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Primer Domingo de Adviento ¡Este es el tiempo de la esperanza! “Estad en vela para estar preparados”. Mt 24, 37-44 “¿De qué aprovecha saber cuándo vendrá el Señor, si Él no viene primero a mi alma y vuelve a mi espíritu, si Cristo no vive en mí y me habla?(San Pascasio) Invocación al Espíritu Espíritu Santo, tú que sembraste la esperanza en el corazón de María de Nazaret y alumbraste en su seno al Salvador del mundo, abre nuestro corazón al gozo de la escucha de tu Palabra y haz que acojamos, con esperanza y amor, al Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas. Amén. 1. LECTIO ¿Qué dice el texto? a) Lectura del Evangelio Mateo 24, 37-44 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

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Primer Domingo de Adviento ¡Este es el tiempo de la esperanza!

“Estad en vela para estar preparados”. Mt 24, 37-44

“¿De qué aprovecha saber cuándo vendrá el Señor,

si Él no viene primero a mi alma y vuelve a mi espíritu,

si Cristo no vive en mí y me habla?”

(San Pascasio)

Invocación al Espíritu

Espíritu Santo,

tú que sembraste la esperanza

en el corazón de María de Nazaret

y alumbraste en su seno

al Salvador del mundo,

abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra

y haz que acojamos,

con esperanza y amor,

al Señor que viene

a hacer nuevas todas las cosas.

Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?

a) Lectura del Evangelio Mateo 24, 37-44 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del

hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

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2. MEDITATIO ¿Qué me dice?

a) Clave de lectura: Para fijarnos en Jesús y el Evangelio

Justo antes de este texto de hoy, Mateo ha subrayado que el Hijo del hombre vendrá (Mt 24,4-35).

Ahora dice que no sabemos el momento. La alusión a la historia del diluvio (Gn 6-7) se hace como ejemplo de aquello que llega de manera repentina e imprevista en un día cualquiera; quienes no estaban preparados recibieron las consecuencias negativas. El Señor vendrá cuando todo el mundo estará haciendo su vida de cada día, viene cada día, en la vida más ordinaria. Quien está atento, vive con Él.

Jesús desvía la atención de los discípulos: de fijarse en la fecha de la

venida futura a fijarse en el presente. La preocupación de quienes seguimos a Jesús no tiene que ser cuándo se acabará el mundo, sino qué actitud tenemos que mantener mientras vivimos en este mundo. Dada la condición de ignorantes del día y la hora, se nos propone de vivir velando, para estar a punto para el encuentro con el Señor.

La imagen del ladrón refuerza esta invitación, remarcando el carácter

imprevisible de la venida de Cristo. Y con la imagen de los dos sirvientes que Mateo presenta a continuación (Mt 24,45-51), así como con las parábolas del capítulo siguiente (Mt 25,1-30), se aclara qué quiere decir

“velar”: dar fruto, cumpliendo la voluntad de Dios. Después (Mt 25,31-46) nos presenta cual será el criterio del día del juicio: el amor en el “hoy”, en el presente.

Este “velar” para “dar fruto” pasa por estar atento a lo que sucede en el

entorno y en el mundo en general; pasa por hacer discernimiento (con los demás) para descubrir qué es la voluntad de Dios en cada situación; pasa por rogar-rezar (Mt 26,41). Velar así nos mantiene firmes en la fe, nos da coraje, nos ayuda a vivir sobriamente.

En este primer domingo se ofrece una respuesta a las incertidumbres de

las personas. El profeta no espera la salvación de los hombres ni de los

poderes políticos, sino de Dios mismo. Daremos razón de la esperanza no con nuestras palabras, ni por imperativo moral, sino por un estilo de vida de quien se pone en pie, mira el horizonte, convoca a otros, ajusta velas y enfila la barca. La esperanza no es algo que tenemos sino algo que compartimos.

¿Vives confiado? ¿Te sientes lleno de miedo? ¿En quién tienes puesta la confianza? ¿Te fías?

¿Estás en vela? ¿Vives alerta, a la espera, vigilante? ¿Esperas al Señor que viene a tu vida?

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3. ORATIO: ¿Qué le digo?

Pídele a Jesús que te ayude a estar preparado, a estar disponible, a estar atento. Que el Señor nos ayude a mantener firme la fe, encendida la esperanza, alerta el amor. Demos gracias a Dios porque el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán.

a) Al comenzar un nuevo Adviento,

deseamos que se robustezca nuestra esperanza

para que no nos falten deseos

del Señor de la Vida que viene y vendrá.

Deseo que mis deseos sean apasionados,

deseo que mi espera no se enfríe,

deseo que mi caridad no decaiga,

deseo que mi oración no sea rutinaria.

Deseo que mi vida no sea de pasada,

deseo que mi corazón lata al compás de muchos otros,

deseo que mi fe no se sienta asegurada,

deseo que mi canto testimonie mi esperanza.

Sí, Señor que vienes, haznos seres llenos de deseos,

hombres y mujeres de esperanza,

que aún esperan de la vida la sorpresa

que puede regalarnos cada jornada.

Mujeres y hombres liberados

por la fuerza sorprendente de tu mirada y tu Palabra.

Hombres y Mujeres despiertos

porque se han encontrado contigo

y no pueden vivir aletargados.

Mujeres y hombres valientes

que han disuelto sus miedos al calor de tu corazón.

Hombres y Mujeres del Reino constructores

que no pueden vivir sus días

sin responder a los clamores de otros corazones.

b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...

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4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?

La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre

su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA Clave de la reflexión: Como Francisco, lee, ora y vive la Palabra de Dios en fraternidad, en comunidad. Porque el ejercicio de la Lectio Divina en fraternidad enriquece la vida de la comunidad y acrecienta los vínculos entre los hermanos, quienes son alimentados por la Palabra, leída, meditada, orada y compartida. Deja que el Espíritu Santo sea el Maestro interior que te vaya adentrando en la Palabra. ¡Qué mejor que podamos discernir los acontecimientos de la vida apoyados en la Palabra de Dios! Francisco al principio de su conversión le pedía al Señor la fe recta lo que hemos de entender el dejar atrás lo superficial, tal vez lo engañoso, y descubrir en todo la presencia viviente del Amor personal de Dios y al mismo tiempo, el valor de cada ser, como también su llamada y su destino último que es Dios mismo… Pero la fe, en todo su realismo, entraña también percatarse de que nuestro mundo está en gestación, está inacabado, está herido, y de que el mal está en él demasiado presente y de que son inciertas nuestras expectativas de felicidad. Por eso Francisco también pide ESPERANZA CIERTA, que constituye un sobresalto de optimismo, de vitalidad, la certeza de que las promesas y el compromiso mismo de Dios no pueden fracasar, que el futuro absoluto – plenitud de vida y de felicidad – está reservado a los que Dios ama: a todos los hombre y al mundo en cuanto cosmos e historia. Es la certeza de que un reino nos está preparado desde el origen del mundo (Mt

25,34, 1R 23,4) en feliz compañía y en la fruición por siempre de Dios (ParPN 4)

Ora con San Francisco:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón

Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,

sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?

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Domingo Segundo de Adviento “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Mt 3, 1-12

Invocación al Espíritu

Espíritu Santo,

tú que sembraste la esperanza

en el corazón de María de Nazaret

y alumbraste en su seno

al Salvador del mundo,

abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra

y haz que acojamos,

con esperanza y amor,

al Señor que viene

a hacer nuevas todas las cosas.

Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?

a) Lectura del Evangelio Mateo 3, 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: “Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

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2. MEDITATIO ¿Qué me dice?

a) Clave de lectura El “desierto”, dónde Juan “predicaba”, recuerda al éxodo, donde Dios interviene para liberar. Y estamos cerca de ese momento. Mateo pretende presentar a Jesús como el Hijo de Dios y a Juan como el precursor, lo presenta con los rasgos de Elías (1Re1, 8) que volvería antes del Mesías. Citando a Isaías (Is

40, 3) -libro de la consolación- se anuncia la llegada del Mesías con la invitación a convertirse y con un rito bautismal. La salvación del pueblo es obra de Dios.

El mismo anuncio que hace Juan es el que hará Jesús cuándo empiece su misión (Mt 4, 17) y el que harán aquellos que Jesús enviará (Mt 10, 7). Este anuncio viene a decir que Dios ha empezado a instaurar su reinado en medio del mundo. Y dónde se hace visible este reino es en la persona de Jesús, en sus palabras y en sus obras contundentes (Mt 12, 28). La “conversión” que pide este anuncio no es la consecuencia, ya que hace falta prepararse para acoger el Señor que viene a reinar. De ahí la imagen del camino el profeta apunta la idea de la salvación como nuevo éxodo. La descripción que Mateo hace de Juan, es situarlo como profeta, en continuidad con los profetas del AT Su forma de vestir, alimentarse... hace referencia a una vida de austeridad... Jesús lo citará más adelante Mt 11, 18: “Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonios tiene”.

Juan Bautista insiste en el juicio final de Dios es inminente (7 y 10). Jesús aparece como el Salvador (Mt 1, 21): su nombre significa el Señor salva; el nombre mismo de Jesús indica su misión: él viene a traer a los hombres la salvación de Dios. La imagen de la siega y la limpieza del grano es frecuente en la Biblia para hablar del juicio del fin de los tiempos (Is 27, 12). También Jesús la usa (Mt 13, 30).

Las palabras de Juan a los fariseos y saduceos (7-10) recogen una intuición de los profetas de la que Jesús extraerá todas las consecuencias: el hecho de ser israelita no garantiza la salvación, ni el no ser supone ser excluido de esta salvación. Porque la salvación es don de Dios, que “puede hacer salir hijos a Abraham de las piedras”. Lo que cuenta en el Reino son los hechos de cada cual, tal y como Mateo insistirá al final de su obra (Mt 25, 31-46).

Esta presentación de Juan, el precursor, apunta hacia Jesús: “quien viene tras mí”. El bautismo de Juan (6 y 11) es un simple gesto externo de la voluntad de conversión. El de Jesús expresa la vinculación personal (no meramente ritual) con Dios con Espíritu Santo y fuego.

No perdamos de vista la idea de conversión que se propone hoy: no se trata solamente de ser mejores israelitas (hoy diríamos “cristianos”), aunque también implica esto, la conversión tiene que ver con un Adviento, con un disponerse interiormente para participar en la novedad definitiva: ¡la tremenda cercanía de Dios!

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1.- El tiempo de adviento nos llama a la conversión. ¿Qué aspectos e

identificado en mí que necesitan conversión? ¿Cómo lo haré?

2.- Juan Bautista es la voz que invita a la conversión. ¿En qué forma

concreta yo puedo también ser esa voz para los demás? ¿Qué me pide

el Señor que haga durante este tiempo?

3. ORATIO ¿Qué le digo?

a) Plegaria de confianza en la Divina Providencia

Recibe, Señor,

nuestros miedos

y transfórmalos en confianza.

Recibe, Señor,

nuestro sufrimiento

y transfórmalo en crecimiento.

Recibe, Señor, nuestro silencio

y transfórmalo en adoración.

Recibe, Señor, nuestras crisis

y transfórmalas en madurez.

Recibe, Señor,

nuestras lágrimas

y transfórmalas en plegarias.

Recibe, Señor, nuestra ira

y transfórmala en intimidad.

Recibe, Señor,

nuestro desánimo

y transfórmalo en fe.

Recibe, Señor, nuestra soledad

y transfórmala en

contemplación.

Recibe, Señor,

nuestras amarguras

y transfórmalas

en paz del alma.

Recibe, Señor, nuestra espera

y transfórmala en esperanza.

Recibe, Señor, nuestra muerte

y transfórmala en

resurrección.

b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...

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4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?

La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre

su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA

Clave de la reflexión: El Papa nos explica en su encíclica Spe Salvi que

hemos sido creados con una necesidad de lo infinito, que es Dios mismo, y que por

muchas esperanzas que el hombre ponga en la Tierra, al final ninguna otra le

satisface.

“A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. Puede ser la esperanza del amor a una persona; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, aunque sea bueno, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar”. Francisco en el momento de su conversión va descubriendo que lo que antes era importante en su vida ya no lo es como era el ser armado caballero, sus esperanzas se ven frustradas, pero a la vez le va naciendo en su interior otra esperanza más profunda, por eso ante el Cristo de San Damián, pide una esperanza cierta, que es la que irá creciendo en su interior como consecuencia precisamente de su encuentro con Cristo, que será el que colme todas sus esperanzas.

Ora con San Francisco:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón

Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,

sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

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Tercer Domingo de Adviento

“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Mt 11, 2-11

Invocación al Espíritu

Espíritu Santo,

tú que sembraste la esperanza

en el corazón de María de Nazaret

y alumbraste en su seno

al Salvador del mundo,

abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra

y haz que acojamos,

con esperanza y amor,

al Señor que viene

a hacer nuevas todas las cosas.

Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?

a) Lectura del Evangelio Mt 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda

entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

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2. MEDITATIO ¿Qué me dice? a) Clave de lectura

Las señas de identidad del Mesías según Juan el Bautista se presentan con estas tres imágenes: el hacha, el bieldo y el fuego, son metáforas convergentes, no sólo porque apuntan a la misma persona, al Mesías, sino porque todas ellas anotan una característica que define a quien él anuncia: aquel día será el del juicio de Dios, que recae como castigo sobre los pecadores; de esa catástrofe sólo escaparán los justos. Dios aparece como justiciero, que venga los agravios que se le han hecho, salvo que los hombres se conviertan.

La actuación pública de Jesús no parece responder a las expectativas de Juan Bautista. Éste espera al Mesías-juez que, de forma inmediata, aplique el castigo merecido (Mt 3, 1-12). Eso explica que Juan quiera saber si Jesús es el Mesías. A pesar de sus cadenas se acerca: quiere conocer, profundizar en la persona, en lo que dice y hace. Jesús remite a sus obras con citas de Isaías (ls 35,

5-6; 29, 18; 26, 19; 42, 18; 61, 1) que hablan de salvar y dar buenas noticias. Las obras son signos visibles de la mesianidad de Jesús.

Jesús se manifiesta con unas obras entre los excluidos (4-5) y con la buena nueva a los “pobres” (5). Y envía quienes son testigos a dar la noticia, “a anunciar” (4), esta experiencia: “lo que estáis viendo y oyendo” (4).

El cumplimiento de las profecías que se dan en este relato es sorprendente. Porque quien las cumple es un pobre, Jesús. Un pobre misericordioso-solidario con los pobres. Y esto sucede en un mundo en el que muchos esperaban un Mesías guerrero que se impusiera por la fuerza. Por esto hace falta la pregunta: “¿eres tú?” (3).

Así, cuando llegue Jesús como Mesías no optará por una justicia estricta que castigue a los malos, sino por un ofrecimiento generoso de misericordia a todos los pecadores. Cuando Jesús los ve, se le conmueven las entrañas, se pone en movimiento, y pone gracia donde hay desgracia, misericordia donde hay miseria.

Cuando se marchó la embajada del Bautista, Jesús habla de Juan. Primero dice lo que no es: no es un oportunista que está “al sol que más calienta”; ni un rico cortesano. Es un profeta y, por tanto, un hombre honesto, austero, apasionado por el reinado de Dios; incluso “más que un profeta” por ser el precursor de la llegada de Dios mismo (Mal 3, 1; Ex 23, 20).

“No ha nacido de mujer uno más grande que Juan” contrasta con “el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él”. Lo nuevo supera todo lo anterior. Los que han entrado en el reino a través del seguimiento de Jesús son más que él. El reinado de Dios, que hace presente Jesús, supera al Antiguo Testamento.

“La misericordia es una de las formas como Dios hace justicia”. ¿En

qué hago consistir concretamente la misericordia, la acogida, el amor

y el perdón hacia los demás? ¿Soy más llevado/a a pedir a pedir

justicia que a ofrecerla?

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Entre las obras que Jesús enumera como signo de su identidad para los

discípulos y para el mismo Juan está la de curar. ¿La curación que yo

le pido a Dios es solamente la física? ¿Hay alguna actitud en mí que

necesite ser curada? ¿Cuál?

¿Me desconciertan las obras de Jesús? ¿Qué espero de Él? ¿Digo perder la fe

cuando no recibo una respuesta pronta a mis peticiones?

Juan Bautista preparó el camino del Señor. ¿Cómo estamos preparando este

año su venida a nivel personal, familiar y comunitario?

3. ORATIO ¿Qué le digo?

a) Tened paciencia, hermanos,

hasta el advenimiento del Señor.

En la esperanza del fruto de la tierra,

el labrador espera pacientemente,

las lluvias y el sereno sobre los cultivos.

Tened también vosotros paciencia;

fortaleced vuestros corazones.

Porque la venida del Señor está cerca (St 5,7-9).

Señor, tú estás cerca. No tengo por qué inquietarme.

Todas nuestras necesidades están ante Ti.

¡Oh Dios! Tú las conoces bien.

Las pongo ante Ti, en mi plegaria,

y desde ya te doy gracias.

Tu paz sobre nosotros supera todo conocimiento.

Custodia nuestros corazones y nuestros pensamientos,

en Cristo Jesús, el Señor (Flp 4,4-7).

Señor, crea en nosotros un corazón puro.

Para que esté ante Ti sin temor. (Del Monasterio Apostólico Piedra Blanca, Chile)

b) Oración final

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...

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4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?

La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad.

“Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA

Clave de la reflexión: La esperanza cristiana es distinta a todas las otras porque

ofrece la unión con Dios a través de Jesucristo. El Papa nos dice en su encíclica Spe

Salvi: “Nosotros necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que

día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar

todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que

abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no

podemos alcanzar. De hecho, el ser agraciado por un don forma parte de la

esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el

Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno

en particular y a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá imaginario,

situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y

donde su amor nos alcanza. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a

día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por

su naturaleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la

garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin

embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente»

vida”.

Para Francisco esto fue una gran realidad, para él la gran esperanza solo era

Dios, pues casi al final de su vida en la en la oración que compuso después de la

experiencia de la impresión de las llagas, “las alabanzas al Dios Altísimo” por dos

veces le dice a Dios “Tú eres nuestra esperanza”, es la culminación profunda de

aquella oración del principio de su conversión… “Dame esperanza cierta”, Dios es

para él esa esperanza cierta, que nada ni nadie ya le podrá arrebatar….

Ora con San Francisco:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón

Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,

sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

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Cuarto Domingo de Adviento

“Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”. Mt 1, 18-24

Invocación al Espíritu

Espíritu Santo,

tú que sembraste la esperanza

en el corazón de María de Nazaret

y alumbraste en su seno

al Salvador del mundo,

abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra

y haz que acojamos,

con esperanza y amor,

al Señor que viene

a hacer nuevas todas las cosas.

Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?

a) Lectura del Evangelio Mateo 1, 18-24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios

pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

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2. MEDITATIO ¿Qué me dice?

a) Clave de lectura

I. El contexto El “acuerdo matrimonial”) se hacía aproximadamente un

año antes del casamiento y tenía un valor legal muy parecido al del matrimonio, aun cuando los novios no vivían juntos; solo al final del año la novia dejaba la casa de sus padres y el novio la llevaba a la

suya (Mt 25, 1.13) como esposa, con todos sus derechos.

Vocación de José: El anuncio a José del nacimiento de Jesús se parece a los antiguos relatos del nacimiento de Isaac (Gn17, 19), Moisés (Ex 2), Sansón (Jue

13, 24), Samuel (1Sam 1, 18). Pero tiene un matiz, y es que es un relato de vocación, que define el papel que jugará José cuando venga Jesús al mundo.

En la Biblia los “sueños” (20) aparecen como un medio por el cual Dios se manifiesta (Gn 15, 12; Mt 2,12.13.19.22; 27, 19). También es común a toda la Biblia hablar del “ángel del Señor” (20) para expresar que Dios mismo actúa o habla. Aquí es el mensajero de Dios.

José, al darse cuenta del embarazo de su prometida decide repudiarla según la ley... José era un hombre justo (fiel a los mandatos de Dios), el ángel le llama hijo de David (titulo que se atribuye solo a Jesús), él ni podrá elegir el nombre de Jesús... Pero al final asume la perplejidad (¿noche oscura?) con la ayuda de Dios (sueño), será el esposo de María, y por ese camino de la paternidad legal le hará descendiente del rey David (Mt1, 16; Lc 1, 32)

Una cosa que queda bien afirmada en esta página es la intervención directa de Dios en el nacimiento de Jesús. Del mismo modo que en la creación del mundo se decía que el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas (Gn 1, 2), ahora se dice que María “había concebido un hijo por obra de lo Espíritu Santo” (18 y 20). Se trata, pues, no de una biografía sino de una confesión de fe sobre Jesús: Él es el Mesías, el Hijo de Dios. Los dos nombres que recibe Jesús también vienen de Dios. El primero, “Jesús” (21), lo propone el ángel, el mensajero. El segundo, “Emmanuel” (23), viene de la Escritura, de la Palabra de Dios (Is 7, 14), el “Dios con nosotros” (se repite varias veces: donde dos o más estéis reunidos en mi nombre yo estaré con vosotros) (Mt 18, 20; Mt 28, 20). Ni a José, ni a los contemporáneos de Jesús, ni a nosotros nos es fácil aceptar que un hombre concreto sea el mismo Dios... hace falta un corazón pobre para que Dios nos lo revele (Mt11, 25; 16, 17). José, con corazón de pobre obediente a la fe.

La decisión que José toma respecto a María de repudiarla en secreto está

relacionada con la búsqueda de la voluntad de Dios. ¿Cómo busco yo la voluntad de

Dios? ¿En esta búsqueda estoy dispuesto/a a salvar a las personas aunque estas estén

acusadas gravemente? Cómo familia, comunidad o grupo, ¿a qué personas concretas

hemos tratado de salvar?

Page 15: Adv de 2013

José pudo decidir porque escuchó el punto de vista de Dios.

¿Frecuentemente decido basándome sólo en “mi” punto de vista o contando solamente

con el punto de vista de las personas que la ven conmigo? ¿En qué forma voy a

proponerme escuchar y pedirle a Dios su punto de vista?

¿Qué condicionamientos a nivel personal o comunitario nos impiden decidir

según la voluntad de Dios? ¿Qué vamos a hacer para que esta navidad que se

aproxima no se quede sólo en fiestas y celebraciones de carácter social sino que nos

ayude a entrar en un camino de búsqueda y obediencia de la voluntad de Dios?

3. ORATIO ¿Qué le digo?

a) Señor Dios nuestro,

así como tocaste la vida de José,

haciéndolo parte de tu proyecto,

para que fuera el que cuidara y

protegiera a María y a tu HIJO;

así como le diste la gracia

de ser dócil a tu voz,

adhiriéndose a lo que le pedías,

de la misma manera,

derrama tu amor en nuestras

vidas, para que como José,

aceptemos todo lo que nos pides,

para que como él,

te busquemos de todo corazón,

y que como él, seamos fieles,

aún en los momentos que nos

superan y en aquellos momentos

que no entendemos,

pero que ahí te digamos un SÍ,

cada vez más pleno,

viviendo como Tú me pides,

viviendo solo por ti y para ti.

Que así sea.

Niño Dios te estamos esperando,

estamos expectantes de tu

nacimiento, aguardamos con las

mismas ansias

que tenía tu Madre

en los momentos previos,

antes de tenerte en sus brazos,

antes de apretarte en su pecho,

antes de sentir tu calor

en su corazón de Madre.

Niño Dios, te estamos esperando

y queremos que Tú nazcas

en nuestros corazones,

queremos que así como Tú

naciste de María Virgen,

nazcas en cada uno de nosotros,

para que así vivamos como Tú,

amando como Tú,

viviendo el amor como estilo,

haciendo del amor, nuestro

proyecto,

buscando amar totalmente

como lo hizo el Padre en ti.

En esta Navidad,

en cada una de nuestras familias,

en cada uno de nosotros.

Ven, ven y danos tu vida.

Ven, ven y llénanos de amor.

Ven, ven y haz que sea Navidad

en nosotros.

Que así sea

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b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...

4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?

La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA

Clave de la reflexión: La esperanza es un don que cambia la vida de quien lo

recibe, como demuestra la experiencia de muchos santos en este caso como Francisco. Como resumen de la enciclica "Spe salvi", resaltamos: La esperanza «Consiste en el conocimiento de Dios, en el descubrimiento de su

corazón de Padre bueno y misericordioso». Esta esperanza es nuestra salvación.

Jesús nos ha revelado el rostro de un Dios tan grande en el amor que nos ha dado una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede resquebrajar, pues la vida de quien confía en este Padre se abre a la perspectiva de la felicidad eterna».

Jesús es nuestra esperanza: más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud y

que por ello transforma desde dentro la vida y el mundo. La esperanza crece con la oración, la acción, el sufrimiento y el Juicio de

Dios. Francisco vivió todo esto porque Dios le fue concediendo a lo largo de su vida lo que él le pidió al principio de su conversión, y supo en quien poner su esperanza, por eso podemos decir con rotundidad que Francisco es un hombre de “esperanza cierta”. Y "María, estrella de la esperanza", se la

fue iluminando.

Ora con San Francisco:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón

Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,

sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

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VIGILIA DE LA INMACULADA MARÍA, MADRE

DEL SÍ

1.- INTRODUCCIÓN

En su momento, María supo decir sí

a Dios, y merced a esa respuesta nos

brindó Cristo su presencia en nuestro

mundo, en nuestras vidas. Hoy, al igual

que a María hace dos mil años, también a

nosotros nos pide Dios que le ofrezcamos

nuestro sí generoso y esperanzado.

Porque Adviento es esperar caminando al

Dios que nos viene; es sentir nostalgia de

su amor, y contárselo.

Nadie mejor que María sabe de

esperas y de esperanza. Por ello, en esta

celebración de su Inmaculada

Concepción, queremos acogernos a su compañía, para andar

con Ella el camino del Adviento. Y, ¿qué mejor modo de

acompañarla que seguir su ejemplo? Así, en esta noche de

oración, reflexionaremos acerca del Adviento de María a partir

de las tres grandes enseñanzas que, con su silencio, nos dejó: la

fe, la esperanza, y el amor. La más grande es el amor (1Co 13,

13).

2.- LA ANUNCIACIÓN (MARÍA, MADRE DE LA FE)

a) Canto: (apropiado de la Virgen)

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b) Lectura (Lc 1,26-38)

El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de

Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida a un hombre

llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo:

- Alégrate, favorecida, el Señor está

contigo.

Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase

de saludo era aquél.

El ángel le dijo:

- No temas, María, que gozas del favor de

Dios. Mira, concebirás y darás a luz un

hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande,

llevará el título de Hijo del Altísimo: el

Señor Dios le dará el trono de David su padre, para que reine

sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin.

María respondió al ángel:

- ¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón?

El ángel le respondió:

- El espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo le hará

sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de

Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su

vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.

Pues nada es imposible para Dios.

Respondió María:

- Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu

palabra. El ángel la dejo y se fue.

C) SILENCIO

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D) SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA (S.Francisco)

Salve, Señora, santa Reina,

santa Madre de Dios, María,

que eres virgen hecha Iglesia y

elegida por el santísimo Padre del

cielo, a la cual consagró Él con su

santísimo amado Hijo y el Espíritu

Santo Paráclito,

en la cual estuvo y está toda la

plenitud de la gracia y todo bien.

Salve, palacio suyo;

salve, tabernáculo suyo;

salve, casa suya.

Salve, vestidura suya;

salve, esclava suya;

salve, Madre suya y todas vosotras,

santas virtudes,

que sois infundidas por la gracia e

iluminación del Espíritu Santo en

los corazones de los fieles, para que

de infieles hagáis fieles a Dios.

«Santa Virgen María, no ha nacido

en el mundo ninguna semejante a ti

entre las mujeres,

hija y esclava del altísimo y sumo

Rey, el Padre celestial, Madre de

nuestro santísimo Señor Jesucristo,

esposa del Espíritu Santo:

ruega por nosotros... ante tu

santísimo amado Hijo, Señor y

maestro» (S. Francisco, Antíf O.la Pasión).

Salve, por ti resplandece la dicha;

Salve, por ti se eclipsa la pena.

Salve, levantas a Adán, el caído;

Salve, rescatas el llanto de Eva.

Salve, ah cima encumbrada a la

mente del hombre;

Salve, abismo insondable

a los ojos del ángel.

Salve, tú eres de veras

el trono del Rey;

Salve, tú llevas en ti

al que todo sostiene.

Salve, lucero que el Sol

nos anuncia;

Salve, regazo del Dios

que se encarna.

Salve, por ti la creación se renueva;

Salve, por ti el Creador nace niño.

Salve, ¡Virgen y Esposa!

Salve, ¡Virgen y Esposa!

Salve, tú guía al eterno consejo;

Salve, tú prenda de arcano misterio.

Salve, milagro primero de Cristo;

Salve, compendio de todos los

dogmas.

Salve, celeste escalera

que Dios ha bajado;

Salve, oh puente que llevas los

hombres al cielo.

Salve, de angélicos coros

solemne portento: Salve, de turba

infernal lastimero flagelo.

Salve, inefable, la Luz alumbraste;

Salve, a ninguno dijiste el secreto.

Salve, del docto rebasas la ciencia;

Salve, del fiel iluminas la mente.

Salve, ¡Virgen y Esposa!

Salve, ¡Virgen y Esposa! (KATHISTOS)

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(En este momento, libremente, podemos repetir en voz alta aquella frase que más nos ha

llamado la atención, o compartir alguna reflexión que esta oración nos haya suscitado.)

3.- LA VISITACIÓN (María, Madre de la esperanza)

a) Canto (apropiado de la Virgen)

b) Lectura: (Lc 1,39-56)

En aquellos días, se levantó María y se fue con

prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;

entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María,

saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de

Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú

entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí

que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a

mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.

¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le

fueron dichas de parte del Señor!»Y dijo María:

«Engrandece mi alma al Señor

y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava,

por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán

bienaventurada,

porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su

nombre y su misericordia alcanza de generación en generación

a los que le temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son

soberbios en su propio corazón.

Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.

A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.

Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como

había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su

linaje por los siglos.»

María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su

casa.

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c) Reflexión: Dar razón de nuestra esperanza

Si somos hombres y mujeres de

esperanza, tiene que notarse. La esperanza no

sólo se cree, sino que se vive. Nuestra vida

tiene que estar iluminada por los resplandores

de esta virtud, así podremos contagiar a los

demás. Y no basta ofrecer razones

intelectuales, hemos de presentar razones

existenciales.

Si somos hombres y mujeres de esperanza:

- Viviremos con alegría, porque estamos salvados.

- Viviremos en confianza, porque estamos en buenas manos.

- Superaremos los miedos, porque no estamos solos.

- No guardaremos tesoros, porque son relativos.

- No cultivaremos rencores, porque Dios es nuestra justicia.

- No nos apegaremos a la vida, porque no es un absoluto.

-Viviremos el presente, pero esperando.

-Sembraremos cada día, aunque la cosecha se retrase.

- Adelantaremos el futuro, con oración y trabajo.

- Proclamaremos que nada ni nadie podrá quitamos esta

esperanza, ni siquiera la muerte, porque Dios es lo último,

porque es el más fuerte, y Él nos espera.

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d) Peticiones. (Estas tres preces son una sugerencia. Pueden ser sustituidas por otras, y en

cualquier caso se invita a los hermanos a pedir, de forma espontánea, por aquellas

necesidades que les preocupen en su vida, en la comunidad y en la Iglesia)

Señor, te pedimos por la intercesión de María Inmaculada, Esperanza nuestra.

1.- Para que a ejemplo tuyo sepamos guardar en nuestro

corazón las Palabras de Jesús y crecer en la Esperanza. R. María

ampáranos.

2.- Por todos los que viven apartados de Cristo para que

encuentren en ti la luz que necesitan y la gracia de la conversión. R.

María ampáranos.

3.- Por los enfermos para que por medio de María, nuestra

Esperanza, recuperen su salud. R. María ampáranos.

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4.- MARÍA, TESTIGO DEL AMOR

a) Canto (apropiado de la Virgen)

b) Lectura: Lc 2, 1-8 . 15-19

Por entonces se

promulgó un decreto del

emperador Augusto que

ordenaba a todo el mundo

inscribirse en el censo. Este fue

el primer censo, realizado

siendo Quirino gobernador de

Siria. Acudían todos a

inscribirse, cada uno en su

ciudad. José subió de Nazaret,

ciudad de Galilea, a la ciudad

de David en Judea llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia

de David– a inscribirse con María su esposa, que estaba encinta.

Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo

primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque

no habían encontrado sitio en la posada.

Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los

rebaños a la intemperie. Fueron aprisa y encontraron a María, a José y

al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían

dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que

contaban los pastores. Pero María lo conservaba y meditaba todo en

su interior.

C) SÍMBOLO: (Se colocan delante del altar UN RECIPIENTE donde se echa agua

y se bendice)

El agua nos recuerda nuestro bautismo, la fe de la Iglesia que

recibimos de nuestros padres, y que un día, en la confirmación y en la

profesión religiosa, nos comprometió con Jesucristo. Nos recuerda la

esperanza de llegar a ser hombres nuevos muriendo al hombre viejo.

Jesús es el Alegre Mensajero que anuncia la inauguración

inminente del Reino de Dios en beneficio de los pobres. El gran

testimonio de fe, esperanza y caridad lo tenemos en María.

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El tiempo de Adviento es la gran invitación a ponernos en la

piel de María, el gran modelo: abre su corazón a la fuerza de Dios y

permite que se hagan realidad las esperanzas de los profetas. Ella es

modelo de confianza en Dios y modelo de caridad. Todos aquellos que

queremos ir de la mano de María en este Adviento.

(Podemos acercarnos al altar y hacer la señal de la cruz, mojando la mano en el agua bendita, y

se recoge una cartulina con esta oración u otra que veáis mejor para recitarla todos juntos al

final...)

d) Oración final (de pie, todos juntos)

Santa María,

modelo de mujer y madre,

Santa María, madre nuestra,

acompaña nuestro esfuerzo

por construir un mundo más justo

y solidario.

Bajo tu amparo nos acogemos, Madre.

Pon fortaleza en nuestras vidas débiles.

Ven con nosotros al caminar,

Santa María del Camino.

Tú, la mujer servicial,

atenta siempre a los demás,

líbranos de nuestros egoísmos;

líbranos de hacer un mundo

donde unos esclavicen a otros.

Dichosa tú, porque has creído.

Dichosa tú, porque no perdiste la esperanza.

Dichosa tú, porque escuchaste

la Palabra y la hiciste carne con tu Amor.

Santa María, Madre de Dios,

acompáñanos a lo largo del Adviento.