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El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 13 Viñas y la crítica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26] ENSAYOS " Diego Peller Universidad de Buenos Aires Señalar la influencia del David Viñas de la revista Contorno (1953-1959) y de sus clá- sicos ensayos Literatura argentina y realidad política (1964) y De Sarmiento a Cortázar (1971) en la crítica literaria y cultural argentina posterior constituye acaso la mayor obviedad en la que es posible incurrir en este terreno 1 . Por un lado, existe una vigorosa corriente histórico-sociológica dentro de la crítica literaria argentina de las últimas décadas que no solo manifiesta con claridad las marcas del ejercicio de una lectura practicada à la Viñas, sino que también se reco- noce abiertamente en esa filiación. La constelación de críticos y ensayistas agrupados a partir de los ‘90 en torno a la revista El ojo mocho, de la cual Horacio González constituye el caso más elocuente, no ha dejado de reconocer en Viñas a uno de sus maestros indiscutidos 2 . Por otra parte, en el campo de la historia de la crítica, Marcela Croce ha constituido a David Viñas y a la revista Contorno no solo en los objetos privilegiados de sus inda- gaciones (Croce 1996; 1999; 2005; 2006) sino también en modelo metodológico y esti- lístico con el que llevar adelante dichas búsquedas; mientras en el terreno de la historia literaria, la impronta de Viñas ha recibido nuevo aliento al relanzarse su proyecto original de una Historia social de la literatura argentina, del que se había publicado un único tomo (Viñas 1989) pero que tras largos años se encuentra ahora en proceso de conclusión 3 . No habría que descuidar tampoco, a la hora de mentar la importancia de Viñas para pensar la crítica argentina posterior, casos como los de Josefina Ludmer y Ricardo Piglia, que si bien no han dedicado al autor de Literatura argentina y realidad política muchas páginas, ni tampoco manifiestan a nivel estilístico una influencia fácilmente reconocible, por cierto dejan leer, al menos en dos puntos nodales de su concepción del ejercicio crítico, una continuidad notable: 1) Una concepción de la crítica que hace de la totalización una pulsión fundamental, una voluntad de lectura totalizante (por momentos deliberadamente cuasi-paranoica) que privilegia la construcción de una potente “máquina de lectura” que permita esta- blecer conexiones inesperadas, aun si para ello es preciso hasta cierto punto forzar los materiales con los que se trabaja, en desmedro de una ética de la lectura que priorizara el respeto a la singularidad irreductible del texto. 1. El presente trabajo, aunque hace referencia de manera ineludible a la revista Contorno, se centra en las relecturas de la producción crítica de David Viñas. Entre los múltiples trabajos sobre la revista Contorno cabe mencionar los de Silvia Sigal (1991), Oscar Terán (1991) y Marcela Croce (1996). Con respecto a la influencia del libro crítico mayor de Viñas (que conoció sucesivas modificaciones y reediciones), Julio Schvartzman – sobre cuyo comentario volveremos más adelante– apunta: “Es difícil exagerar la influencia que Litera- tura argentina y realidad política ha ejercido en la crítica y la academia argentinas y americanas desde su aparición hasta hoy” (1999: 156). 2. El ojo mocho publicó en su tramo inicial una serie de extensas entrevistas en las que puede leerse la deliberada definición de una tra- dición crítica de sesgo ensayístico y político en la que la nueva revista buscaba situarse. (continúa en página 20) 3. El primer tomo de la Historia social de la literatura argentina proyectada por Viñas, Yrigoyen, entre Borges y Arlt 1916-1930, fue pu- blicado por editorial Contrapunto en 1989. El relanzamiento de esta historia, por la editorial Paradiso, aunque acotado al Siglo XX, y sin el calificativo de “social” (el título general es ahora Literatura Argen- tina Siglo XX) retoma y continúa el “espíritu” del proyecto original. (continúa en página 20) Viñas y la crítica. Relecturas y ajustes de cuentas: de Los Libros a Punto de Vista y más allá

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El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 13 MT Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOS"Diego Peller Universidad de Buenos AiresSealar la inuencia del David Vias de la revista Contorno (1953-1959) y de sus cl-sicos ensayos Literatura argentina y realidad poltica (1964) y De Sarmiento a Cortzar (1971) en la crtica literaria y cultural argentina posterior constituye acaso la mayor obviedad en la que es posible incurrir en este terreno1. Por un lado, existe una vigorosa corriente histrico-sociolgica dentro de la crtica literaria argentina de las ltimas dcadas que no solo maniesta con claridad las marcas del ejercicio de una lectura practicada la Vias, sino que tambin se reco-noce abiertamente en esa liacin. La constelacin de crticos y ensayistas agrupados a partir de los 90 en torno a la revista El ojo mocho, de la cual Horacio Gonzlez constituye el caso ms elocuente, no ha dejado de reconocer en Vias a uno de sus maestros indiscutidos2. Por otra parte, en el campo de la historia de la crtica, Marcela Croce ha constituido a David Vias y a la revista Contorno no solo en los objetos privilegiados de sus inda-gaciones (Croce 1996; 1999; 2005; 2006) sino tambin en modelo metodolgico y esti-lstico con el que llevar adelante dichas bsquedas; mientras en el terreno de la historia literaria, la impronta de Vias ha recibido nuevo aliento al relanzarse su proyecto original de una Historia social de la literatura argentina, del que se haba publicado un nico tomo (Vias 1989) pero que tras largos aos se encuentra ahora en proceso de conclusin3. No habra que descuidar tampoco, a la hora de mentar la importancia de Vias para pensar la crtica argentina posterior, casos como los de Josena Ludmer y Ricardo Piglia, que si bien no han dedicado al autor de Literatura argentina y realidad poltica muchas pginas, ni tampoco maniestan a nivel estilstico una inuencia fcilmente reconocible, por cierto dejan leer, al menos en dos puntos nodales de su concepcin del ejercicio crtico, una continuidad notable: 1) Una concepcin de la crtica que hace de la totalizacin una pulsin fundamental, una voluntad de lectura totalizante (por momentos deliberadamente cuasi-paranoica) que privilegia la construccin de una potente mquina de lectura que permita esta-blecer conexiones inesperadas, aun si para ello es preciso hasta cierto punto forzar los materiales con los que se trabaja, en desmedro de una tica de la lectura que priorizara el respeto a la singularidad irreductible del texto.1.El presente trabajo, aunque hace referencia de manera ineludible a la revista Contorno, se centra en las relecturas de la produccin crtica de David Vias. Entre los mltiples trabajos sobre la revista Contorno cabe mencionar los de Silvia Sigal (1991), Oscar Tern (1991) y Marcela Croce (1996). Con respecto a la infuencia del libro crtico mayor de Vias (que conoci sucesivas modifcaciones y reediciones), Julio Schvartzman sobre cuyo comentario volveremos ms adelante apunta: Es difcil exagerar la infuencia que Litera-tura argentina y realidad poltica ha ejercido en la crtica y la academia argentinas y americanas desde su aparicin hasta hoy (1999: 156). 2.El ojo mocho public en su tramo inicial una serie de extensas entrevistas en las que puede leerse la deliberada defnicin de una tra-dicin crtica de sesgo ensaystico y poltico en la que la nueva revista buscaba situarse.(contina en pgina 20) 3.El primer tomo de la Historia social de la literatura argentina proyectada por Vias, Yrigoyen, entre Borges y Arlt 1916-1930, fue pu-blicado por editorial Contrapunto en 1989. El relanzamiento de esta historia, por la editorial Paradiso, aunque acotado al Siglo XX, y sin el califcativo de social (el ttulo general es ahora Literatura Argen-tina Siglo XX) retoma y contina el espritu del proyecto original.(contina en pgina 20) Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas: de Los Libros a Punto de Vista y ms allEl matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 15 14[13-26] Diego Peller2) Una concepcin de la historia (de la literatura y de la cultura) argentina en la cual el eje privilegiado o la metfora mayor4 es la violencia ejercida y simultneamen-te disimulada por aquellos que detentan el poder. Es justamente esta violencia del sistema la que justica, e incluso exige, vuelve necesaria, la violencia develadora y desmiticadora de la mquina de lectura sealada en el punto anterior5. Pero no menos signicativos, a la hora de vericar (para hacer uso de un vocablo al que Vias era particularmente afecto) su inuencia en la crtica de las dcadas pos-teriores, resultan los repetidos ejercicios de lectura que, desde perspectivas ms o menos prximas, pero en todos los casos con algn matiz de disenso, han sido lleva-dos adelante procurando tomar distancia o resignicar su legado. Ajustar cuentas con Vias y Contorno, rendir cuentas con, o ante Vias, parece haberse constituido en una suerte de ritual de iniciacin para la crtica argentina. Especialmente cuando se trata de proyectos colectivos, como es el caso de algunas revistas (el ejemplo ms notorio es Punto de Vista) que, no casualmente en su etapa inicial, se han visto en el trance de tomar posicin con respecto al legado contornista, y tambin es el caso de algunos de los ltimos proyectos de historia literaria que han cobrado forma en nuestro pas6. A continuacin, voy a detenerme especialmente en dos de esas operaciones de relec-tura, o en dos de esos ajustes de cuentas de la crtica argentina con Vias7: el que tuvo lugar en el marco de la revista Los Libros (1969-1976), fundamentalmente aunque no solo bajo la rma de Nicols Rosa, y el que Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano llevaron adelante a comienzos de los ochenta en la ya mencionada Punto de Vista (1978-2008).Modernizacin de la crtica y relectura de Vias en Los LibrosLa revista Los Libros es considerada una publicacin emblemtica de los aos setentas por el singular dramatismo con que se despleg en sus pginas la tensin entre una fuerza modernizadora de renovacin terica y metodolgica (representada por gu-ras como Nicols Rosa, No Jitrik, Josena Ludmer, Germn Garca, Eliseo Vern, Hctor Schmucler, quienes traan las novedades del estructuralismo y post-estructu-ralismo francs) y, por otra parte, una pulsin de creciente radicalizacin poltica, que terminara por imponerse y avasallar toda autonoma relativa de los fenmenos culturales8. Aunque es posible advertir diversos estadios en este periplo, a grandes rasgos se puede reconocer, siguiendo a Jos Luis De Diego, que el nmero 29 (marzo-abril de 1973) marca el punto de inexin y que es posible hablar entonces de una primera etapa, identicable por la presencia de Schmucler en la direccin y el forma-to tabloid, y caracterizada por el rasgo dominante de una revista de crtica de libros []; y de una segunda etapa la del formato reducido, con la presencia de Altamirano, Piglia y Sarlo en la direccin, y caracterizada por una creciente politizacin de sus artculos [] en una lnea de izquierda revolucionaria identicada con el maosmo (De Diego 2003: 86). Con respecto a estas dos etapas, podemos efectuar una consta-tacin llamativa: aunque es posible que, como ha sugerido Marcela Croce, acaso la segunda etapa de Los Libros est ms vinculada con la orientacin nal de Contorno (Croce 2006: 394), lo cierto es que las menciones explcitas a David Vias en la revis-ta (que son regulares, si bien moderadas) tienen lugar todas ellas en el tramo inicial de la publicacin, y se vinculan a discusiones circunspectas al mbito especco de la crtica y la literatura, sus protocolos y sus operaciones de lectura; mientras que en la etapa ms politizada de la revista, las referencias a Vias desaparecen. 4.Hago alusin, como es notorio, a una de las frases ms clebres de Vias: La literatura argentina emerge alrededor de una metfora mayor: la violacin, con la que se inicia su ensayo sobre el Itinerario del escritor argentino, primera parte de De Sarmiento a Cortzar (1971). (contina en pgina 21) 5.Es Jorge Panesi quien ha seala-do la relacin de implicacin mutua entre oposicin al sistema y pulsin sistemtica en la crtica de Ludmer, aunque creo que esta caracteriza-cin puede extenderse, con las pre-cauciones del caso, a la concepcin de la crtica de Ricardo Piglia. (contina en pgina 21) 6.Panesi ha analizado agudamen-te cmo el programa de la Historia crtica de la literatura argentina dirigido por No Jitrik, cuyo primer tomo se public bajo la direccin de Susana Cella (vase Jitrik 1999) se opone y polemiza con la narracin heroica, con la epopeya histrica que erigi Vias, pero tambin cmo, al mismo tiempo e irnicamente, el ataque a Vias, ejecutado con sus propias armas... (contina en pgina 22) 7.Tomo la idea del ajuste de cuentas de Beatriz Sarlo, quien en su ensayo Los dos ojos de Contorno afrma taxativamente que todo Contorno es un ajuste de cuentas (Punto de Vista en ade-lante PdV 13, noviembre 1981: 3). Como se ver ms adelante, dicha caracterizacin de Contorno forma parte, efectivamente, del propio ajuste de cuentas que Punto de Vista y fundamentalmente Sarlo y Altamirano llev adelante en los primeros aos ochentas. 8.Germn Garca, uno de los protagonistas de la experiencia, recuerda en los siguientes trminos este viraje hacia la poltica en sentido pleno: Cuando Los Libros, segn me pareci, dejaba su poltica de mantener la autonoma relativa del campo cultural, decid hacer Literal (Garca 2003: 9).El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 15 14 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOSAunque el autor de Literatura argentina y realidad poltica es mencionado tangencial-mente en otros artculos de la primera etapa de la revista, solo nos detendremos en este trabajo en los tres que le asignan un lugar central: se trata de un artculo rmado por l, y de dos reseas dedicadas exclusivamente a libros de su autora. El artculo de Vias, Sbato y el bonapartismo (Los Libros en adelante LL12, octubre 1970: 6-8), un anticipo de su libro De Sarmiento a Cortzar, se anunciaba en grandes carac-teres desde la tapa y era presentado en los siguientes trminos en la nota editorial: Podran sealarse, sin dudas, otros caminos de aproximacin a la obra de Sbato. Pero el enfoque socio-poltico de David Vias sirve ejemplarmente para cuestionar el proyecto del autor de Sobre Hroes y Tumbas, que alguna vez fue presentado como paradigma de un rea de literatura. (LL 12: 3). Los Libros ya haba publicado, en su nmero inaugural, una lectura sumamente crtica de Sbato9 y ahora volva sobre el mismo autor, que sin dudas constitua un ejemplo emblemtico de una concepcin espiritualizada de la literatura contra la que se levantaba la revista10; aunque, al mismo tiempo, tomaba una cautelosa distancia con respecto al tipo de enfoque socio-pol-tico practicado por Vias.Que se trate de un anticipo de su libro por venir seala una diferencia fundamental con respecto al lugar que luego ocupar Vias en Punto de Vista, donde, como veremos, el nico texto de David Vias ser un viejo artculo de Contorno, publicado a modo de homenaje o conmemoracin al cumplirse 25 aos de la aparicin aquella revista (PdV 4, noviembre 1978).Con respecto a los dos artculos dedicados especcamente a Vias, el primero es la resea Una lectura de Cosas concretas (LL 6, diciembre 1969: 3), en la que Ricardo Piglia, en el marco de un anlisis de impronta estructuralista (Mensajera que circula entre los hombres y transmite fragmentos de la historia, la funcin de Nacha es esencial en la sintaxis del relato, LL 6: 3) formula un elogio ambiguo: el principal mrito de Cosas Concretas, una novela en la cual, pese a lo que su nombre podra sugerir, narrar es la nica actividad que los personajes practican, sera dejar ver una verdad, justamente en su intento desesperado por exorcizarla: que el lenguaje es un simulacro de la accin, un sustituto simblico de la realidad, que la literatura que acta en la legalidad del mercado es el reverso clandestino, silencioso, de la prc-tica revolucionaria. As, la novela no hara otra cosa que narrar la imposibilidad de hacer hablar a la prctica poltica con las palabras de la literatura. Dicho en otros trminos, para Piglia, la novela de Vias, construida enteramente a partir de dilogos y monlogos de los personajes, todos ellos en un tono confesional, crispado por la bsqueda imposible de la sinceridad y de lo concreto, mostrara una verdad por la va negativa de su fracaso: que el reino de las cosas concretas solo se podra alcanzar a travs de la accin poltica (supuestamente no discursiva).En un sentido muy similar avanza el segundo artculo dedicado a Vias (Vias: la evolucin de una crtica, LL 18, abril 1971: 10-14), en principio una resea del libro De Sarmiento a Cortzar, aunque lo cierto es que, tanto en su extensin como en sus alcances, la lectura de Nicols Rosa excede ampliamente los protocolos del gnero resea11. En primer trmino, Rosa caracteriza la produccin de David Vias en el marco del programa contornista: Contornointentensupocaelcumplimientodeunprogramaendonde lateorapolticaylapraxisescrituralaparecansuperpuestas:reflexionar crticamente sobre la literatura argentina como un hecho poltico oponindose ensuinterpretacinalacrticatradicionalideolgicamenteconnotadaporel pensamiento burgus y, al mismo tiempo, a la crtica formalizada ortodoxamente 9.El artculo (Sbato custodio de las letras, Jorge Rivera, LL 1, julio 1969: 4-5) es el primero que publica la revista y adquiere por ello un carcter programtico. El prrafo inicial incluye una metfora ocular en la que es posible advertir una referencia velada al clsico ensayo de Vias sobre los dos ojos del romanticismo.(contina en pgina 22) 10.As lo anunciaba desde la nota editorial de su primer nmero, titulada La creacin de un espa-cio: Los Libros no es una revista literaria, entre otras cosas porque condena la literatura en el papel de ilusionista que tantas veces se le asignara. La revista habla del libro, y la crtica que se propone est destinada a desacralizarlo, a des-truir su imagen de verdad revelada, de perfeccin a-histrica (LL 1: 3). 11.Nicols Rosa haba publicado previamente un trabajo sobre la novelstica de Vias (Sexo y nove-la: David Vias [1969], en Crtica y significacin, 1970) que puede y pide ser ledo como complemen-tario a la lectura de su produccin crtica, como seala el mismo Rosa: La prctica narrativa de Vias puede ser ubicada como un elemento diferencial de oposicin necesario para proceder a la des-cripcin de su crtica (LL 18: 10).(contina en pgina 22) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 17 16[13-26] Diego Pellerpor la izquierda comunista. [] David Vias densifca en ese grupo la preocupacin literariacomounaslidainvariante.[]Ensusprimerosensayosaparecenya lascaractersticasfundamentalesdesuactividadcrtica:lantimarelacinde los fenmenos polticos y la literatura como nexo de causalidad, su preferencia determinada por el programa de su crtica por la visin panormica y longitudinal an en los cortes sincrnicos, y su habilidad para integrar la visin global de los circuitos literarios dentro de los procesos sociales formulando unitariamente una crtica de signifcaciones extraliteraria pero apoyada en un nivel preferencial de los textos (10).A continuacin Rosa sita a Vias dentro de una importante tradicin crtica argen-tina, un gesto en el que se deja leer una preocupacin por la historia de la crtica nacional que sera constante a lo largo de toda su obra12:Eltrabajocrtico(transformador)deDavidViashasidoopacadoalnivel institucionalporsupropiavirulencia.Presentadosiemprecomoviolencia opositora no ha sido ledo nunca en relacin con la historia que lo precede. Su irrupcinnoimplicaruptura,yenestaperspectivaaparecemsbiencomoun continuadorqueinnovaprogresivamente.Enlahistoriadelacrticaargentina podraserincluidodentrodeuncircuitomayorinauguradoporJuanMara Gutierrez, continuado por Rojas y cuyo punto ms bajo encontramos en Martn Garca Mrou (11). Pero Rosa no deja de sealar crticamente lo que, a sus ojos, y en una direccin an-loga a la de la lectura de Piglia, constituye una incongruencia o un punto ciego en el trabajo crtico de Vias: en la necesidad concluyente de determinar lo poltico como contenido especco de la produccin literaria a un nivel puramente temtico, sin precisar claramente qu se entenda por poltico como componente literario y sin efectuar las mediaciones necesarias, Rosa lee una falencia que proviene, no de una concepcin errnea de lo poltico sino de la ausencia de una concepcin de lo literario. Pero en realidad, como el mismo Rosa seala a continuacin, no habra tal ausencia (quin podra tenerla?) sino en todo caso una concepcin ingenua que se alimenta de un mito romntico: que la obra literaria puede ejercer una accin poltica. Sin embargo, agrega Rosa corrigiendo el romanticismo de Vias, la accin poltica es extraliteraria, se inscribe fuera del mbito del signo. Rosa propone enton-ces una lectura de la produccin de Vias en su conjunto, en la cual la crtica queda situada en un lugar tan crucial como incmodo: Entre los dos extremos: la esplen-dente atraccin de la signicacin narrativa y la exigencia totalizadora de la accin poltica, la crtica aparece entonces como un nexo para superar la oposicin: se pre-senta como la encarnacin de lo poltico cuando en realidad es su sustituto (10).13La distancia, o las prevenciones que Los Libros maniesta con respecto a la crtica practicada por Vias no son as tanto polticas como metodolgicas (no se trata de una concepcin errnea de lo poltico sino de la ausencia de una concepcin de lo literario), aunque esas falencias de mtodo (Vias no efectuara las mediaciones necesarias) produzcan efectos polticos en la lectura. Y es justamente en el terreno de la renovacin y el rigor metodolgico donde el sector cienticista de Los Libros (Rosa, Ludmer, Jitrik) habra de jugar su apuesta mayor, como lo haca notar el mismo Rosa, en su primera intervencin en la revista cuando, comentando crticamente la heterogeneidad y los altibajos entre las diversas colaboraciones crticas al volumen colectivo Nueva novela latinoamericana (Lafforgue [comp.] 1969), pona en duda la posibilidad de postular efectivamente la existencia de una nueva crtica en nuestro pas y agregaba, escptico: de buenas intenciones est empedrado el camino hacia el inerno (LL 1, julio 1969: 6)14. Pero entonces, qu buscaban Rosa y Los Libros en Vias? A qu se debe este insistente inters, por parte de una crtica que, en sus 12.Recordemos que Rosa fue el au-tor de los dos nmeros (113-114) de la Historia de la literatura argentina de Captulo (CEAL, 1981) sobre La crtica literaria contempornea, en los que la seccin dedicada a Vias (pp. 374-376) reproduce, con pe-queas modifcaciones, la resea publicada en Los Libros; y tambin el editor del volumen colectivo Po-lticas de la crtica. Historia de la cr-tica literaria en la Argentina (1999). 13.En el trabajo antes citado, Schvartzman recoge esta afrma-cin de Rosa y cita una declaracin de Vias en un reportaje que le realizara Luis Franco para Hoy en la cultura en octubre de 1962, poco despus de la aparicin de Dar la cara, en la que la confusin entre crtica como nexo con la poltica y crtica como sustituto de la poltica resulta notoria: Ser revoluciona-rio en literatura y quedarse ah, slo en ese plano, es darse buena conciencia o hacer carrera literaria. Y no. La coyuntura histrica est exigiendo otros planteos. Y en mi caso se da como un desplazamien-to de acento hacia la actividad poltica concreta. Por eso no voy a escribir ms novelas. Paso al ensayo, al ensayo poltico, a la mi-litancia (Schvartzman 1999: 177). 14.El propio Rosa no habra de escapar a los rigurosos cuestiona-mientos metodolgicos por parte de otra de las colaboradoras de Los Libros: Iris Josefna Ludmer, quien en su resea del libro Crtica y significacin sealaba ciertas falencias conceptuales en el plano de las mediaciones entre niveles de anlisis, algo que Rosa remedara retricamente produciendo una sntesis falsa (es decir, abstracta)... (contina en pgina 22) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 17 16 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOSpostulados de base estructuralistas, psicoanalticos, con pretensiones de cientici-dad se encontraba prcticamente en las antpodas de Vias? Si dudas est nueva crtica, que se quera cientca pero a la vez poltica, no poda dejar de observar, con una admiracin que se deja entrever en los pliegues del comentario que se pretende descriptivo, la fuerza, la energa, la virulencia incluso ingenua15 desplegada en la escritura proteica de Vias. Esa fuerza, si no su mtodo, la nueva crtica la ambi-cionaba para s.Vias en Punto de Vista: una moral para la crtica Entrevistada por Roy Hora y Javier Trmboli para el volumen colectivo Pensar la Argentina (1994), Beatriz Sarlo evocaba en los siguientes trminos la escritura a cua-tro manos, junto con Carlos Altamirano, del ensayo La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideolgicos, publicado por primera vez en la revista Hispamrica en 1980, y luego compilado en el libro Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia (1983): El trabajo nuestro polemiza con alguien sin decirlo. No s si Altamirano coincidir conmigo en recordarlo de este modo. Polemizbamos con David Vias. Era, por una parte, un trabajo de aplicacin disciplinada de Bourdieu a un caso de historia cultural argentina. Por otra parte, era un trabajo sobre un perodo fundamental para ver la constitucin de las ideologas nacionalistas. Pero haba una polmica que nosotros vacilbamos en hacer explcita porque todava estbamos bajo la dictadura,yDavidestabaexiliado.Muysintticamente:Davidpensaba,porlo menos as lo haba escrito en Literatura argentina y realidad poltica, que no hay profesionalizacin intelectual en tanto no se deje de ser gentilhombre y en tanto noseganeefectivamenteeldineroenelmercadosimblico.Lahiptesisde nuestro trabajo era que haba profesionalizacin, independientemente de dnde se saquen los recursos para la subsistencia cotidiana de los escritores; y que la ideadegentilhombre,sibienpuedeentrarencolisinconlaideadelescritor profesional,enlaArgentinaatraviesaunperododetrnsitoydearticulacin mutua. Recuerdo que Carlos y yo nos preguntamos si ponamos o no la cita con la cual el trabajo polemiza y dijimos no. En la poca de la dictadura, ms bien lo que queramos era homenajear a David, a aqul que haba abierto el problema (175). En otra entrevista, en este caso para un libro sobre la historia del Centro Editor de Amrica Latina, Carlos Altamirano recuerda as la Encuesta a la literatura argentina contempornea que, tambin en los inicios de los ochenta, y nuevamente en colabora-cin con Beatriz Sarlo, llevaron adelante para la editorial dirigida por el mtico Boris Spivacow16:LaencuestafuemsomenospensadaapartirdelostemasdeBourdieu,con elqueestbamosmuyenganchados:cmocuentaelescritordedndeviene, susantecedentes,siseinscribeenalgunatradicin[].Unadelascosasque notbamos y queramos de alguna manera probar o chequear, era el hecho de que pocos escritores y crticos hacan referencia a antecedentes argentinos. Beatriz [Sarlo]yyoreivindicbamosunaciertagenealogaque,enaquellapoca,era Contorno.Esdecir,nospreguntbamosporquhablbamoscomosiantesde nosotros no hubiera habido nadie, cuando en realidad habamos aprendido, por ejemplo, de la gente de Contorno. Ah hay una serie de hechos que en esos aos, por el 81 y 82, estn conectados: esta encuesta, una entrevista que le hacemos a David Vias sobre Contorno, y el grupo de Punto de Vista. Unos aos despus Beatriz escribe un ensayo: Los dos ojos de Contorno. [] Y en la recopilacin 15.Acaso su fuerza derivaba de su ingenuidad? Una cuestin que inquietaba a Nicols Rosa: Una de las caractersticas ms visibles de Vias escritor [pero que Rosa podra extender fcilmente a Vias crtico] pareciera ser su fe absoluta en las palabras: un realismo inge-nuo? un propio, valiente y comba-tivo riesgo asumido? Es probable que comprenda un compromiso ideolgico cuya confabilidad debe asegurarse sobre bases slidas. Si Vias dudara de la efcacia de la literatura no escribira. O escribi-ra para manifestar precisamente esa inefcacia? (Rosa 1970: 56).16.En la Encuesta a la literatura argentina contempornea (1982) realizada por Sarlo y Altamirano, Vias ocupaba un lugar destacado, cerrando la nmina de los entrevis-tados (pp. 499-503), lo que volva a situarlo esta vez literalmente en las antpodas de Ernesto Sbato, quien inauguraba la serie (pp. 3-9). El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 19 18[13-26] Diego Pellerque hicimos en Ensayos argentinos, en el prlogo que escrib, destaco que estamos endeudados con David Vias, con Adolfo Prieto Eso era romper con la idea de la gente que slo piensa a partir de Roland Barthes, a partir de Sartre, etc. (Bueno y Taroncher 2006: 319-321). Los recuerdos son coincidentes y dan cuenta, o demarcan tentativamente, el territo-rio en el que se despleg una operacin crtica con un alto grado de autoconciencia programtica: desde las pginas de Punto de Vista, y tambin desde las de algunos libros publicados en esos aos, Sarlo y Altamirano postulan un modo especco de pensar y practicar la crtica literaria entendida fundamentalmente como sociologa de la literatura, y en esa operacin algunos nombres cumplen una funcin clave: por un lado Pierre Bourdieu y Raymond Williams son los autores faro (casi se podra decir los fetiches tericos) de esta operacin terico-crtica. Pero tambin David Vias apa-rece como una mencin recurrente en ambas evocaciones; sin dudas una gura y un nombre que representaban para Sarlo, Altamirano, y Punto de Vista en su conjunto, un legado con respecto al cual se encontraban en una situacin mucho ms ambivalente que frente a Williams o Bourdieu. Ambivalencia de un legado en relacin al cual Sarlo y Altamirano buscan inscribir su proyecto terico-crtico (para as aanzarlo en una tradicin crtica nacional, en tiempos de disolucin) pero del cual al mismo tiempo buscan diferenciarse (ambivalencia expresada con claridad en la evocacin de Sarlo: polemizar con David Vias / homenajear a David). Como ha sealado De Diego (2003: 149-150), Punto de Vista reconoci tempranamente el magisterio de Vias y de Contorno; pero, qu programa de Contorno es el que se retoma en Punto de Vista?Ya en uno de sus nmeros iniciales, y en circunstancias particularmente adversas, Punto de Vista (4, noviembre 1978) conmemoraba los 25 aos del primer nmero de la revista Contorno, publicando a modo de homenaje sendos artculos de los hermanos David e Ismael Vias, sobre Roberto Arlt y Manuel Glvez respectivamente, y pun-tualizaba en relacin a estos textos: Hoy mantienen no slo un carcter documental o arqueolgico: por el contrario, la validez del programa de Contorno respecto de la revisin crtica del pensamiento, la literatura y la poltica nacionales, si bien ha tenido, en el campo de la cultura, continuadores escasos, sigue vigente (7). Como resultara evidente con el correr de los nmeros de la revista, era justamente Punto de Vista el colectivo que se auto-asignaba el papel de continuador, heredero, y garanta de la vigencia y validez de ese programa. Ahora bien, si por un lado los continuadores eran escasos y por lo tanto la referencia a Contorno como anteceden-te apuntaba a inscribir el proyecto de revisin crtica iniciado en esos aos por Punto de Vista en una genealoga ms o menos prestigiosa, con no menos nfasis la revista se propona someter a revisin crtica ese mismo legado. La expresin no slo un carcter documental o arqueolgico, con toda la ambigedad que encierra, resulta elocuente en este sentido17, porque lo cierto es que, para Punto de Vista, la herencia contornista tiene un valor fundamentalmente indicial (es en ese sentido que la crtica debe desplegar su trabajo) pero en cuanto se enfoca ms el lente y se entra en cuestiones de detalle y de procedimientos, el valor es indicial y negativo (la crtica debe operar en ese sentido, pero no debe hacerlo de esa forma). Punto de Vista volvera a ocuparse de David Vias y de Contorno asignndoles un lugar central en dos ocasiones ms, ambas dentro de un momento de reposicionamiento particularmente importante para la historia de la revista: el del nal de la ltima dictadura militar y los inicios del perodo de transicin democrtica18. As, en el nmero 13 (noviembre 1981: 3-8) se publica el ensayo de Beatriz Sarlo Los dos ojos de Contorno que funciona como introduccin a un reportaje a David Vias (Nosotros y ellos. David Vias habla sobre Contorno, 9-12) realizado por Sarlo y Altamirano; mientrasqueenelnmero15(agosto1982:21-22)sepublicaunaresea, 17.Ismael Vias, muchos aos despus, evoca as el episodio: Recuerdo la impresin que me hizo leer, en el exilio, una resea sobre Contorno en la revista de Beatriz Sarlo y Altamirano. Lejos de la Argentina y de lo que all ocurra, me dio la sensacin de que estuviramos muertos y de que el artculo se refriera a escritores del pasado. Una sensacin extraa. Despus me fui acostumbran-do (Ismael Vias 2007: V).18.Sobre el lugar de Punto de Vista en el campo intelectual argentino durante el periodo de la transicin entre la ltima dictadura militar y el retorno del sistema democrtico, resulta de lectura imprescindible el trabajo de Roxana Patio (1997). (contina en pgina 23) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 19 18 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOSnuevamente de Sarlo, con motivo de la publicacin en un tomo de Literatura argenti-na y realidad poltica por el Centro Editor de Amrica Latina.19 Es probable que el ensayo sobre Los dos ojos de Contorno haya sido ms recordado y citado que esta resea, titulada signicativamente La moral de la crtica20, sin embargo, es all donde puede apreciarse ms claramente cul es esa cualidad intelectual y moral por la que Sarlo y Punto de Vista se reconocen en Vias y, fundamentalmente, contra quines lo hacen: Viastrabajaconalgunascertezasqueseraaconsejablenoperderdevista, despus del embate a que fueron sometidas en los aos dorados del formalismo: en primer lugar, que en la trama social se cruzan los discursos literarios con los de la ideologa y, eventualmente, con las formas ms explcitas de lo poltico []. En segundo lugar, que las estrategias propiamente literarias, elecciones dentro del sistema de la literatura, tienen una verdad social. [] Si hay algo indiscutible en estos ensayos inteligentes y, en ocasiones, arbitrarios, es que hablan de lo que realmente importa. Tomemos la literatura en serio, parecen decir. Y si esto provoc resistencias cuando se publicaron, es probable que hoy resulte ms escandaloso. PeronoesposibledescartarlosconungestoounaboutadedelaTeora[]. Porque, en defnitiva, para Vias, como para los hombres de Contorno, la crtica tieneunafuncin.Estafrmula,desprestigiadaenlosltimosaostantoenel espacio del cientifcismo o el formalismo ms estrecho (lo cual es comprensible) como en los crculos de izquierda, debera revisarse (PdV 15: 21-22; subrayado en el original).Frente a las boutades de la Teora, entonces, una concepcin seria y responsable de la crtica, que conlleva una revisin del arsenal terico de los aos dorados forma-listas: lingstica, semiologa y antropologa estructuralista, psicoanlisis lacaniano, lectura althusseriana de Marx; es decir, un conjunto terico que, irnicamente, haba sido introducido en la crtica argentina por Los Libros. Y es cierto que en la batalla de Punto de Vista contra los reduccionismos21 de ese afrancesamiento terico, o de ese teoricismo afrancesado, Vias resultar una carta fundamental; aunque no lo es menos que luego, o paralelamente, y con respecto a las arbitrariedades o los reduccionismos que Punto de Vista encontrar en la historia de la literatura argentina postulada por Vias, el antdoto ir a buscarlo nuevamente afuera, en aquellos a quienes pronto habra de erigir en nuevos paladines de la Teora: Raymond Williams, Richard Hoggart, Pierre Bourdieu.As, aunque en direcciones diferentes e incluso por momentos opuestas tanto Los Libros como Punto de Vista se propusieron en sus inicios corregir ciertos excesos, arbitrariedades o ingenuidades metodolgicas de Vias, aunque al mismo tiempo, y casi en el mismo gesto, procuraron hacer suya su potencia, sin estar muy seguros de hasta qu punto ambos aspectos de su crtica no resultaban consustanciales.2219.Puede afrmarse que, a partir de este momento, y coincidiendo con la nueva etapa de la revista que se inicia con la primavera democrtica alfonsinista, Punto de Vista pierde inters por Vias y por Contorno, como si ya hubiera terminado de ajustar cuentas con ese legado, o como si ya no le interesara demasiado volver sobre una herencia que, ahora s, se le presentaba como fundamental-mente arqueolgica.(contina en pgina 23) 20.Los dos ojos de Contorno ha sido recopilado en Escritos sobre literatura argentina (Sarlo 2007), no as La moral de la crtica. 21.Es Patio quien utiliza el trmino cuando seala que, en la puesta al da del arsenal terico que lleva adelante Punto de Vista en ese momento, la bsqueda se encamina hacia teoras princi-palmente no reductivistas, que mantengan la amplitud sufciente para posibilitar cruces inditos pero signifcativos, con conceptos que puedan ser tericamente esti-mulantes ms que encasillantes. La revista postula expresamente esta alternativa cuando introduce en Argentina a dos crticos ingleses: Raymond Williams y Richard Hoggart (11). Sobre esta operacin de importacin terica llevada a cabo por Punto de Vista puede con-sultarse tambin Dalmaroni 1998.22.No podr dedicarle mayor atencin por razones de espacio, pero me interesa dejar apuntada la ocurrencia de una nueva operacin de ajuste de cuentas con Vias, nuevamente en el tramo inicial de una revista contempornea que, en cierta medida, retoma, resignif-cndolo, el legado crtico de Punto de Vista... (contina en pgina 24) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 21 20[13-26] Diego Peller#Notas2.El ojo mocho public en su tramo inicial una serie de extensas entrevistas en las que puede leerse la deliberada defnicin de una tradicin crtica de sesgo ensaystico y poltico en la que la nueva revista buscaba situarse. As, en el nmero 1 (verano de 1991) y bajo el ttulo general Fracasaron las ciencias socia-les?, los entrevistados fueron Juan Carlos Portantiero, Alcira Argumedo, Oscar Landi y Emilio de pola. En el nmero 2 (invierno de 1992), bajo la pregunta-consigna Se acab la crtica cultural?, se entrevistaba a David Vias y a Hctor Schmucler. En el nmero 3 (otoo de 1993; Qu significa discutir?) fue el turno de Len Rozitchner; en el 4 (otoo de 1994; Se puede salvar la teora?) son entrevistados De pola y Josefna Ludmer; mientras en el 5 (primavera de 1994; A qu llamamos poltica?) Germn Garca y Jacques Derrida. Aos despus, en una entrevista realizada por Rocco Carbone y Jorge Quiroga en 2007, Horacio Gonzlez volva a sealar la importancia que las fguras mentoras de Rozitchner y Vias haban tenido en el programa inicial de El ojo mocho (Carbone y Quiroga 2010: 193). Recordemos, por ltimo, que Horacio Gonzlez, a poco tiempo de asumir su gestin como Director de la Biblioteca Nacional en 2005, inaugura la coleccin Reediciones y Antologas con la edicin facsimilar de la revista Contorno (2007); coleccin en la que en 2011 se publica el nmero especial 420-421 (julio-agosto de 1981) de la revista francesa Les Temps Modernes, titulado Argentina entre Populismo y Militarismo y coordinado por David Vias y Csar Fernndez Moreno. Pero la maestra de Vias no es menos notoria en otros ensayistas y crticos vinculados a El ojo mocho, entre otros Mara Pa Lpez (quien public, en colaboracin con Guillermo Korn, el libro Sbato o la moral de los argentinos, 1997, en la coleccin Armas de la crtica) o Amrico Cristfalo (Punta del Este. La poltica excluyente, 1996, en la misma coleccin). (En pgina 13)3.El primer tomo de la Historia social de la literatura argentina proyectada por Vias, Yrigoyen, entre Borges y Arlt 1916-1930, fue publicado por editorial Con-trapunto en 1989. El relanzamiento de esta historia, por la editorial Paradiso, aunque acotado al Siglo XX, y sin el califcativo de social (el ttulo general es ahora Literatura Argentina Siglo XX) retoma y contina el espritu del proyecto original. Se ha reeditado Yrigoyen entre Borges y Arlt (Paradiso, 2006) y se han publicado algunos de los tomos restantes (La dcada infame y los escritores suicidas, 2007; El peronismo clsico. Descamisados, gorilas y contreras, 2007; De Alfonsn al menemato, 2010).Hago alusin, como es notorio, a una de las frases ms clebres de Vias: La literatura argentina emerge alrededor de una met-fora mayor: la violacin, con la que se inicia su ensayo sobre el Itinerario del escritor argentino, primera parte de De Sarmiento a Cortzar (1971). Uno de los libros de Piglia donde este sesgo viesco resulta ms evidente, es la coleccin de breves textos crticos que introducen versiones grfcas de algunos relatos de la literatura argentina agrupados bajo en ttulo La Argentina en pedazos (1993). All, ya desde el ttulo pero tambin recorriendo todos los ensayos, la violencia es el eje privilegiado. David Vias es uno de los autores incluidos en la serie (con su novela Los dueos de la tierra) y Piglia comenta: Uno de los ejes de la obra de Vias es la indagacin sobre las formas de la violencia oligrquica. [U]na especie de historia imaginaria del poder en la Argentina (1993: 20). Sin embargo Piglia no hace ninguna referencia al hecho de que este eje que l seala en la obra de Vias es tambin el que articula su propio proyecto, al menos en este libro. Con respecto a la persistencia de esta metfora mayor en la obra de Ludmer, sealo un detalle elocuente: aunque en el Index de El El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 21 20 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOScuerpo del delito (1999) no fgura ninguna entrada correspondiente a Vias, David, las entradas correspondientes a violencia son veinticinco. Posterior-mente, en una declaracin publicada con motivo del fallecimiento del crtico y escritor, Ludmer evoc as al maestro: Vias fue mi maestro y me considero con orgullo una de sus discpulas ms antiguas. En los aos 60 viajaba todos los viernes a Rosario para fascinarnos con sus clases de literatura argentina. No slo porque era un actor consumado que performanceaba el saber se agachaba para hacer de nios y criados favoritos, corra al rincn para viajar a Europa, sino porque fue la primera vez que pude ver funcionar, en sus clases y despus en sus escritos que devor y copi, una mquina de lectura: una articulacin perfecta entre cierta literatura, cierta ideologa, cierta poltica y cierta lengua. Con esa mquina poda explicarlo todo y el mundo se haca visible (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-21028-2011-03-12.html). (En pgina 13)4.Hago alusin, como es notorio, a una de las frases ms clebres de Vias: La literatura argentina emerge alrededor de una metfora mayor: la violacin, con la que se inicia su ensayo sobre el Itinerario del escritor argentino, primera parte de De Sarmiento a Cortzar (1971). Uno de los libros de Piglia donde este sesgo viesco resulta ms evidente, es la coleccin de breves textos crticos que introducen versiones grfcas de algunos relatos de la literatura argentina agrupados bajo en ttulo La Argentina en pedazos (1993). All, ya desde el ttulo pero tambin recorriendo todos los ensayos, la violencia es el eje privilegia-do. David Vias es uno de los autores incluidos en la serie (con su novela Los dueos de la tierra) y Piglia comenta: Uno de los ejes de la obra de Vias es la indagacin sobre las formas de la violencia oligrquica. [U]na especie de historia imaginaria del poder en la Argentina (1993: 20). Sin embargo Piglia no hace ninguna referencia al hecho de que este eje que l seala en la obra de Vias es tambin el que articula su propio proyecto, al menos en este libro. Con respecto a la persistencia de esta metfora mayor en la obra de Ludmer, sealo un detalle elocuente: aunque en el Index de El cuerpo del delito (1999) no fgura ninguna entrada correspondiente a Vias, David, las entradas corres-pondientes a violencia son veinticinco. Posteriormente, en una declaracin publicada con motivo del fallecimiento del crtico y escritor, Ludmer evoc as al maestro: Vias fue mi maestro y me considero con orgullo una de sus dis-cpulas ms antiguas. En los aos 60 viajaba todos los viernes a Rosario para fascinarnos con sus clases de literatura argentina. No slo porque era un actor consumado que performanceaba el saber se agachaba para hacer de nios y criados favoritos, corra al rincn para viajar a Europa, sino porque fue la primera vez que pude ver funcionar, en sus clases y despus en sus escritos que devor y copi, una mquina de lectura: una articulacin perfecta entre cierta literatura, cierta ideologa, cierta poltica y cierta lengua. Con esa mquina poda explicarlo todo y el mundo se haca visible (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-21028-2011-03-12.html). (En pgina 14)5.Es Jorge Panesi quien ha sealado la relacin de implicacin mutua entre oposi-cin al sistema y pulsin sistemtica en la crtica de Ludmer, aunque creo que esta caracterizacin puede extenderse, con las precauciones del caso, a la concep-cin de la crtica de Ricardo Piglia. Cito a Panesi: si hemos dicho que el afn sistemtico le era esencial a este discurso crtico [se refere puntualmente a El cuerpo del delito], cmo conciliar el sistema que est en la base metodolgica con la actitud antisistemtica, con la reivindicacin antiestatal? Sencillamente: la operacin sistemtica es utilizada como un arma frente al Estado-sistema. [] La construccin del sistema constituye la fuerza libidinal ms intensa que despliega Ludmer en su trabajo; el sistema, como una cuadrcula, produce El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 23 22[13-26] Diego Pellerla aparicin inesperada de las acciones, fguras y desplazamientos desesta-bilizadores. Es este aparato montado por la crtica el que permite detectar lo imperceptible de estas fuerzas emergentes (Panesi 1998: 20). (En pgina 14)6.Panesi ha analizado agudamente cmo el programa de la Historia crtica de la literatura argentina dirigido por No Jitrik, cuyo primer tomo se public bajo la direccin de Susana Cella (vase Jitrik 1999) se opone y polemiza con la narracin heroica, con la epopeya histrica que erigi Vias, pero tambin cmo, al mismo tiempo e irnicamente, el ataque a Vias, ejecutado con sus propias armas Panesi se refere al ensayo de Julio Schvartzman David Vias: la crtica como epopeya, incluido en dicha Historia crtica, reinstala con un chirrido aquello mismo que se pretenda desterrar (Panesi 1999; vase tambin Panesi 2000). El mismo autor ha destacado en otro trabajo (2006) la impronta o el peso del pathos histrico de Vias y de Contorno en la Breve historia de la literatura argentina de Martn Prieto. (En pgina 14)9.El artculo (Sbato custodio de las letras, Jorge Rivera, LL 1, julio 1969: 4-5) es el primero que publica la revista y adquiere por ello un carcter programtico. El prrafo inicial incluye una metfora ocular en la que es posible advertir una referencia velada al clsico ensayo de Vias sobre los dos ojos del romanticismo. Dice Rivera: Pocos escritores argentinos han profundizado con tanta conviccin como Sbato la idea de la literatura como zona sagrada, como recinto problem-tico pero a la vez como fuente de un saber de salvacin que debe ser asumido ritualmente por sus ofciantes. Pocos, igualmente, son quienes testimonian con tan expresiva claridad los confictos y desgarramientos de esa inteligencia tribu-taria, que se ha estructurado, entre otras, a partir de las sofsticadas instancias culturales promovidas por la revista Sur, y que tiende un ojo vido (tambin absorto) sobre los avatares del espritu europeo, que es asumido irrestrictamente como sntesis de lo ecumnico (LL 1: 4). (En pgina 15)11. Nicols Rosa haba publicado previamente un trabajo sobre la novelstica de Vias (Sexo y novela: David Vias [1969], en Crtica y significacin, 1970) que puede y pide ser ledo como complementario a la lectura de su produccin crtica, como seala el mismo Rosa: La prctica narrativa de Vias puede ser ubicada como un elemento diferencial de oposicin necesario para proceder a la descripcin de su crtica (LL 18: 10). Rosa detectaba en la novelstica de Vias una dimensin de ingenuidad romntica (Vias ha sostenido que el acto de escribir es dejar salir todo lo que uno tiene adentro [] equivaliendo literalmente el acto de la escritura a un vmito [] una fe absoluta en el acto escriturario que detenta inslitamente poderes extraos y convincentes [70; subrayado en el original]) que luego reencontrara en su crtica. (En pgina 15) 14. El propio Rosa no habra de escapar a los rigurosos cuestionamientos metodol-gicos por parte de otra de las colaboradoras de Los Libros: Iris Josefna Ludmer, quien en su resea del libro Crtica y significacin sealaba ciertas falencias con-ceptuales en el plano de las mediaciones entre niveles de anlisis, algo que Rosa remedara retricamente produciendo una sntesis falsa (es decir, abstracta): Los desaciertos de Crtica y significacin estn ubicados fundamentalmente en el artculo sobre Vias y pueden reducirse a fallas en la funcin sinttica de su aparato crtico (los aciertos se ubicaban en la funcin analtica). Rosa introduce un salto desde las representaciones analizadas (concretas y bien delimitadas) a juicios fnales y totales sin explicitar sufcientemente las relaciones interme-dias; en el ensayo sobre Vias, Rosa concluye con una signifcacin general de su escritura, con un juicio de tipo ideolgico, que afecta a la totalidad de lo escrito por Vias y all, metodolgicamente, comente un error []. De modo El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 23 22 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOSque el paso a las sntesis (en el plano de las metodologas o en el plano de los vnculos entre parte y totalidad) es el paso ms dbil de la crtica de Rosa, el que implicara un riesgo de crtica abstracta; un dato que quizs colabore a la idea de sntesis falsa es su barroquismo verbal: muchas veces encontramos, en prrafos de Crtica y significacin, series lingsticas alusivas, en las que resuenan trminos de las ms variadas disciplinas, cada uno con su carga y su tradicin especfca. La crtica es sobre todo creacin de un lenguaje, y ese lenguaje, segn mi opinin, debe acercarse lo ms posible a la denotacin (La literatura abierta al rigor, LL 9, julio 1970: 5). (En pgina 16)18. Sobre el lugar de Punto de Vista en el campo intelectual argentino durante el periodo de la transicin entre la ltima dictadura militar y el retorno del siste-ma democrtico, resulta de lectura imprescindible el trabajo de Roxana Patio (1997). Patio distingue entre una primera etapa de Punto de Vista, que va desde su nmero inicial en marzo de 1978 cuando Sarlo y Altamirano, hasta haca muy poco directores de Los Libros, deciden emprender este nuevo proyecto de crtica cultural hasta su nmero 11 en marzo de 1981. El ao 1981 marca el fn de esta primera etapa y, coincidiendo con el afojamiento progresivo de la censura, el inicio de una segunda etapa que se abre con el nmero 12 (julio-octubre 1981) en el que, seala Patio, por primera vez la revista publica un editorial, en el que no est ausente la mencin a Contorno: Existe una tradicin argentina que los que hacemos Punto de Vista reconocemos: una lnea crtica, de refexin social, cultural y poltica que pasa por la generacin del 37, por Jos Hernndez, por Martnez Estrada, por FORJA, por el grupo Contorno. Descubrimos all no una problemtica identidad de contenidos, sino ms bien una cualidad intelectual y moral. (En pgina 18)19. Puede afrmarse que, a partir de este momento, y coincidiendo con la nueva etapa de la revista que se inicia con la primavera democrtica alfonsinis-ta, Punto de Vista pierde inters por Vias y por Contorno, como si ya hubiera terminado de ajustar cuentas con ese legado, o como si ya no le interesara demasiado volver sobre una herencia que, ahora s, se le presentaba como fundamentalmente arqueolgica. Resulta sintomtica en este sentido la breve resea de apenas media pgina (dentro de la seccin Mnima, hacia el fnal de la revista, mientras todos los artculos antes mencionados haban ocupado varias de las pginas iniciales de la revista, y haban llevado las frmas de dos de sus fguras centrales) que Punto de Vista le concede, casi por compromiso, a Indios, ejrcito y frontera (1983), y frmada por una fgura ajena al ncleo duro de la revista como es Carlos Mangone. La resea, si bien elogiosa, es bastante tibia y no parece demasiado interesada en sealar en el caso de que las hubiera innovaciones, giros o singularidades de este nuevo libro de David Vias respecto de los anteriores, sino que comienza, casi como una letana, recordando lo ya sabido y repetido mil veces: El proyecto de la revista Contorno (1953-59) inclua la relectura de la literatura argentina, considerando a la serie histrica no como un simple encuadre de referencia, sino como espacio productor de materiales e ideologa estticas y sociales para luego apuntar simplemente que en ese marco podra inscribirse Indios, ejrcito y frontera (PdV 18, agosto 1983: 56). Testimonio del progresivo alejamiento y desinters hacia la produccin poste-rior de Vias experimentado por la directora de Punto de Vista es la siguiente declaracin, que forma parte del reportaje antes citado: Como ha quedado muy claro a lo largo de esta conversacin, de ellos [David Vias y Len Rozitchner] he aprendido mucho sobre todo de David, pero hoy rechazan la posibilidad de revisar las certezas con las que trabajaron durante las dos primeras dcadas de su vida intelectual. No pueden hacerlo, no estn dispuestos a hacerlo, por las razones que sean (Hora y Trmboli 186). (En pgina 19) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 25 24[13-26] Diego Peller22. No podr dedicarle mayor atencin por razones de espacio, pero me interesa dejar apuntada la ocurrencia de una nueva operacin de ajuste de cuentas con Vias, nuevamente en el tramo inicial de una revista contempornea que, en cierta medida, retoma, resignifcndolo, el legado crtico de Punto de Vista: me refero a una alusin lateral pero signifcativa a la concepcin polmica de la crtica en Vias, tal como tiene lugar en un ensayo que Graciela Speranza una de las directoras de la revista public en Otra Parte (nmero 5, otoo de 2005: 30-35). El ensayo es, en principio, un comentario sobre la publicacin en traduccin argentina del seminario Lo neutro. Tras exponer las principales ideas desarrolladas por Roland Barthes en su seminario, el artculo las utiliza como un lente y sealo al pasar este nuevo episodio de estrabismo terico desde el que observar de manera distanciada y crtica ciertas constantes que defniran a la cultura argentina: Entre nosotros, desde El matadero, el conficto tiene buena prensa y el derecho a no confrontar, no elegir, abstenerse de la polmica, es entendido como impotencia vergonzante o, en el mejor de los casos, como renuencia conciliadora femenina. As, para el denuncialismo viril que cree que elegir es eliminar al resto, destruirlo, lo neutro es sinnimo de impotencia, fracaso, escndalo. Ahora bien, qu sucede con esta pasin Argentina por el conficto en el terreno especfco de la crtica? Speranza recuerda la publicacin de un volumen antolgico titulado Los mejores cuentos argentinos, producto de una votacin en la que particip un reducido nmero de escritores y crticos, y recuerda al respecto que un periodista de izquierda se alegr en esos das con la victoria en los cmputos de Rodolfo Walsh por sobre Jorge Luis Borges, para agregar luego (y aqu viene la alusin transparente a Vias): no hace mucho, otro gran escritor y gran crtico volvi al ruedo con un eco de aquella justa: Si me apuran, Walsh es mejor que Borges. Con respecto a esta declaracin de Vias, Speranza se pregunta: Pero, quin querra apurarlo? Para qu apu-rarse? Apurar a alguien, precisamente, o dejarse apurar, son expresiones muy nuestras, enemigas de lo Neutro. La declaracin de Vias a la que se refere Speranza se encuentra en una entrevista publicada en la revista del 26/06/2004, y puede consultarse en: http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2004/06/26/u-783533.htm. (En pgina 19) El matadero /8 (2014) ISSN 0329-9546 25 24 Vias y la crtica. Relecturas y ajustes de cuentas [13-26]ENSAYOS#Bibliografa Altamirano, Carlos y Sarlo, Beatriz (1982). Encuesta a la literatura argentina con-tempornea. Buenos Aires: CEAL. (1997 [1983]). Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia. Buenos Aires: Ariel. Barthes, Roland. Lo neutro. Buenos Aires: Siglo XXI, 2004. Bueno, Mnica, y Taroncher, Miguel ngel (coordinadores) (2006). Centro Edi-tor de Amrica Latina. Captulos para una historia. Buenos Aires: Siglo XXI. Carbone, Rocco y Quiroga, Jorge (2010). De pugilismo y largavistas. Entrevista a Horacio Gonzlez. VIAS, David (Director), CARBONE, Rocco y OJEDA, Ana (compiladores).LiteraturaargentinaSigloXX.DeAlfonsnalmenemato(1983-2001). Buenos Aires: Paradiso. 192-203. Croce,Marcela(1996).Contorno.Izquierdayproyectocultural.BuenosAires: Colihue. 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