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h No es un cuento No es un cuento José Luis Bragtado García II CERTAMEN DE CUENTOS POR LA IGUALDAD MODALIDAD JUVENIL Mino está siempre alegre. Cuando lo llamo, viene a mi lado; me saluda y sonríe. La fina media luna de su sonrisa me da seguridad. “Él” me puede quitar la alegría, que mi amigo sabe devolvérmela con cualquier cosa. Mino es muy simpático. Sus pantalones penden redondos como dos tubos. AYUNTAMIENTO E VALLADOLID ºA / COLECCIÓN LA IGUALDAD NO ES NINGÚN CUENTO AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID José Luis Bragado García Ilustraciones: Jorge Consuegra No es un cuento ºA No es un cuento ºA / COLECCIÓN LA IGUALDAD NO ES NINGÚN CUENTO AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID / CERTAMEN DE CUENTOS POR LA IGUALDAD JUEVENIL ISBN 978-84-96864-92-4 9 788496 864924 II CERTAMEN DE CUENTOS POR LA IGUALDAD MODALIDAD JUVENIL

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IICERTAMEN DE CUENTOS

POR LA IGUALDADM O D A L I D A D J U V E N I L

Mino está siempre alegre. Cuando lo llamo, viene a mi lado;me saluda y sonríe. La fina media luna de su sonrisa me da seguridad.“Él” me puede quitar la alegría, que mi amigo sabe devolvérmela

con cualquier cosa. Mino es muy simpático.Sus pantalones penden redondos como dos tubos.

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AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID

José Luis Bragado GarcíaIlustraciones: Jorge Consuegra

No es un cuentoºA

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L A I G U A L D A DN O E S N I N G Ú N C U E N T O

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ISBN 978-84-96864-92-4

9 788496 864924

IICERTAMEN DE CUENTOS

POR LA IGUALDADM O D A L I D A D J U V E N I L

No es un cuentoºA

José Luis Bragado GarcíaIlustraciones: Jorge Consuegra

EditaAyuntamiento de ValladolidConcejalía de Bienestar Social y Familia

© Del texto: José Luis Bragado García© De las ilustraciones: Jorge Consuegra© De la edición: Ayuntamiento de Valladolid

Primera edición: Valladolid, marzo de 2015.

Diseño: realcecomunicacion.comI.S.B.N.: 978-84-96864-92-4 Depósito Legal: VA-122/2015

Todos los derechos reservados.Queda rigurosamente prohibida, sin autorización de los titularesde la propiedad intelectual, el almacenamiento o reproduccióntotal o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

No es un cuentoºA

José Luis Bragado GarcíaIlustraciones: Jorge Consuegra

No es cuento, es que a mí me sienta mal la sopade sobre. Si la como, el estómago se me llenade angustia y llora vacío toda la tarde, si la

ceno, me despierto cada tres horas para ir al baño. Ami no me gusta la sopa de sobre como no me gustanlas tormentas, el sabor de las lágrimas, y cómo seporta “él”.A “él” no se lo he dicho, no lo haré, porque nisiquiera sabe lo que necesito y quiero; y me demues-tra que no le importa, y hasta le puede fastidiarsaberlo, y cuando algo le contraría, bufa, grita y seenoja. Y si se enfada golpea y rompe cosas. En esasocasiones –como ha ocurrido ahora- yo me asusto yme escondo, me quedo muy quieta debajo de la cama,me tapo la cabeza para no oír nada, y llamo con insis-tencia a mi amigo Mino.

Mino sonríe siempre porque ha tenido que reírdurante mucho tiempo para que yo le dibuje. Mehace pasar del invierno ceniciento pleno de niebla ala primavera multicolor; y juego con él, en su jardínsalvaje, rodeado por el perfume de las flores.Hoy llueve, y siempre los días de lluvia se envuel-ven con el humo de las cocinas. Cuando ese humohuele a sopa de sobre, a mi no me gustan. Esasmañanas mamá se maquilla un poco para salir, por-que no quiere que las vecinas, ni las otras madres delcolegio le vean la cara con manchas rojas y moradas.Pero en cuanto llega a casa se lava la cara, porque si“él” la halla así, le pega más. Sólo quiere que semaquille cuando va con él. Yo sé dónde escondemamá los tarritos de las cremas, pero me callo, por-que muchas veces los líos empiezan por que yo

curioseo y toco algo que no debo. Loscolores de los golpes de mimamá son como los de losnublados oscuros que vie-nen escondidos a mipueblo entre los pinos;

Mino está siempre alegre. Cuando lo llamo, vienea mi lado; me saluda y sonríe. La fina media luna desu sonrisa me da seguridad. “Él” me puede quitar laalegría, que mi amigo sabe devolvérmela con cual-quier cosa. Mino es muy simpático. Sus pantalonespenden redondos como dos tubos. Sus mechonesrubios se desparraman igual que las ramas de unsauce; las grandes orejas se comban alegremente enel aire. Y tiene la piel tan blanca, tan blanca, queparece hecho de nube buena. Me gusta verle mirarmis dibujos cuando los gritos dan zarpazos. Los mira

porque en ellos seve dibujado.

así que no se lo he vuelto a enseñar aninguna. Mino acude a mi cita cuandolo llamo. Siempre viene veloz de loprofundo de la noche mágica. Mesaca del miedo tomándome de lamano. Viene acompañado de aromasy perfumes. Son como las rosas fres-cas de la Plaza Mayor cuando lascubre el rocío; y también huele atomillo, hierba buena y pino, comolos que rodean al pueblo. Mi mamá siempre tiene los ojos tris-

tes. Yo he aprendido a leer el miedo enellos, lo aprendí antes que los cuentos en elcolegio. Antes de descubrir que existía Mino.

No me ha enseñado nadie, bueno, puede que“él”. Los leo cuando la amenaza o la golpea y caea sus pies. En esos instantes mamá no le suplicaque la deje de pegar, sino que yo no debo verlo.Ella se horroriza mucho si yo lo presencio. Sinembargo, “él”, no. Desea que lo vea para queaprenda ya a ser mujer… ¿Cómo voy a sermujer? Aún soy pequeña. ¡Yo soy una niña! Sinembargo a mamá le dice que no es mujer, que no

sabe hacer nada, le llama (niña mal criada). Le acusade provocarle y de ser la responsable de todo, por nosaber cocinar, por no saber planchar sus camisas, porretrasarse en llegar a casa cuando salgo tarde del cole-gio, por tener amigas que la aconsejan mal …

otros son como el color con que pinto las piernas deMino. A él le quedan bonitas, pero a ella la afeanmucho, y le da mucha vergüenza que le vean lasmamás de mis compañeros de colegio. Algunas desus mamás van siempre muy maquilladas, y yopienso que es porque sus padres deben de ser peorque el mío.Las otras niñas no tienen aMino, ni siquiera sabenquien es. Yo se lo he con-tado como un secreto,pero no me hacen caso,

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Mamá se pasa días enteros llo-rando y sin hablar con nadie, Selo ha prohibido “él”. Por eso desdehace dos años, cuando cumplínueve, me he negado a hablar. Nohablo ni en casa, ni en el colegio,ni con nadie. Sólo lo hago con miamigo Mino. Cuando la amenaza y empujale miro fijamente haciendo fuerzapara que desaparezca, pongo másfuerza en el empeño que cuandoquiero que surja Mino, pero sigueahí, con sus gritos, lleno de unaira que convierte su cara en uninmenso globo rojo que nuncaestalla. Soltando por la bocabobadas —eso es lo que dice

mamá- mientras lleno de ira se le cae la baba comoa los bebes. Mamá intenta esconderse donde puede,y cuando la alcanza, asustada, se tapa la cara paraque no le queden marcas. En ese momento siento unenorme picor en la nariz que me hace estornudar sinpausa. Y quiero dejar de verlo a “él”. Quiero que ter-minen los gritos y los golpes ¡Ya! Lo deseo con todasmis fuerzas. No puedo soportar el brillo de sus ojos,no me gusta su mirada de vinagre. Así que me vuelvode espalda y salgo corriendo como me pide mamá.Me escondo en mi dormitorio yllamo a Mino para escucharsu risa almibarada, surisita de campanillasque celebra la vidacon canciones en sugarganta.

soga, o jugar a pillar, pero prefiero jugar con Mino.Siempre juega a lo que yo quiero y nunca discutimos,

ni nos metemos con nadie como lo hacenlos niños en el colegio. Me disgustomucho cuando alguien me riñe, ose ríe de mí porque dicen quesoy triste, rara, miedica, y queme asusto por todo.

A veces, cuando “él” riñe con mamá, luego quierehacer como que no ha sucedido nada y después dehaber tirado los platos con la cena de todos al suelo–entre caricias- le hace preparar una sopa de sobre.Elige esa sopa porque se prepara enseguida, paraque no trabaje ella; porque a “él” no le gusta que tra-baje mamá. Entonces me obliga a sentarme a sulado. Un sudor frío me asfixia y mi pulso tiembladerramando la sopa al comerla. Habla de cariñoy de regalos. Tengo que decirle que sí a todo. Enese momento a mi me gustaría irme con Mino,pero Mino no aparece cuando está “él” pre-sente. También le tiene miedo. Mamá entregemidos sirve la sopa, la asquerosasopa de sobre que me muerde labarriga. El colegio es un mundo que-rido para mí, un refugio;donde las letras tienen vidapropia. Desde las párvulasdel abecedario deletreado,hasta las historias de loslibritos de ahora. Lasaventuras me llenan devida y me hacen olvidarlas desavenencias fami-liares. En ocasiones megustaría jugar a lapelota con mis compañe-ros en el recreo, saltar a la

y seca que mamá. Lo dice porque quiere que mamáse comporte de forma cariñosa con él cuando hay per-sonas delante. Si tengo que besarle se me pone undolor en la barriga. Es elmismo que siento cuandocomo la sopa de sobre.Si no fuera porMino me sentiríamuy sola. Mamáestá casi siempretriste. En ocasio-nes se enfadaconmigo sinmotivo porqueestá abatida, ycomo dice ella—amargada de lavida-. Como es unapersona mayor no lapuede alegrar miamigo Mino. A míme endulza la vidamás que una tartade cumpleaños. Todoen Mino es delicado,colorido, ideal. Tieneun aspecto alegre ysus pasos se recreanen un flotar tenue sobreel suelo.

Envidio a mis compañeros por los padres que tie-nen. Sobretodo envidio a “Nati” cuando viene su papáa buscarla al colegio. Ese papá es diferente, por esola madre de “Nati” no se maquilla. A ella le gustanlas carantoñas que le hacen sus papás. Se abraza asus cuellos y le levantan al aire entre risas mientrasle besan. Cuando “él”, me obliga a besarle delante delos demás, siento miedo de no estar lo suficiente-mente simpática; porque luego en casa me riñemucho y me grita. Afirma que soy igual de antipática

cuten antes de salir las tardes de losdomingos; sobre todo si pierde su

equipo de fútbol. Me cogen cada uno de lamano y no me atrevo a moverme como hacen los

demás niños, pero yo intento que sólo me agarre ella.No me agradan las manos de “él”, como no me gustaque salgamos los tres; sólo salimos juntos para quenos vean los demás. Se está haciendo de noche. Salgo de debajo de la

cama y en la penumbra le miro de reojo. Sigue sinmoverse.Vuelvo a mi escondite.Oscurece con la rapidez del invierno. Escucho caerla lluvia sobre los cristales, parece como si los golpe-aran con chinarros; se quejan asustados. En un ratome llamarán para la cena. La mesa estará preparacon esmero como se lo exige “él” a mamá. Cada piezatiene su sitio.

Hace un buen rato que “él” ha dejado de chillar.Desde debajo de la cama lo miro fijamente para quedesaparezca, pero sigue ahí, le oigo pasear de un ladoal otro. Quiero dejar de verlo. Quiero que se vaya. Lodeseo con todas mis fuerzas. No puedo soportar elodio de sus ojos, no me gustan con su mirada cruel,ácida y ahora fría. No quiero volver a escuchar surisa de malo, -de sádico-, como dice mamá. Desde aquí debajo no oigo a mamá. Sus manos sonsuaves y ágiles, sólo tiemblan cuando aparecen lasvoces. Es guapa y elegante cuando la permite arre-glarse con las ropas de domingo. A mi me gustasentir la calidez de las manos de mamá. A veces dis-

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de sangre. Es mi mamá, pero me da miedo tocarla.Su piel blanca se torna en violeta. No sé casi nada dela muerte. Cerca está “él” sin conocimiento junto avarios tubos y un montón de pastillas. Le toco con elpie con muchísimo temor y veo que se agita. De suboca babeante salen palabras para mí sin sentido.Ahora no lo veo grande, es diminuto.Noto un nudo en la boca del estómago, como unmanojo de hebras verdes, de hojas de enredadera que seenrollaron en las paredes de mi tripa. Tengo frío. Lapuerta está cerrada y no tengo llaves. Nuestra casa estáalejada del pueblo. He llamado por teléfono a la tíaLuisa que vive en otra ciudad. Quiero que nos encuen-tren. Temo que me pregunten y no saber que decir. Mino

Me he quedado dormida debajo de la cama. Oigocomo el aire hace hablar a los pinos. Un golpe deviento lanza arena del tejado sobre los cristales. Laluna llena juega al escondite con las nubes entrandoy saliendo por la ventana de mi habitación. No mehan llamado para la cena. Es raro, parece que algomalo ha sucedido. Me da miedo salir. No sé en cuantotiempo un suceso familiar se convierte en extraño.No sé nada más que el gusto violento y feroz de “él”por golpearlo todo, por lanzar sus palabras como lostruenos que asustan. Sólo sé lo que es el miedo. Yahora mismo tengo mucho. Llamo a Mino, pero noacude. ¡Mino! ¡Mino!.Salgo de debajo de la cama entre olores de sopa y

miedo que me hacen agitarme como las ramas de lospinos afuera. Mamá está tumbadasobre un charco

no acude a mi llamada. ¡Mino! ¡Mino! Estoy sola. Se hanido todos. Un golpe de viento ulula y agita a los pinos,se revuelve la hojarasca con la tamuja.Sin poder evitarlo, de entre mis piernas surge unriachuelo con olor a sopa de sobre que moja su mano,la mano de “él”. La toco para apartarla y está helada.Mamá no dice nada, pero parece respirar, balbucea yme sonríe. Me tumbo a su lado para darle calor, meacurruco junto a ella con cariño y espero a que lleguela ayuda de los demás. Quiero que nos encuentrenpronto. Ya le he dicho a tía Luisa que esto no es nin-gún cuento. Además, el ambiente huele de formadesagradable, a sopa de sobre.

Premio en la modalidad juvenil del segundo Certamen de Cuentos Infantiles por la Igualdad

del Ayuntamiento de Valladolid.

Valladolid, 2015