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1 El encuentro de Lacan con Lévi-Strauss: del poder de la imagen a la eficacia del símbolo * Alejandro Dagfal Resumen: Este trabajo aborda algunas de las concepciones lacanianas del sujeto previas al “giro estructuralista”, ligadas a la fenomenología existencial y a la pregnancia de la imagen. Luego se detiene en algunos textos de Lévi-Strauss (fechados entre 1945 y 1950) para mostrar su impacto en el Lacan de 1951-1957, quien iba a poner de relieve el orden simbólico y la primacía del significante sobre la imagen. Finalmente, este trabajo diferencia lo que Lacan toma de Lévi-Strauss de lo que su concepción del sujeto del inconsciente debe a otras fuentes filosóficas. Palabras clave: Lacan – Lévi-Strauss – psicoanálisis – sujeto – estructura Abstract: This paper deals with some of Lacan’s conceptions about subjectivity, which, related to the existential phenomenology and the power of the image, were previous to his “structuralist turn”. It also studies some of Lévi-Strauss writings (from 1945 to 1959) to show their impact in Lacan’s works between 1951 and 1957, that underline the importance of the symbolic order and the primacy of the significant over the image. Finally, this work makes the difference between Lévi-Strauss’ influence in Lacan’s “unconscious subject” and other philosophical sources. Key-words: Lacan – Lévi-Strauss – psychoanalysis – subject – structure Alejandro Dagfal es historiador de la psicología y el psicoanálisis. Ha escrito numerosos trabajos sobre la materia en inglés, francés y castellano. Es licenciado en psicología (UNLP), doctor en historia (París VII), profesor de Historia de la Psicología (UBA) e investigador (CONICET). Actualmente prepara la publicación de un libro intitulado Entre París y Buenos Aires. Para una historia del psicólogo en la Argentina (1942-1966), que será publicado por la editorial Paidós en marzo de 2009. Introducción Al leer el título de esta mesa, podría pensarse que su formulación implica una cierta contradicción. En efecto, el hecho de abordar la influencia de Claude Lévi-Strauss en el psicoanálisis a partir de la cuestión del sujeto parece paradójico, en la medida en que Lévi- Strauss es conocido por ser quizá el principal promotor del estructuralismo francés, un movimiento intelectual que, generalmente, se identifica con la destitución del sujeto que la fenomenología existencial había puesto en relieve. 1 En este punto, sin embargo, para superar esa aparente contradicción, me parece muy pertinente la reflexión que Étienne Balibar nos dejó en su visita del año 2001, en un seminario que dictó en el Centro Franco- Argentino. En ese marco, se refirió a la necesidad de superar la supuesta disyunción entre estructura y sujeto, plantando entre esos dos polos una relación que no era excluyente sino dialéctica (Balibar, É., 2001). En todo caso, en vez de pensar que el estructuralismo suprime la dimensión subjetiva, habría que preguntarse cuál es la concepción del sujeto que puede desprenderse de los enfoques de los distintos autores estructuralistas. Para ese fin, la lengua francesa se presta mejor que el castellano, ya que el término sujet tiene a la vez una acepción activa, como * Intervención en la mesa redonda “Claude Lévi-Strauss en el psicoanálisis: la cuestión del sujeto”, en el marco del Coloquio Internacional “Claude Lévi-Strauss en el pensamiento contemporáneo”, organizado en la Biblioteca Nacional por el Centro Franco-Argentino de Altos Estudios de la Universidad de Buenos Aires y la Embajada de Francia en la Argentina, el 7 de noviembre de 2008. Publicado en AAVV. (2009). Claude Lévi-Strauss en el pensamiento contemporáneo. Buenos Aires: Ediciones Colihue. 1 En realidad, Lévi-Strauss es uno de los poco estructuralistas que, con el paso de los años, no renegaron de esa filiación, sino todo lo contrario.

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    El encuentro de Lacan con Lvi-Strauss: del poder de la imagen a la eficacia del smbolo*

    Alejandro Dagfal

    Resumen: Este trabajo aborda algunas de las concepciones lacanianas del sujeto previas al giro estructuralista, ligadas a la fenomenologa existencial y a la pregnancia de la imagen. Luego se detiene en algunos textos de Lvi-Strauss (fechados entre 1945 y 1950) para mostrar su impacto en el Lacan de 1951-1957, quien iba a poner de relieve el orden simblico y la primaca del significante sobre la imagen. Finalmente, este trabajo diferencia lo que Lacan toma de Lvi-Strauss de lo que su concepcin del sujeto del inconsciente debe a otras fuentes filosficas.

    Palabras clave: Lacan Lvi-Strauss psicoanlisis sujeto estructura

    Abstract: This paper deals with some of Lacans conceptions about subjectivity, which, related to the existential phenomenology and the power of the image, were previous to his structuralist turn. It also studies some of Lvi-Strauss writings (from 1945 to 1959) to show their impact in Lacans works between 1951 and 1957, that underline the importance of the symbolic order and the primacy of the significant over the image. Finally, this work makes the difference between Lvi-Strauss influence in Lacans unconscious subject and other philosophical sources.

    Key-words: Lacan Lvi-Strauss psychoanalysis subject structure

    Alejandro Dagfal es historiador de la psicologa y el psicoanlisis. Ha escrito numerosos trabajos sobre la materia en ingls, francs y castellano. Es licenciado en psicologa (UNLP), doctor en historia (Pars VII), profesor de Historia de la Psicologa (UBA) e investigador (CONICET). Actualmente prepara la publicacin de un libro intitulado Entre Pars y Buenos Aires. Para una historia del psiclogo en la Argentina (1942-1966), que ser publicado por la editorial Paids en marzo de 2009.

    Introduccin

    Al leer el ttulo de esta mesa, podra pensarse que su formulacin implica una cierta contradiccin. En efecto, el hecho de abordar la influencia de Claude Lvi-Strauss en el psicoanlisis a partir de la cuestin del sujeto parece paradjico, en la medida en que Lvi-Strauss es conocido por ser quiz el principal promotor del estructuralismo francs, un movimiento intelectual que, generalmente, se identifica con la destitucin del sujeto que la fenomenologa existencial haba puesto en relieve.1 En este punto, sin embargo, para superar esa aparente contradiccin, me parece muy pertinente la reflexin que tienne Balibar nos dej en su visita del ao 2001, en un seminario que dict en el Centro Franco-Argentino. En ese marco, se refiri a la necesidad de superar la supuesta disyuncin entre estructura y sujeto, plantando entre esos dos polos una relacin que no era excluyente sino dialctica (Balibar, ., 2001).

    En todo caso, en vez de pensar que el estructuralismo suprime la dimensin subjetiva, habra que preguntarse cul es la concepcin del sujeto que puede desprenderse de los enfoques de los distintos autores estructuralistas. Para ese fin, la lengua francesa se presta mejor que el castellano, ya que el trmino sujet tiene a la vez una acepcin activa, como *

    Intervencin en la mesa redonda Claude Lvi-Strauss en el psicoanlisis: la cuestin del sujeto, en el marco del Coloquio Internacional Claude Lvi-Strauss en el pensamiento contemporneo, organizado en la Biblioteca Nacional por el Centro Franco-Argentino de Altos Estudios de la Universidad de Buenos Aires y la Embajada de Francia en la Argentina, el 7 de noviembre de 2008. Publicado en AAVV. (2009). Claude Lvi-Strauss en el pensamiento contemporneo. Buenos Aires: Ediciones Colihue. 1 En realidad, Lvi-Strauss es uno de los poco estructuralistas que, con el paso de los aos, no renegaron de esa

    filiacin, sino todo lo contrario.

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    agente que sirve por ejemplo para dar cuenta del sujeto autnomo y libre colocado en el centro de la escena por la fenomenologa existencial, y otra acepcin pasiva, para la que en castellano suele utilizarse la palabra sbdito. Y es por supuesto esta ltima acepcin del trmino sujeto la que conviene al estructuralismo en general y al psicoanlisis en particular, ya que permite dar cuenta de un sujeto descentrado e incluso sujetado. Un sujeto-sbdito que, ya desde Freud, ni siquiera es amo en su propia morada. De todos modos, el concepto de sujeto, tan caro a la reflexin filosfica, en tanto tal, estaba ausente de la obra freudiana, por lo que habra que ver cules fueron las vas por las que hizo su ingreso en el psicoanlisis francs.

    Al mismo tiempo, resulta difcil hablar de estructuralismo y psicoanlisis sin referirse a la relacin entre Claude Lvi-Strauss y Jacques Lacan, en la medida en que ste ltimo, a principios de los aos 50, se apoy explcitamente en los escritos del primero para realizar su mentado retorno a Freud. Como es sabido, esa operacin se efectu al amparo del estructuralismo, pero poniendo de relieve el sujeto del inconsciente, una nocin que hoy puede resultarnos muy familiar, pero que en ese entonces era totalmente novedosa. De todos modos, para darse una idea de la magnitud de la deuda del psicoanalista con el antroplogo, vale la pena recordar un suceso muy posterior, que tendra lugar tres dcadas ms tarde, en Estados Unidos. En diciembre de 1975, Jacques Lacan dio una conferencia en el MIT de Boston, ante un pblico selecto, que inclua a lingistas como Noam Chomsky y Willard Van Orman Quine. Quine, quien haba sido uno de los maestros de Chomsky, antes de la conferencia haba interrogado a Lacan sobre su relacin con Lvi-Strauss. Y Lacan aprovechara inmediatamente ese dilogo, usndolo en su propia exposicin: En una charla que tuvimos recin, el Sr. Quine me pregunt qu le deba a Claude Lvi-Strauss. Le debo mucho, si no todo. Lo cual no impide que tenga de la estructura una nocin muy distinta de la suya. (Lacan, J., 1976: 53).

    Esta respuesta paradjica, tan lacaniana, que condensa en pocas palabras el reconocimiento y la distancia, la fidelidad y la infidelidad, viene a cuento para introducir mi intervencin de hoy, en la que pienso abordar el punto de encuentro entre estos dos grandes pensadores del siglo XX. No resulta indiferente que Lacan, que era bastante renuente a reconocer sus referencias, haya dado a Lvi-Strauss este lugar de privilegio, incluso en un momento en el que, interesado en la topologa de nudos, ya se haba alejado bastante de sus ideas. En todo caso, para situar las coordenadas de ese encuentro singular, voy a abordar primero algunas de las concepciones lacanianas del sujeto previas al giro estructuralista, muy ligadas a la fenomenologa y a lo que ms tarde l mismo va a dar en llamar el registro imaginario. Luego, citando algunos textos de ambos autores (fechados entre 1945 y 1957), tratar de mostrar de qu modo esta pregnancia de la imagen fue reemplazada y resignificada por una primaca del orden simblico, diferenciando en este respecto lo que Lacan tom de Lvi-Strauss de los aspectos en los que, ya en ese momento, se diferenci de su concepcin de la estructura.

    Las primeras concepciones del sujeto en Lacan

    En agosto de 1936, Lacan expuso en Marienbad, en el XIV Congreso Internacional de la IPA, un trabajo que iba a ser clebre: El estadio del espejo, que l defina en ese momento como una teora de un momento estructural y gentico de la constitucin de la realidad, concebido en relacin con la experiencia y la doctrina psicoanaltica.2 En ese trabajo, adems, Lacan articulaba diversas referencias para entender la constitucin subjetiva. Por un lado, se apoyaba en Henri Wallon, quien en 1931 haba concebido la prueba del espejo, segn la cual un nio pequeo aprende progresivamente a distinguir su propio cuerpo de la imagen reflejada (Wallon, H., 1931). Para Wallon, esta conquista del nio, que iba en el sentido inverso del mito de narciso, implicaba una comprensin 2 Con ese subttulo alude Lacan, en 1938, a su frustrada intervencin en Marienbad, en 1936 (Lacan, J., 1938).

    Como Ernest Jones le cort la palabra antes de que pudiera completar su exposicin, el analista francs, ofuscado, se retir del congreso sin entregar el texto de su alocucin, que sin embargo puede reconstruirse gracias a las notas que tom Franoise Dolto de una exposicin previa realizada ante la SPP (Roudinesco, ., 2001: 26-28).

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    simblica, que se lograba a partir de una operacin dialctica. Era el resultado de un pasaje de lo especular a lo imaginario y de lo imaginario a lo simblico. Aunque desde su primera versin del estadio del espejo Lacan se apropiara de toda esta terminologa walloniana sin citar jams a su autor, no lo haca por un sbito inters en la psicologa del desarrollo, sino por la necesidad de conciliar la teora freudiana del yo con sus propias referencias, tanto filosficas como cientficas.

    En esa poca, el joven analista francs estaba particularmente atravesado por las enseanzas de Alexander Kojve, un filsofo de origen ruso que haba iniciado a buena parte de esa generacin en la obra de Hegel, pero desde una perspectiva marxista y heideggeriana. As, a partir de 1933, muchos jvenes intelectuales, de Lacan a Sartre y de Bataille a Merleau-Ponty, se empaparon de una interpretacin muy singular de la Fenomenologa del espritu, que destacaba la dialctica del amo y el esclavo, la lucha a muerte por puro prestigio, la negatividad, la alteridad, la conciencia de s y el deseo de reconocimiento, entre otros trminos que pasaron a formar parte del bagaje conceptual de esa generacin (Roudinesco, 1993: 137-150). Lacan se vio particularmente seducido por esa enseanza oral de un personaje carismtico, que anticipaba otras enseanzas similares, y por ese retorno de Kojve a Hegel, que ciertamente anunciaba otros retornos.

    Tan es as que, en 1936, Kojve preparaba junto a Lacan un trabajo cuyo ttulo iba a ser Hegel y Freud: ensayo de una confrontacin interpretativa. Ese texto nunca lleg a publicarse, pero se conserva un bosquejo escrito por el filsofo ruso, en el que pueden reconocerse algunos esbozos de lo que sera una primera teora lacaniana del sujeto (Auffret, D., 1997, Roudinesco, ., 1993: 148). En efecto, de la pluma de Kojve surge explcitamente la necesidad de reemplazar el yo pienso cartesiano por el yo deseo hegeliano, al mismo tiempo que se impone la separacin entre un sujeto capaz de pensar y desear (el yo traducido como je) de una instancia ilusoria y alienante (el yo entendido como moi), que expresa la tensin agresiva de una conciencia que slo puede constituirse en una relacin de reconocimiento con otra conciencia.

    Lo cierto es que, con este bagaje, ya en la primera versin del estadio del espejo, de 1936, Lacan operaba une relectura de la teora freudiana del narcisismo a partir de una idea hegeliano-kojviana del sujeto, en la que el deseo de reconocimiento se articulaba con la revelacin del ser y su verdad. Est dialctica, en la que el yo quedaba escindido entre un je y un moi, estaba en las antpodas de otras concepciones analticas que, basndose en la segunda tpica de Freud, hacan del yo un centro de sntesis perceptiva y un garante del principio de realidad.3

    Apenas dos aos despus, en 1938, Lacan resumira esta concepcin del estadio del espejo en su artculo sobre los complejos familiares (Lacan, J., 1938). Sin embargo, iba a incluirla en el marco de otra serie de referencias muy dispares, que daban cuenta de la constitucin subjetiva a partir de las vicisitudes del grupo familiar. Con ese fin, echaba mano a una perspectiva que articulaba las imagos (entendidas como representaciones inconscientes) con los complejos (definidos como organizadores del desarrollo psquico, cuyos elementos fundamentales eran las imagos). Con mucha osada, Lacan planteaba que era necesario invertir la lgica de Freud, quien haba tratado de explicar los complejos por las pulsiones, cuando en realidad haba que explicar las pulsiones por los complejos (Lacan, J. 1938: 28-29).4 Ms an, rechazaba el concepto freudiano de pulsin de muerte, al que calificaba de biologista, y lo reemplazaba por la nostalgia de la imago materna, interpretando la tendencia a volver a su seno como una forma de abandonarse a la muerte.

    En todo caso, Lacan consideraba que la estructuracin del sujeto se daba en tres fases sucesivas, que correspondan a tres complejos diferentes. En primer lugar, el complejo del destete, que era dominado por una imago materna que deba ser sublimada, ya que, segn vimos, resultaba mortfera. De este modo, la imposibilidad ulterior de renunciar a las seguridades de la vida familiar era leda por Lacan como la pervivencia de un 3 Esta concepcin lacaniana del je y del moi escindidos sera asombrosamente parecida a la enunciada por

    Sartre ese mismo ao en La Transcendence de lEgo donde separa una conciencia que es una nada de un yo ilusorio que es un objeto si no fuera porque ambos asistan en esa poca al seminario de Kojve (Sartre, J-P., 1936). 4 Es claro que, de este modo, Lacan buscaba dar primaca a lo socio-cultural (los complejos) por sobre lo

    supuestamente biolgico (las pulsiones, que en ese momento traduca como instintos).

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    complejo que deba ser liquidado por medio de la renuncia a una satisfaccin incestuosa. Una vez ms, la enseanza kojviana le daba la clave: El completamiento de la personalidad exige un nuevo destete. Hegel formula que el individuo que no lucha para ser reconocido fuera del grupo familiar no conforma su personalidad antes de la muerte (Lacan, J., 1938: 36).

    De modo que la salida de de este complejo no estaba exenta de conflictos, lo cual nos lleva a la siguiente fase, el complejo de intrusin (o complejo fraternal), comandado por la imagen especular del doble, en particular, del hermano. All situaba Lacan todos los fenmenos imaginarios que ya hemos mencionado en el estadio del espejo, de la rivalidad a los celos, pasando por la agresividad. Sin embargo, planteaba que, en medio de esta discordancia, la identificacin a la imagen permita la intrusin narcisstica de una cierta unidad en las tendencias, contribuyendo a la formacin del yo [moi]. Ante esta imagen que constituye al sujeto pero al mismo tiempo lo aliena, Lacan encontraba dos alternativas: o bien el sujeto se aferraba a la madre y destrua al otro, objeto de sus celos, o bien, en una salida digna de Wallon, reconoca la alteridad del otro con quien luchaba, formulaba con l una suerte de pacto, y acceda al objeto socializado. De este modo, los celos entre hermanos por el objeto materno se revelaban para Lacan como el arquetipo de de los sentimientos sociales (Lacan, J., 1938: 43).

    No obstante, la estructuracin del sujeto no estara completa sin una tercera fase, organizada en torno de la imago paterna: el complejo de Edipo, que Lacan situaba a partir de los tres aos. Aunque no quede muy claro en el texto de Lacan, parece ser este tercer momento el que permite realizar el acuerdo que pone un lmite a la rivalidad fraterna, permitiendo el acceso a la simbolizacin del objeto y a la socializacin. Sin embargo, el padre del que se trata aqu no es el padre freudiano, encarnacin de la ley y la autoridad, sino un padre devaluado por el pasaje de la familia patriarcal a la familia conyugal, segn una lectura que de mile Durkheim hace Lacan, que ha sido muy bien sealada por Marcos Zafiropoulos (Dukheim, ., 1893; Zafiropoulos, M., 2001). Ms an, siguiendo a Bronislaw Malinowski, Lacan aportaba un cierto relativismo cultural que haca que el complejo de Edipo ya no fuera universal, sino que dependiera de contingencias socio-histricas, e incluso del lugar reservado al padre dentro de cada grupo familiar.

    Es muy probable que ste haya sido el momento de mayor alejamiento entre el joven psiquiatra francs, que acababa de completar su anlisis didctico, y el fundador del movimiento analtico, que se aprestaba a huir de Viena para morir en Londres el ao siguiente. Durante la dcada del 40, Lacan seguira perfeccionando su teora de lo imaginario. De este modo, en 1949, present en Zurich su versin definitiva del Estadio del espejo, definido en ese momento como formador de la funcin del yo [je] tal como se nos presenta en la experiencia analtica. Una vez ms, se conservaba la biparticin esbozada por Kojve entre un yo-sujeto [je] que estaba en relacin con la universalidad del lenguaje y con una matriz simblica de la que poco se deca, y un yo [moi] que se objetivaba en las identificaciones con el semejante. Sin embargo, la funcin organizadora que en 1938 tenan los complejos quedaba ahora exclusivamente a cargo de las imagos (en particular, la imago del doble), cuyo papel era el de establecer una relacin del organismo con su realidad (Lacan, J., 1949a: 89). En ese texto, Lacan iba a citar por primera vez a Lvi-Strauss, a quin haba conocido personalmente ese mismo ao. Lo hara justamente en relacin con las imagos, cuya eficacia simblica se ejerca en la penumbra (Lacan, J., 1949: 88; Lvi-Strauss, C., 1949a).

    Ms all de esta primera mencin explcita a un artculo de Lvi-Strauss (que acababa de publicarse y que vamos a comentar ms adelante), Lacan terminaba su trabajo situando el estadio del espejo a partir de coordenadas lvi-straussianas, en el punto de juntura de la naturaleza con la cultura que, segn l, la antropologa de ese entonces escrutaba obstinadamente (Lacan, 1949a: 93). En ese marco, el psicoanlisis quedaba ubicado en un plano simblico, como un recurso del sujeto al sujeto, capaz de acompaar al paciente hasta el punto mismo en el que se le revela la cifra de su destino mortal (Lacan, J., 1949a: 93). En todo caso, si bien este texto no lograba discriminar an con claridad los alcances de lo imaginario del plano de lo simblico, al menos sintetizaba los principios de una etapa, iniciada en 1936, en la que el analista francs haba logrado sentar algunos de los principios que sostendra a lo largo de toda su obra. Sin embargo, el anlisis, en tanto que cura por la

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    palabra, pareca tener que situarse en un registro cuyo estatuto, en ese momento, era tan poco claro como los resortes de su eficacia.

    Lvi-Strauss y la introduccin de la eficacia simblica

    Por razones de tiempo, no puedo detenerme aqu en la obra de Lvi-Strauss tanto como hubiera querido. Voy a limitarme entonces a sealar ciertos pasajes de algunos textos situados entre 1945 y 1950, que fueron cruciales en el giro que iba a tomar la obra de Lacan en los aos por venir. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Claude Lvi-Strauss era un joven profesor de sociologa casi desconocido que, luego de haber realizado investigaciones etnolgicas en Brasil, se haba exiliado en Nueva York. All entabl una amistad muy estrecha con el lingista ruso Roman Jakobson, quien iba a ser determinante para su futuro intelectual. Hasta ese momento, segn su propio testimonio, l era una especie de estructuralista ingenuo. Haca estructuralismo sin saberlo. Jakobson me revel la existencia de un cuerpo de doctrina ya constituido dentro de una disciplina: la lingstica, que yo nunca haba practicado. Para m, fue una iluminacin (Lvi-Strauss, C. & ribon, D., 1988: 62-63).

    En 1945, an en Estados Unidos, public un artculo en el que daba cuenta de su encuentro con la fonologa. All afirmaba que, despus de haber revolucionado la lingstica, la fonologa deba erigirse en modelo para las ciencias sociales. Siguiendo a otro lingista ruso, Nikolay Trubetskoy, explicaba el mtodo fonolgico reducindolo a cuatro pasos fundamentales: En primer lugar, la fonologa pasa del estudio de los fenmenos lingsticos concientes al de su estructura inconsciente; rehsa tratar los trminos como entidades independientes, y toma como base de su anlisis, por el contrario, las relaciones entre los trminos; [finalmente] introduce la nocin de sistema []. (Lvi-Strauss, C., 1945: 31). El etnlogo francs no vea entonces ninguna razn para abstenerse de aplicar esos mismos principios a las investigaciones que vena realizando sobre los problemas del parentesco, ya que, como los fonemas, los trminos del parentesco eran elementos significativos que slo adquiran significacin al integrarse en sistemas, cuyo origen era ajeno a la conciencia.

    Desde esta perspectiva, ya en 1943, a instancias de Jakobson, Lvi-Strauss haba comenzado a redactar su famosa tesis sobre Las estructuras elementales del parentesco, que defendi en 1948, un ao despus de volver a Francia definitivamente. All afirmaba que la prohibicin del incesto, en tanto regla universal, implicaba un punto de pasaje entre dos rdenes radicalmente diversos: el de la naturaleza y el de la cultura. Al mismo tiempo, esa prohibicin que regulaba las leyes de la alianza y ordenaba las estructuras del parentesco serva de fundamento al intercambio social, al hacer posible la circulacin de mujeres y bienes (tema que ya retomaremos en Lacan, quien iba a extraer de all mltiples consecuencias).

    En 1949, Lvi-Strauss public dos artculos en los que se refera directamente al psicoanlisis: El hechicero y su magia y La eficacia simblica (Lvi-Strauss, C., 1949 b y a). En ambos trabajos, en realidad, trataba de dar cuenta de los efectos observables de la magia de los chamanes, que comparaba incluso con los resultados obtenidos por los psicoanalistas, a la luz de un mismo concepto: la eficacia simblica. En los dos casos, los resultados empricos obtenidos eran la prueba de la eficacia simblica de sistemas que, por ende, tambin deban ser simblicos. As, Lvi-Strauss poda establecer un paralelo entre un chamn que, mediante el canto, facilitaba el parto de una indgena panamea, con un analista que, gracias a la transferencia, aliviaba a un paciente de sus sntomas neurticos. En ambos casos, aunque el analista oyera y el chamn hablara, el resultado se produca porque, por medio de la palabra, se reactivaba una experiencia capaz de desbloquear un conflicto que tena la estructura de un mito individual (como en la neurosis) o social (como en el caso de las creencias que permitan la curacin de la parturienta).

    La eficacia simblica, en definitiva, era posible por leyes de estructura que Lvi-Strauss consideraba intemporales. Estas leyes se vinculaban con la propiedad inductora de ciertas estructuras, cuyo modelo era la intuicin de Rimbaud cuando deca que la metfora tambin puede servir para cambiar el mundo. Finalmente, por esta va, llegaba a la definicin de un inconsciente totalmente vaciado de contenidos: El inconsciente se

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    reduce a un trmino por el cual designamos una funcin: la funcin simblica, especficamente humana, sin duda, pero que en todos los hombres se ejerce segn las mismas leyes; que se reduce, de hecho, al conjunto de estas leyes. (Lvi-Strauss, C., 1949a: 183-184). Un ao ms tarde, finalmente, en su introduccin a la obra de Marcel Mauss, Lvi-Strauss iba a resumir estas ideas con una frase an ms sinttica, destinada a convertirse en uno de los pilares del credo estructuralista: Los smbolos son ms reales que lo que simbolizan; el significante precede y determina el significado (Lvi-Strauss, C., en Mauss, M., 1950: XXXII).5

    La eficacia simblica segn Lacan

    En junio de 1953, Jacques Lacan abandon la Sociedad Psicoanaltica de Pars siguiendo a Daniel Lagache, Franoise Dolto y varios otros analistas que terminaron fundado la Sociedad Francesa de Psicoanlisis, cuyo espritu iba a ser mucho ms abierto y liberal que el de la institucin madre. Apenas un mes despus, en la primera reunin cientfica de esa nueva sociedad, Lacan dio una conferencia intitulada Lo Simblico, lo Imaginario y lo Real (Lacan, J., 1953b), en la que present los tres registros que, en lo sucesivo, iban a guiar su enseanza. Al mismo tiempo, hizo alusin, por primera vez, al consabido retorno a Freud o, mejor dicho, al retorno a los textos de Freud, que deca haber iniciado dos aos antes. Tambin enunci all, por primera vez, la idea de que en el sntoma se expresaba algo estructurado y organizado como un lenguaje (Lacan, J., 1953b: 10) y la nocin de que el nombre del padre crea la funcin del padre (Lacan, J., 1953b: 31). Finalmente, basndose en las estructuras elementales del parentesco, defina la palabra a la vez como mediadora y como constitutiva de la realidad.

    En resumen, dos meses antes del famoso Discurso de Roma (Lacan, J., 1953c), que errneamente suele tomarse como presentacin en sociedad de su viraje estructuralista (Zafiropoulos, M., 2003 y 2008), Lacan ya haba expuesto los fundamentos a partir de los cuales entenda retornar a Freud. Y es evidente que esos fundamentos los haba encontrado, en gran parte, en la obra de Claude Lvi-Strauss. Es cierto que en el mes de septiembre, en Roma, Lacan dara una conferencia magistral, Funcin y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanlisis, en la que ampliara lo expuesto en el mes de julio. All iba a definir el nombre del padre como soporte de la funcin simblica, de una manera muy similar a la que, en 1950, Lvi-Strauss haba utilizado para introducir su concepto de significante flotante de valor simblico cero, (que a su vez haba tomado del fonema cero de Roman Jakobson, cuya funcin era oponerse a la ausencia de fonemas).6

    En todo caso, entre 1951 y 1957, Lacan se vali de la grilla lvi-straussiana para reexaminar los grandes historiales de Freud. En 1951, en Intervencin sobre la transferencia, abord el caso Dora a la luz de la teora del intercambio de mujeres (Lacan, J., 1951). En el seminario que dict en su propia casa entre 1952 y 1953, se ocup de revisitar al hombre de los lobos con la ayuda del nombre del padre (Lacan, J., 1952/1953). En 1953, en su conferencia sobre El mito individual del neurtico, se sirvi de la lgica del mito y la deuda simblica para elucidar el caso del hombre de las ratas (Lacan, J., 1953a). Finalmente, entre 1955 y 1957 se ocup en su seminario de estudiar los casos de Schreber y Juanito a la luz de la teora del nombre del padre, cuya filiacin lvi-straussiana ya hemos mencionado (Lacan, J., 1955/1956 y 1956/1957).

    Sin embargo, la utilizacin de este arsenal de conceptos, que implicaba una primaca del orden simblico, no debera hacernos pensar que el inconciente estructural de Lvi-Strauss era equivalente al sujeto del inconsciente postulado por Lacan. En la concepcin lacaniana del sujeto, al lado de la determinacin por la estructura, subsista una impronta filosfica que iba de Hegel a Heiddegger. Por eso, ms all de la consabida articulacin entre lo Simblico, lo Imaginario y lo Real, nunca dejaba de perfilarse un cuarto elemento

    6 En cierto modo, en este complejo circuito de deudas y dones, de omisiones y reconocimientos, no sera

    descabellado afirmar que Jakobson tuvo para Lvi-Strauss una importancia similar a la que este ltimo tena para Lacan.

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    subjetivo, que articulaba el inconsciente con la muerte, el ser y la verdad, adems del deseo y su realidad sexual.

    Con el paso de los aos, las teoras de Lacan y Lvi-Strauss fueron alejndose cada vez ms. De todos modos, el analista sigui tomando al antroplogo como un interlocutor privilegiado, en una relacin que, a pesar de la amistad, a lo largo de ms de tres dcadas, nunca fue recproca en el plano intelectual. En efecto, en toda su obra, Lvi-Strauss apenas si mencion a Lacan una nica vez, en 1950 (Basualdo, C., 2003). En 1988, cuando Didier ribon le pregunt qu pensaba de los trabajos de Lacan, respondi con cierta irona: Habra que entenderlos [...]. Me hubieran hecho falta cinco o seis lecturas. A veces hablbamos del tema con Merleau-Ponty, y llegbamos a la conclusin de que el tiempo no nos alcanzaba (Lvi-Strauss, C. & ribon, D., 1988: 108). En ese entonces, Lvi-Strauss ya tena 80 aos y era lgico que pensara que el tiempo no iba a alcanzarle para leer los trabajos de su viejo amigo.

    Quizs hoy, veinte aos despus, si Lvi-Strauss escuchara lo que decimos en este homenaje, a punto de cumplir cien aos, podra confesarnos con cierto pudor que, ms all del tiempo, en realidad, Jacques Lacan lo haba admirado ms a l de lo que l haba admirado a Jacques Lacan. Lo cual, tratndose de ellos dos, no es poco decir.

    Referencias

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