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  • Nacin TV

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    NACIONTV La novela de Televisa

    FABRIZIO MEJA MADRID

    Grijalbo

  • NacinTV

    Primera edicin: mayo, 2013 Primera reimpresin: julio, 2013 Segunda reimpresin: septiembre, 2013

    D. R. 2013, Fabrizio Meja Madrid

    D. R. 2013, derechos de edicin mundiales en lengua castellana: Random House Mondadori, S. A. de C. V. Av. Homero nm. 544, colonia Chapultepec Morales, Delegacin Miguel Hidalgo, C.P. 11570, Mxico, D.F.

    www.megustaleer.com.mx

    Comentarios sobre la edicin y el contenido de este libro a: [email protected]

    Queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titu-lares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o pro-cedimiento, comprendidos la reprografa, el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares de la misma mediante alquiler o prstamo pblicos.

    ISBN 978-607-311-644-2

    Impreso en Mxico / Printed in Mexico

  • Quien concentra las miradas concentra los sufragios. RG1s DEBRAY, El poder seductor

    Tu cara se me hace conocida / Y qu se habr hecho aquella muchacha tan guapa que sala en la serie que te gustaba tanto? La gran tradicin televisiva es el ol-vido. Imagen eres y en sombra del control remoto te convertirs.

    CARLOS MONSIVIS, Imgenes de la tradicin viva

  • Los personajes y acontecimientos que se narran en esta novela pertenecen al territorio de la ficcin. Estn basados de manera distante en personajes reales. Cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad. Esto es una novela.

  • BASLICA DE GUADALUPE

  • Al final del linchamiento meditico, el Vaticano despidi a Schulenburg de la abada, junto con Carlos Warnhotz, el arcipreste, al que le sacaron sus muebles, ropa, bales, a la calle, despus de 20 aos de vivir en la casa sacerdotal.

    As que Las maanitas a la Virgen no eran ese ao un asunto de trmite, ni siquiera de creencia: muchos en Televisa ya no eran guadalupanos. El propio Emilio se haba convertido a la cienciologa. Sus culpas, llamadas por los ciencilogos "engramas", las haba repetido frente a su "auditor" en Los ngeles, California, una y otra vez, con un detector de mentiras atado al pulso, delante de una grabadora. Los ciencilogos saban ms de l que cualquiera de sus hijos y de sus esposas. Saban, por ejemplo, lo del XB-PEX. Y sobre sus amantes, sobre sus vicios.

    -Todos tenemos una nave espacial en nuestro pasado -lo haba calmado una vez en Miami el actor John Travolta. Un mes des-pus, Televisa haca un programa para popularizar los pasos del "disco", Fiebre de Sbado, con el bailarn Fito Girn disfrazado de Travolta, para hacer de la pelcula un fenmeno masivo en Mxico.

    Emilio crea en la cienciologa, a la que slo podan acceder los "upstat", los exitosos. Los dems, los pobres, tenan que trabajar de esclavos para conocer sus enseanzas. No los guadalupanos, que tenan una religin de "jodidos", de himnos murmurados, de imgenes hechas con flores, conchas, hojas de maz. Emilio despreciaba la idea de la resignacin, de la espera -esperanza- de quedarse quieto hasta que el milagro sucediera. l prefera ser tratado como un hombre exitoso, de accin, que lograba cada uno de sus cometidos, porque el xito atrae el xito. Eso se repeta en la diantica de Los ngeles, California, ahora que le haban descubierto cncer por segunda vez. El cncer se senta distinto desde el aire, dentro del helicptero, desde arriba, viendo a esos peregrinos inmundos. l no peda un milagro. Lo mereca.

    Para Emilio Azcrraga Milmo esta visita a la Baslica era una operacin de emergencia. Bendecido el nuevo atrio por el arzobispo

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  • Miguel Daro Miranda, la Virgen requera ahora un rescate tele-visivo, con nuevas canciones, en voz de las estrellas de mayor rating, y con el uso de los enlaces en vivo por satlite. No era, como en tiempos de su padre en la radio, una celebracin en la que todo se reduca a una transmisin interferida donde, acaso, "los Pedros" -Infante y Vargas- entonaban Las maanitas desde 1932 (ao en que el gobierno amenaz con quitarles la concesin de radio por "no ser laicos"). No, esta vez lo que estaba en juego era la fe mexicana, tras un ao de crisis econmica, en la que incluso Televisa haba estado a punto de ir a la quiebra. Emilio Azcrraga casi se persign mientras el aparato bajaba en el helipuerto de la Baslica en cuya pista lo esperaba el cardenal Norberto Rivera. Dud si esa visita a la Virgen pudiera granjearle un milagro. El cncer de Emilio era incurable, cuestin de das, de meses, decan el doctor Borja y los mdicos de Houston, su verdadera patria. Ni la cienciologa, ni su dictador extraterrestre Xenu, ni la Virgen podan salvarlo. Con ese abandono a medias, Emilio baj lentamente del helicptero, tomndose de los barandales, ayudado por sus guardaespaldas. El arzobispo sali a saludarlo con los hbitos volando, sostenindose el solideo con una mano.

    -Hola, pecador -lo salud Emilio Azcrraga, gritando sobre el ruido de las aspas.

    -Hola, diablo -revir el arzobispo. Ambos se saban. Ambos ocultaban que se saban. Ambos se

    otorgaban el perdn. Si lograban que el indio Juan Diego -el que vio a la Virgen de Guadalupe por primera vez- se convirtiera en santo, los dos haran millones. Al menos sa era la idea. Se estrecharon la mano en el sobreentendido de que, para uno, esa misa iba a ser la reivindicacin del poder de la Iglesia Catlica Guadalupana y, para el otro, la reivindicacin del poder de Televisa como creadora de mitos. Cuando entraron por la parte de atrs de la Baslica quedaron de frente al olor de los peregrinos, a mugre, polvo, fogatas y copal. Las radiaciones y las quimioterapias le haban desarrollado a Emilio

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  • el sentido del olfato. Las pestes de la Baslica le hicieron taparse la nariz. El arzobispo lo mir de reojo y se sonri:

    -Aqu estn los jodidos para los que haces tu televisin. -Por eso se las envo por satlite, cabrn, para no olerlos. Puta

    madre. Qu no puedes poner un sistema de ventilacin? -Lo tenemos, pero la pobreza se adhiere. Haba dos pantallas planas, 10 cmaras, unidades satelitales; las

    cantantes ya estaban alineadas en orden de aparicin; se hacan pruebas de audio, "s, s, dos, tres, cuatro, cinco, cinco, cinco". Emilio Azcrraga salud con la cabeza al .fioor manager de la Baslica y, por primera vez en dos dcadas de diantica, cerr los ojos y se persign. Luego, hizo una indicacin con los dedos:

    -En cuatro, tres, dos ... comenzamos.

    ***

    Emilio nunca lleg a recibir el cadver de su padre. Su viejo haba muerto un sbado al cinco para las nueve de la maana de 1972 en el Hospital Metodista de Houston, su tierra natal. Lo ocultaban, pero los Azcrraga no eran mexicanos, eran texanos, acaso el lugar ms antimexicano del mundo, por las semejanzas, como todas las lar-gas enemistades. Emilio recibi una llamada tempranera de suma-dre, Laura Milmo, desde Estados Unidos y por cobrar:

    -Vamos con el cadver de tu padre en un avin Braniff y lle-garemos a la plataforma "olmpica" del aeropuerto. Caedo consigui que nos dieran trato de presidentes.

    -Ah estar -asegur Emilio. Pero no lleg. Se dio vuelta en la cama y mir la curva que haca

    bajo la sbana su cuarta esposa, la Gera. Ella misma se llamaba "Paula Cussi", a pesar de que, en verdad, la haban bautizado con el menos glamoroso Encarnacin Presa Matute. Emilio todava no se haba divorciado de la hija del presidente de Celanese en Mxico, Nadine Jean -a quien haba conocido porque su compaa, Viscosa

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  • Mexicana, cuenta de Edmundo Lasalle y Domingo Alessio Robles, se anunciaba en el programa TV Revista-, pero haca trescientos sbados que no despertaba con ella, ni vea a su hijo. Emilio cerr los ojos y repas lo que haba planeado para ese momento, para el da en que, finalmente, su padre se muriera. Suspir.

    -Quin era? -pregunt, pastosa, Paula, que deca los hors-copos y el clima en los noticieros de la televisora de Azcrraga.

    -El futuro -respondi Emilio-. Mi padre se muri, al fin. Paula se volte y lo abraz. l sinti una repulsin al olor de

    las pesadillas de la noche anterior, al maquillaje y las cremas para dormir, pero le murmur sobre el cabello que ola a grasa y a acondicionador:

    -Desde ahora t y yo podremos vivir juntos. Te gusta la casa de Shakespeare y Lafayette?

    -No la conozco. Es grande? -Es el futuro. El avin Braniff con el cadver de Emilio Azcrraga Vidaurreta

    aterriz en la plataforma que menos de cuatro aos antes se haba utilizado para recibir a los presidentes en la inauguracin de la Olimpiada Mxico 68. Eran casi las siete de la noche del 23 de septiembre de 1972. Llova. Media hora despus, dentro de los cadillacs de Guillermo Caedo, iban el inventor de los mundiales de futbol, Alejandro Burillo en uno; en la limusina viajaban Laura Milmo, su hermana, y los Mascareas lo hacan en un tercero. Llegaron a la casona embrujada de Reforma 1435 con el fretro. Adentro de la caja de caoba, el dueo de la radio mexicana y de la mayor televisora de Amrica Latina yaca, cumplidos los 77 aos, consumido por el cncer. La caja iba ligera. Los choferes bajaron primero para guarecer al cortejo fnebre con paraguas. Los zapatos de boutique, los italianos hechos a la medida, pisaron los charcos sobre la Avenida Reforma y se enfilaron detrs del fretro para hacer la primera guardia: Laura, su esposa; Amalia Gmez Zepeda, su secretaria durante 30 aos; Alejandro Burillo y Eduardo Mascareas, sus concuos. Nunca su hijo Emilio.

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  • -Shondube era un vil ladrn de joyas que entraba a las haciendas aprovechando el caos de la Revolucin.

    -Y usted no? El padre tom el cenicero de pie recubierto con latn y se lo

    avent a Emilio. l lo esquiv con un brazo y el cristal cortado termin por estrellarse contra el ventanal de la sala que daba al jardn. El vidrio fue reparado en menos de una hora, pero padre e hijo tardaron meses en hablarse de nuevo. Y, para colmo de males, en la inauguracin formal del edificio que albergara a la televisin mexicana, en Chapultepec 18, Emilio llegaba desorientado y sin un zapato. Era el lanzamiento del gran proyecto de su padre, una televisin para las amas de casa que compraran lo que se les anunciara: electrodomsticos, colchones, caf soluble y jabones. Una televisin para vender. Era la obra de la vida de su padre, que haba comenzado al enlazar a los artistas del cine con la radio, en la XEW, y terminaba ahora, enlazando las voces con la imagen, en la televisin. Ante los periodistas, los fotgrafos, los mirones, su padre haba sentenciado la particular importancia de su flamante televisora:

    -La radio es mi esposa: para ella, nada. La tele es mi amante: para ella, todo. Hasta lo que no me pida.

    Hubo risas. Era 1952. Al verlo llegar sin un zapato, a Emilio le hicieron un hueco en

    el podio. Salud a su padre con un gesto de la cabeza que le hizo caer sobre la cara el copete, encanecido prematuramente. Su padre se acerc a decirle algo al odo. Emilio lo recordara por siempre:

    -Hoy no dejaste de ser el Prncipe -susurr su padre con ese tono texano con el que aprendi a hablar el castellano-. Slo pasaste a ser el Prncipe idiota.

    Su padre le clav la mirada. l slo pudo responderle con los ojos rojos y nublados. Emilio supo ese da que su padre no le confiara jams ni las radiodifusoras ni la televisin.

    Veinte aos despus, con el cadver de su padre velndose en la sala atestada de cantantes, actrices, cmicos, locutores, publicistas

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  • y polticos, Emilio se sent a pensar viendo las fotografas en las paredes de la sala de televisin de su padre: delante de su primera automotriz, dentro de su tienda de fongrafos, delante de la XEW, flanqueado por Pedro Vargas y Agustn Lara, dndole la mano a Miguel Alemn en un "Da de la Libertad de Expresin". Record entonces aquella frase de su padre: "Vender cosas no te hace rico. Yo vend el aire y veme". Sus ojos de prncipe recorrieron las fotos y no se ubic en ninguna. Su padre haba mandado quitar alguna donde l estaba, de nio, jugando en la arena de Acapulco. Poco a poco, su padre lo haba ido eliminando de sus orgullos.

    Emilio record, sentado en la sala junto a donde velaban a su padre, a otro cuerpo: el de su primera esposa, Gina Shondube, por la que se haba salido de la Academia Culver y de casa de su padre. Despus de ella hubo esposas, jams amores. l le deca a Gina Pato, por la forma en que su boca se jalaba con todo y nariz hacia un pico. La haba conocido en unas vacaciones de Semana Santa en Mxico y, simplemente, ya no regres a la academia de latinoamericanos jugando a ser gringos. Todo lo dems fueron preparativos para la boda y 103 despedidas de soltero. Se casaron por la iglesia en el santuario de Regina y, a pesar de que Emilio le pidi a su padre que con su poder en la radio consiguiera a Pedro Infante, slo le llevaron a Mara Luisa Carvajal para que cantara el Ave Mara. De hecho, su padre se neg a ser testigo de la boda. Emilio no lo necesitaba: los testigos eran el presidente de Mxico, Miguel Alemn; su secretario de Hacienda, Ramn Beteta, y Toms Braniff, hijo de quien haba dicho durante la Revolucin: "Madero quiere que voten hasta las masas ignorantes, personas que ni siquiera saben que son mexicanas". Pero ahora, en 1952 los juniors de la Revolucin estaban en su bo-da en la iglesia de Regina: el llamado Club 22, todos rplicas de los nombres del padre, pero con el Jr. atrs, en una sucesin de la monarqua del dinero heredado: Othn Vlez Jr., Miguel Ale-mnJr., Gabriel AlarcnJr., Emilio AzcrragaJr., Rmulo O'Farrill Jr. l entr del brazo de su madre, Laura Milmo, y ella, Gina, la

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  • novia, con su padre, el alemn Heine Shondube, que sola robar haciendas abandonadas durante la Revolucin para vender el oro, la plata y las joyas en Estados Unidos. Pero antes de que entraran, una paloma negra se meti a la iglesia, choc contra el altar, justo donde se alza la Reina del Cielo, se cay al suelo, dio unos pasos y se desplom.

    La riqueza tiene mucho de agandalle pero tambin de azar. Los poderosos suelen ser supersticiosos, y esa paloma inmvil en el altar los hizo santiguarse a todos. Un monaguillo retir la paloma muerta y entraron los novios.

    Cuando, tras la ceremonia, Emilio y su padre se abrazaron, ste le avis:

    -A ver cmo le haces para mantenerla, porque no te voy a dar nada.

    Ser rico y no tener la ayuda de tu padre es muy distinto a ser pobre. Con el hijo del presidente Alemn, Emilio comenz una compaa de venta de publicidad que aprovechaba la fuerza de la XEW: si compras publicidad en nuestra televisora, nuestras estaciones de radio te hacen un descuento para anunciarte. Trabajaban en el da traficando con influencias entre la radio, la televisin y la Presidencia de la Repblica, y por las noches se iban de farra a los cabarets de San Juan de Letrn. De maana, crudos, eran integrantes del Club 22, los hijos de los 22 que movan el poder, el dinero y las influencias en Mxico, y de noche se liaban en besos ahogados con escorts, meseras y putas en apartados -como el de El Quid, propiedad de quien se convertira en uno de los productores de telenove-las, Ernesto Alonso- reservados, que estaban arriba de donde los dems bailaban al ritmo de orquestas y artistas que la XEW haba inventado.

    -Yo hago a los cantantes de Amrica Latina -haba dicho su padre- por una simple razn.

    -Para que sean los mejores? -pregunt un reportero. -No, para que sean los nicos.

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  • Peleado con su padre, en los ocho meses posteriores a su boda, Emilio llegaba de madrugada a casa de Heine y Aurora Shondube para encontrar a Gina, su Pato, aletargada, tirada en una cama empapada en sudor. Record aquellos ataques en los que los brazos y piernas de su esposa se movan sin control, el cuello jalndole la mandbula, los ojos en blanco, la espuma por la boca. Ella, tan bella, tan grcil, se converta en un robot destartalado de un segundo a otro y haba que correr a meterle un pauelo en la boca para que no se mordiera la lengua. Emilio se horrorizaba con esos ataques y se quedaba petrificado, mientras su suegra corra con el pauelo listo. Pato slo vivi ocho meses de casada y embarazada. Fueron tan pocos que Emilio y ella nunca alcanzaron a salir de la casa de los suegros, en la calle de Lamartine. Ms rpido que su embarazo creci el tumor en la cabeza de Pato y un da de septiembre de 1952 ella y el beb se desvanecieron. Lo que el padre de Emilio le dijo por telfono fue:

    -Ay, Prncipe, ni siquiera sabes escoger a una mujer sin defectos de fbrica.

    Tras sepultar a su Pato, Emilio se fue de borrachera; es decir, meses sin saber en qu ciudad europea se despertaba, aunque siempre con Miguel Alemn Jr. Fue ste quien una noche en Le Petit Noailles, en Pigall, le avis:

    -Supiste que tu pap nombr a tu cuado como administrador general de Televicentro?

    -Cul cuado? -grit Emilio, entre la msica y las conversaciones de las putas sentadas en las piernas de los de la mesa de junto.

    -Cul va a ser? Fernando. l ya saba que su padre no lo tena a l contemplado como he-

    redero de su epopeya televisiva. Eso quera decir Prncipe idiota. Que se hubiera decidido por Fernando Diez Barroso, casado con su hermana la grande, Laura, no le sorprendi mucho: despus de todo, era hijo del primer contador titulado de Mxico. Su padre no crea

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  • al hijo capaz de administrar una empresa, ni de escoger una esposa, ni de estar a tiempo en ningn lugar. Eso ya lo saba. Detrs de sus lentes oscuros, Emilio slo le buf PFFFF a Miguel Alemn Jr. y se sirvi ms champaa. GLUGLUGLU.

    Callados, entre el escndalo de la msica y los zumbidos de la borrachera y todava los estragos de la visita al fumadero de opio en Pigalle, Emilio reuni la fuerza para preguntarle a Miguel AlemnJr.:

    -Ahora quin se anda picando a Rosita Arenas? Alemn esboz una sonrisa: -Mi pap no me dej casarme con ella. -Psamela. Yo me caso con ella -aventur Emilio. Pero dos semanas despus, Emilio se estaba defendiendo de la

    decisin de casarse con una actriz. Desde una silla. Era una silla que meda dos metros y a la que se suba mediante una escalera. El padre de Emilio la haba mandado construir as, con unas indicaciones precisas en el papel cuadriculado de un memorndum dirigido al taller de carpintera de Televicentro. El taller era dirigido en esos aos por Avelino Arts-Gener, Tzner, un caricaturista que haba llegado con Luis de Llano Palmer con heridas de la guerra civil espaola, y haba pasado por la compaa de publicidad Grand Advertising. A Arts-Gener le faltaba el ojo izquierdo. Le decan Tzner porque le encantaba decir que lo suyo era "hacer tiznaderas". Cuando recibi la orden de construir una silla de seis metros, se subi el parche del ojo para tratar de leer mejor, segn l: era su forma de denotar alarma. Y levant la silla descomunal con madera de encinos y clavos. Le adjunt una escalera, que no vena en el dibujo, para que los acusados treparan a la silla como si escalaran al patbulo.

    Si el padre de Emilio te ordenaba ir a la silla, significaba que te iban a regaar: subas la escalera, te sentabas con la mirada hacia la pared, el dueo de la televisin mexicana pateaba la escalera, y no haba forma de bajarse de ella, a menos que saltaras. Era un banquillo

  • de los acusados en el que no veas a quien te increpaba, sino que slo lo escuchabas como a Dios. Emilio oy esto con la cara hacia la pared, que estaba rematada por una luz de foro de televisin que le daba justo en los ojos:

    -Te prohbo que escojas a tus esposas -le dijo su padre-. La primera, defectuosa, hija loca de un ratero. Ahora la actriz Rosita Arenas, que es una perdida que ha pasado por las armas de todos nosotros. En estos momentos parece que tiene un romance con Pedro Infante y Luis Aguilar, al mismo tiempo. Los dos al mismo tiempo, Prncipe. "A toda mquina."

    -Ser el cuarto en el tro, entonces. -Prncipe: un Azcrraga no puede desposar a una mujer que atenta

    contra la moral, un deshecho, una daada, una piruja. Necesitas enmendar tus decisiones.

    -La dejo -respondi Emilio-, pero a cambio de qu? -Qu quieres? Dinero lo tienes, mientras obedezcas. No voy a

    permitir que tu vida sea un basurero. -Dame un puesto en Televicentro como el que le diste a

    Fernando. El padre lo medit un instante. Emilio sinti la dureza de su

    asiento de encino, mir hacia abajo a su propia sombra, pequea: hasta la luz del despacho estaba diseada para hacerte sentir menos, "ninguneado", esa palabra tan mexicana.

    -Le vas a ayudar a Luis de Llano a programar. A ver si aprendes al menos eso. Pero dame una garanta de que no vers ms a la Rosita Arenas.

    -No te lo puedo prometer. Ahora mismo est filmando con Clavillazo. S dnde est el set.

    -El chiste, Prncipe, no es que sepas; es que no puedas llegar a l -concluy su padre y lo baj de la silla.

    Fue por eso que a Emilio lo mandaron a San Sebastin, en el entonces lgubre pas vasco franquista; para que meditara sobre su conducta y "rehiciera su vida", que hasta ese instante era, segn

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  • su padre, un total fracaso. Emilio, sentado ahora en el funeral paterno, record cmo, en el Palacio de Ayete, lugar de veraneo del dictador Francisco Franco, conoci a una esposa al gusto de su patrn. Quince aos despus, Franco condecorara a su padre por el apoyo que su televisora le haba prestado en tecnologa y por abrir a la dictadura espaola a Amrica Latina. Miembro del Opus Dei, su padre admiraba al fascista espaol por restablecer la Gracia de Dios en Espaa y eliminar a los diablicos comunistas. As que, cuando el Generalsimo veraneaba en San Sebastin, cualquier Azcrraga era siempre bienvenido. Emilio recordaba la escena como un cuento de hadas, de teleteatro en blanco y negro: Franco lo salud con un apretn de manos a la orilla del lago artificial, y desde atrs de su espalda, de su capa roja, apareci una mujer con aire distrado. Era rubia y llevaba un cigarro apagado en una boquilla plateada. Pareca desprotegida. Emilio esculc las bolsas de su esmoquin; encontr un encendedor y se apresur a poner la llama en la punta del cigarro. La rubia se llamaba Pame-la Surmont. Dentro del palacio de Franco, le gust cmo ella ju-gaba a columpiar el candelabro de cristal cortado en el centro de la sala. Se atreva a hacerlo porque poda, porque era una aristcrata. Y justo era lo que Emilio necesitaba: una mujer de sangre azul para complacer a su padre y para borrar a su Pato. Regres con ella y se casaron. Emilio entr a trabajar a programacin, en la televisara. Pero saba que el heredero de su padre no era l, sino su cuado, Fernando Diez Barroso, esposo de su hermana Laura.

    Veinte aos despus, sentado en el cuarto de televisin de Reforma 1435, Emilio mir las fotos que su padre muerto haba conservado en las paredes. Afuera, llegaban al funeral los reporteros, las cmaras de televisin, los polticos. Ah estaba todava la foto de su padre abrazado por Fernando Diez Barroso y Donald MacKenzie, el encargado de Amrica Latina de la National Broadcast Corporation, la NBC. Emilio record cmo Fernando Diez Barroso comenz a llamarlo Prncipe, con una sonrisita de lado. Seguro su padre le

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  • haba contado lo del Prncipe idiota. Emilio se molestaba con l, pero prefera la tctica de rehuirlo en los pasillos. Qu tanto saba de l su propio cuado? La duda lo haca odiarlo y temerlo a la vez. Pero deba tratar con l para que le autorizara el dinero para un nuevo programa de concursos, el pago a una cantante o la hechura de una escenografia. Matarlo a golpes hubiera sido contraproducente. As que esper. Oy a su cuado repetir hasta el cansancio:

    -Aprendan de Valentn Pimstein -siempre les deca a l y a Luis de Llano Palmer-: hace sus telenovelas con cero pesos. Usa siempre la misma casa y le va dando vuelta a los muebles. Y, adems, el chilenito usa el "apuntador". Ya no gastamos en ensayitos pendejos. Es ms: para ser actriz ya ni siquiera tienes que leer los libretos. Slo tienes que estar buena. Despus de desvestirlas, las vistes, las maquillas, y repiten lo que se les diga al odo. Nos encanta que repitan lo que les decimos.

    -No siempre -reaccionaba Emilio. -A lo mejor a ti te gusta que digan dilogos "artsticos" de Luis

    Buuel. A m no. Una de las indiscreciones de Fernando Diez Barroso haba sido

    comentarle a su padre que Emilio se vea con Silvia Pinal -actriz de Luis Buuel por obra de su novio, Gustavo Alatriste- en un departamento de la Plaza Ro de Janeiro. Le haba dado un dato que avergonz a Emilio:

    -Me dicen que a Silvia Pinal le dices como a Gina: Pato. Ests loco?

    -No, seor -le respondi Emilio a su padre-. Es que tiene la misma trompa. As -y Emilio sac los labios y los junt con su nanz.

    -Sers tarado. Prohibida la Pinal, Prncipe. Es una mujer di-vorciada con una hija. sas no son ms que para un rato, me en-tendiste?

    -Y quin le cont a usted, padre? -Tus facturas en restoranes, hoteles, boutiques.

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  • \ A Fernando Diez Barroso tena que verlo en las comidas en casa

    de su padre cuando llegaba en calidad de esposo de su hermana Laura. Pero ni en familia cambiaba su actitud: le diriga a Emilio miradas de desprecio, sabindose heredero del emporio televisivo. Fue en una de esas comidas de domingo en casa de su padre que Emilio les avis a todos que construira un estadio de futbol.

    -Y t qu sabes de eso? -dijo Fernando Diez Barroso sin dejar de mirar su plato de barbecue, es decir, carne asada con ctsup.

    -Imagnese, padre -lo evit Emilio-: un estadio construido para la televisin. Lo de menos ser el futbol. La transmisin lo ser todo.

    -Estamos hablando de futbol soccer, verdad? -dud su padre, que era texano.

    -S, del Mundial de Futbol para Mxico. Un estadio para 100 mil espectadores diseado para que se transmita por televisin, con espacios para comentaristas y cmaras.

    -Y cmo vas a financiar eso? -dijo el cuado Diez Barroso acomodndose la corbata.

    -Con los Garza Sada de Monterrey. Qu venden? Cerveza. Qu consume la gente viendo futbol? Cerveza. No tiene pierde.

    -Y dnde estara el estadio? -Guillermo Zamacona, Alemn y yo ya hablamos con el regente

    de la ciudad, el tal Uruchurtu. Piensa desalojar Santa rsula para construirlo.

    -Dnde queda esa rsula?-pregunt su madre, Laura Milmo. -Pues quin sabe -se ri entre dientes Emilio-, pero ya es

    nuestra.

    Emilio esperaba que su padre se interesara en el proyecto del Estadio Azteca, pero no logr entusiasmarlo. Fernando Diez Barroso se levant a la mitad de la explicacin para encender un puro, pero tuvo problemas para prenderlo.

    -Otra de las ideas de Zamacona es hacer encendedores dese-chables -murmur Emilio, pero ya nadie lo estaba escuchando.

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  • -Por cierto -dijo el padre con un dejo de burla-, me he enterado de que la parte de arriba del cabaret de Ernesto Alonso, cmo es que se llama, Prncipe?

    -El Quid. -se. Que la parte de arriba, pasada la media noche, es para

    maricones. Le llaman el Club Amrica. Emilio quiso levantarse de la mesa. Alemn y l haban estado

    varias veces en el Club, pero su padre se burlaba del equipo de futbol que l haba comprado, el Amrica. Pamela Surmont se dio cuenta y cambi la conversacin hacia las ancdotas de sus hijas. Se sonrieron sin dejar de fingir. Las cosas entre ella y Emilio no iban bien. l se haba enterado de que lo engaaba con Gustavo Olgun, amigo de la familia, con quien -deca- se iban a "cazar patos" a Acapulco. Lo de los "patos" era, por supuesto, una alusin, no muy sutil, a la forma en que Emilio se refera a sus otras mujeres. Ella haba enviado a un detective a la Plaza Ro de Janeiro para fotografiarlo con la hija del dueo de Celanese, una tal Nadine Jean, una francesa de cuello largo y arracadas, 20 aos menor.

    -Y a sta tambin le dices Pato? -le dijo, aventndole las fotos un da sobre la mesa del comedor en Lomas Altas.

    -No -respondi Emilio-. Le digo Pl. Y t, has cazado muchos patos ltimamente?

    Pero todo era un juego de damas chinas que se resolvera con dinero, propiedades, acciones. As que mientras se entablaban ~os juicios, las explicaciones legales, los alegatos sofistas, Pamela Surmont y Emilio seguan juntos en las comidas familiares. La naturalidad francesa para la infidelidad y la evasin mexicana para esconderla debajo de la alfombra se sentaban juntas a esa mesa tomadas de la mano cuando el momento lo exiga.

    Emilio no pudo ms que garabatear una sonrisa cuando pens en aquella noche en que, cada quien en su recmara, Pamela beba tequila leyen~-na novela, mientras que Emilio ya iba por su sexto vodka viendo la televisin, NBC, no el Canal 2 de Telesistema. A l le

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  • gustaba la programacin gringa y, a veces, la britnica. La televisin que haca Televicentro de Mxico era "para negros", como l mismo la calificaba. En eso estaban cuando, a lo lejos, abajo, empezaron a or un barullo, muebles arrastrndose. Los dos bajaron en pijamas y desde la escalera miraron cmo la servidumbre, el mayordomo, 1( criada, los choferes, forcejeaban con unos trabajadores en camisetas. Pamela pens: "As sern los asaltos en Mxico?" Y Emilio supo de qu se trataba: los estaban embargando por no haberle pagado al banco de Monterrey, a los Garza Sada. El Estadio Azteca estaba saliendo en el triple de lo prometido por el arquitecto Pedro Ramrez Vzquez. Y Emilio haba recibido las notificaciones de embargo, pero no haba respondido. Ese embargo era la forma en que los cerveceros Garza Sada le daban a entender que estaban hartos de que no les pagara. Y ese embargo era, tambin, la forma que Emilio tena de involucrar a su padre en la construccin del Estadio Azteca. Le marc. Eran las cinco de la maana:

    -Padre, me estn embargando la casa de Lomas Altas. No tengo con qu pagar, dile a Fernando que asuma la deuda del Estadio Azteca por parte de Televicentro.

    Emilio colg casi en una victoria: su padre obligara a Fernando Diez Barroso a responder con su televisora al estadio de futbol. Una sensacin de entusiasmo le vibr en la garganta hacia su barbilla partida. Bajaron a dar "mordidas" para evitar que se llevaran los muebles de la casa de Lomas Altas. Emilio vio por un momento a Pamela negociando sobornos con el actuario, hablando con los cargadores, agitando billetes que acababan prensados en los cinturones de stos, y pens en la primera vez que la haba visto, con su cigarro en una boquilla perpendicular como extensin de sus largos dedos. Su aire aristocrtico no se iba ni en una situacin como sta. Y en eso son el telfono:

    -Perdn que te hable a tu casa a esta hora -dijo la voz de Nadine Jean-. Ya s que no te gusta.

    -Qu pasa? -susurr Emilio-. Estoy a punto de que me embarguen la casa.

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  • -Creo que estoy embarazada. Siete aos despus, Emilio est sentado en la sala de televisin

    de su padre muerto y se talla la cara con ambas manos. Su men-te regresa al presente, al funeral en el que se congregan fotgrafos de prensa, cantantes, actrices, cmicos, lectores de noticias, ede-canes, polticos. Alguien toca la puerta de la sala de tele. Emilio se levanta y abre. Es Bernardo Garza Sada, de los cerveceros de Monterrey:

    -Es tiempo de terminar con todas nuestras deudas, Emilio. -Pa' luego es tarde. Aqu mismo. Atrs del cervecero est el presidente de la Repblica, Luis

    Echeverra -Cmo ests, Emilio? -Dispuesto a hacer un principio, presidente. -No vayamos ms lejos. Si t, Garza Sada y O'Farrill hacen una

    sola televisora, la Patria se los agradecer. -Para eso estamos -le responde Emilio al presidente. -Terminemos pronto con todo esto, Emilio -responde

    Echeverra-. Al rato tengo una funcin de cine en mi casa. -Qu proyectas? -tercia O'Farrill, dueo del canal 8 de tele-

    visin, competencia de Televicentro del padre de Emilio, que tambin estaba ah.

    -Una que prohib, de Pasolini -dice Echeverra-. Si quieren, la vemos y despus negociamos una fusin de canales de televisin. Sera perfecto.

    -No, presidente -le responde Emilio-. No hay mejor lugar que aqu. Un funeral debe tener algo de nuevo para no ser intil.

    Y Luis Echeverra, Garza Sada, Rmulo O'Farril y Azcrraga Milmo se acomodan en la sala y cierran la puerta tras ellos. Desde la guardia en torno al fretro, su hermana Laura mira la entrada del presidente de la Repblica y observa a la secretaria de su padre durante 30 aos, Amalia Gmez Zepeda, acomodarse los enormes lentes de armazn negro. Sus miradas se cruzan sin gestos y ambas

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  • ven la puerta cerrarse, en medio de los rezos. Laura, la hermana mayor que consenta a Emilio de nio, ahora le tiene desconfianza.

    Con los ojos cerrados, en la Baslica de Guadalupe, Emilio piensa en las distancias con su hermana Laura. Todo cambi el sbado 13 de noviembre de 1965. Su padre, Emilio Azcrraga Vidaurreta, haba organizado en Acapulco una fiesta para el jefe en Amrica Latina de la NBC, Donald MacKenzie, y su esposa, que durara todo el fin de semana. Fernando Diez Barroso, el marido de Laura, seguro heredero del emporio televisivo, los acompaara en el avin privado de Telesistema Mexicano, un bombardero B-26 de la segunda Guerra Mundial, arreglado con motores de DC-6. Emilio, el Prncipe Idiota, tena que subirse a ese avin a las 12:30 de ese sbado, pero no lleg, como ya era su costumbre. Un da antes, cabalgando con su amante Nadine Jean en el Club Hpico Francs, se cay del caballo y se lux la pierna derecha.

    Esa noche de 1972 Laura no deja de sospechar de esa coincidencia, ocurrida siete aos antes. Como tampoco puede olvidar los rumores de que alguien vio a su hermano Emilio conversando en los pasi-llos de Chapultepec 18, Televicentro, con el mecnico del avin, Misael Robles, el jueves. Dicen que se hablaban al odo, inclinndose uno sobre el otro. Emilio tena la mano derecha sobre la clavcula de Misael en un gesto extrao: l nunca tocaba a los empleados ni se dejaba tocar por ellos, salvo que fueran actrices y tuvieran pico de pato. Eso es lo que Laura escuch: el jueves Emilio tocaba al mecnico chato, se secreteaba con el mecnico del avin de la televisara; el viernes se caa de un caballo y se disculpaba de asistir a la fiesta en Acapulco en honor de los directivos de la NBC.

    El avin despeg sin Emilio, pero s con el marido de Laura, Fernando Diez Barroso, director de finanzas de Telesistema Me-xicano, seguro heredero del emporio televisivo. El avin despeg sin Emilio, pero s con Rmulo O'Farrill vila, director, a sus 23 aos, de Prensa y Publicidad de Telesistema Mexicano. El avin despeg con el matrimonio MacKenzie, Donald y Marcia, y Hubbard Gayles,

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  • enjaque al conductor. De haber estado algn da en desacuerdo, a cul hubiera obedecido el lector de noticias?

    Nunca haba sido el dinero lo que mova a su hermano Emilio. Eran las mujeres, los viajes. Pero a partir del accidente era el poder. Un da, por ejemplo, iba a visitar a Madrid a los dueos de la revista Telegua, los hermanos Carlos y Rafael Martnez Amador. Entre calamares y vino (Emilio era ms de hamburguesas y sundaes de chocolate), les ofreci:

    -Lo que quieran por su revista de televisin. -No est a la venta. Es nuestra y seguir as por mucho tiempo

    -respondi Carlos Amador sirvindose ms de la botella de Rioja.

    Y al mes siguiente los hermanos Amador estaban al telfono con el secretario de Gobernacin de Echeverra, Mario Moya Palencia, quien controlaba el papel para hacer peridicos y revistas en todo

    -Usted nos quit el papel, licenciado. No se vale. -No fui yo. Arrglense con Emilio. Y los Amador acabaron vendiendo Telegua por menos de la mitad

    de lo que Emilio haba ofrecido. As que Laura mir la puerta cerrarse detrs del presidente

    Echeverra, con Rmulo O'Farrill, que haba perdido a su hijo en el accidente areo, y Bernardo Garza Sada en representacin de los cerveceros de Monterrey enojados por la falta de pagos en el asunto del Estadio Azteca. Sin que Laura lo pudiera ver, adentro de la sala de televisin, al lado de la habitacin del fretro, al lado del velorio con los rezos y los llantos de Mara Flix y Cantinflas, al lado del cadver del padre, Emilio reparti los mandos de la televisora:

    -A usted, don Luis -se dirigi al presidente Echeverra-, le dejo el control de los noticieros. A nosotros nos interesa entretener, no angustiar.

    El presidente Echeverra haba definido unos meses antes su idea de los medios de comunicacin mexicanos as: "Quiero tratar con

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  • una sola televisora, no con dos, ni con tres. Arreglen sus desacuerdos y tendremos un acuerdo. Lo cuerdo es el acuerdo". Se crea un hombre de frases clebres.

    -A ustedes -les dijo Emilio a los Garza Sada- les dejo todo lo que suceda en los foros de San ngel, las telenovelas, que se les dan tan bien los regiomontanos -eran los estudios de Canal 8, antes usados por Jorge Stahl en el revelado de pelculas de cine.

    Esa noche, al lado del cadver de su padre, Emilio le dej a O'Farrill la presidencia del Consejo y l se qued con las acciones y la presidencia de lo que, a partir de ese da, sera el monopolio de la televisin mexicana.

    -Cmo nos vamos a llamar? -pregunt O'Farrill. -Televisin Va Satlite -respondi Emilio, un fantico de los

    viajes al espacio, los extraterrestres, las estrellas. -Tele-Va-Sate? -escribi el presidente Echeverra en la

    servilleta que haba debajo de su vaso con agua. Sin que Laura, viuda de Diez Barroso, lo supiera, ah adentro, ese

    23 de septiembre de 1972 se fund Televisa. De eso se acordaba Emilio, ms de 20 aos despus, con un cn-

    cer imbatible, tapndose la nariz de los olores persistentes de los peregrinos en la Baslica de Guadalupe, aquella madrugada de 1996. Emilio cerr los ojos.

    -Algo de lo que pedir perdn, Tigre?-le pregunt el arzobispo Norberto Rivera.

    -No lo necesito -le respondi Emilio. No haba que pedir perdn ni por el accidente del avin, el

    XB-PEX, ni por negociar en el funeral de su padre la creacin de Televisa, ni por su hermana Laura, ni por tantas ex mujeres a las que haba lastimal::io. Abri los ojos. Vio la imagen de la Virgen. Escuch la voz de Lucero: "Son tus ojos dos luceros". Vio a la muchedumbre hedionda pasar delante de la imagen guadalupana persignndose. Al arzobispo maquillndose para salir en las pantallas para dictar la homila. Y se mir las manos llenas de pecas -flores de panten, las

  • llamaban- y temblorosas. Haba resuelto su duda: de la propia vida nunca hay que pedir perdn.

    Ral Velasco, el conductor del programa kilomtrico de los domingos, ha ido por rdenes de Emilio Azcrraga Milmo:

    -Me vale madres si crees o no en la Virgen. No se trata de tus mariconadas de vestirte de blanco y meditar en "flor de elote". sta es una emergencia nacional. No podemos permitir que el senil de Schulenburg se burle de nosotros. La Baslica es Televisa, como lo es el Estadio Azteca. Ral, vas porque vas. Si Juan Diego no existi, habra que inventarlo.

    Velasco no cree en la Virgen de Guadalupe, sino en Carmelo Garca Morales, del Valle de Santiago en Guanajuato. l y la ex amante de Azcrraga, Luca Mndez -los dos son guanajuatenses-, han visto cmo las vibraciones de sus cuerpos hacen crecer betabeles gigantes que pesan 20, 25 kilos. Ral cree en Sasi Vellupillai, que, a pesar del nombre, no es una crema depiladora, sino el director del Human Potential Development en Hawi, quien con slo tocarle la mueca al cantante espaol Julio Iglesias lo cur del cncer. El mismo Ral Velasco, en 1980, se salv de un infarto que le haba sido anunciado por una adivinadora de cartas en un hotel. La misma que le haba anunciado que se iba a casar por segunda vez. Velasco no es de milagros que tardan trescientos aos en realizarse. Es del aqu y del ahora, como cada domingo en su programa de televisin. Para l, ya todo es un milagro instantneo que sucede con la energa de su cuerpo. Los indios kikaps de Coahuila le pusieron un penacho, le regalaron el bastn de mando y lo nombraron Gran Jefe. Reconocieron en l no al conductor de un programa de televisin, sino a un ser extraordinario, su energa, su capacidad de generar salvacin. No, Velasco no cree en la Virgen. Cree en l mismo. Hace y deshace estrellas de la televisin con slo un toque, un gesto o un comentario:

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  • -T no triunfars porque eres muy naco -le dijo una vez a un cantante, Joan Sebastian-. T la verdad eres demasiado vulgar -sigui con la vedette Laura Len-. Quin quiere un payaso hippie? -el payaso Cepilln-. Juan Gabriel ser famoso slo entre los maricones. Este pas es de hombres.

    Velasco cree que todos sus cantantes deberan ser la aspiracin fenotpica de una raza demeritada por el mestizaje:

    -Por favor: rubias, delgadas, con la piel perfecta. Si son castaas, con los ojos claros. Y con cintura, hermanos. Para ver prietas gordas, no necesitan prender la tele. Slo salgan a la calle. O vean las filas de las que quieren entrar a mi programa.

    Dentro de la Baslica le toca en la fila de los conductores de programas cmicos, de concursos, de noticieros. La acomodadora le sonre una vez que lo sienta. Es una chica morena con algo de acn. Le recuerda a alguien cuyo solo recuerdo siempre lo hace ruborizarse y sudar. Han pasado muchos aos desde el episodio, pero todava siente un escalofro que le sube por las vrtebras. Muchas veces trat de buscarla y saber qu haba sido de su vida, pero jams la encontr. Se esfum como tantas otras. Un fantasma ms.

    ***

    El domingo 26 de septiembre de 1982 una adolescente sube a la azotea de una casa en Polanco. La persiguen un chofer, un secretario particular y una monja. Pero no la alcanzan. La muchacha se sube a la cornisa y amenaza con matarse. Hace un intento por equilibrarse y su zapato de tacn se resbala. Hay segundos de silencio. No, no cae al abismo. Luego, se reanudan los exhortos a que se baje, le dicen que todo va a estar bien, que confe en la Virgen, en Dios, en la vida. La muchacha exige la presencia de su padrino. La monja, la madre Adela de La Casa de la Paz, trae una frazada abierta para recibir a la chica en sus brazos, como un torero agitando su capote contra un toro que no embiste. Sobre la orilla, la chica tiembla, grita, agita las

  • manos sobre su cabeza como si espantara unas abejas invisibles. En ese instante piensa que lo mejor sera arrojarse al vaco. Se sienta sobre la cornisa y va bajando el cuerpo al aire, al vaco, a la nada, al abismo. Slo la fuerza de sus brazos hace ya contacto con la tierra.

    Tres meses antes la adolescente haba llegado sola a la ciudad de Mxico. Al bajarse en la estacin del norte vio miles de luces y pens que eran velas encendidas slo para ella. Estaba tan segura de que sera una estrella de la televisin, que no dud en tomar un taxi:

    -A Televisa. -San ngel o Chapultepec? -Hay dos? Dnde pasan Siempre en Domingo? El taxista la observ por el retrovisor: su ropa de florecitas,

    gastada, pegada al cuerpo; los ojos expectantes, la cara angulosa, el cabello echado al lado de la cabeza. Ajust el espejo para verle los pechos. Apret los dientes y manej hasta Chapultepec 18. Ella se baj del taxi muy segura:

    -No traigo dinero, pero busque a mi padrino maana y l le paga.

    -Cul padrino? -Ral Velasco. Las filas de nias a las afueras de Televisa ponan nervioso a Ral

    Velasco. Venan desde pueblos perdidos, con lo puesto -casi siempre los uniformes de la secundaria-, sin comer, sin baarse, todo para tener una oportunidad de cantar y bailar en Siempre en Domingo, el nico programa de televisin en vivo de todo el fin de semana. A veces duraba siete horas. Los sueos de las nias no eran ya tener agua o comida, ni estudiar, sino aparecer en la televisin. Cantaban en sus casas usando la manguera como micrfono y copiaban los bamboleos de Roco Durcal, agotaban los tintes rubios para el ca-bello, sabiendo que, por decisin de los directivos de la televisin, la nica morena a cuadro era la Virgen de Guadalupe. Ral vea sus faldas, sus calcetas, sus zapatos lodosos de hebilla, y volteaba la mirada. Pero no con lvonne, que se sali de la fila con los brazos abiertos:

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  • -Padrino -lo abraz. Ral la sinti tibia contra su cuerpo; su aliento a encierro, a

    silencio, a desierto, en su oreja. Su olor a sudor y ropa sucia de un largo viaje en camin.

    -Yo no soy tu padrino. Desde dnde vienes? -De Nogales, padrino. -Y qu haces? Cantas, actas, dices chistes? -Lo que usted me diga, padrino. Soy una estrella de la televisin. Ral la alej y se ri. -Ah, qu caray. lvonne lo mir directo a los ojos y le dijo muy seria: -Ay, padrino, nunca pens que mi futuro llegara rindose. lvonne-de-Nogales tena 14 aos en 1982, pero pareca de 20.

    En sus memorias, Ral la recuerda de 12. Sin padres, viva con su abuela, que la haba sacado de la primaria por falta de dinero: llevaba a la escuela hojas de papel de estraza engrapadas en forma de cuaderno. As que entr a trabajar como sirvienta en una casa que tena dos objetos desconocidos: un telfono y una televisin. La primera vez que oy sonar una llamada corri a esconderse. Luego, ya segura de que el aparato no haca dao, aprendi que no tena que gritar para que se escuchara muy lejos. Con la televisin tuvo su primer romance: vea la telenovela Mundo de Juguete (una nia de un internado de monjas mantena una amistad secreta con una anciana a la que le deca "abuela") y supo qu eran los besos. Al principio sinti vergenza, pero practic en la palma de su mano, que quedaba toda ensalivada mientras ella cerraba los ojos. De esos placeres decidi que sera una estrella de la televisin, que conocera a un galn como Ricardo Blume o Pedro Damin y se besaran todo el da. En el jardn, barriendo los enredos de espinas que surcaban el desierto hasta la casa de su patrona, lvonne-de-Nogales hablaba sola. Su da de descanso era el domingo, por lo que no fue en la televisin donde oy por primera vez de Ral Velasco. Segn ella misma relat a la polica, fue en un cartel pegado en un poste de

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  • la avenida Ver Patria en el que ley: "Si tienes entre seis y 15 aos, ven a concursar en los nuevos valores de Bacard, con el licenciado Ral Velasco". Iba con una amiga, Adriana Corona, y le dijo:

    -Vamos, loquilla, a lo mejor la pganos [sic) a la televisir [sic). Mira: este seor se ve muy gente, t.

    lvonne habl con su abuela y sta le dio 20 pesos para que se pagara el viaje desde la frontera con Arizona hasta la ciudad de Mxico. Le dio la bendicin, sabiendo que se deshaca de una carga que le haba dejado su hija, y cerr los ojos como cuando se miente:

    -Que logres todos tus sueos, m'hija. Su amiga Adriana nunca lleg a la estacin de autobuses. Y as

    fue como lvonne lleg a la Terminal del Norte de la ciudad de M-.xico, sola, sin comer, sin baarse, sin siquiera una muda de ropa, tomando un taxi gratis, a dormir en la banqueta de Televisa. Esper, segn le cont a la polica, da y medio para formarse en una fila en la que le pidieron que llenara un formulario: "Nombre". "Fecha de nacimiento." "Lugar de origen." "De qu club de fans eres miembro?" No traa lpiz porque, de todas formas, no saba escribir ms que su nombre. Se lo dijo a la secretaria encargada de los formularios y sta le hizo una boca chueca:

    -Tienen que traer sus cosas, nias. Somos una televisora, no una papelera.

    As que Ivonne arrug la hoja y se la comi. El estmago le hizo ruidos extraos. En cuanto vio a Ral Velasco, el tipo del cartel, se sali de la fila para abrazarlo. Le dijo "padrino" por un instinto nacido cuando vio su foto: pareca un familiar, sonriente, de lentes, el cabello escaso. La familiaridad de la indistincin. Ral Velasco se ri de su determinacin.

    -Nunca pens que mi futuro llegara rindose. Ral estaba justo en el lapso de la maana en que el Equanil y las

    pastillas para dormir le dejaban de hacer el efecto contra la ansiedad y comenzaba el de la benzedrina para salir a hacer televisin: la lista de los cantantes del domingo, a los que rara vez se les pagaba:

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  • -T me tendras que pagar a m -les deca Velasco a los agentes, a las disqueras-. Soy la nica promocin gratis.

    As que se encontraba en un estado en el que senta una relajacin muscular con cierto nivel de atencin que iniciaba con un zumbido en los odos y la impresin de que, dentro de su crneo, sonaban palomitas de maz; cada vez que una de ellas estallaba, una parte de lo que vea se le revelaba con precisin. Por eso, cuando Ivonne se le arroj a los brazos pudo sentir unos minutos de adormecimiento con un peso y una temperatura que no pertenecan a su cuerpo y otros segundos en los que los pmulos, las cejas negras, el cabello de la adolescente cayndole sobre el dorso de la mano se hacan imprescindibles. Tuvo dos impulsos simultneos: dejar caer a la muchacha o tomarla del brazo. No tuvo que decidir: Ivonne se le colg del cuello. Y l entr a Televisa rindose, sin saber de qu. Los policas lo miraron contento y no hicieron nada por separarlo de la chica. Las empleadas que repartan formularios siguieron con los ojos a los policas y as empez todo.

    Ivonne cruz los pasillos de Televisa en cuyos bordes haba jardines hechos de macetas que no eran latas, como las de su abuela en Nogales. Sinti el piso resbaloso debajo de sus zapatos de plstico rosa y el aire fro de lo que ella crey que era un cambio de estacin, pero que, en realidad, era aire acondicionado:

    -Aqu estn en invierno, padrino. -Qu quieres? -le repeta Ral Velasco con pequeas

    descargas en el crneo. -Ser una estrella, ser una estrella de la televisin -le responda,

    cada vez, Ivonne. Oyndola como debajo del agua, Ral decidi depositarla en la

    oficina de Valentn Pimstein, que produca las telenovelas en San ngel. Junto con O'Farrill, el chileno era famoso por slo recibir mujeres en su oficina, a tal grado que, en varias ocasiones, los actores que queran tratar un asunto con l se disfrazaban de vedettes para poder pasar el cerco que ofrecan Martha Elba, secretaria de su

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  • secretaria, y Rosa Elena, su secretaria. Y cuando entraban vean la cara redonda de Valentn Pimstein, sus lentes de pasta de liblula, engolando la voz para decir su frase seductora:

    -Qu me vas a dar a cambio de lo que te voy a prometer? Pero el desconcierto secretaria! fue tanto ante Ral Velasco que

    llegaba con una chica colgada del cuello que, de pronto, ya estaban en la oficina de Pimstein. Con un gesto de la boca, Pimstein de pronto ya le estaba diciendo a Ral:

    -Todo mundo sabe que yo no contrato indias. Treme una rubia con una carita de ngel y te la hago estrella. Pero sta, Ral? Llvatela a tus programas para totonacos.

    -Pero mi padrino me dijo que voy a ser una estrella -alcanz a reaccionar lvonne.

    -Pues dile a tu padrino que ahorita no tengo papeles para sirvientas.

    Ral Velasco no supo cunto tiempo pas hasta que pudo hablar de nuevo, ya instalado en su silln de las calles de Palmas, con los recados telefnicos en las manos y una secretaria que le traa un caf. lvonne no paraba de hablar dando de vueltas, mirando las fotografas en las paredes, tomando una pluma, un sombrero, acariciando un kimono que estaba en el armario de su oficina, dicindole "padrino". La mir con ms lapsos de atencin que de entumecimiento y le pareci que, baada, bien vestida, maquillada y quiz teida de rubia, podra ser la ayudante de un mago que en ese entonces haba perdido a su acompaante por una sobredosis de Vlium. Era alta, delgada, con los pmulos salidos, como los indios yaquis. Marc la extensin de su secretaria:

    -A la seorita que va a salir de mi oficina consgale un hotel barato por el centro.

    Cuando lvonne finalmente fue convencida de salir de la oficina, Ral Velasco le pregunt otra vez su nombre y su edad.

    -Cuntos?-le repiti la pregunta a la chica que se haca llamar lvonne-de-N o gales.

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  • Y ella le contest. Esa tarde, en el consultorio de Gregorio Valner, su psicoanalista,

    Ral se torca las manos con ansiedad. Era hasta que sala de la terapia que empezaba a tomarse los Equaniles con vodka. El vodka era la bebida de Televisa por dos razones. La de siempre: no ola. Y la peculiar: era el trago preferido del jefe Emilio Azcrraga. El vodka se usaba por la boca, inyectado, en supositorio. En ese ao, 1982, las telenovelas, los concursos, los "programas de chistes" se hacan entre mezclas de la Stolishnaya de Rusia y la cocana que entraba por Puerto Vallarta directo desde Colombia. Los que salan "a cuadro" estaban casi siempre en un balance entre ambas. "Ajustarse" era el trmino para bajar el alcohol con cocana y estabilizarse con coac. Los camargrafos, los de las luces, los cables, el del mster, slo usaban caf balanceado con el trance de mal comer. Pero la conduccin del programa de los domingos Ral Velasco la segua haciendo como cuando trabajaba haciendo notas de Cantinfias para la revista Cine Mundial: una mezcla de pastillas de benzedrina pa-ra estar alerta y de Equanil para relajarse. Esa tarde del 13 de julio de 1982, Ral ya no estaba compensado, acostado en un divn en Naucalpan, preocupado por los cuentos de hadas, su infancia en Guanajuato, sus padres.

    -Qu pas hoy, Ral? -le pregunt el terapeuta. A Ral Velasco se le empalmaron dos imgenes: los pechos de

    lvonne, perfectos en cada mano, cayendo apenas, y la cara de la Virgen de Guadalupe. La Baslica nueva de la virgencita estaba siendo construida por Televisa, por el mismo arquitecto, Pedro Ramrez Vzquez, que haba hecho el Estadio Azteca y el logotipo de la estacin. El jefe Azcrraga haba dado rdenes de que en Siempre en Domingo y en el noticiero 24 Horas se promoviera la venta de los "bonos guadalupanos", so pena de castigo si no cumplan con unas cuotas previamente establecidas por la direccin de finanzas. La obra del ahora traidor obispo Guillermo Schulenburg llevaba ya ms del doble de los 10 millones anunciados por el arquitecto, el mismo a

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  • quien el Estadio Azteca se le haba triplicado en costos. El logo de Televisa lo haba diseado como un mundo con interferencia, un ojo pasado por las cuchillas de un rayador de cebollas.

    A pesar de que lo anunciaba cada domingo, su programa no haba vendido ni un "bono guadalupano". En el divn del psicoanlisis, Ral vio el rostro de la Virgen empalmado en el cuerpo de Ivonne. Estaba presionado por ambas cosas: tener que vender "criptas de preventa" en la Baslica de Guadalupe y haber permitido que lvonne-de-Nogales entrara en su vida como una amante: en un cuarto de hotel pagado por Televisa. No pudo contar ninguno de los dos problemas que lo asfixiaban esa tarde. Slo dijo:

    -Quiero tocarle los pechos a una virgen indgena. En la pgina 121 de su autobiografa, Mi rostro oculto, Ral Velasco

    relat as esa tarde: "Consult con mi amigo, el doctor Valner, y su recomendacin fue contundente :

    "-No se te vaya a ocurrir meterte con una adolescente, porque esa edad es la ms difcil, y hasta puedes meterte en un lo judicial."

    Cuando lvonne entr en el Hotel Avin de La Merced no entendi por qu las mujeres hacan fila en la banqueta. Pens, con cierto regocijo, que en Mxico (as llamaban a la ciudad los que venan del interior) todo mundo viva haciendo colas. Tampoco entendi cuando pas un letrero hecho a mano que deca: "25 centavos la noche. No rentamos por hora". Al primer gemido en el cuarto de al lado se estremeci. Sin saber por qu, ese lamento, ese rechinido de resortes, ese pegar de madera en la pared le dieron miedo. Pero unos minutos despus, el cansancio de los casi 1 800 kilmetros entre Nogales y "Mxico" y el mariposeo de haber entrado a la televisin le compensaron el nimo. El claqueteo de junto, como de chanclas de plstico contra un piso recin lavado, la arrull.

    Ral Velasco sali de la terapia con taquicardia. Sin agua, se trag dos Equaniles y le pidi al chofer que lo llevara a Rubn Daro, su casa en Polanco. Se mir en el reflejo de los vidrios polarizados de su Impala. Qu le haba atrado de lvonne-de-Nogales? Y qu

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  • podra verle a l, de 39 aos, una nia de 14? Catorce. O 12? Tocarla sera un delito. Besarla, quiz no. Pero podra besarla sin tocarla? A la virgen morena no se le tocaba, slo se le rezaba. Ella, con sus manos juntas, jams miraba sino a un lado, con los ojos muertos, soolientos, del desdn; mientras que la mirada refulgente de lvonne-de-Nogales lo retaba. A qu lo incitaba? El efecto del Equanil le calm el temblor de las manos. Quizs a cumplir con la leyenda que l mismo se haba inventado, segn la cual, de una familia pobre, sin carisma, ni un talento especial, haba alcanzado el prime-time de los domingos en la televisin. La autoficcin que se haba creado era el mensaje: cualquiera puede salir en la pantalla. Y tenas a las cientos de nias que venan a las puertas del castillo a solicitar audiencia con el rey de la nimiedad. O acaso el mensaje que haba dado desde sus primeras apariciones en Canal 8, antes de Televisa, vena ahora a atormentarlo? Lo persegua una cmica que se disfrazaba como las indias que pedan limosna, la India Mara, de San Jos de Los Burros. Una cmica a la que haba conocido en el Teatro Blanquita y que se disfrazaba de indgena mazahua, tal como lo haca la esposa del presidente de la Repblica, Luis Echeverra. La cmica estaba casada con un ruso; pero, a cuadro, esta India Mara trataba siempre de seducirlo, al gero, al rubio, al adinerado, al poderoso, al que compra. se era l para millones de mexicanos, el gero que se resista a los embates erticos de las indias, y ahora las filas para solicitar una audicin eran de puras criadas. Quizs estaba pagando eso, pero lvonne era una mujer espigada, como india yaqui del desierto, con los ojos negros del vaco a ambos lados del crneo, como los venados. Nada que ver con la cmica de 34 aos que lo persegua por los pasillos del auditorio repleto de gente sin dientes, mal peinada, mal vestida, que iba a ver a sus cantantes de moda los domingos. Catorce aos. O 12? Sera un delito. Pero, claro, l era Ral Velasco. Era rubio. Nunca haba sido pobre. Su primer trabajo haba sido en la refinera de Salamanca, Guanajuato, porque su hermano mayor, Daniel, era el tesorero del gobierno

  • del estado; hasta que el 2 de enero de 1946, el gobernador Ernesto Hidalgo orden la matanza de unos opositores en Len y fue tal la masacre que tuvo que pedir licencia. Como lvonne con el tema del "padrino", Ral tambin haba usado la idea de que la esposa del presidente Alemn, Beatriz Velasco, era "sobrina" de su padre. Al menos eso deca y le haba funcionado. Su padre: cuando l tena 15, ya se le hundan sus 75 aos en un bastn que lo sostena. Pero el "Velasco" haba funcionado. Acaso por eso le daba tanta curiosidad lvonne-de-Nogales: porque era un poco como l, tratando de trepar como fuera hacia una cima. Y sa era la pantalla de televisin. Salir a cuadro. Hacer y deshacer en vivo. Esa euforia. Esa angustia.

    Los Equaniles se asentaron. El chofer abri la puerta de su casa en Palanca. Dolly -su esposa era una alemana casi albina, Darle Klokow- no estaba a la vista. La perra bxer lo salud con un salto a la entrepierna.

    -Quin la quiere, Candy? La acarici, sonrindole. La perra no saba que ese da su dueo

    tena a una menor de edad en el Hotel Avin de La Merced y una vida en juego con una alemana rubia en la colonia Palanca. La idea no le asust ni a l ni a la perra. Se sirvi un vodka y pens en traer a lvonne como sirvienta de la casa. Tenerla cerca, a la vista, como slo se puede tener a la Virgen de Guadalupe: slo cuando la ves, existe.

    Delante del comedor con su carpetitas hechas a gancho para que los fruteros de plata no rayaran la caoba, Ral reflexion un instante en por qu existan las Ivonnes-de-Nogales que se agolpaban como hordas de brbaras a las afueras del castillo de la modernidad, la televisin. Los domingos no haba otro programa que ver ms que el suyo: las amas de casa planchaban vindolo; los padres de familia, con el aturdimiento de las cervezas de la comida, cabeceaban vindolo casi en transparencias; los nios por todo el pas atendan a cada cancin pegajosa, a sus chistes mal contados, a los errores disfrazados de frescura. Ral Velasco haba emprendido una gira, al estilo de una campaa electoral, por todo el pas, en busca del folclor

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  • del campo, de las artesanas, de "lo mgico de Mxico". Era un programa que pagaban los gobiernos de los estados para promover el turismo. Como casi todo en Televisa, sala gratis. Y haba conocido a muchas nias al alcance de su mano, que le coqueteaban debajo de los rebozos, que mordan y pasaban la lengua sobre sus colla-res de crucifijo, que agitaban sus pestaas como alas de colibr. Ral lo saba: l era "el gero" que haca la broma de dejarse seducir por un personaje que l mismo haba inventado en la televisin, en Canal 8, antes de la fusin del monopolio de Televisa: la India Mara. Caricatura de las mujeres indgenas, de su forma de hablar y vestir, de su resignacin, la India Mara haba impactado a las nias que le coqueteaban a Ral cuando visitaba los estados de la Repblica Mexicana. l haba provocado esas reacciones de deseo hacia un hombre que se vea a s mismo como un "calvito con lentes al que le tiembla la voz", pero que en los pueblos de Mxico era "el gerito". Esa idea le daba vueltas y vueltas en la cabeza, y cuando quera pensar en otra cosa le volva como una mosca contra una ventana. El Equanil y el vodka lo ponan as de reiterativo. Daba vueltas y ms vueltas. Imposible salirse del aro hasta quedarse dormido.

    Ral pens obsesivamente en Ivonne-de-Nogales. Podra llevarla a su casa como criada ahora que era su "padrino" y, de vez en cuando, tomarla por detrs en su cuarto de la azotea. Ofrecerle algn lugar, de vez en cuando, en la televisin: atrs, de relleno, moviendo la boca sin que se escuchara parlamento alguno, sin su acento norteo de analfabeta, slo con sus tetas y su cintura de florero. Su mujer alemana, Darle, no tena por qu enterarse. Despus de todo, su matrimonio estaba sellado por las estrellas. En 1970, Ananka, una adivinadora del Tarot en el lobby de Hotel Fiesta Americana haba interpretado un arcano mayor, La Sacerdotisa, as:

    -Conocers a un regalo de Dios. Y dos aos despus, en un coctel de los periodistas de cine en

    Monterrey, conocera a su alemana, a Darle, cuyo nombre quera decir justo eso: "regalo de Dios". Al menos eso le dijo ella. Y haba

  • llevado a los tres hijos de su primer matrimonio con Hortensia Ruiz a vivir con la alemana, con la que tendra otros dos hijos. Ahora traera a una criada-amante a rellenar una familia hecha, de por s, de pedacera.

    Ral oy el reloj de pndulo en el silencio de su casa en la calle de Rubn Daro y volvi a reiterar sus pensamientos: que su hermano mayor, Daniel, fuera el tesorero del gobernador de Guanajuato, Ernesto Hidalgo, hasta que la noche del 2 de enero de 1946 ambos tuvieran que renunciar por haber ordenado una matanza; que el sindicato petrolero le consiguiera un "huesito" porque su padre era primo de la esposa del presidente Alemn; que, por la borrache-ra que se cargaba el conductor Tony Carbajal en la Resea de Cine de Acapulco, l hubiera salido por primera vez en televisin por Canal 8, de suplente; que Azcrraga quisiera copiar la idea de Sbados de Bondad de Argentina e inventara Siempre en Domingo, y que l buscara imitar la frase de Johnny Carson -"More to come"- y resultara en el "An hay ms", la frase que recordaba, incluso, el dictador de Paraguay, Stroessner:

    -Gracias, seor Velasco, por lo que hace por nuestro pueblo -dice el dictador segn recuerda Velasco en sus memorias-. Tene-mos mucho en comn: yo soy como su PRI. "An hay ms."

    Su vida estaba llena de esas coincidencias que Ral Velasco interpretaba como mgicas, como avisos de una divinidad de que l estaba en el mundo, en Televisa, los domingos, por una razn salvadora. Y la lvonne-de-Nogales era su "an hay una ms". Levant el telfono blanco perla y mand traerla a su casa.

    Tres meses despus desde ese mismo telfono le lleg la noticia: -Su ahijada lvonne est en la azotea y dice que se va a tirar al

    vaco si usted no viene. -Que la madre Adela se la lleve al orfelinato -reaccion el

    conductor-. Si no quiere, ahorita mando a alguien con un calmante. La noche anterior, los dos haban ido a ver la obra Evita en el

    Teatro Ferrocarrilero y haban terminado en El Marrakesh, un

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  • centro nocturno propiedad de Televisa. Ral buscaba algo ms que hacer con lvonne que quitarle la ropa en una madrugada intoxicada: no cantaba, no actuaba y, adems, tena hongos en las uas de los pies, por lo que no poda usar zapatos abiertos. Todos los das, lvonne sumerga en vodka los dedos de los pies para combatir lo negruzco de sus uas desportilladas, pero se tomaba ms de lo que se enjuagaba. Luego se pona los zapatos de tacn y caminaba como pollo espinado. Sus pies no estaban hechos para los tacones.

    Dando traspis, llegaron al centro nocturno, a una mesa donde estaba Humberto Navarro, un productor de Televisa. Navarro se disfrazaba de pollo en el programa cmico que l mismo produca, La Carabina de Ambrosio, y se haca llamar a s mismo la Pjara Peggy. El apodo haba surgido de su capacidad para meterse pericazos en las noches en que los cargamentos llegaban a la televisora, supervisados por Sergio Roffe, su "asistente", en una casa en las playas de Puerto Vallarta. A cuadro, el ejecutivo de la televisora apareca disfrazado de algo parecido a una gallina amarilla con lentes, con una faldita de cuadros, pegando brincos eufricos como de porrista con un exceso de estimulantes. La clave para interpretar al personaje estrambti-co de Navarro era su enorme nariz en forma de zanahoria. A su lado, en las madrugadas del Marrakesh, siempre estaban Vctor Yturbe, el Pirul, un cantante romntico que quera parecerse a Leo Sayer, y Francisco Stanley, un cmico con papada. Entre los dos vaciaban los cargamentos en unas botellitas de perfume que se podan aspirar "con discrecin". El productor Humberto Navarro justificaba este consumo como parte del trabajo:

    -Estamos en los foros todo el santo da y en la noche todava quieren que vayamos a premieres, cocteles, fiestas. La nica forma de no dormir es con esto -le explic un da al dueo de la televisora, Emilio Azcrraga, el Tigre, ensendole una de las botellitas de 20 miligramos.

    -Squenla de aqu y llvensela al Marrakesh, pendejos. Un da nos cae la polica y no le voy a pagar ms a Cherna, mi juez, de lo

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  • e de por s, chingaos -explic el Tigre en su espaol enrevesado. crraga saba que el consumo entre productores, actrices y cmicos estaba convirtiendo en un problema: demasiadas operaciones de

    construccin de tabiques nasales, hemorragias a la mitad de una abacin, inyecciones de cortisona (Celestone, administradas por el

    octor Gonzlez Parra) para "abrir la garganta" de las cantantes a las que la sangre se les agolpaba en las sienes.

    lvonne-de-Nogales todava no llegaba a tener ninguno de estos problemas "laborales", porque an no le haban cumplido ser una estrella; aspiraba por la nariz la idea de la televisin, de la celebridad, del talento. Mientras se la sentaban en las piernas productores, cantantes, locutores, ella siempre preguntaba:

    -Y me va a dar un papel en una telenovela? Todos le prometieron algo mientras le metan los dedos bajo la

    falda, se quitaban la ropa; pero a la maana siguiente nadie la llamaba a ninguno de los foros por los que deambulaba, cruda, oliendo a baba, semen y sillones de antro.

    La noche anterior al intento de suicidio en la azotea de Ral Velasco, el Pirul le pas a Ivonne una copa de coac:

    -Para que te ajustes -le dijo. lvonne no era la nica adolescente esa noche en El Marrakesh.

    Estaba tambin Judith Chvez, de 16, que sala de la amante de Juan Domingo Pern en la obra musical Evita y a la que todos llama-ban Gaviota. El nombre le vena de uno de sus dos amantes, Augusto Marzagao, el psiquiatra brasileo del Tigre, quien le deca en portuol "Gab". El otro amante de la Gaviota era un joven tmido que produca canciones y cantantes para Televisa, Sergio Andrade. Pero l no frecuentaba El Marrakesh. Slo a su mam. En su recmara, Andrade se desnudaba con una o ms adolescentes y tocaba canciones de su inspiracin en una guitarra Gibson Le Sport. Su madre usaba tapones para los odos.

    Ral vio cmo, despeinada y con la boca torcida, Ivonne-de-Nogales se fue esa madrugada de la mano de la Gaviota al

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  • reservado que tenan los Azcrraga, los O'Farrill, los Garza Sada, en el Valentino's. Era un privado dentro de la discoteca Marrakesh, mezcla de Odisea 2001 de Kubrick y Fiebre de sbado de Travolta. Atrs de ellas iba la Pjara Peggy, gritando con la voz chillona de su personaje. A veces no poda dejar de ser el hombre disfrazado de pollo amarillo. Ral lo detuvo por el brazo:

    -No seas cabrn. Ofrcele al menos aparecer en uno de tus programas.

    -Vamos viendo cmo se porta ahorita con los anunciantes -dijo la Pjara Peggy.

    -Siempre es muy obediente. -Con una oxigenada de pelo, a lo mejor -dijo la Pjara Peggy

    vindola por detrs. -Lo que me pasa -le dijo Velasco- es que la veo hermosa en

    las madrugadas, pero no a cuadro. -Entonces habr que intoxicar al pblico -le respondi la

    Pjara Peggy. Y se internaron en un pasillo apenas iluminado en el que las

    alfombras de pared a pared olan a vmitos y sexo. Ral los admir hasta que el cmico Francisco Stanley le ofreci una de sus botellitas mgicas.

    -Hoy s pienso dormir -la rechaz Ral y se fue. Por su declaracin a la polica, sabemos que lvonne-de-Nogales

    termin esa madrugada en la carretera ~ Puebla, en una finca llamada Viedos Domecq. No pudo asegurar quin estaba en torno a una mesa donde haba una chimenea sin encender: dijo que tuvo mucho fro y temblaba. Slo refiere que se habl de "la diantica, la cienciologa y cosas del espritu, pero no catlicas". La Gaviota tiene esta discusin con uno de sus amantes, el psiquiatra brasileo del Tigre:

    -Nuestras cantantes nunca se casan -le dice en portuol-. Lo que vendemos es la idea de que todas estn disponibles.

    -Pero todos ustedes son casados.

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  • -S, pero nosotros no queremos ser famosos. Nosotros tenemos lo principal, carihno, el poder de hacer y deshacer estrellas.

    Luego, los dos hablaron de una casa ideal en la que un tobogn de mrmol fuera de la cama a la piscina, para despertarse y "surcar el vaco hasta el agua". De eso se acuerda Ivonne-de-Nogales con un pie en el vaco de la azotea. Segn ella quiz vio al Tigre Azcrraga y a Luca Mndez todava con el cabello teido de rojo -de su telenovela La Calorina, en la que interpretaba a una puta-, pe-ro no puede asegurarlo. Por ah seguan las botellitas de cristal, pero no la Pjara Peggy, que se perdi en el camino. Desde ese momento -4:30 de la madrugada, calcula el ministerio pblico- hasta que Ivonne-de-Nogales se despierta en su cuarto de la servidumbre en la casa de Rubn Daro de Ral Velasco existe una "amnesia retrgrada" -as dice el informe-. La mordida que Ivonne tiene en el pmulo derecho, la cortada en el hombro izquierdo y "otras lesiones no graves en los rganos genitales" no parecen tener una explicacin.

    A punto de tirarse al vaco a la siguiente maana, Ivonne reacciona ante la madre Adela y su frazada protectora. Se deja, no sin forcejeos en la orilla de la cornisa, tapar por ella. En cuanto sus zapatos de tacn han cado a tierra, el chofer de su "padrino", Agustn Granados, la toma con fuerza y le administra un trapo mojado en formol. Ivonne se desmaya en sus brazos.

    Varias horas despus, Ral Velasco recibe una llamada por cobrar desde Nogales, Sonora. Es su ayudante, Agustn Granados:

    -Jefe -le dice con la garganta apretada-, estoy en la crcel. Dentro del avin la nia despert y me acus de violacin y secuestro.

    Ral se comunica con el gobernador de Sonora: -Es O caa. Pero cul es su primer nombre? -le pregunta a su

    secretaria. -Samuel, licenciado. Lo ms comn para Televisa era pedir estos favores a los go-

    bernadores de los estados, a los que mantena contentos con Mxico,

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  • Magia y Encuentro. En 1981, el propio Ral Velasco haba pedido la intervencin del gobernador de Nuevo Len, Alfonso Martnez Domnguez, para "calmar" a una Seorita Mxico. El 20 de junio, en el Teatro Minskoff de Nueva York, Ral Velasco haba dicho en vivo que la "mejor Miss Universo" no sera la mexicana, sino la venezolana. Se le haba escapado el comentario, como era costumbre con la bencedrina, pero nunca calcul que la Seorita Mxico fuera a armar un escndalo, acusando al concurso de estar arreglado, cosa que, la verdad, todo mundo ya saba. Armada de cndida indignacin, la modelo organiz una caravana de camiones desde la frontera norte hasta la capital para ir a protestar hasta Televisa. Pero su camin fue detenido durante el trayecto y ella fue obligada a firmar un contrato de "confidencialidad" por el gobernador Martnez Domnguez, quien haba organizado al grupo paramilitar del presidente Echeverra, Los Halcones, en 1971. Martnez Domnguez haba tratado a una Seorita Mxico como haba tratado a los estudiantes de oposicin: bajo amenaza, la hizo firmar una retractacin.

    As que, cuando Ral V elasco pidi la intervencin del gobernador de Sonora para que liberaran de la prisin a su chofer-ayudante, Agustn Granados, pidi tambin que no se publicitaran los dichos de lvonne-de-Nogales en su fugaz y fallido paso a ser una estre-lla de la televisin.

    -Es una muchachita muy fantasiosa -le dijo Ral Velasco al gobernador de Sonora-. Le va a contar una telenovela de Televisa. O a quin le va a creer, mi gber: a m o a una nia cuyo verdadero nombre ni sabemos?

    No existe una sola escena de un programa de televisin que retrate a lvonne-de-Nogales. Quizs apareci en alguno, pero la tradicin de Televisa es borrar su propia historia y dejar slo el halo de los fantasmas: sobre cada videotape se grabaron decenas de transmisiones, una encima de la otra, para ahorrar. En la nica foto que se conserva de lvonne-de-Nogales, la del archivo policiaco de Sonora, la vemos con la cara mordida -un crculo amoratado en el

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  • pmulo izquierdo-, despeinada en su corte de cabello de inicios de los ochenta y descalza. Su vestido de florecitas est roto del hombro izquierdo, donde tiene una cortada tapada con un parche blanco, una curacin del mdico legista, quien asegur que tena "rastros de psicotrpicos y sangre en la orina". Las uas de sus pies, sus hongos, desafortunadamente, no se alcanzan a apreciar. Cuando se le pregunt su "estado civil" ella respondi: "hurfana". El polica lo tach para poner debajo, con letra parsimoniosa, "soltera". Cuando se le pregunt a qu se dedicaba, ella declar, por supuesto: "estrella de televisin".

    Quiz la haban trado entre las ropas los peregrinos a la Baslica, quizs haba llegado hasta ah despus de arrastrarse desde un jardn. Quin sabe, pens Prez y encendi un cigarro. La nueva ley deca que los fumadores no podan encender sus cigarros en lugares cerrados como las iglesias, pero l era Prez. El Villameln, desde las primeras transmisiones de los toros por la televisin. Cal el cigarro y pens en otras suplicantes.

    El 17 de diciembre de 1979 unas madres enlutadas, indignadas, dolientes, llegan a Televisa. Sus hijos han desaparecido. Cargan consigo fotografias que se adhieren a los rebozos, a los vestidos negros, con seguros para paal. Sus hijos estn ausentes. Un da fue-ron detenidos por hombres que no eran ni policas ni militares. Los presidentes Echeverra y Lpez Portillo han decretado sus ausencias. Los hijos desaparecidos son estudiantes, sindicalistas, guerrilleros, militantes de oposicin. La televisin no trata el tema de los ausentes. No se sabe de ellos ms que en las huelgas de hambre que hacen sus madres delante de la catedral metropolitana. Las protestas no son transmitidas por la televisin. Desde esos das lo testimonial no es televisable. Y hasta ah, hasta las banquetas de Chapultepec 18,

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  • llegan las seoras para pedir que los noticieros hablen de sus casos, de cmo se evaporaron, de cmo ya no aparecen, sus historias, sus denuncias que suenan a rosario: "Mi hijo llamado tal, que estudiaba en tal, fue desaparecido en esta fecha y le exigimos al presidente que nos haga justicia, que nos diga dnde lo tiene la polica secreta".

    Aurelio Prez, el encargado de atender el trato de Televisa con el Ejrcito y la Iglesia catlica, sale a encararlas. Escucha a la dirigente, Rosario Ibarra de Piedra, hablar de los cientos de hijos, hermanos, amigos desaparecidos. l se peina con la mano zurda y dice:

    -Para qu se hacen pendejas? Sus desaparecidos estn ya muer-tos. Vayan a los panteones a encontrarlos. A nosotros qu chingados nos dicen.

    Mientras camina por el pasillo hacia la oficina de Jacobo Zablu-dovsky, director de los noticieros de Televisa, Prez sabe que ha cumplido. Desde 1969, el presidente Daz Ordaz inaugur la idea de un noticiero de televisin que fuera vocero de las oficinas de gobierno. Primero con el nombre de Nescaf, el patrocinador que pulverizaba en polvo instantneo los granos hongueados que no podan comercializarse, y luego como 24 Horas, las noticias eran las del presidente. La noche del 2 de octubre de 1968 Televisa requis todos los metros de pelcula en 16 mm que sus reporteros tomaron de la matanza de estudiantes y los enlat. Y Emilio Azcrraga Milmo presuma de tenerlos en su caja fuerte. Daz Ordaz dispuso de un hombre inamovible que deca las noticias:Jacobo Zabludovsky. Erala encarnacin del Sistema: una esfinge sin profeca, un locutor que lefa limpiamente los boletines del Seor Presidente cada noche, sin mover siquiera la boca. Un mueco de ventrlocuo con un telfono rojo en el escritorio con una nica lnea para el secretario de Gobernacin y el presidente en turno, y unos enormes audfonos con los que no se comunicaba con el .fioor manager -el "apuntador", discreto dentro del odo, se habfa inventado en Televisa desde 1950-, sino con ti Tigre Azcrraga. El 7 de octubre de 1978 el propio Emilio Azcrraga haba sido nombrado "jefe de imagen" de las actividades del presi-

  • dente Lpez Portillo. El antecesor, Luis Echeverra, tena en ese mismo puesto al socio y amigo de parrandas del Tigre, Miguel Alemn Velasco. Lpez Portillo tendra como jefe de comunicacin a Pedro Ramrez Vzquez, el arquitecto del Estadio Azteca y la Nueva Baslica de Guadalupe. En radio y televisin nombrara a Jaime Almeida, el supuesto experto en msica mexicana de la televisara. Los noticieros de Televisa eran una invencin de la presidencia del Partido. Eran lo mismo: un batidillo entre transmitir y ejercer el poder.

    As que Prez sinti que haba cumplido con su deber al insultar a las madres de los desaparecidos polticos a las puertas de Televisa. Pendejas. A poco crean que sus hijos estaban vivos? Y qu tena que ver Televisa con eso? Si los desaparecieron, es porque algo malo andaban haciendo.

    -Ya estuvo, Jacobo -le dijo Prez a Zabludovsky cuando entr a su oficina.

    -Se fueron? -Nunca se van -respondi Prez-. Son como los fantasmas:

    ah estarn, aunque no existan. Los fantasmas se le aparecan a Prez. Los sinti llegar en una

    reunin en Chapultepec 18 en enero de 1985, ocho meses antes de que, con un terremoto, muriera gente aplastada por la antena de transmisin de la televisara. Los responsables de los noticieros: Zabludovsky, Guillermo Ochoa y Lolita Ayala, y los del entrete-nimiento: Ral Velasco y Paco Stanley, esperaron durante dos horas la llegada del jefe Miguel Alemn Velasco. ste entr pasado el me-dioda acompaado del jefe de prensa del Partido, Juan Saldaa. Alemn no tuvo problemas para asegurar:

    -Esta empresa es prista. Si hay alguno de ustedes que no sea del PRI, que lo diga ahora y salga para jams, iganme: ja-ms volver a trabajar en la te-le-vi-sin.

    La reunin en Televisa era para apoyar a los candidatos del Partido en Nuevo Len, Chihuahua, Sonora y Guanajuato, donde creca la oposicin de derechas.

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  • -Saturen todo: que no quede un segundo para la oposicin. sos ya cuentan con los tiempos oficiales, pero de nosotros no tendrn ni un segundo -indic Alemn Jr.

    Y entonces les avis que el coordinador de la campaa electoral del Partido en Nuevo Len sera uno de los reporteros de Televisa, Flix Corts Camarillo. A Prez no le son mal. Despus de todo, cuando Televisa se haba fundado -en el funeral de Azcrraga Vidaurreta- se haba decidido dejarle los noticieros a quien tuviera la presidencia de Mxico. Era una oficina de prensa del Partido, slo que con un gran alcance, que se iba haciendo de concesiones, repetidoras y muchas exenciones de impuestos. El acuerdo flua-o eso crea Prez en 1986- entre Televisa y el Partido: informo lo que t me digas y, a cambio, me regalas las microondas, los usos del satlite, los impuestos. El apoyo siempre renovado de Miguel Alemn Velasco al presidente en turno no fue excepcin con Mi-guel de la Madrid. Tampoco lo eran los fantasmas que no aparecan a cuadro: las madres enlutadas por sus hijos desaparecidos, los votantes que no contaban en los recuentos electorales, las opiniones que no aparecan en el noticiero que lea Zabludovsky, parcamente, cada noche.

    As haba sido siempre. Prez sali de la reunin en uno de los foros de Televisa y pens en la primera vez que se transmiti un noticiero por televisin en Mxico. l haba estado ah. Ahora tena 61 aos y era el encargado de lidiar con las relaciones entre Televisa y la Iglesia catlica. Entre Televisa y el Ejrcito. Entre Televisa y la Virgen de Guadalupe. Entre Televisa y el siempre inofensivo fantasma del golpe de Estado. Protegerlos era su trabajo. Catlico recalcitrante, Prez haba ideado la cobertura en vivo de la visita del papa en 1979: de las lcidas mentes de Televisa haban salido las millones de banderas amarillas y blancas con el escudo del poder del Vaticano. Pero tambin haba estado en el primer noticiero. Encendi un cigarro y se qued viendo una oruga peluda que se arrastraba, con parsimonia, por el pasillo de la Baslica Guadalupana.

  • Se deslizaba entre los peregrinos. "Quin sabe. Los designios de Dios son inescrutables", pens Prez y cal su cigarro Raleigh sin filtro.

    El primer noticiero fue a las seis de la tarde del 26 de julio de 1950, en el piso 13 del edificio de la Lotera Nacional. Era el Ca-nal 4, propiedad de los O'Farrill, que aguantaran 20 aos inde-pendientes slo para doblegarse cuando el presidente Echeverra los fusionara con la televisora de los Azcrraga. En el tiempo de esa primera transmisin, slo haba cuatro aparatos de televisin en el pas: en la oficina del presidente Alemn, en la de su secretario de Comunicaciones y Transportes, en la agencia de autos de los O'Farrill -el dueo, Rmulo, haba perdido un pie, atropellado por una motocicleta mientras trataba de cambiarle una llanta a su Packard-y en el piso 17 de la misma Lotera, desde donde el hijo del presidente Alemn editaba su revista Voz . Todo estaba listo para la primera transmisin, pero dos tcnicos, Miranda, el de los cables, y Luyando, el de la cmara, se estaban peleando. Se empujaban, se metan el pie, se nalgueaban. Harto de las bromas, Miranda le hace el gesto del dedo medio a la cmara. Y es justo cuando estn entrando al aire. As que, pens Prez, los noticieros de televisin empezaron con un dedo obsceno hacia el auditorio. Tomen, ah est su informacin. Tengan su libertad de expresin. Si la televisin mexicana pudiera, en vez de noticiero slo proyectara el gesto obsceno del dedo medio de Miranda, fuerte, bien apretado, movindose en seal de advertencia. Claro, tambin record: a Miranda lo corrieron de la televisora con una advertencia:

    -Rmulo O'Farrill dice que si te encuentra va a matarte. Qu se habran hecho Luyando y Miranda? Desaparecidos. Para

    Prez eso era sinnimo de muertos, de inexistentes. Lo que no sale a cuadro nunca existe.

    El dedo medio era la norma en los noticieros y el huir despus tambin. Eso lo supo Prez cuando el candidato de Televisa en Chi-huahua, el del Partido, Fernando Baeza, tuvo que hacer un fraude electoral en 1986 para ganar la gubernatura. Votaron por l cientos

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  • de miles de muertos. La oposicin en Chihuahua tom los puentes internacionales hacia Estados Unidos, su candidato empez una huelga de hambre y llam a anular la eleccin. Todos los das llegaban reportes e imgenes del motn en Chihuahua, pero Televisa ya tena un Partido, as que optaron por no decir nada, ni una lnea sobre el asunto. Las protestas se vean en la oficina de Zabludovsky como si fueran pelculas pornogrficas: se repartan palomitas de maz, bebidas, se aplaudan los discursos y las rebeliones de ciudadanos tirndose al piso para que la polica tuviera que cargar pesos muertos, y se decida no pasarlas al aire.

    -Para qu? Quien se opone al Partido es, de entrada, un anti-patriota: imagnense la oposicin gobernando en un estado fronterizo. El fraude se hizo para defendernos de los gringos -sos-tena Zabludovsky desde la comodidad de sus trajes negros y su cara impasible.

    Prez pensaba en los mrtires catlicos, pero no responda nada. Ninguna crtica. Ninguna broma para alig_erar el comentario. Televisa era acatar y resignarse. Los reporteros hacan sus notas de las protestas en las calles y se aguantaban cuando nunca eran transmitidas. Las actrices y los actores saban que si participaban en una pelcula de otra empresa que no fuera Televisa, entraban a una lista negra que los sacaba para siempre de la televisin. Eran los desaparecidos del aire, los fantasmas obligados a mendigar papeles de reparto en las televisoras de Miami, Italia, Argentina. Hasta la amante de Azcrraga, la grcil Luda Mndez, habra de padecer ese desvanecimiento, esa evaporacin. Sus ojos siempre abismados lo decan todo: viva en la nube por estar Gon el dueo de la televisora. Un da dejara de serlo y desaparecera por aos. Como los desaparecidos polticos, tambin los ex trabajadores de Televisa eran slo nombres en una lista.

    Pero ese medioda de 1986, Prez no alcanz a vislumbrar que Televisa y el Partido estaban en un aprieto. Jams esper que la oposicin de derechas ganara la eleccin en Chihuahua y que d

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  • Partido se viera obligado a hacer votar a los muertos. Tampoco alcanz a atisbar que derecha e izquierda se juntaran: curas, empre-sarios y mineros que se manifestaban por las calles y en los puentes internacionales con Estados Unidos. El candidato de la derecha, Pancho Barrio, exiga la anulacin de la eleccin con una huelga de hambre dentro de una tienda de campaa mientras hablaba con Dios. El lder moral de los catlicos, Luis H. lvarez, comparta micrfono con Heberto Castillo, el dirigente de los maestros universitarios en 1968.

    -Qu hace la izquierda junto a la derecha en el norte? -pre-gunt Zabludovsky una maana de julio de 1986-. Eso no existe. No es posible.

    Lo imposible no es televisable. -Quin se hubiera imaginado que los comunistas se iban a

    aliar con los conservadores, slo para sacar al PRI? -reflexion, casi sorprendido, Prez.

    -Son unos degenerados -complet Zabludovsky. Y el movimiento en Chihuahua se fue contra esa televisora que

    no quera problemas, que slo buscaba que las cosas se mantuvieran igual para siempre. Los dirigentes conservadores, los de izquierda y hasta los mineros en huelga llamaron a un bloqueo a Televisa: "Apaga la televisin porque no dice la verdad", "Televisa Miente", "No compres Ron Bacard porque sostiene la Mentira". A sus 61 aos, Prez no lo entendi.

    -El boicot de Chihuahua no nos perjudica. No perdemos una gran audiencia, seor -le dijo Prez a Emilio Azcrraga.

    -El pedo no es la audiencia, Prez -subi la voz el dueo de Televisa-. Es el papeln que estamos haciendo en Estados Unidos.

    Y era cierto. A las ocho de la noche el noticiero de un tal Gustavo Godoy desde Miami cubra las manifestaciones en Chihuahua y, tres horas ms tarde, Zabludovsky, repetido va satlite para la comunidad hispana en Estados Unidos, hablaba del clima, de toros, y lea un boletn del presidente de la Repblica: el ganador en

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  • Chihuahua ya formaba gabinete, llamaba a la "reconciliacin de los mexicanos", ignoraba que la protesta tena tomadas las calles y los puentes internacionales.

    -Ese Godoy es nuestro -grit Azcrraga dando vueltas a donde estaba, hasta el terremoto, la silla de los castigos-. Nosotros somos dueos de su pinche televisora de Miami. No puede decir lo que se le salga del forro de los huevos.

    Prez vio desde lejos la aventura de ir a acallar a la televisora de Miami, la Spanish Internacional Network. Se qued tamborileando los dedos en el escritorio, pensando que a Emilio Azcrraga las cosas le estaban saliendo mal: unas semanas antes, su mdico, el doctor Borja, le haba diagnosticado un melanoma en la pierna derecha, la misma que se haba herido montando a caballo un da antes del accidente de avin en el que muriera su cuado, Fernando Diez Barroso. Emilio no crea en los mdicos mexicanos. De hecho, no apreciaba a ningn mexicano, as que tendra que atender