacado donde estar bien cuidada, protegida e, indiscutiblemente, expuesta al culto para nuestros hermanos. Y encontramos la estación ideal en la creencia indiscu-tible de que no puede haber otra mejor para ese destino: la Iglesia de San Román. Y aunque el “hangar” donde se resguarda la her-mandad, esto es, su sede, su casa, es, desde el inicio, la Iglesia de San Pedro, punto inicial también de nuestro desfile procesional, sabemos que en San Román tenemos también nuestra Casa.

Seguimos camino. Han pasado ya unos cuantos años, paradas en estaciones importantes, en otras no tanto, pero el convoy sigue su marcha. Y antes de llegar a esa gran estación de su primer cuar-to de siglo debemos acordarnos de dos importantísimas paradas que ha hecho esta hermandad ya dentro de este siglo veintiuno.

La primera, en el año 2004, donde subieron al tren, con la ha-bilitación de Hermanos Mayores Honorarios Perpetuos, “adqui-rida” en un memorable acto de hermanamiento en la Iglesia de San Pedro, el Patronato Universitario Cardenal Gil de Albornoz y la Universidad de Castilla La Mancha, por aquello del origen universitario de los fundadores de la hermandad. Y de justicia es reconocer la importante y estrecha colaboración que ha tenido,

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tiene y, a buen seguro, tendrá la institución universitaria, a través del vicerrectorado de Cuenca, con nuestra corporación.

Y la segunda, en el año 2006, parando el convoy en la es-tación ferroviaria de la localidad conquense de Las Mesas. Allí subieron la Banda de la Escuela Municipal de Música de Las Me-sas y, en consecuencia, su consistorio, con el director de una y el alcalde del otro a la cabeza, también como Hermanos Honora-rios a través de otro impresionante acto de hermanamiento en el mismo lugar. Y de igual forma, es de reconocer la larga, intensa, íntima y fructífera relación que nuestra hermandad ha manteni-do, mantiene y, de nuevo, mantendrá con esa agrupación y su ayuntamiento y que ha dado unos importantes frutos a unos y a otros. En nuestro caso, sólo una pincelada que ha marcado esa intensa relación, la grabación del disco compacto de marchas pro-cesionales “Bautizando a Jesús”, interpretado por la propia Banda y grabado y editado por la Universidad de Castilla La Mancha, Vicerrectorado de Cuenca, conteniendo la marcha compuesta es-pecialmente por el director de la Banda de Música de Las Mesas para nuestra hermandad, del mismo título.

Cuando estas palabras vean la luz, ésta Muy Ilustre y Vene-rable Hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo de Cuenca estará imbuida de lleno en la celebración de los actos programados para conmemorar el veinticinco aniversario de su fundación. Un atractivo programa, ampliamente publicitado y publicado durante los últimos meses (si lo desean, pueden consultar el detalle de todo lo programado en la siguiente direc-ción: http://25aniversariobautismo.blogspot.com), en el que ha estado trabajando durante más de dos años una comisión de trabajo especialmente creada al efecto, que abarca multitud de actos de todo tipo, tanto litúrgicos como sociales, culturales y musicales, y que tiene su punto álgido en la Misa Pontifical y

Besapié del día 24 de marzo de 2012 en la Catedral de Cuenca, ideada como una gran celebración eucarística conmemorativa de la efeméride, en la que se estrena una misa solemne, para coro y orquesta, encargada al compositor conquense D. José López Calvo y de la cual, algunas de sus piezas, llevan letra original de nuestro obispo, Excmo. y Rvdmo. Dr. D. José María Yanguas y Sanz.

Esperamos que los actos de celebración sean del agrado de to-dos los conquenses; en especial, para los hermanos del Bautismo, principalmente, puesto que por y para ellos se han organizado. Y en definitiva, tal como expresa nuestro Secretario en la carta de presentación de los actos a los hermanos, con la pretensión y el ánimo de poder compartir con todas las personas que así lo de-seen la hermandad, el compromiso y el amor por Nuestro Señor en el Misterio del Sacramento del Bautismo.

Gracias a todos los que han hecho posible esta realidad. Son muchas las personas que han aportado su granito de arena al pro-yecto de esta hermandad desde su creación hasta el momento pre-sente. Citar a todos nos ocuparía una enorme extensión y es por ello que no lo haremos. Pero, a su vez, todos y cada uno de “ellos” saben perfectamente de la enorme gratitud que la hermandad tie-ne hacia ellos. Impagable.

Ahora bien y eso sí, nada de lo que ha ocurrido durante es-tos veinticinco años hubiera sido posible sin el concurso de las personas en cuyo haber esta la propia razón existencial de esta hermandad, su verdadera columna vertebral, su motor, a los que sí vamos a citar con todas sus palabras y que, como no podía ser de otra manera, SON LOS HERMANOS. Sin ellos nada de lo aquí narrado hubiese sido posible.

Gracias a todos y que disfruten los próximos veinticinco años.

Cabecera del Primer Desfile Estandarte del Hermanamiento con la Universidad

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Jubilate coeli, jubilate mundi. Christus Jesus surrexit vere. Alegraos cielos, alégrate mundo, Jesús Cristo ha resucitado de verdad.

Cuando en 1973 Cuenca recupera la procesión del Encuentro con las Imágenes de Jesús Resucitado y María Santísima del Amparo de nuevo por las calles de nuestra ciudad, no está recuperando solamente una tradición que comenzaba en 1952 y terminaba unos años después a finales de los años 60, si no que estaba dándole sentido de nuevo a la Semana Santa de Cuenca.

El sentido de nuestro Domingo de Resurrección.Porque nuestra Semana Santa, en la que damos mu-

cha importancia al orden cronológico de los hechos acontecidos en la Pasión del Señor, mucho más que en otras partes de España, no podía terminar con el Santo Entierro. Faltaba lo más importante, lo que le da sentido a una semana de dolor, que no podía concluir con la muerte de nuestro Salvador.

Lo que se celebra en Semana Santa para los cristia-nos es la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Jesucristo vino al mundo a morir por nosotros, pero también a resucitar por todos nosotros y a enseñarnos que después de la muerte nos espera la resurrección a la vida eterna.

Por José Andrés Sevilla GrandeSecretario de la Vble. Hdad.de Ntro. Señor Jesucristo Resucitado

y María Santísima del Amparo

Domingo de Resurrección

La Procesión de todos

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En Cuenca vivimos una Semana Santa que comienza con alegría y colorido el Domingo de Ramos, con nuestros niños agitando sus palmas y olivos recibiendo al Señor. Pero pronto se torna en dolor, recogimiento y oración íntima en las noches santas conquenses. Desde que el precursor anuncia la llegada del Salvador el Martes Santo, hasta que después del intenso Viernes Santo todo se ha consumado.

Después de esta semana de Pasión, el Domingo de Resurrec-ción amanece para todos los conquenses como un año nuevo in-terior en cada corazón. Ver la Imagen del Resucitado acercarse al momento del Encuentro con la Madre en la Plaza de Cánovas, nos hace entender con alivio en el alma, que todo el sufrimien-to de Jesús durante la semana ha tenido sentido y que como Él, nosotros también venceremos a la muerte. El manto negro, que representa todo el dolor de María Santísima del Amparo, se quita de sus hombros porque ya el dolor no cabe y da paso a la alegría del verde esperanza en la resurrección de cada uno de nosotros y de nuestros seres queridos.

Todos hemos sufrido el dolor de la Madre durante la Semana Santa. Todos la hemos acompañado en su duelo detrás de su Hijo en el sufrimiento. Pero ahora toca acompañarla en la alegría y en la felicidad del reencuentro. Porque más que la Procesión del En-cuentro, debería llamarse del Reencuentro de la Madre con el Hijo.

La procesión de todos

En Cuenca todas las procesiones son de todos, por unos mo-tivos u otros y porque sentimos la Semana Santa entera nuestra, desde un Domingo al otro. Si alguien no la entiende así, bastante tiene, él se lo pierde.

Pero el Domingo de Resurrección es distinto. Con el acom-pañamiento de Guiones, Estandartes y Hermanos Mayores de to-das las Hermandades de Cuenca, queremos dar a entender a todo el mundo que ese Jesús que baja triunfante desde San Andrés es el Jesús que hemos visto sufrir y morir representado en nuestros Pa-

sos. Y ya que todos hemos escenificado su Pasión y Muerte, ahora nos toca a todos acompañarlo y disfrutar de su triunfo sobre las tinieblas, disfrutar de su Resurrección.

La recuperación del desfile en 1973

Por todo esto un grupo de jóvenes fue elegido, Dios sabe por-que mano divina, para encargarse de organizar de nuevo la pro-cesión de la Resurrección de Jesús con la procesión del Encuentro en 1973. Me gustaría destacar a nuestro hermano del Resucitado José Luis Marco Nielfa, que tanto ha trabajado por esta procesión y sigue haciéndolo en la actualidad, y que fue unos de esos jóve-nes de 1973. En ese año nací yo y nos hemos cruzado casi 40 años después para trabajar juntos por nuestra procesión y por nuestra Semana Santa. Un abrazo José Luis.

Volvamos a los años 70. Aunque su supresión en 1967, había sido traumática, envuelta en polémicas por la falta de seriedad en el desfile procesional, al final se impuso la lógica. La lógica de que la Semana Santa de Cuenca no podía terminar con el duelo de un Santo Entierro y con una Virgen Dolorosa, una Soledad con el único consuelo de la Cruz donde había muerto su Hijo.

Han pasado ya casi 40 años desde la recuperación y mucho han cambiado las cosas y los tiempos desde entonces. Ahora tene-mos la suerte de disfrutar de un desfile magnífico del que Cuenca se tiene que sentir orgullosa. Con toda la gente nazarena en la calle para despedir la Semana Santa con pena, pero con la alegría de haber visto de nuevo a Jesús Resucitado por las calles nuestra vieja ciudad.

A los hermanos de la Venerable Hermandad de Ntro. Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo nos toca es-cenificar con el desfile de nuestras Sagradas Imágenes cada Do-mingo de Resurrección en Cuenca, el momento más importante de la Historia para los cristianos. Y debemos sentirnos orgullosos y contentos de haber sido elegidos para formar parte de nuestra tradición nazarena y contribuir año tras año a que todo se perpe-túe. Con todo el orgullo y el amor lo hacemos.

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Es la tarde-noche del 15 de agosto de 2011. ¡Llegó el momento! Así lo indica la frenética actividad que hay en la iglesia. Hermanos que deambulan, prestos, de un sitio para otro con el único afán de que todo salga según lo planificado.

Atrás quedan muchas horas de trabajo y momentos de desvelo e inquietud. En los rostros de los directivos de mi hermandad se percibe nerviosismo y preocupación: son conscientes de la enorme responsabilidad de la empresa que llevan entre manos, y no están dispuestos a decepcionar a nadie.

Pero, por fin… ¡Me muevo! El paso que conocéis como “El Descendimiento”, abandona su lugar de reposo en la iglesia de San Esteban para salir, de nuevo, a la calle. Pero, esta vez lejos de nues-tro día y hora habitual de los “Viernes Santos” de la Semana Santa conquense.

Desde la puerta del templo, a pesar del calor que nos deja este día del mes de Agosto, observo que las calles se encuentran abarro-tadas de público: entre ellos reconozco a muchos de mis hermanos y hermanas; también a muchos nazarenos de otras cofradías y, como no, a muchos conquenses que vienen a decirnos adiós antes de que marchemos hacia Madrid.

Todos han venido a saludarme, saben de la importancia de la misión que nos ha sido encomendada y han querido darnos fuerzas y desearnos suerte. Gentes de Cuenca, nuestra gente. Ávidos, obser-van las precisas maniobras con las que mis hermanos nos depositan

en el camión en el que vamos a efectuar el viaje, y como, con es-crupuloso cuidado, van montando la estructura de madera que nos servirá de protección.

¡Ya está!, el último tablón se encaja completando el embalaje y, antes de ese momento, aún acierto a ver a muchos de los presentes como se persignan y nos despiden…

Hemos llegado. Madrid nos recibe con una mañana resplan-deciente.

Con el mismo sigilo y cuidado que cuando íbamos a salir de Cuenca, mis hermanos, -que también se han desplazado hasta la capital-, me sacan del camión y, convirtiéndose en improvisados

Cuando los sueños se hacen realidadPor Antonio Abarca Contreras. Vicepresidente de la Junta de Cofradías de Cuenca

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banceros, me trasladan por las calles de una preciosa y engalana-da ciudad que se encuentra perfectamente organizada y dispuesta para el importante acontecimiento del que está siendo sede. Nos encontramos frente al ayuntamiento, en las puertas que dan acce-so al patio interior del edificio: un espléndido y coqueto recinto cubierto que las autoridades madrileñas no han dudado en ceder eventualmente a tan ilustres visitantes.

En mi entrada, aprecio que ya se encuentran dentro otros pasos venidos de otros lugares de España y que compartirán protagonis-mo con nosotros en el magno Via Crucis que ha de celebrarse. Esta será nuestra estancia, nuestra casa, hasta el momento en que seamos requeridos.

Son las primeras horas del 19 de agosto de 2011. Es de noche, pero el patio del ayuntamiento de Madrid se encuentra ahora re-pleto de un gentío que se afana por ultimar hasta el más mínimo de los detalles. Nos observan y observamos. Nadie se quiere perder nada del ritual propio y ajeno -es una sola Celebración la que repre-sentamos, pero muchos y diferentes los rituales y tradiciones que cada uno aportamos. Reconozco a muchas de las personas que se encuentran a mi alrededor, son hermanos y hermanas que se han desplazado desde Cuenca para ser fieles y partícipes testigos de lo que la hermandad está viviendo, porque, la hermandad del Cristo de la Salud, está haciendo historia para sí misma y para la Semana Santa de Cuenca.

Abandonamos el solemne lugar que estos días ha sido nuestra casa y, a golpe de horquilla, con esa manera de procesionar tan nues-tra, recorremos las calles de Madrid ante la atenta mirada del públi-co que ya comienza a tomar posiciones.

Al llegar a la Plaza de Cibeles, admirados, empezamos a ser cons-cientes de la magnitud del acto del vamos a ser partícipes. Subimos por el Paseo de Recoletos hasta llegar al lugar destinado a la Duodé-cima Estación de este particular y extraordinario Via Crucis: “Jesús es bajado de la cruz”. ¡Este es nuestro sitio! Ya sólo queda esperar.

Una auténtica marea multicolor va desfilando delante de noso-tros. Oleadas de gentes de todas las razas, ataviadas con ropas con los colores típicos que identifican a sus países de procedencia, ríen, cantan, bailan, rezan,…¡Son felices! No paran de hacer fotos o ví-deos en un intento de perpetuar los instantes que se están viviendo. Caminan de acá para allá; hablan en lenguas que no acertamos a

identificar. Todo en un aparente caos, pero realmente inmersos en una exquisita armonía y unidad: ni un mal gesto, ni un altercado, ni tan siquiera un desaire al que poder hacer referencia. Las horas van pasando y son instantes para meditar sobre los momentos vividos hasta llegar aquí; de hablar, de reír, de bromear, de descansar... de convivir y hacer hermandad.

También de abanicarse y refrescarse, por dentro y por fuera, ya que el verano de Madrid nos ha querido obsequiar con uno de esos días en los que cualquier sombra es más que buena y se agradece. Al mismo tiempo la expectación, la inquietud, el nerviosismo, la emoción… se van apoderando de todos nosotros ante la ya inmi-nente llegada de su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que presidirá la ceremonia.

Se acerca. Oigo el griterío de la gente. Sí, el Papa está llegando. Está ahí, frente a mí. Nos mira y, esbozando una sonrisa, nos ben-dice. Es el momento más importante desde que las hábiles manos de Marco Pérez me dieran forma a imagen de la Madre de Cristo.

Han sido solo unos instantes… pero suficientes para que una enorme espiritualidad y una inmensa sensación de paz, alegría y felicidad invadan a todos los que nos encontramos aquí: unos, los más, no pueden contener las lágrimas ante lo vivido; otros vitorean al Papa; otros mueven sus brazos, como un reclamo, en un intento de atraer la atención del sumo Pontífice, arrancarle su mirada y, con ella, su bendición.

Via Crucis -Camino de la Cruz-, que rememora los últimos mo-mentos que Jesús sufrió desde que fuera hecho preso hasta su cruci-fixión y sepultura. Catorce Estaciones que, para esta extraordinaria e irrepetible ocasión, están representadas por otros tantos pasos venidos de toda España. Una a una se van invocando las Catorce Estaciones al tiempo que la Cruz de los Jóvenes, icono de la Jornada Mundial de la Juventud, se sitúa enfrente de cada uno de escenas representadas. Cuando llega hasta nosotros, escuchamos la Oración de la Duodécima Estación con un respeto y un fervor encomiables, y llenos del Espíritu de Cristo, cuya Pasión, Muerte y Resurrección es la única razón de nuestra existencia.

Para finalizar escuchamos las palabras que el Santo Padre nos dice: “…No paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer…”.

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El Via Crucis ha concluido, comienza ahora el desfile pro-cesional de las hermandades y cofradías que hemos participado en él. Todas en riguroso orden según la estación del Vía Crucis que representamos.

Así, por delante de nosotros pasan “La Santa Cena” de Mur-cia, seguida de “El Beso de Judas” de Málaga y las “Negaciones de San Pedro” de Orihuela (Alicante).

A continuación vinieron dos pasos de Madrid “El Cristo de Medinaceli” y “Jesús del Gran Poder”.

Después les llegó el turno al “Cristo Caído camino del Cal-vario” de la localidad jienense de Úbeda, Nuestro Padre Jesús Nazareno de León, La Verónica de Jerez de la Frontera en Cá-diz-, “Jesús despojado de sus vestiduras” de Granada, “La Cruci-fixión” de Zamora” y el “Santísimo Cristo de la Buena Muerte” de Málaga.

Cuando llega nuestro turno, un escalofrío estalla en cada uno de nosotros. Da igual que estemos a mediados del mes de Agosto para que, nada más ponernos en marcha, ese hormigueo indescriptible se apodere de nosotros. A la altura de los pasos de “Nuestra Señora de la Piedad” de Valladolid, que ocupaba la Decimotercera Estación, y al “Cristo Yacente” de Segovia, la De-cimocuarta, efectuamos una parada para darles nuestro saludo y mostrarles nuestro respeto, tal y como habían hecho con noso-tros todos y cada uno de los pasos que nos precedían.

¡Cómo desfilamos por las calles de Madrid! Mis banceros, poniendo más ilusión y empeño que nunca, iban avanzando, lentamente…, con el balanceo característico del procesionar en Cuenca…, haciendo sonar sus horquillas contra el asfalto al ritmo que les marcaban los acordes interpretados por la Banda de Música de Las Mesas: Bautizando a Jesús, La Saeta, Nuestro Padre Jesús, Caridad del Guadalquivir, San Juan, Por tu Cara de Pena… Una maravillosa banda sonora para una película inol-vidable. Así, lugares tan emblemáticos como “La Cibeles”, “La Puerta del Sol”, “El Congreso de los Diputados” en la Carrera de San Jerónimo o “Neptuno”, pudieron contemplar y ser testigos de cómo se procesiona en Cuenca. Fueron muchos los hermanos y nazarenos conquenses que nos quisieron arropar con su com-pañía durante el trayecto portando cirios. También los miem-bros de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías, a los

que les debemos su apuesta y esfuerzo para que una hermandad de Cuenca haya podido participar en este inolvidable aconteci-miento en representación de la Semana Santa conquense. Desde las aceras el numeroso público asistente nos aplaude. Nos acla-man, puede que sea por el contagio de los sentimientos que irra-dian mis banceros. No sé. Lo cierto es que, hasta mí, llegan los mensajes de sus corazones emocionados y agradecidos por vivir este momento histórico.

Son las seis de la mañana del 20 de agosto y ya estoy otra vez en el camión, camino de casa. Todo ha salido bien. Lo he visto reflejado en sus caras y en los abrazos y felicitaciones que todos se daban. Están contentos. Y tienen razones para estarlo: conten-tos, satisfechos y orgullosos por el trabajo realizado. Han vivido un momento irrepetible y mágico, al tiempo que han sabido co-rresponder perfectamente con la responsabilidad contraída.

También les veo cansados. Han sido muchas horas, y el trabajo y la intensidad de las emociones vividas han terminado por agotar-los. Ahora, sólo resta un último esfuerzo para llegar a casa.

Cuanto trabajo y esfuerzo derrochados por un sueño, porque era un sueño. Un sueño que finalmente se ha hecho realidad y que, en verdad, ha merecido la pena. Sé que en el viaje de regreso muchos dormirán, y cuando despierten dudarán si todo ha sido un sueño o una realidad. Tendrán que frotarse los ojos y recobrar por completo la razón para volver a ser conscientes de que todo es auténtico. Una realidad que jamás olvidarán.

Hombres y mujeres, chicos y chicas de una hermandad a la que un buen día, la Junta de Cofradías les propuso un reto, una embajada nada fácil. Y ellos, sin dudarlo ni un momento, “reco-gieron el guante” y armados de ilusión y trabajo fueron capaces de cumplir a la perfección con la misión encomendada para ma-yor gloria de su hermandad -“El Cristo de la Salud”-, de la Sema-na Santa conquense, de la diócesis y de la provincia de Cuenca.

Hemos llegado. Yo, vuelvo a mi sitio, aquí en la Iglesia de San Esteban hasta que, el próximo Viernes Santo, mis herma-nos vuelvan orgullosos, -ese sano orgullo que produce la satis-facción de mostrarse a todos los nazarenos conquenses con el deber cumplido y el trabajo bien hecho-, a buscarme para pasear de nuevo, en la procesión de “En el Calvario”, por las calles de Cuenca, mi ciudad.

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Pasado el momento de celebración del nacimiento de nuestro Señor y de que los copos de nieve, que el frío invierno ha dejado sobre Cuenca, cubran la ciudad con una bella y elegante capa de blanco, comienza la cuenta atrás. Una cuenta para nuestra semana grande, la de todos los conquenses, la Semana Santa.

Las señales de la primavera han llegado y de nuevo los árboles empiezan a florecer junto con el nutrido sol, que con su fuerza im-pregna la ciudad de Cuenca de luz. Tras los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto da comienzo la semana de Pasión en Cuenca. Una semana llena de tantos momentos y situaciones, cada año diferentes, que no hay palabras que describan lo que uno verdade-ramente siente en su interior al ver lo que durante estos siete días ocurrirá en nuestra ciudad.

Las hoces del Júcar y el Huécar se visten de gala, tiñendo sus aguas de un azul-verdoso, mientras que el casco antiguo impregna sus empinadas y estrechas calles de encanto para acoger y hacer guardar en nuestras retinas los momentos tan imposibles de olvi-dar, que dentro de poco observaremos.

Tras la larga espera de días y días, en las escaleras de san Felipe, las profundas y graves voces empiezan a entonar el Miserere que el Maestro Pradas compuso y que durante los próximos días se dejará oír por todos los mágicos rincones que aguarda nuestra ciudad. Al fin ha llegado el momento.

Como hace miles de años en Jerusalén, las calles de Cuen-ca, llenas de niños con sus palmas y olivos, esperan para recibir con júbilo y alegría la llegada de Jesús con su borriquilla. Do-mingo de Ramos. El sol hace resplandecer el día en el que las familias se reúnen y juntas acompañan el ascenso de Jesús y su madre por las estrechas calles de nuestra ciudad.

Capuces y túnicas completamente negras se disponen a re-correr, bajo el gélido frío que aún se desprende durante las os-curas noches, las calles de Cuenca, acompañando en peniten-cia al Cristo de la Vera Cruz, bajo el firme y hostigo ruido de su tambor. Escuchando las Siete Palabras que Cristo pronunció durante su camino hacia el Calvario. Bajo un cielo completa-mente raso y un tenaz frío que asola las calles, San Juan Bautista

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Pregón Juvenil Semana Santa de Cuenca 2011

La luz de los RecuerdosPor Manuel Gómez Blanco

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está preparado para dar el bautismo, al que será el representante de todos nosotros. Acompañado fielmente de María Magdalena, el Martes Santo ha llegado. Y así mi Jesús de Medinaceli, resguardado por los numerosos capuces granates de sus fieles es seguido por el bello manto verde esmeralda que María de la Esperanza pasea por los lugares más recónditos de Cuenca.

El cielo abarrotado de miles de estrellas se dispone a observar la noche de los capuces blancos, el Miércoles Santo. Jesús dispuesto a celebrar la última cena sabe que Judas lo traicionará por unos anodinos treinta denarios y en el huerto de Getsemaní, tras un beso falso e irreflexivo, lo entregará. El gallo cantará tres veces y así Pedro negará las mismas, para que tras su nombre se escondan los principios de la que será la casa de todos nosotros. He aquí el hombre, que pasea por las calles con una simple capa granate, segui-do de túnicas celestes, dispuestas a guiar durante todo el camino la conversación y el llanto que María comparte con Juan.

La tarde es clara y, bajo un cielo azul, el sol hace implantar sus potentes rayos, sobre las imágenes del Jueves Santo. Los látigos del verdugo azotan fuertemente el cuerpo de nuestro Señor, que más tarde será cubierto con la roja capa y, junto con la corona de espi-nas y la humilde caña, Jesús será llevado ante el juicio de Pilatos. La Verónica, dispuesta, espera para secar el sudor que la cara de Jesús produce por la pesada cruz que, con ayuda del Cirineo lleva a cuestas. Una vez cruzado el puente, Jesús Nazareno es seguido por la soledad, que su madre bajo el palio lleva al cruzar el puente de la Trinidad, viendo el final que su hijo dentro de pocas horas tendrá.

La noche es corta y el estruendo producido por la turba y el pe-netrante y afilado ruido del clarín da comienzo al tan largo día del Viernes Santo. Son las cinco de la mañana y cuando las primeras luces se disponen a abrir al cansado cielo los numerosos turbos se agolpan en la puerta del Salvador esperando ansiosamente al “Jesús de las seis”. Cuando el guión de la hermandad asoma por la puerta y se ve la imagen al fondo, los tambores y clarines producen el sonido más estoico de todo el día. Jesús y el Cirineo emprenden su camino seguidos de San Juan Evangelista, el guapo, que al ritmo de la turba es bailado junto con su inconfundible palma, con un ritmo difícil de explicar. De pronto, cuando el palio de la virgen asoma por la puerta de El Salvador, un silencio absoluto se propaga por Cuenca y a paso de yunque y martillo la señora de San Agustín se prepara a seguir con toda su soledad y tristeza el camino que su hijo acaba de emprender hacia el calvario.

Finalmente, y tras el llanto de su madre acompañada de Juan y María Magdalena, Jesús es crucificado. Una fuerte lanzada atraviesa su costado para que más tarde, y una vez haya fallecido por noso-tros, San Juan se disponga a descenderlo de la cruz y lo ponga en manos de quien ha sido su origen. La virgen de las Angustias, ante el llanto de una madre que ha perdido a su hijo, pasea con Jesús entre sus brazos por las calles, que llenas de añoranza, la intentan consolar con los colores pastel que cubren sus fachadas.

El llanto ahoga a Cuenca, que vestida de luto, se prepara para ver descender por toda la ciudad el santo sepulcro de Nuestro Se-ñor, que yacente sobre una piedra ha fallecido para perdonarnos a todos nosotros los pecados. Su madre, con el rostro repleto de lágrimas, reza ante la solitaria y desnuda cruz en la que su hijo ha muerto.

Un sepulcro de piedra situado a las afueras de Jerusalén aguarda el cuerpo yacente.

Han pasado tres días, tal y como dicen los evangelios. El cielo ha adquirido un azul celeste, y decenas de palomas sobrevuelan Cuenca, dando la señal de la resurrección de Jesús. Domingo de Resurrección. Las calles se envuelven de dulzura y elegancia. ¡Jesús ha resucitado! Su madre, tras desprenderse del luto, se viste con sus mejores galas y se dispone camino del reencuentro con su hijo. Ha

llegado el momento. Jesús y su madre, juntos de nuevo, emprenden el camino de vuelta por las calles de Cuenca.

Ciudad que ahora se dispone a descansar. San Felipe, El Salva-dor, San Esteban o la Catedral se preparan para aguardar durante un nuevo año las cansadas imágenes que durante estos días han vestido a las calles de emoción y sentimiento.

Creo que cuando todavía estaba en el vientre de mi madre mi ser ya sentía el espíritu de la Semana Santa.

Al igual que muchas otras personas y, como conquense que soy, he vivido la Semana Santa desde dos puntos de vista. Como es-pectador y como nazareno. Son situaciones inexplicables que cada año te hacen sentir y descubrir sensaciones nuevas de una manera diferente.

Me acuerdo todavía de cuando era más pequeño y, subido a los brazos de mi madre, me asomaba por entre los huecos de los cientos de cabezas que se agolpaban para ver la procesión. Cuando eran las cinco de la madrugada del Viernes Santo y antes de que el despertador sonara ya estaba levantando a mi madre, para que rápidamente se vistiera y no pudiéramos perdernos ninguno de los momentos de la procesión.

Según voy creciendo cada vez amo más la Semana Santa. Cuan-do uno es pequeño no tiene la misma capacidad de asimilación y sensación que una persona ya madura. Y eso mismo me pasa a mí. Según van pasando los años por mi vida me voy dando cuenta de momentos y situaciones de la Semana Santa que antes no conocía y que, poco a poco, pasan a formar parte de mí.

El lento y audaz respirar que uno siente bajo el capuz. La vi-sión ante los dos invisibles y pequeños agujeros, con los que uno es capaz de ver de una manera diferente la imagen que pasa por su lado. Las miles de tulipas que iluminan el camino de las múl-tiples esculturas, tan bellas, que gracias a escultores como Marco Pérez, Coullat-Valera o Martínez Bueno hoy tenemos en esta gran semana y que, con su rostro, consigue descubrir las emociones de muchas de las personas. La siempre inconfundible y personal música de nuestra Semana Santa que, año tras año, y banda tras banda, interpretan bajo las miles de estrellas que, espectadoras, se multiplican para observar el espectáculo. Así como el indiferente y acompasado ritmo de las horquillas que cada bancero hace chocar candentemente contra el pesado suelo de piedra del casco antiguo de la ciudad. Y las poesías de Lucas Aledón, entre otros, que hacen demostrar bajo el simple hecho de la escritura, lo que un conquense verdaderamente siente por su Semana Santa.

Todavía recuerdo aquel Martes Santo de 2002, cuando el cielo traicionero amenazaba con arrojar aquellas finas gotas agua que desprenden sus nubes. Tenía siete años y junto con mi madre y mis amigos Diego y Laura, me disponía a acompañar por primera vez a Jesús de Medinaceli. Al llegar a San Felipe y ver a tanta gente, me abrace a mi madre y, agarrado a ella conseguí llegar hasta la imagen de Jesús. Su rostro tan cercano al mío, parecía, con su mirada y su boca, quererme decir algo. Algo que todavía no entendía muy bien.

Así, con el paso del tiempo, tanto por amigos como por familia, he ido formando parte de más hermandades de la Semana Santa de Cuenca. Jesús de Medinaceli, Ecce-Homo de San Miguel, Jesús na-zareno del Salvador… Hermandades que acompaño cada Semana Santa y, sobre las que siento gran devoción. Devoción que muchos de mis amigos no entienden, pero que solo yo, dentro de mí, llego a comprender.

Ahora, cada Martes Santo que llego a San Felipe para acompa-ñar a mi Jesús de Medinaceli y lo miro fijamente a los ojos compren-do y entiendo lo que aquel año 2002 pretendía decirme.

El amor más profundo que uno siente hacia las cosas es aquel que verdaderamente sale del corazón. El que, al demostrarlo de ver-dad, una bella e insólita canción sale de tu interior.

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Recientes desde que se produjeron hace tan solo unos meses, imborrables para toda una vida –o varias, porque se harán eco generaciones venideras-, las cifras de la pasada JMJ-Madrid 2011 resultan reveladoras:

193 países representados, 475.000 inscritos, 28.400 volun-tarios, 21 idiomas empleados, 841 obispos, 14.000 sacerdotes, 2.462 lugares de alojamiento, 8.000.000 de comidas, 2.000 becas solidarias, 5.000 periodistas acreditados, 1.500.000 te-léfonos conectados simultáneamente, 22.500.0000 visitas a la web, 2.500.000 peregrinos en Cuatro Vientos, 72 productoras,

Por Antonio Pérez Valero

INVESTIGACIÓN

Cuando El Descendimiento pasó por CibelesUn vistazo a la pasada JMJPor Pedro Romero Sequí. Fotografías Antonio Abarca

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2.177 cadenas de TV, 697 de radio, 12.000.000 de espectadores en las televisiones españolas... ¡más de 600.000.000.000 en todo el mundo!

Cifras estremecedoras y resumidas que dan cuenta de un gran, grandísimo, acontecimiento vivido en la capital de España a finales del pasado mes de agosto. O mejor, de un auténtico milagro porque no de otra manera se puede explicar la explosión de alegría y fe que supuso la JMJ desarrollada en Madrid y seguida de cerca en todo el mundo. Quie-nes la vivieran en persona saben bien de veras que nunca presenciaron cosa igual y que, con toda seguridad, jamás lo volverán a hacer, ¡salvo que participen en otra!, claro.

Resulta imposible que un acontecimiento de tamaña magnitud y de dimensiones tan abrumadoras como la JMJ pueda ser obra de una persona, y -aunque con antecedentes lejanos en la persona de Pablo VI- nadie puede negar el arrojo y valentía del papa Juan Pablo II de-mostrados al atreverse en 1983 a convocar desde Milán –y cuando ya muchos los daban por perdidos para la Iglesia y la causa de Cristo- a los jóvenes de los cinco continentes. El que sorprendiera a todos iniciando el pontificado con su clamoroso “no tengáis miedo” que aún retumba en la plaza de san Pedro, volvía a hacerlo anunciando el Jubileo interna-cional de los jóvenes de 1984 e invitando a éstos al año siguiente a unos encuentros periódicos que tendrían lugar anualmente en Roma a partir de 1986. Poco después se vería la conveniencia –con la clarividente colaboración del cardenal Pironio y dada la magnitud que comenzaba a revestir aquello- de extender la Jornada por todo el mundo, ampliar su duración con varios días más, así como espaciarla a cada dos o tres años, según los casos. Buenos Aires, Compostela, Chestokova, Denver o Manila, entre otras, fueron sucediéndose en la organización del even-to. A esta última acudieron más de cinco millones de personas, regis-trando, por tanto, la mayor concentración humana vista en la historia. Muerto en loor de santidad el ahora beato Juan Pablo II, el que fuera su mejor amigo y colaborador cardenal Ratzinger sería el encargado de continuar su labor, ya como Benedicto XVI. Con él han tenido lugar las JMJ de Colonia, Sydney y Madrid.

Pero, ¿qué es una JMJ? El propio Juan Pablo II nos lo aclaraba: -“con el paso de los años se ha demostrado que las Jornadas de la ju-ventud no son ritos convencionales sino acontecimientos providencia-les, ocasiones para que los jóvenes profesen y proclamen cada vez con

más alegría su fe en Cristo (...) interrogarse sobre las aspiraciones más profundas, experimentar la comunión con la Iglesia, comprometerse con la urgente tarea de la nueva evangelización (...) formando un gran corro de amistad, uniendo los colores de la piel y de las banderas, la diversidad de las culturas y las experiencias, en la adhesión de fe en el Señor resucitado.”

Pero no es el objeto de este breve artículo el abundar en detalles sobre la JMJ, que bibliografía hay al respecto, sino aludir, siquiera so-meramente, a la participación de los conquenses en la misma, que, por circunstancias de todos conocidas, tuvo su expresión mas genuina a través de presencia de uno de los pasos de su semana santa: El Descen-dimiento, a través del cual todos los nacidos y criados en Cuenca –no sólo sus cofrades- se sentían de algún modo representados y con el que se volcaron de manera entusiasta.

Al esquema mas o menos preestablecido -que como no podía ser de otra manera, concluye con la santa Misa presidida por el santo Padre-, la última JMJ añadió singularidades que la diferenciarían de anteriores ediciones. Probablemente las más destacables fueron: la gran fiesta de la conversión mediante la instalación de un ingente número de confe-sonarios en el parque del Retiro y que usaron mas de 40.000 peregrinos -¿cuántas confesiones mas se registrarían fuera de ellos?: imposible de calcular-; la constante presencia –en la tierra de María, ¿qué se podía esperar?- en todos los actos y ocasiones, de nuestra madre la Virgen; y el gran via crucis organizado sirviéndose de la mejor imaginería de la semana santa española.

A éste último, y por lo que nos toca, nos referiremos en esta oca-sión. Todos recordamos con emoción cómo con meses –no sé ahora si años- de antelación, los conquenses recibían con enorme expectación la noticia, traducida en entusiasmo para los hermanos de su cofradía: el soberbio conjunto escultórico de El Descendimiento, de Luis Mar-co Pérez, había sido seleccionado para formar parte del vía crucis que tendría lugar ante la mirada de cientos de miles de participantes y la presidencia del Papa. El acto sería retransmitido en directo por las tele-visiones del mundo, de manera que sería seguido de cerca por cientos de millones de personas de los cinco continentes.

Las figuras de Jesús descendido de la cruz por José de Arimatea, Nicodemo y el Apóstol amado ante el llanto de la Magdalena y el si-

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lencio de su madre María, habían sido labradas en 1945 por un con-quense en su taller de la calle Felipe II de Madrid. Sesenta y seis años después volverían a la ciudad que las vio nacer para recorrer sus calles y participar en un grande, reparador e inmenso vía crucis que asombra-ría, dejándolo boquiabierto, al mundo entero. Y lo haría junto a otras tallas venidas de toda la geografía española, máximos exponentes de la imaginería religiosa en nuestras tierras. El Descendimiento compartiría protagonismo con las mejores esculturas de Salzillo, Gregorio Fernán-dez, Alfonso Palma Burgos, Federico Coullaut-Valera... procedentes de Murcia, Valladolid, Zamora, Orihuela, Jerez, Málaga o el propio Madrid. Y en el último momento –venciendo la inicial renuencia y tremenda equivocación de sus cofradías al respecto- de Sevilla. Los his-palenses habían antepuesto intereses de conservación de las imágenes a los del culto para el que fueron concebidas, considerándolas mas obras de arte que objetos de piedad; pero a tiempo enmendaron y, finalmen-te, cerró el via crucis la Virgen de Regla, una magnífica talla atribuida a La Roldana.

Por otra parte, y dada su cercanía a Madrid, la de Cuenca era una de las denominadas “diócesis de acogida” y con este motivo tendría lugar una Eucaristía presidida por su obispo para los peregrinos procedentes de los mas diversos y lejanos países. A la misma, se incorporó la Virgen de las Angustias en una insólita procesión que tuvo lugar –cuestiones de aforo obligaban- dentro del recinto de la plaza de toros, cuyos ten-didos servían por primera vez de espacio para los fieles y su ruedo para instalación del altar y desarrollo de tan insospechada celebración que a todos encandiló.

Tuve el privilegio de seguir mas o menos de cerca todo. Meses antes había solicitado la admisión como voluntario de la orden de Malta, pero no la veía fácil a mis años. No obstante, y gratamente sorpren-dido, se me comunicó que podía contarme entre los 130 voluntarios seleccionados por la asamblea española de la Orden. Me destinarían –nuevo privilegio y éste sí que grande- a atender a los enfermos llega-dos de Francia, Alemania y, principalmente, Italia. Nos esperaba una semana agotadora de formación, interminables esperas, preparativos, madrugones... y días de veintiséis horas, vaya. Pero ¡estaría cerca de los enfermos, cerca del papa y cerca del altar!, ¿qué más se podía pedir? Un conquense sólo podía pedir una más: estar cerca de El Descendi-

miento... ¡Concedido también!: la casualidad –que es la providencia de los sucesos ordinarios- quiso que la zona reservada a discapacitados, los pasillos de evacuación, el botiquín y las ambulancias para casos de emergencia estuvieran justo detrás de la XII estación del vía crucis que correspondía al paso de Cuenca. Encima, y para colmo de satisfac-ciones, el mismo día del acto, el coordinador asignado me anunciaba: -“los enfermos están muy cansados, seguirán el via crucis por Tv desde el hospital; mañana les espera el encuentro personal con el Papa en el Instituto S. José.-Tómate el día libre, vete con tus paisanos y atiéndelos lo mejor que puedas.-Una cosa así no ocurre todos los días y mañana nos espera Cuatro Vientos.” ¡Todo el viernes para estar con los amigos y hermanos de El Descendimiento, participar en los traslados, comer con ellos y seguir aquello bien de cerca!: un verdadero lujo.

La acreditación de la Orden, además, me permitía moverme con entera libertad por todos los espacios, incluso los más reservados, salvo los verdaderamente delicados por motivos de seguridad. Varios compa-ñeros míos –siguiendo el acertado criterio de escoger a los más jóvenes- se confesarían con el Papa e incluso uno –¡qué envidia!: Alfonso, un malagueño parapléjico- se sentaría a la mesa con él en el almuerzo de la Nunciatura apostólica. Por último, a todos los voluntarios de Malta, y como miembro que es de la Orden, el santo Padre enviaba su afecto y especial bendición apostólica. En fin, que a la sucesión de emociones, la de poder presenciar y vivir el via crucis junto a los conquenses se me antojaba como una de las mas agradables sorpresas y, desde luego, la guinda a todo aquello.

Previos los inimaginables quebraderos de cabeza motivados por un traslado de estas características, El Descendimiento había llegado a Ma-drid, tras una larga noche de transporte especial con escolta de la Guar-dia civil incluida, a primerísima hora del martes día 16 de agosto. Los hermanos, entretanto, había fletado un autobús para llegar simultánea-mente a su destino: el antiguo palacio de comunicaciones, hoy alcaldía. Allí permanecería expuesto al público durante varios días junto a otros pasos del resto de la geografía española que, por sus dimensiones, no podían alojarse en los templos cercanos. Mientras llegaba el autocar, la propia policía municipal desembalaba el paso, impaciente por ver la preciosa mercancía que tan aparatosa caravana ocultaba: un maravillo-so paso de semana santa que, poco después y por las calles adyacentes,

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sería portado a hombros en singular procesión al gran patio del pala-cio de Cibeles. Junto a él, irían llegando la santa Cena de Murcia, el Prendimiento de Málaga, las Negaciones de Orihuela, la Crucifixión de Valladolid.... Es decir, los de mayor envergadura y espectacularidad, que, durante varios días, recibirían la visita de miles de visitantes tanto españoles como extranjeros.

Entretanto, los demás pasos se alojaban en iglesias mas o menos cercanas. El Cristo de Mena, o de la Buena Muerte, era el que mayor expectación había suscitado. Sería trasladado en procesión nocturna a brazos de la Legión española hasta la Catedral castrense, en cuyo suelo, cubierto de los guiones y banderines de todos los tercios recibiría el homenaje de los fieles hasta el día del via crucis.

A todo esto, Madrid se encontraba tomada de jóvenes –y no tan jó-venes- que llenaban sus calles, plazas y templos. Pero no se trataba sólo del centro, toda la ciudad y su cinturón metropolitano –tuve ocasión de comprobarlo con un buen amigo vallecano- se encontraba atestado de chicos y chicas que lo mismo recitaban laudes en la plaza de santa Ana, que rezaban el rosario en Leganitos o hacían cola ante los más de dos-cientos confesonarios instalados en El Retiro. La ciudad y la metrópoli era un hervidero de alegría contagiosa, buen humor y grata convivencia donde podían escucharse todas las lenguas así como ver ondear todas las banderas imaginables e inimaginables. Los balcones y fachadas esta-ban engalanados, los bares y cafeterías no paraban de dar los pack-food o menús del peregrino, las líneas de metro se encontraban atascadas, los aseos colapsados... Y a todo esto, ni un mal gesto, ni una mala cara, y ni una sola muestra de fastidio o impaciencia; y eso que desde varios y poderosos medios de comunicación se había invitado a la provocación a los católicos con falsedades sin cuento. Un delicioso grupo de católi-cos irlandeses, en las inmediaciones de la parroquia de san Martín de Tours y a base de afecto, había convencido a una madre a no abortar casi a las puertas de una clínica cercana. Los anticatólicos bramaron y arreciaron en su campaña contra el Papa y contra lo que sonara a expre-sión pública de las creencias. Vanos resultarían los sucesivos intentos en ese sentido: el buen humor se adueñaría de Madrid y los empeños –con calumnias incluidas- por deslucir el evento- resultarían, mas que infruc-tuosos, un nuevo acicate para su clamoroso éxito. La JMJ supondría la mayor fiesta conocida por la Villa y corte en sus siglos de existencia.

Pero debemos abreviar. El martes en Cibeles tendría lugar la multi-tudinaria misa de apertura presidida por el cardenal arzobispo Rouco Varela, con el que, debe reconocerse, los madrileños se vuelcan como no lo hacen con ningún otro personaje, ni siquiera deportivo. El miér-coles se había programado como un día de asueto propicio para que los

venidos de otros puntos visitaran la ciudad y sus maravillas, pudiendo disfrutar de la hospitalidad de sus gentes. O eso se esperaba, porque lo cierto es que algunos peregrinos extranjeros, no muy avisados ni preca-vidos, se vieron envueltos en una pequeña pero violenta manifestación anticatólica en la Puerta del Sol. No tuvo el éxito esperado, aunque, eso sí, las imágenes de los manifestantes amedrentando a las niñas cana-dienses con sus rosarios en la mano dieron la vuelta al mundo para son-rojo de quienes lo permitieron y alentaron incluso. Vi personalmente restos de aquella manifestación y puedo garantizar que los rostros eran el vivo retrato del odio químicamente puro. Su sólo recuerdo todavía me estremece.

Y el jueves, por fin, llegó el Papa... y Madrid se vino abajo: la aco-gida de que fue objeto el santo Padre Benedicto XVI fue vista y segui-da de todos y no necesita de más comentario. Lo vivido en sus calles no tiene nombre y sólo podría encontrarse antecedentes similares en las visitas de Juan Pablo II y seguramente nos quedaríamos cortos. No obstante, sí que aludiré a la emoción con que los enfermos a cuyo cui-dado nos encontrábamos recibieron la visita del vicario de Cristo en la tierra. Si no hubiera sido por el continuo ajetreo a que nos encontrá-bamos obligados para atenderlos, ni el mas recio hubiera contenido las lágrimas. Todo indescriptible, no hay palabras que puedan expresarlo. Un pontífice anciano, tras cruzar a pie la puerta de Alcalá se dirigía a la plaza de Cibeles y, visiblemente emocionado, lanzaba a los cuatro vientos: -“Jesús, amigo que nunca falla...” Pronto añadiría yendo al gra-no: -“Jesús que nos da la mano en el sacramento de la penitencia”- o -“enraizados en Él y en nuestra meta: la santidad sin mediocridad”, -“edificad vuestra vida en Cristo, entonces seréis bienaventurados, di-chosos y vuestra alegría será contagiosa”-, concluyendo –“Cristo amigo, hermano, Hijo de Dios que murió por nosotros y resucitó para darnos vida, sigue vivo velando por cada uno de nosotros.”

El viernes bien temprano, comenzaban los preparativos para el vía crucis. Con los albores del día, la imagen de El Descendimiento era trasladada por sus banceros desde el palacio de Cibeles al dosel del paseo de Recoletos donde tendría lugar la celebración vespertina. Esa mañana, el Papa tendría un encuentro con religiosos y profesores uni-versitarios en S. Lorenzo de El Escorial y, a mediodía, el almuerzo con los jóvenes al que ya se ha aludido. Fue el día “español” de la jornada. Los cofrades y devotos de toda la geografía nacional se habían despla-zado para la ocasión y abundaban los trajes oscuros, los hábitos, uni-formes, mantillas y peinetas que se entremezclaban con las medallas, los instrumentos musicales, galas, aderezos y demás puesta en escena a que las cofradías españolas nos tienen acostumbrados y que llamaban

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poderosamente la atención de extranjeros. Sólo de Málaga se habían desplazado ¡dos mil seiscientos¡ anderos o porteadores para sus dos pasos. Las largas esperas fueron amenizadas con incesantes detalles de buen humor y saber estar. También con la algarabía de las bandas de música que no dudaron en atacar los mas celebrados pasodobles para sorpresa de foráneos y alegría de todos.

Al caer la tarde de un día asfixiante, el papamóvil asomaba por la plaza de Colón en dirección a Cibeles. Como siempre, en loor de multitudes que se agolpaban a lo largo de Recoletos, Alcalá, paseo del Prado y las grandes arterias adyacentes. Sobra decir que los espacios cercanos a la XIV se encontraban llenos de conquenses con alguna que otra bandera, con el cáliz y la estrella incluida, ondeando por entre el gentío. La celebración del via crucis tuvo lugar en medio de un silen-cio estremecedor, solo superado al día siguiente durante la exposición del santísimo Sacramento en Cuatro Vientos. La cruz de los jóvenes, portada por grupos de toda raza y condición, avanzaba de estación en estación y, en cada una de ellas, se paraba alzándose erguida para la oportuna reflexión y oración: adoremus te, Christe, et benedicimus tibi, quia per sanctam crucem tuam...

Acabada la celebración, el Papa volvía a Nunciatura entre el acos-tumbrado clamor, aprovechando algunos de los celebrantes y las auto-ridades para contemplar de cerca las imágenes que habían participado en el evento. Al Descendimiento de Cuenca le salió un rendido admi-rador: un alto y desenvuelto cardenal que poco después se presentaría como el arzobispo de Viena, Christoph Schöborn, que, en italiano o como podía, se deshacía en elogios hacia la talla. También el obispo de nuestra diócesis, don José María, tardaría poco en acercarse a saludar a los muchos conquenses que por allí se encontraban, fotografiándose una y otra vez con banceros, hermanos y directivos de la hermandad así como de la Junta de cofradías que, por supuesto y con su presidente a la cabeza, había acudido al acto.

Comenzaba después la procesión de los pasos. Una verdadera se-lección de lo mejor de la imaginería religiosa de toda España desfila-ría por Recoletos, Cibeles, Alcalá y la Puerta del Sol, formando un cortejo inigualable, inimaginable, irrepetible... jamás visto y siempre soberbio: Sta. Cena de Murcia, Prendimiento de Málaga, Negaciones de Orihuela, Medinaceli y Gran Poder de Madrid, La Caída de Úbeda, Jesús y Cirineo de León, Verónica de Jerez, El Despojo de Granada, Crucifixión de Valladolid, Buena Muerte malacitana, Descendimiento de Cuenca, Quinta Angustia pucelana, Yacente de Segovia y Virgen de Regla de Sevilla.

El de Cuenca, con su característica forma de ser portado, iba acom-pañado de la banda de música de Las Mesas, arropado de paisanos y contemplado de miles, miles y miles de peregrinos y espectadores. Los banceros vestían su característica túnica negra ceñida con cordón blan-co y, por esta vez, sin capuz. Arrancaron las miradas del público y la devoción de todos. Resultaba espectacular el lento avanzar del soberbio

conjunto por entre las grandes avenidas y arterias madrileñas, con La Cibeles de fondo unas veces, o el chaflán de la Unión y el Fénix y el Círculo de Bellas Artes, otras. La noche se echaba encima y, ya de ma-drugada, doblaba por la Puerta del Sol hacia la Carrera de S. Jerónimo para dirigirse, de manera más recogida y con muchos menos espectado-res hacia Neptuno que era el punto de destino.

Una vez concluido el irrepetible cortejo, aún les quedaría a los her-manos mucho trabajo: embalado, transporte, viaje de regreso... Todo un esfuerzo sobrehumano y agotador que no terminaría hasta la ins-talación del paso en su lugar de culto de la iglesia de san Esteban y que tendría lugar bien entrada la mañana del sábado. Pero esa es otra historia. Entre tanto, la Historia se escribía en Madrid. El Papa tendría Misa en La Almudena seguida de un encuentro con los más enfermos y discapacitados en la Fundación Instituto S. José, tan emocionante como entrañable. Al tiempo, la base aérea de Cuatro Vientos se prepa-raba para recibir a una multitud dispuesta a compartir vigilia esa tarde y Eucaristía al día siguiente. Al caer la tarde, coincidiendo con una recia e inesperada tormenta, dos millones y medio de jóvenes procedentes de todos los rincones del planeta se echaban al suelo, hincándose de rodillas en el barro, para adorar al santísimo Sacramento expuesto en la custodia de Arfe. En medio de un silencio estremecedor resonaron, íntimas, las palabras del Papa: -“ dad testimonio de la fe en los mas diver-sos ambientes”-, -“no se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás”-, -“no os guardéis a Cristo para vosotros mismos”-, -“comunicad a los demás la alegría de vuestra fe...” Con el Señor expuesto como testigo cercano y amigo, terminaba:

-“Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.”

Cuenca, febrero de 2012.

Es un inmenso don haber recibido la fe verdadera, pero a la vez una gran responsabilidad. La vibración apostólica del cristiano que es consciente del te-soro recibido no es fanatismo: es amor a la verdad, manifestación de fe viva, coherencia entre el pensamiento y la vida. Proselitismo, en el sentido noble y verdadero de la palabra, no es de ninguna manera atraer a las almas con en-gaños o violencia, sino el esfuerzo apostólico por dar a conocer a Cristo y su llamada a todo hombre, querer que las almas conozcan la riqueza que Dios ha revelado y se salven, que reciban la vocación a una entrega plena a Dios, si esta es la voluntad divina. Este proselitismo es una de las tareas más nobles que el Señor nos ha encomendado.

III. En este empeño por difundir la fe, siempre con respeto y aprecio por las personas, no cabe transmitir medias verdades por temor a que la plenitud de la verdad y las exigencias de una auténtica vida cristiana puedan chocar con el pensamiento de moda

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Han transcurrido casi cien años, desde que en el periódico La Voz de Cuenca, en su edición del 10 de Abril de 1927, los conquen-ses podían leer una descripción de su Semana Santa, “con fotogra-fías de los pasos más notables y descripción de las procesiones”.

Se relacionan detalladamente los desfiles y las tallas que los componían, y entre estas descripciones el autor nos deja algu-nas opiniones, de entre ellas quiero destacar la referida a las tallas del desfile de la madrugada: “Las tallas de Jesús Nazareno y de San Juan proceden, casi seguramente, de la misma mano y son muy estimables obras, matizadas de un exotismo que invita a investigar su origen”.

Han sido necesarios casi cien años para que en el Archivo His-tórico Provincial se haya localizado un contrato que no solo nos ilumina sobre la autoría de estas tallas, sino que nos describe las mismas y amplia nuestro conocimiento sobre aquellos primeros envites de nuestros desfiles.

En primer lugar la identidad de su autor: “Sepan cuantos esta carta de obligación vieren como yo Fernando Espinosa (tachado en el original) Lascasas Espinosa, escultor vecino de la ciudad de Cuenca. Digo que por quanto yo me he convenido y concertado con Blas Lopez y Alonso de Cecar vecinos de la dicha ciudad, diputados del Cabildo de Señor San Nicolas de Tolentino sito en el Convento de San Agustin de la dicha ciudad extramuros Della”.

Pocas referencias encontramos sobre este escultor, debe segu-ramente tratarse del mismo al que hace referencia Mari Luz Ro-kiski en su libro “Escultores del Siglo XVI en Cuenca”, nos da a conocer la existencia de Fernando de Espinosa como escultor en activo en Cuenca en el año de 1615, y que el 2 de junio Diego En-riques se obliga a pagarle dos mil ciento dieciséis reales. La coinci-dencia en las fechas, la profesión, inclusive el nombre (si tenemos en cuenta que en el contrato de obligación ahora estudiado figura en principio como Fernando Espinosa, siendo inmediatamente rectificado y tachado para añadir sus dos apellidos), hace que po-damos suponer se trata de la misma persona, encontrándonos con el inconveniente de que el legajo citado por dicha investigadora no pueda consultarse actualmente en el Archivo Histórico Provincial por lo deteriorado de su estado de conservación.

Posiblemente se trate del mismo artista al que hace referencia José Luís García Martínez en su libro (en imprenta) “Arquitectura Barroca en la ciudad de Huete” al que menciona como autor de las esculturas de San Crispín y San Crispiniano, realizadas en 1657 por encargo del gremio de zapateros de Huete. Y que en 1649 rea-lizo el sagrario y custodia de la Iglesia de Alcocer conjuntamente con el arquitecto Julián Martínez de Mendizábal (en ambos traba-jos el escultor es Fernando de las Casas Espinosa).

También encontramos coincidencia al comprobar el autor del retablo de la población conquense de Culebras en el año 1652, que es encomendado a “Fernando de las Casas Espinosa, escultor vecino de la villa de Alcocer el acabar una historia de la trinidad y un san pedro y un san pablo para el lugar de culebras cuya obra estaba encargada a Jacinto de Sotos escultor ya difunto”.

Quizás en el futuro, nuevos documentos nos aporten los datos suficientes para completar la biografía de este autor y nos con-firmen que las referencias que ahora conocemos se refieren a la misma persona.

Al menos conocemos su nombre e igualmente una detallada descripción de las tallas.

El Cabildo de San Nicolás de Tolentino, recordemos es el or-ganizador de aquel primer desfile de la madrugada, y concierta con el escultor la compra de las tres tallas que se integraran en la procesión de los Nazarenos, que les había sido autorizada por el Rey Felipe III. Son las tallas de Jesús Nazareno, de San Juan Evan-gelista y de Nuestra Señora de la Soledad: “De hacer tres echuras, una cabeza e manos de nuestra señora, hasta medio cuerpo para vestirla de seis cuartas y media de alto y de la cintura abajo la tengo de hacer de varillas como es costumbre para imágenes vestidas con sus juegos en los codos con los yerros necesarios para poder levan-tar los brazos y un tornillo y demas yerros necesarios para armalla en el bayarde, Y otra del señor san Juan Evangelista pies y piernas hasta la rodilla y la cabeza hasta la cintura y los brazos hasta los codos y de la cintura hasta las rodillas armado de varillas con sus tornillos para poder volver la cabeza y los demas tornillos y demás cosas necesarios para armar la figura. Y la otra de Cristo con la cruz a cuestas de la misma hechura y altor y grueso (tachado en el original) suerte que el que es del Señor San Roque con todos los hierros y tornillos necesarios para armallo, las quales dichas tres hechuras me obligo de hacer en la forma referida de mi arte de escultor bien acabados y perfeccionados y a contento de los dichos Blas López e Alonso de Cecar”.

Comprobamos como las tres imágenes no solo tienen el cuer-po de varillaje, sino que se trata de tallas articuladas, de una altura aproximada a un metro sesenta y cinco centímetros. Confirma-mos la existencia del Jesus con la Cruz a Cuestas venerado en el Convento de San Roque, que desfilaba en la procesión del Jueves Santo.

Continua el documento descubriéndonos, en este caso el cos-to de las tallas en aquella época “por quanto me dan e pagan por hellas veinte y seis ducados de los quales se gastan [tachado dos ducados] un ducado que pago por la entrada en el dicho cabildo que es por quanto quedo cofrade desde luego e los veynte y cinco ducados me an de pagar los susodichos en esta manera, los cinco ducados para en fin de este presente mes de henero en que esta-mos y diez ducados para el de que los entregare e los diez ducados restantes para el dia de Santa María de agosto que vendrá deste dicho año de la fecha y me obligo de darlos acabados de madera y el cristo con su cruz e bayardel para las tres figuras armadas y puestas en perfección para el dia de carnestolendas que viene deste presente año de mil y seiscientos y quince años”

Nos descubre no solo el costo de su trabajo, sino también el importe que se pagaba por incorporarse al Cabildo de San Nicolas de Tolentino. Las tallas como vemos debían de ser entregadas an-tes del comienzo de la Cuaresma, pues como carnestolendas son

Las primeras imágenes de la madrugada del Viernes Santo conquense

Por Antonio Pérez Valero

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conocidos los días de carnaval que preceden al Miércoles de Ceni-za, para poder participar con ellas en la Semana de Pasión de 1615.

Una nueva pregunta origina el conocimiento del precio de las tallas que según la carta de obligación ahora estudiada fue de veintiséis ducados, pues el documento del 30 de abril de 1615 (con-servado en el Archivo Histórico Nacional) por el que Domingo Ochoa de Alarcón, como Peostre del Cabildo, reclama el derecho concedido por el Rey y no respetado por el Corregidor, refleja el “mucho daño y perjuicio por tener como tenían gastados mas de seiscientos ducados en solas cosas necesarias y precisas para lo susodicho”. ¿Cuáles eran el resto de enseres necesarios para orga-nizar el desfile que justificaran el gasto de los restantes quinientos setenta y cuatro ducados?

Se trataba lógicamente de imágenes policromadas, incluyén-dose en el contrato no solo el trabajo de talla sino el policroma-do, como deducimos por la garantía que el escultor ofrece “ y es condición que si dentro de dos años de como entregara las dichas hechuras algún rostro u todos se abrie en el dicho tiempo, sea poco o mucho me obligo de lo aderezar a mi costa e misión ansí lo tocante a mi oficio como lo del pintor siendo hendido y no sal-tado obligome de hacer las dichas hechuras en la forma referidas y entregarlas al peostre y cofrades del dicho cabildo para el dicho día e si no la hiciere a mi costa e misión pueda el dicho Blas López o qualquier cofrade en esta ciudad o en otras partes a mi costa e misión hacer otras tres hechuras de la misma forma e manera que van declarados e por lo que más costare……….”

Este documento confirma que para el año 1615 el Cabildo de San Nicolas de Tolentino tenia prevista la organización de la Pro-cesión de los Nazarenos en la madrugada del Viernes Santo, como le había sido autorizado por Felipe III el 17 de Octubre de 1614 y que si su organización se postergo hasta 1616 fue por motivos ajenos a dicho Cabildo.

Desgraciadamente la destrucción de 1936 nos impide juzgar si las tallas entonces destruidas eran aquellas con las que el desfile de la madrugada dio su origen en 1616, particularmente considero existen bastantes indicios para así suponerlo:

•De la Hermandad de San Juan Evangelista se conservan actas desde el siglo XVIII. En numerosas ocasiones se habla del cambio de andas, pero en ningún momento existen referencia alguna a la sustitución de la talla procesional. Por lo que si fue sustituida lo fue en su primer siglo de existencia.

• La propia afirmación del 10 de abril de 1927, con que doy comienzo a este estudio, nos indica la posibilidad de que las tallas de Jesus y San Juan procedan de una misma gubia, y esta afirma-ción se efectúa cuando todavía las tallas originales no habían sido destruidas, lo que nos hace suponer mas fiable la confirmación de su similitud.

• La aceptación de esta afirmación nos llevaría a aceptar que si la talla de San Juan Evangelista no había sufrido modificación, tampoco se realizaría sustitución en la del Nazareno.

• Si nos han llegado reproducciones fotográficas (que ilustran este articulo) que nos permiten analizar las coincidencias existen-tes entre ellas. Podemos comprobar que también existen rasgos de igualdad entre ellas y la talla de La Virgen de la Amargura que com-pletaba el paso de San Juan y la Virgen desde principios del siglo XX.

• No debe de extrañarnos esta igualdad de rasgos, si tenemos en cuenta, que esta talla fue adquirida por José Cobo para formar este paso procesional y que anteriormente era venerada y desfilaba como Nuestra Señora de la Soledad de San Agustin, por lo que seria la tercera de las tallas contratadas por el Cabildo de San Ni-colas de Tolentino.

• La invasión francesa significo la máxima destrucción y des-aparición de obras de arte, hasta el siglo XX. Conocemos por la documentación existente que las tres sobrevivieron el saqueo fran-cés y que en 1816 retornaron procesionalmente al Convento de San Agustin y años después a la parroquia del Salvador.

Por ello, considero correcto afirmar que las tres tallas se co-rrespondían con las contratadas para aquel primer desfile de la madrugada del Viernes Santo Conquense y que durante más de trescientos años las tres esculturas de Fernando Lascasas Espinosa, engrandecieron nuestra tradición procesional.

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Por Enrique Valero Moscardó

Colaboración y Agradecimientos: Biblioteca Pública Fermín Caballero de Cuenca, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Municipal de Madrid, ABC y Antonio Pérez Valero.Textos: L. Martínez Kleiser, Prensa local y nacional de la época, E. Valero

Fotografías: Campos, Ciarán y Monjas.

La Semana Santa de Cuenca en 1933

En 1933 España estaba inmersa en la Segunda Repúbli-ca, periodo político comprendido entre el 14 de abril de 1931 y 1 de abril de 1939, que sustituyó la monarquía por el sistema republicano. Una de las bases fue la separación de la Iglesia con el estado y éste promulgó la extinción, por dos años, del presupuesto para el clero y el culto, así como el sometimiento de las órdenes religiosas a una ley especial. A lo largo de este año se proclamaron otras leyes: matrimonios civiles, divor-cio, secularización de cementerios, etc… La llamada “Revo-lución Enero del 33”pretendió instaurar un <<comunismo libertario>>; varios ayuntamientos fueron incendiados, en Barcelona los obreros y la policía se enfrentaron y hubo 37 muertos y 300 heridos, en Valencia y Sevilla fue declarado el estado de Guerra.

Ante la alarmante situación, el gobierno, intuyendo ma-yores desmanes o atentados, impidió la Semana Santa en casi toda España. Valencia suspendió su Semana Santa Marine-ra, Sevilla suprimió su “Madrugá”, y muchas poblaciones hicieron lo mismo.

En estas fechas del 33, la prensa nacional quiso informar de toda la situación, y Cuenca no fue una excepción, porque las Hermandades habían decidido salir a la calle. Costum-bre, fe, arraigo y tradición se impusieron al gran atractivo que ya contaba, y que había trascendido en los últimos años hasta la prensa europea. Las noticias sobre la Semana Santa de Cuenca fueron leídas con más rapidez en la prensa nacional, madrileña y sevillana que en nuestra propia ciudad, en la cual casi no han quedado fuentes de lo sucedido en aquel año.

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Impresionante grupo escultórico de “La Cena”,que será siempre recordado en la ciudad tras su destrucción durante la guerra civil.

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La naturaleza, que derramó en Cuenca sus gene-rosidades, ofrece sus mágicos encantos, como para que sean el mejor escenario donde conmemorar la Pasión de Cristo. La Semana Santa conquense es un festejo religioso de intensa significación, de entraña reverente y alma devota, de sensibilidad exquisita, envuelto en el recogido misterio de su modesta so-lemnidad y de su visualidad inquietante y seductora.

Su riqueza artística está en periodo de forma-ción. Ha perdido hoy el atractivo de una magnífica Piedad que recibe culto en San Felipe, atribuida con visos de verosimilitud a Salcillo, porque su excesivo peso aconsejó su sustitución por otra moderna, más adecuada para el transporte procesional; pero aún conserva tradicionalmente, entre otras, una buena escultura de Jesús ante Anás, procedente de la ex-tinguida parroquia de San Miguel, y el magnífico Ecce-Homo, obra de imaginero anónimo, que anta-ño recibió culto en la inexistente parroquia de San Gil y que cruza sus brazos ante el pecho y eleva, con expresión sublime, su mirada al cielo, en actitud de rendimiento y expiación. Pero su acervo aumenta, como decíamos, desde hace algunos años, gracias a las obras que viene creando para las procesiones el genial escultor Luis Marco Pérez, que pese a su juventud, está ya en posesión de la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes. El paso de la Ultima Cena de Jesús con los Apóstoles es una obra mag-nífica que, escondida en el aislamiento de la vida conquense, apenas aún ha sido estimada por el mundo del arte. Es una talla ejecutada en madera de nogal sin policromar, sobria, palpitante y nervu-da. El pueblo, tan indocto tal vez como ingenioso, decepcionado por la uniformidad de su entonación sobria, dijo, con ágil donosura, que el grupo era una merienda de negros. Pero el acierto de la soberbia ta-lla no necesita ciertamente ocultar defectos ni pro-

curarse relieves bajo la vestidura del color. Es de dimensiones más reducida que la Cena de Salcillo y de concepción totalmente distinta. El gran escultor

murciano reconcentra toda su poderosa inspiración en los rostros de los após-toles, para reflejar las emociones que

combaten sus espíritus, en tanto que el escultor conquense nos pre-

senta el grupo en el momento en el que experimenta una fuerte sacudida

producida por las palabras solemnes del Maestro, Salcillo concibe la sacra reunión

como esclavizada por la compostura que

Alabando la Semana Santa de Cuenca en Madrid y Sevilla

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L. Martínez Kleiser, ABC

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8 de Abril Con todo esplendor se celebrarán las fes-tividades de Semana Santa, contribuyen-do el comercio y el vecindario. La Her-mandades han comenzado la colocación de veintiséis pasos que figurarán en las procesiones. Han llegado muchos foraste-ros. El Cabildo de caballeros del Santo Se-pulcro ha acordado celebrar la procesión del Santo Entierro.

Cuenca, Cuaresma de 1933

pudiera reclamar un acto de etiqueta. Marco no cree posible ese estatismo uniforme y sedente, y desata las ligaduras del respeto, permitiendo que algunas figuras se muevan en plena explosión individual de su temperamento impulsivo. Por eso, en la obra de Marco Pérez, unos apóstoles permanecen quietos y otros se levantan, dominados por la agitación de su espíritu; pero dentro de una composición tan acertada, que cada actitud individual se corresponde con las demás, hasta componer un todo armónico. Las dos figuras principales de la obra son Jesús y Judas Iscariote. El primero en pie ante su puesto, se nos ofrece con todo el reposo augusto, la dignidad solemne, la resignada dulzura y la grandeza sublime de la divinidad humana. El segundo, en pie también ante el extremo opuesto de la mesa y volviendo la espalda a sus condis-cípulos, como en actitud de huir, es, tal vez, el mayor acierto del paso. Su ruindad física parece el reflejo de su ruindad moral. Su pecho se hunde vacío como si no albergase un corazón. Su cuer-po se encoge, como si tratase de reducirse a la nada. Su cabeza se inclina, agobiada por los remordimientos, buscando la tierra para esconderse en sus entrañas recónditas. Su pelo se revuelve enma-rañado, como las sendas tortuosas de su conciencia. Sus facciones escuálidas hablan de codicia, sus ojos desorbitados de espanto. Sus músculos tensos vibran. Y hasta se diría que la madera palpi-ta. Entre el Dios-Hombre y el hombre-diablo, entre la víctima y el verdugo, entre el Buen Amigo y el perverso traidor, en ambos lados de la mesa, se agrupan, se mueven diríamos mejor, los após-toles, no alineados simétricamente ni hacinados en la cárcel del espacio, sino autónomos, emancipados del autor, entregados a la vibración de sus fervores místicos y a la sinceridad espontánea de sus anhelos amorosos.

Las tallas de los pescadores de hombres son soberbias, San Pedro sentado a la izquierda de Jesús levanta hacia El la vista en éxtasis, San Juan, dulce, aunque no afeminado, en la plenitud de su hermosura viril, parece tener los ojos arrasados por la emo-ción. Santo Tomás se recoge en el mismo, como para escuchar con los oídos del alma. San Bartolomé se levanta, se eleva poseído

de unción. Santiago se adormece, acariciado por la promesa in-comparable de la Eucaristía. Simón el Cananeo el Zelotas, yergue gallardo el rostro y mira al degenerado que ha de vender al Rabí en actitud amenazante. Andrés el hijo de Jonás y hermano de Simón, Santiago el hermano de Juan e hijo de Zebedeo, Judas Tadeo, el hermano de Santiago el Menor, Mateo, Felipe, todos viven el momento cumbre de la historia del mundo con un asom-broso realismo. A no dudar esta es una de las grandes obras del arte español.

Otros dos pasos ha terminado también Marco Pérez. Un Descendido y un Cristo agonizante. El Descendido tiene la in-confundible pesantez de la muerte. Los músculos de su cara pen-den inertes, obedeciendo a la acción de la gravedad. Todos sus miembros, tallados con gran riqueza de detalles anatómicos, caen adinámicos y se aplastan contra el suelo. En lo que pudiéramos llamar segundo plano, el grupo delicadísimo de San Juan y Ma-ría de Magdala sosteniendo a la Virgen se nos ofrece como una representación viva del dolor. El Cristo agonizante es una escul-tura de tipo moderno, interesante por su originalidad y porque se separa de la trayectoria seguida por Marco Pérez en el resto de sus obras. En ella ha querido huir del tipo rutinario del Crucificado, acercándose a modelos antiguos románicos y góticos. Aparece extendido, su barba corta y descuidada sirve de marco a una cara contraída, tallada en planos simples que no distraen la vista ni la apartan de la emoción representativa que quiere provocar, su pelo se pega a la piel entre cuajarones de sangre y manantiales de sudor, su cuerpo pende cruelmente de los brazos en tensión, mientras las piernas, incapaces de sostenerse, se arquean bajo su peso. Su concepción no puede ser más realista, su sobriedad es-quemática es una síntesis del sufrimiento.

Cuando más pasos se incorporen a las procesiones conquen-ses, éstas adquirirán un extraordinario relieve artístico, con el que podrán avalar los de interés, de visualidad y de recogimiento que hoy tienen, y demostrarán ante el mundo que aún no se ha extin-guido la estirpe de los buenos imagineros españoles.

Paso de la Crucifixión montado sobre sus andas y listo para el desfile del Viernes Santo

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Fiestas de Semana Santa en Cuenca. Abril de 1933Fiestas Religiosas Fiestas Profanas

Día 12, MiércolesA las ocho de la noche saldrá de la Iglesia de San Francisco la Pro-

cesión del Silencio, formada por los pasos de “la Cena”, esculturas del laureado Marco Pérez; “Oración del Huerto”, “Beso de Judas”, “Jesús en el Pretorio”, “Negación de San Pedro”, Jesús ante Anás” magnífica escultura del siglo XVI, y “San Juan con la Virgen”Asistirán las Ban-das de música Municipal y Provincial.

Día 13, JuevesA la cuatro de la tarde, saldrá de la Iglesia de San Antón, la Archi-

cofradía de Paz y Caridad,con los pasos: “Jesús orando en el Huerto”, “Jesús con la Caña”, “la Flagelación”,”el Ecce-Homo” de San Andrés, la talla más valiosa de Cuenca, “Nuestro Padre Jesús”, “El Cristo de las Misericordias” y “La Soledad”.

Al final de la procesión, sermón a cargo de un elocuente orador.

Día 14, ViernesA las seis de la mañana Procesión del Camino del Calvario, que

la forman los pasos de “Jesús Nazareno”, con la turba de clarines y tambores, “La Verónica”, “San Juan” y “La Soledad”, sale de la Iglesia del Salvador.

A las once de la mañana, Procesión titulada en el “Calvario” en la que forman las Cofradías de “Jesús despojado”, “La Crucifixión”, “La Exaltación”, “La Agonía”, “Santo Cristo de la Expiación”, “El Des-cendimiento”, “El Descendido” y “Nuestra Señora de las Angustias”.

A las cinco de la tarde saldrá de la Iglesia del Salvador la Pro-cesión del Santo Entierro, en la que forman los niños y niñas con los atributos de la Pasión, heraldos y soldados, los pasos de “Cristo yacente”, “Cruz de Jerusalén” y “la Dolorosa”; asisten representa-ciones de todas las cofradías y presiden los Caballeros Capitulares.

A las diez de la noche visita a la Ermita de la Virgen de las Angustias.

Día 15, SábadoFIESTA DE AVIACIÓN

En el campo de aterrizaje de La Grillera. El aviador admite pasa-jeros mediante módica retribución, en esta sesión matinal.

A las cuatro y media de la tarde, nueva ascensión del aviador señor Puga y lanzamiento del parachutista.

Día 16, Domingo de Resurrección

A las diez de la mañana concurso de TIRO DE PICHÓN en el campo del Sporting.

A las once de la mañana, última sesión de AVIACIÓN en la Grillera.

A las doce de la mañana, CONCURSO DE RESOLI en la Plaza Mayor, con degustación gratuita y premio de cincuenta pesetas.

A las cuatro de la tarde CORRIDA DE NOVILLOS-TOROS en la que lidiarán reses de Hernández, de Colmenar, los diestros: RO-MERO Y MIGUELAÑEZ

A las diez y media de la noche TRACA de mil metros en las calles de Carretería.

Día 17, LunesA las tres de la tarde, un brillante partido de FUTBOL.

Durante las fiestas actuará en el TEATRO Cervantes una notabi-lísima compañía artística.

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La Procesión del Silencio en CuencaAyer, a las ocho de la noche salió la procesión del Silencio, de

la iglesia de San Esteban. Millares de personas se agolpaban en las aceras y los balcones al paso de la comitiva religiosa. Figuraban bellísimos pasos, y la presidían comisiones de las Cofradías y el Clero parroquial.

La Banda Municipal interpretó una marcha fúnebre. La nota discordante de la procesión corrió a cargo del presidente de la Comisión gestora de la Diputación, D. Manuel Fernández, que no obstante después de haber ofrecido a la Cámara de Comercio

ABC, Madrid-13 de Abril

Con gran esplendor religioso se han celebrado los cultos del Jueves Santo en los templos de la ciudad y en la Catedral, estando concurridísimos. En la Catedral ofició el prelado y, tan-to los oficios como el Lavatorio, en el que predico el canónigo D. Pedro Cruz Ocaña, llevaron enorme audiencia de público. De la iglesia de San Antón salió la procesión de Paz y Caridad, con seis Cofradías y numerosos cofrades, llevando los pasos de: Jesús en el Huerto, Jesús en la Columna, Jesús con la Caña, Ecce-Homo, Jesús Nazareno, Cristo de las Misericordias y La Soledad. La procesión ha durado cinco horas. La multitud lle-

Jueves Santo. “Los Cultos en Cuenca han revestido solemnidad extraordinaria”

el concurso de la Banda Provincial, que se hallaba disuelta, al ver que los músicos se habían reunido para colaborar a la brillantez del acto religioso, ordenó a la mencionada agrupación musical que se retirase. Las censuras que se han dirigido a dicho presidente son unánimes, máxime por haber prestado ella los pasados carna-vales, los instrumentos de la Banda a las murgas callejeras, las que por cierto devolvieron muchos de ellos en deplorable estado. La Cámara de Comercio protestará ante la Comisión gestora por la descortesía de su presidente.

naba las calles, guardando orden completo. Presidía el Clero, acompañado por una comisión, compuesta de representantes de las Hermandades, la banda de música municipal y la de Vi-llamayor de Santiago, que llegó hoy para sustituir a la Banda Provincial, a la que anoche ordenó el presidente de la Diputa-ción que no fuera en la procesión. Mañana viernes, saldrán tres procesiones, a las cinco de la mañana la titulada Camino del Calvario; a las once la de En el Calvario, y por la tarde la del Santo Entierro. En todos los pueblos de la provincia se ha celebrado con gran solemnidad la festividad del día.

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Las Procesiones

La procesión de “Paz y Caridad” en 1933, con el paso del Ecce-Homo de San Gil en la calle Palafox y el “Cristo de los Ajusticiados”(Fotos: Monjas)

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R.M.A., 1933

“Cuenca, albores del Viernes Santo. Amanecer triste. Toques de tam-bores, quejas de sentimentales trompetas, ecos lejanos de marchas fúnebres. Sombras que recortan el cielo nuboso con sus agudas siluetas. Débiles y osci-lantes lucecitas. El pueblo semeja dormir, pero es noche de insomnio y al paso de la procesión del “Escarnio” o Camino del Calvario, los conquenses abren sus balcones para dejar salir sus sentimientos de fe.”

A las seis de la mañana de hoy ha salido la procesión Cami-no del Calvario, con los pasos: Jesús y los Cirineos, Jesús Caído con la Verónica, San Juan y La Soledad. Salieron también las tra-

A las once de la mañana se ha organizado la Procesión titu-lada En el Calvario, en la que figuraban los pasos Crucifixión, Exaltación, Cristo de la Agonía, Lanzada, Descendimiento y las Angustias. Un gentío inmenso presenciaba la procesión, y cuan-do iba a mitad de la carrera un chubasco ha hecho que los pasos tuvieran que meterse en grandes portales de las casas particulares. Pasada la lluvia se ha reanudado la Procesión, sin decaer un mo-mento el entusiasmo. El orden ha sido completo.

Viernes Santo. La Procesión “Camino del Calvario” de Cuenca

Viernes Santo. La Procesión “En El Calvario”

dicionales Turbas, con tambores y clarines y los soldados roma-nos. Presidían el clero parroquial, comisiones y cofradías. En la procesión se presentaron los músicos de la banda provincial, que actuaron con la satisfacción de todo el público, iban vestidos de paisano.

Cuando el cortejo llegó a la Catedral, a hacer estación, co-menzó a llover, y al terminar la lluvia se reanudó el desfile ante la masa imponente de público. El acto religioso duró seis horas. En la Catedral y en los templos se ha celebrado la adoración de la Cruz, con asistencia de numerosos fieles.

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El paso del Ntra Sra. de las Angustias y sus banceros en la avenida principal de la ciudad, Carretería

El Paso de “El Descendido” magnífico grupo del escultor Marco Pérez

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Por la persistente lluvia no ha podido celebrarse la Procesión del Santo Entierro. Mucha gente esperaba su salida, y ante la imposi-bilidad de celebrarla, se cantó un solemne Miserere.

A pesar del temporal la romería al santuario de Las Angustias estuvo muy concurrida.

ABC, Madrid/Sevilla. Viernes Santo 1933

Al concurso de Tiro de pichón celebrado estos días en Cuenca, han concurrido excelentes escopetas. He aquí de izquierda a derecha, los ganadores: D. Paulino Jiménez Garrido, primer premio, don Pedro Bonilla Corredor, segundo premio,

y D. Juan Pedro Jiménez González, tercer premio.

En la página principal de la Junta de Cofradías (Hemetoreca-Multimedia) puede contemplarse una película-muda de la Semana Santa de1933, rodada por J. Barrachina. En ella, y a partir del paso de “La Cena” se suceden las secuencias hasta el paso de La Soledad del Santo

Sepulcro. Es uno de los dos principales documentos filmo-gráficos de la Semana Santa de preguerra en Cuenca, hasta la fecha.

La lluvia

Concurso de Tiro de Pichón

La Película del 33

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La Piedad de San Felipe Neri (Cuenca) fue atribuída a Salcillo.

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