Acerca Del Discurso Del Cacique Seattle

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Disertación comparativa acerca del discurso del Cacique Seattle.

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Hace aos le esta carta

Hace aos le esta carta. El otro da aburrido me puse a buscar si era cierto, porque tena una forma de estar escrita y con un objetivo dudoso.Estaba en lo cierto, la carta que circula es fake, pero sorpersivamente, tiene asidero en un discurso realmente pronunciado por este Cacique. La verdad, me gust ms la versin original, se siente mas real, y en sus palabras se puede vislumbrar la derrota, la desesperanza, el desasosiego, el dolor, no se como explicarlo. Pero me gust mas.

INTRODUCCIN

En aos recientes, se ha estado debatiendo sobre las palabras del Jefe Seattle. La controversia principal se centra alrededor de la autenticidad de la versin del discurso que ms corrientemente se le atribuye. Aunque quizs nunca lleguemos a saber con exactitud lo que dijo el Jefe Seattle, es muy posible que l haya sido tan elocuente como aparece representado en las diversas versiones.

Seattle (ms correctamente Seathl o "Sealth"

INCLUDEPICTURE "https://o1.t26.net/images/space.gif" \* MERGEFORMATINET naci alrededor de 1786. Era hijo de un jefe Suquamish, Schweabe, cuyo pueblo viva alrededor del Puget Sound en el estado de Washington, Estados Unidos. Su madre, Sholitza, era la hija de un jefe Duwamish. Ya que en estos pueblos se sigue una lnea matrilnea de descendencia, Seathl era considerado un Duwamish.

Gan reputacin por su coraje, osada y liderazgo, y siendo todava un jven jefe consigui el control de seis de las tribus locales. A travs de los aos, continu las relaciones amistosas iniciadas por su padre con los europeos locales. Era muy alto para ser un nativo de Puget Sound. Tambin era conocido como orador en su idioma nativo (Lushootseed), y se dice que su voz poda llegar lejos cuando se diriga a una audiencia.

Su primera esposa muri luego de dar a luz a una nia, conocida como "Princesa" Angelina por los pobladores blancos. Con su segunda esposa, tuvo varios hijos e hijas. Luego de la muerte de uno de sus hijos se convirti al catolicismo, bautizndose con el nombre de No Seattle.

Falleci el 7 de junio de 1866.

"La Respuestadel Jefe Seathl"

El Jefe Seathl di su ahora famoso discurso como respuesta al de Isaac I. Stevens, el nuevo Gobernador y Comisionado de Asuntos Indgenas para los Territorios de Washingtton, el 10 de enero de 1854.

Uno de los presentes era el Dr. Henry Smith, quien tom extensas notas del discurso de Seathl, aunque nunca se han encontrado dichas notas. Seathl habl en su lengua nativa, Lushotseed, que fue traducido a Chinook, lengua que Smith conoca parcialmente. Luego Smith lo tradujo al ingls. Es proceso obviamente simplific mucho el mensaje de Seathl.

La primera versin impresa del discurso fue escrita por el Dr. Smith y apareci en la edicin del 29 de octubre de 1887 del Seattle Sunday Star. Esta versin presenta el mensaje de Seathl en un florido estilo victoriano, ms propio de los antecedentes de Smith que de los de Seathl. Sin embargo, miembros del Museo Suquamish determinaron, luego de consultar ancianos de su tribu en 1982, que la versin de Smith es el mejor recuento del discurso de Seathl. [Ver la versin de Smith]

A finales de la dcada de 1960, William Arrowsmith, profesor de literatura clsica en la Universidad de Texas, decidi tomar la versin del Dr. Smith y reeditarla, usando el lenguaje y modo de hablar ms comn de las tribus de la regin en la poca de Seathl. Conversando con ancianos tradicionales de estas tribus, Arrowsmith pudo desarrollar un sentido de la sintaxis que usaron. [Ver la versin de Arrowsmith]

La versin ms conocida del discurso de Seathl fue escrita por Ted Perry, profesor de teatro y dramaturgo en la Universidad de Texas y amigo de Arrowsmith [Ver la versin de Perry]. Perry us la versin de Arrowsmith como base para un nuevo y ficticio discurso que servira como narracin para una pelcula sobre contaminacin y ecologa, llamada Home, para la Comsin de Radio y Televisin de la Iglesia Bautista del Sur y cuyo productor fue John Stevens.

Sin notificar a Perry, Stevens revis el texto, agregando frases referentes a Dios y la lnea "Soy un salvaje y no comprendo..." La revista Environmental Action public la versin bautista del discurso en su nmero del 11 de noviembre de 1972. Ya ahora no era un discurso del Jefe Seathl sino una carta que envi al Presidente Pierce.

Pero fue la publicacin de un artculo titulado "The Decidedly Unforked Message of Chief Seattle" en la revista Passages de Northwest Airlines que hizo famosa la versin bautista, con una nota de que la "carta" era una "Adaptacin de sus [las de Seattle] observaciones tomando como base una traduccin al ingls por William Arrowsmith".

VERSION ORIGINAL( La del Dr.Smith)

Originalmente publicado en el peridico Seattle Sunday Star, el 29 de octubre de 1887.

El texto fue escrito por un "Dr." Smith, quien tom notas a medida que el Jefe Seattle hablaba en el dialecto Suquamish de Salish de Pudget Sound central (Lushootseed), y cre este texto en Ingls de dichas notas. Smith insista que su versin "no contena la gracia y elegancia del original."

En la poca de este discurso, era comn la creencia entre los blancos lo mismo que entre muchos amerindios, que los americanos nativos se extinguiran.

He all el cielo que ha llorado lgrimas de compasin sobre mi pueblo durante incontables siglos y que, aunque nos pueda parecer inmutable y eterno, puede cambiar. Hoy est despejado. Maana puede estar encapotado con nubes.

Mis palabras son como las estrellas que nunca cambian. Cualquier cosa que diga Seattle, el gran jefe en Washington puede confiar en ello tanto como l pueda confiar en el regreso del sol o de las estaciones.

El jefe blanco dice que el Gran Jefe en Washington nos enva saludos de amistad y buena voluntad. Esto es muy amable de su parte ya que sabemos que l necesita poco de nuestra amistad. Son muchas sus gentes. Son como la hierba que cubre vastas praderas. Mi gente es poca. Se asemejan a los pocos rboles que se encuentran esparcidos en una pradera azotada por una tormenta. El gran, y presumo buen, Jefe Blanco dice que desea comprar nuestra tierra pero que, al mismo tiempo, nos deja suficiente para que vivamos confortablemente. Verdaderamente esto parece ser justo, y an generoso, ya que el Hombre Rojo no tiene ms derechos que l necesite respetar, y la oferta tambin parece ser sabia ya que no necesitamos ms un territorio extenso.

Hubo un tiempo en el que nuestra gente cubra la tierra como las olas en un mar encrespado por el viento cubren el fondo cubierto de conchas, pero ese tiempo hace mucho que desapareci junto con la grandeza de las tribus que ahora son apenas un recuerdo doloroso. No tratar el tema, ni llorar sobre eso, de nuestra desaparicin a tiempo, ni voy a reprochar mis hermanos cara plida con haberla acelerado, porque tambin nosotros somos en algo responsables de ella.

La juventud es impulsiva. Cuando nuestros jvenes se enojan por alguna injusticia real o imaginaria, y se desfiguran sus caras con pintura negra, denotan que sus corazones son negros, y que con frecuencia son crueles e implacables, y nuestros viejos y viejas son incapaces de moderarlos. As siempre ha sido. As fue cuando el hombre blanco empez a empujar a nuestros antepasados hacia el oeste. Pero esperemos que nunca regresen las hostilidades entre nosotros. Tendramos todo que perder y nada que ganar. Los jvenes consideran como ganancia a la venganza, an al costo de sus propias vidas, pero los viejos [que permanecen] en casa en momentos de guerra, y las madres que tienen hijos que perder, saben que no es as.

Nuestro buen padre en Washingtonya que presumo que ahora es nuestro padre al igual que suyo, ya que el Rey George ha movido sus fronteras ms hacia el nortenuestro gran y buen padre, digo, nos enva el mensaje de que si hacemos como l desea, l nos proteger. Sus bravos guerreros sern para nosotros como una erizada pared de fortaleza, y sus maravillosos barcos de guerra llenarn nuestros puertos, para que nuestros antiguos enemigos ms al nortelos Haidas y Tsimshians -- cesen de asustar a nuestras mujeres, nios, y viejos. Realmente l ser nuestro padre y nosotros sus hijos.

Pero, puede eso suceder alguna vez? Su Dios no es nuestro Dios! Su Dios ama a su gente y odia a la ma! l pliega amorosamente sus fuertes brazos protectores alrededor del cara plida y lo conduce por la mano como un padre conduce a un hijo infante. Pero, l ha desamparado a Sus hijos Rojos, si realmente son Suyos. Nuestro Dios, el Gran Espritu, parece que tambin nos ha abandonado. Su Dios hace que su gente se haga ms fuerte cada da. Pronto ellos llenarn todas las tierras.

Nuestro pueblo est menguando como una marea que retrocede rpidamente y que nunca regresar. El Dios del hombre blanco no puede amar a nuestra gente o l los hubiera protegido. Ellos parecen hurfanos que no tienen donde buscar ayuda. Cmo, entonces, podemos ser hermanos? Cmo puede su Dios llegar a ser nuestro Dios y renovar nuestra prosperidad y despertar en nosotros sueos de una grandeza que regresa? Si tenemos un Padre Celestial comn, l debe estar parcializado, porque l vino hacia Sus hijos cara plida.

Nosotros nunca lo Vimos. l les di leyes pero no tuvo palabras para Sus nios rojos cuyas prolficas multitudes una vez llenaban este vasto continente como las estrellas llenan el firmamento. No; somos dos razas diferentes con orgenes diferentes y destinos separados. Hay muy poco en comn entre nosotros.

Para nosotros, las cenizas de nuestros antepasados son sagradas y su lugar de reposo es terreno reverenciado. Ustedes se alejan de las tumbas de sus antepasados y aparentemente sin pena. Su religin fue escrita sobre lpidas de piedra por el dedo de hierro de su Dios para que as ustedes no pudieran olvidar.

El Hombre Rojo nunca podra comprender o recordarlo. Nuestra religin es las tradiciones de nuestros antepasados los sueos de nuestros hombres viejos, dados en las horas solemnes de la noche por el Gran Espritu; y las visiones de nuestros jefes, y est escrita en los corazones de nuestra gente.

Sus muertos dejan de amarlos y la tierra natal tan pronto como traspasan los portales de la tumba y vagan ms all de las estrellas. Ellos pronto son olvidados y nunca regresan.

Nuestros muertos nunca olvidan este hermoso mundo que les di vida. Ellos todava aman a sus verdes valles, sus rumorosos ros, sus magnficas montaas, sus apartadas caadas y lagos y bahas bordeados de verde, y siempre suspiran con un tierno y carioso afecto por los seres vivos de corazones solitarios, y con frecuencia regresan del feliz coto de caza para visitarlos, guiarlos, consolarlos, y confortarlos.

Da y noche no pueden convivir. El Hombre Rojo siempre ha rehuido los acercamientos del Hombre Blanco, como la neblina matutina huye antes que aparezca el sol de la maana. Sin embargo, su proposicin parece justa y creo que mi gente la aceptar y se retirar a la reservacin que usted le ofrece. Entonces, viviremos separados en paz, ya que las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser las palabras de la naturaleza que hablan a mi gente desde la densa oscuridad.

Importa poco donde pasemos el resto de nuestro das. No sern muchos. La noche del Indio promete ser oscura. Ni siquiera una simple estrella revolotea en su horizonte. Vientos de voz triste se lamentan en la distancia. Un triste destino parece estar en el camino del Hombre Rojo, y donde quiera escuchar los pasos que se aproximan de su cruel destructor y se prepara impasiblemente a enfrentar su destino, como hace el antlope herido que escucha los prximos pasos del cazador.

Una pocas lunas ms, unos pocos inviernos ms, y ninguno de los descendientes de los poderosos espritus que alguna vez se movan por esta amplia tierra o vivan en hogares felices, protegidos por el Gran Espritu, permanecer para llorar sobre las tumbas de un pueblo que una vez fue ms poderoso y con ms esperanzas que el suyo.

Pero, por qu debo llorar sobre el destino a destiempo de mi pueblo? Tribus siguen a tribus, y naciones siguen a naciones, como las olas del mar. Es el rden de la naturaleza, y lamentarse es intil. Su momento de decadencia puede estar distante, pero seguramente llegar, porque an el Hombre Blanco cuyo Dios camin y habl con l como un amigo a otro, no puede estar exonerado del destino comn. Puede que seamos hermanos, despus de todo. Veremos.

Estudiaremos su proposicin y cuando hayamos decidido, se lo haremos saber. Pero, si la aceptamos, yo aqu y ahora pongo esta condicin, que no se nos niegue el privilegio, sin molestarnos, de visitar en cualquier momento las tumbas de nuestros ancestros, amigos, e hijos. Cada parte de este suelo es sagrado en la consideracin de mi pueblo. Cada ladera, cada valle, cada pradera y huerto, ha sido consagrada por algn triste o feliz evento en das hace tiempo desaparecidos.

An las rocas, que parecen ser mudas y muertas ya que se tuestan en sol a lo largo de la costa silenciosa, estn llenas con las memorias de eventos excitantes conectados con las vidas de mi gente, y el mismo polvo sobre el cual ustedes se encuentran responde con ms amor a nuestras pisadas que a las suyas, debido a que ha sido enriquecido por la sangre de nuestros antepasados, y nuestros pies desnudos son conscientes del toque simpattico. Nuestros difuntos, bravos, amadas madres, alegres y felices doncellas, y an los nios que vivieron aqu y se regocijaron aqu por una breve estacin, amarn estas soledades sombras y, durante la cada de la tarde, ellos recibirn a los tenebrosos espritus que regresan.

Y, cuando el ltimo Hombre Rojo haya perecido, y la memoria de mi tribu se haya convertido en un mito entre el Hombre Blanco, estas playas estarn repletas de muertos invisibles de mi tribu, y cuando los hijos de sus hijos se crean solos en el campo, la tienda, el taller, en la carretera, o en el silencio de los bosques sin senderos, ellos no estarn solos. En toda la tierra no hay lugar dedicado a la soledad. En la noche, cuando las calles de sus ciudades y pueblos estn silenciosas y ustedes crean que estn desiertas, ellas estarn atestadas con los huspedes que regresan y que una vez las llenaban y que todava aman esta hermosa tierra. El Hombre Blanco nunca estar solo.

Que l sea justo y trate amablemente a mi gente, porque los muertos no son impotentes.

Para los que no la leyeron, la versin creada en los 70s, y la que se divulga en internet.

VERSIN DIVULGADA(la de Perry)

Esta versin (que es la que ms ha circulado) fue escrita por Ted Perry a finales de los aos 1970s para una pelcula llamada "Home" que fue producida en Estados Unidos por la Convencin Bautista del Sur. l no tena idea que alguien considerara su trabajo como otra cosa que no fuera una ficcin, y l ha pasado mucho tiempo en los ltimos aos tratando de corregir la confusin.

Los productores de la pelcula hicieron algunos cambios y convirtieron el discurso en una carta enviada al Presidente Franklin Pierce. El Jefe Seattle no escribi dicha carta.

Cmo se puede comprar o vender el firmamento, ni an el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueos de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, cmo podrn ustedes comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de roco en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los rboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan de su pas de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran guila; stos son nuestros hermanos. Las escarpadas peas, los hmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos enva el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos est pidiendo demasiado. Tambin el Gran Jefe nos dice que nos reservar un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertir en nuestro padre y nosotros en sus hijos.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fcil ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por ros y arroyuelos no es solamente el agua sino tambin representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben ensear a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagrico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ros son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y ensearles a sus hijos que los ros son nuestros hermanos y tambin lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. l no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extrao que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrs la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objeto que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorar la tierra dejando atrs slo un desierto.

No s, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizs sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los rboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizs tambin esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros odos. Y, despus de todo para qu sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras (aguaitacaminos) ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, as como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del medioda o perfumado con aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento - la bestia, el rbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos das es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espritu con la vida que sostiene.

El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, tambin recibe sus ltimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondr condiciones: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de bfalos pudrindose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una mquina humeante puede importar ms que el bfalo al que nosotros matamos slo para sobrevivir.

Qu sera del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre tambin morira de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales tambin le suceder al hombre. Todo va enlazado.

Deben ensearles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra est enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseen a sus hijos que nosotros hemos enseado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrir a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.

Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos, todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrir a los hijos de la tierra. El hombre no teji la trama de la vida; l es slo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a s mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con l de amigo a amigo, no queda exento del destino comn. Despus de todo, quizs seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizs el hombre blanco descubra un da: nuestro Dios es el mismo Dios.

Ustedes pueden pensar ahora que l les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es as. l es el Dios de los hombres y su compasin se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para l y si se daa se provocara la ira del Creador. Tambin los blancos se extinguiran, quizs antes que las dems tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecern ahogados en sus propios residuos.

Pero ustedes caminarn hacia su destruccin rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algn designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja.

Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos porqu se exterminan los bfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.

Dnde est el matorral? Destruido. Dnde esta el guila? Desapareci.

Termina la vida y empieza la supervivencia.

La versin del medio, si les interesa bsquenla solos.

FUENTES:VERSION 1: http://www.jmarcano.com/varios/seattle/seattle1.htmlVERSION 2: http://www.jmarcano.com/varios/seattle/seattle2.htmlVERSION 3: http://www.jmarcano.com/varios/seattle/seattle3.htmlhttp://www.taringa.net/post/info/4747951/El-verdadero-discurso-del-Cacique-Seattle.html