A mi Madre y a mi Hermano,

Dos grandes puntales en mi vida,

van dedicadas estas palabras

que salieron de mi corazón.

¡Os quiero!

A Ti, Padre de lo Eterno, Señor de cielos y Tierra, Vera-cruz en este pueblo, Luz que alumbra en las tinieblas. Hijo de Dios hecho Hombre que viniste a nacer en un portal en Belén rodeado de humildad, sin importarte siquiera que siendo Tú el Rey de Mundo esa suerte Tú corrieras. Y creciste haciendo el bien y ayudando a los demás, predicando la Palabra de tu Padre Celestial. Y por ser grande su fe al ciego le hiciste ver y al paralítico andar, y a Lázaro tras su muerte lo hiciste Resucitar. Y por hacer tanto bien y dar amor verdadero el pago que recibiste fue morir en el madero.

Cristo de la Vera- cruz a tus pies vengo a postrarme. Quiero pedirte y rogarte que ilumines mi palabra para exaltar las grandezas de tu venida a la Tierra para nuestra Salvación. Antes te pido perdón por mi fallo y mi torpeza. Que este torpe atrevimiento sea consuelo y sea aliento “pa” esta humilde pregonera. Tú que me diste, Señor, estos ojos para ver, no sólo para llorar, haz que mis ojos te vean no sólo en mis alegrías sino también en la tristeza. Haz que sepa adivinar entre las sombras, la luz que nunca me ciegue el mal ni olvide que existes Tú. Sostén Tú siempre mi fe pues cuando llegue a tu hogar con mis ojos te veré y mi llanto cesará.

Reverendo señor cura párroco don Manuel Talavera San Román.

Señor Vicario parroquial, don Alberto Talavera San Román.

Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Antigua e Ilustre Hermandad Sacramental y Nuestra Señora de Belén, cofradía de nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y Nuestra Señora de los Dolores Coronada.

Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Antigua y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Rosario y Santa Rosalía.

Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Fervorosa, Mariana y Antigua Hermandad de Nuestra Señora del Rocío.

Señor Presidente y miembros de la Agrupación Parroquial de San Ginés.

Miembros del Consejo Pastoral.

Señor Alcalde y Corporación municipal del Excelentísimo ayuntamiento de Gines.

Autoridades civiles.

Hermanos todos en el señor y en su Bendita Madre.

Paz y Bien.

Será porque siempre me enseñaron a ser agradecida, que no puedo empezar de otra manera. Gracias Alfonso por tu emotiva presentación, gracias por tus palabras de aliento, aunque no merezco tanto, en ellas se dejan ver el gran afecto que nos une. Gracias a los miembros de la Hermandad Sacramental por haber pensado en mí para esta difícil enmienda. Aunque hubiese preferido, y ustedes lo sabéis, que no os hubieseis acordado, hoy desde aquí os doy las gracias por haberme puesto en este gran aprieto. A los míos, a mi familia, eternamente agradecida por formar parte de mi vida. A ti, mamá, gracias por tu bondad, por tu entereza, por ser una mujer fuerte y por demostrarme día a día lo que es tener fe en Dios y en su Bendita Madre. A ti papá, presurosa fue tu marcha dejando en nosotros un vacío imposible de llenar, gracias por todo lo que me enseñaste durante mi vida y en los últimos momentos de la tuya, tu fortaleza, tu resignación y tu fe firme que nunca, nunca vi tambalearse. Quiero que sepas que cada día me esfuerzo en parecerme más a ti y aunque no estés sé que estás porque te siento presente y mi corazón te siente aquí juntito a mamá. Te mando un beso muy fuerte. Te quiero mucho, papá. A ti, hermano, gracias por tu cariño y por tu apoyo incondicional, por estar siempre pendiente de mí y de mis hijos, por todo lo que me das sin pretender recibir nada a cambio.

A ti, Pedro, gracias por llevar más de media vida junto a mí, por hacer que cada día brille de nuevo el sol en nuestra familia y por ser cómplice y a la vez consejero en la elaboración de mi pregón. A mis pequeños, Pedro y Daniel, que ya no son tan pequeños, gracias por vuestra inocencia, por ser el motor de mi vida y la alegría de nuestra casa. Y a todos los aquí presentes, gracias por compartir conmigo este momento tan importante para mí.

CUARESMA El tiempo… ese transcurrir de segundos, minutos y horas que hacen que la vida pase casi sin darnos cuenta, que pone cada cosa en su sitio y a cada uno en su lugar, caprichoso a veces, otras inadvertido, se convierte en el eje que marca nuestra andadura por la vida. En este tiempo en que vivimos, contagiados por el virus de las prisas en una sociedad donde no hay cabida para la paciencia, se nos hace necesario, de vez en cuando, buscar ese tiempo de silencio, ese momento que tanta falta nos hace para encontrarnos a nosotros mismos. En este tiempo en el que nosotros y solo nosotros nos empeñamos en hacer injusto lo que no lo es conviene, alguna

que otra vez, hacer examen de conciencia y reconocer que si queremos somos capaces de hacer las cosas bien. Y estamos en el tiempo. Para los cristianos la Cuaresma es un tiempo de reflexión, de examinar nuestro interior, crecer en la fe, corregir nuestros errores e intentar ser mejores para estar más cerca de Cristo. Cuando los días empiezan a crecer, cuando la claridad de la primavera empieza a disipar las tinieblas invernales, cuando la vida parece renacer de su letargo, la Cuaresma llega y nos recuerda ungiéndonos la cabeza con ceniza, que debemos convertirnos y creer en el Evangelio. Comienza entonces la última espera para el cofrade. Las calles del pueblo se ven surcadas por el rachear de costaleros en noches de ensayo. A lo lejos, como si fuera la banda sonora del momento se oye el sonido de cornetas y tambores en su última puesta a punto. La Casa Hermandad es un ir y venir de hermanos para sacar la papeleta de sitio. Ahora es el tiempo. La Semana Santa se hace vida. Cristo camina y nosotros lo llevamos haciendo un recorrido por los Evangelios a la vez que contemplamos y admiramos esta forma tan particular que tiene esta bendita tierra de hacernos llegar, Señor, tu Pasión.

EL AYER Y volviendo a revivir de nuevo este tiempo voy desempolvando del baúl de mi memoria la nostalgia del ayer. De un ayer que significó mucho para mí por los bellos momentos que me dejó grabados. Recuerdo el entusiasmo de un Domingo de Ramos no solo por ser un día de estreno, que a veces no se podía, sino por llegar a casa con la rama de olivo bendecida para que mi madre la colocara en las ventanas y quitara la del año anterior, apenas ya sin hojas. La tarde del Miércoles Santo recuerdo que siempre venían hermanos franciscanos del Loreto para ayudar a de don Juan en las confesiones. El Jueves Santo a las cinco de la tarde, la última cena del Señor, y porque vino a servir y no a ser servido, se arrodilla, lava los pies a sus discípulos y los besa. Esa última cena antes de su muerte en el mediodía del Viernes Santo. Recuerdo como me llamaba la atención siendo niña que ese día el sonido de las campanas fuera sustituido por el sonido seco de una matraca en señal de duelo. Poco tiempo quedaba ya, apenas unas horas para ver la cofradía en la calle. Recuerdo las de ganas de mi hermano por salir de nazareno. Apenas tendría los cuatro años cuando hizo por primera vez su estación de penitencia y por él la hubiese hecho antes si le hubiesen dejado. El afán y el entusiasmo que veía en él año tras año mientras le ayudaba a colocarle bien la cola al

abrocharse el cinturón de esparto, hizo despertar en mí la curiosidad de saber lo que sentía bajo el antifaz y así el primer año que salieron en Gines hermanas nazarenas tuve el honor de ser una de ellas. Yo nunca podré olvidar ese momento interior en un encuentro con Dios hecho amor y hecho verdad. Una experiencia que fue repitiéndose algunos años más hasta que Dios me concedió la dicha de ser madre y el deber de cuidar de mis hijos. Si Dios quiere volveré a ponerme el ruán negro y el cinturón de esparto, y bajo el antifaz volveré a ser tu nazarena junto con mi hermano, mi marido y mis niños.

Hoy quiero desandar mis pasos como si pudiera ser… Y volver a aquel ayer que me llevan mis recuerdos, de aquellos gratos momentos que guardo de mi niñez. Y me veo siendo niña, criada en una familia de tradiciones cristianas, de domingos de ir a misa y devoción mariana, de unos padres afanados en inculcarle a sus hijos la devoción y el cariño a la Virgen y a su Cristo.

Cierro los ojos un instante y recuerdo con cariño la imagen de aquel chiquillo que corría por mi casa “vestío” de monaguillo. Con esa túnica roja y encima un roquete blanco, siempre estaba preparado antes de llegar la hora, para ayudar en la misa o “pa” sacar algún paso con niños de su pandilla cualquier domingo de mayo. Y ese tiempo de Cuaresma que en mi casa se vivía, que un miércoles empezaba con una cruz de cenizas que mi mente no entendía aún qué significaba. Y esos viernes de vigilia que en mi casa se guardaba y aún se guarda todavía. Vía Crucis en silencio por las calles de mi pueblo de la mano de mi madre, y esas tardes de Quinarios y tardes de Septenarios son recuerdos imborrables…

Y por más que yo intento quitar de mi pensamiento lo que me causa tristeza, el aturdimiento trae otra vez a mi memoria lo que en otro tiempo fue y ahora se vuelve historia. Aquel Domingo de Ramos hace veintisiete años donde todos celebrábamos la entrada en Jerusalén de Jesús, Rey Soberano. Entre olivos y entre palmas, al son de un canto, el Hosamna la procesión discurría y antes de llegar a la Plaza el aire se volvió cenizas. Todo se nubló de pronto, el gris nubló la alegría y en las caras arrugadas vi lágrimas que caían. No me quedo en los detalles que todos ustedes saben me quedo con la esperanza de volver a ver sus caras, y el amor de todo un pueblo que pudo más que las llamas.

¿Cómo te ibas a ir, mi Virgen de los Dolores? Si Tú eres para Gines la Madre de sus amores. ¿Cómo te ibas a ir, mi Virgen de los Dolores? Si eres de Gines la estrella que iluminas corazones de los que tanto te quieren, de los que nunca te dejan, de los que perdidos vienen de los que siempre te rezan, de los que se sienten solos, del enfermo que te pide cura y salud “pa” sus males, de esa madre y ese padre que te lloran en silencio por haber perdido un hijo y en Ti buscan el consuelo. ¿Cómo te ibas a ir? si el dolor de tus dolores fue el dolor de todo un pueblo por Ti, mi Reina de amores. Te tenías que quedar en tu Sagrario, en tu casa y como todo se alcanza con amor y humanidad y sin perder la esperanza Gines te volvió a tener para siempre, Virgen Santa.

Para siempre con tu gente, con los que tanto te quieren, amor de nuestros amores, Reina y Señora de Gines. ¡Mi Virgen de los Dolores!

PASIÓN DE CRISTO Los misterios de la Pasión de Cristo no son parte de la Historia, no se quedan en el pasado, están presentes en nuestro caminar diario. Contemplar su Pasión es hacer presente en nuestra vida su Palabra, que es única y verdadera y, movidos por la Fe, intentamos imitarlo. El verdadero sentido de la Semana Santa debe ir más allá de un aire perfumado de incienso al paso de una cofradía o de una candelería gastada por horas de procesión, más allá del celestial sonido de tambores y cornetas o balcones engalanados con colgaduras de damasco, debe ir más allá del sentimiento que se derrama bajo las trabajaderas o de la penitencia del nazareno, más allá de todo el exorno ornamental que podemos contemplar u admirar en estos siete días santos. Y no es que esto no sirva, cómo no va a servir, si esta es la forma que tiene esta bendita tierra de hacernos llegar, Señor, tu Pasión.

Pero la Semana Santa TAMBIÉN ES un continuo recordar la Palabra de Dios, que ilustramos con imágenes a lo largo de una semana para tenerla presente a lo largo de todo el año y, año tras año, a lo largo de nuestra vida. ¿Quién no ha visto al Nazareno cargando con la cruz y no ha escuchado al oído sus palabras? “EL QUE QUIERA VENIR CONMIGO QUE TOME SU CRUZ Y ME SIGA”. Esa cruz que no es material, esa cruz símbolo del cristiano, esa cruz que está en la vida y a la que debemos agarrarnos siempre, tanto en lo bueno como en lo menos bueno, amándonos unos a otros como Cristo nos amó. Debemos mirar esa cruz no como símbolo de dolor y sufrimiento, sino como símbolo de triunfo y de gloria, porque con ella la muerte se hace vida, una vida eterna junto al Padre. ¿Quién no ha visto a Cristo coronado de espinas, ha sentido su humillación y no ha recordado su mensaje? “EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO, QUE SE HAGA EL ÚLTIMO” Al verlo encarnecido y maltratado, ¿quién no oye sus palabras? “A QUIEN TE HIERA EN UNA MEJILLA OFRÉCELE LA OTRA” Miramos a su cruz y vemos la nuestra, sentimos el dolor de nuestras espinas al contemplar las suyas. La verdad está en la cruz y la cruz es la verdad. La verdad de este Cristo que vino al mundo para dar una enseñanza de amor y por amor murió para que nuestras culpas fueran perdonadas.

No hay lección más verdadera que la que nos distes Tú, que por salvar a los hombres fuiste a morir en la cruz. Una cruz hecha de amor, de doctrinas y lecciones, una cruz de mil perdones para el pueblo pecador. ¿Puede haber mayor lección que tu palabra sincera? Si te hiciste entre los hombres uno más, otro cualquiera, y al hablar a la multitud en ti vieron una afrenta por llamarte Hijo de Dios, el Mesías, el que eras, y proclamar el amor a los hombres de la Tierra. Los tuyos que te seguían fieles discípulos eran, hasta que sus intereses pudieron más que tu entrega. Un Judas, una traición, un beso y treinta monedas Y un Pedro que te negó no una vez, sino hasta tres antes de que amaneciera.

Fuiste apresado, Señor. Sin encontrar en ti pena, Pilatos lavó sus manos para limpiar su conciencia, Y al pueblo fuiste entregado, su ira fue tu condena. Quitaron tus vestiduras, te humillaron y azotaron, a suerte echaron tu túnica, te insultaron, blasfemaron, y te ataron a la cruz con clavos de pies y manos. Y como rey te decías, pusieron en tu cabeza una corona de espinas. Y sufriendo este tormento con amor inquebrantable, tu palabra como ejemplo: “Perdónalos, Padre, Porque no saben lo que hacen.” Este hombre que murió sin hacer daño ninguno, que vino al mundo a cargar las inmundicias del mundo, es Cristo, Hijo de Dios, ese que vino a enseñarnos que su muerte es la vida para los que le sigamos.

Tomemos pues nuestra cruz y vayamos tras su paso caminemos junto a Él amándonos como hermanos, como Él nos ha amado. No hay mayor muestra de amor que la que vino a enseñarnos, que siendo el Hijo de Dios bebió el cáliz más amargo “pa” darnos la Salvación

A JESÚS POR MARÍA A los pies de la cruz, junto a su Hijo, su Madre, María, sufriendo en silencio el dolor y aceptando una vez más la voluntad del Padre. Y qué mejor manera de llegar al Hijo, que a través de su Madre. Madre mía, en tus benditas manos tienes a este pueblo que te quiere, que te mima y que te adora, que te reza y que te implora y que en Ti busca el consuelo de sus penas y desvelos. No nos sueltes de tu mano, guíanos por buen camino, ese camino derecho que conduce hasta tu Hijo. Porque Tú eres modelo, no sólo para admirar sino también para imitar, hagamos nuestro tu ejemplo de fe, de generosidad, de humildad, de perdón, de valentía, de sacrificio y de amor.

En tus ojos buscamos el amor de madre y al ver que no nos apartas la mirada, sentimos cómo nos cuidas, cómo nos consuelas y nos guías. A través de tus ojos misericordiosos encontramos tu perdón y la certeza de que el Padre también nos perdonará.

Cristo de la Vera-Cruz, misericordia infinita, a tus pies tienes dos rosas ¿a cuál de ellas más bonita? Dos nombres para una madre conuno solo, María, y dos rostros que reflejan las dos caras de la vida. Es el gozo y la alegría en mi Virgen del Belén al recibir la noticia del arcángel San Gabriel de ser madre del Mesías. Belén en tu Nacimiento y luz en la Candelaria, y Dolores es el tormento de ver morir a su Hijo “crucificao” en un madero sin haberlo “merecío”.

Siendo Tú, Madre, tan buena, cuida a tu pueblo, a tu gente, consuela nuestras tristezas y haz que tengamos presente que como el amor de madre no hay amor más verdadero que se haya “conocío”, ni dolor que sea más grande que el dolor de una madre al ver morir a su hijo. Misericordia en tus ojos, carita de madre buena, dulzura en tu mirada para aliviar nuestras penas. Dos madres que son dos rosas para su pueblo de Gines, Belén “pa” ser su Patrona la sonrisa más sublime, Y con corona de gloria tallada con mil amores Nuestra Madre Dolorosa ¡La Virgen de los Dolores!

VIERNES SANTO De silencio y negro luto se viste Gines la tarde de Viernes Santo. Sus calles, calladas y desiertas, tienen un toque de color con las colgaduras que visten los balcones del casco antiguo de Gines. No habrá casa donde ya no esté preparada y planchada con esmero la túnica de nazareno o la faja y el costal de tus hijos costaleros. Tras los cristales, miradas dirigidas al cielo porque hasta el mismo cielo se torna triste la tarde de Viernes Santo, imponiéndose en su azul celeste el negro de grandes nubarrones que amenazan con llover. La quietud de las calles empieza a romperse con la silueta del nazareno enlutado quecamina con premura hasta los salones parroquiales, Allí se reunirá de nuevo con sus hermanos, compañeros de penitencia. Curiosamente siempre los mismos, rejuvenecidos por la sabia nueva que viene llegando, algunos solo coinciden al año una vez, el Viernes Santo en el patio del cura. Los que antes eran pequeños son ahora los más jóvenes y los más jóvenes de antes ahora adultos. Se echa en falta a los más mayores de siempre. Algunos partieron ya a la morada del padre y otros han dejado de salir por el peso de los años. El sonido del megáfono llama al orden y se empieza a pasar lista para que cada uno ocupe su puesto en los diferentes tramos de la cofradía.

Ya en el templo las miradas puestas en el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, sobre un monte de claveles, alumbrado por la tímida luz de cuatro hachones, y en su Bendita Madre, la Virgen de los Dolores, iluminada por el resplandor de su candelería encendida. El olor a cera recién estrenado y la fragancia del incienso hacen que todo tenga un encanto especial. Cuando el reloj de la torre de la iglesia empieza a marcar las ocho de la tarde, tres golpes secos en la puerta acaban con la quietud del templo.

Silencio que es Viernes Santo yGines es todo silencio, en la quietud de sus calles solo el rumor del silencio. Silencio, porque ya abren el portalón de su templo y al salir la Cruz de Guía la plaza suena a silencio. Silencio y negro de luto, y tramos de nazarenos. Esos primeros que vienen, nazarenos tan pequeños, ¡Qué gran lección nos van dando que van pasando en silencio!

Porque lo traen de la cuna, que de sus padres aprendieron que en Gines la penitencia tienen que hacerla en silencio. Austeridad y compostura, amor, respeto y silencio, porque sus cirios alumbran a un Cristo que viene muerto. Sobre caoba de amor, con cuatro hachones de cielo, viene Cristo Redentor derramando tanto amor que trae los brazos abiertos para que quepamos “tos”. Silencio de penitencia, penitente que en silencio vas cumpliendo la promesa que le hiciste en silencio. Porque en silencio se reza y se busca su consuelo, y las cuentas del rosario que van pasando tus dedos son rezos de Ave María y oración de letanías que le rezas en silencio.

Por todas nuestras miserias y lo que guardamos dentro, debajo del antifaz hay lágrimas en silencio´ Misericordia, Señor, “pa” los hijos de este pueblo. Tú que vas “crucificao” “clavao” en ese madero, ¡con qué mimo vas andando! Amor de tus costaleros. Que tus espinas, Señor, sean espinas de amor entretus hijos de Gines, que acaben con el rencor, con la envidia y la soberbia, porque no hay mayor miseria que un corazón sin amor.

Que Cristo no solo muere la tarde de Viernes Santo, Cristo muere cada vez que no ve amor entre hermanos.

Cristo muere cada vez que le negamos ayuda a los más necesitados.

Cristo muere cada vez que la envidia y el rencor se adueñan del corazón y no nos une el amor como tendría que ser.

Misericordia, Señor, que tu bondad infinita sepa abrirnos el corazón para derramar amor con quien más lo necesita. Yo te he visto andar por Gines la tarde de Viernes Santo, y no habrá entre los confines lucero que brille tanto ni luz que más ilumine. Silencio, dolor, quebranto… que es Amor que nos redime la tarde de Viernes Santo cuando Dios se muere en Gines.

Como todos y cada uno de los días del año los días del año, pero quizás de manera especial en este tiempo de mirarnos interiormente, nuestra mente se evade en el recuerdo de los muchos que nos faltan y con los que tuvimos la suerte de compartir en otro tiempo estas mismas vivencias. Por todos ellos, que de una manera u otra se entregaron en cuerpo y alma para hacer de nuestra Hermandad ejemplo de constancia, humildad y buen hacer, siempre fundamentados siempre en los cimientos de la fe.

Se está formando un revuelo en las florestas del cielo y a sus balcones se asoman cofrades que ya se fueron a disfrutar de la Gloria. No quieren faltar a su cita como cada Viernes Santo. Que hay otro Gines ahí arriba que ya se está preparando “pa” sacar la cofradía. A todos ellos que un día partieron hasta los cielos, para vivir la otra vida que promete el Padre Eterno. No quiero pasar este día sin acordarme de ellos. Con amor, fe y humildad cada renglón escribieron de una Hermandad con historia Sacramental en mi pueblo. Por todo lo que nos dieron y lo que nos enseñaron, por transmitirnos la fe a la que nos agarramos.

Y también porque sabemos que no se van de todo… que siguen a nuestro lado. Vaya para todos ellos el más bonito recuerdo que cada uno guardamos. De aquel que fue capataz, de aquellos tus costaleros, de aquella tu camarista que con mimo y con esmero va planchando las enaguas de la Reina de los Cielos.

De aquel Hermano Mayor, de tus muchos nazarenos, y “pa” cuidar tus jardines hay dos buenos jardineros. De los padres y las madres, las abuelas y los abuelos, ellos que nos educaron en la fe que hoy tenemos.

De esa niña chiquitita, ángel de niños pequeños, y los que en la flor de la vida a la otra vida partieron… Vaya para todos ellos un recuerdo en la memoria, que hoy disfrutan en el cielo la plenitud de tu Gloria.

Apenas se va perdiendo la silueta del Cristo Calle Nueva abajo, arropado por su silencio, y en el dintel de la puerta de la iglesia ya se dejan ver los primeros varales y el resplandor de la candelería encendida del paso de palio. La señora, la Reina de Gines Coronada, la Virgen de los Dolores deja su casa para repartir bendiciones por las calles de su pueblo.

Si no fueras dolorosa, a decir me atrevería que en el dolor de tu cara veo una leve sonrisa. Dulzura de amor de madre que a tus hijos le dedicas cuando sales a la calle a pasear tan bonita. ¿O será que yo no quiero ver el llanto en tus mejillas? Que me duele tanto el verte tan triste y tan afligida… ¿Cómo puedo consolarte? ¿qué puedo decirte, madre, para calmar tu dolor? Si yo sé que ahí delante va tu Hijo, el Salvador “crucuficao” en un madero por cargar con los “pecaos” de “toito” el mundo entero.

¿Qué puedo decirte, Madre, que te sirva de consuelo y te alivie tu dolor mientras paseas por tu pueblo? Yo no sé de guardabrisas, ni candelabros de cola, ni de las flores más lindas que te perfuman, Señora. Yo no sé del sentimiento a la voz del capataz, ni del sentir costalero al hacer la “levantá” para llevarte a los cielos. Yo no sé de bambalinas al rozar con tus varales, ni sé si es de seda fina la saya que ciñes al talle. Yo no sé de terciopelos ni rostrillos con encajes, yo solo sé que te quiero como se quiere a una madre. Como a mí me lo enseñaron desde que era una niña, a rezarte en el Sagrario un Dios te salve, María, perdón para mis pecados de rodillas y en silencio al rezarle un Padre Nuestro a Jesús Sacramentado.

Pero si a Ti te sirviera esta noche de consuelo, quiero ser tus guardabrisas y candelabros de cola, y las flores más bonitas pa perfumarte, señora. Y quiero ser sentimiento a la voz del capataz, y el sentir del costalero y en una de las“levantá” irme contigo hasta el cielo. Y quiero ser bambalinas que rocen con tus varales, y ser la seda más fina de la saya de tu talle. Y quiero ser terciopelo, y rostrillos con encajes, y demostrar que te quiero como se quiere a una madre. ¡Que no quiero verte triste! En esta noche serena Deja que Gines te mime, recoge las oraciones que tus hijos te dirigen y danos tus bendiciones

¡Y no me llores, Dolores, que no quiero ver tu pena, no quiero ver tu quebranto. Solo quiero, Madre buena ser pañuelo pa tu llanto cuando por Gines paseas la tarde de Viernes Santo!

RESURRECCIÓN Dolor y sufrimiento de un Viernes Santo que no puede quedarse ahí. porque, ¿qué sentido tendría todo esto si no hubiese algo más? ¿Qué sentido tendría que el Hijo de Dios viniera al mundo para padecer y con su muerte todo acabara? Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de Tierra. El ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.El ángel dijo a las mujeres: “No teman, yo sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí porque ha resucitado como lo había dicho” Y para anunciarnos la Buena Nueva, nuestra Madre gloriosa, la Patrona de Gines, la Virgen del Belén saldrá de nuevo a la calle para anunciarnos que su Hijo venció a la muerte. Su pena se vuelve alegría y su dolor se vuelve esperanza.

Domingo hermoso de luz júbilo y algarabía, que el que murió en la Cruz Resucitó al tercer día. Tal y como estaba escrito, cumpliendo la profecía. Y todo el que vive en Él Resucitará a la vida. Resucitó “pa” quedarse,, para estar a nuestro lado, “pa” caminar con nosotros juntos siempre de la mano. No hay que buscarlo muy lejos si queremos encontrarlo porque Él siempre va a estar con los más necesitados. Él está en la soledad en la que vive el anciano, y en la cama de un hospital dando al enfermo su mano. Él está con los que lloran, los que sufren en silencio, hablándoles muy bajito, sirviéndoles de consuelo.

No hay que buscarlo muy lejos siqueremos encontrarlo, porque Él está en nuestra casa también en el trabajo, Está en la Eucaristía y en la intimidad del Sagrario. Caminemos junto a Él cogiditos de la mano. Sólo seremos felices dando a los demás amor Y haciendo un hueco a Jesús Muy dentro del corazón. Ese domingo glorioso radiante su Madre Santa saldrá de nuevo a la calle “pa” repartir esperanza. Pa darnos la Buena Nueva, Que el Hijo de sus entrañas Que murió “crucificao” Resucitó a la vida “pa” gloria de los cristianos. ¡Que suenen ya las campanas de la torre de la iglesia, que hoy es día de alegría ya se cumplió su promesa, que la muerte se hace vida cuando Cristo resucita un domingo en primavera!

Despierta, Gines, del sueño que llega la primavera, y en tus patios “encalaos” ya florecen rosas nuevas. Bogambillas en las tapias, claveles en tus macetas geranios y gitanillas que de tus balcones cuelgan. Despierta, Gines, que llega El blanco del azahar En el verde del naranjo Anunciando el despertar. Despierta de tu letargo Porque es primavera ya, Y de incienso es el aroma Que ahora toca respirar. Saboree el paladar Dulce miel de los pestiños, Y volvamos a ser niños Que nada cuesta soñar. Despierta, Gines, despierta Y ve preparando ya Tu túnica nazarena Negro luto de ruán.

Despierta,Gines, ya llega, Ajusta faja y costal Que a la voz del capataz Vamos al cielo con Ella. Míralo, pueblo de Gines, Que con espinas de amor Viene el amor que redime A este pueblo pecador. Y bajo un palio de amores Mi Virgen de los Dolores, Con un puñal de pasión Que va clavando en su pecho Siete dolores de amor. Despierta, Gines, que llega Ese tiempo de Pasión. De Fe, de Amor, de Esperanza, Y en el Barrio y en la Plaza, Por tus calles y plazuelas, Al llegar la primavera ¡Ya huele a Semana Santa!

HE DICHO.

Este pregón terminó de escribirse siendo las

doce horas y veinte minutos del

19 de marzo de 2017, festividad de San José.