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Mi Periódico
Domingo 31 de Enero Opinión
1
Tres sombreros de copa Marta
Laplana Lasierra
l pasado día pasé una gran
tarde deleitándome con la
lectura del nuevo libro de mi
buen amigo Miguel Mihura,
Tres Sombreros de copa. Me
pidió que lo leyera con el fin de poder
realizar una crítica y conocer mi opinión
como un mero favor entre amigos. Pero
este libro ha sido tan de mi agrado que he
decidido hacer pública mi opinión ante
todos los lectores.
Este nuevo libro de Miguel Mihura es una
obra crítica pensada para ser representada.
Estoy segura que supondrá una ruptura
con todo el teatro conocido hasta nuestros
días ya que presenta una nueva visión de
la sociedad.
La obra está dividida en tres actos y se
centra un joven oficinista, Dionisio, que va
a casarse con la mujer con la que mantiene
una relación de noviazgo durante siete
años. El joven sufre el delirio de una noche
alborotada la víspera de su boda y se ve
sumergido en el mundo de la farándula
junto a una despreocupada muchacha,
Paula. Ambos vislumbran por una noche un
futuro distinto pero saben cuál debe ser su
destino.
En este libro se contrapone el fatídico
mundo de la realidad, representado por
Dionisio, con el extraño mundo de la
fantasía, representado por Paula. De esta
manera ni el burgués más refinado, ni el
artista más bohemio pueden
desentenderse de las sutiles críticas que
lanza Mihura en su tragicomedia.
Dentro de estos dos mundos podemos
hallar diferentes personajes con un carácter
y comportamiento fijo y estereotipado
según su nombre. Por ejemplo uno de los
representantes del mundo burgués de
Dionisio es Don Sacramento, un hombre
recto y decente, connotaciones que
comparte con su nombre. También utiliza
otro brillante método para nombrar a los
personajes, en este caso, según el papel
que desempeñan en la sociedad como el
cazador astuto, que representa la diversión
y el ocio. Opino que esta forma de nombrar
a los personajes la hace más amena ya
que permite identificar perfectamente y al
instante cuál será su comportamiento
Creo que es una obra ligera, entretenida y
sencilla de leer ya que está repleta de
comicidad y humor absurdo que gustarán a
toda clase de público. Además, también
aporta, aparte de risas, una dosis de crítica
social que hace que esta lectura sea más
interesante y con un contenido
más sólido. Aunque también hallamos una
parte trágica, un final en el que la fantasía y
la libertad sucumben a la realidad y la
monotonía. A pesar de que soy consciente
de que no podría acabar de otra manera,
creo que está falta de emoción e intriga y
podría ser mejorada esta forma de finalizar.
Por ello invito a que conozcan ustedes
mismos el final de esta magnífica obra que
espero que muy pronto podamos disfrutar
publicada y representada por los mejores
actores del panorama nacional.≡
E
2
I.E.S Damià Campeny
La Vanguardia Opinión
La Rueda
Prados López, Santiago; Zheng, Wei Feng 17 febrero, 1952.
Ante el reciente estreno de “Tres sombreros de Copa” de Miguel Mihura, mi distinguido compañero Wey Feng y yo decidimos asistir al acontecimiento para juzgar, con nuestros propios ojos, la calidad de la obra que le ha conferido tanto éxito. Cabe decir que cuando llegamos el teatro estaba lleno de espectadores deseosos de deleitarse con la obra. Esto creó aún más expectación en mi compañero y a un servidor, y al cabo de un rato, entrábamos en el teatro para pasar un buen rato. Así pues, cuando salimos ya teníamos pensados los pros y contras que habíamos localizado en la obra de Mihura, divertida y mordaz si se me permite la expresión, pero no libre de defectos. Con estas ideas en la cabeza, y con ganas de compartir nuestra opinión con otra gente de nuestra querida España, decidimos escribir un artículo de opinión a este diario sobre la obra. La obra consta de tres actos, y los tres actos giran alrededor de Dionisio, un simple oficinista con una vida monótona y rutinaria que va a casarse con una mujer con la que lleva saliendo 7 años. En el primer acto la acción se sitúa en un hostal (donde Dionisio pasa siempre sus vacaciones). Es la última noche de soltero de Dionisio ya que el día siguiente contraerá matrimonio, pero un terrible infortunio le perturbará: Un grupo de personajes pertenecientes al mundo de la farándula irrumpirán en su habitación y montarán una fiesta. Dionisio congenia con una mujer del grupo, Paula. En el segundo acto, se conoce un poco más el grupo del mundo de la farándula (repleto de personajes estrafalarios) y sus acompañantes. Dionisio acaba “uniéndose” a la fiesta (en cierto modo) y congenia aún más con Paula, empezando a plantearse la idea de casarse. Y en el tercero y último acto aparece el padre de la novia de Dionisio, y deja entrever el monótono y rígido futuro que le espera a Dionisio, y éste aún está más convencido de la idea de no casarse. El final de la obra no lo voy a contar por cuestiones obvias. Así pues, básicamente no hemos escrito este artículo para describir la obra, pues eso es tarea de los críticos y las revistas sobre teatros, solo era para situar un poco la acción. Mi compañero y yo coincidimos en muchos aspectos y no estábamos de acuerdo en muchos otros, pero los dos llegamos a un mismo punto: se
trata de una obra cómica, pero con un humor que podríamos considerar muy tonto, es decir, situaciones irreales con conversaciones, acciones e ideas surrealistas y estúpidas todas ellas, pero con un efecto irónico y cómico muy mordaz y extremadamente efectivo. Estas situaciones eran capaces de arrancar carcajadas del público. Otro de los puntos en que estábamos de acuerdo eran los tópicos que impregnaban a cada personaje. Permítanme explicarme: cada personaje actuaba según un rol establecido ya por su propio nombre; por ejemplo, encontramos el padre de la esposa, Don Sacramento; fíjense en el nombre: sacramento, esto ya indica estabilidad, rectitud y decencia; Otro ejemplo sería Don Rosario, el hostelero: el nombre, Rosario, viene del rosario, objeto usado para rezar repetidamente, y esto indica una repetición de acciones constantes por parte del personaje, hecho que se puede apreciar en la obra. Observamos también en la obra una considerable carga social, diferente de los tópicos. Cada personaje tiene su historia y su función dentro de la sociedad; Tenemos por ejemplo el grupo del mundo de la farándula, formado mayoritariamente por mujeres: son mucho más que un simple grupo de bailarinas y cantantes; son unas estafadoras, pero por necesidad, para evitar volver a la vidas rutinarias que les esperan en las casas de donde huyeron. Esto es solo un ejemplo, para no tener que hablar de cada personaje de la obra. Así pues, en nuestra modesta opinión, creemos que la obra de Tres Sombreros de Copa tiene buenos momentos cómicos y que las situaciones de algunos personajes son creíbles, con historias que están muy bien conseguidas; por el contrario, en algunos momentos, el humor es tan rebuscado que no se entiende. También opinamos que las vidas de algunos personajes son absolutamente inconcebibles (como la vida que le espera a Dionisio con Margarita, que por cierto, es el nombre de la esposa y clásico nombre de heroína del romanticismo), hecho que creemos que perjudica la obra. En conclusión, la obra ha tenido una buena aceptación por parte de la sociedad (ya sea por qué la sociedad se identifica con los personajes o por su comicidad). Recomendamos ver esta obra, no excesivamente larga y muy simpática, que les hará gozar de un buen rato. Gracias por su atención.
3
LUCES DE ESPERANZA
Marc Villanueva i Mir
En este país es todavía posible seguir, con trajes de ilusión, los azarosos y vacilantes caminos que trazan, cada día más, nuevos
jóvenes atraídos por la literatura, y sorprenderse – con ese asombro
incrédulo que precede los grandes descubrimientos – al hallarse en sus fascinantes encrucijadas.
Anoche, mi buen amigo Ramón J. Sender me insistió sobremanera para hacer una visita a un joven dramaturgo de apellido poco
conocido: Miguel Mihura. Vi a Ramón muy excitado y
enormemente deseoso de que yo leyera cierta pieza teatral que había compuesto el susodicho autor.
Valió la pena vencer al escepticismo. Estuvimos los dos con Miguel Mihura en su residencia de Madrid tomando unas copas, a propósito
quizás del críptico título de su obra: Tres sombreros de copa.
Leer el manuscrito de la obra de Mihura fue como un parto doloroso: las situaciones y las réplicas se sucedían con presteza, casi con
violencia, como si las palabras lucharan contra unos moldes
impuestos para desprenderse de la inteligente red que Mihura había
trazado a su alrededor para retenerlas en tres increíbles actos. El humor que Mihura esgrime en su obra es a la vez ridículo e
hilarante, y se desliza, sibilino, por esta suerte de enfrentamiento de
las palabras con la situación en que son usadas, destruyendo cualquier posible reducto de las ideas, dejando al desnudo la
insensata desfachatez de la acción que se desenvuelve en una
anquilosada posada provinciana cuyo dueño toca el cornetín a los
huéspedes para ayudarlos a conciliar el sueño.
Tres sombreros de copa es la historia de un muchacho, Dionisio, que pasa la noche anterior a su boda en una posada regentada por una
maraña de extravagantes personajes, entre ellos las bailarinas del
ballet de Buby Barton. Es también una historia de amor entre dos mundos opuestos, cuya unión es imposible y cuyas posibilidades de
coincidencia se limitan absolutamente a la razón de una brutal
confrontación por la posesión de la plaza, en la que todos los personajes dan todo lo que tienen, con el único propósito de lograr
mantenerse un día más en su desenfrenada comedia por la
supervivencia. Las paredes de la posada se abren ante los sueños y
las fantasías de los ilusos y poderosos convidados, y se cierran sobre sus cabezas en pasar a ser víctimas interesadas en el juego de las
chicas del ballet. Pero, a su vez, las paredes parecen completamente
indiferentes al cómico drama que se desenvuelve frenéticamente, del mismo modo en que el espacio se nos muestra desinteresado y
ausente de la dimensión de los hechos que, con gran habilidad e
ingenio, y con humor grotesco, nos maravillan y nos absorben.
Quizá porque el cotidiano enfrentamiento cósmico puede únicamente afectar la dimensión del día a día, y ninguna
trascendencia digna de mencionar escapa a las necesidades que se
desangran en su única actuación, porque el enfrentamiento sólo persigue que todo siga su curso sin alteraciones, sólo pretende
mantener un delicado equilibrio donde ceder demasiado espacio al
contrincante significa caer en la temida miseria.
4
Y Mihura nos plantea esta espantosa paradoja a través de unas conductas desgajadas de la auténtica vida del día a día, y con un uso
de la lengua deudor de Ramón Gómez de la Serna que, aunque impregnado de despreocupación juvenil, y de una manifiesta
incoherencia en algunos espisodios, nos ofrece una sólida esperanza
para el futuro de nuestras letras.
Jóvenes talentos como Mihura emergen día a día en España, como recientemente emergieran otros jóvenes igualmente comprometidos
con su literatura y su país, como Luis Cernuda o Federico García
Lorca y, como mucho antes, lo hicieran Miguel de Cervantes,
Francisco de Quevedo o José Zorrilla.
Madrid, 1932
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Pág. 3
UNA OBRA QUE DARÁ QUE HABLAR
Algunas privilegiadas hemos podido leer en primicia la nueva obra de Miguel Mihura, Tres sombreros de copa, la cual aún no tiene fecha de publicación
Denise Cebey, Judit Solano – Barcelona – 22/12/1932
Durante el transcurso del día de ayer, tuvimos la oportunidad de asistir a una “reunión de amigos” en casa de Miguel Mihura, donde nuestro gran conocido y compañero de profesión, nos enseñó su última creación, Tres sombreros de copa,
obra que espera poder publicar de inmediato y representar en un teatro ante una gran cantidad de espectadores. El argumento de Tres sombreros de copa es
sencillo, incluso tópico, como los personajes a los que da vida en sus páginas. El principal objetivo de Miguel Mihura es mostrarnos dos formas distintas de concebir el mundo por medio de la oposición entre dos grupos de personajes. Por una parte, encontramos a los representantes de la pequeña burguesía, que presumen de buenas costumbres, de altos ideales, de sagrados sentimientos, en líneas generales, de tener una vida ejemplar. A pesar de esto, en la vida de estos personajes predomina la rutina y el materialismo. Por otra parte se nos muestra el mundo del espectáculo, el cual se caracteriza por la libertad, la vitalidad y la vida bohemia. Sin embargo, este mundo representa el tema de la frivolidad, la pobreza y el conformismo. En esta obra podemos apreciar cómo el autor quiere destacar a ciertos personajes: Dionisio, el protagonista de la obra, un joven de veintisiete años que va a casarse con Margarita, una chica de veinticinco años que pertenece a una clase social alta. Dionisio se caracteriza por ser un personaje cobarde, romántico y antihéroe. La otra protagonista es Paula, una atractiva adolescente de la cual se enamora Dionisio en el trascurso de una noche. Ésta destaca por ser sentimental, astuta y falsamente ingenua. Como personajes secundarios encontramos a Don Rosario, Don Sacramento, el Odioso señor…entre otros, los cuales se encargan de
representar diferentes clases sociales y diferentes personalidades. La obra, como suele ocurrir generalmente, está dividida en tres actos: planteamiento, nudo y desenlace respectivamente. En cuanto a la acción, todo transcurre en una sola noche y principalmente en un único espacio, la habitación en que se hospeda Dionisio. Tres sombreros de copa será la primera obra que introduzca el teatro absurdo, ya que en esta obra, Miguel Mihura destaca lo absurdo de la vida y los actos cotidianos, dejando fuera el sentido común. En la obra encontramos un humor muy inocente, el cual podemos observar en la forma de hablar de los personajes. Sin embargo, hallamos cierto tono crítico como el rechazo a lo bohemio, o a la hipocresía de la sociedad burguesa. Sin duda, esta obra destacará por su humor cómico e inusual, y por las situaciones y personajes, que en muchos momentos llegan a ser ridículos. Después de la lectura de esta apasionante obra, podemos afirmar que será una obra revolucionaria para los lectores e incluso, como hemos dicho antes, marcará una época dentro de la literatura. Miguel Mihura nació en Madrid el 21 de julio de 1905 y es hijo del empresario y actor teatral Miguel Mihura Álvarez. Después de terminar sus estudios secundarios en el colegio de San Isidoro, abandonó su instrucción académica para dedicarse al dibujo humorístico en diversas publicaciones, como “Muchas Gracias”, “Buen Humor” y “Gutiérrez. Hasta estos momentos, Miguel Mihura ha compartido viñetas y artículos con autores como Antonio Lara, Edgar Neville o Enrique Jardiel Poncela.
Fotografía: Miguel Mihura