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El Profeta Daniel El libro de Daniel constituye una obra única y original en todo el Antiguo Testamento. Aunque en la Biblia griega y en la tradición cristiana ha formado parte de la colección de profetas, no es un libro profético en sentido estricto. Tampoco se puede clasificar entre los demás géneros conocidos (ley, historia, sabiduría). Y es que con Daniel alcanza su apogeo en el Antiguo Testamento la apocalíptica, un género especialmente desarrollado en los últimos siglos del Antiguo Testamento y primeros del cristianismo. Es también el único libro que nos ha llegado escrito en las tres lenguas bíblicas: hebreo, arameo y griego. Este escrito de consuelo y esperanza para tiempos de crisis nos ofrece la más elaborada muestra de teología de la historia y la primera afirmación explícita de la resurrección de los muertos. 1. Contexto histórico En la Biblia hebrea el libro de Daniel (Dn 1-12) se incluye en su tercera parte, denominada los Otros Escritos, entre el libro de Ester y el de Esdras, lo que representa un primer indicio de su carácter tardío. Las versiones griega y latina lo colocan después de Ezequiel, como el cuarto de los profetas mayores. El libro recibe el nombre de su protagonista, un judío exiliado llamado Daniel (= 'Dios juzga"), que vive en Babilonia bajo el reinado de los últimos reyes del imperio babilónico y los primeros del imperio medo-persa. De este nombre sólo encontramos tres referencias en la Biblia: 1 Cro 3,1 habla de un hijo de David llamado Daniel; Ez 14,14,20 cita a un personaje de la antigüedad, llamado Daniel, famoso por su piedad (junto con Noé y Job) y también por su sabiduría (Ez 28, 3); finalmente Esd 8,2 y Neh 10,7 citan el nombre entre las listas de los repatriados. En la leyenda ugarítica de Aqhat aparece un rey llamado Dnil, con el mismo significado que el nombre hebreo. Sin embargo, no es mencionado por Eclo 48,22-49,10 entre los profetas de Israel. Como Dn 7-12 están redactados en primera persona, se terminó por atribuir toda la obra a este misterioso personaje. Se trata del procedimiento de la pseudonimia, muy frecuente en la literatura apocalíptica, que consiste en poner una obra bajo la autoridad y prestigio de un personaje ilustre del pasado. El profeta Daniel 25

5. Libro del profeta Daniel

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Introducción a los Libros Proféticos del Antiguo Testaento

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El Profeta Daniel

El libro de Daniel constituye una obra única y original en todo el Antiguo Testamento. Aunque en la Biblia griega y en la tradición cristiana ha formado parte de la colección de profetas, no es un libro profético en sentido estricto. Tampoco se puede clasificar entre los demás géneros conocidos (ley, historia, sabiduría). Y es que con Daniel alcanza su apogeo en el Antiguo Testamento la apocalíptica, un género especialmente desarrollado en los últimos siglos del Antiguo Testamento y primeros del cristianismo. Es también el único libro que nos ha llegado escrito en las tres lenguas bíblicas: hebreo, arameo y griego. Este escrito de consuelo y esperanza para tiempos de crisis nos ofrece la más elaborada muestra de teología de la historia y la primera afirmación explícita de la resurrección de los muertos.

1. Contexto histórico

En la Biblia hebrea el libro de Daniel (Dn 1-12) se incluye en su tercera parte, denominada los Otros Escritos, entre el libro de Ester y el de Esdras, lo que representa un primer indicio de su carácter tardío. Las versiones griega y latina lo colocan después de Ezequiel, como el cuarto de los profetas mayores.

El libro recibe el nombre de su protagonista, un judío exiliado llamado Daniel (= 'Dios juzga"), que vive en Babilonia bajo el reinado de los últimos reyes del imperio babilónico y los primeros del imperio medo-persa. De este nombre sólo encontramos tres referencias en la Biblia: 1 Cro 3,1 habla de un hijo de David llamado Daniel; Ez 14,14,20 cita a un personaje de la antigüedad, llamado Daniel, famoso por su piedad (junto con Noé y Job) y también por su sabiduría (Ez 28,3); finalmente Esd 8,2 y Neh 10,7 citan el nombre entre las listas de los repatriados. En la leyenda ugarítica de Aqhat aparece un rey llamado Dnil, con el mismo significado que el nombre hebreo. Sin embargo, no es mencionado por Eclo 48,22-49,10 entre los profetas de Israel. Como Dn 7-12 están redactados en primera persona, se terminó por atribuir toda la obra a este misterioso personaje. Se trata del procedimiento de la pseudonimia, muy frecuente en la literatura apocalíptica, que consiste en poner una obra bajo la autoridad y prestigio de un personaje ilustre del pasado.

Respecto a su época de composición tenemos indicios más concretos. Es cierto que, a primera vista, las abundantes referencias cronológicas del libro apuntan al tiempo del exilio, en concreto al tiempo comprendido entre los reinados de Nabucodonosor y Ciro (Dan 1,1.21 ). Sin embargo, las continuas imprecisiones y confusiones históricas (Baltasar no era hijo de Nabucodonosor, sino de Nabonido; ni fue el último rey de Babilonia -lo fue su padre-; tampoco se conoce a un Darío, rey de los medos, anterior a Ciro) obligan a considerar toda la cronología como un artificio literario. Es éste un procedimiento habitual en la apocalíptica, que aplica los acontecimientos del presente a una situación análoga del pasado. En realidad, el ambiente de enfrentamiento religioso-cultural y de persecución que se advierte en Daniel apunta claramente hacia los años de la dominación seléucida de Antíoco III y Antíoco IV y, más concretamente, a la persecución desencadenada por éste último (descrita en el libro con detalles concretos, aunque disimulados). Por tanto, el libro de Daniel fue escrito, con toda probabilidad, durante la rebelión macabea (167-164 a. C.), para reanimar a los judíos perseguidos, fortalecer su fe y su fidelidad a la ley y alimentar su esperanza.

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2. Características literarias

Corno antes se ha dicho, el libro de Daniel es el único de toda la Biblia que nos ha llegado escrito en las tres lenguas bíblicas: hebreo (Dn 1,1-2,4a), arameo (Dan 2,4b-7,28) y griego (Dan 3,24-90; 13-14). Este dato sugiere un complejo proceso de composición que ha provocado distintas hipótesis. En su redacción final, el libro aparece como un conjunto en el que es posible identificar tres partes, bien diferenciadas entre sí:

I.- LA HISTORIA DE DANIEL (Dan 1-6): Son relatos en tercera persona, que sitúan a Daniel y sus compañeros judíos en la corte babilónica, enfrentados a los sabios y adivinos extranjeros y sometidos, a causa de su fe, a diversas pruebas, de las que sa len vencedores y con un mayor prestigio.

II.- LAS VISIONES DE DANIEL (Dan 7-12): Relatos en primera persona en los que Daniel cuenta sus visiones y ofrece las interpretaciones (obtenidas con la ayuda de seres celestes) que afectan al desenlace de la historia y a los acontecimientos de los "últimos tiempos”.

III.- RELATOS GRIEGOS (Dan 13-14): Se trata de tres nuevos relatos en tercera persona, protagonizados por Daniel, de contenido similar a los de Dan 1-6.

Estas tres partes permiten identificar en el conjunto del libro dos tipos de relatos que reflejan, a su vez, dos géneros literarios: relatos ejemplares de género hagádico (Dan 1-6: 13-14) y revelaciones de género apocalíptico (Dan 7-12).

Las historias sobre Daniel y sus tres compañeros son relatos ejemplares que, a través de las pruebas, enfrentamientos y éxitos de sus protagonistas, pretenden transmitir una enseñanza moral o fortalecer una determinada actitud vital. Estamos, pues, ante un género muy cercano a las "historias ejemplares" de Ester, Judit y Tobías; donde la historia (cronología, personajes históricos) es solamente un recurso literario para encuadrar las enseñanzas transmitidas.

Por el contrario, el género apocalíptico pretende transmitir una revelación (ese es el significado de la palabra griega "apocalipsis") acerca de los acontecimientos que tendrán lugar antes de la decisiva y esperada intervención de Dios cuando venga a instaurar definitivamente su reino al final de los tiempos- Se sirve de visiones y mensajes misteriosos, llenos de elementos simbólicos (animales, números, viajes, colores, eta.), transmitidos por ángeles u otros seres celestes al receptor elegido, generalmente un personaje venerado del pasado. En el Antiguo Testamento, el género tiene su antecedente en las llamadas "escatologías proféticas" (oráculos acerca del "día del Señor", visiones de Ez y Zac y secciones como Is 24-27; 34-35; Zac 13-14). Pero será un género que tendrá notable éxito y difusión, tanto en el Nuevo Testamento como en la literatura apócrifa judía g cristiana.

3. Claves teológicas

Lo dicho a propósito de la época de composición del libro, de su estructura literaria y de sus principales géneros, nos ha proporcionado las claves adecuadas para interpretar el mensaje de Daniel.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que se trata de un mensaje para tiempos de persecución y de crisis. Son momentos en que está en juego la misma identidad religiosa y cultural judía; el ser o no ser de los valores, instituciones, creencias y normas que sustentan la vida del creyente israelita. En tal situación se hace necesario regresar a lo substancial, aferrarse a los fundamentos y, proponer modelos. Se trata, por tanto, de un mensaje apologético, de

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defensa de los valores religiosos fundamentales del judaísmo, como son la primacía de la ley, el monoteísmo yavista opuesto a cualquier forma de idolatría, el recurso a la oración en los momentos comprometidos, la exaltación de la prueba y del martirio... Se trata también de un mensaje polémico: Daniel y sus amigos sobresalen entre los consejeros y sabios babilónicos y persas; la dieta judía produce mejores efectos que los manjares reales; la especial sabiduría de Daniel, recibida (le Dios, llega donde los demás sabios y sus dioses fracasan; el Dios de Israel es el único que puede salvar, como llegan a reconocer los reyes extranjeros. Pero se trata, sobre todo, de un mensaje de consuelo y aliento: no hay que tener miedo a las dificultades, pruebas y persecuciones, pues Dios sigue cuidando y protegiendo a sus fieles y a su pueblo.

En segundo lugar, Daniel ofrece una sólida y bien elaborada interpretación teológica de la historia, en clave apocalíptica. El punto de partida de esta interpretación es la concepción de Dios como Señor de la historia. Esta es producto de su misterioso proyecto y, por tanto, él la dirige en su desarrollo y la conduce hacia su desenlace final. Es verdad que las apariencias parecen desmentir esta convicción: los imperios que se han sucedido en el último tramo de la historia, desde el exilio hasta la dominación seléucida (Dan 2; 7; 8), muestran una degradación progresiva que es fruto del pecado y que hace suponer el triunfo del mal y el fracaso de) proyecto divino. Pero se trata sólo de un paréntesis, un tiempo de espera, previo a la intervención decisiva de Dios que vencerá a las potencias del mal representadas en los imperios crueles e inhumanos, las someterá a juicio y establecerá su reino eterno. El "hoy" del autor (y de sus destinatarios) es el momento del enfrentamiento decisivo, en que se acre cientan las pruebas y persecuciones. Pero es necesario resistir, porque el triunfo está anunciado y garantizado: Dios entregará el poder al pueblo de sus "santos" (=fieles), representado en la imagen del "hijo de hombre". Este título se convertirá, dos siglos más tarde, en mediación privilegiada para expresar la fe de las primeras comunidades cristianas en Jesucristo, el Hijo de hombre que vendrá sobre Ias nubes del cielo (Dan 7,13; véase Mc 14,62, y par.).

Finalmente, y como sucedía en los relatos ejemplares, esta "revelación" apocalíptica contiene un mensaje de consuelo y esperanza. A pesar de sus tonos sombríos y amenazadores, y de sus imágenes catastrofistas, lo que se pretende es provocar una actitud de confianza en la providencia de Dios y en el cumplimiento de las antiguas promesas, y transmitir una visión esperanzada del futuro, En este contexto hay que situar la afirmación neta y explícita (por primera vez en el Antiguo Testamento) de la resurrección de los muertos (Dan 12,2-3). Es verdad que el texto aclara muy poco respecto a las circunstancias de dicha resurrección, pero el hecho supone un claro progreso respecto a textos anteriores (véase Is 26,14-19; 53,10-11; Ez 37; Job 19,25-27) y prepara, junto con 2 Mac 7, la plenitud de la revelación neotestamentaria.

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