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221 LOS PARIENTES MAYORES Jose Ángel ACHÓN INSAUSTI Universidad de Deusto / Deustuko Unibertsitatea The Elders Ahaide nagusiak Iura Vasconiae, 3/2006, 221-247

Achón Insausti (José Ángel)_Los Parientes Mayores (IuraVasconiae 3, 2006, 221-247)

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  • 221

    LOS PARIENTES MAYORES

    Jose ngel ACHN INSAUSTIUniversidad de Deusto / Deustuko Unibertsitatea

    The Elders

    Ahaide nagusiak

    Iura Vasconiae, 3/2006, 221-247

  • El estudio de los parientes mayores nos remite a las luchas banderizas que, ade-ms de conflictos internobiliarios, suponen la disputa por definir la estructurasocial de los territorios histricos vascos en poca moderna. En esas luchas losparientes mayores pretendieron monopolizar la condicin seorial, el estamen-to noble. Sin embargo, y al menos en Gipuzkoa y Bizkaia, los conflictos aca-baron definiendo unas comunidades de derecho territorial estructuradas entorno a un solo estamento colectivo. Los parientes mayores y otros linajes bus-caron entonces, y encontraron, nuevas formas de valer ms. Casa culturadomstica, confesin catlica y servicio a la monarqua se convirtieron en lasclaves jerarquizadoras ms all del estatus jurdico compartido.

    Palabras clave: Vasconia. Luchas banderizas. Parientes Mayores. TerritoriosHistricos. Linajes. Cultura Domstica. Hidalgua Colectiva.

    Ahaide nagusien azterketak leinuen arteko borroketara eramaten gaitu, baitanobleen arteko gatazketara ere; aro modernoan euskal lurralde historikoengizarte egituraketa zehazteko borrokak dira. Borroka horietan ahaide nagusiakjaun-izaera estamentu noblea monopolizatzen saiatu ziren. Hala ere, Bizkaiaeta Gipuzkoan behintzat, borrokek, talde estamentu baten inguruan, lurraldezuzenbidea zuten komunitateak egituratu zituzten. Orduan ahaide nagusiek etabeste leinuek gehiago balio zuten modu berriak bilatu eta aurkitu zituzten.Etxeak etxeko kultura aitormen katolikoa eta monarkiaren zerbitzua klabehierarkikoak bilakatu ziren, partetatutako estatuto juridikotik haratago.

    Giltza hitzak : Euskal Herria. Leinuen arteko borrokak. Ahaide nagusiak.Lurralde historikoak. Leinuak. Etxeko kultura. Kaperatasun kolektiboa.

    The study of the Elders, as the oldest noble families in Navarre were called,brings us back to the conflicts between noble families which, apart from beingconflicts between nobles, were also disputes to define the social structure of theBasque historical territorial is in the modern era. In such struggles, the elderspretended to monopolise the condition of nobility. However, and at least inGipuzkoa and Bizkaia, such conflicts ended up by defining communities basedon territorial rights structured around a collective element. The elders and otherlineages and then looked for and found to ways of being of higher value. Thehouse the domestic culture, the Catholic confession and the service to the

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  • monarchy then became the keys to the hierarchy far more than a common juri-dical status.

    Keywords: Vasconia. Struggles between noble families. The elders. Historicalterritories. Lineages. Domestic culture. Collective nobility.

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  • SUMARIOI. LOS PARIENTES MAYORES, LOS BANDOS Y LAS LUCHAS BAN-DERIZAS. ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS. II. ESTATUTOJURDICO DE LOS PARIENTES MAYORES. 1. El mayor de los parien-tes. 2. Ser Seor. 3. Un estamento noble. III. LINAJES Y PROYECTOS ALFINAL DE LAS LUCHAS BANDERIZAS. IV. BIBLIOGRAFA.

    I. LOS PARIENTES MAYORES, LOS BANDOS Y LAS LUCHAS BAN-DERIZAS. ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS

    Hace ya ms de treinta aos, un distinguido especialista en nuestra historiamedieval, el prof. D. Jos ngel Garca de Cortzar, destac que la de las luchasde bandos era una de las parcelas mimadas de la historiografa vascongada1. Tresdcadas despus podramos enumerar una larga lista de ttulos que justificaran laactualidad de aquella afirmacin, e incluso precisar que nuestro conocimiento seha extendido a los protagonistas de las mismas2. Desde un punto de vista cientfi-co, podemos afirmar que, siguiendo precisamente el impulso iniciado hace treintaaos, se ha logrado situar el estudio de los Parientes Mayores y de las disputas ban-derizas en el marco de las actuales corrientes historiogrficas y se ha contextuali-zado dentro de la cultura y la dinmica seorial en la que debe entenderse la his-toria de nuestro pas en la baja edad media. Personalmente, uno de los puntos quems nos ha interesado es el del final de las citadas luchas y su trascendencia parala dinmica constitucional del Pas, con el consecuente entendimiento de losParientes Mayores desde esta perspectiva, es decir, como portadores de una opcinpara la construccin social de un territorio. Aunque es evidente que sta no es lanica manera de entender cientficamente la cuestin de los mayores y de los ban-

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    1 GARCA DE CORTZAR, J.A., Los estudios. En esos mismos aos aparecieron una serie deobras que supusieron un punto de partida de notable solidez cientfica. En la bibliografa hemos inclui-do algunas de ellas. Vid., en concreto, las obras de Arpal, Caro Baroja, Fernndez Albaladejo,Fernndez de Pinedo, del propio Garca de Cortzar, Monreal u Otazu. Tambin el Simposio del ao1975 La Sociedad Vasca rural y urbana.

    2 Un matiz no despreciable es que el reparto territorial del avance cientfico en la cuestin no hasido del todo equitativo. Creo que no es una exageracin afirmar que el territorio guipuzcoano se haconvertido en un privilegiado campo de experimentacin para la investigacin sobre los parientesmayores y las guerras banderizas, tanto a nivel territorial como a un nivel ms micro, de anlisis delinajes o espacios ms locales.

  • dos, nos parece particularmente relevante, en la medida en que la resolucin de losconflictos banderizos, el grado en que el imaginario de los mayores se concret ono e influy o no en otros proyectos, es un factor determinante para entender laconstruccin moderna de nuestros territorios histricos.

    Para resolver la cuestin que nos plantea este Symposium el estatutojurdico de los grupos sociales mantendremos esa perspectiva, ese inters porla interpretacin constitucional de las luchas banderizas, pero ello nos obliga aprecisar algunas cuestiones previas.

    En primer lugar, nos obliga a concretar el propio objeto de nuestro estu-dio. Pariente Mayor no tiene por qu equivaler automticamente a banderizo,pero en nuestro caso esa conjuncin es muy significativa, de modo que nuestroestudio girar preferentemente sobre los Parientes Mayores banderizos. Es alformar bando, parcialidad, con otros o frente a otros, cuando el Pariente Mayortraduce su percepcin de la sociedad y de su propio estatus y rol social a unapropuesta local o territorial, cuando traspasa su mbito familiar o domstico yse posiciona ante una comunidad de ms alcance, cuando las formas de hacer yvivir cotidianas se transforman en proyecto consciente. Es al formar bando yparcialidad cuando ese proyecto es percibido, compartido o rebatido, desdefuera del grupo, desde lgicas semejantes o ajenas. Es tambin entonces cuan-do puede reunir las adhesiones o conjuntar a los enemigos y, en suma, clarifi-car las opciones que disputan por estructurar socialmente un territorio.

    Estamos tambin obligados a precisar espacios. Es cierto que en todaVasconia pueden encontrarse linajes y bandos, e incluso estn comprobadas lasrelaciones entre banderizos de diferentes territorios. Pero es importante destacarque fue particularmente en Bizkaia y Gipuzkoa donde los conflictos superaron lafase de lucha internobiliaria para convertirse en oposicin abierta entre el grupo deParientes y otros actores sociales, las villas especialmente. En Gipuzkoa y Bizkaialas luchas banderizas acaban teniendo una marcada dinmica territorial, es decir,se lucha por dotar de un determinado proyecto social e institucional a un territorioconcreto. Y es tambin en ellas donde el final de los conflictos determin su pos-terior armazn social e institucional. Por ello, en esta exposicin nos centraremosprincipalmente en la dinmica de estos territorios histricos3.

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    3 Otras ponencias de este Symposium se ocupan de los diferentes grupos sociales en Iparralde yNavarra. El conflicto dinstico marca, por otro lado, con claridad las peculiaridades del enfrentamien-to entre agramonteses y beamonteses (RAMREZ, E, Solidaridades) en un territorio con una dinmi-ca pluriestamental que se consolida institucionalmente, al revs que en territorio vascongado, si bienla trayectoria interna de algunos Valles puede ofrecer referencias compartivas bien interesantes (Vid.algunos de los estudios de J.M. IMZCOZ incluidos en la Bibliografa, en especial, Comunidad deValle y Feudalismo). Sobre las diferencias (complejidad territorial, importancia de la nobleza) entre elcaso alavs en relacin con el vizcano y el guipuzcoano, vid. DAZ DE DURANA, J.R, La otra noble-za, pp. 123 y ss.; PORTILLO, J.M., El Pas de los Fueros, p. 95.

  • En las siguientes pginas intentaremos sintetizar lo que las investigacio-nes de los ltimos aos nos permiten decir acerca de los Parientes Mayores.Pero el lector comprobar que, adems, existe una idea central, un argumentosubyacente. En resumen, mantendremos que, a nuestro juicio, los ParientesMayores ambicionaron el monopolio de la condicin seorial en cada uno delos territorios histricos, y que proyectaban para los mismos una articulacinsocial pluriestamental, contraria a la uniestamental que cuaj principalmente enBizkaia y Gipuzkoa. Sin embargo, mantendremos tambin que la interpretacindel final de las luchas banderizas y de la dinmica social e institucional queresult del mismo, no puede reducirse a una simple y frontal oposicin entreVillas y Parientes Mayores.

    II. EL ESTATUTO JURDICO DE LOS PARIENTES MAYORESAtender a la cuestin que nos ocupa el estatuto jurdico de los grupos y

    su relacin con el espacio social que ocupaban nos obliga en el caso de losmayores a plantear tanto lo que fueron como lo que quisieron ser. A nuestro jui-cio, la situacin de manifiesta superioridad y capacidad de influencia social quemostraron stos desde su aparicin documental fue acompaada por unos inten-tos nada disimulados de traducir dicha superioridad en un monopolio de la con-dicin nobiliaria. Esto, que dista mucho de ser un fenmeno excepcional, cobrarelevancia si, como sabemos, el final de las luchas bajomedievales en algunosde nuestros territorios se resuelve precisamente en la direccin contraria, estoes, en la cristalizacin no de tres sino de un solo estamento. O, dicho de otramanera, en la no traduccin a nivel de estatuto jurdico de la incontestable plu-ralidad de situaciones sociales y de la manifiesta superioridad en acceso alpoder institucional, rentas, influencia social, etc. de unos grupos, casas o lina-jes sobre otros.

    Es la trayectoria que condujo a este peculiar final la que estamos obliga-dos a abordar, y lo haremos desde el punto de vista de los Parientes Mayores,de los que no slo actuaron como seores sino que pretendieron cristalizar jur-dicamente esa condicin y estructurar la comunidad desde esa superioridad.

    Para abordar el tema recurriremos a un artificio cientfico cual es el de laconstruccin de tipos ideales que nos permita analizar el conjunto de realidadessociales que fue capaz de recoger el concepto de Pariente Mayor a lo largo devarios siglos. No pretendemos que esta propuesta ideal tpica d cuenta de laevolucin de todos los linajes y sus mayores. Es ms bien un intento de recons-truccin lgica ms all de las historias particulares del camino que preten-dieron recorrer los mayores en su intento de ocupar la cspide social, y de lascaractersticas determinantes de cada uno de esos jalones. En nuestros territo-

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  • rios el concepto de Pariente Mayor recoge y se utiliza para describir muchas delas situaciones que a continuacin diferenciaremos. Es, por tanto, el trminoque recogi la idea y la ambicin de ser seor en este pequeo rincn de occi-dente.

    1. El mayor de los parientes

    La profusa utilizacin del trmino Pariente Mayor a lo largo de los siglosy el hecho incontestable de que en nuestro entorno acabase por significar laambicin seorial no es bice para reconocer que, en s mismo, alude a unasuperioridad de raigambre incluso pre-seorial. ste, lgicamente, ser el pri-mer jaln de nuestra propuesta: qu significa ser el mayor de los parientes?cmo se llega o se pretende llegar desde ah a la condicin seorial?

    Estamos ante la superioridad que se tiene o se concede por razn deparentesco. Sustentada en relaciones derivadas de la sangre o en un lenguaje delparentesco que todava mantiene un valor legitimador de relaciones personalesque sustituyen a aqullas. Podramos situar el origen de esta situacin en lasComunidades de Valle y en aquellos espacios en los que se establecieron y delos que se apropiaron esas comunidades vinculadas en origen por lazos gentili-cios4. Pero el tema es cmo se transit hacia situaciones cada vez ms recono-cibles en trminos de seorializacin.

    Entendemos que la clave del proceso hay que buscarla en un punto neu-rlgico de la cultura feudal, el establecimiento de unas relaciones de dominiumo, si se prefiere, de un dominio que se extiende, indisolublemente, sobre hom-bres y tierras5. En otras palabras, la transicin entre una situacin de superiori-dad por razones estrictas de parentesco a una superioridad entendible ya en tr-minos seoriales dependi de la capacidad de traducir la primera a derechossobre las tierras y/o sus productos y al poder de dictar justicia iuris dictiosobre los hombres que ocupaban un espacio determinado.

    Si intentamos reconstruir el proceso a partir de los datos e investigacio-nes disponibles vemos que el asentamiento y encuadramiento territorial de anti-guas comunidades gentilicias se revela como un momento fundamental a partirdel cual las comunidades de parientes se fueron transformando en comunidadesde solares. En el interior de stas, cada segmento se fue identificando, ya no

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    4 GARCIA DE CORTAZAR, J.A., Organizacin social del espacio; Poblamiento y organizacinsocial del espacio vasco; Organizacin social del espacio en la Espaa medieval; BARRENA, E., Laformacin histrica; La impronta feudal; IMZCOZ, J.M., Comunidad de Valle y Feudalismo;IMZCOZ, J.M.; FLORISTN, A., La comunidad rural vasco-navarra.

    5 GUERREAU, A., El Feudalismo, pp. 202-208.

  • slo con la totalidad de la comunidad, sino con un solar determinado. Podemos,por tanto, hablar de una literal domesticacin de las relaciones de parentesco,con la constitucin de linajes inseparables de su solar. Como es lgico, esadoble identificacin de cada segmento de la comunidad provoc que, aunqueperviviese una identidad con la totalidad de la misma, ya no pudiese asumir, sinms, la forma de identificacin con un grupo de parientes, ni pudiese basarse enlos mismos criterios de estructuracin que antao. Deba tenerse en cuenta elnuevo fenmeno del asentamiento territorial de forma que los antiguos parien-tes de se fueron transformando en habitantes, vecinos, parroquianos de unaentidad local o comarcal. Porque el asentamiento implic fragmentacin sola-riega y tambin identidad de la comunidad con un territorio que delimit demanera cada vez ms precisa, con cuyo nombre se identificaba, y sobre cuyadominacin deba decidir. Al igual que el linaje haca con su solar6.

    Lo que parece deducirse de algunos estudios como el de Marn sobre losOaz y Loiola7 es que, en ese contexto, algunos linajes intentaron traducir lasantiguas jerarquas y vnculos de raz parental a una situacin de superioridad,de mayora sobre la nueva comunidad de solares y linajes, y de dependencia destos con respecto a aqul mediante lazos que ya debemos conceptualizar comopseudoparentesco, y que tenan una notable capacidad de reproducirse y exten-derse incluso fuera de la comunidad. Es as como un Pariente Mayor pudosituarse y concebirse a s mismo como el superior natural de una comunidad delinajes y solares.

    Es aqu donde intervinieron guerra y religin. Efectivamente, una de lasmaneras ms grficas de transitar hacia un dominio seorial fue la conversindel ejercicio de la proteccin en el oficio de la guerra, de manera que el mono-polio de esta actividad actualizase permanentemente la superioridad delPariente Mayor convertido entonces en seor de la guerra, y lo legitimase paraextender sus derechos a bienes bien tangibles8. No menos importante result elleit-motiv religioso. Como ya hemos repetido en otras ocasiones, nunca se resal-tar suficientemente el nexo entre religin cristiana y cultura seorial o feudal9.El anteriormente mencionado asentamiento de grupos extensos se hizo precisa-mente en torno a entidades de carcter religioso, formando monasterios, parro-quias o anteiglesias. La domesticacin del parentesco conoci aqu un elemen-

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    6 Datos precisos sobre este proceso, principalmente en MARN, J.A., Semejante, y los otros art-culos de este autor citados en la Bibliografa.

    7 MARN, Ibidem.8 FERNNDEZ DE LARREA es el autor que ms y mejor se ha centrado en el factor blico.

    Vanse sus obras sealadas en la Bibliografa. Un ejemplo bien grfico sigue siendo el de losBerstegui que ya nos expuso OTAZU, A. de, El igualitarismo. Sobre los Berastegui, vid. ahoraSNCHEZ IBEZ, R., Familia y lite de poder.

  • to tremendamente simblico al convertir a la comunidad de parientes de en lacomunidad de hijos de Dios. La religin orden la comunidad no slo en tornoa una referencia fsica, sino que la incluy en la universitas cristiana, en unorden jerrquico que conduca a todos los seres vivos hacia Dios y que debaprecisar sus elementos ms terrenales. Y el primer paso result obvio: quienlograba ostentar la titularidad de la institucin se apropiaba del sentido ltimoy ms trascendente de la propia existencia de la comunidad, ejerciendo su pro-teccin espiritual, y dando un paso de gigante para legitimar la extensin de esatitularidad al ejercicio de otros derechos. No es precisamente casualidad que losmayores demostrasen mucho inters por la titularidad de los monasterios yparroquias, y que ste fuese uno de los leit-motiv de las posteriores luchas anti-seoriales10.

    Por ltimo, no debemos olvidar la importancia de lo que podramos lla-mar la presin externa. El inters que las monarquas navarra y castellanademostraron desde el siglo XII por las actuales provincias vascongadas acelerla necesidad de definir posiciones y jerarquas claramente entendibles en trmi-nos de cultura seorial. A partir de esos momentos, quienes pretendieron enca-bezar a las comunidades estuvieron obligados a demostrar su condicin supe-rior a unos agentes externos, tenan que demostrar que valan ms. Y la mejorforma de hacerlo fue concretar su mayora en trminos seoriales.

    2. Ser Seor

    A estas alturas nadie duda de que en los diferentes territorios de Vasconiapodemos encontrar numerosos ejemplos de seores comportndose como tales.Pero la cuestin es hasta qu punto lo hicieron quienes se denominaron ParientesMayores. Es, creo, opinin mayoritaria la de los historiadores que incluyen a losmayores en esta categora de seores, aun precisando las peculiaridades que afec-tan principalmente a los de Gipuzkoa y Bizkaia, y particularmente el escaso des-arrollo de los seoros jurisdiccionales y de las grandes propiedades. Esto ha lle-vado a denominar muy grficamente a nuestros protagonistas como seores sinseoro11, feliz expresin que manifiesta la tensin entre los horizontes de refe-rencia y las expectativas de los mayores y sus logros concretos.

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    9 ACHN, J.A., Guipzcoa en torno a 1500, p. 228.10 Slo a modo de ejemplo, a finales del siglo XIV en el Valle de Lniz, uno de los alcaldes del

    Valle lo pona el que toviese el monasterio de Bedarreta privilegio que, no por casualidad, recaa en elseor de Oate (ACHN, A voz de concejo, p. 84 nota 278. Vid. otro caso estudiado en profundidaden MARN, J.A., Semejante.

    11 DAZ DE DURANA, J.R., La otra nobleza, p. 131, donde recoge alguna opinin en sentido con-trario.

  • El grado en que los mayores vieron realizadas sus ambiciones seorialesdependi de varios factores entre los que destacaremos, en primer lugar, sucapacidad para imponer o ver reconocida su mayora, el valer ms de su linajey de concretarlo en una estructurada red de dependencias de unos linajes res-pecto a otros. Red en la que las prioritarias relaciones agnticas, el recurso a lassolidaridades de las parentelas, las polticas matrimoniales, o las vinculacionesde carcter ms tpicamente clientelar, articulaban y jerarquizaban linajes dediferentes tamaos, formando bandos-linajes, bandos o parcialidades12. Creoque precisamente el xito de este sistema explica que no hiciese falta desarro-llar otro tipo de relaciones ms institucionalizadas.

    No debiramos olvidar que este tipo de situaciones no fueron excepcio-nales en el panorama del occidente medieval. Quisiera recordar que un clsicocomo Marc Bloch ya advirti que en las regiones donde subsistieron poderososgrupos agnaticios ... ignoraron al mismo tiempo el vasallaje, el feudo y el seo-ro rural. La fuerza del linaje fue uno de los elementos esenciales de la socie-dad; su debilidad relativa explica que existiese el feudalismo13. Creo que stasera una reflexin aplicable a nuestro caso. Lo que interesa destacar es que eltipo de vnculos y dependencias que sugiere el texto de Bloch fueron perfecta-mente funcionales en una sociedad enmarcada en un contexto feudal o seorialen sentido amplio, independientemente de que condujesen o no a institucionesfeudales en su sentido ms restrictivo.

    La historiografa vasca ha recalcado ya suficientemente la fuerza de estosvnculos agnticos14 y parece sensato deducir que la propia permanencia de ladenominacin Pariente Mayor es prueba de la vigencia de esa superioridad porrazn de parentesco. El ejemplo de los Parientes Mayores vizcanos como refe-rencia para describir otro tipo de situaciones bien lejanas en el espacio lo prue-ba igualmente15. Su vigencia nos habla tambin de otra de las caractersticasms propias de la condicin de los mayores, como es la de ser una superioridadinterna a la comunidad, lo cual quiz favoreci que los propios mayores argu-mentasen la naturalidad de su dominio, aun en pocas en las que se perciba yaclaramente como una tirana y, por tanto, como algo si no externo s ajeno a lacomunidad16.

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    12 Sobre estos trminos ACHN, J.A., A voz de concejo, p. 67.13 BLOCH, M., La sociedad feudal, p. 160. Sobre cmo el pseudoparentesco se acab imponien-

    do al parentesco consltese otro clsico como GUERREAU, A., El Feudalismo, pp. 209 y ss.14 Desde CARO BAROJA, J., Linajes y Bandos.15 Como en el caso de la comparacin realizada por Alonso de Zorita entre los parientes mayores

    y los jefes de los calpullec aztecas (ZORITA, A., Relacin, p. 73). 16 Desarrollamos esta idea en Repblicas sin tiranos.

  • Como decamos, de cara a la consideracin de los Parientes Mayorescomo seores lo importante es destacar que los reconocimientos de mayoras ylas vinculaciones antes sealadas fueron capaces de proporcionar un modelo deestructuracin social basado en las dependencias personales, que legitimabaunas relaciones de proteccin-fidelidad entre sus componentes, y del que pudie-ron ir derivando una variada serie de derechos y prestaciones. Este tipo deestructuracin tena adems su propio cdigo de funcionamiento, de, si se mepermite la expresin, cdigo moral en el que exista una imagen particular de loque deba ser la paz, la amistad, o la concordia, y en el que el ejercicio de la jus-ticia privada, la venganza de sangre o el desafo jugaban un papel protagonis-ta17. En una poca de lucha por el control de los espacios y de las rentas, estalgica deriv en una cultura del enfrentamiento endmico como ya puso demanifiesto Caro Baroja y, ms recientemente, Dacosta18. El valer ms se referaentonces prioritariamente a la vertiente militar del mismo, y el ncleo centraldel solar era la casa-torre, denominacin que refleja a la perfeccin la unin enesta poca de la componente solariega y militar. sta valoracin especfica delo militar, de la funcin guerrera, va a ser uno de los rasgos caracterizadores delos mayores, incluso tras las guerras banderizas cuando desven esa forma devaler ms hacia el servicio a la monarqua catlica19, y es uno de los rasgos quems reconocible haca su condicin seorial fuera del entorno local o regional20.

    La segunda caracterstica que determina la condicin seorial de losmayores es su capacidad para acceder al dominio de la tierra y a rentas de pro-cedencia diversa. En este captulo los estudios del profesor Daz de Durana sonlos ms ilustrativos21. La conclusin principal es que, si bien, salvo excepcio-nes, estamos en Gipuzkoa y Bizkaia ante seores sin seoro, los mayores acce-dieron a cotas nada despreciables entindase, a nivel regional de la renta feu-dal. El origen de dichas rentas parece diverso: privilegios por servicios milita-res, patronatos de iglesias, rentas sobre montes, molinos, ferreras, diezmos uotra serie de ingresos. Ello configuraba un conjunto de procedencia territorial-mente dispersa, al que accedieron los mayores de manera generalizada, y que

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    17 De todo ello ofrecimos numerosos ejemplos en A voz de concejo. En general, vid. BRUNNER,O., Terra e potere.

    18 CARO, J., Linajes y Bandos. DACOSTA, A.F., Los linajes de Bizkaia, pp. 88 y ss.19 Expusimos el caso de los Legazpi en ACHN, J.A., La sociedad vasca en tiempos de Legazpi.20 Sobre la caracterizacin de los caballeros y los guerreros en el entorno castellano, GARCA

    FERNNDEZ, E., Guerras y enfrentamientos armados, pp. 68 y ss.21 Numerosos ejemplos en DAZ DE DURANA, J.R., Parientes Mayores y seores, pp. 53 y ss. y

    Aproximacin a las bases materiales, pp. 142 y ss. Tambin se encontrarn en MARN, J.A.,Semejante; DACOSTA, A.F., Los linajes de Bizkaia; ACHN, J.A., A voz de concejo; SNCHEZ, R.,Familia y lite.

  • poda sumarse a la explotacin de un ncleo central de posesiones, en torno nor-malmente a la casa principal22. Menos generalizado parece para los mismosterritorios sealados y aunque no falten ejemplos al respecto23 el logro de pres-taciones personales, de tipo servil.

    El tercer grado de seorializacin vendra determinado por las competenciasjurisdiccionales. Al respecto, un ejemplo excepcional pero que puede dar buenamuestra de hacia dnde se diriga la mirada de los mayores es el del seor deOate24. Protagonista principal de muchos sucesos banderizos en Gipuzkoa, sumbito de actuacin desbordaba a su vez el puramente regional y, eso, de algunamanera, poda convertirlo en una referencia. De hecho, es el ejemplo perfecto deseorializacin acabada, en la medida en que consigui unas competencias juris-diccionales que mantuvieron durante mucho tiempo al Seoro de Oate fuera delmbito de actuacin de las instituciones territoriales provinciales. No menos ilus-trativos fueron sus comportamientos, tanto los que le caracterizaron como seor enel interior de su seoro25 como su estrategia externa, un autntico modelo de inten-to de expansin por el vecino Valle de Lniz y aun por toda Gipuzkoa26.

    Es ste un estadio que no alcanzaron en general los mayores vizcanos yguipuzcoanos. Podramos incluso afirmar que a estos dominios jurisdiccionalesllegan seores de procedencia externa, como de hecho lo es el seor de Oaterespecto del Valle de Lniz, o los vecinos Mujika, respecto de Aramaiona, en unproceso de imposicin no siempre bien aceptada sobre los Parientes Mayoreslocales27.

    Pero, sin llegar a tanto, fueron bastantes los Parientes Mayores que aspi-raron a enseorearse de villas, la mayora como culminacin de su superioridadsobre su comunidad local, alguno aspirando al dominio de comunidades ms omenos cercanas. No faltan ejemplos al respecto28. Pero esas actitudes de losmayores acabaron por conceptualizarse como tirnicas y provocaron una re-accin colectiva de las villas en busca de la superioridad jurisdiccional. A suvez, ello oblig a un reagrupamiento del conjunto de mayores en torno a unaestrategia comn.

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    22 ACHN, J.A., A voz de concejo, pp. 133 y ss.; DACOSTA, A.F., Los linajes de Bizkaia, pp. 99y ss. Un modelo en SNCHEZ, R., Familia y lite de poder, pp. 40 y ss.

    23 DAZ DE DURANA, J.R., Aproximacin a las bases materiales, pp. 238 y ss.24 El estudio obligado es el de AYERBE, R.M., Historia del Condado de Oate.25 Vid. a modo de ejemplo, AYERBE, R.M., Historia, II, doc. 12, un autntico compendio de cul-

    tura seorial.26 ACHN, J.A., A voz de concejo , pp. 50-51 y 75 y ss.27 Sobre el caso de Aramaiona, A voz de concejo, pp. 83-85.28 Los analizamos, para el caso de Gipuzkoa, en ACHN, J:A., Repblicas sin tiranos.

  • Esto nos lleva al tercer tipo ideal, el que caracteriza a ese conjunto demayores ya no slo como seores aislados, sino como conjunto portador de unproyecto, como estamento.

    3. Un estamento noble

    El hecho de que los Parientes Mayores se perciban o proclamen comoestamento noble presupone una autopercepcin como colectivo y, en esa medi-da, es un paso posterior desde un punto de vista lgico aunque no necesaria-mente cronolgico a los analizados en los puntos anteriores.

    Evidentemente, entre verse como seor aislado y reconocerse como esta-mento existen pasos intermedios, otro tipo de percepciones colectivas. Dehecho, la dinmica ya explicada de formacin de redes de dependencia entrelinajes provoca la conocida divisin de los mayores en los bandos oacino ygambono. No tenemos suficientemente estudiado si en el origen de estos ban-dos hay algo ms que la formacin de dos grupos de linajes jerarquizados quecompiten por rentas y espacios. En ocasiones hemos hablado de la posible reac-cin de las jefaturas locales guipuzcoanas y vizcanas ante un paulatino asenta-miento de linajes de origen alavs29. Tambin se han esgrimido argumentos mspolticos al estilo de los que dividan a agramonteses y beamonteses, apostandopor el navarrismo de los oacinos y el castellanismo de los gambonos. Es cier-to que algo hay de estas afinidades, como se ha estudiado particularmente parael caso de la frontera navarro-guipuzcoana en tiempos de Carlos II30, y quiztambin en algn momento puntual en el XVI31. En el primer caso, parece indu-dable que la paulatina definicin de la propia frontera rompi la unidad de unosespacios considerados de tradicional acceso por algunos parientes y ello pudoestar por detrs del apoyo de los mayores oacinos al navarro32. Habra queinvestigar con ms precisin este tipo de afinidades en el contexto de la com-peticin de los monarcas castellano y navarro en los siglos XIII-XIV principal-mente. Lo que, sin embargo, nos parece claro es que, en el XV, los conflictos ylas afinidades se dirimieron en el interior de unos territorios cada vez ms con-solidades en sus lmites espaciales. Esto es, fueron conflictos con sentido pro-pio en cada territorio, una lucha por la definicin social e institucional en ellos.Me atrevo a afirmar que la tensin internobiliaria oacinos contra gambonos

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    29 ACHN, J.A., A voz de concejo, pp. 75 y ss.30 ACHN, J.A., Los intereses banderizos; RAMREZ, E., Solidaridades nobiliarias;

    FERNNDEZ DE LARREA, J.A., Los seores de la guerra.31 MARN, J.A., Semejante, p. 278.32 ACHN, J.A., Los intereses banderizos.

  • cedi protagonismo, sin llegar a desaparecer, a la tensin entre los mayores,como grupo, frente a otros estamentos sociales, muy especialmente las villas,tambin entendidas como colectivo. Portadores unos y otros de un proyectodiferenciado para estructurar social e institucionalmente cada territorio.

    En este asunto habra que diferenciar la ms temprana concienciacin delos alaveses como parece demostrarse en 1332, del protagonismo de los hidal-gos de la Tierra Llana en Bizkaia y de la fortaleza de las villas guipuzcoanas33.Este ltimo caso oestudiado con bastante profusin en los ltimos aosmuestra a la perfeccin tanto la percepcin de los mayores como colectivo esta-mental y sus ambiciones por monopolizar esa condicin como la reaccintambin colectiva que produjo, particularmente en las villas34. Tal y comohemos expuesto en varias ocasiones, los episodios de 1456 y manifestacionestardas como las de 1518 y 1624 son suficientemente claras y demostrativas dela percepcin de los mayores. Recordemos slo cmo a comienzos del XVI sedeclararon anteriores y mejores y fundadores desta Probinia ... defensores dela patria e fundadores della e imiento y tronco e epa de que proeden losotros ydalgos desta patria35, y un siglo ms tarde proclamarn que son vassallosde Su Magestad solamente y que no estn unidos y hermanados con Guipzcoay que no podra aver duracin en repblica que no tuviese varios estados, y porlo mismo que esto es preciso se deve llevar con buen nimo la desigualdad quehacen los parientes mayores a los dems en patronazgos de parroquias desdesu fundacin y honores36.

    Pero tan importante como estas manifestaciones fue la paralela ofensivaantinobiliaria. Protagonizada en este caso guipuzcoano esencialmente por lasvillas37, actuando colectivamente en Hermandad y con apoyo real, se apoytanto en el ejercicio de la coaccin, como en una reaccin institucional que abo-

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    33 PORTILLO, J.M., El Pas de los Fueros, 93 y ss.; GARCA DE CORTZAR, J.A., El Seorode Vizcaya, pp. 259 y ss.; DAZ DE DURANA, J.R., La otra nobleza, pp. 182 y ss.

    34 Sobre la evolucin constitucional en el caso guipuzcoano dimos nuestra opinin en A voz de con-cejo. Vid. ms recientemente LEMA; GARCA FERNNDEZ et alii, El triunfo de las lites. En otroslugares hemos situado el anlisis en una perspectiva ms cercana a la historia cultural o incluso el an-lisis de los discursos, particularmente en La Casa Guipzcoa, Repblicas sin tiranos y la ProvinciaNoble, as como en la introduccin a la ed. de GARIBAY, E. de, Los siete libros, pp. 22-61. Parecidaperspectiva puede encontrarse en DAZ DE DURANA J.R.; FERNNDEZ DE LARREA J.A., El dis-curso poltico.

    35 Archivo General de Gipuzkoa, JD IM 1-6-18, fol. 8r. El documento de 1518 est estudiadoextensamente en MARN, J.A., Semejante, pp. 271 y ss.

    36 Archivo General de Simancas. Cmara de Castilla. Pueblos. Guipzcoa. Legajo 9, 117, fols. 2r.-3vto. Lo comentamos en ACHN, J.A., Repblicas sin tiranos, pp. 132-133.

    37 Lo cual no quiere decir en absoluto que no se produjesen otro tipo de movimientos antiseoriales,tal y como ha demostrado DAZ DE DURANA J.R., Violencia, disentimiento y conflicto, pp. 43 y ss.

  • li el ejercicio de la justicia privada, la capacidad de convocatoria de los linajescon fines militares, la posibilidad de que stos se apoderen de las villas, y esta-bleci la superioridad jurisdiccional de los concejos en sus respectivos territo-rios y de la repblica de repblicas en el conjunto provincial. Todo ello sin olvi-dar una suerte de lucha cultural en la que las villas definieron como tirnicaslas pretensiones seoriales de los mayores, y como letales para la vida comuni-taria y la moral cristiana muchos de sus comportamientos38.

    III. LINAJES Y PROYECTOS AL FINAL DE LAS LUCHAS BANDERI-ZAS

    El conflicto se salda con la victoria de una manera de ver las cosas, no conla victoria de unos linajes sobre otros39. Esta atinada conclusin refleja perfecta-mente, en mi opinin, la direccin en la que debe interpretarse el final de las con-tiendas banderizas. En principio, y a pesar de los matices que luego sealaremos,debemos apuntar que la apuesta por definir unas estructuras que institucionaliza-sen una pluralidad estamental no cuaj precisamente en los territorios en los quefue defendida por los Parientes Mayores. De hecho, el triunfo de un estatuto nobi-liario colectivo en Bizkaia, Gipuzkoa y algunos valles y territorios de Alava yNavarra debe ser considerado como el signo ms evidente de la derrota del pro-yecto constitucional propugnado por los mayores. La abolicin de los bandos, lapersecucin de sus reuniones, la anulacin de sus capacidades para ejercer la jus-ticia privada o el ejercicio de la venganza de sangre, la limitacin de sus recursospara apropiarse de los smbolos comunitarios y especialmente para enseorearsede las villas, son datos que apuntan en una misma direccin: la anulacin de la cul-tura banderiza y la aniquilacin de cualquier posibilidad de institucionalizar susuperioridad. Ni siquiera la permanencia en determinadas villas y en territorio viz-cano de unos bandos institucionalizados contradice esta tendencia. Se trata deunos bandos anquilosados que cumplen la funcin opuesta a la que pretendan losmayores en la poca ms conflictiva: organizan la comunidad antes que dividirla,ritualizan el reparto de poder asegurando precisamente que las rivalidades internasno pondrn en peligro la existencia misma de la comunidad ni sus libertades, ase-guran que la comunidad se autoadministrar bajo la proteccin real y sin ningunaintermediacin seorial. As pues, se trata del triunfo de una manera de ver lascosas y, en este sentido, puede hablarse de un fracaso del proyecto de los mayores

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    38 Detallamos esta hiptesis en ACHN, J.A., Repblicas sin tiranos. Sobre el proceso de anula-cin y abolicin de bandos, ACHN, J.A., A voz de concejo y DAZ DE DURANA J.R., La lucha debandos; La reforma municipal o lava en la Baja Edad Media.

    39 AGUINAGALDE, Borja, La genealoga de los Solares y Linajes guipuzcoanos, p. 159.

  • en dos sentidos: la abolicin de las banderas y la articulacin de la comunidad entorno a uno y no a tres estamentos.

    Pero es necesario matizar por varias razones. En primer lugar, porquemuchos linajes protagonistas de las luchas banderizas encontraron formas deseguir valiendo ms, de promocionar sus casas y de aumentar sus rentas y hono-res, aunque ello significase abandonar sus pretensiones locales o regionales yponer su mirada en la Corte o en otras casas ilustres de la pennsula. En segun-do lugar, porque otros quiz los parientes menores encontraron vas de incor-porarse al nuevo patriciado que se formar en nuestros territorios a partir delXVI. Si alguna clave cabe destacar de la sociedad del quinientos en Vasconia esprecisamente el vigor de una cultura domstica que en modo alguno era ajenaa muchos de los valores sociales que haban defendido los mayores. Esa cultu-ra domstica supuso un puente para la integracin de los antiguos banderizos enlas nuevas estructuras corporativas, para domesticar y actualizar sus ansias devaler ms en torno a la idea del engrandecimiento de la Casa propia. Y en esepanorama tampoco se descartaba el ejercicio de las armas, pero ya no con el finde enseorearse del espacio local, sino en el exterior, para ganar honra al servi-cio de la monarqua catlica40. El resultado final: la conformacin de un grupode patricios, padres de la patria en el que aparecern fusionados linajes denuevo cuo y otros de raigambre medieval.

    Sobre la trayectoria particular de los viejos linajes se han publicado yaalgunos estudios y a ellos nos remitimos para aportar datos que ilustren lasdiversas opciones. Hace unos aos resumimos stas en cuatro: incorporarse alnuevo patriciado, mantener de forma cada vez ms residual la resistenciafrente a las instituciones provinciales, volver la mirada hacia la Corte y otrosterritorios y familias peninsulares, y prestar servicios militares41. En general, y

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    40 Dimensiones varias de esa estrategia en IMZCOZ, J.M., Actores sociales; lites, poder y red social;Redes familiares y patronazgo; HESPANHA, A.M., La gracia. Tambin en nuestra Introduccin a las tra-dicionalmente conocidas como Memorias de Garibay (GARIBAY, E. de, Los siete libros, pp. 52-55).

    41 En ACHN, J.A., Valer ms, pp. 64-68. A este respecto es imprescindible conocer los estudiosque ha elaborado AGUINAGALDE sobre los linajes guipuzcoanos a partir de la reconstruccin de susgenealogas, y de la penetracin en sus polticas matrimoniales y, en suma, en su cultura familiar ydomstica. Vid. los ttulos de este autor que hemos incluido en la Bibliografa. Para el estudio de casosparticulares pueden verse: SNCHEZ, R., Familia y lite de poder; DAZ DE DURANA J.R.;REGUERA I., Lope Garca de Salazar; DACOSTA, A.F., Los linajes de Bizkaia; MARN, J.A.,Semejante; ACHN, J.A., A voz de concejo; La sociedad vasca en tiempos de Legazpi; AYERBE,R.M., Historia del Condado; TENA, S., La sociedad urbana; Los linajes. Sobre nuevas casas, el nuevopatriciado y otros aspectos de la cultura domstica; OLIVERI, O., Mujer y herencia; MORA, J.C., Elsecretario; Los criados; DAZ DE DURANA, J.R., La otra nobleza; ARPAL, J., La sociedad tradi-cional; Estructuras; CARO BAROJA, J., Los vascos y la historia a travs de Garibay; IMZCOZ, J.M.,Elites, poder y red social; Redes familiares y patronazgo. Se encontrarn muchos datos y un excelen-te fresco de esa sociedad en GARIBAY, E. de, Los siete libros.

  • tal y como describi Marn, los Parientes Mayores iniciaron una nueva etapa enla que se convirtieron en caballeros de la monarqua catlica42.

    Centrmonos un poco ms en la importancia de la cultura domstica.Como no poda ser menos, la matriz cultural en la que debe interpretarse todala estructura social post-banderiza y aun su discurso legitimador es la mismamatriz de carcter estamental, confesional, comunitaria y patrimonial que pre-valeca en toda Europa. Toda esa matriz cultural tena en la Casa, en la unidadfusionada de linaje y solar, su punto de partida neurlgico hasta el extremo deque se ha llegado a calificar a la Economica o Arte de Gobierno de la Casa comoverdadera ciencia constitucional del Antiguo Rgimen43.

    Esta centralidad de la Casa, y esta preocupacin por su gobierno eran, porcierto, caractersticas de la cultura nobiliaria de la poca44. Ello explica que fue-ran un punto de encuentro entre nuevos grupos cuyas aspiraciones no eran otrasque imitar los comportamientos aristocrticos, y los descendientes de los linajescon mayor tradicin. Su centro de atencin, la Casa, entendida tanto como con-junto de bienes que se pretenda transmitir generacionalmente como conjunto depersonas que a travs del tiempo se relacionaban inseparablemente con esasposesiones y las administraban. En torno a la Casa y a su engrandecimiento (enpropiedades, en rentas o en honores) se agrupaban las personas y sus estrategias.Estrategias tanto de reparto de roles interno como de expansin de influenciasmediante matrimonios y redes clientelares. Estrategias, en suma, que permitie-ron reconvertir el tradicional valer ms y reenfocarlo a esa estrategia domstica.A partir del XVI, el valer ms ya no se medir en trminos de efectividad mili-tar en el entorno local o regional sino que se reconducir hacia otro tipo de ser-vicios (a la monarqua, a la Iglesia...) siempre pensando en la conservacin yaumento de la Casa propia45. La Casa se acab convirtiendo en el ncleo centralalrededor del cual comenzaron a girar los objetivos de antiguos y nuevos linajes,

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    42 MARN, J.A., Semejante, pp. 309 y ss. 43 Vid. principalmente FRIGO, D., Il padre di Famiglia, pp. 193 y ss., y en general todas sus obras

    referidas en la Bibliografa. En contexto castellano la referencia obligada es la de CASTILLO DEBOVADILLA: equiprase la Poltica a la Ecnomica, que trata del Gobierno de la Casa, porque lafamilia bien regida es la verdadera imagen de la repblica... (Poltica para corregidores y seores devasallos, p. 13). Vid. tambin GERHARD, D., La Vieja Europa; CLAVERO, B. Antidora; HESPANHAA.M., La gracia; FERNNDEZ ALBALADEJO, P., Catlicos.

    44 FRIGO, D., Il padre di Famiglia, p. 194.45 Sobre el ejercicio de la funcin militar hacia fuera, sin pretensiones seoriales sobre el territo-

    rio, sino precisamente defendindolo en nombre de la monarqua catlica, o sirviendo a sta en tierraslejanas, vanse ACHN, J.A., La sociedad vasca en tiempos de Legazpi; FERNNDEZ DELARREA, J.A., Los seores de la guerra; TRUCHUELO, S., Gipuzkoa y el poder real, pp. 57 y ss.;MARN, J.A., Semejante, pp. 235 y ss.; FERNNDEZ ANTUA, C., La conquista, pp. 332 y ss. Alrespecto, tngase muy en cuenta el rol de Gipuzkoa como territorio fronterizo de la monarqua.

  • hacia la que se derivaron los beneficios obtenidos del acero o del intercambiocomercial, mientras que el establecimiento de un mayorazgo de hecho o dederecho se convirti en la mejor culminacin para esa estrategia46.

    Tambin en torno a ella comenzaron a entretejerse redes clientelares atravs de las cuales circularon servicios y favores que colocaron a determinadascasas en los ndulos de esas redes sealando su posicin privilegiada. Como hadescrito magnficamente A. M. Hespanha en esa captacin de influencias y ser-vicios jugaron un rol predominante determinados actos simblicos, de magnifi-cencia o caridad, que distaban mucho de ser formales y pueden ser considera-dos como verdaderas inversiones polticas47.

    Quiz uno de los fenmenos ms curiosos es que esta lgica domstica, estaconsideracin de la Casa como clave de bveda de la nueva cultura postbanderiza,triunf de tal manera que se proyect igualmente hacia la forma de percibir al con-junto de la comunidad territorial o provincial. De hecho, y a pesar de que los razo-namientos que se esgriman nos muevan ahora a la sonrisa, no resultaba nada extra-o para una comunidad que se articulaba en torno a linajes y casas pensarse a smisma como una gran Casa, como un solo solar e incluso como un mayorazgodonde el territorio, sus libertades y privilegios a l anejos, formaban un todo que alos hidalgos tocaba administrar y al monarca catlico proteger. Debemos tener encuenta que la imagen domstica distaba de ser inocente. Convertida, simblica-mente, la comunidad en Casa, revertir tambin en su favor toda esa cultura quecentraba las estrategias familiares en el engrandecimiento de las casas particulares.De manera que la administracin, defensa y mejora del patrimonio familiar resul-tar compatible con la del patrimonio colectivo el solar provincial, sus leyes, cos-tumbres, privilegios y libertades48. Creo que la fuerza de este simbolismo, sucapacidad de enraizarse en imgenes tan vivas y cotidianas, fue un factor nada des-preciable para explicar la vigencia de las corporaciones provinciales.

    Para finalizar, quisiera recalcar que es en el marco de estas coordenadasculturales en el que debemos interpretar el triunfo de un modelo uniestamentalen algunos de los territorios de Vasconia tras las luchas banderizas. Sospechoque, en ocasiones, determinados detalles modernos del XVI particularmente elempuje de ciertas actividades comerciales, el auge del hierro o de la construc-

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    46 Sobre la constitucin de mayorazgos, MARN, J.A., Semejante, pp. 238 y ss.; DACOSTA, A.F.,Los linajes, pp. 191-201; AYERBE, R.M., Historia del Condado, pp. 260 y ss. Sobre los mayorazgosde hecho ACHN, J.A., A voz de concejo, pp. 203-232.

    47 HESPANHA, A.M., La gracia.48 Sobre la lgica y la trascendencia de estas imgenes domsticas de la comunidad hemos refle-

    xionado en La Casa Guipzcoa o La Provincia Noble. Vid. tambin PORTILLO, J.M., Patrimonio,derecho y comunidad poltica.

  • cin naval nos provocan una visin excesivamente urbana de una sociedad quetodava lo era de linajes y casas aun dentro de las villas49, y en la que estas mis-mas se comportaban como autnticos seoros colectivos en su entorno50.

    Creo tambin que la articulacin de la comunidad en un solo estamentode hidalgos, la ausencia de una gran nobleza al estilo castellano o la difusin dela pequea propiedad nos hacen hablar, con demasiada frecuencia, ya no deigualitarismo pero s de ideologa o conciencia igualitarista, lo cual creo quetampoco existi. Las intervenciones en este Simposio de Lourdes Soria y JuanMadariaga nos permitirn profundizar en el concepto de hidalgua colectiva yen la existencia de diferencias sociales en el interior de las comunidades, peroahora permtasenos recalcar un par de datos. A nuestro juicio, la difusin de lahidalgua y de la pequea propiedad permitieron una mayor integracin de lacomunidad y, seguramente, no fueron factores ajenos al vigor de un sentimien-to comunitario fuertemente mantenido en el tiempo. Pero la tenacidad con laque se luch contra la cristalizacin de una diferenciacin estamental, la fuerzacon la que se propugn el valer igual en el interior de la comunidad, frente alvaler ms de los mayores, el hecho de que en la argumentacin y defensa de lahidalgua colectiva los clsicos de la teora foral ocultaran o disimularan lasdiferencias internas a la comunidad, no autoriza a pensar sino en una concien-cia, no tanto igualitarista sino, si se me permite la expresin, de igualdad en elprivilegio51. Interpretable, por tanto, slo en el contexto de una cultura esta-mental fuertemente marcada por la idea de privilegio.

    En la realidad social que se conform a partir del XVI no encontraremos,por lo tanto, actores ni actitudes que respondan a una dialctica simplista entrevillas y mundo rural o entre burgueses y linajes. Quiz, si se me permite termi-nar con un ejemplo literario, sea ms probable que nos topemos con gentescomo aquel Charles Stewart, de la novela Catriona, de R.L. Stevenson, un abo-gado procedente de las Highlands escocesas, pero ya residente y plenamenteintegrado en un ncleo urbano. Stewart, ante la insinuacin de su parienterecin llegado de las tierras altas sobre lo poco del fiero montas que en lquedaba, responde:

    Muy poco dice! No tengo nada, amigo. Y, sin embargo, nac en las tierrasaltas y, cuando el clan toca la gaita qu puedo hacer sino bailar? El clan y elapellido, eso por encima de todo52.

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    49 Sigue siendo muy recomendable ARPAL, J., La sociedad estamental.50 Un ejemplo, RILOVA, C., Dueo y seor de su estado.51 Ya lo advirti FERNNDEZ ALBALADEJO, P., La crisis, p. 157. Hemos desarrollado los argu-

    mentos en La Provincia Noble.52 Catriona, p. 24.

  • IV. BIBLIOGRAFAACHN INSAUSTI, J.A., Los intereses banderizos en la definitiva configura-

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