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Fecha recepción: 16/04/2021 Fecha aceptación: 01/06/2021 Rev. Est. de Políticas Públicas, 7(1): diciembre 2020 - junio 2021, 1-15 http://dx.doi.org/10.5354/0719-6296.2021.61622 ISSN edición web: 0719-6296 ©Copyright 2021: Universidad de Chile, Santiago (Chile) Bioeconomía en Costa Rica: cambio sociotécnico y perspectivas para el desarrollo territorial rural Luis Miguel Barboza Arias | Universidad Federal de Río Grande del Sur Resumen | El objetivo del artículo es discutir la influencia de las narrativas de cambio sociotéc- nico en la Estrategia Nacional de Bioeconomía en Costa Rica, y sus posibles implicaciones para el desarrollo rural. Nuestro argumento es que los recursos políticos, institucionales y discursi- vos movilizados en el proceso de elaboración de este instrumento, proponen la construcción de regímenes tecnocientíficos como solución a las problemáticas económicas, climáticas y socioambientales que afectan al país. La promoción de transiciones sostenibles, no obstante, puede verse afectada si los planes de acción regionales que acompañan la implementación de la estrategia no consideran las causas y dinámicas de la heterogeneidad social. Con base en un marco analítico que articula la sociología del desarrollo y los estudios de la ciencia y la tecnología, se propone un conjunto de herramientas analíticas que llaman la atención sobre la necesidad de profundizar en otros aspectos del contexto social que aún no han sido incorporados de manera precisa: el rol de los actores locales no productivos, las interfaces de conocimiento y el carácter contingente del cambio sociotécnico. La metodología sigue el enfoque analítico de investigación social basado en el método exploratorio, y utiliza las técnicas de la revisión documental y la consulta a experto. Palabras clave: Ciencia y sociedad, cambio tecnológico, medio ambiente. Bioeconomy in Costa Rica: Sociotechnical change and rural territorial development perspectives Abstract | The article aims to discuss the influence of sociotechnical change narratives on Costa Rican National Bioeconomy Strategy, and its possible implications for rural development. Our argument is that the political, institutional, and discursive resources mobilized in the process of elaboration of this instrument, propose the construction of techno-scientific regimes as a solution to the economic, climatic and socio-environmental problems that affect the country. Nonetheless, regional action plans proposed for implementing the strategy could affect sustai- nable transitions if they do not consider the causes and dynamics of social heterogeneity. We use elements of the sociology of development and science and technology studies to propose a set of analytical tools that draws attention to the need to delve into other aspects of the social context that have not yet been incorporated, including the role of non-productive local actors, knowledge interfaces and the contingent nature of sociotechnical change. The methodology follows the analytical approach of social research based on the exploratory method and uses the techniques of documentary review and expert consultation. Keywords: Science and society, technological change, environment. *Dirección de correspondencia [Correspondence address]: Luis Miguel Barboza Arias, Universidad Federal de Río Grande del Sur E-mail: [email protected]

Bioeconomía en Costa Rica: cambio sociotécnico y

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Fecha recepción: 16/04/2021Fecha aceptación: 01/06/2021

Rev. Est. de Políticas Públicas, 7(1): diciembre 2020 - junio 2021, 1-15http://dx.doi.org/10.5354/0719-6296.2021.61622

ISSN edición web: 0719-6296©Copyright 2021: Universidad de Chile, Santiago (Chile)

Bioeconomía en Costa Rica: cambio sociotécnico yperspectivas para el desarrollo territorial rural

Luis Miguel Barboza Arias | Universidad Federal de Río Grande del Sur

Resumen | El objetivo del artículo es discutir la influencia de las narrativas de cambio sociotéc-nico en la Estrategia Nacional de Bioeconomía en Costa Rica, y sus posibles implicaciones parael desarrollo rural. Nuestro argumento es que los recursos políticos, institucionales y discursi-vos movilizados en el proceso de elaboración de este instrumento, proponen la construcciónde regímenes tecnocientíficos como solución a las problemáticas económicas, climáticas ysocioambientales que afectan al país. La promoción de transiciones sostenibles, no obstante,puede verse afectada si los planes de acción regionales que acompañan la implementaciónde la estrategia no consideran las causas y dinámicas de la heterogeneidad social. Con baseen un marco analítico que articula la sociología del desarrollo y los estudios de la cienciay la tecnología, se propone un conjunto de herramientas analíticas que llaman la atenciónsobre la necesidad de profundizar en otros aspectos del contexto social que aún no han sidoincorporados de manera precisa: el rol de los actores locales no productivos, las interfacesde conocimiento y el carácter contingente del cambio sociotécnico. La metodología sigueel enfoque analítico de investigación social basado en el método exploratorio, y utiliza lastécnicas de la revisión documental y la consulta a experto.

Palabras clave: Ciencia y sociedad, cambio tecnológico, medio ambiente.

Bioeconomy in Costa Rica: Sociotechnical change and rural territorialdevelopment perspectives

Abstract | The article aims to discuss the influence of sociotechnical change narratives on CostaRican National Bioeconomy Strategy, and its possible implications for rural development. Ourargument is that the political, institutional, and discursive resources mobilized in the processof elaboration of this instrument, propose the construction of techno-scientific regimes as asolution to the economic, climatic and socio-environmental problems that affect the country.Nonetheless, regional action plans proposed for implementing the strategy could affect sustai-nable transitions if they do not consider the causes and dynamics of social heterogeneity. Weuse elements of the sociology of development and science and technology studies to propose aset of analytical tools that draws attention to the need to delve into other aspects of the socialcontext that have not yet been incorporated, including the role of non-productive local actors,knowledge interfaces and the contingent nature of sociotechnical change. The methodologyfollows the analytical approach of social research based on the exploratory method and usesthe techniques of documentary review and expert consultation.

Keywords: Science and society, technological change, environment.

*Dirección de correspondencia [Correspondence address]:

Luis Miguel Barboza Arias, Universidad Federal de Río Grande del Sur

E-mail: [email protected]

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2 Barboza Arias, L.M.

1. Introducción y estado de la cuestión

LA bioeconomía adquirió relevancia internacional enla segunda mitad de la década de 2000, cuando

el Programa Internacional de Futuros (IFP, por sus si-glas en inglés), una instancia de la Organización pa-ra la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)establecida en 1990, y que opera dentro de la unidadde asesoramiento que apoya a la Secretaría General deese organismo, estableció el proyecto “La bioeconomíahasta 2030” (Bioeconomy Project, BP), con el objetivode apoyar el diseño de una agenda política sobre bio-economía para los gobiernos de los países miembros(OECD, 2006).

Posteriormente, con la publicación del documentotitulado “La evolución de la bioeconomía hasta 2030:diseño de una agenda política” (OCDE, 2009), que re-copila las principales reflexiones y debates manteni-dos por el grupo de trabajo que participó en el proyec-to, el concepto fue incorporado a la agenda de la OCDEde forma sistemática y comenzó a ser apropiado porlos gobiernos nacionales que conforman el organismo.

De acuerdo con Hilgartner (2007), el proyecto “Labioeconomía hasta 2030” no formuló una definiciónprecisa del término. En cambio, proporcionó una se-rie de interpretaciones que pueden ser vinculadas connarrativas en construcción. De este modo, mientras elproyecto estuvo vigente, la bioeconomía a veces fuevista como una etapa sucesiva de las tecnologías digi-tales de la información. Otras veces, fue consideradaen relación con su potencial de convergencia tecnoló-gica, para favorecer el escalamiento de otras tecnolo-gías emergentes, principalmente en el área de la bio-tecnología aplicada al sector de la salud. O caracteriza-da en términos de una “bio-revolución” para promovercambios significativos y “rápidos” en el modo de pro-ducción y consumo de la población.

La imprecisión conceptual también es evidente enla definición que se brinda en “La evolución de la bio-economía hasta 2030: diseño de una agenda política”.En ese documento se hace referencia a la bioeconomíacomo un “mundo” en el que la biotecnología contribu-ya a la producción económica, por medio del conoci-miento biotecnológico, la producción y uso de bioma-sa renovable, y la integración de estos elementos a tra-vés de aplicaciones tecnológicas que resultan de uti-lidad para el mercado (OECD, 2009; Goven y Pavone,2015).

En febrero de 2012, la Comisión Europea (CE), quees el órgano de la Unión Europea (UE) que ostenta elpoder ejecutivo de ese ente supranacional, anunció lapublicación de una estrategia regional de bioeconomíaque integraba además un plan de acción. De ese modo,el documento titulado “Innovando para el crecimientosostenible: una bioeconomía para Europa”, se convir-tió en la principal hoja de ruta para garantizar el cre-cimiento verde y climáticamente inteligente en el es-pacio europeo (European Commission, 2012; McCor-mick y Kautto, 2013).

En abril de ese mismo año, la administración de Ba-rack Obama publicó el Plan Nacional de Bioeconomíade Estados Unidos (US White House, 2012), que reite-raba los compromisos expresados en el documento ti-

tulado “Construyendo una bioeconomía del siglo XXI”,publicado en octubre de 2011 (US White House, 2011).

En años posteriores, la Organización de las Nacio-nes Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),también contribuyó al desarrollo conceptual y opera-tivo de la bioeconomía, con la publicación del docu-mento “¿Cómo la sostenibilidad es orientada en estra-tegias oficiales de bioeconomía a nivel regional, na-cional e internacional?”, elaborado por Dubois y Gó-mez San Juan (2016), y en el que se realiza una revisióngeneral de 20 estrategias de bioeconomía y 10 planesde acción vinculados. El enfoque adoptado por la FAOrepresenta una adaptación de la definición propues-ta por el Comité Asesor Internacional sobre Bioeco-nomía, creado con motivo de la primera Cumbre Glo-bal de Bioeconomía, en Berlín, en noviembre de 2015,el cual la describe como “la producción, utilización yconservación de los recursos biológicos, incluidos losconocimientos, la ciencia, la tecnología y la innovaciónconexos, para proporcionar información, productos,procesos y servicios en todos los sectores económicoscon miras a una economía sostenible” (FAO, 2019: 1).

En 2019, la FAO retomó este enfoque para analizarlas lecciones aprendidas en el proceso de formulaciónde estrategias de bioeconomía, por medio de 26 es-tudios de casos que relatan experiencias de interven-ción en todo el mundo. De acuerdo con el documentotitulado “Hacia una bioeconomía sostenible. Leccio-nes aprendidas de casos de estudio” (Gomez San Juan,Bogdanski, y Dubois, 2019), el objetivo del informe esutilizar estos estudios de caso para ampliar la com-prensión general de la sostenibilidad en el contexto deldesarrollo de la bioeconomía, concentrándose de mo-do particular en las áreas estratégicas de la seguridadalimentaria, la gestión de recursos naturales, el cambioclimático, la producción y el consumo responsables, elcrecimiento económico y la buena gobernanza.

En América Latina, la Comisión Económica paraAmérica Latina y el Caribe (CEPAL), a través de la pu-blicación de los documentos de trabajo “Bioeconomíaen América Latina y el Caribe. Contexto global y regio-nal y perspectivas” (Rodríguez, Mondaini, y Hitschfeld,2017) y “Hacia una economía sostenible en AméricaLatina y el Caribe. Elementos para una visión regional”(Rodríguez, Dos Santos Rodrigues, y Sotomayor Eche-nique, 2019), se ha enfocado en informar sobre la im-portancia que tiene el fortalecimiento institucional y lacreación de infraestructura y de marcos normativos enla promoción de la bioeconomía en la región.

En el ámbito académico y de producción científi-ca, el incremento en el número de artículos sobre labioeconomía ha aumentado de manera exponencial,principalmente en la literatura anglosajona. Los traba-jos de Birch et al. (2010); McCormick y Kautto (2013);Staffas et al. (2013) y Pfau et al. (2014) pueden ser con-siderados textos seminales que brindan los primerosanálisis estructurados sobre este tema desde diferen-tes perspectivas críticas.

Para el caso de América Latina, además de las pu-blicaciones hechas por los equipos de investigación dela CEPAL y el Instituto Interamericano de Cooperaciónpara la Agricultura (IICA), otras producciones de rele-vancia se encuentran en Henry et al. (2014); Anlló y

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Fuchs (2014); Orantes et al. (2015); y Hodson de Jara-millo (2018; 2019).

La bioeconomía surge en un contexto caracterizadopor la hegemonía ideológica de la noción de desarro-llo sostenible y la necesidad de reducir la dependen-cia de los recursos fósiles como alternativa de soluciónde la crisis del modelo económico liberal (De Besi yMcCormick, 2015; Van Lancker, Wauters, y Van Huy-lenbroeck, 2016). Su propósito es la adopción de me-canismos institucionales y técnicos para promover laproducción más limpia y patrones de consumo soste-nibles, que aceleren la transición hacia sociedades másequitativas y comprometidas con la preservación delplaneta (Ingrao, Bacenetti, Bezama, Blok, Goglio, E., yHuisingh, 2018).

No obstante, también existen enfoques críticos, queseñalan a la bioeconomía como parte del imaginariotecnosocial arraigado en el sistema capitalista neolibe-ral, y que encuentra en las innovaciones tecnocientífi-cas una forma de capitalizar los efectos adversos de lacrisis socioambiental que él mismo produce (Goven yPavone, 2015).

De esta forma, la bioeconomía no se circunscribe demodo exclusivo a la retórica de la creación de valor enel contexto empresarial y de inserción en los mercados(Petersen y Krisjansen, 2015), como es defendido porel campo disciplinar de la economía del conocimien-to, sino que también representa un mecanismo com-plejo y articulado de (re)apropiación y explotación dela naturaleza y la vida, a través del desarrollo modernode la biotecnología y las ciencias de la vida (Timmonsy Vezyridis, 2017).

Basándonos en un marco analítico que articula lasociología del desarrollo y los estudios de la ciencia yla tecnología, el presente artículo tiene como objetivodiscutir la influencia de las narrativas de cambio socio-técnico en la Estrategia Nacional de Bioeconomía enCosta Rica, y sus posibles implicaciones para el desa-rrollo rural.

El documento está organizado de la siguiente mane-ra. Después de esta introducción, en la sección dos seindica la estrategia teórico-metodológica utilizada y lapresentación del caso de estudio. En la sección tres serealiza la discusión de los resultados. Por último, en lasección cuatro se brindan algunas consideraciones decierre que pueden servir de orientación en investiga-ciones futuras sobre el tema.

2. Material y métodos

El propósito de esta sección es precisar la construc-ción de la estrategia teórico-metodológica utilizada ypresentar el caso de estudio.

2.1. Estrategia teórico-metodológica

El presente artículo tiene como objetivo discutir lainfluencia de las narrativas de cambio sociotécnico enla Estrategia Nacional de Bioeconomía en Costa Rica, ysus posibles implicaciones para el desarrollo rural. De-bido a que este instrumento de política fue presentadoen fecha reciente (agosto de 2020), aún no se dispone

de información verificada para llevar a cabo una va-loración integral siguiendo los enfoques convenciona-les del ciclo de política pública. No obstante, es posi-ble analizar el proceso de formulación de la Estrategiacon base en las actividades y la producción documen-tal realizadas de manera previa a la publicación oficial.

Por esta razón, la investigación tiene un enfoqueanalítico de tipo exploratorio, que incorpora las técni-cas de la revisión documental y la consulta a experto.En el primer caso, las fuentes de información secunda-ria consultadas corresponden a los documentos oficia-les publicados por el Ministerio de Ciencia, Tecnologíay Telecomunicaciones (MICITT), entidad responsablede la Estrategia. También se tuvo acceso a documen-tos utilizados en actividades de información y divulga-ción a actores de interés. En su mayoría, estos docu-mentos corresponden a presentaciones de tipo PowerPoint que no están disponibles al público, y a las cua-les fue posible acceder con autorización supervisadade los funcionarios responsables de esas actividades.

En relación con la consulta a experto, se realizó unaentrevista no estructurada con el equipo responsablede la formulación de la Estrategia en el último trimes-tre de 2019, cuyo propósito fue llevar a cabo un ba-lance del proceso y obtener valoraciones generales so-bre el panorama y las perspectivas de la bioeconomíaen el país. Además, se dispone de la grabación oficialde la presentación de la Estrategia, realizada el día 07de agosto de 2020. Finalmente, se recopiló una basede datos con intervenciones en medios audiovisualesy artículos de prensa, publicados durante los días pos-teriores a la presentación del instrumento.

Dada la orientación cualitativa de esta investiga-ción, y la novedad del tema para las ciencias socia-les, se optó por incorporar en la estrategia teórico-metodológica la técnica del análisis crítico del discur-so, utilizada por Mustalahti (2018) en la revisión de laEstrategia Nacional de Bioeconomía de Finlandia. Esetrabajo presenta intereses de investigación similares alos propuestos en este estudio.

De acuerdo con la autora, los instrumentos de políti-ca relacionados con la bioeconomía están restringidospor el contexto de los discursos políticos ya existentes.El discurso representa un conjunto de ideas preconce-bidas sobre la ontología de una entidad específica, esconstruido socialmente y susceptible a las luchas depoder entre sus portavoces y sus detractores (Musta-lahti, 2018).

De este modo, la disputabilidad discursiva se con-vierte en el punto crítico del análisis del discurso. Enel trabajo previo de Pülzl et al. (2014), ya se habían de-sarrollado los primeros principios metodológicos paraincorporar “el discurso” como una categoría reflexivaque permita profundizar en los desdoblamientos quetienen lugar con la producción de significados. Estosautores plantean que es posible utilizar el discurso pa-ra deconstruir el enfoque/concepto de la bioeconomíaa partir de las perspectivas histórica, institucional y so-ciopolítica (Pülzl et al., 2014).

Con ello, se establece un registro analítico que entre-laza el surgimiento de la bioeconomía con las trayecto-rias de pensamiento de la economía política y el libera-

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lismo. Mustalahti (2018) argumenta que los discursosson importantes porque ellos operan como un mar-co de configuración de la realidad, al definir el mundoque se observa y el tipo de información, valores e ideo-logías con las cuales es posible argumentar y recrearese mundo.

Estos elementos teórico-metodológicos son centra-les porque a partir de ellos es posible caracterizar laforma en que el discurso oficial (gubernamental pú-blico) de la Estrategia pasó a convertirse en una narra-tiva estructurada, con apoyo político y respaldo insti-tucional. La noción de “narrativas” es incorporada entrabajos previos (Birch et al., 2010; Befort, 2020) paraestudiar los factores que contribuyen a la legitimaciónpolítica de los discursos dominantes.

En los estudios de la ciencia y la tecnología (STS,por sus siglas en inglés), el abordaje de las narrativases utilizado para problematizar el contexto político-institucional y económico que sirve como soporte sim-bólico y material para la reproducción del discursotecnocientífico moderno. Además, también se aplicapara caracterizar los espacios de resistencia cognitivaque, desde los márgenes, se proponen reivindicar elconjunto de saberes, prácticas, aprendizajes y conoci-mientos que han sido desplazados por los circuitos dereproducción del capitalismo (Kreimer y H., 2018).

2.2. Caso de estudio

En Costa Rica, las primeras discusiones sobre la im-portancia de disponer de un marco institucional y depolítica pública para promover la bioeconomía tuvie-ron lugar durante el proceso de adhesión del país a laOCDE; que concluyó en mayo de 2020, con la invita-ción formal de ese organismo a Costa Rica, para con-vertirse en el miembro número 38.

En las etapas iniciales de la formulación de la Estra-tegia (finales de 2017); el MICITT convocó a una seriede reuniones a diferentes actores de los sectores públi-co, privado y de la academia, para discutir las visionesy perspectivas en torno a este tema. Durante el 2018y los primeros meses de 2019, Costa Rica participó endiferentes foros internacionales sobre la bioeconomíay fue seleccionado para formar parte del Programa decooperación CEPAL-BMZ/giz; cuyo objetivo es apoyara los países de América Latina en el desarrollo de ac-ciones para la implementación de la Agenda 2030.

Posteriormente, entre mayo y septiembre de 2019,se conforma el Comité Interministerial de Bioecono-mía, y se elabora el texto de la Estrategia. A partir deese momento, este Comité comenzó a implementar ta-lleres para la revisión del documento, centrándose enla formulación del Plan de acción para la implementa-ción.

Los principios que promueve la Estrategia están in-fluenciados por la visión de la OCDE, en especial loplanteado por ese organismo en el documento “Laevolución de la bioeconomía hasta 2030: diseño deuna agenda política” (OECD, 2009). De esta manera, sereafirma la importancia de las actividades científico-tecnológicas y de innovación para la promoción deaplicaciones biotecnológicas, que pueden ser utiliza-

das a nivel comercial y además contribuir a alcan-zar metas de sostenibilidad (Figura 1). Estos principiostrazan una definición conceptual de la bioeconomía,que puede resumirse en tres supuestos básicos: (1) laconservación de los recursos biológicos es de interéspara los mercados; (2) el conocimiento biotecnológi-co tiene un potencial importante en la fabricación deproductos, procesos y servicios; y (3) la aplicación deese conocimiento (especializado) puede contribuir auna transformación sostenible de los sistemas produc-tivos.

Figura 1: Principios conceptuales de la bioeconomía

Fuente: Elaboración propia a partir de OECD (2009).

La Estrategia establece cinco ejes estratégicos (Figu-ra 2), cada uno compuesto por un conjunto de líneasde acción de alcance más específico, que dan cuentadel carácter amplio de su enfoque. Tiene una visiónde 10 años y está prevista para implementarse en tresfases: de impulso (2020-2022); de escalamiento (2022-2026) y de consolidación (2026-2030).

A efectos de cumplir con el objetivo propuesto enesta investigación, se presta especial atención a los ejesestratégicos 1 y 2. Las líneas de acción contenidas enestos ejes son útiles para caracterizar la racionaliza-ción del discurso por las autoridades gubernamentalesy su posterior utilización como argumento para justi-ficar tipos de intervención de carácter específico.

En relación con el eje sobre el desarrollo rural, laslíneas de acción que componen la Estrategia son: (1)Agricultura sostenible y con descarbonización fósil, (2)Alimentos e ingredientes con valor agregado y atribu-tos de diferenciación, y (3) Pesca y acuicultura soste-nibles. Mientras que las líneas de acción: (1) Uso sos-tenible de la biodiversidad y bioturismo en corredoresbiológicos, (2) Fomento de los servicios ecosistémicos,(3) Bioprospección y aprovechamiento económico derecursos genéticos y bioquímicos de la biodiversidad,y (4) Desarrollo de aplicaciones de tecnologías digita-les sobre áreas de conservación y la belleza escénicanatural del país, componen el eje sobre biodiversidady desarrollo.

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Figura 2: Ejes estratégicos de la Estrategia Nacional de Bio-economía. Costa Rica

Fuente: Elaboración propia a partir de ComitéInterministerial de Bioeconomía (2019).

La Estrategia es descrita como un proceso construc-tivo, que establece una hoja de ruta para la transforma-ción. Esto equivale a decir que los mecanismos institu-cionales, técnicos y operativos que se busca promoverpara lograr la transición sostenible, en especial de lasactividades productivas, están orientados por los prin-cipios de inclusión, participación y concertación. Deforma paradójica, el texto no hace mención explícita alas palabras democracia o justicia, aunque sí se señalala importancia del aprovechamiento justo y equitativode la biodiversidad y la distribución justa y equitativade los beneficios (MICITT, 2020).

Los mecanismos que se mencionan son, princi-palmente, la promoción de incentivos financieros, laconstrucción de infraestructura (que resulta de parti-cular relevancia para las actividades de biorrefinación)y la transferencia de tecnología (acompañada de un in-cremento de la I+D que se produce en el país).

Otro tema significativo es la promoción de estra-tegias y programas para la creación de capacidadespor parte de los grupos beneficiarios, o al menos, delos sectores que resultan de interés estratégico para laimplementación de la estrategia. Se establece que secontinuará promoviendo la Política Nacional de Socie-dad y Economía basadas en el Conocimiento (MICITT,2017) de que dispone el país y se brinda un énfasis es-pecial en el apoyo a bioemprendimientos que resulteninnovadores.

3. Análisis y discusión de resultados

El propósito de esta sección es llevar a cabo el aná-lisis de los principales resultados obtenidos con la in-vestigación. En la primera subsección se problematizala concepción del desarrollo que reproduce la Estrate-gia. Mientras que la segunda subsección es utilizadapara determinar las implicaciones de esta concepciónen las políticas de ciencia y tecnología.

3.1. Los ensamblajes del desarrollo “competitivo”

A pesar de que el término ensamblaje es utilizado ensu acepción convencional para referirse a la construc-ción de un proceso artístico, en este artículo es incor-porado en sentido metafórico para caracterizar la na-rrativa sociotécnica que orienta los objetivos de transi-ción sostenible establecidos por la Estrategia Nacionalde Bioeconomía en Costa Rica.

Fougner (2008), citado por Goven y Pavone (2015),argumenta que la competitividad internacional se haconvertido en el objetivo central de las políticas estata-les, y en uno de los medios principales para la resolu-ción de la mayoría de los problemas que enfrenta el Es-tado. Según los autores, la competitividad internacio-nal representa un imperativo de los instrumentos depolítica relacionados con la bioeconomía porque estediscurso permite reafirmar los valores del neoliberalis-mo y el capital en la esfera política estatal, a través dela ciencia y el conocimiento tecnológicamente avanza-do. Por supuesto, tales posicionamientos no deben sertomados como un resultado a priori de las críticas an-tineoliberales en contra de la creación de mercados deciencia, tecnología e innovación. En cambio, el argu-mento principal es que la centralidad de las dimensio-nes económicas en los procesos de formulación de es-tas políticas puede conducir a la instrumentalizaciónde los factores socioculturales que afectan la partici-pación en esos mercados de aquellos sectores que seconsideran menos competitivos.

Esta tendencia fue observada durante el proceso deformulación de la Estrategia en Costa Rica. En el tex-to, la palabra “competitividad” aparece en el subtítulo,junto con “sostenibilidad” e “inclusión”, en lo que re-presenta una referencia explícita a los principios queorientan la racionalidad del instrumento. No obstan-te, su operacionalización es llevada a cabo con ciertodeterminismo, ya que aún no se dispone de una ho-ja de ruta que permita identificar de qué manera lossectores tecnológicamente menos avanzados podránapropiarse del desarrollo tecnológico y científico quese proyecta en sectores como ciencias de la salud y bio-tecnología.

Por otro lado, el énfasis que se pone en la expor-tación de bienes, servicios y actividades relacionadascon la bioeconomía, si bien representa la diversifica-ción de la oferta de productos que se comercializa ac-tualmente con el exterior, puede venir acompañado denuevos riesgos y situaciones de incertidumbre que elpaís necesita atender. La mención a los objetivos deacceso a mercados internacionales y la integración acadenas de valor en América del Norte y Europa (MI-CITT, 2020), deja en claro que el Gobierno aún no haexplorado con la suficiente atención crítica cómo su-perar la dependencia y los términos de intercambiodesfavorables, o bien, de qué forma promover la bio-economía en el país para que esta contribuya con laconstrucción de un estilo de desarrollo diferente, quebrinde mayor autonomía financiera a las industriasnacionales y permita su fortalecimiento en el mercadolocal, como paso previo a la posible internacionaliza-ción.

Las políticas de acompañamiento al sector produc-tivo son claves en este proceso. En Costa Rica, en laúltima década se ha venido discutiendo la necesidadde promover la creación de clústeres y esquemas te-rritoriales de localización productiva para el desarrolloeconómico convergente. Arias et al. (2020: 21), realizanun conjunto de propuestas para alcanzar una trasfor-mación productiva con enfoque territorial y equidadsocial, que incluye:

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Identificar y definir zonas económicas de desarro-llo para la focalización y diferenciación de las po-líticas públicas regionales, con una visión de largoplazo aprovechando la flexibilización de los pro-cesos productivos y la revolución de la tecnolo-gía y de las comunicaciones, de la mano con losrecursos locales endógenos y de sus potencialida-des culturales, institucionales, económicas, socia-les y ambientales.

Sin embargo, para que estas propuestas cuenten conalgún grado de efectividad es necesario reconocer queel país aún debe atender profundas inequidades so-cioespaciales, derivadas de un deterioro estructural ydel progresivo desmantelamiento de las políticas so-ciales, que afectan principalmente a las poblacionesde los territorios rurales y periféricos. Por ejemplo, enun artículo publicado por el Programa Estado de la Na-ción (PEN) en julio de 2020, en el que se discute la bre-cha digital que afectó el acceso a la educación durantelos primeros meses de la pandemia del COVID-19, seplantea que, previo a la pandemia, según la EncuestaNacional de Hogares del 2019, un 67% de estudiantesde la Región Central tenía conexión a Internet desdeel hogar; un 29% solo tenía acceso a través del celulary un 3% no tenía ninguna conexión. Mientras que enregiones como la Huetar Atlántica, Huetar Norte o laBrunca1, solamente 40% de estudiantes podían conec-tarse a Internet desde sus casas, 50% desde un celulary 10% no tenía ninguna conexión a Internet.

En el documento, además se hace hincapié en lo si-guiente:

Estas brechas en el acceso a los recursos tecnoló-gicos reflejan las desigualdades territoriales histó-ricas del país, asociadas al bajo desarrollo relativoy socioeconómico que ha caracterizado a las re-giones de la periferia y en el contexto actual, pro-fundizan las diferencias en el acceso a la educa-ción (Programa Estado de la Nación, 2020: 1)

La bioeconomía es capaz de construir a su alrede-dor una trayectoria de transformación por medio de laincorporación de la biotecnología y la ciencia en gene-ral (Petersen y Krisjansen, 2015). No obstante, la falsapresunción es considerar que esta narrativa es autosu-ficiente y que no requiere de legitimación política porparte de los diferentes colectivos sociales. La búsquedaen torno a los consensos, por tanto, implica reconocerque las expectativas y necesidades no son las mismaspara todos. Por ello, tampoco puede hacerse abstrac-ción de los diferentes contextos históricos y cosmovi-siones de mundo. Esta discusión debe estar acompa-ñada por un enfoque de derechos, que sin embargo no

1El Decreto Ejecutivo N° 7944, del 26 de enero de 1978, establecela División Regional del Territorio de Costa Rica, para los efectos deinvestigación y planificación del desarrollo socioeconómico del país.Se trata de una subdivisión político-económica que incluye seis re-giones: Brunca, Central, Chorotega, Huetar Atlántica, Huetar Nortey Pacífico Central. La Región Central constituye el centro económicoy político del país y presenta los índices de desarrollo humano másalto. La Región Huetar Atlántica está localizada en la costa caribeñade Costa Rica y la Huetar Norte comprende principalmente los terri-torios fronterizos con Nicaragua. La Región Brunca se localiza en elsur del país y comprende territorios fronterizos con Panamá. Estasdos regiones están integradas en su mayoría por territorios rurales,en los que habita un porcentaje importante de la población afroca-ribeña e indígena costarricense.

ha sido objeto de atención en los foros encaminadospor el equipo de formuladores.

Rose (2007), por otra parte, argumenta que la bio-economía se ha convertido en un nuevo espacio eco-nómico en las sociedades liberales avanzadas. Ella creavalor en torno a una nueva “economía de la vitalidad”,que sin embargo está ausente de personas. Lo que elautor intenta decir, según Petersen y Krisjansen (2015),es que el surgimiento del biovalor representa el bienmás preciado, incluso si no se toman en cuenta los as-pectos éticos o morales.

Esto nos conduce a un aspecto sobre el cual aún nose ha problematizado lo suficiente. Los vínculos entredesarrollo competitivo y desarrollo sostenible que demanera instrumental establece la Estrategia en CostaRica pueden tener efectos adversos en el logro de lasmetas de transición. Esta discusión comenzó a ser de-sarrollada de modo reciente, a partir de los trabajos deVivien et al. (2019) y Befort (2020), en los que se señalaque la sostenibilidad es vista como un resultado con-tingente de las mejoras en los procesos productivos,con lo que no solo se deja la responsabilidad exclusi-va del cambio a los agentes económicos que disponende más recursos, sino que se establece el sistema capi-talista como el escenario central de ese proceso.

Durante la formulación de la Estrategia, la relaciónpoco cuestionada entre eficiencia productiva y soste-nibilidad eficiente resultó evidente. Un ejemplo de es-ta situación se encuentra en la identificación de la lí-nea de acción sobre alimentos e ingredientes con va-lor agregado y atributos de diferenciación, que fue pro-puesta con el objetivo de:

Fomentar un desarrollo productivo rural sosteni-ble e inclusivo, a partir de la diversificación y agre-gación de valor en la producción de bienes y servi-cios en las actividades agropecuarias, pesqueras yforestales, fomentando la creación de redes de va-lor y una mejor gestión ambiental de sus procesosproductivos. (MICITT, 2020: 47)

Sin embargo, los vínculos que se establecen con lossistemas agroalimentarios sostenibles solamente in-forman de la importancia de fomentar prácticas alta-mente eficientes que generen bienes de exportacióny consumo local bajos en carbono; sin mencionar losbeneficios potenciales que podría tener la bioecono-mía en el fortalecimiento de otros tipos de agriculturadistintos a la convencional, como es el caso de la agro-ecología y la agricultura familiar. Se trata, por tanto, deespacios que presentan oportunidades y que deben serexplorados con más atención.

La omisión está relacionada con la capacidad de es-cala y valor de mercado de estas actividades, el cual esconsiderado escaso por otros agentes productivos. Noobstante, es claro que esos tipos de agricultura tienenun papel fundamental en garantizar la seguridad ali-mentaria y nutricional para una población mundial enaumento.

Lo que estos razonamientos demuestran es que sepierde de vista con relativa facilidad que la competiti-vidad no es un indicador fiable de que se esté siendosostenible. Por el contrario, incluso en aquellos casosen que ciertas prácticas adquieren el indicativo de sos-

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tenibilidad, esta puede resultar seriamente compro-metida, si dichas prácticas son incapaces de modificarla relación sociedad-naturaleza que condujo a la actualcrisis socioambiental.

Fraser (2012) denomina a este nuevo fenómeno co-mo la comodificación de la vida y la naturaleza, queno solo subordina la libertad, el derecho a la autode-terminación y la agencia de los individuos a lógicas deproducción capitalista, y pone en riesgo sus espaciosvitales de reproducción, sino que también conduce aun nuevo tipo de régimen tecnocrático basado en losmercados de conocimiento y el uso de patentes.

Resulta claro distinguir cuáles son las ventanas deoportunidad que prioriza la Estrategia nacional de bio-economía en Costa Rica. Por ejemplo, en octubre de2020, la Cámara de Comercio e Industria Costarricen-se Alemana celebró la publicación de la Estrategia, porconsiderar que este instrumento favorece la coopera-ción bilateral y le permite a Alemania acceder a recur-sos naturales y técnicos en la región para continuar im-pulsando su programa de hidrógeno verde (Niehaus ySchauer, 2020). Este tipo de proyectos estarían basa-dos en modelos de negocios administrados por con-sorcios público-privado, en los que el conglomeradode empresas Siemens AG es el principal interesado.Estas alianzas con socios internacionales pueden seraprovechadas para acompañar el diseño de estrategiasde desarrollo productivo en territorios rurales con re-cursos naturales abundantes y brindar opciones de in-clusión productiva que fortalezcan el tejido social.

3.2. Tecnociencia, entre promesas y cuestiona-mientos

Otro aspecto de análisis está relacionado con lo quePetersen y Krisjansen (2015) denominan las interpre-taciones optimistas sobre la biotecnología y las tecno-logías orientadas al futuro. Consultado en diciembrede 2020 por la prensa nacional, Federico Torres, quienes el actual viceministro de Ciencia y Tecnología deCosta Rica y uno de los principales promotores de laEstrategia nacional de bioeconomía, expresó:

Una estrategia no puede hacerse sin ciencia, ne-cesitamos de instrumentos de la ciencia y tecno-logía para transformar la economía sobre la basede la sostenibilidad. Hablamos de una recupera-ción de los ecosistemas y la regeneración de pro-ductos biológicos para avanzar hacia una econo-mía sostenible (Garza, 2020).

De acuerdo con Goven y Pavone (2015), los imagina-rios orientados al futuro suelen ser asociados con dis-cursos tecnocientíficos para generar la expectativa deun cambio (percibido como necesario), con base en re-cursos constitutivos y performativos del presente. Es-ta narrativa es utilizada por los formuladores de polí-tica para justificar cambios en el diseño y la trayecto-ria de los instrumentos vigentes, incluso cuando no setiene mayor claridad sobre sus posibles efectos en elmediano y largo plazo.

En el comunicado de prensa publicado el 07 deagosto de 2020, día de la presentación oficial de la Es-trategia, en el sitio web oficial de Casa Presidencial, se

hace referencia a la bioeconomía en los siguientes tér-minos:

El propósito es hacer de la bioeconomía uno delos pilares de la transformación productiva deCosta Rica, al promover la innovación, la agrega-ción de valor, la diversificación y la sofisticaciónde su economía, aplicar los principios de la bio-economía circular y buscar la descarbonizaciónde los procesos de producción y consumo (Presi-dencia de la República de Costa Rica, 2020).

Jessop (2008) argumenta que los imaginarios orien-tados al futuro son altamente atractivos porque per-miten reconstruir el límite entre lo económico y lono económico continuamente, sin que sus portavocessean juzgados en caso de que su interpretación no re-sulte ser correcta.

No obstante, para Goven y Pavone (2015) el peligroradica en la facilidad con que estos imaginarios sonutilizados para ampliar, con cierto sentido de urgen-cia, la centralidad del imperativo de la competitividada la casi totalidad de las esferas de vida. Las palabrasdel presidente de la República, Carlos Alvarado Quesa-da, resultan particularmente aleccionadoras a este res-pecto, al indicar que “en un contexto de pandemia, co-mo país nos reta a acelerar el paso hacia la bioecono-mía, que permitirá incidir en el desarrollo de nuestrasregiones y su productividad” (Presidencia de la Repú-blica de Costa Rica, 2020).

La afirmación de los efectos “revolucionarios” (Hop-kins, Crane, Nightingale, y Baden-Fuller, 2013) no esnovedad de los regímenes tecnocientíficos actuales,pues esta narrativa ya se encuentra presente en losideales de modernidad y progreso que fueron cimen-tados con la Revolución Industrial. Lo diferente, porotra parte, es el carácter performativo (Goven y Pavo-ne, 2015) con que estos regímenes consiguen movilizarinversiones, infraestructura, conocimientos y legisla-ción para establecer su campo de actividad, indepen-dientemente de si alguna vez se lleguen a cumplir suspromesas de realización.

Otra consecuencia es la manera instrumental y acrí-tica en la que se considera que solo por la vía de losproyectos tecnológicos se puede superar la crisis so-cioambiental: “[. . . ] hemos demostrado que la protec-ción de la naturaleza no es un freno al desarrollo y, porel contrario, generó una serie de oportunidades econó-micas importantes” (Rodríguez, citado por Presidenciade la República de Costa Rica, 2020).

La comodificación de la vida y la naturaleza impli-ca colocar los mercados del conocimiento en el centrode las políticas de desarrollo. Las start-ups representanel símbolo de la promesa tecnocrática y contribuyen alegitimar las visiones modernas que se tienen sobre elemprendedurismo (Befort, 2020). Por lo tanto, no re-sulta extraño que la Estrategia conciba el bioempren-dedurismo como una oportunidad para fomentar eltalento de personas jóvenes y apoyar a PYMES que uti-licen modelos de negocios rentables (MICITT, 2020).

De acuerdo con Vivien et al. (2019), las promesas yexpectativas que transmiten estas narrativas están ba-sadas en una combinación de elementos: teorías cien-tíficas, concepciones de la economía y la sociedad, da-

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tos e imaginarios técnicos y representaciones de la na-turaleza y las relaciones que deberíamos tener con ella.Esas promesas y expectativas son legitimadas por lapolítica pública porque de esa manera es posible atraerfondos de investigación y capital de riesgo (Petersen yKrisjansen, 2015). Esto se puede constatar en el textode la Estrategia, en los siguientes términos:

Costa Rica puede aprovechar las oportunidadesnacionales e internacionales para posicionarsecomo un país líder en bioeconomía. A nivel na-cional, se ha fomentado el desarrollo de capacida-des de investigación y personal calificado en áreasrelacionadas con la atracción de inversión ex-tranjera directa. Existen mecanismos de recientecreación para el fomento del bioemprendimiento;además, en los últimos años, se ha creado oficinasde transferencia de tecnología en instituciones deeducación superior (MICITT, 2020).

El efecto inmediato en las políticas de ciencia y tec-nología ha sido la promoción de servicios tecnológicosy actividades intensivas en conocimiento. En el ámbitorural y del sector agropecuario, por ejemplo, la Estrate-gia propone una articulación con las Acciones Nacio-nalmente Apropiadas de Mitigación (NAMAs2) que ac-tualmente se encuentran en ejecución en los sectoresdel café y la ganadería.

En el contexto del fomento de una ganadería climá-ticamente inteligente, algunas de las actividades inclu-yen el diseño de métricas para la medición del nivel deemisiones de gases de efecto invernadero (GEI), comoes el caso de la técnica MRV (Medición, Reporte y Ve-rificación), el mejoramiento genético de pastos y espe-cies de ganado, y el uso de sistemas de fertirriego conpurines y violes (un tipo de abono orgánico).

Estas medidas, asociadas generalmente con enfo-ques de securitización del desarrollo y el control de losproblemas ambientales incorporan en menor grado elabordaje integral de los riesgos y las incertidumbresque se originan con el proceso mismo de la planifica-ción hacia la transición. En este sentido, el elementopromisorio que proyecta la narrativa sociotécnica de laEstrategia sobre la bioeconomía resulta oportuno co-mo medio discursivo para legitimar la adecuación delos marcos normativos y operativos vigentes a los es-quemas de modernización ecológica, pero tiende a in-visibilizar la existencia de las prácticas sociales que,desde el ámbito local, contribuyen al logro de las me-tas de sostenibilidad de forma contingente. Es el caso,por ejemplo, de las diferentes iniciativas lideradas porlas comunidades indígenas y campesinas para prote-ger los derechos intelectuales comunitarios sui génerisy su normativa. Estos derechos involucran el conjuntode las prácticas y saberes de los pueblos indígenas ylas comunidades locales, relacionadas con el empleode los elementos de la biodiversidad y el conocimientoasociado.

2Las NAMAs son instrumentos de política ambiental, orientadosa la reducción de emisiones en los países en desarrollo. Estas accio-nes se caracterizan por integrar canales de financiamiento, difusióntecnológica y gestión del conocimiento con el objetivo de lograr unareducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)(Hinostroza, 2012).

3.3. Implicaciones para el análisis de políticas pú-blicas

El principal argumento movilizado para la discusiónen este artículo es que emergió, durante la formula-ción de la Estrategia nacional de bioeconomía de Cos-ta Rica, una narrativa de sostenibilidad fundamentadaen el interés político en la comercialización de recur-sos de base biológica y su uso en aplicaciones deriva-das.

Esta narrativa se basa principalmente en repertoriostecnocientíficos y de competitividad empresarial queayudan a identificar la forma en que el régimen socio-técnico de la bioeconomía pretende ser articulado conotras dimensiones de la esfera social, productiva y am-biental.

Interrogados sobre sus intereses, expectativas y vi-sión de desarrollo; los actores que participaron en laetapa de consulta aportaron una serie de argumentospara legitimar sus puntos de vista. Esas etapas inicialesdel proceso representaron un ejercicio necesario pa-ra definir el tipo de recursos políticos e institucionalesque las autoridades gubernamentales debían habilitar, y también para establecer el mecanismo adecuadopara que diferentes demandas y objetivos fuesen inte-grados en un marco de acción general.

Durante los primeros meses del proceso de elabo-ración de la Estrategia (setiembre de 2018 – mayode 2019), el Comité Interministerial de Bioeconomía(CIB) realizó una serie de talleres con grupos de exper-tos y público de interés que incluyó a jóvenes bioem-prendedores, el sector académico y de ciencia y tecno-logía, algunas organizaciones del sector privado agro-pecuario y a otras instituciones del sector público. Es-to permitió establecer los objetivos estratégicos y deli-near las líneas de acción que serían incorporadas en laEstrategia .

Ahora bien, en este artículo se plantea la necesidadde ir más allá del análisis institucional, para cuestio-narnos sobre las posibles implicaciones que, en el ám-bito empírico, puede tener la promoción de esta narra-tiva de cambio sociotécnico. Dicho de otro modo, cuá-les son las potencialidades y los desafíos que puedenaparecer durante la fase de implementación de la Es-trategia y, en especial, al momento de articular los ejesy objetivos estratégicos con prácticas de sostenibilidadque ya están siendo movilizadas por los actores localesen los territorios rurales.

Para responder a esas interrogantes de manera ade-cuada, es preciso generar algún grado de conocimien-to acerca del contexto social en el que se desenvuelvenlos actores involucrados en la Estrategia. Esta informa-ción es útil para identificar sus fortalezas y debilidades,así como identificar el tipo de roles y funciones que seencuentran en capacidad de asumir, de acuerdo con suespacio de maniobra inmediato.

Del mismo modo, cuando se tiene una comprensiónclara de las características particulares del contexto so-cial es posible establecer redes de trabajo colaborativoque incentiven la participación y favorezcan el fortale-cimiento de las capacidades individuales. No obstante,en la formulación de la Estrategia el contexto social no

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parece haber recibido la atención suficiente, hacien-do que la reflexión sobre “lo local” se concentre en lareactivación de las agroindustrias rurales. Como con-secuencia, los actores locales que participaron en lasconsultas previas eran principalmente actores produc-tivos, que ya cuentan con cierto grado de articulaciónal sistema de innovación agropecuaria.

Para While et al. (2010), el contexto social suele reci-bir atención marginal en el debate público sobre ins-trumentos de política ambiental, ya que se consideraque la gestión de los principales desafíos en esta ma-teria es un tema casi exclusivo de la gobernanza socio-ambiental llevada a cabo por actores gubernamenta-les. Es decir, se tiende a vincular la gestión de los ins-trumentos con el ámbito institucional en que tiene ori-gen su diseño.

En el caso de la Estrategia Nacional de Bioeconomía,la gobernanza en sí misma parece estar comprometidapor las barreras formales y la falta de diálogo efectivoentre algunas instituciones públicas. Llama la atenciónque pese a que el desarrollo rural está contempladode forma precisa en el primero de los ejes estratégicos(Bioeconomía para el desarrollo rural), y su abordaje estransversal en los demás ejes, el Instituto de Desarro-llo Rural (la institución que por Decreto de Ley tiene lacompetencia en ese tema), no parece tener un rol cla-ro y su participación puede ser considerada como muydébil. Esto podría ser un resultado directo de la mane-ra en que es concebido el desarrollo rural en la Estrate-gia; cuya caracterización es establecida a partir de losligámenes con el “desarrollo hacia afuera”, conducien-do a una operacionalización del concepto por mediode iniciativas de integración con los mercados exter-nos, el escalamiento a través de las cadenas de valorglobales y la venta de servicios ecosistémicos.

Estas propuestas, de corte más normativista, hanllevado a la creencia de que la sostenibilidad puede serracionalizada a partir de un conjunto de principios es-tables y conducida en la práctica con base en ciertossupuestos estructurantes; en el que los puntos de par-tida y llegada son trazados unidireccionalmente. Las lí-neas de acción diseñadas para dar cumplimiento a ca-da uno de los ejes contemplados por la Estrategia son,en este sentido, un ejemplo claro del alineamiento ins-titucional con la creación de ambientes protegidos, cu-ya gestión es controlada por medio de parámetros bio-económicos y objetivos de política previamente esta-blecidos.

El problema es que estos parámetros suelen ser elresultado de arreglos institucionales que suelen en-contrarse escasamente informados sobre la realidadde los contextos sociales y el carácter contingente delcambio social (Long, 2007). Esto origina una descone-xión importante con las fuerzas vivas de las comuni-dades, que se hace manifiesta en el momento de ope-racionalizar las líneas de acción y buscar su insercióncomo parte de las prácticas cotidianas que tienen lugaren los territorios.

La aparición de circunstancias imprevistas duranteel proceso de implementación de estos instrumentosy sus actividades amerita que las intervenciones dis-pongan de márgenes de acción flexibles, que permitanincorporar la riqueza de lo cotidiano y la especificidad

de cada contexto (Shove y Walker, 2010). De lo con-trario, se corre el riesgo de pasar por alto la compleji-dad de las dinámicas territoriales. En aquellos casos enlos que esto ha ocurrido, los formuladores de políticastienden a visualizar la transformación sociotécnica co-mo un proceso armonioso y apto para la estandariza-ción, lo que sin duda puede llevar a un entendimientoequivocado de las causas y dinámicas de la heteroge-neidad social.

Algunas de las lecciones aprendidas durante la fa-se piloto de la implementación de la NAMA ganade-ría apuntan en esta dirección. La experiencia del tra-bajo de campo demostró que la colaboración con lasorganizaciones de ganadería obtuvo un desempeñomás alto cuando las actividades realizadas incorpora-ron elementos de los repertorios culturales y socioma-teriales que se encuentran presentes de forma implí-cita (y algunas veces explícita) en la actividad ganade-ra de cada región en la que está siendo ejecutado eseinstrumento. Este hallazgo condujo a los técnicos y ex-tensionistas de la Corporación Ganadera, el ente pú-blico no estatal encargado del fomento de la ganaderíabovina en Costa Rica, a modificar sobre la marcha suestrategia de trabajo; adaptando la dinámica utilizadaen sus actividades para incluir un mayor número derasgos culturales y de la “idiosincrasia” de la ganaderíacostarricense a los contenidos de las capacitaciones yescuelas de campo. Situaciones de este tipo llevaron alresto de los actores del sector público encargados de laimplementación de la NAMA ganadería a darse cuen-ta de que el cambio sociotécnico no puede reducirsea los componentes productivos y técnicos de la activi-dad económica, pues ella también es expresión de unaidentidad territorial que no es uniforme a todo el terri-torio nacional.

Por ejemplo, la ganadería en la Región Chorotega,ubicada en la parte noroccidental de Costa Rica, seencuentra fuertemente relacionada con la cultura delsabanero. Estos rasgos distintivos de la actividad eco-nómica están unidos de forma inexorable al folcloreregional y las costumbres autóctonas que datan de laépoca de la colonia, y que no están presentes en la acti-vidad ganadera que tiene lugar en otras partes del país.Para afianzar el compromiso con los valores y la cultu-ra ganadera en estos territorios, los encargados del NA-MA Ganadería han comenzado a discutir sobre la ne-cesidad de diseñar planes de implementación territo-rialmente adaptados, y se ha incluido un componentede fortalecimiento de capacidades que incluye la mo-dalidad de enseñanza conocida como “de productor aproductor”, la cual busca reforzar los lazos entre el ga-nadero y el territorio. Esta metodología también ha te-nido efectos positivos en la promoción del relevo ge-neracional, haciendo que los ganaderos más jóvenesque participan de las actividades aumenten su arraigoy decidan continuar con la actividad de sus padres yabuelos.

Otras de las implicaciones de política pública quepodrían aparecer de continuarse utilizando el aborda-je tecnocientífico lineal durante la fase de ejecución dela Estrategia nacional de bioeconomía es la aplicaciónde soluciones tecnocráticas y corporativistas a proble-máticas de orden multicausal más complejo (Dryzek,2013). Como se ha venido insistiendo en este aparta-

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do, las visiones de bioeconomía centradas en la tec-nología y el cambio tecnológico instrumental omitenla problematización de las dimensiones social, cultu-ral, política y espacial que intervienen en la configura-ción de regímenes sociotécnicos. Esta limitación analí-tica conduce a explicaciones generales que pasan poralto la heterogeneidad de los procesos de desarrollo,que muchas veces solo pueden ser vistas si se tomanen cuenta las condiciones particulares de cada contex-to social.

La instrumentalización del cambio sociotécnicopuede derivar en situaciones problemáticas que sonmás complejas de prever y, por tanto, más difíciles desolucionar adecuadamente. La más importante es qui-zás el surgimiento de procesos de desarrollo homoge-neizados. Debido a que las actividades de transferen-cia tecnológica pocas veces incorporan componentespara la gestión localizada del aprendizaje, el conoci-miento técnico ofrecido por los extensionistas tiendea subestimar la importancia de la acción colectiva yla organización social. Además, esto puede afectar lacontinuidad de prácticas a favor de la sostenibilidadque ya están presentes en los territorios, y causar ten-siones entre grupos sociales y pueblos cuyos valores ycosmovisiones pueden resultar contrapuestos a los in-tereses institucionales.

El potencial de la bioeconomía para diligenciar pro-cesos de transición sostenible también puede verseafectado por la predominancia del mercado y las re-laciones de oferta y demanda. Existe un riesgo de quelas cuestiones relacionadas con la biodiversidad y laprotección de los ecosistemas queden circunscritas alas relaciones de producción y apropiación de los re-cursos naturales por medio de las aplicaciones biotec-nológicas; dando continuidad a visiones de sostenibi-lidad antropocéntricas, centradas en las necesidadeshumanas de modo exclusivo (Vizeu, Meneghetti, y Sei-fert, 2012). La principal preocupación es que la ética dela conservación que motiva el cambio de forma genui-na resulte desplazada del debate público por causa delcrecimiento y la concentración de poder de las indus-trias biotecnológicas emergentes. En tal escenario, elaumento de nuevas presiones para obtener condicio-nes óptimas en los mercados de provisión de insumosy comercialización de servicios y tecnológicas intensi-vos en conocimiento, y, con ello, garantizar las ventajascompetitivas más favorables; puede hacer que concep-tos derivados de la gestión empresarial, como ecoefi-ciencia y biovalor, pasen a ser considerados como losvalores inherentes a la sostenibilidad, indistintamentedel tipo de relación que entre ciencia, sociedad y natu-raleza se establezca.

Aunado a ello, pese a que la Estrategia reconoce queexisten diferentes tipos de agricultor y formas de agri-cultura en el país, el énfasis puesto en la narrativa de laeco-competitividad podría estar desestimando el usoo apropiación de la bioeconomía en aquellas activida-des que no tienen como fin último la generación de va-lor agregado o la comercialización en el mercado ca-pitalista. Al reducir la capacidad de agencia al merocálculo racional de agentes económicos, la Estrategiapuede tener dificultades para reivindicar la pluralidadcognitiva de los actores locales; lo que se traduciría enproblemas para articular el conocimiento codificado

con modos de vida, saberes tradicionales y dinámicasinformales de aprendizaje. Este debate es particular-mente relevante para la discusión sobre los mercadosde bioprospección, en áreas como el uso de plantasmedicinales.

A efectos de contribuir con la reflexión sobre el desa-rrollo de la bioeconomía en Costa Rica y, en particular,la implementación exitosa de planes de acción regio-nales, en el siguiente subapartado se llama la atenciónsobre algunas dimensiones e implicaciones del cam-bio sociotécnico que también deben ser consideradas.

3.4. Herramientas analíticas para considerar du-rante la implementación de planes de acciónregionales de bioeconomía

1. La tecnología es una expresión de las relacionessociales. Aunque puede parecer obvio, es impor-tante tener en cuenta en todo momento que latecnología es el resultado de relaciones socialesque se expresan en un tiempo y lugar delimitados,bajo condiciones de emergencia que pueden serobjeto de una alta volatibilidad. Esta considera-ción es clave para entender que la tecnología, le-jos de estar determinada por la invención neutralde artefactos y/o dispositivos técnicos, dependede su participación y sus efectos en un conjuntomás amplio de dominios, redes y sistemas.

2. Al ser la tecnología el resultado de una construc-ción social es importante recuperar la noción deinterfaces de conocimiento. Conviene, por tan-to, tener claro que la aplicación de la ciencia, latecnología y la innovación en procesos vincula-dos con el desarrollo productivo y la sostenibi-lidad socioambiental es viable en la medida enque contribuye al fortalecimiento democrático dela sociedad en igual forma. Los regímenes socio-técnicos no son versiones acabadas de imagina-rios sociopolíticos derivados de la acción guber-namental. En cambio, son abordajes para la trans-formación de prácticas y procesos que requie-ren ser legitimados colectivamente, por medio deldiálogo pluralista y la participación efectiva de to-dos los actores. Las interfaces de conocimientodan visibilidad a la multiplicidad de interaccionesde conocimiento, formas de relacionamiento, in-tervenciones técnico-políticas y conflictos (Arce yLong, 1992), que surgen en un contexto social co-mo resultado de un desarrollo tecnológico espe-cífico. Por consiguiente, un principio clave en laimplementación de cualquier plan de acción re-gional ha de ser el reconocimiento explícito delconjunto de subjetividades y pluralidades cogni-tivas que intervienen en la transformación del co-nocimiento, haciendo que éste sea relevante parala realidad situada y las prácticas locales cotidia-nas. Dicho de otro modo; entre mayor sea la aten-ción que se brinde a estas interfaces de conoci-miento, mayores posibilidades de contribuir conel diálogo democrático y la concertación políti-ca. Al incorporar la multiplicidad de interaccionesposibles entre tecnologías, conocimientos y agen-cias en un marco de implementación más flexible,existe la oportunidad de generar debate sobre el

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estado real de las capacidades sociales y cogniti-vas de los actores locales, así como las estrategiasy mecanismos que éstos utilizan para reflexionarsobre sus problemas inmediatos y hacer valer suspropias posiciones. Entender cómo los dominiosde la vida cotidiana, y la realidad situada de losactores locales, interacciona con la implementa-ción de los instrumentos de política, es un ele-mento central en la identificación de trayectoriasde transición sostenible con sentido de la justiciasocial.

3. Y si todo conocimiento es el resultado de una in-teracción social compleja, la tecnología no pue-de ser pensada de forma separada a sus vínculoscon la dimensión cognoscitiva social. Si la críti-ca principal a los instrumentos de política públi-ca que pretenden trazar trayectorias de transiciónsostenible es la incorporación de una perspectivalineal y homogeneizadora, entonces no basta conreconocer esa debilidad. Se hace necesario ensa-yar algún tipo de respuesta que permita proble-matizar esta cuestión. La experiencia de la NAMAGanadería brinda un antecedente valioso para te-ner en cuenta. El énfasis excesivo en la institucio-nalización del cambio sociotécnico conduce a es-trategias de implementación cuya racionalidad ydiseño favorece el establecimiento de las condi-ciones estructurales que son claves para la confi-guración del nuevo régimen, garantizando de es-ta forma su viabilidad política y la alineación conel sistema de innovación nacional. Sin embargo,en aquellos casos en que la institucionalización esdemasiado rígida, los ejecutores se ven obligadosa reconocer que la existencia de mecanismos deregulación y de mercado no basta para capturar yorganizar la diversidad de interacciones socialespresentes en los territorios. La adopción de abor-dajes exclusivamente tecnocientíficos no preparaa los grupos de expertos encargados de transmitirel conocimiento codificado para lidiar con diná-micas de aprendizaje no formales; incluso cuan-do estas tienen un rol clave en el fomento de com-petencias y habilidades.

4. Superar los abordajes antropocéntricos y la agen-cia estrictamente humana. Una de las mayoreslimitaciones operativas de la Estrategia nacionalde bioeconomía es la adopción de una perspec-tiva de desarrollo convencional, centrada en lasnecesidades humanas y la racionalidad económi-ca del mercado capitalista. Las actividades del serhumano y de la naturaleza emergen como esfe-ras separadas, independientes unas de otras. Es-ta dicotomía convierte a la naturaleza en un ex-terior de las relaciones sociales, de aspecto fan-tasmagórico y carente de una ontológica propia.Si nos atenemos por completo a la perspectiva dedesarrollo convencional, la bioeconomía recono-ce la existencia de la naturaleza solo como recur-so argumentativo, al que se recurre para justificarla movilización de prácticas, técnicas y artefactosque le permiten al ser humano mantener el ejer-cicio de control sobre otras especies y elementosde la biosfera. En tales circunstancias, la retóricade la sostenibilidad problematiza solo de manera

superficial las preocupaciones ecológicas más ur-gentes. La promoción de nuevas investigacionesy acciones en las áreas de la etnoecología y etno-biología puede ayudar a introducir el análisis crí-tico en torno a estas cuestiones. Un enfoque am-pliado de la bioeconomía incorpora también a lasredes comunitarias de desarrollo local y a las aso-ciaciones conservacionistas, lo que va más allá dela idea de los clústeres productivos. Sin duda al-guna, esto también contribuiría con el reconoci-miento de la diversidad cultural y biológica de losterritorios rurales, permitiendo fortalecer la cons-trucción de espacios autonómicos que promue-van la participación social a través del sentido depertenencia y la vivencia cotidiana en/con el en-torno.

5. Si los actores no humanos también tienen capaci-dad de agencia, las narrativas de control de la na-turaleza resultan superfluas. También relaciona-do con el punto anterior, al reconocer que la agen-cia no es una competencia exclusiva de la especiehumana, se establecen cambios en el registro deinterpretación de la naturaleza, el cambio climá-tico antropocéntrico y las crisis socioambientalesderivadas. Pese al avance acelerado del conoci-miento tecnocientífico; las nociones de riesgo, in-certidumbre y vulnerabilidad están siendo some-tidos a revisión constante. La actual pandemia delCOVID-19 ayuda a ejemplificar que los enfoquesde gestión del riesgo y las amenazas a la salud pú-blica basados en esquemas de gobernanza socio-técnica convencional no garantizan la reproduc-ción de espacios íntegros para la supervivencia dela vida en el planeta. Estos enfoques pasan poralto la existencia de múltiples asimetrías estruc-turales, siendo incapaces de sugerir alternativasrealistas que pongan límite al proceso civilizato-rio fundamentado en la lógica de la extracción.La comercialización de la vida silvestre provoca ladestrucción y reducción de hábitats y alteracióndel equilibrio ecosistémico. Los virus y otras en-tidades naturales interactúan con el ser humanocotidianamente cuando los animales son mante-nidos en cautividad, y el resultado de estas rela-ciones a veces puede ser impredecible. En los úl-timos años, autores de las transiciones sosteni-bles han llamado la atención sobre la necesidadde transformar los enfoques de política basadosen la securitización y control del riesgo en abor-dajes de política orientados al cuidado y la convi-vencia ética (Arora, Van Dyck, Sharma, y Stirling,2020).

6. El imperativo ético de la conservación, significapensar en una ética del bien común que no selimita a la reproducción material de la vida hu-mana. Edward O. Wilson, el prominente biólo-go y naturalista norteamericano, llama la aten-ción sobre la necesidad de incorporar la dimen-sión espiritual, afectivo-emocional e intersubjeti-va en los esfuerzos de recuperación del equilibrioecológico del planeta (Wilson, 2002). Del mismomodo que la mimosa sensitiva se caracteriza porsus hojas sensibles al tacto, el ser humano tie-ne la capacidad de dejarse sorprender y experi-

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mentar el sentimiento de lo sublime que despier-ta en él la naturaleza. Este registro ético va másallá de las ideologías y los cánones religiosos, ytambién trasciende las visiones utilitaristas sobrecompetitividad y ecoeficiencia. En cambio, sugie-re el potencial de las aplicaciones bioeconómicaspara incentivar la responsabilidad compartida ycontribuir con el diseño de políticas a favor delcuidado y preservación de los ecosistemas, en ca-pacidad de originar proyectos públicos de mayorenvergadura.

7. La problematización de la sustentabilidad no serestringe a su dimensión ambiental. De la manocon las nociones de la ética de la conservacióny de las agencias múltiples, es necesario proble-matizar los límites interpretativos que presentanlos instrumentos de política enfocados exclusiva-mente en la dimensión ambiental de la susten-tabilidad. El surgimiento de narrativas del desa-rrollo sostenible basadas en la racionalidad de lamodernización ecológica concibe el cambio so-ciotécnico a partir de la incorporación de tecno-logías externas a los territorios. Esta concepciónestructural-institucionalista considera que el mo-tor principal del cambio es la disposición de arre-glos institucionales y nuevas regulaciones que fa-vorezcan el incremento de la inversión en las ac-tividades de innovación, investigación y desarro-llo. Se tiende a pensar que la adquisición de ar-tefactos y dispositivos tecnológicos es condiciónsuficiente para estimular una mayor productivi-dad de las unidades productivas, y de esta formaalcanzar un bienestar general que beneficie al res-to de la población. Pese a que la estimación posi-tiva de las tasas de retorno puede ser un incenti-vo importante en la adopción de tecnologías lim-pias, es poco realista considerar que estos bene-ficios privados contribuyen de forma espontáneacon el desarrollo inclusivo. La escasa disponibili-dad de fondos de financiamiento específicos pa-ra ciencia y tecnología, así como los obstáculos ybarreras burocráticas que enfrentan muchos pro-ductores en el momento de acceder a los meca-nismos de crédito, requiere de una discusión pú-blica detallada. En cambio, la creación de fondosespecíficos para promover la bioeconomía puedecontribuir a resolver los problemas estructuralesque afectan a las economías rurales si se tomanen cuenta otros elementos asociados a la cons-trucción social de los mercados; por ejemplo, sucontribución en áreas como el fortalecimiento delos sistemas agroalimentarios sostenibles, la crea-ción de mecanismos de cadenas cortas y nuevoscircuitos de comercialización, y la participaciónde grupos de mujeres y personas jóvenes a travésde redes de aprendizaje y acción colectiva, entreotros.

8. La importancia de pensar la territorialización dela bioeconomía más allá de la transformaciónproductiva. Las problemáticas estructurales de ladesigualdad entre territorios y la pobreza rural seexpresan de forma diferenciada a través de las di-námicas territoriales. Por ende, los planes de ac-ción regionales no pueden ser vistos como un me-

ro criterio operativo en la gestión administrativade la Estrategia. De ser formulados de la maneracorrecta, estos planes pueden producir una inver-sión metodológica que favorezca el surgimientode trayectorias de transición pos-productivistas,basadas en la promoción de prácticas de soste-nibilidad territorializadas y endógenas. Según es-ta perspectiva, un reconocimiento más explícitode la heterogeneidad social presente en los terri-torios permitiría mirar para el cambio sociotéc-nico más allá de los componentes tecnológicos yproductivos. Esto no equivale a decir que la pro-moción de las relaciones mercantiles como mo-tor del desarrollo local y de los territorios no seaimportante; sino todo lo contrario, un enfoque dela bioeconomía consciente de la importancia delas dinámicas territoriales puede contribuir conel reordenamiento de las relaciones mercantiles anivel local y regional, favoreciendo intercambiosmás justos y una división social del trabajo equili-brada. El potencial de transformación que ofrecela bioeconomía no se limita únicamente a mejo-rar la articulación entre sectores productivos. Lacreación y fortalecimiento de clústeres tecnológi-cos que involucren la presencia de universidades,centros de formación técnica y redes de apoyo lo-gístico a emprendimientos locales puede contri-buir con la reactivación económica y la genera-ción de empleo. La conformación de estos pro-cesos de intercooperación local puede represen-tar una alternativa ante problemáticas de preca-rización e informalidad que afectan a una parteimportante de los trabajadores del medio rural.Además, es importante explicitar un mayor apoyoa las iniciativas sostenibles de autogestión y ges-tión local de recursos que buscan reducir la de-pendencia de los mercados externos, brindandoposibilidades de un control más efectivo por par-te de los actores locales.

9. Articulación de las metas y objetivos. La pande-mia del COVID-19 evidenció que las crisis sani-tarias globales tienen efectos locales diferencia-dos. Del mismo modo, los efectos de la degrada-ción ambiental varían según el grado de vulnera-bilidad y exposición a riesgos y amenazas presen-tes en cada contexto. Estas situaciones son cons-truidas socialmente y suelen agravarse por con-diciones estructurales de desigualdad, exclusióny marginalidad. Es por eso que las nociones dejusticia son centrales en la discusión sobre el di-seño de alternativas de transición hacia la soste-nibilidad. En la formulación de los planes de ac-ción regionales, la adopción de conceptos comoel de justicia ambiental pueden ayudar a incorpo-rar un enfoque de derechos que permite articularlos ejes de acción de la Estrategia con metas y ob-jetivos establecidos por la Agenda 2030. Se tratade un dilema ético y moral importante, dado quelos cinco ejes y sus respectivas líneas de acción seorientan principalmente al desarrollo productivo.Lograr un equilibrio adecuado entre la dimensióneconómica y el bienestar social y ambiental re-quiere por tanto de la sustitución de los esque-mas de gobernanza multinivel tradicionales por

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mecanismos locales de co-gestión y toma de de-cisiones.

4. Consideraciones finales

Sanz-Hernández et al. (2019), en su trabajo sobre lasperspectivas de las ciencias sociales en el estudio delos procesos de la transición a la bioeconomía, recono-cen que a la fecha existen pocas investigaciones acadé-micas que analizan el riesgo en las dinámicas de cam-bio sociotécnico. Sus hallazgos revelan que la mayo-ría de las publicaciones recientes están relacionadascon valoraciones socioeconómicas en torno al desa-rrollo de aplicaciones industriales o los efectos de labiotecnología avanzada en la salud pública. No obs-tante, esos trabajos suelen ser de naturaleza cuantitati-va, y no ofrecen elementos críticos para problematizarlas interacciones con procesos socioambientales com-plejos, a partir de perspectivas cualitativas.

Este planteamiento reafirma las conclusiones a lasque llegaron Vivien et al. (2019), y en las que se ar-gumenta que la apropiación semántica de la bioeco-nomía por la política industrial implicó el “secuestro”del concepto/enfoque por el pensamiento económicoconvencional, haciendo que su uso fuera asociado conla metáfora del crecimiento económico que “se con-vierte eventualmente en verde”. Para los autores, estotambién repercutió en la conformación de las agendasde investigación académica, hasta influir en la mallacurricular de las disciplinas tecnocientíficas ofrecidaspor las universidades.

Goven y Pavone (2015) van más allá al indicar quedesde la formulación de “La bioeconomía hasta 2030”,los instrumentos de política relacionados con la bio-economía han ignorado sistemáticamente el tema dela justicia social, siendo este uno de los principales de-safíos en la actualidad.

No obstante, también es verdad que las cuestionesrelacionadas con el riesgo y la justicia en los procesosde transición sostenible y cambio sociotécnico han ad-quirido relevancia en los últimos años, y ese interés sinduda aumentó por causa de la actual pandemia por elCOVID-19. Lo cual además brinda una nueva ópticapara abordar estas temáticas.

Conviene, por ejemplo, retomar las discusiones deLeach et al. (2002) sobre la justicia cognitiva y la im-portancia de repensar el ejercicio de una ciudadaníaactiva, a través de la creación y fortalecimiento de es-pacios deliberativos orientados a la democratizaciónde la ciencia y la tecnología. La principal crítica queestos autores realizan, y que hoy en día se encuentravigente, radica en la instrumentalización de los enfo-ques de participación social que son utilizados en laformulación de política pública. A menudo, el lenguajede la participación social concibe a las personas comousuarios pasivos de la tecnología, limitando sus inter-venciones a talleres de consulta.

Este tipo de intervención normativista fue observa-da durante el proceso de la Estrategia nacional de bio-economía en Costa Rica, y sin duda afectará la trayec-toria de su implementación. Por ese motivo, una reco-mendación posible es la creación de mecanismos for-

males e informales para descentralizar el proceso detoma de decisiones, de manera que los ciudadanos queno integran grupos de interés tecnocrático puedan sercapaces de inscribir sus demandas, expectativas y ac-ciones en la definición de los objetivos de transición,sin que esto implique comprometer sus intereses, as-piraciones y modos de vida.

El artículo plantea nueve herramientas de ordenanalítico que pueden ser útiles durante la formulaciónde planes de acción regionales, en la segunda fase deimplementación de la Estrategia. En su conjunto, estasherramientas llaman la atención para la existencia deprácticas de territorialización, dinámicas territorialesy expresiones locales de heterogeneidad social que nopueden ser pasadas por alto.

Es necesario subrayar que las narrativas de cambiosociotécnico tienen una naturaleza política. Por ende,como es argumentado por Scoones, 2020, cualquierinstrumento orientado a la transición sostenible debeser legitimado socialmente. Esto equivale a decir quese debe reconocer la diversidad de conocimientos y sa-beres, lo mismo que la pluralidad de opciones para ga-rantizar una adecuada gobernanza del enfoque. Ade-más, es necesario contemplar la disensión, el conflic-to y la resistencia al cambio como elementos centra-les del diálogo informado que debe acompañar el de-sarrollo de las actividades. Las preguntas sobre qué eslo que debe ser transformado, por qué y para quién, ycon base en qué procesos, deben dar paso a formas deco-construcción del desarrollo que no amenacen la re-producción de espacios seguros para la vida humana yla de las demás especies.

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