Bly - La Sombra El Yo rechazado.docx

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    Tomado de Encuentros con la sombra. Editorial Kairos. Barcelona.

    1992

    LA SOMBRA: EL YO RECHAZADORobert Bly

    Cuando contbamos con uno o dos aos de edad tenamos lo quepodemos visualizar como una personalidad de 360 grados. Irradibamosenerga desde todas las zonas de nuestro cuerpo y de nuestra psique.Un nio corriendo es un globo viviente de energa. Tenamos una bolade energa, perfecto; pero un da vimos que a nuestros padres no lesgustaban ciertas partes de esa bola. Decan cosas como: No puedesestarte quieto? o No est bien atormentar a tu hermano. Detrsnuestro tenemos un saco invisible, y en l ponemos la parte de nosotrosque no gusta a nuestros padres, a fin de conservar su amor. Cuandovamos al colegio nuestro saco ya es bastante grande. Entonces losprofesores dicen la suya: Los nios buenos no se enfadan por estaspequeeces. As que cogemos nuestro enfado y lo ponemos en el saco.Cuando mi hermano y yo tenamos doce aos en Madison (Minnesota)nos llamaban los amables nios Bly. Nuestros sacos ya medan unkilmetro.

    Luego hacemos un buen relleno del saco en el instituto. Esta vez ya noson los malvados mayores quienes nos presionan, sino gente de nuestraedad. As que la paranoia estudiantil contra los mayores podra estarfuera de lugar. Durante todos los aos de instituto ment

    automticamente para intentar parecerme ms a los jugadores debaloncesto. Cualquier parte de m que fuera un poco lenta se iba alsaco. Mis hijos estn atravesando ese proceso ahora; contemplcmo lo hacan mis hijas, que son ms mayores. Vi con consternacincunto llegan a poner en el saco, pero no hubo nada que su madre ni yopudiramos hacer al respecto. A menudo mis hijas parecan decidirse enaras de la moda y de las ideas colectivas de belleza, y sufran tanto acausa de otras chicas como de los hombres.

    As que mantengo que de todo un globo redondo de energa a los veinteaos slo nos queda una rebanada. Imaginemos un hombre al que slole queda una fina rebanada -el resto est en el saco- e imaginemos queencuentra una mujer; digamos que ambos tienen veinticuatro aos. Aella le queda una fina y elegante rebanada. Ambos se unen en unaceremonia, y esta unin de dos rebanadas se llama matrimonio. Nisiquiera los dos juntos constituyen una persona! Por eso mismo, cuandoel saco es grande el matrimonio implica soledad durante la luna de miel.

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    Por supuesto todos mentimos al respecto. Qu tal tu luna de miel?Fantstica, qu tal la tuya?

    Las diversas culturas llenan el saco con diferentes contenidos. En lacultura cristiana la sexualidad suele ir a parar al saco. Con ella se va

    gran parte de la espontaneidad. Marie Louise von Franz nos previene,por otra parte, acerca de idealizar culturas primitivas con la suposicinde que no tienen ningn tipo de saco. Puede que pongan laindividualidad en el saco, o la inventiva. Lo que los antroplogos llamanparticipation mistique o una misteriosa mente comunitaria suenafantstico, pero puede significar que todos los miembros de la tribusaben exactamente lo mismo y ninguno sabe nada ms. Es posible quelos sacos de los seres humanos sean todos de un tamao parecido.

    Antes de los veinte aos nos pasamos la vida decidiendo qu partes denosotros ponemos en el saco, y pasamos el resto de nuestras vidasintentando sacarlas de nuevo. En ocasiones parece imposiblerecuperarlas, como si el saco estuviera sellado. Supongamos que el sacoqueda sellado, qu ocurre entonces? Un gran relato del siglo diecinuevesabe algo de eso. Una noche Robert Louis Stevenson se despert ycont a su mujer un fragmento del sueo que acababa de tener. Ella leurgi a escribirlo; lo hizo, y se convirti en El Doctor Jekyll y misterHyde. El lado bonito de nuestra personalidad se vuelve, en nuestracultura idealista, ms y ms bonito. El hombre occidental puede ser, porejemplo, un generoso doctor que siempre piensa en el bien de losdems. Moral y ticamente es maravilloso. Pero la sustancia del saco

    forma una personalidad por su cuenta, que no puede ignorarse. El relatonos dice que la sustancia encerrada en el saco aparece un da en algnotro lugar de la ciudad. La sustancia del saco est enfadada, y cuando laves tiene forma de simio y se mueve como un simio.

    Luego el relato dice que las partes de nosotros que ponemos en el sacoregresan. Involucionan hacia la barbarie. Supongamos que un jovensella un saco a los veinte y luego espera quince o veinte aos a abrirlode nuevo. Qu encontrar? Por desgracia, la sexualidad, la vitalidadsalvaje, la impulsividad, la ira y la libertad que puso dentro hanregresado, y no slo se han vuelto primitivas sino hostiles a la personaque abre el saco. Sin duda, el hombre que abre su saco a los cuarenta ycinco o la mujer que abre el suyo pasarn miedo. Ella levanta la miraday ve pasar la sombra de un simio en la pared del callejn; cualquieraque lo viese se asustara.