Aylwin: Verdad y reconciliación. Estado de transición: su atopología y su neutralización. Gilbert Caroca

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    El siguiente ensayo ser una interpretacinacerca de los primeros momentos de la asun-cin al poder del presidente Patricio Aylwin,esto quiere decir, de lo que se ha denomina-do el per odo de transici n o estado de tran-sici n. Para ello, ser necesario la elucidacindel qu es lo que se est transiciendo , es de-cir, el desde de la transici n . Mejor dicho, esnecesario el tratamiento de lo que llamamosEstado de Excepci n , en su teorizacin sch-mittiana y agambeniana, para posteriormente,aclarar el modo propio de lo que Aylwin llama

    la reparaci n , es decir, el reconocimiento deaquello cometido en tiempos de fuerza-de-ley.Esto quiere decir que, para poder comprenderel momento de lo que denominaremos neutrali -

    zaci n , debemos tambin comprender la clavelos co-pol tica de la exclusin e inclusin de

    la norma en la ley, tpico puramente agam-beniano, para posteriormente elucidar la cue-stin del objeto del que se guarda la distancia,del que se excluye la transici n , en tanto quemomento transitorio . Dicho de otro modo, hayque pensar la topolog a tica, pero sobre todopoltica de lo que llamamos la transici n. Paraello surge como momento necesario, el anlisishermenutico del discurso del mandatario enel tiempo de la transicin y por ello, determinaren su lenguaje el desde , el cuando y por elloel qu de la transici n . La clave hermenuticacomo Koselleck la entiende (prelingstica ycondicin de posibilidad de las historias) sernlas categoras claves para lo que llamaremosun atisbo a la teora del Estado de transicin.

    I

    Para lograr la comprensin de lo que se trataren adelante como un estado de transici n , esnecesario comprender cu l es la topologa de

    la transici n , o si acaso, la transici n puedetener espacio, en tanto que concepto polticoque asegura una transitividad y con ello unadiferencia del estado de excepci n . Un esta-do de transici n es un estado que pretendeir hacia la democracia , en su versin precisa,pero si uno da algo de rodeo en el problemamismo de la transici n , lo que est en juegoes el concepto de diferencia entre el desde y el hasta del transicir . Ahora bien, hay quehacer la pregunta necesaria: por qu transi-cin? Por qu no cambio, por qu esto noes abrupto? Por qu no se puede entendercomo un cambio radical entre estado de ex-cepcin a la democracia misma sin este pero-do transitorio ? Queda algo de esa transici n?O ms aun Hay algo ms que transicin enla transicin? La cuestin fundamental en lapoltica nacional de los noventa era cmo eseperodo se haca cargo de lo que sucedi enel estado de excepcin. El estado de transi-cin es un momento en el cul se reconoce yse busca la reparacin de aquello que ocurreen tiempos de excepci n . An ms, estado detransicin es un modo negativo, un no-lugar,un lugar atopolgico de lo ya atopologizable .El estado de excepcin ya es atopolgico enprimera instancia en cuanto no es un estadoen el cu l la norma rija el estado en su con -guracin jurdica, sino que m s bien la con -guracin misma de lo jurdico en el estado deexcepcin es la ausencia de la norma. Por loque la ausencia, sera el momento estructuraldel estado de excepcin, y de lo que se tratael estado de transicin es de la presencia deesa ausencia perdida... o bien, la sola ausen-cia de esa ausencia polticamente constituida.

    El problema es que si la transici n es algo,o ms bien, tan slo no-algo. Si la transicin

    Aylwin: Verdad y reconciliacin. Estado de

    transicin: su atopologa y su neutralizacin.Gilbert Caroca.Egresado en Licenciatura en Filosofa, UAH.

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    es un trmino poltico de contenido legtimo,o bien, es tan s lo un concepto que re eja eltan slo vaciamiento y con ello, la neutraliza-ci n que en clave schmittiana, en cunto queno es una contradictadura , sino tan slo uncierto perodo de separaci n , de reconcilia -ci n y con ello de olvido. Es decir, el carcterpolmico o de confrontacin, como elementoesencial de cualquier concepto, momento ogrupo para ser llamado propiamente tal pol tico schmittianamente, debe contener la clusulade posicionalidad , es decir, un tomar partidoque debe comprenderse como un momentode oposicin fuerte, no de mera competici n ,o de cambio de matiz; porque de esto se tratala neutralizaci n , la despolitizaci n schmittiana.

    II

    Una agrupacin que vea de su lado sloespritu y vida, y del otro slo muerte ymec nica, no signi ca ni m s ni menosque la renuncia a la lucha, y no poseeotro valor que el de una queja romnti-ca. Pues la vida no lucha con la muerte,

    ni el espritu con la falta de l. El espri-tu lucha contra el espritu, la vida con lavida, y es de fuerza de un saber ntegrode donde nace el orden de las cosas hu-manas. Ab integro nascitur ordo. (Sch-mitt 2009:122)

    La cuestin de la transici n , siempre debe sertematizada desde la confrontacin o bien, suausencia. La cuestin tambin se trata de cules la confrontacin. El problema schmittianoque aparece ms arriba tiene que ver con elmomento en el que la confrontacin no es en-tre la vida y la muerte , sino que ms bien esy debe ser siempre desde la vida a la vida .

    Toda vida lucha contra la vida, todo espritulucha contra el espritu, nunca contra la solafalta. La lucha no es entre un polo negativo yun polo positivo, sino que se debe compren-der como ese concepto de Heidegger acer-ca del combate, en el que se muestran lasfuerzas en su exaltacin mxima (1997), estoquiere decir, la contraposicin de fuerzas noimplica la negatividad y la positividad. Una nose constituye meramente como contrapartidade la otra, como mera reaccin, sino que tienecada cual su constitucin propia y recproca de

    enemistad, es decir, un modo de confronta-cin en el que los dos mbitos buscan su a r -macin y frente al cual, siempre se terminarcon otra a rmaci n. El n de estas a rmacio -nes, es que negando una, puedan a rmarse.Exterminando a mis enemigos es como pue-do conformarme espacialmente con mis ami-gos. El asunto aqu, es que dentro de lo quedenominamos transicin, es decir el momentopoltico en el que Aylwin anuncia su ascensinal gobierno a rma:

    Chile vuelve a la democracia y vuelve sinviolencia, sin sangre, sin odio. Vuelve porlos caminos de la paz.(Discurso emitidoel 11 de marzo de 1990; 1992:15)

    No digo que sea una verdad o cial.El Estado no tiene derecho a imponeruna verdad. Pero, convencido de ella, yollamo a todos mis compatriotas a asum-irla y actuar en consecuencia. Compar-tida por todos, esa verdad por cruel ydolorosa que sea, remover un motivode disputa y de divisin entre los chi-

    lenos. (Discurso emitido el 4 de Marzodel 1991; 1992:131)

    La cuestin aqu se trata de que el contenido de lo que Aylwin llama la verdad, ser posi-bilitador de un re-encuentro, de un perdn yde la convivencia, pero sobre todo, la verdad ,remover un motivo de disputa entre los chi-lenos. De lo que se trata, entonces, el perodode transicin, y esto aparece tematizado sobretodo en el discurso en el que se da a conocer ala ciudadana El Informe de La Comisin Nacio-

    nal de Verdad y Reconciliacin, es justamente,la conjuncin entre Verdad y Reconciliacin.Es la perspectiva que desde la verdad, es po-sible un reencuentro. Esto ms precisamentetratado, es un momento en el que estado detransici n es tambin un momento positivo encuanto que restauracin de la verdad, de la ju-sticia, pero esto tan slo, en cunto verdad y

    justicia estaban ya negadas. Con esto quierodecir que el estado de transicin es un esta-do en el que se busca la exclusin (por esoesa palabra en el discurso de Aylwin: remov-er ) de una obstruccin. Lo que hay entrelos chilenos, seala el ex-mandatario, es queentre ellos se encuentra la verdad, pero esta

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    verdad no est transparente, esta verdad estobstruida y la reconciliacin descansa tan sloen el remover de esa obstruccin. Justamen-te re-mover, implica que aquello que est ah,no debiera estar naturalmente ah. No se tratade meramente mover la obstruccin. Hay unacuestin normativa de fondo, que ser tratadacomo la tica de la veracidad , tesis que so-stiene que aquello que con gura el mal ms

    radical es la ausencia del correlato del desti- no natural del hombre de comunicar sus pen-samientos (Revault, 2010: 57), dicho de otromodo, el mal ms radical esto, sobre tododesde Kant tiene que ver con la impostura,la falsi caci n y el autoengao.

    El Informe pretende ser una instancia de quepor medio del aparecer de esta verdad a la

    luz , la reconciliacin sea posible (no por ello,realizada). El informe de Rettig es un momentoclave en la tematizacin de la transici n , justa-mente porque nos habla de un proceso polticocon pretensiones no tan slo polticas, sino, defacto, antipolticas (en cuanto entendemos aqupor poltica esa distincin entre amigos-enemi-gos) y la conformacin de una naci n de los

    amigos , a travs de la elucidacin de cuesti-ones de hecho que ocurrieron durante esta-do de excepci n . El supuesto aqu es que laverdad traer consigo el perdn, a travs delentendimiento mutuo de los chilenos de que laculpa viene a recaer tanto en el Estado comoen la Sociedad:

    Cuando fueron agentes del Estado losque ocasionaron tanto sufrimiento y losrganos competentes del Estado no pu-dieron o no supieron evitarlo o sancio-narlo, y tampoco hubo la necesaria reac-cin social para impedirlo, son el Estadoy la sociedad entera los responsables,bien sea por accin o por omisin. Esla sociedad chilena la que est en deu-

    da con las vctimas de las violaciones dederechos humanos. (Discurso emitido4 de marzo 1991; 1992:132)

    Es decir, la culpa , quedara ya dispersada, in-diferenciada , neutralizada , entre el contingen-te entero de Estado y sociedad. El problemaaqu, es que la culpa de todos, es siemprela culpa de nadie. No es la culpa del Estado,

    segn el discurso del ex-mandatario. El mo-mento en el que se liga y al mismo tiempo se

    abandona lo viviente en manos del derecho(Agamben 2004:24), es decir, se vive estadode excepci n lo que se encuentra aqu es laconstitucin de un dominio, y con ello, tam-bin la culpa, aunque mejor dicho la respon-sabilidad , del estado de excepcin respectoa lo viviente, en su ligazn y en su abandono,en la inmunizacin y en el exterminio.

    III

    La poltica, no puede entrar en el dominio dela moral. La poltica, el poltico, nunca puedenser buenos . Sin embargo, an as, hay un mo-

    mento en el que nos debemos detener el laculpa . La Schuld heideggeriana, es decir, loque nosotros traducimos sin ms por culpa,corresponde a trminos de Koselleck en ca-tegoras antropologizables y que pueden seradoptadas como momentos pre-lingsticosconstitutivos, de lo que el historiador llamaruna serie de condiciones de posibilidad para

    la historia y la hist rica . Lo que quiere decir

    con esto, es que hay categoras pre-lings-ticas, existenciarios que posibilitan el desar-rollo mismo de las historias . Lo que hay aques una cuestin fundamental: y es que en laculpa, es decir, en un momento constituyentehistrico, encontramos el meollo mismo de latransici n. Cuando hacemos una topologa dela transici n lo que hacemos nalmente no esms que un esquema en el cul debemos ubi-

    car: culpa, reconciliacin, perdn, estado deexcepcin y estado democrtico. Pero jamsen el esquema deber aparecer la transici n

    misma , el trnsito mismo de un vaciamien-to jurdico de lo jurdico y un estatuto jurdi-co democrtico. Est bien, esta es la historia.Pero sus condiciones de posibilidad parecenestar muy bien dibujadas en el imaginario delex-mandatario, cuando trata siempre el tema

    de la culpa. Siguiendo el argumento de Kosel-leck, otra categora pre-lingsticas originariasera esa divisin schmittiana ya nombrada:la de amigo-enemigo. La cuestin aqu tratade que el momento de la transici n es un mo-mento que borra, que ausenta , que remueve las categoras posibilitantes de la historia. Lacuestin fundamental de presentar esta per-

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    spectiva de Koselleck es que, por una parte,es la fuente terica desde la que se desarrollaeste trabajo, es decir la pregunta fundamen-tal por las condiciones de posibilidad para lashistorias, pero sobretodo, por otra: que es laa rmaci n de que lo que se busca en el es-tado de transici n , es remover toda posibilid-ad de historia: se borra la culpa y tambin sevuelve el encuentro (que no la confrontacin,que nunca la divisin amigo-enemigo) un mo-mento privilegiado.

    Es difcil hacer historia de lo que no posibilitahistrica. El estado de transicin es la pura ne-gatividad y la imposibilidad de que un pueblo

    haga historia, ya que se encuentra suspendi-do en la obstruccin de su propia verdad . Lapromesa de que esta verdad llegue, tiene quever con que la verdad al llegar, al presentarse,se mostrar como un momento en el que secontin a transiciendo hasta llegar a la verdad.La historia de la transicin, es la historia de uncontinuo trnsito, no tanto hacia la democra-cia, sino que a la posibilidad de re-empren-der un encuentro con la historia. Pero comotal, el estado de transicin no corresponde aningn lugar, ni al de la democracia que tieneel poder de hacer su historia , ni al del estadode excepcin en el que la violacin de la nor-ma se encuentra incluida en la norma misma.

    IV La mentira y la violencia estn indi-

    solublemente ligadas en la historia A.Solyenitzyn (Aylwin 1992:93).

    Parece entenderse que la mentira y la violen-cia, aparecen junto a la historia. Por ello mis-mo, la idea de la paz, la reconciliacin y elreencuentro con la verdad siempre es un mo-mento no-histrico. De lo que se trata aques que hay una relacin que se atribuye Ayl-win, para llevar tica y poltica de la mano, y

    esto se trata su rechazo al maquiavelismo , encunto que la poltica se basara en el ejerci-cio, acrecentamiento y ejercicio del poder. Lacuestin aqu tratada es que la poltica es unespacio en el que se asegura el bien com n(91), es decir, de lo que trata la poltica es deun fortalecimiento del grupo de los amigos . Lacuestin aqu es que la neutralizacin de la fu-

    erza poltica de la oposicin, es el xito de lapoltica. El distanciamiento de Aylwin respectodel maquiavelismo tiene que ver con que l veen la pol tica un n tico, y esto puede traducir-se en la dicotoma entre poder y autoridad , enla que la autoridad es un concepto moral, elderecho a dirigir y a ordenar, a ser escuchado

    y a ser obedecido (92). La dicotoma para elex-mandatario, entre poder y autoridad tieneque ver con la moralidad. El poder, viene a serun momento poltico corruptible, mientras laautoridad que tiene a la base, es un momentomoral y constituyente de realidad poltica. Lacuestin aqu es el ejercicio de neutralizaci n del pensamiento poltico de transicin: lo quese busca es la lucha de la vida con la muerte,no la de la vida con la vida. Lo que se trata escmo la memoria de los vivos se encuentracon la de los muertos, pero jams aparece lacuestin de cmo deben situarse los familiaresde los detenidos desaparecidos frente al cu-erpo del ejrcito. Esta confrontacin debe ser

    removida, esto, en tanto que se constituye laconfrontacin como momento histrico, esen-cialmente sangriento, culposo, vido de men-tiras y en el que lo que se pone en entredichoes el estado de transici n . No se puede ha-cer transitar al transitar mismo del estado detransicin, porque aqu se encuentra la posi-bilidad de historia . No debiera haber historia mientras ya est la reconstruccin colectiva de

    la historia que hace El Informe Rettig . As, lahistoria misma se encuentra suspendida, pormedio de la (sobre)elaboracin de su histo-ria. No puede haber historia, se debe borrartoda posibilidad de ello, para que as, la historiamisma pueda ser constituida como objeto deuna consciencia nacional. Justamente, des-de la ausencia (ideal-real) de la propia historianacional de acto.

    V

    Como modo de excurso y margen de estebosquejo del estado de transicin, parece sernecesario mencionar lo que no se mencionaQu se ha callado? La pregunta genera unaangustia respecto al contexto nacional, peroms all de esa cuestin, la pregunta realmen-te apunta a qu es lo que aparece en el in-forme Rettig, as como a lo que no aparece .

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    Para esto, Loveman (2002) nos habla de cmose revela El Informe , como un intento serio,

    aunque incompleto (87) es decir, un momentoen el que hay mrgenes de los que este infor-me no se hace cargo: uno de estos casos mo-ralmente ms llamativos es el de las familias delos detenidos desaparecidos sealando queel paso del informe es importante, aunque nose logre dar justicia ni ningn apremio al agra-vio moral que signi ca el desaparecimiento delos detenidos por causa poltica (88). Acercade esto de la justicia en la medida de lo po-sible, la nunca justicia a secas, la justicia quese requiere para la reparaci n de estos casos.Pero ms grave an, que la cifra de los 2115que no incluye a los 641 casos de los que nose pudo dar conviccin y de los que se debeseguir investigando (Aylwin 1992:128). La fal-ta deliberada de informacin en el Informe , esun agravio moral importante que revela justa-mente esta preferencia del estado de transi-ci n hacia una va en la que los conceptos de

    reconciliaci n, perdn y olvido que deber ancaracterizar esta etapa del proceso hist ricochileno son relevados como el presente deesta ausencia. Es decir, el olvido, sobre todoel olvido, en cuanto que caracterstica princi-pal de el proceso histrico (qu poltico!) de latransicin lo que se encuentra es el momentoen el cual historia y olvido, se unen el uno alotro, en la conformacin de un momento polti-co, que ya lo decamos es pura neutralizacin,puro vaciamiento de la pol tica y en de nitiva,de lo poltico.

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