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Universidad Nacional de Córdoba
Facultad de Filosofía y Humanidades
Escuela de Letras
Licenciatura en Letras Clásicas
Filología Latina I
Prof. Marcos Carmignani
“La ira de Juno en el ciclo tebano de Metamorfosis de Ovidio en
contraste con su actuación en Eneida de Virgilio”
Agüero Solis Amparo
25/02/2013
0. Introducción
La Metamorfosis de Ovidio es una obra que, como afirma MACK (1998: 99), no se parece a
nada que se haya escrito y, sin embargo, puede encontrarse en otras obras todo lo que en ella se
lee. La composición poética de Ovidio en general se ha caracterizado por una transformación e
innovación continuas, lo que le ha permitido tratar los mismos temas desde diversas perspectivas.
En este sentido, Metamorfosis se establece como la expresión más diáfana de su ingenium,
resultando innovadora no sólo en el marco del corpus ovidiano, sino también, y especialmente, en
el conjunto de los escritores más sobresalientes de su época, como afirman ÁLVAREZ e IGLESIAS
(2011:24):
“Todos sus conocimientos, la actitud de crítico literario hacia sus predecesores, sean fuentes o modelos
literarios, la innovación que quiere que represente su epos frente a la Eneida, la mezcla de géneros, la
ordenación de la obra y, en definitiva, la novedad de la misma y las intenciones que en ella subyacen,
están magistralmente indicados en el enjundioso proemio de sólo cuatro versos (I.1-4).”
En este proemio no sólo se expone qué se va a tratar sino también cómo se llevará a cabo. Ya
la característica de sus versos, sólo hexámetros, evidencia que no se tratará de otro poema
elegíaco, como los de sus primeros tiempos, ni de una elegía narrativa como la de Fasti:
In noua fert animus mutatas dicere formas
corpora; di, coeptis (nam vos mutastis et illa)
adspirate meis primaque ab origine mundi
ad mea perpetuum deducite tempora carmen.1
Por un lado, parece claro que quiere componer una epopeya pero, por el otro, no quiere imitar
a Virgilio, de quien se aparta en el primer verso con el uso del dicere en vez del cano virgiliano.
Por otra parte, el objeto del cano en En. I.1 era un héroe y la armas, temática propiamente épica
(como en Homero). En Ovidio, en cambio, el objeto son las mutatas formas, con lo cual, según
opina LATACZ (1979: 140-145), Metamorfosis se insertaría en la tradición de los Sachenepen (cuyo
representante más antiguo sería la Teogonía de Hesíodo). Sin embargo, también anuncia que va a
contar esas formas de modo cronológico, práctica propia de los Heldenepen característicamente
homéricos, por lo que nos encontramos desde el principio con una epopeya híbrida de épica
heroica cronológica y épica de cosas no cronológica.
1Seguiremos la edición de TARRANT (2004) de Metamorfosis y de GREENOUGH (1900) de Eneida.
Con respecto a su relación con el texto virgiliano, HARDIE (1990: 225-226) sostiene que la
trágica historia de Cadmo y Tebas en Met. III y IV está construida con constantes referencias a la
gran épica de Roma y se constituye como la primera “Anti-Eneida”. La alusión a Eneida es
particularmente densa al comienzo de la narrativa tebana, sobre todo con respecto a la temática del
héroe fundador exiliado, lo que prepara al lector para ampliar la comparación de las dos narrativas.
HARDIE (1990: passim) analiza cada uno de los elementos que hacen a la construcción de esta
“Anti-Eneida”, y sostiene que una de las estrategias de las que se vale Ovidio en su uso de Eneida
es la de la “imitación combinada”: toma características de libros separados y los une en una misma
circunstancia. Revisa, entonces, la relación de la sección tebana con el poema virgiliano desde tres
puntos: el desarrollo de una leyenda de fundación; la tensión entre el hombre dentro de los muros
de la ciudad y fuera de ellos, en el mundo natural; y la repetida intervención de un dios vengativo
como modo de estructurar la narrativa.
El objetivo de este trabajo será analizar la figura de la diosa Juno en la “historia tebana” de
Metamorfosis de Ovidio (III.1-IV.603) en comparación con la construcción que hace de ella
Virgilio en su Eneida. Tomando como punto de partida la hipótesis de HARDIE (vide supra), se
argumentará que, en el marco de su construcción deliberada de una “Anti-Eneida”, Ovidio
desarrolla una Juno que tiene un status mucho menor que el de la Juno virgiliana y la priva de
cualquier elemento que pueda otorgar dignidad a su accionar.
La metodología de trabajo consistirá en el análisis de los pasajes ovidianos seleccionados en
comparación con aquellos pasajes de Eneida que Ovidio rescribe. Se llevará a cabo, en primer
lugar, una revisión de (1) la épica ovidiana y su relación con Virgilio y (2) el papel de los dioses
en Metamorfosis de Ovidio, para poder analizar luego, a partir de una consideración de (3) el papel
de Juno en Eneida, (4) las apariciones de Juno en el ciclo tebano de Metamorfosis de Ovidio, y,
finalmente, presentar (5) las conclusiones.
1. La épica ovidiana y su relación con Virgilio
Habíamos dicho que Metamorfosis era una epopeya que seguía su propio estilo. Las posturas
de los críticos al respecto resultan antagónicas, desde quienes consideran que es una épica al estilo
homérico hasta los que niegan su epicidad; posturas intermedias hablan de Metamorfosis como
una epopeya sui generis, para-epopeya, épica paródica, épica burlesca e incluso anti-épica.2
El poema tiene, a diferencia de toda la narrativa elegíaca o neotérica, la simetría, elevación y
otras características de la épica, pero presenta también particularidades que lo diferencian 2 Para una revisión completa de esta temática cf. ÁLVAREZ e IGLESIAS (2011: 90-94).
totalmente de la épica homérica y helenística. Ovidio adapta una amplia gama de fuentes literarias
en el tejido del hexámetro de Metamorfosis, a partir de la alineación del poema con códigos
temáticos y estilísticos de la gran épica y mediante el uso sostenido de los códigos de la elegía y de
la tragedia, e incluso de modos filosóficos, religiosos, hímnicos, funerarios, legales, oraculares y
novelísticos. Como historia universal, Metamorfosis es también una historia literaria universal. En
esto vemos la sutileza y la sofisticación de la incursión de Ovidio por la épica (cf. KEITH, 2002:
268).
En general, son los cuatro últimos libros los que pueden ofrecer más datos para la
comparación con la épica anterior, ya que en ellos se narra lo que se ha llamado la “Ilíada”,
“Eneida” y “Odisea” ovidianas. ÁLVAREZ e IGLESIAS (2011: 94ss.) sostienen que, en lo que a las
obras homéricas se refiere, está claro que Ovidio muestra sus preferencias por la épica de viajes y
aventuras antes que por la bélica. El mayor problema se plantea a la crítica con Eneida. Según
apunta GALISNKY (1975: 217-251), Ovidio se sirve de tres técnicas distintas en su utilización de
Eneida: reducción de episodios, expansión y cambio de énfasis. Su interés por la uarietas lo lleva,
asimismo, a colocar fuera de Eneida episodios auténticamente virgilianos y les da un nuevo
sentido, de modo que el resultado es extremadamente ovidiano (cf. ÁLVAREZ e IGLESIAS, 2011:95).
Las autoras concluyen con HOFMANN (1985: 223-241) que, en relación con Virgilio, se crea en
Ovidio lo que se llama una épica alternativa, “que implica un alegre lusus erótico con matices
cómico-heroicos, chispa y humor, algo de parodia y sobre todo ambigüedad irónica” (ÁLVAREZ e
IGLESIAS, 2011: 96).
2. Los dioses en Metamorfosis de Ovidio
Una de las novedades más significativas de esta “épica alternativa” de Ovidio se aprecia en el
tratamiento que hace del mito. GALINSKY (1975: 16ss.) sostiene que Ovidio pone especial énfasis
en la función narrativa del mito, porque él es fundamentalmente un narrador. El mito como
narración pierde parte de la veracidad que todavía se encuentra en Virgilio y, por tanto, ya no tiene
la función de proporcionar soluciones morales ni refiere a planteamientos metafísicos específicos o
al culto. ÁLVAREZ e IGLESIAS (2011: 97ss.) afirman que este énfasis moderniza el mito ovidiano y
lo hace entretenido. Tal modernización se puede ver especialmente en la humanización de los
dioses quienes, como afirma DUE (1974: 164-165), poco revelan sobre la religión romana.
ÁLVAREZ e IGLESIAS (2011: 98) señalan que una de las innovaciones de Ovidio en este campo
es haber otorgado a sus divinidades una conducta humana sin devolverles el aspecto de su
majestad o papel ideal, se banaliza su divinidad, haciendo que su respuesta a los ruegos de los
hombres tenga una importancia relativa. Al mismo tiempo, la conducta propia de los dioses se
extiende a los hombres, eliminando las barreras entre la esfera divina y humana.
En este contexto, una de las temáticas recurrentes que funciona como elemento de unión entre
los episodios de esta obra compuesta por más de doscientas cincuenta historias, es el de la cólera
divina, sobre todo la de Juno contra las paelices que atraen a su lujurioso Júpiter. El rol de los
dioses en conexión con las metamorfosis humanas constituye una preocupación central en el
poema de Ovidio. Los mitos originales eran muy claros respecto del papel de los dioses, no
especulaban: si se ofendía a un dios se recibía una metamorfosis como castigo o, en ocasiones, se
recibía un nuevo cuerpo a modo de recompensa por algún beneficio propiciado a los dioses. Pero
Ovidio no sólo ve la oportunidad de examinar las razones para las metamorfosis, sino que también
cuestiona e indaga acerca de si la divinidad fue o no justa y nos invita, así, a juzgar el
comportamiento de los dioses.
ANDERSON (1996: 9ss.) sostiene que la relación entre dioses y hombres es bastante injusta
según Ovidio la presenta en los libros I a V: los dioses castigan a los mortales por cualquier razón,
pero ellos nunca sufren. En el momento que se enojan, desahogan su ira usualmente en blancos
inofensivos. El injusto poder de los dioses y la debilidad de los seres humanos para detener su
injusticia hacen del mundo de Ovidio uno muy diferente del de sus predecesores del período de
Augusto como Virgilio, Horacio y Livio.
3. Juno en Eneida
WILDMAN (1908: passim) analiza la figura de la diosa Juno como personaje motor de todas las
acciones en Eneida, y argumenta que es ella la única que representa la oposición necesaria para
llevar la historia a los límites exigidos por la épica a fin de que se cumpla su propósito: la
exaltación del héroe y, a través de él, la de toda la raza romana. Al estudiar la figura de Juno como
un personaje que constantemente detiene el avance de los eventos, el autor parte de tres premisas:
(i) Juno, en su función de antagonista, es responsable de una gran parte de las principales acciones
en Eneida; (ii) constituye un importante elemento revitalizador y humanizador; y (iii) Eneida debe
su unidad tal vez no a la persona de Juno pero sí a su ira.
Tras un exhaustivo análisis de las diversas intervenciones de Juno a lo largo del poema
virgiliano, WILDMAN (1908: 29) llega a la conclusión de que no sólo no es arriesgado afirmar que
es el personaje de la diosa quien resulta en última instancia responsable por todas las acciones en
Eneida, sino que incluso resulta claro que su personaje, por más divino que fuere, ofrece a la obra
un tono muy humano cada vez que habla o actúa. Afirma que una carencia que presenta Eneida
para el lector moderno es justamente la falta de interés humano (siendo excepción de esto el
episodio de Dido), pero que el poeta se ha encargado de trazar una Juno particularmente humana y
todo lo que ella hace, con algunas excepciones, podría ocurrir en el curso natural de los eventos:
“En una obra en la que el héroe es un compuesto de abstracciones, Juno, fuerte, apasionada,
determinada, intensamente humana, aporta enormemente a la atmósfera humana de la obra. En una
imagen en la que el héroe queda en tonos muy pálidos, la figura de Juno añade los muy necesitados
colores.” (WILDMAN, 1908: 29)3
Finalmente, WILDMAN (1908: 29) concluye que, así como Ilíada es la narración de la cólera
de Aquiles, también Eneida podría pensarse como la narración de la cólera de Juno. En ambas
obras la historia es sobre la cólera, cólera tan intensa, tan persistente, tan implacable que directa o
indirectamente se hace presente en cada acción, en cada personaje. No es que Juno aparezca en
toda ocasión (como tampoco lo hace Aquiles en Ilíada), pero el suyo es el único interés
verdaderamente apasionado que atraviesa toda la obra, uniendo sus episodios separados en una
unidad. Dramáticamente, Eneas es el personaje principal, pero individualmente Juno adquiere
preeminencia. Juno sin Eneas no tendría nada que hacer y sin embargo su cólera se puede sentir
tan profundamente mezclada con la obra y la acción del poema es tan enteramente consistente con
su cólera que Virgilio podría haber empezado su épica con “Canta, oh musa, la cólera de Juno” (cf.
WILDMAN 1908:29).
4. Juno en la Narrativa Tebana de Ovidio
La narrativa tebana de Ovidio se encuentra enmarcada por la llegada y la partida de Cadmo,
pero, como señala HARDIE (1990: 231), no es él actor en los episodios intermedios al modo en que
Eneas y sus aventuras lo son en la narrativa de Eneida. La unidad entre estos episodios, afirma,
surge por medio de repeticiones temáticas y estructurales. Entre esas estrategias diversas, la
estructura narrativa recurrente que une todas las historias tebanas (con la excepción de las
canciones insertas de las Mineides) es la de la intervención de un dios vengativo para castigar a un
mortal que anda errante. Si bien Juno no es la única diosa vengativa del ciclo tebano, Ovidio
consigue por variados medios aumentar su importancia. En primer lugar, ella tiene fundamentos
particulares para su hostilidad: tanto la prior causa (Met. III.258-260) de Europa como la causa
recens (Met. III.260) del affaire de su marido con Sémele. En segundo lugar, los dos episodios de
Juno enmarcan el importante subargumento del nacimiento y crianza de Baco. En tercer lugar, el
3 Traducción nuestra.
episodio de Ino, con su elaborada maquinaria tartárea, funciona como el clímax para toda la
secuencia de venganzas divinas que recorre la historia del linaje de Cadmo (cf. HARDIE 1990: 231-
232).
Como señala OTIS (1970: 128ss.), Ovidio no sigue ningún orden cronológico o mitológico en
su compendio de historias de venganzas divinas en el ciclo tebano. El autor sostiene que Ovidio
claramente coloca a Acteón en primer lugar para poder otorgar una introducción apropiada a Juno.
La excesiva venganza de Diana está pensada para incitar a su implacable hermana, para alimentar
sus celos y su malicia. Juno, a diferencia de los otros dioses, no se preocupa por la justicia del
obrar de Diana sino sólo por la lección que le deja a ella misma. Se alegra con el sufrimiento de
Acteón porque él es un descendiente de la genealogía tebana a la que pertenecía Europa (declarada
su enemiga); pero el “castigo” de Acteón le recuerda, además, a otra sucesora tebana de Europa, la
hija de Cadmo, Sémele, que aún permanece sin castigo. A su vez, de Sémele nace Baco, de quien
surge otro incentivo al enojo de Juno: en efecto, este “nacido de una adúltera” (de paelice natus,
Met. IV.422), puede castigar a Penteo, a los marineros tirrenos y a las Mineides, mientras que Juno
parece ser incapaz de castigar a nadie. Pero ahora Baco, como Diana, le ha mostrado el camino
(ipse docet quid agam, Met. IV.428) y esta vez la imitación (el episodio de Ino) es, indica OTIS
(1979: 131), una horrible parodia del episodio de Penteo. El último acto de la venganza de Juno es
completado con la transformación de Cadmo y Armonía en serpientes.
La elección de esta unidad narrativa proporciona a Ovidio la ocasión para una cercana
imitación de Eneida y la Juno de esta sección está claramente basada en la Juno de Eneida,
aportando mucho material a Ovidio para su “Anti-Eneida”.
Así como la estructura más básica de Eneida, la separación entre primera y segunda parte, está
señalada por una doble intervención de Juno buscando agentes de su ira (En. I.34ss. y VII.285ss.),
también en la historia de Cadmo y su familia encontramos dos intervenciones de Juno detrás de su
ira y su odio: contra Sémele en Met. III.256ss. y contra Ino en Met. IV.420ss. Ambas apariciones
hacen eco de las intervenciones virgilianas y a continuación delimitamos las diferencias que
surgen en la Juno de Ovidio en la medida en que éste reescribe los pasajes de Eneida.4
4 Hay, además, dos intervenciones de Juno en el ciclo tebano de Metamorfosis, aunque éstas no resultan centrales ni
reescriben explícitamente pasajes virgilianos. Se trata de las intervenciones de la diosa contra Tiresias (Met. III.332-
38) y contra Eco (Met. III.362-5). De la segunda tal vez valga la pena rescatar la temática de una paelex impulsando
una acción drástica de Juno (enmudecer a Eco porque ésta la entretenía cuando podía descubrir a las ninfas sub
Ioue…suo…iacentes, Met. III. 363). En ambos caso se trata de contextos cotidianos y de poca altura épica y, sin
embargo, en ambos se refiere a Juno con el epíteto épico Saturnia.
4.1. Juno contra Sémele (Met. III.253-315)
El acercamiento de Juno a Sémele es simple y directo: la diosa misma se disfraza de la
nodriza Béroe y engaña, quizá muy fácilmente, a la ignaram (Met. III.287) Sémele para que se
dirija hacia su destrucción. En el monólogo que pronuncia, Ovidio nos presenta una poderosa
retórica con reminiscencias a Virgilio.5 Como señala HARDIE (1990: 232ss.), el método reescribe
hábilmente la primera aparición de Juno en Eneida (I.12-79) donde la diosa expresa su deseo6 de
que, así como Palas pudo contra los barcos griegos, ella pueda también apartar a sus enemigos de
las costas de Italia. También la Juno ovidiana expresa su deseo de usar el arma de Júpiter contra su
enemiga: cf. summergere ponto (En. I.39-40) y mersa…penetrabit in undas (Met. III.272); Iouis
rapidum iaculata e nubibus ignem (En. I.42) y ab Ioue suo (Met. III.270). En Eneida Juno
consigue en cierto modo su propósito mediante los rayos, los truenos y la tormenta (cf. En.
I.90ss.); la Juno ovidiana elabora una venganza más gratificante al conseguir que el propio Júpiter
use su rayo contra la concubina. Su disfraz7 nos recuerda al episodio en En. VII.286-640 donde
Juno envía a Alecto a enloquecer a Amata, madre de Lavinia, y a hablar con Turno, para lo cual la
Furia se disfraza de la anciana sacerdotisa de Juno, Cálibe: cf. in uultus sese transformat anilis / et
frontem obscenam rugis arat, induit albos / cum uitta crinis (En. VII.416-418) - simulauit anum
posuitque ad tempora canos / sulcauitque cutem rugis (Met. III.275-276). Pero el nombre de la
nodriza de Sémele, Beroe (Met. III.278), refiere a otro modelo virgiliano, el disfraz de Iris como la
anciana troyana Beroe cuando es enviada por Juno en En. V.603-699 a persuadir a las mujeres
troyanas para que prendan fuego los barcos, cf. fit Beroe, Tmarii coniunx longaeua Dorycli (En.
V.620).
Al comenzar su discurso, la Juno ovidiana agrupa tres oraciones condicionales a fin de
argumentar que su propia existencia depende de la destrucción de Sémele. Pero, según ANDERSON
(1996: 363ss.) indica, los argumentos manejan un lenguaje que destruye su validez y la
justificación de matar a su rival: tanto rite (v.264) como decet (v.265) introducen un criterio moral
que los lectores podemos usar para cuestionar el comportamiento de la diosa; además, no hay
registro de que Juno fuera llamada maxima en las prácticas religiosas romanas; por otra parte, el
contenido de la última condicional, regina Iouisque / et soror et coniunx (vv.265-266), está
tomado directamente de En. I.46-47, donde Juno también se encuentra pronunciando un
5 cf. Texto 1.
6 cf. Texto 2.
7 cf. Textos 3 y 4.
monólogo8 pero la diferencia en el contexto ayuda a marcar la diferencia entre las diosas en las dos
obras. Así, el añadido respecto del pasaje virgiliano, certe soror, hace de Juno aquí una simple
arpía que cuestiona ella misma la validez de su propio status como esposa. La propia identidad de
la Juno ovidiana, como vuelve a insistir en v.270 con nec sum Saturnia si non, depende de la
venganza contra esta muchacha. Esto la coloca muy alejada de la Juno de Virgilio que al menos
tenía preocupaciones nacionales (cf. ANDERSON, 1996: 364) y el uso del epíteto épico Saturnia no
hace más que remarcar la distancia entre la dignidad épica de la Juno virgiliana y esta Juno que ha
perdido la confianza en su propia identidad como esposa del gran Júpiter.
4.2. Juno contra Ino y sus compañeros (Met. IV. 416-562)
Cuando llegamos a la próxima intervención de Juno en la segunda mitad del libro IV, las
familias de dos hijas de Cadmo, Autónoe y su hijo Acteón, y Ágave y su hijo Penteo, han sido
desoladas, y una tercera hija, Sémele, madre de Baco, ha muerto. Sólo quedan Ino, su esposo
Atamante y sus dos hijos para llevar adelante el linaje de Cadmo. Aunque ayudó a criar a Baco y
participó en el desmembramiento de Penteo, Ino se nos presenta como sin culpa y felizmente
inmune, hasta el momento, a la hostilidad de Juno (cf. ANDERSON, 1996: 458ss.). La diosa, como
con Calisto en el libro I, ha estado esperando el momento oportuno y ahora, ofendida por lo que
ella percibe como el orgullo de Ino hacia Baco, dedica sus esfuerzos a destruirla. Esto implicará el
descenso al mundo infernal para el reclutamiento de la ayuda de Tisífone, hermana de Alecto
(utilizada por Virgilio en En. VII para llevar adelante los destructivos propósitos de Juno contra
los troyanos).
Ovidio, al igual que Virgilio, hará uso de ecos verbales y temáticos para unir estos dos
episodios fundamentales. En ambos casos es la idea de una paelex (Met. III.258; IV.422) que irrita
a Juno. La diosa mostrará su poder contra Sémele sumergiéndola en las aguas Estigias (Met.
III.272, mersa), alusión a la intención de la Juno virgiliana de hundir los barcos troyanos (En. I.40,
summergere, 69, submersa), pero también un presagio del final de Ino y su hijo sumergidos en el
mar.
El ataque de Juno contra Ino también comienza con un monólogo9 con pronunciados ecos
verbales de Virgilio:
nec tulit et secum: 'potuit de paelice natus
8 cf. Texto 2.
9 cf. Texto 5.
uertere Maeonios pelagoque inmergere nautas… (Met. IV. 422-423)
Del libro I de Eneida, Ovidio repite el secum elíptico que abre el monólogo de Juno (En. I.37)
y alude al ejemplo que da Juno de Palas que pudo sumergir en el mar a los griegos (v. 40, potuit
summergere ponto) –es característico de Juno recriminar su propia impotencia y luego tomar una
medida drástica; así ocurre en ambos poetas–.10
Pero, como analiza claramente HARDIE (1990:
233ss.), el trágico final de Ino es el resultado de una larga y cuidadosa reescritura del episodio de
Juno y Alecto en Eneida VII.11
En ambos casos, las drásticas intervenciones de Juno ocurren en un
punto en el que se ha alcanzado cierta estabilidad en las relaciones (entre Tebas y los dioses en
Ovidio por la aceptación general de Baco, y entre Italia y los troyanos en Virgilio). Además, en
ambos casos Juno recurre a una de las Furias: Ovidio varía el modelo virgiliano sustituyendo a
Alecto por su hermana Tisífone, aunque así también nos recuerda que Eneas se encontró con
Tisífone en su descenso al Hades en el libro VI.
La manera en que Juno se acerca a Tisífone nos recuerda más a la escena entre Juno y Eolo en
Eneida I que a la abrupta evocación de Alecto en Eneida VII por la cuidada descripción del lugar
en el que vive el poder solicitado y las “órdenes, promesas y súplicas”12
(Met. IV.472) con las que
Juno inunda a las Furias (el discurso dirigido a Eolo en Eneida I es singularmente conciso –dos
versos de alabanza, dos de queja, dos con el pedido y cinco con la recompensa–13
y con él Virgilio
nos ofrece una perfecta definición de la retórica de la diosa, cf. WILDMAN, 1908: 26) y la respuesta
de Tisífone (Met. IV.476-8) es tan obediente como la de Eolo (En. I.76-80).14
El final de Ino se prevé al comienzo del monólogo de Juno (IV.422ss.) donde la diosa pone en
práctica los exempla de la venganza que ha logrado Baco contra los marineros tirrenos, Penteo y
las Minieides. Como señaló HARDIE (1990: 232), el que Juno tenga éxito al repetir, en el caso de
10 Dice WILDMAN (1908: 26) sobre el monólogo de Juno en Eneida I: “In her first appearance, she is in a genuine
Homeric mood. The Trojans, laeti, is sufficient cause. The speech that follows is perhaps the most subjective of her
speeches. It begins and ends with thoughts of self. The proud Queen of Heaven is strongly indignant at the thought of
defeat and expresses her haughty pride in a monologue great in vehemence and force […] Note, too, her feminine
hatred of rivals; how the achievements of Pallas rankle in her heart, against which she pictures the humiliating position
which she herself, wife and sister of Jove though she be, must hold, if she is unable to keep the Trojans away from
Italy. Her pride is touched and deeply touched.” Estas palabras podrían referirse también al monólogo ovidiano, Juno
también está indignada y siente que su orgullo ha sido herido, las causas de una y otra marcan claramente el
distanciamiento que hay entre las distintas figuras de la misma diosa. 11
Aquí también la Juno virgiliana pronuncia un vehemente monólogo de indignación (cf. texto 6) y WILDMAN (1908:
27) nos dice: “Juno has tried every shift of divinity; she, the magna coniunx Iovis, has lowered herself in recourse to
every device, only to be conquered –ab Aenea; mark how this phrase is contemptuously held till the end of the
sentence. Balked? Not she. If Heaven's ear is deaf, why! then the powers of Hell must be summoned.” 12
cf. Texto 7. 13
cf. Texto 8. 14
cf. Texto 9 y 10 respectivamente.
Ino y sus compañeros, las metamorfosis dionisíacas, inmersión, mutilación de un hijo y
transformaciones en aves, coincide con la táctica narrativa por la cual ésta, la última aflicción de
Cadmo, recapitula y amplifica desastres anteriores, constituyéndose en el clímax de la sucesión de
venganzas divinas. Por otra parte, el recurso a exempla es también virgiliano, en En. I.39-45 Juno
recurre a los exempla de lo que ha conseguido Palas y en En. VII. 304-307 recuerda a Marte y
Diana.
5. Conclusión
La Juno de Virgilio es la expresión del “anti destino”, el elemento que constantemente procura
obstaculizar a Eneas y a su fatum. En Virgilio, la motivación de Juno radica en su inmenso amor a
Cartago, en su devoción por Turno, y no en el flirteo de Júpiter y sus amoríos con ninfas y mujeres
mortales como en Ovidio. El odio de Juno, nos dice OTIS (1970: 132ss.), no sólo tiene una causa
apropiada y digna, sino que está además cuidadosamente subordinado a un beneficioso destino.
Por otra parte, esta iracunda diosa nunca consigue violar la justicia o la autoridad de Júpiter y, por
tanto, nunca niega del todo la efectividad de la justicia divina que se encuentra en el centro de la
maquinaria celeste de Eneida. Al leer la respuesta de Juno a Venus en la asamblea de los dioses
(En. X.63-95, cf. Texto 11), observamos que la diosa expresa su visión de la situación con tanta
fuerza que uno no puede no darse cuenta de que Eneas es realmente un intruso en el suelo italiano.
WILDMAN (1908:28) sostiene que este discurso es su mejor obra retórica en longitud, vehemencia
y lógica. Juno destroza cada una de las mejores frases de la crítica de Venus y, desde el punto de
vista de WILDMAN (1908: passim), vence completamente a la diosa del amor en la discusión:
“¿Quién no está de acuerdo con Juno en que Eneas no tiene derecho, con o sin Destino, para
enfrentarse con los Rótulos?. ¿En que no tiene derecho face Troianos atra uim ferre Latinis, / arua
aliena iugo premere atque auertere praedas? / quid soceros legere et gremiis abducere pactas, /
pacem orare manu, praefigere puppibus arma?”15
Ovidio, en cambio, descarta todo elemento que pueda refrenar el rencor de Juno u otorgarle
algo de dignidad. Sus emociones son humanas, como en Eneida, pero su poder es divino y de eso
se jacta. La Juno ovidiana está laeta luego de ordenar la destrucción de Ino. El estado de felicidad
es raro en esta diosa y por ello es claro que Ovidio tiene en mente el final de Eneida, donde la
diosa se encuentra satisfecha tras un arreglo con Júpiter (no con las Furias) por el futuro de Italia.
15
Traducción nuestra. Los versos latinos corresponden a En. X. 77-80: “que muevan los troyanos con fiera saña
guerra a los latinos; que opriman con su yugo ajenos campos y se lleven las presas; que elijan suegros y arrebaten a
sus familias las vírgenes desposadas, que se presenten pidiendo paz y traigan sus naves erizadas de armas?”
En Metamorfosis, en cambio, su felicidad radica en haber acordado con las criaturas infernales la
destrucción de un personaje que es completamente inocente y cuyo resultado no tiene ningún tipo
de beneficio nacional. El único motivo para la ira de la diosa tiene que ver con los amoríos de
Júpiter y la cólera se expresa en contra de las paelices de una manera que parece excesiva. Lo
mismo sucede en el libro I cuando Juno se enfrenta con Ío, ninfa hija del río Ínaco violada por
Júpiter. En esa sección nos encontramos incluso con un Júpiter que se degrada hasta el nivel de
abrazar a su esposa rogándole que calme su ira de un modo que en nada puede compararse con las
palabras ulterius temptare ueto (En. XII.806) con las que el dios supremo consigue aplacar a su
esposa al final de Eneida. Ío (como Calisto en el libro I) y Sémele han sido violadas por Júpiter y,
sin embargo, son ellas las que deben sufrir el castigo; ninguna de ellas, como tampoco Ino,
presenta una verdadera culpabilidad. Y no se debería pasar por alto el caso de Europa, otra
doncella violada por el magnánimo Jove y cuya violación le costó su patria a Cadmo y, una vez
que fundara la nueva Tebas, la entera existencia de su inmediata descendencia. Juno se encargó de
destruir una familia entera sólo por celos y sin ningún interés patriótico por detrás.
Y así, al leer sobre el pathos de las víctimas de su ira en Metamorfosis llegamos a poner en
cuestión incluso el status moral de los dioses en general y su accionar más de una vez puede ser
caracterizado de “injusto”. Lo que Ovidio escribe, afirma OTIS (1970: 133) no es simplemente una
“parodia” cómica pero ásperamente amarga de Virgilio: sus dioses no son ya ridículos sino
repulsivamente crueles. OTIS (1970: passim) sostiene incluso que esta preocupación incesante de
Ovidio por el motivo de la venganza divina está lejos de ser convencional: sus dioses vengativos y
rencorosos resultan, hasta cierto punto, imágenes de un poder arbitrario muy parecido al que el
poeta veía en el estado de Augusto.
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