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ANOTACIONES SOBRE LA
SITUACION FISCAL
Los datos que se insertan en este inDéficit y Crédito Público. forme relacionados con las rentas, con
la deuda pública, con el movimiento presupuesta}, etc., están poniendo de relieve la difícil situación fiscal del país, debida, como ya se observó, a las incidencias de la guerra sobre los principales ingresos fiscales de la Nación, y en esf)ecial sobre la renta de aduanas que ha sido una de nuestras bases rentísticas de mayor importancia. La política fiscal del país en los últimos años ha tenido que obedecer así, a la necesidad de hacer frente a un período de crisis y a una situación especial originada en todos los países del mundo por la conflagración que se inició en Europa en 1939.
En épocas normales, es sana tendencia la de atender a los gastos comunes de la Nación con sus ingresos permanentes y equilibrar las apropiaciones con el producido del sistema rentístico, y reservar el uso del crédito para aumentar con nuevas actividades la capacidad económica nacional y elevar su producción, así como para construir obras encaminadas al mismo fin. Pero en los últimos años, a causa de la situación de emergencia que el país ha venido atravesando, ha sido indispensable recurrir al crédito no sólo para mantener un ritmo normal en la marcha de las instituciones y servicios y para continuar las obras públicas, sino aún para cubrir parte de los gastos comunes, por la disminución o por el estacionamiento en el producido de las rentas, en primer término, y luégo por la disminución del poder adquisitivo de nuestra moneda que ha hecho más cos-toso el servicio oficial. '
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Pero así como se ha justificado hasta ahora un sistema de déficit impuesto por las circunstancias, su prolongación indefinida sería de fatales consecuencias para la economía del país. En los últimos meses las rentas han aumentado en forma considerable y no parece muy lejano un regreso a la normalidad. De ahí que el Gobierno haya venido tomando medidas nuevas, muchas de las cuales cambian fundamentalmente el criterio mantenido durante la época de la guerra, así como estudia y proyecta otras varias que encaucen la economía y las finanzas por los nuevos rumbos que la paz señalará a todas las Naciones.
Puede pensarse, pues, que la causa del desequilibrio presupuesta} por concepto de la reducción de las rentas se ha modificado; pero subsiste todavía la que implica la disminución del poder adquisitivo de la moneda, que es la de mayor importancia, unida al inevitable aumento de los gastos, por el crecimiento del país.
No hay duda, en mi sentir, de que los impuestos básicos de nuestra economía, como son los de la renta, patrimonio y exceso de utilidades, herencias, asignaciones y donaciones, consumo de gasolina, de fósforos y naipes, así como el producido de papel sellado y timbre nacional, han venido en constante aumento y así continuarán, y que la renta de aduanas vuelve a adquirir su anterior preeminencia debido a la reanudación de las importaciones en grande escala; sin contar además con la halagadora perspectiva que eR lo económico y fiscal implica para el país el porvenir de la industria del petróleo. Pero no es posible desconocer, a pesar de estos factores de bonanza, que hoy por hoy las rentas nacionales son todavía insuficientes para satisfacer las necesidades cada día en aumento de los servicios públicos.
Hace algunos años se creó el Fondo La Política de Auxilios. de Fomento Municipal con el exce-
lente criterio de llevar el apoyo económico del Estado a todas las provincias y regiones del país, y mediante este sistema sustituir el muy poco eficaz de la concesión de auxilios para obras y servicios.
Los auxilios directos son una forma no siempre justificada de invertir el patrimonio del Estado. Adolecen como sistema de defectos de gran monta que hacen aconsejable su modificación. No es admisible, en efecto, dentro de un criterio técnico, la construcción de obras sino de acuerdo con planes, presupuestos y
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proyecto~ previa y detenidamente estudiados, y las que se adelantan mediante el otorgamiento de auxilios no siempre se sujetan a ('~tu~ condiciones. Se crean por este sistema, además, regiones privilegiada~. en cuya ayuda acude el Estado con frecut>ncia extraordinaria, por medio de la financiación de obras y de l'mpt·esns, a tiempo que otro~ lugares del pais, aquellos que difícilmente pueden llevar representantes suyos a las cámaras, no alcanzan el beneficio que él puede implicar. Introduce el desorden en la administración püblicn, disminuye la capacidad del Estado para la realización de obras de aliento y propicia la dispersión de los dineros públicos en otras muchas sin mayor importancia dt~~de el punto de vista nacional. Constituye, finalmente. un factor de desmoralización, en cuanto re~ta estímulo a entidades y sN·ciones que 8C acostumbran a esperarlo todo del J..;stado sin realizar esfuerzos de su parte para la ejecución de sus obras de progreso. E~ así inequitativo e ineficaz, salvo contadas excepciones.
Sin duda alguna dentro de nuestras costumbres será muy clifícil eliminar por completo este sistema, pero no veo por qué no ha de ser posible modificarlo acertadamente. Esos dineros de los auxilios llevados a todas las regiones del pais y distribuidos en forma equitativa, por medio de organismos como el Fondo de Fomento Municipal que, perfeccionado garantiza una inver::;ión scn~ata y efectiva dl' los fondos públicos, serían entonces sí de \'erdadera utilidad para el progreso nacional.
La exención del pago de contribucio-Las Exenciones. nes y derechos es otra forma de auxi-
lio indirecto no menos perjudicial que la de los auxilios directos u que me acabo de referir. De impuPstos, do toda clase de contribuciones, pero especialmente de derechos de aduana, se han venido dictando leyes de exenciones que representan sumas de grande importancia que se le restan al erario nacional. N o hay duda de que en muchas circunstanl'Ías es conveniente y hasta indispensable concederlas; pero las lt•yc~ casuisticas que establecen grupos, municipios, regiones o actividades privilegiadas, no sólo quitan una de las cualidades básicas de la ley como es la de la equidad fundada en su generalidad, sino que deprimen notoriamente los ingresos fiscales.
En lo que se refiere a las exenciones de derechos de aduana t~l Congreso expide todos los años leyes que las establecen o que reducen aquellos derechos, muchas de ellas sin plena justifi-
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caci6n, y las más de las veces sin un estudio suficiente que impida que se desvirtúen los fines para los cuales fueron promulgadas.
Entre este cúmulo de disposiciones se cuentan, por ejemplo, las que conceden exención de derechos de aduana a las compañías líricas, a los elementos para estadios municipales y toda clase de eventos deportivos, a los envases para las fábricas departamentales de licores, a los materiales y elementos para hoteles de turismo, y muchas más que no solamente no se justifican sino que en algunos casos, como el de los envases, se traducen en evidente perjuicio para la industria nacional. De acuerdo con el cuadro número 1 que adelante se publica, las exenciones de derechos de aduana reconocidas desde el año de 1940 hasta el de 1944 inclusive, suponen una pérdida para el Tesoro Nacional de algo más de $ 19.000.000.00.
Estimo, pues, de suma conveniencia que se estudie la posibilidad de adoptar una norma semejante a la del artículo 2Q de la Ley 3\l de 1930, que suprimiendo las exenciones y rebajas de los derechos dP. aduana, del impuesto fluvial y las correspondientes a tarifas de ferrocarriles nacionales, conservara únicamente las establecidas en contratos especiales y tratados públicos, y las concedidas al cuerpo diplomático y para la introducción de maquinarias, semillas, reproductores, medicamentos o in~ecticidas que con destino a la agricultura o la ganadería importen las sociedades de agricultores.
Debido a la excesiva liberalidad con que las exenciones se han venido otorgando, ya son muchas las entidades públicas y privadas que disfrutan de tal prerrogativa, hasta el punto de que de continuarse esa politica la renta de aduanas llegará a jugar un papel muy secundario como arbitrio fiscal.
Vale la pena destacar por vía de ejemplo de lo que representa esta política aduanera, el artículo 2Q, ordinal 4Q, de la Ley 128 de 1936 sobre cooperativas que concede "exención de derechos de aduana, consular, de tonelaje y de puerto fluvial para las herramientas, instrumentos y enseres de trabajo que introduzcan las cooperativas de artesanos, obreros, empleados o pequeños industriales y agricultores para el fomento y desarrollo de las pequeñas industrias de todo orden, siempre que tales artículos no se produzcan o manufacturen en el país o que la producción nacional no alcance al abastecimiento. Para disfrutar de esta exención se requiere la previa aprobación del Ministerio de Industrias, en cada caso".
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Dada la tendencia hacia el cooperativismo, al amparo de la disposición transcrita pueden llegarse a introducir, libre de derechos, la mayor parte de las mercancías que en la actualidad están sometidas al arancel, ya que la casi totalidad de nuestras industrias son insuficientes para abastecer todas las necesidades de nuestra economía. Pero aún haciendo caso omiso del aspecto fiscal, es indudable que esa política dificulta el desarrollo de la industria autóctona por la competencia que los artículos importados exentos de derechos aduaneros· vienen a hacer a los producidos en el país. La concesión de exenciones de aduana a las cooperativas, puede ser buena; pero lo que sí no ofrece duda alguna es que se halla en oposición con el criterio de que el mayor arbitrio fiscal con que se dispone para atender a los gastos comunes es la renta de aduanas, y que, además, la excesiva liberalidad a este respecto perjudica notoriamente el desarrollo industrial de la Nación.
El cuadro que en seguida se inserta muestra el producto efectivo de las aduanas, el valor de las exenciones concedidas, el porcentaje de éstas en relación con el presupuesto nacional y la relación entre las exenciones y los recaudos de las aduanas, todo ello en el tiempo comprendido entre 1940 y 1944 inclusive:
A pesar de que la deuda pública es El aumento de la deuda bastante elevada, y que su servicio,
pública. corno se indicó atrás, representa una alta proporción de las entradas nacio
nales, no ea un problema de eRpecial importancia dada la potencialidad económica del país. Es necesario, para que las naciones progresen, utilizar sensata y razonablemente el crédito, sin aumentar exageradamente la deuda y sin que se caiga en el vicio de adquirirla para atender a los gastos comunes.
El problema de difícil solución que el Gobierno ha encontrado a este respecto radica especialmente en la pequeña capacidad que tiene el país para absorber los papeles del Estado, ya por la escasez de grandes capitales entre nosotros, ya por las brillantes perspectivas que tienen las inversiones en compañías particulares, en empresas industriales y en nuevas fuentes de producción, bien por el propósito claro y muy humano de los habitantes de países jóvenes como el nuestro, en donde todo está por hacer, de invertir sus capitales en negocios que les permitan trabajarlos y explotarlos personalmente.
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PRODUCTO DE LAS ADUANAS: VALOR DE LAS EXENCIONES CONCEDIDAS Y TOTAL DE AMBOS. EN RELACION
CON EL PRODUCTO TOTAL DE LAS RENTAS NACIONALES EN LAS VIGENCIAS FISCALES DE t 940 A t 944. Y
RELACION ENTRE LAS EXCENCIONES Y LOS RECAUDOS DE ADUANA EN LOS MISMOS AÑOS
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En los países de economía avanzada y de grandes capitales abundan los inversionistas particulares para los papeles del Estado, pues prefieren a un alto rendimiento las seguridades que los documentos oficiales les ofrecen; pero en cambio en otros como el nuestro, el inversionista desea mayor rendimiento que el interés común, y anhela siempre que el progreso de las industrias valorice sus inversiones, prefiriendo por ello comprar acciones industriales a bonos del Estado.
Si se analiza con cuidado la actual situación de las inversiones en bonos correspondientes a las últimas emisiones, es forzoso concluir que no obstante ser tales papeles de excelente rendimiento por el interés que ganan, y de gran seguridad por las gara11tías que los respaldan y las condiciones excepcionales que los favorecen, el porcentaje colocado entre inversionistas voluntarios es exageradamente pequeño.
Mediante el Fondo de Estabilización, el Gobierno ha estado interviniendo constantemente a fin de sostener el mercado de los bonos, y ha podido apreciar claramente que tales papeles permanecen muy poco en poder de tenedores que se vieron obligados a obtenerlos al hacer el pago de sus impuestos de la renta y complementarios en los años de 1942 y 1943, y que a excePción de ciertas compañías o entidades para las cuales es útil hacer inversiones en esos papeles que les sirven para darlos como garantía en determinados casos, el mayor número de ellos está en poder de entidades semioficiales que cooperan con el Estado, o de aquellas a quienes la ley obliga a comprar y mantener en su poder cantidades determinadas.
Los Bonos Denal de 1943 fueron colocados totalmente, y hay en la actualidad en circulación más o menos $ 57.000.000.00. Pet·o de la emisión de Bonos de Tesorería de 1944 por un valor total de $ 25.000.000.00 solamente se han colocado hasta la fecha $ 21.000.000.00 en condiciones similares a la emisión anterior, lo cual implica que no haya podido comenzar a colocarse la de $ 50.000.000.00 de Bonos de Tesorería de 1945.
Esto demuestra inequívocamente que entre nosotros es difícil la colocación en el público, de nuevos empréstitos, y sobre todo que es muy lenta, por lo cual no es aconsejable continuar recurriendo al crédito público para atender a los gastos comunes del Estado, pero debe .estudiarse la posibilidad de obtener nuevos empréstitos con destino a obras definidas, cuya amortización no debe corresponder, al menos en su totalidad, a las presentes generaciones.
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Lo que en realidad es alarmante en la situación fiscal general son las circunstancias que la hacen crecer anualmente, sin que exista una determinación nacional de reducirla o de aumentarla ponderadamente y con destinación exclusiva a atender obras reproductivas o eminentemente nacionales, que justifiquen por sí mismas la necesidad de gravar con su costo generaciones futuras. No dudaría, por ejemplo, en aconsejar la inversión de sumas en el desarrollo de la riqueza pública, en la tecnificación de la agricultura y de la ganadería, en las nuevas explotaciones mineras, en fomento industrial, etc. ; pero no considero prudente ni sensato continuar las emisiones de bonos para el pago de los gastos comunes de la Nación.
Una actitud permanente del país hacia el aumento de la deuda pública con fines no enteramente justificables, es peligrosa y de consecuencias difícilmente previsibles para el futuro económico de la Nación. En resumen, no es la deuda en sí lo que debe preocupar más al país, sino la tendencia de aumentarla con destinaciones que no representan una tentativa de evolución inteligente y técnica para propender a la mejor producción nacional, sino muchas veces con apropiaciones de gastos que aconseja la necesidad política del momento y no la adopción de programas definidos de acción que respondan en la práctica, al interés nacional.
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