229 Aspectos Del Duelo en La Literatura

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  • 8/20/2019 229 Aspectos Del Duelo en La Literatura

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    Resumen

    Se realiza una revisión de textos,a través de lahistoria de la literatura,sobre el tema del due-lo, mostrando su aportación a la fomalizacióncultural y a la comprensión clí nica de diversosfenómenos relacionados con éste y con su ela-

    boración. Se ilustran los ritos, lamentos y ex-presiones de sentimientos inmediatos a la

    muerte; aspectos clí nicos como la negación,anestesia emocional, reacciones somáticas, cul-pa, depresión, ambivalencia, odio, alcoholis-mo... Aspectos literarios como el desprendi-miento de los objetos del fallecido,los cambiosen la percepción del entorno, sensaciones, re-cuerdos, como se rehace la vida. La influenciadel tipo de ví nculo que se tiene con el muertoy como determina el duelo.La literatura incidetambién en aspectos terapéuticos. Se ilustran

    casos especiales como el duelo de los niños,delos adolescentes,en la viudedad,en la anciani-dad,por los animales,por las etapas perdidas dela vida y el duelo anticipado.

    Palabras clave: literatura,duelo,muerte.

    Summary

     The article is a review of the texts on bereave-ment throughout the history of literature.It

    shows its contribution to the cultural settle-ment and the clinical comprenhension of va-rious phenomena related to it and its elabora-tion.

    It explains the rites,mourning and expressionsof sorrow immediately after death,the clinicalaspects such as denial, emotional anesthesia,somatic reactions,guilt,depression,ambivalen-ce,hate,alcoholism.... It shows the literary as-pects in the removal of the belongings of the

    deceased,changes in the perception of the so-rroundings, emotions, remembrances, startinga new life,how the type of relationship withdeceased determines the sorrow.Lierature alsoreaches therapeutic aspects,such as those con-cerned in dealing with practical things.Specialcases are shown:grief for children, teen agers,

    animals, missed stages of life, future grief,andfrom the point of view of widowhood and oldage.

    Key words: Literature. Grief. Bereavement.Death.

    Todo pasa; los seres queridos desaparecende nuestro lado; una estela de amor y de

    melancolía queda en nuestro espíritu.

    Los pueblos.Azorín.

    Introducción

    Uno de los temas presentes a lo largo del tiem-po en la literatura es la pérdida de los seresqueridos y los múltiples aspectos del duelo.Eneste trabajo se pretende a través de diversasobras y textos señalar elementos importantes

    de la elaboración cultural del duelo por mediode la literatura, resaltar aportaciones a la visiónclí nica que la confirman, matizan y enrique-cen.Esto puede servir de reflexión para avan-zar en la descripción,en la profundización psi-copatológica del duelo,en la ilustración y de-sarrollo de las ideas que ha aportado el psicoa-nálisis al respecto, así  como a la comprensiónde su elaboración,de lo que favorece una reso-lución satisfactoria y de lo que puede llevar aconvertirlo en patológico.

    ArtículosASPECTOS DEL DUELO EN LA LITERATURA

    Pilar Pazos Pezzi*, Soledad García Eslava**

    * Psicóloga,Madrid. * * Psiquiatra.Servicio de Salud Mental, Jaén.

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    En la literatura se encuentran igualmenteideas terapéuticas al respecto. Por otra partecomo ya señaló Séneca en el libro dirigido aPolibio1: el escribir es una forma de contri-buir a preservar la memoria de los que hemosperdido ,“No halle el dolor por parte algunaentrada en ti.Alarga así  mismo la memoria detu hermano en alguna obra de tus escritos,porque de las cosas humanas sólo ésta es aquien ninguna tempestad ofende y ningunavejez consume”, en definitiva a elaborar elduelo. Esta idea muy común, la reescribe A.Machado pocos dí as antes de su muerte:“ Y tedaré mi canción/se canta lo que se pierde/co-mo un papagayo verde....”señalando el carác-ter casí  automático del escribir como un mo-

    do de recuperación.Similar función cumplenotras expresiones culturales y artí sticas.La lec-tura puede servir a la misma finalidad a travésde las identificaciones, pensamientos, evoca-ciones o estados de ánimo que suscita en ellector.

    En las diferentesépocas históricas y géneros li-terarios las alusiones al duelo muestran puntosy núcleos repetitivos, al tiempo que matices oaspectos diferenciales,complementarios o evo-lutivos. El teatro, la prosa o la poesí a abordansimilares fenómenos, aunque la forma de ex-presión de estos varí e. En rasgos generales, enlos textos dramáticos abundan las manifesta-ciones expresivas;en la novela,cuento o prosalas descripciones de fenómenos,hechos o sen-timientos y elaboraciones teóricas. La lí rica, aveces,es más adecuada para evidenciar la reso-nancia y profundización emocional. No obs-tanteésto es sólo relativo,pues la pregnancia eintensidad del tema desborda la forma literariaa través de la que se manifiesta.

    En el presente trabajo se ha efectuado una re-visión de textos literarios sin un criterio estric-to,intentando hacer un recorrido amplio y va-riado,que no pretende ser exhaustivo.Se basaen obras y autores conocidos que pueden con-siderarse parte del acervo cultural en nuestroámbito,primando los que llamamos clásicos dela literatura;algunas obras menos conocidas sehan escogido por lo preciso y depurado de suejemplificación.

    Ritos, lamentos y expresión desentimientos inmediatos a la muerte

    La ritualización del duelo y el cortejo que loacompaña, expresión inmediata de los lamen-tos,el llanto y diversas emociones aparecen yadesde las primeras manifestaciones literarias.

    Los ritos funerarios se describen en diversasobras, empezando por El libro de los muertosen Egipto. En la Biblia2, en el Eclesiástico, serecoge en “El duelo”:“Hijo, por un muertoderrama lágrimas, y como quien sufre cruel-mente, entona un lamento,entierra su cadáversegún el ritual, y no seas descuidado en su se-pultura.Llora amargamente y date fuertes gol-

    pes de pecho,hazle el duelo según su dignidad,un dí a o dos,para evitar murmuraciones”.

    En la Iliada3 de Homero,encontramos numero-sas descripciones de ritos funerarios, un ejem-plo de ellos es el funeral de Patroclo:“los mir-mitones dan vueltas montados en sus caballosen torno al cuerpo de Patroclo, luego Aquilesinicia las lamentaciones, impone sus manos so-bre el pecho del muerto y le da cuenta de lavenganza que piensa cobrarse en el cuerpo deHéctor. Seguidamente tiene lugar el banquetefuneral.Más tarde,dormido Aquiles se le apare-ce el alma de Patroclo que le ruega dé a sucuerpo sepultura.Al dí a siguiente se le preparala pira,Aquiles ofrenda su cabellera al difuntoPatroclo, e invoca a los vientos, por mediaciónde Iris, acudan a avivar el fuego de la hogueramortuoria. Luego se apaga la pira, se recogenlos huesos del héroe,que se guardan en una ur-na de oro y se construye su tumba. Posterior-mente se inician los juegos funerarios”. En laEneida4 de Virgilio,a los funerales de Palas se sa-

    crifican a los prisioneros en la pila funeral. Lanota de salvajismo que suponen estos ritos pre-sentes tanto en Homero como en Virgilio nosrecuerda una cita de Freud5“la idea de la muer-te propia es inaccesible al inconsciente, que semuestra sanguinario respecto a la de los extra-ños y ambivalente en relación con las personasqueridas”.También encontramos,en la tragediaclásica, la de no poder realizar el rito funeralcomo vemos en Las suplicantes de Eurí pides6 yen Antí gona7 de Sófocles.

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    Otra expresión son los banquetes funerarioscomo los que encontramos en la Iliada3 deHomero,que también se observa en la literatu-ra rusa por ejemplo en Los Hermanos Kara-mazov8 y en Crimen y Castigo9 de F. Dos-toievsky.

    Las descripciones del duelo aparecen en toda lahistoria de la literatura, son muy frecuentes apartir de la novela realista del siglo XIX y en elromanticismo. En Que solos se quedan losmuertos10,de G.A.Bécquer, se aprecia tambiénel rito funeral:“Cerraron sus ojos/que aun te-ní a abiertos/ taparon su cara/con un blancolienzo/y unos sollozando/otros en silencio/dela triste alcoba/todos se salieron./De la casa en

    hombros/ lleváronla al templo/y en una capi-lla/dejaron el f éretro./Allí  rodearon/sus pálidosrestos/de amarillas velas/ y de paños negros./De la alta campana/ la lengua de hierro/ le dióvolteando/su adiós lastimero./ El luto en las ro-pas/amigos y deudos/cruzaron en fila/ forman-do el cortejo./Del último asilo/oscuro y estre-cho/abrió la piqueta/el nicho a un extremo./Allí  la acostaron/tapiáronla luego/y con un sa-ludo/despidiose el duelo” .En Doloras y Can-tares11 de Campoamor,en La opinión vemos lasdiversas reacciones y actitudes de los acompa-ñantes frente al muerto:“¡Pobre Carolina mí a!/¡Nunca la podré olvidar!/Ved lo que el mundodecí a/viendo el f éretro pasar./Un clérigo:¡Em-piece el canto!/El doctor: ¡Cesó el sufrir!/Elpadre: ¡Me ahoga el llanto!/La madre:¡Quieromorir!/Un muchacho:¡Que adornada!/Un jo-ven: ¡Era muy bella!/Una moza: ¡Desgracia-da!/Una vieja:¡Feliz ella!/ -¡duerme en paz!-di-cen los buenos/Un filósofo: ¡Uno menos!/Unpoeta:¡Un ángel más!/”.

    En la Casa de Bernarda Alba12,de Garcí a Lorca,se refiere el cortejo,los rituales y la imposicióndel luto. Introduce el matiz de la ambivalenciay mala aceptación del acompañamiento delcortejo del duelo y la excesiva rigidez en lasnormas que la madre impone sádicamente a lashijas casaderas,en relación con una posible en-vidia por parte de la misma; todo esto desem-bocará al final de la obra en un trágico desen-lace.Es también un ejemplo de patologí a fami-liar del duelo.

    En El Funeral13, de J. A.Valente, se habla delcortejo:“Vi al bueno, al falaz, al justo, al tur-bio/al simplemente entristecido/por la oca-sión,la cera,el Dies irae/al facundo,al opaco,altrasparente/al sordo, al que llegaba/desde mipropia infancia a ofrecerme una imagen/de loque fui cuando el que habí a muerto/en susmanos entera contení a mi vida./ .../No impor-ta,óyeme.Tú/donde quiera que estés,estás másvivo./ ..../Mas también vi entre todos/al que lohabí a amado/ (sólo entonces se alzó, segura ymí a/en su dolor tu imagen)./La asamblea/de-vota o indiferente o enternecida/circunspectay simbólica/se deshizo en saludos/”. Aquí  ve-mos como el cortejo del duelo ayuda a haceruna recapitulación de la relación con el objetoperdido.Cómo el duelo y la presencia de unosayuda a la elaboración del duelo a otros.

    Entre las impresiones más inmediatas a lamuerte encontramos los lamentos y lloros co-mo leemos en la Biblia14, en El Segundo librode Samuel, cuando comunican a David lamuerte de Saúl:“ Tomando David sus vestidoslos desgarró, y lo mismo hicieron los hombresque estaban con él.Se lamentaron y lloraron yayunaron hasta la noche”. En la Iliada3, al co-municarle a Aquiles la muerte de su amigo Pa-troclo:“Del pecho de Aquiles se elevó un ge-mido que subió hasta los mismos cielos.La de-

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    Sombras nocturnas

    Edward Hopper, 1921 

    Aguafuerte

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    sesperación del héroe no reconoció lí mites aloí r esas palabras del mensajero.Se mesó los ca-bellos, cubrió su cabeza de obscura ceniza, setendió en el polvo”;su madre Tetis lo consoló.Andrómaca llora la muerte de Héctor dicien-do:“¡Ay marido! Qué joven la vida abandonas-te y a mí  viuda me dejas en palacio,y al niño así de tierno todaví a”.En Agamenón15 de Esquilo:“¡Ay, ay oh rey oh rey!/¿Cómo voy a llorar-te?/¿Qué podrí a decirte/que salga del amor demis entrañas?” En la Eneida4 de Virgilio a lamuerte de Palas:“Al traspasar Eneas los umbra-les/ los pechos golpeándose levanta/unánimegemido hasta los cielos/y por la regia estanciael llanto cunde/....”.En el Cantar de los Nibe-lungos16 dicen de Krimilda esposa de Sigfrido a

    la muerte deéste :“Se desplomó entonces so-bre el suelo,incapaz de decir palabra.Allí  se po-dí a ver yacente a la desventurada. El dolor deKrimilda no tení a medida.Al volver de su des-mayo, fueron tales sus gritos que la cámaratembló”, ilustra las expresiones primitivas deldolor que van de la paralización a la tempestadde movimientos llegando hasta el histrionismo.La ternura se manifiesta en El Cantar de Rol-dán17 a la muerte de su amigo Oliveros:“Estáviendo Roldán que su amigo está muerto, ycómo yace en tierra la cara contra el suelo, ycon mucha dulzura comienza a lamentarlo: miseñor,compañero ¡en mala hora luchaste! jun-tos hemos estado muchos años y dí as.Jamás mehiciste mal y nunca te lo hice”. En La VidaNueva18 de Dante:“¡Ay de mí ! Por la fuerza demuchos suspiros/que nacen de los pensamien-tos que están en el corazón/los ojos son venci-dos y no tienen valor/de mirar a nadie que losmire/Se han vuelto tales que parecen dosdeseos/de llorar y mostrar dolor/y muchas ve-ces lloran tanto que Amor/ los rodea con coro-

    na de martirio”.En El Cancionero19 de Petrar-

    ca:“Mi benigna fortuna el vivir ledo/los clarosdí as las tranquilas noches/de repente en dolorvueltos y llanto/ me hacen odiar la vida y que-rer muerte”.En la Elegí a Primera20 de Garcila-so dedicada al duque de Alba con ocasión de lamuerte de su hermano:“con que de su dolormi fantasí a/se descargase un poco, y se acaba-se/de mi continuo llanto la porf í a/..../Que se-gún he sabido ni a las horas/que el sol se mues-tra ni en el mar se esconde/de tu lloroso estado

    no mejoras/”.En Romeo y Julieta21 de W.Sha-kespeare:“¡Hija, hija! ¡Mi alma y no mi hija!/¡Muerta, muerta mi hija idolatrada/y con ellami dicha sepultada!”.En Mujeres enamoradas22

    de Lawrence,Birkin llora a su amigo Gerald;enesta novela se trata de la persistencia del amortras la muerte.En Mortal y rosa23 de F.Umbral:“Vivo de llorarte en la noche con lágrimas quequeman la oscuridad”.Se habla de la imposibi-lidad para el llanto en el momento inmediatode la muerte en Las Hijas de Hanna24 de M.Fredriksson:“su padre acababa de morir se sin-tió invadida por un dolor quieto y silencioso,impotente se dió cuenta de que aquella pena ledurarí a el resto de su vida y no podí a llorar”.Pueden observarse las distintas reacciones en

    función de la relación con el fallecido ya seaamigo, esposo, amante, amor idealizado, hijos,padres.

    Otro de los elementos más comunes,a lo largode la literatura del duelo,son lasreacciones so-máticas inmediatas como los desfallecimientosy desmayos, presentes en El Cantar de los Ni-belungos16 ya citado.En El Cantar de Roldán17:“los golpes de Roldán reconoce en tres gra-das/sobre la verde hierba ve yacer al sobrino/nadie debe extrañarse si Carlos se estremece/lotoma entre sus brazos, lo reclina en su pecho/ysobre él se desmaya.Tan grande es el dolor/”.En Laberinto de Fortuna25, de J. de Mena, lamadre de Lorenzo de Avalos se desmaya al ver-lo muerto. En El Tí o Goriot26 de Balzac:“¡Mipadre ha muerto! Gritó la condesa.A aquel gri-to terrible subieron y encontraron a la condesadesvanecida”. En Salambó27 de Flaubert a lamuerte de Matho“Salambó casi desvanecida esllevada a su trono”. En Don Carlos28 de Schi-ller,aquél al ver a su amigo muerto se desmayó

    a su lado.

    En la evolución de las literaturas romances en elSiglo XIV se ve el paso de la rabia a la reconci-liación y el consuelo.En Laberinto de Fortuna25

    de J. de Mena,en Las endechas que hace la ma-dre a la muerte de Lorenzo de Avalos:“Bien semostraba su madre en el duelo/que fizo la tristedespués ya que vido/el cuerpo en las andas san-griento tendido/ de aquel que criara con tantorecelo/ofende con dichos crueles al cielo/con

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    nuevos dolores su flaca salud/e tantas angustiasroban su virtud/que cayó por fuerza la triste porsuelo/Se rasga con uñas crueles su cara/e fieresus pechos con mesura poca/besando a su fijo lasu frí a boca/maldice las manos de quien lo ma-tara/maldice la guerra do se comenzara/buscacon ira crueles querellas/niega a si misma repo-so de aquellas/e tal como muerta biviendo separa/Dezia llorando con lengua rabiosa/o ma-tador de mi fijo cruel/mataras a mi y dexaras aél/”.En Las Coplas a la muerte de su padre29 de

     Jorge Manrique se aprecia la aceptación de lamuerte:“Así , con tal entender,/ todos sentidoshumanos/conservados, /cercado de su mujer/yde sus hijos e hermanos/e criados,/ dio el alma aquien gela dio/(el cual la ponga en el cielo/en

    su gloria)/que aunque la vida perdió/dexónosharto consuelo/su memoria./ ”.

     También vemos descrito el horror y estremeci-miento ante el cadáver. En El Libro del buenamor30 del Arcipreste de Hita a la muerte de

     Trotaconventos dice“Eres en tal manera delmundo aborrida/que por bien que lo amen alomne en la vida/en punto que tu vienes, contan mala venida/todos fuyen de el como de respodrida/”. En La Montaña Mágica31 de T.Mann se lee“....al dí a siguiente la expresión de

     Joachin habí a comenzado a sonreí r entre subarba de guerrero y Hans Castor no se disimu-laba que esa sonrisa tení a una tendencia a de-generar, inspiraba al menos una prisa repenti-na”.En El Cuerpo Deshabitado32 de R.Alber-ti:“Que cuatro sombras malas/ te sacaron enhombros/muerta. /Y entraste tú de pie/be-lla/entraste tú  y ahora/por los cielos peo-res/ tendida/fea/sola/”. Otras vivencias frenteal acercamiento al cadáver encontramos en LasHoras33 de Cunnighan:“.... Permanece arrodi-

    llada a su lado,sin saber qué hacer.Vuelve a to-carle el hombro con la mano,no lo acaricia selimita a reposar enél la mano.Se siente (comoasombrada de sí  misma) ligeramente avergon-zada por lo que ha ocurrido. Se pregunta porqué no llora. Es consciente del sonido de supropia respiración”.

    Otros muchos sentimientos inmediatos ante ladesaparición del cadáver,el vací o,la soledad porla separación aparecen en La lluvia amarilla34 de

    Llamazares , la peculiaridad en este caso es quese trata del suicidio de la esposa;“el largo y si-lencioso velatorio de la noche y el posteriorentierro de Sabina, bajo la dura luz helada deaquel amanecer, y la terrible soledad que seabatió sobre la casa cuando los hombres volvie-ron a partir hacia las suyas,me sumieron en unatotal indiferencia de la que tardé muchos dí asen salir”.En La plaza del diamante35 de M.Ro-doreda no está el cuerpo de Quimet,el esposo,y es evocado por medio de una paloma.

    Clínica y fenomenologíadel curso del duelo

    Una de las primeras reacciones puede ser la

    Negación como ocurre en el Cantar de los Ni-belungos16 cuando le comunican a Sigmundola muerte de Sigfrido“Dijo ahora el señor Sig-mundo: Dejaos de burlas y, en atención a mí ,no divulguéis tan graves noticias. Libraos dedecir a nadie que han matado a Sigfrido puesen toda mi vida podrí a yo resignarme a su pér-dida”.También la encontramos en el Roman-cero viejo en la muerte ocultada36. En la plazadel diamante35,de M.Rodoreda,cuando le co-munican a su esposa la muerte de Quimet“....y no querí a pensar en que el Quimet esta-ba muerto.Querí a pensar que era como siem-pre, que estaba en la guerra y que cuando seacabase la guerra volverí a con su dolor en lapierna”.Cuando la muerte ocurre en la ausen-cia,ésta aumenta las fantasí as de regreso,de re-cuperación.

    LaAnestesia Emocional también la encontramosmuy bien descrita en La plaza del diamante35

    “Cuando alguna vez habí a oí do decir:esta per-sona es como de corcho,no sabí a lo que querí an

    decir y por fin entendí  lo que querí an decir,por-que yo era de corcho.No porque fuese de cor-cho sino porque me hice de corcho y el corazónde nieve.Tuve que hacerme de corcho para po-der seguir adelante”.

    Reacciones somáticas y alimentarias como ocurreen La dama de las camelias37 de A. Dumas“Desde su casa le escribo todos estos detallesen medio de mis lágrimas y delante de unalámpara que arde tristemente, junto a una co-

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    mida de la que no pruebo bocado,como pue-de usted imaginarse, pero que Nadine me hahecho traer porque no he comido nada desdehace veinticuatro horas”. La sensación de en-fermedad se ve en el Cancionero19de Petrarca

    “Como aquel que los nervios y la mente/sien-te enfermos a causa de una fiebre/así  me sentí yo desconociendo/que era el fin de mis bienesincompleto”.

    Laastenia está maravillosamente descrita en LaCansera38 de V. Medina “Anda tú, si quie-res.../ que a mi no me quea/ni un soplo d’a-liento/ni una onza de juerza/ni ganas de ver-me, /ni de que me mienten siquiá  la cose-cha..../ ..../No te canses, que no me remuevo;

    /anda tú,si quieres,yé jame que duerma/ ¡a versi es pa siempre!...  ¿Se no me espertara!.../ ¡ Tengo una cansera!/”.

    El insomnio en El Cancionero19 de Petrarca“ Yatuve al desear tan dulce llanto/ que endulzabacualquier amargo estilo/ e insomne me hizoestar todas las noches/ ...”. En Elegí a primera20

    de Garcilaso se relata“ Y del dolor el sueñodesterrado/con ansias vas buscando,el que par-tido/era ya con el sueño y alongado”

    Culpa encontramos en Edipo Rey39 de Sófo-cles, la culpa lleva a la autoagresión,al enterar-se de que mató a su padre y desposó a su ma-dre y tras el suicidio deésta“Una vez que estu-vo tendida la infortunada,fue terrible de ver loque siguió, arrancó los dorados broches de suvestido y alzándolos se golpeó con ellos lascuencas de los ojos,al tiempo que decí a que nole verí an aél,ni los males que habí a padecido,ni los horrores que habí a cometido sino queestarí a en la oscuridad”.En la Eneida4,Eneas se

    siente culpable de no haber cumplido su pro-mesa a Evandro padre de Palas de velar por suhijo en la batalla“Ay que no eraésto,lo que deti a Evandro prometiera”.También aparece laculpa en Las Suplicantes6 de Eurí pides. Losejemplos son innumerables, la observamos enlos duelos por pérdidas en un sentido más am-plio, como en el romance por La pérdida deAlhama40,en el que la culpa se ve reforzada porla que atribuyen los otros al rey moro:“....poreso mereces, rey/una pena muy doblada/que

    te pierdas tú y el reino/y aquí  se pierda Grana-da/-¡Ay de mí  Alhama!-”.

    LaPena o Tristeza en La Vida Nueva18 de Dante“Gran angustia me dan los suspiros/cuando elpensamiento a la mente oprimida/me trae a laque me ha partido el corazón/y muchas vecespensando en la muerte/me entra de ella un de-seo tan suave/que me trasforma el color del ros-tro/y cuando su imagen me acomete con másintensidad/tanta angustia me entra por do-quier/que vuelvo en mi por el dolor que sien-to/”.Enfado,queja,dolor inconsolable e inca-pacidad de salir deél se refleja en laÉgloga deSalicio y Nemoroso41 de Garcilaso:“¡Ay muer-te arrebatada!/por ti me estoy quejando/al cie-

    lo y enojando/con importuno llanto al mundotodo/Tan desigual dolor no sufro modo/Nome podrán quitar el dolorido/sentir, si ya deltodo/primero no me quitan el sentido/”. Laimposibilidad de evitar al hombre el dolor dela pérdida, la resalta Azorí n retomando de nue-vo este verso42:“¡Eternidad, insondable eterni-dad del dolor!. Progresará maravillosamente laespecie humana;se realizarán las más fecundastransformaciones. Junto a un balcón, en unaciudad,en una casa, siempre habrá un hombrecon la cabeza,meditadora y triste, reclinada enla mano.No le podrán quitar el dolorido sen-tir”. En Bodas de Sangre43 de F.G. Lorca se vela mezcla de dolor y de rabia ante el homicidiode sus hijos y el deseo de venganza reprimido,cuando la madre exclama:“.... me duele hastala punta de las venas.En la frente de todos ellosyo no veo más que la mano con que mataron alo que era mí o.¿ Tu me ves a mí ?¿No te parez-co loca?.Pues estoy loca de no haber gritadotodo lo que mi pecho necesita”.

    Pérdida de interés por el mundo exterior lo encon-tramos en la ya citada,La Cansera38 de V.Medi-na, donde el entorno exterior se vive impreg-nado de tristeza y desolación, existiendo algu-nos elementos o lugares del entorno que laconcentran al asociarse a la pérdida:“–¿Pa quéquiés que vaya? Pa ver cuatro espigas/arrollás ypegás a la tierra;/ pa ver los sarmientos ruines ymustios/y esnúas las cepas/sin un grano d’u-va/ni tampoco siquiá sombra de ella...;/pa verel barranco/pa ver la laera/sin una matuja...¡Pa

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    ver que sé envisten/de pelás las peñas!.../ ..../No de d’ir,por mi gusto,si en cruz me lo rue-gas,/ por esa sendica por ande se jueron,/pa novolver nunca, tantas cosas güenas...Esperanzas,quereres, suores...,/¡to se jue por ella!/Por esasendica se marchó aquel hijo/que murió en laguerra/Por esa sendica sé jué la alegrí a.../¡poresa sendica vinieron las penas!/”. En Roman-cero y cancionero de ausencia44 de M.Hernán-dez“Desde que tú eres ido son frí as las maña-nas/arrancados al fuego de tus ojos solares/pre-cipitaste octubre contra nuestras ventanas/distepaso al otoño y al fondo de los mares/”. EnMortal y rosa23 de F. Umbral “ Tu muerte hijomio,no ha ensombrecido el mundo.Ha sido unapagarse de luz en la luz.Y nosotros aquí ,ensor-

    decidos de tragedia, heridos de blancura mor-talmente vivos diciéndote ....Tu pelo doraba lacalidad del dí a.Lo que queda después de ti, hi-

     jo, es un universo fluctuante, sin consisten-cia,...una vaguedad nauseabunda de veranos einviernos....¿Para quién se ha urdido esta in-mensa mentira de meses soleados y camposverdes? El sol es sórdido y el dí a resplandece depuro inútil,alumbra de puro vací o”. Lamartineafirma:“sólo un ser os falta y el mundo estádespoblado”.

    Deseos de morir encontramos en La vida nueva18

    de Dante ya citada en el Cancionero19 de Pe-trarca:“ Jamás me complació esta mortal vi-da/ (lo sabe Amor con quien frecuente ha-blo)/a no ser por quien fue su luz y mí a/queen el cielo nació muriendo en tierra/el almaen que viví a, y que seguirla/ (permitido mefuera) es mi deseo/ ”. Pueden aparecer antepérdidas diversas en el Romance de La derro-ta de D. Rodrigo45:“¡Desdichada fue la ho-ra/desdichado fue aquel dí a/en que nací  y he-

    redé/ la tan grande señorí a/pues lo habí a deperder/ todo junto y en un dí a/! Oh muerte¿por qué no vienes/y llevas esta alma mí a/deaqueste cuerpo mezquino/ pues se te agrade-cerí a?/”.

    El perder a alguien para el cual uno es el objeto de su 

    amor o de su deseo. Pérdida del muerto comopérdida de las propias esperanzas,encontramosen cantos a Silvia46 de Leopardi“... ¡Oh Silviamí a!/ ..../Cuándo me acuerdo de esperanza

    tanta/un afecto me oprime/acerbo y desola-do/y me vuelve a doler mi desventura/ ..../

     También morí an pronto/mis dulces esperan-zas:a mis años/ también negaba el hado/la ju-ventud ¡Ay, cómo/cómo pasaste tu/ amadaamiga de mi edad primera/mi llorada esperan-za/ ...”.

    El empobrecimiento del yo se observa en la Elegí aPrimera20 de Garcilaso“...el caro hermano bus-cas, que solo era/ la mitad de tu alma, el cualmuriendo/no quedara ya tu alma entera/”. Enel Cancionero19 de Petrarca:“Ahora sé bien misdaños y en mi vuelvo/que yo creí a (oh vanasconvicciones)/perder parte,no todo,al separar-me/¡Cómo se lleva el viento la esperanza!/.En

    El adiós47 de Valente:“Explicó sus proyectos/pa-

    ra hoy/sus sueños para ayer/y sus deseos/paranunca jamás”.

    A continuación se incidirá en la fenomenología del desprendimiento y relación con los objetos del 

    muerto. El progresivo desprendimiento de losobjetos del muerto, es parte de la elaboracióndel duelo.Según J.W.Worden48, después de lamuerte del deudo puede, investirse un objetoinanimado con un simbolismo que estableceun ví nculo entre la persona en duelo y el fa-llecido, estos objetos de vinculación actúancomo un objeto transicional (y a menudo en-torpecen la elaboración del duelo). Los obje-tos de vinculación son diferentes de los obje-tos que se guardan como recuerdos.La mayo-rí a de las personas en duelo son conscientes deque han otorgado un simbolismo al objeto ytambién de algunos aspectos del mismo sincomprender quizás todo lo que simboliza;Vol-kan49 cree que este tipo de objetos de vincula-ción se usan para controlar la ansiedad de se-

    paración y proporcionar una muestra de“triunfo” sobre la pérdida. Hallamos en Loshermanos Karamazov8 de F. Dostoievsky lareacción del padre ante una prenda de su hijomuerto en el siguiente texto “.... vió ante lacamita de Iliusha, en un rincón, las botas altasde su hijo una al lado de la otra, tal como aca-baba de colocarlas la dueña de la casa,aquellasbotas viejas, desteñidas, rugosas, llenas de re-miendos.Al verlas el capitán alzó los brazos yse lanzó hacia ellas,cayó de rodillas,cogió una

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    bota,se la acercó a los labios y se puso a besar-laávidamente gritando ¡“Pequeño mí o, Ilus-hechka, mi querido pequeño! ¿dónde estánahora tus piececitos?”.

    En El embargo50 de Gabriel y Galán:“¡Pero avel, señol juez;cuidadito/ si alguno de esos/esosao de tocali a esa cama/donde ella s’a muer-to/ la camita donde yo la he querido/cuandodambos estábamos guenos/ la camita donde yola he cuidao/ la camita donde estuvo su cuer-po/.../Llevaiselo to/ to, menos eso/que esasmantas tienin/ suol de su cuerpo/y me guelin,me guelin a ella/ca ves que las guelo/ ”. Enambos casos los objetos se sienten en una con-tinuidad casi corporal con el inmediatamente

    fallecido.

    En Mrs Caldwell habla con su hijo51 de C. J.Cela en el capí tulo“Las zapatillas” , la madre,que habla con el hijo como si estuviese vivo,reconoce su muerte ante el encuentro súbitocon un objeto de éste:“El otro dí a, Eliacim,revolviendo en el fondo de un baúl me en-contré tus zapatillas de invierno, tus zapatillasazules forradas de piel.Aunque el hallazgo,hi-

     jo mí o,no me agradó nada o casi nada,procu-ré sobreponerme y se las regalé a un pobreque suele venir por casa, de vez en cuando apedir limosna. (Me siento invadida de un rarososiego,que no sé de qué podrá ser precursor).Loúnico que yo te digo es ya nada me impor-ta Eliacim,ya nada me importa absolutamentenada.Loúnico que quiero es apartar de mí  laszapatillas de los muertos,hijo mí o,los muertosno necesitan para nada sus zapatillas,yo quieroapartar de mí  las zapatillas de los muertos,Eliacim,aunque ese muerto seas tu, que estasmuerto y más que muerto, yo lo sé, que estas

    muerto con todos tus compañeros del Fu-rious, muerto en el verde y rojo fondo de lamar,hijo mí o,y te dejaste las zapatillas olvida-das en casa de tu madre, en el fondo de unbaúl, ¡qué sarcasmo!, sin pararte a pensar másque en ti, más que en tus zapatillas azules”. Elprogresivo desprendimiento de los objetos delmuerto es parte de la elaboración del duelo,elpoder ir desinvistiendo unos objetos relacio-nados con el muerto y reinvistiendo otros aje-nos aél.

    En Teatro de la muñeca52 de C.Queiros:“...a laniña le gustaba locamente la muñeca/a la mu-ñeca,no se sabe si le gustaba la niña/pero la ni-ña se murió/ la muñeca siguió allí / .../y la mu-ñeca no cabe en ningún cajón/.../ la muñeca esmayor que la presencia de todas las cosas/ lamuñeca está en todas partes/Hay que esconderla muñeca/Hay que hacer desaparecer parasiempre a la muñeca/Hay que matar, hay queenterrar a la muñeca/ ...”.El objeto del muertolo llena todo y hay que deshacerse de ese obje-to. Es una presencia ausente. Hay una falta derelación entre el objeto perdido (niño) y el ob-

     jeto inanimado.Al morir el niño queda el ob- jeto pero sin la relación con el niño,dicho ob- jeto se agiganta hasta adquirir un carácter si-

    niestro (en el sentido freudiano de“lo muertovivo”). Este fenómeno que se puede observaren otro tipo de duelos se ve más en el duelopor los niños debido al investimiento que losobjetos tienen en ellos.

    En La lluvia amarilla34 de Llamazares,el maridohabla de la soga con la que se suicidó la esposa“Fué el único recuerdo que conservé de ella.

     Todaví a la llevo,atada a la cintura desde enton-ces.Y espero que ese dí a,cuando vengan a bus-carme, me acompañe también con el resto dela ropa al cementerio. Lo demás–los retratos,las cartas, las fotograf í as– está todo allí  esperán-dome desde hace mucho tiempo”.

    En La calle de las camelias53 de M. Rodoreda,en un aborto voluntario en el que la mujer noha podido ver el feto,intenta elaborar el duelode lo que no llegó a ser,a través de un objetoaleatorio en el que hay un intento de repara-ción o de imaginar un lugar para el feto perdi-do:“Me fuí  por allí  y no vi ninguna piedra

    grande junto a otra piedra pequeña, pero cogí una piedrecilla cualquiera y me la metí  en elbolso”.

    Laherencia tiene el carácter paradó jico de ser laganancia tras la pérdida y de transmitir algoperdurable del difunto que puede relacionarsecon el afecto.Suscita una mezcla de sentimien-tos,intereses y actitudes o conflictos que refle-

     jan los textos literarios,Cervantes resalta brevey magistralmente su aspecto paradó jico,al final

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    de su obra cumbre, tras el testamento, ante lamuerte inminente de don Quijote, a pesar dela tristeza del momento54:“Andaba la casa al-borotada; pero con todo comí a la sobrina,brindaba el ama y se regocijaba Sancho Panza;queésto del heredar algo borra o templa en elheredero la memoria de la pena que es razónque deje el muerto”.

    Tipos de vínculos

    Una aportación crucial desde el punto de vis-ta clí nico es El Libro Segundo de Samuel de laBiblia14, referido a la Historia de David, en laque aparecen diversos duelos y los diversos ti-pos de ví nculos y a los que reacciona de mane-

    ra diferente en su expresión, ritual, verbal yemocional,en relación con el carácter del ví n-culo con la persona perdida.

    Se puede pensar que David tení a un ví nculoambivalente con Saúl y sexualizado con unamí nima ambivalencia con Jonatán,hijo de Saúly amigo suyo.Al recibir la noticia de su muer-te, hace un intento de reparación (estaba enguerra con ellos):“David se rasgó las vestidu-ras, y todos los que estaban con él hicieron lomismo. Se lamentaron, lloraron y ayunaronhasta la tarde por Saúl”. En la Elegí a de Davidpor Saúl y Jonatán dice:“Saúl y Jonatán/tanqueridos y amados/no fueron separados/ni enla vida ni en la muerte/Más veloces queágui-las, /más fuertes que leones/hijas de Israel, llo-rad sobre Saúl/que os vestí a de escarlata/y defino lino/y adornaba con oro vuestros vesti-dos/¡ Jonatán!, en tu muerte/he quedado sinconsuelo/ estoy angustiado por ti/hermanomí o, Jonatán/amigo queridisí mo;/tu amor erapara mí  más dulce/que el amor de mujeres/”.

    La dificultad de resolver, o la persistencia delduelo, cuando existen elementos homosexua-les inconscientes o preconscientes, se puedeentrever en el ejemplo de David tras la muertede Jonatán; tiempo después logró encontrar alhijo de éste llamado Mica que era cojo,le col-mó de bienes y le puso a comer en su mesa du-rante largo tiempo.Otro caso es el ví nculo pa-terno filial a la muerte de un niño pequeño alque tiene gran afecto pero es fruto del adulte-

    rio,por el que se sentí a culpable:“...y enfermógravemente David suplicó a Dios por el niño;hizo David un ayuno riguroso,entraba en casay pasaba la noche acostado en el suelo”. Des-pués de esta reacción previa tan intensa, tras lamuerte del niño los ancianos observan extra-ñados que se ha tranquilizado contrariamente alo que esperaban, David se levanta, se lava, secambia los vestidos, se postra ante Yahvé  yvuelve a comer.Él les explica:“...cuando toda-ví a viví a el niño ayuné y lloré, pues me decí a:¿Quién sabe si Yahvé tendrá compasión de mí y el niño vivirá?. Pero ahora que ha muerto¿por qué he de ayunar?¿Podré hacer que vuel-va?.Yo iré haciaél,peroél no volverá hacia mí .David consoló a Betsabé”. El ejemplo algo

    desconcertante muestra cómo se puede acep-tar,elaborar la muerte superando la culpa,y sinembargo no negar el dolor.En todos los duelosde David se puede observar que tiende a unabuena elaboración, a pesar de los múltiples as-pectos problemáticos del ví nculo, que pode-mos interpretar está en relación con la prima-cí a del amor sobre el odio y lo destructivo,conuna gran fortaleza yoica.

    Esto se ilustra mejor todaví a en los siguientescasos,ante la muerte de sus hijos Amnón y Ab-salón, que entrañan una compleja mezcla desentimientos de amor odio.A la muerte del hi-

     jo primogénito de David,Amnón a manos desu hermano Absalón (Amnón habí a violadoincestuosamente a Tamar hermana de Absa-lón):“..., entraron los hijos del rey y lloraron avoz en grito.También el rey y todos los servi-dores se echaron a llorar con gran llanto.Absa-lón huyó ... ;y el rey lloraba todos los dí as porsu hijo. Absalón, por su parte, habí a huido ...tres años.La cólera del rey David contra Absa-

    lón se calmó finalmente porque se habí a con-solado ya de la muerte de Amnón”.Tras lamuerte de su hijo Absalón también amado yquizá muy admirado aunque le quitó el reino asu padre, yació con sus concubinas e intentóasesinarlo: “...el rey se estremeció. Subió a laestancia que habí a encima de la puerta y rom-pió a llorar. Decí a mientras caminaba ¡Hijomí o Absalón; hijo mí o, hijo mí o Absalón!Quién debiera haber muerto en tu lugar, Ab-salón,hijo mí o,hijo mí o”.Aquí  el dolor es tan

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    grande que no se nos informa de ninguna ma-nifestación ritualizada sino de la pura expre-sión deésta,y del lamento continuo que dirigeal hijo a pesar de su pésimo comportamiento ,del que parece haber una negación. Hay unaidealización de los seres perdidos en todos es-tos casos.

     Yendo a la literatura moderna encontramos,unbuen ejemplo de ví nculo ambivalente en Cincohoras con Mario55 de M.Delibes,la esposa hablacon el marido muerto durante el velatorio:“...con la mano en el corazón,Mario ¿crees tuque habrí a muchas mujeres que hubieranaguantado este calvario?.Te digo mi verdad,pe-ro el que no lo reconozcas es lo que peor llevo,

    que en veintitrés años de matrimonio que se di-ce pronto, no hayas tenido ni una sola palabrade gratitud...”.

    Elaboración del duelo

    Encontramos una magnifica descripción deelaboración del duelo en Tus ojos56 de A. Ma-chado:primero se dá un parón del tiempo y unrefugio en el recuerdo: “Cuándo murió  suamada/pensó en hacerse viejo/en la mansióncerrada/solo,con su memoria y el espejo/don-de ella se miraba un claro dí a./ .../ Ya el tiempoparaél no correrí a./”.Sigue,más tarde la difu-minación del recuerdo y la angustia por su im-precisión:“/Mas pasado el primer aniversa-rio,/¿Cómo eran–pregunto– pardos o negros/sus ojos? ¿Glaucos?... ¿Grises?/¿Cómo eran,¡Santo Dios! Que no recuerdo?/”. Por f í n laevocación de lo perdido surge en medio delinevitable devenir de la vida:“Salió a la calle undí a y paseó en silencio/su doble luto, el cora-zón cerrado.../ De una ventana en el sombrí o

    hueco/vio unos ojos brillar. Bajó los suyos/ysiguió su camino...¡Como ésos!/”.En Camposde Castilla57 aparece la persistencia del recuer-do de la fallecida fundido con la observacióndel presente, la internalización de aspectos quefavorecen la elaboración del duelo,en los ver-sos dedicados a su esposa:“...No todo/se lo hatragado la tierra./ ¿No ves Leonor, los álamosdel rí o/con sus ramajes yertos?/Mira el Mon-cayo azul y blanco; dame/tu mano y pasee-mos/Por estos campos de la tierra mí a,/borda-

    dos de olivares polvorientos/voy caminandosolo/triste,cansado,pensativo y viejo. /Sentí  tumano en la mí a/tu mano de compañera/tu vozde niña en mi oí do/como una campana nue-va/como una campana virgen/de un alba deprimavera/¡Eran tu voz y tus manos/en sueñostan verdaderas!/vive esperanza ¡quién sabe/ loque se traga la tierra!/”.

    En La muerte de Ivan Ilich58 de Tolstoi la viudadice:“...considero que es afectación decir quela pena me impide ocuparme de asuntos prác-ticos.Al contrario si algo puede...no digo con-solarme sino distraerme, es lo concerniente aél”, sirve para resaltar el valor terapéutico delos aspectos prácticos de la vida, que podrí an

    estar en relación con el fallecido.

    En Siddhartha59 de H. Hesse encontramos co-mo el padre ayuda al hijo en la elaboración delduelo de la madre y en la recuperación de larelación paterna,antes distante, respeta su do-lor,así  cómo la dificultad ante el cambio tras lapérdida dando un tiempo para que este cambiopueda ser aceptado. Es un modelo de actitudfavorable: “Comprendió Siddhartha que éseniño triste y mimado no podí a de buenas aprimeras sentirse contento y animoso en la mi-seria de aquel ambiente.Por eso no le obligabaa nada, le hací a muchas de sus tareas y le reser-vaba siempre los mejores bocados. Esperabaque, a la larga, su amable paciencia acabarí aconquistándolo”.También encontramos un in-tento reparador y de continuidad de la vida enla vinculación de un embarazo en duelo en Loraro es vivir60de C. Martí n Gaite :“ Tu abueloha muerto- dijo entonces.Acaba de llamar elmédico que lo atiende.Vienes de allí  ¿no?....aquella misma noche me quedé embarazada.

    El recuerdo es importante en la elaboración delduelo,pero supone tener cierta capacidad de ol-vido en una evolución satisfactoria.Este olvidono sucede o se borra a veces,en La lluvia ama-rilla34 de Llamazares dice:“A veces uno cree quetodo lo ha olvidado. Pero basta un sonido, unolor, un tacto repentino e inesperado para que,de repente el aluvión del tiempo caiga sin com-pasión sobre nosotros y la memoria se iluminecon el brillo y la rabia de un relámpago. Aque-

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    lla noche además el recuerdo estaba en carneviva. O mejor ni siquiera era recuerdo todaví a,sino la sucesión interminable de una imagenque seguí a habitando en mi mirada”.En Mujerde muerte61 de El retorno de J.A. Goytisolo seañora lo que no llegó a ser de una relación:“Loque tú hubieras sido/ha quedado en el aire/perdido para el tiempo/Las cosas que no hicistelas canciones/que nunca cantarás/ los dí as nue-vos/que te correspondí an/ los deseos/ la ruedade las voces abiertas en tu oí do/toda tu largasombra proyectada al futuro/ .../ ¡Ah lo que hu-biera sido!/”.

    En el Libro de mi madre62 de A. Cohen apre-ciamos la añoranza de la protección de una

    madre que ha muerto y la imposibilidad derescatarla.

    En Séneca en La epí stola moral a Lucilio63 yDe la consolación1 a Polibio (hermano falleci-do),hay muchas ideas de intención terapéuticasobre el duelo que están dentro del pensa-miento estoico,muy racionalizadas.De esteúl-timo señalaremos algunas como la de que debede haber un dolor necesario pero al que hayque poner lí mite:“Corran las lágrimas perotenga f í n la corriente. Salgan gemidos de loprofundo del pecho,pero también tengan lí mi-te,gobierna tu ánimo...”, la del recuerdo posi-tivo y agradable del muerto, incorporando losaspectos buenos de éste:“Que su memoria tesea agradable y no dolorosa,porque es cosa na-tural huir siempre de aquéllo que va con latristeza... cuenta a todos sus dichos,celebra sushechos acordándote de ellos. Acuérdate quéfue y lo que se esperaba que habrí a de ser”; lade que el dolor no aprovecha al muerto:“¿Dequé pues sirve que te consuma el dolor que tu

    mismo hermano (si es que en los difuntos haysentidos) desea que se acabe”. Indica la impor-tancia de dedicarse a las cosas prácticas porqueen el hueco o en el vací o está el dolor y señalaque éstas actúan a modo de terapia ocupacio-nal:“Cuando te recoges en tu casa es el tiempoen que podrás tener la tristeza...Gozando de laocasión,pondrá el dolor acechanzas a tu sole-dad y poco a poco entrará en tuánimo encon-trándolo desocupado. Conviene pues, que nopermitas estar tiempo alguno apartado de los

    estudios,...”. También recomienda Séneca laincorporación de los ideales del muerto y lacontinuidad de su obra como aparece al prin-cipio de este trabajo.

    Características específicasde algunos duelos

    Hay duelos que presentan unas caracterí sticasespecí ficas en función de la relación y de di-versos factores o circunstancias muy importan-te es el duelo por los niños y los hijos.

    En la novela Fiesta al Noroeste64 de A. M.Ma-tute se relata la reacción y actuación deun padre a la muerte de su hijo, aún niño:  “Pedro Cruz,con

    un grito salvaje de pastor,les hací a huir a pedra-das- ¡Os, os, os! aullaba.Y una lágrima se lecaí a,porqueél no tení a más niños en casa.Me-tieron al niño en una caja de madera y le clava-ron la tapa...el niño de Pedro Cruz aún no ha-bí a cumplido los siete años. Era costumbreechar tierra,una vez dentro de la fosa. Pero elcura nuevo aún no estaba acostumbrado y nopudo evitar un paso atrás ante la avalancha deniños que con un goce violento empezaron aarrancar terrones del suelo y arrojarlos.Tampo-co Pedro Cruz estaba acostumbrado, porquepasaba su vida en la montaña, y volvió a gritar¡Os, os, os!.Luego con la cabeza baja,dio unabrusca media vuelta, y echando a correr aban-donó el entierro de su hijo.Atravesó la verja delcampo y como un loco corrí a, corrí a”.Vemosaquí , en un hombre primitivo que vive prácti-camente aislado, la desesperación brutal, la hui-da,la imposibilidad de aceptar o comprender lamuerte de un hijo.Asimismo se describe la re-acción de unos niños que a través del juego,delgoce e incluso del sadismo,hacen una negación

    emocional del fallecimiento del compañero,in-tentando con la propia vitalidad un triunfo ma-ní aco sobre la muerte.

    Una reflexión sobre la muerte de un hi jo pequeño está con multitud de matices,en el poema A lamuerte de Carlos Félix65 de Lope de Vega:Co-mienza con la aceptación de los designios divi-nos, como un sacrificio, quizá, como una ex-piación de la culpa.“ Y vos dichoso niño, queen siete años/que tuviste de vida, no tuviste/

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    con vuestro padre inobediencia alguna/.../ nodiste sola una hora de disgusto, y agora pareceque le dais,sí  así  se llama/ lo que es pena y do-lor de parte nuestra/pues no es la culpa, aun-que es la causa,vuestra/...”, se aprecia la mí ni-ma ambivalencia aunque es inevitable el senti-miento de abandono.“...Yo para vos los pajari-llos nuevos/diversos en el canto y los colo-res/yo plantaba los f értiles renuevos/ ...”,el hijorenueva para el padre los deseos que la muertetruncó.“¡dichoso yo que os veo/donde está mideseo/y donde no tocó pesar, ni puede; /quesólo con el bien de tal memoria/toda la pename trocáis en gloria!/–/sin noche, sin maña-na/sin vejez siempre enferma/que hasta el sue-ño fastidia/sin que la fiera envidia/de la virtud

    a los umbrales duerma/...”, en estos versos seintenta el consuelo en pensar que la muertepreserva al niño del mal,de los aspectos negati-vos de la vida, así  como de una futura separa-ción del padre de su hijo.En las estrofas que si-guen hay una idealización y exaltación de lainfancia, ya perenne en el recuerdo,el niño esincorporado a él intentando superar el aban-dono.“–/que,a pesar de la sangre que procu-ra/cubrir de noche oscura/la luz desta memo-ria/viváis vos en la mí a/...”.Cuando la genera-ción que se pierde es la filial,puede haber unaincorporación sin separación que protege ide-almente de la separación futura que se hubieradado en otro caso.

    Mallarme66 dedica un poema a su hijo Anatolemuerto a la edad de ocho años este poema re-sume el drama de la anulación de la vida que lapareja ha engendrado. Un poema paralelo seencuentra en M. Hernández en Hijo de la luzy de la sombra44, que refleja la ausencia tras lamuerte de su hijo aún lactante:  “Los muertos,

    con un fuego congelado que abrasa/ laten jun-to a los vivos de una manera terca. /Viene aocupar el hijo los campos y la casa/que tú y yoabandonamos quedándonos muy cerca/con elamor acuestas, dormidos y despiertos, /Segui-remos besándonos en el hijo profundo./Besán-donos tú y yo se besan nuestros muertos/se be-san los primeros pobladores del mundo”. Lamuerte de un hijo produce una gran conmo-ción en la pareja que puede unirla o separarla oaumentar su amor, superando las expectativas

    perdidas,internalizarlas y seguir adelante con lamemoria incorporada del niño muerto.No sepuede dejar de señalar que aquí  ,como ocurremuchas veces en la literatura, se da un excesode idealización y una retórica de los senti-mientos. En la clí nica se ve también el casocontrario de parejas que se rompen comoefecto del duelo por un hijo.

    En La Celestina67 de F.de Rojas,se describe lareacción del padre de Melibea tras el suicidiodeésta.Se reseña la pérdida de ilusiones,espe-ranzas,deseos,desvelos y,en general,de todo loque se deposita en el hijo.

    En Bodas de Sangre43 de F.G. Lorca, la madre,

    después de la muerte violenta de su segundohijo exclama:“He de estar serena.Porque ven-drán las vecinas y no quiero que me vean tanpobre ¡ Tan pobre!.Una mujer que no tiene unhijo siquiera que llevarse a los labios”, destacael empobrecimiento y la pérdida narcisista dela madre.

    En los duelos delos abuelos por los nietos como enel de Hécuba en Las Troyanas68 de Eurí pides,ve-mos la idea de la dificultad de asumir la contra-dicción de que muera aquél del que se esperabaque fuera la continuación de uno mismo,en unfuturo que ella ya no va a ver pues siente cerca-na la propia muerte. Dice Hécuba:“¡Pereciste!Me engañabas, cuando agarrado a mis vestidosme decí as así  ¿Oh madre yo cortaré para ti mu-chos rizos de mis cabellos y llevaré muchos ni-ños a tu sepultura y te diré palabras que te com-plazcan.No tú a mí  que a pesar de tu edad in-fantil yo anciana desterrada, sin hijos te sepulto¡Oh mí sero cadáver! Ay de mi,aquellosósculosinnumerables y mis desvelos en criarte y mis in-

    terrumpidos sueños,todo eso fue inútil!”.

    En Almacén de antigüedades69 en él capituloSu tumba de Dickens, tenemos otro duelo deun anciano por su nieta en el que narra la muertedeésta,el intento que hacen todos por ocultár-sela y ya conocida el centramiento del abueloen el recuerdo y por fin la identificación delabuelo con la niña que le lleva a su propiamuerte:“Laúltima vez que fue al cementerioera un dí a esplendido de primavera;al llegar la

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    hora de costumbre y ver que no volví a, fuerona buscarle y le hallaron muerto sobre la sepul-tura”.

    En el duelo por adolescentes resalta el duelo porla belleza, el ideal, la exaltación de lo que sepierde por aspectos identificatorios con el quemuere en el esplendor y en la plenitud de la vi-da.Todo ésto lo encontramos en Epitafios70 deM.A.Buonarroti:“De Cechí n Bracci,que aquí muerto yace,/su esplendor era el ser de nuestravida. /Quién no lo vió no pierde y vive enpaz;/ la vida pierde quien lo vió y no muere/”.

     También en la Elegí a del niño marinero71 deR. Alberti: “.../ Te fuiste, marinerito/en unanoche lunada,/¡tan alegre,tan bonito,/cantan-

    do, a la mar salada/ .../ ¡Ay mi niño marinero,/ tan morenito y galán,/tan guapo y tan pintu-rero,/más puro y bueno que el pan!”.

    Los duelos en la adolescencia transforman al jovenen adulto que toma conciencia de su avance enel paso de las generaciones.Este es el argumen-to de muchas obras literarias como Las dunasde Indonesia72 de A.Van Dis:“Pero Arán me re-cordaba demasiado los dí as de la muerte de mipadre y mi propia transformación de mucha-cho en hombre.Yo tení a once años cuandoperdí  a mi padre,no lo vi morir,a mi madre leparecí a que era demasiado joven para ir al hos-pital”.

    Un tipo de duelo particular lo constituye elduelo por los animales, en El Quijote54,Sancho seenfrenta a la pérdida de su burro en SierraMorena:“Viéndose sin él, comenzó a hacer elmás triste y doloroso llanto del mundo y fuede tal manera que D. Quijote despertó a lasvoces y oyó que ellas decí an: ¡Oh hijo de mis

    entrañas, nacido en mi mesma casa, brinco demis hijos, regalo de mi mujer, envidia de misvecinos,alivio de mis cargas,y finalmente sus-tento de la mitad de mi persona porque vein-tiséis maravedises que ganaba yo cada dí a me-diaba yo en mi despensa”.El carácter algo des-medido de los lamentos aparece a veces tam-bién en la clí nica.En Platero y Yo73 de J.R. Ji-ménez se describe con gran ternura la estampade un burrito,su muerte,la visita a su sepultu-ra:“...Esta tarde he ido con los niños a visitar

    la sepultura de Platero, que está en el huertode Las Piñas, al pie del pino redondo y pater-nal ¡Platero amigo! Le dije yo a la tierra:si co-mo pienso estás ahora en un prado del cielo yllevas sobre tu lomo peludo a losángeles ado-lescentes¿me habrás quizás olvidado?”. Idénti-cos sentimientos de ternura y nostalgia suavehay en el poema Epitafio a una perrita llamadaArmelinda74 de J.A. Porcel:“Bajo este jazmí nyace Armelinda/perrita toda blanca, toda lin-da/delicias de su ama/que aún hoy la llora,lló-rala su cama/ la llora el suelto ovillo/como elarrebujado papelillo/con que jugaba;...”.En Alfinal75 de V.Wolf describe arrebatadoramente lamuerte del viejo perro Flush: Flush se va ha-ciendo viejo,y relata como vuelve para conso-

    lar a su dueña y morir a su lado.En Conversa-ciones con Troilo76 A. Gala le dedica el libro asu perro.Charles Dudley Warnes77 narra la ve-

     jez y muerte del gato Calvino. En La casa de-cimotercera78 de A. Zameenzad la dedicatoriaes para su gata Hilary:“Para Hilary/Cuando elmundo me cerró  la puerta/ella entró por lagatera y me ayudó a vivir/Era dif í cil trabajarcuando ella se sentaba sobre la máquina de es-cribir. /Ahora que ya no está, es aún más dif í -cil/Con gratitud, amor y pena”. Stern en sutrabajo sobre“Elementos psicológicos del ape-go a los animales domésticos y respuesta a supérdida”79 afirma que las actitudes hacia losanimales domésticos están gobernadas por im-posiciones filosóficas y morales sobre la natu-raleza de la vida y la muerte y de los roles quelos humanos adjudicamos al animal,diferentesen cada caso.El aprecio al animal servirí a paraexpresar las penas o el duelo de pérdidas delpasado o reafirmación de la continuidad de lavida.Al ser testigos de su ciclo vital,nacimien-to y muerte, refuerza no sólo el milagro de la

    vida sino lo inevitable de la muerte. En losanimales se puede proyectar todo,como ya he-mos dicho se pueden proyectar otros duelos.

     También en los duelos por animales existe es-casa o nula ambivalencia ya que la relación noes recí proca. Se ha observado que personascon excesiva rigidez afectiva frente a la muer-te por vejez de sus amigos cambiaban enorme-mente ante la muerte de su animal de compa-ñí a. En muchos casos el animal era considera-do la personificación del optimismo o del pa-

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    rentesco y su muerte era seguida de desespera-ción y aislamiento. En cualquier caso nuncaestá claro lo que se ha perdido dependiendode los distintos roles que desempeñaba el ani-mal, sólo tiempo después puede valorarse estapérdida. La realidad clí nica es que los duelospor los animales aunque llegan a ser intensosson más pasajeros.

    El artificio literario muestra a través del dueloque hacen o se atribuye a los animales aspectospsicológicos diversos. Así , algún aspecto delduelo en laviudedad como el no querer hallarconsuelo,no tener otro amor,o a no tener hi-

     jos con otra persona aparecen ilustradas en ba-se a la observación de las conductas de la tórto-

    la viuda que remueve y enturbia el agua antesde beberla,en el romance Fontefrida80:“Fonte-frida, Fontefrida/Fontefrida y con amor/dotodas las avecicas/van a tomar consolación/sino es la tortolica/que está viuda y con do-lor/ ...”. Son muchí simos los escritos sobre laviudedad entre ellos los siguientes. En el ro-mance La muerte ocultada36 una viuda que re-cientemente ha tenido un hijo,y que no sabí ade la muerte de su marido, al enterarse excla-ma:“¡Desgraciado de mi hijo/en mal hora loparí a!/que por la desgracia suya/hijo sin padreserí a”.En La plaza del diamante35 de M.Rodo-reda, cuando muere su marido en la guerra laviuda dice:“Por la noche si me despertaba mesentí a por dentro como una casa cuando vie-nen los hombres de la mudanza y lo sacan todode su sitio. Así  estaba yo por dentro:con los ar-marios en el recibidor y las sillas patas arriba ylas tazas...”.Profunda mudanza muy importan-te en el duelo por las viudas,la mudanza en re-lación con la muerte, la zozobra que producela mudanza.

    Duelo anticipado y duelopor las etapas de la vida

    El duelo anticipado puede darse por los otros opor uno mismo.En este caso estarí a en relacióncon diversas causas: la certidumbre de la propiamuerte vista de manera cercana (enfermedadincurable, edad avanzada), situaciones que hanllevado al sujeto a concienciarse de ella, por elimpacto emocional que suponen otras muertes

    que presentifican la propia. Un ejemplo deduelo anticipado por uno mismo son las pala-bras que el emperador Adriano escribe ya mo-ribundo a su“alma”:“Animula,vágula,blandu-la”a la que se refiere con ternura y nostalgia an-tes de desprenderse de ella; en Memorias deAdriano81 de M.Yourcenar:“Mí nima alma mí a,tierna y flotante, huésped y compañera de micuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rí gi-dos y desnudos,donde habrás de renunciar a los

     juegos de antaño.Todaví a un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sinduda no volveremos a ver...Tratemos de entraren la muerte con los ojos abiertos”.Otro ejem-plo lo constituye la novela de C. J. Cela, Pabe-llón de reposo82,que se desarrolla en un sanato-

    rio de tuberculosos. Los últimos capí tulos delQuijote54, desde la derrota del protagonista enBarcelona hasta la vuelta y muerte en su lugar,constituyen una ilustración de asunción de laposición depresiva y de duelo anticipado en va-rias etapas progresivas:aceptar la derrota,renun-ciar al triunfo maní aco,pensar que no volverá aver a Dulcinea (a partir del presagio de la liebreque escapa al llegar al pueblo) hasta la acepta-ción explí cita del acabamiento de su vida ante-rior y de la inminencia del fin. Por otro ladosiendo la muerte consustancial a la vida,es algosobre lo que las personas pueden reflexionar,aunque siempre con una cierta negación sobreella,como comenta Séneca1:“A cada uno le en-gaña su credulidad y el olvido de la muerte enlas cosas que ama”; es conocida la idea de esteautor de acostumbrarse a la muerte como me-dio de vencer el miedo a ella.Otro ejemplo deduelo anticipado lo encontramos en Paula83 deI.Allende:Paula,hija de la autora,que sufrí a deporfiria,entró en coma;la madre junto a su le-cho, comenzó a redactar un cuadernillo en el

    que relataba su propia historia, la de su familia,la de su paí s; describe sus sentimientos ante lasituación y evolución de Paula.Lo escribió pa-ra entregárselo tras su recuperación,que ella es-peraba pero que nunca llegó.En citas anterioresde este trabajo hay más ejemplos de duelo anti-cipado por los otros,numerosí simos en las obrasliterarias.

    La elaboración del duelo por los demás, supo-ne haberlo hecho previamente por las propias

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    etapas anteriores de la vida. Esta idea se en-

    cuentra ya en el luto en Al-Andalus84

    de lospoemas arabigoandaluces:“Si es blanco el colorde los vestidos de luto en Al-Andalus,cosa jus-ta es.¿No me veis a mi, que me he vestido delas canas, porque estoy de luto por la juven-tud”. Es muy frecuente cantar la marcha de la

     juventud o la adolescencia.J.Gil de Biedma,enel poema A la muerte de J. Gil de Biedma85es-cribe:“Fue un verano feliz/.../ El último vera-no/de nuestra juventud,dijiste a Juan/en Bar-celona al regresar/ nostálgicos,/ y tení as razón.Luego vino el invierno,/ el infierno de me-ses/y agoní a/y la noche final de pastillas y al-cohol/ y vómito en la alfombra./Yo me salvéescribiendo/después de la muerte de Jaime Gilde Biedma”.Añade otros matices V.Aleixandreen el poema Adolescencia86:“Vinieras y te fue-ras dulcemente,/ de otro camino/a otro cami-no.Verte/y ya otra vez no verte. /Pasar por unpuente a otro puente/–El pie breve,/ la luzvencida alegre–./ Muchacho que serí a yo mi-rando/aguas abajo la corriente, y en el espejo

    tu pasaje/fluir, desvanecerse”. En el primero

    hay una reacción ante una transición brusca,enel segundo ante un cambio más paulatino. EnElogio de la sombra87 de J. L. Borges, se mez-clan el duelo por las etapas o facultades de lavida perdidas (visión) con la elaboración,anti-cipada o no,de pérdidas de personas de su dis-tanciamiento o ausencia. En las etapas avanza-das de la vida, las pérdidas, incluso futuras, yahan sido incorporadas y asumidas, pudiendono ser decisiva la presencia o desaparición dehecho (cuando no afecta al propio equilibrio oel apoyo que el anciano necesita).“Vivo entreformas luminosas y vagas/que no son aún la ti-niebla/ .../Mis amigos no tienen cara/ las muje-res son lo que fueron hace ya tantos años, / lasesquinas pueden ser otras/no hay letras en laspáginas de los libros/ .../ Del Sur, del Este, delOeste, del Norte/convergen los caminos queme han traí do/a mi secreto centro./Esos cami-nos fueron ecos y pasos, /mujeres, hombres,agoní as, resurrecciones, /dí as y noches/entre-sueños y sueños, / cada í nfimo instante del

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    Paisaje americanoEdward Hopper, 1920 

    Aguafuerte

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    ayer/ y de los ayeres del mundo, / ..../Ahorapuedo olvidarlos.Llego a mi centro/a mi álge-bra y a mi clave, /a mi espejo. /Pronto sabréquién soy/”.Todo lo anterior aboca al duelopor uno mismo,que Borges concibe como finde camino o autoencuentro;la misma idea queexpresa Cervantes al final del Quijote.

    Un efecto del duelo es el intento de transfor-marlo mediante las ideas de perduración,comodice Freud88;ante el cadáver de la persona ama-da nacieron la teorí a del alma y la creencia enla inmortalidad. Estas ideas alientan en lascreencias religiosas y a lo largo de la literatura,unidas o no a lo religioso.Valga pensar en laobra de Unamuno y en numerosos poemas de

    Neruda en que concibe la perduración en elcosmos o en la colectividad humana39:“Voy avivir”:Yo no voy a morirme. Salgo ahora/eneste dí a llenos de volcanes./ Aquí  dejo arregla-das las cosas/ .../ Aquí  me quedo con palabras ypueblos y caminos/que me esperan de nue-vo.../”.

    Correspondencia:

    Pilar Pazos Pezzi.C.Velayos nº 6,1º-A28035.Madrid.Teléfono: 913736935.Soledad Garcí a Eslava.C. Jardinillos,5,1º23003.Jaén.Teléfono.:953265463

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    tedra;1998.

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