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ENERO - MARZO Abridme las puertas de la justicia; entraré por ellas y daré gracias al SEÑOR. Salmos 118:19 Vol. 94, No. 1 - Faro de esperanza, fe y verdad en un mundo confuso. 2019 El Séptimo Día pág. 3 Yo soy la Puerta pág. 7 Vidas de Éxito pág. 8 Los Hijos en la Familia pág. 11 Obra Misionera a Nivel Mundial pág. 14 El Séptimo Día pág. 3 Yo soy la Puerta pág. 7 Vidas de Éxito pág. 8 Los Hijos en la Familia pág. 11 Obra Misionera a Nivel Mundial pág. 14

Abridme las puertas de la justicia; entraré por ellas y ...familia real e hijo del Rey del cielo. Si tuviéramos defectos de carácter, no podríamos franquear las puertas que la

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ENERO - MARZO

Abridme las puertas de la justicia; entraré por ellas y daré gracias al SEÑOR.

Salmos 118:19

Vol. 94, No. 1 - Faro de esperanza, fe y verdad en un mundo confuso.2019

El Séptimo Díapág. 3

Yo soy la Puertapág. 7

Vidas de Éxitopág. 8

Los Hijos en la Familiapág. 11

Obra Misionera a Nivel Mundialpág. 14

El Séptimo Díapág. 3

Yo soy la Puertapág. 7

Vidas de Éxitopág. 8

Los Hijos en la Familiapág. 11

Obra Misionera a Nivel Mundialpág. 14

Tal como el arco iris se forma en las nubes por la unión de los rayos del sol y las gotas de lluvia, el arco iris que rodea el trono representa el poder combinado de la misericordia y la justicia.

No sólo hay que afirmar la justicia, porque eclipsaría la gloria del arco iris de la promesa que está sobre el trono; los hombres sólo verían la condenación de la ley. Si no hubiera justicia ni sanción, el gobierno de Dios carecería de estabilidad. La unión de la justicia y la misericordia perfecciona la salvación...

La misericordia nos invita a entrar en la ciudad de Dios a través de sus puertas, y la justicia se complace en otorgar a toda alma obedien-te los privilegios plenos que le corresponden como miembro de la familia real e hijo del Rey del cielo. Si tuviéramos defectos de carácter, no podríamos franquear las puertas que la misericordia ha abierto para los obedientes; porque la justicia está en pie junto a la entrada y requiere santidad de todos los que quieran ver a Dios.

Si la justicia hubiera desaparecido y fuese posible que la miseri-cordia divina abriese sus puertas a toda la humanidad sin tomar en cuenta su carácter, habría en el cielo una situación de desafecto y rebelión peor que la que se produjo cuando Satanás fue expulsado. Se romperían la paz, la felicidad y la armonía del cielo. El traslado de la tierra al cielo no cambiará el carácter de los hombres. La felicidad de los redimidos en el cielo será el resultado del carácter semejante al de Cristo que hayan formado en esta vida. Los santos del cielo habrán comenzado por ser santos en la tierra...

El arco iris sobre el trono es el testimonio eterno de que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16... Dios nunca abandonará a su pueblo en su lucha contra el pecado. Jesús sea nuestro tema.The Review and Herald, 13-12-1892.

Vol. 94, No. 1Faro de esperanza, fe y verdad en un mundo confuso.

Nosotros creemos que:• El omnisapiente Dios creó todas las

cosas en el universo por medio de su Hijo Jesucristo; Él es el Dueño y Sustentador.

• Hizo frente al desafío a su amoro-so liderazgo y autoridad mediante la reconciliación del mundo a sí mismo a través de la vida, muerte y resurrección de su Hijo, el Verbo hecho carne.

• El Espíritu Santo, quien es el repre sentante de Jesús en la tierra, con-vence de pecado, guía hacia la ver-dad y da fortaleza para vencer toda injusticia.

• La Biblia es el registro de la forma cómo Dios ha tratado a la humani-dad y es el estandarte de toda doc-trina; los Diez Mandamientos son la transcripción de su carácter y el fundamento de toda reforma dura-dera.

• Su pueblo, en armonía con la Pala-bra de Dios y bajo la dirección del Espíritu Santo, llama a todos los hombres de toda raza y lugar para que se reconcilien con Dios me-diante la fe en Jesús.

• La profecía bíblica revela que la his-toria de esta tierra pronto llegará a su fin con el regreso visible de Je-sucristo como Rey para tomar con-sigo a todos los que le hayan acep-tado como su Señor y como único Redentor del mundo.

Publicación oficial de la Sociedad Misionera In-ternacional de la Iglesia de los Adventistas del Septimo Día Movimiento de Reforma, 625 West Avenue, Cedartown, GA 30125, EE.UU. Teléfono: 770-748-0077. Fax: 770-478-0095. Email: [email protected]. Página Web: www.sda1844.org.EL GUARDÍAN DEL SÁBADO es publicado cuatro veces por año por el Departamento de Publicaciones de la Conferencia General.Impreso y distribuido por Religious Liberty Pu-blishing Assn., 9999 East Mississippi Avenue, Denver, CO 80247-1927, U.S.A. Correo postal o Email a las órdenes de suscripción: 9999 East Mississippi Avenue, Denver, CO 80247 / [email protected]. Suscripción por año (unicamente US $): EE.UU.: $30; Otros paises: $45. Teléfono: 916-765-3389 / Página Web: www.sda1888.org.

2 El Guardián del Sábado

Introducción

¿Sabes que entre los siete días de la semana uno es un día santo? ¿Alguna vez has escuchado que uno de ellos es bendecido? ¿Alguna vez has leído que

un día de la semana es especialmente para el beneficio de los hombres? ¿Puedes decir cuál es? ¿Qué es lo que lo hace santo y bendito? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Qué tenemos que hacer para recibir su bendición? ¿Dónde encontramos la información sobre el día santo y bendito? Estas y muchas otras preguntas asombrosas esperan respuesta, por lo tan-to, este libro, que se escribe basándose en la fuente segura de vida y esperanza, que es la Palabra de Dios.

En algunos entornos, el ritmo de trabajo alcanza nive-les vertiginosos. Mientras que en algunos casos existe el grave problema del desempleo, en otros casos pasamos al exceso de empleo con varios turnos y actividades, que se ejecutan los siete días de la semana, día y noche, bajo una fuerte presión y ritmos frenéticos. Si agregamos que ciertos lugares de trabajo son completamente insalubres, percibimos que el trabajo incesante y el estrés se con-virtieron en factores de riesgo para la salud, el equilibrio psíquico y espiritual del trabajador, con consecuencias para la familia y la sociedad. ¿De qué servirá seguir trabajando bajo tensión hasta convertirnos en esclavos del trabajo hasta el agotamiento? Incluso el sentido común nos dice que los descansos regulares son necesarios para que los empleados puedan respirar y recuperar energía para que luego puedan continuar con un nuevo impulso. Desde los orígenes, mientras el hombre todavía estaba en el paraí-so, cuando el trabajo no era tan agotador y exhaustivo, el Señor previó la necesidad de un día de descanso, el gran beneficio que los hombres recibirían, y dispuso un día de descanso semanal para su comodidad física y disfrute es-piritual.

¿Los hombres siempre han podido prever y organizar un día de descanso para sus empleados, o son intereses privados prevalecientes más que la salud y el bienestar del trabajador? ¿Qué pasa con el momento de la esclavitud cuando no había límites de desempeño y no había pro-visión de horarios? Incluso cuando el cautiverio con sus condiciones inhumanas en algunos países terminó, las ex-periencias trágicas resurgieron con la revolución industrial. ¡Con qué frecuencia, hoy en día, el interés y el poder capi-tal prevalecen en la explotación de personas que ignoran y pisotean la dignidad y los derechos humanos! Si dejamos solo a la sensibilidad del hombre para decidir por sus em-pleados, no estamos seguros que él hará la mejor elección y la respetará con el tiempo. ¡No podemos estar seguros que lo hará primero por sí mismo!

El Señor también ha previsto todos estos abusos e irre-gularidades en que el hombre a veces es absorbido como un remolino y ni siquiera piensa lo suficiente en sí mismo y no discierne qué es lo mejor para él. Por todas estas razones, el Señor no solo ha dado un buen ejemplo al prin-cipio, hizo promesas y proporcionó orientación para que no solo el hombre libre, sino también los empleados o sirvientes pudieran beneficiarse regularmente del descan-so y no permitir que el trabajo los aplaste. Él nombró un día y anunció su bendición desde el principio. ¿Sabes cuál es este día?

Cuando los Cielos y la tierra se ConCluyeron

Dando una mirada panorámica y concluyente al maravi-lloso trabajo creativo completado, al comienzo del segun-do capítulo del primer libro de la Biblia, el autor inspirado escribe:

“Así fueron terminados los cielos y la tierra, y toda su hueste. Y en el séptimo día, Dios terminó su trabajo que había hecho, y descansó en el séptimo día de todo el tra-bajo que había hecho. Así que Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó Dios de todo el trabajo que había hecho en la creación. ”(Génesis 2: 1-3, ESV)

La primera página de la Biblia con su estupenda narrati-va creativa es sorprendente al revelar nuestros orígenes y el origen de la tierra en la que nos encontramos. Es como una luz que ilumina nuestra historia y nos ayuda a saber de dónde venimos. El comienzo del segundo capítulo con la historia de la institución y la bendición del séptimo día es como una luz que ilumina nuestro presente y futuro y nos ayuda a comprender que no estamos abandonados, pero hay una bendición divina que nos acompaña constan-temente cuando nuestro tiempo corre.

Estos versículos presentan la conclusión general del trabajo creativo, incluyendo cuatro conceptos fundamen-tales: (1) el cumplimiento de la creación, (2) el resto de Dios, (3) la bendición del séptimo día y (4), como culmina-ción, la santificación del séptimo día. Los examinaremos de acuerdo con su orden, los dos primeros aspectos de este capítulo y los otros siguientes.

Como conclusión de la actividad creadora e introduc-ción al origen del día santo y de descanso, el informe bíbli-co afirma: “Así se terminaron los cielos y la tierra, y toda su hueste”. (Génesis 2: 1 ESV) Mencionando los cielos, la tie-rra y todo el anfitrión de esta oración se forma como una especie de epílogo general para ese maravilloso trabajo.

Antonino Di FrancaAntonino Di Franca

El séptimo día Primera parte

3El Guardián del Sábado

“Los cielos - escribe Juan Calvino - sin el sol, la luna y las estrellas, sería un palacio vacío y desmantelado: si la tierra estuviera desprovista de animales, árboles y plantas, esa material estéril tendría la apariencia de una pobre casa desierta, por lo tanto, no cesó la obra de la creación del mundo hasta que lo completó en cada parte, para que nada falte a su abundancia adecuada”. (Comentario de Calvin sobre la Biblia, comentarios sobre Génesis 2: 1 Accedido el 5 de junio de 2018) https://www.studylight.org/commenta-ries/cal/genesis-2.html

Cumplido el séptimo día

En el segundo texto de este segundo capítulo, encon-tramos la frase: “En el séptimo día, Dios terminó su trabajo que había hecho”, declaración que después de la informa-ción anterior del texto precedente y la confirmación de Éxodo 20:11 y 31: 17, ha dado un poco para pensar. ¿Cuán-do se realizó la creación, en el sexto o en el séptimo día? Ante el aparente desacuerdo, algunos autores han asumi-do que aquí podemos encontrarnos ante un posible error de copista. Esta idea parece encontrar una confirmación al considerer que la primera versión en griego, conocida como LXX o Septuaginta, el Pentateuco samaritano y el texto siríaco y árabe en Génesis 2: 2, y el Talmud (Megil. 9,1), en cambio de “séptimo”, tiene “sexto” día. En este sentido se orienta el comentario de la Biblia francesa de Louis-Isaac Le Maistre de Sacy:

“Dios terminó su trabajo en el séptimo día, es decir, dejó de actuar ese día, habiendo terminado todo el día an-terior. Por eso se dice en la Septuaginta que Dios terminó el sexto día, porque terminó sus obras al final de este día”.

“Dieu acheva son oeuvre le septiéme jour jour, c’est-à-dire qu’il cessa d’agir ce jour-là, tout ayant été achevé le jout précedent. La Biblia de Louis-Isaac Le Maistre de Sacy. La Genese traduite in François avec l ‘Explicación del sen-tido literal y del espíritu espiritual, París, Guillaume Des-prez, 1725, págs. 35-36, comentarios sobre Génesis 2: 2. Cursivas del autor. Accedido el 4 de junio de 2018). http://jesusmarie.free.fr/bible_sacy_genese.pdf

El alemán “Konkordante Wiedergabe”, publicado en 1958, sigue también esta idea y traduce: “Y Dios terminó su trabajo en el sexto día”. (Konkordante Wiedergabe der Heiligen Schrift (AT): Erstes Buch Mose, Pforzheim, Alema-nia, Konkordante Verlag, 1958, Génesis 2: 2).

Sin embargo, otros consideran que la solución puede ser otra y mientras que en el sexto día la creación en sí misma fue completa, operativa y “muy buena” (Génesis 1:31), aún faltaba la bendición y la santificación del séptimo día. Por lo tanto, un autor escribe que “el sábado completó la creación” (Abraham Joshua Heschel, El sábado: Su signifi-cado para el hombre moderno, Nueva York, Ferrar, Straus y Young, 1952, p. 21) y otro interpreta el verbo “terminado” del verso dos como poner el sello en su creación, “Dios no trabajó en el séptimo día, pero puso el sello a sus obras; este es el sentido de haber terminado” “Dieu ne travailla pas le septieme jour, mais il mit le sceau à ses oeuvres;

c’est le sense de complevit. ”(La Sainte Bible commentée d’après la Vulgate par L.- Cl. Filion, Tomé I, París, Letouzey et Ané Editeur, 1899, p. 25, comentarios sobre Génesis 2: 2. Accedido el 9 de julio de 2018). http://jesusmarie.free.fr/ bible_fillion_genese.pdf

Esta es también la posición del Comentario Bíblico ASD, que pregunta, “¿Cuándo completó Dios su obra? Solo pode-mos responder: “En el séptimo día, Dios terminó su obra” (cap. 2: 2), “porque [en] seis días el SEÑOR hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos [es], y descansó el sépti-mo día ”(Ex. 20: 112)” (Comentario Bíblico ASD, volumen 1, Washington, DC, Review and Herald Publishing Association, 1953, pág. 208, comentarios sobre Génesis 1: 1).

El séptimo día

En el mismo segundo capítulo, informando sobre el día, el día bendito y santo establecido por el Señor al principio, el libro de Génesis afirma que fue “el séptimo día”. “En el séptimo día, Dios terminó su trabajo que tenía hecho, y descansó en el séptimo día de todo el trabajo que había hecho. Así que Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó Dios de todo el trabajo que había hecho en la creación. ”(Génesis 2: 2-3, ESV)

Si bien el informe bíblico de la creación en el capítulo uno menciona otros días solo una vez (Génesis 1: 5, 8, 13, 19, 23, 31), en Génesis 2: 2-3 tenemos tres repeticiones de la expresión “séptimo día”. Dos veces en el versículo 2: “En el séptimo día, Dios terminó su trabajo” y “descansó en el séptimo día”, y una en el versículo 3: “Dios bendijo el séptimo día”. Después de haber mencionado los seis días, especifica su logro en cada uno de ellos, en su cumplimien-to, es el turno del séptimo, caracterizado por la cesación, el descanso, la bendición y la santificación.

Según este informe, el Señor eligió el séptimo día de la semana creativa porque fue el cumplimiento, la conclusión o la culminación de la obra creativa, como lo expresa el texto dos veces: “Así se terminaron los cielos y la tierra, y todos los anfitrión de ellos Y en el séptimo día, Dios ter-minó la obra que había hecho, y descansó en el séptimo día ”(2: 1-2, énfasis provisto). Con la bendición en el día con-cluyente, el Señor ha expresado su aprobación a la obra realizada, una aprobación que no podía dar antes de que hubiera terminado la obra. Cinco veces en cinco versos di-ferentes (Génesis 2: 2, 3; Éxodo 20:11; 31:17, Hebreo 4: 4) la Escritura conecta el “séptimo día” directamente con la creación, lo que demuestra que sus orígenes se remontan al principio de humanidad.

Subrayando el detalle particular de que el origen del santo día de descanso se remonta a la creación, algunos autores escriben: “Al final del relato de la creación del mundo con el que comienza el libro de Génesis, leemos: En el séptimo día, Dios terminó su trabajo que él había he-cho (o hecho); y descansó (Heb. šāḇaṯ) en el séptimo día de todo el trabajo que había hecho (Gen. 2: 2). La historia del sábado del Antiguo Testamento, por lo tanto, comienza con el sábado o el reposo de Dios después de su trabajo de creación. ”(Roger T. Beckwith y Wilfrid Stott, Este es el

4 El Guardián del Sábado

día, Londres, Mariscal, Morgan y Scott, 1978, pág. 2 Accedi-do el 7 de marzo de 2018) https://earlychurch.org.uk/pdf/ttd/chapter01.pdf

“Moisés usó este ... patrón para representar de manera breve pero precisa la creación de Dios de los cielos, la tierra y todas las cosas en el espacio de seis días literales, numerados secuenciales ... El énfasis teológico de Moisés fue demostrar en forma literaria que el día 7 fue un día de cese de la actividad creadora divina, como lo indican clara-mente los dos usos de šāḇaṯ (“cesado” en la Biblia NET) en Génesis 2: 2-3”. (Terry Mortenson, Thane Hutcherson Ury, editores. Llegando a Grips con Genesis: Biblical Auto-ridad y la Era de la Tierra, Green Forest, Arizona, Master Books, 2008, p. 242).

“Dios primero creó el espacio, y luego lo llenó con los habitantes. En el primer día, Dios creó la luz, y en el cuarto día puso luces o luminarias (sol y luna) en su lugar como “habitantes” del elemento luz. El segundo día separó el agua del agua creando una expansión y en el quinto día llenó las aguas con peces y el cielo con aves. En el tercer día, Dios formó la tierra seca y la vegetación en él, y en el sexto día Dios llenó la tierra con los habitantes que creó: primero una variedad de animales y criaturas terrestres, y finalmente humanos. Luego le dio a los humanos y anima-les la vegetación como alimento.

“Como un acto final y culminante de su creación, Dios hizo el séptimo día, separándolo de los otros días de su creación y haciéndolo santo. El sábado es un palacio en el tiempo. Dios creó / formó un espacio temporal muy significativo, pero mucho más que eso, también llenó el tiempo con su santidad ... El sábado es el único día donde la formación y el llenado se juntan ... Desde la historia de la creación es evidente que en la creación del sábado está resaltada ... “(Jiří Moskala,” El sábado en la Cuenta de la Primera Creación “, Diario de la Sociedad Teológica Ad-ventista, 13/1, abril de 2002, págs. 56–57. Consultado el 7 de octubre de 2018). http://www.atsjats.org/publication/view/62

“Simplemente se nos dice que Dios disfrutó de su des-canso, porque todo fue hecho, en lo que respecta a la mera

creación. No había nada más que hacer y, por lo tanto, Aquel que había estado trabajando durante seis días, había dejado de trabajar y disfrutaba de su descanso. Todo estaba completo; todo fue muy bueno todo era como él mismo lo había hecho; y descansó en ella. “Las estrellas de la ma-ñana cantaban juntas; y todos los hijos de Dios gritaron de alegría “. La obra de la creación se terminó, y Dios estaba celebrando un sábado”. (Charles Henry Mackintosh, No-tas sobre el Libro de Génesis, 1878, comenta sobre Gé-nesis, capítulo 2, wp, acceso a mayo 15, 2018). http://www.baptistbiblebelievers.com/LinkClick.aspx?fileticket=8lY-Rv-DKSwI%3d&tabid=268&mid=887

“El séptimo día, rico en las bendiciones de Dios, fue el punto culminante de la obra creativa de Dios. En las pala-bras de Abraham Heschel, “Último en la creación, primero en la intención, ‘el sábado es el fin de la creación del cielo y la tierra’. Todo fue declarado “muy bueno” y no se puede rastrear ninguna sombra de desorden en la Historia de la creación completa”. (Zdravko Stefanovic,” La gran inver-sión: vínculos temáticos entre Génesis 2 y 3 “, en Andrews University Seminary Studies, Primavera-Verano 1994, Vol. 32, No. 1-2, página 49. Accedido octubre 7, 2018). http://documents.adventistarchives.org/Scholarly Journals / AUSS / AUSS19940401-V32-01,02.pdf Para la cita informada, consulte Abraham Heschel, El sábado: su significado para el hombre moderno, Nueva York, Farrar, Straus y Young , 1951, 14).

Otros autores, siempre rastreando el origen del bendi-to día de descanso hasta la creación, observen brevemente, “De acuerdo con la narrativa de la creación bíblica, el sá-bado se originó al final de la semana de la creación como una expresión de la voluntad divina (Gen 2: 1-3)” (Ángel Manuel Rodríguez, El sábado bíblico: La perspectiva adven-tista, Ginebra, Investigación bíblica Instituto Conferencia General de Adventistas del Séptimo Día, 2002, página 1. Consultado el 15 de mayo de 2018). https://www.adven-tistbiblicalresearch.org/sites/default/files/pdf/Sabbath-Ca-tholic_2002.pdf

“El silencio y la quietud entran nuevamente en la at-mósfera. El ambiente del prólogo ahora reaparece en este epílogo. No hay actividad, ni ruido, ni habla. Todo lo que Dios ha querido y diseñado para su lienzo del universo está ahora en su lugar.” (Victor P. Hamilton, “El libro de Génesis: capítulos 1-17,” El nuevo comentario internacio-nal sobre el Antiguo Testamento, Grand Rapids, Eerdmans, 1990, p. 141).

Justo al principio, cuando todos los días tenían su de-signación adecuada con un nombre ordinal (primero, se-gundo, tercero, cuarto, quinto y sexto), el último también recibió el nombre ordinal correspondiente, el “séptimo” día, por lo que fue designado exactamente y no se pudo confundir.

Algunas personas piensan que no importa qué día sigan adorando al Señor; piensan que cada día es igual; según ellos, lo importante no es el día ni el nombre, sino ado-rarlo. Esto puede parecer una idea inofensiva y aceptable, pero no lo es. Tal mentalidad ha generado tanta diferencia y confusión entre las personas que todos están dispuestos a

5El Guardián del Sábado

6 El Guardián del Sábado

seguir su opinión, según su entendimiento, y muchos no están preparados para aceptar lo que el Señor ha establecido para nosotros. Es licito adorar y alabar al Señor todos los días, por la mañana, por la tarde, por la noche e incluso más en otras horas del día, pero esto no puede ser una justificación para alterar y re-chazar lo ya establecido, el “séptimo día”.

Este día no solo es el séptimo en su orden, es también el día en el que Dios descansó de su trabajo de creación. Su obra divina de “reposo” le otorga un segundo nombre correspondiente que enfatiza el as-pecto de reposo, que es “sábado”, que significa exac-tamente “reposo” (Éxodo 16:23, 25, 26, 29; 20: 8, 10 , 11; 31:14) o “cese” (Génesis 8:22; Job 32: 1; Prover-bios 18:18), sin dejar de ser identificado como “sépti-mo día” (Éxodo 16.26, 27, 29, 30; 20: 10, 11; 23:12; 31: 15,17…). En algunos casos, ambos nombres se usan “séptimo día” y “sábado” como en Éxodo 16:26, 29; 20:10, 11; 31:15.

El término “sábado” denota principalmente el concepto de “descanso”, “día de descanso”, mientras que la definición de “séptimo día” indica su ubicación exacta en la semana, la “séptima” de la periodicidad, cada siete días, y por lo tanto se refiere a propiamen-te a los eventos de la creación, a la época de su ori-gen cuando todo llegó a existir. De los diversos días creativos, el día separado, bendecido y santificado es, por lo tanto, el “séptimo”, no otro ni ninguno más. ¡No ignoremos ni nos opongamos al orden estable-cido por el Señor!

El día designado por el Señor, ya que el origen es, por lo tanto, bien definido y no es uno de los otros, que todos pueden elegir según lo prefieran. La defi-nición de “séptimo día” es una clara evidencia de que cuando ningún día tenía una denominación exacta, las Escrituras utilizaban una forma de identificar a todos, así como al último. Al leer el informe bíblico, ahora, está claro que el día bendito es concluyente, el último de la serie y como tal se llama “el séptimo día” (Génesis 2: 2 y 3). En sus Escrituras, el Señor ha inspirado a los amanuenses a usar una definición exacta y esto muestra en primer lugar que Dios está interesado en la identificación precisa, para que las personas reciban la bendición de su día santo y nadie pueda confundirse y considerar otro día.

7El Guardián del Sábado

“Yo soy la puerta” Juan 10:9

El hombre fue creado para vivir libremente en me-dio de las flores, de los árboles, de las plantas de todo tipo que cubrían la faz de la tierra, para ser

acariciado por los rayos del sol y la gentil briza; pero cuando cayó en el pecado su ambiente natural cam-bió y los descendientes de Caín llegaron a construir ciudades.

La vida de la ciudad limita al hombre, lo encierra entre cuatro paredes, lo aliena totalmente de su ámbi-to natural y su alma comienza a enfermarse. Ansiedad, estrés, depresión, neurosis, son los nombres dados a las innumerables perturbaciones psicológicas que afectan al hombre moderno.

Cada persona trata de hacer de su casa un lugar atractivo y confortable, bonito tanto por fuera como por dentro, para que cuando regresa a su hogar pue-da hallar solaz en él, pero muchas veces no puede disfrutar del ambiente que se ha creado de acuerdo a su gusto, pues está sobrecargado de preocupacio-nes y problemas como para contemplar los cuadros que adornan sus paredes o escuchar su colección de música selecta. Ansía que llegue el fin de semana para poder escapar e ir a algún lado lejos de la ciudad, al mar o la montaña donde pueda encontrar un poco de descanso y paz para su alma en la contemplación de la naturaleza; pero a veces, aun allí, es perseguido por las preocupaciones, y el peso que lleva en su alma lo oprime quitándoles el sueño y el descanso. Su sistema nervioso se debilita y muchas veces acaba discutien-do con su esposa o con sus hijos y no sabiendo ya adonde escapar, da un portazo y sale a dar una cami-nata junto al mar para ventilar sus pensamientos, o totalmente desesperado se encierra en su habitación buscando un total aislamiento y sintiendo una terrible soledad e incomprensión.

Haga lo que haga, se siente como un prisionero, no hay una puerta de escape que lo conduzca a la liber-tad. Adonde sea que vaya sus problemas van consigo y lo abruman hundiéndolo más y más en la desespe-ración. Muchas veces recurre al alcohol para ahogar sus penas, a veces flirtea con su secretaria o entra en

una relación extramarital para distraer su mente de las tantas responsabilidades que lo agobian, pero en lugar de reducir la presión, la acrecienta pues añade a sus preocupaciones un sentimiento de culpa con el que le es difícil vivir. ¡Qué situación más terrible! A veces desea le sobrevenga la muerte para que todo se acabe, pero su cuerpo, a pesar de todo el abuso que le ha infligido, resiste el mal trato, porque hemos sido maravillosamente creados por el Dios de amor (Salmo 139:14). Finalmente, se hunde en un sofá y con la cabeza entre las manos llora amargamente. No hay escape, no hay solución, no hay esperanza.

“Yo soy la puerta” dice Jesús a todos los que se encuentran en esta situación o una semejante, “ven a través mío al Padre y encontrarán paz.” El es tu Crea-dor, conoce tus necesidades, tus penas, tu dolor, sabe que estás molido, que te duele todo el cuerpo, el alma y el espíritu y puede sanarte. El es la única medicina, la única solución para tus problemas.

Jesús vino a “predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a predicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Is. 61:1) Eres prisionero de ti mismo, de tu propia naturaleza pecaminosa, tú eres tu peor enemi-go, necesitas un amigo, alguien que te comprenda, que sea misericordioso, que no te condene ni te acuse, sino que te abra la puerta a un nuevo mundo. Jesús da acceso al Padre y en sus brazos puedes descansar como un niño, como el niño que realmente eres, es-condido bajo esa apariencia de hombre de negocios, de intelectual o científico, de obrero hábil, de emplea-do eficiente, un niño lleno de temores e inseguridad que desea desesperadamente encontrar consuelo y amor. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré decansar” (Mateo 11:28).

No temas entrar por esa puerta que conduce a la verdadera libertad, a la paz y a la felicidad.

Quiera el Señor ayudar a cada uno de nosotros, no sólo a entrar por ella, sino a no volvernos atrás. Amén…

T. Corti – GutknechtT. Corti – Gutknecht

8 El Guardián del Sábado

José Vicente GinerJosé Vicente Giner

Vidas de éxito

El éxito según la mayoría

Existe una palabra que nos gusta a todos: “Éxito”. Pro-viene del latín exitus y significa “sálida”, pero según la use-mos puede significar una cosa u otra. Por ejemplo podemos referirnos al efecto o la consecuencia acertada de algo que hemos emprendido: “Logramos un éxito considerable en la venta de nuestros productos”; o bien destacar por enci-ma de la competencia: “Hemos alcanzado un éxito total al llegar en primer lugar a la meta como equipo”. La mayoría entiende el éxito como un logro personal en diferentes áreas de la vida: Social, laboral, familiar, sentimental, etc. Así es que si uno tiene un trabajo agradable, bien remunerado y una familia extraordinaria, donde todos se llevan bien y además posee una buena casa con su jardín, en una zona residencial segura y agradable, posee salud y buenos ami-gos, se puede decir que esa persona alcanzó el éxito. El éxito está relacionado, pues, según la mayoría, con que a uno le vaya bien en general y más con el tener que con el ser. Los humanos estamos enfocados a lograr esta clase de éxito. Cuando ocurre lo contrario se habla de fracaso.

Pero déjenme decirles que no es este el éxito que satis-face y provoca felicidad permanente, porque es muy difícil, por no decir imposible, alcanzar un estado satisfactorio en todas las áreas de nuestra vida en este mundo y por otro lado, si lo conseguimos, siempre es algo muy inestable. Pue-de ser que nos vaya bien económicamente, pero podemos estar enfermos o perder nuestros bienes; tener muy buena salud y estar sin trabajo. Hay muchos que poseen una bue-na familia pero sufren los estragos de una guerra; tal vez las personas viven en países donde no hay justicia social y la vida no se respeta; se puede alcanzar un alto nivel intelec-tual y no gozar de buenas relaciones sociales. También exis-ten personas que han alcanzado el éxito según la opinión pública pero que en su corazón son unas desdichadas. En fin, siempre hay algo en nuestra vida como factor pertur-bador, por lo que deducimos que el éxito humano siempre será relativo y débil si lo miramos desde esta óptica.

El éxito según Dios

Esta visión del éxito lleva a las personas a ser juguetes de las circunstancias. ¿Por qué? Porque siempre condicio-narán y acomodarán su estado interior al estado exterior que les rodea. Así una persona que tiene mucho dinero será feliz mientras lo conserve y disfrute, el día que se le

acabe o lo pierda, caerá en el hoyo del desánimo. Un joven que ha centrado todo su esfuerzo por agradar a una joven a la que ama, el día que ésta le deje por no querer seguir con él, se descorazonará y pensará que es un hombre fra-casado, sin éxito en el área sentimental. Existen muchas personas que si el día es soleado están felices y todo a su alrededor les sonríe, pero si nubes negras cubren los rayos aúreos, se deprimen o ponen de mal humor. Hay gente que tiene de todo, pero nunca está satisfecha, porque se cen-tran en lo que no poseen en vez de valorar lo que tienen.

Otros nunca están satisfechos, pase lo que pase, siem-pre tienen motivos para lacerar su mente.

En realidad, el verdadero éxito en la vida, consiste en lo-grar un carácter noble, simétrico, como el de Cristo, esto nunca se enseña en los colegios ni en las universidades. Se prepara al ser humano para desempeñar una profesión con éxito y enfrentar los retos de la vida laborar, social, política, económica, etc., pero no se le enseña a controlar su carácter. Sólo alguien que sea capaz de vivir por encima de las circunstancias negativas que le rodean y mantener su integridad y paz interior a pesar de todo lo malo, puede saborear el éxito.

“Un gran nombre entre los hombres es como letras trazadas en la arena; pero un carácter sin mancha perdu-rará para toda la eternidad. Dios os da inteligencia y una mente razonadora, por la cual podéis comprender sus pro-mesas; y Jesús está listo para ayudaros a formar un carácter fuerte y simétrico. Los que poseen un carácter tal no ne-cesitan nunca desalentarse porque no tengan éxito en los asuntos mundanales. Son “la luz del mundo” (Mateo 5:14). Satanás no puede destruir o anular la luz que despiden” (Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, Pág. 546).

La Biblia nos enseña que el éxito es el resultado de vivir en armonía con Dios y de lograr reflejar un carácter como el de su Hijo Jesucristo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesu-cristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3). ¡Qué maravilloso! Aquí se afirma que conocer a Dios y a su Hijo Jesucristo, es la vida eterna. Es decir que amar a Dios y creer en su Hijo Jesucristo, aceptándolo como nuestro Salvador per-sonal, es vida eterna, algo que trasciende más allá de lo que tenemos y somos aquí. Cuando Cristo mora en nuestro corazón, es nuestro guía e inspira nuestros pensamientos y acciones; comenzamos a saborear la eternidad en esta vida efímera; tenemos un pedazo de cielo en nuestros corazo-nes; el alma humana se sensibiliza y comienza un proceso de trasformación que la llevará a la superación personal. En

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un corazón donde habita el Espíritu de Cristo no hay lugar para el mal. Eso es el éxito según Dios.

Jesús enseñó que en este mundo todo ser humano pa-sará por dificultades y problemas, aún los que aseveran creer y amar a Dios: “En el mundo tendréis aflicción…” (Jn. 16:33). Estas palabras fueron dirigidas a los discípulos del Maestro y muestran que en esta vida no nos debemos hacer la idea de que todo va a ser un camino de rosas por el mero hecho de ser creyentes. Tarde o temprano la aflic-ción nos alcanza a todos y debemos estar preparados para hacerle frente sin desmoronarse. Eso sólo se puede lograr con la ayuda de Dios. Veamos lo que el texto completo de Juan nos dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).

Aquí se afirma que “en Cristo” podemos alcanzar la paz. ¿No es en realidad esto tener éxito en la vida? ¿De qué nos sirve poseer todo el oro del mundo si no expe-rimentamos paz interior? Podemos tener todo el éxito, según el mundo, pero si no estamos en paz con Dios, ¿de qué nos servirá? Paz interior significa tener la conciencia libre de culpa; vivir en armonía con Dios, con uno mismo y con los demás; estar contentos a pesar de los malos mo-mentos que vivamos y no ser un juguete en las manos de las circunstancias. “El que tiene al hijo tiene la vida” (1 Jn. 5:12). Vivir amando a Cristo, creyendo que Él nos guía, nos inspira y ayuda, es tener la vida auténtica, la que trasciende; tener el control de nuestra mente, ser dueño de nuestros actos, es sembrar amor a cada paso del camino, es com-partir las buenas nuevas de salvación con nuestro prójimo, es dejar huella perdurable en los corazones, es tener la seguridad de que estamos haciendo lo mejor que sabemos y podemos, es comprometerse con el mejoramiento de nuestro entorno por nuestra influencia y ejemplo. “Tener la vida” es saber que un día, aunque moriremos, resucitare-mos para estar con Cristo y vivir eternamente.

Nuestro único modelo

Cuando estudiamos el carácter de Cristo vemos que Él era perfecto en todo lo que hacía y que nos dejó su ejem-plo a seguir. La Palabra nos dice que Cristo es el Creador: “Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3). El Señor Jesús modeló con sus manos cada arbusto y planta, río, montaña, animal y estrella que existe y lo más hermoso para noso-tros es que creó al ser humano a su imagen y semejanza (Gn. 1:26). Tú y yo no somos el fruto de la evolución sino del diseño divino.

Ese Dios maravilloso, lleno de poder y de gloria se hu-manó en la persona de su Hijo Jesucristo a través de cual lo hizo todo. El Creador vino a vivir a este mundo con nosotros. No se quedó en el cielo viendo como nos de-generamos y hundimos en nuestros errores, sino que se dignó dejar su manto real, su cetro y su corona, para ser uno como nosotros. ¿No es esto algo extraordinario? A pesar de que era el rey del universo se hizo un siervo de los hombres que Él mismo había creado: “El cual, siendo en

forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres…” (Fil. 2:6-7).

Y no sólo tomó la naturaleza humana sino que vivió en completa sumisión al Padre, en realidad fue un siervo del Padre y de cada ser humano. Si estudiamos su vida vere-mos que él dedicó más tiempo a curar y ayudar a las per-sonas que a predicar. Pasaba los días visitando a la gente en sus hogares, en las plazas, en el campo, en el mar, allá donde se encontraban. Les llevaba paz y esperanza, las consolaba, ayudaba, guiaba y fortalecía. Curaba a los enfermos, perdo-naba a los pecadores, resucitaba a los muertos, calmaba los elementos naturales desatados, echaba fuera a los demo-nios, jamás alguien hizo una obra semejante. No miraba la raza, la posición social o el nivel intelectual del individuo, simplemente amaba a los que les rodeaban. La obra de Cristo fue servir a la humanidad doliente, hacer mejor el mundo por su presencia y dejar un mensaje de esperanza en cada corazón, haciendo que las personas pudieran vin-cularse con Dios a través de Él. Cristo toma con una de sus manos nuestra mano y con la otra toma la mano del Padre; así estamos unidos a Dios a través del Hijo.

Pero su obra cumbre fue morir por nosotros en la cruz del Calvario: “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:8). ¿Por qué murió Jesús? Para pa-gar nuestra deuda. Éramos nosotros los que teníamos que haber muerto por nuestras faltas y pecados, pero Jesús se ofreció como ofrenda expiatoria, ocupó nuestro lugar, para pagar satisfacer la deuda que nosotros habíamos contraído.

Él fue tratado como un vil criminal, golpeado, escupido, insultado, despreciado, burlado y rechazado como la peor escoria. Sin embargo, en todo momento mantuvo la sere-nidad interior, nadie le podía robar su paz y calma infinita, su amor y compasión por la raza humana. ¡Qué misterio! Aquel a quien estaban asesinando podía defen-derse y des-truir a todos con sólo una mirada, pero aceptó con una hu-mildad de corazón inefable, todo el sufrimiento, para que tú y yo, podamos aceptar hoy todo su gozo. “Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca” (Is. 53:7).

Parecía un ser humano fracasado pendiendo de una cruz, con su vida truncada y sin éxito. Pero qué lejos de la realidad. En la cruz, Cristo obtuvo la victoria sobre la muerte, al morir sin haber cometido un solo pecado. Pablo dirá que con la muerte de Cristo la muerte eterna ha sido vencida: “La muerte ha sido devorada por la victoria” (1 Co. 15:54. Nueva Versión Internacional Castilian). Sí, vic-toria que obtuvo en su carácter al vivir en armonía con la Ley de Dios.

Jesús vivió sin cometer un solo pecado y hoy está dis-puesto a ayudarnos a nosotros mismos para que venza-mos también al enemigo y logremos la trasformación del carácter. Él hace esto a través de la obra de su Espíritu Santo que trabaja en nuestras mentes, influenciándonos y llevándonos paso a paso al éxito porque nosotros solos

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no podemos hacerlo: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8). “Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no le ve ni lo conoce. Pero us-tedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes” (Jn. 14:16-17).

Este es el éxito que Dios desea que alcancemos en la vida: La trasformación de nuestro carácter por la obra del Espíritu de Cristo. Al contemplar a Jesús y seguir su ejemplo, el corazón responde al llamado divino y hace la obra que Dios le da. Nuevos sentimientos y emociones invaden el alma, nuevos deseos y actitudes se introducen en el ser y así el que antes era libertino se torna puro, el borracho logra ser sobrio, el ladrón se convierte en honesto, el mentiroso se aferra a la verdad; el rudo cambia sus maneras y se torna refinado, el viejo ser muere para nacer a una nueva vida: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).

Contemplando a Cristo somos trasformados

Él vivió una vida de éxito y ahora tiene ese éxito para ofrecerlo a cada uno de nosotros. Jesús es nuestro único modelo a seguir, no defraudará a nadie y podemos ir a Él tal como somos, con nuestras cargas y pecados, con nues-tros fracasos y dolores. No importa lo que seas o donde estés, hoy mismo ve a Cristo, obtendrás el perdón y el poder para vencer tus pecados, esto es éxito.

“La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las influencias divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efectuarán en el alma del suplicante todo lo que pide. Podemos pedir perdón del pecado, el Espíritu Santo, un tem-peramento semejante al de Cristo, sabiduría y poder para realizar su obra, o cualquier otro don que él ha prometido; y la promesa es: “Se os dará”” (Los Hechos de los Apósto-les, Págs. 450-451).

Pablo perseguía a los cristianos y los entregaba a la muerte. Era muy vehemente en la obra de destruir la igle-sia cristiana incipiente. Pero un día se cruzó Cristo en su camino y Pablo sufrió una trasformación extraordinaria: De perseguidor se convirtió en perseguido. Aquel que otrora fuera un acérrimo enemigo de la fe cristiana, llegó a convertirse en un defensor a ultranza de las enseñanzas del Maestro. Veamos el lenguaje que usa refiriéndose a su

experiencia: “Es más, creo que nada vale la pena compa-rado con el invaluable bien de conocer a Jesucristo, mi Señor. Por Cristo he abandonado todo lo que creía haber alcanzado. Ahora considero que todo aquello era basura con tal de lograr a Cristo” (Fil. 3:8. Versión Palabra de Dios para Todos).

Pablo quedó prendado de Cristo y tomó la decisión de dejarlo todo para seguirle. Probablemente la gente de su tiempo lo consideró un fanático o lunático, fracasado y sin éxito, especialmente porque renunció a su estatus por amor a Jesús. No es que él deseaba abandonar todo lo que tenía y era, sino que por causa de la fe que había abrazado tuvo que romper con muchas ideas y conceptos. Esto es bastante complejo porque la mayoría se aferra desespera-damente a todo aquello que siempre amó y practicó. No digo que sea imposible cambiar de modo de pensar y de actuar peculiar que hemos tenido durante años, pero sí que lo es sin la ayuda de Dios. En asuntos de fe, cada ser humano debe estar dispuesto a revisar sus conceptos y compararlos con los que nos enseña la Palabra de Dios; si están en armonía con ellos, entonces es que andamos por el buen camino, de lo contrario no nos ha amanecido espiritualmente hablando (Is. 8:20). En este caso, el Señor nos ofrece su ayuda para que podamos seguirle y amarle.

Pablo es un buen referente para nosotros, en la medida que vivió lo que enseñaba y logró cambios profundos en su carácter. Un hombre que odiaba a muerte a los cristianos, aprendió a amarlos y a ser como ellos. Un hombre que usaba la violencia para conseguir sus objetivos, aprendió a ser un pacificador. Un hombre que vivía orgulloso de sus conocimientos, entendió que estos no significaban nada si no estaban en armonía con las enseñanzas bíblicas. Un hombre ciego ahora veía. Su corazón fue trasformado por la obra del Espíritu Santo y llegó a morir como mártir de la causa cristiana.

Conclusión

El verdadero éxito, pues, es llegar a reflejar el carácter de Cristo en nuestra vida, lo demás es accesorio. Es vi-viendo como Cristo vivió como podremos experimentar el gozo que Él experimentó y por fin, un día, según sus promesas, heredar la vida eterna.

Alguien dijo en cierta ocasión que el éxito de la vida no está en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca. Te animo a seguir adelante en la prosecución de un carácter a semejanza del de Cristo; Él nos ha dejado su ejemplo en su Palabra y la posibilidad de relacionarnos con Él a tra-vés de la oración y del estudio de las Sagradas Escrituras. Cristo nos invita a imitarle y nos da el poder para hacerlo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt. 11:28).

No te desanimes si hasta aquí has visto pocos resulta-dos, sigue relacionándote con Dios a través de Cristo, dale tu corazón para que Él lo moldee; deja que el Espíritu San-to te envuelva con su dulce influencia y pide con fervor un cambio interior, porque sólo aquel que pide, llama y busca, recibirá, se le abrirá y encontrará. Dios te bendiga.

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Raquel Orce Sotomayor

Los Hijos en la Familia

“Dios estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel; y mandó a nuestros padres que la notificaran a sus hijos para que lo sepa

la siguiente generación, los hijos que habrían de nacer, y los que se levanten lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, que no olviden las obras de Dios, y guarden sus Mandamientos” Salmo 78:5-7.

Una de las modalidades evangelísticas establecidas en las Sagradas Escrituras, de acuerdo a la cita mencionada, es la transferencia del conocimiento de la verdad dada por Dios de generación en generación, por medio de los pa-dres a los hijos y así sucesivamente. Así pues, cuando una pareja toma la decisión consensuada de tener hijos hay una serie de condiciones previas que cumplir, las cuales son de vital importancia para facilitar el proceso de educación del nuevo miembro de la familia, las cuales conforman los pasos a seguir en la formación de los hijos a la luz de la Palabra de Dios y el Espíritu de Profecía.

Dedicación

“E hizo un voto, diciendo: ‘Oh Señor Todopoderoso, si te dignas mirar… , y te acuerdas de mí, y me concedes un hijo, lo dedicaré todos los días de su vida a tu servicio’” (1 Samuel 1:11). La oración expresada por Ana contiene los elementos iniciales que deben considerarse cuando el de-seo de concebir se asienta en el corazón de aquellos que desean ser padres. Debe ser un tema de oración y consi-deración espiritual el deseo de tener hijos y así expresar a Dios este pensamiento, reconociendo de este modo que Él es el dador y los padres los receptores de un don, a saber, hijo o hija, adjuntando, entonces la decisión firme y final de dedicarlo al servicio del Señor. El motivo de la entrega, el ofrecimiento y la asignación de su existencia a Dios debe ser el punto de partida de ser padres, pues de este modo se expresa el nivel espiritual y de relación que se mantiene con el Salvador.

Cuando se asume la responsabilidad de la paternidad y/o maternidad de acuerdo a los principios de solicitud a Dios, reconocimiento de pertenencia y dedicación para el servicio se ha establecido el triple fundamento de la edu-cación infantil:

1. Los hijos son propiedad de Dios. Se establece el prin-cipio de amor, cuidado y consideración que los pa-dres deben a los hijos.

2. Los hijos son un don de Dios. Se evidencia el principio de privilegio, honor y dicha que los padres reciben por medio de los hijos.

3. Los hijos deben ser servidores de Dios. Se formula la orientación de los padres en relación al futuro de los hijos.

“Los hijos son confiados a sus padres como un legado precioso, que Dios requerirá un día de sus manos. De-bemos dedicar a su preparación más tiempo, cuidado y oración. Necesitan que les demos la instrucción de la clase apropiada.

“Recordad que vuestros hijos e hijas son miembros más jóvenes de la familia de Dios. Él los confió a vuestro cuidado, a fin de que los eduquéis para el cielo. Tendréis que darle cuenta de la manera en que cumpláis vuestro encargo sagrado”1

Dirección

“… ¿qué norma y qué conducta tendrá que seguir el niño?” (Jueces 13:12). Los valores que los padres desean transferir a sus hijos, así como el comportamiento que se desea en su vida, son reflexiones y preguntas que los pa-dres de Sansón expusieron y deberían ser cuestiones a plantearse por parte de cada padre y madre responsable antes del nacimiento de los hijos. “Todo hogar cristiano debe tener reglas; y los padres deben, en sus palabras y su comportamiento mutuo, dar a los niños un precioso ejem-plo vivo de lo que desean que lleguen a ser. Enseñad a los niños y jóvenes a ser fieles a Dios y a los buenos principios; enseñadles a respetar y obedecer la ley de Dios. Entonces esos principios regirán su vida y se cumplirán en sus rela-ciones con los demás”2

Es fundamental considerar las reglas del hogar que de-sean inculcarse y poder ser consecuente en la implemen-tación de las mismas:

1. La ley de Dios debe ser la más elevada norma del hogar.

2. El ejemplo de los padres debe armonizar con la ver-dad en palabras y comportamiento.

3. Los padres deben ser lo que esperan que lleguen a ser sus hijos.

Es muy importante relacionar la ‘norma’ con la ‘con-ducta’, del mismo modo que la expresión bíblica, así como

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el principio con la aplicación, la teoría con la práctica y el ideal con la realidad. Los padres son los primeros que deben entender la dirección que debe seguirse, antes de educar a los hijos en el fundamento de la educación: Acep-tación de los principios del bien y la aplicación diaria en cada uno de los aspectos de la vida familiar e individual.

Disciplina

“Y vosotros, padres, … a vuestros hijos, … criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Ge-neralmente, se considera la disciplina y/o amonestación como una acción de castigo y agresión más o menos in-tensa, sin embargo, las Sagradas Escrituras nos presentan estos dos términos en una perspectiva divina, la cual es de vital importancia que los padres conozcan. La disciplina es un conjunto de normas que rigen una actividad o el con-junto normativo del hogar. La comunicación es la base de la disciplina. Ésta se logra cuando:

1. Se da a conocer con claridad el comportamiento que se espera de los hijos y se confirma la comprensión por su parte.

2. Se explica en forma breve, pero comprensible a la edad, las consecuencias y los pasos a seguir en caso de un comportamiento indisciplinado, o fuera de las normas establecidas.

3. Se enseña a los hijos cuál es el comportamiento que se espera cuando han hecho algo mal y el por qué no debe seguir esa actitud indisciplinada, de acuerdo a los principios establecidos en el hogar.

“No hay duda de que encontraréis faltas y descarríos en vuestros hijos… Mezclen la bondad y el afecto y el amor en el gobierno de su familia, y sin embargo sean tan firmes como una roca en los principios correctos”3

La enseñanza se encuentra directamente relacionada con la amonestación, pues debe ofrecerse a los hijos dos o tres comportamientos positivos que reemplacen un pro-ceder indisciplinado y que debe ser eliminado. Por lo tanto, no se trata solo de castigar la conducta no deseada, sino instruirlo acerca de cómo se deben hacer las cosas y qué se espera de ellos, de acuerdo a los firmes principios de la palabra de Dios, que deben ser establecidos consecuente-mente en la familia. “Razonad primero con vuestros hijos, señaladles claramente sus faltas, e impresionadlos con el hecho de que no sólo han pecado contra vosotros sino contra Dios. Con vuestro corazón lleno de compasión y dolor por vuestros hijos descarriados, orad con ellos antes de corregirlos. Entonces verán que no los castigáis porque os molestan, o porque queréis desfogar vuestro mal genio con ellos, sino por un sentimiento de deber, para su bien, y os amarán y respetarán.”4

“… si los niños ven que no sois irrazo-nables, habréis ganado una gran victoria. Esta es la obra que debe hacerse en el círculo de vuestra familia en estos últimos días” 5

Reiteración

“Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estan-do en tu casa, y andando por el camino y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7). El principio de la repetición no implica insistencia en forma de estribillo constante, sino la asiduidad y la frecuencia en la enseñanza del bien hacer, de acuerdo a las circunstancias y las opor-tunidades que se ofrecen a los padres a diario. La dinámica familiar es propia e identifica cada hogar como una uni-dad propia, pues los valores que se consideran de mayor importancia, los comportamientos más apreciados, las ac-tividades más reconocidas y las acciones más reproduci-das establecen la mecánica conductual de cada uno de los miembros de la familia. La reproducción diaria de ciertas prácticas, como el saludo, el culto matutino y vespertino, la oración de agradecimiento por los alimentos, el estudio de la Escuela Sabática, la historia bíblica antes de ir a dormir, una comida familiar diaria, por lo menos, la sobremesa, la asistencia a todas las actividades de iglesia, cultos, confe-rencias, congresos, seminarios, etc., son comportamientos que por su asiduidad, deben llegar a ser parte de la familia, no por su forma, sino por su contenido, ya que ‘hacen fa-milia’. Se establecen patrones de acción que identifican a los miembros del hogar como un todo. Las conversaciones compartidas, las actividades conjuntas, las experiencias co-nocidas, las vivencias comunicadas, los valores adquiridos, las derrotas asumidas y las victorias alcanzadas convierten a un grupo de seres humanos unidos por filiación que po-see un hogar establecido como ‘mi familia’.

“Las lecciones de obediencia, de respeto por la auto-ridad, necesitan repetirse a menudo. Esta clase de obra realizada en la familia constituirá una poderosa influencia

para el bien, y no sólo se evitará que los hijos hagan el mal y se los constreñirá a amar la verdad y la justicia, sino que también los padres recibirán el mismo beneficio. Esta clase de obra que el Señor requiere no puede ser hecha sin una seria meditación de su parte, y sin mucho estu-dio de la Palabra de Dios, a fin de que puedan instruir de acuerdo con sus directivas” 6

Es vital que los padres establezcan costumbres desde que los hijos son pequeños y como una acción natural, diaria y permanente, pues estos hábitos familiares son par-te de la herencia que se imparte con el fin de potenciar creencias, valores, seguridad y vínculos formativos de ca-rácter.

1. Práctica de adoración. Cultos de familia, oración, lec-tura de la Biblia, reflexiones y experiencias con Dios, explicaciones de términos religiosos como fe, bien, prójimo, sábado, etc.

2. Actividades familiares. Comida, conversación, activi-dades, visitas, obra misionera, asistencia a la iglesia, hospitalidad, etc.

3. Modelo de relaciones y roles. Padre, madre, hijos, her-manos, vecinos, conocidos, necesitados, etc.

“Los niños deben aprender a obedecer en el gobierno de la familia. Deben formar un carácter simétrico que Dios

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pueda aprobar, manteniendo la vigencia de la ley en la vida doméstica. Los padres cristianos han de educar a sus hijos para que obedezcan la ley de Dios. . . Las razones para esta obediencia y respeto de la ley de Dios pueden imprimirse en los niños tan pronto como puedan comprender su na-turaleza, de modo que sepan qué deben hacer, y qué deben abstenerse de hacer” 7

Sistema

“… aconsejando y enseñando con toda sabiduría… , para presentarlos a todos perfectos en Él” (Colosenses 1:28). La educación de los hijos no consiste en un acto puntual o acciones aisladas en situaciones extremas, pues ésta se conforma del procedimiento que los padres adop-tan con el fin de ‘aconsejar’ y ‘enseñar’ día a día los valores y comportamientos que desean forme parte de la vida de sus vástagos. Comprender las dos columnas, voluntad y dominio propio, sobre las que descansa el carácter que de-sea modelarse es de vital importancia para ser metódicos en la formación de los hijos. “La voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, colocando a todas las otras facultades bajo su dominio. La voluntad no es el gusto ni la inclinación, sino el poder de decidir, que obra en los hijos de los hombres para obedecer a Dios o para desobedecerle” 8

“Todo niño debería comprender la verdadera fuerza de la voluntad. Se le debería hacer ver cuán grande es la res-ponsabilidad encerrada en este don. La voluntad es… el poder de decisión o elección.” 9

Los padres deben identificar los rasgos fuertes y débi-les de cada uno de sus hijos y establecer, bajo oración y di-rección divina, un plan personalizado para orientar y guiar fielmente a los pequeños en el desarrollo de su capacidad inherente de decisión a favor del bien. El dominio propio, incluye la fijación de límites, la habilidad de controlar y la capacidad de influir sobre el medio. Este atributo del ca-rácter que debe desarrollarse adecuadamente en cada ser humano es un elemento que los padres deben considerar cuidadosamente a fin de poder instruir a los hijos en su capacidad no sólo de decidir sino de saber cómo hacerlo, de acuerdo a qué principios, según qué medida, tiempo y relaciones.

1. Ser consecuentes en la vivencia del bien y la práctica del mismo diariamente en la familia.

2. Ser constantes, perseverantes y amorosos en el pro-ceso de formación, corrección y guía.

3. Ser cuidadosos y tiernos en la formación de hábitos buenos y en el dominio y encauzamiento de los sen-timientos.

“Padres, vuestra obra consiste en desarrollar la pacien-cia, la constancia y el amor genuino en vuestros hijos. Al tratar correctamente con los hijos que Dios os ha dado, los ayudáis a colocar el fundamento para tener caracteres puros y equilibrados. Estáis poniendo en su mente princi-pios que un día seguirán en sus propias familias. El efecto

de vuestros esfuerzos bien dirigidos se verá cuando ellos gobiernen a sus familias conforme a las ordenanzas del Se-ñor” 10

Conversión

“Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijos, porque habéis conocido al Padre” (1 Juan 2:13). Los padres no deben esperar de sus hijos lo que ellos mismos no han llegado a ser. La valoración de los principios divinos en la vida familiar es directamente proporcional a la trans-ferida a los hijos. Cuando se entienden los valores como patrones de conducta es indispensable comprender que éstos se aprenden por impregnación, o ejemplo práctico y diario. Para conseguir la aceptación de los principios di-vinos por parte de los hijos es imprescindible que éstos procedan de las personas significativas de su entorno, los padres, y para ser eficaz debe hacerse en un contexto de relación positiva, mutua y afectuosa, ya que la conversión que todos los padres cristianos desean en sus hijos debe proponerse desde la experiencia propia de los primoge-nitores y así podrá formar parte de la trayectoria y estilo de vida de sus descendientes, pues los hijos no aceptan el camino del bien, independientemente del modelo, sino de acuerdo al nivel afectivo que les une a sus padres y la propia experiencia ejemplar de ellos. “Cuando la voluntad y los caminos de Dios llegan a ser la voluntad y los caminos de los padres…, sus hijos crecerán para amar, honrar y obedecer a Dios”11 Amén.

1 E. G. White, Felicidad y Armonía en el Hogar, pág. 422 E. G. White, Carta 74, 18963 E. G. White, Manuscrito 38, 18954 Signs of the Times, 10 de abril, 18845 E. G. White, Manuscrito 73, 19096 E. G. White, Manuscrito 24, 18947 E. G. White, Manuscrito 126, 18978 E. G. White, Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 5139 E. G. White, La Educación, 28010 Review and Herald, 6 de junio, 189911 E. G. White, Carta 356, 1907

Mundo en Breve

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Mundo en Breve

“No sin lucha, Jesús pudo escuchar en silencio al archiengañador. Pero el Hijo de Dios no debía probar su divinidad a Satanás. Se encontró con el tentador con las palabras de la Escritura. ‘Está escrito’, dijo. ‘El hombre no vivirá solo de pan, sino de toda palabra que salga de la boca de Dios’. En cada tentación, el arma de su guerra era la Palabra de Dios” (CTr, 193).

La Conferencia de Indonesia de 2018 fue una expe-riencia maravillosa compartida con miembros y amigos en el Campo. Sentimos la presencia del Espíritu Santo y el amor entre los hermanos. Nuestro principal tema fue la naturaleza divina y humana de Cristo. Las dos na-turalezas de Cristo son en realidad uno de los secretos de la victoria de Cristo. Es asombroso que el amor de Dios por nosotros como seres humanos, nos guía a una experiencia similar. Dentro de nosotros, la naturaleza humana puede unirse con la naturaleza divina por la obra asombrosa del Espíritu Santo como está escrito:

“La pasada naturaleza, nacida de la sangre y la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Los viejos modos, las tendencias heredita-rias, los antiguos hábitos, deben ser abandonados; porque la gracia no se hereda. El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, nuevos gustos y nuevas tendencias. Aquellos que son engendrados a una nueva vida por el Espíritu Santo, se han con-vertido en participantes de la naturaleza divina, y en todos sus hábitos y prácticas darán evidencia de su relación con Cristo. Cuando los hombres que dicen ser cristianos conservan todos sus defectos natura-les de carácter y disposición, ¿en qué se diferencia su posición de los mundanos? No aprecian la verdad como un santificador, un refinador. No han nacido de nuevo (The Review and Herald, 12 de abril de 1892).

El pastor Adrie Kalengkongan, como presiden-te del Campo de Indonesia, ha hecho mucho por el cuidado de la viña del Señor. El espíritu cristiano y la buena relación en el campo han dado resultados positivos. Hizo todo lo posible por participar duran-te la reorganización del Campo de Indonesia y du-rante todas las reuniones. Cuidó urgentemente a su esposa que estaba muy enferma. Durante una de las reuniones entendimos que había sido ingresa-da en el hospital. Todos la visitamos allí. Lamenta-blemente, después de mi regreso a Australia, recibí la triste noticia de que ella había fallecido. Nuestra querida y fiel hermana en Cristo ahora descansa y es-pera la resurrección en la segunda venida de Cristo.

Estaba feliz de ver al hno. Karinda también jun-to con su familia. El es nuestro ex presidente re-

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CONFERENCIA EN INDONESIA 2018

“Cuídate de que ningún hombre te eche a perder por la filosofía y el engaño vano, según la tradición de los hombres, los rudimentos del mundo y no los de Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Y ustedes están completos en él, que es la cabeza de todo principado y poder”Colosenses 2: 8-10

Grupo de miembros en Indonesia

Coro de hermanos en Indonesia

Oficiales del Campo en Indonesia

Mundo en Breve

15El Guardián del Sábado 15El Guardián del Sábado

VIAJE A OKINAWA FEBRERO 2019

tirado de el campo indonesio. Recientemente se cayó y se rompió la cadera. La familia estuvo muy complacida de recibir el maravilloso apoyo para su operación de cadera. Nuestra organización ecle-siástica mundial “El Buen Samaritano” proporcio-nó los fondos para la operación del hno. Karinda.

Tuvimos un tiempo muy ocupado y bendecido. Ha aparecido la buena cosecha de los primeros frutos. Tres almas expresaron su deseo y disposición para ser bauti-zadas. Estas almas han visitado las reuniones de nuestra iglesia y han vivido de acuerdo con el principio divino solicitado por Dios. Han tomado su firme posición de seguir a nuestro Pastor celestial y ser parte de su reba-ño. El programa nos mantuvo ocupados, pero aun así logramos dirigir el bautismo de estas preciosas almas.

Gracias, querido Señor, por cuidar a tus hijos en tu rebaño y por aquellos que están dispuestos a encon-

“De cierto, de cierto os digo, el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no será condenado; mas pasa de muerte a vida” Juan 5:24.

La población de Okinawa se encuentra entre los pueblos que viven más años en el mundo. Los residentes allí tienen menos cáncer, enfermedades cardíacas y demencia que los estadounidenses. Es interesante que las mujeres de Okinawa viven más que en cualquier otro lugar de la Tierra. La razón de mi viaje a la hermosa isla de Okinawa tuvo un significado mu-cho más profundo para mí y para nuestros hermanos allí. ¿Qué puede ser mejor que una vida larga y saludable? La respuesta son las palabras de Cristo aceptadas por la fe en nosotros. En el momento en que escuchamos, creemos y experimentamos la palabra de Dios, estas palabras se convierten en un poder transformador por parte del Espíritu Santo que está cambiando nuestra mente y nuestros hábitos y nos está haciendo como Cristo es. Es maravilloso experimentar y sentir la presencia de Dios en nosotros personalmente. La palabra de Dios es agua viva que da a los creyentes fieles no solo una vida larga, sino una vida eterna. “Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para santificarla, limpiándola con el lavado con agua a través de la palabra”.

Mi viaje a Okinawa fue una experiencia especial y alegre para mí. Fue un viaje para ver a mis preciosos amigos, a mis hermanos y hermanas en Cristo, que había extrañado duran-te varios años. Mi corazón estaba lleno de agradecimiento a

trarte. Querido Señor, gracias por ayudarnos a com-pletar nuestra misión de preparar el camino para tu venida. Necesitamos su poder de guía y sabiduría para la transformación de nuestros seres. Querido Dios, ayudanos con tu poder sanador, libéranos de nuestros hábitos pecaminosos y seamos recién nacidos, engen-drados a una nueva vida por el Espíritu Santo. Enton-ces, como seres humanos nos convertimos en partici-pantes de la naturaleza divina, así como en Cristo, la naturaleza humana y la divina están en una. La victoria y la gloria pertenecen a Cristo ahora y por siempre.“Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Que venga el que tiene sed. Y el que quiera, tome el agua de la vida libremente” Ap. 22: 17 Amén.

Pastor A. Salavyov. Presidente de la División de Oceanía.

nuestro Señor porque Dios cumplió mi sueño imposible desde hace muchos años cuando era un niño que vivía en la Bulgaria comunista. En ese momento estaba triste porque el mensaje de la verdadera reforma no había llegado a Japón. Mis oraciones y deseo a Dios fue que Él nos ayude a difundir con éxito el mensa-je de la Reforma en ese país. Dios realizó un milagro para cum-plir mi sueño de hacerme participar en esta maravillosa bendi-ción. El trabajo del Señor comenzó y se desarrolló en Japón con el esfuerzo, el apoyo y el sacrificio de Fr. Kang de Corea del Sur y el H. Masahiko Matcumoto y su maravillosa familia, también. Este viaje nos trajo recuerdos de las buenas experiencias que compartimos en otros países asiáticos que visitamos juntos an-teriormente. Mis oraciones y mi amor están con ellos.

Me sorprendió y tuve la bendición de ver la propiedad de nuestra propia iglesia en Okinawa por primera vez. Esta es una señal de progreso. Aunque no es un edificio grande, cualquier persona puede sentirse cómoda cuando ingresa a la iglesia, es-pecialmente cuando nuestros miembros están allí. En esta sala hay sonrisas, buen espíritu y buenas relaciones entre los miem-bros, comidas vegetarianas perfectas y sabrosas que me ayu-daron a recordar cómo comer con palillos. En la iglesia hay un ambiente celestial con maravillosa música para piano y violín. Nuestros miembros en Okinawa son cantantes muy talentosos. Además, todos pueden sentir algo muy importante en esta igle-sia, que es la buena relación entre los. Se unen como una buena familia.

Grupo de asistentes a la Conferencia en Indonesia Tres candidatos al bautismo

Mundo en Breve

Realizamos seminarios durante unos días que fueron una bendición para todos los que asistieron. El tema principal fue nuestra necesidad de ser como Cristo. Jesús como el segundo Adán que vino a la tierra para ayudarnos al unir su propia naturaleza divina con nuestra naturaleza humana. Siguiendo el ejemplo de Cristo por la fe y al rendirse totalmente a Él, puede purificar nuestra na-turaleza humana. “Nos han sido dadas grandes y preciosas promesas: para participar de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que existe en el mundo a través de la lujuria” 2 Pedro 1: 4.

Me alegró mucho la decisión del hermano y la hermana Yang, hijos de una hermana que bauticé hace años. Fueron bautizados en el mismo lugar donde su madre había sido. Este lugar en particular, nunca lo olvidaré porque había hecho varios bautismos y también realicé una ceremonia de boda maravillosa. Fue durante mis visitas anteriores allí. Después del bautismo de las dos queridas almas, experimentamos una aceptación alegre y muy emocional de las nuevas almas en la iglesia. Tuvimos servicio de Santa Cena y reorganización de la iglesia.

Luego llegó el momento de mi viaje de regreso a Australia. Necesitábamos viajar a Naha, la capital de Okinawa. Llegamos a Naha unas dos horas antes del atardecer. Me sorprendió que nos detuviéramos cerca de un lugar muy interesante, una antigua fortaleza. Fue un lugar increíble que me ayudó a comprender una parte de la historia y la cultura de la gente de Okinawa. Por lo general, en cada lugar antiguo hay alguna historia especial y específica típica de ese lugar. Justo desde el principio antes de en-trar en la fortaleza el hermano Masahiko llamó la atención sobre dos esculturas de leones que se colocaron a ambos lados de la puerta. Los leones parecen iguales, pero hay una extraña diferencia entre ellos. Uno de los leones tenía la boca abierta, mientras que el otro tenía la boca cerrada. Dentro de la fortaleza frente al trono había dos dragones, uno de ellos tenía la boca abierta y el otro también la boca cerrada. El hno. Masahiko explicó el significado de esta diferencia según la forma tradicional de pensar de los antiguos habitantes de Okinawa. El león y el dragón con la boca abierta expresaron la comprensión típica de la gente del tiempo pasado de Okinawa: “toma todo lo que puedas”. Los leones y dragones con bocas cerradas significan “no daré nada”. Para mi esto sonaba como un punto de vista egoísta. Definitivamente, no es típico de la gente de Okinawa actual, incluso venden muchos de estos recuerdos. Más tarde, mis pensamientos se comprometieron con estos dos símbolos: el león y el dragón. En el punto de vista bíblico, se compara a Satanás como un león en varios versículos. Por ejemplo, “sé sobrio, mantente alerta; porque tu adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar” 1 Pedro 5: 8. Satanás es comparado en la Biblia como dragón también. Por ejemplo: “Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años” Apocalipsis 20: 2. Sí, la aparición de cualquier tipo de egoísmo en nosotros es una señal seria que estamos bajo la influencia del espíritu maligno de Satanás.

Gracias a Dios por su cuidadp y amor hacia nosotros y por la salvación a través de su amado Hijo. En la Biblia está claramen-te escrito que hay otro León, el “León de la tribu de Judá” Apocalipsis 5: 5. Su nombre es Cristo, nuestro Salvador, en el que ni siquiera hay un lugar de egoísmo. Jesús nos dio y continúa dándonos lo mejor para ayudarnos y salvarnos en la corte celestial llamada “Lugar Santísimo”. Primero desea ayudarnos a superar nuestros hábitos pecaminosos mediante el proceso de justificación en nuestra transformación. Luego, si nos rendimos por completo a la guía santificadora de Cristo en cooperación con el Espíritu Santo, Jesús continuará transformando nuestro ser de acuerdo con su carácter totalmente desinteresado. Cristo implantará en nosotros una naturaleza divina y nos dará vida eterna. Si continuamos la batalla unidos con Cristo, Satanás estará furioso como un “león rugiente”. Luego tenemos que entrar en la batalla final, a saber, en nuestro bautismo de fuego. Entonces vayamos por la fe a Cristo. :”Si Jesús está con nosotros, entonces quién está contra nosotros”. Ahora, es importante comprender que debemos tomar una decisión clara y definitiva como nos gustaría ser. No hay camino del medio al cielo. Solo hay dos opciones absoluta-mente claras: La primera es ser una persona totalmente abnegada como lo es Cristo, ya que Él es el “León de la tribu de Judá” o la segunda opción es ser egoísta como Satanás es, “quién es el diablo, como león rugiente” y “el dragón, “esa serpiente antigua, que es el diablo y Satanás. La elección es nuestra.

El último día, antes de mi partida, visité la propiedad de la iglesia. Me sorprendió que en el lugar donde solía quedarme, viera un bonito regalo de un niño. Los dos nos hicimos buenos amigos durante las reuniones. Hizo para mí perros muy interesantes y ardillas de papel. Cómo los hizo, no lo sé, pero están muy bien hechos. Obviamente, pasó mucho tiempo para hacerme feliz y lo aprecio mucho. Aun así me alegró con las palabras que nunca olvidaré. Él dijo: “Me gustaría ser bautizado por usted cuando regrese la próxima vez”. Qué maravilloso es cuando Dios toca los corazones de nuestros hijos. Las señales de los tiempos declaran: “Cristo viene”. Pastor A. Salavyov, Presidente de la División de Oceanía.

A orillas del mar antes del bautismo

Candidatos al bautismo Preparativos para los bautismo

Compartiendo alimentos con hermanos en Japón

Dos nuevos miembros de la iglesia