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EL AVANCE D E CAPITAL Y LOS PROCESOS LABORALES QUE NO DEPENDEN DEL MERCADO David Griffith* UNIVERSIDAD DE CAROLINA DEL ESTE RELACIONES 90, PRIMAVERA 2002, VOL. XXIII

Avance Del Capital y Procesos Que No Dependen Del Mercado de Trabajo, Griffith

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Economía del trabajo

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  • EL AVANCE DE CAPITALY LOS PROCESOS LABORALES QUE NO DEPENDEN

    DEL MERCADO

    D a v i d G r i f f i t h *U N I V E R S I D A D D E C A R O L I N A D E L E S T E

    R E L A C I O N E S 9 0 , P R I M A V E R A 2 0 0 2 , V O L . X X I I I

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    ace ya varios aos, argument que las industrias quepagan bajos salarios y ofrecen empleos onerosos, es-tacionales o ambos tenan dificultades en atraer yconservar a trabajadores a travs de los medios conven-cionales. No dependan de los mecanismos del merca-

    do, no atraan a los trabajadores a travs de canales de difusin como elradio o los peridicos, y tampoco recurran a las oficinas estatales deempleo. En su lugar, esas industrias dependan de la mano de obra

    H

    Este estudio retoma algunos trabajos realizados a mediados de ladcada de 1980, en que argument tras examinar la industria delprocesamiento de mariscos en la zona de la costa media del Atln-tico y la industria azucarera en el sur de Florida que las relacio-nes de poder tanto informales como formales, y no los factores delmercado, fueron los principales instrumentos del suministro de lamano de obra a estas industrias. Desde entonces, los procesos la-borales en estos dos campos han cambiado dramticamente; puesaqulla ha optado por contratar a mujeres mexicanas en lugar deobreras afroamericanas, mientras que esta ltima ha mecanizadolas tareas antes realizadas por trabajadores del Caribe britnico.La industria del procesamiento de mariscos, adems, ahora apro-vecha el mismo programa de visas H-2 que antes permita la en-trada a Estados Unidos de los obreros caribeos para el corte dela caa de azcar. En este artculo hablo de los cambios que hantenido lugar en estas dos industrias, examinndolos a la luz de lasrelaciones entre poder y capital (proceso laboral, trabajo, migran-tes, minoras, capital, poder).

    * [email protected] El autor agradece al U.S. Department of Labor, InternationalLabor Affairs Bureau, the National Science Foundation (SBR-9706637) y a la Ford Foun-dation por su apoyo a la investigacin para este artculo. Tambin da gracias a MonicaHeppel y Luis Torres por su colaboracin en investigaciones relacionadas, y a Anna Gar-ca, Vernon Kelley, Alicia Kramer y Rosa Navarro por proporcionar asistencia durante lainvestigacin; a Gregory Schell en FRLS (Florida Legal Rural Services) por permitirme ac-ceso a sus archivos, y a los varios cientos de trabajadores afroamericanos, jamaiquinos ymexicanos cuya conducta y palabras me ayudaron a formar los argumentos presentadosaqu. Todo error de repre-sentacin es responsabilidad nicamente del autor.

  • E L AVANCE DE CAP I TA L Y LOS P ROCESOS LABORA L ES

    Rastrear la manera en que estos cambios surgieron nos da la oportu-nidad de examinar las relaciones entre poder y capital en el contexto deprocesos laborales. Esto abarca no slo los procesos en s y sus impactossobre las vidas de los trabajadores y las de los miembros de sus familias,sino tambin las maneras en que los grupos con diferentes intereses enla produccin han sido capaces de utilizar el poder, tanto formal comoinformal. Como tal, el anlisis de estos casos contribuye a los recientestrabajos tericos sobre las relaciones entre poder, estructura y agencia, ya los intentos de movilizar a la mano de obra y desafiar los mtodosahora prevalecientes de la movilizacin de la mano de obra (Durren-berger y Erem 1997, 1999; Wolf 1999).

    En los casos presentados en el presente artculo, las relaciones de redy de clase hicieron posible que los trabajadores retaran los sistemas depoder que subyacen a sus posiciones desventajosas en los procesosde trabajo capitalistas. Los trabajadores azucareros del Caribe se unie-ron como una clase y, con la ayuda del poder del Estado, desmantelaronun sistema de explotacin de medio siglo de antigedad que dependafuertemente del mismo poder del Estado. Por su parte, las mujeres afro-americanas aprovecharon las redes que alguna vez las ataban a las pro-cesadoras de mariscos para acceder a nuevas oportunidades de empleoy educacin. Finalmente, las mujeres mexicanas siguen usando las mis-mas redes que en la actualidad las amarran a las procesadoras de ma-riscos para resistirse a las onerosas condiciones de trabajo y sus tanconstreidas condiciones de vivienda.

    LA VISA H-2 LLEGA A SU FIN: LOS TRABAJADORES DEL CARIBESON ELIMINADOS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA EN FLORIDA

    A principios de la dcada de 1990, despus de 50 aos, varias compa-as azucareras en Florida eliminaron paulatinamente la prctica de im-portar miles de trabajadores del Caribe britnico para la zafra de la caade azcar. Irnicamente, el Programa de Mano de Obra Extranjera Tem-poral de las Indias Occidentales Britnicas (British West Indian Tempo-rary Alien Labor Program) dej de proveer trabajadores con visas H-2 alas cosechas de la caa de azcar en un momento en que el uso de traba-

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    reclutada mediante la manipulacin poltica, formal o informal, delmercado de mano de obra, o lo que llam en ese momento los proce-sos laborales que no dependen del mercado (Griffith 1987).

    En apoyo a este argumento, enfoqu mi estudio en la industria delprocesamiento de mariscos en los estados del medio Atlntico y en laproduccin azucarera en Florida. En el primero, los propietarios de lasplantas procesadoras de cangrejo ms intensivas en el uso de mano deobra aprovechaban los lazos de parentesco para reclutar a nuevas traba-jadoras, para imponer la disciplina laboral y para reproducir la mano deobra. En pocas palabras, las obreras afroamericanas llevaban a sus nie-tas, hijas, sobrinas y otros parientes mujeres a las plantas, donde lasentrenaban, supervisaban y disciplinaban. En contraste, la industriaazucarera aprovechaba el poder formal del Estado en la forma del De-partamento de Trabajo y del Servicio de Inmigracin y Naturalizacinpara importar trabajadores extranjeros temporales desde el Caribe bri-tnico, quienes portaban una visa especial, clase H-2, que les permitatrabajar para patrones predesignados.

    Desde entonces, sin embargo, estas dos industrias han cambiadodramticamente. La industria de la caa de azcar, tras ser demandadaen varias ocasiones por violaciones de la ley del trabajo, opt en los pri-meros aos de la dcada de 1990 por mecanizar las tareas de la cosecha.Mientras tanto, en 1988 las compaas procesadoras del cangrejo azul enlos estados del Atlntico medio empezaron a importar mujeres mexica-nas con visas H-2. Ninguno de estos dos cambios tuvo lugar en un vacode poder. La mecanizacin de la zafra de la caa de azcar un cambioque exigan los representantes de esta industria era ecolgicamente im-posible mientras estaban importando trabajadores del Caribe ocurridespus de una prolongada disputa legal sobre el sistema usado por lascompaas para calcular el pago de los trabajadores. El cambio a la manode obra mexicana tambin sucedi conjuntamente con la aparicin deoportunidades alternativas de empleo y de vida entre las jvenes muje-res afroamericanas; particularmente en el turismo, la educacin y losservicios mdicos. El uso de la mano de obra mexicana lleg a extender-se en la industria del cangrejo despus de una muy difundida deman-da judicial sobre el trato de las primeras mujeres mexicanas reclutadaspor las plantas cangrejeras.

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    Rastrear la manera en que estos cambios surgieron nos da la oportu-nidad de examinar las relaciones entre poder y capital en el contexto deprocesos laborales. Esto abarca no slo los procesos en s y sus impactossobre las vidas de los trabajadores y las de los miembros de sus familias,sino tambin las maneras en que los grupos con diferentes intereses enla produccin han sido capaces de utilizar el poder, tanto formal comoinformal. Como tal, el anlisis de estos casos contribuye a los recientestrabajos tericos sobre las relaciones entre poder, estructura y agencia, ya los intentos de movilizar a la mano de obra y desafiar los mtodosahora prevalecientes de la movilizacin de la mano de obra (Durren-berger y Erem 1997, 1999; Wolf 1999).

    En los casos presentados en el presente artculo, las relaciones de redy de clase hicieron posible que los trabajadores retaran los sistemas depoder que subyacen a sus posiciones desventajosas en los procesosde trabajo capitalistas. Los trabajadores azucareros del Caribe se unie-ron como una clase y, con la ayuda del poder del Estado, desmantelaronun sistema de explotacin de medio siglo de antigedad que dependafuertemente del mismo poder del Estado. Por su parte, las mujeres afro-americanas aprovecharon las redes que alguna vez las ataban a las pro-cesadoras de mariscos para acceder a nuevas oportunidades de empleoy educacin. Finalmente, las mujeres mexicanas siguen usando las mis-mas redes que en la actualidad las amarran a las procesadoras de ma-riscos para resistirse a las onerosas condiciones de trabajo y sus tanconstreidas condiciones de vivienda.

    LA VISA H-2 LLEGA A SU FIN: LOS TRABAJADORES DEL CARIBESON ELIMINADOS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA EN FLORIDA

    A principios de la dcada de 1990, despus de 50 aos, varias compa-as azucareras en Florida eliminaron paulatinamente la prctica de im-portar miles de trabajadores del Caribe britnico para la zafra de la caade azcar. Irnicamente, el Programa de Mano de Obra Extranjera Tem-poral de las Indias Occidentales Britnicas (British West Indian Tempo-rary Alien Labor Program) dej de proveer trabajadores con visas H-2 alas cosechas de la caa de azcar en un momento en que el uso de traba-

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    reclutada mediante la manipulacin poltica, formal o informal, delmercado de mano de obra, o lo que llam en ese momento los proce-sos laborales que no dependen del mercado (Griffith 1987).

    En apoyo a este argumento, enfoqu mi estudio en la industria delprocesamiento de mariscos en los estados del medio Atlntico y en laproduccin azucarera en Florida. En el primero, los propietarios de lasplantas procesadoras de cangrejo ms intensivas en el uso de mano deobra aprovechaban los lazos de parentesco para reclutar a nuevas traba-jadoras, para imponer la disciplina laboral y para reproducir la mano deobra. En pocas palabras, las obreras afroamericanas llevaban a sus nie-tas, hijas, sobrinas y otros parientes mujeres a las plantas, donde lasentrenaban, supervisaban y disciplinaban. En contraste, la industriaazucarera aprovechaba el poder formal del Estado en la forma del De-partamento de Trabajo y del Servicio de Inmigracin y Naturalizacinpara importar trabajadores extranjeros temporales desde el Caribe bri-tnico, quienes portaban una visa especial, clase H-2, que les permitatrabajar para patrones predesignados.

    Desde entonces, sin embargo, estas dos industrias han cambiadodramticamente. La industria de la caa de azcar, tras ser demandadaen varias ocasiones por violaciones de la ley del trabajo, opt en los pri-meros aos de la dcada de 1990 por mecanizar las tareas de la cosecha.Mientras tanto, en 1988 las compaas procesadoras del cangrejo azul enlos estados del Atlntico medio empezaron a importar mujeres mexica-nas con visas H-2. Ninguno de estos dos cambios tuvo lugar en un vacode poder. La mecanizacin de la zafra de la caa de azcar un cambioque exigan los representantes de esta industria era ecolgicamente im-posible mientras estaban importando trabajadores del Caribe ocurridespus de una prolongada disputa legal sobre el sistema usado por lascompaas para calcular el pago de los trabajadores. El cambio a la manode obra mexicana tambin sucedi conjuntamente con la aparicin deoportunidades alternativas de empleo y de vida entre las jvenes muje-res afroamericanas; particularmente en el turismo, la educacin y losservicios mdicos. El uso de la mano de obra mexicana lleg a extender-se en la industria del cangrejo despus de una muy difundida deman-da judicial sobre el trato de las primeras mujeres mexicanas reclutadaspor las plantas cangrejeras.

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    jadores H-2 iba en aumento en otras reas de Estados Unidos. Este pro-grama naci a travs de acuerdos entre gobiernos durante la SegundaGuerra Mundial, y dur ms tiempo que el ms conocido programabracero con Mxico, pero termin en un periodo cuando la polticamigratoria en Estados Unidos estaba siendo elaborada cada vez mscon los ojos puestos en el mercado de trabajo. El ms intenso debate p-blico sobre la reforma migratoria en particular las provisiones de losTrabajadores Agrcolas Especiales (Special Agricultural Workers, SAW) ydel Acta de Reforma y Control de la Inmigracin (Immigration Reformand Control Act, IRCA) pusieron los cimientos de una serie de demandasque a la larga hizo demasiado costosa la importacin de mano de obradel Caribe.

    Los desafos jurdicos al programa del azcar

    La exitosa demanda contra los productores azucareros por parte de lostrabajadores del Caribe britnico fue slo uno de una serie de desafoslegales contra los programas H-2 en varios lugares en Estados Unidos.A lo largo de la historia de este programa, organizaciones de serviciosjurdicos cuestionaban el programa desde varios ngulos: 1) su uso enperiodos de altos ndices de desempleo domstico (cuando los trabaja-dores estadounidenses necesitaban los empleos que se daban a obrerosnacidos en el extranjero); 2) su tendencia a crear relaciones de servidum-bre; 3) la posibilidad de que el programa tendiera a bajar los salarios ysocavar las condiciones laborales; y 4) su promocin de un estilo de vi-vienda consistente en dormitorios para hombres solteros, una prcticaque contribuy a socavar el uso de familias en la fuerza laboral agrco-la (Griffith, Heppel y Torres 1994; Griffith, Kissam et al. 1995).

    En el programa del azcar en Florida, los trabajadores caribeos res-petaban las prcticas si bien renuentemente mientras no tenan otrasoportunidades de empleo en el Caribe y mientras la esperanza de con-diciones alternativas no emerga en Estados Unidos. Una prctica quede manera particular simbolizaba el desequilibrio de poder entre capi-tal y trabajo fue que la industria, a propsito y por rutina, sub-acredita-ba los surcos de caa cortados para no pagar el trabajo completo de losobreros (U.S. Congress 1991, 11-13). Esto ocurra de la siguiente manera:

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    se calculaba el pago de los obreros por destajo, de acuerdo con una tari-fa establecida por un empleado llamado el ticket writer, quien determi-naba el valor de un surco con base en su estimado del rendimiento entoneladas de caa. Luego, con base en este estimado, se calculaba elpago de cada obrero. Los problemas surgan debido a discrepancias en-tre lo que los obreros consideraban era el valor de los surcos cortados yel estimado del ticket writer, y por (la evaluacin) de niveles de producti-vidad. Las compaas azucareras esperaban que los trabajadores corta-ran suficiente caa al da para ganar el salario por horas previamenteacordado. Si no lo lograban, sin embargo, el contrato comprometa a lasempresas a reponer la diferencia entre el salario por horas y el pago cal-culado por destajo. Los obreros que no alcanzaban este nivel de pro-ductividad un nivel que liberaba a las empresas de la obligacin de pa-gar compensacin fueron enviados de regreso a casa. Conscientes deesto, los trabajadores solan aceptar que se les reportaran menos horasque las que realmente trabajaban al da.

    No slo es importante subrayar que por rutina no se pagaba el sala-rio completo, sino que las compaas establecan niveles de productivi-dad tan elevados que alcanzarlos era casi imposible y, segundo, el clcu-lo del pago dependa slo del juicio del ticket writer. Mediante estasprcticas las empresas redujeron sus nminas y al mismo tiempo resol-vieron una de las mayores amenazas al programa H-2: intentos ocasio-nales de parte de trabajadores que no eran del programa H-2 por entraren el trabajo de la caa. En una queja contra las compaas azucareras,un refugiado haitiano que busc trabajar en la caa fue contratado porcinco semanas, pero fue despedido poco despus por no alcanzar el ni-vel estndar de productividad. Posteriormente, se dio cuenta que esta-ba en una lista negra y que no podra obtener empleo en la caa en elfuturo. Parte de su denuncia afirma:

    Despus de unas cinco semanas, fui despedido por no cortar lo suficiente-mente rpido. Nunca me fue explicado exactamente cul produccin era re-querida para conservar mi empleo. Hacia el final del da, el fieldwalker (tick-et writer) meda mi surco. En ese momento, yo estaba a slo cinco pies de laestaca que la compaa haba colocado en el suelo para designar el puntoterminal de mi tarea del da. El fieldwalker me dijo que quedaba despedido,

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    jadores H-2 iba en aumento en otras reas de Estados Unidos. Este pro-grama naci a travs de acuerdos entre gobiernos durante la SegundaGuerra Mundial, y dur ms tiempo que el ms conocido programabracero con Mxico, pero termin en un periodo cuando la polticamigratoria en Estados Unidos estaba siendo elaborada cada vez mscon los ojos puestos en el mercado de trabajo. El ms intenso debate p-blico sobre la reforma migratoria en particular las provisiones de losTrabajadores Agrcolas Especiales (Special Agricultural Workers, SAW) ydel Acta de Reforma y Control de la Inmigracin (Immigration Reformand Control Act, IRCA) pusieron los cimientos de una serie de demandasque a la larga hizo demasiado costosa la importacin de mano de obradel Caribe.

    Los desafos jurdicos al programa del azcar

    La exitosa demanda contra los productores azucareros por parte de lostrabajadores del Caribe britnico fue slo uno de una serie de desafoslegales contra los programas H-2 en varios lugares en Estados Unidos.A lo largo de la historia de este programa, organizaciones de serviciosjurdicos cuestionaban el programa desde varios ngulos: 1) su uso enperiodos de altos ndices de desempleo domstico (cuando los trabaja-dores estadounidenses necesitaban los empleos que se daban a obrerosnacidos en el extranjero); 2) su tendencia a crear relaciones de servidum-bre; 3) la posibilidad de que el programa tendiera a bajar los salarios ysocavar las condiciones laborales; y 4) su promocin de un estilo de vi-vienda consistente en dormitorios para hombres solteros, una prcticaque contribuy a socavar el uso de familias en la fuerza laboral agrco-la (Griffith, Heppel y Torres 1994; Griffith, Kissam et al. 1995).

    En el programa del azcar en Florida, los trabajadores caribeos res-petaban las prcticas si bien renuentemente mientras no tenan otrasoportunidades de empleo en el Caribe y mientras la esperanza de con-diciones alternativas no emerga en Estados Unidos. Una prctica quede manera particular simbolizaba el desequilibrio de poder entre capi-tal y trabajo fue que la industria, a propsito y por rutina, sub-acredita-ba los surcos de caa cortados para no pagar el trabajo completo de losobreros (U.S. Congress 1991, 11-13). Esto ocurra de la siguiente manera:

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    se calculaba el pago de los obreros por destajo, de acuerdo con una tari-fa establecida por un empleado llamado el ticket writer, quien determi-naba el valor de un surco con base en su estimado del rendimiento entoneladas de caa. Luego, con base en este estimado, se calculaba elpago de cada obrero. Los problemas surgan debido a discrepancias en-tre lo que los obreros consideraban era el valor de los surcos cortados yel estimado del ticket writer, y por (la evaluacin) de niveles de producti-vidad. Las compaas azucareras esperaban que los trabajadores corta-ran suficiente caa al da para ganar el salario por horas previamenteacordado. Si no lo lograban, sin embargo, el contrato comprometa a lasempresas a reponer la diferencia entre el salario por horas y el pago cal-culado por destajo. Los obreros que no alcanzaban este nivel de pro-ductividad un nivel que liberaba a las empresas de la obligacin de pa-gar compensacin fueron enviados de regreso a casa. Conscientes deesto, los trabajadores solan aceptar que se les reportaran menos horasque las que realmente trabajaban al da.

    No slo es importante subrayar que por rutina no se pagaba el sala-rio completo, sino que las compaas establecan niveles de productivi-dad tan elevados que alcanzarlos era casi imposible y, segundo, el clcu-lo del pago dependa slo del juicio del ticket writer. Mediante estasprcticas las empresas redujeron sus nminas y al mismo tiempo resol-vieron una de las mayores amenazas al programa H-2: intentos ocasio-nales de parte de trabajadores que no eran del programa H-2 por entraren el trabajo de la caa. En una queja contra las compaas azucareras,un refugiado haitiano que busc trabajar en la caa fue contratado porcinco semanas, pero fue despedido poco despus por no alcanzar el ni-vel estndar de productividad. Posteriormente, se dio cuenta que esta-ba en una lista negra y que no podra obtener empleo en la caa en elfuturo. Parte de su denuncia afirma:

    Despus de unas cinco semanas, fui despedido por no cortar lo suficiente-mente rpido. Nunca me fue explicado exactamente cul produccin era re-querida para conservar mi empleo. Hacia el final del da, el fieldwalker (tick-et writer) meda mi surco. En ese momento, yo estaba a slo cinco pies de laestaca que la compaa haba colocado en el suelo para designar el puntoterminal de mi tarea del da. El fieldwalker me dijo que quedaba despedido,

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    Unidos en 1991 revel que la retencin de 2% para el seguro generabaUS $600 000 ms del costo de la pliza que cubra a los trabajadores, yque los beneficios de la pliza eran tan magros que resultaban insigni-ficantes en el sistema de servicio mdico de Estados Unidos (U.S. Con-gress, 1991, 10). Las retenciones adicionales para alimentos y transportetambin eran ilegales.

    Los trabajadores azucareros caribeos fueron maltratados tambinen otras formas. En varias cartas anexas a los sondeos devueltos a losabogados que demandaban a las compaas azucareras por salarios nopagados, as como en la galardonada pelcula documental de StephanieBlack, H-2 Worker (Trabajador H-2), los caribeos expresaron inconfor-midades por lesiones sufridas en los sitios de trabajo y sus complicacio-nes posteriores, y por haber sido obligados a tomar agua contaminada.En un incidente que Black captur en su pelcula, tras una disputa porpagos, varios obreros fueron llevados por policas con perros y obliga-dos a subir a autobuses que los llevaron a Miami. All, fueron detenidosy devueltos a Jamaica. En una de las cartas enviadas a los abogados deServicios Legales Rurales de Florida (Florida Rural Legal Services, FRLS),un jamaiquino (probablemente un participante inocente en la disputamencionada arriba, y cuyas seas he cambiado), escribi:

    Estimado Sr./Sra.: Saludos al nombre majestuoso de nuestro Sr. Jesucristo,nuestro rey venidero. S, tengo este problema. Soy un trabajador agrcola ja-maiquino. He ido al estado ocho veces, trabajando para la CorporacinOkeelanta. El ao pasado, fui el 20 de octubre, trabaj tres semanas y hubouna disputa [sic] que tuvo lugar concerniente a algn precio de la caa, al-gunos quinientos de nosotros fuimos obligados a salir y enviados a casa.Algunos no tuvimos la oportunidad de llevar nada de nuestras pertenen-cias. Cuando llegamos a Miami al Centro de Detencin, un oficial de liaisonvino y tom los nombres de los que dejbamos cosas atrs. Le di mi nom-bre y hasta ahora no escucho ni recibo nada de ellos, as que estoy pregun-tando si Uds. me podran ayudar con este problema. Dej en el campa-mento cuatro pantalones y cuatro camisas y haba $150 que tena en unllavero-billetera en el bolsillo del pantaln en mi cama y eso es donde esta-ba en el momento del incidente, en mi cama. No saba qu estaba pasandoafuera hasta que la Seguridad entr en el edificio y nos dijo que saliramos.

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    aunque casi haba terminado la faena (Cebonet vs. Florida Fruit and Vege-table Association (FFVA), U.S. Department of Labor, ETA, nm. de caso 2-83, 8de marzo de 1983).

    En la siguiente temporada, cuando Cebonet intent solicitar empleo conotra empresa como cortador de caa, afirm que, Me informaron quesi estaba en la lista de las empresas de los obreros no satisfactorios (unalista que conservaba la FFVA), ninguna compaa azucarera en Floridame contratara como cortador (Ibid).

    Puede ser que la lista negra y el pago incompleto de salarios ha-yan sido las manifestaciones ms oprobiosas de este desequilibrio depoder entre capital y trabajo, pero hubo muchas ms. Ao con ao y enambos lados de la frontera, las empresas norteamericanas y los funcio-narios gubernamentales de los pases caribeos defraudaban millonesde dlares a los trabajadores H-2 mediante retenciones que hacan a suspagos. Los obreros y sus defensores disputaban un programa de ahorroobligatorio de 23% y una retencin de 2% para un seguro, establecidospor la Organizacin Central de Trabajo de las Indias Occidentales (WestIndian Central Labour Organization, WICLO), el grupo que administrabael programa en el Caribe. En la WICLO hubo oficiales de gobierno, nor-malmente de los Ministerios de Trabajo de los pases participantes, ascomo personal permanente. Ellos negociaban los contratos de los traba-jadores, asistan en el reclutamiento y transporte y, supuestamente, re-presentaban a los obreros cuando haba querellas contra las empresas.Las revelaciones surgidas a mediados de la dcada de 1980 resaltaroncmo los funcionarios de la WICLO y otras personas aprovechaban suspuestos para sacar ganancias de las retenciones hechas a los pagos delos obreros. Primero, las indagaciones reportadas en el peridico jamai-quino The Daily Gleaner, sugirieron la posibilidad de que oficiales delMinisterio de Trabajo en Jamaica usaban los fondos del programa obli-gatorio de ahorro para comprar bienes duraderos en Canad y EstadosUnidos y revenderlos en Jamaica. Aunque reponan el dinero, estascuentas no generaban intereses y los trabajadores no reciban beneficioalguno de la venta de los bienes (Queen vs. James Smith, Resident Ma-gistrates Court, Kingston, Jamaica, 103, 117, citado en U.S. Congress, 1991,9-10). En segundo lugar, una investigacin del Congreso de Estados

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    Unidos en 1991 revel que la retencin de 2% para el seguro generabaUS $600 000 ms del costo de la pliza que cubra a los trabajadores, yque los beneficios de la pliza eran tan magros que resultaban insigni-ficantes en el sistema de servicio mdico de Estados Unidos (U.S. Con-gress, 1991, 10). Las retenciones adicionales para alimentos y transportetambin eran ilegales.

    Los trabajadores azucareros caribeos fueron maltratados tambinen otras formas. En varias cartas anexas a los sondeos devueltos a losabogados que demandaban a las compaas azucareras por salarios nopagados, as como en la galardonada pelcula documental de StephanieBlack, H-2 Worker (Trabajador H-2), los caribeos expresaron inconfor-midades por lesiones sufridas en los sitios de trabajo y sus complicacio-nes posteriores, y por haber sido obligados a tomar agua contaminada.En un incidente que Black captur en su pelcula, tras una disputa porpagos, varios obreros fueron llevados por policas con perros y obliga-dos a subir a autobuses que los llevaron a Miami. All, fueron detenidosy devueltos a Jamaica. En una de las cartas enviadas a los abogados deServicios Legales Rurales de Florida (Florida Rural Legal Services, FRLS),un jamaiquino (probablemente un participante inocente en la disputamencionada arriba, y cuyas seas he cambiado), escribi:

    Estimado Sr./Sra.: Saludos al nombre majestuoso de nuestro Sr. Jesucristo,nuestro rey venidero. S, tengo este problema. Soy un trabajador agrcola ja-maiquino. He ido al estado ocho veces, trabajando para la CorporacinOkeelanta. El ao pasado, fui el 20 de octubre, trabaj tres semanas y hubouna disputa [sic] que tuvo lugar concerniente a algn precio de la caa, al-gunos quinientos de nosotros fuimos obligados a salir y enviados a casa.Algunos no tuvimos la oportunidad de llevar nada de nuestras pertenen-cias. Cuando llegamos a Miami al Centro de Detencin, un oficial de liaisonvino y tom los nombres de los que dejbamos cosas atrs. Le di mi nom-bre y hasta ahora no escucho ni recibo nada de ellos, as que estoy pregun-tando si Uds. me podran ayudar con este problema. Dej en el campa-mento cuatro pantalones y cuatro camisas y haba $150 que tena en unllavero-billetera en el bolsillo del pantaln en mi cama y eso es donde esta-ba en el momento del incidente, en mi cama. No saba qu estaba pasandoafuera hasta que la Seguridad entr en el edificio y nos dijo que saliramos.

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    aunque casi haba terminado la faena (Cebonet vs. Florida Fruit and Vege-table Association (FFVA), U.S. Department of Labor, ETA, nm. de caso 2-83, 8de marzo de 1983).

    En la siguiente temporada, cuando Cebonet intent solicitar empleo conotra empresa como cortador de caa, afirm que, Me informaron quesi estaba en la lista de las empresas de los obreros no satisfactorios (unalista que conservaba la FFVA), ninguna compaa azucarera en Floridame contratara como cortador (Ibid).

    Puede ser que la lista negra y el pago incompleto de salarios ha-yan sido las manifestaciones ms oprobiosas de este desequilibrio depoder entre capital y trabajo, pero hubo muchas ms. Ao con ao y enambos lados de la frontera, las empresas norteamericanas y los funcio-narios gubernamentales de los pases caribeos defraudaban millonesde dlares a los trabajadores H-2 mediante retenciones que hacan a suspagos. Los obreros y sus defensores disputaban un programa de ahorroobligatorio de 23% y una retencin de 2% para un seguro, establecidospor la Organizacin Central de Trabajo de las Indias Occidentales (WestIndian Central Labour Organization, WICLO), el grupo que administrabael programa en el Caribe. En la WICLO hubo oficiales de gobierno, nor-malmente de los Ministerios de Trabajo de los pases participantes, ascomo personal permanente. Ellos negociaban los contratos de los traba-jadores, asistan en el reclutamiento y transporte y, supuestamente, re-presentaban a los obreros cuando haba querellas contra las empresas.Las revelaciones surgidas a mediados de la dcada de 1980 resaltaroncmo los funcionarios de la WICLO y otras personas aprovechaban suspuestos para sacar ganancias de las retenciones hechas a los pagos delos obreros. Primero, las indagaciones reportadas en el peridico jamai-quino The Daily Gleaner, sugirieron la posibilidad de que oficiales delMinisterio de Trabajo en Jamaica usaban los fondos del programa obli-gatorio de ahorro para comprar bienes duraderos en Canad y EstadosUnidos y revenderlos en Jamaica. Aunque reponan el dinero, estascuentas no generaban intereses y los trabajadores no reciban beneficioalguno de la venta de los bienes (Queen vs. James Smith, Resident Ma-gistrates Court, Kingston, Jamaica, 103, 117, citado en U.S. Congress, 1991,9-10). En segundo lugar, una investigacin del Congreso de Estados

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    Gleaner, 2 de noviembre de 1987; 1 de junio de 1987). Los noticierosadujeron que los funcionarios del Ministerio de Trabajo haban falladoal no ser representantes efectivos de los trabajadores agrcolas jamaiqui-nos. Por su parte, los oficiales respondieron mediante visitas a EstadosUnidos donde tuvieron reuniones con representantes de las empresasazucareras y otros interesados en el programa.

    En los aos despus del incidente de 1986 en Okeelanta, al menosotros cinco eventos socavaron al programa, entre ellos: 1) las reformasmigratorias en Estados Unidos, que movieron a las compaas azucare-ras a oponerse a la legalizacin de los cortadores de caa caribeos(1985-87); 2) la pelcula de Stephanie Black de 1990, H-2 Worker, que cap-tur parte del incidente de Okeelanta y recibi premios y una amplia co-bertura en los medios (por ejemplo Radio Pblica Nacional, 1990); 3) la re-velacin de que oficiales del Ministerio de Trabajo de Jamaica usaban demanera ilcita las cuentas de ahorros de los trabajadores; 4) la investiga-cin del Congreso de Estados Unidos en 1991; y 5) una rfaga de inves-tigaciones sociales sobre la cuestin de la inmigracin que surgieron delas reformas que tuvieron lugar a finales de la dcada de 1980 y princi-pios de los aos de 1990.

    En los ltimos aos de la dcada de 1980 y los primeros aos de lade 1990, varias olas de reforma migratoria crearon condiciones poltico-econmicas que ayudaron a los abogados de servicios legales a desafiarcon xito a la industria azucarera y sus prcticas laborales. En 1986, lareforma migratoria suscit la posibilidad de que los caribeos pudieranobtener la autorizacin de trabajar mediante el programa de TrabajadoresAgrcolas Especiales (SAW) del Acta de Reforma y Control de Migracin(IRCA). De acuerdo con esta legislacin, a los trabajadores agrcolas queno podan comprobar que haban laborado en la agricultura norteame-ricana por 90 das en los tres aos anteriores a la legislacin, se les otor-gara permiso de trabajar. Si bien varios miles de trabajadores caribeosque haban cortado caa durante varios aos antes de 1986 satisfacanlos requisitos, las compaas azucareras usaron su influencia para quelos obreros caribeos quedaran fuera del status SAW; ya que esta medi-da hubiera puesto en jaque su control sobre esta fuente de mano de obray, quiz, amenazaba al programa H-2 en s, al inundar el mercado detrabajo del sur de Florida con cortadores de caa obviamente califica-

    DAV ID GR I F F I TH

    2 6

    Tuvimos que hacer lo que dijeron. Tengo dos talones de pago con mi aho-rro el primero con $36.69 y $93.57 y no he recibido ningn pago hasta ahora.Bien, mi no. de contrato es J-50253 Rafael McWest con el domicilio arriba.Espero pronto recibir noticias suyas. Con agradecimiento, R. McWest (Ofi-cina de la FRLS, Belle Glade, Florida: archivos de los cortadores de caa).

    Mientras preparaban su demanda, los abogados de los trabajadoresllenaron ms de dos archiveros con cartas como la del Sr. McWest. Losobreros solan dar informacin voluntariamente ms all de lo que losabogados pedan. Muchas de las cartas revelan preocupaciones simila-res, escritas en una forma igualmente efusiva y formal a la del Sr. McWest,reflejando a la vez su disposicin de sumarse a la denuncia contra lasempresas azucareras, y expresando sus esperanzas de ayuda. Estas car-tas y la cobertura periodstica tambin revelan el temor que acompaabaa los obreros en suelo americano, donde La Seguridad entr en el edifi-cio y nos dijo que saliramos. Tuvimos que hacer lo que nos decan.

    El incidente descrito por el Sr. McWest ocurri en noviembre de1986. Artculos en noticieros de la prensa de Jamaica se enfocaron encuestiones semejantes a las que mencion el Sr. McWest: el crudo ejerci-cio del poder y la prdida de dinero y ropa,

    Casi 200 trabajadores agrcolas jamaiquinos despedidos de sus empleos enFlorida [empez un reportaje] a sus casas ayer por la tarde, diciendo que seusaron perros y soldados, fueron para correrlos del campamento donde sequedaban, y al menos dos obreros dicen que fueron mordidos por los pe-rros [] Estos trabajadores agrcolas, obviamente deprimidos y frustrados,dijeron que fueron obligados a salir del campamento, dejando atrs su di-nero y otras pertenencias personales (The Jamaican Daily Gleaner, 24 de no-viembre de 1986).

    Despus de este incidente, y conforme el disgusto y la amargura ini-ciales se desvanecan, artculos y editoriales en el Gleaner sugirieron queproblemas de esta naturaleza podran poner en peligro al programa,justo en un momento cuando el Congreso de Estados Unidos estaba de-batiendo la reforma migratoria, que inclua la sustitucin de los tra-bajadores jamaiquinos por mexicanos o chinos (por ejemplo The Daily

  • E L AVANCE DE CAP I TA L Y LOS P ROCESOS LABORA L ES

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    Gleaner, 2 de noviembre de 1987; 1 de junio de 1987). Los noticierosadujeron que los funcionarios del Ministerio de Trabajo haban falladoal no ser representantes efectivos de los trabajadores agrcolas jamaiqui-nos. Por su parte, los oficiales respondieron mediante visitas a EstadosUnidos donde tuvieron reuniones con representantes de las empresasazucareras y otros interesados en el programa.

    En los aos despus del incidente de 1986 en Okeelanta, al menosotros cinco eventos socavaron al programa, entre ellos: 1) las reformasmigratorias en Estados Unidos, que movieron a las compaas azucare-ras a oponerse a la legalizacin de los cortadores de caa caribeos(1985-87); 2) la pelcula de Stephanie Black de 1990, H-2 Worker, que cap-tur parte del incidente de Okeelanta y recibi premios y una amplia co-bertura en los medios (por ejemplo Radio Pblica Nacional, 1990); 3) la re-velacin de que oficiales del Ministerio de Trabajo de Jamaica usaban demanera ilcita las cuentas de ahorros de los trabajadores; 4) la investiga-cin del Congreso de Estados Unidos en 1991; y 5) una rfaga de inves-tigaciones sociales sobre la cuestin de la inmigracin que surgieron delas reformas que tuvieron lugar a finales de la dcada de 1980 y princi-pios de los aos de 1990.

    En los ltimos aos de la dcada de 1980 y los primeros aos de lade 1990, varias olas de reforma migratoria crearon condiciones poltico-econmicas que ayudaron a los abogados de servicios legales a desafiarcon xito a la industria azucarera y sus prcticas laborales. En 1986, lareforma migratoria suscit la posibilidad de que los caribeos pudieranobtener la autorizacin de trabajar mediante el programa de TrabajadoresAgrcolas Especiales (SAW) del Acta de Reforma y Control de Migracin(IRCA). De acuerdo con esta legislacin, a los trabajadores agrcolas queno podan comprobar que haban laborado en la agricultura norteame-ricana por 90 das en los tres aos anteriores a la legislacin, se les otor-gara permiso de trabajar. Si bien varios miles de trabajadores caribeosque haban cortado caa durante varios aos antes de 1986 satisfacanlos requisitos, las compaas azucareras usaron su influencia para quelos obreros caribeos quedaran fuera del status SAW; ya que esta medi-da hubiera puesto en jaque su control sobre esta fuente de mano de obray, quiz, amenazaba al programa H-2 en s, al inundar el mercado detrabajo del sur de Florida con cortadores de caa obviamente califica-

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    Tuvimos que hacer lo que dijeron. Tengo dos talones de pago con mi aho-rro el primero con $36.69 y $93.57 y no he recibido ningn pago hasta ahora.Bien, mi no. de contrato es J-50253 Rafael McWest con el domicilio arriba.Espero pronto recibir noticias suyas. Con agradecimiento, R. McWest (Ofi-cina de la FRLS, Belle Glade, Florida: archivos de los cortadores de caa).

    Mientras preparaban su demanda, los abogados de los trabajadoresllenaron ms de dos archiveros con cartas como la del Sr. McWest. Losobreros solan dar informacin voluntariamente ms all de lo que losabogados pedan. Muchas de las cartas revelan preocupaciones simila-res, escritas en una forma igualmente efusiva y formal a la del Sr. McWest,reflejando a la vez su disposicin de sumarse a la denuncia contra lasempresas azucareras, y expresando sus esperanzas de ayuda. Estas car-tas y la cobertura periodstica tambin revelan el temor que acompaabaa los obreros en suelo americano, donde La Seguridad entr en el edifi-cio y nos dijo que saliramos. Tuvimos que hacer lo que nos decan.

    El incidente descrito por el Sr. McWest ocurri en noviembre de1986. Artculos en noticieros de la prensa de Jamaica se enfocaron encuestiones semejantes a las que mencion el Sr. McWest: el crudo ejerci-cio del poder y la prdida de dinero y ropa,

    Casi 200 trabajadores agrcolas jamaiquinos despedidos de sus empleos enFlorida [empez un reportaje] a sus casas ayer por la tarde, diciendo que seusaron perros y soldados, fueron para correrlos del campamento donde sequedaban, y al menos dos obreros dicen que fueron mordidos por los pe-rros [] Estos trabajadores agrcolas, obviamente deprimidos y frustrados,dijeron que fueron obligados a salir del campamento, dejando atrs su di-nero y otras pertenencias personales (The Jamaican Daily Gleaner, 24 de no-viembre de 1986).

    Despus de este incidente, y conforme el disgusto y la amargura ini-ciales se desvanecan, artculos y editoriales en el Gleaner sugirieron queproblemas de esta naturaleza podran poner en peligro al programa,justo en un momento cuando el Congreso de Estados Unidos estaba de-batiendo la reforma migratoria, que inclua la sustitucin de los tra-bajadores jamaiquinos por mexicanos o chinos (por ejemplo The Daily

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    He recibido su carta y ledo su contenido cuidadosamente y todo est clara-mente entendido. Debo informarte sin ms demora que estoy MUY agrade-cido por todo lo que estn haciendo por mi y los otros trabajadores agrco-las. Tambin debo decir que agradezco mucho que encuentran tiempo paracontestar nuestras cartas []

    Buen da en el [precioso] nombre de Jess. Estuve muy feliz cuandorecib su carta para esta cosa que estamos buscando y damos gracias a Diosque lleg. Le agradezco a Ud. y a todo su equipo que trabajan en este casopara hacerlo exitoso. Que Dios les bendiga []

    Aunque las compaas azucareras ganaron la batalla sobre el estatusSAW respecto de los trabajadores caribeos, su triunfo no les dur mu-cho. Poco despus, los esfuerzos de los abogados de la FLRS dieron fru-tos cuando las cortes de Estados Unidos obligaron a las compaas a pa-gar millones de dlares a los trabajadores caribeos por salarios cados.Dentro de cinco aos de la aprobacin de la ley IRCA, al tiempo que elprograma H-2 se extenda en otras zonas del pas, las compaas empe-zaron a reemplazar a sus trabajadores caribeos con mquinas.

    Como se coment arriba, la decisin de obligar a las compaas azu-careras a pagar los salarios cados no ocurri en un vaco. Adems de lamayor atencin que el programa llam debido al incidente de huelga de1987 y la pelcula de Stephanie Black, era una poca de muchas investi-gaciones en las ciencias sociales sobre el tema de migracin. Buena partede estos estudios fue financiada directamente por el Departamento deTrabajo y la Comisin de los Trabajadores Agrcolas de Estados Unidosen respuesta a las reformas migratorias aprobadas en la ley IRCA. Antro-plogos, economistas, cientficos polticos, socilogos, analistas polti-cos interesados y los defensores tanto de los trabajadores como de lospatrones participaron en estas iniciativas de investigacin, reunindoseen varios escenarios para intercambiar ideas o influir en la direccin quetomara la poltica migratoria. Varias obras publicadas, documentos delgobierno e informes tcnicos surgieron de estos esfuerzos (por ejemploPapademetrious et al. 1989; Bach y Brill 1990; Comision on AgriculturalWorkers 1992), entre ellos muchos que fueron importantes para los abo-gados que demandaron a las compaas azucareras.

    DAV ID GR I F F I TH

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    dos, a quienes la FFVA difcilmente hubiera podido colocar en su listanegra por baja productividad. Es probable asimismo que la mano deobra autorizada que gozaba de libertad de movimiento en el mercadolaboral de Estados Unidos, habra sido ms militante en su oposicin alpago incompleto de salarios, a las retenciones injustas, as como a otrosabusos, y habra ofrecido sus declaraciones felizmente en apoyo a lasahora muy comunes denuncias de las compaas azucareras.

    Los trabajadores caeros del Caribe estaban conscientes de los cam-bios en las leyes migratorias de Estados Unidos y de la posibilidad depoder solicitar el status SAW, de acuerdo con los trminos del IRCA. Ade-ms de la cobertura sobre la ley IRCA en la prensa local, en las cartas enque informaron a los obreros del estatus de su demanda, los abogadosindicaron que las nuevas reformas podran brindarles la oportunidadde obtener el estatus de residente legal, aunque las empresas azucarerasestaban en contra de estas provisiones:

    Queremos informarle acerca de la nueva ley de inmigracin de EstadosUnidos. Esta ley fue aprobada en noviembre y quiz otorgue micas (greencards del estatus de residente legal) a los trabajadores agrcolas que hayanlaborado por contrato en Estados Unidos en los ltimos aos. A los trabaja-dores que tienen la mica se les permite vivir legalmente en Estados Unidoscon sus familias y trabajar en cualquier empleo. El gobierno de EstadosUnidos an no ha determinado cules trabajadores podrn solicitar la mica[] Las compaas azucareras estn peleando muy fuerte para evitar quelos trabajadores contratados la obtengan, pero tenemos esperanzas de quetodos los trabajadores contratados calificarn (carta del Legal Aid Bureau alos trabajadores H-2, verano de 1987).

    Dado el nfasis que estas cartas a los obreros ponen en el trabajocontinuo en Estados Unidos, es probable que ellos consideraran cruel einmoral la oposicin de las empresas azucareras a la legislacin, espe-cialmente al compararla con la labor de los abogados a favor de ellos.En repetidas ocasiones, estos trabajadores expresaron individualmentey como miembros de una clase su agradecimiento por los esfuerzos delos abogados, as como su aprecio, como muestra este extracto:

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    He recibido su carta y ledo su contenido cuidadosamente y todo est clara-mente entendido. Debo informarte sin ms demora que estoy MUY agrade-cido por todo lo que estn haciendo por mi y los otros trabajadores agrco-las. Tambin debo decir que agradezco mucho que encuentran tiempo paracontestar nuestras cartas []

    Buen da en el [precioso] nombre de Jess. Estuve muy feliz cuandorecib su carta para esta cosa que estamos buscando y damos gracias a Diosque lleg. Le agradezco a Ud. y a todo su equipo que trabajan en este casopara hacerlo exitoso. Que Dios les bendiga []

    Aunque las compaas azucareras ganaron la batalla sobre el estatusSAW respecto de los trabajadores caribeos, su triunfo no les dur mu-cho. Poco despus, los esfuerzos de los abogados de la FLRS dieron fru-tos cuando las cortes de Estados Unidos obligaron a las compaas a pa-gar millones de dlares a los trabajadores caribeos por salarios cados.Dentro de cinco aos de la aprobacin de la ley IRCA, al tiempo que elprograma H-2 se extenda en otras zonas del pas, las compaas empe-zaron a reemplazar a sus trabajadores caribeos con mquinas.

    Como se coment arriba, la decisin de obligar a las compaas azu-careras a pagar los salarios cados no ocurri en un vaco. Adems de lamayor atencin que el programa llam debido al incidente de huelga de1987 y la pelcula de Stephanie Black, era una poca de muchas investi-gaciones en las ciencias sociales sobre el tema de migracin. Buena partede estos estudios fue financiada directamente por el Departamento deTrabajo y la Comisin de los Trabajadores Agrcolas de Estados Unidosen respuesta a las reformas migratorias aprobadas en la ley IRCA. Antro-plogos, economistas, cientficos polticos, socilogos, analistas polti-cos interesados y los defensores tanto de los trabajadores como de lospatrones participaron en estas iniciativas de investigacin, reunindoseen varios escenarios para intercambiar ideas o influir en la direccin quetomara la poltica migratoria. Varias obras publicadas, documentos delgobierno e informes tcnicos surgieron de estos esfuerzos (por ejemploPapademetrious et al. 1989; Bach y Brill 1990; Comision on AgriculturalWorkers 1992), entre ellos muchos que fueron importantes para los abo-gados que demandaron a las compaas azucareras.

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    dos, a quienes la FFVA difcilmente hubiera podido colocar en su listanegra por baja productividad. Es probable asimismo que la mano deobra autorizada que gozaba de libertad de movimiento en el mercadolaboral de Estados Unidos, habra sido ms militante en su oposicin alpago incompleto de salarios, a las retenciones injustas, as como a otrosabusos, y habra ofrecido sus declaraciones felizmente en apoyo a lasahora muy comunes denuncias de las compaas azucareras.

    Los trabajadores caeros del Caribe estaban conscientes de los cam-bios en las leyes migratorias de Estados Unidos y de la posibilidad depoder solicitar el status SAW, de acuerdo con los trminos del IRCA. Ade-ms de la cobertura sobre la ley IRCA en la prensa local, en las cartas enque informaron a los obreros del estatus de su demanda, los abogadosindicaron que las nuevas reformas podran brindarles la oportunidadde obtener el estatus de residente legal, aunque las empresas azucarerasestaban en contra de estas provisiones:

    Queremos informarle acerca de la nueva ley de inmigracin de EstadosUnidos. Esta ley fue aprobada en noviembre y quiz otorgue micas (greencards del estatus de residente legal) a los trabajadores agrcolas que hayanlaborado por contrato en Estados Unidos en los ltimos aos. A los trabaja-dores que tienen la mica se les permite vivir legalmente en Estados Unidoscon sus familias y trabajar en cualquier empleo. El gobierno de EstadosUnidos an no ha determinado cules trabajadores podrn solicitar la mica[] Las compaas azucareras estn peleando muy fuerte para evitar quelos trabajadores contratados la obtengan, pero tenemos esperanzas de quetodos los trabajadores contratados calificarn (carta del Legal Aid Bureau alos trabajadores H-2, verano de 1987).

    Dado el nfasis que estas cartas a los obreros ponen en el trabajocontinuo en Estados Unidos, es probable que ellos consideraran cruel einmoral la oposicin de las empresas azucareras a la legislacin, espe-cialmente al compararla con la labor de los abogados a favor de ellos.En repetidas ocasiones, estos trabajadores expresaron individualmentey como miembros de una clase su agradecimiento por los esfuerzos delos abogados, as como su aprecio, como muestra este extracto:

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    grama H-2 se haba expandido a otros sectores agrcolas (en particular,el tabaco) y a varias industrias estacionales no agrcolas. Algunos de losprincipales beneficiarios fueron las plantas procesadoras del cangrejoazul en los estados del Atlntico medio. El procesamiento de la carnedel cangrejo azul en Carolina del Norte, Virigina y Maryland tiene lugarmayormente en lugares rurales donde empleos estacionales, en la agri-cultura, la pesca, la industria forestal y el turismo, han prevalecido pordcadas (Griffith 1993, 1999). Hay varias caractersticas del procesamien-to del cangrejo que inhiben a esta industria a atraer y retener obrerosconfiables: el trabajo es tedioso, repetitivo, peligroso e impredecible; elpago es muy variable; y los sitios de trabajo suelen oler mal y son inc-modos. El trabajo consiste en extraer la carne de cangrejos azules yacocidos y enfriados. Las trabajadoras se sientan junto a montones decangrejos, que toman uno por uno, metiendo un cuchillo debajo del ca-parazn para quitar esta tapa, apartando las visceras y la grasa y de-positando la carne en contenedores de plstico del tamao de una pinta(medio litro).

    Al igual que los trabajadores azucareros caribeos, las mujeres quelimpian los cangrejos son pagadas a destajo y no por horas. La tarifa su-bi en 20% entre 1985 y 1988, pero no ha cambiado apreciablemente des-de que la industria acogi el programa H-2. En un da bueno, una tra-bajadora eficiente puede ganar hasta unos sesenta o setenta dlares,pero la mayora gana unos cuarenta. La cantidad de cangrejo vara deun da a otro y de una semana a otra a lo largo de la temporada, de ma-nera que algunos das se acaba todo el cangrejo cocido a las diez de lamaana, y cada trabajadora slo alcanza a limpiar unas cuantas li-bras. Otros das, sin embargo, llegan con el alba y se quedan hasta bienentrada la tarde.

    Breves antecedentes histricos y geogrficos

    Hoy, a lo largo de la costa de los estados del Atlntico medio, el estadode Carolina del Norte cuenta con el mayor nmero de plantas para pro-cesar el cangrejo azul y con ms empleados, ya que hay entre 20 y 50 fir-mas y de 1 200 a 1 600 empleados. Virginia y Maryland tienen sustancial-mente menos plantas (10 a 15 cada uno), que en su conjunto emplean

    DAV ID GR I F F I TH

    3 0

    Resumen

    Quiz fueron las compaas azucareras de Florida quienes prepararonel terreno para el uso de trabajadores H-2 en la agricultura de EstadosUnidos, pero su forma de ejercer el poder (evidenciado, por ejemplo, enel no pago de salarios por varios aos) no poda continuar frente a lamasa crtica de informacin y anlisis que surgi en los ltimos aos dela dcada de 1980 y principios de la de 1990. De manera similar, pero enuna poca ms temprana, el mucho ms extenso programa braceropara trabajadores mexicanos fue severamente criticado por el movi-miento amplio a favor de los derechos civiles que empujaba el pas ha-cia un trato ms humano de los trabajadores en general; un periodo queel Programa de Mano de Obra Extranjera Temporal de las Indias Occi-dentales Britnicas sobrevivi (Calavita 1992).

    El xito de la demanda, empero, no result de todo positivo para losobreros. Muchos de ellos seguan anhelando empleos en el programa deazcar, y este deseo de trabajar en Estados Unidos es reflejado en la po-pularidad de los programas H-2 para trabajadores del Caribe que si-guen en pie: el programa de la manzana en el noroeste, y el crecienteuso de jamaiquinos (hombres y mujeres) en la industria del turismo,como recamareras y meseros (Griffith 2000). Cuando entrevist al mi-nistro de Trabajo de Jamaica en 1994, l defendi el uso de sus predece-sores del dinero de los obreros H-2, aduciendo que ni un solo centavofaltaba en [sus] cuentas, y lament el creciente uso de mexicanos en elprograma H-2, mencionando en forma especfica el programa de la in-dustria cangrejera. Aunque en Jamaica no hay una industria del can-grejo azul semejante a las plantas donde muchos mexicanos reciben ca-pacitacin antes de ir a Estados Unidos, el ministro lo consideraba untrabajo no calificado, y aadi, nuestra gente podra hacer esto.

    DE LA MANO DE OBRA AFROAMERICANA A LA MEXICANA EN LA INDUSTRIADEL CANGREJO AZUL EN LOS ESTADOS DEL ATLNTICO MEDIO

    Al mismo tiempo que el uso del programa H-2 en la industria azucare-ra se acercaba a su final, a lo largo y ancho de los Estados Unidos el pro-

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    grama H-2 se haba expandido a otros sectores agrcolas (en particular,el tabaco) y a varias industrias estacionales no agrcolas. Algunos de losprincipales beneficiarios fueron las plantas procesadoras del cangrejoazul en los estados del Atlntico medio. El procesamiento de la carnedel cangrejo azul en Carolina del Norte, Virigina y Maryland tiene lugarmayormente en lugares rurales donde empleos estacionales, en la agri-cultura, la pesca, la industria forestal y el turismo, han prevalecido pordcadas (Griffith 1993, 1999). Hay varias caractersticas del procesamien-to del cangrejo que inhiben a esta industria a atraer y retener obrerosconfiables: el trabajo es tedioso, repetitivo, peligroso e impredecible; elpago es muy variable; y los sitios de trabajo suelen oler mal y son inc-modos. El trabajo consiste en extraer la carne de cangrejos azules yacocidos y enfriados. Las trabajadoras se sientan junto a montones decangrejos, que toman uno por uno, metiendo un cuchillo debajo del ca-parazn para quitar esta tapa, apartando las visceras y la grasa y de-positando la carne en contenedores de plstico del tamao de una pinta(medio litro).

    Al igual que los trabajadores azucareros caribeos, las mujeres quelimpian los cangrejos son pagadas a destajo y no por horas. La tarifa su-bi en 20% entre 1985 y 1988, pero no ha cambiado apreciablemente des-de que la industria acogi el programa H-2. En un da bueno, una tra-bajadora eficiente puede ganar hasta unos sesenta o setenta dlares,pero la mayora gana unos cuarenta. La cantidad de cangrejo vara deun da a otro y de una semana a otra a lo largo de la temporada, de ma-nera que algunos das se acaba todo el cangrejo cocido a las diez de lamaana, y cada trabajadora slo alcanza a limpiar unas cuantas li-bras. Otros das, sin embargo, llegan con el alba y se quedan hasta bienentrada la tarde.

    Breves antecedentes histricos y geogrficos

    Hoy, a lo largo de la costa de los estados del Atlntico medio, el estadode Carolina del Norte cuenta con el mayor nmero de plantas para pro-cesar el cangrejo azul y con ms empleados, ya que hay entre 20 y 50 fir-mas y de 1 200 a 1 600 empleados. Virginia y Maryland tienen sustancial-mente menos plantas (10 a 15 cada uno), que en su conjunto emplean

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    Resumen

    Quiz fueron las compaas azucareras de Florida quienes prepararonel terreno para el uso de trabajadores H-2 en la agricultura de EstadosUnidos, pero su forma de ejercer el poder (evidenciado, por ejemplo, enel no pago de salarios por varios aos) no poda continuar frente a lamasa crtica de informacin y anlisis que surgi en los ltimos aos dela dcada de 1980 y principios de la de 1990. De manera similar, pero enuna poca ms temprana, el mucho ms extenso programa braceropara trabajadores mexicanos fue severamente criticado por el movi-miento amplio a favor de los derechos civiles que empujaba el pas ha-cia un trato ms humano de los trabajadores en general; un periodo queel Programa de Mano de Obra Extranjera Temporal de las Indias Occi-dentales Britnicas sobrevivi (Calavita 1992).

    El xito de la demanda, empero, no result de todo positivo para losobreros. Muchos de ellos seguan anhelando empleos en el programa deazcar, y este deseo de trabajar en Estados Unidos es reflejado en la po-pularidad de los programas H-2 para trabajadores del Caribe que si-guen en pie: el programa de la manzana en el noroeste, y el crecienteuso de jamaiquinos (hombres y mujeres) en la industria del turismo,como recamareras y meseros (Griffith 2000). Cuando entrevist al mi-nistro de Trabajo de Jamaica en 1994, l defendi el uso de sus predece-sores del dinero de los obreros H-2, aduciendo que ni un solo centavofaltaba en [sus] cuentas, y lament el creciente uso de mexicanos en elprograma H-2, mencionando en forma especfica el programa de la in-dustria cangrejera. Aunque en Jamaica no hay una industria del can-grejo azul semejante a las plantas donde muchos mexicanos reciben ca-pacitacin antes de ir a Estados Unidos, el ministro lo consideraba untrabajo no calificado, y aadi, nuestra gente podra hacer esto.

    DE LA MANO DE OBRA AFROAMERICANA A LA MEXICANA EN LA INDUSTRIADEL CANGREJO AZUL EN LOS ESTADOS DEL ATLNTICO MEDIO

    Al mismo tiempo que el uso del programa H-2 en la industria azucare-ra se acercaba a su final, a lo largo y ancho de los Estados Unidos el pro-

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    cangrejo duraba de abril o mayo a octubre o noviembre y, tpicamente,las mujeres regresaban a sus trabajos despus de pasar el invierno conel dinero del seguro de desempleo, los pagos de transferencia, el apoyode redes o del grupo domestico, la participacin en actividades econ-micas informales (por ejemplo, la crianza de perros, el cuidado de ni-os, la crianza de ganado, la produccin artesanal o de manualidades ola pesca), o con algn trabajo de medio tiempo. Sin embargo, en los aosde 1980 cuatro factores contribuyeron a erosionar esta fuente de empleotradicional: 1) nuevas oportunidades de empleo en la creciente indus-tria turstica, en actividades recreativas y en la enfermera; 2) la exten-sin de programas de educacin vocacional en las escuelas politcnicas;3) la resistencia de las mujeres afroamericanas jvenes a trabajar en laindustria tradicional de la costa debido a los legados de racismo y pater-nalismo; y 4) la continua dependencia de la gente en los pagos de trans-ferencia (Cecelski 1992; Griffith 1992; Mosher 1994).

    Como resultado de estas dificultades en conseguir trabajadoras, de1988 a la fecha, la fuerza laboral del cangrejo en Carolina del Norte, Vir-ginia y Maryland cambi; de un predominio de mujeres afroamericanasal influjo de mujeres mexicanas con visas H-2. Desde 1988, cuando trespatrones importaron alrededor de 200 trabajadoras migrantes, este pro-grama creci hasta abarcar entre 28 y 30 plantas que importaron de1 200 a 1 600 trabajadoras en los primeros cinco aos de vigencia de esteprograma de importacin de mano de obra (U.S. Department of Labor1993). Desde 1993, empero, varias plantas han cerrado sus puertas y, afinales del siglo XX muchos propietarios de plantas crean que la indus-tria vera ms cierres de plantas y una mayor concentracin de capital,hasta quedar slo los dueos de plantas ms grandes, de varias plantas,y los que tuvieran la capacidad de desarrollar nuevos productos.

    Antes y despus de la transicin de la mano de obra afroamericana a la mexicana

    En la discusin que sigue (basada en entrevistas con 94 trabajadorasafroamericanas de la industria cangrejera) rastreo los eventos que tu-vieron lugar entre la fuerza laboral afroamericana y que incentivaron alos procesadores a buscar una fuente alternativa de mano de obra. Para

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    a menos de 500 trabajadores. El nmero de plantas flucta de un ao aotro conforme se restringen o expanden sus operaciones. El nmero detrabajadores tambin cambia a lo largo de la temporada de acuerdo conel volumen de cangrejo; que es una funcin del clima, de la calidad delagua y de las relaciones comerciales entre las plantas, los comercializa-dores de mariscos y los pescadores del cangrejo.

    La prominencia de Carolina del Norte en esta industria es reciente.Sus plantas son ms grandes y ms dispersas geogrficamente que lasde Maryland y Virginia; en parte porque la industria del cangrejo alre-dedor de Chesapeake es ms antigua que la de Carolina del Norte, puesdata de finales del siglo XIX, cuando la localidad de Crisfield, Marylandabasteca de carne de cangrejo a las reas metropolitanas del noreste(Warner 1972; Wennersten 1992). Hasta principios del siglo XX, la infra-estructura poco desarrollada y la naturaleza altamente perecedera de lacarne de cangrejo imposibilitaron su comercializacin en reas alejadasde las zonas urbanas (Taylor 1992, 29). En muchas comunidades coste-ras de esta regin, no se construyeron los primeros caminos sino hastala dcada de 1920 (Forrest 1988, 46). Hasta que se desarroll la refrige-racin y se construyeron puentes y caminos para comunicar las diver-sas pennsulas e islas en los canales de Albemarle y Pamlico en la pocade la Primera Guerra Mundial, la industria del cangrejo en Carolina delNorte qued a la sombra de la produccin en el rea Chesapeake. Encontraste, en los ltimos treinta aos el deterioro de la calidad del agua,el desarrollo urbano y los reglamentos en la regin Chesapeake han re-sultado en poblaciones de cangrejo cada vez ms impredecibles. Cadanuevo obstculo que enfrentaban los productores en Chesapeake, per-miti a las plantas en Carolina del Norte expandir su abastecimiento delos mercados de carne de cangrejo.

    Hasta mediados de la dcada de 1980, el continuo xito de las proce-sadoras de cangrejo en el estado de Carolina del Norte se debi en partea su relacin ya de tres generaciones con las familias afroamericanasque enviaban trabajadoras a sus plantas. Los propietarios reclutabantrabajadoras mediante redes de mujeres y hombres afroamericanos enlos barrios cercanos a sus plantas (Griffith 1987, 1993). El acceso al em-pleo mediante lazos de amistad y parentesco fortalecieron estos vncu-los y contribuyeron al flujo de recursos por las redes. La temporada del

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    cangrejo duraba de abril o mayo a octubre o noviembre y, tpicamente,las mujeres regresaban a sus trabajos despus de pasar el invierno conel dinero del seguro de desempleo, los pagos de transferencia, el apoyode redes o del grupo domestico, la participacin en actividades econ-micas informales (por ejemplo, la crianza de perros, el cuidado de ni-os, la crianza de ganado, la produccin artesanal o de manualidades ola pesca), o con algn trabajo de medio tiempo. Sin embargo, en los aosde 1980 cuatro factores contribuyeron a erosionar esta fuente de empleotradicional: 1) nuevas oportunidades de empleo en la creciente indus-tria turstica, en actividades recreativas y en la enfermera; 2) la exten-sin de programas de educacin vocacional en las escuelas politcnicas;3) la resistencia de las mujeres afroamericanas jvenes a trabajar en laindustria tradicional de la costa debido a los legados de racismo y pater-nalismo; y 4) la continua dependencia de la gente en los pagos de trans-ferencia (Cecelski 1992; Griffith 1992; Mosher 1994).

    Como resultado de estas dificultades en conseguir trabajadoras, de1988 a la fecha, la fuerza laboral del cangrejo en Carolina del Norte, Vir-ginia y Maryland cambi; de un predominio de mujeres afroamericanasal influjo de mujeres mexicanas con visas H-2. Desde 1988, cuando trespatrones importaron alrededor de 200 trabajadoras migrantes, este pro-grama creci hasta abarcar entre 28 y 30 plantas que importaron de1 200 a 1 600 trabajadoras en los primeros cinco aos de vigencia de esteprograma de importacin de mano de obra (U.S. Department of Labor1993). Desde 1993, empero, varias plantas han cerrado sus puertas y, afinales del siglo XX muchos propietarios de plantas crean que la indus-tria vera ms cierres de plantas y una mayor concentracin de capital,hasta quedar slo los dueos de plantas ms grandes, de varias plantas,y los que tuvieran la capacidad de desarrollar nuevos productos.

    Antes y despus de la transicin de la mano de obra afroamericana a la mexicana

    En la discusin que sigue (basada en entrevistas con 94 trabajadorasafroamericanas de la industria cangrejera) rastreo los eventos que tu-vieron lugar entre la fuerza laboral afroamericana y que incentivaron alos procesadores a buscar una fuente alternativa de mano de obra. Para

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    a menos de 500 trabajadores. El nmero de plantas flucta de un ao aotro conforme se restringen o expanden sus operaciones. El nmero detrabajadores tambin cambia a lo largo de la temporada de acuerdo conel volumen de cangrejo; que es una funcin del clima, de la calidad delagua y de las relaciones comerciales entre las plantas, los comercializa-dores de mariscos y los pescadores del cangrejo.

    La prominencia de Carolina del Norte en esta industria es reciente.Sus plantas son ms grandes y ms dispersas geogrficamente que lasde Maryland y Virginia; en parte porque la industria del cangrejo alre-dedor de Chesapeake es ms antigua que la de Carolina del Norte, puesdata de finales del siglo XIX, cuando la localidad de Crisfield, Marylandabasteca de carne de cangrejo a las reas metropolitanas del noreste(Warner 1972; Wennersten 1992). Hasta principios del siglo XX, la infra-estructura poco desarrollada y la naturaleza altamente perecedera de lacarne de cangrejo imposibilitaron su comercializacin en reas alejadasde las zonas urbanas (Taylor 1992, 29). En muchas comunidades coste-ras de esta regin, no se construyeron los primeros caminos sino hastala dcada de 1920 (Forrest 1988, 46). Hasta que se desarroll la refrige-racin y se construyeron puentes y caminos para comunicar las diver-sas pennsulas e islas en los canales de Albemarle y Pamlico en la pocade la Primera Guerra Mundial, la industria del cangrejo en Carolina delNorte qued a la sombra de la produccin en el rea Chesapeake. Encontraste, en los ltimos treinta aos el deterioro de la calidad del agua,el desarrollo urbano y los reglamentos en la regin Chesapeake han re-sultado en poblaciones de cangrejo cada vez ms impredecibles. Cadanuevo obstculo que enfrentaban los productores en Chesapeake, per-miti a las plantas en Carolina del Norte expandir su abastecimiento delos mercados de carne de cangrejo.

    Hasta mediados de la dcada de 1980, el continuo xito de las proce-sadoras de cangrejo en el estado de Carolina del Norte se debi en partea su relacin ya de tres generaciones con las familias afroamericanasque enviaban trabajadoras a sus plantas. Los propietarios reclutabantrabajadoras mediante redes de mujeres y hombres afroamericanos enlos barrios cercanos a sus plantas (Griffith 1987, 1993). El acceso al em-pleo mediante lazos de amistad y parentesco fortalecieron estos vncu-los y contribuyeron al flujo de recursos por las redes. La temporada del

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    familias complejas con ocho personas, tres generaciones y parientes la-terales como primos o tas. Las familias ms complejas estaban vincula-das con redes ms amplias, mayores oportunidades de acceder a los ser-vicios y los nuevos empleos, y reflejaban los procesos de la formacin,crisis y disolucin de familias.

    El comportamiento econmico en el pasado y en el presente

    Tras la llegada de las trabajadoras mexicanas con visas H-2, pocas traba-jadoras afroamericanas cortaran totalmente sus vnculos con el proce-samiento del cangrejo. Entre las que renunciaron cuando empezaron allegar las obreras mexicanas, las principales razones no estuvieron di-rectamente relacionadas con ese influjo de trabajadoras extranjeras. Ensu lugar, reportaron problemas de salud, edad o incapacidad, mudan-zas, la bsqueda de otro empleo (normalmente mejor), o cuestiones fa-miliares como la necesidad de atender a un pariente enfermo o de ayu-dar al marido en su trabajo. Las trabajadoras del cangrejo que cambiabande empleo tendieron a acudir a industrias costeras de ms reciente in-troduccin. En Pamlico el condado de procesamiento ms grande porejemplo, varias encontraron empleo como ayudantes de enfermera enun asilo de ancianos; al tiempo que la expansin de la industria del tu-rismo en varios condados de la costa abri empleos en restaurantes, ne-gocios de cama y almuerzo (pensiones), hoteles, moteles y marinas.Otras ocupaciones surgieron en guarderas, en el servicio domstico, enlas granjas de bagre y otras labores agrcolas, y puestos en el gobiernodel condado o del estado. El reclutamiento a travs de redes facilit elacceso a empleos en estos sectores, como haba sido el caso por muchosaos en el procesamiento del cangrejo.

    Aunque el trabajo en las plantas procesadoras de cangrejo habaconstituido una fuente importante de empleo e ingresos para muchasunidades domsticas a lo largo de muchos aos, y haba ocupado un pa-pel central en las estrategias de empleo entre las mujeres afroamerica-nas con poca capacitacin como capital humano, slo en pocos casosconstitua la nica fuente de ingresos de alguna unidad domstica. Ade-ms de trabajar en la industria de la pesca, los hombres de las unidadesdomsticas de las obreras cangrejeras trabajaban en la construccin, la

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    poner estos acontecimientos en contexto, hablo de cuatro aspectos dela industria: 1) las relaciones familiares y de red de las trabajadoras conel procesamiento de cangrejo; 2) las estrategias econmicas anteriores yactuales (incluido el impacto de las trabajadoras extranjeras en ellas);3) las actitudes hacia la educacin y el trabajo; y 4) sus reacciones antela llegada de las trabajadoras extranjeras en lo que tradicionalmente erapara ellas una industria clave para la sobrevivencia de sus unidades do-msticas.

    Las relaciones familiares y de red con el procesamiento del cangrejo

    Hasta finales de la dcada de 1980 en las costas rurales de Carolina delNorte, Maryland y Virginia, el procesamiento de mariscos era una de laspocas ocupaciones estacionales disponibles a trabajadoras no calificadascon un bajo nivel educativo. La mayora de las mujeres afroamericanasen el procesamiento de mariscos empez a trabajar en las plantas can-grejeras cuando eran jvenes, incluso desde los 11 aos de edad; y so-lan trabajar en esta industria la mayor parte de sus vidas. Tpicamente,las trabajadoras laboraban en ms de una planta, rotando entre dos otres durante la temporada o de un ao a otro. Habiendo sido reclutadaspara la industria del procesamiento del cangrejo a travs de lazos ma-ternos a lo largo de la historia, era comn que las obreras afroamerica-nas trabajaran junto a su mam, su abuela, sus hijas, sus sobrinas o sustas, y la mayora poda recordar los nombres de tres o ms parientes oamigas en la planta donde haban conseguido su primer empleo. Casitodas se enteraron de esta fuente de trabajo a travs de lazos de paren-tesco; una caracterstica comn de los mercados laborales en el sur(Schulman y Anderson 1999; Griffith 1993).

    Aunque las mujeres predominaban en las labores de procesamientoy en el reclutamiento, pocas trabajadoras cangrejeras provenan de fa-milias encabezadas por mujeres. Menos de la cuarta parte viva en uni-dades domsticas formadas por hermanas o primas que vivan juntos ode tas que vivan con sus sobrinas. La mayora viva con el marido ysus hijos, junto con uno o dos parientes laterales, un abuelo o abuela, oalgn nieto. En general, las unidades domsticas no eran grandes, puesvariaban en tamao y carcter desde individuos que vivan solos hasta

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    familias complejas con ocho personas, tres generaciones y parientes la-terales como primos o tas. Las familias ms complejas estaban vincula-das con redes ms amplias, mayores oportunidades de acceder a los ser-vicios y los nuevos empleos, y reflejaban los procesos de la formacin,crisis y disolucin de familias.

    El comportamiento econmico en el pasado y en el presente

    Tras la llegada de las trabajadoras mexicanas con visas H-2, pocas traba-jadoras afroamericanas cortaran totalmente sus vnculos con el proce-samiento del cangrejo. Entre las que renunciaron cuando empezaron allegar las obreras mexicanas, las principales razones no estuvieron di-rectamente relacionadas con ese influjo de trabajadoras extranjeras. Ensu lugar, reportaron problemas de salud, edad o incapacidad, mudan-zas, la bsqueda de otro empleo (normalmente mejor), o cuestiones fa-miliares como la necesidad de atender a un pariente enfermo o de ayu-dar al marido en su trabajo. Las trabajadoras del cangrejo que cambiabande empleo tendieron a acudir a industrias costeras de ms reciente in-troduccin. En Pamlico el condado de procesamiento ms grande porejemplo, varias encontraron empleo como ayudantes de enfermera enun asilo de ancianos; al tiempo que la expansin de la industria del tu-rismo en varios condados de la costa abri empleos en restaurantes, ne-gocios de cama y almuerzo (pensiones), hoteles, moteles y marinas.Otras ocupaciones surgieron en guarderas, en el servicio domstico, enlas granjas de bagre y otras labores agrcolas, y puestos en el gobiernodel condado o del estado. El reclutamiento a travs de redes facilit elacceso a empleos en estos sectores, como haba sido el caso por muchosaos en el procesamiento del cangrejo.

    Aunque el trabajo en las plantas procesadoras de cangrejo habaconstituido una fuente importante de empleo e ingresos para muchasunidades domsticas a lo largo de muchos aos, y haba ocupado un pa-pel central en las estrategias de empleo entre las mujeres afroamerica-nas con poca capacitacin como capital humano, slo en pocos casosconstitua la nica fuente de ingresos de alguna unidad domstica. Ade-ms de trabajar en la industria de la pesca, los hombres de las unidadesdomsticas de las obreras cangrejeras trabajaban en la construccin, la

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    poner estos acontecimientos en contexto, hablo de cuatro aspectos dela industria: 1) las relaciones familiares y de red de las trabajadoras conel procesamiento de cangrejo; 2) las estrategias econmicas anteriores yactuales (incluido el impacto de las trabajadoras extranjeras en ellas);3) las actitudes hacia la educacin y el trabajo; y 4) sus reacciones antela llegada de las trabajadoras extranjeras en lo que tradicionalmente erapara ellas una industria clave para la sobrevivencia de sus unidades do-msticas.

    Las relaciones familiares y de red con el procesamiento del cangrejo

    Hasta finales de la dcada de 1980 en las costas rurales de Carolina delNorte, Maryland y Virginia, el procesamiento de mariscos era una de laspocas ocupaciones estacionales disponibles a trabajadoras no calificadascon un bajo nivel educativo. La mayora de las mujeres afroamericanasen el procesamiento de mariscos empez a trabajar en las plantas can-grejeras cuando eran jvenes, incluso desde los 11 aos de edad; y so-lan trabajar en esta industria la mayor parte de sus vidas. Tpicamente,las trabajadoras laboraban en ms de una planta, rotando entre dos otres durante la temporada o de un ao a otro. Habiendo sido reclutadaspara la industria del procesamiento del cangrejo a travs de lazos ma-ternos a lo largo de la historia, era comn que las obreras afroamerica-nas trabajaran junto a su mam, su abuela, sus hijas, sus sobrinas o sustas, y la mayora poda recordar los nombres de tres o ms parientes oamigas en la planta donde haban conseguido su primer empleo. Casitodas se enteraron de esta fuente de trabajo a travs de lazos de paren-tesco; una caracterstica comn de los mercados laborales en el sur(Schulman y Anderson 1999; Griffith 1993).

    Aunque las mujeres predominaban en las labores de procesamientoy en el reclutamiento, pocas trabajadoras cangrejeras provenan de fa-milias encabezadas por mujeres. Menos de la cuarta parte viva en uni-dades domsticas formadas por hermanas o primas que vivan juntos ode tas que vivan con sus sobrinas. La mayora viva con el marido ysus hijos, junto con uno o dos parientes laterales, un abuelo o abuela, oalgn nieto. En general, las unidades domsticas no eran grandes, puesvariaban en tamao y carcter desde individuos que vivan solos hasta

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    do totalmente. Este fue un golpe particularmente duro para las obrerasde ms edad; como constan las palabras de algunas de ellas:

    Malcolm [el propietario de una planta cangrejera] no las necesitaba [a lastrabajadoras mexicanas]. Estaban llenas de trabajadoras, trabajadoras exce-lentes que limpiaban hasta cincuenta libras al da, incluso cuando los can-grejos eran malos. Ellas se ganaban la vida, construyeron sus casas con esedinero [] Es como dijeron, Uds. las negras, ya terminamos con Uds. Eso[la llegada de las mexicanas] es lo que ech a perder todo. A la gente les qui-t todo el trabajo. Esas mexicanas trabajan todo el tiempo.Cuando las mexicanas llegaron, trabajamos menos das. No haba suficientetrabajo para nosotras. Algunos das llegaba a casa a las 9:00 o 10:00. Llegabaa casa y le deca [al marido], Cario, ya se acab [Su esposo, presente enla entrevista, aadi]: Ms les vale quedarse en casa.Slo las mexicanas trabajaban el turno de la noche. Nos quitaron el trabajode noche.

    Comentarios como los anteriores cobran ms sentido cuando se colocanen el contexto de las estrategias de sobrevivencia de las unidades do-msticas en los condados con escasas alternativas econmicas. Algunoscasos breves ilustrarn cmo este programa afect a las trabajadoras delcangrejo despus de la llegada de las obreras extranjeras:

    De joven, Toni Thule, nacida en 1930, trabaj en el tabaco, pero en 1975 secambi a la industria marisquera, limpiando ostiones y cangrejos. Trabajcon su hija y varias otras amigas de su comunidad; incluso su hija empezen el trabajo del cangrejo antes que ella, y dur 26 aos. De 1975 a 1990, Tonitrabaj en cuatro diferentes plantas cangrejeras. Durante este tiempo, en sufamilia de seis, su marido trabajaba en la madera, una de sus hijas limpia-ba cangrejo, y sus otros hijos trabajaban en la agricultura en el verano.Fue en 1990 que las mujeres mexicanas empezaron a trabajar en la plantadonde Toni tena su empleo. De 1990 a 1993, varios acontecimientos cam-biaron la composicin de su unidad domstica y sus estrategias de empleo.Primero, su esposo muri y todos sus hijos salvo uno dejaron la casa. Se-gundo, la hija que trabajaba en la planta dej su empleo para trabajar en unrestaurante. El trabajo en la planta se hizo ms espordico y ella dice quetrabajaba a veces s, a veces no en ese periodo. Tras la muerte de su mari-

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    industria forestal, la agricultura y la aquacultura, adems de laborar enlas bases militares. Era comn asimismo que pescaran, arreglaran jardi-nes o sembraran, adems de cazar y atrapar animales para contribuir alingreso de la familia. En los ltimos aos de la dcada de 1980, las uni-dades domsticas tpicamente vivan del seguro de desempleo y otrasformas de asistencia gubernamental, particularmente cuando el trabajoen las plantas se escaseaba. El condado de Beaufort en Carolina del Nor-te siempre figura entre los ms pobres del estado, mientras que las re-giones costeras de Virginia, Maryland y Carolina del Norte con la ex-cepcin de las reas ms prsperas frente al ocano padecen ms altosndices de pobreza que las zonas tierra adentro. A pesar del reciente cre-cimiento de empleos en turismo y el servicio mdico, la mayora de losempleos en estos condados sigue siendo de bajo pago, estacionales, oambos. Para ms de dos tercios de las unidades domsticas, la asisten-cia gubernamental constitua una parte importante de sus ingresos.

    En los primeros aos del programa H-2, las mexicanas influyeron enlas estrategias econmicas de las trabajadoras domsticas de dos mane-ras: primero, tratndose de las mujeres afroamericanas que siguieron enel procesamiento del cangrejo, esta fuente de empleo se hizo cada vezmenos importante en su gama de actividades generadoras de ingresos;segundo, la llegada de las mujeres mexicanas hizo que algunas traba-jadoras jvenes reevaluaran el trabajo con el cangrejo como ocupacin(y menos como una carrera, como quiz sus madres lo consideraban), ycaminaran hacia otros sectores econmicos. En general, las mujeres afro-americanas empezaron a trabajar ms espordicamente en las plantascangrejeras despus de la llegada de las obreras extranjeras. En las co-munidades estudiadas, algunas plantas no importaron trabajadoras me-xicanas, sino siguieron dando el empleo a trabajadoras nacionales en losmismos trminos de antes. Sin embargo, el desarrollo concurrente denuevos mercados para el cangrejo vivo (por ejemplo, cangrejos de capa-razn blando) y el uso de obreras extranjeras intensificaron la compe-tencia entre las plantas para obtener cangrejos vivos, restringieron elvolumen de cangrejos disponibles a todas las plantas y redujeron el tra-bajo de cada obrera. A lo largo de este periodo de cambio, el empleo enel procesamiento de cangrejo en las estrategias econmicas de la mayo-ra de las unidades domsticas afroamericanas se redujo o fue elimina-

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    do totalmente. Este fue un golpe particularmente duro para las obrerasde ms edad; como constan las palabras de algunas de ellas:

    Malcolm [el propietario de una planta cangrejera] no las necesitaba [a lastrabajadoras mexicanas]. Estaban llenas de trabajadoras, trabajadoras exce-lentes que limpiaban hasta cincuenta libras al da, incluso cuando los can-grejos eran malos. Ellas se ganaban la vida, construyeron sus casas con esedinero [] Es como dijeron, Uds. las negras, ya terminamos con Uds. Eso[la llegada de las mexicanas] es lo que ech a perder todo. A la gente les qui-t todo el trabajo. Esas mexicanas trabajan todo el tiempo.Cuando las mexicanas llegaron, trabajamos menos das. No haba suficientetrabajo para nosotras. Algunos das llegaba a casa a las 9:00 o 10:00. Llegabaa casa y le deca [al marido], Cario, ya se acab [Su esposo, presente enla entrevista, aadi]: Ms les vale quedarse en casa.Slo las mexicanas trabajaban el turno de la noche. Nos quitaron el trabajode noche.

    Comentarios como los anteriores cobran ms sentido cuando se colocanen el contexto de las estrategias de sobrevivencia de las unidades do-msticas en los condados con escasas alternativas econmicas. Algunoscasos breves ilustrarn cmo este programa afect a las trabajadoras delcangrejo despus de la llegada de las obreras extranjeras:

    De joven, Toni Thule, nacida en 1930, trabaj en el tabaco, pero en 1975 secambi a la industria marisquera, limpiando ostiones y cangrejos. Trabajcon su hija y varias otras amigas de su comunidad; incluso su hija empezen el trabajo del cangrejo antes que ella, y dur 26 aos. De 1975 a 1990, Tonitrabaj en cuatro diferentes plantas cangrejeras. Durante este tiempo, en sufamilia de seis, su marido trabajaba en la madera, una de sus hijas limpia-ba cangrejo, y sus otros hijos trabajaban en la agricultura en el verano.Fue en 1990 que las mujeres mexicanas empezaron a trabajar en la plantadonde Toni tena su empleo. De 1990 a 1993, varios acontecimientos cam-biaron la composicin de su unidad domstica y sus estrategias de empleo.Primero, su esposo muri y todos sus hijos salvo uno dejaron la casa. Se-gundo, la hija que trabajaba en la planta dej su empleo para trabajar en unrestaurante. El trabajo en la planta se hizo ms espordico y ella dice quetrabajaba a veces s, a veces no en ese periodo. Tras la muerte de su mari-

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    industria forestal, la agricultura y la aquacultura, adems de laborar enlas bases militares. Era comn asimismo que pescaran, arreglaran jardi-nes o sembraran, adems de cazar y atrapar animales para contribuir alingreso de la familia. En los ltimos aos de la dcada de 1980, las uni-dades domsticas tpicamente vivan del seguro de desempleo y otrasformas de asistencia gubernamental, particularmente cuando el trabajoen las plantas se escaseaba. El condado de Beaufort en Carolina del Nor-te siempre figura entre los ms pobres del estado, mientras que las re-giones costeras de Virginia, Maryland y Carolina del Norte con la ex-cepcin de las reas ms prsperas frente al ocano padecen ms altosndices de pobreza que las zonas tierra adentro. A pesar del reciente cre-cimiento de empleos en turismo y el servicio mdico, la mayora de losempleos en estos condados sigue siendo de bajo pago, estacionales, oambos. Para ms de dos tercios de las unidades domsticas, la asisten-cia gubernamental constitua una parte importante de sus ingresos.

    En los primeros aos del programa H-2, las mexicanas influyeron enlas estrategias econmicas de las trabajadoras domsticas de dos mane-ras: primero, tratndose de las mujeres afroamericanas que siguieron enel procesamiento del cangrejo, esta fuente de empleo se hizo cada vezmenos importante en su gama de actividades generadoras de ingresos;segundo, la llegada de las mujeres mexicanas hizo que algunas traba-jadoras jvenes reevaluaran el trabajo con el cangrejo como ocupacin(y menos como una carrera, como quiz sus madres lo consideraban), ycaminaran hacia otros sectores econmicos. En general, las mujeres afro-americanas empezaron a trabajar ms espordicamente en las plantascangrejeras despus de la llegada de las obreras extranjeras. En las co-munidades estudiadas, algunas plantas no importaron trabajadoras me-xicanas, sino siguieron dando el empleo a trabajadoras nacionales en losmismos trminos de antes. Sin embargo, el desarrollo concurrente denuevos mercados para el cangrejo vivo (por ejemplo, cangrejos de capa-razn blando) y el uso de obreras extranjeras intensificaron la compe-tencia entre las plantas para obtener cangrejos vivos, restringieron elvolumen de cangrejos disponibles a todas las plantas y redujeron el tra-bajo de cada obrera. A lo largo de este periodo de cambio, el empleo enel procesamiento de cangrejo en las estrategias econmicas de la mayo-ra de las unidades domsticas afroamericanas se redujo o fue elimina-

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    La historia laboral de Anna y el hecho de que sigui buscando em-pleo, sugieren que vio a la llegada de las trabajadoras mexicanas comouna nueva oportunidad de aprovechar ese tiempo libre extra para mejo-rar su capacidad laboral. Empero, a otras mujeres no les fue tan bien enla transicin a la mano de obra mexicana:

    Marcia Hews, de la misma edad y oriunda del mismo condado que Anna,trabaj en el procesamiento del cangrejo desde los 11 aos de edad, en 1967,hasta 1993, tres aos despus de que empezaron a llegar las trabajadorasmexicanas a la planta donde laboraba. Aunque al principio slo limpiabacangrejos, ms tarde empez a trabajar en un restaurante en la noche, y lim-piar cangrejos en el da. Tambin limpiaba casas, viva con un hombre quetrabajaba la madera y reciba estampillas. A lo largo de los aos trabaj enseis diferentes plantas de cangrejo. Haba estudiado hasta el dcimo ao[equivalente al primer ao de preparatoria en Mxico] y tomado un ao decapacitacin para aprender albailera, pero nunca encontr empleo en estaactividad.Dej el trabajo con el cangrejo en 1993, aunque sigui trabajando en el res-taurante [y] cit a su responsabilidad por criar a sus hijos como la principalrazn para dejar la planta. Sali del restaurante en 1995 y en la actualidadespera recibir el seguro de desempleo, mientras vive de las estampillas y lospagos de AFDC. Tanto ella como su novio, un exmaderero, estn desemplea-dos. Ella ha adoptado una actitud ms causal ante el mercado de trabajoque la que tena an