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Vida Nueva AÑO I NÚM. 5 Zaragoza, 1 de junio de 1930 10 céntimos ejemplar ORGANO DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES Y DEL PARTIDO SOCIALISTA OBRERO MIRANDO A L PASADO ESTRAGOS DE LA DICTADURA La dictadura de Primo de Rivera, en sus seisañoslargosde vida, constituyó una afrenta diaria para los españoles de sensibi- lidad política. Hay quien, después de reco- nocer las inmoralidades cometidas a su am- paro por logreros de todos los tiempos y co- mensales de todos los banquetes, debilitan la acusación o la suprimen por completo al exa- minar a la ligera los afanes depresivos de la situación fenecida a últimos de enero pasado. Se dice en tono de ponderación que la dic- tadura de Primo de Rivera no fue cruenta. Con eso se pretende adjudicar al dictador que murió fuera de su patria, en hotel pari- sino de clase media, instintos acusadores de normas persecutorias, que son la base y el pivote de otras dictaduras de tipo americano o fascista. Ya, sin embargo, no circula el ar- gumento con tanta facilidad como al día si- guiente de la caída, producida VISADO POR LA CENSURA Y no linaje, porque los han suprimido revelaciones circulan tan fácilmente los argumentos de ese transcendentales de militares de elevada je- rarquía. El general López Ochoa, en su libro "De la Dictadura a la República", que prologa con gran energía acusatoria el señor Ortega y Gasset, nos entera de lo que fué su éxodo durante la dictadura, éxodo de trayectoria pareja a la que siguieron los heroicos liber- tarios de mediados y fines del siglo XIX. Por otro lado, el coronel don Segundo Gar- cía, rehabilitado ante sus compañeros de ar- mas y ante la opinión pública, a su vuelta a Madrid de aquellos lugares en los que le de- tuvo la represalia dictatorial, se nos presenta, aunque él no lo diga, como una de las vícti- mas más castigadas por la Dictadura de Pri- mo de Rivera. A otros jefes y oficiales cita el general López Ochoa, señalándolos con dedo cordial. No se debe olvidar que difícilmente suele entrar en el magín de los dictadores la per- secución colectiva. Y menos cuando la co- lectividad es un cuerpo del ejército. Aparte las víctimas individuales, que han sido mu- chas, de los procedimientos de Martínez Ani- do, hay que tener en cuenta este caso, único en la historia de todas las dictaduras. El propio Mussolini, enemigo de la libertad, no se ha atrevido, sin duda con tacto político reconocible, aunque no lo elogiemos, a intro- ducir reformas en el ejército que pudieran provocar el descontento, malquistándose los odios de una fracción de la Armada. Hasta aquí me he limitado a señalar las persecuciones de que han sido víctimas jefes y oficiales del Ejército. Y entiéndase lo de limitado en el sentido de que todavía pueden escribirse muchas líneas para lograr, yendo mas allá que yo, reflejar los estragos que Primo de Rivera ha causado en los cuadros militares españoles. Nadie ignora a estas alturas, no obstante, el proceso dictatorial en lo que respecta a los hombres civiles que se colocaron frente a forma tan ominosa de regir los destinos de un país. Asunto sería éste de muchas pá- ginas. Me interesa solamente que el lector pare su atención en lo que supone adoptar una actitud persecutoria contra el Ejército, al- gunos de sus jefes, oficiales y clases y algún Cuerpo que no contaba con las simpatías per- sonales del dictador. Obsérvese la desmora- lización que entraña indicar a los soldados, como hizo Primo de Rivera, la desobedien- cia. Nótese la transcendencia que tiene re- mover los fundamentos de una institución cuyo código de justicia es uno de los cuer- pos legales mis severos y duros de todo el derecho primitivo. ANTONIO RAMOS OLIVEIRA. Madrid. ABSURDOS Multitud de veces hemos presenciado un fenómeno muy propio de este país. Ante los estragos de una peste, de una inundación, de cualquiera calamidad pública, las almas nobles, los corazones generosos de los cató- licos se conmueven; y no encuentran leniti- vo mejor ni más práctico, para hacer fren- te a tanto daño, como implorar en rogativas la protección divina. Pero ahora han cambiado de táctica. Ante un probable derrumbamiento del Pilar, ya no imploran la protección divina. Creen más se- gura la protección de los hombres y llaman a sus bolsillos con fuertes aldabonazos. Seguramente que los damnificados por las inundaciones del Ebro, puestos a elegir entre esos dos procedimientos de los católicos, hu- bieran optado por el segundo. Es menos piadoso, pero más positivo. * * * Me parece lógico y yo respeto la decisión de esos pobrecitos obispos, canónigos y es- pléndidos señores que, de su bolsillo particu- lar, engrosan la suscripción iniciada para consolidar el templo que amenaza ruina. Es- tán en su derecho. Pero alguien ha lanzado la idea de que las Corporaciones municipal y provincial también contribuyen a esas obras. Y eso no está bien. Los fieles son numerosos y pertenecen la mayoría a la clase adinera- da. Ellos se bastan no sólo para consoli- dar un templo, sino para levantar tres o cua- tro mas suntuosos que el Pilar. Las Corporaciones oficiales tienen otras obligaciones más perentorias a que atender. Una de ellas la construcción del Hospital. Otra, la purificación de las aguas. Otra, la higienización de la ciudad. Otra, la construc- ción de casas baratas, que también los pobres tenemos derecho a vivir en habitaciones que no se parezcan a las que habitaban los tro- gloditas. * * * En estos días de suscripciones fabulosas, acude a mi mente la fiesta de la flor. ¡Los sudores que cuesta el sacar veinte o treinta mil pesetas, tratándose de un fin tan humano y que tanto debe agradecer Dios! Pero la caridad sin autobombo de la Pren- sa, sin que los nombres figuren en letras de molde, no es caridad. ¿Para cuándo aguarda el Maestro a echar del templo a los fariseos? * * * Siguen los exdictadores publicando en la Prensa alegatos queriendo justificar su nefan- da actuación. Y continúan los periódicos aco- giendo con liberalidad cuanto le envían aque- llos que desde el Poder aherrojaron la libre emisión del pensamiento e hicieron befa y escarnio de ese derecho que ahora no se les niega. ¡Digno contraste! ¡Lección sublime que se da a los que monopolizaron la honra- dez, la justicia y la civilidad como si se tra- tara de negocios públicos. Y no es que protestemos de esa libertad que se concede a los "hunos" del siglo XX. Pero no son dignos de ella. Ellos la pisotea- ron y escarnecieron, negando a los demás hasta el derecho de defender su honor pues- to en entredicho. Pero nos asquea que se haga uso de tri- buna tan excelsa como la Prensa por esos que tanto la desprestigiaron y la envilecieron. Ha muerto un banquero, un potentado. El automóvil en que viajaba dió la vuelta de campana, y entre hierros y astillas fué halla- do el cadáver de la víctima. Los periódicos burgueses, movidos de piedad, le dedican co- lumnas y más columnas de prosa encomiás- tica. El duelo, según ellos, ha sido general. La pérdida, irreparable. Pero cae un obrero de un andamio, o es hecho pedazos entre los engranajes de una máquina, y esos mismos periódicos no dedican al suceso más líneas que las que suelen em- plearse en el comentario de una ratería o de un palanquetazo. Triste misión la de esa Prensa que enseña a sentir dos clases de dolor: el que inspira un potentado, con vistas a la esquela de pre- cio y el que produce un obrero, que sólo con vistas a la estadística oficial aparece su nombre en la sección necrológica. JUAN PUEBLO. En el próximo número publicaremos una información del pueblo de Biota. En contra de nuestra voluntad no hemos podido hacerlo antes. DESDE BELCHITE Después de una conferencia Hace algún tiempo, y organizada por el Centro Obrero, se celebró una conferencia en el teatro de esta villa, a cargo de los com- pañeros R. Enche, de Madrid, y J. Beraza, de Zaragoza, de la cual, y a su tiempo, in- formó La Voz de Aragón. Por esto, no pretendo comentarla; baste decir que satis- fizo plenamente a la clase trabajadora, y que el local rebosaba de público. En lo que sí tengo interés, es en demos- trar a quienes, asustados todavía al día si- guiente, comentaban el acto con violencia, augurando el caos en los pueblos si aquellas propagandas se toleraban. Si esto sólo lo hubiesen dicho los que no ocultan ser partidarios de la táctica de Tor- quemada, nada diría ni me extrañaría, pues ya conocemos a los partidarios de la hoguera y de mantener al pueblo trabajador en la ig- norancia, capaz de gritar ¡Vivan las cade- nas!; pero es lo sensible que hagan coro a éstos, otros que alardean de muy republica- nos y demócratas, sembrando algo de con- fusión en los trabajadores apocados e igno- rantes que, sin que se den cuenta que no es bueno lo que tenemos, querrían se arregla- sen las cosas por el nada arriesgado proce- dimiento de formar en fila, como rogando que llueva, en compañía de los grandes pro- pietarios, la mayor parte de los intelectuales que residen en estos pueblos y maestros de es- cuela, con sus respectivos grupos. Y esto, no, mis queridos convecinos, daos cuenta de que aquello que pueda convenir a nuestra clase no nos lo darán sin lucha los enemigos, y será muy cómodo, pero muy cobarde, huir de nuestro puesto de lucha y esperar que lo hagan todo los demás, y entonces aprove- charnos nosotros de aquellas mejoras conse- guidas con su esfuerzo. Es necesario que todo amante de la liber- tad aporte su grano de arena a la obra de emancipación social, y para ello nada tan eficaz como una intensa propaganda, cuan- do las circunstancias lo permitan, por nues- tros compañeros más prestigiosos y entusias- tas, para que llegue al más apartado rincón la palabra sincera y cordial que eleve el áni- mo de todo el que padece sed de justicia. En los pueblos rurales tenemos mucho por hacer y hay que prepararse todo hombre consciente, para, cuando se presente la oca- sión, aprovecharla y con ello ganar mucho del tiempo que llevamos perdido y demos- trar a los caciques que se acabaron aquellos tiempos que conducían a los trabajadores de sus haciendas, en rebaño, a votar por otros caciques mayores que habían de ampararse mutuamente para que todas sus trapacerías y abusos quedaran impunes. Son muchos los que creen que han de re- petirse los hechos y alguno hay que aún dice en voz a l t a en este pueblo, que si el día que haya elecciones, sus entradores no votan por quien él mande, los echaría de su casa. ¡Qué ilusión tan indigna en estos tiem- pos! ¡Ya no recuerdan que sabemos luchar! Los trabajadores conscientes y organizados nos encargaremos de demostrarles lo equivo- cados que viven, como les desmentimos la afirmación de la incultura de los trabajado- res, como lo demuestran las 78 suscripcio- nes al periódico obrero VIDA NUEVA. Me parece que es una prueba de querer saber lo que ellos quieren acaparar sin estudiar. MARIANO CASTILLO. La legislación social en Méjico El nuevo proyecto del Código de Tra- bajo y los Sindicatos profesionales II Ya hemos visto, en la información ante- rior, el reconocimiento de los Sindicatos o Sociedades profesionales por el proyecto del nuevo Código de Trabajo, aprobado por la Cámara de los Diputados mejicana, y cuá- les son sus atribuciones en materia de sindi- cación dentro de los talleres, cómo se le obli- ga al patrono a permitir la libre propaganda dentro de los talleres, y hasta retener sueldos a los obreros para la acción sindical. Lo mismo en materia de huelga legal se le pro- hibe tomar obreros traidores a la causa, bajo rígidos castigos. Veamos ahora cómo favorece a los Sin- dicatos el nuevo Código de Trabajo. Contrato de trabajo.—El Código mejica- no determina tres modalidades de contrato colectivo: contrato normativo, contrato de ejecución y contrato ley, estando los tres colocados bajo el control sindical. El contrato normativo no puede concer- tarse más que por el Sindicato reconocido. Este contrato no se aplica a todos los miembros de la profesión o de la industria interesada; solamente alcanza a los asalaria- dos miembros del Sindicato. Esta disposición tiende, en cierto modo, a obligar a los ter- ceros a sumarse a la organización sindical. Igualmente, el contrato colectivo puede con- tener una cláusula de empleo preferente en favor de los obreros sindicados. Pero estos privilegios correrían el riesgo de ser letra muerta si el patrono no estuvie- ra obligado a participar en la reglamentación colectiva de las condiciones de trabajo. También prevé el Código esta obliga- ción. Si la empresa declara que tiene por lo menos veinte obreros sindicados, está obli- gado el patrono, bajo pena de multa, a con- certar un contrato colectivo con el Sindica- to interesado. En este contrato es el Sindi- cato el que tiene los poderes para vigilar la ejecución del mismo. El contrato de ejecución es propio de la legislación mejicana, pero recuerda el con- trato de empresa de mano de obra. El Sin- dicato no es el intermediario, sino el ejecu- tor de las obligaciones contraídas. Aseguran- do por sí mismo la dirección y la administra- ción de los trabajos a efectuar, suministra las prestaciones por mediación de los obre- ros afiliados, fija los salarios y es responsa- ble directamente de la ejecución del contra- to. El Código determina principalmente que los convenios realizados en esta forma no podrán privar a los obreros de ninguno de los derechos y ventajas que el Código les concede. Por último, si se concertó un contrato por las dos terceras partes de las dos partes in- teresadas de una rama determinada de la in- dustria, el Consejo Superior de Trabajo, a petición de los interesados, lo declarará obli- gatorio para todos los patronos y obreros de la industria, de la región. Entonces nos hallaremos ante un contrato- ley. MIENTRAS TANTO... DEBEMOS MIRAR AL PORVENIR El momento actual de la historia huma- na es uno de los más críticos por los que ha pasado la Humanidad civilizada. En todos los climas donde los hombres se agrupan formando sociedades más o menos perfectas; entre todas las clases de individuos y aun en los individuos de una misma clase, obsérvase un malestar indefinido, una aspi- ración a gozar mejor vida y una aversión manifiesta a lo existente, que en unos es año- ranza de lo pasado y en otros avidez y pre- cipitación para acelerar la venida de lo fu- turo terrenal. Las bases en que actualmente se apoya la organización de la sociedad humana, ge- neralmente, están gastadas y desacreditadas. Por lo tanto se impone tu renovación, mejor dicho, su destrucción, y nueva edificación sobre principios inconmovibles, como son los deducidos del estudio racional de la Natu- raleza en todas sus manifestaciones, cuyas leyes inmutables, bien determinadas y exac- tamente cumplidas, no traicionan jamás a quien se ha compenetrado bien de su esencia. Sobre estos cimientos inalterables hemos de construir el edificio esplendoroso de la sociedad futura, que apenas alborea. No nos dejemos invadir por sentimentalismos, hijos de atávicas preocupaciones y supersticiones y derribemos todo cuanto estorba para el emplazamiento de lo futuro. Desterremos para siempre los prejuicios ancestrales que nos atan e inclinan al pasado y cimentemos el porvenir hoy, presente mañana, en elemen- tos invulnerables a todo ataque. Cada época de la Historia se ha distin- guido por sus ideas respecto al hombre y a cuanto le rodea, y ha creado instituciones y formas sociales derivadas de aquéllas, precursoras y preparadoras de otras más naturales y, por lo mismo, más perfectas. Téngase en cuenta que la perfectibilidad absoluta de la Humanidad será posible en teoría, tal vez, pero quizá jamás llegue a realizarse en la práctica. No obstante, debe servirnos como ideal, como límite al cual debemos aproximarnos todo cuanto podamos y esforzarnos en que la distancia que de él nos separe sea cada vez más pequeña. Además, cuanto mejores procuremos ser, y lleguemos a ser, individualmente, más per- fecto, mejor organizado estará el conjunto de todos nosotros; es decir, la sociedad hu- mana. De aquí que el primer deber de todo individuo es el de procurar su continuo per- feccionamiento y el de los que le rodean. Cuando una institución humana ha cum- plido su misión, hay que arrumbarla y sus- tituirla por otra que responda mejor a las exigencias de la vida progresiva y a las nor- mas indicadas por las leyes naturales que se descubran. N o está todo en destruir, que es muy fá- cil. Hay que construir de nuevo, y se debe tener preparado el plano y los materiales y, sobre todo, la base del nuevo edificio, antes de que el primero quede en tierra. Los ele- mentos para ello nos los dará el estudio de la Naturaleza, y nuestra razón y nuestra con- ciencia, sin mixtificaciones de ninguna clase, nos dirán la manera de organizarlos para el bien común. "Todo es bueno al salir de las manos del autor de las cosas—dice un pedagogo—; todo degenera al caer en las manos de los hombres". Por humanitarismo, por altruismo, y hasta, si se quiere, por egoísmo bien entendido, de- bemos desmentir con hechos la segunda afir- mación del autor del "Emilio". El ideal debe ser que se pueda decir en lo futuro: "Todo se perfecciona sometido a la razón y a la inteligencia humanas". Mientras tanto, ¡adelante sin desmayar! V . P . M. Contrastes Según la Prensa zaragozana, pasan de 300.000 pesetas lo recaudado para la conso- lidación de las obras del Pilar. Y esto— recalcan aquella» informaciones — antes de abrirse la suscripción pública. Encontramos bien que cada uno preste su apoyo a lo que le es más simpático, más afín. Pero, sin embargo, hallamos antihumano, antisocial, desprenderse de fuertes cantida- des para lo que podrá ser un negocio comer- cial para unos cuantos señores, pero que nin- gún beneficio social reporte a la humanidad, aunque ellos crean lo contrario. Y, visto comercialmente, más debiera pres- tarse ayuda a la organización de grandes partidos de fútbol, corridas de toros y otras atracciones, que son las que, verdaderamente, hacen desparramarse el dinero en la ciudad, pues la organización de peregrinaciones no proporciona beneficio material sino a cuatro vendedores de medallas y unos pocos hote- leros, pues hasta en esto son introducidas modificaciones; gran parte de esos peregrinos son llevados a comedores exprofeso, regidos por los organizadores, para "que gasten me- nos" los que vienen a Zaragoza. Quienes dan esas enormes cantidades para las obras ton incapaces, en su mayoría, de dar el dinero para obras sociales, como el Hospital y otras. Esto, a ellos, no les inte- resa. Los enfermos pueden morir como quie- ran. Contraste grande con este proceder forma lo hecho por unos humildes obreros, benefi- ciados con el premio segundo de la lotería universitaria. Apenas poseyeron unas pesetillas, les fal- tó tiempo para hacer entrega de unos cien- tos de pesetas para los enfermos del Hospi- tal. Y otro, un compañero nuestro, 150 pe- setas para los presos de la cárcel. No queremos hacer más comentarios. Lo hecho por unos y otros se comenta por sí solo. Sigue siendo concejal el señor Horno. Lo lamentamos. Porque como se provoque algu- na huelga de empleados u obreros municipa- les va a repetirse el famoso suceso. El señor Horno no las gasta menos. Trabajadores: Leed EL SOCIALISTA Defensor de los intereses de los trabajadores

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Vida Nueva A Ñ O I N Ú M . 5

Zaragoza, 1 de junio de 1930

10 céntimos ejemplar

ORGANO DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES Y DEL PARTIDO SOCIALISTA OBRERO

M I R A N D O A L P A S A D O

ESTRAGOS DE LA DICTADURA

L a dictadura de Primo de Rivera, en sus seis años largos de vida, constituyó una

afrenta diaria para los españoles de sensibi­l idad política. H a y quien, después de reco­nocer las inmoralidades cometidas a su am­paro por logreros de todos los tiempos y co­mensales de todos los banquetes, debilitan la acusación o la suprimen por completo a l exa­minar a la ligera los afanes depresivos de la situación fenecida a últimos de enero pasado. S e dice en tono de ponderación que la dic­tadura de Primo de Rivera no fue cruenta. Con eso se pretende adjudicar al dictador que murió fuera de su patria, en hotel pari­sino de clase media, instintos acusadores de normas persecutorias, que son la base y el pivote de otras dictaduras de tipo americano

o fascista. Y a , sin embargo, no circula el ar­gumento con tanta facilidad como al día si­guiente de la caída, produc ida

V I S A D O P O R L A C E N S U R A

Y no

l inaje, porque los han suprimido revelaciones circulan tan fácilmente los argumentos de ese transcendentales de militares de elevada je­rarquía.

E l general López Ochoa, en su libro " D e la Dictadura a la República", que prologa con gran energía acusatoria el señor Ortega y Gasset, nos entera de lo que fué su éxodo durante la dictadura, éxodo de trayectoria pareja a la que siguieron los heroicos liber­tarios de mediados y fines del siglo X I X . P o r otro lado, el coronel don Segundo Gar­cía, rehabilitado ante sus compañeros de ar­mas y ante la opinión pública, a su vuelta a Madrid de aquellos lugares en los que le de­tuvo la represalia dictatorial, se nos presenta, aunque él no lo diga, como una de las vícti­mas más castigadas por la Dictadura de Pri­mo de Rivera. A otros jefes y oficiales cita el general López Ochoa , señalándolos con dedo cordial.

N o se debe olvidar que difícilmente suele

entrar en el magín de los dictadores la per­secución colectiva. Y menos cuando la co­

lectividad es un cuerpo del ejército. Aparte las víctimas individuales, que han sido mu­chas, de los procedimientos de Martínez Ani­do, hay que tener en cuenta este caso, único en la historia de todas las dictaduras. El propio Mussolini, enemigo de la libertad, no se ha atrevido, sin duda con tacto político reconocible, aunque no lo elogiemos, a intro­ducir reformas en el ejército que pudieran provocar el descontento, malquistándose los odios de una fracción de la Armada.

Hasta aquí me he limitado a señalar las persecuciones de que han sido víctimas jefes y oficiales del Ejército. Y entiéndase lo de limitado en el sentido de que todavía pueden escribirse muchas líneas para lograr, yendo mas allá que yo, reflejar los estragos que Primo de Rivera ha causado en los cuadros militares españoles.

Nadie ignora a estas alturas, no obstante, el proceso dictatorial en lo que respecta a los

hombres civiles que se colocaron frente a

forma tan ominosa de regir los destinos de un país. Asunto sería éste de muchas pá­ginas.

M e interesa solamente que el lector pare su atención en lo que supone adoptar una actitud persecutoria contra el Ejército, al­gunos de sus jefes, oficiales y clases y algún Cuerpo que no contaba con las simpatías per­sonales del dictador. Obsérvese la desmora­lización que entraña indicar a los soldados, como hizo Primo de Rivera, la desobedien­cia. Nótese la transcendencia que tiene re­mover los fundamentos de una institución cuyo código de justicia es uno de los cuer­pos legales m i s severos y duros de todo el derecho primitivo.

A N T O N I O RAMOS OLIVEIRA.

Madrid.

ABSURDOS Multitud de veces hemos presenciado un

fenómeno muy propio de este país. Ante los estragos de una peste, de una inundación, de cualquiera calamidad pública, las almas nobles, los corazones generosos de los cató­

licos se conmueven; y no encuentran leniti­

vo mejor ni más práctico, para hacer fren­te a tanto daño, como implorar en rogativas la protección divina.

Pero ahora han cambiado de táctica. Ante un probable derrumbamiento del Pilar, ya no imploran la protección divina. Creen más se-gura la protección de los hombres y llaman a sus bolsillos con fuertes aldabonazos.

Seguramente que los damnificados por las inundaciones del Ebro, puestos a elegir entre esos dos procedimientos de los católicos, hu­bieran optado por el segundo.

Es menos piadoso, pero más positivo.

* * * M e parece lógico y y o respeto la decisión

de esos pobrecitos obispos, canónigos y es­

pléndidos señores que, de su bolsillo particu­

lar, engrosan la suscripción iniciada para

consolidar el templo que amenaza ruina. Es ­

tán en su derecho. Pero alguien ha lanzado

la idea de que las Corporaciones municipal y

provincial también contribuyen a esas obras.

Y eso no está bien. Los fieles son numerosos

y pertenecen la mayoría a la clase adinera­

da. El los se bastan no sólo para consoli­

dar un templo, sino para levantar tres o cua­

tro mas suntuosos que el Pilar.

L a s Corporaciones oficiales tienen otras

obligaciones más perentorias a que atender.

U n a d e el las la construcción del Hospital.

Otra, la purificación de las aguas. Otra, la

higienización de la ciudad. Otra, la construc­

ción de casas baratas, que también los pobres

tenemos derecho a vivir en habitaciones que

no se parezcan a las que habitaban los tro­

gloditas.

* * * •

En estos días de suscripciones fabulosas,

acude a mi mente la fiesta de la flor. ¡Los

sudores que cuesta el sacar veinte o treinta

mil pesetas, tratándose de un fin tan humano

y que tanto debe agradecer D i o s !

P e r o la caridad sin autobombo de la Pren­

sa, sin que los nombres figuren en letras de

molde, no es caridad. ¿Para cuándo aguarda el Maestro a echar del templo a los fariseos?

* * * Siguen los exdictadores publicando en la

Prensa alegatos queriendo justificar su nefan­da actuación. Y continúan los periódicos aco­giendo con liberalidad cuanto le envían aque­llos que desde el Poder aherrojaron la libre emisión del pensamiento e hicieron befa y escarnio de ese derecho que ahora no se les niega. ¡Digno contraste! ¡Lección sublime que se da a los que monopolizaron la honra­dez, la justicia y la civilidad como si se tra­tara de negocios públicos.

Y no es que protestemos de esa libertad que se concede a los "hunos" del siglo X X . Pero no son dignos de ella. Ellos la pisotea­ron y escarnecieron, negando a los demás hasta el derecho de defender su honor pues­to en entredicho.

Pero nos asquea que se haga uso de tri­buna tan excelsa como la Prensa por esos que tanto la desprestigiaron y la envilecieron.

H a muerto un banquero, un potentado. El automóvil en que viajaba dió la vuelta de campana, y entre hierros y astillas fué halla­d o el cadáver de la víctima. Los periódicos burgueses, movidos de piedad, le dedican co­lumnas y más columnas de prosa encomiás­tica. E l duelo, según ellos, ha sido general. La pérdida, irreparable.

Pero cae un obrero de un andamio, o es hecho pedazos entre los engranajes de una máquina, y esos mismos periódicos no dedican al suceso más líneas que las que suelen em­plearse en el comentario de una ratería o de un palanquetazo.

Triste misión la de esa Prensa que enseña a sentir dos clases de dolor: el que inspira un potentado, con vistas a la esquela de pre­c io y el que produce un obrero, que sólo con vistas a la estadística oficial aparece su nombre en la sección necrológica.

J U A N P U E B L O .

En el próximo número publicaremos una

información del pueblo de Biota.

En contra de nuestra voluntad no hemos

podido hacerlo antes.

DESDE BELCHITE

Después de una conferencia

Hace algún tiempo, y organizada por el Centro Obrero, se celebró una conferencia en el teatro de esta villa, a cargo de los com­pañeros R. Enche, de Madrid, y J. Beraza, de Zaragoza, de la cual, y a su tiempo, in­formó La Voz de Aragón. Por esto, no pretendo comentarla; baste decir que satis­fizo plenamente a la clase trabajadora, y que el local rebosaba de público.

En lo que sí tengo interés, es en demos­trar a quienes, asustados todavía al día si­guiente, comentaban el acto con violencia, augurando el caos en los pueblos si aquellas propagandas se toleraban.

Si esto sólo lo hubiesen dicho los que no ocultan ser partidarios de la táctica de Tor­quemada, nada diría ni me extrañaría, pues ya conocemos a los partidarios de la hoguera y de mantener al pueblo trabajador en la ig­norancia, capaz de gritar ¡Vivan las c a d e ­nas ! ; pero es lo sensible que hagan coro a éstos, otros que alardean de muy republica­nos y demócratas, sembrando algo de con­fusión en los trabajadores apocados e igno­rantes que, sin que se den cuenta que no es bueno lo que tenemos, querrían se arregla­sen las cosas por el nada arriesgado proce­dimiento de formar en fila, como rogando que llueva, en compañía de los grandes pro­pietarios, la mayor parte de los intelectuales que residen en estos pueblos y maestros de es­cuela, con sus respectivos grupos. Y esto, no, mis queridos convecinos, daos cuenta de que aquello que pueda convenir a nuestra clase no nos lo darán sin lucha los enemigos, y será muy cómodo, pero muy cobarde, huir de nuestro puesto de lucha y esperar que lo hagan todo los demás, y entonces aprove­charnos nosotros de aquellas mejoras conse­guidas con su esfuerzo.

Es necesario que todo amante de la liber­tad aporte su grano de arena a la obra de emancipación social, y para ello nada tan eficaz como una intensa propaganda, cuan­do las circunstancias lo permitan, por nues­tros compañeros más prestigiosos y entusias­tas, para que llegue al más apartado rincón la palabra sincera y cordial que eleve el áni­mo de todo el que padece sed de justicia.

En los pueblos rurales tenemos mucho por hacer y hay que prepararse todo hombre consciente, para, cuando se presente la oca­sión, aprovecharla y con ello ganar mucho del tiempo que llevamos perdido y demos­trar a los caciques que se acabaron aquellos tiempos que conducían a los trabajadores de sus haciendas, en rebaño, a votar por otros caciques mayores que habían de ampararse mutuamente para que todas sus trapacerías y abusos quedaran impunes.

Son muchos los que creen que han de re­petirse los hechos y alguno hay que aún dice en voz a l t a en este pueblo, que si el día que haya elecciones, sus entradores no votan por quien él mande, los echaría de su casa. ¡Qué ilusión tan indigna en estos tiem­pos! ¡Ya no recuerdan que sabemos luchar!

Los trabajadores conscientes y organizados nos encargaremos de demostrarles lo equivo­cados que viven, como les desmentimos la afirmación de la incultura de los trabajado­res, como lo demuestran las 78 suscripcio­nes al periódico obrero V I D A N U E V A . M e parece que es una prueba de querer saber lo que ellos quieren acaparar sin estudiar.

MARIANO CASTILLO.

La legislación social en Méjico

El nuevo proyecto del Código de Tra­bajo y los Sindicatos profesionales

II

Y a hemos visto, en la información ante­

rior, el reconocimiento de los Sindicatos o

Sociedades profesionales por el proyecto del

nuevo Código de Trabajo, aprobado por la

Cámara de los Diputados mejicana, y cuá­

les son sus atribuciones en materia de sindi­

cación dentro de los talleres, cómo se le obli­

ga al patrono a permitir la libre propaganda

dentro de los talleres, y hasta retener sueldos

a los obreros para la acción sindical. L o

mismo en materia de huelga legal se le pro­

hibe tomar obreros traidores a la causa, bajo

rígidos castigos.

Veamos ahora cómo favorece a los Sin­

dicatos el nuevo Código de Trabajo.

Contrato de trabajo.—El Código mejica­

no determina tres modalidades de contrato

colectivo: contrato normativo, contrato de ejecución y contrato ley, estando los tres colocados bajo el control sindical.

El contrato normativo no puede concer­tarse más que por el Sindicato reconocido.

Este contrato no se aplica a todos los miembros de la profesión o de la industria interesada; solamente alcanza a los asalaria­dos miembros del Sindicato. E s t a disposición tiende, en cierto modo, a obligar a los ter­ceros a sumarse a la organización sindical. Igualmente, el contrato colectivo puede con­tener una cláusula de empleo preferente en favor de los obreros sindicados.

Pero estos privilegios correrían el riesgo de ser letra muerta si el patrono no estuvie­ra obligado a participar en la reglamentación colectiva de las condiciones de trabajo.

También prevé el Código esta obliga­ción. Si la empresa declara que tiene por lo menos veinte obreros sindicados, está obli­gado el patrono, bajo pena de multa, a con­certar un contrato colectivo con el Sindica-to interesado. En este contrato es el Sindi­cato el que tiene los poderes para vigilar la ejecución del mismo.

E l contrato de ejecución es propio de la legislación mejicana, pero recuerda el con­trato de empresa de mano de obra. E l Sin­dicato no es el intermediario, sino e l ejecu­tor de las obligaciones contraídas. Aseguran­do por sí mismo la dirección y la administra­ción de los trabajos a efectuar, suministra las prestaciones por mediación de los obre­ros afiliados, fija los salarios y es responsa­ble directamente de la ejecución del contra­to. El Código determina principalmente que los convenios realizados en esta forma no podrán privar a los obreros de ninguno de los derechos y ventajas que el Código les concede.

Por último, si se concertó un contrato por

las dos terceras partes d e las dos partes in ­

teresadas de una rama determinada de la in­

dustria, el Consejo Superior de Trabajo, a

petición de los interesados, lo declarará obli­

gatorio para todos los patronos y obreros de

la industria, de la región.

Entonces nos hallaremos ante un contrato-

ley.

M I E N T R A S T A N T O . . .

DEBEMOS MIRAR AL PORVENIR

El momento actual de la historia huma­na es uno de los más críticos por los que ha pasado la Humanidad civilizada.

En todos los climas donde los hombres se agrupan formando sociedades más o menos perfectas; entre todas las clases de individuos y aun en los individuos de una misma clase, obsérvase un malestar indefinido, una aspi­ración a gozar mejor vida y una aversión manifiesta a lo existente, que en unos es año­ranza de lo pasado y en otros avidez y pre­cipitación para acelerar la venida de lo fu­turo terrenal.

Las bases en que actualmente se apoya la organización de la sociedad humana, ge­neralmente, están gastadas y desacreditadas. P o r lo tanto se impone tu renovación, mejor dicho, su destrucción, y nueva edificación sobre principios inconmovibles, como son los deducidos del estudio racional de la Natu­raleza en todas sus manifestaciones, cuyas leyes inmutables, bien determinadas y exac­tamente cumplidas, no traicionan jamás a quien se ha compenetrado bien de su esencia.

Sobre estos cimientos inalterables hemos de construir el edificio esplendoroso de la sociedad futura, que apenas alborea. N o nos dejemos invadir por sentimentalismos, hijos de atávicas preocupaciones y supersticiones y derribemos todo cuanto estorba para el emplazamiento de lo futuro. Desterremos para siempre los prejuicios ancestrales que nos atan e inclinan al pasado y cimentemos el porvenir hoy, presente mañana, en elemen­tos invulnerables a todo ataque.

Cada época de la Historia se ha distin­guido por sus ideas respecto al hombre y a cuanto le rodea, y ha creado instituciones y formas sociales derivadas de aquéllas, precursoras y preparadoras de otras más naturales y, por lo mismo, más perfectas. Téngase en cuenta que la perfectibilidad absoluta d e la Humanidad será posible en

teoría, tal vez, pero quizá jamás llegue a realizarse en la práctica.

N o obstante, debe servirnos como ideal, como límite al cual debemos aproximarnos todo cuanto podamos y esforzarnos en que la distancia que de él nos separe sea cada vez más pequeña.

Además, cuanto mejores procuremos ser, y lleguemos a ser, individualmente, más per­fecto, mejor organizado estará el conjunto de todos nosotros; es decir, la sociedad hu­mana. D e aquí que el primer deber de todo individuo es el de procurar su continuo per­feccionamiento y el de los que le rodean.

Cuando una institución humana ha cum­plido su misión, hay que arrumbarla y sus­tituirla por otra que responda mejor a las exigencias de la vida progresiva y a las nor­mas indicadas por las leyes naturales que se descubran.

N o está todo en destruir, que es muy fá­cil. Hay que construir de nuevo, y se debe tener preparado el plano y los materiales y, sobre todo, la base del nuevo edificio, antes de que el primero quede en tierra. Los ele­mentos para ello nos los dará el estudio de la Naturaleza, y nuestra razón y nuestra con­ciencia, sin mixtificaciones de ninguna clase, nos dirán la manera de organizarlos para el

bien común.

"Todo es bueno al salir de las manos del autor de las cosas—dice un pedagogo—; todo degenera al caer en las manos de los hombres".

Por humanitarismo, por altruismo, y hasta, si se quiere, por egoísmo bien entendido, de­bemos desmentir con hechos la segunda afir­mación del autor del "Emilio". El ideal debe ser que se pueda decir en l o futuro: "Todo se perfecciona sometido a la razón y a la inteligencia humanas".

Mientras tanto, ¡adelante sin desmayar!

V . P . M.

C o n t r a s t e s Según la Prensa zaragozana, pasan de

300.000 pesetas lo recaudado para la conso­lidación de las obras del Pi lar. Y esto— recalcan aquella» informaciones — antes de abrirse la suscripción pública.

Encontramos bien que cada uno preste su apoyo a lo que le es más simpático, más afín.

Pero, sin embargo, hallamos antihumano, antisocial, desprenderse de fuertes cantida­des para lo que podrá ser un negocio comer­cial para unos cuantos señores, pero que nin­gún beneficio social reporte a la humanidad, aunque ellos crean lo contrario.

Y , visto comercialmente, más debiera pres­tarse ayuda a la organización de grandes partidos de fútbol, corridas de toros y otras atracciones, que son las que, verdaderamente, hacen desparramarse el dinero en la ciudad, pues la organización de peregrinaciones no proporciona beneficio material sino a cuatro vendedores de medallas y unos pocos hote­leros, pues hasta en esto son introducidas modificaciones; gran parte de esos peregrinos son llevados a comedores exprofeso, regidos por los organizadores, para "que gasten me­nos" los que vienen a Zaragoza.

Quienes dan esas enormes cantidades para las obras ton incapaces, en su mayoría, de dar el dinero para obras sociales, como el Hospital y otras. Esto, a ellos, no les inte­resa. L o s enfermos pueden morir como quie­ran.

Contraste grande con este proceder forma lo hecho por unos humildes obreros, benefi­ciados con el premio segundo de la lotería universitaria.

Apenas poseyeron unas pesetillas, les fal­tó tiempo para hacer entrega de unos cien­tos de pesetas para los enfermos del Hospi­tal. Y otro, un compañero nuestro, 150 pe­setas para los presos de la cárcel.

N o queremos hacer más comentarios. Lo hecho por unos y otros se comenta por sí solo .

Sigue siendo concejal el señor Horno. Lo

lamentamos. Porque como se provoque algu­

na huelga de empleados u obreros municipa­

les va a repetirse el famoso suceso.

El señor Horno no las gasta menos.

Trabajadores: Leed EL S O C I A L I S T A

Defensor de los intereses

de los trabajadores

2 VIDA NUEVA 2

La Unión General de Trabajadores de Aragón y III

A c c i ó n s i n d i c a l y c u l t u r a l

Decíamos en el artículo anterior, al ha­cer historia de nuestro movimiento sindical, que en 1923 tenía ya en Za ragoza la Unión relativa importancia numérica, en compara­ción con la que hasta entonces había tenido. Es ta marcha ascendente ha seguido sin inte­rrupción, mediante el tenaz esfuerzo de un grupo de camaradas que estaban decididos, en la medida que les fuere posible, a no de­jar el campo libre a la clase capitalista y su

representante el Estado.

N o se sabía si durar ía poco o mucho la irracional sedición militar que encumbró en el P o d e r a l general P r i m o d e Rivera; pero, durase lo que durase, era necesario continuar en la brecha, haciendo cuanto humanamen­te se pudiese para mantener y consolidar las filas obreristas organizadas. Y a pesar de las dificultades que oponía la dictadura, acrecentamos considerablemente los efectivos sindicales, tanto en Zaragoza como en el resto de la región aragonesa.

P a r a combatirnos, se ha dicho infinidad de veces, por distintos sectores de opinión, que disfrutábamos de un trato de favor por par­te de la Dic tadura anterior a la actual ; pero sería curioso poder averiguar a qué obedecía la tan menguada "tolerancia" que dicen se nos tenía, pues sin que la Unión sea un organismo que preconice el comerse cruda a la gente, lo cierto es que si se Ir ha respetado algo, bien pudiera ser, quizá, porque la Unión no estaba sola en la lucha. Det rás de ella hay una fuerza internacional. solvente y capaci tada, que seguía paso a paso las incidencias de la contienda política y social española. Y quizá, también, a que sabían los desgobernantes dictatoriales, por­que la actuación de los dirigentes de la Unión lo ha demostrado constantemente, que no así como así podían tranquilamente desembara­zarse de la potencia que nuestro organismo nacional representa, el cual no es amigo de prodigar la jactancia ni el desplante, pero sabe cumplir con su deber y hacer honor a su his­toria d e decisión y energía, porque tiene hon­damente arraigada la convicción en los ideales que defiende. A h í están, dando la cara , sus valientes manifiestos de 1929 y el publicado valientes manifiestos de septiembre d e 1923, agosto de 1929 y el publicado últimamente con motivo del advenimiento del general Berenguer al P o d e r .

Pero volvamos otra vez al objeto principal de estas líneas, pues aun sin proponérnoslo, insensiblemente, la pluma se adentra en los fortines donde nuestros adversarios sinceros e insinceros disparan todos los días sobre nosotros proyectiles cargados de absurdos y calumnias.

Y a hemos dicho que, " a pesar" de los obstáculos que a nuestra propaganda opo­nían las autoridades, se continuó laborando, y a esto se debe el haber conseguido crear una importante fuerza sindical en la capital y otra no menos considerable en los pueblos. Solamente en Zaragoza hay constituídos más de treinta gremios, y en la región unas cua­renta sociedades, la mayoría de éstas inte­gradas por agricultores.

¡ Estamos contentos, aunque no satisfechos totalmente! Hemos iniciado el acercamien­

to espiritual de la c iudad y del campo. L a bella esperanza, como dice el amigo A l b a r . H a comenzado la compenetración de esas dos fuerzas sociales que empiezan a amarse orientadas por un mismo ideal de justicia. ¡ C o n qué gozo íbamos a ponernos en con­tacto con nuestros hermanos campesinos! P e r o no a soliviantarlos, sino a contarnos idénticos dolores, a despertar en ellos — n dar le forma, diríamos mejor—el sentimien­to de solidaridad, a fortalecerles y fortale­cernos aunando entusiasmos sinceros, convic­ciones conscientes, conductas honradas ; a identificarnos e imponernos juntos el deber de luchar hasta conseguir desaparezcan sus explotadores, que son los nuestros, y nuestros dominadores, que son los suyos. Y ahí está el resul tado: esparcidos por tierras de A r a ­gón han quedado los baluartes, defendidos por gente b rava , por compañeros que miran con fe y cariño hacia la c iudad, porque sa­ben que hay en ella otros proletarios que les comprenden y coinciden con sus fervorosos anhelos de conquistar un régimen económi­co y moral más perfecto, más humano . . .

S e les ha d icho con c l a r i d a d : N o creáis que venimos a redimiros por nuestra exclu­siva cuenta , sino a ofreceros nuestra leal ayuda para que conquistéis vuestros dere­chos. Confiad en nosotros; pero más que en nosotros, confiad en vosotros mismos.

Y así lo hacen, procurando perfeccionar sus conocimientos organizando cursos d e conferencias, bibliotecas, cooperativas, inter­viniendo ellos directamente en sus problemas locales y municipales, proporcionando a sus pequeñuelos medios de enseñanza primaria, como en el honroso y valiente caso de Fa­rasdués.

A seguir por ese camino, pronto consegui­

rán los amigos de los pueblos se les admire

por su capac idad y se les respete por su

fuerza. P a r a l e l a m e n t e a esta labor de aproxima­

ción con los t rabajadores de l a tierra, las organizaciones obreras de Za ragoza , hacien­

do un verdadero sacrificio económico, au­mentado por la continua necesidad de ir por toda la provincia a ayudar y orientar a nuestros camaradas, han realizado una me­ritoria obra cultural (en el terreno sindical se hizo también lo que se pudo) creando una importante biblioteca circulante, en la cual figuran cerca de un millar de libros entra ellos el Diccionario Enciclopédico His­pano-Americano, 28 tomos; " E l Hombre y la t ierra" , seis; "Historia del M u n d o " , 2 5 ; obras completas de Voltaire, 4; "Historia Na tu ra l " , 13 ; "Historia de España" , 2 5 ; " V i d a s paralelas", 5, y otros, de los cuales hay un promedio de 150 lectores mensuales.

T o d o s los años se celebran en el Centro, a pesar de sus escasas finanzas, brillantes cursos de conferencias, en las que intervie­nen destacadas personalidades científicas y literarias. Algunas de estas lecciones, no to­das, como hubiera sido nuestro deseo, de contar con suficiente numerario, se impri­mieron, para que los trabajadores puedan más fácilmente asimilarse las provechosas ense­

ñanzas divulgadas desde nuestra acogedora e imparcial tribuna.

La M u t u a l i d a d O b r e r a

Deseosos de practicar cuantos medios de defensa tengamos a nuestro alcance, se creó la hoy importante Mutual idad Obrera , en la cual, mediante la aportación de unos cén­timos semanales, proporciona a sus asocia­

dos un excelente tratamiento médico-farma­céutico, socorros en metálico, caso de enfer­

medad, completa asistencia a partos y un de­coroso servicio funerario, en caso d e falle­cimiento. Además tiene establecidas distintas especialidades y montado un buen consultorio médico, de su propiedad. D e la prosperidad de esta institución darán idea los siguientes datos : empezó a funcionar en junio de 1927, con 101 mutualistas: cuenta en la actuali­dad con 1.200 inscriptos. H a gastado, desde su fundación a la fecha: socorros de enfer­medad, 9 .702 pesetas; personal facultativo, 51.859; farmacia, 21 .044 ; sostenimiento del consultorio, 8 .208 ; servicio de enterramien­to, 6 .979.

E l día que todos los trabajadores se den cuenta de la gran obra de perfeccionamiento y ampliación de servicios que puede hacer­se en la Mutualidad y se decidan a ingre­sar en ella, seguramente llegará ésta a poder atender por completo los múltiples problemas que se plantean en los hogares obreros cuan­do falta la salud en nosotros o en nuestros familiares.

La Casa d e l P u e b l o

El ininterrumpido crecimiento de las fuer­zas organizadas iba haciendo insuficientes los locales de nuestra casa social, e hizo pensar seriamente a todos en la imprescindible ne­cesidad de procurarnos cobijo más amplio, en donde las actividades de las distintas Socie­dades pudieran desenvolverse con normalidad y sin agobios, ya que muchas veces había que aguardar a que una directiva terminase sus asuntos y desalojare una secretaría, para poder reunirse otros compañeros.

Decididos a resolver definitivamente tales dificultades, la Junta administrativa planteó el asunto en una reunión de directivas, y por unanimidad quedó acordado solicitar del Ayuntamiento se nos vendiese alguno de los solares de su propiedad, y que para pagarlo se hiciese un empréstito entre las secciones, comprometiéndose todas a aportar la mayor cantidad de pesetas que les fuese posible. Concedida por el Municipio la venta de te­rreno en la Exhuerta de Santa Engracia , to­das las organizaciones cumplieron lo prome­tido, e inmediatamente quedó cubierto el c ré ­dito pedido para el solar por la administra­tiva.

Y a está, pues, a estas fechas reunido el capital necesario para paga r el terreno en donde h a de levantarse la futura C a s a del Pueblo de Zaragoza . De cómo será el edi­ficio, poco podemos decir. Únicamente pue­de afirmarse que responderá con toda lealtad al sacrificio que los obreros zaragozanos rea­licemos para hacer la casa propia. Queremos que ella sea el definitivo afianzamiento de una orientación enérgica, pero serena y capa­citada, del obrerismo aragonés. Q u e en esta casa social tengan cabida todas las sinceras inquietudes espirituales de cuantos en ella convivan, y todos los distintos aspectos que abarca la acción integral que vienen prac­ticando con excelente resultado los importan­tes núcleos proletarios que van a la vanguar­dia del movimiento obrero internacional.

De si esto puede ser pronto una realidad, los trabajadores tienen la palabra . Nosotros, como Rochpedre , nos decimos: " N o hagamos promesas, y portémonos cual si las hubiéra­mos hecho" .

V I D A N U E V A

Sólo unas pocas líneas dedicadas a este semanario, que editamos por acuerdo de las Juntas directivas de la Un ión y del Pa r t i do Socialista en la región. L a misión que este periódico viene a cumplir, fácil es adivinar : defender los derechos de los asalariados, y los i n t e r e s e s del pueblo en general. Creímos necesario hacer otro esfuerzo económico para poder tener un portavoz en al que pública­

mente se pudiese tratar con entera libertad los problemas, necesidades y anhelos de quie­nes a pesar de ser los que producen la rique­za, son los que menos la disfrutan. Y aquí estamos, al servicio de la Verdad.

I n t e r v e n c i ó n e n o r g a n i s m o s o f i c i a l e s

Consecuente la Unión en su criterio de de­fender al pueblo allí donde se discuten inte­reses del mismo, ha intervenido e interviene en los Tribunales Industriales, llevando a ellos representación elegida por gran mayo­ría de votos sobre los contrincantes del sin­dicalismo católico.

De si es útil o no tener intervención di­recta en el Tribunal Industrial, pueden dar fe los muchísimos asalariados que han teni­do que recurrir a él para pedir y conseguir se les hiciera justicia en los infinitos casos que no querían hacérsela los patronos o em­presas en donde prestaban sus servicios. Para apreciar la importancia de los intereses eco­nómicos y morales que en tales organismos se ventilan, bastará decir que por término me­dio se presentan de veinticinco a treinta re­clamaciones mensuales, la mayoría de ellas por elementos que no pertenecen a ninguna organización sindical, ni se habrán preocu­pado, seguramente, de que la clase trabaja­dora estuviese allí representada.

Algunos, estamos seguros, han combatido con saña el intervencionismo, sin perjuicio de que cuando les hizo falta acudieran, aun­que la pureza de sus principios se resintiese,

al Tribunal Industrial, solicitando y obte­niendo nuestra ayuda. . N a d a tendríamos que objetar sobre esto,

porque consideramos lógico que se aproveche el derecho que da la ley, si el ejercitarlo sig­nificase rectificación de conducta. Pe ro como en la mayoría de los casos no es así, quere­mos destacar el hecho para que se aprecie la absurda posición de ciertos elemento, que rechazan con una mano lo que aceptan con la otra. Algo parecido, por no decir igual, a lo ocurrido con aquel ciudadano que en el acto del 1.º d e mayo en el T e a t r o P r i n ­cipal interrumpía desde un palco al cama­rada Besteiro, mostrándole su disconformidad con la intervención obrera en los organismos oficiales, y pocos días antes había recurrido a nuestros representantes para que le defen­diesen una demanda presentada, y median­te la cual consiguió percibir una importante indemnización en metálico. Pe ro la " faena" le salió mal al "amigo", porque aunque no se le veía muy bien, le reconocimos, y tuvo que abandonar el palco en medio de la re­chifla general. .

Y por las mismas razones que a los Tri­bunales Industriales hemos ido también a los Comités Paritarios, no porque creyésemos que éstos iban a ser la panacea curativa de todos los males e injusticias que sufrimos cuantos dependemos de un salario, sino por­que veíamos en estos Comités un nuevo de­recho social que se reconocía al factor tra­bajo, y como tal era necesario defender y afianzar, obligando a los Poderes públicos, con la fuerza de la organización obrera, a perfeccionarlos, hasta convertirlos en instru­mento de relativa concordia, cuya eficiencia viniera a humanizar en lo posible la inevita­ble lucha entre explotadores y explotados.

¿ Q u e no podemos entusiasmarnos con ta­

les Comités? Conformes. Mas también es

cierto que mediante ellos algunos gremios han

conseguido, sin recurrir a la huelga, venta­

jas morales y materiales de cierta considera­

ción.

La Unión ha defendido, no los Comités Paritarios tal como funcionan, que en gene­

ral es bastante mal, sino la orientación y fi­nalidad que deben tener si se quiere que sean útiles a la paz social. Queremos imparciales intermediarios, oficiales o no, como instru­mentos de conciliación, pero también desea­mos y procuramos tener potentes núcleos organizados, para que a donde no llegue el poder de aquéllos, alcance la fuerza de los trabajadores asociados.

Esta es, expuesta a grandes rasgos y con toda lealtad, la labor realizada y el criterio que orienta nuestras actividades. De si es acertada o no, lo dejamos al juicio de la opinión pública en general y al de la clase trabajadora en particular. Desde luego, afir­mamos que en la obra ponemos nuestros me­jores deseos y los más fervientes entusiasmos.

Sin perjuicio de que nos retiremos de ellos en el momento que los consideremos inefi­caces (aunque sigamos creyendo serían con­venientes si cumpliesen con rectitud su mi­sión) como lo hicimos de la antigua Junta provincial de Abas tos en cuanto se vió que allí nuestra representación no podía hacer labor positiva en beneficio de los intereses de la ciudad, porque monopolizaba el má­ximo poder de dicha jun ta el entonces go­bernador civil de la provincia.

La mayor parte de los diputados provin­ciales son capaces de perder los pantalones con tal de no dejar el puesto que desem­peñan.

Como que ya están preparando la elec­ción para cuando llegue el momento opor­tuno.

Y entonces hacer las muchas cosas (y nin­guna buena) que realizaron en épocas pa­sadas.

C R I T E R I O S

NOS PARECE BIEN...

... que el Ayuntamiento acuerde la cons-trucción de cuarenta edificios destínados

a escuelas

... que cada uno dé ni dinero para lo que quiera

...que un alcalde derechista, como el se­ñor Jordana, asista a reuniones a las que solamente van curas y jesuitas dis-frazados.

. . . que la Sociedad Zaragozana de Urba­nización deje el negocio de las casas ba­

ratas en manos de otros que, al parecer, son nuevos en tan sucio asunto.

. . . que haya vecinos, con decoro ciudada-no, que se preocupen por la ciudad y pretendan impedir, aunque no lleguen a conseguirlo, que le sean birlados unos millones de pesetas.

N O S P A R E C E M A L . . .

... que la construcción de escuelas no se haya hecho antes o se habiliten locales donde dar inmediatamente las clases. Porque las escuelas estarán construidas cuando a Mahoma y su profeta les dé la realísima gana.

. . . que el dinero, en lugar de darlo para lo que sólo interesa a cuatro comercian­tes y a los hoteleros, no se dé para re­mediar tantas calamidades como presen-ciamos a todas horas.

. . . que un concejal republicano, en fun­ciones de alcalde, asista a la reunión en que se trató del templo del Pilar. (A sus correligionarios les ha parecido peor).

... que sean los vecinos quienes se preocu­pen de que no se lleven los dineros de la ciudad y no sea el Ayuntamiento, que cada día se muestra más pastueño.

La Mutualidad Obrera

Se reunió el Cornejo de Administración con asistencia de los compañeros Ros, Sebas­tián, Mar t ín , Ladrón . Guíu, Sádaba , Viesca.

Son alta Ánge l Barguella , núm. 1.403; M a r c o s Moliner , n ú m . 1.404; José Piudo. 1.405; Ruperto Magollón. 1 .406: Agustín Nada l , 1 .407: Teodoro Ráfales , 1.408: José Lucea, 1.409; Antonio Lambar t , 1.410; Ra­fael Recio, 1.411; José Carceller , 1.412: Mar iano Fuertes, 1.413; Vicente Gracia , 1.414; Mar iano Bagüés , 1.415; Joaquín Paesa , 1.416.

L a Administrativa del Centro Unión G e ­neral de Trabajadores comunica que en el sorteo para la amortización de acciones que se adquirieron para la compra del s o l a r de la futura Casa del Pueb lo , ha correspondido a L a Mutual idad la amortización d e sus a c ­ciones núms. 531 y 535 .

Se despacharon varios asuntos de trámite y se discutió la reforma del Reglamento.

N o es sólo el negro manto, ni el obliga­do traje d e luto, ni los suspiros de una respiración ahogada, ni la expresión lángui­da del semblante, a la par que todo el con­junto de exteriorizaciones de dolor, lo que puede revelar fielmente el es tado de un áni­mo. T o d o esto, en realidad, es apariencia, pues que son cosas que el hombre puede fingir. P e r o lo que se siente de corazón aden­tro, eso sí que sobrepuja a todas las exte­rioridades que pudiéramos llamar caricatu­ra del dolor.

S H A K E S P E A R E .

Juan José Lahuerta Practicante

de la Beneficencia Municipal

Sitios. 13, 4.º - Zaragoza

Tip. "La Académica" - Zaragoza

CREDITO LITERARIO Todos los camaradas que sientan deseos de elevar su nivel

cultural pueden con facilidad conseguirlo aprovechando la oportunidad de encontrarse en Zaragoza el comisionado de la Casa Espasa-Calpe, S. A., suscribiéndose a la famosa nueva

GEOGRAFIA UNIVERSAL de Ernesto Granger, Juan Dantín Cereceda y Juan Izquierdo Cruselles

La más autorizada por su texto e ilustrada con 58 mapas en color, algunos a doble página; 352 mapas en negro, 1.212 maravillosas ilustraciones fotográficas, 549 cuadros es­tadísticos, 1.690 páginas, en tres volúmenes, lujosamente en­cuadernados en tela, tamaño 23 x 32, cuyo importe, de 165 pesetas, puede pagarse a razón y desde 5 pesetas mensuales.

Estas condiciones, que colocan la obra, magnífica, que es una geografía moderna, al alcance de los trabajadores más mo­destos, esperamos con fundamento será aprovechada por aque­llos que, careciendo de medios económicos, se verían privados de obra tan importante.

Con el fin de poder atender las demandas en este sentido, el delegado de la mencionada casa Espasa-Calpe ha nom­brado para Aragón, Rioja y Navarra a su representante don Manuel Lázaro, quien facilitará al propio tiempo, además del inmenso surtido de Espasa-Calpe, todo cuanto se rela­cione con la cultura en sus aspectos más diversos.

Atenderemos, con condiciones especiales, la creación de Bibliotecas, Ateneos, Centros y Sociedades de toda la región.

Para cuantos detalles sean necesarios, visitar o escribir al delegado en esta región

Manuel Lázaro Plaza de San Miguel, núm. 5

Z A R A G O Z A

3 VIDA NUEVA 3

"Cierzo" y "VIDA NUEVA" N o s ha producido asombro al leer dete­

nidamente el fondo que nos dedica el perió­dico quincenal zaragozano.

En él se nos atribuyen actitudes respecto a él que ni se reflejaron en nuestras colum­nas ni siquiera pasó por nuestro pensamiento el adoptarlas. .

A ese artículo que nos dedica sí que se le puede aplicar el calificativo de ciempiés, galimatías, geroglífico, o lo que se quiera.

Nos llama querido semanario y, seguida­mente, pocas líneas más abajo, nos atribuye mala fe, deseos de lucramos a costa del daño ajeno. Y esto significa una injuria que no to­leramos a Cierzo, que no tiene autoridad

para juzgar a nadie, ya que a nadie repre­senta—aunque otra cosa afirme—ni nada sig­

nifica en la vida social y política zarago­zana.

Nosotros nos limitamos, hace dos núme­ros, a rechazar la afirmación de un artículo, para nosotros anónimo, ya que una E no puede ser responsable, públicamente, del cri­terio que le anteceda. Ante una demanda judicial podrá serlo su autor, pero no para el simple lector, que solamente separará tal criterio, del que sustenta el periódico, cuan­d o sea un nombre el que ante las gentes res­ponda de lo dicho. Y en aquella ocasión,

para el lector. E y Cierzo debían ser una misma cosa.

Y ¿quién es Cierzo para afirmar que V I D A N U E V A no viene a defender a toda la clase trabajadora, y sí sólo a los afiliados a la U . G. de T . ?

V I D A N U E V A es de la U . G. de T . , y

ésta, en muchas ocasiones ha defendido a quienes estaban al margen de ella (en ese sector rojo del que Cierzo se siente ajeno para mejor servir los intereses de la Repú­blica, calificándolo así de enemigo de ésta).

Y como hizo entonces la U . G. de T . hará V I D A N U E V A , si es preciso. Porque una cosa es que no estemos conformes con la inopor­tunidad de ciertas tácticas y otra que las creamos lógicas y necesarias en determinados momentos. Y siempre, para nosotros, son compañeros de lucha a los que defendere­mos cuando sea preciso. Conste así.

Nos es igual que se dirija a V I D A NUEVA o a la U . G. de T . N o debe pretender, con esa afirmación, eludir enfrentarse con este organismo. La U . G. de T., quienes la re­presentan, tienen juzgado a Cierzo. Le es, pues, igual, agradarla o no. Cónstele así.

Y pretender sacar a relucir, para inter­pretar la responsabilidad de un periódico, lo que dice un Estatuto tan pronto hecho públi­co como rechazado unánimemente (Cierzo le llama absurdo), es tan disparatado como ese mismo proyecto de Estatuto.

N i a Cierzo, ni a ningún periódico que tenga señalada una orientación (Cierzo dice que la tiene izquierdista, cosa que no vemos muy clara), salvamos de determinadas res­ponsabilidades periodísticas. Para salvarle debió decirnos: " D o n Fulano de T a l es el autor del articulo combatiendo a los socialis­tas". Es muy acomodaticia esa postura de eludir la responsabilidad que pueda tener un artículo que por toda firma lleva una vocal. En muchas ocasiones es mala fe; en otras, cobardía.

¿ Y para qué más? ¡ A h ! Y cónstele a Cierzo que nosotros

hemos sido antimonárquicos siempre: antes de la Dictadura, durante ella y después de ella.

Que nosotros, cuando pudo haber peligro

en l a actuación, decíamos lo que éramos; y

que no hemos esperado a que desapareciese

aquel estado de cosas para declaramos anti-

monárquicos. .

H a y ocasiones en que hasta resulta ele­

gante decirse antimonárquico y algo más. Y

ésta es una de ellas.

Del antimonarquismo de Cierzo nos son­

reimos levemente.

Y cónstele, como final, que damos por

terminada esta cuestión, que ni dimos motivo

para el gesto "trágico" de Cierzo ni desde

el primer momento le concedimos la impor-

tancia que l e ha dado.

P a r a F . N o nos hemos indignado nunca, ni terri­

ble ni levemente.

Y, hasta ahora, no creemos haber tenido

ninguna salida de tono.

Demostración: afirma que cuando dijo que los estudiantes requirieron a los socia-listas, no pensaba en Zaragoza. Está bien. A continuación dice que sus recuerdos se refe-rían a 1928-1929, en Madrid. Se refiere a "manifestaciones callejeras" y a que los es-tudiantes acudieron a la Casa del Pueblo.

Pero , ¿cree usted que podía tomarse como

bate de un movimiento esas manifestaciones callejeras, esos gritos, que podían reflejar, sí, estados de ánimo, determinado ambiente para esas manifestaciones callejeras que la mayo­ría de las veces eran pretexto para hacer un chiste a costa del dictador?

Mal conoce usted lo que son organizacio­nes y lo que son movimientos. Y , peor, aún, qué estados de opinión deben ser aprovecha­dos para determinadas empresas.

También nosotros le afirmamos que queda en pie lo que dijimos.

Y ni procuramos asustar ni convencer. Respetamos sus ideas concretas, sinceramen­te; aunque las creemos muy alejadas de las nuestras y no hacia la izquierda.

Y si, a pesar de la elasticidad de su pro­grama, apenas si se aproxima a El Sol—en el sentido que interpretamos la frase—con y sin permiso de El Socialista, nos alegramos

de veras.

Punto final.

R E U N I O N E S

L A E S P E R A N Z A

(Sociedad de Socorros Mutuos)

Celebró reunión reglamentaria esta entidad (filial de "La Panificadora"), con la asis­tencia de todos sus afiliados.

Se dio cuenta del estado floreciente de la nueva Sociedad y de su situación moral, tan excelente, que ha hecho florecer une be­lla obra de solidaridad.

La situación material de "La Esperanza" también se dio a conocer, mereciendo la

aprobación entusiasta de todos los asociados, que ven la claridad y honradez de las cuen­tas y cuyos ingresos y gastos, con todos los comprobantes, están a la libre comprobación de todos.

Se dio cuenta de haber principiado a gozar los beneficios del socorro por enfermedad, el compañero Pascual Marqués Roche, que percibe según el reglamento—cinco pesetas diarias.

Y a propuesta de un asociado, se acordó por unanimidad: "El compañero que sin cau­sa justificada no asista a las reuniones que se celebren, pagará 50 céntimos para el fon­do de socorro".

Se dio fin e la reunión, dominando un gran entusiasmo entre todos los compañeros.

Se constituye la Liga Laica Nacional La semana última se celebró en Madrid le

constitución de la Liga Laica Nacional, or­ganismo que viene a deshacer prejuicios y

tutelas espirituales.

La idea, lanzada por nuestro querido ca­marada el gran periodista Luis Araquistain, fué acogida jubilosamente por numerosos in­telectuales, que prestaron su adhesión y co­operación a la más pronta formación de di­cha entidad nacional.

Como decimos, la pasada semana quedó constituida la Liga.

La reunión se celebró, con gran concu­rrencia de asociados, en la Casa del Pueblo, bajo la presidencia del señor Albornoz.

Este pronunció breves palabras para ma­nifestar que el objeto de la reunión era úni­camente para elegir la Junta directiva de la Liga Nacional Laica y dar ésta por cons-tituída.

A propuesta de un asociado se votó por aclamación la candidatura siguiente:

Manuel B . Cossío. presidente; Ramón P é ­rez de Ayala , vicepresidente primero; A l ­varo de Albornoz, vicepresidente segundo; Pedro Rico, secretario general; Antonio Fernández Quer, secretario de actas; Jacobo Castro, tesorero; Antonio Mairal, contador; Luis Araquistain. Americo de Castro, Ri­cardo Baeza. Luis Fernández y Victoria Kent, vocales.

El señor Albornoz dio por constituida la Liga, una vez que ya han sido aprobados sus estatutos gubernativamente, y anunció que el primer acto de propaganda y de ac­tuación pública de la Liga se selebrará en breve en uno de los principales teatros de Madrid.

A la reunión asistieron muchas personali­dades de significación izquierdista.

En Madrid ha quedado constituida la Liga Laica. Como dice su título, es nacio-nal. Desconocemos el propósito de los orga­nizadores hasta ahora.

¿ H a y quien recoja la idea en Zaragoza y establezca relación con aquellos para lle­gar a formarla en nuestra ciudad?

Nosotros, tan modestos, no nos atrevemos a hacerlo, pera prestaremos nuestra ayuda in­condicional a quien tal intente.

¿Qué hace la Diputación que no imita a

su colega la sevillana?

Ante una negativa como la que han dado

(que es lo mismo que darle con la puerta en

los morros, que decimos en Aragón) no hay

más remedio que transigir o dimitir.

Transigir sería hacer el más espantoso ri­

­­­­lo.

¡Alerta, galluranos!

Hace algunos días, el alcalde de esta vi­lla envió un B. L . M. a algunos vecinos, rogándoles asistieran a una reunión que en la Casa Consistorial habría de celebrarse al objeto de tratar de la fundación de una so­ciedad benéfica.

Los que a ella asistieron pudieron ver que los fundadores eran, ni más ni menos, que los viejos políticos de la vieja política.

Estos señores y señoras (que de todo ha­bía) dijeron que, en vista de la triste situa­ción económica por que atraviesa le clase jornalera, solicitaban el concurso de todos, a fin de recaudar fondos y distribuirlos en for­ma de bonos a los más necesitados y pro­pusieron que la Sociedad se denominase "So­ciedad benéfica de San Antonio".

El alcalde ofreció dar (de los fondos mu­nicipales) 300 pesetas. .

Otro señor ofreció adelantar X pesetas a dicha Sociedad. Con ello demostraron los nobles sentimientos que estos señores tienen.

Todavía no sabemos si habrán ultimado el programa, reglamento o lo que sea que ha de regir a la benéfica Sociedad; pero si el pueblo sabe apreciar el verdadero sentido de la obra, les va a ser, más que difícil, impo­sible, porque no es fácil engañar con espe-jismos.

Esos señores fracasaron ya en otro nego­cio que explotaron y del que el pueblo guar­da algunos recuerdos desagradables.

M e refiero al Sindicato Católico. El pueblo de Gallur no necesita caridad,

sino justicia y trabajo. N o es caridad, señores benéficos y carita­

tivos, lo que puede dar solución a la honda crisis por que el pueblo atraviesa, sino ad­ministración honrada. N o es justicia ni cari­dad dar una limosna para que vaya murien­do poco a poco una familia, sino buscar los medios para que no falte trabajo, para que pueda con dignidad y sin humillaciones, ga­nar el sustento preciso.

Lo que hace falta es intensificar la labor haciendo escuelas (que es una vergüenza que no las haya); urbanizar las calles, que cuan-do llueve se ponen intransitables; arreglar caminos, que buena falta hace, pues no hay derecho a que el cultivador cargue con una cuota anual por ello, y que, cuando llega la campaña remolachera, vayan los carros dan­do tumbos por ellos, con peligro para las vi­das de los hombres y de las caballerías.

Lo que hace falta es que cuando se haga una reforma o un edificio municipal se con­sulte con el pueblo y se saque a pública su­basta, no entregando la obra a determinadas personas y que en esos trabajos sean admiti­dos todos los que quieran trabajar, no ha­ciendo exclusivismos, como ocurrió en la obra del matadero, que hubo persona que solicitó un día de trabajo a la semana y se le negó, llevando en cambio todos los días a los mismos.

Lo que hace falta es crear una brigada para la limpieza de las calles, y no obligar a los vecinos, cuando viene el gobernador, a que le hagan, bajo una exagerada mulla si no lo hacen.

Y para terminar diré que lo que hace falta es que esos señores paguen a sus obre­ros el jornal que en justicia les corresponde, pues yo sé que algunos de ellos sólo pagan cinco pesetas, cuando todos los del pueblo pagan seis.

Es muy cómodo llamarse católico, apostó­lico y romano y no cumplir ninguno de los preceptos que el verdadero cristiano debe practicar.

Pero, no ; no se cansen esos señores y esas aristocráticas señoras de bolso y rosario.

El pueblo de Gallur les conoce bien y sa­brá apreciar el mérito de tu labor.

¡Alerta, galluranos! ¡Fuera hipocresías!

Nosotros queremos trabajo, pero no li-mosna.

MARIA D O M Í N G U E Z .

ROTO Y B L A N C O CAFE Y LICORES . VINOS AÑEJOS

Clases de las marcásemos acreditadas

PRECIOS ECONÓMICOS

Plaza de la Constitución, 5 - Zaragoza

L O S L I B R O S

" G e o g r a f í a U n i v e r s a l "

Magnifica obra la "Geografía Universal" editada por la casa Espasa-Calpe, de la que son autores Ernesto Granger, Juan Dantín Cereceda y Juan Izquierdo Croselles.

Es la primera obra que describe cómo ha quedado el mundo tras el cataclismo uni­versal que significó la Gran Guerra. Esta­dos que desaparecieron, que quedaron dividi­dos, transformados de manera que nada que­dó de lo que fueron; regímenes que sufrie­ron honda transformación; provincias, nacio­nes que pasaron de una a otra tutela na-cional.

Todo ello es descrito maravillosamente en

esta nueva Geografía, que ha merecido de la

crítica los más calurosos elogios. El éxito mayor ha coronado el esfuerzo que realizaron sus autores.

Sus descripciones, sus comentarios, están al alcance de todas las inteligencias. Quizá éste ha sido el mayor acierto. Nada queda pen­diente para el comentario del lector.

Las costumbres de las razas son descritas de manera que, al terminar su descripción, el lector cree convivir con quienes son motivo de lo escrito.

La casa Espasa-Calpe ha querido que tan magnífica obra pudiera llegar a todos y para ello la venta se hace en forma que todos puedan adquirirla. Plazos mensuales, casi insignificantes, son facilidad enorme para su adquisición.

Y de ello está encargado en Zaragoza y su región Manuel Lázaro, que ha logrado numerosas suscripciones para la obra, que se entrega completa.

Nadie que desee conocer cómo ha queda­do el mundo tras la guerra europea, debe quedar sin adquirir tan magnifico libro.

Para el obrero es un documento interesan­tísimo y por ello recomendamos su lectura con el mayor interés.

" T a r a z o n a e n la g u e r r a d e s u ­c e s i ó n "

Acaba de ponerse a la venta un valioso estudio histórico de la parte activa que tomó la ciudad de Tarazona al advenimiento de la casa de Borbón.

Es un libro de gran importancia para to­dos los aragoneses. Se trata de una narra-ción histórica de la lucha que la ciudad del Queiles sostuvo para defender su adhesión a la casa de Borbón, su libertad y su ideal en una época en que las ambiciones extranje­ras invadían impunemente el suelo nacional. Con verismo formidable narra el autor las desastrosas intrigas cortesanas que durante los últimos tiempos del siglo X V I I y reinan­do Carlos II se desarrollaban en nuestra patria.

Interesantísimo resulta el primer capitulo de esta obra, donde la lucha y manejos de los cortesanos y exorcistas hacen de aquel em­perador una piltrafa humana.

Luego el autor hace pasar por nuestra mente, como si fuese una cinta cinematográ­fica, el nombramiento de Felipe V , rey de España, su entrada en la misma, su buena disposición para regir los destinos de nuestro pueblo; las pretensiones de Carlos III de Austria al trono español; la guerra llamada de sucesión, donde el autor hace gala de profundos conocimientos sobre aquella épo­ca tan funesta, pasando por último a expo­ner con asombrosa minuciosidad de detalles el alzamiento del reino de Aragón.

Luego expone cómo en aquel caos espan­toso en que en todo y para todo se vacilaba, un pueblo valiente y pundonoroso, la ciudad de Tarazona, llena de prestigios históricos, sabe cumplir su palabra de lealtad a su rey, declarándose rotundamente contra el Archi­duque. En este momento es cuando el libro llega a despertar mayor interés y a tener

mayor valía.

Aparte del interesantísimo valor histórico que esta obra tiene, está escrita con un len­guaje tan pulcro y elegante, que ponen de manera diáfana los valiosas condiciones de don Teófilo Pérez Urtubia para esta clase de estudios, que se revela como historiador magnífico y como escritor de envidiables con­diciones. Es obra que debe figurar en toda biblioteca.

Reciba nuestra felicitación, y que Aragón responda a sus desvelos por engrandecer a la ciudad del Queiles.

U n f o l l e t o i n t e r e s a n t í s i m o Hemos recibido un folleto, editado en Ma­

drid, que tiene interés enorme para los socia­listas y los trabajadores.

Se titula "Normas para la política econó­mica de la Federación Sindical Internacio­nal" y luego de un hermoso preámbulo, se inserta el informe sometido a examen del Consejo General reunido en Praga en mayo de 1929, y que fué aprobado por el Comité ejecutivo en junio del mismo año.

El Comité ejecutivo de la Federación Sin­

dical, formado por Walter M . Citrine, por Inglaterra; H . Jacobsen, por Dinamarca; L. Jonhaux, por Francia; Th . Lipart. por A l e ­mania; Corn. Mertens, por Bélgica; R. T a -yerle, por Checoeslovaquia, y Joh. Sassen-bach, dice en el prólogo:

"Aun suponiendo que este folleto ha de ser leído preferentemente por cuantos se pre­ocupan de los problemas económicos de su país, no queremos dejar de expresar nues­tro ferviente deseo de que por la lectura de este opúsculo, aquellos que hasta ahora per­manecieron indiferentes se inicien en los problemas económicos, al objeto de ser, con la ayuda del tiempo y de su esfuerzo, activos militantes capacitados p a r a mejor servir la causa de los trabajadores".

Preocupación constante de la Sindical In­ternacional los problemas económicos, su cri-

terio ha sido fijado en estas normas que ha lanzado a la publicidad, editadas en dis-

tintos idiomas.

Gran lección, en muy pocas páginas; y

de interés transcendental para los trabaja-dores.

Recomendamos a éstos su lectura.

Acuerdo del gremio de construcción

Las Juntas directivas que abarca el gremio de construcción ha tomado un acuerdo de gran interés.

Con el fin de desarrollar la propaganda y ante posibles actuaciones sociales, tienen el propósito de celebrar una junta general cada una de las secciones que componen el gre­mio. En ellas intervendrá el compañero Anas­tasio de Gracia, de Madrid, para aclarar cuantas dudas pudieran presentarse a los aso­ciados.

Como resumen de este ciclo de Juntas, Anastasio de Gracia dará una conferencia en el Centro.

Aquellas reuniones se celebrarán los días martes, 3 ; miércoles, 4 ; jueves, 5 ; viernes, 6 ; y domingo, 8.

Gran interés tienen para los compañeros del gremio de construcción aquellas Juntas y la conferencia final.

En pro de "VIDA NUEVA"

Un simpático acuerdo de los camaradas de Ejea

Los entusiastas afiliados a la Unión Gene­ral de Trabajadores de Ejea han tomado un acuerdo que les honra sobremanera y que es ejemplo que debe imitarse.

En reunión celebrada por la directiva de aquel organismo acordaron dar una subven­ción mensual para ayuda de V I D A NUEVA, que será aumentada oportunamente.

Acordaron también suscribirse al periódico y, finalmente, llevar, a la primera Junta gene-ral la proposición de contribuir mensualmen­te con cinco céntimos por afiliado para el sostenimiento de V I D A N U E V A , con arreglo a la proposición hecha en nuestro número ante­rior por el excelente camarada Sancho.

Gustosos hacemos público este rasgo de los compañeros ejeanos, que honra a ellos y a la organización a que pertenecen.

¡Si todos fueran como aquellos entusiastas camaradas...!

Pensamientos de filósofos eminentes Es tan vana la esperanza de llegar sin

trabajos ni sacrificios cruentos a la pose-sión de un bien, como contar con una co-

secha en donde no se ha sembrado ningún grano.

FRANKLIN.

La fuerza viva del pensamiento triunfa de la fuerza inerte de las masas.

FLAMMARIÓN.

C A S A D E C O M I D A S DE

A N D R É S L O B É Se sirven comidas a precios económicos. — Servicio esmerado Por su seriedad, por lo esmerado de su servicio, la recomendamos

a nuestros compañeros

PLAZA DE S A N MIGUEL, NÚM. 5

Adolfo H. de Alegría D E N T I S T A

San Miguel. 7, entlo. (frente al Teatro Circo) Z a r a g o z a

REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN Estébanes, 2, pral. izquierda

T E L É F O N O 1302 Vida N u e v a P R E C I O S D E S U S C R I P C I Ó N

Año 5'00 pesetas. Semestre . . . . 2 '50 " Trimestre . . . . 1'25 "

La c o r r e s p o n d e n c i a , a l Director No se d e v u e l v e n l o s o r i g i n a l e s a u n q u e n o s e p u b l i q u e n

N U E S T R A S C A M P A Ñ A S

El asunto de las casas baratas

V a y a mi primer aplauso para el sema­nario socialista obrero, que quiere mantener en alto la bandera que levantaron los siete vecinos firmantes de la instancia elevada, al entonces Ayuntamiento de la Dictadura, im­pidiendo con ella se sometiese a la ciudad y se la encadenase a obligaciones que suponen millones de pesetas que gravaban el presu­puesto del contribuyente zaragozano.

Como dice muy bien el semanario VIDA NUEVA, toda la prensa local ha permanecido hasta la fecha al margen del asunto, y nin­guna otra entidad, pasado el período de la información pública, se ha interesado por un problema de tan vital importancia para los intereses municipales como lo es el llamado "de las Casas baratas". La i n f o r m a c i ó n p ú b l i c a

En el informe presentado al Ayuntamien­to el día 2 2 de febrero por los siete vecinos mencionados, el único de los presentados que estudia a fondo el problema, bien claro se demuestra que el acuerdo municipal del día 6 de octubre de 1926. que precedió a la escritura para la subrogación de derechos a la Sociedad Zaragozana de Urbanización y Construcción, adolece del defecto de nuli­dad y, por tanto, el actual Ayuntamiento debe proceder a declararlo así y recabar para él, que es serlo para la ciudad, esos derechos que tan ligeramente concedieron los desapren­sivos concejales de la Dictadura.

Aquel Ayuntamiento, mercad a la instan­cia repetida, prorrogó por unas sesiones la discusión que proyectaba y abrió un período de días para que informasen las entidades que lo creyeran oportuno, a la vez que apro-bó y prometió informar al público, mediante un folleto para que, con conocimiento del problema, pudiera aportar cuantas ideas e

iniciativas considerase de algún interés para

la ciudad. C a y ó la Dictadura, hubo cambio de

Ayuntamiento, y éste, que parecía iba a orientar las cosas por su debido cauce, hace caso omiso de los informes que le entregaron las entidades y la comisión de vecinos y tra­ta de enfocarlo por otro lado, siguiendo las tenebrosidades del Ayuntamiento anterior. Es más; acuerda consultar a los abogados asesores del Municipio, pero la consulta, muy hábil o demasiado intencionada, no pide se informe en el sentido de si es nula o no la escritura de la subrogación, por serlo el acuerdo que lo precede, sino a qué obliga al

Ayuntamiento dicha escritura. ¿ H a y o no algo oculto en esa pregunta?

N u e v a i n s t a n c i a de l o s v e c i n o s

Con fecha 19 de abril último, la misma comisión de vecinos que presentó la instan­cia que ha dado lugar a esta discusión, pre-sentó una nueva instancia al Ayuntamiento solicitando se aplazase la de tan tenebroso asunto y esperase la resolución que se derive de lo actuado por el fiscal, puesto que mien­tras ese resultado no se obtenga, el problema estará sub-judice;

Visado por la censura ¿Es q u e

tiene interés el alcalde en actuar dictatorial­mente y siguiendo las orientaciones de la D i c ­tadura? Bien claro lo prueba el hecho de se­guir actuando sin atenerse a la información pública y sin publicar el folleto que ya pro­metió el célebre mosén Al lué Salvador, di­cho sea sin ofensa para el clero llano.

Los c a r g o s e n la S. Z. de U. y C .

Y a que hemos citado la sesión del pleno

del día 23 de abril último, examinemos la

parte que se refiere a la doble gestión de

algunos miembros de la Comisión de enlace

—¡menudo enlace!—entre el Ayuntamiento

y la empresa constructora.

Refiriéndose, pues, a esa doble gestión, o

sea: que el alcalde con algunos concejales

de la Dictadura y otros funcionarios muni-

cipales de la misma, formaban parte, a la

vez, de dicha comisión con elementos de

la S . Z . de U . y C. , el señor Jordana ma­

nifestó haber contestado a la representación

de la empresa de casas baratas que le había

visitado, que entendía no podía servirse a se­

ñores que tenían intereses particulares que

defender, por considerar incompatible presi­

dir dos entidades empeñadas en un mismo

negocio desde distinto plano, e igualmente

debe entenderse en cuanto a los concejales

y dependientes del Municipio. .

M a l se compagina esta declaración con el

procedimiento que ahora van a seguir, que

es, precisamente, un remedo del anterior. Fiscalización, sí; colaboración, no; pero aún

no hemos llegado a ese aspecto, puesto que la nulidad del acuerdo subiste, y así lo re­conoce el señor Jordana al declarar que ha

habido irregularidades en el procedimiento

empleado anteriormente, y que debió irse a

la información pública antes de tomar acuer­

do, lo que ahora parece olvidar el alcalde, que para nada cuenta con esa información. Además, ¿sabe el alcalde si, además del suel­do que disfruta el secretario del Ayunta­miento, se tuvo en cuenta algún otro sueldo relacionado con las famosas casas baratas, para al nombramiento del actual o para que éste solicitase dicha plaza? Este es un deta­lle que, por interesante, convendría saber y que rogamos conteste con sinceridad.

Los actuales concejales Lo menos que puede pedírsele a los con­

cejales, ya que fueron parte de ellos al Ayuntamiento teniendo en cuenta la elección de anteriores convocatorias (de los mayores contribuyentes no hay que hablar) que res-pondiesen a la confianza que los ciudadanos les concedieron al votarles; pero, puesto que todos los monárquicos (excepto uno) y el al­calde, ningún interés demuestran por la ciu­dad, sin contar al concejal señor Briz, que parece lo tiene por la empresa, recordando sin duda con nostálgica amargura a la "Rapid Cem Fer", ya que ignoramos a quién puede representar, lo absurdo del caso es que la minoría republicana, exceptuando al señor Franco Costa, continúe muda, sorda y cie­ga, caso anómalo y digno de tenerse en cuen-

ta para lo sucesivo.

Esa minoría resulta más pequeña de lo que

parece y merecerá toda clase de censuras si

no cumple con la misión que se impuso des­

de el momento que fué al Ayuntamiento

(puesto que son los que realmente deben re­

presentar a la ciudad) de sostener y levan­

tar más la bandera que enarbolaron los siete

ciudadanos que en estos tiempos han dado

mayores pruebas de amor a la ciudad y a

la justicia. Esos siete ciudadanos no pueden

quedar abandonados a sus propias fuerzas,

porque seria un acto de incivilidad y egoís­

mo para con ellos por parte de la ciudad y,

aparte lo que los ciudadanos todos debemos

aportar a esa obra de saneamiento, son los

concejales republicanos quienes tienen la pa­

labra.

Los cargos se representan ateniéndose a los

mandatos de los partidos que los llevan a

ellos; se representan dignamente o no se ocu­

pan. U n a representación tan mediocre e in­

vertida, está pidiendo a voz en grito la di-

misión.

D e los concejales monárquicos y por dere-

cho propio, ya sabemos lo que podemos es­

perar: para que obtengamos el mismo fruto

de los que se dicen republicanos, es un bo­

chorno que no podemos tolerar porque nos

hace enrojecer de vergüenza. Que dimitan,

si no cumplen con su deber.

La prolongación del Paseo

D a d o fin a este articulo, nos enteramos de que por el Ayuntamiento se pretende pro­longar el Paseo da la Independencia hasta la margen del Ebro, y como quiera que esto se­ría el mayor disparate que en los actuales momentos puede concebirse, damos la voz de alerta para impedir la realización de un pro­yecto tan descabellado. Va le más prevenir que remediar, o sea, dicho en términos vul­gares: antes de cabras, corral.

Y el prevenir y el corral lo tendremos construyendo buen número de casas baratas de verdad, acometer la empresa de sanear el Hospital, Hospicio, cuartel, convento e igle­sia y en esa zona queda espacio para cons­truir infinidad de casas, y cuando se tengan éstas, sobrantes, y con dinero suficiente en las arcas municipales, podrá empezarse a estu­diar si conviene ya, o es pronto, el de la prolongación del Paseo, que parece va a re-

s u l t a r o t r o negocio como el de las casas baratas.

U N C I U D A D A N O .

N. de la R.—Coincidimos en absoluto con el criterio expuesto por el articulista en todos los aspectos de la cuestión.

Pero nosotros somos, quizá, más optimis­tas en lo que respecta a la actitud de la minoría republicana. Confiamos aún en que demuestren que no se hallan en tales puestos para solamente demostrar que ha desapareci­do la Dictadura, sino para probar, una vez más, lo que fueron los concejales republi­canos en Zaragoza.

Entre los actuales hay quien—ya lo diji­mos en otra ocasión—posee capacidad más que sobrada para salir airoso en cualquier empeño. Y sería dignamente secundado por sus compañeros de minoría.

N o les pedimos que triunfen; sería dema­siada exigencia al tener que luchar contra una mayoría de la que, parte, es posible que tenga intereses que defender en este asunto. Pero procurar hacer luz clara, diáfana, es obligación de ellos.

Si no como zaragozanos que defienden los intereses de la ciudad, como republicanos, por la representación que allí ostentan, por decoro social de sus representados.

Si no lo hacen así; si dejan correr esa bola sin oponerle obstáculo alguno, entonces sí que habría llegado la ocasión de pedir lo que el articulista señala como obligación cuanto una representación impone como obli­gatorio.

Aún esperamos.

Lo que puede esperarse de los burgueses

H a y todavía obreros que se prestan para ser incondicionales de la clase patronal. A ésta, nosotros, en general, la conceptuamos con arreglo a la frase famosa: "Todos son unos". Aunque aceptamos y reconocemos al­gunas—no muchas—honrosísimas excepciones.

Y decimos aquello a propósito de lo su­cedido a un compañero nuestro.

Enfermo, inútil temporalmente para el tra-bajo, ha pasado unos meses. Sin ahorros, que no puede tenerlos quien con un simple jornal ha de atender los necesidades de es-posa y varios hijos, podemos imaginar cuál fué su situación.

Sanó, volvió al trabajo y . . . su plaza es­taba ocupada y no era posible darle otra— hemos de advertir que lo mismo podían tra-bajar uno que varios más.

Sin duda el patrono pensó que poco rendi­miento podía dar quien pasó larga tempora­da enfermo.

Pero seguramente su pensamiento se fijó más en que este compañero es un luchador, es de los que no se sienten serviles en todo momento; que, como sabe cumplir, sabe exi­gir sus derechos y no deja que los pisoteen, como debían ser todos.

Así obran los patronos. Y como nuestro camarada, los obreros que saben ser hom­bres.

Reuniones y convocatorias

Sociedad de albañiles "El Trabajo"

Esta Sociedad de albañiles y peones cele­b r a r á Junta general ordinaria el día 3 , mar­­es, a las seis y media de la tarde, en su do­micilio social. Estébanes, 2.

Siendo de gran importancia los asuntos a tratar, se ruega la puntual asistencia de to­dos los afiliados. .

Se advierte que para la entrada en el sa­lón será indispensable presentar el carnet de asociado.

La reunión comenzará a la hora en punto

anunc iada .

Un homenaje merecido Alguna vez, a punta de pluma, he hecho

burlas sobre los banquetes y los homenajes. Las he hecho, desde luego, sin ser enemigo de los banquetes. U n banquete me parece siempre bien, a condición de que sus orga­nizadores sean hombres discretos. Si los ban­quetes y los homenajes han caído en descré-dito, no es por el uso, sino por el abuso que se hace de ellos. Lo que nos irrita, lo que no puede tolerar el buen gusto de nadie que lo tenga, es que los homenajes se dediquen, generalmente, a quien no los merece. U n día el favorecido es un autor que ha conseguido estrenar una obra que tiene de todo menos pureza dramática; otro es el poeta que ha publicado un volumen de versos cargados de ripios, ya que no de poesía, como si con ello se propusiera castigar duramente la cu­riosidad del lector; otro es el político que ha pronunciado un discurso tan vacío de conte­nido como exuberante de retórica. En cual­quier caso, la fraseología con que se preten­de justificar el homenaje es siempre la mis­ma: el admirable dramaturgo; el genial poe­ta . . . ; el insigne hombre público... El em­pleo del adjetivo es algo que debiera some­terse a una censura implacable. Es la mo­neda más falsa. Y , sin embargo, la mejor admitida, acaso porque en el engaño parti­cipemos todos, unos como actores y como espectadores otros. Hasta la medalla del tra­bajo—que para nada necesita medallas—se les concede a los que no han trabajado

nunca.

Esta divagación, que parecerá ociosa, era necesaria, porque yo voy a proponer ahora un homenaje. U n homenaje sencillo, sin gran aparato, tal como entiendo yo que deben ser los homenajes y como requiere el carácter del camarada a cuyo favor escribo, que tam­poco toleraría—estoy seguro — un homenaje de otra índole. Pienso, de todos modos, que aceptará éste. Estoy hablando de Bernardo Aladrén y creo que no habrá ningún home­naje mejor ganado. Nuestro periódico cen­tral, El Socialista, ha comentado favorable­mente, como e n de rigor, en varias ocasio­nes el desarrollo de las organizaciones obre­ras de la Unión General y el crédito que las ideas socialistas iban cobrando en Aragón. Aragón es para nuestro caso, en su parte

mejor, Zaragoza, la mayor de las tres her­manas aragonesas y un poco madre de las otras dos.

Y o sé que en Zaragoza son muchos los ca­maradas que han luchado y están luchando con entereza, pero no creo que haya nadie que pueda presentar una hoja de servicios más meritoria que la de Bernardo Aladrén. Es verdad que para un buen socialista, el trabajo constante en el seno de las organiza­ciones obreras—después del trabajo obligato-rio para ganar el pan de cada día—constitu­ye un deber. Pocos serán los socialistas que no lo cumplan. Pero yo, que he podido com­probarlo de cerca cuando trabajaba a su lado en la pequeña secretaría del Centro de la ca­lle de Estébanes, sé muy bien hasta qué gra­do de excepción ha llevado el cumplimiento de aquel deber el camarada Bernardo Ala -drén. N o rige para él la limitación de las horas. De los días que tiene el año, son los menos los que Bernardo Aladrén come en su casa; los restantes, come, o simula comer, allí mismo, en el Centro Obrero, mientras discu-

te un asunto o redacta una carta, o revisa

un estado de cuentas. Y nunca le sobran, pero tampoco le faltan unos minutos. ¡Cuán­tas veces he pensado yo, para envidiarlo, en ese milagro de la voluntad que alarga las horas y los días! Diríase, atendiendo a su menguada talla, que Aladrén se ha montado a horcajadas en las barbas del Tiempo.. .

Para él pido yo un homenaje cordial, de buenos camaradas, que sea la expresión del cariño que todos le profesamos. Una cena, por ejemplo, que podría celebrarse en algu­na de las posadas clásicas de nuestra ciu-dad, donde todavía se sirve vino auténtico de la tierra. Ningún banquete—vuelvo a re­petirlo—mejor ganado. Cuando los compañe­ros de Zaragoza lleven a realización el pago de esta deuda que tienen contraída con Ber­nardo Aladrén, yo sentiré, sin embargo, una profunda pesadumbre: la de no poder asis­tir a esa fiesta de camaradería. Asistiré, de todos modos, en espíritu. Esa noche, la sole­dad y la melancolía serán mis compañeras y brindaré con ellas: ¡ A la salud del que­rido Bernardo Aladrén. . . !

M A N U E L A L B A R .

Maniobra patronal

N o hace muchos días que a los obreros de la contrata de la estación de M. Z. A. , afi­liados a la sociedad de "Obreros de carga y descarga", se les creó una situación bastante difícil en virtud de la ley del descanso se-manal.

Estos modestos obreros, que trabajando los siete días cobraban, en su mayoría, una can­tidad de 38'50 pesetas a la semana, cantidad insuficiente para vivir y mantener su familia, vieron que, trabajando solamente seis, queda-ba su jornal tan reducido, que por este he­cho se agravaba más todavía su situación y se le hacía imposible la vida. Y esto, ¿por qué? Pues por haberse negado a firmar la nómina que semanalmente se les presenta al cobrar, en la cual se hacía constar que la cantidad recibida o jornales devengados por estos obreros durante la semana, correspon­dían a horas ordinarias, extraordinarias e in­cluso las de los domingos. De esta manera el patrono se ponía a cubierto del pago de horas extraordinarias, como son las de los do­mingos, y el obrero no tenía derecho a recla­marlas.

Ante esto, se reunieron los obreros y nom­braron una comisión, dándole un voto de confianza, para que resolviera el conflicto que económicamente se les había planteado. Hiciéronse gestiones cerca del patrono y bus-

caron una solución satisfactoria: de lo con-

trario declararían la huelga dentro del plazo legal.

Esta comisión se entrevistó con el patrono

y se le dijo que había que darle solución a la situación que se les había creado a los obreros dándoles el jornal estipulado en el contrato de trabajo (siete pesetas) o de lo contrario se verían precisados a declarar un movimiento, el cual ellos serían los primeros en lamentar.

La contestación del patrono fue que quién nos había engañado; que lo de las s i e t e pe­setas era una ilusión nuestra, que no enga­ñásemos a los obreros con promesas, las cua­les no se le habrían de cumplir.

Después de mucho discutir y de algunas entrevistas, pues no había manera de sacarle de su terquedad, concedió el aumento hasta seis pesetas y trabajar los siete días de la se-mana.

El contrato de trabajo está a punto de ponerse en vigor y las ilusiones se volverán realidades. No olvide el contratista de la es­tación de M. Z. A . que los obreros que tie­ne a sus órdenes se preocupan más de estu­diar y de las cuestiones de trabajo que de ir a los bares a embrutecerse o someterte al capricho de los patronos.

UN OBRERO.

Los señores que forman el Ayuntamiento,

si no todos, la mayoría son unos ¡Viva la

Pepa!

Al paso que llevan, vamos a echar en

falta al famoso Allué. Este, por lo menos,

nos indignaba o nos hacía reir.

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