72
A Joaquín Pascal

A Joaquin Pascal

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Libro homenaje Exposición colectiva del 12 al 22 de junio de 2002 Sala Zapatería 40 Ayuntamiento de Pamplona

Citation preview

AJoaquín Pascal

AJoaquín Pascal

Pamplona, 1946 - 2002

5

Para quien la políticafue un esfuerzo por ser justo

y el arte, la constanciade que cada persona es un universo

Pedro Salaberri

6

Angel Arbe

7

A JOAQUIN PASCALJavier ManzanosBajo esta dedicatoria nos hemos reunido un grupode personas que queremos recordar a alguienimportante para la cultura de nuestra ciudad.Me resulta muy difícil ordenar las experiencias queviví con Joaquín. Por un lado porque su reconocidafluidez mental y verbal se amontonan ahora en misrecuerdos -¡cuánto hecho de menos el ordenadodesorden que fluía de su cerebro! - y ocurre que hoy,un mes después de que nos dejara, cada día me sor-prende un chispazo que me trae alguna nueva ima-gen o palabra de Joaquín. Y, por otro, porque esimposible enfriar el sentimiento de haber perdido unquerido amigo.Conocí a Joaquín Pascal en 1996 cuando se hizocargo, como Concejal delegado, del Área deAsuntos Culturales del Ayuntamiento de Pamplona.La llegada de un nuevo concejal supuso, como eslógico, la puesta en conocimiento y discusión deltrabajo que se venía realizando en el Área. Desde miresponsabilidad en el campo de las artes plásticasencontré un jefe, un interlocutor absolutamenteinvolucrado. En un primer momento interesado y,enseguida, entusiasmado.Joaquín tenía un entusiasmo contagioso. Recuerdoese café que cada mañana a las siete y media nosreunía en torno a una mesa a todo el personal delÁrea, donde nos encontrábamos con Joaquín, elconcejal primero, el compañero de trabajo des-pués, y dábamos un repaso a las noticias y a losasuntos "candentes" del día.

8

La misión y la visión política de este Concejal le hizoimplicarse cada vez más con la actividad cultural,impulsando nuevas alas a un programa de artesplásticas que tendría su mayor eco ciudadano (aun-que había otras acciones de mayor calado subte-rráneo) en la asistencia del Ayuntamiento dePamplona a la Feria de ARCO, primero para incre-mentar los fondos escultóricos de la Colección deArte Contemporáneo del Ayuntamiento dePamplona y, a partir de entonces, consolidando unpresupuesto anual para incrementar la Coleccióncon nuevas adquisiciones, y propiciando una salidaal exterior de la actividad artística de la ciudad, quetendría su máxima expresión en el stand de laColección de Arte Contemporáneo que elAyuntamiento presentó en ARCO en 1999. Se adqui-rieron y presentaron magníficas obras de artistasnavarros, junto a piezas como la Escarranchada deLeiro, adquirida gracias al empeño personal puestoen ello por Joaquín, o las "polémicas" obras de Croft,Bados, o Schlosser. No cabe duda de que aquello de ARCO, satirizadoen numerosas viñetas, artículos y cartas publicadosen los medios de comunicación, a la vez que siem-pre bien tratado por los redactores de cultura deesos mismos medios, popularizó una de las facetasdel concejal. A mí no me hacía gracia aquella críti-ca frívola, fácil e irreflexiva, pero él, que sabía asumiry valorar los desgastes de la política, tomaba conhumor esos chistes y le satisfacía comprobar que elarte, por lo menos una vez al año se convertía ennoticia tan importante como la protagonizada porlos titulares políticos o los avatares del equipo localde fútbol.

9

1

10

El empeño del Concejal se volcó tanto en la progra-mación expositiva, en el establecimiento de redesde colaboración con otras ciudades, como en laorganización de los cursos de apreciación del artecontemporáneo que a lo largo de sus cuatro edicio-nes consiguieron concitar el interés de un nutrido yheterogéneo público ávido de acercarse al arte. Noquiso despedir su legislatura sin proponer un nuevo eintrépido reto: catalogar y exponer la Colección.Aquella iniciativa legó el catálogo de la Colección,que con el tiempo se ha ido incrementando, y laexposición de una gran parte de los fondos en elMonumento a los Caídos, recuperado para la ciu-dad.Joaquín era un profesor, un intelectual al que le gus-taba enseñar -recuerdo cómo contaba apasionadouna clase o un debate con sus alumnos- y al que,sobre todo, le gustaba aprender. El profesor universitario de matemáticas y estadísticatenía esa faceta racional, con una capacidadasombrosa para analizar y relacionar los diferentescomponentes objetivos del discurso. El político sepreocupaba por las ideologías, por la ciudad y losciudadanos a los que representaba. El hombre seapasionaba con las múltiples cosas que hacía, queleía, que veía. Fue un hombre vital, un hombre que lo que mejor metransmitió fue la alegría de vivir. Aprendió del arte yde los artistas, no pudo escapar al "veneno" del artey encontró en él una forma de disfrutar la vida aúncon mayor intensidad.Poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Joaquíntenía un gran corazón siempre abierto al cariño y laamistad. Supo darnos a cada uno de los que nos

11

acercamos a él, esas palabras, ese abrazo, esealiento o esa motivación que necesitábamos. Quisoconservar y alimentar a sus amigos, y así tras su pasopor la concejalía, aquel equipo de Cultura nosseguíamos reuniendo periódicamente para comer ycharlar.Por todo eso, sigue entre nosotros.Dedicado al jefe, al compañero y, sobre todo, alamigo.

2

12

José Ignacio Agorreta

MEMORIAJosé María RomeraPoseía Joaquín Pascal una memoria casi tan privile-giada como su hombría de bien. Pese a su cabezade matemático, no era posible mantener con éluna conversación abstracta sin que se le entrome-tieran en la boca nombres, fechas, lugares y gene-alogías pasadas. Fue su forma de ordenar esemundo que a todos se nos desvanece cada vezmás en sombras de olvido. Joaquín era un risueñomemorioso que se ha llevado consigo la historiagrande y menuda de unas generaciones de lotófa-gos para quienes olvidar es a veces una necesidady a veces un mal hábito. Pero nunca le vi hacer unuso arrojadizo de la memoria. Recordaba por pla-cer, no por despecho. Barajaba los recuerdos comoel coleccionista que sabe encontrar en los objetosatesorados ese destello de color que los hacehumanos. Cuando se mencionaba de pasada aalguien, soltaba un eureka de científico regocijado

3

14

y desgranaba la vida y milagros del aludidodesde la cuna hasta la parentela. Solía ocurrirentonces que esos túneles iluminados por sumemoria abrían paso a otros, y éstos a otros,hasta que todo cuadraba en un teorema desituaciones compartidas donde irremediable-mente quedabas atrapado. Hablando conJoaquín uno se daba cuenta de que efecti-vamente el mundo es un pañuelo y de quetodos estamos en el mismo barco. Comíamosun día de mayo un profesor de Alcalá y yocuando llegó Joaquín a los postres para hacertertulia. Al poco rato ya habíamos dejado dehablar de literatura porque ellos dos cayeronen la cuenta de que pocos días atrás habíanvisto en Las Ventas una memorable faena deJosé Tomás. Era un verdadero espectáculoverles gesticular recreando naturales y pasesde pecho mientras sus voces subían de volu-men y se llenaban de castizas exclamaciones.Por fortuna el restaurante estaba casi vacío.

15

Pero en la otra esquina de la sala se sentabaun viejecillo de aspecto señorial a quien yomiraba de reojo temiendo que le perturbaraaquel exceso de erudición ruidosa. De prontoel anciano se levantó de la mesa, se acercó ala nuestra y dijo: «Disculpen, pero no he podi-do evitar oírles. Yo también estaba en la plazaesa tarde». Excuso decir la que se montó allí.Otro festival de coincidencias para la colec-ción de Joaquín. Era, ya digo, su forma deordenar el mundo en un álgebra de cordiali-dad a la que resultaba imposible sustraerse.Joaquín amaba las matemáticas, los toros, laenseñanza, el arte, la libertad, su ciudad, losencierros y la amistad. Y amaba la vida, queha sido tan desleal con él: por quitárnosloantes de tiempo y por llevarse con sus cenizasese archivo de signos que nunca recuperare-mos. Ahora, como dijo el poeta, "de toda lamemoria sólo vale/el don preclaro de evocarlos sueños".

1

4

5

17

EL POLÍTICO, EL PERIODISTA Y LAS CASUALIDADESVictor IriarteEl único valor seguro en la profesión periodística, la únicamoneda que nunca se deprecia, es la credibilidad. Enlos medios de comunicación, los profesionales acostum-bramos a calificar a las personas con las que mercadea-mos los hechos noticiables en dos categorías radicalesque no admiten términos medios: por lo general, o tienescredibilidad o eres un cantamañanas. La mayoría de lospolíticos (y periodistas) con que he tratado, aquí y enRoma, entra en el segundo cajón. Suele ser gente justitade lecturas, petulante, con resabios. Te dicen y no dicen,lo insinuan, lo dejan caer. Dosifican el dato para darseimportancia o te miden: te dicen A para ver si les salescon B. Te marean. Te venden motos. Se ponen cuencos,vamos. Esto es aplicable a cualquier negociado de lavida, me dirán; por supuesto, pero es que si eres periodis-ta lo ves a kilómetros.Joaquín Pascal no era de ese tipo de políticos. JoaquínPascal tenía credibilidad.El asunto éste de la credibilidad es en apariencia senci-llo, apenas tres reglas fáciles de enunciar. Todo consisteen no mentir jamás, bajo ningún concepto y en ningunacircunstancia, al periodista. Requiere luego no esconder-se, ponerse al teléfono, a las duras y a las maduras. Yexige, llegada la tesitura, optar por un honesto "lo sé perono te lo puedo contar, de verdad".- ¿Qué tienes hoy?-, te pregunta el de arriba cuando lle-gas al periódico con un tema.- Esto.Si "esto" es peliagudo, continúa el diálogo.- ¡Buff!- ¡Buff!

18

- ¿Lo puede confirmar una segunda fuente?A veces sí, y a veces no. Si sale no, en general se esperay no se publica. Pero uno, en ocasiones, desenfundaba:- Me lo ha dicho Pascal. Me fío.- Adelante pues. (O sin pues, pero adelante)Joaquín Pascal no era mi amigo en el sentido ababol deltérmino. Quiero decir que nunca me fui con él de vinos,ni sabía si tenía uno o cinco hijos, cosas éstas propias dequien confunde el periodismo con el pedorreo y que amí me la suelen traer al fresco. Lo más que se me sincerófue para decirme que era del Barça y que había estadoen Komunistak, que son cosas como tirando a vergon-zantes, que tampoco se van aireando así como así si nohay confianza. En ocasiones, si venía a cuento, me con-taba cuestiones de politiquería, de sus movidas en el par-tido, del Urralburu y toda la banda, y cosas así, porquesabía que no entraban en mi negociado y no iba a escri-bir de ello y porque, en líneas generales, este tipo deinformaciones me resbalan.Yo le tenía en estima porque no era un profesional de lapolítica, nunca lo pillé en un renuncio, siempre se meponía al teléfono y porque demonios, daba la cara, paraque se la partieran, cuando las cosas se le torcían. Seexponía, hablaba del "no éxito" y cosas así y lo crucifica-ban. Pero aguantaba con la misma cara y la misma son-risa con que soportaba, cuando una gestión le habíasalido redonda, que el editorialista de turno se lo escati-mara. Era elegante y franco. Distinguía entre currito yempresa. Tenía credibilidad.

19

Nos hicimos juntos las compras en ARCO Ana, Alicia,Joaquín, el pobre Manzanos (lo que sufría el hombre) yyo. Le dieron hasta en el corvejón (que no sé muy bienpor dónde cae), pero Joaquín insistió un año y otro año,expuesto a la chanza, al escarnio, a la descalificación,grosera a veces, palurda siempre. Aguantaba derecho,agradecía nuestro despliegue informativo (que buscabacontrarrestar tanta bandarrada dando mucha informa-ción) y encajaba como un señor los chistes. Diré, en sucontra, que la mayor carcajada se la oí cuando el nean-dertálico de Oroz me dibujó en la viñeta aplaudiéndoleel cactus. ("¡Qué bueno, Víctor! ¡Qué bueno!", decía, yvolvía a despitorrarse). Pero recuerdo haber visto en laFeria aquella, la del cactus, la colección de laDiputación de Vitoria, una maravilla empezada con lamisma idea que Joaquín sólo que 30 años antes (sauras,barcelós, antonioslópez, Crónicas, la pera...), mientrasteníamos que aguantar al cronista del blablabá pontifi-car desde su columna la necesidad perentoria de com-prar paisajitos de Pamplona. Con los ciervitos de laTaconera, le faltó decir. La caraba. Y qué casualidad. Enlos mismos días en que se nos ha marchado Joaquín,aquella misma colección alavesa de asombro se bautizacomo Artium y ahora a todos se les cae la baba. Lo quese estará riendo ahora, digo yo, con la agenda bajo elsobaco derecho y gesticulando con la izquierda.Nos hicimos luego, mano a mano, papel va, papel viene,la Fundación Municipal Teatro Gayarre, que tuvo tela.Idas y venidas con la oposición mareando la perdiz,negándose en redondo, con una cortedad de miras des-quiciante. Él se desesperaba. "Señores, que ustedesestán condenados a gobernar, tengan visión de ciu-dad", les repetía una y otra vez. No hubo manera. No

20

6

7

21

apoyaron la fórmula y apuntaron que se la cargaríanuna vez retomado el mando. (También lo dijeron con lascompras, ojo, y ahí siguen. Afortunadamente). Y nuevacasualidad. En los mismos días en que se nos ha mar-chado, la oposición hoy gobierna la ciudad y laFundación publica unos resultados de fábula: en espec-tadores, nivel artístico, ingresos. "¡Qué bueno! ¡Québueno!", seguro que se estará repitiendo a carcajadas.O acudirá a su mejor frase, su razonamiento incontesta-ble con el que justificaba su gestión, y que yo he hechomía: "Practico la demagogia de los hechos". Un día me buscó apurado. Me había dicho esto y luegoen el dossier de su departamento municipal ponía locontrario. Esperé sin publicar nada. "¿Creías que te habíamentido?", me preguntó nervioso nada más localizarme.- Pensé que el papel tenía que estar equivocado. A ver.Sonrió. Tenía mano con el Palacio de Navarra y me cons-ta, porque me lo dijo, que resolvió directamente con elpresidente asuntos que se le empantanaban en elAyuntamiento. No me extenderé sobre su postura enérgica, firme, apar-tidista, en temas de terrorismo, que le dieron un halo degrandeza. Recuerdo su forma de trabajar con los plumi-llas. Acababa de ser enterrado Tomás Caballero y a unoque conozco le pidieron de arriba unas declaracionessuyas sobre un futuro homenaje ciudadano. "No es elmomento", dijo Pascal. "Esto es lo que hay", le rogó elotro, pidiéndole el favor. Acogiéndose al tercer enuncia-do de la credibilidad, pactaron: "Joaquín, tú me cuentaslo que sabes, estudiamos lo que crees que se puededecir un día como hoy y negociamos el titular". Así sehizo. El entonces teniente de alcalde de Pamplona expli-có que se hablaba de una plaza en la Rochapea o dedar el nombre del asesinado al pabellón Arrosadía, cosaque no le gustaba, porque no funciona bien lo de rebau-

8

23

tizar. El redactor le sugirió la antigua fábrica "del Gordo".- ¿Repíteme?- La antigua hilatura de José Vilá. Hoy es un parque quelinda con Oberena, el club que Tomás presidió, y con lacooperativa de viviendas de Santa María la Real, decuya primera junta formó parte, donde vivió toda su vidapamplonesa y adonde le fueron a buscar para matarlo.Joaquín Pascal sabía escuchar y, en general, andabamás sobrado de neuronas que sus interlocutores. Fuelisto. Convirtió en plaza el antiguo cruce de Tajonar y Blasde Laserna y amplió el homenaje a Tomás Caballero,cuyo nombre se repetirá por siglos (para escarnio de susasesinos) tanto entre los asiduos al parque como en elcorreo que llegue y salga de los Edificios Inteligentes. YJoaquín se fue, tercera casualidad, en vísperas del ani-versario de aquel crimen.Últimamente, lo saludaba a menudo en el Gayarre (tea-tro, cecilios y esas cosas de culturetas). Disfrutaba comoun cosaco ahora que todos, los suyos y los otros, habíanmalbaratado su caudal político y vivía apartado de losmedia. Me felicitó a gritos por una de mis movidas, en lospasillos de la UNED, riendo, gesticulando, mientras man-tenía una conversación con otros tres a la vez y seguropensaba ya en una cuarta, porque su cabeza funciona-ba como un cohete. Iba yo con prisa y le gesticulé: "Yaestaremos".- Ya estaremos.Qué casualidad. Anduve por Madrid, en la inopia, yregresé a Pamplona el lunes 6 de mayo. Junto a la camatenía la pila de periódicos atrasados, que en casa tienenabsolutamente prohibido tirar sin que yo les haya dadoel visto bueno. Me pongo o no me pongo, pensé. Mepuse. Comencé a leerlos, de ayer a anteayer, haciaatrás, como siempre. Lunes, domingo, sábado. Estoy con

24

el del domingo y veo la cara de Joaquín Pascal en elresumen semanal, entre los tres destacados. Tate, pensé,ya le han sacado de los cuarteles de invierno (su partido,la ciudad, la Comunidad foral, qué se yo, cualquiera condos dedos de frente. Un cargo, un puente al diálogo, delque tan necesitados andamos, evitar aquel desperdi-cio). Lo leo y me quedo helado. Dudo. Pego un salto yme pongo a revolver entre la prensa atrasada: viernes,jueves, miércoles...Renuncio a los titulares, paso del texto. Pero lo veo allí,tendido en el camino, junto a los forales y la ambulancia.Entonces comprendo que era cierto que nos había deja-do. Precisamente porque Joaquín Pascal era de lospocos, como político y como persona, que me merecíatoda credibilidad, supe que aquella noche ya no iba apoder pegar ojo.

9

25

10

11

26

Fernando FrancésLa sorpresa es una suerte caprichosa que nos siempre depara buenosmomentos y alegrías, a veces se acompaña de amargura y tristeza.La sorpresa me gratificó el día que conocí a Joaquín Pascal. Su afabili-dad y energía inundaban su recién estrenado despacho de Concejalde Asuntos Culturales. Indudablemente era un tipo excepcional.Apasionado por la política, gustaba de contarte historias recordandonombres, actos y fechas insólitas. "El día 17 de septiembre de 1973,venía de comprar no se qué y me encontré…". Su memoria era apa-bullante igual que su discurso. Tenía tantas ganas de contar cosas quele faltaba tiempo y, a veces, no terminaba las palabras ni las frasespara ganar algunos minutos o siguiera segundos.Su temperamento valiente le enfrentó a los intolerantes. Cuando con-taba su presencia en alguna manifestación minorista y pacifista lohacía riéndose, osando el peligro pero con una medida inteligente

como lo hacía todo. Tenía gran pasión por su familia. Hablaba conorgullo de sus hijos y de su mujer. No paraba de contar anécdotas, supandilla de amigos con los que salía a cenar estaban siempre presen-tes. Era muy amigos de sus amigos. Un gran tipo. De las anécdotas y aventuras no faltaban aquellas que tenían que vercon los Sanfermines o con los toros. Otra de sus pasiones y de las cosasque vivía con idéntica pasión.Su valentía le llevó a seguir con la colección iniciada en la etapa ante-rior, cuando no gobernaba su partido en la cultura municipal. Pero élentendió que aquel proyecto debía continuar y lo hizo suyo. Lo sentíapropio y lo defendió frente a los críticos y a los demagógicos. Nadiemás que él se reía tanto con las viñetas de Oroz. Me las mandaba porfax y luego me llamaba buscando siempre la parte positiva de cadatema.Los buenos se recuerdan, los excepcionales siempre están presentes.

Félix Ortega

28

EL TIEMPO DETENIDOAlicia Ezker CalvoEs curioso. Vivimos a un ritmo tan frenético quedetenerse es una señal de alarma. Se imponela velocidad y en la prisa de cada día perde-mos cientos de conversaciones, palabrasnunca dichas, cafés que jamás se toman, lla-madas sin contestar, mensajes sin devolver... Yocurre que de golpe la vida ha pasado y nonos hemos dado cuenta. Pero a veces, depronto, perdemos el tiempo en una larga con-versación, hablando de uno de esos temasintrascendentes (por ejemplo de arte), sinpalabras grandilocuentes, ni falsas pretensio-nes. Hablar por hablar, para conocer al queconversa, para disfrutar robando tiempo a laprisa para luego perderlo entre amigos (aun-que no sean de los de toda la vida sino de esegénero de amigo profesional tan en alza enestos tiempos).Con Joaquín Pascal me pasaba eso.Encontrarte con él siempre era una buenaexcusa para aparcar la urgencia y entregartesin prisas a una conversación. Él, que era unhombre de por sí acelerado (los números siem-pre exigen precisión y rapidez), pisaba enton-ces el freno. Mi memoria siempre ha sido foto-gráfica para las personas, para recordar deta-lles, retener colores, gestos, escenas... perocon Joaquín, la memoria me lleva a la pala-bra y de ella a las imágenes. Y me lleva a lasconversaciones con Lola Garrido sobre lasbellas fotografías de Inge Morath dePamplona y los Sanfermines (otra de las pasio-

12

13

30

nes de Joaquín) o a la charla con Inge Morathsobre la persona de Lola Garrido y de ella a sucolección de fotografías y del coleccionismoprivado al coleccionismo público y de lapasión por el arte para uno mismo a compar-tirla con los otros y de allí a Arco... Creo que Joaquín siempre estará en algúnlugar observando, en la gran feria de la vida,como esa niña que subida al vallado delencierro mira hacia adelante con ojos curio-sos, observando y aprendiendo. Mirando uncactus y viendo que ese no es cualquier cac-tus sino parte de una obra de arte; aunque nolo entiendas; descubriendo la sutileza de lascreaciones de Dario Urzay y exclamando, son-riente, "Me la compraría pero Reyes... me vaa acabar quitando la tarjeta", sabedor de queel mero hecho de rozar lo que uno desea yaes un logro.

14

32

Siempreuno más es uno menos.Morir en vidaes iguala vivir la muerte.Un viaje de ida y vueltapor nuestro querido universo.Querido amigo.

Angel Arbe

15

33

Juan ZapaterNo nos conocemos a nosotros mismos, nosotroslos conocedores. (...) Si nunca nos hemos buscado ¿cómo íbamos a poder encontrarnos algún día?La genealogía de la moralFriedrich NietzscheY si no nos conocemos ni a nosotros mismos, cómo saberalgo del otro, del que se sitúa a nuestro lado, del quepasa y deaparece dejando la sombra huidiza de sushuellas sobre la arena.Y más grave aún, qué se puededecir de él cuando su marcha definitiva provoca unindescriptible sentimiento de dolor, vacío y angustia.En Mi último suspiro, libro testamentario con el que Buñuelse despedía de la vida, relata una peculiar costumbre:tenía dos agendas, en una estaban los amigos vivos, enla otra los que ya se habían ido de la vida. Conformeaumentaba el número de los nombres incluidos en estaúltima crecía su soledad y con ella la certeza de que elfinal de la cuenta atrás se aproximaba.Probablemente ahí germina la causa del dolor que pro-voca entre los vivos la muerte de los demás. Pero no escierto que la muerte iguale a todos, al menos no hasta elpunto de borrar su singularidad, la individualidad delsujeto permanece mucho más allá de su paso por la exis-tencia. Y la de Joaquín Pascal era, y por lo tanto siguesiéndolo, proverbial.No puedo reclamarme amigo suyo, no al menos en elsentido de haber compartido tiempo y complicidades.En realidad apenas coincidimos en un puñado de oca-siones y realmente casi nada supe de su vida. La mitadde nuestros encuentros fueron profesionales; yo pregun-taba en mi calidad de periodista, él contestaba en nom-

34

bre de lo que en cada caso representara: a veces laConcejalía de Cultura del Ayuntamiento de Pamplona,otras su condición de profesor de matemáticas de laUPNA, unas pocas respondieron a su condición de hom-bre político pero todas, en todas, siempre se imponía ladimensión del hombre comprometido con un ideario,con un proyecto de esperanza que aspiraba a aumen-tar, a mejorar esas grandes cuestiones llamadas justicia,paz, cultura y convivencia.Poco a poco, cada uno de nosotros fue desprendiéndo-se de nuestras respectivas funciones para comunicarnos,para hacernos partícipes y discutir, acercar y compartiresas e-mocio-nes que na-datienen que vercon la conven-cionalidad dela hue-ca retóri-ca. Con-formeel tiempo pasa-ba y aquelhombre derro-chaba entusias-mo y felicidadempecé a presentir qué grande era la distancia queseparaba la imagen del hombre público de la personaíntima. Aquella distorsión nacía no porque este hombrese ocultara detrás de esa máscara que acostumbran autilizar los actores en sus representaciones y los políticoscuando ejercen la función pública sino porque era evi-dente que la cabeza y las emociones de este hombrecorrían muy por delante de lo que nos es dado disfrutara la mayoría. A Joaquín se lo llevaban dos demonios exi-gentes: la generosidad y la inteligencia. Con la primeraescondía la segunda para evitar molestar a quienes nosabían ni podían seguirle en esa carrera veloz, aceleraday enérgica con la que se mostraba en vida.

16

35

Era sorprendente ver como éste hombre que transmitíaentusiasmo a borbotones, que hablaba al galope yamaba sin mesura era capaz al mismo tiempo de vislum-brar al instante el camino más corto y recto con la luci-dez sencilla de un maestro budista. Y lo mejor aún, eracapaz de esperar que sus contertulios llegaran por sí mis-mos al punto en el que él había llegado desde la prime-ra palabra. Huelga decir que muchos no llegabannunca.Por eso tal vez, ahora que ya no podré seguir conocién-dole, desde aquella mañana que oí sin creer la noticiade que había muerto solo, explorando un camino limpio,en día de mucha luz y cerca del gorgoteo de una fuen-te próxima, decidí conservar una imagen suya radiantede felicidad plena. Ocurrió hace unos años, minutos des-pués del comienzo de unos sanfermines -fiesta para élmuy querida-. Una vez que hubo pasado la tensión pre-via y con la algarabía ya desbocada, Joaquín buscó unrincón tranquilo en el anonimato de un balconcillo late-

17

36

ral de la casa consistorial. Desde allí oteaba el fluir demiles de traseúntes desbordándose por la cuesta deSanto Domingo. De haber sido fotógrafo, no lo hubieradudado. Aquel cuerpo levitaba y aquella cara rebosabamás sensación de fiesta que los miles de rostros que en lacalle comenzaban a sentir el vértigo de fiesta.En alguna ocasión me contó cómo había disfrutado alpoder penetrar y conocer mejor la obra de algún artistagracias a uno de mis escritos y me dio las gracias. En estaocasión -lamento no haberlo hecho antes- debo reco-nocer que gracias a Joaquín me fue dado comprendery por eso mismo querer a la fiesta sanferminera y a lagente, a esa sociedad exaltada cuyas actuaciones ycomportamientos más de una vez me resultan terribles. Aeste pueblo quería profundamente Joaquín Pascal, a suritual festivo le rendía cuentas, pero hombre progresista,racional e inteligente para esta sociedad Joaquín Pascalsabía de la necesidad de seguir avanzando, de mejorar.Y para ella soñaba facultades de Bellas Artes, Centros deArte Contemporáneo, calles habitables y personas con-viviendo en paz.Ya ha quedado dicho que no conocí mucho a JoaquínPascal pero sí lo suficiente como para saber que sin élcumplir esos deseos, se nos pone más cuesta arriba. Poreso hay muertes como la suya que nos duelen más por-que -y somos egoístas- a quienes más dan, más se lesecha en falta.

Koldo Sebastián

38

Carta a Joaquín, 29 de junio de 1999María de CorralQuerido Joaquín:Acabo de volver a mi despacho después devarias semanas de viaje y me he encontradocon la noticia de que cesas como Concejalde Cultura de Ayuntamiento de Pamplona.Créeme de verdad que dicha noticia me hacausado un gran disgusto, en mi larga expe-riencia con instituciones y organismos públi-cos, pocas veces he trabajado con la libertady el apoyo que siempre has concedido a tuscolaboradores y pocas veces he visto realizarun trabajo con la continuidad y coherenciaque tu le has dado a tu cargo a lo largo deestos años; continuidad y coherencia que sonimprescindibles para poder desarrollar unalabor en las artes plásticas, ya que los resulta-dos sólo se ven después de un largo periodo.También me gustaría destacar tu aperturahacia el arte más actual de todo el EstadoEspañol, e incluso los inicios de una coleccióninternacional, es una apuesta de futuro y lamejor forma de ayudar a los jóvenes creado-res.Un fuerte abrazo.

18 19

20 21

22 23

24 25

40

Carta a Joaquín, 28 de junio de 1999Miguel Fernández CidQuerido Joaquín:Ante tu próxima marcha de la Concejalía de Cultura delAyuntamiento de Pamplona quiero transmitirte (en mi nombre y enel de mucha gente del llamado "mundillo artístico") nuestra gratitudpor la firme actitud y el entusiasmo con el que has defendido la polí-tica referida a las artes plásticas. Cuando lo habitual es que sedefienda poco el arte más contemporáneo, o si existe la defensa sepida un inmediato eco público, iniciar -como es tu caso- una tareaque sabes que sólo se asienta con tiempo, resulta especialmenteelogiable.

26

41

Quiero decirte que en muy pocas ocasiones me sentí tan respalda-do en las decisiones como cuando las tomé referidas a actividadesdel Ayuntamiento de Pamplona. Lo curioso es que, al final, repa-sando esas actuaciones, debo felicitarte doblemente: en vez derepetir lo fácil y formar una colección de artistas locales, nos esti-mulaste a que ampliásemos las fronteras para que las inclusionesnavarras tuviesen pleno sentido. Haciéndolo así -y respaldándonoscomo nos respaldaste- conseguiste -muy astuto- que pusiésemosespecial empeño en fijamos en los artistas navarros.Ojalá tus sucesores sepan ver que ése es el camino: tal vez no otor-gue el aplauso inmediato (lleva su tiempo asimilar lo contemporá-neo), pero al final la acción es más firme y duradera.Gracias por todo, de verdad, y hasta pronto. Con un abrazo fuerte.

27

42

JOAQUÍN PASCAL, UNIVERSITARIO Y TAURINO CABALAntonio PurroyEn esta primavera radiante se ha ido parasiempre Joaquín Pascal, un buen universi-tario, un gran aficionado y, sobre todo, unamigo. Quiero evocar una de las facetasvitales de Joaquín: su afición a los toros.Joaquín Pascal fue una persona íntegraen sus convicciones y en sus aficiones.Como es sabido, una de las más profun-das fue su afición a los toros. Aficionadode verdad, del toro bravo e íntegro, y deltoreo de arte. Por eso le gustaban los "vic-torinos" y por eso era un admirador entu-siasta de Luis Francisco Esplá.Conversador infatigable, con una memo-ria prodigiosa, relataba toros y faenas congran pasión. En realidad, era un apasio-nado en todo. Estoy seguro de que suconocimiento de los toros le ayudó a seruno de los primeros espadas de la políticanavarra, por la que también sentía unagran pasión. Porque en España difícilmen-te se puede ser un buen político sin ser almismo tiempo un buen aficionado a lostoros.Lo que sentirás, Joaquín, es no haberpodido acudir este año a la feria de SanIsidro. Cuando la víspera de tu muerte, unmartes soleado y caluroso, nos vimos porúltima vez en el Campus de laUniversidad, aún nos quedó un resquicio

28

43

en nuestra rápida conversación para bromearsobre esa bonita corbata de toreros que amenudo te ponías, corbata que anunciaba elcomienzo de tu temporada madrileña.El domingo 12 de mayo volví a la plaza de lasVentas y estuve toda la corrida recordandocon nostalgia a dos buenos aficionados, a dosgrandes amigos, a dos Joaquines: JoaquínPascal y Joaquín Vidal, el crítico de El País quemurió apenas 15 días antes que tú. Más valeque la corrida de Hernández Plá fue brava,encastada y emocionante, como a vosotros osgustaba. Tuve la suerte, además, de contem-plar el juego de "Guitarrero", que fue capaz deponerme los pelos de punta. La vuelta al ruedode este bravo y a pesar de ello noble toro(¿quién dijo que un toro bravo no podía sernoble?) la viví como un homenaje a dos aficio-nados que, cada uno en su ámbito, han defen-dido a ultranza la pureza y la integridad de laFiesta.Aunque amabas los Sanfermines con locura,desde que dejaste de ser concejal te veías enla casi obligación de abandonar la ciudad enesas fechas mágicas y entrañables. Tu malditapérdida de libertad llegaba hasta esos extre-mos. Pero por eso no dejabas de sernos fiel enla distancia a través de los medios de comuni-cación.Más vale que, como dicen los ganaderos,dejas una muy buena "reata", tus hijos, por losque también sentías una gran pasión. Por unaparte, tu hijo Jokin, Ingeniero Agrónomo denuestra Escuela y por otra Mariano, también

44

exalumno de la Universidad, esa que tanto querías,un aficionado joven y cabal, que es una garantíapara la Fiesta.Pero no quiero acabar estas líneas sin referirme a tusúltimas preocupaciones universitarias. Querías anuestra Universidad tanto que en tus últimas sema-nas te habías volcado en tu particular campañaelectoral de cara a las elecciones al Claustro del 23de mayo. Tenías muy claro por qué y para qué que-rías ser claustral. Estoy seguro que allí donde estéshabrás dado un bote de alegría por los buenos resul-tados obtenidos. Quiero que sepas que la noche delas elecciones unos cuantos te recordamos conemoción y te brindamos parte de nuestra victoria.Estoy seguro que con tu ayuda los resultados habríansido aún mejores.La muerte de Joaquín Pascal deja un hueco impor-tante en el devenir diario de Navarra: en la política,en la Universidad, en la cultura, en la afición…, y loque es más importante, en la amistad.

29

45

30

46

31

47

José A. IturriJOAQUÍN PASCALLos periódicos -lo llevan escrito en sufrente- tienen la imperiosa necesidadde llevarse por delante todo lo quetocan. Como si un viento fatalista sopla-ra sobre sus páginas para contarnossiempre, o casi siempre, noticias de hui-das o alejamientos definitivos. Los perió-dicos no tienen corazón, o lo disimulanmucho, y pasan por las tragedias per-sonales como de puntillas, sin otra refe-rencia que una esquela, adornada,quizás con algún memorando o algu-nas efemérides en la sección corres-pondiente. Los periódicos, como casitodo, siempre duelen en alguna parte,siempre se clavan en el corazón dealguien. Pero, a veces, el dardo parecede ida y vuelta. Y una noticia duele porderecho propio donde siempre duelemás cerca la muerte -su gente- y dueletambién en el corazón de los periódi-cos, que se quedan sobrecogidos y ensuspenso, como cuando alguien pierdeun amigo. Así con la muerte de JoaquínPascal.Que a Joaquín Pascal le haya sorpren-dido la muerte paseando en la soledadde una mañana primaveral y hermosa,teniendo como testigo el rompienteespectacular de las Peñas de Unzué lepuede añadir una cierta brillantez a la

48

negrura de la noticia, un cierto brilloperiodístico, un raro fulgor literario.Poca cosa, supongo, como para con-solar a quienes tienen que aprender avivir con su muerte a partir de ahora.Joaquín Pascal se había dedicado a susilencio desde hace tres años y, por loque me consta, en eso estaba. Pocotiempo, para que las páginas de estasección de Pamplona, que recorrió a lolargo y ancho durante sus ocho añosde concejal en el Ayuntamiento, hayanolvidado su paso.Los periódicos, amigo Joaquín, sólopueden pararse un segundo y medio. Yluego, como muy bien sabes, toca arre-ar. Los periódicos nunca apagan deltodo sus máquinas, y con fatigoso ycruel empeño, apenas publicada tunecrológica, ya buscan otras tragediasy otros muertos. Lo extraño de todo estoes la rara facilidad con la que se va lagente en estos últimos tiempos. Causaperplejidad y asombro -vamos a dejarel miedo arrumbado en otra parte-cómo una mañana sí y otra también,alguien te cuenta que tal o cual se mar-chó hacia otros paisajes y otros sueños.Ayer te tocó ser noticia, pero, por si dealgún consuelo te sirve, te diré, amigoJoaquín, que todos tenemos una gace-tilla necrológica ya escrita y esperán-donos. Nos llevas de ventaja algunashermosas circunstancias. Como esamañana primaveral y luminosa brillan-do en las Peñas de Unzué. Saludos.

49

Pedro Salaberri

50

VIVE EN LA MEMORIAJosé Antonio Gaciño (Sevilla)Arturo Vega (Móstoles. Madrid)Conocimos a Joaquín en Madrid, cuandoéramos estudiantes en aquellos añossesenta que tanto ilusionaron al mundo(o, por lo menos, a los que despertába-mos a la esperanza en medio de aquella"larga noche de piedra" que describieraCelso Emilio Ferreiro, y en cuyo final tratá-bamos ya de iluminarnos). Joaquín era untorrente de vida y de entusiasmo, lomismo celebrando la fiesta de SantaAgueda en las noches madrileñas quecorriendo delante de los grises. Para nos-otros, eran tiempos de iniciación.Vivíamos la aventura de descubrirlo todo:desde los sangrientos orígenes del régi-men mediocre que nos negaba la liber-tad hasta los anchos horizontes de las uto-pías revolucionarias. Los horizontes, ya sesabe, nunca se alcanzan, pero hacia ellosnos dirigíamos con toda la generosidadjuvenil de la que éramos capaces.Profesiones distintas en escenarios diferen-tes, en el vertiginoso proceso histórico quevino después, nos separaron. Y ya no vol-vimos a tener noticias de Joaquín hastaunos treinta años después, cuando leímosen los periódicos -oímos en las radios,vimos en las televisiones- que estabaamenazado de muerte por ese grupoterrorista que ha confundido los horizontes

51

utópicos con determinados límites geo-gráficos y, lo que es peor, está dispuesto afijarlos con sangre.Comprobamos entonces, cuando volvi-mos a hablar y cuando volvimos a abra-zarnos, que Joaquín seguía siendo elmismo torrente de vida y de entusiasmode los viejos tiempos, y que su trayectoriapersonal había sido totalmente coherentecon las esperanzas y los compromisos quehabíamos compartido en los años de lasilusiones. Recuperábamos al mismoamigo generoso y optimista, de risa fran-ca y mente clara, al que habíamos dadopor perdido en el túnel de la madurez.Ha durado poco. Como en la elegía deMiguel Hernández, "un hachazo invisible yhomicida" ha partido su corazón parasiempre, mucho antes de lo que le hubie-se correspondido de acuerdo con las pro-babilidades estadísticas. Los terroristas notuvieron que gastar munición. Eso que, enun sentido amplio, llamamos naturalezase ha encargado de engullirlo, comoreclamando su prioridad y su urgencia porquedarse con alguien que tanto laamaba. Puede que la rabia sea mayorpor no tener a quién culpar de esta des-aparición definitiva que deja más empo-brecido nuestro panorama de la amistad.Valgan, pues, estas líneas para contribuira mantenerlo vivo en la memoria decuantos le conocimos. Porque, como los

52

milicianos anónimos con los que JavierCercas da sentido a su Soldados deSalamina, Joaquín va a seguir vivo mien-tras le recordemos, mientras queramosmantener presente, hablando o escribien-do, su ejemplo de hombre honesto y con-secuente, solidario y comprometido conla libertad, un auténtico héroe de lo coti-diano, muy por encima de quienes practi-can heroicidades sanguinarias que sóloconducen a la destrucción.Y aquí seguiremos, tratando de mantenerviva su herencia de alegría y optimismo,aunque sin poder evitar sentirnos un pocomás tristes y solitarios. ›

5332

54

JOAQUÍN PASCALAlfredo Pérez RubalcabaLa muerte repentina de una persona toda-vía joven, llena de vida, siempre se nosantoja injusta. Este es el sentimiento queme embarga cuando escribo estas líneas.Diré más. Doblemente injusta. Porque lasestadísticas nos dicen que a Joaquín toda-vía le quedaban muchos años por cumplir.Pero, sobre todo, porque desaparecido elamigo, quienes le conocimos y disfrutamosde su entusiasmo, de su bonhomía, nossentimos obligados a rendirle un homenajey no podemos dejar de preguntarnos porqué no lo hicimos antes, cuando vivía. Porqué no fuimos capaces de decirle a lacara lo que le apreciábamos, lo muchoque agradecíamos su trabajo, su amistad,su compañerismo, su lealtad. La muerte, amenudo, hace que lleguemos tarde, quele digamos al amigo lo que pensamoscuando él ya no nos puede escuchar.Por eso, Joaquín, la muerte ha sido doble-mente injusta contigo. Te ha sorprendidocuando te quedaban muchas cosas porhacer, te ha arrebatado proyectos, unfuturo que biológicamente todavía tecorrespondía. Pero, sobre todo, te haimpedido conocer cuántos amigos tenías,cuánto te queríamos los que disfrutamosde tu amistad.He dudado a la hora de redactar estaspalabras. No quería, por nada del mundo,que sonaran a elogio póstumo, obligado,indefectiblemente retórico. Me he decidi-do, finalmente, a hacerlo. Por una razón

55

bien simple: creo que a ti, Joaquín, tehubiera gustado que lo hiciera. Por lostuyos.Tengo de Joaquín dos recuerdos bien dis-tintos. El primero asociado al trabajo quedesarrollamos conjuntamente en educa-ción. Fueron tiempos felices, duros pero lle-nos de una ilusión en la que nos reconocí-amos ambos, la de mejorar las posibilida-des de formación de quienes durantedemasiado tiempo, en nuestro país, vieroncómo su destino estaba indisolublementeligado a su cuna, a su origen social y eco-nómico. El segundo es mucho más triste. Serefiere a la época en la que unos malnaci-dos decidieron hacerle a él y a su familia lavida imposible. Entonces le vi sufrir. Por lossuyos, a los que he dedicado estas líneas.No puedo esconder que, cuando mecomunicaron el fallecimiento de Joaquín,pensé que su corazón no había podidoresistir tanta maldad, tanta insidia. Fue sóloun segundo. La memoria es fuertementeselectiva y la imagen del profesor compro-metido, optimista, vital, combativo, seimpuso y borró para siempre la otra, la deledil abrumado por la maldad incomprensi-ble de quienes sólo son capaces de odiar.Y con ese Joaquín me he quedado.Porque además de trabajo, proyectos eideas y, quizá, por encima de todo ello,Joaquín y yo compartimos el legado másimportante que nuestra generación hadejado a los españoles que nos van aseguir: una transición a la democracia quehizo de la paz, el perdón y la piedad aza-ñistas sus más preciadas señas de identi-dad.

56 Juan Belzunegui

57

Aurelio ArtetaUn tremendo hachazo se nosllevó el miércoles a JoaquínPascal. Nos hemos quedadomudos y estas palabras ape-nas acertarán a decirlo que,conforme pasen los días, nosirá llenando el alma y laboca. A lo más, ahora sólopodríamos clamar contraesa colosal injusticia y sinsen-tido que es el que, como losbichos o las plantas, los serescapaces de conciencia ylibertad tengamos tambiénlos días contados. Ahoramismo sólo sabemos que derepente nos ha dejado elmarido, el padre, el hijo, elhermano y, además, elamigo. Desde este últimotítulo, que él tanto cultivó,me toca hablar. Esa fue unade sus mejores cualidades:era tan amigo porque nosabía vivir sin amigos. Y,conociéndole, intuyo qué eslo que en esta desgraciadaocasión hubiera deseado:tras agradecer nuestra triste-za, nos pediría encarecida-mente que volviéramoscuanto antes y en lo posiblea sonreir.Sería largo pasar revista a susmuchas virtudes, que esoquedará entre los que lequeríamos e incluso entrequienes no le quisieron tanto.

Aunque, ¿cómo no referimosa su intensa alegría, capazde detectar lo bueno hastaen lo poco menos que horro-roso y de levantar así los áni-mos de los más melancóli-cos?; ¿a ese contagioso opti-mismo que, aun en mitad delos peores momentos, lehacía an-ticipar la luz delfinal del túnel?; ¿a esa leal-tad hacia los amigos, eseafán de componer lo queamenazaba quiebra, esasdotes para disculpar y perdo-nar? Que uno recuerde,Joaquín no solía hablar de lamuerte, pero tal vez por ahírondaba el secreto de aque-lla magnífica comprensión,acogida y afabilidad queprodigaba con todos. Meparece que entendió quenuestra comunidad máshonda, la que nos vinculamás allá de cualesquiera dis-tancias, radica en la con-ciencia de nuestra fragilidady finitud, en nuestra condi-ción de morituri, es decir, deseres que nos sabemos desti-nados a morir. Supongo quetampoco sospeché que lasuya se iba a presentar tantemprano. Y, sin embargo,estoy seguro de que no latemía en exceso, sencilla-mente porque prefería pen-sar que esa muerte quedabacompensada por lo muchoque día tras día sabía gozar

58

de la vida. En esta asignaturacrucial siempre le considerémucho más sabio que enMatemáticas.Pero llegó a ser también mihombre público y atesorabaunas cuantas virtudes civilesde las que sería bueno quesus conciudadanos tomára-mos nota. Ante todo, era unapersona que veía siempre enlos demás a otras personas.Por encima o por debajo deladversario -incluso de quienllegó a amenazarle- sabíadescubrir la humanidadcompartida. Poseía asimismova-lentía o coraje, eso quetambién en política es segu-ramente la primera excelen-cia y condición de todas lasdemás. Así que se enfrentó

como pocos (como suamigo Tomás) desde elAyuntamiento a la barbariede los unos, a la justificaciónde los otros y a quienes no seenfrentaban a unos y a otros.Eso le costó vivir el resto de suvida con una compañía queno había escogido, pero queacabó en-cantada deacompañarle y protegerle.Fue, en fin, capaz de algomuy poco frecuente entre loshumanos: atreverse a mirarhacia atrás, reconocer públi-ca-mente algún error y, a lavista de todos, rectificar. Anuestra edad, además deagallas, hacen falta muchanobleza y mucha generosi-dad para eso. Han pasadosólo unos días desde que,con nombre y apellido y en

33

59

voz alta, denunciara denuevo en el partido al quepertenecía y en laUniversidad en la que ense-ñaba lo que demasiadosaún callan.En poco tiempo vamos acaer en la cuenta de lo quehemos perdido al perder aJoaquín. Por mucho que losamigos le lloremos, no podre-mos ponemos en el lugar,quiero decir: en el dolor, deReyes, Jokin y Mariano, desus padres y sus hermanos. Esuna de las paradojas delhombre bueno: que, mien-tras en vida alegró a muchos,

no puede morirse sin hacersufrir a esos mismos al menosotrotanto. En lo que a algu-nos de nosotros concierne,siempre imaginamos queíbamos a envejecer en lacercanía y nos entregaría-mos al mucho palique, detantos recuerdos como élmás que nadie nos iba a pro-porcionar con todo lujo dedetalles. Ya no será así y noslas tendremos que arreglarsin él. Lo que nunca podre-mos, aunque lo intentáramospara aliviar un poco nuestrapena, será olvidarle. Gracias,Joaquín, y hasta siempre.

34

60

35

61

JOAQUÍN PASCAL O LA PASIÓN POR LA LIBERTADIgnacio AranazEl jueves por la tarde me llamó porque no conseguía man-dar un correo electrónico a la red interna de la universidad.Y ahí estuvimos, en su despacho, peleando con la máqui-na, hasta que al final el correo entró. No quería terminar eldía sin mandar ese mensaje, aunque tenía prisa porquehabía quedado con Reyes para ir al concierto del TeatroGayarre: esa tarde tocaba la Orquesta Pablo Sarasate.Creo que era la segunda vez que yo entraba en su despa-cho, en los dos años largos que llevo en esta universidad.Como costó un rato que pasara el correo electrónico, tuvetiempo de fijarme en los objetos que tenía allí: un gran car-tel de una exposición del Ayuntamiento de Pamplonasobre adquisición de obras de arte, una foto de un toreroen la tarea de ponerse el traje de luces, un montón dearchivadores en lo alto de dos muebles llenos de libros dematemáticas, con la documentación de los cursos delCertificado de Aptitud Pedagógica y un mapa deNavarra, uno de esos mapas de plástico en relieve, dondese ven muy bien todas las montañas. Me fijé que tenía lapersiana medio bajada y que la parte de cristal que que-daba a la vista estaba cubierta por un plástico traslúcido.Había también varias fotografías, entre ellas una en la queestaba sonriendo, como siempre, en alguna rueda deprensa junto a un hombre que no identifiqué. Habíamuchas más cosas, como es natural, pero recuerdo ahoramismo sólo éstas. Tengo la impresión de que estos objetosretrataban con bastante precisión el mundo de Joaquín, alque habría que añadir, como es natural, a Reyes, a sus hijosy a la gran familia de amigos.

62

A pie de obraRecuerdo a Joaquín repartiendo el programa electoral de supartido a la puerta del Mercado de Santo Domingo, en la penúl-tima campaña electoral, haciendo política a pie de obra, per-suadiendo con razones, con palabras. Su paso por elAyuntamiento de Pamplona, al frente del Área de Cultura, lotenía muy presente. Creo que se sentía satisfecho de su trabajo,especialmente de la labor en artes plásticas, con esa política deadquisiciones en la feria Arco de Madrid. No sé quién era el tore-ro de la foto, pero ahí estaba la pasión de Joaquín por los toros,quien seguro que ya se había organizado el trabajo para poderacudir a dos o tres corridas de la Feria de San Isidro de este año.Era un hombre tan previsor, se organizaba el tiempo con tantaantelación, que no sé si su muerte no le habrá cogido a contra-pié, como a nosotros. Los estantes, como digo, estaban llenos delibros de su materia universitaria, las matemáticas, por las quetenía verdadera pasión. Además de sus asignaturas habitualesimpartía clases de lógica matemática para estudiantes de inge-niería, unas clases que los estu-diantes pueden escoger libremen-te y que siempre estaban llenas.Con su vocación y su experiencia,conseguía hacer atractiva su asig-natura. Encima de los estanteshabía colocado toda la docu-mentación del CAP en unos cuan-tos archivadores que poníancomo una cornisa blanca en loalto. Este programa del CAP lopuso en marcha Joaquín en la uni-versidad hace dos años, con granaceptación y eficacia probada.Igual que en el espacio de su des-pacho, en su trabajo esta tareadel CAP vino a coronar su dedica-ción entusiasta a la universidad,rindiendo con ello un gran servi-cio. El pequeño calendario de sumesa recordaba a las víctimas delterrorismo, destacaba algunas 36

63

fechas en el año y reclamaba lo que tantos: ¡libertad ya! Ayerjustamente participó en la universidad en la lectura pública delQuijote y escogió ese pasaje en el que Don Quijote habla aSancho de la libertad y dice, entre otras cosas: por la libertad, asícomo por la honra, se puede y debe aventurar la vida. QueJoaquín lo hizo es cosa bien sabida, como que por defender lalibertad de todos vio la suya cotidiana coartada y su personaamenazada. Ese calendario sobre la mesa lo decía muy claro, yesa persiana bajada, ese cristal traslúcido, me hicieron pensaren algunos pequeños detalles que han de tener en cuenta quie-nes, como Joaquín, no se resignan a agachar la cabeza, no secallan y creen que merece la pena mantener una vida digna.Creo que esta situación de permanente y difusa amenaza quele llevaba a mantener algunas discretas precauciones, a sacrifi-car algunas viejas aficiones (como la de correr el encierro enSanto Domingo), le daba un plus de energía, de vitalidad, deansia, que le llevaba a vivir con una intensidad que a otros noalcanza. Y ese mapa de Navarra con todas sus montañas dibu-jadas, ese paisaje que tan bien conocía y al que le gustabaescaparse siempre que podía, esa imagen de una geografía, deun territorio en el que Joaquín entendía que le había tocado tra-

Pedro Salaberri

64

bajar por la libertad colectiva, esa Navarra que llevaba metidaen su alma no como un fetiche al que venerar, sino como unpaisaje, como una tierra en la que poder vivir en armonía y enlibertad. Recuerdo que esa tarde del jueves, mientras su mensa-je se resistía a entrar en la red, me contó su última travesía por elPirineo, señalando con el dedo el recorrido por el mapa: salieronde Ibañeta y terminaron no sé dónde, muy lejos, en la parte deFrancia por lo menos. Era un apasionado de muchas cosas: tam-bién de la montaña, a la que iba a respirar, a vivir en amistad, areponerse, a pensar, a disfrutar de ese impulso, de ese gozosooptimismo que tiene la naturaleza, iba buscando la vida, sinsaber que era ahí precisamente, en la montaña, donde estabael final de todas las etapas de su vida.Alegría y generosidadJoaquín ha vivido en plenitud hasta hoy mismo, con ese buencolor que había cogido, con esas ganas de mantenerse a pesarde todo en la pelea política. Ya no en los entresijos domésticosde los partidos, en ese cuerpo a cuerpo que tantas energíasconsume, sino en esa otra política que ennoblece al ciudadanocapaz de afanarse por asumir su responsabilidad colectiva. Ayermismo, por la mañana, le tuve que llamar para hacerle una con-sulta sobre la Liga de Debate Universitario. Me atendió comosiempre, con alegría, con generosidad, con su palabra certera.Joaquín participó en las dos ediciones anteriores de esta Liga,como juez un año y como capitán al siguiente. Este año podíahaber acudido a Madrid como juez también, pero la Liga cam-bió de fechas y decidió no acudir. La Liga comienza mañana enMadrid. Si hubiera decidido participar como juez no habría podi-do ir al monte esta mañana y quién sabe. En los últimos tiemposfuimos coincidiendo y hasta un asunto se nos ha quedado en elcamino, uno de esos asuntos sobre los que uno espera que sehaga justicia. Estoy seguro de que, si puede, nos seguirá echan-do una mano a los que aquí seguimos, una mano franca, llena,a-pasionada, dispuesta a abrir las puertas de la justicia y de lalibertad

Relación de fotografías1. En su despacho,

en Descalzos, 72.2. Carmen Alemán, Reyes

Lizarraga, Joaquín, Javier Manzanos, Marga García y Angel Arbe

3. Corriendo el encierro4. Con Inge Morath y Canito5. Con Javier Chourraut y Juan

Manuel Bonet6. Norberto Dotor, de Galería

Fúcares, y J. Manzanos7. Joaquín, Javier Maderuelo,

Fernando Francés y J. Manzanos

8. En el Riau-Riau9. Su hijo Mariano poniéndole su

primera chistera de concejal10. De niño en los Gigantes (1957)11. De joven en el encierro (1969)12. Con su hijo Mariano

fotografiados por Inge Morath13. Joaquín y Reyes14. Contemplando a Palazuelo15. En el Pirineo16. En la Bienal con J. Manzanos y

Jesús Moreno17. Brindando en sanfermines18. María de Corral y

Rosina Gómez Baeza19. F. Francés, J. Manzanos y

periodistas en Arco20 y 21. Seleccionando las

adquisiciones22. María Antonia Estevez23. Tom Carr

24. Gonzalo, de Galería 16, y Mari Carmen Garmendia

25. Siguiendo con las adquisicio-nes26. En el Stand del Ayuntamiento

en Arco´9927. J. Maderuelo, Miguel

Fernández Cid, María de Corral, F. Francés, J. Manzanos y Joaquín

28. Corriendo el encierro29. Con Arthur Miller e

Inge Morath30. Con Inge Morath y Canito31. En Mont St Michel con su

hijo Jokin32. En el patio de los gigantes33. En Japón con TomásCaballero,

José Javier Echeverría y Fefa Itoiz

34. De viaje con Reyes35. Detrás de un leiro36. En Arco

José Ignacio AGORRETAFlorencio ALONSO

Fermín ALVIRAJosé Ramón ANDA

Angel ARBEJavier BALDA

Juan BELZUNEGUIMiguel BERGASA

Clemente BERNARDIsabel CABANELLASCarlos CANOVAS

José Miguel CORRALFermín DIEZ DE ULZURRUN

Antonio ESLAVALeopoldo FERRÁN

Luis GARRIDOElena GOÑI

Nicolás LOPEZAdriana LORENTE

Pedro MANTEROLAJokin MANZANOSJorge MARTINEZEmilio MATUTE

MAYOR José Luis MUÑOZ Eduardo MURO Javier OCAÑA Paco ORTEGA Félix ORTIZ Eugenio OSES Pedro OTAEGUI Alicia OTERO Agustina PAGOLA Fernando PARDO Diana PARDO Julio POLAN Paco POYO Txuspo PUEYO Miguel REKALDE Dick REKALDE Mª José RODRIGUEZ David SABATE Teresa SALABERRI Pedro SEBASTIAN Koldo SAN MARTIN Sagrario SUKILBIDE Juan Mª

Del 12 al 26 de junio de 2002tiene lugar una exposición en la

Sala Zapatería, 40 del Ayuntamiento de Pamplonabajo el título

A Joaquín Pascalen la que intervienen los siguientes artistas:

CoordinaciónPedro Salaberri DiseñoMiguel PueyoImpresiónI. G. Castuera S. A.Transporte y MontajeArea Cultural

AgradecimientosA los fotógrafos Javier Bergasa, PatxiCascante, Merche Galindo y JorgeNagore y a todas aquellas personas quehan hecho posible este homenaje.

Este librose terminó de imprimirel 4 de junio de 2002en los talleres deI. G. Castuera S. A.Torres de Elorz

Navarra