29 El Mirador

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    El mirador

    La ciudad amurallada, quieta en aquella tarde denoviembre, ofreca desde all un aspecto sugestivoy misterioso. Caa por sus extremos como si estu-viese colocada a horcajadas de alguna gigantescacabalgadura

    Miguel Delibes.La Sombra del Ciprs es Alargada

    Cuatro postes.Foto: Wunderlich. h. 1920. Paisajes y Monumentos de Espaa.

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    Situado extramuros al otro lado del Adaja, el crucero de los CuatroPostes es el mirador ms emblemtico de vila. Origen de leyendas ycuentos sin fin, este pequeo monumento es el referente indispensablepara contemplar la panormica de la ciudad.

    Una de esas historias relata que en este lugar del cerro de SanMateo, fueron hallados la pequea Teresa y su hermano Rodrigo cuan-

    do escapaban de la casa paterna. La Santa con slo siete aos habaconvencido a su hermano para que emprendiese con ella una fantsti-ca aventura. Haban odo que saliendo de la ciudad se pasaba despusa tierra de moros, donde se sacrificaba a los cristianos, y all que ibanlos dos cros, decididos a morir en martirio camino de Salamanca,cuando su to les estrope la fiesta. Tras la regaina los llev de regre-so a casa donde su madre los esperaba desconsolada. Rodrigo, sehaba dejado convencer por su hermana y ella contara con l a partirde entonces para llevar a cabo algunos de sus futuros proyectos. Laspequeas ermitas que levantaban juntos jugando en el patio de casa,las veran hechas realidad.

    Santa Teresa, recordando su niez, habla de ese deseo de ir a tie-rra de moros, lo cuenta en el Libro de la Vida, pero nada dice de lasupuesta escapada de casa. Seguramente de haber ocurrido no lohubiese ocultado, pero su versin es sta:

    Pues mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a Dios.Tena uno casi de mi edad -que era el que yo ms quera, aunque atodos tena gran amor y ellos a m. Juntbamonos entrambos a leervidas de santos. Como vea los martirios que por Dios las santas

    pasaban, parecame compraban muy barato el ir a gozar a Dios, ydeseaba yo mucho morir ans; no por amor que yo entendiesetenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que lea

    haber en el cielo; y juntbame con este mi hermano a tratar qu

    remedio habra para esto. Concertbamos irnos a tierra de moros,pidiendo por amor de Dios, para que all nos descabezasen; yparceme que nos daba el Seor nimo en tierna edad. De que vique era imposible ir a donde me matasen por Dios, ordenbamos

    ser ermitaos, y en una huerta que haba en casa procurbamos,como podamos, hacer ermitas poniendo unas piedrecillas que

    luego se nos caan; y ans no hallbamos remedio en nada paranuestro deseo.De cualquier modo los Cuatro Postes se construyeron en 1566,

    cuando la Santa tenia ya cincuenta aos. Lo que si es verosmil, segncuentan testigos como la madre Isabel de Santo Domingo, que vivijunto a Santa Teresa muchos aos y fue una de sus mayores confiden-tes, es que los nios fuesen encontrados por su to Francisco cerca delpuente romano; as consta en testimonios recogidos en el proceso debeatificacin y canonizacin. Como se ve, la leyenda tal vez puso de sucuenta todo lo dems, y con la mejor intencin quiso hacer realidad elsueo que la pequea no alcanz.

    Otra tradicin oral cuenta que fue tambin aqu, ya es casualidad,donde la Santa, ya monja, se sacudi el polvo de sus sandalias desai-

    Secuencias de la leyenda sobre la huida deSanta Teresa. Dibujos:A. Veredas. h. 1945.

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    rando a la ciudad. Nada hay comprobado tampocosobre esta segunda historia, slo que ha ido de boca enboca sin ms fundamento que el dicho popular. Laconocida frase de aqu ni el polvo, que al parecer pro-nunci en este lugar cuando sala de la ciudad, se haatribuido a otros personajes histricos respecto a otrostantos lugares, sin que todava sepamos si alguien dijorealmente tal cosa. Es dudoso que Santa Teresa, que

    predic el perdn, aguantando carros y carretas poraquellos lugares por donde pas, le diera por despre-ciar pblicamente a su propia tierra, a la que segn dijodeseaba regresar cuando muriese, pero tambin hayque tener en cuenta lo que dej escrito en una carta:mi patria me ha tratado de forma que no se pensaraque he nacido all.

    Menos conocida es la teora de que este templetefue en realidad uno de tantos humilladeros a las afue-ras de la ciudad. Sin otros fines que los que tenanstos en general, cuya explicacin sera compatiblecon la celebracin de romeras a su derredor(Veredas). Efectivamente era aqu donde se daba citatoda la ciudad para acudir a la romera anual que ibade vila a Pancaliente, donde se veneraba la imagende San Leonardo. La ciudad celebraba as la curacinde una mortal epidemia que diezm a la poblacin entiempos de Sancho III. En una de esas romeras, cuan-do todava los rabes acechaban la muralla, sabiendo

    Arrabales del puente.Tarjeta postal: Hauser y Menet.h. 1910.

    stos de antemano que la fortaleza quedara desguar-necida, prepararon su asalto y la saquearon. Al regre-sar los ciudadanos quedaron atnitos y enseguidasurgieron los deseos de venganza. Sin embargo sola-mente unos cuantos caballeros decidieron llevar hastael final la persecucin de los asaltantes. Cuando lesdieron caza y castigo, ya sobre las montaas, empren-dieron el regreso eufricos; pero al llegar ante las

    puertas de la villa las encontraron cerradas a concien-cia. Las gentes y caballeros que no haban queridosalir a luchar se mofaron, se hicieron fuertes y desdelas almenas les negaron la entrada si no repartan elbotn. La disputa ocasion rencillas entre unos y otros.No sabemos bien cmo acab, pero este suceso fue,al parecer, el origen de serias refriegas sociales entrelas distintas cuadrillas y grupos familiares, que acaba-ron en la divisin de la ciudad en dos bandos: serra-nos y ruanos, nobles y plebeyos.

    Siglos ms tarde, sobre aquel primer humilladero,o cerca de l, se levant este otro templete con lascuatro columnas que dan nombre. Sobre los capitelesdricos descansa un entablamento en el que estntallados los escudos de la ciudad y una leyenda conla fecha de su terminacin. Mandado construir por elconsistorio municipal en 1566, se pagaron 195 duca-dos al maestro de cantera Don Francisco de Avellano,para que lo terminase antes de Navidad del mismo

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    ao. Valentn Picatoste (1888) cuenta que sobre la cornisaen su cara superior lleva una fila de sillares, como si fuerael comienzo de una media naranja; si as fue alguna vez,que es dudoso, nada se conserva de aquella cpula. Eldibujo del Archivo Histrico, que est aqu reproducido,proyecta un tejado a cuatro aguas y sobre la peana en lugarde la cruz hay una imagen, que tal vez sea el martirio deSan Mateo, el evangelista que redact precisamente elSermn de la Montaa. No se sabe si la estatua fue final-mente ejecutada, pero tampoco es lgico que se mandasehacer esta construccin para albergar un simple crucero.La cruz fue derribada en 1995; el revuelo que ocasion,aunque justificado, fue desmedido comparado con otrastropelas ms graves que se han consentido y silenciado enla ciudad. La cruz, sin mayor valor artstico, tena ms unsignificado emotivo. Fue sustituida por otra nueva de lamisma hechura.

    Los Cuatro Postes y sus inmediaciones son un antiguo

    cruce de caminos. Por aqu pasaban los cordeles transhu-mantes de las merinas y las moruchas. El que iba junto alAdaja, fue parcialmente invadido por el basurero sobre elque hoy est asentada la feria de ganado. El otro, a su pasopor la colina, ha sido ocupado por un tnel de lavado decoches.

    Vista general. En segundo trmino la caada sepultada por el basurero y luego por el mercado de ganados.Tarjeta postal. h. 1945.

    Dibujo de los Cuatro Postes.Archivo Histrico de Protocolos de vila.

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    La vista que desde este promontorio se alcan-za, no deja de fascinar al viajero que la contemplepor primera vez. Entre los pintores que pusieronaqu su caballete estn Zuloaga, Sorolla, LpezMezquita, Caprotti, Benjamn Palencia, Regollos,Solana, Bernardino Sanchez o Chicharro. Msrecientemente el arquitecto norteamericano Louis I.Kahn hizo un boceto desde aqu. La muralla, consus volmenes sencillos cercando la ciudad, debiatraer a este amante de la perfecta adecuacin delos edificios a su funcin.

    Desde aqu el recinto cerrado con sus torreo-nes compactos, integra en la misma mirada cieloy ciudad, fondo y figura, espritu y piedra. Es esafortaleza conventual que sirvi de inspiracin a laSanta para escribir Las Moradas, un castillo msti-co cuyas habitaciones van a parar al cielo.

    Cristo de la sangre. Ignacio de Zuloaga. leo sobre lienzo. Museo Nacional de Arte Reina Sofa.

    Dibujo de Louis I. Kahn. Tomado de: La Ciudad y la Memoria.Agradecimiento a ngel Hernndez.

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    Camino de Cardeosa.Dibujo: Sampietro. h. 1880. La Ilustracin Espaola.