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Este incansable historiador y promotor de la cultura americana (La Habana, 1889-1964), fue nombrado el primero de julio de 1935 Historiador de la Ciudad de La Habana, cuya Oficina se organizó tres años después (1938) por decreto del alcalde Antonio Beruff Mendieta.

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Artículos deCostumbres

EMILIO ROIG DE

LEUCHSENRING

Edición anotada

Selección, compilación y notas:María Grant GonzálezKarín Morejón Nellar

Ediciones La MemoriaCentro Cultural Pablo de la Torriente Brau Editorial Boloña de la Oficina del Historiador de la CiudadLa Habana, 2004 

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Centro Cultural Pablo de la Torriente BrauEdiciones La MemoriaDirector: Víctor Casaus

Coordinadora: María SantuchoEditor-Jefe: Emilio Hernández Valdés

Jefe de diseño: Héctor Villaverde

Edición:Diseño y cubierta: Héctor Villaverde

Tratamiento de imágenes digitales: José Luis Vega Cruz

Emplane computarizado: Carlos F. Melián López 

© Sobre la presente edición:Ediciones La Memoria

Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2004Editorial Boloña 

de la Oficina del Historiador de la Ciudad, 2004 

ISBN: 959-7135-35-3

ISBN: 959-7126-22-2

Ediciones La Memoria Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau 

Calle de la Muralla N° 63, La Habana Vieja,Ciudad de La Habana, Cuba

Correo electrónico: [email protected] www.centropablo.org

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 Agradecimientos personales:

 Lidia Pedreira

 Roberto Guerra González Ambrosio Fornet Félix Julio Alfonso

Obdulia Castillo María Teresa Trueba

 Agradecimientos institucionales:

 Revista Opus Habana  Fototeca y Biblioteca de la Oficina del Historiador

de la Ciudad de La Habana Departamento de Referencia Biblioteca Nacional José Martí 

 Biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística

Contenido

LiminarEmilio Roig de Leuchsenring / XIII Presentación de la edición / XVII A mi maestro y predecesor por  Eusebio Leal Spengler/ XIX Homenaje a la vitalidad de la memoria por  Víctor Casaus / XXIII Prólogo de José María Chacón y Calvo a la edición de

 El Caballero que ha perdido su señora / XXVII 

Artículos de costumbres El caballero que ha perdido su señora / 3El día de los difuntos / 7El conocido joven / 12El médico de los muertos / 16Chismografía social / 21De la farsa política / 25Rascabucheadores / 30Los novios de sillones / 35Los novios de ventana / 42Los mataperros / 50Los velorios / 54Bufones modernos / 60¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo? / 64

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San Antonio y sus devotas / 68Consejos a las solteras / 72Bombos y autobombos / 76Rosario la romántica / 80Sonoridades latosas / 83

Maridos carceleros / 88Tenorio oficinista / 92La niña precoz / 95Pesados / 99Familia distinguidísima / 103Los consagrados / 106Moralistas criollos / 109Personajes populares: Mariposa / 112Los ingleses / 116El Médico chino, la Virgen de Jiquiabo, el Hombre Dios, Ñica la milagrera y otros «salvadores» de la humanidad / 121

Telefonomanías / 126El diretivo / 129Lo que se oye desde una silla del malecón / 135Un chiquito de sociedad / 139Una coqueta / 145Automovílogo / 150Los maridos que no salen de noche / 154 Los buenos partidos / 159El Dios estómago / 164 Nuestros civilizados sportsmen / 169Motivos de carnaval. El reinado de Momo / 174Estudio psico-físico de la simulación femenina / 179¿Para qué sirve el matrimonio? / 184 Niñas cursis: la beata / 188 Notas / 191

Bibliografía Relación de publicaciones / 215Bibliografía / 223

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Liminar

Emilio Roig de Leuchsenring

 Este incansable historiador y promotor de la cultura americana (La Habana, 1889-1964), fuenombrado el primero de julio de 1935 Historiador de la Ciudad de La Habana, cuya Oficina seorganizó tres años después (1938) por decreto del alcalde Antonio Beruff Mendieta. 

 Roig había iniciado sus trabajos históricos desde 1927, cuando desempeñaba el cargo de

Comisionado Intermunicipal de La Habana.

 Además de la Oficina del Historiador, creó la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, así como la Junta Nacional de Arqueología, entre otras instituciones.

 Integró la Sociedad de Estudios Afrocubanos que presidiera Don Fernando Ortiz.1

 En 1941 fundó el Museo de la Ciudad de La Habana.

 Participa, en 1942, en el Primer Congreso Nacional de Historia convocado por la SociedadCubana de Estudios Históricos e Internacionales y la Oficina del Historiador que, a partir deentonces, se celebraba anualmente. Ese mismo año es designado miembro titular de la Junta

 Nacional de Arqueología y Etnología. Precisamente convocada por ésta, organizó en 1950, conel doctor Osvaldo Morales Patiño y José Luciano Franco,2  la Reunión de Antropólogos delCaribe que sesionó en la Oficina del Historiador.

 Es el autor de varios libros y folletos, además de editor de diversos volúmenes; en 1928,redacta, dirige y publica La Habana de ayer, de hoy y de mañana , álbum destinado a las

 personalidades de América y Europa que visitaron la capital de Cuba, con motivo de la VIIConferencia Internacional Americana y del II Congreso Internacional de Emigración e

 Inmigración. Otro momento importante en su vida lo constituye su iniciativa de que se publicara en 1932 la primera edición cubana de La Edad de Oro , precedida de su estudio Martíy los niños; Martí, niño. En 1935 el alcalde de turno acepta la sugerencia de Roig de publicar

 por el Municipio obras claras, sencillas y de distribución gratuita sobre temas históricosdiversos; de ahí que disponga la edición de Cuadernos de Historia Habanera y la designacióndel Historiador de la Ciudad para la dirección de esta publicación de divulgación histórica quealcanzó el nº 75 (apareció ininterrumpidamente hasta 1962, en volúmenes de 80 a 200 páginascada uno y tiradas de mil ejemplares). Ese mismo año publica Historia de la Enmienda Platt ,una interpretación de la realidad cubana , y, luego de un decenio de intenso trabajo, edita el

 primer volumen de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana , el cual es dado aconocer con posterioridad durante la inauguración en 1938 de la Biblioteca Histórica Cubana

 y Americana Francisco González del Valle, evento en el que también hace público el tomo unode su Historia de La Habana. Ambas obras fueron distribuidas gratuitamente.

Tuvo una destacada labor periodística en revistas y diarios habaneros. Se distingue en

Carteles3  (1923-1954), en la cual tuvo a su cargo varias secciones; en Gráfico ,4  que dirigíaConrado Massaguer,5 y donde redactaba las secciones de costumbres «Rasgos y Rasguños», y

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«Personajes y Personillas». Es notorio el trabajo que desarrolla en Social6  en el período 1926-1938, bajo el seudónimo de Cristóbal de La Habana.

 Después de 1959, intensifica su gestión como Historiador de la Ciudad, editor de volúmenes y promotor de la cultura. Publica, ese año, El antimperialismo de Don Francisco Henríquez yCarvajal; Los Estados Unidos contra Cuba Libre; Males y vicios de Cuba republicana, suscausas y su remedio; Máximo Gómez, el libertador de Cuba y el primer ciudadano de laRepública.

 En 1960, ven la luz: Hostilidad permanente de los Estados Unidos contra la independencia deCuba; El presidente Mc-Kinley y el gobernador Wood, máximos enemigos de Cuba Libre;  yLos Estados Unidos contra Cuba Republicana. Por su parte, en 1961, publica La Casa deGobierno o Palacio Municipal de La Habana  y El Grupo Minorista de intelectuales y artistashabaneros , esta última en la colección Cuadernos de Historia Habanera , de la Oficina del

 Historiador.

 Los cuatro tomos de La literatura costumbrista cubana de los siglos XVIII y XIX  y Tradiciónantimperialista de nuestra historia , aparecen en 1962.

Fallece en La Habana, el 8 de agosto de 1964, a la edad de 75 años. Un año después de sumuerte, el Museo Histórico de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay publica la obra de Roig

 Médicos y medicina en Cuba. Historia, biografía, costumbrismo.

Presentación de la edición

Sólo unas palabras para explicar  — a grosso modo —   los criterios de selección que seguimos para poner ahora en manos de los lectores apenas unos 42 artículos de costumbres de Emilio

 Roig de Leuchsenring, quien tiene en su haber centenares de trabajos de este género periodístico-literario que, durante las primeras décadas del siglo XX  , fueron reproducidos endisímiles publicaciones periódicas cubanas.

 Primero, decidimos reeditar las 12 crónicas que, en 1923, reunió el editor costarricense Joaquín García Monge, en la «pequeña colección de artículos de costumbres cubanas» — únicacon textos de este tipo bajo la rúbrica de Roig  —  titulada El caballero que ha perdido su señora.

 Incluso incorporamos la carta que, escrita por José María Chacón y Calvo7  al también llamado — en su momento —  «benemérito de las letras latinoamericanas», fuera usada como Prólogo adicho volumen.

 Luego aparecen los trabajos que han sido publicados hasta ahora en la revista Opus Habana 

(Oficina del Historiador), la cual, desde su primer número en 1996, los ha venidoreproduciendo como una continuidad palpable de la labor editorial que desarrollara hasta sumuerte en 1964 el primer Historiador de la Ciudad de La Habana.

 Agregamos otros 14 con características similares al resto, también ilustrados  — en sumayoría —  con caricaturas de Conrado Massaguer.

 Por último, quisimos otorgar un valor añadido a este volumen ofreciendo datos sobre personalidades cubanas, nombres de calles e instituciones habaneras, entre otros términos alos que alude Roig de Leuchsenring en sus artículos, además de adicionar una relación de las

 publicaciones en que éstos vieron la luz.

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A mi maestro y predecesor

 Nacido en la calle de Acosta8 número 40, no lejos de la iglesia y del Real Colegio de Belén, 9 que sería luego su casa de estudios, la infancia de Emilio Roig de Leuchsenring transcurrió enel seno de uno de los barrios populares de La Habana.

Con esa gracia y forma de vivir tan nuestra, las familias que como los Roig de Leuchsenringdisfrutaban de un status acomodado, no se distanciaban de los que tenían menos recursos enesa especie de promiscuidad que fue un sello característico del antiguo patriciado.

Coinciden en él dos tradiciones: la primera, la de los Roig — rojo en lengua catalana —  , sólidaen cuanto a sus conocimientos del comercio y en la que, según su propio testimonio, se habíandesempeñado por largo tiempo hasta que ya en Cuba tomaron otro camino. El más

 privilegiado, sin dudas, fue el que llevó a su tío Enrique al exclusivo ámbito del foro habanero,donde brilló por su sabiduría y elocuencia.

Y la segunda, la de los Von Leuchsenring, que adquirió notoriedad por tener sobre el dintel de

la puerta de su casa el escudo de la ciudad libre de Hamburgo que integró la hansa, importanteasociación de ciudades-estados en tierras germanas. Precisamente en la calle del Obispo 10 número 39 se hallaba la farmacia de Hermann Leuchsenring, sitio en el que pasaba tantashoras.

Siendo un niño amable y gentil, debió esencialmente este rasgo de su carácter al de su madre,quien cuidó de los hijos con ternura.

 La plazuela de Belén fue el lugar propicio para sus juegos, llamando poderosamente suatención el arco y la torre. En lo alto de esta última, el sabio padre jesuita Benito Viñesestudiaba por aquel entonces las leyes naturales que regían uno de los más temidos y frecuentes

 fenómenos de la naturaleza tropical: el ciclón.

 El primer artículo de Roig de Leuchsenring para El Fígaro11 vio la luz el 4 de agosto de 1912. Este trabajo era ya un atisbo de lo que sería su quehacer periodístico futuro en el que él asume,con la vertiente costumbrista, uno de los signos de identidad del carácter cubano.

Y no podía ser de otra manera. Desde su hogar, adonde llegaban a golpear la aldaba de la puerta vendedores que pregonaban los más disímiles productos, podían percibirse claramentelos toques de tambor con que los miembros de los Cabildos solemnizaban sus fiestas; el paso delos cofrades en su andar al vetusto templo, el mismo en que la eximia Gertrudis Gómez de

 Avellaneda12  depositó la áurea corona de laureles con que la intelectualidad había queridoceñir su frente al volver de su prolongado alejamiento.

Tal y como los había juntado Víctor Patricio de Landaluze,13 allí lucían su facha desaprensiva,los guapos de Belén con su atrabiliario y gracioso andalucismo; las mulatas de rumbo o loschinos cantoneses a quienes se apodaba de Manila.

Con su incipiente vocación, se grabaron en forma indeleble las figuras de los novios de balcón y de ventana; las travesuras de los mataperros y de los bufones modernos; las peripecias delconocido joven; los infortunios del médico de los muertos; las penurias de los maridoscarceleros; los atributos de la niña precoz; las infinitas variedades de pesados, como losrompegrupos; el muy abundante tipo de familia distinguidísima… Ahí está la génesis de su

acierto.

 Lector insaciable, creyó sin embargo en la virtud de la memoria popular y dejó constancia en sus artículos y escritos posteriores de la utilidad de lo uno y de lo otro.

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Gran conversador, escuchaba con paciencia y gozo a todos aquellos que contribuyeron demanera notable a forjar tan fascinante imaginario. De ahí que siendo muy joven pareciese quehubiese sido testigo de otras vidas.

Su afición por lo universal jamás limitó su ardorosa y militante cubanía.

 Nacido en 1889, muy temprano colocó sobre su escritorio aquella pequeña torre de Eiffel conque, al decir de Martí,14 la modernidad se había erigido su propio movimiento. Y es que ambosemergieron al unísono. La réplica del monumento fue como su temprana consagración a lasluces del humanismo.

 Admiró las crónicas y pasajes de José de Armas y Cárdenas,15 José Victoriano Betancourt,16  elConde Kostia…17   y escogió para sí diversos seudónimos como el de Hermann Leuchsenring ,Unoquelovio , Unoquelosabe , Cristóbal de La Habana , Juan Matusalén Junior  , El Curioso Par-lanchín… 

 Los artículos de costumbres modelaron su tan agradable y directo estilo y quedaron para siempre en el acervo de su inagotable creatividad.

 Agradezco al Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau y a mi incansable amigo VíctorCasaus la publicación de este libro y a las compiladoras, cuya devoción por la obra de Emilitobien conozco, sin poder evitar que, al escribir esta letras breves, aparezca ante mí la imagenamada del maestro sin cuya vida y obra la nuestra habría sido imposible.

 Eusebio Leal Spengler

Homenaje a la vitalidad de la memoria

 La Colección Homenajes de Ediciones La Memoria presenta estos 42 artículos de costumbresescritos por Emilio Roig de Leuchsenring a partir de la segunda década del pasado siglo  XX .Con ello esta Colección que se inició con la publicación de un libro querido y olvidado de Raúl

 Roa,18 Historia de las doctrinas sociales , quiere recordar a una figura laboriosa e intensamentebatalladora de la cultura cubana.

 No faltarían otras muchas razones para festejar este nuevo volumen de nuestra editorial queaparece gracias a la labor y el apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad y de sudirector, el Dr. Eusebio Leal Spengler. Además de cumplir con el objetivo confeso dehomenajear  a su autor, Artículos de costumbres es, en sí mismo, un homenaje a la vitalidad dela memoria. Por sus páginas pasan los personajes populares que Roig supo ver, descubrir,

 fotografiar para nosotros a través de la palabra, en un ejercicio de observación y

comunicatividad que nos recuerda la creciente hegemonía de esos recursos en el mundo de hoy,ahora con la utilización de nuevas tecnologías y nuevos lenguajes artísticos, en los que laimagen en movimiento tiene una presencia definitiva.

Traer este texto  — agudo y ameno —  de Emilio Roig de Leuchsenring para que enriquezca la papelería entusiasmada y creciente del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau es tambiénun acto de consecuencia y un homenaje  — otro —  a la amistad. Las evidencias pueden hallarse — al vuelo —  en las obras, los artículos, el intercambio epistolar entre aquellos compañeros deentonces  que siguieron, en esencia, siendo los mismos: Roa, Pablo19  y el autor de estosartículos de costumbres que las imágenes de Conrado Massaguer acompañan, como fielcontrapunteo, a lo largo de las páginas de esta obra. Una carta enviada por Pablo desde suexilio neoyorquino a finales de 1935, informa a su amigo en La Habana:

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Por lo pronto comunicarte que hemos fundado aquí el Club «Martí», bajo los mismos lemas deesta organización, y con el fin de movilizar hacia la revolución a un barrio importante de NewYork en el cual hay numerosos cubanos. (…) Concretamente: te  pido a ti todo lo que hayas

 publicado sobre el problema imperialista en Cuba, sobre Martí y sobre cuestiones sociales yeconómicas.

 En esos temas sobre los que Pablo solicitaba materiales, desarrolló Roig  —  sin dudas —   las facetas más importantes de su extensa e intensa actividad intelectual, comprometida con lahistoria y la verdadera independencia de su Patria: sus textos sobre las relaciones entre Cuba y

 Estados Unidos, su análisis de la vergonzosa Enmienda Platt, su visión de Martíantimperialista que llega hasta nuestros días, son ejemplos de su vocación de combate ylucidez. Paralelamente a la bibliografía del autor, corren las líneas de su copiosa fichabiográfica que nos llevan a transitar  —  junto a él  —   por momentos esenciales de nuestrahistoria, desde la Protesta de los Trece20  y la fundación del Grupo Minorista21  hasta la

 sistemática y diversa labor de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirigió desde 1938hasta su muerte en 1964.

 Defensor del patrimonio cultural, historiador y maestro de historiadores, activista y creador,

editor y ensayista, periodista siempre, Emilio Roig fue de esas figuras que engarzaron, con suvida y su obra  — contra viento y marea —   los sueños del nacimiento de la concienciarevolucionaria moderna en nuestro país, en la década del 20 del siglo pasado, con larealizaciones alcanzadas a partir de 1959 en «esta intimidad aldeana de nuestra pequeña granciudad» y en la Isla toda.

 Realizado juntamente con la Oficina del Historiador de la Ciudad, este libro es una muestra dela continuidad de esa voluntad creadora que hoy anima la transformación de la parte másantigua de La Habana.

 El Centro Pablo  agradece a nuestro amigo el Dr. Eusebio Leal Spengler la posibilidad deincorporar esta compilación a su catálogo editorial y sumarlo a otro proyecto con el que

rendimos homenaje, hace algunos años, a Emilio Roig de Leuchsenring: aquel casete de laColección Palabra viva que reúne algunos de sus discursos y nos devuelve la maravilla de suvoz y de su ímpetu.

 Hecha con amor y profesionalidad, esta obra contiene valiosas notas finales con las que susrealizadoras enriquecen los contextos de estos artículos de costumbres que nos harán mirar anuestro entorno para buscar similitudes y diferencias y sonreír ante la agudeza y el humor deaquel historiador constante, fundador de proyectos y defensor incansable de nuestra soberanía.

Víctor Casaus

Prólogo a la edición deEl Caballero que ha perd ido s u s eñora  

Santa María del Rosario, 26 de septbre, 1922.

Sr. D. Joaquín García Monge,San José de Costa Rica,

Centro América.

 Mi excelente amigo:

 Recibirá Ud. en estos días la preciosa colección de artículos de costumbres de Emilio Roig de Leuchsenring. No sé si mi amigo se habrá decidido, al fin, a dar a la inédita colección el título

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de uno de los más finos e ingeniosos artículos del libro: El caballero que ha perdido su señora;lo que si sé es que vienen a renovar estas páginas una tradición que parecía perdida ennuestras letras.

 Roig de Leuchsenring, escritor de muy diversas actividades, ha sido uno de los más amenos ymejor informados críticos que ha tenido nuestra literatura de costumbres. Si el trabajo no fuese

demasiado largo, yo le pediría que reconstruyese, para que se publicara en las páginas preliminares de su libro, la interesantísima conferencia que sobre los costumbristas cubanos pronunció, ya pronto hará diez años, en nuestro instituto de segunda enseñanza.

 No olvidaré nunca el formidable éxito humorístico que tuvo el admirable trabajo. Los escritoresolvidados revivían en la brillante evocación del nuevo costumbrista. Una voz lejana, que veníaa través de los siglos, sonaba en nuestros oídos como algo actual y palpitante. La vieja páginadel Papel Periódico,22  la más antigua de nuestras publicaciones literarias, recordada por miamigo con oportunas y justas palabras, se nos aparecía llena de gracia y humor, con cierto

 sorprendente matiz de realidad contemporánea. 

Ya era un costumbrista Emilio Roig cuando revisó la obra de sus más remotos y más recientes

 predecesores. Así tuvo su trabajo cierta nota de creación propia. Casi pensé, en algúnmomento, que mi amigo ensayaba su género predilecto escribiendo sobre los casi olvidadoscostumbristas cubanos. El relato adquiría animación dramática; los autores eran figuras vivas,llenas de dinamismo. Al terminar la brillante disertación, el público numeroso que llenaba elviejo salón de nuestro instituto se mostraba sorprendido de que el tesoro de nuestra gracia

 popular, la rica y variada colección de agudezas nacionales les fuera casi completamentedesconocido.

 Porque era también el trabajo de Emilio Roig de Leuchsenring una ventana abierta sobrenuestro folklore. El costumbrismo sin una fase folklórica no pasa nunca de ser un caprichohumorístico. Los buenos costumbristas cubanos — citemos ahora sólo el nombre de José Maríade Cárdenas —  ,23 fueron siempre ingenios populares, que sabían llegar a la íntima poesía del

 pueblo, aunque fuese por las vías de la erudición. De la mesa clásica de un erudito y un artistacayeron las primeras migajas de nuestro folklore: los refranes que dicen las viejas tras el

 fuego, que juntó el Marqués de Santillana. 

 Nuestra literatura de costumbres, nuestro folklore… Le hablo a Ud. de temas tan gratos parami espíritu que temo divagar demasiado. Déjeme sólo decirle algunas palabras sobre el buenamigo que acaba de enviarle su breve libro inédito.

 Este escritor, que parece no vivir sino para la observación cómica, el rasgo humorístico o laaguda ironía, es uno de los hombres que más seriamente, con más constante dedicación hantrabajado por el triunfo de los ideales nacionalistas en Cuba. Abogado cultísimo y sagaz, haintervenido e interviene en los actos más importantes relacionados con nuestra cultura

 jurídica: fundó y dirigió la Revista de Derecho;24  fue Jefe de Despacho del Primer Congreso Jurídico Nacional; es en estos momentos Vocal de la Comisión Nacional Codificadora ySecretario de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional. Su labor en el aspecto jurídico y

 político es de carácter profundamente americano. En la nombrada Sociedad de Derecho Internacional defendió con sobria y precisa elocuencia el derecho a la independencia de las pequeñas nacionalidades. Expuesta la tesis en relación con un país tan infortunado como dignode nuestra fraternal simpatía y de nuestro alto respeto por su importancia en la historia de lacultura americana — he nombrado a Santo Domingo —  , el trabajo de Roig de Leuchsenring tuvorepercusión nacional y no haría una frase pomposa si dijera que despertó el interés de losverdaderos representativos de la conciencia americana. Y después del trabajo sobre laocupación anglo-americana de Santo Domingo, vino la excelente memoria sobre el apéndice a

nuestra Constitución que internacionalmente se conoce con el nombre de la Enmienda Platt. 

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Cito sólo trabajos fundamentales. Su obra como periodista es de inagotable variedad. Nuestra Academia de la Historia recientemente le ha abierto sus puertas. Tiene la dirección literaria deSocial , una de las más elegantes y finas revistas que se publican en América. Todo sabe hacerlomi amigo con una mesura perfecta, con una amable sonrisa. Su literatura de costumbres, a

 pesar de que es correctora, quizá con no encubierta finalidad didáctica, no tiene nunca una

acritud, ni un gesto airado. Flota en ella un cálido amor a nuestra tierra. A veces, un hondorecuerdo de nuestra vida da cierto tono lírico a la narración, en la que percibimos una veladamelancolía: así las primeras páginas del admirable artículo que abre esta colección. 

 La misma no es sino una pequeña parte de la vasta obra que como escritor de costumbres harealizado Emilio Roig de Leuchsenring. Los artículos que pudiéramos llamar de costumbrismohistórico ya forman dos nutridas series, que bajo el título de La Habana Vieja debiera nuestroautor imprimir a la mayor brevedad. Su amplia obra de nacionalismo se completa con estas

 páginas evocadoras. Tenemos tradiciones; hagamos que la conciencia de las mismas despierte, se haga fuerte y luminosa, y pueda darnos así mayor seguridad en nosotros mismos, más fe ennuestro porvenir y una visión más diáfana y pura de lo que hemos sido. Cuando esta empresaespiritual se realice a ella habrá contribuido con gran eficacia el escritor amable, fino,

mesurado que nos regala hoy a los públicos de América y a nosotros, sus amigos, con estelibro. 

 Le saluda con simpatía fraternal,

José M. Chacón y Calvo 

Artículosde costumbres

El caballero que ha perdido su señora

Fue aquella una época de alegre bohemia literaria, bohemia sin chalinas ni melenas.Diariamente nos reuníamos varios amigos: escritores, artistas o meros aficionados a las bellasartes y a la literatura. Juntos asistíamos a teatros, paseos y fiestas. Hoy muchos de nosotros sólonos vemos al encontrarnos casualmente en la calle, de cuando en cuando. Uno, pobre amigo

desaparecido en plena juventud, duerme, desde hace años, allá, en la morada de la Intrusa, elsueño del que no se despierta jamás. Otro, fue el Judas de aquel grupo; aunque su persona, deaventurero incorregible, vague, como el fantasma de un réprobo, por esos mundos del diablo, yo

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sé que no existe; quiero hacerle ese piadoso favor. Algunos continuamos siendo fraternalesamigos. Sean para ellos estas líneas como recuerdo de otros días, blanca estela que nos deja, alirse perdiendo en el lejano horizonte, la barca risueña y feliz de nuestra juventud.

 ———————  

Por las tardes nos sentábamos en la amplia terraza de un café de moda. Coches y automóvilesdejaban ver, al pasar fugaces, envueltas en pieles y sedas, bellas y fascinadoras mujeres. En esaintimidad aldeana de nuestra pequeña  gran ciudad , conocíamos y saludábamos a casi todasestas hermosas hijas de Eva. Eran siempre las mismas, pero siempre también nos parecíanencantadoras y adorables.

Lentamente consumíamos sendos bocks de cerveza, cocktails, o turbias copas de ajenjo, enlas que el absintio y el anís daban, según los gustos y el arte de los bebedores, todas lastonalidades del ópalo, todos los cambiantes del ágata... «Néctar nuevo, néctar moderno  — comolo llama Machado — , creador de locos y de artistas... tuya es la hora lenta del crepúsculotornasolado, tuyos los ojos aterciopelados que se entornan para mirar, tuyo el espíritu de lasospecha y el dejo de la remembranza y el presentimiento de la verdad, tuyo el sentir de los

nuevos poetas y el pensar de los cuentistas nuevos...»

¡Cuántas veces, oh absintio misterioso, me reflejaste la misma figura, vaga, imprecisa yetérea, de mujer desconocida y esperada, que me ofrecía también, en sus mil variados y

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caprichosos matices de oro y fuego, el crepúsculo esplendoroso de las tardes del trópico! ¿ErasTú?...

Como amigos y camaradas charlábamos hasta bien entrada la noche. Tan pronto se discutíaarduo problema literario, filosófico o artístico, como se comentaba el último escándalo social.

En las mesas cercanas a la nuestra veíamos a los asiduos concurrentes: hombres de negocios

que iban a tomar la tarde  antes de regresar a sus casas; damas que después de unas cuantasvueltas en automóvil, hacían un alto en su paseo atraídas por la belleza de la puesta del sol, quedesde allí podía admirarse; alguna cocotte de alto rango...

 ———————  

Ya al oscurecer se presentaba siempre un hombrecillo menudo y algo enclenque, trajeadocorrectamente, de finos modales, circunspecto, distinguido. Saludaba a diestro y siniestro y,acercándose a alguna de las mesas, dirigía a sus ocupantes, en un tono que jamás he podidodefinir ni clasificar, la misma invariable pregunta:

 — ¿Han visto ustedes por aquí a mi mujer?De ahí el apodo con que era conocido por nosotros: El caballero que ha perdido su señora.

Ésta llegaba más tarde. Era una real hembra, airosa y gentil, altiva y dominadora; una de esasmujeres que, por capricho risible e irónico de la suerte, se casan con peleles, y a las que se puede observar a menudo contemplando con envidia y codicia a los hombres de robusta yatlética constitución. Las excentricidades de nuestra dama habían servido muchas veces decomidilla a nuestras conversaciones y comentarios sociales. Eran famosas sus cosas. Un espírituobservador podía sorprender con facilidad delatadoras miradas que ella cruzaba hábilmente conlos amigos de su marido; esos amigos de los que un día oí exclamar ingenuamente a un pobreesposo:

 — Me parece que son más amigos de mi mujer que míos.Ella trataba a su editor responsable con esa cortesía mundana que saben tener las mujeres

inteligentes para sus compañeros de mesa, casa y... nada más. Llegaba en ocasiones a

interesarse en público por él y preguntarle qué había hecho durante el día.¿Cuál era la psicología de este marido metafísico y civilizado?Él no parecía ni ciego ni sordo. No era posible, tampoco, decir que fuese desgraciado.

Siempre lo tuve por un superhombre cuya figura desentonaba, en realidad, dentro del marcoestrecho y burgués de una capital semialdeana. Se había adelantado unos cuantos años, muy pocos nada más, a nuestra época. Convencido de su papel en el mundo, lo desempeñaba sabia ycorrectamente, sin afectación, con una naturalidad admirable. Si en su presencia se comentaba lainfidelidad de alguna mujer, tenía ese gesto de asombro, esa sonrisa de salón que ponemoscuando nos están contando algún suceso que no nos interesa y al que somos completamenteajenos.

Cuando ya hacía buen rato que se habían encendido todas las luces de la ciudad, se retiraban

ambos esposos en su flamante máquina, adquirida, según rumores, de uno de los más asiduosamigos de la casa, a cambio de la vieja y carcomida duquesa que antes usaban.

 — Voy ganando en el cambio  — le dijo su amigo —  pues pienso vender este coche en doblede lo que vale el automóvil, a un americano millonario, maniático por todo lo antiguo.

Y nuestro marido, dignamente, y convencido con estas razones, aceptó la máquina. ¡Desdehacía tiempo su mujer tenía tantos deseos de poseer una igual!

Cuando ellos se retiraban del café, después de los saludos del caso, todos enmudecíamos unmomento; se cruzaban algunas miradas de inteligencia, pero a ninguno se le ocurría hacer uncomentario, ni decir una palabra inconveniente. La conversación interrumpida continuabanaturalmente.

Y es que hay seres superiores, que aunque no simpaticemos con sus ideas, con su modo de

ser, ni con su actuación en la vida, llevan en sí algo impalpable, pero cierto, nuevo eincomprensible, que nos hace respetarlos e... iba a decir también, admirarlos.

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Es ese mismo recogimiento que sentimos ante una obra artística  — cuadro, escultura,monumento —   rara y audaz. Nos damos cuenta de que por falta de preparación no laentendemos, pero nos es imposible negar que hay en ella arte y grandeza.

Algo parecido nos ocurría con  El caballero que ha perdido su señora. ¡No éramossuficientemente civilizados para comprenderlo!...

El día de los difuntosMeditaciones de un esqueleto filósofo 

 — ¡Cuán falsa es la paz de los sepulcros! No hace aún muchos años, creo que unos meses tansólo, que vivo aquí, en esta tumba húmeda y estrecha. Y yo, que había soñado para después demuerto, en el descanso y en la tranquilidad, no he hallado todavía reposo, ni paz, ni sosiego…

¿Será, como a veces me figuro, que no estoy completamente muerto y que hay algo impalpabley misterioso que me liga al mundo de los vivos?

Vibran hoy las campanas con sus lenguas de hierro, llamando, plañideras, a los vivos paraque se acuerden de sus muertos. ¡Es día de difuntos! Y el rebaño acude a la llamada. Desdetemprano, y desafiando las inclemencias del tiempo, esta inmensa ciudad se ha ido llenando defieles, de turistas, que sólo acuden hoy, cuando los llaman. ¡Qué feliz es la humanidad, que todolo tiene reglamentado, clasificado, encasillado! Lo mismo el dolor que la alegría, el placer queel trabajo. He oído decir a un jovencito que pasó cerca de mi tumba, que iban a reglamentar denuevo el vicio. ¡Qué humanos son! ¡Y hablan todavía del Kaiser que hizo de sus súbditosautómatas y muñecos de resorte, sumisos a la voz del que los manda! Si todos los hombres, enmayor o menor escala, son lo mismo. Hasta los cubanos, rebeldes por naturaleza y educación, serebelarán contra el uniforme de un policía que les ordena hacer esto o lo otro; protestaránenfurecidos, se fajarán, en último caso. O junto al aviso que dice: «Se prohíbe pisar la yerba»,habrá un trillo claro y perfecto, por donde todos han tenido buen cuidado de pasar, demostrandocon esto al extranjero que nos visita, nuestra rebeldía a la autoridad y a las leyes.

Pero todas estas cosas no son más que reminiscencias de otros tiempos de opresión y tiranía,en los que era patriótico y hermoso desobedecer al orden público, o al  guardia civil , o a lasleyes y reales órdenes, porque unos y otras representaban la metrópoli contra la que había queluchar a sangre y fuego; y todavía no se han acostumbrado a pensar que ese vigilante de ahora,es suyo, y esa ley, buena o mala, es ley de la República. Otras veces su rebeldía es un fenómeno puramente calorífico.

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Pero en el fondo son como todos: obedecen ciegamente a esos fantasmas dominadores que se

llaman el Estado, la Sociedad, la Religión, la Rutina, los Convencionalismos, las Convenienciassociales.

Si no, miradlos. Suena el alegre cascabel, y allá van atropellándose, arlequinescamentedisfrazados, a bailar y reírse. ¿Lo sienten?... Han cumplido lo que la sociedad les mandaba. Eracarnaval.

Hoy les toca llorar, acordarse de nosotros, y aquí vienen. Esta noche irán también,ceremoniosamente, a oír ese Tenorio utópico e insulso. Admirarán, como en otros años, su valory su audacia; reirán como siempre los chistes de Ciutti y volverán a identificarse también con la pobre doña Inés. Y hasta el nuevo año que viene.

Y así son en todo. Y así era cuando yo vivía. Y en su carnerismo llegan a la exageración.Sólo van a los paseos un día a la semana, los domingos. A los teatros, los días de moda. Cenan,

una vez al año, por nochebuena. Y ¡ay de aquel a quien se le ocurra quedarse de vez en cuandohasta las cuatro de la mañana para cenar en la placita unas cabrillas fritas! Es un perdido; nohace lo que los demás.

Y todos son lo mismo. Piensan, sienten y quieren juiciosa, reglamentadamente. Las niñas enedad de merecer siguen esperando, para corresponder a su enamorado, que éste se lo diga tresveces. Los jovencitos, cuando terminan su carrera, se casan enseguida para ser personas serias.

Y pobre de aquel cuya manera de pensar, de sentir o de amar no pueda ser clasificada por lasociedad. Será un raro y un loco. Que para no asustar al rebaño, hay que ser hipócrita. Hay quetener anestesiados, a gusto de la humanidad, el cerebro y el corazón.

Pero… me he puesto triste y tonto. Esta maldita costumbre de filosofar, que tenía cuando

estaba en el mundo de los vivos, no me ha abandonado en la tumba. Por eso fui muy

desgraciado. Quise rebelarme contra los convencionalismos y fui vencido por la conjura social.Y hasta en mi matrimonio quise pedir a mi esposa amor después de dos años de casado,

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olvidándome de que era mi esposa. Recuerdo que el día de mi muerte, con esa clara y fina percepción que da la naturaleza a los difuntos  — sólo muriéndose se sabe esto —  mi esposa, enlo primero que pensó, después de haber desahogado sus glándulas lagrimales, fue en un traje deteatro que acababa de comprar y no había usado todavía.

 — ¡Qué dolor! —  decía a sus amigas —  ¡quién me iba a decir que no me lo podría estrenar! ¡Y

hasta después de hecho, tuve que subirle un poco el escote, porque el pobre Juan era muy raro yexagerado en esas cosas!Divago. El aire frío y húmedo de la mañana «hiela mis huesos», como dirían los poetas. Y

además, el recuerdo de la aventura de ayer me preocupa todavía. Nunca creí que el poder de loshombres llegase a tal extremo: a resucitar los muertos. ¿Será cierto o será un sueño de micráneo, no tan hermoso como el busto de la fábula, pero sí tan vacío como el de muchosconsagrados?

Ayer salí de mi tumba, recorrí alegre y tumultuosamente las calles de la capital. La ciudad sehallaba engalanada, como en días de carnaval. Se oían gritos y aclamaciones. Coches yautomóviles, atestados de hombres de todas clases y condiciones, iban veloces, precipitadamente, de uno a otro lado.

 — ¡Zayas25

 sí va! ¡Zayas-Mendieta,26

 victoria completa! —  gritaban unos desde su automóvil. — ¡Vivan los conservadores! —  decían otros.Frente a una casa, creo que de la Calzada de Galiano,27 el público se aglomeraba, como en

días de grandes agitaciones. — ¡Veinte blancos! —  pedía uno enronquecido — . ¡Blancos son los que hacen falta! ¡Ya los

negros se han acabado! ¡Forros blancos! — ¡A votar, a votar!Y en un camión enorme me metieron atropelladamente, con otros muchos… ¿Muertos como

yo? Tal vez.Y en un colegio electoral voté candidatura completa; no recuerdo la de qué partido. Para el

caso era lo mismo.Después volví a mi tumba. ¿Habrá quien crea en la paz de los sepulcros? La humanidad ha

 progresado demasiado… Pero ¿es cierto que los hombres pueden hacer ya que los muertos resuciten?

¡Los hombres, los hombres! ¡Qué idiota, qué cándido soy a veces, tanto como cuando estaba enel mundo, según me dijo un día un amigo hablando sobre mi matrimonio! Los hombres no hanllegado todavía a hacer resucitar a los muertos. ¡Hasta ahora los únicos que pueden hacer esoson los políticos!...

El conocido joven

 Nuestras crónicas sociales suelen reducirse hoy en día, salvo raras excepciones, a una listainterminable de sustantivos y un buen número de adjetivos. La moda y el gusto del público asílo exigen. Son muchísimas las personas que asisten a una boda u otra fiesta, con el único yexclusivo objeto de ver al día siguiente su nombre en letras de molde. De ahí que los cronistasde salones se vean obligados a desdeñar, a prescindir en sus trabajos, de  floreos  al hablar dealgún evento social, yendo inmediatamente al grano, como pedía el magistrado del cuento. Y elgrano, en este caso, o mejor dicho, los granos, son los nombres de los asistentes al acto.

Como detalle curiosísimo que comprueba lo arraigada que está entre nosotros estacostumbre, debemos citar una típica fiesta que actualmente se celebra en La Habana: el baileinfantil que dan, por carnavales, las sociedades regionales españolas, y al cual llevan lasfamilias, vestidos con trajes de capricho o de sala, a sus pequeñuelos. El atractivo principal dela fiesta consiste en una lista  — cuatro o cinco mil nombres —   que publican después los periódicos, de todos los niños que concurrieron al baile y el disfraz que llevaba cada uno. Los

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felices padres y demás familiares se leen, pacientemente, esos millares de nombres paraencontrar el del hijo o pariente, que, a lo mejor, aparece mal escrito.

Pero hay algo que resulta mucho más incómodo, molesto y complicado para los cronistassociales: los adjetivos. Hay damas, damitas y caballeros a los que no basta nombrarlos; hay queadjetivarlos también. Y he aquí los apuros, de los que no saldría triunfante ningún maestro de la

lengua, pero que, sin embargo, los cronistas sociales vencen y resuelven con pasmosa facilidad. No sabemos cómo se las arreglan, pero es lo cierto, que ellos pueden diariamente calificar   yadjetivar  a veinte o treinta personas de todos los sexos.

 Bella, encantadora, gentil , interesante, simpática… son adjetivos que usan para las mujeres.

 Ilustre, distinguido, sabio, acaudalado, notable…  puede decirse tratándose de hombres. Noquiero citar un de eterna belleza  con que he visto elogiar   (!) a muchas señoras de nuestrasociedad.

Todos estos adjetivos son relativamente fáciles de aplicar. Pero existen individuos que noson nadie, ni tienen título alguno, profesional ni pontificio, ni cultura, ni capital. No son nidistinguidos, ni simpáticos, ni elegantes… son la personificación, la encarnación de la nada. Son

seres amorfos, negativos. Son unos  Don Nadie. Y a pesar de esto, son personas que frecuentanasiduamente nuestros salones, teatros y paseos. Hay, pues, que citarlos en las crónicas, tanto

más, cuanto que ellos lo piden directa o indirectamente. ¿Cómo calificarlos? El único adjetivo

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adecuado sería la partícula privativa «a» antepuesta a su nombre. Pero el cronista no podríallevar su crueldad a ese extremo. ¿De qué manera resolver el problema?

Muy fácil, muy sencillamente. ¡Oh prodigioso invento de nuestro siglo! Cada uno de esosindividuos será siempre, en todos los momentos, dondequiera que vaya…  El conocido joven.¡Admirable! ¡Estupendo! ¡Maravilloso…! ¿Verdad? 

Al conocido joven, como queda dicho, se le encuentra en todas partes. Por la mañana enObispo, por la tarde en el Prado28 y el Malecón;29 por la noche en la retreta, el cine o el teatro. No pierde tampoco ningún baile ni fiesta, sobre todo si son de invitación o gratuitos. Es amigode los cronistas, los obsequia, los halaga y hasta los invita a tomar una copa o a refrescar, lavíspera de su santo, para que al día siguiente lo feliciten en la crónica: «Hoy celebra su santo elconocido joven Fulano de Tal. Felicidades». Conoce y hasta saluda a toda La Habana, aunquede él todos no sepan más sino que es el  conocido joven, ignorando la mayoría su nombre. Sonríey piropea a las muchachas, entre las que tiene la rara cualidad que gráficamente se hallaexpresada en esta frase por la que son conocidos algunos de estos tipos: rompe grupos. Aunqueno es un buen partido  para las niñas en edad de merecer, éstas lo buscan con frecuencia:cuando, por no haber llegado todavía ninguno de sus amigos, no quieren aparecer, en un baile,

que están comiendo pavo; y también para dar caritate a los pretendientes o para que se decidaalgún enamorado tímido. En el Malecón paga las sillas, y a la salida del cine o teatro puedensacarle, de cuando en cuando, la convidada. Tal es su papel en sociedad.

Los hay que tienen capital, pero éstos son muy pocos. La generalidad vive de un destinillo omesada.En sus trajes no suelen ser elegantes ni cursis. Un término medio indefinible. En susconversaciones, vacíos, tontos. Por sus modales y aspectos, presuntuosos o estúpidos, ridículos.Por su cuna y antecedentes penales… más vale no averiguarlo. Por su cara, ¡oh, la cara es el

espejo del alma!

El médico de los muertos

 No creo sea aventurado afirmar que en nuestra patria, de cada diez personas, cuatro sonmédicos, cuatro abogados y las dos restantes generales. Las demás profesiones están repartidasentre individuos que, habiendo fracasado en esas carreras o encontrándose fuera de servicio, hancreído oportuno dedicarse a algo más productivo. Conviene aclarar que de esa decena, la mitad, por lo menos, son periodistas, sin que esto quiera decir que los tales sean capaces de escribircorrectamente ni aun cartas a la familia.

Esta abundancia y exceso de profesionales redunda, desde luego, en perjuicio de la calidad.Son infinitos los abogados sin clientes y médicos sin enfermos, que, para ir viviendo,

desempeñan plazas de escribientes con treinta pesos y hasta de vigilantes y motoristas; lo que, bien mirado, es un beneficio que hacen a la sociedad, porque si a esos doctores se les ocurrieraejercer, sería necesario ensanchar las cárceles y los cementerios.

Y, después de los maridos, son galenos y togados los dos tipos que, a través de todos lostiempos, más han servido de blanco a las burlas e ironías de los escritores.

Circunscribiéndome ahora a los médicos, ¿quién no ha leído  Le Médecin malgré lui, deMoliére, o, por lo menos, el arreglo de Moratín  El médico a palos? ¿quién no ha leído losintencionados versos del más insigne de los saineteros españoles, o el famoso artículo El médicode campo, del primero de nuestros costumbristas, José María de Cárdenas?

Moliére no quería a los médicos, se burlaba de ellos acribillándolos con sus dardos. Deldoctor Mauvillain, su íntimo amigo, decía:

 — Es mi médico, me da recetas que yo no tomo y somos los mejores amigos del mundo.Pero la burla más sangrienta que se ha hecho de los médicos, no se debe a un francés. Es

cubana. Por algo se llama a nuestra patria la tierra clásica del choteo.

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Todos cuantos hayan tenido que acompañar los mortales despojos de algún familiar o amigohasta la última morada, la Quinta de los Pinos, o San Antonio Chiquito, como llama el vulgo anuestro cementerio general, habrán observado, sin duda, al final del Paseo de Carlos Tercero 30 ya la falda del Castillo del Príncipe,31 hoy convertido en presidio, una fuente, la última de lasvarias que adornan y embellecen esa calzada, construida por el general Tacón. 32 Dicha fuente

marca el límite del Paseo y el comienzo del camino que conduce al cementerio de Colón.33

 ¿Oshabéis fijado en ella? ¿Habéis visto la estatua que ostenta en su remate?

Es una estatua, dijo el doctor José Antonio González Lanuza, 34 hablando sobre el particular,

en un interesantísimo artículo publicado hace años, «es una estatua muy mala como obraartística: pequeña de cuerpo, cargada de espaldas, barbuda, envuelta a medias en un mantocuyos rígidos pliegues, como las duras líneas de su pecho descubierto, recuerdan el estilo griegoarcaico, el Apolo de Tenea o la estatua funeraria de Orcomene, cuando más se le quieraconceder de respetable y de rudimentariamente artística».

¡Es una estatua de Esculapio!«Y ese emblema del semidiós de la Medicina, continúa diciendo el doctor Lanuza, en la

 puerta misma de la triste ruta que lleva directamente a la casa del descanso eterno, me parece, por lo casual, por lo no intencionado, por lo graciosamente inconsciente, la más espiritual de las bromas, macabra y festiva a un mismo tiempo, filosófica y burlona, demostrativa de lo poco quevale el esfuerzo humano, de la inanidad de nuestra ciencia, y de que no hay nada más irónicoque el azar, ese tremendo o inaguantable bromista».

Y, bromista también irreductible, el doctor Lanuza pide que dejen la estatua ahí, «porquetiene un valor ideológico en el sitio en que está, porque encierra toda una serie de ideas, porque

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resulta supremamente alegórica, cumpliendo así con lo que es (a mi entender) la más altafinalidad de la escultura. Y que me perdone esta opinión y este deseo la respetable Facultad deMedicina».

Pero no termina aquí, con ser de sobra sangrienta y cruel, la broma de que han sido víctimalos médicos.

A la ironía del azar, colocando la estatua del padre de la Medicina en el umbral casi de lamorada donde habitan los únicos que ya no pueden utilizar los servicios médicos, y que tal vezson víctimas de ellos, y a la ironía, aún más implacable, con que el doctor Lanuza pide que no sequite de allí esa estatua porque es un símbolo, hay que añadir una nueva burla que la necesidadha introducido para completar lo que bien pudiera denominarse «tríptico irónico».

Es necesario que en el cementerio haya un individuo dedicado expresamente a dar fe de quelos cadáveres llevados a enterrar son en realidad cadáveres muertos. Y esa plaza sólo puededesempeñarla un médico: ¡el médico de los muertos!

 ———————  

Hemos llegado al cementerio tras el cortejo fúnebre de un amigo o conocido. Cuatro zacatecas sacan en hombros la caja mortuoria para depositarla, antes de darle sepultura, en lamesa de mármol que a ese efecto existe en los portales de la menos burocrática de nuestrasoficinas públicas.

Un señor pequeño, apergaminado y enjuto, se acerca. A un gesto suyo, destapan la caja. Através del cristal, dirige una rápida mirada al rostro del difunto. Hace otro gesto y vuelven acerrar de nuevo el ataúd. El médico de los muertos ha cumplido su misión.

Muchas veces, al encontrármelo en la calle enfundado en su antidiluviano chaqué verdinegroy llevando en la diestra enorme paraguas de los llamados antiguamente de billetero, he tenido laintención de celebrar con este discípulo de Esculapio una interview. Pero, dejándolo de un día para otro, nunca he llegado a entrevistarlo.

¿Habrá él, al fin, descubierto, después de estar mirando a diario cara a cara tantos cadáveres,el misterio de la muerte? ¿Sabría explicarme dónde comienzan los linderos del más allá? En lavidriosa mirada y el gesto último que como huella de su marcha definitiva ha dejado la vida alabandonar aquellos cuerpos, ¿no ha podido sorprender el secreto del ser  y del no ser ?

Me he fijado muchas veces, detenidamente, en nuestro personaje cuando está en funciones, yme ha parecido adivinar cierta inteligencia entre él y sus clientes. Siempre, al observarlos tras elcristal de la caja, les guiña un ojo, de ese modo especial con que solemos dar a entender a otra persona que nos damos cuenta y estamos al tanto de lo que se trata o pasa. ¿Ellos, los cadáveres,le contestan? ¿El guiño que él hace es un santo y seña? ¿O es un tic nervioso, hijo tan sólo de lacostumbre?

 ———————  

Tal vez. Ni tú mismo podrías decírmelo, ¡oh médico de los muertos, el más famoso de losgalenos, pues nunca has matado a ninguno de tus clientes! Y si lo sabes, guárdatelo, no nosreveles el Misterio.¿Qué íbamos a hacer los hombres con la Verdad?

Chismografía social

En Cuba podemos decir que, salvo honrosas excepciones, todos los hombres son oradores y

todas las mujeres, chismosas.

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Confirma esta regla, la existencia de individuos completamente mudos o, a lo más,monosilábicos, a causa de su agudo  pachequismo; hombres de inmenso talento… callado,

famosos sabios e ilustres estadistas cuya verdadera sabiduría consiste en no hablar, adoptando,eso sí, para todo, la bella  pose del Pensador  de Rodin. «El silencio es oro», sostienen ellos, y,efectivamente, casi siempre les produce oro y otros metales.

Lo que sí resulta difícil de encontrar es una mujer que no sea chismosa. La chismografía esla única forma hablada de elocuencia que poseen la mujeres. Sabemos que la elocuencia es eldon natural de la persuasión, y la oratoria, el arte, la manera de la elocuencia.

Las mujeres, para persuadir y convencer, jamás emplean la palabra; queda ésta reservada alhombre. El hombre habla, ruega, suplica, increpa, apostrofa. La mujer, conociendo que en ellael don de la elocuencia no está en la palabra articulada, sino en la palabra vivida, nunca usaaquélla en los instantes supremos, en los momentos solemnes. Cuando ella quiere convencer,calla, pero actúa. Recuerdo que una mujer muy sabia en cuestiones de amor, me dijohablándome de uno de sus amantes:

 — Es un hombre encantador, simpatiquísimo, pero en ciertas ocasiones habla demasiado.A la mujer le basta un gesto, una mirada, para resolver a su favor la más difícil, ardua y

complicada de las situaciones. Y la elocuencia de una caricia o de un beso, no ha sido hastaahora, ni lo será por los siglos de los siglos, superada nunca.

Las mujeres conocen que, hablando, el hombre  — si es medianamente inteligente, pues detodo hay en la viña del Señor  — , las envuelve, las ofusca, las sugestiona, las derrota; y que, en

cambio, en los gestos, en los ademanes, son torpes; y no hay nada más contraproducente que lainoportunidad de un gesto o de una caricia.

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Se afirma, por el contrario, que las mujeres son comediantas consumadas. Poseen el artesupremo y exquisito de la mímica. Así como el orador confirma lo que está diciendo, con susademanes, la mujer usa la palabra para dar mayor fuerza a sus gestos; en estos casos sus frasesllegan a alcanzar una plasticidad asombrosa, admirable.

Buena prueba de cuanto dejo dicho nos la ofrece el cinematógrafo. Existen actrices

eminentes, de facultades extraordinarias: Priscilla Dean, la Bertini, Pina Menichelli… No hahabido todavía, ni es fácil que se encuentre, un gran actor, y aun los que, como Novelli, sonverdaderos genios de la escena, cuando lo vemos en películas nos resultan amanerados,artificiosos.

¿Cómo utilizan las mujeres la elocuencia hablada? En la chismografía. Poseyendo un granespíritu observador, un profundo conocimiento del corazón humano y una fina y delicada percepción de las cosas y las personas, saben darse cuenta, en un instante, de todo cuanto lasrodea, del lado flaco de los seres a quienes conocen; y, maestras de la ironía y la sátira, con una palabra o una frase, inutilizan y matan a aquel que se les interpone en su camino.

A la posible rival que se figuran puede arrebatarles el hombre que a ellas les gusta o lesconviene, la destrozan, la descuartizan, en público y en privado; dirigirán sus dardos contraaquello de lo que más presume o se enorgullece su víctima; llegarán a afirmar que su belleza es

ficticia, que el carmín de sus labios, que sus ojeras y el rosa de su cutis son falsos, son pintados;que sus bellas formas son postizas; que si usas tales o cuales esencias es con el único fin dedisimular otros olores. Y en su elegancia también se cebarán, haciendo resaltar los pormenoresridículos o cursis de su toilette.

Si esto no basta para conseguir el fin que se han propuesto, acudirán entonces a lamaledicencia y la calumnia, poniendo en la picota pública las interioridades de su hogar, losmás mínimos detalles de su vida privada. Conozco mujeres que han llegado al extremo de tomaruna criada, que acababa de salir de casa de una amiga que odiaban por suponer que era su rival,con el fin de enterarse de las interioridades de la casa.

Con el hombre que las desprecia o las ofende o tiene con ellas un acto de descortesía o deindiferencia, son asimismo implacables… y en muchas ocasiones, justas.

El hombre chismoso por despecho, es un ser despreciable, indigno, cobarde. Martí decía:¿De mujer? Pues puede serque mueras de su mordida;

 pero no empañes tu vida diciendo mal de mujer!* 

La chismografía en La Habana está perfectamente organizada y reglamentada. Hay grandescentros o lugares donde periódicamente se reúnen las mujeres para dedicarse a la chismografía.Es conocidísima una gran tienda de ropa, situada en uno de los sitios más céntricos de LaHabana. Allí, mañana y tarde, en horas de compras, se congregan, a arrancarle la tira del

 pellejo  a todo bicho viviente; y, hasta los mismos dependientes las ayudan y auxilian,

 proporcionándoles datos de los demás marchantes de la casa, como harán de cada una de ellascon las restantes. Y esta chismografía se convierte a veces en espionaje. Conozco el caso de unaseñora que fue avisada inmediatamente por teléfono, que su marido se encontraba en esa tiendahablando con otra dama. Y también el de un marido al que le llamaron la atención de que suesposa estaba flirteando con un joven.

Existen igualmente asociaciones femeninas que convierten sus días de juntas, o de recibo, enclubs conspiradores o de chismografía. Todas las asociadas van aportando, como en las antiguassociedades secretas, los informes que han podido adquirir. Los mayores misterios se descubren,y aclaran; el último acontecimiento social se da a conocer; los disgustos de la familia, losreveses de fortuna y hasta las cuestiones políticas se discuten y, a veces, se resuelven allí, puessus asociadas pertenecen a todas las clases sociales y, principalmente, a las más encumbradas.

Los centros menores de chismografía son incontables; todos aquellos lugares donde sereúnan dos o más mujeres: visitas, días de recibo, de santos, teatros, bailes… 

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Los medios transmisores de chismes: las cartas, los anónimos, el teléfono, este último el másusado hoy en día.Tales son la vida y milagros de las chismosas, fieles de esa nueva religión que practican confervor y entusiasmo muchas mujeres de La Habana, en salones y ciudadelas.

* José Martí, «Versos sencillos», Obras completas, t. XVI. Editora Nacional de Cuba, 1964. pp. 116.

De la farsa políticaEl «Orador de mitin» 

Suidadanos: va a hacer el  uso de la palabra el consecuente correligionario José Dolores Socarrásy de la Cruz.

Y, después de un agudo toque de corneta, subió a la tribuna, levantada en la plaza de Z, unhombre que, arrojando violentamente su sombrero de  jipi al suelo, prorrumpió en desaforadosgritos:

 —  Debemo montá a caballo y etá dipuesto a derramá la sangre de nuetro huesos po la vitoriade nuetro partido. (Histórico).

 — ¡Métele, guayabo! — le interrumpió una voz de entusiasta correligionario, enardecido porlas elocuentes palabras que acababa de pronunciar el orador  en turno.

Y así, de esta manera, entre aplausos y gritos, continuó su peroración José Dolores, hasta quelas indirectas que a todo pulmón le dirigían de ¡corta!, ¡corta! le dieron a entender que ya elauditorio empezaba a considerar su speech como una lata.

Y, uno tras otro, fueron desfilando después por la tribuna los prohombres del partido, osimplemente los políticos de arrastre en el barrio.

El pueblo, según sus simpatías, recibía a los oradores con mayor o menor entusiasmo, premiando con nutridos aplausos y aclamaciones a los gallos del partido.

 Nada tan interesante, para conocer la psicología de un pueblo, como estas fiestas populares,clásicas de los democráticos Estados modernos, llamadas mítines.Uno de los más brillantes periodistas cubanos, el Sr. Márquez Sterling,35 dijo, hace tiempo,

en uno de sus notabilísimos artículos, refiriéndose al mitin, que «la propaganda política a travésde nuestro clásico mitin, produce en el ánimo de los patriotas inteligentes, honda ydesconsoladora tristeza. Si la estatura cívica del pueblo y de los hombres que dispútanse eldirigirlo, no alcanzaran talla más alta que la de esa tribuna, salvo rarísimas excepciones,chocarrera y vacua, sería imposible negar que no pasamos de mínimos liliputienses. El oradoren estas fiestas del ciego entusiasmo procura casi siempre excitar las bajas pasiones y explota para el éxito de su causa, los rencores morbosos y los odios enfermizos... Nuestro intelectual procura de su parte, la adaptación al medio ambiente del mitin; reduce su mentalidad a moldes

mezquinos, finge deleite en el derroche de su gárrula incendiara, y oculta cuanto puede susnobles pensamientos».

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Yo me atrevería a afirmar que en el mitin el auditorio suele estar por encima del orador. Nuestro pueblo es inteligente, y, aunque le falta cultura e ilustración, se da cuenta en seguida delo ridículo, malo o censurable que hay en todo lo que ve u oye. Cuando sube a la tribuna unorador conceptuoso y elocuente, un  gallo, como se dice en el argot político, lo oye conentusiasmo y recogimiento, lo aplaude y aclama en sus períodos inspirados, y, al terminar,comentan unos y otros:

 — Ése sí que habla fino.En cambio, cuando habla algún ignorante o algún latoso, lo califican a las primeras palabras. — Usted está  sacao, compadre, apéese de ahí,  — he oído decirle frecuentemente a algunos

oradores.O cuando la lata no puede ya soportarse: — Acorte, acorte, que todavía no ha hablado Fulano (uno de los buenos).Desde luego que, generalmente, el auditorio no está capacitado para juzgar el valor literario

de los discursos, y hay oradores sumamente cursis, que han logrado alcanzar fama y renombre,no ya entre el pueblo, sino también entre las clases más altas de la sociedad.

Y el pueblo aprecia, además, la sinceridad de sus oradores. De un señor, candidato arepresentante, fracasado ya en varias elecciones, y el cual es famoso por lo exagerado einsincero que resulta en sus demostraciones de afecto e identificación con sus correligionarios, alos que abraza ridículamente donde quiera que se los encuentra; de este buen hombre, oí yoexclamar a un infeliz moreno que le escuchaba un discurso.

 — Ése no siente lo que dice; lo que quiere es salir representante; pero ni aun los abrazos levan a servir.

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Y es que hay oradores que llegan ya, en su  frescura, a lo inaudito. He oído al hijo de uncandidato, decir, teniendo a su padre al pie de la tribuna:

 — Porque el Dr..., que siempre se ha sacrificado por nuestro partido, que ha abandonado su bufete, sus cuantiosos intereses, su familia, todo, en una palabra, por servir al partido, bienmerece que vosotros le deis vuestros votos el día de las elecciones.

Y no digo nada de los oradores yoístas, porque éstos los hay aun entre los de altura.El orador verdaderamente culto, el hombre inteligente, no apela en el mitin al insulto. Losvulgares y mediocres, encumbrados por el azar o las circunstancias políticas, son los que viertensiempre en sus discursos la calumnia y la injuria, el ataque personal a la vida privada de losadversarios, creyendo que con eso halagan los gustos del pueblo. Y, efectivamente, a veces, el pueblo les aplaude, gritándoles:

¡Métele caña!Pero, tarde o temprano, esos ídolos de un día caen ruidosamente de sus pedestales. No quiero

citar ejemplos.Soy de los que opinan que los males, los defectos y el fracaso de nuestra política, hay que ir

a buscarlos, no en las clases bajas, no en el pueblo, sino en las clases altas, en los directores, en

los tramoyistas, que, ya oculta o abiertamente, manejan los hilos de todo el escenario de lo que bien puede considerarse verdadera farsa moderna. Nuestro pueblo es noble, nuestro pueblo es generoso, nuestro pueblo es bueno. Del pueblo,

 pienso como de las mujeres. Uno y otras sólo son malos cuando han tropezado en el camino dela vida con hombres perversos, con falsos padres de la patria, con viles explotadores de profesión. Pueblo y mujeres son como espejos cuya límpida superficie, que el menor soplomancha, refleja siempre la imagen que tiene delante. ¡Ay de las mujeres y del pueblo delante delos cuales se coloca un hombre de bajas pasiones y malos sentimientos, o un político sinconciencia!

Padecemos de logorrea. Todos quieren hablar y quieren hablar de todo. En nuestros mítineshay verdadera lipidia  por consumir un turno y, a muchos, una vez en la tribuna, les cuestatrabajo abandonarla.

Asistí días pasados a un mitin en el que uno de los oradores, al primer párrafo, pidió, paraseguir hablando, agua; no la había cerca, y tardaron en traérsela; se bebió un vaso, pero necesitómás y volvió a pedirla. Le gritaban que terminase ya, que se retirase; pero él, aferrado a sutribuna, no la soltó sino después de consumir tres vasos de agua.

 — Ese hombre es un elefante, que le traigan un cubo —  le dijo un chusco.Es popular entre nosotros un tipo, joven estudiante o abogado ya, que no pierde un mitin de

su partido, aun esos de altura que se celebran en el Teatro Nacional. 36  Después que se hanconsumido todos los turnos señalados, él se levanta y dice que no pudiendo contener suemoción, va a hablar. Y, efectivamente, habla, o mejor dicho,  grita  lo que de antemano tiene preparado, que a veces resulta un discurso de Castelar... aprendido de memoria.

Se ha dicho también de los mítines que son fiestas en las que el pueblo da rienda suelta a susenfermizas y bajas pasiones y a sus instintos groseros. Pero de esto conviene mejor no hablar, pues he visto en más de una ocasión, al terminarse la comida que se daba en alguna de nuestrasmás elegantes y aristocráticas sociedades, convertirse aquel salón en verdadero campo de

 Agramante, donde hacían el papel de proyectiles pedazos de pan y otros desperdicios del banquete, arrojados por los finos y distinguidos concurrentes.

Innumerables son las anécdotas que pueden contarse de los mítines. Sólo voy a referir una.Se daba, hace de esto algunos años, la víspera del 24 de Febrero, * y en conmemoración de esafecha patriótica, un mitin de los llamados bajo techo, en el local de un comité de barrio. Luegode haber hablado el presidente del comité, ocupó la tribuna un notable orador, que empezó sudiscurso diciendo:

 — Después del hermoso retrato de Martí que con mano maestra ha pintado el señor X..., yono tengo nada que añadir.

Entonces un buen hombre, que se encontraba a mi lado, se volvió hacia mí y me preguntó:

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 — Dígame, ¿cuál de esos dos retratos es el que ha pintado el señor X? Yo no sabía que fuera pintor. (En el salón, entre otros adornos, había, efectivamente, dos cuadros de Martí!)Quiero hacer constar, antes de concluir este artículo, que no deben sentirse ofendidos losoradores de mitin por la opinión que tengo de ellos, pues yo también he sido orador de mitin. Ya confesión de parte...

* El 24 de febrero de 1895, en distintos puntos de Oriente, tuvieron lugar varios alzamientos simultáneos, con lo que se inició unanueva etapa de la lucha por la independencia. Grito de Independencia.

RascabucheadoresEl rascabucheo, considerado como una de las bellas artes 

Si Tomás de Quincey escribió su obra  El asesinato considerado como una de las bellas artes, bien puedo titular este artículo de manera análoga. Es verdad que el asesinato es tan antiguocomo el mundo, pues Caín, «que mató a Abel por envidia de su virtud», es el primer asesino de

que nos habla la historia; pero el rascabucheo  no se queda atrás en lo de tener una gloriosaantigüedad, pues la Santa Biblia nos cita el caso de aquellos tres viejos que quisieronrascabuchear  a la casta Susana cuando se estaba bañando.

Como todas las bellas artes, sus comienzos fueron toscos y rudimentarios. Recordemos los primeros trabajos que han llegado hasta nosotros de pintura y escultura, hechos por hombres delas épocas terciaria o cuaternaria. Es con el transcurso de los siglos que el rascabucheo, comoarte también, va perfeccionándose poco a poco, hasta llegar a adquirir en nuestra época  — suedad de oro —  el esplendor y grandeza que hoy goza, sobre todo en Cuba, su verdadera patria,«la Italia del rascabucheo», como la llamó uno de nuestros más insignes críticos de arte.

¿Qué es el rascabucheo? Veamos el diccionario: « Rascabucheo. Acto o efecto derascabuchear . Se dice también del arte liberal descubridor de los secretos de la naturaleza».

Como sucede siempre con los diccionarios, no están explicadas aquí las distintas acepcionesde la palabra; pero consultando las obras de los más eminentes lingüistas, podemos ampliarestos conceptos. El verdadero sentido y significado del rascabucheo, más que el descubrir todoslos secretos de la naturaleza, es el de descubrir los secretos físicos femeninos, y ya en estoencontramos el refinamiento a que ha llegado este arte, pues ha elegido como su fin principal lomás bello de la Naturaleza: la mujer. Ahora bien, aunque este arte en sí es puramente ocular,hay, como derivación de él, un oficio que se conoce con el mismo nombre y se practicasimplemente por medio del tacto. De esto no hablaré hoy.

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 Billiken, escritor cubano perito en estas materias, afirmó hace años que Adán fue el primerrascabucheador   del mundo. Esta afirmación es completamente falsa. Adán no podíarascabuchear   lo que no estaba oculto, y Eva, según nos dice la historia, no ocultaba nada. Elrascabucheo  es arte complicado y sutil, gusta de refinamientos y de exquisiteces, es arte denuestro siglo, cerebral y civilizado. Busca descubrir los secretos femeninos, pero su mayorencanto y atractivo está en no llegar a descubrirlos por completo. Se rompería entonces elencanto. Más que los ojos, es el cerebro el que actúa. ¡Oh poder inefable y embrujador del

misterio! Más que el deseo de lo desconocido y determinado, nos atrae y nos sugestiona en lavida lo que, ignorado, despierta en nosotros ensueños e ilusiones. La verdad desnuda es prosaicay antiartística. Cuando fantaseamos, nos convertimos en verdaderos genios, creando a nuestrocapricho y gusto todas las cosas. Si pudiera radiografiarse el cerebro de un rascabucheador  enmomentos de trabajo artístico, se obtendrían las más bellas imágenes de mujer. En La isla de los

 pingüinos, encontramos una admirable demostración de cuanto venimos exponiendo, en laaventura que ocurrió cuando trataron de vestir a las pingüinas. La más fea, vestida, arrastrabatras sí a todos los pingüinos, jóvenes y viejos, porque dice Anatole France: «para que el interésy la belleza de esa pingüina les fuese plenamente revelado, fue necesario que dejando de verlaclaramente con los ojos, se la representaran en la imaginación».

Entre nosotros el rascabucheo se cultiva en gran escala, practicándose por todos, chicos ygrandes, jóvenes y ancianos. Pero no debemos considerar solamente el sujeto activo orascabucheante, que es el hombre, sino también el sujeto pasivo o rascabucheado, que es lamujer. Ésta contribuye a su vez, de manera directa, al mayor auge y esplendor de este arte

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nobilísimo. ¿Cómo? Dejándose rascabuchear , contribuyendo, con su pasividad y tolerancia, aque los hombres puedan practicar estas artísticas aficiones. Otro factor importantísimo es lamoda, que ha venido, con sus mil diabólicas y fascinadoras innovaciones, a dar más facilidad,más atractivos y más encantos a las que de por sí los tienen insuperables. Díganlo, si no, esassayas cada día más torturantemente cortas que se usan en la actualidad, esas telas transparentes,

esos encajes y calados...¿En qué sitios se practica principalmente el rascabucheo?...En todas partes, aunque existen verdaderos centros artísticos. Voy a citar algunos de ellos:Hay en nuestras principales avenidas, tales como Obispo  y San Rafael,37 sitios estratégicos,

en los que en ciertas horas del día, al dar el sol de manera adecuada, produce maravillososefectos de transparencia cuando pasan las bellas hijas de Eva en el diario recorrido de tiendas.En las esquinas de las calles; al subir a los tranvías; en los teatros, a la entrada y a la salida de laconcurrencia; en la Acera del Louvre,38 por la noche, al bajar y subir de los automóviles, lasdamas que acuden al Telégrafo39  e  Inglaterra;40  en las iglesias, a las horas de misa, losdomingos, o los jueves en la visita del Santísimo... son estos lugares que frecuentan y ocasionesque buscan los fieles de esta nueva religión de la Belleza y de la Forma.

Los balcones ofrecen, asimismo, ancho campo de experimentación. Las mujeres se colocan,tranquila y disimuladamente, como quien no quiere enterarse de lo que está sucediendo, yefectivamente, por debajo, pero mirando hacia el cielo, pasan los hombres, disimuladamentetambién, con una cara de inocencia y de ingenuidad que no les envidiaría una colegiala de  ElCorazón de Jesús.41 Hay muchas casas en las que los maridos o novios celosos y los padres deideas atrasadas, han hecho colocar unas tablas feas, horrorosas. ¡Cuán pocas son las personasque saben comprender y sentir el arte!

La casi totalidad del público que acude a la playa de Marianao, durante el verano, no va atomar fresco ni a mitigar los rigores de la canícula, sino a contemplar a las encantadores bañistas. Y hay más de un señor muy respetable que se pasa las horas y las horas sumergidohasta el cuello en el agua, pescando lo que Dios o el Diablo se sirvan depararle. ¡Cuidado conlos resfriados! En los baños del Vedado,42 durante la temporada, raro es el día que no se vencruzar muy cerca de la costa, botes y lanchas tripuladas por amantes del divino arte. Entre lasmuchachas y señoras hay entonces carreras, zambullidas, sustos y hasta desmayos...

En las casas cuyas azoteas dominan todas las colindantes, es costumbre poner sobre el muroun cajón con su correspondiente agujero, cajón que, por estar permanentemente colocado allí,no llama la atención de las vecinas, quienes, sin temor, se entregan en sus cuartos, con lasventanas y puertas abiertas, a hacerse la toilette. Mientras, resguardado y escondido tras elcajón, el rascabucheador  toma cuantos bocetos desea de sus gratuitas e inocentes modelos.

Hoy en día se ha llegado al extremo de proveer a muchos automóviles de potentes focoseléctricos, giratorios en todas direcciones, que situados en la parte delantera del carro, a un ladodel cristal del parabrisas, permiten alumbrar, en las tinieblas de la noche, lo alto de los balcones,las ventanas o el interior de salas y cuartos. Son la industria y los inventos modernos puestos alservicio del arte.

Infinidad de anécdotas, aventuras y sucedidos, realmente curiosos e interesantes, podríacontar para hacer ver cómo se ha extendido y propagado entre nosotros el arte del rascabucheo; pero no dispongo de espacio suficiente. Me limitaré a citar un caso que publicó hace meses todala prensa y que tuvo su epílogo en el Juzgado Correccional de la Primera Sección de estacapital.

Cierta noche fue detenido un individuo de aspecto decente, a quien se le sorprendió mirando por las persianas de una casa de la calle del Tejadillo* esquina a la de La Habana.** Registrado por el vigilante de posta, se le ocuparon en los bolsillos del saco unos gemelos de teatro, un berbiquí y una barrena, instrumentos todos que utilizaba este artista para el mejor desempeño desu arte. Llevado al Prescinto de Policía, se contentó con sonreír maliciosamente a las preguntasque le hizo el oficial de guardia.

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El divino Pietro el Aretino no hubiera tenido, con seguridad, otro discípulo másaprovechado.

* Se le puso este nombre por ser la única casa de teja que primitivamente existía en esta calle.** Debe su denominación al nombre de la ciudad.

Los novios de sillones

I

Aunque Carlos de la Torre, el sabio naturalista cubano, discípulo de Poey, 43  ha llegado adescubrir y clasificar setenta y dos especies distintas de novios, hoy voy a ocuparme solamentede una de ellas, la más antigua, conocida y numerosa: la de los novios de sillones.

Y si los métodos científicos modernos aconsejan que a los animales se les estudie en el sitioo región donde más frecuentemente habitan, podré con los novios de sillones seguir fácil y

cómodamente este sistema, pues introducidos, al decir de un historiador, en 1767 por la esposadel entonces Gobernador de Cuba Don Antonio M. Bucarely,44 que tenía una hija en edad demerecer , se extendieron en seguida y propagaron después por toda la isla, a tal extremo que esmuy difícil encontrar hoy calle donde no existan numerosas parejas de esta especie animal.

Y es que muchos o casi todas las otras especies cubanas de novios son transitorias, viniendoa convertirse, al fin y al cabo, en lo que constituye su estado perfecto y propio: el noviazgo de oen sillones.

 Nos basta, pues, para examinar y conocer esta clase de novios, con salir una noche (esespecie nocturna) a recorrer cualquier calle de La Habana, deteniéndonos, como centro deoperaciones, en una cuadra donde encontremos arribazón de ellos.

Aquí, en esta calle, podemos hacer alto. Hay seis casas con novios, de las que dos, por

ofrecer sólo novios de ventana, no nos interesan. Pero las cuatro restantes nos van a presentarejemplares curiosísimos. En una de las casas hay tres parejas. ¡Admirable!Los novios de sillones, según acabo de decir, son exclusivamente nocturnos, como las

lechuzas, los murciélagos, los serenos y los basureros. Se dejan ver durante la prima nocheúnicamente, de ocho a once por lo general. En las restantes horas del día son seres vulgares einofensivos.

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¿Cuáles son sus costumbres?La novia, desde muy temprano se ha acicalado cuidadosamente, empolvándose y

 perfumándose pecho, cara y brazos. Completa su adorno con alguna flor, ya marchita, que lanoche antes le trajo su novio.

La respetable señora mamá y futura suegra, se ha puesto su matinée  o bata de por lasnoches, y está presta a ocupar su sitio de vigilancia.

Llega el novio; saluda a la mamá, que le contesta con un gruñido más o menos cariñoso;estrecha la mano de… llamémosla Cachita, y, si es domingo, le entrega su ramito de flores o elindispensable cartucho de bombones.

 — Vamos a sentarnos  — dice Cachita —. Y… (fíjate bien, lector, que en esto que voy a

exponer ahora, está la base de las relaciones y el principio y fundamento de la familia, de lasnaciones y de la humanidad).Cachita toma un sillón, su novio, que llamaremos  Manolín, toma otro; los colocan de modo

que formen, en conjunto, lo que se llama vis a vis  (no conviene confundirlo con el cochellamado vis a vis, que se usa para los bautizos domingueros). Y Cachita y Manolín se sientan ensendos, aunque pequeños sillones. Acto continuo, la respetable autora de los días de Cachita,agarra otro sillón y se sitúa en la misma sala, a una distancia calculada de antemano y desde lacual se pueda distinguir con claridad el ángulo de separación que forman los cuerpos y, sobretodo, las caras de los futuros esposos.

Los sitios donde estos tres sillones  — sagrados cimientos del futuro edificio del hogar  —  deben colocarse, varían según las condiciones del terreno y el carácter de los moradores. Si la

casa tiene dos ventanas, los novios ocupan una de ellas, y la respetable señora mamá, la otra. Si

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ésta  — la mamá, no la ventana —   padece de mal de sueño, los novios distraídamente eligenalgún rincón de la sala que tenga buen efecto… de sombras.  

Cuando hay dos o tres parejas, se colocan como Dios les da a entender.Así sentados, permanecen hasta las diez y media u once, en que el novio se retira. Si hace

mucho calor, se paran un rato en la ventana o llaman al heladero para enfriarse un poco, sin

dejar, por supuesto, de convidar a la respetable mamá.Se vuelven a sentar, arrullándose al vaivén de los sillones, con esas mil frases y tonterías quetodos, quien más quien menos, hemos repetido alguna vez en la vida. Si la respetable señoramamá da alguna cabezada, ¡ah! entonces recitan aquello que dijo Bécquer: «Por una mirada unmundo…» 

Pasa el manicero, y el de los «¡tamaaales!» La respetable señora mamá hace algunaindicación:

 — Dicen que ese hombr e vende unos tamales muy buenos… Y se compran tamales. — Yo sin picante  — dice la respetable señora mamá —   porque ahora con el calor… Cuando

era joven sí me gustaban picanticos. Pregúntale a tu padre, Cachita. ¡Qué tiempos aquellos!

Se sientan otra vez y continúan meciéndose y arrullándose, siempre bajo la vigilante miradade la respetable mamá. Conozco una de éstas que no deja solos a los novios ni cuando van alcomedor a beber agua.

A lo mejor, la mamá, en el tono más inocente de este mundo, exclama: — ¡Qué tarde debe ser ya!Y… pero antes de pasar adelante conviene que hagamos breves consideraciones filosóficas y

sociológicas.Hemos dejado ya a Cachita, a  Manolín  y a la respetable futura mamá suegra en sus

respectivos sillones, formando lo que, según el doctor Lanuza, suele llamarse el triángulo de lasrelaciones, bien distintos, por cierto, del triángulo de la familia, muy generalizado en algunos países.

¿Qué papel componen todos estos personajes vivientes y muebles?Dos de los sillones son, desde luego, indispensables para sentarse los novios; pero tú, lector

curioso, quieres saber para qué sirve el tercer sillón y su respetable ocupanta.He meditado mucho sobre este punto sin poder hallar la solución. Las respuestas que me han

dado algunas personas, tampoco me han satisfecho, pues no creo como me dijo uno de losindividuos interrogados, que la respetable señora mamá se sitúe junto a los novios paravigilarlos  y evitar malos movimientos  (fueron sus palabras), pues ello equivaldría a confesartácitamente que ella había educado tan mal a su hija y ésta era tan ligera de cascos, que no podía perderla de vista; o tampoco que haya que vigilar al novio, pues si no fuera una persona decente,la respetable señora mamá no lo aceptaría en su casa.

Otro me afirmó que era cuestión de  guardar las formas, y realmente no he podidocomprender a qué formas se refería.

En vista de esto, invito a mis lectores a que me digan, si lo saben, qué papel componen, entrelos novios de sillones, la respetable señora mamá y su sillón.

II

Modestia aparte, mi anterior artículo sobre los novios de sillones ha alcanzado un éxito grande,franco, extraordinario, debido, sin duda, a la vital importancia y trascendencia del tema en éldesarrollado. Hombres y mujeres de todas edades y condiciones, ya personalmente, ya por cartao por teléfono y hasta uno por cable, han emitido su opinión sobre el problema que, al final demi trabajo, presenté a los lectores para que ellos lo resolvieran: «¿Qué papel componen, entre

los novios de sillones, la respetable señora mamá y su sillón?».

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En la imposibilidad de publicar todas las respuestas recibidas, doy a conocer las másnotables.

El mismo sábado, por la tarde, encontré en mi mesa de redacción una epístola escrita por unnovio y su respectiva novia. Aunque no resuelve el problema, por ser la primera carta querecibí, la inserto a continuación. Dice así:

«Sr. Roig de Leuchsenring. Estimado señor: En contestación a su escrito sobre los novios de sillones, voy a manifestarle que soy uno de tantos. A mi parecer creo que mi futura mamá deseasaber si soy buen afinador y al mismo tiempo recuerda cuando ella era piano. Atentamente,  — 

Un incansable afinador».En la otra cara del pliego, dice la novia:«Tan largo como su apellido debe ser usted. ¡Ay!; pobrecita de la suegra que le toque a

usted, Cachita».Un individuo que se firma: «Una Víctima», y que, probablemente, lo es de su futura suegra,

me dice:«Hace tres años que llevo relaciones. Mi futura suegra no me pierde pie ni pisada. Es nuestra

sombra. Ni duerme ni lee los periódicos. Nos acosa, nos martiriza. Conmigo, su papel es el de

verdugo, y para mayor desgracia, desde que tengo que soportarla, no ha habido en Cuba niciclones, ni siquiera un modesto ras de mar».Otro me escribe:«No componen ningún papel. El Secretario de Gobernación debía suprimirlas o el Jefe Local

de Sanidad debía ordenar se hiciera con ellos, como se hizo con los tarecos viejos durante la primera Intervención americana, una requisa y recogida general de futuras suegras y sussillones. Son dañinos a la salud pública. Van contra el ornato. Desdicen de una gran capital».

Un novio, aficionado, según parece, a los estudios históricos, opina:«Tienen un origen histórico. En la época de los piratas, la mamá era indispensable en las

relaciones, y no podía perder de vista a su hija para evitar que se la llevase algún bucanero ocorsario, de los que frecuentemente asaltaban la Isla, arrasando con personas y bienes. Después pedían por las niñas secuestradas grueso rescate. Se dio también el caso de ser los mismosnovios los que disfrazados de piratas, se llevaban a las novias. Entonces, como es de suponerse,cargaban con el dinero y la muchacha».

Un habanero se expresa así:«Hasta ahora la mamá no componía ningún papel entre los novios de sillones. De aquí en

adelante servirá para sustituir a los serenos, que van a ser suprimidos por el Ayuntamiento».De un solterón empedernido:«No deben suprimirse las futuras mamás suegras. En ciertas épocas del año, cuando en La

Habana se cierran los teatros y no hay donde pasar la noche, ellas constituyen una de lasdiversiones y entretenimientos nocturnos. No hay nada más cómico que el espectáculo queofrecen a la vista del público los novios de sillones y la mamá».

 P. P. L. me manifiesta:«Es una costumbre más o menos ridícula; pero acuérdese de lo que dice Voltaire  — no

Vultaire: — «Nada hay tan respetable como una antigua costumbre».Sería interminable el seguir copiando las restantes misivas que he recibido, ya que en

ninguna de ellas se resuelve satisfactoriamente el problema planteado.Sólo voy a dar cuenta, por ser de quien es, de un cablegrama que desde los Estados Unidos,

donde se encuentra, me ha enviado el doctor Lanuza. Dice así:«Roig de Leuchsenring. Habana. Frase triángulo relaciones, no es mía. Le felicito por ella.

Asunto su artículo muy complicado. Véame regreso. Lanuza».En cuanto a la pregunta por mí formulada, creo, como el Doctor Lanuza, que es asunto muy

complicado; y me parece lo más oportuno que cada cual lo resuelva prácticamente como mejor pueda, ateniéndose desde luego, a las consecuencias.

En cuestión de suegras, lo mejor es no tenerlas. Ya lo dice la copla popular:

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 Quien tuviera la suertede Adán y Evaque en su vida tuvieron

 suegro ni suegra.

Los novios de ventana

En este siglo del one step, los  fords, el teléfono automático, los patines y las matinéescinematográficas y bailables, los novios de ventana resultan un verdadero anacronismo. Esrealmente extraordinario que se conserve y practique aún esa costumbre, una de las másantiguas de nuestra ciudad, propia de los siglos bárbaro-caballerescos, en los que, embozados ensus capas, tenían los pobres amantes que esperar frente a las rejas de su amada, el momento en

que la dueña o el marido  Barba Azul la dejase por unos minutos libre de toda vigilancia, paraentonces, presos de temores y sobresaltos, poder estrecharse nerviosamente las manos ydirigirse unas cuantas palabras de amor.

Y así, a medida que la humanidad ha ido progresando y se han conseguido todas esaslibertades sociales y políticas que debemos, entre otras cosas, a la revolución francesa y a la deagosto, al reinado de la sicalipsis y de las operetas vienesas, ha ido también desapareciendo detodos los pueblos de Europa y América tan incómoda costumbre, a tal extremo, que ya hoyúnicamente se practica en esta ex fidelísima Ínsula.

 No puede ello atribuirse a otra causa que al apego que tenemos los criollos a todo lo antiguoy tradicional, como lo demuestran claramente el afán que sienten las familias por conservar ensus casas los trastos y tarecos viejos, y el que a los veinte años de constituida la República nohayamos modificado los viejos códigos que nos dejó la ex madre peninsular.

Antes, eran novios de ventana aquellos infelices que no tenían otro medio de verse yhablarse, por ofrecer la familia oposición a las relaciones y no dejar salir de la casa a lamuchacha.

Pero hoy, las cosas han variado por completo. Las muchachas gozan de bastante libertad; noviven encerradas perpetuamente en sus hogares, y las mamás no son tan rigurosas y exigentescomo antes.

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En nuestra época pueden las niñas salir a menudo, ya solas, ya en compañía de hermanas, primas o amigas, al cine, al parque, al Malecón, a tiendas, a la botica «para dar un recado porteléfono», a la bodega a pesarse o  a otros muchos sitios que les ofrecen magníficasoportunidades de ver a sus enamorados y hablar con ellos.

Y hasta las condiciones de las casas han variado: las antiguas y enormes llaves colonialesque se colgaban detrás de la puerta, han sido sustituidas por los pequeños y manuales llavines; ylas mismas ventanas, que antes eran perfectamente cerradas con gruesos barrotes, hoy seconstruyen provistas de postigos modernistas y cómodos.

Tengo ahora sobre mi mesa de trabajo un dibujo de Landaluze, el pintor de las viejascostumbres habaneras, que reproduce una escena de los novios de ventana.

En él puede observarse a la pobre niña, tímida, que asoma la cabeza tras el postigo, mientrasel novio, vestido a la usanza de la época, casaca negra, sombrero de copa y pantalón blanco, ledirige desde la acera, a distancia, tiernas palabras de amor.

Un costumbrista*  de entonces cuenta que el novio de ventana podía ser de tres clases:aspirante, mientras se limitaba a pasear la cuadra de arriba abajo, mirando insistentemente parala ventana que guardaba a la niña de sus pensamientos; meritorio, ya junto a la ventana, en las primeras horas de la noche, pero todavía en la época de ruegos sin haber realizado aún laconquista, conformándose con oprimir entre sus manos los hierros; y efectivo, cuando ya pasadas las diez de la noche, podía estrechar las manos o cualquier otra pertenencia de su niña,elevada a la categoría de novia, y en posesión él de todos sus derechos y funciones de novio.

Las declaraciones las hacían en aquellos tiempos los jóvenes, después de haber sido durantevarios días aspirantes, depositando, ya por sí, o por medio de un amigo o mandadero, laconsabida epístola en prosa o verso, copiada de  El Secretario de los amantes o escrita por unamigo poeta. El ya mencionado costumbrista nos da a conocer un soneto-declaración. Empiezaasí:

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  A...SONETO

 Mi corazón está muy enamorado

 y como la flor seca se deshoja,así se secará el desdichado si tú, Panchita, al verletan angustiado...

*  Se trata del Doctor Cantaclaro, escritor costumbrista cuyo artículo «Los amantes de ventana» fue publicado en el libro Tipos y

costumbres de la Isla de Cuba, 1881. 

Una carta era poco; nuestras bisabuelas y abuelas, cuando niñas, necesitaban tres cartas, porlo menos... Hoy basta con dos palabras.

Se veían por primera vez en la ventana, a escondidas de la mamá. La muchacha, después de

las excusas de la edad, el traje corto, el colegio, etc., le daba al galán vagas promesas,ofreciéndole consultarlo con la almohada.Y el esperanzado meritorio  pasaba así unos días, hasta que tras el anhelado  sí   quedaba

convertido en amante efectivo o verdadero novio de ventana.Se cambiaban, primero, numerosas  pruebas  de amor: retratos, lazos, pañuelos, ricitos de

 pelo, etc.Por fin convenían en verse a altas horas de la noche. Ella, en  puntillitas, se levantaba de la

cama, burlando el sueño de la familia y auxiliada por la negra vieja que la crió o la vio nacer, yse prestaba a estas peligrosas combinaciones, no sin refunfuñar:

 — ¡Ay, niña! Si lo viejo se entera me va a comprometé.Algún beso menos disimulado llamaba la atención del  sereno, que cruel e implacable, ponía

fin al amoroso coloquio: — Váyanse a acostar y cierren la ventana, si no quieren que le avise a la familia  — gruñía,

haciendo al mismo tiempo sonar contra las losas de la acera la lanza, símbolo de su oficio.

II

Los novios de ventana,  por ridículos, antiestéticos y anacrónicos, constituían un atentado alornato público, un estorbo para el mejor orden y reglamentación del tráfico en nuestra capital yuna rémora al progreso y civilización de la humanidad.

Hoy, propiamente novios de ventana, quedan muy pocos. Hay, en cambio, conquistadores, enamorados y amantes de ventana. 

Se ven también algunos casos excepcionales: novios que después de dejar los sillones y salir  a la calle, se están despidiendo en la ventana más de una hora; u otros, que no tienen entrada enla casa más que tres veces a la semana, y se pasan los otros cuatro días conversando por lanoche en la ventana. ¡Ridiculeces familiares!

Fuera de esas y otras excepciones, la ventana desempeña en nuestra época otra misión, nomenos elevada e importante que la que antiguamente desempeñaba.

Así como las muchachas en edad de merecer ,  pertenecientes a la alta sociedad , al smart-seto high life,  tienen el salón, el teatro, el paseo, el automóvil, como cosas y lugares apropiados para lucir sus encantos y atractivos  — naturales o artificiales — , para exhibirse y llamar laatención de los futuros pretendientes, así también las pobres — a veces más felices —  muchachasde la clase media, han encontrado en la ventana, el cuadro, marco, sitio, lugar, vidriera oescaparate, donde, exponiéndose en periódico, constante y llamativo anuncio, se dan a conocer

y atraen, en mayor o menor escala  — como el panal de miel a las moscas o el bombillo de luzeléctrica a las mariposillas —   a los jovencitos... o viejecitos, que de tarde y noche pasean la

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cuadra, buscando una noviecita aunque no sea más que  para pasar el rato, rato que después lamuchacha, si es lista e inteligente, se encarga de que se convierta en «esposa y compañera tedoy para toda la vida»...

Y merece la pena hacer un recorrido, de tarde o de noche, por algunas calles de La Habana,v. gr. San Lázaro.45

Las muchachas, desde temprano, se han emperifollado con sus mejores cintas, lazos yencajes, dándose su vivificante colorete y mano de polvos de arroz.A veces se sientan en su silloncito de mimbre, y con un libro en la mano hacen que leen;

otras se recuestan artísticamente en el postigo de la ventana.Situadas de esta manera, a verlos venir , esperan el paso, ya de sus amigos o conocidos, ya

del misterioso desconocido; y en cada uno de ellos creen ver un esposo, más o menos buen partido, pero esposo al fin, que es lo importante.

Los jóvenes miran o saludan. En ocasiones se detienen. Cuando esto sucede, la muchacha puede considerar que ha tenido una tarde o noche feliz.

Las más desesperadas por pararse a la ventana son las chiquitas de 14 a 16. En una cuadra dela calle de Lealtad46 he visto cinco muchachitas que tarde y noche se sitúan en sus respectivas

ventanas; cuando pasa varias veces algún joven, se discuten a cual de ellas miró con másentusiasmo o interés, y llevan después la cuenta de los amigos y admiradores que tiene cadauna. Suelen también, cuando pasa un automóvil con bastante velocidad, saludar a los que vandentro, para poder anotarse ante sus amigas unas cuantas amistades más.

Esta lucha entre vecinas llega a tal extremo que recuerdo haber leído una correspondencia secreta, redactada en esta forma:

«J. L. Dígame si los paseos que da por mi cuadra, son por mí o por mi vecina. María Luisa». Después de dar los jóvenes varias vueltas y revueltas, vienen los piropos: — ¡Qué chiquita más linda! — ¡Qué boquita más sabrosa!La muchacha finge enfadarse y le contesta: — ¡Qué confianzudo!Y esta u otra respuesta sirve al joven para entrar en conversación.Si es una pollita la agraciada, a los tres días son novios, lo cual no impide que a la semana

siguiente tenga otro distinto.Porque los actuales amores de ventana, relegados casi a los  fiñes y  pollitas, son rápidos,

fugaces.Hay jóvenes que tienen dos o tres noviecitas en distintas cuadras, y todas las noches

conversan con cada una de ellas 10 ó 15 minutos... y en esto nada más consisten las relaciones.Buscando la razón por la que existen todavía algunos novios de ventana y la causa de que los

hombres sean tan aficionados a enamorar y conversar de esta manera, he podido observar quelas ventanas que tienen cerca algún farol, no suelen ser las más visitadas por los enamorados.¿Motivo? Chi lo  sa!

Y respecto a éstos no encuentro otra explicación a su entusiasmo ventanero que el afán, propósito y deseo, casi único, que persiguen en cuestiones de amor: que el público se entere ylos vea hablando con una mujer, o en compañía de ella. Con eso les basta. Ellos se encargan delresto, de ponderar lo que son o han hecho con esa pobre e incauta muchacha.

¡Hay tantos conquistadores inéditos, cuyas  famosas hazañas, sólo por ellos conocidas, seencargan ellos mismos de pregonarlas y ponderarlas!

Pero aunque, como se ha visto, estén en decadencia y amenazados de desaparecer los noviosventaneros, en los pocos que quedan y en los enamorados, conquistadores y amantes deventana, es indudable que se realiza lo que el vulgo ha dado en llamar beefs teak en parrilla ycuya historia me contó el Dr. Lanuza en una carta de la que copiaré aquí los siguientes párrafos:

«En un viaje que hice a Matanzas por un asunto judicial, me dijeron una noche, en una casade familia que visité, que así llamaban en Matanzas a tales novios, porque la ventana hacía de parrilla, a un lado se suponía que estaba el fuego y al otro la carne puesta a asar».

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Y terminaba su epístola el doctor Lanuza planteándome esta interesante cuestión:«Dejo a usted en libertad de distribuir estos dos elementos,  fuego y  carne, como lo crea

conveniente, aunque a mí se me ocurre que la carne está por los dos lados y el fuego entreambos, como dicen los lógicos que sucede con el concepto de relación, que no está en los rela-tivos, sino entre los relativos».

Realmente es esta una muy ardua, delicada y peligrosísima materia.Desde los Santos Padres hasta nos, mísero escritor de costumbres, ha habido discrepanciacompleta y la más lamentable confusión en cuanto al verdadero significado de los términoscarne y  fuego. En la misma Biblia hay pasajes donde se anatematiza la carne como causa detodos los males de la humanidad, y, por el contrario, en el admirable Cantar de los cantares seensalzan y cantan todas y cada una de las variedades de carnes: rubias, blancas, trigueñas,gordas y flacas. He encontrado también esta confusión entre la carne y el fuego:

«Humilla vuestro espíritu, pecador, porque la carne es fuego y te consumirá». Ecles., c. VII.v. 19.

Creo, pues, que en los novios de ventana no está la carne de un lado y el fuego de otro, ni lacarne a ambos lados y el  fuego en el centro, sino que la carne está de uno y otro lado de la

ventana, o parrilla y el fuego va por dentro de ambas carnes o novios.Mi opinión es, sin duda, la más acertada y competente. Por algo jamás he podido servegetariano!

Los mataperros

Son las cinco de la mañana. Perico  Manga Mocha  acaba de salir del solar donde viven sus padres: Francisca, la lavandera, y José, el carpintero.

Perico va vestido con un pantalón muy roto y sucio, y una levita, heredada probablemente dealguno de sus antepasados, que por lo larga y ancha parece más bien un sobretodo; levita a laque ha tenido el cuidado de recortarle las mangas: y de ahí el apodo  Manga Mocha, por el quegeneralmente es conocido «entre sus amistades», como diría un cronista social. Perico no usasombrero, medias ni zapatos; y el agua, el peine y el cepillo son completamente desconocidos para él. Lleva en la boca una colilla de cigarro, que fuma con deleite, echando más humo que elque echaban las seis chimeneas de la Planta Eléctrica 47 para regalo y satisfacción de los vecinosde aquella barriada.

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Y, ¿hacia dónde se encamina Perico, a tales horas?Pues, sencillamente, a su trabajo. Perico es un mataperros, y en este oficio, aunque no lo

 parezca, tiene más obligaciones que las que tendría desempeñando algún destino o botella delGobierno.

 Nuestro muchacho se dirige primero a la Plaza, y allí, con los desperdicios que consiga, preparará un desayuno-almuerzo a la americana, muy confortable.

Después de hecho esto, le queda, hasta la hora de ir a comer a su casa, el día completamentelibre.

Pero no estará ocioso, ni mucho menos: jugará con varios amigos al  picado, al chorreado oal chocolongo: correrá detrás de las guaguas y de los coches; romperá a pedradas los faroles de

las calles; empinará papalotes...Los sábados y los domingos asiste a algunos de los grandes desafíos de base ball   que secelebran en los placeres de la ciudad y de sus arrabales.

Cuando consigue algunos centavos o puede meterse de colado, va al cine o al tío-vivo, y enlos días de recepción de algún ministro extranjero, entierro de un militar o algún otro acto público a que asista la banda de artillería, acompaña a los soldados, marcando el paso y hastallevando el compás de la música.

Entre las diversiones favoritas de los mataperros figuran, en primera línea, los bautizos, puesgracias a estas fiestas pueden conseguirse algunos centavos. Los mataperros corren, gritando,detrás de los coches donde van los padrinos y convidados:

 Madrinita de tanto lujo,tira un kilo pa los dibujos.

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 Madrinita de Carraguao,tíralo, tíralo, pa los finaos.

 El padrino no tiró,la madrina si tiró.Tíralo, tíralo, que no tiró:

tíralo, que ya otro lo cogió.Y pa la bomba del cochero, ¡hueso!

Y a la voz de ¡hueso! o de ¡fuego!, y si los padrinos no les han tirado bastantes centavos, laemprenden a pedradas con los cocheros.

Alegre, revoltoso y pillo como es, el mataperros, sólo tiene temor  — nunca respeto —   al policía, a la Corte y a Guanajay, que es como llama él a la Escuela Correccional.

Su mayor encanto, su más grande anhelo, su ambición más alta, es ser vendedor de periódicos.

Y, con qué orgullo exclaman algunos, cuando les preguntan a qué se dedican: — ¡Yo soy periodista!

Y son, en realidad, factores de no poca importancia en el periodismo moderno.Con sus gritos y sus pregones y la agilidad de sus piernas, llevan y anuncian a todos los puntos de la población el diario o la revista.

 — ¡ Mund !48

 — ¡ Heraldo!49 ¡ Luch!50 ¡Sión! — ¡Carteles! 

Siempre he sentido por estos infelices muchachos callejeros las mayores compasión ysimpatía.

Las gentes demasiado preocupadas de sí mismas miran a los pobres mataperros como seresdegenerados, viciosos, incapaces de corregirse, rebeldes a toda educación y disciplina, carne de

 presidio. No son sino desgraciados niños faltos de vigilancia y cuidado. Desde sus más tiernos años,

cuando los hijos de los ricos o de los burgueses apenas saben caminar, ellos son ya hombreslibres, se ganan la vida haciendo recados o vendiendo periódicos. ¡Demasiado buenos resultan para el medio en que viven!

Ayunos por completo de educación, de ellos puede decirse que son buenos, por instinto, pornaturaleza.

¡Cuántos jovencitos de casa rica, a los que sus papás apenas dejan respirar, se corrompen y pierden, al poco tiempo de empezar a salir solos!

Y, ¡cuántos señores muy respetables resultan verdaderos mataperros!Eduquemos a esos niños; son nuestros hermanos. De su ignorancia nos hemos de servir más

tarde, en la política, para explotarlos miserablemente, lucrando con su desgracia y triste suerte.Como en todas las revoluciones, de ellos salieron en nuestras luchas libertadoras los

soldados, la miserable carne de cañón, que nos sirvió para hacer esta patria que hoy ellos nogozan.

Démosles escuelas, asilos, parques: ellos son dóciles, generosos y les agrada como anosotros el buen techo y la buena mesa. Miremos por ellos, porque en ellos también está el porvenir y la esperanza de la patria.

Y los que uno y otro día vivimos en esta brega periodística, amémoslos como a compañeros,como a hermanos.

Con el poeta, les digo:

Venid, yo tengo para vosotrostambién un poco de corazón;mientras riendo pasan lo otros,venid, yo tengo para vosotros una canción.

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Los velorios

Es tan antigua en Cuba la costumbre de velar los cadáveres, que en las páginas de la primera denuestras publicaciones literarias, el  Papel Periódico de La Habana, y en el númerocorrespondiente al 4 de diciembre de 1804, hay un artículo intitulado «Extracto de lo que sueleacontecer en los velorios». Éstos eran verdaderas orgías, al extremo que, encontrándose el autordel mencionado trabajo frente a una casa donde se velaba un cadáver, se le acercó uno de losamigos del muerto, a decirle:

 — Entre usted a divertirse, que para todos hay y para más que vengan.¿Cuál es el origen de esta costumbre y cómo nació y se arraigó entre nosotros?Fácil nos es averiguarlo.Sabido es que los primeros españoles que pisaron tierra cubana, aquellos famosos

conquistadores — nuestros ilustres antepasados —  ladrones, bandidos, vagabundos y presidiarios

de la peor calaña, que acompañaron a Colón en sus viajes y después poblaron esta «fermosaisla», eran en su mayoría andaluces. Pues bien, en Andalucía se encontraba entonces muygeneralizada una fiesta  — que hoy ya sólo practica la gitanería de Granada: el Velatorio,dedicada principalmente a celebrar «la feliz subida de un angelito al cielo». Mientras los padreslloran, sus amigos y amigas bailan y cantan con loca alegría, junto al cadáver del tierno infante.Por cierto, que sobre el Velatorio, existe un cuadro del pintor español J. López Mezquita, queobtuvo primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, celebrada hacevarios años.

Y no solamente en Andalucía, sino también en otras muchas provincias de España, existían,y aún existen, los velorios con el carácter de fiestas lírico bailables.

Pero, además de esta procedencia española, nuestros velorios tienen su origen, como indicaacertadamente el doctor Fernando Ortiz en su obra  Los negros brujos, en una supervivenciaafricana, introducida por distintos habitantes del país. Y son nuestros negros los que con másexageración han practicado y practican esta costumbre. Eróticos bailes, cánticos obscenos,música, bebidas y manjares en abundancia, acompañado todo esto de ridículas ceremonias, tales lo que constituye, en síntesis, el velorio de la gente de color en Cuba, y principalmente de losñáñigos.

Introducida, como dejo dicho, por españoles y africanos esta costumbre, se extendió bien pronto y arraigó de tal manera entre nosotros, no tan sólo en las capas inferiores de la sociedad,sino también en nuestra no muy bien definida clase media, que para evitar los excesos y abusosque se cometían, dictáronse en distintas épocas bandos y decretos. Numerosos escritorescubanos se han ocupado en el asunto, estudiándolo ya bajo su aspecto de mal social, ya comocostumbre ridícula y digna de censura.

¿Existe hoy día en Cuba el velorio?Sí. No podemos negar que, aunque muy restringido y algo refinado, se practica todavía en

los barracones de los ingenios, en los solares y ciudadelas, en muchos juegos de ñáñigos y hastaen ciertas casas de familias de la clase media, más o menos barrioteras o picúas.

Sobre este último aspecto que ofrece hoy el velorio, ya que es el menos repugnante y el quemás tiene de cómico y risible, voy a tratar ahora.

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 Nuestra clase media busca siempre con afán aquello que pueda proporcionarle unesparcimiento o diversión. Podría decir que esta fiebre de placeres que padece es uno de susrasgos característicos. Y bailes, bautizos, bodas, santos, funciones teatrales, retretas, etc., no son para ella más que un motivo o pretexto para pasar el rato alegremente.

Y esa ansia desordenada y loca que siente por las diversiones llega al extremo de no respetarsiquiera la muerte de un semejante, convirtiendo la cámara mortuoria, sitio consagrado alrecogimiento y al dolor, en salón de fiestas más o menos bailables.

Apenas ha fallecido el enfermo, y sin haber tenido aún sus familiares tiempo de enjugar laslágrimas derramadas ante el hecho del que acaba de pasar a mejor… o peor vida, y cuando

todavía no se han ocupado de avisar a la agencia mortuoria, se empieza a preparar ya en la casatodo lo relacionado con el velorio.

En ese sentido, las primeras medidas que se toman son: avisar a los parientes y amigos, pedir prestados en la vecindad sillas, platos, tazas y cubiertos para el buffet  que ha de servirse a medianoche, y mandar a la bodega por café, galletas, chocolate, queso, jamón, vino y otras chucherías.

Mientras tanto, la noticia se ha esparcido rápidamente por la vecindad. Jóvenes y viejos, alencontrarse en la calle, se preguntan enseguida:

 — ¿No vas al velorio esta noche?A eso de las nueve empiezan a llegar los invitados. Entran en la casa muy serios; la tristeza

más profunda reflejada en el rostro; a simple vista parecen intensamente adoloridos por ladesgracia ocurrida.

Después de saludar compungidos a los familiares del extinto, y enumerar y ponderar lasvirtudes de éste, comienzan a hablar sobre temas adecuados al acto: muertes, enfermedades,

desgracias de todas clases y hasta catástrofes. Las viejas, sobre todo, son las que hacen el gasto,enterando a la concurrencia de sus males y padecimientos y sacando a relucir — ¿cómo no? —  lo

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que cambean los tiempos y cuán dignas de censura son las costumbres actuales comparadas conlas de su época.

Pero, ya a eso de las diez, empieza a animarse un poco la reunión. Se forman grupos. Losseñores maduros discuten acaloradamente de política o de negocios. Las señoras, en una de lashabitaciones interiores, y mientras se arreglan el pelo y empolvan un poco, hablan de trapos y

chismografía social. Los jóvenes no comprometidos han procurado separar su compañera paraesa noche. Y ¡cuántas relaciones y noviazgos, y a veces hasta bodas, salen de los velorios! Tal parece que la presencia de un cadáver, lejos de infundir ideas tristes y disolventes, despiertaansias de vida y deseos de multiplicar la especie. Una muchacha se desmaya. Los novios serefugian en los rincones a pelar la pava, y allí, muy pegaditos y acaramelados, se dicen toda esaserie de boberías y hacen toda esa serie de ridiculeces que nos hemos dichos y que hemoshecho, y que nos seguiremos diciendo y seguiremos haciendo, por los siglos de los siglos,hombres y mujeres. Se van entusiasmando por grados, estréchanse las manos disimuladamente,y, cuando creen que no hay espectadores inoportunos, se unen también los labios y suena un beso. No os asustéis. ¡Es la vida y el amor que pasan junto a la muerte!

Pero ha llegado la hora del buffet . El comedor se ve concurridísimo; y entre sorbo y sorbo, y

 bocado a bocado, se hacen chistes, se tiran bolitas de pan, y hasta algún atrevido se permite pellizcar por debajo de la mesa a su compañera, que protesta, aparentando que se ha enfadado…

A lo mejor, el chocolate está algo viejo, o la leche quemada, o el vino no es de buena calidad, yentonces las censuras y las críticas contra los dueños de la casa, son acerbas y despiadadas:

 — ¡Miren que invitarlo a uno a pasar una mala noche y dejarlo casi sin probar bocado! ¡Quéfamilia!

Terminado el refrigerio, se puede ya hablar en voz alta, sin temor alguno; las risas setransforman a veces en mal reprimidas carcajadas; se cuentan historias de color más o menossubido; se juega a las prendas; se hacen maldades a los que les ha sido imposible dominar elsueño.

Interminable sería este artículo si fuera a enumerar los variados y cómicos incidentes queocurren en los velorios.

Recuerdo que en cierta ocasión asistí al de una pobre muchacha llamada Charito. Hermosa,llena de vida, en plena juventud, su muerte produjo pesar inmenso, no tan sólo a sus familiares,sino a todos aquellos que la conocían, como lo demostró la gran cantidad de flores y coronasque le enviaron parientes y amigos. Una tía de la difunta, que adoraba a su sobrina, encargó unahermosísima corona de flores naturales, con su gran lazo blanco y una expresiva dedicatoria. Alllegar la corona, quiso ella misma colocarla sobre la caja; pero de repente la vimos palidecer, eindignada arrojar la corona al suelo. En la cinta habían puesto esta inscripción: «A mi adoradaChelito».* Hacía entonces furor en La Habana la aplaudida cupletista de ese nombre… 

En otro velorio, en el momento de traer la caja que había de guardar los tristes despojos deun respetable señor, uno de sus hijos, dirigiéndose a otro amigo y a mí, nos preguntó:

 — ¿No les parece a ustedes que la caja tiene un olor especial, como a brea o a pintura? — Sí, eso debe ser el paño con que está forrado, contestó el amigo.Pero volviéndose a mí, me dijo al oído: — Lo que huele mal son mis zapatos, que eran amarillos y para poder venir esta noche al

velorio, pues no tenía otros, los pinté de negro.

 ———————  

Pero, ¿a qué seguir enumerando todos y cada uno de los atractivos y diversiones que ofrecen losvelorios? Tarea imposible sería ésta.

En los velorios, como dice el cantar, «nunca falta el jolgorio», pues aun en el caso de que elentusiasmo decaiga, ahí está para impedirlo un tipo que nunca se echa de menos en estas fiestas,

a las que concurre aunque no lo conviden ni conozca mucho a la familia del muerto, y cuyaúnica misión es animar con sus chistes, sus cuentos y sus gracias, el acto.

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 — Yo comprendo  — me decía en cierta ocasión uno de esos personajes, que estos actos sontristes, pero hay que alegrar algo a la concurrencia para que no se duerma. Eso sí sería horrible.Y yo tengo la gloria de poder decir que en ninguno de los velorios a que he asistido, ha faltadoanimación. Por eso me solicitan siempre y halagan tanto. Además, mi práctica me hace conocer perfectamente todas las ceremonias de estos actos. Yo soy en ellos, terminó, una especie de

maestro de ceremonias. ———————  

Pero… ha empezado ya a despuntar el día. Los invitados  deben retirarse para poder asistir,horas después, al entierro. La casa va quedándose desierta, abandonada. El muerto no, porquesiempre lo estuvo, que nunca mejor que en estos casos puede exclamarse con el poeta:

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

Bufones modernos

Conservada su memoria, a través de los siglos, por los poetas e historiadores, e inmortalizadosen el lienzo o la piedra por los artistas, han podido llegar hasta nosotros los bufones, míserosesclavos que, deformes, cubiertos de colorines y cascabeles, entretenían con sus piruetas, susgracias y sus chistes, a sus amos y señores. Vivían en la intimidad y confianza de los másaltivos y despóticos monarcas, y éstos les toleraban libertades y atrevimientos que hubierancostado la vida al más presuntuoso de sus ministros o al más petulante de sus generales. Y, aveces, discurrían con más juicio que todos los sabios del reino.

La raza de los bufones no se ha extinguido. Existen en nuestros días infinitos ejemplares deella, pero en lamentable estado de inferioridad y decadencia si los comparamos con sus

 gloriosos antecesores. Nuestro bufón es el individuo que, pobre de espíritu, necesita para ir viviendo, o para

alcanzar el puesto o la posición que aspira tener en sociedad, doblegarse ante los magnates yadular o divertir a los poderosos; y, así, mendigando favores y mercedes, y arrastrándose por elsuelo, despreciado por los mismos a quienes sirve o entretiene, a veces logra, vil y penosamente,llegar hasta donde se propuso. No repara en medios ni procedimientos, por bajos y mezquinosque sean, si han de conducirle a la meta ambicionada. Así, en nuestra sociedad, se han formadomuchas falsas reputaciones y conseguido algunos elevados puestos. De bufones están llenosnuestros salones y academias, cámaras y secretarías, partidos políticos y corporaciones.

Veamos algunas variedades de la especie.En política, en esta política criolla de istas, cada figurón, jefe, leader   o cacique, tiene su

 bufón. Le acompaña a todas partes, le guarda las espaldas, le trae los cuentos y chismes de loscorreligionarios; lleva recados y cartas… de todas clases; es el que inicia los aplausos y bravos

cuando el jefe pronuncia algún discurso, el que encabeza las firmas en las mociones en que estádirectamente interesado el astro; organiza en su honor mítines, banquetes y manifestaciones. Es,en la comedia política, junto a su amo, el Crispín de los viles oficios y bajos pensamientos.Suele ser también el que saca la cara por su padrino y recibe las bofetadas y demás golpes quese pierden. Pero, a veces, adulando y arrastrándose por el suelo, sube, sube y escala altos ycodiciados puestos; que en la tierra de los ciegos, un tuerto, ¿por qué no ha de ser rey o, por lomenos, secretario?

En nuestros centros literarios y artísticos abunda el tipo de que hablo, disfrazado con elnombre de discípulo o admirador. Es la sombra del consagrado. Guarda sus autógrafos, que

recoge del cesto de los papeles; lleva a las redacciones los bombos que escribe el maestro; leimita servilmente, y, como ni aun para esto tiene capacidad, es el que más daño y perjuicio le

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ocasiona para su buen nombre — cuando en realidad lo tiene — , y reputación literaria, artística ocientífica.

Hasta las artistas teatrales tienen también sus bufones: los adoradores  platónicos. Lascontemplan desde una luneta de primera fila, siguen todos sus movimientos, rompen el aplausoy celebran en alta voz, dirigiéndose al compañero de localidad, los éxitos de la estrella. Y siésta, compadecida, les sonríe una noche, ¡qué felices y orgullosos se consideran! Pero nuncallegan, ni aun después de grandes esfuerzos y sacrificios, más allá de permitirse acompañarla delteatro a su casa o al café. Más, ¿para qué está la imaginación, sino para crear fantásticamentehechos y escenas, que luego se pueden relatar como realmente acaecidos? Para gustos se han

hecho colores… Con las eminencias que nos visitan ocurre algo por el estilo. Al arribar a nuestra tierra,

siempre tan hospitalaria y novelera, una de estas notabilidades, jamás le falta un cicerone. Es eladmirador, desconocido entre los suyos, que se pega a los faldones o a las sayas del prodigio ocelebridad. Le enseña la ciudad, lo presenta a todo bicho viviente — y a él ¿quién lo presenta? —  le escribe sueltos en los periódicos, y, como es natural, recoge las migajas de los banquetes yfiestas que se celebren en honor del huésped ilustre.

En las aulas universitarias abundan mucho los bufones. Son las futuras glorias de la patria.Asisten diariamente, en primera fila, a clases; están atentos a todas las indicaciones delcatedrático, toman nota detallada de sus explicaciones, y, al salir del aula, se le acercan a darle

 jabón, preguntándole sobre algún punto que pueda considerar oscuro o dudoso de la lección.

Para demostrar su amor y consagración al estudio, van siempre cargados de libros y cuadernos;en épocas de exámenes no se afeitan ni se bañan más que los domingos; fingen apasionarse por

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la especialidad del catedrático con quien desean estar bien, para cosechar, a fin de curso, elresultado y premio de sus esfuerzos.

En sociedad, ¿no habéis observado esos escuderos  y azafatas, que acompañaninvariablemente a los señores y señoras ricos? No les pierden pie ni pisada. Son sus garzones, pajes o camareros, en paseos y teatros. En el automóvil le llevan el bastón o le dan cranque a la

máquina. Y así viven felices y satisfechos. Las azafatas, ya de señoras o señoritas, sonmuchachas pobres pertenecientes a la clase media, pero con pretensiones y humos dearistocracia. Se visten con los trajes y sombreros que deja su amiga, la acompañan a la ópera y alas carreras; le entretienen al pretendiente, son sus confidentes; en ocasiones logran, quedándosecon el recado, quitarle a la amiga algún buen partido; entonces hacen su agosto y terminan sucarrera bufonesca. 

Descendiendo, o ascendiendo — según las opiniones —  en esta escala de bufones, llegamos al protegido: el marido, sabio y metafísico, que acepta de su jefe o principal o de su amigo íntimo,regalos para él o para su señora, automóviles y colonias de caña, destinos o ascensos en sucarrera, y que no tiene el menor inconveniente en ir a separar a la joyería las prendas queregalan a su esposa… 

¡Oh bufones modernos! ¡Sabios, listos y aprovechados vividores de nuestro siglo! Vosotrosllenáis en el mundo una misión social tan elevada, noble y necesaria para la existencia de lahumanidad, como cualquiera otra. No importa que muchos os critiquen y denigren afirmandoque más vale ser cabeza de ratón que cola de león. Sin vosotros se rompería el admirableequilibrio que, como obra portentosa del Supremo Hacedor, reina en la humanidad.

¿No existen altas cumbres y profundos barrancos, límpidas y cristalinas aguas y pestíferos ycenagosos pantanos, águilas que se remontan a los cielos y víboras que se arrastran por la tierra?¡Oh, incomprendidos y calumniados bufones modernos! Vivid tranquilos y felices, que el Hijodel que todo lo puede dijo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reinode los cielos!».

¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo?

TRABAJO PREMIADO EN EL CONCURSO DE ARTÍCULOS HUMORÍSTICOS CELEBRADO

POR E  L F  ÍGARO. 

Lema: BRUJA SOPERA

Hará cosa de un año, leí en una revista francesa, que París es la única ciudad del mundo dondese puede vivir sin dinero… con comodidad. 

Esta afirmación me indignó, por lo injusta; y aunque ha pasado, desde entonces, un año, mi

indignación ha ido aumentando de tal manera, hora por hora y día por día, que ya hoy me esimposible contenerla. Y ¿sabéis lo que es una indignación de 365 días, una indignación de 4.380horas?

He ahí el por qué de este artículo, que me sirve de válvula de escape, y que tiene también porobjeto romper una lanza en defensa de nuestra capital.

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¡Qué no se puede vivir sin un centavo en La Habana, donde se sostiene impera y triunfa el Bruja sopera!

 Nosotros debemos vanagloriarnos de poseer este tipo, genuinamente cubano, como se honran

Buenos Aires con su atorrante; Madrid, con sus mendigos, inmortalizados por el genio de

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Velázquez; París, con su bohemio, cantado por Murger y Rusia, con los  Ex hombres, queencontraron en Gorki su defensor.

Y a nuestro bruja no se le puede confundir con ninguno de ellos. En los comienzos de sucarrera, tal vez pida limosna, como el mendigo, o dé algún sablazo, como el bohemio; pero le esimposible seguir haciendo esto, porque llega un momento en que todo el mundo le conoce, cosa

que no es difícil en La Habana. Además, por su indumentaria, no podría nunca confundirse consus correligionarios de otros países. Viste mucho mejor que el pordiosero y el vagabundo, y nousa ni la levita que fue negra, ni la chalina del bohemio. Su traje, obsequio de algún amigo pudiente o persona caritativa, se ve que está usado, que tiene manchas y tal vez algún siete; peroes bastante presentable y, a veces, hasta elegante. Apuesto cualquier cosa, a que andan por esascalles poetas, sabios y filósofos, o que presumen de tales, cuya indumentaria es mucho másincorrecta, desaliñada y antihigiénica que la de los «brujas soperas».

Veamos, ahora, cómo pasa la vida nuestro hombre.Casa, ¿para qué la necesita?; en estos climas calurosos, no hay nada más agradable que

dormir en sitios frescos. Los bancos de los parques, los portales de las casas y la glorieta delMalecón, reúnen condiciones envidiables de ventilación e higiene.

Y si un guardia majadero viene a molestarle, el bruja no se apura por eso, pues sabe que, alotro lado del muro del Malecón, sobre las rocas, hay lechos de arena en los que se pasan nochesdeliciosas, arrullado por el murmullo de las olas y la caricia del céfiro suave.

Se puede levantar a la hora que más le convenga.Para asearse tiene, a dos pasos, la inmensa  palangana del mar; pero si le disgusta el agua

salada, las pipas de riego y las fuentes públicas le proporcionarán, en cantidad, agua dulce, puray cristalina.

Si es aficionado a la música, Marín Varona51 le permitirá, gustoso, que asista, de once a doce,a los ensayos de la Banda de Artillería en el cuartel de La Punta.52

Muy cerca de allí tiene también un espectáculo interesante y sumamente económico dondeentretener sus ocios: los juicios de las Cortes Correccionales.

Después, sentado cómodamente bajo un laurel del Parque Central,53 le es fácil enterarse, poralgún periódico recogido en la calle, de lo que pasa en el mundo, de los chismes de vecindad ,como llama un amigo mío a la historia contemporánea.

Aunque no vive para comer, no le queda más remedio que comer para vivir. Su almuerzo, silo desea a la carta, le es bien cómodo conseguirlo. Se dirige a la Plaza, y allí, sin costo alguno,y con un poco de maña y habilidad, puede proporcionarse lo que desee. En un solar yermo, le basta para construir la cocina, una lata de conserva vacía y tres piedras.

Pero si no quiere tomarse la molestia de preparar él mismo la comida, en algunas fondasencontrará sobras en abundancia y buen estado.

Como él se ríe de los que dicen que el agua de Vento 54  hace daño y cría ranas, sigue proporcionándosela en las fuentes y, muchas veces, en los cafés y bodegas, donde la pide «fría».

El único vicio de que adolece, es el del tabaco. Por las calles se encuentran las colillas enabundancia; y, si no, nunca falta un amigo o conocido a quien pedirle un cigarro.

El medio día puede dedicarlo a asistir, en la Audiencia, a los juicios orales, donde suele pasarse el rato divertido. Si es amante de la cultura, las Bibliotecas del Instituto Nacional,Sociedad Económica55 y Diario de la Marina,56 le ofrecen el medio de ilustrarse. Y si prefiere lalectura de publicaciones extranjeras, puede ir a la librería de  Pote57  y allí revisar las últimasrevistas españolas, americanas y francesas y hasta leer alguno que otro capítulo de Nick Carter yBúffalo Bill.

Por la tarde, está indicado un paseo por Obispo, para ver el desfile interminable de mujereshermosas, o por el Prado, y, si es día de moda, por el Malecón.

Hay también varios espectáculos interesantes en el Campo de Marte,58  con su JardínZoológico y el  Padre de los Gatos,* que, de seis a siete, le da de comer a más de doscientosmininos.

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Y no hablamos de la Isla de Cuba en miniatura, que se «admira» en el mismo sitio, porqueha pasado ya de moda.

Por la noche, antes de acostarse, no le vendrá mal otro paseito por el Prado, de incógnito, enalgún automóvil.

Hay, además, películas gratis en los Anunciadores del Parque Central y Calzada del Monte.59

Y, aunque como el Torral de «Los Civilizados», el bruja ha eliminado de la vida el amor, nodesdeña, sin embargo, alguna que otra aventura que al azar se le presente.Y después… a dormir a piernas sueltas hasta el siguiente día. 

* Se refiere a Isidoro Lombera y Marrón, tipo callejero, pintoresco e interesante, conocido como «padre de los pobres y de losgatos» porque se dedicaba a pedir para los desvalidos (hombres o animales) y a socorrerlos.

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Como se ve, es el bruja sopera uno de los seres más felices de la tierra. Conforme con susuerte, sólo desea que lo dejen vivir tranquilo; libre de preocupaciones, de quebraderos decabeza, vive al día, sin ocuparse para nada del mañana. Las conveniencias sociales, los cambios políticos, las alzas y bajas comerciales, le tienen sin cuidado.

Su divisa es, sin dudas, aquel célebre laissez faire; laissez passer .Tiene por gran amiga, por compañera inseparable, la casualidad.Su único amor, o para decirlo con la frase de un ilustre escritor, su más pródiga querida es la

 pereza.Y hasta esas pequeñas menudencias que tanto nos molestan y esclavizan en la vida, no

existen para él.Desconoce al acreedor, al terrible «inglés» que obliga a los infelices burgueses a no dar la

cara en los fatídicos días de cobros. No tiene tampoco que estar pendiente del día en que se le vence la casa o la papeleta de

empeño… Los ladrones jamás podrán robarle dinero, o el reloj que, por otra parte, nunca se le

descompone ni tiene que ponerlo en hora, y no es más fijo que el Sol  porque es el Sol mismo.Hombre libre como ninguno, despreocupado y feliz, no se cansa el bruja sopera de repetir,

sin cesar,

ande yo calientey ríase la gente… 

San Antonio y sus devotas

 No puede negarse que entre los santos, al igual que entre los míseros pecadores, hay unos quenacen con buena estrella y otros, en cambio, estrellados.

Lo cual nos prueba, que la igualdad  — eterna preocupación del hombre en la tierra —  no seencuentra… ni aun en la corte celestial. 

Y, si no, a las pruebas me remito: ¿no creen ustedes que es diversa la suerte de San Alfonso,San Pío o San Guillermo y la que tiene, por ejemplo, San Simón? Mientras los primeros venusados sus nombres por reyes y papas, el último tiene que conformarse con ser patrono denuestros  primos  los monos; y, menos mal que, a última hora, ha encontrado un tocayo, queaunque algo fúnebre, se ha hecho famoso: Simón, el enterrador .

Y, ¿qué me dicen ustedes de los pobrecitos San Mateo, San Cornelio y Santa Restituta?

Pero hay, en cambio, un santo que puede, sin disputa alguna, afirmar que es el másafortunado de todos los súbditos del Reino de los Cielos: el pillín de San Antonio de Padua.

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Ríanse ustedes de D. Juan Tenorio y de todos los tenorios y burladores más o menosauténticos que padecemos en nuestra patria, tierra de guapos y conquistadores.

San Antonio tiene dos millones de veces, por lo menos, más partidos que todos ellos, entrelas mujeres, y, principalmente, entre las muchachas.

Y, no se concibe, que en el cuarto coquetón y alegre de una joven soltera, junto a la camita,

toda blanca, adornada con cintas y encajes y perfumada con ese olor fresco y voluptuoso devirgen adolescente, falte el cuadro o la estatuita de San Antonio.

Y hacía él van, ¡oh Santo afortunado!, las primeras miradas y las primeras palabras de la

 joven, cuando al despertarse, ya bien entrada la mañana, abre sus ojos, y, medio desnuda, derodillas sobre la misma cama, se santigua y reza sus oraciones, pensando tal vez en el joven quela tarde anterior vio cruzar por frente a su ventana y con el que ha soñado durante la noche; y pide al Santo, con fervor ingenuo, mientras se arregla inconscientemente un mechón de sumelena garzona, que le cae sobre los ojos, le conceda pronto un novio como aquel que, no haceaún mucho turbó su sueño.

Además de tener en su habitación la imagen del Santo, es casi seguro que la joven llevetambién, colgada al pecho, una medalla con la efigie de tan bendito patrono.

Todas las noches, al acostarse, le reza al Santo su  Responsorio, Oración Especial , y le pidelas gracias y mercedes que desea alcanzar, punto este último sobre el que hablaremos enseguida.

Los martes de cada semana y los días «13» de cada mes, como consagrados al bendito fraile,

acuden muy temprano sus bellas devotas a la Iglesia para oírle allí su misa y pedirle mercedes.Existen por último como devociones mayores, los Trece Martes y el Pan.

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Uno de los méritos de San Antonio es la rapidez con que concede las gracias que se le piden,y la libertad que pueden tomarse, o se toman, sus devotas, para obligarle a que acceda a susruegos.

Sobre esto, he visto más de una escena curiosísima.Conozco cierta muchacha que le pidió una vez a San Antonio se le declarase un joven que,

desde hacía tiempo, venía enamorándola; parece que el Santo no anduvo muy listo enconcederle lo que ella deseaba, y, ¿saben ustedes lo que hizo?, pues cogió una estatua que teníade él, la amarró por los pies a una de las patas de su cama y la metió de cabeza en una cuba conagua. Resultado: que a la semana, la muchacha tenía novio. Parece que San Antonio no quiso permanecer más tiempo dentro del agua, por miedo a un resfriado.

Este sistema, aunque generalmente es eficaz, suele, sin embargo, dar resultados funestos. Séde un caso en que San Antonio se negó rotundamente a acceder a toda clase de súplica, y sudevota se encontró, a los tres días, al Santo, que, según parece era de pasta, ¡completamentedisuelto en el agua!...

Acostumbraban también las muchachas, robarle el Santo a otra persona, o, al que ellastienen, quitarle el Niño Jesús y no entregárselo hasta obtener lo que desean…

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¡Oh San Antonio bendito!, si a veces tienes que sufrir de tus devotas todas esas crueldades, nodebes por ello considerarte desgraciado, porque hay, en cambio, infinidad de muchachas queemplean contigo otros medios más persuasivos y menos dolorosos, como son las caricias y los besos. Y ¿quién no se rinde ante ellos?¡Oh San Antonio bendito! ¡Cuán afortunado eres y cómo te envidio a veces!

Consejos a las solteras

Innumerables son las cartas que he recibido con motivo del artículo que sobre «San Antonio ysus devotas» publiqué en esta Sección la semana pasada.

De más está decir, que abundan las faltas de ortograf ía, y hasta… de sentido común. No se

echan de menos, tampoco, las misivas romántico-sentimentales, perfumadas con esencia barata,y en las que, sabiendo leer entre líneas, puede uno reconstruir, con bastante facilidad, la imagende la autora, una vieja, solterona y fea, que no se ha dado cuenta todavía que desde hace tiempoúnicamente sirve para vestir santos.

De todas esas cartas, voy tan sólo a contestar la de «una pobre víctima de los desdenes deSan Antonio, que ha apurado en vano todos los recursos usados en tales casos, sin resultadosatisfactorio alguno».

Y como, triste y afligida, me pide otro remedio más eficaz para que las solteras dejen deserlo, yo no puedo negarle mis auxilios y consejos.

Antiguamente, con un duende o espíritu maligno quedaba resuelta enseguida la cuestión.Hoy, aunque no tan espirituales, existen otros medios que suelen dar resultados

sorprendentes.

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 No hay, tampoco, que pensar en el descarrilamiento de un tren, como aquella muchachacampesina, de la que nos cuenta Rusiñol que veía pasar diariamente por frente a su casa, trenesy más trenes cargados de viajeros que la saludaban, pero sin que ninguno de ellos se detuviese para decirle siquiera unas cuantas palabras de amor. Y, tanto se cansó ella de esperar, quedescarrilase algún tren, que se hizo monja. Y, lo que son las cosas: al mes descarriló un tren de pasajeros muy cerca de la choza de la pobre aldeana… ¡Era ya demasiado tarde! 

Existe una oración que me han asegurado es muy milagrosa, sobre todo si después dellevarla durante tres meses en el seno, se logra frotar ligeramente con ella  — ¡con el rezo! —  lanariz del joven que se desee por marido. Dicho rezo es el siguiente:

Yo, Señor mío, creo en ti,Y pues te adoro de hinojos,Vuelve a mí tus santos ojos,Que estoy sin novio, ¡ay de mí!

 De amor me estoy abrasandoY es mi paciencia ya escasa,

 Pues mientras el tiempo pasa,Yo también me estoy pasando,

 De mi estado, piedad ten,Y ya que mi amor no es ruin,

 Permite, Señor, que al fin, Encuentre marido. Amén.

Pero, hablemos ya de los últimos procedimientos que ha inventado la ciencia para cazarmaridos.

Las Agencias matrimoniales, con todas sus artimañas y combinaciones, suelen, a veces, dar buenos resultados; pero está uno expuesto, también, a llevarse sorpresas bastante desagradables.

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Una joven, casada desde hacía varios años, se vio obligada a separarse de su marido porincompatibilidad de los caracteres. Deseando crearse una nueva familia, escribió a una agenciamatrimonial, la que le prometió ponerla en comunicación con su futuro novio.

Llegado el momento convenido para la presentación, la muchacha vio aparecer… ¡a su

 propio esposo! Éste había escrito también a la agencia solicitando esposa.

La lista de correos y la correspondencia secreta.  Nada hay más interesante que ver el desfile, en La Habana poco numeroso, de mujeres quevan a buscar sus cartas a la lista de correos. Un espíritu observador puede, sin gran trabajo,averiguar por la fisonomía, el traje, la expresión del rostro al abrir nerviosamente las cartas, yotros detalles, la historia de las mujercitas a las que el Estado, con su lista, sirve de mediador enlíos amorosos.

¿Y la correspondencia  de la última plana de algunos periódicos? Más de una vez habrándirigido a ella sus miradas, como áncora de salvación, muchas solteronas en busca de algo queles pueda convenir.

Hoy día, el remedio casi infalible para que una soltera cambie ese estado por otro más…

interesante, es dar un paseo en automóvil por los repartos.

¡Para cuántas ese viaje es su única obsesión!Y muchas, para realizarlo, esperan tan sólo que pasen algunos años. Y si el marido seriote yacomodado, no aparece, vuelven ellas entonces los ojos  — como las antiguas románticas al pajede los cuentos azules —  a aquel joven sportman, conquistador y galante, con el que bailaron unanoche de los últimos carnavales en el Centro de Dependientes,60 y el que no dudan ellas vendráen su cuña de 50 H. P. y juntos emprenderán un paseo delicioso, inolvidable… e irreparable. 

Y, después… ¿quién piensa en el mañana? Yo poseo también el secreto de otro remedio maravilloso que me dejó al morir un sabio

Doctor alemán; pero como he sacado patente, no puedo darlo a la publicidad. Particularmente, pueden consultarme las solteras que lo deseen.

Pero, si son viejas y feas, lo mejor que pueden hacer, es arrojarse desde lo alto de la Faroladel Morro.¡Tal vez encuentren algún tiburón compasivo que se apiade de ellas!...

Bombos y autobombos

Me parece estar viendo la cara que has puesto, lector querido, al leer el epígrafe con queencabeza este artículo.

 — Ya empieza a darse bombo — tengo la seguridad que has exclamado.Pero yo te perdono, lector, ese mal pensamiento que ha cruzado por tu mente. Existen entre

nosotros tantos bombomaníacos, que no es extraño te figures vengo yo a aumentar el número.Y no hablamos del elogio, más o menos apasionado o cariñoso, que nos hace un amigo; ni de

la nota encomiástica que nos dedica algún cronista social, al enterarse  —  por nosotros —  que esnuestro santo, que vamos a suicidarnos… digo, a casarnos, o a dar un viaje, aunque no pasemos

de Cayo Hueso; ni del retrato, con su «leyenda» al pie, que aparece en algunas de nuestrasrevistas semanales.

 Nos referimos, especialmente, al autobombo que, aunque cultivado siempre entre nosotros,ha llegado a su apogeo en este siglo de los autos, tan distinto de aquellos tiempos felices en losque no se conocían más autos «que los de fe», judiciales, y sacramentales.

El autobombo, se cultiva en todas las situaciones de la vida.Se trata de pronunciar un discurso político, o parlamentario, en defensa de cierto proyecto de

ley; o literario, sobre la vida de algún escritor; pues, ¿para qué hablar de los beneficios que al

 país le produciría el triunfo de aquella agrupación política, o la implantación de esa ley? ¿Qué

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sacamos con hacer un estudio acabado sobre la obra y la vida de aquel grande en las Letras o enla Ciencia?

Lo más adecuado, y al mismo tiempo lo más fácil, es que el orador o el conferencista hablesobre sí mismo. Que nos cuente los trabajos y sacrificios (!) que ha realizado él por la patria; onos diga las veces que conversó o la correspondencia que sostuvo con ese literato o científico, ydespués de citarnos los artículos que a sus obras dedicó, termine por hacer una autoapología desu propia personalidad intelectual, y, si es posible, hasta particular.

Idéntico procedimiento se emplea cuando el trabajo, en vez de ser oral, es escrito.Y hasta en la vida privada se practica el autobombo: en las conversaciones, no hacemos otra

cosa que criticar a los demás o alabarnos a nosotros mismos. Y, ¿cuándo se trata de ponderar lasconquistas amorosas que hemos realizado? Entonces nos declaramos más terribles aún que elmismo Burlador de Sevilla. Y hasta conozco un señor que cuando le preguntan sobre unaconquista que todos saben no puede achacarse, evade la respuesta afirmando entonces que a élno le gusta hablar de sus triunfos amorosos. Aunque suele utilizarse el bombo, ya solo o conauto, de diversos modos y para fines muy distintos, hablaremos aquí ligeramente, de una de susmás importantes aplicaciones.

Se utiliza, con gran éxito, en la creación de eminencias.Supongamos que un individuo publica un libro, es nombrado para un puesto o cargo

importante, o resulta laureado en algún concurso. Ese individuo está ya en camino de ser unaeminencia. ¿Cómo podrá conseguirlo? Verán ustedes con que facilidad.

Dan primero los periódicos la noticia en forma de suelto, en el que se habla  — aunque ni eldirector ni los redactores lo conozcan —  de nuestro estimado amigo; noticia que es repetida ycelebrada por todos los cronistas sociales.

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Pasea después, la primera tarde de moda que se presente, por el Prado y Malecón enautomóvil.

Por las mañanas, se exhibirá al público, sentado en algún café o una tienda de la calle deObispo, a la hora de mayor concurrencia.

Todas las revistas ilustradas honrarán  y engalanarán  sus páginas con el retrato y algunas

notas biográficas de la ya casi eminencia.Mientras tanto, un amigo oficioso, agente de algún restaurante de nota, lanza la idea de un banquete. Se publican diariamente las adhesiones que se van recibiendo; se invita a lasautoridades y jefes políticos que, a título de propaganda electoral, prometen asistir. Y se realiza, por fin, el acto, amenizado por la Banda Municipal y por dos o tres discursos… Y entre vivas y

cohetes, voladores y aclamaciones, queda consagrado eminente  el neófito, recibiendo tal vez,cual moderno «espaldarazo», el tapón, mal dirigido por un criado torpe, de alguna de las botellas de champán que enviaron al banquete, como anuncio, los representantes de una nuevamarca del espumoso, poco acreditada en plaza.

Si es literaria, o pretende serlo, la eminencia, le falta solamente para terminar la carrera, loque podríamos llamar su conferencia de recepción, que dará seguramente en el Ateneo61  sobre

una de las infinitas materias que desconoce.Y… ya puede dormir tranquilo sobre sus laureles: cada vez que se pronuncie o se publique su

nombre irá acompañado de alguno de estos adjetivos: distinguido, notable, ilustre; pruebainnegable de que es una eminencia criolla.

Rosario la romántica

Es el tipo de la niña romántica de hoy. No toma vinagre ni trenza sus cabellos a la veneciana; pero se emociona y suspira

lánguidamente cuando le hablan de amor; y sueña con un idilio que termine, no ya en unsubterráneo o en un cementerio, sino en la sacristía de la parroquia vecina.

Y, asomada a su ventana, espera tarde y noche al deseado galán, tarareando todavía algúnmotivo de  La viuda alegre,  El conde de Luxemburgo, o La bayadera, producciones musicalesque con Bohemia y Traviata y los valses de Chopin, son las que más la emocionan y llenan sucorazón de un vago y dulce sentimentalismo.

Es coqueta, como mujer al fin; pero su coquetería consiste en una tristeza resignada que seadivina en sus ojos dormidos, soñadores y lánguidos, sombreados a veces por profundas ojeras,en su aire meditabundo, en su manera de hablar, estudiada y melosa, oyéndose siempre lo quedice, y hasta en su sonrisa, vaga y apenas perceptible, que parece decir: «¡al que me ame, cuántole amaré yo!».

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Tiene pasión por los versos de Bécquer, Zorrilla y Campoamor.Lee, a veces, a Lamartine y a Hugo; pero prefiere las novelas de Carlota Braemé y la

Invernizio y sobre todo María de Jorge Isaacs.

Siempre que se pone en escena en alguno de nuestros teatros,  La dama de las camelias,Rosario acude a presenciarla, interesándose y conmoviéndose, como si fuera para elladesconocida, con la historia de la infeliz Margarita Gautier.

En su conversación y en sus cartas emplea frecuentemente frases de tan marcado y cursiromanticismo como: «el ave negra de la desdicha», «la fatídica sombra de nuestros recuerdos»,«la triste y amarilla flor de mis amores»… 

¡Pobre Rosario!...El que la contemple, con un vaporoso traje blanco, sentada en una mecedora, la mano derechaen la mejilla, perdida su mirada en lo infinito y lanzando, alguna que otra vez, suspiros tristes yenigmáticos, se creerá que Rosario tiene el corazón destrozado por algún dolor profundo, poruna ilusión perdida; pero no es así: Rosario en lo que piensa constantemente es en que los años

 pasan y el galán no viene.

Sonoridades latosas

Una de las mayores calamidades de la vida contemporánea es la superabundancia de sonoridad .A todas horas y en todos los lugares, principalmente en las poblaciones importantes, el ruido

 sonoro  priva y domina con dictadura tan molesta y escandalosa como la de ciertos hombres providenciales que nos gastamos por esta bella América.

La Habana puede citarse como modelo, ejemplo y prototipo de ciudades escandalosamente sonoras.

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Y aquel laudable decreto de nuestra máxima autoridad municipal contra los ruidos, si tuvoalguna eficacia en los días inmediatamente subsiguientes a su promulgación, después se haconvertido en letra muerta por la falta de eficiencia para imponer su cumplimiento de que se hanhecho alarde los muy respetables señores agentes de la autoridad.

Campanas, campanillas, timbres, fotutos, pregones, etc., etc., han vuelto a imponerse como

en los mejores tiempos de su feliz reinado, y hoy arman, como antes, una algarabía deveinticinco mil demonios.A darle  sonoridad   a los ruidos callejeros contribuyen los miles de aparatos de radio de

servicio público que existen en establecimientos y casas particulares. Los de éstas son tan…

 públicos como los de aquéllos, pues, aunque instalados en el interior de la casa, todos losvecinos y transeúntes de la cuadra disfrutan las delicias de conciertos, discursos, conferencias,anuncios, que transmiten los tales aparatitos. Y a veces, en una misma cuadra, varios aparatosestablecen descomunal competencia para resolver cuál acalla a cuál, a fuerza de mayor…

 sonoridad , o dos o tres aparatos, transmiten, aunque no a coro, la misma pieza musical o elmismo discurso. Días pasados, oí, a la fuerza, y a dos voces, un discurso heroico quetransmitían, en casas contiguas, sendos aparatitos de radio. ¡Delicioso!

Muchos salones de limpiabotas han introducido maravillosas innovaciones y ampliaciones ala  sonoridad   de los aparatos instalados en su establecimiento, pues la música  que éstostransmiten la acompañan con gratísimos golpes de cepillos y paños usados en el ejercicio de sucargo.

Hasta médicos y dentistas, distraen también a sus enfermos con audiciones de radio. Ignorosi ha podido comprobarse la bondad o maldad de este nuevo procedimiento curativo.

Tanto o más temible que el radio es el cine  sonoro. Y ¡cómo echo de menos, yo cinefan,aquel oasis de tranquilidad, reposo y recogimiento, que eran los salones cinematográficos, propicios a las más intensas y elevadas expansiones del espíritu, y a otras muchas expansiones,

no menos intensas, aunque no tan elevadas!

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Hoy podría llamarse a los cines la casa de los escándalos. El nuevo lema del cine  — «vea yoiga» —   lleva camino de convertirse en «oiga», sólo, pues ya el ruido apenas deja ver lo queestá desenvolviéndose en la pantalla… 

Y, además, ya no vale la pena ver  la película. La prueba al canto. Empieza la tanda con tres ocuatro variedades, solos de canto o de algún instrumento, dúos, etc., o piezas ejecutadas por

orquestas generalmente de las más escandalosas del más escandaloso de los cabaretsneoyorquinos. El público tiene que aguantarse la música  sonora, más la presencia de uno ovarios tipos, no siempre mujeres bonitas, sino frecuentemente finos  pescados  y valiososelefantes marinos, y toda clase de fealdades masculinas. Son, 30 ó 45 minutos de aburridísimalata para los oídos y sobre todo para la vista.

Hasta  fenómenos, como tocadores de serrucho, de bombas de inflar neumáticos, etc., seexhiben  — vistos u oídos —   para desesperación de los cinefans. Ya han comenzado amanifestarse públicamente, por parte del auditorio, las protestas por esas inaguantables latas delas actuales variedades sonoras.

Después de las variedades viene la cinta de la tanda.Antes, en la época feliz del cine mudo, las películas podían ser mejores o peores, pero tenían

el atractivo de que eran otra cosa distinta por completo al teatro, ya en decadencia y casi enruina absoluta. Ahora el cine  sonoro ha vuelto a resucitar el cadáver del viejo y desprestigiadoteatro. Ya no se ven  films. Ahora se oyen  revistas o comedias musicales, óperas, operetas omotivos traídos por los cabellos, para que Fulanita cante, Mengano baile y la orquesta de Sutanoejecute un jazz.

Y esto ni es arte, ni es cine, ni es teatro, sino… ruido sonoro.Contra los talkies  se han pronunciado un gran actor dramático  — Pirandello —   y un gran

autor y actor cinematográfico — Chaplin — .El famoso dramaturgo italiano, cree que la talkie  es un retroceso, un subarte. «Desde el

instante — dice —  en que viene a disminuir, a limitar las formas de expresión artística, retrocededesde el cosmopolitismo del cine mudo al nacionalismo de cada idioma. Y esto, ¿qué es sinoempequeñecer lo grande, ir despidiendo públicos país por país, restablecer las ―guerras

artísticas‖, como las guerras de tarifas, levantar murallas entre los hombres? Es la apelación delnuevo rico que ha descompuesto la pianola, al pianista auténtico». Y considera el cine sonorocomo un teatro vergonzante, inconfesable, ininteligible, cuyo fin será su rendición ante la óperay la comedia.

El maravilloso Charles Chaplin, del que en estos días acaba de publicarse la ediciónespañola, hecha por la Editorial Cenit de Madrid, de su último libro,  Mis andanzas por Europa, se ha manifestado siempre adversario decidido del cine  sonoro. En la extensa biografía que alfrente de esa obra aparece, recoge Carlos Fernández Cuenta algunas de las opiniones de Chaplincontra el cine sonoro.

Chaplin afirma que «la voz rompe la fantasía, la poesía, la belleza del cinematógrafo y desus personajes. Los personajes del cinematógrafo son seres de ilusión y su naturaleza se deriva precisamente del silencio en que viven. Bien entendido, el cinematógrafo es poesía y bellezacreadas en un mundo de silencio, y sólo desde ese mundo de silencio sus personajes puedenhablar a la imaginación y al alma de quienes los contemplan. Hacerlos hablar es echar abajotodo su encanto… Ponerles voz a las sombras es una imbecilidad y un error, tolerable en todo

caso como negocio, para quienes lo hacen, pero sin relación con el arte». Obligado por lasimperiosas demandas de los explotadores de films, Chaplin va a dirigir una película, parlante…

 por parte de los demás. Él permanecerá silencioso, interpretando a un sordomudo, y se proponecon otras cuatro o cinco estrellas que aman el film silencioso crear una sociedad. «Me figuro  — 

declara —  que podré gastar por año diez millones de dólares en producción de películas mudas.Por lo que a mí se refiere, por nada ni por nadie trabajaré en una película sonora. Sé muy bienque estoy completamente aislado, pero no me importa, pues tengo el convencimiento de que aúnhay mucho campo para la película muda y de que mi propia presentación en la cinta perdería en popularidad desde el momento en que tuviese que abrir la boca».

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 No estamos tan mal acompañados, con Pirandello y Chaplin, los cinefans como este Curioso,enemigos irreductibles del cine  sonoro. Como Chaplin dice, sabemos muy bien que estamoscompletamente solos, pero más vale estar solo que en la compañía de la  sonoridad  ruidosa delcine sonoro. Es preferible quedarse en casa que ir a ver, o mejor dicho, oír, con ruido, la óperaA en el cine B.

Maridos carceleros

Pocos tipos hay en la sociedad moderna tan interesantes y dignos de estudio como el marido. Envano han tratado psicólogos, filósofos, naturalistas y anticuarios de definirlo y clasificarlo.Considerado, desde los más remotos tiempos, como el personaje principal de la humanidad, lasreligiones han procurado revestirlos de todos los atributos inherentes a la alta y trascendentalmisión que está llamado a desempeñar en los pueblos, y los legisladores, por su parte, lo rodeande las mayores garantías para el mejor desempeño de sus funciones, poniéndole a sus pies,

como una mísera esclava, a la esposa, y dándole sobre ella y los hijos el derecho de horca ycuchillo, a tal extremo, que es el esposo ofendido el único individuo al que el Código Penal(Artículo 437) faculta y autoriza para que, sin responsabilidad alguna, realice un asesinato. Estamonstruosidad no debe extrañar, puesto que los Códigos han sido hechos por los maridos.

Pero este personaje casi sagrado, está hoy en decadencia. Al evolucionar los Estadosmodernos con las nuevas ideas que, desde la Revolución Francesa, vienen transformando ymodificando constante y progresivamente los usos y costumbres de la sociedad, el marido, ense-ñoreado con sus antiguas prerrogativas y engreído con las ventajas y comodidades de su cargo,ha pensado que podría sustraerse a las corrientes del siglo, permaneciendo petrificado en susviejos moldes medievales. Mas, como la historia enseña que para vivir es necesario renovarse yevolucionar si no se quiere ir al fracaso, el marido está sufriendo las consecuencias de su faltade tacto e inteligencia. Su papel está en crisis. De lo sublime, ha dado ya ese único paso que senecesita para caer de la altura y hacer el ridículo.

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Y hoy es el  gracioso  de la comedia humana. Novelistas, dramaturgos y poetas lo toman

como blanco de sus sátiras e ironías. Los caricaturistas encuentran en él, modelo adecuado parasus humorísticos tipos y escenas sociales. Y hasta en las tertulias y reuniones, cuando agotadostodos los temas decae y languidece la conversación, basta para reanimarla que alguno de loscontertulios cuente una anécdota o haga un chiste, en que aparezca como protagonista algúninfeliz marido.

A pesar de esto, no crean nuestros lectores que vamos también nosotros a burlarnos de losmaridos. No somos tan crueles e inhumanos. Lo antiguo nos ha inspirado siempre vivacuriosidad y hasta veneración. Cada vez que en nuestra capital, pasamos por delante de lasestatuas de Carlos Tercero62 y Fernando Séptimo,63 o tropezamos en la calle con alguno de esos personajes que han vivido con todas las situaciones políticas, no nos explicamos, es cierto, porqué se encuentran todavía sobre sus pedestales esos viejos reyes de la ex-metrópoli ni por qué

continúan gozando de privanza esos eternos vividores de la política; pero ante aquello y éstos,nos descubrimos respetuosos, como lo haría un anticuario ante el  puñal del Godo o la carabinade Ambrosio.64

 No nos proponemos, pues, en este artículo más que estudiar brevemente una de las infinitasvariedades de maridos modernos: los carceleros de su mujer.

El tipo más corriente es el del esposo de una de esas mujeres que, por su bellezadeslumbradora, han logrado alcanzar desde niñas renombre y fama en la sociedad; mujeres delas que afirma un amigo nuestro deben, al igual de lo que se hace con ciertos monumentos yedificios, ser consideradas como bellezas nacionales, interviniendo directamente el Estado en suguarda, conservación y mejoramiento. Sobre ellas tienen todos los ciudadanos cierto derecho: por lo menos una servidumbre, si no de paso, de luces y vista; mujeres, que de haber nacido en

la Atenas de Pericles, hubieran recibido, triunfadoras, al exhibirse en los baños públicos, la rama

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mirtina, símbolo del excelso homenaje que les tributaba aquel pueblo  — el más culto ycivilizado de la tierra —  que logró hacer de la belleza una religión y una ley… 

Acostumbrados, pues, todos los hombres, a celebrar y admirar libremente, de solteras, en paseos, bailes y teatros, a estas reinas de la belleza, después de casadas les continúan tributando,aún más si cabe, su curiosa admiración. En tales casos los maridos tienen uno de estos dos

caminos: conformarse con desempeñar el papel de guardadores o usufructuarios de su mujer,concediéndoles a los demás el derecho de propiedad o la servidumbre antes mencionada; o,rebelándose con lo que en cierto sentido podríamos llamar intereses creados, convertirse encarceleros de su mujer, viniendo a la postre, a ser ellos los verdaderos esclavos de su bellamitad.

Miradlos. Ridículos, grotescos, viven en constante martirio, mirando siempre a todos lados, para observar quién sigue a su mujer, y en quién se fija ésta, y con quién habla. En todos loshombres cree encontrar un amante. Los celos los devoran, celos de la cabeza, según la frase deBourget, celos fantásticos y estúpidos en los que interviene, más que otra cosa, el amor propio,el qué dirán y el temor al ridículo. Se dan cuenta de su inferioridad, y videntes, adivinan lo queel futuro les reserva. Y tanto más triste es su situación, cuánto que saben la inutilidad de toda

 protesta. Asisten a su propio martirio, lento, inacabable.Al ir de paseo, observan cómo los hombres se detienen o vuelven la cabeza para contemplara la bella esposa, haciendo después comentarios y hasta dirigiéndoles piropos y galanterías. Enla ópera, tras las ventanillas del palco que ocupan, tienen que soportar a los curiosos que seextasían durante horas y horas admirando los maravillosos brazos, senos, espaldas y hombros,de la que él no acaba de convencerse si debe llamarla  su mujer. En los bailes, sufren el penosocalvario de ver a sus amigos disputarse afanosos el estrechar el cuerpo tentador y afrodisíaco desu compañera — ¿compañera de qué? —  mientras a ellos la sociedad los obliga a bailar con otraso conversar con los conocidos.

En tales casos, cada uno de estos maridos, al regresar a su casa, da entonces rienda suelta asus mal contenidos y furiosos celos. Increpa a su mujer, se revuelve violento contra ella,amenazándola con matarla al menor desliz. La interroga de lo que le dijo Fulano o por qué lamiró Mengano.Y después redobla más y más su vigilancia. No le pierde pie ni pisada, espía todos sus actos. Nocome ni duerme. Vive muriendo, según la frase del poeta. Hasta que un buen día, al descubrirque su mujer lo engaña, con el único hombre de quien no ha tenido celos, con el que nunca havigilado, pone fin a su existencia, o adaptándose a la época, se convierte, de marido carcelero,en marido metafísico y civilizado… 

Tenorio oficinista

Conocerás, sin duda alguna, este tipo y quizá te agrade verlo en letras de molde, si tienes, ¡oh benévolo lector!, la inmensa fortuna de pertenecer al número de los elegidos del Señor , deaquellos dichosos mortales que, generosamente, se sacrifican por la patria ofreciéndole algobierno sus servicios... a cambio de una pequeña, de una insignificante remuneración.

Pero, si no gozas de las delicias del presupuesto, y desconoces, por tanto, a este personaje burocrático, olvida un momento tus penas y entretente, al menos, leyendo estas líneas.

Debo ante todo advertirte que es éste un tipo de origen relativamente moderno, pues aunqueel empleomaneaco ha existido en todas las edades de la Historia, el empleomaneaco-tenorio nosurge hasta que la mujer, favorecida por las nuevas ideas y costumbres de nuestro siglo yrompiendo antiguos moldes y prejuicios, logra entrar en las oficinas públicas; y como esto no serealiza en Cuba hasta la primera intervención,* de ahí, que el tenorio oficinista no aparezca entre

nosotros hasta esa fecha.

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Pero aunque ha aparecido tarde no por eso ha desperdiciado el tiempo; y de él bien podemosdecir hoy, que es algo que no se puede concebir que falte en las oficinas del Estado, algo tanimprescindible en ellas como la pluma o la máquina de escribir.

Es nuestro tipo casi siempre un joven que, aunque sea mal parecido, se considera muyguapo; vestido a la última moda, con trajes de colores llamativos, comprados probablemente enalguna tienda americana; zapatos de corte bajo y medias caladas, que disimuladamente deja ver

al sentarse, lo que hace con alguna postura efectista, ya de antemano estudiada. Usa las más delas veces bastón, un coco macaco, o una cañita; el sombrero de medio lado; en los dedos susortija con un grueso brillante, que examinado por un perito quizá resultase ser de Montana; para el reloj una vistosa cadena, al parecer de oro. Su andar suele ser exagerado, el modo dehablar dulce, empalagoso, oyéndose lo que dice y adornando siempre su conversación,insustancial y vacía, con chistes que, aunque él crea lo contrario, maldito lo que tienen a vecesde ocurrentes o graciosos.

Para él hacer una conquista amorosa, es la cosa más fácil de este mundo: más aún, todas lasmuchachas, según dice, se enamoran de él perdidamente mucho antes de conocerle.

De ahí que se crea una especie de ser superior y mire al resto de los hombres como conlástima de ver que, a su lado y comparados con él, son todos unos infelices que apenas si se

atreven en su presencia a mirar a una muchacha. ¡Dejemos, lector querido, que viva el pobretenorio oficinista con esa ilusión!

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Al llegar a la oficina lo primero que hace es recorrer los distintos departamentos dondetrabajan las señoritas y, aquí conversa un rato con una, a ésta le dice algún piropo, a aquélla ledirige alguna mirada envenenadora, a la otra le dedica una sonrisa... y así pasaría todo el día; pero no tiene más remedio que ponerse a trabajar, si no quiere exponerse a sufrir un regaño desu jefe.

Pero no temáis, pues no trabajará demasiado; lo más que hará, después de estar media hora preparándose, es escribir unas cuantas líneas, en las que probablemente se equivocará variasveces; fatigado y aburrido, se limpiará el sudor, con su oloroso pañuelo... se echará fresco conun hermoso abanico de guano y terminará por darle su trabajo a alguna tiperrita, a la que consus latas, tampoco dejará trabajar. Y en estas y otras cosas llega la hora de salida.

Y en esto sí que es el primero. Y, orgulloso, altivo y satisfecho, como podría ir uno de esosconquistadores de otros siglos al entrar en las tierras conquistadas, así sale todas las tardes, desu oficina nuestro amigo el tenorio, acompañando siempre a las muchachas mecanógrafas yrepartiendo entre ellas sonrisas, piropos y miradas.Y así pasa la vida, hasta que encuentre alguna muchacha, más lista que las demás, que le tomeel pelo y se burle de él o alguna vieja solterona y fea, que tome en serio sus galanteos y le haga

caso, ante el temor de quedarse para vestir santos.

La niña precoz

 Eres chiquilla; pero — lo sé, gentil amiga,

 siempre te enojará que un majadero, creyendo ser galante, te lo diga.

E. Ramírez Ángel.

Aunque ella afirma, con gran seguridad, que ha cumplido ya los diez y siete, a lo sumo, podrácontar catorce abriles.

 No ha sido aún presentada en sociedad, pero desde los doce no pierde fiestas, bailes ni paseos.  — «Cuando salimos Matilde su hermana y yo  — dice la mamá —  nos da pena dejar aRosita en casa. Además, así va aprendiendo, y ¡cómo es tan inocente!».

 No juega, ¡qué va!, a las muñecas; ni asiste tampoco al colegio. Acostándose casi todas lasnoches tarde, era un contradiós hacerla levantarse temprano. Hubo, además, que quitarla, porquelas Madres siempre la estaban reprendiendo a causa de una dichosa moterita y también, según parece, de unas cartas y retrato que le descubrieron dentro del  Manual. Pero — mustia y llorosase lo juró a su mamá —  fue cosa de una compañera que le tenía envidia y para hacerle daño lehizo esa trastada.

Confidenta, desde muy pequeña, de su hermana, conoce al dedillo todo el repertorio amoroso — noviazgo y flirt. Antes que Matilde recibiera las cartas que sus enamorados le enviaban, ellaera la que  — mediadora —  las leía, y hoy que ya Matilde ha formalizado sus relaciones, en lasnoches en que la mamá, por tener jaqueca, no puede sentarse en el recibidor con los novios, esRosita la que los cuida, entre inquieta y curiosa, aunque hojeando al parecer distraídamente unarevista. Y cuántas veces al recogerse ambas hermanas, Rosita ha exclamado:

«¡Por Dios, Matilde, que no soy de piedra!»

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Apasionada por el cine, sigue nerviosa y anhelante las peripecias del drama que la cintadesenvuelve y cuando los protagonistas se unen y estrechan en uno de esos besos largos,interminables, imprescindibles en casi todas las películas modernas, siente que algodesconocido y raro conturba y estremece todo su cuerpo.

El baile la vuelve loca, y cuando ya rendida, muy tarde, se retira a su casa, en su lecho devirgen inconforme sueña toda la noche, despertándose a menudo, nerviosa y sobresaltada. Yamanece con la boca seca, las sienes palpitantes y unas ojeras profundas orlando sus negrosojos.

De inteligencia clara, viva y despierta, apenas aprendió, sin embargo, durante el poco tiempoque estuvo en el Externado, aquellas nociones más elementales de la primera enseñanza, pero encambio, por una íntima amiga, conoce los misterios del amor, y presiente y quiere adivinar sussecretas delicias.

Diariamente y con fruición devora las crónicas sociales y sobre todo las del maestro«Fonta»,65 que ya varias veces la ha mencionado entre las jeune filles y en una ocasión — no la podrá olvidar  —   le dedicó un «párrafo aparte». Ha leído también, a escondidas de su madre,algunas novelas de Prevost, y Zamacois y Trigo.

Una de sus mayores distracciones es el automático. Y al mediodía, mientras en su casaduermen la siesta, ella se entretiene en llamar a sus amigos o conocidos. Y, oculta tras elanónimo que da el teléfono, oye, entusiasmada, galanteos y piropos, más o menos insinuantes y provocativos.

Como de dejarla tener «días de recibo», sólo le permitirían que la visitasen las niñas de suedad  — su verdadera edad —   y ella detesta la compañía de tales chiquillas, tiene queconformarse con la diversión que le proporcionan las fiestas y bailes a que acude acompañandoa su hermana y a su mamá. Y qué gusto el suyo, cuando en los salones del Yatch Club66  essacada a bailar — aprovechando un descuido de la mamá —  por los jóvenes «ya unos hombres,

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con su carrera terminada» y hasta por alguno que otro señor casado. Le gusta que los hombres latraten no como niña, sino como mujer; que le hablen de amores y amigos, de modas y novios.

Adivina la mirada avara y codiciosa preñada de pasión y de deseo, que ya en el teatro o en el baile le dirigen amigos y desconocidos; y sus mejillas se sonrosan, más que de pudor, desecreta, íntima e ignorada satisfacción, cuando siente que la desnudan unos ojos varoniles,

hermosos y atrevidos.Viste a la última moda. La melena cortada picarescamente a lo garzona. El traje, ella procuraque parezca casi de señorita, cosa no muy difícil, ya que los caprichos de la moda, han borrado,acortando el largo de las sayas, lo que diferenciaba a niñas y mujeres, al extremo de que hoysería difícil afirmar que las señoras visten de largo.

Calzada con escotado zapato de alto tacón, sabe, ¡en eso sí!, aprovechar las prerrogativas desu edad, de su verdadera edad, para dejar ver, al sentarse o al subir al auto o a los carros, entresaya y bota, ceñida por perversa media calada, una cuarta de pierna, mórbida y tentadora.

Su busto, aún no formado por completo, es ya una hermosa promesa que indiscretamentedeja adivinar el escote pronunciado y hábil de su blusa.

Su rostro, bello, entre candoroso y picaresco, encierra unos ojos negros, grandes e inquietos,

velados por la sombra de sus ojeras, en las que no sabemos si ha intervenido más la naturalezaque el arte; ojos que ella sabe manejar con ingenua malicia, tras los impertinentes, cómplicesinconscientes de sus locas y adorables coqueterías.Y su boca risueña, fresca y roja, atrae y subyuga, cautiva y enloquece...

Pesados

Una de las mayores plagas que padecemos, es, sin disputa, la de los  pesados. Los hay en todaslas carreras, profesiones y oficios. Vician y enrarecen la atmósfera que respiramos;obstruccionan la vía pública, dificultando el tráfico; caen, como moscones, en nuestras casas ala hora de la comida; desprestigian el periodismo y las letras con sus aceitosas e ininteligibles producciones; han contribuido, con sus latosos e insoportables discursos, a que en Cubaconferencia y lata sean sinónimos; aguan, con su presencia, fiestas y paseos;  salan las bodas yhasta los entierros; en los bautizos le hacen mal de ojo a los recién nacidos. Son, en una palabra,los causantes de que los automóviles choquen; a los tranvías se les acabe la corriente; hayaciclones; se interrumpa el tráfico en la calle del Obispo, el Paseo del Prado y otras avenidas… 

¡Quiera el cielo que no acaben con la República!De todas las infinitas variedades de pesados, una de las más interesantes en nuestra sociedad,

es la de los rompegrupos, aunque bien pudiéramos afirmar que todos los individuosoficialmente reconocidos como  pesados, tienen esa cualidad. Conocedora nuestra policía deesto, en los días de manifestaciones, mítines, huelgas, etc., para disolver rápidamente los grupos,manda siempre, con un resultado extraordinario, a los oficiales y vigilantes más  pesados  delCuerpo: en el acto queda la calle sin una hormiga. Raras veces ha tenido el Jefe necesidad de personarse y realizar por sí mismo el despejo.

Y en ese poder de disociación que esta clase de individuos posee, estriba y se halla la causaoculta del fracaso, inexplicable a simple vista, de numerosas asociaciones y empresas. Seconstituyen o comienzan a realizarse, con gran entusiasmo; en los primeros días o meses eléxito parece asegurado. Pero, de la mañana a la noche, y con mayor o menor rapidez, la empresava decayendo, hasta que al fin muere. De hacérsele la autopsia, como a un cadáver, seencontraría que han sido uno o varios microbios patógenos malignos los causantes de esamuerte: uno o varios pesados que entraron a formar parte de la empresa o asociación. ¡La tierrales sea leve y San Lázaro nos valga!

El rompegrupos  de sociedad, suele ser algún chiquito de ídem o  conocido joven, o buen partido.

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Todos habréis observado el curioso fenómeno que se produce al presentarse en cualquiersitio un tipo de éstos.

 Nos encontramos en algunos de nuestros cafés de moda. Junto a una mesa, han tomadoasiento varios amigos, con el objeto de descansar del largo paseo en automóvil que acaban derealizar. Piden unas copas  y, entre sorbo y sorbo, se enfrascan en charla animada,

interesantísima. Pero de repente, sus rostros se transfiguran; la palabra muere, balbuceante, enlos labios. Unos a otros se miran expresiva y dolientemente, con esas miradas que se cruzanentre sí, en noche de velorio, los parientes del difunto.

De un fotingo* se apean dos jóvenes… (para qué te voy a decir los nombres, lector, si tú has pensado ya, seguramente, de entre tus conocidos, en cuatro o cinco). Se acercan a la mesa denuestros amigos. Éstos, seca, aunque cortésmente, saludan.

Los del  fotingo, sin más preámbulos, piden unas sillas y se sientan. Vuelven a cruzarsemiradas los amigos. Al poco rato, uno de ellos dice: «Como ustedes saben, me tengo que ir. Nosveremos luego en la Acera». Y así, dando alguna excusa, se van retirando los demás. Se hanquedado solos los del fotingo. Al cuarto de hora los amigos se reúnen de nuevo en el Louvre…

 — ¡De buena nos hemos librado! — exclaman —  ¡Qué par de tipos!De sobra te habrás dado cuenta, lector, quiénes eran los del Ford: ¡Dos pesados!La escena anterior, se repite, con gran frecuencia, ya en los bailes, o en el teatro o en el

 paseo. Apenas llega un pesado a cualquier grupo, se disuelve… para reunirse, momentos

después, los que lo formaban, en otro sitio.

*  En Puerto Rico, Panamá, México y Cuba se daba el nombre peyorativo de fotingo al automóvil de marca Ford que se

consideraba barato y de mala calidad. Este término dejó de usarse cuando salieron otras marcas al mercado, aunque se sigueempleando como sinónimo de coche viejo y desvencijado.

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 Pero no siempre esta maniobra se realiza tan fácilmente. Las retiradas, según la táctica

militar, requieren más inteligencia y estrategia, si cabe, que los avances y las acometidas. Y hayrompegrupos porfiados, que, aun haciéndoseles ver claramente que están estorbando, no se dan por aludidos. Todos conocen al famoso señor de los Voy contigo. Es una verdadera lapa, que

cuesta gran trabajo quitarse de encima. Y no decimos nada del rompegrupos sinvergüenza, queexplota su  pesadez, convidándose, él mismo, a fiestas, comidas, etc. Hay un individuo quecuando se da alguna fiesta de importancia, tiene el descaro de llamar o escribirle al dueño de lacasa, diciéndole que lo invite; o si no, va a buscar a algún amigo de esa familia y con él asiste ala recepción. Y es también muy popular otro sujeto, tan  pesado, que ni aun poseyendo unamáquina ha logrado nunca, a pesar de todos sus esfuerzos, que lo acompañen. Tal es el poderrepulsivo de los rompegrupos.

Propongo a la consideración de la Secretaría de Agricultura, ordene, por un decreto, eltraslado — si caben —  de todos los pesados de la República, a la Ciénaga de Zapata. Así podríadesecarse con gran facilidad toda aquella región, hasta ahora improductiva.

Sería una obra altamente patriótica.

¡Señor, Señor del mal de ojo, de brujerías, de los pesados, líbranos por siempre!Amén.

Familia distinguidísima

La mamá se llama Doña Sinforosa, y sus hijas, la mayor Adalsinda, la segunda Liberata y lamenor Felicitas.

La familia que voy a pintarte, ¡oh lector!, en estas líneas trazadas al correr de la pluma, tengola seguridad de que la conoces tú, tan bien como yo, porque es un tipo de familia que abundamucho en nuestra ciudad capitaleña.

La mamá, viuda desde hace muchos años de un antiguo empleado del tiempo de la Colonia,cuenta ya, aunque su cabeza oxigenada  lo quiera disimular, bastantes primaveras, otoños… e

inviernos. Sus tres, aunque no muy frescos  pimpollos, forman una trinidad que, ni aún uncronista corto de vista y que además usara espejuelos ahumados, llamaría nunca trinidadadorable.

Con los ahorritos que al morir le dejara el marido, vive doña Sinforosa con sus hijas, sinnecesidad de trabajar, pero muy modestamente, dedicada tan sólo a la chismografía y comadreoen su más alta escala.

Aunque por su posición ni pueden tratarse con personas de categoría, conocen de vista ysaben al dedillo la vida y milagros de todas las familias que figuran en nuestra alta sociedad, ycualquiera que las oyera hablar de esas familias, se creería que hablaban de personas a quienes

conocían y trataban íntimamente.Doña Sinforosa y sus hijas saben, las primeras, y aun antes que los interesados, si Fulanito

tuvo ayer un disgusto con su esposa, si la Marquesa de X. se entiende con el célebre sportsmanZ., si el señor A. perdió anoche en el juego varios miles de pesos… que no eran suyos, si B.

despidió el otro día a su chauffeur , etc., etc. Ellas conocen, en fin, perfectamente y en todos susdetalles, la vida íntima de todas las familias de nuestra alta sociedad.

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Pero, cuando hay que verlas es cuando salen Sinforosa y sus niñas a divertirse.Si trabaja en alguno de nuestros teatros una compañía de ópera o dramática, van las cuatro a

tertulia o cazuela, porque su posición no les permite otra cosa; en cambio, con el democráticocine, pueden ir a luneta y codearse con las personas a las que antes tenían que contemplar desdearriba, desde las altas localidades.

Aunque no las conviden, asisten a todas las bodas que se celebran; a todos los bailes, y si no pueden conseguir entrada, van a verlos desde afuera; y a cualquier otra fiesta donde la entradasea gratis. Pero donde quiera que vayan, lo menos que les importa es la función que serepresente, la fiesta, el baile o la boda que se celebren: lo único que les interesa, es ver si asistióFulanita, si tal o cual señora o señorita dejó de ir, o si iba bien o mal vestida… 

Otra de sus diversiones favoritas, que por nada se me queda en el tintero, es la de ir a vertoda casa desocupada donde haya vivido alguna persona distinguida o de importancia.

En cuanto a cultura e ilustración, lo único que leen y aun no sé si estorbándoles algo lonegro, son las crónicas o notas de sociedad que publican los periódicos para enterarse de todo loque pasa en el gran mundo; y son nuestras cuatro mujeres las primeras que adivinan el últimochismecito que nos cuentan las crónicas. Y recortan y guardan cuidadosamente, pegadas en lashojas de un viejo libro de caja, todas las noticias sociales de importancia que hayan visto la luzen diarios y revistas. Llevan además una relación detallada de la edad que tienen o pueden tenerlas principales personas del gran mundo.

¡Oh, cronistas que leéis estas líneas!, si no tenéis  pájaro  que os ayude en vuestra laborinformativa social, alquilad a doña Sinforosa o a sus hijas, que nadie ha estado, ni podrá estarnunca mejor enterado que ellas de todo lo que pasa y deja de pasar en el smart   set  habanero!

He dejado para lo último, y como final de lata, el hablar de lo que constituye para estainteresante familia su mayor placer: las visitas.

Así como yo, en general, me aburro soberanamente cuando voy a una visita, porque encuentroque en ellas la conversación se reduce, casi única y exclusivamente a hablar de dos cosas de las

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que no me preocupo en lo más mínimo: política y chismografía; todo lo contrario le pasa a doñaSinforosa y sus hijas. Ellas en una visita se encuentran en su centro, pues allí la chismografíaimpera en toda su extensión. Por eso pasan la vida, hoy en una casa, mañana en otra, hablandode todo lo que saben y lo que ignoran metiéndose con la vida y milagros de todo bicho viviente.¡Desdichado del que cojan por su cuenta!...

Los consagrados

Entre las distintas plagas que azotan nuestra sociedad en lo que atañe a la vida intelectual yliteraria, son dignos de especial mención los consagrados.

Como pueblo grande o aldea con pretensiones de ciudad, que eso y no otra cosa viene a sernuestra capital, tenemos para cada rama del saber humano, un perito en la materia. En las poblaciones pequeñas existen siempre tipos, como el médico, el cura, el poeta, el barbero, elsabio, el borracho, el loco, etc., que acaparan por completo y son los únicos y legítimos

representantes y maestros en su especialidad y los personajes más conspicuos e ilustres de la población a los que es indispensable acudir cuando de la materia en que ellos son expertos setrata, y cuya opinión y consejo son tenidos y considerados como la última y decisiva palabraque resuelve las discusiones que se suscitan y los problemas que se presentan en la aldea.Forman ellos también parte, en su carácter de notabilidades, de las cosas importantes y dignasde verse que se enseñan a los turistas o extranjeros que visitan la localidad.

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  Nuestros consagrados suelen ser respetables señores, muy conocidos, a veces, en su casa y

con tanta ciencia y cultura como  Pacheco, que por haberse dedicado durante toda la vida alestudio de una materia, el vulgo los tiene como verdaderos sabios y los únicos autorizados ycapaces para tratar sobre cuanto a su especialidad se refiere.

Podría objetarse que en muchas y repetidas ocasiones el origen y fundamento de esa fama es bien pobre y deleznable: alguna conferencia pronunciada hace años y que fue bien acogida porla «sociedad de bombos mutuos», el adjetivo que siempre anteponen o añaden a su nombre loscronistas sociales, un artículo escrito con auxilio del diccionario enciclopédico… pero todos

estos son chismes que corren los que envidian la gloria del consagrado o pretenden arrebatarlesu puesto y renombre.

Yo siempre he sido entusiasta y resuelto partidario y defensor de los consagrados. Creo queellos prestan en nuestra sociedad útiles servicios, que llenan una misión noble y provechosa asus semejantes y, principalmente, a los que por suerte o por desgracia, por necesidad o por gustoy afición, pertenecemos a ese cuarto poder tan calumniado, y, cuyos valores, la dictadura quesufrimos ha hecho que apenas se coticen hoy en el mercado de la opinión pública.

Los consagrados nos prestan a los periodistas un servicio inapreciable, pues cada que vezque la actualidad y los acontecimientos ponen  sobre el tapete  tal o cual cuestión política,literaria, artística o científica y deseamos informar al público sobre ella, no tenemos más querecordar quién es el especialista sobre esa materia y pedirle un artículo o celebrar con él unaentrevista. Desde luego, nos exponemos a que el consagrado no nos resuelva ningún problemani nos ilustre o aclare el punto discutido, pero el público queda satisfecho y nosotros salimos del paso y cumplimos con nuestra misión informativa.Además, cuando alguna revista o periódico desea hacer algún número especial, reúne unascuantas firmas de consagrados; o cuando se quiere organizar una velada, se procura que uno ovarios números del programa lo llenen consagrados. Aquella edición o fiesta alcanzarán unéxito ruidoso. El público se hará lenguas pregonando:  — «¡Qué buen número ha publicado larevista X! ¡Qué espléndida quedó aquella fiesta!...» Pero, no se te ocurra, lector amigo, preguntar de qué trataba el artículo del ilustre Fulano, o qué dijo el insigne Mengano en su con-ferencia… ¡Sufrirías un triste desengaño! Esos trabajos no se publican para ser leídos, ni esas

conferencias se pronuncian para ilustrar a los oyentes. Y en esto, estriba, por cierto, la gloria delos consagrados. En que nadie los lee ni los escucha. Los que tal hacen no los entienden perolos admiran y váyase lo uno por lo otro.

Moralistas criollos

En nuestra comedia política y social uno de los papeles más deseados es el de moralista, no sólo por lo fácil y cómodo que resulta su desempeño o interpretación, sino principalmente por lasgrandes utilidades y beneficios que con él se alcanza y el alto grado de influencia y autoridadsobre el resto de los mortales que produce.

Lo primero y más importante que se requiere es adoptar aire, aspecto exterior o  fachada,adecuada y propia.

 No reírse jamás, preocupándose poco de la sabia máxima de Rabelais quien dijo: «Reíd, reíd, porque la risa es propia del hombre»… Del hombre, sí, no del moralista, rectificamos nosotros.Y ¿cómo va un moralista a reírse? Perderá su gravedad, confundiéndose e igualándose con sussemejantes. Y ¿cómo va a censurar los vicios y defectos de los demás, con el rostro alegre y lasonrisa en los labios? El rostro serio y duro, esa inconfundible cara de cemento armado es laseñal característica de que el individuo que la posee es uno de nuestros más insignes moralistas.

Con estas bellas cualidades sólo le falta a nuestro personaje, para recibir la consagración dela crítica y vestir   bien su papel, el saber garrapatear unas cuartillas y llevar siempre la

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conciencia a la espalda, para no fijarse nunca en los propios vicios y defectos, procurando que lamano derecha no se entere de lo que la izquierda hace o… coge.

Ya preparado así convenientemente, a censurar se ha dicho, siempre en tono olímpico y conun estilo seco, pesado, de predicador en días de misión. Que el látigo flagele, sin piedad, elrostro de los infelices, de los que no es fácil puedan devolver el mal por mal. A los poderosos,

los gobernantes, se les puede censurar también, pero tan sólo para que aflojen la mosca, y demanera que, al atacarlos, pueda irse preparando ya la retirada.

Después, todo marcha sobre ruedas. El gobierno fija al moralista una subvención, o le da un buen puesto. Alguna compañía o empresa atacada lo gratifica generosamente… 

La oración se vuelve entonces por pasiva. El moralista se erige en defensor y panegirista deaquel gobierno o aquella compañía. Su puesto y su bandera de moralista los sostiene incólumescensurando sin piedad a los infelices, a la masa, al pueblo, a otros gobiernos que ya cayeron, alos poderosos de otros días. ¿Qué el gobierno o las compañías que hoy defienden, cometen losmismos atropellos, crímenes o errores que él ha estado censurando a otros? No importa. Él hacela vista gorda sobre ello, o, si es necesario, trata de demostrar que esos defectos son virtudes yesos errores aciertos. Mientras le paguen, el moralista pude estar tranquilo y vivir satisfecho,fabricando chalets y comprando automóviles con sus ahorros y economías.

Si posee un periódico o revista, entonces su carrera será más rápida y su fama y renombreno igualados, por el autobombo y el bombo mutuo, figurará entre las más ilustres personalidadesde las letras y la política. Siempre que de él se hable se le llamará insigne, ilustre, intachable y

cívico ciudadano. Su periódico o revista será el órgano defensor de los más puros ideales de la patria, de la libertad y del derecho, el censor y guía de la sociedad dispuesto siempre a poner el

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«inri» de su reprobación sobre la frente de todos aquellos que no comulguen con las ideas o lasopiniones de su director o propietario.

De más está el decir que teniendo los méritos y servicios prestados al país, el gobiernosubvencionará en seguida el periódico del moralista, repartiendo entre su director y redactoresunas cuantas sinecuras o botellas. Como es natural, unos y otros, continuarán censurando todos

los males, vicios y defectos sociales… menos las botellas… esas son minucias, que, en todocaso, se deben más que a otra cosa, al gobierno anterior.De esta manera el moralista criollo vive feliz y satisfecho de la vida. Si algunos lo critican,

¡qué le importa mientras puede seguir haciendo fortuna!Eso sí, que no olvide nunca, el aire grave, el tono imperioso, el rostro severo, la conciencia a laespalda y las uñas largas, muy largas y bien afiladas.

Personajes populares: Mariposa

Este tipo, conocido también por los nombres de  Fray Gonzalo, Cucaracha y Canalejas, es unode los más populares que posee nuestra capital.

¿Es un loco? ¿Un sinvergüenza?Yo más bien me inclino a creer que es un enfermo.Místico y sensual al mismo tiempo, de vivir en otro siglo, tal vez hubiera terminado sus días,

o en las soledades del desierto haciendo penitencia, o en las hogueras de la Santa Inquisición.Religioso, hasta el fanatismo, se pasa las mañanas en las iglesias.Entra, y a grandes pasos atraviesa, con la vista baja y las manos en el pecho, la nave

 principal para ir a arrodillarse a los pies del altar mayor. Besa el suelo muy devotamente, se persigna y se da varios y fuertes golpes de pecho, saca un voluminoso libro de misa o unrosario, y se entrega de lleno a la oración.

A veces, vierte amargas lágrimas como de arrepentimiento y dolor de sus faltas; otras,transfigurado el rostro, nos parece preso de éxtasis sublime. Y mientras tanto sus dedosrecorren, nerviosa e inconscientemente, las cuentas del rosario.

Termina la misa en esa iglesia y marcha presuroso a asistir a otra. Y así pasa devotamente,de iglesia en iglesia, toda la mañana.

Durante el resto del día, y cuando no hay otras fiestas religiosas  —  bautizos, novenas, visitasal Santísimo —  que distraigan su atención, recorre incansable las calles, ya predicando el amor aDios como única fuente de salvación ya censurando y anatematizando los vicios y pecados de lahumanidad.

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En ocasiones, se detiene frente a los establecimientos de modas a la hora en que estos seencuentran llenos de encantadoras marchantas que acuden allí a comprar o para pasar el rato, ycon voz cavernosa y profética les dice a las bellas hijas de Eva.

 — Mujeres: os ocupáis de adornar vuestros cuerpos, descuidando por completo vuestrasalmas. Día vendrá en que esos vestidos y esas joyas no os sirvan ya para cubrir vuestras carnes,hoy tentadoras y mañana pasto de los gusanos. ¡Arrepentíos de vuestras faltas; llorad vuestros pecados, que vuestro fin se acerca!

A raíz de la persecución que, al decir de los católicos, emprendió Canalejas en España contralas comunidades religiosas, pasó nuestro biografiado una de las épocas más accidentadas de suvida.

Los muchachos callejeros, para hacerle rabiar, le gritaban:«¡Huye, que te coge Canalejas!»

 Mariposa se volvía furioso contra ellos, y a grandes voces pedía para el entonces Presidentedel Consejo de Ministros de España, todas las penas y atrocidades que para sus fieles servidoresdicen que guarda Pedro Botero.

La verdadera persecución fue para  Mariposa  — que desde entonces se llamó Canalejas — , 

 pues las trompetillas y pedradas que le arrojaron los mataperros menudearon más que decostumbre.

Cucaracha, además de la obsesión religiosa, padece otra no menos terrible: la de figurarseque a él lo tienen por loco.

Y para destruir esto se pone a recitar cánticos devotos o a referir algún suceso importanteacaecido recientemente, terminando siempre con estas palabras:

 — ¿Ustedes creen que el que recuerda esos hechos es un loco? ¡Yo no estoy loco, yo no estoyloco!

Mas, a pesar de su religiosidad y de su fanatismo, no ha podido   aún este pobre místicosensual dominar la carne, que a menudo se le rebela, imperiosa y dominadora.

Yo le he visto, al cruzar por delante de una mujer hermosa, detenerse un momento a

contemplarla, murmurando: — La belleza es un don divino, y como tal debemos adorarla.

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Pero en seguida, como si pasase por su mente una idea pecaminosa, fuera de sí, se ha llevadolas manos al rostro y ha emprendido la carrera, exclamando a grandes voces:

 — ¡Señor: ¡líbrame de un mal pensamiento y de una mala hora! ¡Señor, sálvame, que me pierdo!

Lector, ¿no es cierto que este pobre hombre, como al principio te decía, más que un loco o

un sinvergüenza parece un enfermo?Y ¿no es verdad que, si en lugar de vivir en este siglo, materialista y escéptico, hubieranacido en aquellos tiempos sencillos y dichosos en los que la fe dominaba al mundo, hoy sería

 Fray Gonzalo adorado en los altares?Y su vida, llena de martirios infinitos y milagros edificantes, lejos de narrarla un mísero pecadorcomo yo, la hubiera escrito, seguramente, un piadoso y docto padre de la Iglesia, muy versadoen latines y en cosas del cielo.

Los ingleses

Si grandes e irreparables son los daños y perjuicios que al mundo entero proporcionó la últimaguerra, no puede negarse, sin embargo, que, como reza la frase popular, «no hay mal que por bien no venga», y nosotros, los cubanos, no podemos quejarnos, pues si bien es verdad que enlos primeros meses se puso de moda la bobería  de cobrar tres  por lo que valía uno, con el pretexto de a causa de la guerra, poco a poco se fue restableciendo la normalidad, subió bárbaramente el azúcar, vinieron los  Fords, disminuyeron los latosos  de la guerra, nosconvencimos  — ¡ya era tiempo! —   de la inutilidad  — a no ser para los congresistas —   de loscongresos de la paz, y vimos cómo Alemania llevaba a la práctica en Bélgica y Luxemburgo laletra del canto popular:

Papeles... son papeles.Y así como «a río revuelto ganancia de pescadores», nosotros, mientras allá en Europa se

mataban como convulsivos, nos dedicamos a sacarle partido a la guerra, logrando obtener esasy otras muchas ventajas, gracias a la dirección y consejos de nuestros dos anteriores Presidentes,entusiastas y hábiles pescadores.

Pero entre todos los inmensos beneficios que obtuvimos por la conflagración europea, hayuno cuya importancia y trascendencia extraordinarias merece especial mención: a causa de laguerra, y mientras ésta duró, tuvimos una tregua en la enconada lucha que desde hace largosaños sosteníamos contra los ingleses.

Sabido es que las simpatías del pueblo de Cuba estuvieron a favor de las naciones aliadas:Francia, Rusia, Italia e Inglaterra. He ahí cómo nosotros, que hemos vivido en constante yencarnizada guerra con los ingleses, no tolerándolos ni siquiera en pintura, nos llegaron a parecer simpáticos, agradables, finos.

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He buscado, en vano, en nuestros archivos y bibliotecas, los orígenes de este odio mortal que profesamos a los descendientes de Guillermo Tell. He oído la opinión de eruditos y sabios encosas antiguas: Chacón, Iglesia,67 Figarola-Caneda,68 Pérez Beato,69 Ricoy. Ninguno ha sabido

explicarme este curioso fenómeno.Días pasados me encontré en la calle del Obispo a un amigo que, además de deberle a las

 siete mil vírgenes, me debe a mí dos duros. — Oye — le dije —  no te cobro los dos pesos que me adeudas y te doy otro de regalo, si sabes

explicarme el origen de la historia de los ingleses en Cuba.Mi amigo, que aunque bruja, es hombre culto y de chispa, después de darme un abrazo por

mi generosidad, se expresó así: — La historia de los ingleses en Cuba se remonta al año 1555, en que Drake, el primer inglés

que, como corsario, pensó  sacarle  dinero a los habaneros, pretendió infructuosamentedesembarcar en la entonces villa de La Habana. Y fue, en vista de estos y otros ataquescorsarios, que se resolvió, por los gobernantes españoles, fortificar la plaza, empezándose las

construcciones de la Fuerza,70 del Morro71 y de la Punta.Desde entonces, y en numerosas ocasiones, Morgan, Gant, Hossier, Vernon, Knowles y otros

habitantes  de los mares, atacaron, con más o menos éxito, distintas poblaciones de la Isla,saqueando los bienes y propiedades de sus infelices moradores y secuestrando a éstos con elobjeto de pedirles después por el rescate gruesas sumas.

Era tal el miedo, terror y pánico que inspiraban en Cuba los compatriotas de Drake, que sóloal grito de «¡Ahí vienen los ingleses!», las mujeres se desmayaban y los hombres huían a ladesbandada.

Esta situación se agravó con la toma de La Habana, en 1762, por las fuerzas de Keppel yAlbermarle, a tal extremo que, aunque beneficiosa para el comercio de la Isla la dominación delos ingleses, éstos quedaron para siempre considerados como seres sin entrañas, que sólo

 buscaban sacar los cuartos a sus semejantes, bien a título de rescate, bien por mercancías o porcualquier otro pretexto.

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A todas estas causas, sin duda alguna, se debe el que por generalización se llamasen y llamentodavía ingleses a los cobradores, caseros y demás individuos de la especie.

Debemos distinguir dos clases de ingleses: el acreedor que cobra él mismo su crédito, y elcobrador , ser más odioso y repulsivo, pues sin estar interesado directamente en el asunto, haelegido esa profesión y carrera, sólo comparable a la de verdugo.

Aunque a veces tiene un tanto por ciento en las cuentas que se le entregan, en la mayoría delos casos es un individuo asalariado, un dependiente, al que por tener condiciones, se le dedica aese trabajo.

Desde muy temprano sale a la calle con su racimo de cuentas artísticamente dobladas enforma rectangular. Con imperio y altanería toca a la puerta de las casas. Yo me atrevería  — 

exclamó mi amigo —  a decir, sin temor a equivocarme, si el que toca en mi casa es un inglés. Sutoque es fuerte, rudo, imperioso, exigente; y si no se le abre a la primera llamada, vaaumentando el diapasón hasta convertirse en verdadera tempestad. Es capaz de echar abajo la puerta. No le iguala ni un policía con mandamiento judicial. Para desgracia mía  — suspiró —  ¡los conozco bien!

Una vez dentro de la casa, no saluda; extiende su recibo y espera. Si le pagan, ensaya

entonces una sonrisa de despedida, que a veces resulta una mueca. Si tan sólo le abonan acuenta una pequeña cantidad, la acepta a regañadientes y hasta se permite indicar: — Vamos a ver si la próxima vez me pueden saldar la cuentecita.Pero si no le entregan cantidad alguna, diciéndole que «vuelva la semana que viene»,

entonces ¡horror! hará primero una mueca, como la que produce un purgante de Carabaña oLoeches, con ademanes y gestos molestos, se guardará el recibo, lanzando primero, con laentonación de un escolta de presidio, una frase que reúne generalmente los caracteres dediversas  figuras retóricas, pues es al mismo tiempo apóstrofe, conminación, optación  eimprecación. En síntesis, lo que quiere decir el inglés, en esos casos equivale, traducido  alromance, que si no le pagan, nos dará garrote.

Y, ¡cuántas veces es preferible una muerte rápida, sin sufrimientos, a esa muerte lenta,angustiosa, horrible, a manos de un inglés!

Entes abominables, se encargan de averiguar detalladamente todas nuestras costumbres.Saben las horas a que nos levantamos y salimos a la calle, los sitios que frecuentamos; nos persiguen día y noche sin piedad, nos abordan en la calle, en la oficina, en el teatro, a la hora dela comida, en el paseo...

Y no valen súplicas ni ruegos, los ingleses desconocen la piedad: no tienen, como dije antes,corazón ni ninguna otra entraña.

 No vale que cierres con aldaba, pestillo y tranca la puerta de la calle, y, cuando toquen, sóloabras el postigo de la ventana; que digas que te has ido de viaje, que has fallecido ¡Son capacesde ir a buscarte al otro mundo!

La guerra, como tú bien dices  —  prosiguió mi amigo — , los humanizó un poco. Huboentonces entre ellos y sus presuntas víctimas, un breve armisticio.

Pero restablecida la paz, se han reanudado las hostilidades que por algo es Cuba el país delos viceversas.

Enemigos, de nuevo, trato de no darles la cara y veo siempre con espanto llegar los sábadosy días primeros de mes, ¡los fatídicos días de cobro!

Y mi pobre amigo, lleno de congoja y sobresalto, se despidió de mí, exclamando: —  Ni los horrores del infierno del Dante son comparables a los sufrimientos, molestias,

disgustos, contrariedades, que proporcionan estos verdugos y malhechores, plaga de la especiehumana.¡Dios nos libre de los ingleses!

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El médico chino, la virgen de Jiquiabo,el Hombre Dios, Ñica la milagrera

y otros «salvadores» de la humanidad

En nuestro manicomio nacional — no me refiero, queridos lectores, al Capitolio,72

 donde moran,discurren — muy raras veces —  y hacen locuras — con demasiada frecuencia —  los beneméritos padres y padrastros de la patria —   se halla recluida desde hace meses la más famosa de lascuranderas criollas de estos tiempos: Antoñica Izquierdo o  Ñica la milagrera, la que,adaptándose a la época, tan pródiga en curanderos políticos, salvadores, a la fuerza, de sus pueblos, no se conformaba con curar los males físicos de los que a ella acudían, sino quetambién quiso meterse en camisa de once varas, pronunciándose, como cualquier politiquillo oapolitiquillo, contra la tan cacareada, y cada vez más lejana, Asamblea Constituyente, panaceamágica que remediará todos nuestros males políticos, económicos, etc., etc., etc. Amén.

La milagrera Antoñica curaba con agua: agua de los ríos, y por eso encontró su Waterloo enLa Habana donde, como bien saben y padecen sus moradores, el agua sólo existe… en las nubes

y en estado de vaporización, pues ya ni siquiera llueve de vez en cuando. ¡Felices tiemposaquellos de la colonia en que la Divina Providencia, apiadada de los muy devotos habaneros,tenía siempre repletos de agua lluvia los aljibes, tinajas, tinajones y bateas!

Pero no voy a referirme especialmente en estas  Habladurías* a la bienaventurada Antoñica, pues ustedes conocen tan bien como yo su santa vida y sus prodigiosos milagros.

Quiero, sí, hablarles de otros curanderos, de uno y otro sexo, que florecieron en épocas pasadas, y cuyos nombres y hazañas han llegado hasta nuestros días.

Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el  Médico Chino, cuyas curacionesfueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de lasuprema gravedad de un enfermo: «No le salva ni el Médico Chino».

Uno de los biógrafos de este milagrero, Herminio Portell-Vilá,73 refiere que Cham Bom-biá

llegó a La Habana en 1858, estableciendo aquí su consulta, que era visitada por personas detodas las clases sociales. Vivió después en Matanzas, con consultorio en la calle de Mercaderesesquina a San Diego, próxima a la residencia de la familia Escoto; y por último se trasladó aCárdenas, pasando en ella sus últimos años, hasta su misteriosa muerte.

Portell-Vilá lo pinta «Hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algooblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón ysolemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso; vestía como losoccidentales, y en aquella época que no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué, éltambién llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril».

*  Sección para la que escribió Roig bajo el seudónimo El Curioso Parlanchín, consagrada en gran medida al estudio y crítica de

nuestras costumbres públicas y privadas.

En Cárdenas apareció por el año de 1872, instalándose en una casa de la Sexta Avenida, casiesquina a la calle 12, junto al actual cuartel de bomberos, en la que tenía su botiquín.

Cham Bom-biá, si prescindimos del aparatoso ceremonial que usaba en su consultorio y enlas visitas a los enfermos, puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como unnotable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundosconocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantosmédicos occidentales.

En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama deaquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista, el usode sus miembros.

En el ejercicio de su carrera científico-curanderil, actuaba con absoluto desprendimiento,cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres: «Si tiene linelo

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 paga pa mí. Si no tiene, no paga; yo siemple da la medicina pa gente poble». Las medicinas las proporcionaba unas veces de su botiquín particular, y otras mediante recetas que erandespachadas en la farmacia china de la Tercera Avenida número 211.

Cham Bom-biá llegó a conquistar gran popularidad en Cárdenas y en toda la Isla,convirtiéndose, según afirma Portell-Vilá, en el sumo pontífice de la medicina, lo mismo ayer

que hoy, como bien lo expresa la frase popular que sobre él perdura, ya citada más arriba, y dela que existe esta otra variante: «A ése no lo cura ni el Médico Chino».Una mañana encontraron sin vida a Cham Bom-biá, tendido en el camastro de la casa que

siempre habitó solo en la Perla del Norte. Nunca pudo esclarecerse la causa de su muerte,atribuyéndola, unos, a un suicidio, y otros a algún veneno administrado por cualquiera de suscolegas, envidioso de su fama.

De él quedan, además de su reputación elevada a la estratosfera, estos versos que losmataperros callejeros aplican a todos los orientales:

Chino manila,Cham Bom-biá:

Cinco tomates Por un reá. 

Casi en la misma época que el  Médico Chino  hacía milagrosas curaciones en Cárdenas,sobresalió por Las Villas, en el caserío de Jiquiabo, término municipal de Santo Domingo, unacurandera, que desde niña era conocida por sus milagrerías: Rosario Piedrahita, llamada laVirgen de Jiquiabo o la Vieja de Jiquiabo o Nuestra Señora la Virgen de Jiquiabo. 

Esta curandera no usaba agua como Antoñica ni yerbas como el Médico Chino, sino pañitos  pertenecientes a las ropas interiores del enfermo o de la persona que deseaba prosperar en susnegocios o conservar su salud. Ya en poder de esos  pañitos, la Virgen de Jiquiabo se encerrabaen su cuarto para hacer sus conjuros o burlarse a solas de sus crédulos pacientes, y una vez benditos los pedazos de tela los entregaba a éstos. Los  pañitos, aplicados a la parte enferma,guardados en los bolsillos o conservados tras las puertas, debían resultar eficacísimos para curaruna herida, un dolor, un grano, aumentar la familia y traer la paz a los matrimonios averiados.

Según parece, esta embaucadora ejercía especial influencia sobre los alcaldes, pues logrócatequizar a dos de éstos, uno de Villaclara, Juan Manuel Martínez, quien, según refiereAntonio Berenguer 74 en sus Tradiciones Villaclareñas, dicho mayor, muy querido y respetadoen el Municipio, ya entrado en años y cargado de achaques, acudió a los  pañitos de la Virgen de

 Jiquiabo. Pero cansado de no obtener éxito, quiso comprobar los poderes sobrenaturales o lacharlatanería de la Virgen, enviando al efecto a tres limosneros del pueblo: un chino casi ciego,un negro viejo de nación y un gallego que se hacía más el enfermo de lo que en realidad estaba,a que se consultaran con la milagrera. Regresaron los tres, y a preguntas del alcalde el chinocontestó: «Señó alcalde, ya yo ve poquito menos». El negro viejo: «Yo, mi señó, llevéquebradura y un espolón en la pata y yo viene con quebradura botá y do espolón que no dejancaminá». Y el gallego: «Yo llevé mis ahorros que quise aumentar, poniéndome un paño en los bolsillos; al venir me extravié, unos ladrones me robaron y sólo me dejaron este pañito que nome sirve ni para secarme las lágrimas». Ante este triplemente desastroso resultado, cuentaBerenguer que el bueno del alcalde se encerró en su cuarto, se quitó los paños y los arrojóviolentamente, diciendo: «Esa vieja es una embaucadora, hoy mismo la mando a prender».

El otro alcalde engatusado por la Virgen de Jiquiabo  fue, según cuenta Herminio Portell-Vilá, el mayor de Cárdenas en 1882, don José Belaunzarán y Galarraga, quien trajo a lamilagrera a su casa para que lo atendiese a él en sus males y también a la señora alcaldesa, nomenos estropeada en su salud que su amante compañero, el señor alcalde.

Y la residencia del alcalde se convirtió en la Meca de todos los enfermos de la población; pero si la Vieja de Jiquiabo ejercía sus curanderismos sin interés alguno, el señor alcalde y laseñora alcaldesa se convirtieron en managers económicos de la milagrera, cobrando tres pesos

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 por cada  pañito  bendecido en el consultorio y cinco pesos si había que ir al domicilio delcliente, con honorarios mucho más altos para los ricos de la localidad. El negocio produjo tantoque algunos cardenenses lo hacen ascender a más de $20.000. Pero el cívico periodista PedroSust y el notable poeta Federico Torres Rangel desenmascararon a la Vieja,  al alcalde y a laalcaldesa, realizando contra ellos lo que hoy se llamaría un acto de calle, con todos los

enfermos, cojos y desgraciados a los que la Virgen de Jiquiabo les había tomado el pelo, y elalcalde y la alcaldesa sus dineros; y la Virgen, dando tusa se corrió hacia el Jiquiabo, y el mayory la mayora tuvieron que dar 10.000 pesos de lo recaudado para la construcción de una sala deinválidos en el hospital de Santa Isabel.

Desde entonces los cardenenses miran con prevención a todo el que viene ofreciéndolesmilagros, curaciones, bienandanzas, por temor de que los tales prodigios sean «como los pañitosde la Virgen de Jiquiabo».

Fernando Ortiz, en su vieja costumbre de desnucar santones, milagreros y hombres providenciales, demostró en documentado artículo que la tal Virgen de Jiquiabo  ni siquieratenía el mérito de la originalidad, pues sus  pañitos habían sido usados algunos siglos antes porun ermitaño español, guardián de la Virgen de Godes, que se venera en el pueblo navarro de su

nombre, para reaparecer, «siglos y mares de por medio, en las análogas maravillas de la carnal ycriolla Virgen de Jiquiabo».El último curandero criollo que voy a citar figuró en tiempos republicanos, el año 1905, y era

conocido por « El Hombre Dios, llamado en realidad Juan Manso, y habitaba en la loma de SanJuan. Era de rústico aspecto, vestido con burda filipina oscura y provisto de hirsutos bigote y patilla. Curaba mediante pases sobre la cabeza de los pacientes».

El gran periodista Manuel Márquez Sterling le dedicó un artículo en la revista  El Fígaro, deaquel año, refiriendo los detalles de la visita que le hizo, «una tarde bajo los rayos de un sol quetostaba las entrañas de la tierra».Este  Hombre Dios, que logró, como el  Médico Chino  y la Virgen de Jiquiabo, atraer a lasmuchedumbres ávidas de hazañas sobrenaturales, ha quedado olvidado, como lo será también, olo es ya, Antoñica Izquierdo, y como han de desaparecer, igualmente, del recuerdo de sus pueblos, en lo que a sus  providencialidades  se refiere, todos aquellos santones y autores de prodigios que, ayer como hoy, han tratado de vivir de sabrosos, satisfacer su afán de lucro, sus perversos instintos o su vanidad, con la engañifa de salvadores de su pueblo, del mismo puebloque explotan y atropellan, a su gusto, capricho y conveniencia.

Telefonomanías

Es un estudio curioso el observar como aplica y usa determinado grupo social (en nuestro casolos habaneros) algún invento de tanta importancia y trascendencia en la vida moderna como elteléfono.

El teléfono, en teoría, es el medio de comunicación, rápida y eficaz, a distancia, con otras personas. Debe abreviar y acortar tiempo y lugares y contribuir al mejor desenvolvimiento delos negocios y las relaciones sociales y ahorrar criados y mensajeros.

Pero, de la teoría a la práctica; de la intención y fin que se propusieron los inventores yconstructores, a lo que en la realidad sucede va una gran diferencia.

Lo primero que hace falta es que el teléfono responda cada vez que se le necesite y quecuando se descompone sea arreglado inmediatamente; y ambas cosas no suceden ni con mucho.Y resulta que cuando más urgente es la llamada que Ud. quiere hacer menos funciona el dichosoaparatico, y que a lo mejor se cansa uno de avisar a la compañía para que le arreglen su

teléfono, y se pasan los días y hasta las semanas sin que esto ocurra; pero, eso sí, a fin de mes le pasarán la cuenta como si Ud. hubiese usado durante los treinta días su aparato.

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Además, en Cuba, generalmente, cada abonado y hasta sus amigos y conocidos, se creen queel teléfono es patrimonio de ellos exclusivamente.

Las muchachas y también las niñas, cuando no tienen nada que hacer  — y esto sucede muy amenudo —   llaman a sus amigos o sus compañeras de juego o colegio, «para conversar unratico», ratico que dura dos o tres horas.

Es clásico ya que los jóvenes novios, además de ir él por las noches, tener entrada en la casay llevar relaciones «de sillones», se llamen por teléfono durante la mañana y el día, diez o doceveces, desde la oficina, desde su casa o algún café o establecimiento. Y menos mal que estasllamadas fueran rápidas y breves, pero lo corriente es que se prolonguen durante horas y horas.

Las solteronas que después de haberse encomendado inútilmente a San Antonio de Padua, perdida la esperanza de encontrar quien cargue con ellas y las lleve a la sacristía... o a cualquierotro sitio, echan mano del teléfono como única áncora de salvación que les queda. Y valiéndosedel ministerio que les dan los automáticos, se ponen a enamorar a sus amigos o conocidos, y,como siempre hay bobos y desocupados para todo, muchos hombres, creyéndose que se trata deuna «hembra pasada», aguantan y siguen la lata, para ver lo que pescan; hasta que, al fin,descubren que, efectivamente, la mujer que los llama está pasada, pero es... de moda.

Hay otras que se dedican a dar bromas, ya a particulares o a los establecimientos, pidiendoencargos o mercancías o metiéndose con las familias de sus infelices víctimas, insultándolos odiciéndoles pesadeces; otros a llamar a una casa durante horas y horas sin contestar quién es.

Y ¡cómo se revela y descubre en esos casos el verdadero fondo moral y educación de una persona! Seguros del anónimo, hombres que en sociedad aparecen correctos y finos, setransforman en groseros, violentos, ordinarios; y muchachas y señoras, que creíamos modelosde delicadeza e inocencia, se convierten en mal habladas y conocedoras de todo el repertorio de palabras gruesas y de doble sentido que posea el más experto carretero o habitante.

Existen también muchos que se consagran al deporte de «coger cruces», deporte que no se practica, ni mucho menos, en los campos de batalla ni en torneos, pues no son las cruces sinolos cruces los que cogen, o sean telefónicos.

 ———————  

Ring... ring... ring ... ring... — ¿Qué número es? — ¿Qué número busca usted? —  No; dígame Ud. el número de su teléfono. — Usted que llamó es el que debe decirme el número que quiere. — Está Ud. equivocado; es a Ud. al que le corresponde. — De ninguna manera, es a usted. — Si yo le digo el número con el que deseo hablar puede usted decirme que es ése, no

siendo así.

 — Y si yo le digo el número con el que desea hablar puede usted decirme que es ése, nosiendo así.

 — Y si yo le digo el número de mi casa, también usted puede engañarme afirmando quees el número con el que desea hablar.

 — Mire que tengo prisa y no estoy para perder tiempo. — Bueno, pues diga el número. —  No; dígalo usted. —  No; usted. — Usted. — Usted.(Y así hasta el infinito).

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Y como ésta ocurren a diario mil escenas, mientras tú o yo lector, queremos llamar a una deesas casas, y ¡claro! no nos contestan o está ocupada.

Pero las personas que más dificultan y hacen casi imposible el uso normal, adecuado, rápidoy eficaz del teléfono, aparte de los abandonos y deficiencias de la compañía, son las amigas,grandes y pequeñas, viejas y jóvenes, y los novios.

Éstos son la pesadilla y la rémora de todo el atraso que se nota aún en nuestra vida social. Yes curioso observar que nosotros, los cubanos, hemos adelantado en casi todos los ramos de laactividad humana, pero los únicos que no solamente han permanecido estacionados, sino quehan sido el obstáculo ante el cual se han estrellado todos los inventos e innovacionesintroducidos en nuestra patria, del cese de la soberanía española a la fecha, los únicosreaccionarios, retrógrados y verdaderamente oscurantistas  — como que buscan la oscuridad —  son los novios.

En lo que se refiere al teléfono, son los que más dificultan su rápido funcionamiento, pues se pasan las horas y las horas de palique interminable diciéndose toda esa serie de boberíasamorosas que si dichas cara a cara y, acompañadas del gesto y la acción, resultan interesantes yagradables... (¡cómo no!), dichas por teléfono resultan insoportables.

Puede afirmarse, como artículo de fe, que en la casa donde hay novios es inútil llamar porteléfono, pues el 95 por ciento de las veces se encuentra éste ocupado.Córranse y no estorben.

El diretivo  

Es evidente que Platón  — tío de Mr. Platt —   jamás soñó para su utópica  República  — sincarboneras, botellas ni colecturías —  con un tipo que, como el  Diretivo, encarnase de tal manerael principio de autoridad, de orden, de respeto a la ley y a los reglamentos.

Pero nuestro personaje nació con un retraso de varios siglos y, lejos de ser una de las másfirmes columnas de aquel ensayo de «gobierno propio» que quiso realizar el romántico políticogriego, vino a caer, para desgracia suya, en la tierra clásica del choteo, y se convirtió en un tipode ídem. ¡Oh sueños de gloria e inmortalidad!

Hechas ya estas breves consideraciones históricas, expongamos ahora los antecedentes defamilia y demás circunstancias que concurren en la formación y desenvolvimiento de estecurioso tipo.

Para que se dé  un  Diretivo, es necesario que el individuo haya nacido en la  Península,entendiéndose por tal para estos efectos, principalmente las provincias de Galicia y Asturias.Pero no basta esto; es indispensable que ese  peninsular salga de su tierra y venga a Cuba, endonde es conocido más comúnmente con el calificativo de  gallego. Pero no es suficientetampoco esto. Ese gallego, aún conservando su característica e idiosincrasia, debe aplatanarse,lo cual no se adquiere sino después de varios años de permanencia en la Isla, un adecuadotratamiento hidroterápico, alguna relacioncilla más o menos oscura y suficiente claridad en la pronunciación, de manera que haya perdido de tal modo su acentu que mesmamente  parezcanacido en el propio barrio de Jesús María, y, cuando se dirija a una dama, pueda hablar con esta perfección el idioma criollo:

 — «¡Cá, hombre, cá, niña: qui voy a ser de la Pinínsula! ¡Quite de allá! No ha comprendidoustez en el acentu que soy cobiche ...75 !».

Cuando ya reúna todos estos requisitos, puede, entonces, nuestro hombre ser  Diretivo,obteniendo previamente la mayoría de sufragios en una de las juntas que celebre la Sección de

 Recreo y Adorno de alguno de los distintos Centros Regionales establecidos en nuestra capital.

Sólo le falta ahora estar en funciones o en activo servicio, que es cuando verdaderamente sele considera Diretivo.

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Estas  secciones a que nos acabamos de referir tienen, entre sus fines principales,determinados, en el reglamento  del Centro, la organización de grandes fiestas bailables, que

 pueden ser de dos clases, de  socios y de  pensión. A los  Diretivos toca, no sólo dichos trabajos preparativos y de organización, sino también los más delicados y graves de vigilar la entrada eldía del baile y cuidar del orden en los salones, no permitiendo, bajo ningún concepto, que seinfrinjan por los bailadores los artículos del susodicho Reglamento. Y es ésta, como hemosexpuesto, la verdadera, más noble, alta, elevada y casi divina misión que desempeña en la tierranuestro protagonista.

Presentémoslo en el verdadero escenario de sus hazañas.La  Junta de Recreo, ha acordado, después de una de esas acaloradas sesiones, típicas de

estas sociedades, dar un baile de socios, nombrando, entre otros  Diretivos, a Don PanchuSalgueiro y Cobielles, que cuando rapaz vino de su pueblo, perteneciente al Consejo deCarballeira, consignado a la bodega de un tío en La Habana, donde desempeñó los oficios de

fregador de platos y mozo de recados. Fue subiendo, poco a poco en categoría y hoy tiene a sucargo el departamento de corsets , ligas y ahuecadores de una tienda de ropas de la Calzada delMonte, donde es ya el dependiente más solicitado por las niñas que allí acuden diariamente acomprar y... pasar el rato.

La noche del baile, desde muy temprano, se enfundó Don Panchu en su ezmoquin de tallelargo y anchas solapas, adquirido, hace años, muy barato, en una casa de empeño. En el chalecoostenta la gruesa cadena de dos ramales y dije colgante en el centro y en el ojal del ezmoquin, el botón distintivo de la institución. Corbata negra muy pequeña, camisa de reluciente y más queendurecida pechera, pantalones de campana y zapatos de charol de grueso calibre que apenasdisimulan los rebeldes juanetes.

Al abrirse las puertas del Centro, ya está nuestro Salgueiro en su sitio de honor. El

reglamento le manda que no deje entrar más que a los socios, lo cual debe acreditarse con elrecibo correspondiente al último mes.

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Con los peninsulares, no hay novedad. Pero con los creollos son las luchas y loscontratiempos.

 — ¿Por qué habrá cobiches en Cuba? — exclama en estos casos Don Panchu.Ahí llegan cuatro. — Señores: orden ante todu. No si pricipiten. Enseñen los ricibus. Aver ustez, ¿comun se

nombra? — Mateo Álvarez y López — ¿Edaz? — Cuarenta años. — ¡Quite de hay! Ustez nu representa sinu veinticincu años. — Es porque soy sietemesino y ahora no me dejo la barba. — Buenu. ¿De dónde es ustez? — ¿Yo? ¡Cub... ! Digo peninsular. — ¿Pruvincia? — Galicia. — ¿Conseju?

 — ¡A mi nadie me aconseja! — Le diju que aquí Conseju pertenece ustez. — Ah! Al consejo de... de... de Lugo. — iSantiaju me valja! Luju es una pruvincia. ¡Hace vistu que cobiche más descaradu! Ustez

no entra. ¡Larju dihay!

 ———————  

Y como ésta se repiten centenares de escenas, en las que el Diretivo tiene que luchar a brazo partido con los cobiches que pretenden colarse, utilizando los recibos del portero o criado de sucasa o del bodeguero amigo que, complaciente, les facilita el modo de entrar de  guagua en el baile.

Pero, aprovechemos que nuestro  Diretivo ha abandonado, por unos instantes, su puesto devigilancia, para colarnos, sin que nos vean, y subir al salón principal.

Personas y  gentes de las más diversas clases y condición social, discurren por doquier, yaentregados a los encantos y atractivos del baile, ya conversando en los rincones.

 Primos y  primas de todas las especies y variedades: ellos, del ramo de motoristas yconductores, dependientes, criados; ellas, criadas, manejadoras, cocineras y hasta amas de cría.

Muchachas cubanas de la clase media y baja, ya solas ya en compañía de sus respetablesmamás, unas bailando o conversando con los dependientes amigos, otras con jóvenes criollosmás o menos  sportsmen. No sería raro encontrar alguna que otra niña que no pierde días demoda y sale en las crónicas sociales, entre las del smart.

Alguna pareja non sancta llama también la atención y produce el asombro de ciertas mamás

y la curiosidad de muchas niñas.Perdido entre toda esa abigarrada y heterogénea muchedumbre está nuestro  Diretivo Don

Panchu, cuidando del orden y la fiel observancia de todos los artículos del Reglamento.Ya el baile está en la segunda parte del programa.La orquesta de  Pablito, después del  Paso Doble Alfonso XIII y alguna  que otra Jota y

Muiñeira, ruidosamente aplaudidas por los peninsulares, ha hecho las delicias de losconcurrentes criollos y de muchos aplatanados con sus inimitables danzones de moda:  El

 Príncipe del Camaval, El Mareo de Tomasa, Galletica María, Anís del Diablo y otros.Después de un descanso, rompe la orquesta a tocar el danzón del  Motorista. Da gusto ver las

 parejas profesionales que bailan en un ladrillito, o las que  florean, o las que, completamenteagarraos, parecen en éxtasis más o menos divino.

De repente nuestro Diretivo, toma por el brazo a uno de los bailadores y encarándose con él,le dice:

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 — ¡Oija, cobiche! ¿Ustez nun ve que esta infrinjiendu el rejlamentu, cun esa manera de bailartan sicalíptica e muy impropia de prisonas dicentes? Hájame el favor di disagarrarse u llamo a la policía!

Sobrevienen las naturales protestas; los ánimos, ya acalorados, hierven; y, Dios sabe, en quéhubiera parado la cuestión, sin la oportuna llegada de un vigilante.

Mientras tanto, la orquesta, seguía tocando: «Pára, motorista, pára», coreada por un grupo deentusiastas, que dirigiéndose al pobre Don Panchu, le cantaban: «¡Que me vengo cayendo, pon;que me vengo cayendo, pon... !»

Y nuestro buen Salgueiro, molesto con esa falta manifiesta de respeto, los amenazaba conretirarlos del salón, diciéndoles:

 — Acuérdense que soy un Diretivo, y no me infrinjan el Rejlamentu. Hase vistu que creollostan salaos. ¡Váljame Santiaju! Pur qué, habrá en Cuba tantus cobiches!

Pero el clarinete, como burlándose de sus amenazas, repetía, ayudado por los timbales:«¡Que me vengo cayendo, pon; que me vengo cayendo!».

Lo que se oye desde una silla del malecón

 —  No seas chiquillo; estate quieto; ¿te figuras que mamá se duerme también cuando estácaminando?

 ———————   — ¡ Prensa!76

 ———————  

 — Pero, ¿Ud. piensa que puedo creerlo? Si eso mismo le dijo Ud. anoche a María Luisa. Estamañana me lo contó ella.

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   ———————   — ¡Cómo está la juventud! En mi tiempo...

 ———————   —  No lo dude Ud.; la reorganización del Partido Conservador es tan necesaria que...

 ———————  

 — ... y el pobre murió como un santo. — ¡Dios le haya perdonado! ———————  

 — ¿Has visto a Ana María con su nuevo novio? Parece que al fin con éste se casará. — Si es alemán, como dicen, y recién llegado a La Habana, lo creo; pero que se apresure Ana

María porque... ———————  

 — ¡ Noche!77  ———————  

 — ¿Ud. cree que ya no tendremos más chivos? — Pues, le diré a Ud...

 ———————   — ¡Adiós, lindísima! ———————  

 —  Niñas, sentémonos un rato: ya no puedo más. ———————  

 — ¡Vayan las ricas pastillas de café y leche!... ———————  

 — ... su enfermedad es muy dolorosa. Yo creo que me dejará algo en su testamento. ¡Dios lelleve pronto a descansar!

 ———————   — Hasta que Ud. no me escriba tres cartas, no le puedo decir que sí.

 ———————   — Es un negocio muy bonito; con tres mil pesos que Ud. aporte...

 ——————— . — ¡Bombones y caramelos!

 ———————   — ¿ …con sable japonés? Yo prefiero el asalto con sable cubiche. ¿Quieres conocerlo?: Oye

chico, préstame tres pesos. ———————  

 — Si no me compras bombones le cuento a mamá lo que te estaba haciendo Gustavo. ———————  

 — ¿Me da Ud. un kilito? ———————  

 — El precio del azúcar este año... ———————  

 — Yo iría a su casa, señorita, pero me da mucha pena. ———————  

 — Ya verás mañana en el comité la moción que voy a presentar. ———————  

 — ¡Qué calor hace esta noche! —  No me diga Ud. nada: ¡horroroso!

 ———————   — El factor psíquico es de suma importancia en la cuestión debatida, porque como Uds.

saben, señores... ———————  

 — Esta noche tocan el couplet de Las Garzonas.

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 — Yo por eso he venido. ———————  

 — ¿Un ramito de mariposas? 0, ¿prefiere Ud. violetas? ———————  

 — Si te pidiera otra cosa; pero, ¡un beso!...

 ———————   — El Partido Liberal necesita ante todo... ———————  

 — Figúrate, con cinco hijos, pues mi mujer acaba de tener jimaguas, y dejarme ahora en lacalle el gobierno... Esto se lo lleva la trampa.

 ———————   — A mí me gustan más las novelas de Carlota Braemé. — Pues, chica, yo solamente leo a Felipe Trigo y Zamacois.

 ———————   —  No le debo más que cinco meses de alquiler, y el muy exigente quiere que me mude.

 ———————  

 — Esa tirada a home fue muy oportuna, porque impidió que hiciera una carrera el... ———————   — ... encontramos después pyknóticamente, que lo irreal, la ilusión óptica, es el éter

negativo... ———————  

 — El hombre debe tener valor y resolución suficiente, siquiera sea para llevarse a su novia; ya ti, Chicho, no te creo capaz de dar ese paso...

 ———————   — A la tienda en que yo trabajo nunca ha ido una chica tan salerosa como Ud.

 ———————   — Señora: ¿quiere Ud. sacarse el gordo?; mañana se juega.

 ——————— . — Este danzón es precioso. — Yo prefiero La Virgen de Regla.* 

 ———————   — Vámonos, niñas, que ya es tarde.

 ———————  —Adiós, mi vida; hasta mañana.

*  Danzón del músico cubano Pablo O´Farrill.

Un chiquito de sociedad

Fue realmente para Chicho Olalla, uno de los días más felices de su vida aquel en que vio por primera vez su nombre en la Crónica de Sociedad de uno de los diarios de nuestra capital, precedido de la clásica frase «el conocido joven».

Y esto, que él consideraba como una gran victoria, como un señalado galardón; esto quesignificaba para él lo que para los señores de la edad media el espaldarazo que los armabacaballeros; esta frase que unida a su nombre y apellido por un cronista social venía a ser como lacarta de naturaleza, la patente y contraseña de que era un chiquito de sociedad ; o , mejor dicho,el salvo conducto que le permitía asistir impunemente a fiestas y diversiones de nuestro gran

mundo, ¡cuántos esfuerzos, cuántos disgustos, cuántas humillaciones y hasta dolores físicos  — 

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 producidos ya por llevar los zapatos muy apretados, o los cuellos muy altos, etc., —  no le habíacostado!

Porque Chicho Olalla, si no miente su partida de bautismo que he tenido a la vista paraescribir esta silueta, no había nacido, ni mucho menos, en esa sociedad elegante y distinguida,en esa high life, en la que ahora, muy a su gusto, aunque como uno de tantos advenedizos, se

encontraba. Su cuna no podía ser más humilde. Hijo de Don Pancho Olalla, comerciante, segúnrezaba la citada partida bautismal  — aunque el tal comercio quedaba reducido a un modesto puesto de frutas y viandas —  y de Doña Eufemia Cortiña, lavandera, había pasado Chicho suniñez, confundido entre los mataperros del barrio, sin otras diversiones ni esparcimientos, que elempinar papalotes, jugar a la pelota en la calle o en algún placer vecino, correr detrás de loscoches y guaguas y romper a pedradas los faroles de la cuadra.

Cuando entró en la pubertad, sus padres, de posición entonces algo más desahogada, y quesiempre habían preferido que su hijo, de no poder estudiar en un colegio de paga, permaneciesesin enseñanza, antes de ir a esas escuelas públicas, donde, como ellos afirmaban, no aprendíanlos niños más que a cantar el himno o hacer ejercicios gimnásticos o calisténicos; sus  padres,repito, consiguieron por mediación de una familia de influencia en las esferas religiosas, una beca gratuita para Chicho en el Colegio de Belén el que, de la mañana a la noche, quedóconvertido en alumno de nuestro más aristocrático plantel de enseñanza.

Dos años nada más estuvo con los jesuitas. Al cabo de ellos fue expulsado del Colegio, notan sólo por su mala conducta, sino principalmente por su falta de aplicación y de inteligencia.«Salomón, pasó de largo», decían sus compañeros siempre que hablaban de Chicho.

Pero si no para su ilustración y cultura le sirvió su estancia en Belén para que conociendo ytratando allí íntimamente a multitud de jóvenes de posición social mucho más elevada que lasuya, se despertase en su mente el deseo, que había de ser después la obsesión de toda su vida,de introducirse y vivir en esa sociedad que con tan risueñas perspectivas, con tantos atractivos yencantos, se presentaba ante su vista.

Y esos anhelos de abandonar su condición humilde y pobre crecieron aún más cuando,después de haber salido de Belén, lo colocó su padre primero en una casa de comercio y más

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tarde en un Banco de esta capital, y ya entonces, ganando un sueldo, bien reducido, en realidad, pero que para él, que en otras épocas había llegado a pasar hambre, era casi fabuloso, empezó adar sus primeros pasos en la vida social.

En el Banco contrajo amistad íntima con un antiguo condiscípulo de Belén, ErnestoCortadas, joven de buena familia, que conocía y trataba a lo mejor de nuestra Habana elegante.

Empezó Chicho por ir al Malecón las tardes de retreta, con su amigo Ernesto. Sentados enesas cómodas, artísticas y hasta pintorescas sillas de hierro que para provecho de sastres ylavanderos ha colocado y sostiene allí el más flamante de nuestros  Mayores, veían ambosamigos el desfile interminable de coches y automóviles, cargados de mujeres encantadoras.Chicho procuraba estar muy atento a los saludos que a diestro y siniestro hacía a cada pasoErnesto a sus lindas amigas, para saludarlas él también, muy ceremoniosamente y poder yaseguir haciéndolo después cuando se las volviese a encontrar estando solo. Y así, poco a poco,fue conociendo de vista  — aunque ellas ignorasen quién era él —  a todas las  bellas amigas deErnesto.

Se arriesgó más tarde a ir los domingos a la misa más concurrida o las noches de moda aalgún teatro; o a las veladas del Plaza.78

Pero hasta ahora no había pasado Chicho en sus relaciones con las muchachas de sociedad,de los saludos y las sonrisas a larga distancia. Y él no podía conformarse con esto. Necesitabatratarlas, visitar sus casas, salir a paseo con ellas. Y acudió, como acudía siempre en todos loscasos graves a su bueno y complaciente amigo Ernesto, para el que empezó entonces una serieinacabable de presentaciones. Cuando se encontraban con algunas muchachas amigas deErnesto, Chicho se le acercaba a éste y dándole un tirón en un brazo le decía: «Preséntamelas».Y Ernesto, siempre bondadoso, se las presentaba.

Quiso luego visitar a las señoritas que ya conocía. Y Ernesto lo acompañó también a las primeras visitas. Después fue él solo. Y como su conversación era bastante aburrida, leocurrieron lances realmente cómicos que sus nuevas amigas se encargaron de propagar. En unacasa, cansados ya de tanta lata, cada vez que iba, tocaban la pianola; en otra, siempre quellegaba, salía la mamá diciéndole que las niñas se habían acostado ya porque se sentían algoindispuestas; en aquélla, lo sentaban en algún sillón roto para que al ir a mecerse, cayese alsuelo. Pero él seguía impertérrito hacia adelante su carrera social, importándole poco losdesaires de sus amigas, y las bromas de sus amigos.

Y Chicho iba progresando cada vez más. La lista, que desde los primeros tiempos de su vidasocial empezó a llevar de las amigas que iba adquiriendo, era ya bastante numerosa. No dejaba pasar ninguna mañana sin leer detenidamente en las Crónicas Sociales las fiestas del día, a lasque procuraba siempre asistir. Y ya su nombre había salido varias veces en letras de molde. Loscronistas contaban a menudo que «el conocido» o «el simpático» joven Chicho Olalla seencontraba en tal o cual baile u otra fiesta, o paseaba del brazo por los salones a la espiritualCusita ZZ.

Jugó al tennis; aprendió a bailar el one sep, two-step, hesitation, y hasta el tango, aunquedonde estaba más en carácter era en el turkey-trot; fue a las Playas, paseó varias veces entranvía por la ciudad; asistió a algunas excursiones a la Cabaña,79  La Tropical 80 y otros sitioscampestres; fue a fiestas oficiales y gratuitas y hasta a un baile en Palacio...81

Como complemento de su carrera, Chicho se había aprendido de memoria varias frases y palabras francesas, que citaba frecuentemente aunque no vinieran al caso ni él supiera lo quesignificaban, palabras que llevaba siempre apuntadas en su libreta para poder consultarlas encaso necesario. Por otra parte su conversación no podía ser más insustancial y vacía. Con susamigos no hablaba de otra cosa que de: «Si había visto a Fulanita» o «como estaba vestida laseñorita X» o «si mañana era el santo de Z»; y con sus amigas no salía nunca de ese repertorioque suelen usar los jóvenes tontos de: «qué linda estás hoy, qué calor hace» etc., etc.

El día se lo pasaba en su oficina. Por las tardes solía llamar por teléfono a sus amigas, antesde salir a dar una vuelta por Obispo o Prado. Pero por las noches era cuando se encontraba másen carácter.

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Vestido siempre con trajes de colores llamativos, el pantalón muy ceñido, la americana cortay entallada; el sombrero echado hacia atrás y metido hasta las orejas; una cañita en su diestra;tal podía contemplarse a Chicho, luciendo orgulloso en los cines su figura irresistible, sus«andares» que según él hacían furor, y repartiendo satisfecho sonrisas y miradas entre susamigas y conocidas. Se consideraba entonces el más feliz de los mortales. Y en cada una de esas

veladas de moda  — azules o rosas —   añadía a los ya adquiridos,  nuevas conquistas y nuevostriunfos. Y rara era la noche que al retirarse a su casa, no se figuraba llevar ensartados en lasanchas cintas negras de sus gafas, media docena de corazones femeninos, trofeo, el más gloriosoque pudiera apetecer un Don Juan Moderno. 

 ———————  

Cupido, ese loco chiquillo que a veces, cuando más desprevenidos nos encontramos, noslanza sus dardos envenenados, hirió a su vez el tierno corazón de Chicho Olalla, que se enamorórendidamente de Cusita Martínez, antigua novia y amiga íntima de Ernesto Cortadas. Temerosaaquélla, que pasaba ya de los 26 abriles, de quedarse  para vestir santos, aceptó los galanteos deChicho, y, después de unos cortos amores, «sellaron ante el Dios de los altares las promesas que

tiempo ha se hicieran sus apasionados corazones».

 ———————  

El primer impulso de Chicho al enterarse que Cusita le era infiel, le faltaba con su amigoErnesto, fue dirigirse inmediatamente a casa de éste, ya que no para pedirle, como otras tantasveces, consejo y dirección, al menos, para oír de sus labios la verdad de lo sucedido.

 — Parece increíble, Ernesto — le dijo, medio lloroso, una vez en presencia suya — , que tú, miamigo del alma, tú que me presentaste en sociedad, tú, mi mejor compañero, mi mentor, mehayas engañado de esa manera... ¿qué has hecho? — Pues, muy sencillo  — le contestó Ernesto.  — ¿No fue la obsesión de toda tu vida el ser un

 joven de sociedad? Y ¿no estuve yo siempre dispuesto y contribuí a que vieras satisfechos tusanhelos, tus deseos? Eras ya un joven de sociedad. No te faltaba más que la apoteosis. Y me creíel llamado a proporcionártela. Y te la he proporcionado también... ¿De qué te quejas?...

Una coqueta

A los doce años menos veinte días tuvo María Luisa su primer novio: un pollito, un fiñe «de areal y medio», como ella le llamaba, hermano de una amiga y compañera de colegio, el que,después de haberle paseado la calle varias veces vendiéndole listas, le declaró su amor,«inmenso e inmutable» en una carta copiada con bastante buena letra y no muchas faltas deortografía de El Secretario de los Amantes. Pero esas relaciones no duraron más que un mes. Yun segundo galán sustituyó inmediatamente al primero. De entonces a la fecha ni ella mismarecuerda los novios que ha tenido.

Acostumbrada desde su niñez a jugar, no ya a las muñecas, como suelen hacer la generalidadde las niñas sino «a los muñecos» o mejor dicho, con muñecos, ha pasado su juventud comoesas locas y alegres mariposas que van volando sin cesar de flor en flor.

Muy tarde se levanta María Luisa, y en su toilette mañanera emplea por lo menos dos o treshoras; tiempo bien escaso si se tiene en cuenta los mil y un detalles que requiere el arreglo yadorno de su belleza. Después del baño, largo y voluptuoso, tiene que refrescar el cutis con lacrema nevada, arreglarse las uñas, rizarse el cabello, bien con las tenazas o cogiéndose varios

 papelillos  y moñitos  darse un poco de colorete... y por último, luego que se ha contemplado

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varias veces en el espejo, su más fiel consejero y amigo, satisfecha de sus encantos, se encuentraentonces en disposición de almorzar.

Al medio día se dirige a las tiendas... a charlar un rato con los dependientes de engomados bigotes, de los que logra, a cambio de sonrisas y miradas, llevarse algo más baratas laschucherías que, después de revolver todo el establecimiento, se decide a comprar... al fiado. Por

las tardes va, si es día de retreta, al Malecón y por las noches, al Malecón también o a algún cineo teatro, o de visitas.

Pero si hay baile en alguno de los Centros Regionales o reunión bailable en casa de algunaamiga, entonces María Luisa lo deja por asistir a uno de ellos; que es el baile su única y grande pasión, y el salón o la modesta sala donde éste se celebra, el mejor escenario para susconquistas. Y da gusto verla cómo se multiplica, sin darse punto de reposo, yendo de un lado para otro, hablando con este joven, sonriéndole a aquél o dirigiéndole al de más allá una miradaenvenenadora. Y cuando la orquesta «de primera de Fulanito» o el piano... o el fonógrafo dejaoír sus notas iniciales, ¡con qué entusiasmo y deleite se entrega, en los brazos de uno de sus

tantos admiradores, a las dulces cadencias del vals o del fox-trot  o a las voluptuosas y gemidorasdel danzón, nuestra danza nacional, a la que profesa María Luisa un culto ¡casi sagrado! Y ella,que además de sentir y comprender, como buena criolla, esta música acariciadora y lánguida,que parece llevar envuelta en sus notas todo el sabor de nuestra tierra, ella que es también,repito, una  pluma bailando, sabe llevar, como ninguna, el compás con el cuerpo y pies,obedeciendo instantáneamente lo que con sus voces agudas y vibrantes le dice primero elclarinete y le repiten después los violines y el contrabajo, y por último, los timbales, ya sonoros  y graves, ya alegres y estrepitosos...

¡Quién diría que esta niña, que pone toda el alma cuando baila un danzón, es una mujerfrívola e insensible, incapaz de amar a ningún hombre! Deseosa de verse obsequiada por todos, para todos tiene palabras de halago, de seducción y de esperanza; juega con los hombres como

el gato con el ratoncillo. Donde quiera que va siempre la sigue una corte de adoradores, a losque ella, con el atractivo irresistible de sus encantos y sus gracias, tiene siempre rendidos deamor a sus pies; y cada uno se cree el elegido, pero en realidad no lo es ninguno.

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Coqueta, por naturaleza y por cálculo, atrae a los hombres y procura que se enamoren deella, por el placer de dejarlos después. Y no respeta nada ni a nadie. A sus amigas les arrebata,únicamente por el gusto de quitárselos, sus novios o enamorados.

Su mayor desgracia sería pasar desapercibida, que no se ocupasen de ella.Por eso procura constantemente en cualquier sitio en que esté, y está siempre en todas partes,

llamar la atención. Y para lograrlo, apela a sus trajes, copiados exageradamente del últimofigurín, y a su manera de hablar y de reírse o pone en juego sus ojos vivarachos y provocadoresy, sobre todo, su sonrisa, esa eterna sonrisa insinuante y burlona, que tantas víctimas haocasionado.

Si toda mujer posee en mayor o menor escala, la facultad de fingir sus sentimientos, MaríaLuisa es en esto una artista consumada. Y ¡cuántos han pretendido en vano interrogar el corazónde esta niña esfinge! ¿Será que esta mujer insensible no tiene corazón? Yo me inclino a creerque sí, pero que si del suyo hiciésemos, como hizo Addison con el de otra coqueta, unadisección, encontraríamos que en su cubierta exterior presenta millones de pequeñas heridas,ninguna de las cuales penetra en el interior por ser su pericardium sumamente duro, frío yresbaloso; y examinándolo, interiormente hallaríamos sin duda multitud de cavidades rellenas

de toda clase de bagatelas y principalmente de humo, e impresas en las paredes de dichascavidades, aunque muy borrosamente por encontrarse superpuestas unas sobre otras, lasimágenes invertidas de cerca de dos millones de hombres. A pesar de todo esto no creo que podrá encontrarse una balanza suficientemente sensible para averiguar el peso de este corazón,tan ligero es.

María Luisa, como todas las coquetas es una anormal. Ella posee idénticos defectos que lasdemás mujeres pero llevados a su grado máximo, exagerados extraordinariamente. Así, es fría,caprichosa, egoísta... ¿A qué debemos atribuir esto? Yo, después de estudiar detenidamente lamateria y consultarme con eminencias científicas y peritosas en cuestiones amorosas, aunque hehallado opiniones muy varias y encontradas puedo afirmar, como lo más aceptable, que lacoquetería, cuando no se ha trasmitido por herencia, es el resultado de cierta enfermedad delcorazón, enfermedad que presenta como fenómenos particulares, además de los que ya indiqué,señalados por Addison, una notable alteración de esta víscera en su punta, que hace variar porcompleto todos y cada uno de sus movimientos y latidos.

Hay otros tratadistas que opinan, Schopenhauer y Renté  de Vales entre ellos, que lascoquetas no pueden calificarse de anormales, sino que, por el contrario, constituyen la únicaclase de mujeres completamente normales y que los defectos e irregularidades que nosotrosqueremos encontrar en ella no son sino las cualidades propias de toda mujer, pero en lascoquetas resaltan y llaman más la atención porque ellas se muestran siempre al descubierto, sincálculos ni hipocresías, como lo hacen las demás. Pero esta opinión no he querido aceptarla ysigo considerando a María Luisa como una enferma, como una anormal.¡Desgraciada de ella si logra curarse de su coquetería! Que he visto a más de una chiquilla, ayerfrívola, despreocupada, burlona, pizpireta, después de haber pasado su juventud dominandosiempre a los hombres, engañándolos y jugando con ellos, enamorarse un día locamente de unhombre que no la quiere ni le hace caso, y entonces terminar, la coqueta empedernida, sureinado, muriéndose de amor por un imposible...

Automovílogo

 — ¡Negra suerte la mía! —   clamaba, triste y afligido, a la vera de un camino, el automóvil protagonista de esta verídica narración. ¡Suerte mísera, a lo que me has hecho llegar en midesventura: a ser un pobre automóvil, igual a la última de las arañitas, o tal vez más infeliz que

ella; más desgraciado todavía que el peor de los arrastrapanzas aliados! 

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Aún recuerdo el día en que pisé, o, mejor dicho, rodé por vez primera tierra cubana. Hace yade esto muchos años. Me trajo de Francia, mi patria, un joven  sportsman que acababa deheredar de su padre cuantiosa fortuna. Durante varios meses lucimos ambos nuestro palmito«Prado arriba, Prado abajo»; y casi me atrevería a apostar, que era en mí en quien se fijabanmuchos ojos de esos que oí calificar de «glaucos y aterciopelados» a un señor, poeta según he

sabido, que me tomó la otra tarde para una carrera de la Calzada del Monte a  El   Fígaro. Y casitodas las conquistas que mi dueño se achacaba  — ¡líbreme Dios de inmodestias! —  eran hechas por mí. Y fui yo el que le di popularidad entre sus amigos y partido con las bellas. Por eso,cuando, obligados por acreedores y usureros, tuvo que venderme, aquel Don Juan, terrible yconquistador, pasó a ser un pobre buche, como se dice hoy día. ¡Ay del Tenorio si hubieratenido automóvil! ¿No conciben ustedes el auto del famoso  Burlador, esperando a Doña Inés ala puerta del convento? ¿Y no piensan que hubieran sido mucho más efectivos los famososversos del sofá dichos en un 40 H. P., a 200 kilómetros por hora?

De mi segundo dueño, un rico hacendado, banquero y capitalista que, al decir de sus

sirvientes, había hecho la fortuna como  garrotero de alto copete, son pocos los recuerdos quetengo.Fue aquélla una época plácida, pero monótona y aburrida, e impropia de mi naturaleza y

modo de ser; que en este siglo de la velocidad somos los autos los verdaderos y genuinosrepresentantes de nuestro tiempo. Filosofías aparte, puedo confesar que gocé lo infinito cuandome enteré que cambiaba de dueño.

Y, no quedaron defraudadas mis esperanzas, porque mi nuevo poseedor era una especie detorbellino. Con decir que pasé a manos de un político está dicho todo. Caí en sus  garras en plena campaña electoral, así es que lo ayudé con gran éxito a su reelección de representante,recorriendo diariamente la capital y los pueblos de la provincia para asistir ya a mítines ya a juntas o manifestaciones. Por último, me dediqué a transportar  forros a los colegios electoralesy, gracias a mí, alcanzó mayor cantidad de votos que sus correligionarios. Aprendí con él todasy cada una de las artimañas de la política, y si hoy día no estuviera yo viejo y cansado, a político

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me metería, con la certeza de conseguir en seguida aunque no fueran más que unas cuantasbotellas... para ir tirando.

El político de marras me vendió en el doble de mi valor a un Secretario de Despacho en laépoca migueliana,*  no sé de qué cartera, aunque creo que el mismo papel hubiera hecho entodas... un papel muy desairado. Iba yo entonces todos los días a Palacio y allí me codeaba con

lo más distinguido de mi clase, si no por el nacimiento, al menos por la posición que ocupaban.  Conocí secretos de Estado y aprendí lo fácil que es gobernar, teniendo la manga o la capota, quediríamos en nuestro caló, un poco ancha. Para mí no existían entonces ni ordenanzas nireglamentos de tráfico; todo lo atropellábamos sin temor, pues los vigilantes se limitaban acuadrarse y saludarnos militar y servilmente. Que todo se puede en este mundo cuando unotiene influencia y ocupa puestos elevados. Si sigo con el Secretario, hubiera llegado a darcredenciales y hasta sinecuras.

Pero cambié otra vez de dueño y otras mil.

*  Se refiere a la época en que fue presidente de Cuba José Miguel Gómez (1909-1913).

Recuerdo que pertenecía después a otros muchos tipos y personajes. Un médico y marinonavo-terrestre; un magistrado con más  fachada que ciencia y talento; un marqués tenorio, quecomo dijo el poeta, pudo haber cambiado su escudo por este más adecuado: «campo de plata ydos zorras trepantes a un alcornoque»; el director de un gran rotativo; una viuda rica que,aunque vieja, fea y con un cuerpo de esbeltez adiposa, tenía muchos rendidos adoradores...

Y por último — y tal es, de no ser trágica su muerte, el obligado final de un automóvil — , trasmil tumbos y hazañas no superados jamás por ningún otro caballero rodante, quedémetamorfoseado en automóvil de alquiler también, pero de plaza, primero de una categoría algomás elevada de los llamados de lujo o de la Acera y después, hoy, pesetero.

Y yo que he vivido en las altas clases sociales, puedo darme cuenta de mi actual tristísimacondición, tanto más dolorosa cuanto que mi suerte es rodar sin cesar, como aquel judío de laleyenda, porque el automóvil jamás muere; su destino es cambiar y renovarse constantemente, ysi hoy pierde una pieza, ésta es sustituida mañana por otra, y así, hasta el final de los tiempos, ano ser que venga el fuego liberador o alguna catástrofe inesperada que hagan ya imposible, elseguir aprovechándolo. Y todo esto, sufriendo invariablemente la torpeza y crueldad de susdueños y chauffeurs que siempre nos echan en cara lo que tan sólo se debe a su falta de pericia ode cuidado. Ya un ponche en plena carrera nos hace dar un salto que, por desgracia nuestra, noes mortal; ya el carburador que se cierra o un cilindro que falla; ya falta de aceite o de agua; yaotros mil contratiempos de los que sólo tiene la culpa el que nos maneja, pero de los cuales senos hace responsables únicos.

¡Cómo envidio a veces la suerte del caballo, cuidado y atendido cariñosamente por su dueño,mientras a nosotros se nos abandona en un rincón del garaje o de la cuadra!... Pero, ya es horade que termine, pues por ahí viene mi verdugo.¡Señor, Señor, de los malos dueños, de los chauffeurs ignorantes crueles, líbranos por siempre!¡Danos siquiera una Sociedad Protectora de Automóviles!

Los maridos que no salen de noche

El matrimonio es un problema eterno. Por los siglos de los siglos, se seguirá discutiendo ylibrándose, por hombres y mujeres, en pro y en contra, acaloradas polémicas que a veces,cuando se sostienen en pleno domicilio conyugal, terminan ruidosamente descompletándose lavajilla o rompiéndose alguna maceta o espejo.

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Un chistoso escritor cubano considera, en una de sus novelas, el matrimonio como unacombinación química en que el hombre desempeña el papel de cuerpo simple y la mujer el deácido. El nuevo producto se llama un casado.

El mismo autor, sin que le falte razón, y explicando la causa de las desgracias matrimoniales, piensa que la mejor caricatura de lo infinito es ver a dos seres de carne y hueso

comprometiéndose, muy formales, a adorarse eternamente; y llega, por último, a afirmar que para él la mejor prueba de que Jesucristo es Dios, es que no se casó; encontrando en estotambién, un formidable argumento contra la venerada institución, pues su mismo autor no quisosometerse a probarla, poco seguro, tal vez, del éxito de su invento. A Colón, vg., tampoco se leocurrió descubrir el Nuevo Mundo, sino hasta después de haber enviudado.

Una de las principales preocupaciones de la mujer, al casarse, es que su marido, fuera de lashoras de trabajo, no salga a la calle sin ella; y en esto hacen consistir, novias y esposas, lafelicidad del matrimonio.

De día, es natural que no esté en el home-sweet home; tiene que ir a buscar la plaza, y no haynada tan insoportable como un esposo cazuelero,  pegado constantemente a las faldas de su

mujer, metiéndose con los criados, recibiendo al lavandero o al chino de las verduras.Pero de noche, ¿para qué tienen los hombres casados que salir por la noche de su casa? Si

quieren ir al cine, al teatro o de paseo, ahí está su mujercita para acompañarlos.Basándose en este criterio, las esposas consideran a sus esposos malos o buenos maridos

según salgan o no solos, por las noches. —  Narciso es excelente, me quiere mucho: desde que nos casamos, y va para tres años,

todavía no ha salido ni una sola noche  — exclaman las señoras cuando hablan con sus amigas,contándose mutuas interioridades conyugales.

De recién casados, en plena luna de miel, los maridos son dóciles, cariñosos ycomplacientes. No se separan de su adorada mujercita. Éstas los llevan a todas partes, incluso avisitas, a presentarlos a sus amigas. Y es de ver la cara de infelices que ponen los buenos

esposos, ante la curiosa o inquisitiva mirada de las amigas de su mujer, o las latas yaburrimientos que soportan resignados en esas intolerables visitas de cumplido a que los lleva la

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esposa, para exhibirlos, como un objeto adquirido recientemente, ante las familias, amistadesantiguas de sus padres.

Y, ¿no se han fijado ustedes nunca en la fisonomía de un marido, de reciente bendición,cuando, yendo con su señora, en el teatro o en un tranvía, se les acerca un amigo de su esposa — desconocido para él —  a saludarlos y ella se lo presenta?

Son todas éstas las primeras pruebas que de novicio sufre un esposo; los primerosinconvenientes o drawbacks, como los llaman los ingleses, del matrimonio.Pero la novedad y el entusiasmo de los primeros días o semanas de esa cacareada luna de

miel que, a veces, sólo existe en las crónicas de los cronistas sociales, van disminuyendo.Entonces el hombre empieza a echar de menos su círculo o club , las reuniones con sus amigos,sus paseos, sus veladas nocturnas en el teatro o en el café y hasta las noches en que sentado convarios compañeros en un modesto banco del Prado o Parque Central ha visto pasar las horasdiscutiendo inocentemente de política o de mujeres: las dos, las tres... ¡qué noches ésas tansencillamente encantadoras!

Y, si a esto añadimos, que una tarde, un antiguo amigo y compañero de correrías, le dice alinfeliz marido  — «Chico, la que te pierdes por estar casado. Si vieras a una chiquita que me

 presentaron el otro día. ¡Colosal! Esta noche hay la gran parranda en su casa. Van Cecilio,Silvio, Paquito y Rodolfito».Entonces piensa, con el autor de las «ofélidas», que en el matrimonio «es innegable verdad

que él entra en esclavitud»...Esta noche, llega a su casa serio, contrariado; la comida le parece mala, la casa insoportable;

y tiene la primera discusión y pelea con su esposa.Desde entonces, no piensa ni le preocupa otra cosa que buscar la manera de poder salir por

las noches.Si es médico, enseguida encuentra un pretexto: un enfermo grave al que tiene que ir a visitar.

Algún amigo complaciente se encargará de llamarlo por teléfono. De ahí en adelante,menudearán los enfermos y, si es necesario, habrá verdadera epidemia. Conocemos un buenseñor, ginecólogo insigne, que todas las noches se ve obligado a asistir a alguna clienta. ¡Lo queha contribuido este Doctor al aumento de población!

A los abogados, no les es tan fácil, encontrar, dentro de su carrera, motivos para salir denoche.

En cambio, los políticos... ¡Qué útil y provechosa es la política, en estos casos! El mitin, lareunión, el comité, las visitas a los Jefes o personalidades del Partido... ¡oh, la patria! Hay quesalvar la patria!

Hay muchos esposos que, no sabiendo de qué echar mano, hasta matan a sus amigos, paraasistir al velorio... Pero este procedimiento es muy peligroso, pues, sabemos, que en más de uncaso, han resucitado los amigos y se ha descubierto la combinación.

Otros logran salir de noche con el consentimiento de sus esposas, pero solamente hasta las11 de la noche. Al oír sonar esta hora, tienen que dejar la tertulia, el club o el café, y partir precipitadamente hacia el domicilio conyugal. Y ¡ay de ellos si entran en su casa con unosminutos de retraso! Su mujer los espera con el reloj en la mano en lo alto de la escalera o cercade la puerta, para pedirles, airada y furiosa, explicaciones por la tardanza.

 — ¿Dónde ha estado Ud., caballerito? ¿Son éstas horas de venir a su casa?  — exclamairacunda la esposa. ¡Bien me lo decía mamá: no te cases con ese hombre, porque es un perdido yun correntón!

Algunas se dedican a oler a sus maridos o registrarle los bolsillos o los botones del saco ychaleco, por si se les ha quedado enredado algún cabello de mujer.

Hay esposas que son en su venganza terribles, verdaderamente crueles.Conocemos un caso curiosísimo. Es un matrimonio modesto de escasos recursos que vive en

una casa pequeña, en compañía de la mamá de él. Sólo hay dos cuartos, el de los esposos y el dela mamá.

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Cuando el infeliz marido llega algo tarde, la mujer, en castigo, se encierra en su cuarto y nolo deja entrar. Son inútiles los ruegos y las súplicas.

 — Pantaleoncito, ya sabes — se limita ella a decirle — , esta noche no entras; ¿quién te mandóa llegar tarde? Busca dónde dormir.

Y el infeliz Pantaleoncito, triste, afligido, no le queda más remedio que pasar la noche ¡en el

cuarto de su mamá!...¿Por qué se preocupan tanto las mujeres, de que sus esposos salgan de noche?Si supieran cuán inocentes son casi siempre estas salidas. Tertulias con los amigos, una

 partida en el Club , un paseo en automóvil, una tanda en el teatro...Una excelente dama, abuela ya, nos decía la otra tarde: —  No me explico por qué las señoras de hoy miran con tan malos ojos a sus esposos que

salen de noche. Antiguamente, vuestros bisabuelos, jamás salían después de la siete de la tarde.Por ese lado eran excelentes maridos. Pero a la hora de morir, solían dejar en el testamento unoo varios legados redactados en esta forma:

«A Fulanito, o Fulanita, joven o muchacha, de familia pobre, a quien yo protegía, tantos pesos, para que pueda atender a sus estudios y educación».

 — Eran obligaciones — me añadió la buena anciana —  contraídas de día...Señoras casadas que no dejáis salir a vuestros esposos por las noches, no seáis crueles.Dadles asueto, aunque no sea más que tres veces a la semana.

En cambio desconfiad de las aventuras diurnas. ¡Son las más peligrosas!En nuestro siglo las matinées imperan. Sobre todo ahora, que se está implantando la moda de lastandas vermouth.

Los buenos partidos

Hace algunos años, celebró un importante diario de esta ciudad, una original encuesta entre lasdamas habaneras, con el objeto de averiguar por qué se casaban las mujeres. Conservocuidadosamente todas las respuestas que se publicaron, porque ellas constituyen el más valiosodocumento que puede ofrecerse sobre la psicología del matrimonio. Entre más de quinientas,solamente tres o cuatro contestaron que las mujeres se casaban por amor. Todas las restantes,que formaban una mayoría abrumadora, sostenían que las hijas de Eva iban al altar: por amor ala institución misma, o por pasar de hijas de familia a señoras de su casa, o porque ese era su finy su destino, o por buscar quien las mantuviese cuando les faltasen sus padres, o por tener uneditor responsable, o por el embullo de los regalos y la casa nueva y el traje de bodas...

Como se ve, el amor quedó relegado a una excepción de la regla, a pesar de lo que digan,hipócritamente, las mamás y las niñas casaderas. No andaba, pues, tan equivocado ese viejorascarrabias y filósofo cruel tan odiado por las mujeres, que se llama Schopenhauer.

Los hechos, además, nos lo confirman hasta la evidencia.Hoy en día, apenas la niña cumple catorce años, se empiezan a hacer todos los preparativos

 para presentarla en sociedad oficialmente, pues, extra-oficialmente, desde los doce, asiste a todaclase de fiestas, da reuniones en su casa, tiene novios y ha sido por lo menos dama de honor dealguno de los doscientos mil certámenes de belleza, simpatía, gracia, etc., etc., que se celebranen nuestra capital todos los meses. (Hace medio siglo, las niñas no se dejaban ver, ni aún en lasfiestas de su casa, hasta después de haber cumplido los veinte años.)

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Desde esos catorce críticos, la mamá no piensa en otra cosa que en ir buscándole un buen partido a su hija, pues los noviecitos que hasta ahora le ha consentido, haciendo la vista gorda,eran tan sólo un entretenimiento propio de la edad. ¡Cosas de niños!

Ahora la situación varía. Hay que ir preocupándose seriamente en el porvenir.«Aprovéchense ahora, hijas mías — le he oído exclamar a una respetable mamá —  que su padrede ustedes ocupa un buen puesto, para que se vayan casando todas, porque después viene lamala y no hay quien se les arrime».

Y madre e hijas, convenientemente ataviadas según recursos, no perderán fiestas,diversiones, ni días de modas. Las crónicas se engalanarán diariamente con sus nombres, más omenos adjetivados. Es ése el período electoral de las niñas casaderas.

Hay que captarse los sufragios del pueblo.Entre los amigos más asiduos, la mamá, con ese ojo clínico que solamente tienen ellas para

tales circunstancias, se fijará en los que mayores garantías de buenos partidos ofrezcan paracada una de las hijas; y, entonces el problema se simplifica.

Levantada la pieza, todo es cuestión de buena puntería para cazarla.Hay que atraer a la víctima con arte y habilidad, halagarlo, conquistarlo. Los cronistas daránoportunamente el chismecito, preparado por la mamá, para ver el efecto que produce en el joven. Vendrán después las indirectas sobre la necesidad de formalizar el compromiso, loscuidados y cariños de la mamá con su futuro yerno, esas mil artimañas no recopiladas todavíaen obra alguna y que tal vez nosotros demos cualquier día a la publicidad, con el título de  El  arte de cazar marido.

Al fin, viene la petición oficial y por último, la boda... «Y después de cumplida su misión,dice la Biblia, satisfecho de su obra, descansó el Señor»...

Pero a nuestros lectores tal vez les interese saber a qué llaman las niñas casaderas y lasmamás un buen partido.

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En nuestra sociedad, un buen partido  es el marido ideal, soñado por las muchachas yambicionado por las mamás. Ahora, que los hay de muchas clases, según el gusto de lasconsumidoras.

Vamos a presentar varios de los más notables.Éste, es el joven hijo de familia distinguida, de esas que se imponen en cualquier fiesta a que

asisten, tan sólo por su apellido. Es un buen muchacho por el hecho de ser uno de los  Pérez de Zenón. Bachiller o empleado de algún Banco o casa de comercio, o abogado o ingeniero con$83.33 de sueldo, pasea siempre por los salones elegantes el  aire de familia... su único tesoro.Las muchachas y las mamás se lo disputan codiciosamente. ¿Sabéis lo que significa emparentarcon los Pérez de Zenón? ¿La concurrencia selecta y distinguidísima, lo mejor de La Habana,que asistirá a la boda? ¿Las relaciones y amistades que adquirirán? Es un candidato ideal, ungran partido. No tiene dinero, es verdad, pero nunca se morirá de hambre; siendo uno de losPérez de Zenón, se le han de abrir siempre todas las puertas.

Se prepara la boda, y viene la primera dificultad: el muchacho no puede poner casa, susentradas no se lo permiten. Pero todo se arregla. La mamá todo lo allana.

Los esposos irán a vivir en casa de la familia del novio o de la novia. Hoy es lo que está en

moda. Se contratan varios albañiles, que, por poco costo, amplían unos de los cuartos de la casao fabrican un cuarto alto, donde vivirán los esposos con todas las comodidades modernas, baño,servicio sanitario independiente, etc. «Los novios, dirán las crónicas, después de pasada la lunade miel, irán a ocupar un lujoso apartamento en casa de los padres de la novia».

Otro tipo de buen partido, es el joven que, de la mañana a la noche, se presenta en nuestrasociedad procedente ya del interior de la Isla o del extranjero, dueño de espléndida máquina,correctísimamente vestido por el último figurín, dejando ver su cartera repleta de billetes o su bolsa llena de oro. En seguida se da señal de «barco de gran calado a la vista». Mamás y niñasse preparan al ataque. Sin averiguar de dónde ha venido ni a dónde piensa ir, traban amistad conel joven, lo convidan a su casa, le aceptan obsequios, palcos en el teatro, paseos en automóvil.El joven se aprovecha, saca todo el partido que puede de las niñas y hasta de las mamás: da, sies necesario, palabra de matrimonio...

La comedia termina, ya burlándose el joven, descarada y justamente de las muchachas, yaresultando que es un aventurero, jugador y chantajista, que le lleva a sus futuros suegros unoscuantos miles de pesos que les pidió para invertirlos en algún fabuloso negocio, ya atrapando aalguna muchacha de dinero, que era lo que se proponía. Conozco el caso de un muchacho deestos que durante sus relaciones hizo grandes regalos a su novia, hija de un capitalista, regalosque con un módico interés le fió una casa de joyas, a cobrar cuando se casase. «Si usted no sellega a casar, le dijo el dueño del establecimiento, como la muchacha le ha de devolver losregalos, usted me entrega de nuevo las prendas y yo sólo le cobro el alquiler...»¡Oh los buenos partidos!

El Dios estómago

Voy a contaros un raro y extravagante sueño, acompañado de horrible pesadilla, que tuve días pasados. Fueron unas horas, no sé cuántas, horas que a mí me parecieron siglos, durante lascuales, preso de alta fiebre, me creí transportado a extraños países. Esas horas de subinconscien-cia en que el espíritu, desencarnándose en cierto modo de nuestro cuerpo, vive una vida llena desombras y de misterios, irreal, pero de la cual nos damos claramente cuenta; fenómeno algo parecido al que experimentara un enajenado, que, en pleno acceso de locura, se diera cuenta desu demencia, sin poder evitarla. Yo no sé cómo los médicos calificarán y juzgarán estosextravíos de la humana razón. Ni aún me atrevería a afirmar que es cierto todo lo que estoy

contando aunque yo creo haberlo experimentado.

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La fiebre me abrasaba y el cerebro parecía querer saltárseme del cráneo. Poco a poco y sinque perdiera del todo los sentidos, fui cayendo en un letargo profundo que me aislaba más ymás de la tierra, pero sin llegar a arrancarme nunca por completo de ella  —  pues me permitíadarme cuenta de mi inconciencia —  elevándome a otras regiones desconocidas y raras...

De repente, creí encontrarme en una enorme sala de disección. Sobre largas mesas se

hallaban tendidos hombres y mujeres de todas clases y condiciones, inmóviles, pero con todaslas apariencias de los seres vivos. Me fijé detenidamente en muchos de ellos y  — sobre este punto no estoy muy cierto —   me pareció conocer casi todos los rostros de estos extrañoscadáveres vivientes, prestos al sacrificio.

Manos invisibles, provistas de inmensos cuchillos, tijeras y bisturíes, empezaron a trabajarafanosamente, con esa prisa laboriosa y atenta del que se ve obligado a realizar un penoso

trabajo en el más breve espacio de tiempo posible.Con una rapidez inaudita, esas manos invisibles fueron abriendo todos aquellos cuerpos.El primero que fue viviseccionado era... (Líbreme Dios de citar nombres)... un respetable

señor, prohombre ilustre y padre de la patria. Abierto el cráneo en casquete, se encontró  — ¡ohhorror! —  completamente hueco, sin la menor cantidad de masa encefálica. Se procedió despuésa abrir también la cavidad toráxica, y, separados cuidadosamente los pulmones, carecía,asimismo, de corazón; las venas y arterias se unían entre sí, directamente. Después de muchotrabajo se pudo poner al descubierto la cavidad abdominal. Pude entonces presenciar el más raroespectáculo que he visto jamás. El estómago, de proporciones exageradas, invadía toda lacavidad a manera de inmenso globo. Hubo necesidad de abrir, a lo largo, todo el cuerpo para poder sacar esa víscera. Puesta sobre la mesa, no fueron suficientes los cuchillos, tijeras y

 bisturíes. Fue necesario que  — siempre manejada por esas manos invisibles —   se trajera unhacha, y, a recios golpes, se pusiera a descubierto el estómago. En la superficie libre de la

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mucosa, además de las vellosidades normales, había, mezclados y confundidos, los másextraños objetos: grandes cantidades de billetes de banco y monedas de oro, plata y níquel, bonos y títulos del Estado, credenciales en blanco de puestos imaginarios; cartas, proclamas y plataformas  —  bellas promesas de buen gobierno y honrada administración —   con numerosasentrelíneas, enmendaduras y tachaduras, que por el color de la tinta se veía estaban hechas

recientemente; declaraciones de honradez y patriotismo, que envolvían fajos de billetes o paquetes de monedas...Fue viviseccionado otro de los cuerpos. Como al anterior, se le encontró que carecía de

cerebro y corazón. Sólo tenía inmenso estómago. Dentro de él se hallaron $25.000 en monedasde oro, envueltas en varios papeles en los que se veían escritas con grandes letras las palabras«renuncia», «sacrificio», «desinterés»... y un acta de Representante.

Le tocó el turno después a un famoso moralista. No tenía corazón y el cerebro apareciódentro del estómago, revuelto con multitud de artículos en los que se censuraban vicios ycostumbres. En las glándulas gástricas se encontraron los recibos de las cantidades cobradas algobierno y diversas empresas por escribir esos trabajos de moral... estomacal.

Una bella joven, de tentadoras formas y rostro angelical, fue abierta en seguida.

Acordándome de Schopenhauer, me pareció natural que no tuviese cerebro. Era recién casada ycreí se le encontraría un hermoso corazón, pero quedé decepcionado por completo. Sólo tenía — 

¡todos lo mismo! —   estómago... Dentro de él, los azahares de una corona nupcial, prendasriquísimas y... hasta una casa y un automóvil...

Miles y miles de hombres y mujeres fueron diseccionados en mi presencia. Políticos, de losque siempre tienen en los labios las palabras patriotismo, honradez y consecuencia, y, de lamañana a la noche, se venden al mejor postor; desinteresados defensores del pueblo y de lademocracia, que medran y viven a su costa; periodistas, que hoy defienden unas doctrinas yunos hombres para atacarlas y combatirlos mañana, según corra el oro que mueve y guía suhonrada pluma; mujeres que venden — ante el altar  —  sus caricias, a cambio de un buen maridoque las sostenga con lujo y riqueza...; y todos ellos, en esa inmensa sala de disección que yo vien mi extravagante sueño, todos esos hombres y mujeres, sólo tenían estómago, enorme,insaciable estómago.

Y era el estómago el que había guiado y dirigido sus vidas, ya en el campo de la política y delos negocios, ya en el de las letras o el periodismo, ya en las relaciones privadas o sociales o dela amistad.

Recordé entonces las admirables palabras de un ilustre escritor hispanoamericano. Elestómago, dice Federico Proaño, «es el órgano del progreso. Alienta el genio más que el amor yla gloria. Elocuente en su manera de hablar, con una sola frase mueve al perezoso, impeliéndoleal trabajo y convence al más avaro de la necesidad de gastar, obligando a que los capitalesentren en circulación. El estómago, obra prodigios. Lo que el hombre no hace en virtud de susexigencias, ya no lo hará por ninguna cosa del mundo. ¡Quién como el estómago!»

Efectivamente, es el estómago el que guía y mueve a toda esa serie de políticos profesionales, que, encarnizadamente, luchan por alcanzar el poder, para gozar a sus anchas delas delicias del presupuesto, y una vez dueños de él, a él se agarran como el macao a su caracol.El estómago les grita; necesitan tenerlo contento y satisfecho. Nada les importa el corazón y elcerebro. Los tienen anestesiados. Si la patria se pierde, poco monta. ¡Sálvense los estómagos!

El estómago impulsa a comerciantes, industriales y bolsistas. Con tal que funcione bien y agusto este órgano sagrado, explotarán al pobre, venderán las tierras de su patria, provocarán unarevolución para hacer subir o bajar frutos y valores. ¡Sálvense los estómagos!

El estómago y no el corazón — ¡qué antigualla! —  aconseja a las mamás que quieran colocara sus hijas casaderas y a las muchachas que buscan y se venden, en ese inmenso mercado de lasociedad, al primer hombre que se presente, con tal que se convierta en marido. ¡Sálvense losestómagos!

El estómago es el punto de apoyo que necesitaba el sabio antiguo para levantar el mundo. Esel dios de nuestro siglo; nuestro becerro de oro. Por él se lucha, se mata y se muere. Los

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nipones, abriéndose el vientre en los campos de batalla, son muy atrasados y muy tontos. Nosotros, consagrando toda nuestra vida al culto y cuidado de nuestro estómago, sí somossabios y listos… 

 ———————  

Cuando ya, en aquélla inmensa sala de disección que vio mi loco desvarío no quedaba porviviseccionar cuerpo alguno, e iba a retirarme, tropecé, escondida en un rincón, con una infelizmuchachuela que, triste y afligida, lloraba a mares, románticamente, la ausencia de su novio quela había olvidado hacía varios años para casarse con una mujer de dinero. Las manos, aquellasimplacables manos invisibles, la colocaron sobre una mesa para viviseccionarla como a losdemás; y, lleno del asombro, pude ver, ¡milagro estupendo!, que aquella pobre niña románticaera ¡el único ser en el mundo que tenía corazón!...

Nuestros civilizados sportsmen

Claude Farrere, el famoso novelista francés, pintó en su admirable novela  Los Civilizados, eltipo del hombre de nuestra época, escéptico, egoísta, frívolo, amigo, como el viejo Ticiano o el

 Divino  Pietro Aretino, del placer y las mujeres hermosas; depravado a veces, pero siempreingenioso, inteligente y culto, que sintetiza toda la doctrina en esta fórmula del ingeniero Torral,uno de los protagonistas de la obra: «el máximun de goce, en el minimun de esfuerzo», o en estaotra máxima civilizada: «hay que parecer sabios de día y locos de noche».

Este tipo, que existe perfectamente caracterizado, en París, Londres, Madrid, Buenos Aires yotras grandes capitales modernas, no forma, entre nosotros, una clase única y especial, con susrasgos propios e inconfundibles, sino que se encuentra representado por individuos perte-necientes a los distintos grupos que componen esa abigarrada y heterogénea toda Habana a la

que nuestros cronistas sociales han dado en llamar «nuestro gran mundo» o «nuestro smart set»dentro de la cual viven y se confunden, en salones y teatros, y tienen su adjetivo y su  párrafoaparte en las Crónicas de Sociedad, desde la dama de rancia nobleza cubana, honorable por sucuna, por sus virtudes y por su educación, hasta la esposa del menestral de ayer y hoyimprovisado ricacho; desde la espiritual e ingenua muchacha, criada al calor de los más sanosejemplos y enseñanzas, hasta la dudosa consentidora, adaptación entre nosotros de la denmivierge francesa; y desde el banquero encopetado o el médico o abogado de renombre, hasta elempleadito de tres al cuarto o el botellero sin pudor o el audaz aventurero.

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Pero si nuestros  sportsmen no componen una clase única, tienen, sin embargo, ya pertenezcan a éste o a aquel grupo social, fisonomía y detalles idénticos, cierta marca de fábrica que nos permite reconocerlos a poco que los observemos.

Eso sí, si comparamos al civilizado criollo con el tipo-patrón inmortalizado por el autor de Las temporeras, salta a la vista del más miope la diferencia enorme que del uno al otro existe,de tal manera, que el nuestro parece una caricatura grotesca del que con su pluma prodigiosa pintara Farrere.

 Nuestros sportsmen son individuos, con más o menos dinero  — generalmente menos —  quesuelen vivir de algún puesto público o botella pública también; o acogidos al abrigo protector dealgún amigo rico; o de los conocidos a quienes pueden picar  o sablear  frecuentemente; o si sonchiquitos de casa rica, de la mesada que les pasan sus padres.

Se distinguen principalmente por estas cualidades: falta, casi absoluta, de inteligencia ycultura, desmedida afición a las bebidas espirituosas y a las bacanales, siempre que hayaespectadores que las presencien.

Son escandalosos por naturaleza: les preocupa, sobre todas las cosas, el llamar la atención,viven constantemente en escena. Necesitan hacer ruido, que se hable de ellos. Y si logran tenercosas, se consideran ya felices pues han llegado entonces al final de la carrera: estánconsagrados.

Suelen ser fanfarrones,  guapos, para usar la palabra criolla. Pero sus actos heroicos  sereducen, frecuentemente, a atropellar a algún infeliz cristalino, vejar y abusar de pobresmujerzuelas, o, en pleno estado báquico, acometer al vigilante de posta, arrancándole, comotrofeo, uno o dos botones de la guerrera; realizados, casi siempre, todos estos hechos cuando seencuentran en grupos, pues solos resultan perfectamente pacíficos e inofensivos. 

La indumentaria, no es, como para el verdadero civilizado o el  señorito bien, problema degran trascendencia. Las casas americanas, con sus trajes hechos, se encargan hoy de vestir y

equipar  a nuestros flamantes sportsmen. 

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Entre ellos, el dandy no existe, no hay que pensar en compararlos con las  sanguijuelas deAulo Gelio, ni los elegantes, contemporáneos de La Bruyere. La época de Jorge Brummel, elrey de los apuestos, está muy distante.

Todo lo que sea pensar les molesta. La literatura, el arte, las ciencias físicas o sociales, lascalifican de latas. Van al teatro, o a la conferencia, por ser vistos o por ver, o porque va la gente.

En sociedad carecen de los más elementales principios del ya anticuado Carreño, no es probable se les ocurra quitarse el sombrero o levantarse del asiento cuando hablan con unadama.

Al final de una comida elegante, los he visto desperezarse en presencia de sus amigas. En los bailes de etiqueta, cuando llega el momento del buffet , se dan a conocer de cuerpo entero.Libran verdaderas batallas campales por unos  sandwichs  o una copa de ponche. Y si hayensalada de pollo, ¡despídanse ustedes!

En cuestiones de amor y mujeres, acostumbrados al trato casi único de damas galantes de laúltima categoría, cuando tropiezan con señoras y señoritas, o se cortan y cogen monte, o son brutales y ordinarios con ellas.

Conquistadores, de palabras más que de hechos, ya que para serlo les falta una cualidad

indispensable, la reserva, conquistan no para ellos, sino para el público, procurando siempre,sobre todas las cosas, ser vistos con alguna mujer, aunque no sea más que atravesando una calleo conversando en una esquina, para poder después referir cínicamente a los amigos los detallesde su última conquista; así para los tales no hay esposa que deje de engañar a su marido, nimuchacha soltera que no sea una demi vierge. Pobre de la señora que les sonría en el teatro, o dela muchacha que sea un poco expresiva en el baile. Entrarán a formar parte en el número de susvíctimas. Y si hay alguna que rechace sus pretensiones, ellos en venganza, se encargarán dehacer pedazos su fama. ¡Qué no son únicamente viles, tontos y presuntuosos, sino cobardestambién!

En calles y paseos acosan, con frases de carretoneros, a las damas; las hacen ruborizar consus insolencias y hasta sus ademanes. Y, así, ultrajan uno y otro día a las pobres mujeres solas eindefensas. No se extralimitan cuando éstas van acompañadas por un caballero. Su valentía esasí. No se atreven con los hombres.

 —  No sabía que iba con un hombre  — fue la respuesta que dio uno de estos  sportsmen a unseñor que lo increpó y abofeteó por haber  piropeado  chulescamente a dos señoritas que élacompañaba.

¡Hermosa e ingenua declaración de infamia y cobardía!Los hay que buscan una heredera rica. Otros caen en las redes de la menos hábil mamá

casamentera que quiere colocar  a su hija o encontrarle un editor responsable, hasta con efectosretroactivos, si es necesario. Conozco uno, tan experto conquistador, que al año de casarse ydespués de endosarle un niño a su esposa, ésta se convirtió, de señora suya, en señora de todos.¡Y todavía presume este buen sujeto de Don Juan!

Parásitos de la sociedad, son útiles tan sólo para sostener las cantinas y barras.Lejos, de ser, como el marino Fierce, el médico Mevil y el ingeniero Torral, los tres

 protagonistas de la obra de Farrere, «sabios de día y locos de noche», nuestros  sportsmenresultan imbéciles de día y estúpidos de noche, y cobardes, ignorantes y tontos, siempre.Que de ellos a nuestro verdadero  sportsman, culto, fino, distinguido, elegante, correcto, hay lamisma diferencia que del día a la noche.

Motivos de carnaval. El reinado de Momo

Este año, ha vuelto el rebaño humano a obedecer sumiso a la rutinaria voz de la costumbre y de

los convencionalismos sociales.

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Y al arrancar del calendario la hoja que señala la fecha precisa e invariable, en que todos,olvidando penas y sinsabores, deben divertirse y engañarse a sí mismos, creyendo que engañana los demás, hombres y mujeres, con ese infantil e inconsciente alborozo de colegiales en horasde asueto, han abandonado sus trabajos, sus preocupaciones y sus intereses, para cambiar,durante unos días, por una tosca careta de cartón y un traje de colorines, la máscara y el disfraz

con que se cubren durante el resto del año, en la lucha por la vida.Pero, a pesar del entusiasmo y regocijo con que se vienen celebrando este año los carnavales,el reinado del Dios Momo está llamado a desaparecer por completo.

Y es lógico que esto suceda. Ha sido siempre el carnaval una fiesta de tendenciaseminentemente democráticas. De ahí, que adquiriese su mayor auge y esplendor en otras edades,cuando la división entre pobres y ricos, humildes y poderosos, era mucho más marcada que ennuestros días.

Entonces, gozaban aquellos codeándose con éstos, y el esclavo y el siervo se sentían felices

alternando con su dueño y señor. La careta igualaba a los hombres durante unos días.Hoy, confundidas casi por completo las distintas clases y castas en que antaño estabadividida nuestra sociedad, de esas demostraciones populares del carnaval apenas han idoquedando más que las comparsas y alguna que otra máscara aburrida; pues los paseos,quitándoles las serpentinas y los confetis, son idénticos a los de un domingo cualquiera, y si los bailes se ven concurridísimos sucede lo mismo en cualquier época del año.

Y las fiestas públicas, a tanto la entrada, que ahora se celebran en hoteles, cafés yestablecimientos, ya con el nombre de bailes venecianos o turcos o la denominación de días demoda azules, rojos o verdes, han roto al picuismo de nuestra llamada buena sociedad . 

Un empedernido bailador nos dijo... Noches pasadas nos encontramos en uno de los bailes del Teatro Nacional, con un amigo,

respetable señor que con arte y habilidad quiere disimular sus cincuenta muy cumplidos, bailador incansable y correntón por naturaleza y costumbre.

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 — Mire usted  — nos dijo —  el espectáculo que hoy ofrece Tacón.82 Es verdad que el teatroestá de bote en bote;  pero tal parece, si no fuera por la música, que se asiste a un velorio. Nirisas, ni bullicio, ni alegría franca y espontánea, que como dijo un poeta, nace del corazón. Las parejas bailan, se mueven, pero automáticamente: vienen a cumplir un deber, una obligaciónque el almanaque les impone.

¡Qué distintos estos bailes del Nacional de aquellos famosos bailes  — una de las diversionesmás típicas de nuestro antiguo y bullicioso carnaval —  que se celebraban en este mismo coliseo,cuando no era más que Teatro Tacón!

 — He alcanzado alguno — le contesto. — Pues si usted lo recuerda, comprenderá la exactitud de lo que afirmo. Entonces... el baile

está en su apogeo. Por el salón, decorado con guirnaldas, flores y luces, se mueven, gritan ycantan estrepitosamente, sin seguir apenas los alegres acordes de la orquesta, mil y mil parejasdisfrazadas con vistosos y llamativos trajes, en los que abundan los colores chillones, loscascabeles, las cintas. Vinos y licores corren en abundancia. En los palcos, se ven encumbradosy poderosos personajes y alguna que otra encopetada señora que asiste de incógnito; mientrasalegra los aires, sin mezcla de extranjeros y bárbaros bailables, el clásico y criollísimo danzón...

Perdóneme, amigo, pero estaba soñando. ¡Sueños de un viejo! — Que todavía tiene el corazón muy joven — me apresuro a añadirle. — Es verdad. La juventud de hoy cree que se divierte, pero se engaña. Su placer mayor está

en hacer ver a los demás que se divierte. Baila y se ríe para el público. Fíjese en aquel jovendisfrazado de apache. Procura llamar la atención de los que le rodean, busca las miradas de losconocidos, y cuando éstos no lo ven él los llama. De lo que menos se ocupa es de su compañera, buena moza en verdad.

 — ¡Oh eterno y empedernido tenorio! — Vuelva usted la vista hacia este lado. ¿Ve aquel señor? — ¿Quién? ¿ ... ? —  No sea indiscreto. Cállese el nombre. Es viejo ya. Pulcra y criollamente vestido con su

 blanco traje de dril y sus zapatos amarillos, pequeños y finos, no se ocupa de los demás; tan sóloatiende a la música y a su compañera. ¿Lo ve usted alegre y jovial? Apuesto cualquier cosa aque la mujer que con él está, no le cambiaría por ninguno de nuestros fatuos y sosos chiquitosde sociedad.

Un Don Juan... me tido en la piña. Nos llama entonces la atención una máscara que a través de su traje de  Don Juan Tenorio, 

deja adivinar, por su tipo fornido y tosco, a un hijo de Galicia, dedicado al comercio de víveresmás o menos finos. Recorre el salón a grandes pasos. El público empieza a burlarse de suestrafalaria figura y a tomarle el pelo. Después, apartándose de la algazara general, elenmascarado camina solo, lentamente, tropezando con todos. De repente se detiene; al buscaruna salida ha chocado contra un espejo. Vuelve a caminar, con la misma vacilación, con elmismo encogimiento, siempre indeciso… 

¿Quién es esa máscara? ¿Qué le pasa?¡Ah, lector!, es una máscara que se ha cortado, que está, como se dice vulgarmente metido

en la piña... que se da cuenta de que hace el ridículo... Es un personaje que no falta en ningunode nuestros bailes; ¿quién no lo conoce?

Generalmente suele ser un pobre diablo, de carácter tímido y apocado, que, por seguir lacorriente general, se disfraza también en los carnavales y, solo, se dirige a los bailes. No conocea nadie. Es incapaz de dar una broma. No tiene, pues, más remedio que dar vueltas y vueltas porel salón. Al principio todo marcha bien; pero llega un momento en que nuestro hombrecomprende el triste papel que está haciendo, ve que empieza a llamar la atención, que todos sefijan en él, y de él se burlan. Unos le gritan, otros le empujan... Nuestro hombre está ya perdido,un sudor frío cubre su cuerpo; la careta le ciega, le ahoga. Pide al cielo que la tierra se abra a sus pies y lo trague...

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Pocos momentos hay más desesperantes y angustiosos en la vida que cuando uno,conscientemente, hace el ridículo a la vista del público, donde todos lo ven y todos lo conocen; pero más desesperante resulta cuando, cubierto con un disfraz, sin que nadie lo conozca, «asolas con su conciencia», es uno mismo el que se ve en ridículo; convirtiéndose entonces, comodijo el poeta, en «confesor, juez y verdugo».

Se acoquinó después Don Juan y retiróse a un rincón, de donde vinieron a sacarle un grupode alegres muchachos de la Acera, que lo menos que con él hicieron fue mantearlo como al pobre Sancho...

Tal vez este Tenorio, al contarle a la mañana siguiente a los compañeros de tienda, susaventuras de la noche, les ponderaría:

 — ¡Cómo me he divertido!Dos máscaras interrumpieron nuestra charla. Eran dos mujeres descocadas y locas que

recorrían la sala rechazando a cuantos hombres pretendían bailar con ellas. De pronto, miamigo, más audaz y atrevido que los demás, se acercó a una y sujetándola por un brazo le dijosin vacilación:

 — Ven conmigo, vamos a bailar  — y uniendo la acción a las palabras enlazó su talle y se

 perdió entre las innúmeras parejas, no sin antes indicarme por señas, que hiciese lo mismo conla otra enmascarada.Le imité, y mientras me entregaba a las delicias del baile, iba pensando en aquella frase amargay cruel del filósofo francés: «La mujer admira y obedece siempre al que, además de seroportuno, es audaz y atrevido. En cambio, jamás le hará caso al hombre pusilánime y tímido».

Estudio psico-físico de la simulación femenina

Es un axioma expuesto por Schopenhauer, que todas las mujeres son simuladoras. La astucia, elfraude, el engaño y el disimulo forman parte de su ser. Por eso son maestras en el género.

De soltera, la mujer finge para conquistar novio; cuando lleva relaciones, para conservarlo;de casada, para engañar a su marido.

¡Perdón, bellas y encantadoras hijas de Eva! Yo no opino así de ustedes: ¡son cosas deSchopenhauer!

Enseñada desde muy pequeña la mujer a fingir, la simulación constituye para ella unasegunda naturaleza.

El arte, la mecánica y la industria les prestan todos su secretos, descubrimientos einvenciones.

¡Quién no conoce, en este sentido, los afeites, pinturas y coloretes, las caderas y senos postizos, los ahuecadores y rellenos para el pelo y pantorrillas?

 Nacida y criada únicamente para que el hombre cargue con ella y la mantenga y sea su editorresponsable, la mujer pone en juego desde niña, aumentándolos o supliéndolos cuando faltan,los encantos y atractivos propios de su sexo. Y si hasta ahora su simulación era casi siempredefensiva, hoy ha pasado a ser francamente ofensiva. Antes, las costumbres y la modaencerraban en el misterio las bellezas femeninas. En estos tiempos se han suprimido los velos y,lejos de ocultar, lo que se hace es ofrecer y aumentar todo aquello que, en redondeces, prominencias, curvas y turgencias, vuelve locos a jóvenes y viejos.

Al antiguo malacoff  y a las sayas que apenas dejaban entrever la punta de los zapatos, hansucedido las sayas de medio paso o de amplios y ligeros vuelos, que el menor soplo levanta yhace ondear majestuosa y satánicamente, cada día más cortas y más sumisas a los caprichos delcéfiro; aquellas gorgueras y complicados cuellos que ahogaban a nuestras abuelas, han sidosustituidos por los tentadores escotes y calados que la moda moderna ha introducido, abismo

atrayente, en el que tantos ¡ay! quisieran perderse y sepultarse.

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La simulación antigua era más sencilla y natural. Las mujeres, uniformemente, ocultaban porcompleto sus encantos hasta que, ya casadas, dejaban al marido abrir, sin que ya pudiesearrepentirse, esa caja de sorpresas, que a veces proporcionaba irreparables desengaños. Era el

fraude burdo, sin pizca de habilidad ni inteligencia.La simulación moderna marcha a la altura de los progresos y perfeccionamientos del siglo.Es atrevida y audaz. No oculta, sino enseña.

Como el comerciante presenta en sus escaparates y vidrieras, rodeándolos de una adecuadamisa en escena, sus productos, así las mujeres ofrecen ahora a la ávida y codiciosa mirada de losinfelices hombres, realzándolo y dándole forma, belleza y colorido, cuando la naturaleza no hasido pródiga, aquello que antes guardaban avaras. El hombre, cada día más exigente ycaprichoso, necesitaba otro cebo más efectivo, más seguro. Pero hoy, como ayer, resulta lavíctima y el engañado. Y aquellas delicias que casi tuvo al alcance de su mano, no son enmuchos casos otra cosa que admirables trabajos de mecánica, pintura, escultura, estuco yrelleno. ¡Oh progreso de la civilización contemporánea!

¡Qué distantes aquellos tiempos maravillosos de la Atenas incomparable de Pericles, en losque la mujer, sin velos, sin vestiduras, triunfaba en las fiestas y en los baños públicos! Queentonces Belleza y Verdad eran hermanas e iban de brazo siempre y a todas partes.

Si en lo físico la mujer realiza prodigios de simulación con el fin de pescar esposo, en lomoral, en la esfera de los sentimientos y las pasiones, es aún si cabe más consumada yhabilidosa artista.

Ya a los doce o trece años, la  pollita con pretensiones de señorita, asiste a bailes, teatros y paseos, donde empieza a poner en juego todos los resortes de la coquetería, hasta que lograconseguir un noviecito, no sin antes haberse hecho de rogar, aunque en el fondo se estáderritiendo por darle el sí.

Llega la época de las relaciones. Y, ¿qué son éstas sino la más habilidosa y ensayada

comedia? La novia disimula todos sus defectos, su carácter, modo de ser, sentimientos, etc.Finge estar locamente enamorada, ser chiqueona, expresiva, hacendosa, trabajadora, maestra en

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la dirección de la casa. Obsequia a su novio con dulces y platicos encargados en alguna dulcería, pero que ella dice hechos «por sus propias manos». Le enseña como obras suyas, trajes y bordados que confeccionó alguna amiga o costurera; halaga los gustos o caprichos de su novio...Toda esta comedia, representada con el único y exclusivo objeto de asegurar y conseguir que elnovio la lleve al altar o al juzgado. Después, una vez conseguido su objeto, la esposa puede ir

«sacando las uñas.» ¡Y cuántas no esperan para ello ni siquiera a que pasen las primerassemanas de la luna de miel!Pero esto no quiere decir que de casada la mujer no tenga que fingir. Al contrario, necesita

entonces aguzar su inteligencia y hacer valer toda su sangre fría para que el marido no sospecheni adivine sus combinaciones ni líos amorosos. Conozco el caso de una señora tan astuta que alllegar a su casa, después de una cita, se anticipó a decirle a su esposo:

 — ¡A que no te figuras de dónde vengo? — De dónde, hijita — le contestó éste. — Pues de casa de mi amante. — ¡Ay! ¡Qué graciosa! ¡Mira que eres ocurrente!Existe, así mismo, entre las mujeres otro aspecto muy curioso de simulación: el de aquellas,

solteras o casadas, que tratan de aparentar que son de reputación dudosa; niñas, que en susgestos, en sus modales, en su manera de hablar y de vestirse imitan a las demi-vierges; yseñoras , en el fondo respetables, que en su manera de  flirtear  y comportarse en sociedad tratande aparentar que engañan a diario a su confiados consortes.

El que una muchacha en edad de merecer se adorne y arregle para conseguir novio, o pondere, entre sus amigos apoyada por la afirmación de su mamá, los buenos partidos que hatenido, todo eso es natural; lo mismo hace el profesional y el comerciante cuando desean atraerclientes o marchantes.

Pero el que haya señoritas y señoras que siendo honradas, demuestren a diario, por suactuación social, lo que en realidad no son, revela una lamentable inconciencia o una refinada yno satisfecha perversidad.

Por último, cuando la mujer alcanza en estas materias el más alto grado de perfecciónartística y científica es cuando logra que su marido coopere con ella en la obra simuladora.

¿No habéis observado nunca en la mesa de un restaurant , o en el palco de un teatro, a los protagonistas de uno de esos triángulos matrimoniales?

Hablo del caso en que por estar el marido perfectamente identificado con la  figura geométrica, podríamos decir que el triángulo que forma en unión de su esposa y el amante esequiángulo y equilátero, de ángulos y lados iguales.Aquí la simulación consiste en aparentar los tres ante el público que cada uno le da careta a losotros dos. Se comportan con la mayor corrección, se guardan toda clase de respetos y hasta, parahacer alarde de civilización, cuando salen del restaurant o del teatro y toman un ford, el amanteayuda a subir a la señora, le abre la portezuela delantera al marido, y, después que éste se hasentado al lado del chauffeur, él, muy serio, muy correcto, se sienta junto a la amante esposa,que nunca como en este caso se puede decir es esposa... y amante.

¿Para qué sirve el matrimonio?

Y es el caso que el autor de este artículo, fiel y curioso observador de nuestras costumbres, tantoantiguas como contemporáneas, había, en vano, durante largos años — los mejores ¡ay! de su yaida juventud —   tratado de descubrir, ora revolviendo apolillados infolios, ora estudiandodirectamente hombres y mujeres de todos los pueblos y regiones de la tierra, para qué servía elmatrimonio; pues la solución de ese problema era, a su juicio, el punto de apoyo indispensable y

único sobre el que debían basarse las reformas y transformaciones necesarias demandadas,desde tiempo atrás, por nuestra sociedad.

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Y en esta ímproba tarea, y queriendo el autor ser en sus actos consecuente con su manera de pensar y no olvidando tampoco la sabia máxima de que un hombre prudente vale por dos,habían empezado ya a blanquear su cabeza múltiples y plateadas hebras, sin que hubiesegustado hasta entonces de la suprema e inefable felicidad que proporciona ver por las mañanas,en el home, sweet home, una esposa, despeinada, en camisa de dormir y zapatillas o la

confortable dicha de pasarse las noches de claro en claro, arrullando a un rorro, llorón ymajadero.Y es el caso, que por motivos que no son de contar, el autor en viajes de negocios, llegó un

 buen día al obscurecer, a la quieta y provinciana ciudad de Santa Clara en la República de Cuba.Una vez sacudido el polvo del camino y restablecidas las fuerzas en el menos malo de los

hoteles de la población, salió a la calle. La noche era estrellada, apacible y serena. Vagando sinrumbo fijo, llegó al parque principal. Lo circundan los más notables edificios de la ciudad: elGobierno de la Provincia, la Parroquia, el Teatro La Caridad, Bancos, el Liceo, etc.

Desde una elegante glorieta de moderna construcción, la Banda del Municipio, alegraba elespacio con las notas regocijadas y melodiosas de marchas y danzones. En bancos y sillascharlaban animadamente hombres de distintas clases y condiciones, reposando de las faenas deldía.

El autor se encuentra a un amigo, un simpático e inteligente abogado de la ciudad que bañael Bélico, el cual le presenta a dos encantadoras jóvenes, tipos de belleza tropical, sencillas ensu vestir, de grandes e inquietos ojos negros la una, de cuerpo esbelto y cimbreante la otra.

En la explicable curiosidad por conocer la vida y costumbres provincianas interroga a ambasmuchachas.

 —  Nuestra vida — le dice la de los bellos ojos —  es monótona y triste. Encerradas en nuestrohogar, sólo tenemos como diversiones las retretas semanales, la misa de los domingos, el cine o

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el teatro cuando algunos artistas se atreven a llegar hasta aquí y los bailes que se celebran en elLiceo o en el Casino.

 —  ¿Y el novio? —  ¡Ah! La que lleva relaciones, tiene por lo menos con quien conversar por las noches, ya

en la ventana o en la sala, bajo la vigilancia de la mamá.

 — Siempre la misma forma estúpida y ridícula de quererse hombres y mujeres. — Usted no sabe  — le pregunta entonces al autor su compañero —   ¿qué requisitos senecesitan, según un amigo mío para llevar relaciones?... Pues una vieja y dos sillones. ¿Qué le parece?

 —  No puede ser más gráfica la pintura. Y ustedes, encantadoras muchachas, por lo que veo,no tienen novio. ¿Verdad?

 —  No  — contesta una de ellas — ; yo tenía un enamorado, pero lo mandé a la Torre de laPastora.

 — ¿A la Torre de la Pastora? ¿Qué torre es ésa? — Perdóneme. No me acordaba que era usted forastero. De las cuatro iglesias que tenemos

en Santa Clara hay una, la de la Divina Pastora, que ofrece la particularidad de ostentar en lo

más alto del campanario una enorme bola en forma de calabaza, sobre la que se alza la pequeñacruz de hierro que corona el templo. ¿A qué se debe esto? Lo ignoro. Sólo puedo decirle quedesde tiempo inmemorial existe entre nosotras la costumbre que lleva visos de convertirse entradición, de que cuando una muchacha le quiere dar calabazas a un pretendiente lo manda quesuba a la torre de la Pastora. Allí podrá recoger el amargo, odiado y poco apetecible fruto.

 — Pero los hombres se vengan de nosotras — añade la otra joven —  colgando, de palabra, porsupuesto, a las que llegan a los veintiocho años sin encontrar marido, del tamarindo que crece junto a la iglesia del Carmen y marca el sitio donde se dijo la primera misa, allá por el año creoque de 1641. Es la guásima de las solteras. ¡Dios nos libre de ella!

 ———————  

La retreta había terminado. Los músicos se retiraron en correcta formación a los acordes deuna marcha. El autor y su amigo despidiéronse de tan simpáticas y bellas muchachas.

 — ¿Dónde vamos ahora? Quisiera conocer la vida que hace este pueblo de noche —  preguntael autor a su amigo.

 — ¿La vida? ¡La muerte!  — contesta éste — . Aquí a las diez de la noche todo el mundo estárecogido en sus casas. Después de esa hora es muy raro encontrar un trasnochador.

 — Pero ¡es insoportable esa vida! — Efectivamente. Y para hacerla más llevadera el único remedio que existe es el matrimonio.

Fíjese usted que todos los jóvenes que llegan a esta ciudad procedentes de La Habana, al año de permanecer aquí se han casado. No les queda otro recurso. ¡Qué van a hacer por las noches!

 — Realmente. Pero es asombroso  — exclamó el autor  — . He encontrado ya para qué sirve el

matrimonio. ¡quién lo diría!; para lo que yo menos hubiera podido figurarme; ¡para noaburrirse...! Ahora bien; aquí, en Santa Clara. En la Capital, es otra cosa y para ella me voy en el primer tren...Y el autor continúa viviendo en La Habana.

Niñas cursis: la beata

Pero, ¿en estos tiempos del cine, los teléfonos automáticos, las guaguas de dos pisos, el  fox, lassayas por encima de las rodillas y los escotes llegando a la cintura, existen mujeres jóvenes que

sean beatas?

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Tal será la pregunta que, sin duda, querrás hacerme lector o lectora, al leer el título queencabeza este artículo, porque no te explicas, seguramente, un contrasentido tan enorme ychocante, como es la existencia hoy en día, de niñas beatas. Y, sin embargo, aunque te parezcaimposible o raro, sí existen en nuestro siglo.

Ahora bien, para que se dé en nuestros tiempos una niña beata se requiere que concurran en

la misma alguna o todas de las siguientes circunstancias.1ra. Ser fea, y mientras más fea, más beata, fealdad de cara, y sobre todo de cuerpo. Es casiimposible que se dé el caso de una niña beata que tenga buenas formas; podrá tener el rostroagraciado y ser beata; pero la de curvas y turgencias tentadoras, ésa nunca lo será.

De esta premisa se deduce lógicamente que la causa primordial de la beatería en las jóveneses la imposibilidad en que se encuentran de conquistar a algún hombre. La mujer joven que seconsidera apetitosa y se ve deseada por los hombres, jamás se dedica a la beatería porque esta profesión en el fondo no es sino el último recurso a que apelan las mujeres jóvenes en sunecesidad de entregarse a alguien. Son despreciadas por los hombres, pues Dios en su infinita bondad y misericordia, las acogerá, piadoso. Si los hombres, a su paso, vuelven la cara, o no sedignan mirarlas, pues los curas y sacristanes se verán obligados a contemplarlas, quieran o no

quieran y, a veces, quieren, ¿cómo no?2da. Alguna decepción amorosa: este estado de beatería es transitorio, pues sólo dura eltiempo necesario para que vuelva el novio que la abandonó o aparezca uno nuevo.

3ra. Histerismo, neurastenia, etc. Es también transitorio. Desaparece la enfermedad,desaparece la beatería.

4ta. Camouflage para disimular, cuando ya se está llegando a ser solterona, el no tener novio.Se alega que no le gustan los hombres, o que son unos falsos y unos malvados, que solamenteen Dios y la religión está la verdadera felicidad de la mujer... Pero, si un tipo cualquiera, aunquetenga antecedentes penales o merezca ser expulsado por indeseable, se fija en ella y le hace elamor, ¡Adiós beatería, religión y curas! ¡Si os vi no me acuerdo!

Resumen: Sólo hay un tipo permanente de beata: la fea, y aun ésta lo será sólo mientras noexista un tipo desesperado de la suerte o coleccionistas de fenómenos o rarezas, que le diga algoy trate de conquistarla.

Sentadas estas premisas y su conclusión voy a describirte ahora, lector querido, una niña beata a la que llamaré Asunción.

Educada desde muy joven por unas hermanitas, religiosas de no recuerdo qué comunidad, pasó su niñez, consagrada por completo a los rezos y devociones piadosas.

Al salir del colegio, fue a vivir con una tía suya, beata solterona, en cuya casa continuó lamisma vida mística de antes.

Muy de mañana, sin haber aclarado aún por completo, se dirige Asunción a la iglesia, vestidacon sencillo traje negro sin adornos de ninguna clase, cubierta la cabeza con un velo y llevandoen las manos dos o tres libros de misa y un rosario. Su andar es tranquilo, reposado; la vistasiempre fija en el suelo; parca en el hablar; moderada en sus modales; por su carácter huraño y poco expansivo parece siempre como molesta consigo misma y con sus semejantes.

Una vez en la iglesia se coloca muy cerca del presbiterio, y allí, de rodillas, oye dos o tresmisas. Antes de salir se dirige a la sacristía, donde tiene un rato de charla y murmuración con elcura y sacristán o con algunas amigas, beatas como ella.

El resto del día lo dedica ya a asistir a las juntas de las varias congregaciones a que perteneceo a las novenas o sermones que se celebren o bien se queda en su casa para entregarse a alguna práctica piadosa.

Su cuarto, muy modestamente amueblado, no contiene más que una cama de madera, variassillas, un reclinatorio, numerosos cuadros y estampas de santos, dos pilas de agua bendita y unestante con varios volúmenes: el  Año Cristiano, la  Imitación de Cristo, los  Ejercicios

 Espirituales  de S. Ignacio de Loyola, el Camino de Perfección, las  Meditaciones  del P. LaPuente, la Introducción a la vida devota de S. Francisco de Sales, Compendio de Perfección delP. Rodríguez, Diferencia entre lo temporal y lo eterno del P. Nieremberg, Guía de Pecadores de

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Fray Luis de Granada y Verdades Eternas del P. Rodríguez. Fuera de esas obras sólo le inspiranconfianza, aquellas que ostentan en su portada, la consabida frase de «Con permiso de laautoridad Eclesiástica»; y en cuanto a periódicos no lee más que uno: el Diario de la Marina.

Confiesa y comulga varias veces a la semana; y el día del santo de su Padre confesor, leregala algún dulce o un roquete o casulla hechos por ella.

Indiferente para las «cosas del mundo», como ella las llama, se apasiona y exalta en gradosumo con las «cosas del cielo».Es exagerada en sus devociones, «se come a los Santos», como vulgarmente se dice. A las

estampas, cuadros y estatuas, les ruega y habla, los adora, como si en vez de ser imágenes,tuviesen existencia real. Y los curas, especialmente su confesor, son, para ella, seresextraordinarios a los que también profesa íntima devoción.

¿A qué se debe todo esto?A que en Asunción esa necesidad, imperiosa y avasalladora que sienten las mujeres al llegar

a la pubertad, de amar, no ha podido desarrollarse en debida forma, normalmente.Y ese amor, que de ser otro el género de vida que llevase, se hubiera dirigido a un hombre,

ella le ha puesto todo entero en las cosas y en los seres que le rodean: en los santos y en los

curas.Pero Asunción no llegará en su desequilibrio amoroso a los extremos lamentables a quesuelen llegar muchas beatas.Ella, o terminará sus días en un convento de Monjas, o encauzará en debida forma su pasión,amando — locamente —  a un hombre, o, de no realizarse ninguno de estos dos extremos, pasaráentonces, lo que sí es lamentable, de niña beata a beata solterona, tipo del que tal vez me ocupeotro día.

Notas

1 Nacido en 1881 es sin dudas una de las figuras científicas de mayor trascendencia deAmérica Latina y el más grande etnólogo y antropólogo que ha producido nuestro país. Deahí que se le haya otorgado el meritorio calificativo de el tercer descubridor de Cuba. Fuemiembro de la Sociedad Económica de Amigos del País desde 1907 y su director de 1923 a1932. Miembro de la Academia de la Historia desde su fundación hasta 1933. En su larga yfructífera vida que dedicó no sólo a la etnología, sino que abarcó también las ramas de lasociología, lingüística, musicología, jurisprudencia y crítica, publicó más de cien títulos,entre los que podemos citar:  Hampa afro-cubana, apuntes para un estudio criminal: Losnegros brujos (1906);  Los mambises italianos (1909); Entre cubanos (1914); Contrapunteocubano del tabaco y el azúcar (1940); El engaño de las razas (1946); Historia de una peleacubana contra los demonios  (1959). Escribió un sinnúmero de artículos para diversas publicaciones periódicas y fue fundador y/o director de algunas de ellas, como:  Revista Bimestre Cubana; creó y formó parte de las instituciones: Sociedad del Folklore Cubano(1923); Institución Hispanocubano de Cultura (1926); Instituto Panamericano de Geografía(1928); Sociedad de Estudios Afrocubanos (1937); Institución Internacional de EstudiosAfroamericanos (1943) y el Instituto Cultural Cubano-Soviético (1945). Falleció en 1969.

2 Nació en 1891. Graduado en la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling, en 1945.Realizó estudios de ciencia municipal y urbanismo así como de investigación histórica. Fue jefe de distintos departamentos de la Administración Municipal de La Habana. Perteneció,entre otras organizaciones, a la Sociedad de Estudios Afrocubanos  y a la  Academia de la

 Historia de Cuba. Su obra  Política continental americana de España en Cuba, 1812-1830,recibió el Premio Municipal Histórico de 1947. Dirigió los Cuadernos del    Instituto

 Interamericano de Historia Municipal . Compiló y publicó los documentos existentes en elArchivo Nacional para las historias de Haití (1954), Venezuela (1960) y México (1961). A

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 partir de 1970 participó en comisiones de la UNESCO dedicadas al estudio de África. Sedesempeñó como profesor de historia del Instituto Pedagógico de la Universidad de LaHabana, e investigador, desde 1962, del Instituto de Historia de Cuba. 

3 Fundada en 1919 por Oscar H. Massaguer, esta publicación cuenta con una trayectoria queva desde ser una revista fundamentalmente artístico-literaria, hasta convertirse en una de las

más leídas del país. Fue el primer semanario impreso en fotolito sistema offset . Abarcó, entreotros temas, arte, literatura, ciencia, política y deportes. Publicó a los mejores cuentistascubanos y norteamericanos.

4 Aparece esta revista el 15 de mayo de 1913. Publicó trabajos literarios, históricos, de artes plásticas, cuentos y poemas, todos aparecidos a través de sus diferentes secciones: «ParnasoCubano», «Rasgos y Rasguños», «Siluetas Patrias» y «Acotaciones Literarias». Sonimportantes sus artículos de fondo, que abordaron los problemas cubanos de mayoractualidad, tanto políticos y sociales como científicos y literarios. Conocidos intelectualescubanos colaboraron en sus páginas: Fernando Ortiz, Rafael Montoro, Fray Candil, Varona,Dulce María Borrero, entre otros. Emilio Roig de Leuchsenring fue su jefe de redacciónentre los números 18 y 95. Los trabajos por él presentados, fueron considerados entonces

como «amenos e interesantes». Gráfico  le dio un aspecto nuevo a la revista semanal,imitación de algunas publicaciones americanas del mismo tipo. Tuvo un gran éxito y prolongó su vida hasta 1922.

5 Nacido en Matanzas en 1889, este dibujante y comunicador social, se hizo de un estilo  sui generis dentro de la caricatura, imprimiéndole a ésta un matiz artístico que la realza entre sussimilares. Caricaturizó a las personalidades más importantes de la política y el arte de sutiempo. Su caricatura «El doble nueve» fue la más famosa de la Segunda Guerra Mundial.Importantes diarios y revistas cubanos de la época como  El Fígaro,  Bohemia, El Mundo, ylas extranjeras Life, Vanity Fair… fueron testigos de su especial habilidad para la caricaturafotográfica. En 1921, creó los Salones de Humoristas. Destaca su labor editorial comofundador de las revistas Gráfico  y Social , además de haber sido Director Artístico enCarteles. Falleció en La Habana en 1965.

6 Considerada en su momento como la mejor revista de América Latina, Social fue lo que sufundador, el caricaturista Conrado W. Massaguer, se propuso: un álbum lujoso,rememorativo de todos los acontecimientos de la aristocracia y demostración de exquisitogusto y admirable presentación tipográfica. Fue la primera publicación, en la técnicatipográfica, realizada por entero mediante el procedimiento off set , lo que constituía unarevolución no sólo en Cuba sino en el resto del mundo. Poseía un amplio contenido:arquitectura cubana, deportes, decoración interior, moda, literatura, música, ópera, ballet,reseñas de eventos sociales, artes plásticas y cine. La caricatura, el dibujo, el cartel y lafotografía desempeñaron, también, un papel importante. Durante su primera etapa (1916 – 

1933);  — la más fecunda —   se hizo portavoz de la modernidad en Cuba, al ser suscolaboradores los artistas nacionales y extranjeros más importantes del momento. Al GrupoMinorista debe también Social   su auge artístico y literario. La segunda y última etapacomprendió de (1935-[1938]).

7 Este hispanista cubano nació en 1892, en Santa María del Rosario, La Habana. Erudito enhistoria colonial y especialista en literatura, fue director de Cultura de la Secretaría deEducación (1934-44) lo que le propició la fundación de la  Revista Cubana  y de losCuadernos de Cultura. Entre sus obras más importantes están:  Ensayos de la literaturacubana (1922),  Estudios hereditarios  (1939),  La poesía de Martí y lo popular hispánico (1954), Los días cubanos de Menéndez Pidal  (1961). Falleció en 1969.

8 Denominada así en honor de Don Félix de Acosta y Riaza, regidor que se distinguió duranteel sitio de La Habana por los ingleses, y que tenía su residencia en esta calle.

9 Fundado a fines del siglo XVII para refugio de convalecientes, desde 1704 es ocupado por los padres belemitas, quienes continuaron la atención a enfermos y abrieron luego una escuelagratuita para 500 niños. En 1842, el gobierno español tomó el edificio para oficinas; pero en

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1854 lo entregaron a los jesuitas que ubicaron allí su colegio, hasta que en 1925 setrasladaron a un nuevo edificio en Marianao que, actualmente, es sede del Instituto TécnicoMilitar José Martí.

10 José María de la Torre atribuye el origen de esta calle a que acostumbraba frecuentarla ensus paseos el obispo Don Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, que vivía en la calle de Los

Oficios número 94, donde murió. Pero Manuel Pérez Beato afirma que es más antigua lacausa, y que se debe a que el obispo Fray Jerónimo de Lara vivía por los años de 1641 enesta calle, esquina a la de Compostela. Se llamó antes Del Obispo.

11 Comenzó como una revista fundamentalmente deportiva, pero poco a poco la literatura fueampliando su espacio hasta cubrir casi por completo sus páginas. Dirigida a la burguesía, las principales actividades de la misma quedaron reflejadas en crónicas sociales y en numerososgrabados, ilustraciones y fotografías que insertaba. Pero lo que le dio todo su valor ytrascendencia fue el aspecto literario, fundamentalmente su adscripción al Modernismo,movimiento literario más avanzado que se desarrollaba cuando salió a la luz en 1885 esta publicación que se mantuvo en una primera etapa hasta 1933, y luego de diez años sin salir,volvió a editarse en 1943. No se conoce con precisión la fecha en que se dejó de imprimir.

12 Nacida en Puerto Príncipe en 1814, es considerada como una de las voces más auténticas delromanticismo hispano y precursora del feminismo moderno. Escribió poesía, novela y teatro.Su compromiso social se hace patente en Sab, la primera novela antiesclavista de las letrasespañolas. En 1836 sale de Cuba para asentarse con su familia en La Coruña, Galicia. Luegose traslada, en 1838, a Sevilla. Por entonces, comienza a publicar en revistas y periódicos, yen 1840 estrena su primer drama:  Leoncia.  Ese mismo año se instala en Madrid. Ennoviembre de 1859 regresa junto a su segundo esposo, el coronel español Domingo Verdugo,quien ocuparía un cargo oficial en la Isla. Desde 1859 y hasta su retorno a España en 1864,escribió varias obras entre ellas una novela: El artista barquero o los cuatro cinco de julio, yla leyenda «El cacique de Turmequé»; además dirigió la revista  Álbum cubano de lo bueno ylo bello, que tuvo una existencia efímera, pero que en aquella época fue la única publicación para público femenino y dirigida por una mujer. Usó como seudónimo La Peregrina. Murióen Sevilla, España, en 1873.

13 Nació en 1828, en España, para llegar a Cuba en el tercer cuarto del siglo XIX. Poseedor de buen oficio como artista plástico y astucia, fue el creador del primer personaje Liborio, elcual, según algunos autores, es un buen ejemplo de símbolo infortunado del pueblo cubano, pues muchas veces lo que hizo fue caricaturizarlo y, en ocasiones, ridiculizarlo. Falleció en1889.

14 Héroe Nacional y Apóstol de la independencia de Cuba, nació el 28 de enero de 1853 en LaHabana. Sufrió presidio y largo destierro desde muy joven por sus ideas en contra delcolonialismo español. En su breve vida, dejó un monumental legado político, filosófico,ético y cultural entre el que se destacan sus ideas sobre la libertad y la independencianacional, la patria  — Cuba, América, la humanidad — , la nación cubana, su historia ytradiciones. Antes que otros previó que Estados Unidos se convertiría en una potenciaimperial y alertó de ese peligro a los pueblos de América. Hizo uno de sus más sustancialesaportes a la teoría revolucionaria al concebir la necesidad y fundar un partido de unidadnacional, el Partido Revolucionario Cubano, para organizar y dirigir la revolución que sereinició el 24 de febrero de 1895. Su vasta obra literaria, poética y epistolar, unida a su producción periodística, política y diplomática se reúne en 28 tomos. En ellas se destacan: El Manifiesto de Montecristi, el Ensayo Nuestra América, los discursos El 10 de Octubre y Los pinos nuevos, la revista infantil  La Edad de Oro, sus artículos para el periódico  Patria y sutrascendental carta inconclusa a Manuel Mercado, escrita en la víspera de su caída encombate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.

15 Nacido en La Habana en 1866, se licenció en Derecho Civil y Canónico en la Universidad deesta ciudad, aunque se dio a conocer a través del ejercicio del periodismo profesional. Suamplia labor incluye la dirección de los  Lunes de la Unión Constitucional  y de Las Avispas 

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 —  publicados en La Habana y luego en Nueva York  —  donde se desempeñó también comoredactor. Escribió en los periódicos estadounidenses The New York Herald  y The Sun; editóen Madrid la revista El Peregrino y allí colaboró en La época, El Liberal , El País, así comoen la londinense The Quartely Review, y en las publicaciones cubanas  La Nación, El Fígaro,

 Diario de la Marina, Social , El Mundo y Heraldo de Cuba. De estos dos últimos periódicos

fungió como corresponsal en Madrid al estallar la guerra de 1914. Fue miembro de la Academia de la Historia de Cuba, de la Real Academia Española y de The Hispanic Societyof America, de Nueva York, que le premió su libro  Historia y literatura. Dejó inédita lasnovelas  Andrés Chenier   y Teresa Ventura y una comedia basada en la segunda de dichasnovelas. Entre las varias traducciones que hizo del inglés debe mencionarse la de variossonetos de Shakespeare. Solía firmar con el seudónimo  Justo de Lara, por el cual esmayormente conocido. Falleció en La Habana en 1919.

16 Nació en Pinar del Río en 1813 y, aunque graduado de Bachiller en Derecho, se destacó porsus artículos costumbristas, aparecidos fundamentalmente en  El Almendares,  Diario de La

 Habana, Cuba Literaria, entre otras publicaciones. Cultivó además la poesía, la fábula y elteatro. Con Bachiller y Morales, Manuel Costales y José Quintín Suzarte fundó la revista  La

Siempreviva. En Matanzas editó con Miguel Teurbe Tolón la antología de poemas  Aguinaldomatancero. Colaboró en la Aureola poética en honor de Francisco Martínez de la Rosa y enla Corona fúnebre en homenaje al Obispo Espada. Fue miembro de la Sociedad Económicade Amigos del País, frecuentó las tertulias literarias de Domingo del Monte. En ocasionesusó el seudónimo Escolástico Gallardo. Murió en Córdoba (México) en 1875. 

17 Seudónimo de Aniceto Valdivia, que, nacido en Sancti Spíritus en 1857, fue un ilustreescritor, periodista, poeta, crítico, conferencista, dramaturgo y diplomático, que se revelacomo una de las personalidades más interesantes y representativas de la cultura cubana delúltimo cuarto del siglo XIX y primero del XX. Colaboró en publicaciones madrileñas como ElGlobo y Madrid Cómico, y cubanas como La Lucha, La Habana Elegante, El Fígaro, Diariode la Marina, Gráfico  y Social , entre otros. Dirigió  El Palenque Literario  y, durante suestancia en México fundó el periódico  El Imparcial . Fue Ministro de Cuba en Noruega yBrasil. Haakon VII de Noruega lo condecoró con la Gran Cruz de San Olaf. Era académicode número de la Sección de Literatura de la Academia Nacional de Artes y Letras. Escribióen colaboración las comedias Expropiación forzosa y La institutriz, la primera, con EduardoLustanó y la segunda, con Eduardo Navarro González. Tradujo varios libros entre los que sehallan La leyenda de los siglos, de Víctor Hugo, y Esmaltes y Camafeos, de Teófilo Gautier.Usó también los seudónimos Kond Kostya y VLDVIa. Falleció en La Habana en 1927. 

18 Abogado, periodista e intelectual cubano que, nacido en 1907, era nieto de un destacadooficial del Ejército Libertador. Se graduó en Derecho Civil y Público en la Universidad deLa Habana, y fue profesor titular, vicedecano y decano de la Facultad de Derecho. Fundadordel  Directorio Estudiantil Universitario  y del  Ala Izquierda Estudiantil , participó de laRevolución de 1933 y guardó prisión durante la dictadura de Gerardo Machado. Al triunforevolucionario de 1959 fue designado embajador ante la Organización de EstadosAmericanos (OEA) y luego Ministro de Estado. Integrante del Comité Central del PartidoComunista de Cuba, en 1976 fue elegido Vicepresidente de la  Asamblea Nacional del Poder

 Popular de la cual luego fue su titular. Dejó entre otras obras:   Bufa subversiva, Larevolución del 30 se fue a bolina, El fuego de la semilla en el surco y Retorno a la alborada.Se le conoció como Canciller de la Dignidad. Murió en 1982.

19 Nació en Puerto Rico en 1901, pero fue en Cuba donde se formó, e inició y desarrolló suactividad como luchador antidictatorial y antimperialista. Sufrió cárceles y vivió en el exilio,como consecuencias de esas luchas. Es uno de los más altos exponentes del periodismocubano. A través de sus crónicas, reportajes y entrevistas renovó el lenguaje de este medio decomunicación, al que llevó, por otra parte, de manera auténtica y humana, la fuerza y elencanto de sus vivencias personales estrechamente vinculadas al devenir histórico de sutiempo. A su intensa obra escrita pertenecen los títulos siguientes: Batey (cuentos), La isla de

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los 500 asesinatos, Presidio Modelo y Peleando con los milicianos (crónicas y testimonio), Aventuras del soldado desconocido cubano (novela). El formidable epistolario de su exilioha sido reunido en el volumen titulado Cartas cruzadas. Muere combatiendo enMajadahonda el 18 de diciembre de 1936 durante la heroica defensa de Madrid.

20 Acto de protesta cívica protagonizado por un grupo de jóvenes intelectuales, en contra del

decreto del presidente Alfredo Zayas que autorizaba la escandalosa compraventa delConvento de Santa Clara. Tuvo lugar el 18 de marzo de 1923 en la Academia de Ciencias,durante el acto de homenaje del Club Femenino de Cuba a la escritora uruguaya PaulinaLuissi. Al hacer uso de la palabra, el secretario de justicia Erasmo Regüeiferos, fueinterrumpido por Rubén Martínez Villena, quien le negó autoridad moral para dirigirse a laconcurrencia. Acto seguido, Rubén y el grupo que lo acompañaba se retiraron del salón y aldía siguiente Villena redactó el documento  La Protesta de Los Trece, firmado además porJosé Antonio Fernández de Castro, Calixto Masó, Félix Lizaso, Alberto Lamar Schweyer,Francisco Ichaso, Luis Gómez Wangüemert, Juan Marinello, José Zacarías Tallet, JoséManuel Acosta, Primitivo Cordero Leyva, Jorge Mañach y J .L. García Pedrosa.

21 Grupo de jóvenes intelectuales cubanos de izquierda, identificados por un ideal de

renovación nacional radical, tanto en la vida política como en las artes y la literatura. Surgidoen 1923, el minorismo se fortalece después de la llamada Protesta de Los Trece en marzo deese año, y sus integrantes comienzan a reunirse en almuerzos sabáticos en el Hotel Lafayettey en las tertulias del Teatro Martí. No tuvo una estructura formal y careció de presidente, programa o una publicación propia, sin embargo, sus miembros colaboraban en los másimportantes periódicos de la época y uno de sus miembros más entusiastas, Emilio Roig deLeuchsenring, abrió las páginas de Social   para reseñar sus actividades. Fueron susintegrantes, entre otros, Alejo Carpentier, Félix Lizaso, José Antonio Fernández de Castro,Mariblanca Sabas Alomá, y Jorge Mañach. En 1928, ante la represión machadista y ladispersión de sus integrantes, se desintegró paulatinamente.

22 Su primer número aparece en 1790. No sólo reflejaba la economía de la época, sino tambiénel ambiente cultural que comenzaba a florecer en La Habana como consecuencia de la política de Carlos III. En sus páginas colaboraron los representantes criollos de la Ilustración,quienes lo convirtieron en un calidoscopio en el que se mezclaban críticas sociales ymorales, comentarios científicos, disquisiciones literarias, consejos económicos, polémicasfilosóficas, epigramas, versos amorosos… Tuvo diferentes cambios de título, formato y

contenido hasta que en 1848, al tomar el nombre de Gaceta de La Habana, fue perdiendo sucarácter comercial y literario y quedó como órgano del gobierno, antecesor de nuestra actualGaceta Oficial .

23 Nacido en 1812, fue el primer escritor cubano que publicó un libro de costumbres, géneroliterario del cual es uno de los más notables cultivadores del país. Comenzó su carreraliteraria en La Prensa y Faro Industrial de La Habana. Colaboró también con El Prisma, El

 Artista, Revista pintoresca, Flores del siglo, entre otras publicaciones. Aparecieron poemassuyos en América poética y otras antologías, pero su verdadera gloria y renombre los debe alos artículos de costumbres que firmaba con el seudónimo  Jeremías de Docaransa. Fallecióen 1882.

24 Creada en mayo de 1901 gracias a la iniciativa de un grupo de estudiantes de Derecho de laUniversidad de La Habana, esta publicación mensual, tenía como finalidad aunar todoelemento disperso de cultura e intelectualismo que existía en esa institución. En sus páginascolaboraron estudiantes y maestros con trabajos que abordaban temas de derecho o deciencias relacionadas con él, y que poseían cierta originalidad y rigor científico. En 1909 seconvierte en Revista de Derecho, ampliando su perspectiva y ofreciendo a los interesados enel tema jurídico, no sólo un espacio donde hallar materias de su interés, sino también dondeexponer sus criterios e ideas. Emilio Roig de Leuchsenring, fue uno de sus redactores. Desdeel 12 de julio de 1908 hasta diciembre de 1909 asume la administración. A partir de marzode 1910 ocupa el cargo de director. Escribe para esta revista, artículos jurídicos, literarios e

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históricos, y redacta las secciones: «Miscelánea», «Revista de Revistas», «Notas» y«Bibliografía».

25 Político y escritor cubano que, nacido en 1861, fue presidente de la República (1921-1925).Se licenció en Derecho y fue miembro del Partido Autonomista. Posteriormente se destacócomo activo militante del Partido Revolucionario, siendo encarcelado y desterrado por sus

ideas. Durante la ocupación estadounidense (1898-1902), fue subsecretario de Justicia. Entre1909 y 1913 asumió la vicepresidencia de la República. Candidato del Partido Popular, ganólas elecciones de 1920 que le llevaron a la presidencia. Durante su mandato se acentuó lainfluencia estadounidense en el país. En 1924 hizo frente a las protestas por la comprafraudulenta del Convento de Santa Clara. Al año siguiente ayudó a Gerardo Machado yMorales a acceder al poder. Entre sus obras destacan Cuba autonómica  y  Lexicografíaantillana. Falleció en 1934.

26 Político cubano nacido en 1873 y fallecido en 1960. Intervino en las guerras de Cuba por laindependencia de España, alcanzando el grado de coronel. Se desempeñó como diputado porel Partido Liberal y por la Unión Nacionalista, que él mismo fundara. En 1931 fue deportadoluego de participar en una revolución contra el gobierno de Gerardo Machado y Morales, tras

cuyo derrocamiento, en 1933, regresó. Un año más tarde, se le designó presidente provisional de la República, después de que el jefe del Ejército, Fulgencio Batista, obligara adimitir a Ramón Grau San Martín. Aunque el verdadero dueño de la situación políticacubana era Batista, Mendieta debió afrontar las huelgas de 1935. Dimitió en diciembre deese año.

27 Se llamó Galiano por Don Martín Galiano, ministro interventor de obras de fortificaciones,que tuvo a su cargo la construcción de un puente que llevó su nombre, sobre la Zanja Real enla dirección del antiguo trazado de esta calle. En 1836, el General Tacón ordenó variar la posición de dicho puente y se reemplazó en 1839 por otro para que pasara el ferrocarril. Poracuerdo número 26, de 28 de noviembre de 1917, aprobado en 17 de diciembre, elAyuntamiento lo renombró Avenida de Italia.

28 Recibió este nombre por haberse denominado Nuevo Prado o Paseo, a la alameda que seconstruyó en 1772. Por acuerdo del Ayuntamiento de 7 de noviembre de 1904, esta calle sedenominó Paseo de Martí.

29 Esta amplia y hermosa avenida comenzó a construirse durante el gobierno norteamericano deocupación militar, y recibió el nombre oficial de Avenida del Golfo, y el popular deMalecón, con el que siempre se le conoció, en su primitivo tramo de la Punta a la caleta deSan Lázaro, frente a la antigua Beneficencia.

30 En un inicio se llamó Paseo Militar del Príncipe o Alameda de Tacón y el que se formaracasi en plena campiña, obedeció a la conveniencia de abrir una vía que comunicara a laciudad con el Castillo del Príncipe y el caserío de San Antonio el Chiquito que se alzaba ensus faldas. Embellecían esta avenida cinco rotondas, en la primera de las cuales se alzaba laestatua de Carlos III.

31 Emplazada en la loma que perteneció a Don Agustín Aróstegui y Loynaz, esta obra estuvo acargo del ingeniero belga Agustín Cramer. Llamado del Príncipe en honor al príncipe CarlosIII, que luego reinaría con el nombre de Carlos IV de España. La cárcel de La Habana pasó asu recinto cuando fue transformado el antiguo presidio, levantado al inicio del Paseo delPrado. Tiene la forma de un pentágono irregular, contando con dos baluartes, dossemibaluartes y un rediente; comprende grandes fosos, galería pillerada, camino cubierto,revellines y galería de minas; almacenes, oficinas, aljibe y alojamiento para una guarniciónde 900 hombres, mientras que su artillería constaba de 60 piezas de distintos calibres.

32 Militar español nacido en 1775 en Cartagena, España, que combatió como marino enTrafalgar y fue gobernador de Popayán (Nueva Granada) en 1810; derrotado por losinsurrectos, se vio obligado a retirarse al Perú (1811-1819). De regreso a España fuenombrado teniente general (1834) y gobernador de Cuba (1834-1838), donde desarrolló una política de represión contra los autonomistas (levantamiento del general Manuel Lorenzo, en

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1836). Fue ennoblecido con los títulos de duque de la Unión de Cuba y marqués de Bayamo.Murió en Madrid, en 1855.

33 Está considerado por su amplitud y por los monumentos de alto valor artístico que acoge,uno de los más notables de su tipo en América. Construido según el proyecto del arquitectoespañol Calixto de Loira, ganador del concurso convocado al efecto, este conjunto urbano-

arquitectónico  — en el cual es posible encontrar obras representativas de muchos estilosartísticos —  contiene creaciones de algunos de los más valiosos artistas cubanos de los siglosXIX y XX como Miguel Melero, René Portocarrero, Rita Longa, Juan José Sicre, entre otros.En 1987 fue declarado Monumento Nacional.

34 Ilustre habanero que, nacido en 1865, sobresalió como abogado y profesor de Derecho Penal.Se desempeñó también como político, conferencista, publicista y refinado ironista. Uno delos fundadores del Partido Conservador, entre 1913 y 1914 ocupó la presidencia de laCámara de Representantes. Falleció en 1917.

35 Consagrado del periodismo nacional, Manuel Márquez Sterling nació en 1872 y se destacó por su relevante ejercicio de la profesión ya como fundador o director de diarios  —  Heraldode Cuba y La Nación, por ejemplo —  ya como mentor en todas las disciplinas relacionadas

con el periodismo. Desempeñó cargos diplomáticos en América Latina y Estados Unidosdesde 1907 hasta el final de su vida en 1934.36 Antiguo teatro Tacón. En los primeros años republicanos fue adquirido el terreno y el

edificio donde se encontraba el teatro Tacón por la Sociedad Centro Gallego. Al edificar su palacio social, esta sociedad reconstruyó  — renovándolo totalmente —   el viejo y gloriosocoliseo, dándole al teatro el nombre de Nacional. En la actualidad es el Gran Teatro de LaHabana.

37 Según José María de la Torre, San Rafael fue un nombre arbitrario dado por loscomisionados para la delineación de esta calle. Se llamó antes De Los Amigos; DelMonserrate, porque conducía a la puerta de este nombre de las murallas; y Del Presidio porque en el lugar donde después se construyó el Teatro Tacón, luego Nacional (y hoy GranTeatro de La Habana), había una casa de corrección a cargo de un tal Juan Naranjo. Se levarió el nombre por General Carrillo, en honor del veterano y vicepresidente electo de laRepública general Francisco Carrillo, fallecido el 11 de mayo de 1926.

38 Al ubicarse en los bajos de los Salones Escauriza, la cafetería El Louvre fue frecuentada por jóvenes que extendían la reunión a sus portales y acera, de ahí que le transfirieran el nombre.Aquella inquieta juventud comenzó temprano a dar muestras de inconformidad con elsistema colonial imperante y  —  buena parte de ellos —   marchó a los campos de batalla,recién iniciada la guerra. También vio esta acera al digno oficial de Islas Canarias, NicolásEstévanez, conmocionarse de indignación al conocer que ocho estudiantes de Medicinahabían sido ejecutados, el 27 de noviembre de 1871; por ello existe una lápida en suhomenaje en los portales del Hotel Inglaterra. Así, constituye la Acera un lugar derecordación para los habaneros, y  — a la vez —  sitio de homenaje al pueblo español, que serebeló contra la barbarie colonialista.

39 Su surgimiento data de 1860 cuando estuvo ubicado en la calle Amistad. En 1888 se trasladósu sede a Prado y Neptuno, lugar en el que por entonces pasaba el único cable decomunicación telegráfica de Cuba. Fue el primer hotel con servicio telefónico desde lashabitaciones, lo cual lo convirtió en el más novedoso de la época y le valió la preferencia de políticos y hombres de negocio. En 1911 fue sometido a una reconstrucción total tras la cualfue considerado el más moderno de la ciudad. Catalogado entre los once mejores hoteles deAmérica Latina, formaba parte de un notabilísimo crecimiento de la capacidad de hospedaje junto al Sevilla y al Inglaterra. En publicaciones de la época se hace referencia a la calidadde su servicio así como al salón Helados París, único en su tiempo en La Habana.

40 En 1875 se unieron el viejo hotel Inglaterra, el café El Louvre y el hotel Le Grand, para dar paso al actual hotel Inglaterra. Éste acogió a los jóvenes criollos que afirmaron con tertuliasde sociedad la legitimidad de la Acera del Louvre. Han sido sus huéspedes célebres figuras

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del mundo del espectáculo, el deporte, las letras, personalidades religiosas y políticas comoAntonio Maceo. Por el conjunto de valores históricos y culturales, fue declarado Monumento Nacional y ha sido galardonado con el XXI Trofeo Internacional de Turismo, Hotelería yGastronomía. Es el hotel más antiguo que se ha conservado en funcionamiento.

41 El instituto religioso, el Colegio del Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús comenzó a

funcionar en 1892.42 Los baños de mar o balnearios se establecieron en la costa desde 1864, entre ellos sehallaban El Progreso (1895), frente al comienzo de la calle E, que por tal motivo era llamada

 Baños; y a fines de la dominación española, los de  Las Playas (1901), frente a la calle D, ylos de Carneado, frente a Paseo.

43 Considerado el máximo naturalista de Hispanoamérica y el más ilustre de los hombrescubanos de ciencia, Felipe Poey nació en 1799. Cultivó también de manera sobresaliente lasletras, la historia y las artes. Merece ser incluido entre los costumbristas criollos que másfinamente empleó la ironía para ridiculizar tipos y costumbres. Falleció en 1891.

44 Nacido en Sevilla, España, en 1717, ejerció el cargo de Gobernador de Cuba desde el 11 demarzo de 1760 hasta el 14 de agosto de 1771, cuando fue promovido al Virreinato de

México, donde murió en 1779. Durante su gobierno en Cuba fue establecida la Casa deRecogidas  — donde se levantó después el Convento de las Ursulinas — , se terminaron lasfortalezas del Morro, de Atarés y de La Cabaña, y se inició la del Príncipe, en la Loma deAróstegui.

45 Se designó así a esta calzada porque conducía al hospital de igual nombre. Se denominódespués Calle Ancha del Norte, aunque nadie la llamase así, y luego, por sucesivos acuerdosdel Ayuntamiento, Avenida de Maceo y Avenida de la República. En 1936 se le restituyó sunombre originario con el fin de destinar los otros a vías más importantes.

46 Denominada así por la cigarrería que con ese nombre existió en la esquina a la calle deSalud, propiedad en 1831 de José María Morejón y Rojas. Antes se llamó De Leal, según laTorre «tal vez por alguno de este apellido»; de San Francisco; y también De Fideos, por unafábrica de fideos que en ella había y fue destruida por un incendio en 1818. En 1921, elAyuntamiento le varió el nombre por el de Martín Morúa Delgado.

47 Se refiere a la primera central termoeléctrica de Cuba que se instaló a finales de la década delos años 80 del siglo XIX en Tallapiedra, barrio a orillas de la bahía habanera.

48 El periódico El Mundo sale a la luz el 11 de abril de 1901 bajo la dirección de José ManuelGovín. En sus primeros años fue un diario político que defendía los intereses del Partido Nacional Cubano. Su suplemento era de obligada lectura para todos los interesados en lasnoticias cubanas o juzgadas desde el punto de vista cubano.

49 El Heraldo comenzó a aparecer en 1923. Rubén Martínez Villena fue el responsable de su página literaria.

50 La Lucha aparecía haciendo concesiones a las nuevas realidades políticas y económicas de laintervención norteamericana con una página en inglés. En 1919 tuvo a Miguel de Carrióncomo subdirector. Se prestigió este diario con los trabajos de Conde Kostia  (seudónimoutilizado por Aniceto Valdivia), a la vez que contó durante varios años con los editoriales deJuan Gualberto Gómez. Se publicó hasta 1931.

51 Se refiere a José Marín Varona, notable músico cubano, compositor, pianista, director deorquesta y pedagogo que, nacido en 1859 fue, además, un ferviente luchador social. Dirigiódiversas orquestas de compañías de zarzuelas y, al inaugurarse la República, fue organizadory primer director de la Banda del Estado Mayor del Ejército. También incursionó en el periodismo y desarrolló la crítica musical. Falleció en 1912.

52 En 1590, durante el gobierno de Juan de Texeda, el ingeniero militar Juan Bautista Antonelliempezó la construcción de esta obra. Durante el ataque y toma de La Habana por los inglesesquedaron arrasados sus baluartes. En 1763 el gobernador Conde de Ricla dispuso sureconstrucción de acuerdo con los planos y bajo la dirección de los ingenieros SilvestreAbarca y Agustín Crame. En épocas posteriores recibió importantes mejoras. Luego de ser

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sometida a un proceso restaurador, bajo la asesoría de la Oficina del Historiador de laCiudad, el 20 de abril de 2002, la fortificación se convirtió en el Museo de San Salvador deLa Punta.

53 Situado en la frontera entre La Habana antigua y la moderna, no fue en sus inicios más que elcomienzo del famoso Paseo de Extramuros o Alameda de Isabel II, hoy Paseo del Prado. El

Parque Central, en cuyo centro se alzó hasta el cese de la dominación española, la estatua dela reina Isabel II, se convirtió poco a poco en el más frecuentado de La Habana durante lasúltimas décadas del período colonial y el primer medio siglo de la era republicana. En sucentro fue erigida la primera estatua que en nuestro país se levantó en homenaje al ApóstolJosé Martí. Por su situación efectivamente central, por su carácter de punto de reuniónfavorito de los habaneros, fue hasta 1959 escenario de innumerables ceremonias oficiales yde las más encendidas protestas populares, especialmente durante las luchas contra lastiranías de Machado y Batista.

54 Lugar donde están los manantiales de los cuales se extrae el agua para el abasto de la ciudad;es el fundamento de nuestro actual suministro de agua.

55 Se refiere a la Sociedad Económica de Amigos del País, instituida en 1792. Los objetivos

que llevaron a un grupo de habaneros ilustres a solicitar la creación de esta sociedad puedenconsiderarse de índole económica, cultural y social, fundamentalmente. Los Amigos del Paísse preocuparon por tratar de solucionar los problemas que afectaban el desarrollo de laindustria, la agricultura y el comercio. En el mismo año de fundada abrió la primera biblioteca pública del país. Tuvo a su cargo la administración y redacción del  Papel Periódico de La Habana y entre 1831 y 1834 publicó la Revista y Repertorio Bimestre de la Isla de Cuba, titulada a partir del segundo número Revista Bimestre Cubana.

56 Decano de la prensa cubana, comenzó bajo la dirección de Nicolás Rivero; desde 1919 fuedirigido por su hijo, José Ignacio Rivero y más tarde, hasta su desaparición, por el hijo deeste último. En esta etapa siguió siendo órgano de la reacción y defensor de los interesesespañoles. Fue también vocero principal del anticomunismo, aunque hacia finales de latercera década prohijó un importante suplemento literario que dirigió José AntonioFernández de Castro, y en el que aparecieron las más conocidas firmas de la vanguardialiteraria, artística y política de Cuba y Latinoamérica.

57 Se refiere a la librería La Moderna Poesía, que aunque se mantiene en la actualidad en lamisma esquina de Obispo y Bernaza con igual nombre, nació en 1890 como un modestonegocio de libros, efectos escolares y de oficina, creado por José López Rodríguez, unespañol radicado en la Isla a quien le llamaban Pote.

58 También llamado Campo Militar o Parque de Colón, hoy Plaza de la Fraternidad Americana.Su verdadera construcción y embellecimiento se debió al Capitán General don MiguelTacón, quien se propuso reformarlo por completo y utilizó sus terrenos como campo militar.Se conoció como Parque de Colón porque se pretendió en algún momento colocar allí unaestatua del Almirante, lo cual nunca sucedió. En 1928, en ocasión de celebrarse en LaHabana la VI Conferencia Panamericana, fue convertido en Plaza de la FraternidadAmericana y en su justo medio se alzó una frondosa ceiba  — nombrada Árbol de laFraternidad Americana —  abonada con tierra de 21 países de América. En diversos lugareserigieron bustos de prominentes próceres y patriotas: Benito Juárez, Simón Bolívar, José deSan Martín, Abraham Lincoln, Francisco Morazán, José Artigas, Alejandro Petion, BernardoO´Higgins, Juan Pablo Duarte, Leoncio Prado y Tiradentes (Joaquim José da Silva Xavier).

59 En la época colonial se le llamaba Príncipe Alfonso, por el príncipe Alfonso de Borbón,después rey de España con el nombre de Alfonso XII. Por acuerdo de 10 de junio de 1902, elAyuntamiento le dio el nombre de Generalísimo Máximo Gómez, pues este hizo por estacalle, al frente del Ejército Libertador, su entrada en la capital el 24 de febrero de 1899.Conserva oficialmente esta denominación, pero la popular sigue siendo la de Calzada delMonte, en recuerdo de algunos de los que rodeaban a la villa primitiva y también porque porella se iba al ingenio y después barrio de Jesús María. Primitivamente se había llamado

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también Calzada de Guadalupe por la ermita que en ella estaba situada, en la esquina deÁguila.

60 Fundado en 1881, pertenecía a la sociedad española Asociación de Dependientes delComercio. Ocupaba uno de los primeros lugares entre estas asociaciones por los millares desocios con que contaba entre españoles y cubanos, y por su importancia dentro de ciertos

aspectos del desenvolvimiento de la vida ciudadana.61 Se refiere al Ateneo de La Habana denominado también Círculo de La Habana, pues estuvo,fusionado con éste, conjugando empeños de cultura y objetivos de recreo y brillantez social.Tenían lugar en sus salones los actos de medular prestancia artística, literaria y científica, ylas bulliciosas arremolinaciones carnavalescas. Fue uno de sus presidentes (reelecto variasveces) José María Chacón y Calvo.

62 Estatua de mármol erigida en 1803 durante el mandato del Gobernador y Capitán General D.Salvador José de Muro y Salazar, Marqués de Someruelos, por suscripción pública. Su autorfue el español Cosme Velázquez, director de la Academia de Bellas Artes de Cádiz. Hasta1836, cuando fuera trasladada hacia el comienzo de la Avenida o Paseo de Carlos III, sehallaba emplazada en el entonces denominado Paseo de Extramuros, aproximadamente

donde se encuentra hoy la estatua y fuente de la India.63 Esculpida por Antonio Solá, se levantó en 1834 por orden del entonces Capitán General de laIsla Miguel Tacón, gracias a una iniciativa del Conde de Villanueva. Estuvo situada en laPlaza de Armas hasta 1955, año cuando fue sustituida por la estatua de Carlos Manuel deCéspedes, mantenida en dicho sitio hasta nuestros días.

64 Al igual que «el puñal del Godo», es una expresión irónica que alude a valores falsos. Segúnfuentes consultadas, todo parece indicar que se originó en Cádiz (España) cuando un soldadollamado Ambrosio enloqueció y, para complacerlo, sus compañeros le permitían hacerguardia con una carabina de madera. Según el Diccionario de la Real Academia de la LenguaEspañola, Madrid, 1992, significa no servir para nada. De acuerdo con el Diccionario de usodel Español , Madrid, 1997, Editorial Gredos S. A., de María Moliner, esta expresiónequivale a ser un inútil.

65 Se trata de Enrique Fontanills, máximo exponente de la crónica de sociedad quien durante suvida no sólo creó un estilo especial, sino que tuvo el acierto de hallar la frase precisa y eladjetivo indicado para cada persona. Fue quien sacó a este tipo de crónica del sitiosubordinado en que se hallaba y le dio categoría de gran señora. Murió en 1932.

66 El exclusivista Havana Yatch Club fue una de las sociedades más antiguas de La Habana,fundada en 1886. Uno de sus principios inspiradores era el de disfrutar de las excelencias delos deportes y entretenimientos marítimos. Sus remeros gozaron de fama en las primerascuatro décadas del siglo XX.

67 Álvaro de la Iglesia Santos, quien nació en 1859, en Cádiz, España, hizo periodismo comoredactor en  La Discusión  y  El Mundo  y colaboró en diferentes revistas y semanarioscubanos. Es autor de varios libros, entre otros, Cuba para los cubanos (La Habana, 1898);

 Amalia Batista o el último danzón (La Habana, 1900); Una boda sangrienta o el fantasma deSan Lázaro (2da edición, La Habana, 1901); Episodios cubanos: Pepe Antonio (La Habana,1903). Fue académico correspondiente de la Real Academia Gallega y, por su vinculación altema cubano, se le denominó académico de número de la Academia de la Historia. Fallecióen 1940.

68 Se trata de Domingo Figarola-Caneda, bibliógrafo e historiador que, nacido en 1852, sedestacó por sus compilaciones bibliográficas, así como por la divulgación de nuestras figurasliterarias. Fue el primer director de la Biblioteca nacional. Murió en 1926.

69 Doctor en Medicina y Cirugía, Manuel Pérez Beato nació en 1857 en La Coruña, España.Fue fundador y director de  El Curioso Americano, revista dedicada exclusivamente a tratarasuntos de América y especialmente de Cuba. Además de sus libros sobre medicina, escribiótambién Bibliografía comentada sobre los escritos publicados en Cuba relativos al Quijote y 

 La Habana artística. Colaboró con las revistas del Archivo Nacional, de la Biblioteca y en la

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 Revista Bibliográfica Cubana. Fallecido en 1943, además perteneció a la Academia de laHistoria.

70 El Castillo de la Real Fuerza es la más antigua fortaleza de La Habana y la primeraabaluartada que se levantó en América. Reemplazó a la primitiva que se construyó porencargo de la Reina de España al Gobernador de la Isla Hernando de Soto, y que fuera

destruida durante el ataque del corsario francés Jacques de Sores a La Habana. Suconstrucción se inició en 1558 por Bartolomé Sánchez durante el gobierno de Diego deMazariegos, y fue terminada por Francisco de Calona en 1577, gobernando FranciscoCarreño. La torre-campanario fue levantada en tiempos del gobernador Bitrián de Viamonte,quien colocó en lo alto una estatuilla de bronce en forma de mujer llamada La Giraldilla, quesimboliza a La Habana la que, realizada por Jerónimo Martín Pinzón, es la obra escultóricamás antigua de Cuba. Declarada Monumento Nacional, en esta fortaleza radica actualmenteel Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana.

71 Declarado Monumento Nacional, el Castillo de los Tres Reyes de El Morro es la mássignificativa de las fortificaciones cubanas, no sólo por su importancia desde el punto devista estrátegico-militar sino por su vigencia como faro marítimo y símbolo de la ciudad. Su

construcción  —  bajo la guía del ingeniero militar Juan Bautista Antonelli —  se comenzó alunísono que la del Castillo de San Salvador de La Punta y se terminó 30 años después queéste. Destruído en 1762 al ser tomada La Habana por los ingleses, fue reconstruído en1763 por los ingenieros Silvestre Abarca, Agustín Crame y Antonio Fernández de Trevejos,durante el gobierno del Conde de Ricla. Constituyó la principal defensa del puerto habanerohasta que se terminó la fortaleza de La Cabaña en 1774. En la actualidad forma parte delComplejo Histórico-Militar Morro-Cabaña.

72 El Capitolio Nacional es una de las obras más relevantes de la arquitectura cubana cuyaconstrucción se inició en 1926, y se inauguró en mayo de 1929. Fue un proyecto muchasveces modificado, originario de 1912, cuando se pensó para sede de la Presidencia de laRepública; por este motivo intervinieron en él muchos arquitectos y proyectistas como FélixCavarroca, Evelio Govantes, Eugenio Rayneri, entre otros. En sus interiores se tuvo grancuidado, aceptándose las ofertas de decoración de la Casa Waring and Gillow Ltd. deLondres, mientras para las monumentales estatuas de bronce, se contó con el gran escultorAngelo Zanelli. En la multitud de bajorrelieves para las grandes puertas, y las tallas de lasmetopas, fueron contratados varios artistas italianos y franceses de reconocida calidad. Aquíradicó la Cámara de Representantes y el Senado de la República. Hoy alberga el Ministeriode Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

73 Doctor en Derecho y en Filosofía y Letras, este destacado profesor de Historia de Cuba y deHistoria Militar de Cuba, nacido en 1901, fue consultor de la Asociación de Política Exteriorde Estados Unidos, concejal del Ayuntamiento de La Habana y miembro de importantessociedades e instituciones de la época, como la Sociedad del Folklore Cubano queregenteaba don Fernando Ortiz. Portell-Vilá quien falleció en 1992 fuera de Cuba, se destacótambién como colaborador de diversas publicaciones.

74 Recibido de abogado en la Universidad Central de Madrid, al regresar a Cuba ejerció lacarrera. Cuando tenía 31 años, fue apresado al estallar la guerra en 1895, pero logró escapara México. Al cese de la dominación española ocupó los cargos de consejero provincial,senador por el Partido Liberal y embajador de Cuba en Portugal. Colaboró en  El Fígaro yotras publicaciones de La Habana y Santa Clara. Recopiló, en varios tomos, los discursos deldictador Gerardo Machado.

75 Se denomina Cubiche en nuestro país festiva y familiarmente al criollo, al cubano. En elartículo se observa el empleo de la (o) cerrada por el grafema (u), debido a la intención deRoig de Leuchsenring de plasmar el habla del personaje tal cual es.

76 Diario fundado en 1914 y dirigido por Carlos Garrido. Sobresalen entre sus colaboradoresFélix Callejas, quien usaba el seudónimo Billiken, con su sección «Arreglando el Mundo» elhumorista Rodolfo Arango y Ricardo Villares.

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77 Se refiere al diario político liberal  La Noche, fundado en 1912. Como miembros de suredacción figuraron, entre otros, Antonio Penichet e Isaac Álvarez del Real.

78 Esta instalación turística, ubicada en el reparto Las Murallas, se ha caracterizado  — desde sufundación en 1909 —  por su merecido prestigio nacional e internacional. Surge producto dela remodelación y ampliación de la antigua casa de la familia de los marqueses de Ávila y

Pinar del Río (González Carvajal), que estaba siendo utilizada por el Diario de la Marina. Elnuevo edificio mantuvo  — en esencia —  la composición y decoración de las fachadas, perointeriormente fue renovado para adaptarlo al uso del hotel.

79 Llamada San Carlos de la Cabaña en honor al rey Carlos III, su construcción se comenzó en1763 y se terminó en 1774. Con esta fortaleza quedó defendido el punto más estratégico yvulnerable de la ciudad por donde se había iniciado, en 1762, la toma de La Habana por losingleses.

80 Jardines que poseía la cervecería La Tropical, destinados al solaz y recreo de losconsumidores del producto y del público en general. En dichos jardines, célebres por susatractivos, amplitud, solícitos cuidados, diversidad de posibilidades de diversión yentretenimiento, se celebraban semanalmente fiestas bailables, homenajes, verbenas,

meriendas, de sociedades, colegios, instituciones privadas, grupos particulares y demásmanifestaciones de la vida colectiva. En la actualidad tiene similares usos.81 Se trata del Palacio Presidencial, edificio público destinado en sus inicios a Palacio

Provincial de La Habana, y que posteriormente fue adoptado para sede de la Presidencia dela nación. Fue inaugurado en 1920 por el presidente de la República general Mario GarcíaMenocal, el primero de nuestros jefes de Estado que lo habitó. Actualmente es la sede delMuseo de la Revolución.

82 Se refiere al Teatro Tacón que fue construido en 1834 durante el gobierno del GeneralTacón, de ahí que se denomine con este nombre. El arquitecto Antonio Mayo tuvo a su cargola obra, ubicada en la actual esquina de Prado y San Rafael. Se inauguró en el carnaval de1838, con cinco bailes de máscaras a los que asistieron, según cronistas de la época, más deocho mil personas. Algunos días después se estrenaba el escenario con la obra Don Juan deAsturia o la vocacíón, en la que se distinguió el gran actor cubano Francisco Covarrubias.Por sus tablas desfilaron brillantes luminarias del arte dramático y lírico como SarahBernhardt, Virginia Reiter, Constant Coquelin, Tanberlick y Luisa María Casado entre otros.En la etapa republicana se convirtió en Teatro Nacional. Actualmente es la sede del GranTeatro de La Habana.

Bibliografía

Relación de publicaciones

 El caballero que ha perdido su señora 

Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 194, noviembre 18 de 1916, pág. 9; (Sección: Personajes yPersonillas). El Fígaro [La Habana], vol. 35, nº 38, pág. 11, 59; septiembre 29 de 1918.

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 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Cuba Contemporánea [La Habana], vol. 10, nº 119, pág. /258/-282; noviembre de 1922.

 El Heraldo de Cuba [La Habana], octubre 26 de 1923, pág. 3.Carteles [La Habana], vol. 8, nº 3, pág. 6; enero 18 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. VI, nº 3, pág. 71,72; junio-diciembre de 2002.

 El día de los difuntos. Meditaciones de un esqueleto filósofo Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 192, pág 9; noviembre 4 de 1916. (Sección: Personajes y Personillas).(Publicado bajo el título: «Meditaciones de un esqueleto filósofo»).

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 28, pág. 6; noviembre 9 de 1924.

 El conocido joven Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 188, pág. 9; octubre 7 de 1916. (Sección: Personajes y Personillas).Social [La Habana], vol. 3, nº 4, abril 24 de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres).

 La Nación [La Habana], agosto 12 de 1919, pág. 2. El caballero que ha Perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923. Habanero [La Habana], noviembre 25 de 1926.Carteles [La Habana], nº 886, pág. 6; febrero 8 de 1925.

Opus Habana [La Habana], vol. VI, nº 3, pág. 60; abril-junio de 1997.

 El médico de los muertos Social [La Habana], vol. 2, nº 3, pág. 25, 43; noviembre de 1917.

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 8, nº 1, pág. 6; enero 4 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. V, nº 2, pág. 64; abril-junio de 2001.

Chismografía social   La Nación [La Habana], abril 30 de 1917 (Sección: Rasgos y Rasguños).Social [La Habana], vol. 3, nº 1, pág. 32; enero de 1918 (Sección: Crítica de Costumbres).

 El Fígaro [La Habana], vol. 40, nº 23, pág. 389-390; noviembre 11 de 1923.

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 35, pág. 6; diciembre 28 1924. (Publicado bajo el título:«Chismografía»).

 De la farsa política Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 189, pág. 9; octubre 14 de 1916. (Publicado bajo el título: «El orador

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«El orador de mitin»). El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 20, pág. 6, 30; septiembre 14 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. VII, nº 1, pág. 63-64; enero-marzo de 2003.

 El rascabucheo considerado como una de las bellas artes Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 198, pág. 9; diciembre 16 de 1916. (Sección: Crítica de Costumbres).

(Publicado bajo el título: «Rascabucheadores. El rascabucheo considerado como una de las bellasartes»).

Social [La Habana], vol. 8, nº 4, pág. 22, 65; abril de 1923. (Publicado bajo el título: «Delrascabucheo considerado como una de las bellas artes»).

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 27, pág. 6, 26; noviembre 2 de 1924.

 Los novios de sillonesGráfico [La Habana], vol. 8, nº 180, pág. 10; agosto 12 de 1916. / vol. 8, nº 181, pág. 9, 21; agosto 19

de 1916. (Sección: Personajes y Personillas). El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 11, pág. 5, 24; julio 13 de 1924.

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 Los novios de ventana Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 183, pág. 10; septiembre 2 de 1916. / vol. 8, nº 184, pág. 8; septiembre

9 de 1916. (Sección: Personajes y Personillas).The Living Age [Boston, Mass.], nº 4099, pág. 219-222; January 27 of 1923. (Texto en inglés).

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 22, pág. 6, 21, 30; septiembre 28 de 1924.

Opus Habana [La Habana], vol. II, nº 1, pág. 64; enero-marzo de 1998.

 Los mataperros  El Fígaro [La Habana], vol. 29, nº 1-2, pág. 18; enero 5-12 de 1913. (Publicado bajo el título: «El

mataperros»).Cuba infantil [La Habana], junio 30 de 1913. (Publicado bajo el título: «El mataperros»).Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 186, pág. 9; septiembre 23 de 1916. (Sección: Personajes y

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 Los velorios Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 34, pág. 10, 28; noviembre 1 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923. Archivos de Folklore Cubano [La Habana], vol. 1, nº 1, pág. 47-51; enero de 1924.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 16, pág. 6, 26; agosto 17 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. II, nº 2, pág. 64; abril-junio de 1998.

 Bufones modernos Social [La Habana], vol. 3, nº 11, pág. 16; noviembre de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres).

 El caballero que ha perdido su señora. San José de Costa Rica, 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 14, pág. 6; agosto 3 de 1924.

¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo? 

 El Fígaro [La Habana], vol. 28, nº 31, pág. 452; agosto 4 de 1912. (Trabajo premiado en el concursode artículos humorísticos celebrado por esta revista).Opus Habana [La Habana], vol. I, nº 0, pág. 50; 1996.

San Antonio y sus devotas  La última Hora [La Habana], vol. 21; jul de 1912. (Sección: De la Vida Cubana). El Teatro [La Habana], marzo 23 de 1913. (A la cabeza del título: «Cinematógrafo habanero»).Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 21, pág. 8; agosto 2 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 33, pág. 6; diciembre 14 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. I, nº 1, pág. 64; 1996.

Consejos a las solteras Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 24, pág. 7; agosto 23 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).

 La Última Hora [La Habana], agosto 19 de 1912. (Publicado bajo el título «Consejo a una solterona»).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 34, pág. 6; diciembre 21 de 1924. (Publicado bajo el título «Consejo a

las solteras que deseen pasar a mejor estado»).Opus Habana [La Habana], vol. I, nº 2, pág. 64; enero-marzo, 1997.

 Bombos y autobombos Gráfico [La Habana], vol. 3, nº 58, pág. 26; abril 11 de 1914. (Sección: Rasgos y Rasguños).

(Publicado bajo el título: «Auto-bombo»). Actualidades [La Habana], mayo 26 de 1917. (Sección: Crítica de Costumbres).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 37, pág. 10; septiembre 13 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. I, nº 4, pág. 64; julio-diciembre de 1997.

 Rosario la romántica Carteles [La Habana], vol. 8, nº 17, pág. 6; abril 26 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. II, nº 3, pág. 68; julio-septiembre de 1998.

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 Sonoridades latosas 

Carteles [La Habana], vol. 15, nº 26, sup. II-III; junio 29 de 1930.Opus Habana [La Habana], vol. II, nº 4, pág. 64; octubre-diciembre de 1998.

 Maridos carceleros 

Gráfico [La Habana], vol. 9, nº 204, pág. 14, 23; febrero 15 de 1917. (Sección: Personajes yPersonillas). (Publicado bajo el título: «El marido carcelero de su mujer»).

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Social [La Habana], vol. 3, nº 1, pág. 28; febrero de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 24, pág. 6; octubre 12 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. III, nº 1, pág. 64; enero-marzo de 1999.

Tenorio oficinista  Alma Latina [La Habana], julio 17 de 1910. La última Hora [La Habana], agosto 18 de 1912. (Sección: De la Vida Cubana).Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 28, pág. 9; septiembre 20 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 14, pág. 6; abril 5 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. III, nº 3-4, pág. 56; julio-diciembre de 1999.

 La niña precozSocial [La Habana], vol. 3, nº 9, pág. 16; septiembre de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 30, pág. 6; noviembre 23 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. IV, nº 1, pág. 60; enero-marzo de 2000.

 PesadosSocial [La Habana], vol. 3, nº 8, pág. 25, 50; agosto de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 19, pág. 6; septiembre 7 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. IV, nº 2, pág. 64; abril-junio de 2000.

 Familia distinguidísima  Diario de la Marina [La Habana], octubre 13 de 1909. (Sección: De Nuestro Cercado). La última Hora [La Habana], septiembre 8 de 1912. (Sección: De la Vida Cubana). La Nación [La Habana], junio 29 de 1919. pág. 2. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 13, pág. 6; marzo 29 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. IV, nº 3, pág. 60; julio-septiembre de 2000.

 Los consagrados Carteles [La Habana], vol. 8, nº 39, pág. 10; septiembre 27 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. V, nº 1, pág. 60; enero-marzo de 2001.

 Moralistas criollos 

 La Nación [La Habana], abril 8 de 1919. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 38, pág. 16; septiembre 20 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. V, nº 3, pág. 64; julio-septiembre de 2001.

 Personajes populares: Mariposa Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 37, pág. 12; noviembre 22 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).

(Publicado bajo el título: «Personajes Populares: Cucaracha»).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 32, pág. 6; diciembre 7 de 1924.Opus Habana [La Habana], vol. VI, nº 1, pág. 64; enero-marzo de 2002.

 Los ingleses Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 179, nº 9; agosto 5 de 1916. (Sección: Personajes y Personillas).Social [La Habana], vol. 8, nº 19, pág. 24, 73; octubre de 1923.

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  El médico chino, la virgen de Jiguiabo, el hombre Dios, Ñica la milagrera y otros «salvadores» de

la humanidad  Carteles [La Habana], vol. 33, nº 10, pág. 50; marzo 26 de 1939.Opus Habana [La Habana], vol. VII, nº 2, pág. 64; abril-junio de 2003. (Publicado bajo el título: «El

médico... ») .

Telefonomanía Carteles [La Habana], vol. 8, nº 48, pág. 24; noviembre 29 de 1925.Opus Habana [La Habana], vol. VII, nº 3, pág. 68; septiembre-diciembre de 2003.

 El DiretivoGráfico [La Habana], vol. 8, nº 178, pág. 8-9; julio 29 de 1916. (Sección: Personajes y Personillas).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 10, pág. 6, 24; julio 6 de 1924.

 Lo que se oye desde una silla del malecón  Azul y Rosa [La Habana], marzo de 1913 (Sección: De Nuestro Cercado).Gráfico [La Habana], vol. 2, nº 19, pág. 13; julio 19 de 1913. (Sección: Rasgos y Rasguños).

Carteles [La Habana], vol. 7, nº 32, pág. 6; diciembre 7 de 1924.

Un chiquito de sociedad  Gráfico [La Habana], vol. 3, nº 68, pág. /11-12/; junio 20 de 1914. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 7, nº 15, pág. 6, 21; agosto 10 de 1924.

Una coqueta Gráfico [La Habana], vol. 4, nº 72, pág. 10; julio 18 de 1914. (Sección: Rasgos y Rasguños).

 La Nación [La Habana], junio 3 de 1919. pág. 2. (Sección: Rasgos y Rasguños).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 12, pág. 6; marzo 22 de 1925.

 Automovílogo Gráfico [La Habana], vol. 6, nº 143, pág. 20-21; noviembre 27 de 1915.Chic [La Habana], vol. 12, nº 91, pág. 18-19; marzo de 1923.Carteles [La Habana], vol. 7, nº 13, pág. 6; julio 27 de 1924.

 Los maridos que no salen de noche Carteles [La Habana], vol. 7, nº 29, pág. 6, 30; noviembre 16 de 1924.Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 185, pág. /91; septiembre 16 de 1916. (Sección: Personajes y

Personillas).Social [La Habana], vol. 9, nº 5, pág. 36; mayo de 1924.

 Los buenos partidos Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 196, pág. 10; diciembre 2 de 1916. (Sección: Personajes y

Personillas). (Publicado bajo el título: «El buen partido»).

Carteles [La Habana], vol. 7, nº 23, pág. 6; octubre 5 de 1924.

 El Dios estómago Carteles [La Habana], vol. 7, nº 21, pág. 6, 27; septiembre 21 de 1924.Gráfico [La Habana], vol. 8, nº 197, pág. /10/; diciembre 9 de 1916. (Sección: Personajes y

Personillas). La Nación [La Habana], mayo 12 de 1917. (Sección: Rasgos y Rasguños). (Publicado bajo el título:

«S. M. el estómago»).Social [La Habana], vol. 2, nº 5, pág. 14, 16; mayo de 1917. (Publicado bajo el título: «El órgano de

moda»).Cuba Ilustrada [La Habana], mayo de 1923. (Publicado bajo el título: «El órgano de moda»).

 Nuestros civilizados sportsmen Carteles [La Habana], vol. 7, nº 25, pág. 6, 30; octubre 19 de 1924.

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Social [La Habana], vol. 3, nº 35; mayo 26 de 1918. (Sección: Crítica de Costumbres). (Publicado bajo el título: «Nuestros "civilizados" o "sportsmen"»).

 La Nación [La Habana], mayo 5 de 1919. pág. 2. (Sección: Rasgos y Rasguños). (Publicado bajo eltítulo: «Nuestros "civilizados" o "sportsmen"»).

 Motivos de carnaval. El reinado de Momo 

Carteles [La Habana], vol. 8, nº 10, pág. 6, 26; marzo 8 de 1925. El Fígaro [La Habana], vol. 36, nº 7-8, pág. 198-199; marzo 2 y 9 de 1919.

 Estudio psico-físico de la simulación femenina Carteles [La Habana], vol. 8, nº 28, pág. 10, 33; julio 12 de 1925.Social [La Habana], vol. 8, nº 6, pág. 29; junio de 1923.

¿Para qué sirve el matrimonio? Diario de la Marina [La Habana], noviembre 8 de 1925. (Publicado bajo el título: «Para lo que sirve

el matrimonio»).Carteles [La Habana], vol. 8, nº 16, pág. 6; abril 19 de 1925.

 Niñas cursis: la beata Carteles [La Habana], vol. 8, nº 44, pág. 14; noviembre 1º de 1925.

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