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DICCIONARIO DE MEMORIA HISTÓRICA (RESEÑA) Página 1 CONTENIDO CONTENIDO ...................................................................................................................................................... 1 FICHA BIBLIOGRÁFICA ........................................................................................................................................ 1 ANÁLISIS DE CONTENIDO Y FINALIDAD DE LA OBRA ......................................................................................... 2 METODOLOGÍA Y FUENTES ................................................................................................................................ 5 LAS CONCLUSIONES............................................................................................................................................ 6 CRÍTICA ............................................................................................................................................................... 7 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................................................................ 11 FICHA BIBLIOGRÁFICA En este trabajo se realiza una reseña del libro: Diccionario de memoria histórica Escudero Alday, Rafael (coord.) Catarata, Madrid 2011 ISBN: 978-84-8319-612-0 Biblioteca Central UNED, 930.1DIC UNED - MÁSTER UNIVERSITARIO EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL DICCIONARIO DE MEMORIA HISTÓRICA (RESEÑA) MEMORIA HISTÓRICA DEL SISGLO XX Manuel Calvo Cardín 09/12/2014

Actividad_1 Diccionario de Memoria Histórica - Reseña

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CONTENIDO

CONTENIDO ...................................................................................................................................................... 1

FICHA BIBLIOGRÁFICA ........................................................................................................................................ 1

ANÁLISIS DE CONTENIDO Y FINALIDAD DE LA OBRA ......................................................................................... 2

METODOLOGÍA Y FUENTES ................................................................................................................................ 5

LAS CONCLUSIONES ............................................................................................................................................ 6

CRÍTICA ............................................................................................................................................................... 7

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................................................................ 11

FICHA BIBLIOGRÁFICA En este trabajo se realiza una reseña del libro: Diccionario de memoria histórica Escudero Alday, Rafael (coord.) Catarata, Madrid 2011 ISBN: 978-84-8319-612-0 Biblioteca Central UNED, 930.1DIC

UNED - MÁSTER UNIVERSITARIO EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL

DICCIONARIO DE MEMORIA HISTÓRICA (RESEÑA)

MEMORIA HISTÓRICA DEL SISGLO XX

Manuel Calvo Cardín

09/12/2014

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ANÁLISIS DE CONTENIDO Y FINALIDAD DE LA OBRA La eclosión de la memoria en las sociedades post-dictatoriales es uno de los acontecimientos históricos del siglo XX. En España, su aspecto relevante es el proceso de justa reivindicación de las víctimas del franquismo que fue soslayado durante la transición y primeras décadas de democracia. El objetivo de la obra reseñada es aportar claridad conceptual y servir de instrumento para la necesaria reflexión crítica sobre la memoria histórica y sus posibilidades de futuro, especialmente en el caso español. Rafael Escudero Alday, coordinador de la obra, es Profesor Titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid, Departamento de Derecho Internacional, Eclesiástico y Filosofía del Derecho, Área de Filosofía del Derecho. Instituto de Derechos Humanos "Bartolomé de las Casas". Licenciado y Doctor en Derecho, Premio Extraordinario de Doctorado, es investigador en las áreas de Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho, Derechos Fundamentales y Positivismo jurídico. Perteneciente a una corriente del derecho alineada con la reivindicación de la memoria de los pueblos, colectividades y grupos víctima de las dictaduras o de la permisividad internacional, como el pueblo palestino, entre su producción se encuentran las referencias que figuran al final del texto. Se trata de un libro colectivo, en el que cada autor desarrolla un aspecto concreto del campo de la Memoria histórica, teniendo como referencia el caso de la dictadura franquista en España pero aportando fundamentaciones globales necesarias para comprender el concepto. A continuación se incluye una breve sinopsis de los principales conceptos desarrollados.

I. Conceptos contra el olvido El coordinador del libro sitúa el triple objeto del proceso de recuperación de la memoria histórica que recientemente se ha desarrollado en España: 1) el desarrollo de políticas públicas sobre la memoria de quienes defendieron la legalidad de la II República y fueron represaliados por ello, 2) el establecimiento de un programa de justicia transaccional para esclarecer la verdad histórica y restituir a las víctimas y 3) la aplicación de normas de justicia nacional e internacional para el esclarecimiento de crímenes durante la dictadura. Es en su opinión un proceso de futuro, de construcción de ciudadanía, de fomento de la cultura de la legalidad, tanto de la Constitución de 1978, como la de 1931 que precisaría una puesta en valor en la cultura actual. La II República no fue solo un cambio de régimen, sino un intento de transformación de la sociedad, hacia la modernidad, democracia, participación y justicia social. La recuperación de la memoria histórica tiene la natural oposición de quienes defendieron la dictadura y sus preceptos fundamentales, situados en la derecha política más nostálgica de un franquismo ya lejano para la actual sociedad, pero también de los “ultras” de la Transición, los que reniegan de cualquier crítica a este proceso tenido por “modélico” incapaces de evolucionar en muchos aspectos y peor aún, equidistantes de víctimas y verdugos como si todos fueran fantasmas atemporales. Y también existe oposición en sectores de la historiografía, que de forma interesada o inocente, niegan toda validez científica al tratamiento de la memoria, reducida a simple almacén de recuerdos, sesgados muchas veces, que poco aportan a la elaboración de la Historia con pretensión científica..

II. Las piezas de la memoria. Desde la Primera Guerra Mundial, la primera y probablemente mayor gran catástrofe colectiva de dimensión planetaria por las consecuencias de todo tipo que tuvo, la Memoria se trata desde muy distintas perspectivas: política, militar, económica, histórica, filosófica, teológica, sociológica, psicológica y literaria. Se plantea el deber de recordar lo ocurrido, sean las matanzas de soldados en Yprés, Verdún o el Somme o la barbarie sistemática de Auschwitz contra víctimas indefensas, de repensar acontecimientos que no tienen explicación inmediata pero que perduran en el subconsciente colectivo como pecados comunes. Se hace necesario replantearse el progreso, la filosofía, la política y el comportamiento de las sociedades.

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Vista como derecho, la memoria incorpora los de honor, imagen, intimidad, la libertad personal para la religión y la participación y el desarrollo de la idea de dignidad. Al reclamar este derecho por acontecimientos del pasado surgen las ideas de reparación moral, de la memoria personal, de la ilegitimidad de la represión, de la reparación patrimonial y al conocimiento del propio pasado. Los lugares de memoria se relacionan tradicionalmente con los cambios en los grupos sociales. Pueden ser los lugares de origen rural de comunidades urbanizadas y desarraigadas, monumentos, archivos, textos escolares o conmemoraciones públicas que rememoraban su pasado añorado en alguna medida, pero las grandes catástrofes bélicas y dictaduras del siglo XX han ampliado el campo a elementos traumáticos, como lugares de batallas, fosas comunes, centros de tortura o sistemas represivos mantenidos durante décadas, marcando sin remedio la vida de quienes los sufrieron. Las aportaciones pioneras del sociólogo Maurice Halbwachs (1877-1945) y el historiador Pierre Nora (1931), adscrito a la corriente historiográfica que estudia la historia de las mentalidades, han sido utilizadas primero para delimitar los conceptos de Historia y Memoria, pero recientemente se ha evolucionado a una íntima relación de ambos términos. La memoria refuta el negacionismo de ciertas historiografías conservadores, matiza el poder que los medios políticos y de comunicación tienen para presentar su realidad interesada y finalmente, bajo la denominación “memoria histórica” mantiene vivos hechos del pasado que por múltiples motivos han quedado apartados. La Transición española a la democracia pasó de puntillas sobre las brutalidades franquistas, pero las fosas comunes o el solitario y tétrico aspecto del Valle de los Caídos delatan lo ocurrido.

III. El contexto de la memoria. Centrados ya en el caso español, se analiza el alcance de la represión y como sus propios autores fueron conscientes desde los años 40 la necesidad de ocultarla. El exterminio del adversario, el borrarle a él y sus ideas, sus hechos y sus vidas de la historia no puede escapar a la conciencia. Fundamentar un nuevo régimen en la idea Nacional - Católica, muy anterior a la guerra, no es suficiente. Ni la nación ni el catolicismo justifican lo injustificable si son entendidos con un mínimo de ética. En otros ámbitos de la historiografía se ha polemizado sobre el origen del franquismo: ¿fascismo o dictadura reaccionaria? La propia existencia del término “nacional - católico” aunque muy anterior al golpe de 1936 remite a la segunda opción. Ver en la religión, en una determinada visión ultra-tradicional de la religión, el origen y esencia de la nación, querer mantenerla contra toda posible opción opositora e imponerla a todos, es negar el progreso, las nuevas ideas y la evolución de las sociedades, pero esta fue una de las ideologías (si merece ese nombre) dominante en España desde mediados del siglo XIX y durante un siglo. Se analiza después los motivos por los que durante la transición se obvió todo el pasado entonces reciente. Las presiones, el contexto internacional, y una benevolencia mal entendida limitaron el proceso. La Transición tuvo sus limitaciones y no puede ser presentado como un proceso “inmaculado”. El surgimiento de los movimientos memorialistas desde mediados de los años 90 puso en evidencia como los grupos políticos habías transigido con la ley de Amnistía y la consiguiente impunidad, rompiendo en algunos casos los límites aceptables por los principios del derecho, como por ejemplo la no prescripción de crímenes de lesa humanidad.

IV. Las políticas de la memoria. Se abordan en esta sección del libro políticas concretas destinadas a impulsar la memoria del franquismo. La exhumación con metodología científica y bien fundamentada para su utilización legal de restos enterrados fuera de los lugares de enterramiento establecidos, o de forma irregular en cementerios oficiales evidencian la represión. Las peticiones de nulidad de sentencias emitidas por tribunales amparados en leyes con efectos retroactivos o por tribunales militares fuera de las acciones puramente bélicas abren un debate importante a los legisladores. No es posible dar la misma validez a aquellas sentencias

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que a las actuales basadas en normas democráticas que respetan los principios del derecho. Pero también se trata el concepto de ilegitimidad por cuento se aplicaron a casos para los que no eran competentes, por ejemplo al juzgar a militares leales al gobierno republicano por rebelión militar. Nulidad e Ilegitimidad pueden tener efectos patrimoniales y de reclamación de daños, si bien con el tiempo transcurrido este no sería la principal consecuencia. Toda la argumentación jurídica expuesta en el texto remite sin duda a la ética política y a la salud y calidad democrática del actual sistema legal. ¿Qué tratamiento dar a la simbología política? Aquí no existen intereses individuales ni patrimoniales, pero sí de identificación colectiva. La irregular utilización de los símbolos del Estado en España comparado con los demás países e incluso con los entes que componen nuestra estructura territorial es en parte un reflejo del irregular tratamiento otorgado a la pervivencia de símbolos franquistas. Se eliminaron pronto las conmemoraciones oficiales del régimen, como su 18 de julio y su desfile de la victoria, se respetaron las que hacían referencia pura y simple a hechos de guerra, pero fueron necesarios mas de veinticinco años para eliminar las estatuas, monumentos y placas. Pero algunas referencias políticas no han desaparecido aun completamente. La política archivística de la transición fue amnésica, se permitió la destrucción de algunos archivos, la ocultación de otros y la pervivencia de secreto cuando ya no había razón para ello. Esto fue parte del pacto de silencio y refuerzo de la ley de amnistía según los autores. Finalmente se trasladó a Salamanca los archivos del Tribunal de Orden Público, del Tribunal de Responsabilidades Políticas y la Causa General Instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en España en 1940, junto con los ya existentes allí, por ejemplo el del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Todos se pueden consultar hoy día, pero no ha existido una publicidad necesaria sobre su existencia, por lo que solo los estudiosos o las personas interesadas en algún acontecimiento familiar concreto están utilizándolos.

V. La memoria y la lucha contra la impunidad. Se aborda en este último grupo de artículos la justicia transaccional, un conjunto de dilemas, actuaciones y discusiones tan antiguo como la democracia, que en el siglo XX se centró en cómo abordar los abusos a gran escala cometidos por regímenes dictatoriales. Violaciones de derechos humanos individuales, crímenes contra la humanidad, desapariciones forzadas y niños robados son los casos concretos que se tratan referidos a España, aspectos casi idénticos a los registrados en otras dictaduras de todas partes del mundo. Pero ¿es equivalente su tratamiento? Las cuatro preguntas fundamentales son: ¿hay que juzgar los crímenes cometidos por la dictadura? ¿Cuándo? ¿Quién? ¿Cómo? Es una cuestión compleja para los políticos que afrontan, o han afrontado anteriormente, un periodo de transición de la dictadura a la democracia y tiene que ver con casi todas las áreas del conocimiento social y humanístico: filosofía, sociología, antropología, economía, religión y ciencia jurídica tienen algo que decir sobre ello, pero no se ha logrado una fundamentación teórica que contente a todos y que cubra todas las posibilidades de actuación ante todos los casos. Justicia transaccional y Estado de Derecho están íntimamente relacionadas, pero debido a la falta de coordinación internacional y la multiplicidad de los cambiantes intereses no es posible recurrir a normas de aplicación global y solo se consiguen objetivos modestos de reparación moral y económica de ciertos abusos, así como algunas condenas de actuaciones políticas globales sin consecuencias prácticas. El instituto Max Planck ha caracterizado las actuaciones en este campo como modelos de persecución penal, de reconciliación y de olvido, este último en diferentes grados. El caso español topa fundamentalmente con la autocomplacencia de los grupos políticos anclados en el concepto de transición inmaculada, que solo consiguen llegar a declaraciones conjuntas sobre la bondad y perfección de tal proceso acaecido hace 30 años y sobre el que no quieren volver, a pesar de las evidencias de sus carencias. En la España democrática de los años 90 y siguientes se comentaba abiertamente los crímenes de las dictaduras sudamericanas, los procesos de Núremberg al final de la segunda

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guerra mundial o el sometimiento a tribunales internacionales de algunos dictadores africanos, pero la aparición del caso del robo de niños ocurrido durante nuestra propia dictadura nos situó en una posición incómoda frente a otros países. No se trataba ya de ejecuciones sumarias al final de una guerra, o de represión puntual atribuible a un impersonal dictador del pasado, se trataba de actuaciones realizadas contra toda ética y ley, incluida la de la propia dictadura, que afectaban en lo más íntimo a ciudadanos contemporáneos. Esto nos obliga a revisar de nuevo hasta qué punto debe avanzar la coordinación mundial en justicia transaccional y hasta qué punto debemos predicar con el ejemplo.

METODOLOGÍA Y FUENTES Se trata de fundamentar el proceso de recuperación de la Memoria histórica de la II República y las víctimas de la dictadura franquista, sobre todo mediante el desarrollo de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, conocida popularmente como Ley de Memoria Histórica y por ello la mayor parte de los artículos son de base jurídica, bien fundamentada y explicada, enlazada con aspectos políticos, sociológicos y filosóficos relevantes para el objeto propuesto por el coordinador. El conjunto de la obra, bien organizada y de fácil seguimiento, adopta la forma de una serie de breves ensayos, sin demasiados tecnicismos ni academicismos. No hay notas a pie de página, solo una bibliografía no demasiado extensa. Aunque su objeto fundamental es el pasado de España y no ofrece una perspectiva comparada general sobre la Memoria Histórica sino referencias puntuales a otros casos en cada uno de los textos, sirve para comprender que la Memoria colectiva es una de las señas del siglo XX y la carencia que aún tenemos en España en este aspecto sobre uno de los periodos más negros de nuestra historia. Los estados europeos han experimentado una gran diversidad de regímenes represivos a lo largo del siglo XX, especialmente desde los años 30. El fin de la segunda guerra mundial supuso, por una parte, el fin de la ocupación nazi y de la mayoría de los regímenes fascistas, pero también inauguró una nueva etapa de dominación soviética en un número muy importante de países que, tras el proceso de alejamiento del comunismo, iniciado en 1989, hoy en día son miembros de la Unión Europea. La sustitución de símbolos y la memoria de la represión han generado diferentes iniciativas institucionales en cada uno de ellos. No cabe obviar tampoco los procesos similares desarrollados en algunos países de África o América del Sur que, en buena medida, abrieron estas iniciativas especialmente en el plano social, no tanto ya para la recuperación de la memoria colectiva, que aún está muy viva, sino para la reparación de la memoria de las víctimas, incluso recuperando su filiación real como es el caso de los hijos de desaparecidas en Argentina, nietos muchos de ellos de las madres y abuelas que iniciaron el proceso de reivindicativo. Un caso singular, por su especial relevancia, es el de las víctimas del holocausto judío organizado por los nazis, que tienen en Israel memoriales paradigmáticos. Frente a estas evocaciones de carácter oficial y reconocimiento mundial, es significativo el escaso tratamiento de otras víctimas del mismo genocidio, que no han sido amparadas por estado alguno, como puede ser el caso de gitanos, homosexuales y personas discapacitadas. Es significativo también lo austera que resulta la placa colocada en 1978 en Mauthausen en memoria de los españoles que allí cayeron. En este lugar de memoria hay una sala en la que están todas las banderas de las nacionalidades que estuvieron en este campo y la española es la republicana. Otra vertiente importante es la iniciativa de la justicia española de investigar sin restricciones los delitos de genocidio, terrorismo y tortura cometidos en otros países bajo regímenes dictatoriales: en Guatemala entre 1978 y 1986; la condena del militar argentino Adolfo Scilingo en 2005; o las iniciativas gubernamentales en honor de los extranjeros que combatieron en España: el homenaje en el Congreso en 2006 a los brigadistas internacionales, todo lo cual contrasta con la nula eficacia de nuestro sistema judicial para juzgar hechos acaecidos en España. El motivo principal para ello es la existencia de la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, pactada entre los grupos políticos más importantes de la época y que nunca ha sido

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revisada, a pesar de sus evidentes carencias a la luz de los criterios actuales sobre justicia transaccional.

LAS CONCLUSIONES La ley de Memoria histórica y la de Amnistía son el eje central de la obra. La posible derogación de la segunda es un aspecto del debate, pero parte más bien del proceso reivindicativo que de la búsqueda de una verdadera aplicación práctica sobre personas, en gran parte ya desaparecidas. No queda claro hasta qué punto los organismos de justicia internacional podrían exigir a España una revisión de sus normas, porque tampoco se ha realizado esta acción en otros países, pero desde luego aporta un argumento adicional al proceso de recuperación de memoria. La Amnistía fue una reivindicación de la oposición al régimen de Franco desde el principio de la Transición con apoyo de todos los partidos. Junto con la supresión de las jurisdicciones especiales y la restitución del patrimonio incautado tras la guerra civil figuraba por supuesto la supresión de las condenas sufridas por opositores. Otra cosa es como llegaron a entrar en su ámbito de aplicación terroristas de ETA y GRAPO y asesinos adictos al régimen. En el autocomplaciente presente de 1975-1977, ningún partido planteó en sus programas la aplicación de una justicia retroactiva para las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Las reparaciones económicas a los prisioneros, presos y soldados trabajadores represaliados en la guerra y la dictadura representan una compensación mínima. No cabe olvidar las posiciones de los organismos internacionales, como la ONU, o de instituciones oficiales de otros países, como la Comisión de la Verdad chilena, que han dejado bien sentado que no basta la reparación económica. Una necesaria reparación moral habría de culminar en una recuperación de los colectivos olvidados en todas las dimensiones de la vida ciudadana, incluidos espacios, conmemoraciones, símbolos o historia. En suma, una reparación memorial también. Ésta no ha llegado, para muchos, hasta el siglo XXI. Algunos autores, como Josefina Cuesta, tienden a rechazar la idea sostenida en la obra reseñada de una transición amnésica y a reforzar la de una transición silenciosa en algunos campos, como el político o el de la justicia, pero alimentada por el recuerdo colectivo —social y político— de los traumas pasados, y por los recuerdos personales de un pasado reprimido, excluido o transterrado, o por el de víctimas desaparecidas. Flores en las cunetas de carreteras o de caminos, o la propia literatura y la filmografía constituían un grito permanente de recuerdo. Al abordar el proceso de memoria histórica en España debemos partir de un hecho muchas veces obviado de forma interesada: una cosa es la cruenta guerra civil de 1936-1939, con sus causas, desarrollo, atrocidades y desenlace y otra muy distinta es el régimen dictatorial al que dio lugar, extraordinariamente prolongado, con constante recurso a su origen en la contienda, negando cualquier valor a toda época anterior próxima en el tiempo y concluido en forma de transición, no de ruptura, manteniendo por tanto la eliminación del pasado anterior como si de un mal sueño se tratase, como si su particular Big Bang fuese la guerra y antes la nada. Debemos separar por tanto la memoria de la guerra, que afectó a la totalidad de la población, una parte de la cual sufrió represión por encontrarse en territorio controlado por el bando opuesto a sus ideales (en el diccionario se da la cifra de 130.000 represaliados por el bando franquista y 50.000 por el republicano), de la memoria de la represión ejercida después de finalizar los combates basándose en una legislación ad hoc y sostenida durante toda la dictadura. De hecho deberíamos disociar la memoria relacionada con la represión ejercida durante los años cuarenta con el objetivo de exterminar al enemigo y a sus ideas (un ejemplo sería la Causa General contra la dominación roja, es decir, contra el periodo republicano), de la producida en general a lo largo de la dictadura, contra toda oposición, nacida en la guerra o no, que afectó a miles de personas que ni siquiera habían nacido en 1939 (ejemplo sería la ley de represión de la masonería y el comunismo, toda masonería y todo comunismo, nacional o internacional, de preguerra, guerra o postguerra) o cualquier pretensión liberal, democratizadora o social.

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Incluso sería necesario incluir un capítulo (que apenas se toca en la obra reseñada) sobre las víctimas de la Transición. El terrorismo de ETA, GRAPO y la ultraderecha, la represión de las fuerzas de seguridad ejercida sobre reivindicaciones obreras y estudiantiles han quedado en parte acogidas a la ley de Amnistía, pero todavía están vivas en el recuerdo de una parte importante de la población. Los avances de la II República española en la transformación de la sociedad, hacia la modernidad, democracia, participación y justicia social se vieron frustrados por la sublevación militar, la guerra y la dictadura reaccionaria que le siguió. Pero el franquismo pervive todavía hoy en la conciencia de una parte de la población sin condena, y con apoyos. Este último es un hecho común al de otros países que han sufrido dictaduras surgidas de golpes de estado, como Argentina, Chile, Uruguay u otros, que se mantuvieron en el tiempo gracias a las circunstancias y la permisividad internacional y nunca llegaron a ser estigmatizados suficientemente. Tal vez ya muy entrado el siglo XXI deba importarnos mucho la reivindicación colectiva, el conocimiento social de los hechos y su trasmisión a las siguientes generaciones y menos las pocas aunque justas metas concretas conseguidas. Los regímenes dictatoriales surgidos de forma menos cruenta como los fascismos alemán, italiano o algunos países centroeuropeos, terminaron sus días abruptamente, en una brutal guerra, condenados por el mundo y malditos para casi todas las conciencias, con algunos de sus principales dirigentes juzgados y castigados. La dictadura estalinista, si bien sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial en el bando vencedor, fue estigmatizado hasta por sus propios correligionarios comunistas que llevaron adelante un proceso de “desestalinización” como si se tratase de desinfectar a la sociedad de una enfermedad surgida en el seno del régimen. Por último, se puede citar otro grupo de gobiernos totalitarios de entreguerras como la Hungría de Miklós Horthy o los gobiernos comunistas de países del este que han sido evocados en épocas muy recientes como antecedente de un nuevo nacionalismo o de un supuesto bienestar perdido en la época de la globalización capitalista. Excepto en lo referido a Hitler y Stalin, existe una cierta “nostalgia de dictadores” a la que muchos ciudadanos se aferran, por razones diversas, tratando de renegar así de su presente. Esta es otra justificación, ética y política, para necesaria valoración de la Memoria colectiva. La vía que los diferentes países han seguido para preservar su memoria es muy diversa y a veces deficiente, unos forzados por transiciones imperfectas han permitido las leyes de punto final de Sudamérica, o la ley de Amnistía en España, otros como Israel han convertido el recuerdo en razón de ser del propio Estado y otros miran hacia otro lado obviando asuntos como el colaboracionismo durante la segunda guerra mundial, los genocidios contra armenios de 1915 o las atrocidades tribales de África. Desgraciadamente, las organizaciones internacionales no son capaces de imponer criterios globales.

CRÍTICA La obra reseñada es un trabajo multidisciplinar, destinado a fundamentar la necesidad de revisar la memoria de la II República y las víctimas de la posterior dictadura franquista. La mayor parte de los firmantes son especialistas en derecho, aunque también hay historiadores, politólogos, sociólogos y hasta un especialista en medicina legal. Es un texto adecuado para el propósito declarado en la introducción, pero con el fin de alcanzar una mejor comprensión crítica desde el punto de vista del debate Memoria – Historia, no necesariamente vinculada al caso concreto de nuestro país, parece necesario revisar otras fuentes, como: • Los primeros capítulos de: La odisea de la memoria. Historia de la memoria en España,

siglo XX, Cuesta Bustillo, Josefina, Alianza Editorial, Madrid 2008, ISBN: 978-84-206-6876-5, Biblioteca Central UNED, 930.1CUE,

• El Número 32 (1998) de la revista Ayer, titulado Memoria e Historia, del que Josefina Cuesta Bustillo es editora y especialmente el estado de la cuestión realizado por ella.

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La autora es Catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca, con múltiples trabajos sobre historia del presente, relación entre historia y memoria y aspectos de la dictadura franquista. Algunas referencias suyas figuran al final del texto. La Odisea de la Memoria es una investigación y reflexión de conjunto sobre los trabajos de la memoria en España, desde la Segunda República hasta hoy, en el que se analiza cómo los distintos periodos históricos se han enfrentado con su pasado, inmediato o remoto, pero lo relevante para esta reseña es su punto de vista historiográfico, útil para complementar el básicamente jurídico del Diccionario de Memoria Histórica. La introducción aborda la necesidad de memoria para la reciente historiografía, como la memoria ha supuesto un nuevo campo de estudio que enriquece la visión histórica general y ayuda a escribirla si bien es un punto de vista que no todos los historiadores han recogido, pues algunos de ellos tienden a separar ambos campos. También se plantea las “batallas de la memoria” el reflejo simbólico de conflictos mal cerrados, de polémica asunción del pasado en el presente, que superan las versiones oficiales de “seguridad nacional” o “reconciliación” propias de sociedades post-dictatoriales en los que encaja bien el planteamiento global del Diccionario de Memoria Histórica. La primera parte del libro tiene un carácter metodológico, muy a propósito para para centrar el caso particular de España al que se refiere el Diccionario de Memoria Histórica. • Los diferentes aspectos de la memoria, desde el punto de vista filosófico y sociológico

principalmente, pero sin perder perspectiva etnográfica y psicológica, necesarias todas para valorar justamente la memoria en el proceso de construcción de la Historia científica. Historia y Memoria aparecen como deudores y acreedores mutuos desde la escuela positivista del s. XIX, especialmente en el campo de la historia del presente, pero ahí no se agota su relación.

• Los tipos de memoria colectiva, desde la familiar a la obrera, popular, de sexo, política o judía los modos de formación y modificación de la memoria y sus utilidades para diferentes necesidades de la persona, desde la exaltación propia al olvido de graves traumas o la justificación del presente y su proyección al futuro

• Las fuentes orales han sido rehabilitadas por la historiografía recientemente, pero sin perder de vista las necesarias cautelas, sobre el valor de todas las memorias individuales influidas por las colectivas, el poder que en su formación tienen los medios de comunicación y el del testimonio concreto, historia vivida que reconstruye el pasado en función del presente y es necesario situar en su justo valor ante el análisis histórico.

Para concluir este trabajo, conviene precisar que “nuestra memoria”, la que es fundamento y objeto del Diccionario de Memoria Histórica reseñado, es parte de un campo mucho más amplio, cuyos caracteres, siguiendo a Josefina Cuesta (Memoria e Historia, un estado de la cuestión, revista Ayer, número 32) se pueden resumir como sigue: Valor historiográfico: La cuestión de la memoria se formula desde la sociología, por M. Halbwachs, sentando las bases en los años veinte de la sociología de la memoria. El concepto permanecerá ignorado por la escuela de los Annales durante mucho tiempo y no recibirá carta de ciudadanía, en esta escuela historiográfica, hasta la tercera generación de historiadores, cuando P. Nora la introduce en el curso 1977-1978. Desde entonces se ha extendido entre los historiadores el hábito de distinguir entre historia y memoria. Entre el saber científico de los hechos pasados, la historia como un saber acumulativo con sus improntas de exhaustividad, de rigor, de control de los testimonios, de una parte; y por otra, la memoria de estos hechos pasados cultivada por los contemporáneos y sus descendientes. Ha corrido mucha tinta pues, se ha podido plantear una distinción de conjunto entre la disciplina científica y la construcción social del recuerdo pero ha sido menos fácil precisar sus inevitables relaciones. El historiador inglés E. Hobsbawm, se hacía eco de sus repercusiones al señalar que cuando los historiadores intentan estudiar un período del cual quedan testigos supervivientes se enfrentan, y en el mejor de los casos se complementan, dos

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conceptos diferentes de la historia: el erudito y el existencial, los archivos y la memoria personal. Una notable expansión del análisis de la memoria se produce entre los historiadores, en la década de los ochenta, en Europa y Estados Unidos. Hoy forma parte de la terminología habitual no sólo de especialistas sino del lenguaje de los ciudadanos y de los medios de comunicación social. Trabajos de la memoria: La perspectiva del historiador se centrará fundamentalmente en el análisis de la memoria colectiva, pero infinidad de estudios atestiguan el carácter limitado y selectivo de la memoria, tanto individual como colectiva, su textura frágil, parcial, manipulada y discontinua, por la erosión del tiempo, por la acumulación de experiencias, por la imposibilidad real de retener la totalidad de los hechos y por la acción del presente sobre el pasado. El trabajo obvio de la memoria es el recuerdo, pero no es ni mucho menos el único y el historiador debe tenerlos presentes. El silencio y el olvido están omnipresentes en cualquier análisis sobre la materia o aparecen en alguna de las fases del fenómeno estudiado. Difícilmente detectables, constituyen la otra cara del recuerdo y están indisociablemente unidos a la acción de la memoria. No hay que confundir silencio y olvido, aunque es difícil trazar la raya divisoria entre estos dos conceptos. El silencio puede oscilar entre la barrera de la ocultación y la de lo indecible y, en algunos casos, tropieza con la incapacidad de comunicar, tan traumática es la experiencia del recuerdo. Porque silencio y olvido no son sólo factores destructores. Todo silencio (u olvido) sostiene un proyecto o una identidad, elimina el pasado en aras de un presente o de un futuro que se pretende construir o de la unificación e identidad del grupo portador del recuerdo. La nostalgia y el cambio son alguna de las operaciones más habituales en algunos casos difíciles de detectar. En ocasiones, el cambio queda soterrado bajo el trabajo simbólico de la memoria y engendra el efecto de sustitución o de restitución, especialmente perceptible en los estudios relativos a las conmemoraciones y, en general, en toda acción de la memoria. El cambio puede adoptar la forma de confusión / simbiosis entre presente y pasado, o de sustitución del uno por el otro, en el que el presente, por ejemplo «borra las barreras de la memoria y toma posesión del espacio simbólico». Memoria institucionalizada, plural y diversa: Los gobiernos y los poderes públicos no dejan de ser imponentes máquinas de memoria o de olvido institucionalizado, decretando el recuerdo, el olvido, la amnistía, la amnesia, la condena o el perdón, desde los nombres de las calles, el calendario, los homenajes o las honras fúnebres a personajes, o los preámbulos de las leyes, hasta la legislación sobre las víctimas o los juicios a verdugos de genocidios o de crímenes contra el Estado y contra la humanidad y hasta las leyes de «punto final», exponente máximo del olvido institucionalizado. Frente a la acción del olvido puede alzarse una sociedad o un grupo y constituirse en grupo de memoria o erigir depósitos y lugares de la memoria. También ONG, de las que Amnistía Internacional puede ser un ejemplo, o supra-gubernamentales, como un Tribunal Penal Internacional. Las posibilidades de institucionalización del recuerdo son tan inabarcables como el propio olvido. Un grupo, un acontecimiento o un momento histórico, vivido en diversos espacios o por diversos grupos sociales, geográficos, políticos o nacionales origina múltiples y diversos recuerdos y puede condensarse en diferentes memorias. La sociología de la memoria ha alcanzado un notable conocimiento de la memoria familiar mediante la aplicación las más diversas variables de análisis: los tipos de memorias y sus lógicas organizativas, la finalidad que sostienen y la jerarquización que se origina entre ellas en el interior de la propia familia, su extensión temporal en el pasado, sus actitudes respecto a éste y los soportes en los que se apoyan, más las diferencias de género y edad, la diversidad de medio social y de actividad profesional de sus miembros. La historiografía ha centrado su análisis en la memoria histórica de tres grandes conjuntos: clase, pueblo y nación. Inabordable la memoria de una sociedad en su conjunto, el concepto de memoria colectiva se aplica con más justeza a determinados grupos sociales. La memoria popular, con su concepto de «memoria propuesta a amplias capas de la sociedad y aceptada por ellas», ha sido analizada desde distintos ángulos y siempre a través de fuentes y de

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depósitos concretos que permitan su abordaje: la prensa popular y sus suplementos o las bibliotecas populares. Memoria, desmemorización y la articulación del complejo de los tiempos, donde tiene primacía el tiempo periodístico, de corto plazo, permiten analizar sus diferencias con la memoria culta. El interés que ha despertado queda de manifiesto, además de en los estudios de sociedades del pasado, en su impacto en la sociedad actual, condensado en museos populares, en revistas especializadas o en la recogida de fuentes orales de «gente corriente» Es difícil hablar, no obstante, de «una» memoria popular. Caracterizada por la diversidad y pluralidad, es también encrucijada de memorias de grupos, cuya descripción se haría interminable. Destinada a reforzar la identidad del grupo, la historia de la memoria se ha condensado en algunos grupos, que han reforzado sus propios lazos a través del ejercicio del recuerdo y la memorización, que en ocasiones suele compensar la ausencia de otros elementos aglutinantes, como la patria o la dispersión. La historiografía norteamericana ha puesto el acento en la memoria de la población de color e incluso se ha remontado a recoger y desentrañar los últimos vestigios de la memoria de la esclavitud. En América Central y del Sur se ha detenido, sobre poblaciones indígenas o sobre pueblos aborígenes. En otras latitudes la memoria nacional impone su impronta sobre las demás, Los historiadores de Europa Central e incluso la actividad de los políticos manifiestan una actividad febril en este terreno. La reunificación alemana enfrentó a los alemanes con sus señas de identidad provocando su reacomodación respecto al pasado reciente. ¿Por qué esta voluntad de conservar el pasado en la memoria, de arraigar el presente (conciencia, acción, estrategia política) y de anclarlo en una tradición? No cabe duda que su significación y modalidad difiere en función del sujeto y de su situación. La historia oficial se inserta habitualmente en una continuidad, la recuerda, celebra fiestas y conmemoraciones, pero también silencia, oculta y usurpa, arrebata y desposee. Tanto en la memoria colectiva como en la memoria individual, la relación con el pasado -bien sea de conservación o de ocultación- es siempre una relación vital. Períodos y lugares de memoria. Los núcleos cronológicos en los que se condensan los estudios de la memoria se intensifican en torno la relación entre trauma y conocimiento o en los que determinadas identidades han estado al borde de la quiebra o de la exterminación. Las guerras mundiales, el Holocausto y los campos de concentración y exterminio concentran el mayor número de estudios y determinados grupos, como la historiografía judía, por ejemplo, han contribuido a impulsarlos. Trauma y conocimiento están también en los cimientos de la emergencia de la permanente presencia de la memoria sobre la guerra de civil española y la dictadura franquista. Conmemoraciones o centenarios contribuyen a desempolvar o a revitalizar la memoria y la historia de determinados acontecimientos del pasado y a reactivar éste en el presente, con los más diversos objetivos. Cambios políticos, fundamentales en el presente, transiciones políticas o independencias jóvenes, y con ello una necesaria e imprescindible reacomodación nacional, y la conversión de los políticos en suscitadores y celebrantes de la memoria presiden el resurgir de esta materia en la Europa central y del este. En 1982, P. Nora había definido los lugares de memoria como aquellas realidades históricas en las que la memoria se ha encarnado selectivamente, y que por la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo han permanecido como los símbolos más luminosos de aquélla: fiestas, emblemas, monumentos y conmemoraciones, pero también elogios, diccionarios y museos. Estos lugares no son sólo espaciales, no son tampoco aquellos de los que se recuerda, sino aquellos en los que la memoria actúa, no son la tradición, sino su laboratorio, como afirma el propio autor. La elasticidad del concepto ha permitido su operatividad en otros países y son hoy múltiples los estudios que lo han aplicado a otras latitudes. El lugar es siempre artificio, pues siempre construido e incesantemente reconstruido, se caracteriza por su plasticidad que precisamente le da su capacidad de cambiar perdurando. El trabajo del historiador es, pues, el de indagar cómo se construye, cómo se transmite, desplegando cada vez aquello de lo que ha sido y guarda memoria y dedicándose a medir los efectos. El lugar es a la vez el objeto del

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historiador y el instrumento cognitivo para su análisis. Es «una categoría de inteligibilidad histórica contemporánea» para P. Nora. La transdisciplinidad es característica del tema de la memoria y lo es también de los lugares. El eco despertado y las publicaciones dedicadas al alcance y operatividad del concepto son exponente de sus múltiples dimensiones, desde la retórica originaria a su alcance literario, sin olvidar sus bases filosóficas y su dimensión sociológica. Es incuestionable cómo hunde sus raíces en la problemática y en la condensación de la memoria, tan cultivada por los sociólogos pero tiene una dimensión antropológica, psicológica, de historia política y cultural porque el símbolo es por definición intemporal y universal. Una historia hecha de desciframientos de símbolos, una historia de las representaciones que realiza una exploración selectiva y sabia de la herencia colectiva, diferente de la historia nacional positivista del siglo XIX, de la que recupera los centros de atención, y de la historia de las mentalidades, de la que hereda el interés por una verdad puramente simbólica. Se ha apuntado como aportación de este método su concentración sobre el presente. La elección, el interés y la focalización del presente avalan la especificidad de los lugares de la memoria. Una memoria que se diferencia de la cronología y que, desde la perspectiva de la historia del presente, supone una diferenciación de conceptos como lejano / cercano, próximo / lejano, borrando los límites y las diferencias claras entre los conceptos. Por ejemplo la memoria puede dar pátina de inmemorial a un invento relativamente reciente, pues es indiferente al desarrollo lineal del tiempo. ¿Qué lugar conceden los vivos a los muertos? ¿Qué utilización hacen de ellos en su propio presente? La memoria posibilita la disección de un presente, obsesionado por la previsión tanto como por la conservación, en el que la historiografía cumple un importante papel e impulsa al historiador a roturar nuevos caminos hacia el pasado o a recorrer con nueva mirada los caminos ya existentes. Pero pone en guardia también sobre las amenazas de la memoria: no sólo la erosión del olvido, sino también la violencia, el exilio, la colonización que ejerce, capaz de contribuir a formular sólo una historia de los vencedores, incapaz de detenerse en los lapsus, los agujeros y los «no lugares» de la memoria. Su objeto, su método o su interés son no tanto el análisis de los hechos y de su memorización, sino de la huella que dejan; escrutar no tanto el acontecimiento como su construcción en el tiempo; no tanto identificar los determinantes como sus efectos; no tanto identificar una tradición sino la manera en la que se transmite; no tanto analizar el desarrollo del pasado de forma unívoca y lineal como identificar y definir las modalidades de su reutilización. El concepto y el método se ha aplicado en muchas latitudes, bajo todo tipo de regímenes políticos. Se ha producido una verdadera fiebre de actividad de memorialización y de museización y la necesidad de salvaguardar un conjunto de bienes. A pesar de la diferencia de los contextos, de las palabras, de los procedimientos, de los objetos y de los ritmos, los distintos conjuntos humanos se han ocupado en salvaguardar su patrimonio material o inmaterial, de la lengua a las creencias, a las artes y tradiciones populares o a la creación artística e intelectual. «Todos los países tienen razones para remontar el pasado, pero no todo el pasado por igual, ni todas las razones a la vez», afirma Nora, que considera que el ansia memorial tiene su máxima expansión en países que han vivido una experiencia traumática.

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• De la constitucionalización a la indeterminación: Retos y desafíos del positivismo jurídico, Anales de la Cátedra Francisco Suárez, ISSN 0008-7750, Nº 44, 2010, págs. 395-415

• Jaque a la transición: análisis del proceso de recuperación de la memoria histórica, Anuario de filosofía del derecho, ISSN 0518-0872, Nº 29, 2013, págs. 319-340

• Democracia, ma non troppo: los mecanismos de participación ciudadana en la Constitución española de relaciones ecosociales y cambio global, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, ISSN 1888-0576, Nº. 116, 2011,págs. 43-53

• Harvard Civil Rights: Civil Liberties Law Review, Derechos y libertades: Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, ISSN 1133-0937, Año nº 1, Nº 1, 1993, págs. 561-564

• "Social philosophy and policy" Derechos y libertades: Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, ISSN 1133-0937, Año nº 1, Nº 1, 1993, págs. 557-560

• Sobre principios y normas: problemas del razonamiento jurídico, Derechos y libertades: Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, ISSN 1133-0937, Año nº 1, Nº 2, 1993-1994, págs. 671-682

• Arguments against inclusive legal positivism, Archiv für rechts-und sozialphilosophie, ARSP. Beiheft, ISSN 0341-079X, Nº. 106, 2007 (Ejemplar dedicado a: Legal Theory/Teoría del derecho (Legal Positivism and Conceptual Analysis/Positivismo jurídico y análisis conceptual)), págs. 43-52

• Incorporacionismo, criterio material de validez y certeza del Derecho, Anuario de filosofía del derecho, ISSN 0518-0872, Nº 22, 2005, págs. 397-416

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sus teorías / coord. porMaría Isabel Wences Simon, José María Sauca Cano, 2007, ISBN 84-8164-890-6,págs. 255-284

• De la constitucionalización a la indeterminación. Retos y desafíos del positivismo jurídico, Un panorama de filosofía jurídica y política: (50 años de "Anales de la Cátedra Francisco Suárez"), 2010, págs. 395-416

• Metodología jurídica y conceptos morales: una propuesta de análisis, Observar la ley: ensayos sobre metodología de la investigación jurídica / coord. Por Christian Courtis; Manuel Atienza Rodríguez (pr.), 2006, ISBN 84-8164-862-0, págs.83-104

• Los derechos de las víctimas de la transición, El itinerario de la memoria: derecho, historia y justicia en la recuperación de la memoria histórica en España / coord. por M. Criado de Diego, Vol. 1, 2013 (El derecho y la memoria), ISBN 978-84-15707-07-3, págs. 193-214

• Los derechos colectivos, frente al disparate y la barbarie, Una discusión sobre derechos colectivos / coord. por Francisco Javier Ansuátegui Roig, 2001, ISBN 84-8155-857-5, págs. 167-176

• Tensiones conceptuales en el liberalismo y en el multiculturalismo, Derechos, costumbres y jurisdicciones indígenas en América Latina contemporánea/ coord. por Laura Giraudo, 2008, ISBN 978-84-259-1441-6, págs. 37-56

• La sombra del franquismo es alargada: el fracaso de la llamada Ley de Memoria Histórica, Derecho, memoria histórica y dictaduras / coord. por Federico Fernández-Crehuet López, Daniel J. García López, 2009, ISBN 978-84-9836-623-5, págs. 33-60

CUESTA BUSTILLO, Josefina Libros: • La odisea de la memoria. Historia de la memoria en España, siglo XX, , Alianza Editorial, Madrid 2008, ISBN: 978-

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2009. ISBN 978-84-86716-37-0 Artículos de revistas: • "Las capas de la memoria". Contemporaneidad, sucesión y transmisión generacionales en España (1931-2006),

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• Metodología, problemática y dificultades de las fuentes orales, Periodismo y memoria histórica: la contribución del periodismo en la recuperación de la memoria histórica a partir de testimonios orales / coord. por Margarita Antón Crespo, Estrella Alonso del Barrio, Ana Fuertes Zapatero, 2013, ISBN 978-84-15544-28-9, págs. 17-35

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• El difícil aprendizaje de la democracia. Imagen y representación del socialismo español en la prensa extranjera (1981-1985), Historia de la época socialista: España (1982-1996) / Álvaro Soto Carmona (dir.), Abdón Mateos López (dir.), 2013, ISBN 9788477377917, págs. 431-455

• Los retornos: sueño, horizonte, destino y mito, De la España que emigra a la España que acoge / coord. por Alicia Alted Vigil,Almudena Asenjo, 2006, ISBN 84-86716-28-4, págs. 380-441

• La historia del tiempo presente en España: reflexiones, Retos de la sociedad de la información estudios de comunicación en honor de María Teresa Aubach Guiu / coord. por Gerardo Pastor Ramos, 1997, ISBN 84-7299-391-4,págs. 197-210

• Entre rebelión y sumisión: mujeres de España, Andrée Bachoud, Josefina Cuesta Bustillo, Enciclopedia histórica y política de las mujeres: Europa y América / coord. porChristine Fauré, 2010, ISBN 978-84-460-2283-1, págs. 579-592

• La larga marcha de las mujeres hacia la universidad. Un logra del siglo XX en España, Josefina Cuesta Bustillo, María Esther Martínez Quinteiro, El Estudio General de Palencia: Historia de los ocho siglos de la Universidad Española / coord. por Margarita Torremocha Hernández, 2012, ISBN 978-84-8448-722-7, págs. 231-258

• Memoria de cinco mujeres republicanas españolas (1976-2006), Josefina Cuesta Bustillo, Rosa María Merino Hernández, 1931-1936, De la República democrática a la sublevación militar: [Actas del] IV Congreso sobre Republicanismo / coord. por José Luis Casas Sánchez, Francisco Durán Alcalá, 2009, ISBN 978-84-8154-277-6, págs. 259-276