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Aparte del circo y de la payasada, la causa por los ... · Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) que no sabe qué pasó con los más de diez niños que recogió

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asta que el moderador diga sunombre para que todos se unan enun aplauso. Insatisfechos, se po-nen de pie y siguen aplaudiendo alhomenajeado. Antes de dejarle

hablar, el publicóle canta: "Somos losper-sonajes...". Arístides Alfaro Samper seemociona hasta las lágrimas. Su gente, lospayasos, le dicen que no solo le guardanrespeto, también cariño. "Te queremos,Chirajito, te queremos", le gritan.

Hoy no lleva pintura en la cara. Tampo-co se ha cubierto la cabeza con peluca ysombrero. Llega al teatro del Museo Na-cional de Antropología, en San Salvador,como un hombre de 72 años al que las afee -ciones cardiacas y otros males lo hacenapresurar un sentido discurso de agradecí -miento. Se retira de la mano de su parejaenvuelto enunmar de muestras de aprecio.Muchos quieren apretarle la mano, darleun abrazo o tomarse unafoto con él.

Chirajito, el personaje al que describencomo icónico, y Arístides, el hombre al quele achacan un carácter fuerte, conviven enun cuerpo que resiente la dureza de una vi-da en la que estuvo en un reformatorio,lustró los zapatos de Pedro Infante, cono-ció a Cantinelas, fue el doble de Aniceto

galletadesdelafrentehastalaboca. Fuerondinámicas más sencillas que implicaronbailar, resolver una adivinanza o sobreviviren un juego al estilo de la papa caliente. Losinvitados, aratos, dejaban de lado los botesde pega para poder reírse.

El payaso que se veía aquí no era el de latele, el público tampoco se parecía al de lapantalla chica. El que estaba aquí era un Chi-rajito enérgico, capaz de imponer su autori-dad incluso al más drogado de los niños y jó -venes que tenía alrededor.

Le hablaba fuerte al que se burlaba del quetenía el valor de ponerse de pie para partici-par. Quitaba el bote de pega a los ganadoresantes de entregarles su premio. No temía en-frentarse a uno que era más grande y másfuerte que él. Para cuando llegó la comida,los invitados ya sabían que el anfitrión, aun-que anduviera vestido de payaso, no era al-guien con quien se pudiera jugar.

Aparte del circo y la payasada, la causapor los desprotegidos siempre ha sido una delas pasiones de Chirajito. Y su más grandecruzada en este aspecto la emprendió alprincipio de la década de los ochenta, cuan-do recorrió los mismos alrededores de lapla-za de El Trovador para convencer a niñosadictos de que dejaran la pega y se unieran al

pista para ofrecer a los presentes algo másque almuerzo y juegos.

Famoso pero no rico. La falta de dinero haacompañado como sombra los proyectos y lavida de Chirajito. La Fundación Amigo, laque está detrás de los almuerzos con los ni-ñosyjóvenes adictos a la pega, no es más queun grupo de familiares suyos que reparten lacomida y algunos conocidos que donan losalimentos, dulces, ropa usada y juguetes quesirvenparapremiar.

Una de las que casi siempre acompañaesas jornadas es Irma, la sextahija de Alfaro yla última de las que nacieron dentro de suprimer matrimonio. Es de las más cercanas.En los almuerzos parece más atenta a las ne -cesidades de su padre queala actividad.

¿ Qué significa ser la hija de una figura? Esla pregunta, y ella contesta que es un orgullo.No es la primera vez que responde a esta in -terrogante. Se lo han preguntado decenas deveces,ylarespuestano ha variado.

Ya sin grabadora de por medio, cuenta sinfrases hechas que su madre ha sido la únicaesposa de Arístides, que las otras han sidoparejas, pero la que aún se hace llamar señora

Aparte del circo y de la payasada, la causa por los desprotegidossiempre ha sido una de las pasiones de Chii

Porsisoca, corrió como candidato a dipu-tado, fundó circos, perdió circos, viajó,durmió en los portales del centro capitali-no, pidió para comer y entre tantas otrascosas, marcó generaciones desde su pro-grama de televisión.

Más de 20 o artistas le aplauden al uníso -noporquetodasuvidafueunpayaso.

En la grama, en la acera, en bancas a o ba-randas, los invitados esperaban sentados aque el almuerzo que les prometieron por finllegara. Era diciembre, y la que estaba porcomenzar eraunaespecie de celebración na-videña que tenía como anfitrión al afamadoChirajito. La cita era en el redondel ubicadofrente a la plaza de El Trovador, en San Sal-vador. Los invitados, niños y jóvenes sucios,descalzos, sinhogar.

Mantener la atención de un grupo no esfácil. Menos cuando esperan con máshambre que paciencia. Chirajito buscóamenizar el momento con juegos. No setrató de aquel de las muecas para bajar una

circo que estabafundando.Lo llamó el Circo de los Niños. La carpa

la armó con una tela que le donó la FuerzaArmada. Reclutó artistas para que fuerantutores. Juntó sus pasiones y pensó que afuerza de voluntad haría que aquel en-tuerto funcionara. Y lo logró, almenosporunos años.

En aquellos tiempos de guerra, el dinerono llegaba con fluidez a la taquilla. Casi 30años después, dirá desde su escritorio en elConsejo Nacional para la Cultura y el Arte(CONCULTURA) que no sabe qué pasó conlos más de diez niños que recogió. Pero quede vez en cuando alguien lo encuentra en lacalle y le hace saber que aquel circo humil-de fue el inicio de la salvación. Habla de unSaúl, que una vez llegó a su casa con un be -be a agradecerle lo que hizo por rescatarlo.Esa anécdota es de las favoritas de Chiraji-to. La cuenta cada vez que quiere justificarla energía, el tiempo y el dinero que invirtióen aquella empresa que naufragó.

En diciembre de 2008, con niños y jóve-nes drogados a su alrededor, hizo sabercuánto le gustaría volver atener carpas y una

De Alfaro es Irma Yolanda. Sigue casada, pe -se a que desde hace años ella reside en Fila-delfia, Estados Unidos.

Cuando habla de cómo su padre dejó a sumadre por otra hace unos siete o diez años nopuede ocultar el rencor y el dolor que eso lecausó. Ycomo quienlas rebaja, Irma dice quelas otras han sido un montón.

Arístides, ahora con una calvicie queavanza desde la frente, reconoce que uno desus vicios y debilidades han sido las faldas.Sin profundizar mucho, zanja el tema di-ciendo que se arrepiente; pero que, a veces,elhombreylamujer necesitan equivocarse.

Tanto ha ido este personaje por ese ca-mino que de los diez hijos que tiene tres lie -van por segundo nombre Arístides. Hay unKevin Arístides, un Roberto Arístides y elmenor de todos es Rubén Arístides. Elcreador de Chirajito ha procreado al menoscon cuatro mujeres.

Irma continúa hablando de lo que signifi-ca ser la hija de una figura. "El payaso vendeel tiempo de sus hijos", dice refiriéndose aque fueron pocos los fines de semana que elpayaso compartió con su descendencia.

Séptimo7 DE JUNIO DE 2009